Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Eneida
Introducción
Virgilio y su época
La biografía de Virgilio nos ha llegado bien documentada a través de múltiples
testimonios, no sólo por el gran interés que su obra suscitó a lo largo de los siglos, sino
también porque fue uno de los pocos autores que disfrutó en vida de la admiración de
sus contemporáneos.
Publius Vergilius Maro nació el 15 de octubre del año 70 a.C. en la Galia
Cisalpina, cerca de Mantua, en una aldea llamada Andes. Por tanto, no era un romano
sino un itálico del norte. Su padre era un campesino acomodado, lo cual le permitió
una formación letrada que le llevó de Milán a Roma. Todo ello transcurría en unos
años en los que Italia se veía sacudida por las guerras civiles.
En Roma el joven Virgilio conocerá a la élite de la sociedad que se preparaba
para la carrera política o bien adquiría normas de elocuencia: al círculo poético
liderado por Catulo, al joven Octavio, futuro emperador de Roma, y a Galo, un poeta
que se habría de convertir en su mejor amigo.
La personalidad tímida y retraída de Virgilio y su poca salud (pues padecía
frecuentemente del estómago y del pecho) le hicieron alejarse de Roma en busca del
clima benigno de Nápoles, en la región de Campania. Desde allí irá viendo la luz su
producción poética: en primer lugar diez poemas de contenido pastoril conocidos
como las Églogas o las Bucólicas (42‐39); después un poema en cuatro libros, las
Geórgicas (37‐30 a.C.), en los que no se ensalza ya la naturaleza sino su modificación
por parte del hombre; y finalmente la Eneida (39‐19 a.C.), un poema épico en doce
cantos cuya redacción le ocupó hasta el final de sus días.
A los 51 años de edad decidió ir a Grecia a conocer algunos de los paisajes que
describía en su epopeya mientras la revisaba. En Megara (una pequeña ciudad próxima
a Atenas) se encontró con Augusto, que regresaba de Oriente, y juntos volvieron a
Italia. Pero cayó gravemente enfermo y tuvo que detenerse en Brindisi, donde murió el
21 de septiembre del 19 a.C. Sus restos fueron trasladados a Nápoles y allí, sobre su
tumba, se grabó un epitafio en dos versos que él mismo había compuesto:
Mantua me engendró; Calabria me raptó; me retiene ahora
Parthenope1. He cantado los pastos, los campos y a los generales.
En ellos condensó Virgilio la importancia del espacio en su recorrido vital y en su
producción poética, así como el objeto de su obra: los pastos (Églogas), los campos
(Geórgicas) y los generales (Eneida), una creación excepcional que sacrificaba lo
personal en beneficio de los planes de Augusto, que pretendía reconstruir los valores
nacionales.
1
Parthenope, antiguo nombre de Nápoles, (vid. glosario mitológico).
2
La Eneida La Eneida
abejas, la resonancia de los vientos,...), el uso de arcaísmos y helenismos para dejar
sentir los ecos homéricos, y todo tipo de figuras retóricas armónicamente organizadas.
El poeta se vio obligado a contar una historia que abarcaba muchos siglos (desde
el s. XII a.C., fecha que se atribuye a la destrucción de Troya, hasta el siglo de Augusto)
y para ello adoptó un punto de vista novedoso, contemplando la historia desde el final:
para él todo es pasado, mientras que Eneas y sus compañeros miran hacia el futuro.
Técnicamente Virgilio resuelve con gran maestría este reto, pues la acción del poema
transcurre en un año, desde la tormenta en Sicilia hasta el asentamiento en el Lacio.
Pero esta temporalidad se va dilatando: hacia atrás, con el relato de las aventuras
transcurridas en siete años que Eneas contará a petición de Dido; hacia delante con las
referencias a la fundación de Roma. De esta manera Virgilio ve a través de otro,
simulando una objetividad máxima, y al mismo tiempo intenta transmitir el impacto
que la destrucción de Troya provocó entre los que la sufrieron.
Virgilio no tuvo libertad para escoger su tema (Roma y Augusto) pero sí el
La Italia de Virgilio material para desarrollarlo, y ello se lo proporcionó el legado homérico. Aun así no
debe juzgarse la Eneida por el alejamiento de sus modelos, bien al contrario, Virgilio
La Eneida aceptó la convención de asumir la obra poética transmitida por tradición como punto
Animado por el propio Emperador, Virgilio empezó a escribir la Eneida en el año de partida; su originalidad consistió en ser capaz de fabricar un nuevo producto
30 a.C. tras la victoria de Augusto en Accio, y aún no la había concluido cuando en el poético con aquellos materiales.
año 19 le sobrevino la muerte. Se trata de un poema épico de unos 9.896 versos
escritos en el mismo patrón métrico que las obras homéricas (el hexámetro dactílico) y
distribuidos en doce cantos o partes. Narra la huida de Troya y las aventuras de Eneas
hasta llegar al Lacio, donde tiene que luchar con diversos enemigos para lograr
establecer la nueva Troya, según el mandato de los dioses. Pero más allá de esta
simple trama se deja sentir una honda significación política: se ocupa, por
connotación, de la historia de Roma y del pueblo romano. Eneas contrae matrimonio
con tres princesas de sangre real en tres lugares distintos: en Troya con Creusa, en
Cartago con Dido y en Italia con Lavinia, de modo que se ve investido príncipe de tres
mundos: Oriente, África y Occidente.
Desde un punto de vista formal, hay en el poema dos partes bien diferenciadas:
los seis primeros capítulos parecen hechos a imagen de la Odisea (libro de viajes), y los
seis restantes parecen imitar la Ilíada (libro de contiendas bélicas). Mientras que desde
el punto de vista de los personajes podría dividirse en tres secciones: los cuatro
primeros cantos giran en torno a la princesa Dido, los cuatro centrales sobre Eneas y
los cuatro últimos sobre Turno, enemigo latino de Eneas.
El personaje central, el troyano Eneas, se aproxima más al modelo de héroe
El viaje de Eneas
homérico representado por Héctor que al de Aquiles o el propio Ulises, pues a las
virtudes guerreras añade la conciencia del deber, la abnegación y el sometimiento a la Influencia de la Eneida en la literatura posterior
voluntad divina, cualidades todas ellas que Virgilio resumía con el término pietas. Sin duda la Eneida ha sido la obra de la literatura latina que mayor influencia ha
Además Eneas es paradigma de clemencia, dignidad y una profunda humanitas, lo cual ejercido en la literatura universal. Al igual que su autor, disfrutó del reconocimiento de
supone una mayor humanización del héroe y del género épico. sus contemporáneos hasta el punto de que se convirtió en el texto escolar más
utilizado. Se copió una y mil veces en los distintos monasterios del Medievo y,
En cuanto a la técnica narrativa destaca la abundancia de comparaciones
siguiendo su ejemplo, se llegaron a escribir los grandes poemas épicos europeos como
efectistas así como muchas imágenes tomadas de la naturaleza (el zumbido de las
el Alexandreis de Gautier de Chátillon (origen del Libro de Alexandre). Además Dante
3 4
La Eneida La Eneida
inmortalizó a Virgilio en su Divina Comedia convirtiéndolo en un personaje de ficción
que le sirvió de guía en su particular descenso a los Infiernos.
El Renacimiento conocerá la proliferación de grandes poemas épicos en las
diferentes lenguas europeas: Os Lusiadas de Luis de Camôens, Jerusalem Liberada de
Torcuato Tasso, La Araucana de Alonso de Ercilla, The Lost Paradise de John Milton...,
todos ellos herederos directos de la obra virgiliana, temática y estilísticamente.
Añadamos finalmente que bajo su influjo las diferentes lenguas se enriquecieron y
ampliaron sus registros expresivos.
Nuestra edición
Adaptar una obra de estas características y hacerla accesible a un público poco
habituado al formato épico ha requerido no pocas licencias por nuestra parte. En
primer lugar hemos partido de un hecho histórico: Virgilio murió sin concluir la Eneida
y pidió que ésta fuera destruida. Augusto, sin respetar su última voluntad, encargó a
Plocio Tuca y Lucio Vario (dos amigos de Virgilio), que revisaran el poema y lo
publicaran sin ningún añadido a los versos incompletos, efectuando aquellas
supresiones que a su juicio podría haber realizado el propio autor. En esta tarea
invirtieron aproximadamente un año, de manera que en torno al 17 a.C. Tuca y Vario
tuvieron preparado el trabajo para satisfacción de su Emperador. Así pues, hemos
tomado esta circunstancia como punto de partida de nuestro capítulo cero: Un
encargo póstumo. La conversación entre los dos amigos y editores de la Eneida
pretende centrar algunas circunstancias de la vida y la obra de Virgilio, y exponer en
traducción directa los primeros once versos del poema donde el autor resume la trama
argumental.
Para el resto hemos mantenido la división en doce partes, recordando la original,
hemos aligerado los pasajes de descripción bélica y de secuencias que no eran
esenciales para la comprensión de la línea argumental central. Con respecto al
vocabulario, hemos respetado el registro arcaizante cuando la escena lo requería y
resultaba significativo para la acción, pero en lo posible hemos decidido actualizar el
léxico y simplificar los giros en beneficio de la comprensión. En algunas ocasiones,
hemos añadido alguna información de carácter mitológico que ayudara a comprender
la situación argumental, pues las apariciones divinas eran numerosísimas y esto, o bien
obliga a frecuentes consultas en un diccionario mitológico, o bien entorpece la
comprensión. No obstante hemos optado también por añadir un pequeño glosario de
términos mitológicos y geográficos para facilitar la lectura.
Esta adaptación novelada de la Eneida pretende ser un primer paso en el
acercamiento al texto de Virgilio; perseguimos además suscitar la curiosidad de los
lectores para leer el poema original. En el camino podemos deleitarnos con excelentes
traducciones, algunas respetuosas con el verso, otras con el tono arcaizante, todas
ellas herederas de una sólida tradición filológica.
5 6
La Eneida La Eneida
Un encargo póstumo
La Eneida
La luz del sol lamía apenas las columnas y recortaba su silueta en el foro. La tarde
Virgilio avanzaba y se empezaban a encender las pequeñas lamparillas de aceite en los
hogares. En el estudio de la casa de Lucio Vario las candelas alumbraban algo más que
una simple estancia, pues una gran empresa estaba a punto de ver la luz.
VARIO: «Creo, querido Tuca, que debemos dejar ya el estilo y las tabletas, pues la
obra de nuestro amigo no admite ya más revisión. ¡Cuántas veces debió él mismo
comprobar cada uno de los versos! ¡Y cuántos años dedicados a tal proyecto!».
TUCA: «En efecto, parece ser que no consideró suficientes los once años que
dedicó a elaborar su Eneida, sino que había decidido revisarla conociendo en propia
persona los paisajes que describía en su poema. Ése y no otro fue el motivo de su
desgraciado viaje a Grecia».
V.: «¿Recuerdas cuando le visitamos en Brindisi? Su mal estado de salud le obligó
a regresar a la península, pero las fiebres no le dejaron ir más allá de esa ciudad
portuaria. Y en su delirio no cesaba de repetir su última voluntad: que quemaran su
Eneida. Siempre que recuerdo aquellos últimos días me asaltan aún las dudas de hacia
qué lado debía inclinarse mi voluntad».
T.: «Ciertamente la nuestra ha sido una dura tarea de difícil elección, pues
nuestro afecto por Augusto y por Roma no es menor que el que ambos sentíamos por
Virgilio. La grandeza y la trascendencia de ese poema están fuera de toda duda, pero
reconozco que el encargo que el emperador nos hizo de pulir y publicarla obra de
nuestro amigo puso a prueba mis más íntimas convicciones».
V.: «Hay quienes critican a Virgilio por haber dedicado a Augusto el poema, y
parecen olvidar que Roma vivió un periodo excesivamente largo de guerras civiles y
que Augusto resultó ser su gran vencedor. Virgilio pasó toda su juventud en medio de
guerras, sufrió las secuelas de la revolución de Catilina, vivió el desastre del primer
triunvirato, la guerra civil del 49 al 45 a. C., la posterior dictadura, el asesinato de
César, el segundo triunvirato, y finalmente el duelo por el poder entre Marco Antonio
y Octavio y la victoria de este último en la batalla de Accio en el año 31 a.C. ¡Cómo no
iba a saludar con agrado el advenimiento de la paz al mundo romano!
»Pero también hay quienes critican su falta de originalidad frente a Homero. Y
olvidan que la forma es eterna y que no es de nadie. Que el verdadero artista es aquel
que embellece lo prestado y busca el asombro poético. Aquél que es capaz de
susurrarnos con nuevos acentos nuestros temores más viejos y nuestras más
arraigadas esperanzas».
Eneas llevando a su padre. (Detalle) T.: «Así es, amigo mío. ¿Recuerdas las palabras que Platón ponía en boca de su
El incendio del Borgo, 1514‐15. Rafael. Estancias Vaticanas maestro Sócrates? Él decía que las ideas y los argumentos son como semillas
inmortales que hay que dejar plantadas para que la posteridad las haga germinar de
nuevo. Y con esa generosidad y humildad es con la que hay que leer a Homero desde
Virgilio».
7 8
La Eneida La Eneida
V.: «Yo creo que Virgilio sí fue consciente de su misión. Muchos poetas antes que
él habían intentado un ambicioso canto a Roma y a sus ideales. Él sabía que iba a Capítulo I
rivalizar con ellos e incluso con los griegos, y no dudo que en muchos momentos debió
sentir una cierta angustia por la responsabilidad».
La cólera de Juno
T.: «Tal vez, querido Vario, y no menor que la nuestra ahora que nos vemos en la Existió en la antigüedad una lejana ciudad, situada en África frente a las costas de
obligación de dar a conocer la obra póstuma de nuestro amigo. Cuanto más leo y releo Italia y la desembocadura del río Tíber, de grandes riquezas y muy temida por su afán
sus versos más admiración siento por su proporción y su capacidad de síntesis. Y como guerrero. Su nombre era Cartago2 y la fundaron colonos venidos de la ciudad de Tiro3.
muestra valgan los once primeros versos de su Eneida: Se decía que la diosa Juno la protegía más que a cualquier otra ciudad, y que la
prefería incluso a la propia isla de Samos, en la que había nacido. Fue en Cartago
"Canto las proezas y al héroe que, fugitivo por decisión del destino, llegó el
donde estuvieron sus armas y su carro, y ya por entonces la diosa intentaba conseguir
primero desde la costa de Troya a Italia y a las riberas de Lavinio. Zarandeado por
que fuese ésta la capital de todos los pueblos.
tierra y por mar durante mucho tiempo por la crueldad de los dioses, en especial por la
cólera siempre viva de la rencorosa Juno, sufrió muchas desgracias en la guerra hasta Pero había oído que una raza de sangre troyana había de derribar las fortalezas
fundar una ciudad e introducir sus dioses en el Lacio. De allí nacieron la raza latina, los tirias4, pues así lo hilaban las Parcas. Y Juno, la hija de Saturno, temía estas cosas y
padres de Alba y los muros de la altiva Roma. recordaba la antigua guerra en la que griegos y troyanos se enfrentaron durante diez
largos años. Todo empezó cuando Paris, uno de los hijos de Príamo, rey de Troya,
"Musa, recuérdame las causas, por qué ofensa a la divinidad o por qué motivo la
resultó elegido como juez de una disputa entre tres diosas: Juno, Venus y Minerva,
reina de los dioses empujó a sufrir tantas desgracias y a afrontar tantos sufrimientos a
enfrentadas por saber cuál de ellas era la destinataria de un envenenado regalo de
un hombre que se distinguía por su piedad. ¿Acaso los dioses albergan tanta ira?"
Éride, la diosa de la discordia. Ésta, enojada por haber sido excluida de las bodas de la
T.: «En ellos Virgilio resume todo el plan de la obra: la huida de Troya, las ninfa Tetis y de Peleo, rey de los mirmidones, había dejado una manzana de oro con
peripecias de Eneas por tierra y mar, y las guerras de la remota historia itálica. una inscripción que decía: "para la más bella". Cada diosa prometió al joven príncipe
una recompensa en caso de resultar elegida, y así Minerva le había de proporcionar
»¡Oh, musas, guiad nuestra impericia e insuflad poéticos sones a nuestros sabiduría, Juno riquezas, honor y poder, y Venus le prometió una mujer tan bella como
remiendos! Para que las gentes de todos los rincones puedan disfrutar de este poema ella.
a través de los tiempos».
Paris acabó decantándose por la diosa Venus y con ello obtuvo a cambio el amor
de Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta. Pero también provocó la ira de los
griegos, que dirigieron sus naves contra Troya para recuperar a Helena y el honor
perdido, y al mismo tiempo la desgracia de los troyanos, víctimas del asedio y la
destrucción, y por último la cólera de Juno y Minerva al sentirse rechazadas, quienes
se convirtieron a partir de entonces en divinidades adversas a los intereses troyanos.
Esta afrenta le quemaba en el corazón a Juno, la esposa de Júpiter, y por ello
alejaba de las costas del Lacio a los troyanos supervivientes, dejándolos a merced de
las olas del mar, pues hacía ya muchos años que erraban por los mares impelidos por
los designios divinos.
Y dando vueltas a tales pensamientos en su corazón, la diosa llegó a Eolia, patria
de las tormentas, un lugar lleno de devastadores vendavales. Allí el rey Eolo retiene en
una gran cueva y somete a prisión a los bravos vientos y a las sonoras tempestades
que, furiosas, rugen en el interior de su cárcel llenando la montaña de gran estruendo.
El omnipotente Júpiter así lo decidió y les asignó un rey que supiese gobernarlos para
que su ímpetu descontrolado no arrastrara consigo mares, tierras y cielo.
Entonces Juno suplicándole dijo:
2
Ciudad del norte de Africa, fue fundada por los fenicios o tirios.
3
Ciudad fenicia, de donde procedía Dido, también llamada Sidón.
4
Relacionado con la ciudad fenicia de Tiro o de Cartago.
9 10
La Eneida La Eneida
—«Eolo, has de saber que un pueblo enemigo mío navega por el mar Tirreno, —«¡Compañeros que habéis sufrido peores desgracias! Un dios pondrá fin
llevando a Italia Troya y sus Penates vencidos. Desencadena la fuerza de los vientos también a éstas. Os habéis acercado a las rocas que hace resonar la temible Escila;
destruye sus naves, dispérsalos y esparce sus cuerpos por el mar. Si así lo haces, te habéis conocido los peñascos de los Cíclopes: recuperad vuestro ánimo y no tengáis
daré por esposa a Deiopea, la más hermosa de las ninfas. miedo. A pesar de los peligros nos dirigimos al Lacio, donde los dioses nos prometen
una sede tranquila. Allí haremos resurgir el reino de Troya. Tened valor y preparaos
Eolo respondió: para tiempos mejores».
—«Tus deseos son órdenes para mí» Con estas palabras de aliento intentaba infundir esperanza y esconder el dolor
Y dicho esto empujó con la punta de su lanza el hueco monte y salieron los de su corazón.
vientos como un ejército en marcha: el Euro, el Noto y el Áfrico se tendieron sobre el Y ya casi había terminado, cuando Júpiter contemplando desde lo alto del cielo el
mar y empujaron enormes olas en dirección a la costa. A continuación se escuchan los mar, la tierra, las costas y los vastos pueblos, se detuvo a mirar el reino de Libia. En ese
gritos de los hombres, una noche oscura se extiende sobre el mar y todo amenaza con momento Venus, triste y llorosa, se dirigió a él y le dijo:
una segura muerte.
—«iOh tú, que gobiernas a hombres y dioses y los atemorizas con el rayo! ¿Qué
Mientras Eneas se lamentaba de no haber sucumbido en los campos de Troya, la falta tan grande ha cometido contra ti mi hijo Eneas?5 ¿Qué han podido hacer los
tempestad golpea de frente su nave y levanta las olas hasta el cielo. Se rompen los troyanos, para que, después de haber sufrido ya tantas desgracias, todo el orbe les
remos, la proa gira y ofrece a las olas su flanco. Una montaña de agua se abate sobre cierre la entrada a Italia? ¿Por qué has cambiado de opinión, cuando me habías
ellos y las naves desaparecen devoradas por un impetuoso torbellino. Flotando entre prometido que de la sangre de Teucro habrían de nacer los romanos, conductores de
las olas se pueden ver las armas de los héroes, las tablas y los tesoros de Troya. pueblos, quienes dominarían las tierras y el mar?
Entretanto Neptuno, alertado por el murmullo que surge del mar, asoma su »Yo me consolaba de la caída y ruina de Troya esperando para éstos mejores
sereno rostro por encima del agua. Ve la flota de Eneas dispersa por el mar y a los designios. Y en cambio ahora les persigue la misma suerte. ¿Cómo acabarán, gran
troyanos a merced de las olas y del cielo. Al punto, adivinando en todo ello la furia y las rey?6 Antenor7, tras huir de los aqueos, pudo entrar en el golfo de Iliria. Allí fundó la
tretas de su hermana Juno, convoca a los vientos y les dice así: ciudad de Patavio y estableció la sede de los teucros8, dio nombre a su pueblo y
¿Cómo os atrevéis a perturbar cielo y tierra y a levantar esas olas sin mi permiso? depositó las armas de Troya. Ahora descansa tranquilamente en paz. Pero nosotros,
Marchaos rápidamente y decid a vuestro rey que no es a él sino a mí a quien se le ha tus descendientes troyanos, a quienes prometes un lugar en el cielo, después de
dado el dominio sobre el mar y el terrible tridente. perder las naves somos abandonados por la cólera de una sola deidad y se nos expulsa
de las costas de Italia. ¿Acaso es ésta la recompensa a nuestra piedad? ¿Así nos
Así habló, y al instante calma las aguas embravecidas, ahuyenta las nubes y hace devuelves el poder?».
salir el sol. Cimótoe, una de las nereidas, y Tritón, hijo de Neptuno, sacan las naves de
entre las rocas, y el propio dios las levanta con su tridente, calma las aguas y se desliza El padre de hombres y dioses, sonriendo con la misma expresión con la que
con su carro por encima de las olas. Los compañeros de Eneas, agotados, intentan apacigua el cielo y las tempestades, besó a su hija y le dijo:
alcanzar la orilla y se dirigen a las costas de Libia. —«No tengas miedo Citerea9, los destinos de los tuyos se mantienen inmutables;
En un lugar apartado hay una profunda bahía en la que una isla forma un puerto. verás la ciudad y las murallas de Lavinio, y encumbrarás al magnánimo Eneas; no he
Encima, un grupo de árboles mecen sus hojas al viento y el bosque desde arriba cambiado de opinión. Él librará una importante guerra en Italia, someterá a pueblos
extiende su siniestra sombra. Enfrente hay una cueva y en su interior aguas tranquilas feroces e impondrá a los hombres leyes y murallas durante tres años. Su pequeño hijo
y asientos de roca viva: es la morada de las Ninfas. Allí se refugió Eneas con las únicas lulo Ascanio gobernará durante treinta años, trasladará su reino a Lavinio y fortificará
siete naves que pudo recuperar de su flota. Alba Longa. Desde ese momento los descendientes de Héctor reinarán en esta ciudad
durante trescientos años, hasta que una joven sacerdotisa, Ilia, hija de un rey,
Mientras sus hombres toman posesión de la playa y se procuran alimentos, fecundada por el dios Marte, dé a luz a dos gemelos: Rómulo y Remo. El primero de
Eneas sube a lo alto de una roca y otea el horizonte por ver si divisa algunos de sus ellos, orgulloso de la rojiza piel de su loba nodriza, gobernará, levantará las murallas de
compañeros extraviados. Pero en lugar de naves descubre un rebaño de ciervos que
corretea por la orilla. Con sus propias armas consigue derribar a siete de ellos, tantos
5
Eneas, caudillo de los troyanos supervivientes a la guerra y fundador de la futura Roma, era hijo
como naves poseía. Después regresa al puerto y reparte entre sus hombres el botín de la diosa Venus y del troyano Anquises.
junto con el vino que les quedaba, e intenta reconfortarlos con estas palabras: 6
Júpiter, soberano de Olimpo.
7
Antenor, rey de Tracia, fue un gran aliado de los troyanos.
8
Los troyanos reciben también el nombre de teucros porque su primer rey se llamaba Teucro.
9
Sobrenombre de la diosa Venus.
11 12
La Eneida La Eneida
Marte en Roma y bautizará a los romanos con su nombre. A ellos yo no les pondré
límites: les he dado un imperio sin fin. Es más, la cruel Juno cambiará sus planes y
favorecerá a los romanos. Ésta es mi voluntad:
Capítulo II
»Un tiempo vendrá en el que nacerá un César troyano de noble origen, que
extenderá su poder hasta el Océano y su fama hasta los astros: Julio, nombre
heredado del gran lulo. También será recibido en el cielo cargado con los despojos La hospitalidad cartaginesa
conquistados a Oriente. Se le invocará con súplicas. Y una vez finalizadas las guerras, se Eneas y su compañero Acates, asombrados al verla, se detuvieron; ella les habló
apaciguarán las generaciones. Se dictarán leyes con la supervisión de la diosa Vesta, la así:
Fe, y los gemelos Rómulo y Remo. Las puertas del templo de la Guerra se cerrarán para
siempre. El impío Furor, sentado dentro sobre sus armas y con las manos atadas a la —«¡Jóvenes! ¿Por casualidad os habéis encontrado con alguna de mis hermanas,
espalda por cien nudos de bronce, bramará estrepitosamente con su boca ataviada con una piel de lince y armada con un carcaj, persiguiendo y acosando con sus
ensangrentada». gritos a un jabalí?».
Tras decir esto, envía a Mercurio, el mensajero de los dioses, para que la nueva A la pregunta de la bella Venus, su hijo respondió:
Cartago ofrezca hospitalidad a los teucros y para que la reina Dido no los expulse de
—«No he visto a ninguna de tus hermanas ni tampoco he escuchado sus gritos,
sus fronteras por desconocer la voluntad divina. Con sus alas cruza el cielo y llega
pero ¿quién me lo pregunta?, no sé cómo nombrarte, pues tu aspecto no parece
rápidamente a las costas de Libia. Cumpliendo las órdenes del dios supremo consigue
mortal, y el sonido de tu voz no se asemeja al del ser humano. Estoy persuadido de
que los cartagineses no sean hostiles y que la reina Dido se muestre benévola con
que eres de linaje divino, tal vez una ninfa, o, ¿por qué no?, la propia hermana de
ellos.
Apolo. Quienquiera que seas, protégenos y mitiga las fatalidades que estamos
Por su parte Eneas decidió explorar aquellos lugares. Ocultó su flota en un sufriendo. Infórmanos, pues empujados por vientos huracanados y por ingentes olas
recodo del bosque y él, acompañado por Acates, echa a andar con dos lanzas de largo vamos errantes de un sitio a otro; desconocemos el lugar en el que nos encontramos, a
hierro en la mano. En medio del bosque le salió al encuentro su madre, la diosa Venus, qué costas hemos sido arrastrados, y qué tipo de gentes habitan estos lugares.
con el aspecto de una doncella y con las armas de una joven espartana; como una Agradecidos, inmolaremos muchas víctimas en tu honor».
cazadora, con un arco colgado de sus hombros y sus cabellos al viento.
—«No soy merecedora de tales consideraciones —replicó Venus—; mi atuendo
es el propio de las doncellas de Tiro que, aficionadas al ejercicio de la caza, cuelgan
sobre sus hombros un arco ligero y calzan coturnos de color púrpura que les cubren
hasta las pantorrillas. Lo que estáis contemplando es un reino púnico10, el de los tirios,
del linaje de Agenor11, pero situado dentro de los límites de los libios12, raza ruda y
belicosa. Quien ejerce el poder es la reina Dido que, por miedo a su hermano, tuvo que
abandonar Tiro, su ciudad natal. Larga es su historia y largas son también las
penalidades que ha tenido que soportar; pero te narraré únicamente los detalles más
relevantes y dignos de mención.
»Dido estaba casada con Siqueo, el hombre más rico de Fenicia13, por quien
sentía un gran amor. En Tiro reinaba en aquella época su hermano Pigmalión, un
hombre muy cruel y ambicioso; un día, éste encontró a Siqueo orando ante el altar de
los dioses Lares y al verlo desprevenido, sin tener en cuenta los sentimientos de su
hermana y cegado únicamente por la posesión de las riquezas de su cuñado, lo
asesinó. Durante mucho tiempo el crimen quedó encubierto y el impío, inventando
muchos pretextos, engañó con vanas esperanzas a la infeliz amante. Hasta que, una
noche, durante el sueño, a ella se le apareció la propia sombra de su marido, que aún
permanecía insepulto, y, con el rostro desencajado por su gran palidez, le mostró el
10
Reino situado en el norte de África, sinónimo de cartaginés.
11
Primer rey de Tiro, (vid. glosario mitológico).
12
Pueblo del norte de África (vid en el glosario geográfico Libia).
13
Vid. glosario geográfico.
13 14
La Eneida La Eneida
ensangrentado altar y su pecho traspasado por la espada, y le desveló el crimen que en ya entrando en él. ¡Anda, no te entretengas!, sigue el camino en el que te encuentras y
aquella casa se había cometido. Le aconseja que sin demora huya y se aleje de su darás con la ciudad de los tirios».
patria, y, para facilitarle tal empresa, le revela la existencia y el emplazamiento de
viejos tesoros escondidos con una incalculable cantidad de oro y plata. Cuando terminó de hablar, se dio la vuelta; al instante, su cuello adquiere un
brillo rosado, sus cabellos dorados emanan el olor divino de la ambrosía y los pliegues
»Dido se siente trastornada ante semejante situación; pero siguiendo los de su vestido caen suavemente hasta los pies, y, al empezar a andar, se aprecia
consejos de Siqueo prepara la huida y busca personas que la respalden. Se unen a ella enseguida el porte de su naturaleza divina. Eneas reconoce en ella a su madre y trata
aquellos que sienten odio exacerbado hacia el tirano y los que le profesan un gran de darle alcance con sus palabras:
temor. Rápidamente se apoderan de unas naves y las llenan con todo el oro y la plata.
Las riquezas anheladas por el avaro Pigmalión se hacen a la mar y es una mujer la —»¿Por qué tú también te ensañas con tu hijo14 y te burlas de él con falsas
encargada de llevar a buen fin semejante proyecto. Llegaron a esos lugares donde apariencias? ¿Por qué no puedo tocarte con mis manos, ni hablarte, ni escuchar tu
ahora verás construirse las grandes murallas y la ciudadela de la nueva Cartago, y les propia voz sin engaños?».
permitieron adquirir únicamente la extensión de terreno que se pudiera cubrir con una Con tales palabras la increpa mientras se encamina hacia la ciudad. Venus lanza
piel de toro. Con astucia Dido cortó esa piel en finísimas tiras y con ellas trazó el sobre ellos una espesa niebla que los envuelve como si de una nube se tratara, de esta
perímetro de la ciudad; por esa razón recibió el nombre de Byrsa, que significa "piel". manera les protege para que durante el camino nadie pudiera verlos ni tocarlos, o
»Pero, bueno, decidme quiénes sois, de dónde venís y adónde os dirigís». causarles algún retraso, o preguntarles las razones de su llegada. Ella surcando los
aires regresó a la isla de Chipre, a su ciudad preferida, Pafos, y contenta volvió a visitar
Eneas suspiró y con voz visceral respondió a estas preguntas: su morada.
—«Diosa, si yo te contase desde el principio todas las desventuras que nos han Entretanto Eneas y Acates dirigieron sus pasos por donde el camino les señalaba.
acaecido y tú tuvieses tiempo de escucharme, antes de que hubiera podido terminar, Llegaron a lo alto de una colina, desde la que se dominaba la ciudad y se
Véspero, el lucero de la tarde, cerraría las puertas del Olimpo, y pondría fin al día. contemplaban las murallas que se alzaban enfrente. Eneas quedó fascinado por los
Nosotros procedemos de la antigua Troya, nombre que probablemente haya llegado a enormes edificios que no hace mucho eran rústicas chozas, le maravillan las puertas, el
tus oídos, y, arrastrados a través de diversos mares, una tempestad, por casualidad, pavimento de las calles y el trasiego de las gentes. Los tirios se entregan al trabajo con
nos ha arrojado a las costas de Libia. Yo soy el piadoso Eneas, el que llevo en mis naves gran ahínco: unos prolongan los muros, construyen la ciudadela y, haciendo rodar
los Penates arrebatados de las manos enemigas, cuya fama ha llegado hasta las pesadas rocas con sus manos, las suben; otros escogen un lugar para levantar su casa y
estrellas. Busco en Italia mi patria, de donde procede mi estirpe, la de Dárdano, hijo lo limitan con un surco. Se establecen las leyes, se eligen los magistrados y un senado
del supremo Júpiter y fundador del pueblo troyano. Inicié la travesía en el mar frigio intachable. En toda la ciudad el trajín es intenso, se asemeja a la actividad que
con veinte naves, y, teniendo por guía a mi madre, la diosa Venus, seguía los avatares desarrollan las abejas durante el verano.
del destino; hoy tan sólo han quedado siete, las demás han naufragado presas de las
grandes olas desencadenadas por la fuerza del Euro. Ahora, apátrida y desposeído de Y, al contemplar las regias construcciones de la ciudad, exclama Eneas:
todo, recorro los desiertos de Libia, expulsado ya de Europa y Asia». »¡Afortunados aquellos que ya están levantando sus muros!». De repente, avanzan él y
su compañero Acates en medio de los tirios, se entremezclan con la multitud y nadie
Venus no pudo soportar por más tiempo sus lamentaciones y en medio de su se da cuenta de su presencia, invisibles por la nube que les encubre.
dolor le interrumpió:
En medio de la ciudad crece un frondoso bosque que los cartagineses habían
—»Quienquiera que seas, no temas, no sufres el odio de los dioses inmortales ni convertido en un lugar sagrado, pues, cuando ellos, arrastrados por las olas y los
has sido tampoco abandonado por ellos, pues, ya ves que te han permitido llegar hasta torbellinos, llegaron a estas costas, fue en ese lugar donde hallaron la primera señal
la ciudad de los tirios, donde tus males verás menguados; prosigue el camino y sin que la regia Juno les había revelado, la cabeza de un enardecido caballo, símbolo de
demora dirígete al palacio de la reina, pues sé que tus naves desaparecidas en la que aquella nación sería durante siglos poderosa en la guerra y opulenta en bienes. Allí
tormenta están a salvo, gracias a que los vientos del norte, los Aquilones, cambiaron la reina Dido estaba edificando un templo consagrado a Juno, grandioso por las
de dirección, si es que aprendí bien de mis padres la ciencia de los augurios; mira a lo numerosas ofrendas de los mortales y además por la incesante presencia de la propia
alto, ¿ves? hay un grupo de doce cisnes revoloteando en el cielo, ahora están felices, diosa. Unas espléndidas escalinatas conducían hasta los umbrales, construidos en
pues vuelven de nuevo a estar juntos después de que Júpiter, tomando la forma de bronce, y de este magnífico metal eran también las vigas en las que se apoyaban y
águila, bajara desde su etérea morada y los dispersara por todo el firmamento.
¡Observa cómo celebran su encuentro con alegres aleteos, ¡cómo dibujan círculos en el 14
Eneas se refiere a sí mismo pues, como se ha dicho antes, era hijo de Venus y
aire y cómo cantan a plena voz! Lo mismo sucede con sus naves y tus compañeros, Anquises.
pues o bien se encuentran en el puerto, o bien con las velas todas desplegadas están
15 16
La Eneida La Eneida
todas las puertas. En este bosque, una repentina visión mitiga su gran temor y, por Mientras el dardanio16 Eneas contempla admirado las imágenes allí
primera vez, Eneas se atreve a esperar la salvación y a concebir un prometedor futuro; representadas y no aparta la vista de ellas absorto en los recuerdos que le despiertan,
pues, mientras al pie del templo esperaba a la reina Dido y admiraba los trabajos que llega al templo acompañada por un numeroso grupo de jóvenes la reina Dido, radiante
en el templo y en la ciudad se estaban realizando, se percató de la decoración de las e igual de deslumbrante que la diosa Diana cuando sale a recrearse en medio de sus
paredes: en ellas el artista había realizado magníficas pinturas que representaban en compañeras, las ninfas de las montañas. La reina rodeada de sus guardias, sube hasta
orden cronológico las batallas de Troya y la dilatada guerra que, al parecer, ya era un elevado trono que hay en los umbrales del templo, donde acostumbra a
conocida por todo el orbe. Allí puede ver a los atridas, Menelao y Agamenón, a Príamo administrar justicia, dictar leyes para sus súbditos y a distribuir el trabajo por igual.
y a Aquiles, cruel para ambos bandos; por un instante se detiene y, sin poder contener
las lágrimas, exclama: De repente se produce un gran revuelo, Eneas se vuelve y en medio de una
expectante multitud contempla a Anteo, a Sergesto, al valiente Cloanto y a otros
—.Acates, ¿qué lugar del mundo no está al corriente de nuestras desdichas? Ahí teucros17 desaparecidos en medio de la tempestad. Tanto él como su compañero
puedes ver a Príamo, el glorioso rey de Troya; esta pintura es la recompensa a sus Acates se han quedado perplejos, sienten alegría pero al mismo tiempo también
bellas acciones y el llanto por su infortunio; las desgracias humanas llegan al corazón temor; quieren estrecharles entre sus brazos pero, desconocedores de las
de los hombres; no temas, pues estoy seguro de que esta popularidad nos circunstancias actuales, deciden permanecer ocultos, invisibles por la nube que les
proporcionará la salvación». encubre, a la espera de ver cómo se desarrollan los acontecimientos, de averiguar cuál
ha sido la suerte de sus compañeros, en qué costas han dejado sus naves y qué vienen
Esto le dijo y durante mucho tiempo siguió alentando su espíritu con aquellas a hacer.
pinturas, mientras su rostro permanecía humedecido por incontrolables lágrimas; por
un lado veía a los griegos luchando en torno a Pérgamo, ciudadela de Troya, por aquel
tiempo invulnerable; por otro lado a los suyos, los frigios, huyendo ante el acoso del
arrogante Aquiles subido en su carro y con el penacho del casco ondeando al viento. A
continuación, con los ojos nublados por las lágrimas, contempla cómo las blancas
tiendas del rey Reso, amigo del pueblo troyano, quedaron teñidas por la gran matanza.
Durante la noche el hijo de Tideo, el valiente Diomedes, se lleva al bando griego los
fogosos caballos del tracio Reso antes de que pudieran comer de los pastos troyanos y
beber en las aguas del río Janto, pues se decía que, si lo hacían, Troya jamás podría ser
tomada.
17 18
La Eneida La Eneida
«Permítenos sacar a la playa nuestras naves maltrechas por los vientos y —«Yo soy el que buscáis, el troyano Eneas, liberado del embate de las olas de
repararlas con madera de tus bosques para que, después de encontrar a nuestros Libia. ¡Oh Dido!, tú sola te has compadecido de las inefables desgracias de Troya y nos
compañeros y a nuestro rey, si no han perecido, naveguemos contentos a Italia y al has abierto tu ciudad y tu patria a nosotros, los supervivientes de los dánaos18,
Lacio; pero, si por el contrario se nos ha arrebatado toda salvación, y a ti, padre exhaustos por tantas adversidades acaecidas por tierra y por mar y despojados además
protector de los teucros, te guarda en sus profundidades el mar de Libia y no nos de todo recurso. Ni nosotros ni cuantos dárdanos19 se hallan dispersos por el mundo
queda ni tan siquiera la esperanza de lulo, regresaremos por lo menos a Sicilia, de podremos mostrarte la gratitud que mereces. ¡Que los dioses, si es que hay alguna
donde salimos, y allí nos presentaremos ante el rey Acestes». divinidad que tenga en consideración a los piadosos, si todavía la justicia y la
18
Nombre que reciben también los griegos.
19
Igual que dardanio o troyano.
19 20
La Eneida La Eneida
conciencia del bien tienen algún valor, te concedan una digna recompensa! Yo, allí Pero Citerea entreteje en su mente nuevos artificios y nuevos proyectos.
donde me lleve mi destino, celebraré siempre tu nombre y nunca dejaré de elogiarte." Finalmente decide que su hijo Cupido, poderoso dios que con sus flechas consigue
Así habló y tendió la mano derecha a su amigo Ilianeo y la izquierda a Seresto, después doblegar al amor incluso a los propios dioses, cambie su aspecto por el del dulce
a tantos otros, al fuerte Oías y al audaz Cloanto». Ascanio y vaya en su lugar. Así, al entregarle los regalos a la reina, le inyecte hasta los
huesos el fuego del amor y de este modo consiga despertar en ella una gran pasión por
La sidonia20 Dido, impresionada primero por su aspecto, y después por las Eneas. Pues la diosa desconfía de este palacio y de los falaces tirios; además, al llegar la
grandes desgracias del héroe, le habló con estas palabras: noche, le inquietan sobremanera las artimañas de la atroz Juno. Llama pues, al alado
—«¡Hijo de una diosa! ¿Qué infortunios te persiguen? ¿Qué fuerza te ha Amor y le habla con estas palabras:
empujado a estas costas inhospitalarias? ¿Eres tú aquel Eneas a quien la dulce Venus —«Hijo, a ti que eres mi fuerza y todo mi poder, a ti que eres el único que
concibió del dardanio Anquises allí en tierras frigias junto a las orillas del río Simois? Yo desprecias los rayos del supremo Júpiter, recurro y te pido ayuda. Sabes que tu
recuerdo cuando a Sidón vino un día Teucro21 en busca de la ayuda de mi padre el rey hermano Eneas ha sido llevado de mar en mar por el odio de la cruel Juno; tú siempre
Belo, al ser expulsado de Salamina, su tierra natal, por haber regresado de Troya sin su te has afligido por mi dolor. Ahora la fenicia Dido con dulces palabras lo retiene, pero
hermano Áyax, el mejor guerrero griego después de Ulises. Desde entonces conocía la temo a dónde le llevará esta hospitalidad ofrecida en los dominios de Juno; en una
destrucción de Troya, tu nombre y el de vuestros adversarios, los reyes Pelasgos. El situación tan crítica ella no bajará la guardia. Por esto estoy pensando en adueñarme
propio Teucro, a pesar de ser enemigo, hacía un gran elogio de vosotros, los teucros, y antes con mis ardides del corazón de Dido para que sus sentimientos no cambien por
pretendía descender de vuestra antigua estirpe. la influencia de ninguna divinidad, e, igual que yo, se sienta dominada por el amor
»Vamos, jóvenes, venid a nuestras casas. Yo he corrido también una fortuna hacia Eneas.
semejante a la vuestra, pero, finalmente, después de pasar muchas penalidades, he »Escucha la manera que he ideado para llevar a cabo mi plan: a requerimiento de
podido asentarme en esta tierra. Pasar infortunios me ha enseñado a socorrer a los su padre el pequeño Ascanio, mi mayor preocupación, se dirige a la ciudad de Sidón
desgraciados». para llevarle a la reina unos regalos que han quedado a salvo del mar y del incendio de
Cuando termina de hablar, conduce a Eneas a su palacio y al mismo tiempo da la Troya. Yo lo adormeceré y después, para que no pueda desbaratar mis planes, lo
orden de que en los templos se ofrezcan sacrificios a los dioses. Entretanto envía a los ocultaré en algún lugar sagrado, ya sobre las alturas de Citera, isla en la que nací, ya en
compañeros de Eneas que estaban en la playa veinte toros, cien enormes cerdos de !dalia, ciudad de la isla de Chipre donde se me rinde culto. Durante una sola noche tú
erizado lomo y cien gordos corderos con sus madres, regalos para la celebración de un asume el aspecto de Ascanio, tú que eres niño toma la apariencia de ese otro niño que
día de fiesta. Se decora con gran esplendor el suntuoso interior del palacio; en el tan bien conoces; de manera que, cuando Dido en el frenesí del banquete, te coja en
centro se prepara el banquete; allí se pueden ver tapices de una magnífica púrpura su regazo, cuando te abrace y te dé dulces besos inyéctale un fuego secreto y la
muy bien trabajados, y sobre las mesas hay abundantes utensilios de plata que llevan engañas con el veneno del amor». Cupido, obedeciendo a lo que su madre le había
cincelados en oro los hechos sobresalientes de los antepasados de la reina, una larga dicho, se despoja de sus alas y se complace en imitar el modo de andar de lulo24.
serie de acontecimientos y de héroes que comprenden la historia de aquella nación. Mientras tanto, Venus impregna de una plácida quietud los miembros de Ascanio
En esto Eneas, como su amor de padre no le permitía tener reposo, envía al y, acurrucado en su regazo, la diosa lo conduce hasta los profundos bosques de (dalia,
I
rápido Acates a la naves para que le cuente a su hijo Ascanio todas las novedades y donde la delicada mejorana, exhalando su perfume, lo envuelve con sus flores y su
vuelva con él a la ciudad; además le manda traer algunos presentes que han podido sombra.
salvar de la destruida Troya: un manto bordado con figuras de oro, un velo con una Cupido obedece a su madre y alegre, dejándose conducir por Acates, lleva a los
cenefa de rojizo acanto, adorno de la argiva22 Helena, un maravilloso regalo que había tirios los regios regalos. Cuando llega, la reina está ya sentada en un lecho de oro,
recibido de su madre Leda y que ella había sacado de Micenas cuando, unida en cubierto de magníficos tapices y ocupa el centro de la mesa; el venerable Eneas y la
adúltero matrimonio con el troyano Paris, se dirigió a Pérgamo23; además el cetro que juventud troyana se reúnen y se colocan sobre los lechos de púrpura. Los sirvientes
en otro tiempo había llevado Ilione, la mayor de las hijas de Príamo, también un collar vierten agua sobre las manos, distribuyen el pan de las canastillas y traen finos
de perlas y una corona de oro y piedras preciosas. Rápidamente se dirige Acates hacia manteles. Dentro hay cincuenta siervas cuyo cometido es disponer con esmero los
las naves con todos estos encargos. platos en largas filas y quemar perfumes en el altar de los penates. Además hay otras
cien y otros tantos criados de la misma edad que colman las mesas de manjares y
llenan las copas. También acuden al animado salón un gran número de tirios, a los que
20
De la ciudad fenicia de Sidón o Tiro. se les invita a recostarse en los bordados lechos. Se admiran los regalos de Eneas y
21
Vid. el glosario mitológico pues llevan el mismo nombre dos personajes.
22
Se da el nombre de argivos a los habitantes de la región de la Argólida y por extensión a todos
los griegos. 24
23
Nombre por el que también se conoce a Ascanio, el hijo de Eneas: lulo Ascanio.
Se refiere a Troya.
21 22
La Eneida La Eneida
también causa fascinación lulo, los ojos brillantes del dios, sus fingidas palabras, el velo
y el vestido bordado de hojas de acanto de color anaranjado; la infeliz fenicia que no Capítulo IV
puede saciar su corazón en aquella contemplación, se embelesa contemplando al niño
y los regalos. Éste, una vez que abrazó a Eneas, se colgó de su cuello y se sació del gran
amor de su supuesto padre, se dirigió a la reina; ésta clava en él su vista y toda su El engaño de los griegos
alma, y de vez en cuando, sin saber la infeliz qué poderoso dios se sienta en su regazo, «Fue entonces cuando al frente de un numeroso grupo desciende de la ciudadela
lo estrecha contra su pecho. Pero él, acordándose al instante del encargo de su madre enfurecido Laocoonte, el sacerdote de Neptuno, gritando desde lejos: "¡Desventurados
Venus Acidalia, empieza a borrar poco a poco de la mente de la reina el recuerdo de ciudadanos! ¿Qué locura os domina? ¿Acaso creéis que se han retirado los enemigos?
Siqueo e intenta despertar un vivo amor en su espíritu tanto tiempo apaciguado y en ¿Ya no recordáis la astucia de Ulises? Desconfiad del caballo, troyanos, pues en él se
aquel corazón que estaba desacostumbrado a amar. oculta alguna trampa. Temo a los dánaos, incluso cuando traen regalos".
En cuanto se acaba el banquete y se retiran las mesas, colocan grandes cráteras «Al decir esto arrojó con todas sus fuerzas una enorme lanza al curvo vientre de
de vino coronadas con guirnaldas; un gran bullicio se oye en el palacio y las voces de la bestia. Quedó clavada, vibrando, y resonaron al golpe las profundas cavidades, que
los invitados resuenan por los amplios atrios; de los artesonados dorados penden emitieron un gemido. De no haber sido por los hados o por la obnubilación de nuestras
brillantes lámparas y las antorchas vencen a la noche con el resplandor de sus llamas. mentes hubiéramos ensangrentado entonces las espadas en el escondite de los
Entonces la reina pide la pesada copa de oro y gemas que Belo y todos sus argivos, y aún estaría en pie Troya, la alta ciudadela de Príamo.
descendientes usaban en semejantes acontecimientos, y la llena de vino; en ese
«Pero en ese momento unos pastores dardanios conducen ante el rey en medio
instante la reina, en medio de un profundo silencio que se hace en el palacio, dice:
de grandes gritos a un joven griego con las manos atadas a la espalda. Había salido
—«Júpiter, porque a ti te debemos las leyes de la hospitalidad, haz que éste sea espontáneamente al paso de los pastores en el cañaveral para llevar a cabo la
un día feliz para los tirios y para los que salieron de Troya y que nuestros estratagema y abrir Troya a los aqueos. Estaba resuelto a conseguirlo o sucumbir en
descendientes lo recuerden siempre. ¡Que Baco portador de alegría y la bondadosa una muerte inevitable. De todas partes afluye la juventud frigia deseosa de verlo y
Juno nos asistan! ¡Y vosotros, tirios, celebrad este banquete con agrado!» burlarse del prisionero.
Añadió y, después de realizar la libación de los dioses, se acerca la copa mojando «Cuando turbado e inerme se detuvo en medio de nosotros exclamó: "¿Qué
en ella ligeramente los labios; luego se la entrega a Bitias y poco a poco se la pasan tierra, qué mar pueden recibirme? ¿Qué esperanza le queda a un infeliz como yo para
unos a otros. El africano Yopas tañe la cítara, entonando canciones que le enseñó el el que no hay asilo entre los dánaos y cuya sangre reclaman ahora también los
titán Atlas. Los tirios y troyanos aplauden repetidamente. La infeliz Dido que poco a dardanios?"
poco iba sorbiendo el amor, consumía la noche en amena conversación con Eneas,
«Aquel lamento cambió los ánimos y frenó todo intento de cólera:
preguntándole sobre Príamo y Héctor, con qué armas había llegado Memnón, el hijo
de la Aurora, cuántos caballos había robado Diomedes al rey Reso y cuán grande era el "Cuéntanos quién eres y cómo te ganaste el odio de tu pueblo, y entonces quizá
valor de Aquiles. »Vamos, cuéntanos más detalles —le dice— y explícanos desde el tengamos piedad de ti", dijo el viejo Príamo mientras hacía una señal para que lo
principio las intrigas de vuestros enemigos los dánaos25, las desgracias de los tuyos y pusiéramos en pie.
tus extravíos de un lugar a otro, pues ya hace siete años que vas vagando por las
tierras y los mares». "Contaré toda la verdad, suceda lo que suceda", dijo Sinón, que así se llamaba el
prisionero. "Yo era compañero de Palamedes, a quien los pelasgos26 acusaron
falsamente de traición, a pesar de ser inocente, y le enviaron a la muerte porque era
opuesto a la guerra. Esto me llenó de ira y como un insensato no oculté mi deseo de
venganza. Desde entonces, Ulises difundió calumnias sobre mí, hasta que Calcas, el
adivino... —y aquí se interrumpió— Pero, ¿para qué os cuento todo esto si no me vais
a creer? Matadme ya, eso quiere Ulises, y los atridas, Agamenón y Menelao, os
recompensarán".
»Esto avivó aún más la curiosidad de los troyanos que no sospechamos tanta
perfidia y doblez en los pelasgos. Así que entre sollozos y convulsiones nos contó que
los griegos habían consultado el oráculo antes de partir de regreso y que éste les había
mandado sacrificar a uno de los suyos para tener los vientos favorables y el mar en
25 26
Idem a griegos, pelasgos y argivos. Idem a griegos, argivos, dánaos y aqueos.
23 24
La Eneida La Eneida
calma. Pidieron a Calcas que eligiera a la víctima. Y Calcas lo eligió a él. Lo ataron y lo »La misma Casandra, hija de Príamo, que tenía el don de la adivinación, gritó que
mantuvieron preso mientras construían el caballo de madera que era una ofrenda de aquel caballo sería la ruina de Troya, pero, una vez más, nadie la creyó. Festivas
paz a Minerva en desagravio porque Ulises y Diomedes habían robado de su templo el guirnaldas adornan los templos, el vino jubiloso y el cansancio adormecen nuestros
Paladio, la pequeña efigie de la diosa. Ahora mismo estaría muerto si no se las hubiera cuerpos, la luna creciente reclama a la callada oscuridad.
ingeniado para escapar y esconderse entre los juncos de una laguna cenagosa hasta
que zarparon las naves aqueas. »A una señal luminosa de las naves griegas, el pérfido Sinón pone furtivamente
en libertad a los dánaos abriendo su escondrijo de madera. Entre ellos,
«Sinón contó su historia con tal poder de convicción que los teucros le creímos
cuando explicó que por indicación de Calcas construyeron el caballo con proporciones Ulises, Neoptólemo, Macaón, Menelao y Epeo, el propio constructor de la
colosales para que no pudiera pasar por las puertas de Troya, pues si nuestras manos engañosa máquina, se deslizan en silencio por una soga, invaden la ciudad sepultada
atacaban la ofrenda a Minerva, una gran calamidad se cernería sobre el imperio de en el sueño, pasan a cuchillo a los centinelas y, abriendo las puertas, reciben a todos
Príamo. Y en cambio si lo subíamos a la ciudad con nuestras manos, Troya sería sus compañeros».
invulnerable. El pesar embargó a Eneas al rememorar estos hechos. La reina Dido, mirándolo
»Los troyanos, felices como estaban de que aquel enorme caballo no embelesada recoge cada palabra que desgrana su relato y contempla con afán
representara ninguna amenaza, fueron cautivados por las insidiosas afirmaciones del protector los ojos tristes del troyano.
perjuro Sinón. Los engaños y las fingidas lágrimas consiguieron lo que ni Aquiles ni diez —.Era la hora del primer sueño, regalo de los dioses que se difunde dulcemente
años de guerra, ni mil navíos pudieron conquistar. en los sentidos. y en sueños se me aparece Héctor, tal como lo vi después de muerto,
»Otro espectáculo más imponente y pavoroso sobrecoge entonces a los lleno de sangre y polvo, con las múltiples heridas que recibió en torno a los patrios
troyanos. Dos gigantescas serpientes gemelas llegan desde Ténedos por la superficie muros, negro su cuerpo por haber sido arrastrado velozmente por los caballos, e
de las aguas hasta la costa. Rasgan las marinas brumas matinales irguiéndose sobre las hinchados sus pies por las correas que los sujetaban. ¡Qué diferente de aquel Héctor
olas y elevando sus cabezas coronadas con crestas del color de Ia sangre. Los que regresaba revestido con las armas de Aquiles, arrebatadas como despojos a
inmensos dorsos se arquean en sinuosos repliegues, dando tremendos coletazos que Patroclo! Con hondos gemidos exclama:
hacen rugir las olas, y dejan una estela de espuma como la de una galera de treinta "¡Huye, Eneas!, y escapa de estas llamas. El enemigo ocupa las murallas. Troya te
remos. Huíamos, pálidos, en todas direcciones. Ellas, reptando sobre la playa, con los encomienda sus objetos sagrados y sus Penates27. Tómalos por compañeros de tus
ojos ardientes silbaban y hacían restallar como látigos sus lenguas bífidas en las destinos. Vete a buscar para ellos los altísimos muros que, después de andar errantes
mandíbulas. Se dirigen, sin el menor titubeo, sobre los dos hijos de Laocoonte. Se largo tiempo por el mar, por fin levantaréis". Así dijo, y me trae del santuario en sus
enroscan sobre sus menudos cuerpos que desgarran de inmediato. Se abalanzan luego manos a Vesta, las vendas y el fuego eterno.
sobre el padre que acudía raudo en su auxilio. Le sujetan con sus enormes anillos de
los que él en vano trata de librarse. Dos veces le ciñen por la cintura y por el cuello «Entretanto se oye cada vez más próximo el griterío y el estruendo de las armas.
haciendo crujir sus huesos, hasta que el infortunado lanza un aullido que parece rasgar Me despierto sobresaltado y subo a lo alto de la casa con los oídos bien atentos.
el cielo y exhala en silencio el último aliento de vida. Finalmente las dos serpientes se
escapan deslizándose hacia la ciudadela para ocultarse a los pies de la diosa entre las «Como cuando la llama empujada por los enfurecidos vientos va sobre la mies, o
grietas del templo. como cuando un rápido torrente se precipita desde las montañas y arrasa los campos
sembrados y los árboles en su impetuoso curso; igual que el pastor inmóvil sobre la
»Los atemorizados troyanos argumentan que Laocoonte ha sufrido ese castigo cima de una roca se extraña del ruido que llega a sus oídos sin conocer la causa, así se
por haberse atrevido a arrojar su lanza a la ofrenda de madera. Todos gritan a la vez me hicieron patentes entonces los engaños de los dánaos. Ya se ha derrumbado la
que se debe conducir al santuario el simulacro del caballo e implorar la protección de vasta mansión de Deífobo, presa de Vulcano.
la diosa.
«Las aguas del mar brillan a lo lejos con el incendio. Se eleva un clamor de guerra
«Abrimos una brecha en la muralla para dar acceso a la gran imagen. Todos y sonar de trompetas. Fuera de mí tomo las armas sin saber qué uso hacer de ellas. El
participan. Unos ajustan unas ruedas a los pies del caballo y le echan sólidas sogas al furor y la cólera empujan mi mente y no abrigo otro pensamiento que hallar una
cuello. A su alrededor van cantando himnos niños y doncellas, felices de tocar las gloriosa muerte en el combate.
cuerdas con sus manos. Cuatro veces resonaron en su interior las armas al atravesar
las torres de las puertas y al subir las empinadas callejuelas. No obstante, proseguimos
sin pensar en nada, ciegos en nuestra locura hasta colocar el maldito monstruo en la
sagrada ciudadela.
27
Dioses romanos protectores del hogar, que son venerados en el seno de la familia. Entre ellos
se inclu¬yen los Lares, Manes y Lémures (vid. también glosario mitológico).
25 26
La Eneida La Eneida
«De pronto aparece Panto, hijo de Otis, sacerdote del santuario de Apolo. Lleva Orco28 a multitud de dánaos. Unos huyen a las naves, otros escalan de nuevo el
en la mano los objetos sagrados y los dioses Penates. enorme caballo y se esconden en sus cavidades».
"Ha llegado el último día y la última hora de los troyanos" —me dice entre
sollozos—, "los dánaos dominan la ciudad incendiada. El caballo, erguido en medio de
la muralla, vomita amenazador hombres armados, y Sinón, victorioso, propaga los
incendios entre insultos. Por doquier aparecen y brillan las puntas de las espadas
dispuestas a causar la muerte".
«Impelido por las palabras de Panto y por un poder divino, me arrojo en medio
de las llamas y de la batalla, a donde me llaman la triste Furia, el tumulto y el clamor
que sube hasta los astros. Se me juntan varios aguerridos troyanos como compañeros,
entre ellos el joven Corebo, que había llegado casualmente a Troya por aquellos días,
locamente enamorado de Casandra, la profetisa hija de Príamo.
«Cuando los vi reunidos, resueltos al combate, les animé en estos términos:
"Los dioses, por quienes este imperio subsistía, se han marchado todos,
abandonando los templos y los altares. Sólo hay una salvación para los vencidos: no
esperar salvación alguna".
«A continuación, como lobos rapaces que, arrojados de sus guaridas por el
aguijón del hambre, vagan rabiosos en la oscuridad, nos lanzamos a través de los
dardos, a través de los enemigos, a una muerte segura. La oscura noche nos envuelve
en su cóncava sombra.
«¿Quién podrá expresar con palabras el estrago y el duelo de aquella noche?
¿Quién podrá encontrar bastantes lágrimas para aquella desventura? Se desploma la
antigua ciudad y su pasado. Yacen sin vida a un lado y otro innumerables cuerpos de
teucros y dánaos, a lo largo de las calles, en las casas, en el umbral sagrado de los
templos. Por doquier terror, por doquier el espectro multiplicado de la muerte.
«El primero con quien topamos es Androgeo, acompañado de una escolta de
dánaos, que nos toma por una tropa aliada. Cuando se dio cuenta de que había ido a
parar en medio del enemigo, lleno de estupor calla y trata de retroceder. Como un
caminante que ha pisado sin verla una serpiente oculta en una zarza espinosa y
bruscamente asustado huye del reptil, que levanta amenazante la cabeza e hincha el
escamado cuello, así escapaba Androgeo espantado al vernos. Los rodeamos con un
cerco de armas y presos del pánico los abatimos. La fortuna nos sonríe en nuestro
primer enfrentamiento.
«Exaltado y animado por este primer éxito, exclama Corebo:
"Compañeros, la fortuna nos señala el camino favorable: Cambiemos de escudos
y pongámonos las insignias de los dánaos. Engaño o valor, ¿qué importa contra el
enemigo?"
«Armados con los recientes despojos, avanzamos mezclados entre los dánaos al
amparo de la oscuridad de la noche. Trabamos incesantes combates y enviamos al
28
Nombre con el que los romanos llamaban también al reino de los muertos.
27 28
La Eneida La Eneida
Capítulo V territorios de Asia. Sobre la playa yace un tronco corpulento, una cabeza separada de
los hombros, un cuerpo sin nombre.
«En aquel momento por primera vez me invadió un cruel horror. Me vino a la
El nacimiento de un héroe mente la imagen de mi querido padre, de la misma edad que el rey, de mi esposa
—«Cuando los dioses son contrarios no cabe esperar nada —prosigue Eneas—. Creusa, desamparada junto al pequeño lulo, de mi casa saqueada. Me vuelvo y
En aquel instante sacaban a la fuerza del templo a Casandra maniatada, con los observo cuántos compañeros me rodean. Todos han desertado, muertos de cansancio:
cabellos en desorden y los ojos inflamados en cólera levantados hacia el cielo. Corebo, se arrojan desde lo alto al suelo o a las llamas.
enfurecido, se lanza dispuesto a morir en medio de los enemigos. Le seguimos todos, y
«Estaba, pues, solo cuando diviso a la entrada del templo de Vesta a Helena,
los nuestros, confundidos por el aspecto de nuestras armas, nos arrojan una nube de
oculta con sigilo. Allí se había refugiado temerosa de la irritación de los teucros, de la
dardos. A la vez los dánaos caen sobre nosotros al ver que intentábamos arrebatarles a
venganza de los dánaos y del resentimiento de su esposo abandonado. Se enciende en
la joven. De todas partes acuden griegos a la refriega. Pronto nos vemos abrumados
cólera mi alma y la ira me empuja a vengar mi patria en ruinas y a castigar los
por el número. Allí cayó el primero Corebo y allí ‐hubiera perecido yo también si el
crímenes. Me iba a dejar llevar por el furor de no ser porque se me apareció
destino lo hubiese querido.
esplendorosa mi madre, rodeada en la noche de una luz resplandeciente. Me detiene
«De pronto nos llama un clamor al palacio de Príamo. Allí contemplamos una con su diestra y me dice:
descomunal batalla. Vemos a Marte en toda su pujanza. Los troyanos se defienden
"¿Por qué te enfureces con Helena? No han sido ella ni Paris los que han
arrojando sobre los asaltantes piedras y ornamentos del palacio. Siento el deseo de
destruido la riqueza y la gloria de Troya sino la inclemencia de los dioses. Voy a disipar
acudir en ayuda del palacio del rey. Por una puerta secreta y un corredor privado subo
la nube que ahora oscurece tu vista mortal. Contempla en esas nubes de polvo y humo
a la terraza más alta. Allí arrancamos los sólidos cimientos de una torre y la
a Neptuno sacudiendo con su tridente los cimientos de la ciudad. Aquí es la implacable
empujamos contra los atacantes. Se inclina, se derrumba con estrépito aplastando a
Juno la primera en ocupar las puertas Esceas y en llamar, furiosa, a las naves. Allí en lo
los dánaos. Pero otros ocupan su lugar. Pirro, el hijo del pelida29 Aquiles, lidera a los
alto de la fortaleza, la tritonia Palas refulge con su escudo que lleva la imagen de la
que invaden el palacio, resplandeciendo con el fulgor de sus armas de bronce.
Gorgona cruel. El propio Júpiter anima a los dánaos y les da fuerzas. Emprende, hijo, la
«El interior del palacio es una confusión de llantos y tumultos desesperados. Las huida; desiste de tus esfuerzos. Que yo no te abandonaré jamás y te dejaré a salvo en
habitaciones más retiradas resuenan con alaridos de mujeres. Las madres corren el palacio de tu padre".
despavoridas por las espaciosas salas. Pirro ataca con el brío de su padre; ni barreras ni
»Una vez llegué allí, mi padre se niega a sobrevivir a la caída de Troya y a
guardias logran detenerlo. Un río que ha desbordado las riberas y roto los diques con
soportar el destierro. Pero un prodigio, un trueno y una estrella desprendida del cielo
su impetuosa corriente y anega enfurecido los sembrados es menos violento.
que atravesó las sombras, nos señaló el camino, y le convencieron de que los dioses
«Cuando el viejo Príamo vio al enemigo en medio de su casa, se puso sobre sus protegían nuestro destino. Accedió entonces a que lo llevara sobre mis hombros con
hombros temblorosos la pesada armadura. Hécuba y sus hijas en apretado grupo los objetos sagrados y los patrios Penates30. Mi pequeño hijo lulo se agarra a mi diestra
parecían palomas impelidas por una negra tempestad. Hécuba atrajo hacia sí a su y mi esposa Creusa nos sigue de lejos.
marido y le hizo sentar junto al sagrado altar. Allí llegó herido Polites, uno de sus hijos,
»Mientras corría por desviados senderos y me apartaba de los caminos
perseguido por Pirro. Ante ellos expiró ahogado en sangre. Príamo no pudo reprimir
conocidos me fue arrebatada Creusa, a quien no he vuelto a ver aunque regresé a
entonces su dolor y su cólera. Y le dijo a Pirro:
Troya en su busca. En vano grité afligido su nombre por las calles. Mientras la buscaba,
"Por haberme obligado a presenciar la muerte de mi hijo, concédanme los dioses se apareció ante mis ojos un triste fantasma: era la sombra de la propia Creusa.
pagarte la recompensa que tu delito merece. Aquiles, de quien dices ser hijo, no se
"No permite Júpiter que me lleves de aquí como compañera" —me dijo—. "Largo
portó así conmigo, sino que respetó los derechos del suplicante y me devolvió el
destierro te espera hasta que llegues a la tierra de Hesperia, donde el Tíber fluye con
cuerpo exánime de mi hijo Héctor para que fuera sepultado".
mansa corriente entre fértiles campos. Allí te están reservados prósperos sucesos, un
«Tras decir esto el anciano disparó sin fuerza un dardo que fue repelido por el reino y una esposa real. No llores por mí, y no dejes de amar a nuestro hijo".
escudo del pelida. Éste arrastró al pie del altar al viejo que iba resbalando en la sangre
«Tres veces intenté en vano abrazarme a su cuello y retenerla, pero se escapó de
de su hijo, le agarró del cabello con la mano izquierda, empuñó con la diestra la espada
mis manos como un viento sutil y un sueño fugaz.
y la hundió en su costado hasta la empuñadura. Así murió entre el incendio y las ruinas
el hombre que fuera en otro tiempo soberbio dominador de tantos pueblos y
29 30
Pelida quiere decir "hijo de Peleo". Vid. nota 27.
29 30
La Eneida La Eneida
»Cuando regreso junto a mi padre y mi hijo, encuentro sorprendido que se les Con estas palabras inflamó aquel corazón ya abrasado por el amor, dio
había juntado un considerable número de nuevos compañeros: habían llegado esperanzas a aquel ánimo indeciso y acalló la voz del temor.
dispuestos a seguirme a cualquier país al que quisiera llevarlos por el mar. El lucero de
la mañana se estaba levantando sobre las altas cimas del Ida y nos traía el día. Pasan los días y la hermosa Dido vaga como una incauta cierva herida a quien el
pastor traspasó desde lejos sin saberlo con su flecha y le dejó hincado el hierro. Así
»A numerosas costas hemos arribado desde entonces. En Delos el oráculo de recorre ella la ciudad llevando clavado el dardo letal.
Febo Apolo nos animó a buscar a nuestra antigua madre, la primera tierra que produjo
el linaje de nuestros padres, porque ella nos acogería en su fecundo regazo. Ninguno A veces conduce a Eneas a las murallas para mostrarle las obras de la ciudad,
de nosotros sabía con certeza a qué tierra quería el dios que encaminásemos nuestros empieza a hablarle y no puede acabar las frases. A veces, al caer la tarde, le agasaja
pasos errantes. Tan sólo mi padre, evocando la memoria de los antiguos varones, con nuevos festines, quiere volver a oír el relato del desastre de Troya y se queda
interpretó que la tierra de la que procedía nuestro insigne antepasado Teucro era la pendiente de los labios del narrador. Luego, por la noche, cuando ya se han separado,
isla de Creta. Allí, como en Troya, hay también un monte de nombre Ida, cuna del gran gime de verse sola. Ausente lo ve, ausente lo oye. Abraza a Ascanio, creyendo ver en él
Júpiter y de nuestro linaje. Allí debíamos encaminarnos. Y allí empezamos a construir la imagen de su padre, por si puede así engañar un insensato amor.
la nueva ciudad. Pero tras un año de horrible peste y enfermedad, me pareció que las La ciudad va cayendo en el abandono: los jóvenes no se ejercitan en las armas ni
sagradas efigies de los dioses frigios me hablaron de la región que los griegos llaman trabajan en los puertos ni en las fortificaciones. Están interrumpidas las obras y ya no
Hesperia y sus habitantes Italia. De esas tierras ausonias proceden Dárdano y el linaje se levantan las torres y los muros en construcción.
troyano. Allí debíamos dirigirnos. Temibles peligros hemos superado desde entonces
surcando los mares.
»En la última escala, antes de llegar a vuestras playas, reina Dido, perdí a mi
padre, liberado en vano de tantos peligros». En este punto de su relato cesó Eneas su
historia. Entretanto la reina, herida de amor, se consume en oculto fuego. La imagen
de Eneas y el recuerdo de sus palabras se han alojado en su pecho. Amor31 no da
tregua al descanso.
Cuando la aurora ahuyenta las húmedas sombras, Dido, delirante, habla a su
hermana en estos términos:
—«Ana, hermana mía, ¿qué desvelos me tienen en vilo? ¿Qué nuevo huésped se
aloja en nuestra morada y en nuestro corazón? ¡Qué gallarda presencia la suya! ¡Cuán
valiente, cuán generoso y esforzado! Si la muerte de mi marido no hubiese ya burlado
mi primer amor... Sólo éste desde entonces ha agitado mis sentidos y hecho titubear
mi antigua resolución de no volverme a unir con lazo conyugal. Preferiría que se
abrieran para mí los abismos de la tierra y de la profunda noche de la muerte, antes
que incumplir mis promesas. Pero reconozco los vestigios de la pasión y tengo temor».
Un raudal de llanto anegó su pecho. Ana le responde:
—«Hermana querida, ¿has de consumir tu juventud en soledad y perpetúa
tristeza? ¿Nunca has de conocer los dulces hijos ni los regalos de Venus? ¿Crees que
las cenizas y los manes de los muertos se preocupan de tal fidelidad? En buena hora no
doblegaron tu ánimo los anteriores pretendientes, porque creo en verdad que el
viento ha impelido a estas costas las naves troyanas bajo el auspicio favorable de los
dioses. ¡Qué ciudad, hermana, qué reinos, qué imperio verás surgir con estas bodas!
¡Qué próspero será este enlace para la gloria cartaginesa! Tú, únicamente implora a los
dioses, atiende a los cuidados de la hospitalidad y discurre pretextos para tener a
Eneas y a los suyos mientras la borrasca revuelve los mares y están rotas sus naves».
31
Se refiere a Cupido, hijo de Venus, dios del amor y del deseo.
31 32
La Eneida La Eneida
aposentos, y su caballo con arreos de púrpura y oro está impaciente y, fogoso, muerde
el espumeante freno. Por fin aparece la reina en medio de un numeroso cortejo; va
Capítulo VI ataviada con una clámide sidonia decorada con una cenefa bordada; sobre su hombro
cuelga un carcaj de oro, lleva los cabellos recogidos con una redecilla de oro y su
vestido de púrpura es sujetado por un broche. Van también con la reina los frigios y el
pequeño lulo con semblante alegre. El mismo Eneas, más hermoso que ningún otro,
El pacto de las diosas acude y se agrega al grupo. Marcha con la misma ligereza y belleza que Apolo, cuando
Cuando Juno, hija de Saturno y querida esposa de Júpiter, advirtió que Dido se en su natal isla de Delos se pasea por las cumbres del monte Cinto con sus cabellos
encontraba dominada por tal frenesí y que posponía la gloria a su pasión, se dirigió a ondulantes ceñidos por una corona d hojas y sus flechas resonando a su espalda.
Venus con estas palabras:
Cuando llegan a los altos montes y a los agrestes parajes intransitables,
—«Tú y tu hijo habéis obtenido en verdad ilustre gloria y magníficos despojos al contemplan cabras salvajes que bajan corriendo desde las cumbres arrojándose desde
vencer a una indefensa mujer con una treta tramada por dos divinidades. Y no me pasa lo alto de los riscos, y manadas de ciervos que cruzan corriendo el llano y abandonan
desapercibida la verdad pues sé que tú temes nuestras murallas y recelas también de los montes, dejando a su paso una espesa nube de polvo. En medio de los valles el
las casas de la altiva Cartago. Pero ¿cuál será el límite? ¿adónde llegaremos con tan pequeño Ascanio disfruta con su fogoso caballo, siguiendo a unos y adelantando a
gran rivalidad? ¿Por qué no pactamos una paz eterna y la sellamos con un otros, y desea vivamente que surja un fiero jabalí o que baje del monte‐un dorado
matrimonio? Ya has conseguido todo lo que deseabas: Dido arde de amor y la pasión león.
corre por sus venas. Así pues, hagamos de éste un solo pueblo y gobernémoslo con
iguales auspicios; que ella pueda entregarse a un marido frigio y poner bajo tu mano a Entretanto el cielo empezó a llenarse de ruidosos truenos y una intensa lluvia
los tirios como dote». acompañada de granizo le siguió; los tirios, la juventud troyana y el dardanio nieto de
Venus, dispersados por el miedo, van en busca de diversos refugios. Dido y el jefe
Venus, como se dio cuenta de que Juno estaba ocultando sus verdaderos troyano llegan huyendo a una misma cueva. La diosa de la Tierra la primera y Juno,
propósitos y que lo que realmente deseaba era desviar a las costas de Libia el poder de protectora de los matrimonios, dan la señal. Brillaron los relámpagos y se inflamó el
Italia, le respondió así: cielo, cómplice de estas nupcias, y sobre las altas cumbres las ninfas entonaron el
canto nupcial. Aquél fue el día en que comenzaron las desdichas de Dido y el origen de
¿Quién rechazaría tal proposición o preferiría mantener contigo una guerra? Sólo
su muerte. Ya no se preocupa de las apariencias ni de su buen nombre, ni considera
falta que la fortuna favorezca tus planes, pues los destinos me inquietan y no sé si
prohibido este amor, lo llama matrimonio, y con este nombre encubre su falta.
Júpiter quiere que los tirios y los que han huido de Troya formen una sola ciudad o que
ambos pueblos se mezclen y se alíen. Tú eres su esposa, a ti te corresponde doblegar De inmediato la Fama, con la rapidez del viento, recorre las grandes ciudades de
su ánimo con ruegos. Vete, yo te seguiré». Libia y, más veloz que cualquier plaga, empequeñecida al principio por miedo, con la
marcha aumenta sus fuerzas. Según dicen es hija de la Tierra, la cual, irritada con los
Entonces Juno le contestó:
dioses, la alumbró después de los titanes Encédalo y Ceo, con unos pies muy ligeros y
—«Yo me cuidaré de esto. Ahora escúchame, voy a indicarte brevemente cómo unas rápidas alas; es un monstruo horrible, de gran tamaño, en su cuerpo lleva tantos
se puede llevar a cabo esta unión que urge. Eneas y la infeliz Dido se disponen a ir ojos como plumas, y tantas bocas sonoras y tantos oídos como plumas y ojos. Vuela de
mañana de caza al bosque tan pronto como el titán Sol rasgue con sus rayos las noche y no entrega jamás al sueño sus pupilas; durante el día permanece vigilante
sombras de la tierra. Yo, mientras los jinetes van de un lado a otro y los rastreadores sobre las techumbres de las casas o sobre altas torres. Ésta, gozosa, anuncia hechos
colocan las redes, desataré una tempestad cargada de agua y de granizo. En medio de acaecidos y por suceder: que había llegado Eneas, de estirpe troyana, con quien la
la oscuridad de la tormenta la comitiva huirá despavorida; Dido y el jefe troyano irán a hermosa Dido había dignado unirse; que ahora pasaban el largo invierno entre
refugiarse en una misma cueva. Yo estaré allí y, si tengo tu consentimiento, los uniré placeres, olvidándose de los reinos y esclavos de su pasión. Estas cosas va difundiendo
en sagradas nupcias, e Himeneo, el dios que preside los matrimonios, consagrará la la horrible diosa por boca de las gentes. Se desvía y se dirige al palacio del rey Yarbas,
unión». Sin oponer resistencia Venus aceptó la propuesta y se rio de las artimañas que en otro tiempo había pretendido el amor de Dido, inflamando su espíritu con estas
empleadas por Juno. noticias y aumentando en consecuencia su ira.
Mientras tanto la roja Aurora, ascendiendo, dejó el océano. Y en cuanto Yarbas, hijo de Hamón y de una ninfa raptada del país de los garamantes, había
surgieron los primeros destellos de luz, una selecta juventud equipada con redes de erigido a Júpiter en sus vastos territorios cien templos inmensos y cien altares, en los
ancha malla, con trampas de caza y con lanzas de afiladas puntas salió por las puertas; cuales ardía siempre el fuego sagrado en honor de los dioses; el suelo estaba siempre
los jinetes masilios y los perros de fino olfato les siguen impetuosos. Junto a las bañado por la sangre de los sacrificios y el umbral adornado con numerosos guirnaldas
puertas del palacio los nobles de Cartago esperan a la reina que tarda en salir de sus de flores. Entonces, fuera de sí por la amarga noticia, rogó a Júpiter diciendo:
"¡Omnipotente Júpiter! A quien el pueblo moro, recostado en sus lechos durante los
33 34
La Eneida La Eneida
festines, ofrece libaciones de vino ¿ves lo que está ocurriendo? ¿Será que tememos en heredero lulo a quien los dioses le reservan el reino de Italia y la tierra romana». Una
vano cuando vibran tus rayos? Esa mujer que llegó errante a nuestras tierras y me vez dijo esto el Cilenio35 se despojó de su apariencia mortal y, sin esperar la respuesta
compró el derecho a fundar una pequeña ciudad, esa mujer a quien yo di la tierra y el de Eneas, se desvaneció ante su vista como un tenue vapor.
dominio de aquellas costas, rechazó mi alianza y ahora recibe en su reino a Eneas
como señor, ahora este otro Paris disfruta de su conquista, mientras yo llevo Ante semejante aparición Eneas enmudeció, sus cabellos se erizaron de horror y
inútilmente mis ofrendas a tus templos y honro tu pretendido poder." la voz se le quedó detenida en la garganta. Asombrado por este extraordinario aviso y
por la orden de los dioses, arde en deseos de huir y abandonar estas gratas tierras.
El omnipotente Júpiter, al escuchar sus plegarias, volvió los ojos hacia los muros ¡Ay! ¿Qué hacer? ¿Con qué palabras osará dirigirse a la apasionada reina? ¿Cómo
de la reina y hacia los amantes que se habían olvidado de su mejor renombre. comenzará a hablarle? La duda divide su espíritu que se debate entre mil
Entonces requiere la presencia de Mercurio, el mensajero de los dioses, y le dice: pensamientos. Después de una larga meditación esta idea le parece la mejor: llama a
»Hijo, llama a los Céfiros, los dulces vientos del oeste, y, volando, ve a hablar al jefe Mnesteo, a Segesto y al valiente Seresto y les manda que en secreto organicen la flota,
dárdano que, descuidando las ciudades que le otorgan los hados, permanece aún en la que reúnan a los compañeros en la costa, que preparen las armas y disimulen la causa
tiria Cartago. Dile que él no está comportándose como el héroe que me prometió su de estos nuevos preparativos; mientras tanto, puesto que la bondadosa Dido no sabe
hermosísima madre, que para eso no lo liberé por dos veces de las armas de los nada ni espera que un amor tan profundo se rompa, él intentará buscar la ocasión más
griegos, sino que me prometió que regiría la insigne y belicosa Italia, cuna de grandes adecuada y las palabras más favorables para darle esta noticia. Todos, contentos,
imperios, que habría de perpetuar el noble linaje de Teucro y que sometería a todo el obedecen sus órdenes y realizan lo que se les ha mandado.
orbe bajo sus leyes. Si no le atraen tan grandes cosas ni ambiciona su propia gloria,
¿puede, como padre, privar a Ascanio de los dominios romanos? ¿En qué piensa? ¿Con
qué esperanza permanece entre enemigos? ¿Por qué no se preocupa de su
descendencia ausonia32 y de las tierras lavinias33? ¡Que se haga de inmediato a la mar!
Esta es mi voluntad; tú, como mensajero, transmítesela».
Cuando el omnipotente terminó, Mercurio, raudo, se dispuso a cumplir su
cometido; en los pies se colocó talares de oro, que con sus alas le llevan por los aires,
cruzando mares y tierras con la rapidez del viento; luego empuñó el caduceo, su
especial bastón alado con el que sacaba del Orco las pálidas ánimas y a otras enviaba al
siniestro Tártaro34. Ya en el aire divisó la cumbre y las empinadas vertientes de la
cordillera del Atlas. Allí Mercurio el Cilenio se detuvo por un momento suspendido
sobre sus alas, pero enseguida, lanzándose con todo su cuerpo en dirección a las olas,
dejó las altas cumbres y voló entre la tierra y el cielo con dirección al arenoso litoral de
Libia.
Apenas toca con sus pies alados las chozas de Cartago ve a Eneas que levantaba
murallas y construía nuevas casas. Tenía una espada con empuñadura de jaspe verde y
de sus hombros colgaba un manto de púrpura tiria; la rica Dido le había hecho estos
regalos y ella misma había bordado las telas con fino hilo de oro. Inmediatamente el
dios se dirige a él y le dice: »¿Ahora colocas los cimientos de la soberbia Cartago y,
para complacer a tu esposa, levantas una bella ciudad? ¡Ay, te has olvidado de tu reino
y de tus intereses! El propio rey de los dioses que rige el cielo y la tierra me envía hasta
ti desde el claro Olimpo. Él mismo me ha ordenado traerte estos mandatos a través de
las rápidas brisas: ¿qué piensas? ¿Con qué esperanza pasas el tiempo en las costas de
Libia? Si ningún honor de tan grandes hazañas te conmueve y no quieres lograr tu
propia gloria, mira a Ascanio, que ya va creciendo; piensa en las esperanzas de tu
32
Aunque Ausonia era una región de la península Itálica, en el lenguaje poético este nombre se
aplica a toda Italia.
33
Relacionado con la ciudad de Lavinio que se encuentra en el Lacio y fue fundada por Eneas.
34
La región más profunda del mundo, situada debajo de los infiernos, pero poco a poco se fue
35
confun¬diendo con los infiernos mismos. Sobrenombre de Mercurio.
35 36
La Eneida La Eneida
Capítulo VII nosotros busquemos un reino extranjero. Cuantas veces la noche cubre la tierra con
sus húmedas sombras, cuantas veces se alzan los brillantes astros, la pálida imagen de
mi padre Anquises me avisa y me atemoriza durante el sueño; me mueve mi pequeño
Ascanio y el daño que le estoy causando al privarle del reino de Hesperia y de las
La decisión de Dido tierras que le reservan los hados. Además de esto, ahora Mercurio, el mensajero de los
¿Quién puede engañar a una mujer enamorada? La reina presiente el engaño, y dioses, enviado por Júpiter en persona (te lo juro por nuestras vidas), me ha traído a
es la primera en percatarse de los movimientos que se preparaban, sintiendo miedo través de los veloces vientos sus mandatos; yo mismo he visto con mis propios ojos al
aun cuando todo está en calma. La mismísima Fama, impía y cruel, fue la que le dios, envuelto en luz, entrar en tus muros y con mis oídos escuché su voz; deja de
comunicó en medio de su delirio que los troyanos estaban armando las naves y que agudizar con tus lamentaciones tu dolor y el mío; no voy a Italia por mi propia
preparaban su partida. Ella, enfurecida y fuera de sí, corre por toda la ciudad como una voluntad>.
bacante durante las orgías trienales nocturnas que en honor a Baco se celebran en el
monte Citerón. Finalmente, tomando la iniciativa, interpela a Eneas con estas palabras: Mientras hablaba, Dido mantenía el rostro vuelto, mirando de un lado a otro,
contemplaba a Eneas en silencio de arriba abajo, e, irritada, le contestó así: .Ni tu
—«‐¿Esperas aún, traidor, poder disimular tan gran delito y abandonar en madre es una diosa, ni Dárdano es el fundador de tu linaje, pérfido, sino que el
secreto mi tierra? ¿No te detiene nuestro amor, ni nuestro matrimonio, ni la cruel Cáucaso en sus escarpados roquedales es el que te ha engendrado y te amamantaron
muerte con la que Dido va a perecer? Aún más, ¡cruel! ¿Aparejas la flota en las las tigresas de Hircania. ¿Por qué disimulo o para qué mayores ultrajes me reservo?
constelaciones de invierno y te dispones a ir por alta mar en medio de los vientos del ¿Acaso se conmovió con mi llanto? ¿Volvió sus ojos hacia mí? ¿Acaso, vencido, ha
norte, los Aquilones? Si tú no fueras en busca de campos extranjeros y mansiones derramado lágrimas o se ha compadecido de su amante? ¿Qué puedo preferir a esto?
desconocidas, si la antigua Troya estuviera en pie, ¿irías a buscarla en medio de Ni la gran Juno ni el padre saturnio, Júpiter, pueden contemplar con buenos ojos estas
borrascosos mares? ¿Es de mí de quien huyes? Yo te suplico por estas lágrimas, por tu cosas. La buena fe ya no existe. Le recogí cuando él había naufragado, mísero y
diestra (pues, mísera de mí, no me queda otra cosa), por nuestra unión, por nuestro necesitado de todo, e insensata le permití participar en mi reino; salvé su flota perdida
incipiente matrimonio, si en algo te fui útil, si alguna felicidad te he dado, que te y libré a sus compañeros de la muerte. ¡Ay, las furias se apoderan de mí! Primero era el
compadezcas de este reino mío que se derrumba y, si todavía hay lugar para las augur Apolo, o el oráculo de Licia, ahora es el intérprete de los dioses, enviado por el
súplicas, te ruego que abandones esa idea. Por tu causa me odian los pueblos de Libia mismo Júpiter, quien le trae por los aires terribles órdenes. Como si éste fuera el
y los tiranos de los númidas y me he hecho odiosa a los tirios, por ti he destruido mi trabajo que realizan los dioses, como si tales preocupaciones turbaran su descanso. No
pudor y mi reputación anterior, con la que bastaba para ensalzarme hasta las estrellas. te detengo ni quiero contradecir tus palabras; vete, ve a buscar Italia a favor de los
¿En manos de quién me vas a abandonar ahora que estoy a punto de perecer?, ¿qué vientos, busca esos reinos a través del mar. Espero que si los justos dioses tienen algún
me detiene?, ¿acaso que mi hermano Pigmalión destruya mis murallas o que el gétulo poder, encuentres el castigo en medio de los escollos y tengas que invocar el nombre
Yarbas me lleve detenida? Si al menos, antes de tu huida, yo hubiese tenido un hijo de Dido muchas veces. Ausente, te seguiré con mis antorchas fúnebres y cuando la fría
tuyo, si en mi palacio jugase un pequeño Eneas cuyo rostro me recordara a ti, yo no muerte haya separado el alma de mis miembros, mi sombra se te aparecerá en todas
me creería enteramente traicionada y abandonada». partes. Serás castigado, malvado. Yo me enteraré y en la profunda mansión de los
Manes37 esta noticia llegará hasta mí». Una vez terminó de hablar, se alejó, antes de
Todo esto había dicho Dido, pero Eneas, subyugado por las órdenes de Júpiter,
que Eneas tuviera tiempo de responderle, dejándole sumido en un profundo temor.
mantenía inmóviles los ojos y se esforzaba por ocultar su dolor. Por fin le responde con
breves palabras: «Yo, reina, no negaré nunca que he recibido de ti muchos favores, ni, El piadoso Eneas desea mitigar el dolor de la infeliz y con sus palabras apartar de
mientras me quede un soplo de vida, me cansaré de acordarme de ti, Elisa36, reina de ella la preocupación, pero cumpliendo la voluntad de los dioses vuelve de nuevo a las
Cartago. No diré mucho en mi defensa, pero no te imagines que yo intenté ocultarte naves. Entonces los teucros se afanan más en sus tareas.
mi huida con un ardid, aunque tampoco te prometí nunca las antorchas nupciales, ni
llegué a este compromiso. Si los hados me hubieran permitido llevar la vida de acuerdo ¡Qué sentimientos experimentaba Dido al contemplar esta actividad! Y, para no
con mis deseos sin intervención ajena, ante todo yo habitaría en Troya, honrando los morir en vano sin haberlo intentado de nuevo, llama a su hermana Ana para que acuda
queridos restos de los míos, las altas fortalezas de Príamo permanecerían en pie y con ante Eneas con nuevas súplicas: "Ana, hazme un favor, pues a ti también te confiaba
mi mano hubiese construido una nueva Pérgamo para los vencidos. Pero Apolo me sus pensamientos; ve y, suplicante, habla con este soberbio enemigo; dile que yo no
ordenó dirigirme a Italia, y allí también me han ordenado dirigirme los oráculos licios; juré con los dánaos en el puerto de Aúlide destruir el pueblo troyano, ni envié mis
allí está mi amor, allí está mi patria. Si los muros de Cartago y la contemplación de una naves a Pérgamo, ni ultrajé la tumba de su padre, entonces ¿por qué cierra sus crueles
ciudad de Libia te retienen a ti que eres fenicia, ¿qué razón hay para que no veas con oídos? ¿Adónde corre? Que haga este último regalo a su desdichada amante: que
buenos ojos que los teucros se establezcan por fin en la tierra de Ausonia? Es justo que retrase su partida hasta que las condiciones del tiempo sean favorables. Ya no le pido
37
36
Se refiere aquí a los infiernos.
Nombre de la reina Dido.
37 38
La Eneida La Eneida
que renuncie al reino, sino un descanso, una tregua para que la fortuna me enseñe a Entretanto Eneas, decidido a marchar, se entregaba al sueño en lo alto de la
soportar el dolor". La desgraciada hermana lleva estos lamentos a Eneas, pero él no se popa. Y en sueños volvió a ver la imagen de Mercurio que le decía que no debía
conmueve ante ninguna súplica, los destinos se oponen y un dios ha cerrado los oídos conciliar el sueño, pues muchos peligros había a su alrededor; ahora que los vientos
del héroe. eran favorables debía huir precipitadamente, pues Dido, dispuesta a morir, maquinaba
en su pecho venganzas; que si esperaba a la Aurora el mar se agitaría bajo sus navíos y
Entonces ante su fatal destino la infeliz Dido invoca a la muerte. Y, para que esta el litoral ardería en llamas. Entonces Eneas, aterrado por la aparición, se despierta y
idea de abandonar la luz se acrecentara en ella, los hados intervienen, pues, al hostiga a sus hombres dándoles prisa. Todos corren y se precipitan, abandonan
depositar las ofrendas sobre los altares, ve que el agua sagrada se torna negra y que el rápidamente el litoral, el agua desaparece bajo las velas y con los remos barren las
vino derramado se convierte en sangre; además durante la noche en su palacio ante la azuladas aguas.
capilla consagrada a su esposo Siqueo oía cómo éste la llamaba; asimismo, numerosas
predicciones de antiguos adivinos la aterraban con terribles presagios; también Tan pronto como la Aurora empezaba a bañar con nueva luz la tierra, la reina ve
durante el sueño el propio Eneas con feroz aspecto la empujaba en su locura. Cuando desde lo alto de su palacio que la flota se alejaba con todas las velas desplegadas y que
vencida por el dolor pierde la razón y decide morir, determina hacerlo de manera en el litoral no quedaba ningún navío ni remero; fuera de sí, golpeándose con la mano
encubierta para no atormentar más a su querida hermana. Entonces la llama y le dice: el pecho exclamó: «Júpiter, ¿se irá éste? ¿se burlará de mi reino? ¿nadie le perseguirá
»Hermana, he encontrado el camino que me devolverá o me librará de mi amor. Pues con las armas y destruirá sus naves? Vamos, perseguidlos, disparad dardos. ¿Qué digo?
me han hablado de una sacerdotisa, guardiana junto a un terrible dragón del templo Desdichada Dido, ¿ahora te conmueven las hazañas del malvado? Yo tendría que
de las Hespérides, en cuyo jardín crecen las manzanas de oro que la Tierra regaló a haber incendiado sus navíos y haber dado muerte al padre y al hijo con todo su linaje.
Juno como regalo de boda, la cual afirma que con sus conjuros puede liberar los Sol, tú que todo lo iluminas con tus rayos, y tú Juno, mediadora y testigo de estas
corazones o introducir en ellos duras preocupaciones. Conforme ha ordenado tu desgracias, y tú Hécate, a quien en la noche se llama a gritos en las encrucijadas de las
hermana, haz levantar en secreto una pira en el interior del palacio, que coloquen ciudades, y vosotras Furias, vengadoras, y dioses de Elisa39 que muere, escuchad mis
sobre ella las armas de Eneas, todos sus vestidos y el lecho conyugal que me trajo súplicas; si es preciso que Eneas llegue a tierra porque así lo quieren los hados, que al
todos estos males; todos los recuerdos de este hombre malvado deben ser menos sea embestido en una guerra por las armas de un pueblo audaz, que sea
destruidos». Dicho esto, guardó silencio, y al instante una gran palidez invadió su arrojado de sus fronteras, apartado de lulo, obligado a implorar ayuda, y que vea los
rostro. Pero, como Ana no sospecha que bajo este sacrificio su hermana oculta sus indignos funerales de los suyos; que después de sujetarse a una paz vergonzosa él no
propios funerales, prepara todo lo que le ha ordenado. pueda gozar de su reino, sino que caiga antes de tiempo y quede sin sepultura en
medio de la arena. Y a vosotros tirios, os suplico que persigáis con vuestro odio toda su
Cuando estuvo ya levantada la pira en el interior del palacio, la reina cubrió el estirpe, que luchen nuestras gentes y sus descendientes».
lugar con guirnaldas y con follaje fúnebre, también colocó sobre el lecho las
pertenencias de Eneas; después la sacerdotisa invocó muchas veces a los dioses, a Después de hablar, buscando acabar cuanto antes con su sufrimiento, llama a la
Erebo, el de las tinieblas infernales, al Caos, el vacío primordial, y a Hécate, uno de los nodriza de Siqueo (pues las cenizas de la suya se habían quedado en su antigua patria)
tres rostros de la virgen Diana; además derramó agua para simular las fuentes del y le dice: «Querida nodriza, haz venir a mi hermana Ana, dile que se apresure y traiga
infernal Averno. La propia Dido, con un pie descalzo y la túnica sin ceñir, presenta en las ofrendas expiatorias pertinentes, pues deseo terminar el sacrificio a Júpiter Estigio,
los altares con sus purificadas manos la harina sagrada, y, próxima a morir, toma por cuyos preparativos he iniciado según el rito, para acabar con mis penas y entregar a las
testigo a los dioses y a los astros, implorando justicia de algún numen vengador de los llamas la pira del dardanio». Dicho esto la anciana se apresura a cumplir su encargo,
amantes burlados. mientras Dido penetra en el interior del palacio y, furibunda, sube los altos escalones
de la pira, desenvaina la espada del dardanio y, después de contemplar las vestiduras
Era de noche y por toda la tierra los cuerpos fatigados gozaban del plácido de Ilión, se echa sobre el lecho y pronuncia sus últimas palabras: «Dulces vestidos,
sueño. Pero la infortunada fenicia no podía conciliarlo y se debatía entre mil ideas; mientras me lo permitieron los hados, recibid mi vida y libradme de mis sufrimientos.
unas veces pensaba que podía seguir a la flota de Ilión38, como esclava a las órdenes He vivido y he seguido el camino que la fortuna me ha trazado, he fundado una ciudad,
de los teucros, o, ¿por qué no?, acompañada de sus tirios; otras su pensamiento he vengado a mi marido castigando a mi hermano, y hubiera sido feliz si las naves
tomaba un nuevo rumbo y le aconsejaba morir, ya que no se le permitía, como a las dardanias no hubiesen tocado nuestras costas». Y, besando su lecho, añadió: «Moriré
bestias salvajes, vivir una vida fuera del matrimonio ni conocer tal pasión sin perder el sin ser vengada, pero moriré. Que el cruel dardanio desde alta mar contemple estos
honor; además le atormentaba no haber guardado la lealtad prometida a las cenizas fuegos y se lleve el presagio de mi muerte». Mientras hacía tales plegarias, las esclavas
de Siqueo. Todas estas reflexiones le llevaron a considerar que mejor era morir y, así, la ven desplomarse bajo la espada, cubriéndolo todo con sangre. Un clamor se eleva
apartar el dolor con la espada. hasta los altos atrios; la Fama, estremecida, recorre la ciudad como una bacante. Su
hermana lo oye y, consternada, se precipita por medio de la multitud y llama a gritos a
38 39
Vid. nota 15. Idem a Dido.
39 40
La Eneida La Eneida
la moribunda: «Hermana, ¿era esto lo que planeabas?, ¿por qué me engañaste?, ¿por
qué me despreciaste como compañera en tu muerte?, ¡ojalá a ambas se nos hubiera Capítulo VIII
llevado la misma herida y la misma hora!». Hablando así había subido los elevados
peldaños de la pira; Dido intentaba levantar sus pesados ojos, pero de nuevo se
desvanecía, por tres veces se levantó apoyándose en el codo, pero por tres veces cayó; La visita a la Sibila
con sus ojos extraviados buscaba el cielo. La poderosa Juno, compadeciéndose de su A la mañana siguiente, apenas había despuntado el día, reúne a sus compañeros
prolongado sufrimiento envió desde el Olimpo a Iris para que cortase aquella vida. y les dice: «Nobles dardánidas40, ha transcurrido ya un año desde que depositamos en
Pues, como no moría ni por decisión del destino, ni por haber merecido la muerte, sino esta tierra los restos de mi divino padre y le consagramos altares fúnebres. Yo cada
que la infortunada perecía antes del día señalado, Proserpina aún no había arrancado año, donde quiera que me encuentre, siempre colmaré los altares con las ofrendas que
de su cabeza el dorado cabello y aún no había condenado su cabeza al Orco Estigio. le son debidas y cumpliré mis votos y las solemnes procesiones rituales. Ahora,
Iris, pues, desciende, y deteniéndose sobre su cabeza dice: «Por orden de Juno llevo además, creo que por deseo de los dioses nos encontramos precisamente donde se
esta ofrenda al dios de los infiernos y te desligo de este cuerpo». Y con su mano encuentran las cenizas de mi padre; venid, pues, y ofrezcámosle todos un digno
derecha le corta el cabello. Al instante, todo el calor de Dido se disipa y su vida se homenaje; pidamos vientos favorables y que permita que, una vez yo haya fundado mi
desvanece en el aire. ciudad, celebre todos los años estos sacrificios en los templos a él dedicados. Además
cuando la novena aurora haya traído a los mortales su luz, liberando al mundo de las
Mientras tanto Eneas, seguro y sin vacilar, se encontraba ya con sus naves en tinieblas, yo convocaré unos juegos: primero unas regatas entre las naves rápidas;
plena travesía, contemplando las murallas de Cartago que en esos momentos después una carrera a pie y todo tipo de pruebas para que puedan participar los que
resplandecían con las llamas de la pira de la infortunada Elisa. Ningún troyano conocía confían en su fuerza, los que son diestros con la jabalina o con ligeras saetas y también
la causa que había provocado este gran incendio pero, sabiendo lo que sufre un gran los que se atreven a entablar combates con el duro cesto41. Que se presenten todos y
amor profanado y lo que puede hacer una mujer en su delirio, se introduce en el aspiren a la recompensa de una merecida victoria. Ahora guardad todos silencio y
corazón de los teucros un triste presentimiento. Cuando las naves alcanzaron alta mar cubrid vuestras sienes con hojas».
y ya no se veía más que agua, una oscura nube se detuvo sobre las naves troyanas, las
aguas se estremecen y el cielo se llena de borrascas y tinieblas. Palinuro, el piloto de la Cuando Aurora trae la luz al noveno día, desde un montículo una trompeta
nave, desde lo alto de la popa intenta dominar la situación, pero, dándose cuenta de anuncia el comienzo de los juegos en honor de Anquises. Desde los pueblos vecinos
que es muy complicado, dice lo siguiente: «Magnánimo Eneas, aunque me lo acude un gran gentío, unos dispuestos a ver a los hombres de Eneas, otros a tomar
prometiera Júpiter en persona, no esperaría alcanzar Italia con este cielo. Los vientos parte en la competición. Comienza la regata entre las rápidas naves; después de
han cambiado de dirección y el aire se espesa formando una gran nube. No podemos muchas vicisitudes el troyano Cloanto se declara vencedor y, según la costumbre,
resistir y hacer frente a esto. Ya que la Fortuna se muestra superior, sigamos el rumbo Eneas corona sus sienes con verdes ramas de laurel. Finalizada esta competición, el
que nos marca; creo que no estamos lejos de las fraternales playas de Érix, donde se piadoso Eneas, acompañado de una gran multitud, se dirige a un prado de césped
encuentra el templo de Venus, y de los puertos de Sicilia, si la observación de los astros rodeado de colinas, en cuyo centro había un lugar que se asemejaba a las gradas de un
no me engaña». Después de reflexionar el piadoso Eneas responde: «Sí, ya hace rato circo; allí anima con recompensas a aquellos que quieran participar en la carrera de
que me he dado cuenta de que luchas en vano contra los vientos. Cambia el rumbo de velocidad; acuden de todas partes tanto teucros como sicilianos. Después fueron
tus velas y dirígete a la tierra que guarda al dardanio Acestes y que alberga los restos muchos los que quisieron competir con la veloz saeta. La carrera de caballos con la que
de mi padre Anquises». En cuanto dice esto se dirigen hacia las costas sicilianas y los Ascanio quiso honrar a su abuelo ponía fin a las fiestas celebradas en honor de
favorables céfiros hinchan sus velas, llevándolos rápidamente a buen puerto. El rey Anquises.
Acestes se sorprende gratamente de la llegada de Eneas y les ofrece todo cuanto
Entonces se trocó la fortuna de favorable en adversa para los troyanos. Mientras
necesitan para reponerse de sus fatigas.
se solemnizaban con variados juegos las honras en el sepulcro de Anquises, Juno
meditando muchos planes y no saciado aún su antiguo rencor, envió a Iris desde el
cielo hacia la flota troyana. Acelerando la carrera por su arco de mil colores42
desciende sin ser vista por nadie y, experta en fraudes, se desliza entre las mujeres
troyanas, toma el aspecto de la anciana Béroe y dice:
40
Idem a troyanos.
41
El "cesto" era un tipo de guante con nudillos de plomo y correas de cuero.
42
A Iris, mensajera de los dioses y en especial de Juno, se la representa con alas y con un ligero
velo que con la luz del sol toma todos los colores, de ahí el Arco Iris.
41 42
La Eneida La Eneida
—«¡Desventurado pueblo!, ¿qué final te reserva la fortuna? Ya va a cumplirse el Palas le hizo insigne en su arte, le explicó lo que presagiaba la ira de los dioses o lo que
séptimo verano desde la destrucción de Troya y ¡cuántos mares, tierras y playas exigía el orden de los hados, con estas palabras:
inhóspitas hemos recorrido como juguetes de las olas, persiguiendo una Italia que se
escapa! Aquí reinó Érix, hermano de Eneas, y ahora Acestes nos da hospitalidad, «Hijo de una diosa, vayamos por donde nos lleva y nos trae el destino; sea cual
¿quién nos impide levantar aquí murallas y fundar una ciudad? ¡Ay, patria y Penates sea la fortuna se debe superar con constancia. Confíale a Acestes, que es también de
salvados en vano del enemigo! ¿Ninguna muralla llevará nunca el nombre de Troya? estirpe divina, los que sobran de las naves perdidas y los que ya se han cansado de tu
Venid conmigo, pues, y quememos las infaustas naves. En sueños he visto la imagen de gran empresa: ancianos, matronas hastiadas del mar y los que temen los peligros.
la profetisa Casandra dándome unas teas encendidas y diciéndome: Buscad aquí Troya; Ordena que se edifique en esta tierra una ciudad de nombre Acesta».
aquí está vuestra morada. Que no haya, pues, demora ante tantos prodigios. Aquí Esa noche, mientras Eneas se debatía en tomar una decisión, se le apareció la
tenemos cuatro altares de Neptuno; el propio dios nos datas y coraje». imagen de su padre Anquises hablándole de esta manera:
Al decir esto, coge con ímpetu el fuego y haciéndolo chispear en los aires lo —«Hijo mío, vengo por mandato de Júpiter, que se ha apiadado de ti desde el
arroja a las naves. Atónitas quedaron las troyanas en su mente y su corazón. Y Pirgo, la alto cielo. Obedece los consejos del anciano Nautes: lleva a Italia jóvenes escogidos, los
de más edad, exclama: «Esa no es Béroe; yo misma la dejé hace poco enferma corazones más esforzados, pues en el Lacio tendrás que luchar contra un pueblo duro
lamentándose de no acudir a tributar a Anquises los honores merecidos». Dudosas e y salvaje. Pero antes desciende a las moradas infernales de Dite43, y en el profundo
indecisas se quedaron las matronas al principio, pero entonces se alzó por los aires la Averno44 ven a mi encuentro. Pues no me retiene el impío Tártaro, mansión de las
diosa moviendo las alas. A la vista de tal prodigio prorrumpen en unánimes clamores y tristes sombras, sino que habito en el ameno recinto de los piadosos: los Campos
arrebatan el fuego del templo. Se enfurece Vulcano, como un corcel desbocado con las Elíseos. Allí te guiará la casta Sibila tras ofrecer un gran sacrificio de negros animales,
riendas sueltas, y el incendio devora los bancos, los remos y las pintadas popas de entonces conocerás toda tu descendencia y las ciudades que te están destinadas».
madera de abeto.
Enseguida convoca Eneas a Acestes y a sus compañeros y les comunica la
Eumelo lleva la noticia del incendio al sepulcro de Anquises y al teatro. Todos ven suprema voluntad de Júpiter, los preceptos de su padre y su resolución de seguirlos.
revolotear las cenizas en una negra nube. Ascanio es el primero que se dirige desde la Todos aprueban y a todo asiente Acestes. Se designa a los que consienten en
carrera ecuestre al agitado campamento sin que lo puedan retener sus maestros. quedarse, ánimas nada codiciosas de gloria, y los demás ponen a punto los lindes de la
—«¿Qué es esta nueva locura?» —dice—, «¿qué pretendéis ahora ciudad, mientras Eneas sortea los solares de las casas. Acestes designa con gozo el
desventuradas ciudadanas? ¡No estáis quemando las naves enemigas ni el recinto del foro y da leyes a los ancianos convocados. Luego se erige a Venus (dalia un
campamento argivo, sino vuestras esperanzas!» templo en la cumbre del monte Érix y se destinan al sepulcro de Anquises un sacerdote
y un extenso bosque sagrado. Tras nueve días de festines, ofrendas y sacrificios, los
Se apresuran también en llegar Eneas y la tropa de los teucros. Ellas escapan de vientos propicios invitan a los troyanos a hacerse de nuevo a la mar. Grandes gemidos
miedo por diversas playas y buscan los bosques y las cóncavas rocas. Arrepentidas y y abrazos demoran el momento de la partida. El bondadoso Eneas los consuela con
pesarosas reconocen a los suyos y sacuden de su pecho las sugerencias de Juno. palabras amigas. Ordena que todas las naves por orden suelten sus amarras, y él con la
frente ceñida por una corona de olivo, en pie sobre la proa de su nave, con una copa
Pero mientras tanto las llamas no pierden su indómita violencia. Bajo la mojada en la mano arroja a las olas las entrañas de las víctimas y el vino de las libaciones. Les
madera vive la estopa vomitando densa humareda, y un pesado vapor devora las empuja un viento de popa, mientras los compañeros compiten en herir al mar con los
quillas y penetra en todo el cuerpo de las naves. Nada pueden ni el esfuerzo de los remos y surcan las aguas.
héroes ni el agua derramada. Entonces el piadoso Eneas arranca su túnica de los
hombros e implora el auxilio de los dioses tendiendo a ellos las manos: Entretanto Venus, agobiada por sus preocupaciones, se dirige a Neptuno y
expone sus quejas: »La insaciable ira de Juno me obliga a rebajarme a todo tipo de
—«Júpiter omnipotente, si no aborreces a los troyanos, si todavía la antigua súplicas. Ni el tiempo ni la piedad la aplacan, no se doblega a la soberana voluntad de
piedad contempla las fatigas de los hombres, haz que las llamas dejen la flota ahora, Júpiter ni a la fuerza de los hados. No le basta haber borrado de la faz de la tierra la
padre, o lanza sobre ella y sobre mí tu rayo, si es lo que merezco y aplástanos aquí ciudad de los frigios, todavía persigue las cenizas y los huesos de la destruida Troya.
mismo con tu diestra». Dígnate, yo te lo ruego, concederles una navegación feliz y que arriben al Tíber, si es
Apenas había dicho esto cuando una negra tempestad descarga con inusual furia que te pido cosas concedidas por la suerte y si en efecto las Parcas les reservan esas
un torrente de lluvia. Las naves se llenan y rebosan de agua, se empapan las maderas murallas». Así le respondió el hijo de Saturno, el domador de los profundos mares:
medio quemadas y todos los barcos, menos cuatro, se salvan de la destrucción. »Justo es, Citerea, que confíes en mis reinos de donde procede tu origen. Ahuyenta
Indeciso estaba Eneas entre quedarse en los campos de Sicilia, olvidando su‐
43
Sobrenombre del dios Plutón (vid. glosario mitológico).
destino, o dirigirse a las costas de Italia. Entonces el viejo Nautes, a quien la tritonia 44
Lago de Campania, cerca de Nápoles, considerado como la entrada a los Infiernos.
43 44
La Eneida La Eneida
todo temor. Llegará seguro al puerto del Averno y sólo una vida de los suyos se muerte, y va y vuelve por este camino tantas veces, y Teseo, y Alcides. También yo soy
sacrificará por el bien de muchos...». del linaje del supremo Júpiter..
En efecto, Palinuro, uno de los timoneles de las naves de Eneas, fue invadido por Y así le contestó la Sibila a Eneas que permanecía abrazado al altar: «Fácil es la
un invencible sopor, obra de algún dios que le precipitó a las olas y en vano llamó bajada al Averno; día y noche está abierta la puerta del negro Dite, pero lo difícil es
repetidas veces a sus compañeros dormidos. retroceder y volver a la luz de la tierra. Pocos, y del linaje de los dioses, a quienes
Júpiter fue propicio, o a quienes su virtud se lo permitió, lo han logrado. Todo el centro
Finalmente la escuadra arriba a las playas de Cumas. Mientras los compañeros del Averno está poblado de selva que rodea el Cocito48 con su negra corriente. Pero si
preparan el campamento, Eneas se encamina a la recóndita y gran caverna de la Sibila, tanto afán tienes de cruzar dos veces la laguna Estigia y de ver dos veces el negro
a quien Apolo infunde inteligencia y ánimo y le revela el futuro. En cuanto llegaron al Tártaro, oye lo que has de hacer. Bajo la sombra de un árbol se oculta una rama, cuyas
umbral, la virgen les informa que es el momento de consultar los hados, pues el dios se hojas y tallo son de oro y que está consagrado a la Juno infernal. Todo el bosque lo
acerca. Al punto se le cambió el semblante, perdió el color y se le erizaron los cabellos. oculta, pero sólo le está permitido penetrar en las entrañas de la tierra a quien haya
Jadeando y sin aliento se le hincha el pecho, parece que su voz no resuena como la de desgajado del árbol la rama dorada. Es el tributo que tiene dispuesto la hermosa
los demás mortales, porque la inspira Apolo. Eneas le dirige esta plegaria: Proserpina. Cuando lo encuentres, alarga tu mano, porque si los hados te lo permiten
—«¡Oh! Febo Apolo, siempre misericordioso con los grandes trabajos de Troya. él se desprenderá por sí sólo y brotará otro que se cubrirá también con hojas de oro;
Ya, al fin, pisamos las costas de Italia, que siempre huían de nosotros. ¡Ay! Ojalá que pero de lo contrario, no hay fuerzas, ni tan siquiera el duro hierro, que puedan
hasta aquí sólo nos haya seguido la fortuna troyana. Justo es que vosotros, dioses y arrancarlo. Además, tú ignoras que el cuerpo de un amigo tuyo yace insepulto. Ante
diosas enemigos de Ilión y de su gloria, perdonéis ya a la nación de Pérgamo. Y tú, todo, entrega sus despojos a su última morada, cúbrelos con un sepulcro e inmola
santa sacerdotisa, concede a los teucros y a sus errantes dioses que logren por fin algunas ovejas de negra lana. Haz así las expiaciones necesarias para poder visitar los
tomar asiento en el Lacio. No pido reinos que no me estén prometidos por los hados. reinos inaccesibles a las
Entonces erigiré un templo todo de mármol a Febo45 y a Trivia46, y tú también tendrás Entristecido sale Eneas de la cueva, y al llegar a la playa ve a los troyanos
en mi reino un magnífico santuario en el que guardaré tus oráculos. Sólo te ruego que reunidos en torno al cadáver de Miseno, hijo de Eolo, experto en animar a los
no confíes tus predicciones a hojas que se revuelvan como un juguete de los vientos. guerreros con el clarín y la trompeta, a quien tal vez Tritón sumergió entre las peñas en
Anúncialas tú misma». las espumosas olas. Sin interrumpir su llanto se apresura a cumplir el mandato de la
La Sibila se revuelve entonces como una bacante procurando sacudir de su pecho Sibila y a formar con árboles el altar del sepulcro y la pira. Mientras, unos ponen el
el poderoso espíritu del dios. Se abren, por fin, por sí solas las cien puertas del templo agua en la lumbre en calderas de bronce y lavan y perfuman el frío cadáver entre
y los aires elevan las respuestas de la Sibila: grandes lamentos; luego lo colocan sobre la hoguera con sus vestidos de color
púrpura. Otros, apartando la mirada, prenden fuego a la pira. Todo arde al momento:
—«Al fin te libraste de los grandes peligros del mar, pero otros mayores te el incienso, las entrañas de las víctimas, y el aceite derramado sobre ellas. Cuando el
aguardan en tierra. Sí que llegarán los descendientes de Dárdano a los reinos de fuego lo consumió todo, lavaron con vino los huesos, candentes todavía y guardaron
Lavinio; no te preocupes por eso; pero también desearán algún día no haber llegado a las 'reliquias en una urna de bronce. Con un ramo de olivo el oficiante roció tres veces
ellos. Veo guerras, horribles guerras y al Tíber con olas de espumosa sangre. Ya tiene el a los compañeros con agua purificadora y pronunció las últimas oraciones. Al pie del
Lacio otro Aquiles, hijo también de una diosa. También estará presente aquí Juno, monte, Eneas mandó erigir un monumento en su honor y allí depositaron sus armas,
siempre enemiga de los troyanos. Suplicando irás a las ciudades de Italia a pedir auxilio su remo y su clarín.
en tus desastres. Volverás a tener una esposa extranjera, pero tú no sucumbas a la
desgracia. Al contrario, ve con ánimo hasta donde te lo permita la fortuna. Una ciudad Mientras estaban en el espacioso monte, dos palomas, aves de Venus, se
griega, por extraño que te parezca, te presentará el primer camino de salvación». posaron en la hierba cerca de Eneas y después remontaron el vuelo hasta posarse en la
copa de un árbol en el que Eneas vislumbró el resplandor del oro entre las ramas,
Cuando cesó el arrebato de la virgen, Eneas le dijo: «Ya tenía previstas esas semejante al muérdago que verdea con hojas nuevas. Lo arranca impaciente y lo lleva
desventuras. Una sola cosa te pido, pues es sabido que aquí está la entrada al infierno, a la cueva de la Sibila.
la tenebrosa laguna que forma el desbordado Aqueronte; permite que acuda a la
presencia de mi amado padre; enséñame el camino y ábreme las sagradas puertas. Había cerca de allí una profunda caverna, defendida por un negro lago y por la
Compadécete de nosotros, pues también Orfeo pudo evocar los Manes47 de su esposa oscuridad de los bosques, que ningún ave podía sobrevolar, porque exhalaba fétidos
con el auxilio de su lira; incluso Pólux rescató a su hermano, alternando con él la vapores que infestaban el aire. Por ello los griegos le dieron al sitio el nombre de
Aorno, "sin aves"49. Allí llevó Eneas en primer lugar cuatro novillos negros sobre cuya
45
Sobrenombre de Apolo.
46 48
Se refiere a Diana. (vid glosario mitológico). Uno de los ríos que rodea los Infiernos.
47 49
El espíritu de su esposa. Para los romanos Averno, (vid nota 37).
45 46
La Eneida La Eneida
testuz derramó la sacerdotisa el vino de las libaciones y les cortó unas cerdas que
arrojó al fuego como primeras ofrendas, invocando a Hécate, de gran poder en el cielo Capítulo IX
y en el Erebo. Otros degüellan las víctimas y recogen en una copa la tibia sangre. El
propio Eneas inmola con su espada una cordera de negro vellón y una vaca estéril para
Proserpina. Pone sobre las llamas todas las entrañas de los novillos rociándolas con La bajada a los infiernos
abundante aceite. Al alba, empezó a mugir la tierra bajo sus pies, temblaron los Avanzaban solos en la oscuridad por los desiertos reinos de Dite50. En las primera
bosques y grandes aullidos de perros en las sombras anunciaron la llegada de la diosa. gargantas del Orco tienen sus guaridas el Luto y los Afanes de venganza; allí habitan
también las pálidas Enfermedades y la triste Vejez, el Miedo y el Hambre, mala
—«Lejos de aquí, profanos» —exclama la profetisa—, «salid de este bosque, y tú, consejera, y la vergonzosa Pobreza, figuras terribles a la vista, y la Fatiga y la Muerte, y
Eneas, avanza y desenvaina la espada. Es el momento de mostrar entereza y valor». Se su hermano el Sueño. Y enfrente la mortífera Guerra, los lechos de hierro de las
introduce en la boca de la cueva y Eneas la sigue. Euménides y de la insensata Discordia, enlazando sus cabellos de víboras con cintas
ensangrentadas. En el centro extiende sus viejas ramas un inmenso olmo donde se
¡Oh dioses Caos y Flegetonte, que tenéis poder sobre las almas, sombras
dice que habitan los sueños vanos, agazapados bajo sus hojas.
silenciosas! ¡Morada de la noche y el silencio! Permitidme contar las cosas que he
oído. Que vuestro numen me conceda descubrir los misterios sepultados en el fondo Viven allí otras muchas fieras monstruosas: los Centauros, las biformes Escilas, y
de la tierra. Briareo el de los cien brazos, y la hidra de Lerna de espantoso silbido, las Harpías y la
figura de la sombra de tres cuerpos.
Eneas, preso de un súbito terror, ofrece el filo de su espada a los que se acercan.
Pero la sacerdotisa le advierte que sólo son fantasmas y que en vano lucharía contra
sus sombras.
De allí arranca el camino que conduce a las olas del cenagoso Aqueronte, que
perpetuamente hierve y eructa toda la arena en el Cocito. Guarda esta agua y los ríos
un horrendo barquero, Caronte, cuya suciedad espanta; le cuelga una desaliñada
barba blanca, de sus ojos brotan llamas, una sórdida capa pende por un nudo de sus
hombros. Él mismo maneja su herrumbrosa barca con una pértiga, maniobra las velas
y transporta en ella a los muertos, viejo ya, pero con la recia y lozana vejez de un dios.
Hacia las orillas se precipitaba una multitud de hombres y mujeres, jóvenes,
niños y muchachos, sombras tan numerosas como las hojas que caen en las selvas con
los primeros fríos del otoño. O como las aves que en bandadas cruzan el mar en
invierno dirigiéndose hacia tierras más calurosas. Apiñados en la orilla todos quieren
pasar los primeros y tienden con afán las manos, pero el adusto barquero Caronte
acepta a uno y a otro y rechaza a los demás. Eneas, turbado por la escena, pregunta a
la Sibila qué buscan esas almas y con qué criterio son seleccionadas para cruzar las
aguas. La anciana sacerdotisa le responde:
– «Estás ante las aguas profundas del Cocito y la laguna Estigia, por la que temen
jurar en vano incluso los dioses. Toda esta multitud es la gente sin sepultura. Caronte
se lleva sólo a los sepultados y a los que, de no estarlo, vagan cien años por estas
playas hasta ser admitidos».
Se detiene Eneas al ver al piloto Palinuro y le dice afligido: «¿Quién de los dioses
te sumergió en las aguas del mar e invalidó el augurio de Apolo de que llegarías
incólume a la tierra Ausonia? ¿Qué fe hay que tener entonces en las promesas
divinas?»
50
Vid. nota 43.
47 48
La Eneida La Eneida
— No –respondió Palinuro–, no te engañó el oráculo de Apolo, ni me sepultó un causaría un dolor tan grande. Detente y no te apartes de mi vista. ¿De quién huyes?
dios en el mar. Arrancado el timón con violencia por azar caí al mar agarrado a él y Esta es la última vez que los hados me permiten hablarte». Pero la sombra de Dido no
temí más por el destino de tu nave sin piloto ni timón que por mi vida. Tres se conmovió por sus palabras ni por sus llantos, y se aleja a refugiarse
borrascosas noches me arrastró el Noto por el mar hasta que divisé las costas de Italia precipitadamente en un bosque sombrío donde atiende a su primer esposo Siqueo, y
desde lo alto de una ola. Nadé hacia allí y llegué con vida, pero un pueblo cruel me éste le corresponde.
atacó con sus armas, y las olas y los vientos me sacuden ahora en el litoral. Líbrame de
estos males, ponme tierra encima, o tiéndeme ahora tu mano y llévame contigo por las Continúan su camino hasta los últimos campos donde moran los manes de los
olas para que al menos en la muerte descanse en un lugar tranquilo». guerreros ilustres. Los troyanos se apiñan a los lados de Eneas. Los soldados griegos en
cambio al ver al héroe huyen temblorosos. Allí vio Eneas a Deífobo, hijo de Príamo,
Le dijo entonces la vidente: «¿De dónde te viene ese insensato deseo? ¿Vas a ver llagado todo el cuerpo, cruelmente mutiladas la cara y ambas manos, arrancadas las
sin ser enterrado las aguas estigias y pasar sin que se te ordene al otro lado? Desiste orejas y cortada la nariz. Apenas lo reconoció le pregunta por su triste final. El hijo de
de torcer los hados con tus ruegos. Pero guarda en la memoria estas palabras como Príamo le cuenta la traición de Helena que abrió las puertas de su casa a Menelao, y se
consuelo de tu cruel desventura: Todos los pueblos cercanos aplacarán tu espíritu, interesa por los motivos que llevan a Eneas a visitar esos parajes. Pero la Sibila les
depositando tus huesos bajo un túmulo, instituirán sacrificios y darán por siempre al advierte de que la noche se aproxima y ya han llegado al lugar en el que el camino se
lugar el nombre de Palinuro». Estas palabras calmaron su afán y su triste corazón. escinde en dos partes: la de la derecha, que se dirige al palacio de Plutón, es la senda
Eneas y la Sibila prosiguen su camino. El barquero Caronte al verlos les ataja enojado el que lleva a los campos Elíseos; la de la izquierda conduce al impío Tártaro, donde los
paso: «Quienquiera que seas tú, que te encaminas armado hacia mi río, dime a qué malos sufren su castigo.
vienes y no pases de ahí». Le respondió la sacerdotisa: «No traen las armas violencia.
Eneas de Troya, famoso por su piedad y sus armas, desciende a las sombras del Erebo Mira entonces Eneas hacia la izquierda y ve al pie de una roca una gran fortaleza
en busca de su padre. Si no te conmueve tan piadoso intento, reconoce al menos este de triple muralla rodeada por el Flegetonte, el río de fuego del Tártaro que arrastra
ramo». Y sacó la rama dorada que llevaba bajo el manto, con lo que al punto resonantes piedras. Enfrente queda una puerta que ninguna fuerza podría derribar. Se
desapareció el enojo de Caronte. Se acercó a la orilla haciendo que las sombras alza una torre de hierro y Tisífone, una de las tres Furias, sentada y revestida con un
dejaran sitio al fondo de la barca para recibir allí a los dos pasajeros. Crujió la sutil manto del color de la sangre, guarda insomne la entrada de día y de noche. Se
barca bajo su peso y empezó a hacer agua. Pero al fin desembarcó en la orilla opuesta escuchan gemidos, azotes, el rechinar del hierro y el ruido de cadenas arrastradas.
a la Sibila y al guerrero. Enfrente, tendido en su cueva, el enorme Cerbero hace Eneas, aterrado por el estrépito pregunta: ¿Qué crímenes se castigan aquí? ¿Con qué
resonar los triples ladridos de sus tres fauces. Al ver la Sibila que se le iban erizando las pena se les atormenta? ¿Quién eleva tantos lamentos?» Y así le contestó la
serpientes de su cuello, le arroja una torta soporífera amasada con miel y frutos sacerdotisa:
medicinales. La devora con rabiosa hambre y al punto se deja caer dormido, ocupando —«Ningún inocente puede penetrar en el umbral de los criminales; pero cuando
toda la cueva con su mole. Eneas sigue adelante y pasa rápidamente la ribera del río Hécate me destinó a la custodia de los bosques infernales, ella misma me mostró los
que nadie cruza dos veces. castigos de los dioses y me condujo por estos sitios. Gobierna estos duros lugares
Empezaron a oírse entonces voces y llantos de niños a quienes un destino cruel Radamantis de Cnosos, indaga y castiga los fraudes y obliga a los hombres a confesar
les llevó a una prematura muerte. Sus almas ocupaban aquellos primeros umbrales, y las culpas cometidas. En cuanto pronuncia su sentencia, la vengadora Tisífone azota
junto a ellos están los condenados a muerte por sentencia injusta. Les asigna esos con el látigo e insulta a los culpados. Dentro vive una hidra más horrible todavía, de
lugares un tribunal de jueces presidido por Minos. Cerca de allí están los desdichados cincuenta negras fauces. Luego el Tártaro mismo se abre al abismo y se extiende el
que, cansados de ver la luz del día, se quitaron la vida con su propia mano. ¡Cuánto doble de lo que dista el Olimpo hasta la tierra. Allí en lo más hondo del abismo se
darían ahora por soportar en la tierra la pobreza y las duras fatigas! No lejos de allí se revuelven los Titanes, antiguos hijos de la Tierra, abatidos por el rayo de Júpiter. Allí
extienden hacia todas partes las llanuras del llanto, donde senderos escondidos rodean están los dos hijos de Aloeo, enormes gigantes que intentaron rasgar con sus manos el
una selva de mirtos que oculta a los que consumió su vida el cruel amor y que ni aún cielo y arrojar a Júpiter de su trono. Allí también el insensato Salmoneo que padecía
en la muerte olvidan sus penas. Allí entre Fedra, Pasifae, Laodamia y Ceneo, mozo un horribles castigos por haber querido imitar con los cascos de sus caballos los truenos
día y hoy mujer de nuevo, restituida su antigua figura por obra del destino. Eneas ve de Júpiter, reclamando para sí los honores debidos a los dioses. Está también Ticio; un
vagando por la gran selva a la fenicia Dido. Al punto rompió a llorar y le dijo: buitre está sobre su gran pecho y le roe y devora las entrañas que renacen para
padecer sin un momento de tregua. Allí habitan los que odiaron a sus hermanos
—«Infeliz Dido, ¿era cierta, pues, la noticia de que habías muerto y de que te mientras vivían, o hirieron a su padre o engañaron a sus clientes, y en número más
traspasaste el pecho con una espada? ¿Fui yo, entonces, la causa de tu muerte? Juro ‐ abundante los que atesoraron riquezas para ellos solos, los que murieron por ser
por los astros, los dioses y por la fe que haya en lo más profundo de la tierra que adúlteros y los que promovieron impías guerras o traicionaron a sus señores. Todos
contra mi deseo me alejé de tus costas. La voluntad de los dioses que ahora me trae a ellos, allí encerrados, aguardan su castigo. No intentes saber cuál; unos hacen rodar
estas sombras me forzó a abandonarte y nunca pude imaginar que mi partida te peñascos, otros cuelgan atados a los radios de una rueda. Todos osaron maldades
49 50
La Eneida La Eneida
horribles y las llevaron a cabo. Ni aunque tuviera cien lenguas y bocas y una voz de a su etérea esencia y al puro fuego de su primitivo origen. Después de mil años, un
hierro podría expresar todas las formas de sus crímenes ni enumerar los nombres de dios las convoca en muchedumbre junto al río Leteo para que retornen a la tierra
los castigos». olvidadas del pasado, con un renacido deseo de volver a habitar cuerpos humanos.
Voy a revelarte ahora la gloria que aguarda a los descendientes de Dárdano, la
Llegaron entretanto a las puertas del palacio de Plutón. Eneas se rocía el cuerpo progenie que perpetuará nuestro nombre en Italia:
con agua fresca y cuelga la rama dorada en el dintel del umbral. Llegan entonces a los
vergeles de los bosques afortunados, moradas de la felicidad. El aire es más puro y hay »¿Ves ese joven que se apoya en su lanza?, es el que ocupa el lugar más cercano
sol y estrellas. Unos se divierten con ejercicios atléticos, otros danzan en coro y a la luz del día, el primero de nuestra progenie con mezcla de sangre ítala: Silvio, de
entonan versos. Allí están los que recibieron heridas luchando por la patria, los nombre albano, hijo póstumo tuyo, que en edad avanzada tendrás de tu esposa
sacerdotes que tuvieron una vida casta, los vates piadosos que cantaron versos dignos Lavinia. Ella lo criará en las selvas como rey y padre de reyes, por quien nuestro linaje
de Febo, los que perfeccionaron la vida con las artes que inventaron y los que por sus dominará en Alba Longa. Junto a él están Procas, Capis, Numitor y Silvio Eneas. ¡Qué
méritos viven en la memoria de los hombres. Todos llevan blancas cintas en torno a su jóvenes! ¡Qué fuerzas demuestran! Ellos levantarán ciudades que hoy son sólo tierras
cabeza. La Sibila le pregunta a Museo por el lugar donde reside Anquises. Éste les sin nombre. De nuestra sangre será Rómulo, hijo de Marte y de !lía. Bajo sus auspicios
informa de que nadie tiene allí morada fija, unas veces van por bosques, otras por la ínclita Roma extenderá su imperio por todo el orbe y levantará su espíritu hasta el
arroyos o prados, pero desde una colina les muestra unas campiñas en las que iban a Olimpo. Siete colinas tendrá en su recinto, feliz con su prole de varones.
encontrarlo.
»Vuelve hacia aquí tus ojos, mira esta nación, tus romanos. Ese es César y toda la
En efecto, allí Anquises observaba unas almas destinadas a ir a la tierra y ser el progenie de lulo Ascanio que ha de nacer bajo el gran eje del cielo. Éste es, éste es el
futuro linaje de sus descendientes. En cuanto vio a Eneas se dirigió hacia él, le tendió hombre que tantas veces te fue prometido: César Augusto, de estirpe divina, que de
alegre las manos y llorando le dijo: «Al fin has venido y tu piedad filial ha superado este nuevo hará surgir los siglos de oro en el Lacio, en los campos en que en otro tiempo
arduo camino. ¡Cuántos peligros has tenido que afrontar!». Eneas intenta tres veces reinó Saturno. Llevará su imperio más allá de los garamantes y los indios: más allá de
abrazarlo, pero es en vano. Su imagen ligera se escapa de sus manos como un soplo de donde brillan las estrellas, fuera de los caminos del año y del sol, donde Atlas, portador
viento o un sueño. En eso ve Eneas innumerables pueblos y gentes vagando junto a un del cielo, hace girar sobre sus hombros la esfera tachonada de astros relucientes. Ante
río como las abejas en los prados se posan en verano sobre las flores y se apiñan su llegada se horrorizan ya ahora con los oráculos de los dioses los reinos caspios, la
alrededor de las blancas azucenas llenando con sus zumbidos toda la campiña. tierra Escitia y las siete bocas del Nilo. ¿Y aún dudamos en extender el valor con
Pregunta a su padre quiénes son y él le dice: «Estas almas, destinadas por el hado a hazañas, o el miedo nos impide establecernos en la tierra de Ausonia?
animar otros cuerpos, están bebiendo en las tranquilas aguas del Leteo el completo
olvido de su vida pasada. Hace mucho tiempo que quería que las vieras y hablarte de «Allí reconozco la cana cabellera y blanca barba del rey que dará las primeras
ellas, para que te regocijaras conmigo de haber llegado a Italia». Se extrañó Eneas de leyes a Roma. Le sucederá Tulo que romperá el ocio de la paz y armará a sus pueblos.
que las almas se reencarnaran de nuevo con anhelo y su padre le reveló cada cosa por De cerca le sigue el arrogante Anco, que incluso aquí se ufana demasiado con el favor
su orden: popular. ¿Quieres ver a los reyes Tarquinios y el alma soberbia del vengador Bruto y las
restauradas fasces?51 ÉI52 será el primero en recibir la autoridad de cónsul y las
‐Desde el principio del mundo un mismo espíritu interior alienta el cielo, la tierra, terribles hachas, y en nombre de la hermosa libertad condenará al suplicio a sus hijos
las líquidas llanuras, el luminoso globo de la luna, el sol y las estrellas. Ese espíritu, por promover nuevas guerras. ¡Desdichado!, sea cual sea el juicio que de ello se forme
difundido por los miembros, mueve la materia y se mezcla con el gran conjunto de la posteridad: vencerá su amor a la patria y un desmedido deseo de gloria. Mira
todas las cosas. De él proceden la estirpe de los hombres, los animales de la tierra, las también, más a lo lejos, a los Decios, a los Drusos y a Torcuato con su hacha
aves y los monstruos del mar. Esas emanaciones del alma universal conservan su vigor ensangrentada, y a Camilo, que regresa con las enseñas recuperadas al enemigo.
de fuego y su origen celeste mientras no están cautivas en cuerpos mortales con
terrenas ataduras, y por eso temen y desean, sufren y gozan. Por eso no ven la luz del »Esas dos almas que ves brillar con armas semejantes, ¡cuántas guerras moverán
cielo encerradas en las tinieblas de una cárcel ciega. Ni aun cuando en su último día las entre sí! El suegro bajará sus huestes de los Alpes y de la roca de Moneco, el yerno
abandona la vida, no por ello desaparecen del todo las miserias carnales que su larga frente a él con las tropas de Oriente53. ¡No, hijos míos, no acostumbréis vuestros años
unión con el cuerpo ha infiltrado en ellas; por eso se las prueba con penas y castigos y a guerras tan espantosas, ni volváis vuestras fuerzas contra las entrañas de la patria! ¡Y
expían con súplicas las antiguas culpas. Unas, suspendidas en el espacio, están tú el primero, ten compasión de ella y no empuñes jamás semejantes armas!
expuestas a los vientos; otras lavan en el abismo sus manchas y otras se purifican en el
fuego.
51
Fasces: haz. Insignia de cónsul.
Todos los manes padecemos algún castigo, tras lo cual se nos envía a los 52
Se refiere a L. I. Brutus, primer cónsul de Roma en el 509 a. C.
espaciosos Campos Elíseos. Pocos los alcanzan después de que un larguísimo período, 53
Se refiere a César y Pompeyo, suegro y yerno, pues este último estaba casado con Julia, hija de
cumplido el orden de los tiempos, borra todas las manchas y deja el alma reducida sólo César.
51 52
La Eneida La Eneida
»Ése someterá Corinto y llevará su carro victorioso al alto Capitolio, aquel
conquistará Argos, Mecenas y a un descendiente de Aquiles, vengando así a los Capítulo X
antepasados de Troya a los profanados templos de Minerva. ¿Quién podrá olvidarse
de ti, Catón, y de ti, Cosso? ¿Quién dejará de nombrar al linaje de los Gracos y a los dos
Escipiones, rayos de la guerra, terror de Libia, y a ti, Fabricio, poderoso en tu pobreza, Preparativos de guerra
o a ti, Máximo, que ganando tiempo conseguirás salvar la república. Neptuno hinchó sus velas con vientos favorables y los llevó lejos del estrecho
donde la cruel Circe, con sus conocimientos de poderosas hierbas, transforma la figura
»Otros sacarán figuras vivas del bronce y del mármol, pronunciarán mejor sus humana de los visitantes en semblante y cuerpo de fieras.
discursos, medirán con el compás los caminos del cielo y anunciarán la salida de los
astros: Tú, romano, atiende a gobernar los pueblos; ésas serán tus artes, y también Ya se sonrosaba el mar con los primeros rayos del sol, y la dorada aurora desde
imponer condiciones de paz, perdonar a los vencidos y derribar a los soberbios. el alto éter resplandecía en su carro, tirado por dos caballos de color rosa, cuando
Eneas descubre desde la nave un espacioso bosque por el que desemboca el caudaloso
»Mira cómo se adelanta Marcelo por encima de los héroes. Ése sostendrá algún Tíber, amarillo por la abundante arena. Allí las aves revolotean con gorjeos y allí entra
día la fortuna de Roma en medio de una gran revuelta. Arrollará a los cartagineses y al alegre la expedición por el río.
galo rebelde, y colgará en el templo de Quirino el tercer trofeo. Pero ese gallardo joven
que le acompaña apenas vivirá en la tierra. ¡Cuántos gemidos se levantarán por él en Dame ahora tu auxilio, oh Erato, para contar los reyes y los remotos sucesos del
Roma, qué funerales! Ningún joven de raza troyana levantará tan alto las esperanzas Lacio. Inspira, oh musa, al poeta.
de sus abuelos latinos ni la tierra de Rómulo se ufanará tanto de ninguno de sus hijos;
Gobernaba en larga paz a los laurentinos el anciano rey Latino, hijo de Fauno y
jamás enemigo alguno se le hubiera opuesto impunemente a pie o a caballo. Dadme
descendiente de Saturno, primer fundador de su linaje. Este rey sólo tenía una hija y la
lirios a manos llenas que he de cubrirlos de flores púrpura y colmar su alma al menos
pretendían multitud de príncipes, sobre todo Turno, a quien la esposa del rey deseaba
con este vano homenaje».
como yerno. Pero algunos extraños prodigios que parecían aplazar la boda llevaron al
Después de alentar el ánimo de Eneas con el deseo de su futura gloria, le cuenta rey a consultar el oráculo, y éste le aconsejó no dar su consentimiento a una boda con
las guerras que está destinado a pasar y le muestra de qué modo podrá evitar y resistir un esposo latino, pues iba a llegar un extranjero con cuya alianza llegaría hasta las
los trabajos que le aguardan. estrellas la gloria de sus descendientes.
Hay dos puertas del sueño, una de cuerno, por la que salen fácilmente las Eneas, lulo y los troyanos al desembarcar en el bosque dispusieron una comida
visiones verdaderas; la otra de blanco marfil por la que envían los manes los falsos de frutas silvestres sobre unas tortas de flor puestas sobre la hierba. Al terminar, como
sueños. Por ella despide Anquises a la Sibila y a Eneas, que se dirige a las naves. Él y sus el hambre aún les acuciaba, empezaron a comer las tortas utilizadas como mesas. Y
compañeros llegan a la orilla del puerto de Cayeta, donde anclan sus naves. ese fue el indicio de que aquella era la tierra prometida para ellos, pues se cumplía el
vaticinio de su padre Anquises: «Cuando el hambre te fuerce a devorar también las
mesas, habrán acabado las fatigas y se ha de fundar y fortificar la primera población«.
Eneas envía al rey cien emisarios coronados de ramos de olivo y con regalos para
pedirle paz para los troyanos. Mientras, él señala en la hierba con una zanja el
reducido circuito de las murallas y, a modo de campamento, rodea sus primeras
viviendas con almenas y empalizadas.
El rey Latino los recibió en un espacioso templo de cien columnas en la parte más
alta de la ciudad. En su vestíbulo estaban por orden las efigies de los ascendientes
talladas en madera de cedro: Ítalo, el primero que plantó la vid; el viejo Saturno; Jano
de las dos caras, y los demás reyes. Allí colgaban además multitud de armas, carros,
segures, penachos, escudos y espolones de naves arrebatadas a los enemigos.
Moneo como portavoz de los troyanos expuso la situación que había llevado
hasta allí a su pueblo, así como el vínculo de su antepasado Dárdano con ellos. El rey
acepta la alianza que proponen y les habla del oráculo sobre la llegada del extranjero.
Les manda de vuelta con veloces caballos y un carro de dos corceles para que Eneas
acuda ante él.
53 54
La Eneida La Eneida
Pero en esto Juno divisa en lontananza el júbilo de Eneas y los troyanos. Decide, Tristes pensamientos de guerra perturban el ánimo de Eneas. Una noche en que
furiosa, que aunque no pueda arrebatarle a Eneas el imperio del Lacio, ni impedir que se tendió junto a la ribera del río, se le apareció el mismo dios Tíber con la figura de un
Lavinia, la hija del rey Latino, sea de Eneas, exterminará a fuerza de guerra los pueblos anciano que salía de las aguas, y le habló así:
de ambos reyes: el suegro y el yerno. Evoca entonces a la gorgona Alecto, cuyo
corazón sólo se complace en tristes guerras, iras, traiciones y crímenes. Alecto, al ser —«Hijo del linaje de los dioses, aquí tienes morada segura, no desistas.
invocada, se dirige a la morada del rey Latino y le arroja una de las serpientes de su Encontrarás bajo las encinas de la ribera una corpulenta cerda blanca amamantando a
cabello a la reina Amata. Se desliza la víbora entre sus ropas y le destila el veneno de treinta lechones blancos como ella, ése es el sitio en el que has de edificar tu ciudad.
las furias. La reina intenta hacer cambiar de resolución a Latino pero, en vista de la Pasados treinta años Ascanio edificará la ciudad de Alba, cuyo nombre, que significa
inutilidad de sus intentos, huye a las selvas y esconde en ellas a su hija, para evitar el "blanca", recordará el encuentro que te he mencionado. El vaticinio es seguro, y
enlace con el troyano. Invoca a Baco empuñando el tirso como una ménade54 Vuela la segura será la victoria si alcanzas alianza con Evandro, rey de los árcades,
fama de este suceso y las demás madres son arrastradas también por las furias a descendientes de Palante, que están en continua rivalidad con la nación latina.
abandonar sus casas y soltar sus cabelleras. Amata, aguijoneada con los estímulos de Levántate y aplaca con preces y súplicas la ira de Juno. Una vez venzas, me tributarás
Baco, agita una tea encendida en medio de sus alaridos y las invita a celebrar orgías. honores con sacrificios».
Alecto, al ver desbaratados de esa parte los planes del rey Latino, se dirige Siguiendo su consejo, Eneas con la primera luz del día cogiendo agua del río con
entonces a la ciudad de los rútulos55 y enciende la ira de Turno. Éste declara a sus sus manos hizo promesa de tributarle siempre ofrendas. Al punto se cumplió el
principales guerreros que va a marchar contra el rey Latino, manda tomar las armas, vaticinio del encuentro de la cerda blanca y de sus crías. Eneas las inmoló en ofrenda a
fortificar Italia y arrojar de sus confines al enemigo. Alecto vuela entonces al Juno y emprende camino río arriba con dos birremes hacia las tierras de Evandro. Lo
campamento de los teucros y hace que lulo dé muerte al ciervo de Silvia, hija de Tirreo encontró haciendo sacrificios en el campo y tras darse a conocer le expuso su deseo de
el mayoral del rey Latino. La Gorgona da el sonido de alarma entre los pastores y éstos alianza. Evandro la aceptó y como amigos participaron todos juntos del festín
acuden con improvisadas armas. La juventud troyana acude también en auxilio de campestre. El rey les explicó el origen de aquella fiesta:
Ascanio y se inicia el combate. —«Allí arriba entre las rocas había una espaciosa caverna donde el horrible
Aún quería Alecto suscitar rumores que sublevaran a los pueblos vecinos, pero monstruo Caco, medio hombre, medio fiera, hijo de Vulcano, mataba a sus víctimas.
Juno, sabedora de que Júpiter no consentiría que la Gorgona vagara libre por más Después de muchas súplicas acudió en nuestro auxilio el divino Alcides, hijo de Júpiter,
tiempo, la envía de nuevo a los infiernos. también conocido como Hércules, pastoreando los enormes bueyes de Gerión. Caco
sustrajo del rebaño cuatro toros y cuatro becerras, y para que sus pisadas no dieran
La propia Juno persevera en dar la última mano a la guerra. Llega Turno en indicios del robo, se los llevó a la cueva tirándolos de la cola. Pero los mugidos desde la
medio del furioso y sangriento tumulto y aumenta la confusión con sus quejas. Acuden caverna lo delataron y Hércules, enfurecido, embistió en vano tres veces el peñón.
entonces las madres poseídas de furor báquico que vagaban por las selvas celebrando Empujó entonces con toda su fuerza una roca que tapaba la parte trasera de la cueva.
orgías. Todos piden la guerra y asedian el palacio. El rey resiste semejante a una roca La hizo estremecer y la arrancó de cuajo haciéndola caer al precipicio. Retumbó el
en el mar, pero finalmente se encierra en su palacio y abandona las riendas del cielo, estallaron las riberas desmenuzadas y el río retrocedió aterrado. Quedó al
gobierno, impotente para mantener la paz. Es Juno la que empuja con su propia mano descubierto el antro; el monstruo sobrecogido por la repentina luz empezó a lanzar
las puertas del templo de la guerra custodiadas por Jano. rugidos más espantosos que de costumbre, mientras Hércules le arrojaba toda clase de
armas, troncos de árboles y piedras. El monstruo empezó a lanzar bocanadas de humo
Arde Italia en bélico furor; todos buscan armas; todos olvidan su amor a la reja y y llamas por sus fauces, pero Alcides lo agarra con sus robustos brazos y lo comprime
al arado; la hoz se trueca en arma; todos vuelven a forjar en la fragua las espadas de hasta hacerle saltar los ojos de sus órbitas y arrojar sangre por la boca. El héroe
sus padres. Guerreros de múltiples pueblos y linajes de Ausonia56 se preparan para recuperó los bueyes y la gente acudía a contemplar el cadáver del monstruo».
combatir junto a Turno. Incluso desde la nación volsca57 llega al frente de sus huestes
la guerrera Camila. Toda la juventud, todas las madres acuden de las casas y los Continuaba el ritual con cánticos en honor a Hércules, celebrando sus trabajos: la
campos para admirar su bizarría. muerte de los dos centauros y del monstruo de Creta, el león de Nemea, su victoria
sobre el can Cerbero, Tifeo, y la hidra de Lerna. En el camino de regreso el rey Evandro,
fundador de la ciudadela romana, le contó los orígenes de aquel asentamiento:
55 56
La Eneida La Eneida
raza indómita que vivía errante por los montes, y les dio leyes, y puso el nombre de brazos. Las madres árcades redoblan sus votos a los dioses con el miedo que
"Lacio" a estas playas, en memoria de haber encontrado en ellas un asilo seguro donde acrecienta el cercano peligro; la imagen de Marte se les aparece más terrible. Sale por
ocultarse. Los años del reinado de Saturno se conocen como la edad de oro, pues regía fin la caballería por las puertas de la ciudad, marchando entre los primeros Eneas y
sus pueblos en plácida paz. Acates. Les siguen los troyanos. En el centro del escuadrón se distingue Palante con su
vistosa clámide y sus brillantes armas. Las madres, temblorosas, siguen con los ojos la
Hasta que poco a poco llegó una edad inferior a la que siguieron el furor de la nube de polvo y el resplandor metálico de las armas.
guerra y el ansia de poseer. Entonces vinieron huestes ausonias y tribus sicanas, y
muchas veces cambió de nombre esta tierra de Saturno; la dominaron sucesivos reyes, No lejos del bosque que los pelasgos consagraron a Silvano (el dios de los
y entre ellos el bravo Tíber de gran caudal, por el que con el tiempo los ítalos le campos y de los ganados) Eneas y su escogida juventud guerrera pasaron a descansar.
pusieron su nombre al antiguo río Álbula». Entonces Venus se aparece resplandeciente sobre las etéreas nubes, trayendo a su hijo
el don prometido, que éste contempla admirado.
Prosiguieron el camino y le muestra a Eneas el altar y la puerta que los romanos
denominan Carmental en honor de la ninfa Carmenta. Luego llegaron al bosque donde En el escudo había representado Vulcano toda la historia de Italia y los triunfos
Rómulo abrió el refugio Lupercal, que significa "del lobo", igual que los árcades tienen de los romanos, la futura descendencia de Ascanio y las grandes batallas.
el nombre de Liceo con el mismo significado. Desde allí le lleva a la roca Tarpeya y al
futuro Capitolio. En sus bosques creen que mora el mismo Júpiter. Más allá ven dos Allí se veía a la loba amamantando a los dos mellizos. No lejos de allí el rapto de
ciudades derruidas, una fundada por Jano, llamada Janículo, la otra por Saturno y de las sabinas y la guerra entre la gente de Rómulo y el viejo Tacio y los austeros curites.
nombre Saturnia. Se encaminan entonces a la humilde ciudad de Evandro. En lo que Más allá una cuadriga desgarraba a Mecio por orden de Tulo. Allá estaba Porsena
luego será el foro romano se veían andar sueltos los rebaños; las vacas mugían en amenazador. En pie sobre la roca Tarpeya Manlio defendía el templo y el Capitolio. Un
donde se alzan luego las magníficas Carenas. El rey acoge a Eneas como huésped en su blanco ánade anunciaba con su canto que los galos estaban en las puertas de Roma. Se
reducida morada. distinguían por sus dorados cabellos y sus indumentarias bélicas. Allá se veían
cincelados los saltadores salios, los lupercos desnudos, los flámines con sus penachos
Por la noche Venus, preocupada por el levantamiento de los laurentinos, inflama de lana. Lejos de allí estaban representadas las mansiones del Tártaro y los castigos de
con palabras y caricias el amor de su esposo Vulcano para conseguir de él que forje los crímenes. Allí estaba Catilina, suspendido de un escollo y temblando ante las furias.
una armadura para Eneas. Después del primer sueño se dirige el dios Vulcano a En sitio seguro se veían los varones piadosos y Catón dictándoles leyes.
Vulcania, la isla situada entre Sicilia y Lípari donde tiene en sus profundas y humeantes
cuevas la fragua en la que trabajan los cíclopes. A éstos les insta Vulcano a dejar sus Entre las imágenes se extendía el mar surcado por delfines de plata. En medio se
trabajos para emprender de inmediato la forja de las armas. apreciaban dos escuadras y la batalla de Accio. De un lado se ve a César Augusto
capitaneando a los ítalos y a Agripa que se ciñe las sienes con la corona rostral. En el
Mientras tanto Evandro y Eneas se levantan con el alba. El rey le explica su bando opuesto Antonio con bárbara tropa, vencedor de los pueblos de la Aurora y de
situación entre sus vecinos los rútulos liderados por Turno y los etruscos. Le aconseja los de las costas del mar Rojo, trae las fuerzas del Oriente y le sigue su esposa egipcia,
aliarse con éstos últimos, pues Etruria58 entera se sublevaría contra los rútulos, pero Cleopatra. Se ve esculpido lo más recio de la batalla. Todo linaje de monstruosas
les detiene un vaticinio que les advierte de que el cielo no concede a ningún ítalo divinidades junto con Anubis luchan contra Neptuno, Venus y Minerva. Marte, ciego
someter a la poderosa nación de los rútulos: deben buscar capitanes extranjeros. Han de ira, las furias, la Discordia y Belona están también presentes. Y Apolo, protector del
solicitado por ello la alianza con Evandro, pero su avanzada edad no le permite Lacio, dispara su arco. La reina, pálida ya por su próxima muerte, huye en medio del
acometer esa empresa, y su hijo por ser de madre sabina ya no es extranjero. Evandro estrago frente a la imagen del Nilo.
confía en que Eneas sea el extranjero designado por los dioses.
César llega con triple triunfo a las murallas de Roma, hierven las calles en gritos
Eneas meditaba estos consejos cuando un relámpago estalló en el cielo. Todos se de alborozo, juegos, aplausos, coros y sacrificios. César examina las ofrendas de los
espantaron, pero Eneas comprende que se cumplen con ello las promesas de su pueblos y ante él desfilan las naciones vencidas, tan diferentes en trajes y armas como
madre. Le comunica a Evandro que acepta la decisión de capitanear las tropas y en lenguas: los nómadas, los morinos, habitantes de los últimos rincones de la tierra,
dirigirse a la guerra. Celebran los sacrificios rituales y Eneas elige a sus soldados más los africanos, los léleges, los carios y los gelonos, armados de saetas. Allá se ve el
valerosos. Los restantes se embarcan de nuevo para informar a Ascanio de los Eufrates, el Rhin y el Araxes.
prósperos sucesos de su padre.
Todo lo contempla maravillado Eneas ignorando su significado. Con gozo se ciñe
Evandro se despide amorosamente de su hijo Palante solicitando a los dioses al hombro el tahalí que sujeta la fama y el destino de sus descendientes.
seguir con vida tan sólo si ha de volver a ver a su hijo de vuelta y estrecharlo entre sus
58
Región de la península itálica, al norte del Lacio.
57 58
La Eneida La Eneida
Capítulo XI Eneas. Y al punto dos jóvenes resueltos, Niso y Euríalo, se ofrecen para ir a buscar al
rey. Y aunque su decisión y su valor fue mucho y consiguieron penetrar en el
campamento rútulo y provocar una matanza, la suerte quiso que al abandonar el lugar
fuesen sorprendidos por un escuadrón enemigo de unos trescientos jinetes
El Asedio comandados por Volcente. La lucha fue dura y ambos jóvenes murieron en el intento
Y mientras tanto Juno envía desde el cielo a Iris para que alerte al valiente Turno: no sin provocar también la muerte del jefe rútulo.
«Eneas ha abandonado la ciudad, a sus compañeros y sus naves, y se dirige al reino
Palatino y al palacio de Evandro. ¿Por qué dudas? No pierdas el tiempo y ataca su Y ya la Aurora, abandonando el lecho de Titono, su esposo, bañaba las tierras
campamento». con una nueva luz, cuando salió el sol. Turno llama a la lucha a los guerreros y,
levantando dos lanzas, clava en ellas las cabezas de Niso y Euríalo. Los troyanos, al
Así habló y con sus alas se eleva y describe bajo las nubes un gran arco. El joven contemplar los rostros de los dos amigos chorreando negra sangre, se sintieron
al reconocerla emprendió su marcha con todo el ejército. Los teucros se refugiaban profundamente conmovidos.
tras las puertas y llenaban las murallas, pues así lo había ordenado Eneas.
Sonó la broncínea trompeta, se oyó un fuerte griterío y el cielo rugió. Los volscos
Turno, montado en un caballo tracio de manchas blancas y ataviado con un casco formaron en posición de tortuga alzando sus escudos y se dispusieron a ocupar los
de oro de rojo penacho, se presenta ante los muros de la ciudad con una veintena de fosos y a arrancar las vallas. Los teucros, acostumbrados a defender los muros en una
sus hombres y arroja una jabalina a los aires en señal de combate. Pero los teucros no larga guerra, disparaban dardos contra ellos y dejaban caer enormes rocas. Se cuenta
le hacen frente con las armas, sino que se limitan a defender el campamento. Así pues que entonces por primera vez disparó en la guerra su rápida flecha Ascanio y que con
decidió atacar las naves para hacerles salir de la fortificación. Rápidamente se su propia mano derribó a Numano, guerrero rútulo casado con la hermana menor de
apoderan del fuego de las hogueras y las llamas de Vulcano ascienden hasta los astros Turno, que le provocaba con estas palabras: «¿No os avergüenza, frigios, estar
mezcladas con cenizas. Pero sorprendentemente las naves no ardían. Este prodigio se retenidos de nuevo dentro de un vallado y anteponer muros a la muerte? ¡Estos son
explicaba por una antigua leyenda que decía que, cuando Eneas empezó a construir su quienes pretenden mediante una guerra unirse a nuestras mujeres! ¿Qué dios o qué
flota en el monte Ida, la propia madre de los dioses, Berecintia (también conocida locura os ha empujado a Italia? No están aquí los atridas, ni Ulises, el de engañosas
como Cibeles) le pidió a Júpiter que las naves de Eneas no fueran quebrantadas por palabras: nosotros somos una raza de dura estirpe. A vosotros os gustan los vestidos
ningún viaje, pues ella misma le había cedido los pinos de su bosque sagrado para teñidos con azafrán y púrpura, os agrada bailar, vuestras túnicas tienen mangas y
construirlas. Júpiter le respondió: «Madre, ¿pretendes que naves construidas por vuestras mitras lazos. ¡Oh frigias, dejad las armas para los hombres y renunciad al
manos mortales tengan naturaleza inmortal y que Eneas recorra seguro los inciertos hierro!».
peligros del mar? Eso no es posible. Sólo cuando hayan terminado su viaje, a aquellas
que se salven de las olas las despojaré de su forma y mandaré que se transformen en Ascanio no pudo soportar tales ofensas, ajustó una flecha en su arco, suplicó a
diosas del vasto mar, como las nereidas Noto y Galatea, que con su pecho cortan el Júpiter y disparó. La flecha alcanzó la cabeza de su adversario y atravesó sus sienes con
espumoso mar». el hierro. En ese mismo momento Apolo contemplaba la escena desde arriba, sentado
sobre una nube, y dirigió estas palabras a Ascanio: ¡Bravo por tu valor, muchacho, así
Las Parcas habían hilado ya los hilos del tiempo señalado, cuando el ataque de se asciende a los astros, hijo y padre de dioses! Troya se te queda pequeña».
Turno animó a la Madre a apartar de las sagradas naves el fuego. Se oyó entonces una
voz en el cielo que decía: «¡Marchad, diosas del mar, vuestra madre os lo ordena!» Y Los jefes troyanos, obedeciendo órdenes de Apolo, contienen a Ascanio y corren
rápidamente las naves rompen sus amarras y se dirigen como delfines a las ellos mismos al combate. Al instante se origina una dura batalla. Pándaro y Bitias abren
profundidades del mar. Al instante salen a la superficie otras tantas doncellas. las puertas y desafían al enemigo a entrar en las murallas; y los rútulos y el propio
Turno lleno de cólera corren hacia las puertas y arremeten de lleno contra el enemigo,
Pero este espectáculo no mermó la confianza del valiente Turno y, decidido, provocando una enorme matanza. Pándaro, al ver en el suelo el cuerpo de su propio
increpaba a los suyos diciéndoles: «Estos prodigios son contrarios a los troyanos. hermano, cerró la puerta dejando fuera a muchos de los suyos y dentro al propio rey
de los rútulos, como si de un tigre en medio del ganado se tratase. Pándaro le arrojó
Los mares son intransitables para ellos y no les queda ya esperanza de huida: la
una jabalina, pero Juno desvió el golpe y ésta se clavó en la puerta. Y entonces Turno
mitad del mundo les ha sido arrebatada y la tierra está en nuestras manos. No necesito
levantó su espada y con el hierro parte por el medio la frente de su enemigo. Los
para combatir a los teucros las armas de Vulcano, ni mil naves; que no teman las
troyanos huían presos del horror. Y si el vencedor hubiese roto los cerrojos y hubiese
tinieblas, ni el robo del Paladio; no nos ocultaremos en el oscuro vientre de un caballo.
dejado entrar a sus compañeros, aquel hubiese sido el final de la guerra y del pueblo
Pienso rodear sus muros con fuego a plena luz del día».
troyano. Pero el furor le cegó y le empujaba hacia los enemigos. Los teucros le
Los troyanos, observando esto desde lo alto de la empalizada, rápidamente acosaban pero, al igual que un león acorralado por cazadores no puede ni atacar ni
convocan un consejo paran decidir qué debían hacer o quién iría a comunicárselo a volver la espalda, así se encontraba Turno. Y aunque Juno estuvo tentada de darle
fuerzas para seguir luchando, cedió a las órdenes de Júpiter. Su casco retumbaba con
59 60
La Eneida La Eneida
los dardos y las piedras, y su escudo no podía ya defenderle de los golpes; el sudor le a la popa y le habló así: «Eneas, nosotras somos los pinos del sagrado monte Ida, ahora
recorría el cuerpo y el jadeo sacudía sus cansados miembros. Finalmente, de un salto ninfas, antes tu flota. Cuando el rútulo intentaba destruirnos, rompimos las amarras y
se zambulle en el río, que le lleva de regreso junto a sus compañeros contento por la vinimos a buscarte. Nuestra Madre nos convirtió en divinidades marinas. En estos
hazaña. momentos tu hijo Ascanio se encuentra cercado por los latinos. Date prisa, ordena a
tus aliados atacar y tú empuña el escudo que Vulcano el ignipotente te regaló. Si haces
Mientras tanto en el Olimpo el padre de los dioses y rey de los hombres convoca caso a mis palabras muchos rútulos encontrarán mañana la muerte».
una asamblea y dice así: «Habitantes del cielo ¿Por qué os enfrentáis así? Yo había
prohibido que Italia combatiera a los teucros. ¿Qué ha llevado a unos y otros a El troyano hijo de Anquises atónito no comprendía nada, pero el presagio le
enfrentarse? Ya llegará el momento de luchar, cuando la fiera Cartago atraviese los elevó el ánimo. Y cuando desde lo alto de la popa divisa el campamento troyano,
Alpes y amenace las ciudades romanas. Ahora serenaos y haced las paces». levanta con la izquierda su brillante escudo, y el clamor de los dardánidas se eleva
hasta el cielo. Turno rápidamente se dirige hacia la orilla con los suyos para intentar
A estas palabras de Júpiter respondió Venus diciendo: «Oh padre, ¿Ves cómo repeler a los que pretendían desembarcar. Se desencadena entonces una encarnizada
Marte ayuda a Turno y a los rútulos? Otra vez el enemigo amenaza los muros de la lucha y, mientras caían valientemente por ambos bandos, Juno se dirige a su esposo
nueva Troya. Si los troyanos se han dirigido a Italia sin tu permiso, no les ayudes; pero Júpiter para implorar por la vida de Turno, y el rey del Olimpo le contestó: .Si lo que
si lo hicieron siguiendo los vaticinios de los dioses superiores y los Manes59, ¿Por qué pides es un aplazamiento de su muerte, llévatelo mediante una huida». Al instante la
ahora establecer nuevos destinos? No me conmueve la promesa de un imperio. Si tu diosa creó con una nube hueca una sombra parecida a Eneas, la viste con armas
esposa no concede ninguna región a los teucros, te suplico padre que me permitas troyanas, copia el escudo y le presta palabras vacías y el mismo caminar del troyano.
salvar a mi nieto Ascanio de la guerra. ¿De qué les ha servido a los teucros haber La imagen provoca la ira de Turno, quien le persigue con la espada desenvainada hasta
escapado de la destrucción de la guerra y haber superado tantos peligros? Mejor llegar al puente de una embarcación. Una vez dentro, la Saturnia61 rompe amarras y
hubiese sido que se hubiesen asentado sobre las cenizas del solar donde estuvo conduce a Turno hasta la ciudad de su padre Dauno.
Troya».
Entretanto, el cruel e impío Mecencio que, al ser depuesto como rey por los
Entonces Juno, llevada por una gran ira, contestó: «¿Por qué me obligas a etruscos, fue acogido por Turno, exacerbado por Júpiter, entra en combate y ataca a
romper mi silencio y a contar con mis propias palabras el dolor que oculto? ¿Qué dios los teucros ya casi vencedores. Acuden contra él las tropas de los tirrenos, aliadas de
o qué hombre obligó a Eneas a emprender esta guerra o a enfrentarse al rey Latino? troyanos, pero él, como una roca, va aniquilando uno por uno a todo el que se le
Tú puedes arrancar a Eneas de las manos de los griegos y puedes convertir sus naves acerca; nadie tiene el valor de acudir con su espada desenvainada y le atacan desde
en otras tantas ninfas; entonces, ¿es acaso un crimen que nosotros ayudemos a los lejos con armas arrojadizas. Él, imperturbable, rechaza las jabalinas. El terrible Marte
rútulos? Eneas está ausente y no sabe nada: que siga así. ¿Quién enfrentó a troyanos empieza a repartir por igual el dolor y las matanzas entre ambos bandos, ni unos ni
contra aqueos? ¿Cuál fue el motivo de que Europa y Asia se enfrentaran? Y ¿quién otros piensan en la retirada. Eneas se dispone a enfrentarse a Mecencio que le
rompió los pactos con un rapto? ¿Acaso el adúltero dardanio saqueó Esparta con mi aguarda inalterable; la fortuna no acompaña al tirreno que cae herido el primero; su
ayuda, o le di yo los dardos, o hice intervenir a Cupido? Entonces tenías que haberte hijo Lauso acude en su ayuda pero muere en el intento; Mecencio, más exaltado
preocupado de los tuyos y no ahora. Ya es tarde, te quejas injustamente y provocas todavía, acude raudo, pero, derribado del caballo, siente la espada de Eneas en su
enfrentamientos innecesarios». cuello. Frente a esta situación, el tirreno levanta los ojos y hace una última súplica:
Tras las palabras de Juno tomó la palabra el padre omnipotente: «Escuchad lo «sólo te pido una cosa, si es que los enemigos vencidos tienen alguna gracia, que
que voy a decir. Puesto que el pacto entre ausonios y teucros no es posible y vuestra permitas que la tierra cubra mi cuerpo, pues sé que me rodean crueles odios de los
disputa no tiene fin, yo no mostraré ninguna preferencia por la suerte de cualquiera de míos, defiéndeme de su furor y permíteme reposar en el sepulcro en compañía de mi
estos rivales. ¡Que cada cual asuma el destino y los sufrimientos que provoque! Júpiter hijo». Después de decir esto se clava la espada en su cuello y muere.
será soberano para todos por igual. Los destinos encontrarán su camino».
Por su parte Eneas, una vez concertada la alianza con el pueblo lidio60, regresaba
por mar comandando su propia nave y acompañado de una flota de unas treinta
embarcaciones venidas de numerosas ciudades de Italia. Y allí en medio de la noche
manejaba el timón y vigilaba las velas. Entonces, en medio del mar le salen al
encuentro las ninfas, que en otro tiempo habían sido sus naves y ahora eran
divinidades por mediación de Cibeles. De entre ellas Cimodocea se cogió con la diestra
59
Dioses menores, protectores del hogar; eran las almas de los muertos divinizadas.
60 61
Perteneciente a una región del Asia Menor, corresponde al territorio de la actual Turquía. La hija de Saturno, Juno.
61 62
La Eneida La Eneida
Capítulo XII En medio de todos estos movimientos, regresan entristecidos los legados que
habían sido enviados por el rey Latino a la ciudad de Diomedes63 para obtener su
alianza, pues a pesar de su gran esfuerzo no han conseguido nada, ni han servido
tampoco los valiosos presentes. Diomedes les ha dicho que desde que regresaron de la
La estirpe latina guerra de Troya él y todos los que violaron con el hierro los campos de Ilión han
Al amanecer Eneas, aunque está impaciente por inhumar los cuerpos de sus sufrido por el mundo terribles suplicios y el castigo de todos sus delitos, que ya no
compañeros, cumple primero como vencedor sus votos a los dioses. Coloca sobre un quiere ninguna guerra con los teucros y que por propia experiencia les aconseja que
túmulo una encina y la reviste con las brillantes armas de Mecencio como trofeo al hagan un pacto en las condiciones que Eneas les ofrezca y que no lleguen a
poderoso Marte. Entonces, rodeado por un gran numero de aliados, les exhorta con enfrentarse con él.
estas palabras: «Guerreros, la parte más importante de nuestra empresa se ha llevado
ya a cabo, alejad pues todo temor por lo que nos resta por hacer. Estos son los Cuando el rey Latino64 escuchó lo que habían dicho, invocando a los dioses,
despojos de un rey soberbio. Ahora debemos marchar contra los muros del rey latino. habló desde lo alto de su trono: «Estamos haciendo una guerra absurda contra una
Preparad vuestros espíritus para el combate y confiad en el desenlace de la guerra. raza de dioses y contra guerreros invencibles. No voy a culpar a nadie de esta
Pero antes entreguemos a la tierra los cuerpos insepultos de nuestros compañeros situación; se ha luchado valientemente, pero ahora tenemos al enemigo en nuestras
(único homenaje en las profundidades del Aqueronte) y rindámosles los honores puertas. Aunque mi mente está indecisa, he decidido ofrecer a los teucros, a cambio
supremos». de su amistad, una antigua posesión que tengo junto al río Toscano, para que se
establezcan allí, si tan grande es su deseo de levantar en estas tierras sus murallas.
Sin apenas contener las lágrimas termina de hablar y se encamina a su morada Pero, si tienen intención de alcanzar otras fronteras, les ayudaremos a construir
donde se encuentra el cadáver de Palante, velado por un numeroso grupo. Cuando cuantas naves precisen para el viaje. Elijamos a cien embajadores de las más nobles
Eneas contempla su pálido rostro, sollozando dice: «No me ha permitido la Fortuna familias para que les ofrezcan estas propuestas». Al acabar el rey intervino Drances
devolverte a tu hogar paterno después de haber alcanzado el triunfo; no es esto lo que que era de la opinión de establecer la paz con los teucros y, aun contando con la
yo le prometí a tu padre cuando me advirtió que iba a combatir contra una nación ruda oposición de la reina, sellarla con un digno himeneo entre Lavinia, hija del rey Latino, y
y fuerte. ¡Ay desdichado padre que va a ver el funeral de su propio hijo! Pero, Evandro, Eneas. Pero ante estas propuestas el rey de los rútulos, Turno, se irrita y lo acusa de
no verás en él heridas vergonzosas recibidas en la huida. ¡Qué gran persona pierde ser muy diestro en palabras pero no en armas. En eso llega un mensajero con la noticia
Ausonia y qué poderosa ayuda pierdes tú, lulo!». Cuando terminó este lamento, de que en orden de batalla descienden desde el Tíber por toda la campiña los teucros y
ordenó que fueran elegidos de entre todo el ejército mil guerreros para que llevaran el ejército tirreno. Turno aprovecha la ocasión e, impetuoso, empieza a dar órdenes y
con todos sus honores el cuerpo de Palante ante su anciano padre. se ciñe precipitadamente las armas para el combate. Sale a su encuentro Camila
seguida por el ejército de los Volscos y le dice: «Deja que yo con mi mano intente los
Mientras tanto, acuden legados de la ciudad latina implorando que les
primeros peligros de la guerra, tú permanece con la infantería detrás de los muros y
devolviesen los cuerpos de los suyos que yacían por la campiña para poder inhumarlos
guarda las murallas».
en un túmulo. El bondadoso Eneas les responde con estas palabras: «Latinos, ¿qué
indigna fortuna os ha implicado en una guerra tan dura y os ha hecho renunciar a la A estas palabras Turno le respondió: «Oh virgen, orgullo de Italia, ¿cómo
amistad que os ofrecía? Vosotros me pedís la paz para los muertos, pero yo también agradecer tu incondicional ayuda? Pero, ya que tu espíritu está por encima de todo,
quisiera concederla a los vivos. Vuestro rey abandonó nuestra alianza y se confió a las comparte conmigo los trabajos. Yo prepararé a Eneas una emboscada en el bosque. Tú
armas de Turno. Hubiera sido más justo que Turno afrontara la muerte y, si tenía la haz frente a la caballería tirrena».
intención de expulsar a los teucros, se enfrentara sólo con‐migo; hubiera sobrevivido
el que tuviera el favor de los dioses. Pero ahora, vamos, id y prended fuego a las piras Entretanto, en las mansiones celestes Diana, la hija de Latona, llama a la ligera
de vuestros míseros ciudadanos». El anciano Drances62 y todos los que le Opis, una de las ninfas de su séquito, y le dice estas tristes palabras: «Ya hace mucho
acompañaban se quedaron perplejos y de inmediato se mostraron favorables a tiempo que Métabo, rey de los volscos, fue expulsado de su reino por su tiránico
concertar nuevas alianzas. Acordaron una tregua de doce días, durante la cual los poder; en su huida se llevó consigo a su hija Camila que, por entonces, era muy
teucros y los latinos se mezclaron impunemente, levantando innumerables piras y pequeña; perseguido por los suyos, fue cercado junto a las crecidas aguas del río
sepultando los cadáveres de sus propios héroes. Amaseno; no viendo otra alternativa se dispuso a cruzar el río a nado, pero, temiendo
que su hija se ahogara, la sujetó a una jabalina e, invocándome, me la ofreció; yo me
apiadé de ella y la llevé sana y salva a la otra orilla. A partir de entonces su vida
transcurrió entre los bosques y las bestias salvajes. Desde muy pequeña su padre la
63
Esta ciudad era Argiripa, situada en el interior de la región de Apulia al sureste de la península
62
Era un anciano latino, enemigo acérrimo de Turno, gran orador y consejero poderoso en las itálica.
64
asambleas, pero no muy buen guerrero. Rey de Laurento en el Lacio, (vid. glosario mitológico).
63 64
La Eneida La Eneida
armó con la aguda jabalina y suspendió sobre su espalda un arco y flechas. Muchas empuñé las armas contra él. Desde entonces ya ves qué azares me persiguen. Ya que
madres quisieron tenerla como nuera, pero ella satisfecha únicamente conmigo, estoy dispuesto a aceptar a los teucros, ¿por qué no evitar tu muerte?». Pero la
cultivaba castamente su eterno amor a las armas y a la virginidad. Ahora ella, Camila, violencia de Turno no se doblega ante estas palabras y se mantiene firme en su
más querida para mí que ninguna otra, avanza hacia un terrible combate y en vano resolución.
ciñe nuestras armas. Yo hubiera querido que no tomase parte en esta contienda, pero,
puesto que los hados así lo quisieron, desciende tú, ninfa, y arroja una de mis La reina Amata, asustada por la nueva suerte de la lucha, trata de contener al
vengadoras flechas para que, el que viole con una herida ese cuerpo que me está impetuoso Turno y, sollozando, le dice: «Si sientes algún afecto por mí, no participes
consagrado, pague también con su sangre. Después yo transportaré hasta su patria su en esta lucha. Yo abandonaré la luz al mismo tiempo que tú, y no quiero ver a Eneas
cuerpo y sus armas para que tengan reposo bajo tierra». Rápidamente Opis obedece como yerno». Estas últimas palabras hacen derramar las lágrimas en el rostro de su
las palabras de la Trivia Diana65. hija Lavinia. El amor turba a Turno que clava en ella su mirada, aumentando su ardor
por el combate. Al instante llama a uno de los suyos para que anuncie a Eneas que, tan
Mientras tanto el ejército troyano, los jefes etruscos y todas las tropas de pronto como la Aurora enrojezca, ellos dos solos, sin sus ejércitos, se enfrentarán y en
caballería agrupadas en escuadrones iguales se aproximan a los muros. También el campo de batalla conquistarán la mano de Lavinia. Las condiciones satisfacen mucho
aparecen en la parte opuesta Mesapo y los rápidos latinos, Coras, con su hermano y el al jefe de los troyanos, quien, a pesar del miedo de sus compañeros y de su querido
escuadrón de la virgen Camila. Al instante por todas partes se extiende la oscura lulo, acepta, recordando a todos los suyos los oráculos.
sangre; los guerreros combatiendo con la espada pierden la vida y buscan gloriosa
muerte. En medio de esta matanza al etrusco Arrunte se le presenta la ocasión de A la mañana siguiente Juno, contemplando al pie de los muros de la gran ciudad
lanzar un dardo contra Camila; suplica la ayuda de los dioses del Olimpo para a los dos ejércitos, llama a Yuturna, hermana de Turno, a quien Júpiter en pago por
derribarla y volver después sano y salvo a su tierra. Febo Apolo le concedió la mitad de haberle arrebatado su virginidad le otorgó la inmortalidad, y le dice: «Ninfa, gloria de
su deseo y permitió que el otro se desvaneciera por los aires. Así pues la jabalina del los ríos, bien sabes que mientras la Fortuna y las Parcas se inclinaban a favor del Lacio,
etrusco se clavó en el desnudo pecho de la doncella. Camila gravemente herida intenta yo protegí a Turno y tus murallas; ahora yo ya no puedo hacer nada más, pero quizás
arrancar la jabalina, pero la sangre fluye abundantemente de su herida; ya moribunda tú corras mejor suerte. Ve, arranca a tu hermano de la muerte, o enciende la guerra y
se desploma, pero antes de morir encarga a su fiel compañera Acca que le lleve a rompe el pacto concluido. Yo patrocinaré tu audacia». Estas palabras dejaron a
Turno las últimas noticias. Cuando Opis, fiel guardiana de Diana, vio desde lejos que la Yuturna indecisa y a la vez preocupada por ayudar a su querido hermano.
doncella Camila caía mortalmente herida, gimió y con las flechas que le diera la diosa, Entretanto acuden los reyes y en sendos discursos ratifican lo ya pactado. En el
acabó con la vida de Arrunte; su cuerpo como era voluntad divina, quedó abandonado momento en que Turno avanza silenciosamente, aumenta el murmullo entre las filas
en el anónimo polvo de los campos. de los rútulos. Su hermana aprovecha la ocasión y, tomando la apariencia del noble
Turno furioso por la terrible noticia que le lleva Acca, abandona la posición que sabino Camertes, incita a todos para que se lancen al combate y rompan el pacto;
ocupaba en las colinas. Apenas había llegado a la llanura cuando aparece Eneas. además envía desde lo alto del cielo un prodigio cuyo presagio turba aún más sus
Ambos se dirigen a la ciudad con todas sus fuerzas y hubiesen entablado al instante la indecisas mentes; al instante, todos súbitamente se alzan contra los troyanos. El
lucha si con el declinar del día no hubiera llegado ya la noche. piadoso Eneas, tendiendo sus inermes manos, intentaba contener a los suyos. Pero, en
ese momento, alguien arroja una flecha que hiere a Eneas.
Cuando Turno, el hijo de Dauno, ve que todos sus aliados desfallecen y que con
sus miradas le reclaman que mantenga su promesa y se enfrente él solo a Eneas, con Turno, cuando vio que el jefe troyano se retiraba del combate y que los suyos
vehemencia le expone al rey Latino que él luchará sin vacilación y que vengará con el estaban turbados, se lanza a la lucha, enviando a la muerte a todo el que se le ponía
hierro el común ultraje, pero que, si no vence, entregue a Lavinia como esposa al por delante. Mientras, Eneas es llevado ante el anciano Yápige a quien el mismo Apolo
enemigo troyano. había enseñado las artes de la curación; pero en vano trata de mover el dardo y de
sacar el hierro con sus fuertes pinzas. Entonces Venus, abatida por el dolor de su hijo,
Latino, intentando resolver la situación sin verter más sangre, le dice: «Tú ya recoge unos tallos curativos del monte Ida e impregna con ellos el agua de una
posees el reino de tu padre Dauno y numerosas plazas fuertes que has conquistado. En brillante vasija; el anciano Yápige por casualidad baña la herida con esta agua y, de
el Lacio hay otras jóvenes solteras de noble linaje; los dioses no me permitían unir a mi pronto, desaparece todo el dolor del cuerpo de Eneas, la sangre se detiene y la flecha
hija con ninguno de sus antiguos pretendientes, pero yo, por mi aprecio y el que te se desliza.
profesa mi esposa, privé a mi hija de Eneas, después de habérsela prometido y
Desde un montículo Turno ve venir al jefe de los dardánidas que de nuevo hace
frente al enemigo seguido de todo su ejército. El clamor se eleva hasta el cielo y los
65
En los Infiernos se asimila a Hécate o Trivia, como diosa de las tres vías o rútulos retroceden aterrorizados. Eneas considera indigno atacar a los que se retiran y
caminos de la vida del más allá. busca solamente a Turno. Yuturna, atisbando el peligro, toma el aspecto del auriga de
su hermano y ella misma conduce el carro, alejando al joven rútulo del combate. Eneas
65 66
La Eneida La Eneida
sigue las huellas de su enemigo y lo llama a grandes voces. Entonces su hermosísima lleva el tahalí y el brillante cinturón de Palante, esto le irrita y enciende más su cólera,
madre introduce en la mente de éste la idea de aproximarse a los muros de la ciudad y clavando sin compasión la espada en el pecho del enemigo. Los miembros de Turno se
turbar a los latinos con una súbita desgracia. Así lo hace y sus dardos oscurecen el relajan con el frío de la muerte, y su alma indignada huye con un gemido a la mansión
cielo. La reina Amata, cuando ve desde su palacio que el enemigo se acerca, que el de las sombras.
fuego vuela hasta los techos y que por ninguna parte aparecen los escuadrones de los
rútulos, cree que Turno ha perecido y, no pudiendo soportarlo, se priva de la vida. La
noticia se extiende por toda la ciudad y la multitud se abandona al furor y a las
lamentaciones.
El clamor llega hasta los oídos de Turno que, apartado por su hermana, lucha al
otro extremo de la llanura; hasta él acude uno de los suyos implorando ayuda.
Entonces reconoce la intervención de Yuturna y, dejando a su hermana entristecida,
con rápida carrera irrumpe en medio de los escuadrones. Grita y llama a Eneas para
que entre ellos se decida el combate. En cuanto el venerable troyano lo oyó, abandonó
los muros y se dispuso a enfrentarse a su adversario. Ya todos contemplan cómo se
enfrentan entre sí los dos héroes nacidos en los dos extremos del mundo. La tierra
gime con los golpes de sus escudos cuando chocan. Turno, pensando que puede
hacerlo impunemente, se lanza y con la espada en alto asesta un golpe, pero, como
había cogido en su impaciencia la espada de su auriga y no la que le forjara Vulcano
para su padre Dauro, la pérfida espada se rompe y abandona al héroe, a quien no le
queda más que la huida.
Entretanto el dios todopoderoso del Olimpo se dirige a Juno: «¿Cuándo llegará el
final, esposa? Tú bien sabes que los hados favorecen a Eneas, ¿Qué maquinas, pues?
¿Acaso que la espada arrebatada le sea devuelta a Turno y aumentar así la fuerza de
los vencidos? Cede ya por fin, no atices el ánimo de Yuturna. Te prohíbo intentar nada
más, ya es suficiente». La diosa Saturnia le respondió: «Ciertamente porque sé que es
tu deseo, poderoso Júpiter, he abandonado contra mi voluntad a Turno y estas tierras;
tan sólo aconsejé a Yuturna para que ayudara a su desgraciado hermano y aprobé que
intentase mayores audacias en favor de su vida; lo juro por la fuente del Éstige, única
superstición que se les permite a los dioses superiores. Ahora cedo y abandono. Pero
te pido un último favor que, cuando establezcan la paz con un feliz matrimonio,
cuando fijen las condiciones de su alianza, no permitas que los Latinos indígenas
cambien su viejo nombre, ni que se hagan troyanos, ni que estos hombres cambien su
lengua y muden su vestido; que haya un Lacio, que haya a través de los siglos reyes
alba‐nos y que haya una estirpe romana poderosa por el valor ítalo; Troya ha perecido,
deja que lo haga también su nombre». Júpiter le respondió: «Te concedo lo que
deseas; yo haré a todos latinos, con una sola lengua y a esta raza que surgirá de la
mezcla de las dos sangres, la verás avanzar, gracias a su piedad, por encima de todas
las naciones y ningún otro pueblo te tributará honores tan grandes». Todo esto
complació a la Saturnia Juno.
Entonces el padre de los dioses aparta a Yuturna del combate. Eneas viendo que
Turno retrocede lo increpa, éste trata de abrirse camino con todo su valor, pero la
divinidad no lo permite. Mientras él vacila, Eneas blande el dardo fatal y lo lanza desde
lejos con toda su fuerza. La jabalina vuela y se clava en el muslo de Turno,
derribándolo. Él, ya en el suelo, levanta las manos suplicando que le devuelva junto a
los suyos. Ya dudaba Eneas cuando, de pronto, se da cuenta de que en sus hombros
67 68
La Eneida La Eneida
Epílogo ocasión inmejorable para recordar los poemas homéricos y, a través de él, revivir las
aventuras de los héroes de Troya. En Homero Eneas era ya valiente, pero sobre todo
era descrito como un héroe sabio: daba buenos consejos, respetaba a los dioses y por
ello se convirtió en su protegido. Y no olvides, por otra parte, lo importante que era
Con la derrota de Turno, el rey de los rútulos, se había consumado el destino de
para Augusto satisfacer las ansias del pueblo romano por unirse, al menos en sus
Eneas; por fin él y sus hombres habían llegado a la desembocadura del Tíber, el lugar
orígenes, al pueblo griego. No cabe duda de que la leyenda de Eneas le brindaba una
señalado por los sagrados augurios como la tierra prometida.
ocasión inmejorable».
TUCA: «El final de Turno está lleno de nobleza, ¿no crees, Varo? Eneas y su
T.: «Vistas así las cosas, parece todavía más justificado ese protagonismo de
adversario enfrentados en un doble drama personal, Turno reclamando la muerte y
Turno que, aunque no fue el único enemigo de Eneas en el Lacio, sí fue el más
aceptando su derrota, y por su parte Eneas, aun compadeciéndose del hombre,
importante, pues era el pretendiente de Lavinia, y Eneas vino a impedir su unión. De
obligado por el destino a dar muerte a su enemigo. Parece un final más propio del
modo que la lucha por una mujer nos devuelve de nuevo a Homero, y encontramos en
drama que de la épica».
Lavinia el reflejo de Helena de Esparta o de Penélope de Ítaca.
VARO: «Desde luego. Eneas tuvo que sortear en su viaje todo tipo de pruebas:
»Siempre admiré en nuestro amigo su sabio verso, su ritmo ágil y su pausada
perdió su patria troyana y en ella a su esposa Creusa, la madre de su único hijo lulo
palabra. Pero nunca como ahora, saboreando cada rincón de su universo creativo,
Ascanio; tuvo que renunciar al gran amor de Dido en Cartago por seguir el mandato de
puliendo estos versos que se hunden en el tiempo remoto de lo imaginario, he sentido
los dioses; bajó con la Sibila al reino de Plutón para encontrar respuestas. Y por fin, al
tanto la generosidad de su talento. ¡Ojalá se hayan abierto para él los Campos Elíseos,
llegar a la prometida tierra del Lacio, cabía esperar que el poeta diera merecida tregua
y para su obra la callada gratitud de quienes devuelvan a la vida con cada nueva
al héroe en brazos de un nuevo amor».
lectura a su Eneida!».
T.: «Eso es ya parte de la leyenda popular que cuenta que Latino, rey del Lacio,
otorgó la mano de su hija Lavinia en matrimonio a Eneas para sellar su unión definitiva
y que juntos fundaron la ciudad de Lavinio a orillas del Tíber.
»Recuerdo cuántas veces de pequeño le pedía a mi maestro que me volviera a
contar aquella historia. Como niño me preocupaba la suerte del pequeño lulo, ¿qué
habría sido de él? Y cada vez mi maestro me volvía a repetir que a la muerte de Eneas,
su hijo lulo Ascanio fundó otra ciudad de nombre Alba Longa que llegó a ser gobernada
por una dinastía de doce reyes».
V.: «Es cierto, pero el que nos sorprendía más a todos era Amulio, el último de
ellos, que destronó a su hermano Numitor para hacerse con el poder. El maestro
oscurecía su voz cuando nos contaba que había obligado a su sobrina Rea Silvia a
convertirse en sacerdotisa de Vesta, para evitar que tuviera descendencia. Pero para
nuestra tranquilidad, no era ése el destino que los hados reservaban a la muchacha.
Parece ser que sus encantos eran tan irresistibles que ni el cautiverio, ni sus votos de
castidad, impidieron que Marte, dios de la guerra, se uniera con ella y engendrara dos
gemelos: Rómulo y Remo. La amenaza que éstos suponían para el rey Amulio hizo que
fueran encerrados en una cesta y arrojados al río Tíber por expresa orden del rey».
T.: «Esta historia contenía muchos elementos fantásticos que hacían las delicias
de los más pequeños, como cuando hacía su aparición la loba que recogía a los
pequeños. A menudo me pregunto por qué Virgilio no prefirió a Rómulo como héroe
de su poema, puesto que es a él a quien la tradición reconoce como fundador de la
primitiva Roma. Desde luego Rómulo era más popular que Eneas, todo el mundo ha
visitado en alguna ocasión su cabaña en el monte Palatino».
V.: «Hombre, yo creo que, entre otras razones, debió de pesar fuertemente en
Virgilio el hecho de que Eneas aparecía ya citado en la llíada. Hablar de él suponía una
69 70
La Eneida La Eneida
71 72
La Eneida La Eneida
Ilioneo: Jefe troyano, compañero de Eneas. Minos: Legendario rey y legislador de Creta. Hijo de Zeus y de Europa. Después
Iris: Mensajera de los dioses, y en especial de Juno. Fue metamorfoseada por de su muerte fue nombrado juez de los infiernos junto a su hermano
ella en arco iris. Ítalo: Héroe de la Italia antigua, considerado rey de los Radamantis.
más antiguos habitantes de la península. Iulo Ascanio: Hijo de Eneas y Museo: Legendario poeta griego discípulo de Orfeo. Nautes: Héroe troyano que
Creusa. En el Lacio fundó Alba Longa pasando a ser uno de los salvó el Paladión.
antepasados de los romanos y más particularmente de la gens lulia. Neoptólemo: Hijo de Aquiles, llamado primeramente Pirro.
Jano: Divinidad de la Italia antigua. Dios de las puertas, las ventanas, el curso Neptuno: Dios del agua y del mar. Es hijo de Saturno y de Rea, por tanto
del año y de todos los comienzos. Pasó por ser el rey del Lacio que alzó la hermano de Júpiter, Juno y Plutón. Llevaba un tridente con el que abría la
fortaleza del Janículo; su pequeño templo se encontraba en el Foro de tierra y separaba los montes. Marchaba sobre el mar con un carro tirado
Roma. El ejército marchaba a la guerra por esa puerta, que sólo se por caballos. (Posidón)
cerraba en época de paz. Nereidas: Las cincuenta ninfas marinas hijas de Nereo.
Juno: Hermana y esposa de Júpiter. Protectora de la mujer y del matrimonio. Niso: Compañero de Eneas, amigo de Euríalo.
Enemiga de los troyanos y protectora de Cartago. Formaba junto con Noto: Viento del sur, también llamado austro.
Júpiter y Minerva la tríada capitolina (Hera). Numano: Guerrero rútulo casado con la hermana menor de Turno.
Júpiter: Dios supremo, hijo de Saturno y Rea. Hermano y esposo de Juno. Reina Numitor: Rey de Alba Longa, padre de Rea Silvia y abuelo de Rómulo y Remo.
sobre sus hermanos, los dioses olímpicos. Los romanos lo veneraron Olimpo: La montaña más alta de Grecia. Para los griegos era la residencia de
especialmente como Óptimo Máximo, que regía el universo y los Zeus y de los dioses principales.
elementos. El águila y el rayo son sus símbolos. Junto a Juno y Minerva Opis: ninfa de Diana.
formaba la tríada capitolina (Zeus). Orco: Nombre con el que los romanos llamaban también al dios Plutón y al
Laocoonte: Sacerdote troyano de Posidón reino de los muertos.
Lares: Divinidades menores; protegían el hogar, los caminos, encrucijadas, Orfeo: Célebre y legendario cantor griego, esposo de Eurídice.
calles y ciudades. El "pater familias" estaba obligado a rendirles culto. Palante: Hijo de Evandro.
Latino: Rey de Laurento en el Lacio, primer antepasado de los latinos. Acogió a Palas: Sobrenombre de la diosa griega Atenea y de la romana Minerva.
Eneas y le dio a su hija Lavinia por esposa. Palinuro: Piloto de la nave de Eneas.
Latona: Madre de Apolo y Diana. Pándaro: Soldado troyano hermano de Bitias
Lavinia: Hija de Latino y de Amata, esposa de Eneas y madre de Silvio. Panto: Sacerdote troyano de Apolo, hijo de Otis.
Lavinio: Ciudad del Lacio. Parcas: Diosas del destino representadas como tres hilanderas que presiden el
Leda: Esposa de Tindáreo, rey de Esparta. De su unió con Zeus dio a luz dos nacimiento y la muerte de los hombres. (Moiras)
huevos de los que nacieron los Dióscuros (Pólux y Cástor), Clitemnestra y Paris: Hijo de los reyes de Troya, Príamo y Hécuba. Raptó a Helena y
Helena. desencadenó la guerra de Troya. . Hirió mortalmente a Aquiles y murió a
Macaonte: Médico y guerrero griego, hijo de Esculapio, dios de la medicina. manos de Filoctetes.
Manes: Almas de los muertos divinizadas. A veces hace referencia únicamente Parténope: Era una de las sirenas (genios marinos, mitad mujer mitad ave), que
a los muertos. Vid. Penates. habitaban una isla del Mediterráneo y que atraían a los navegantes con
Marte: Dios de la guerra. Padre de los gemelos Rómulo y Remo, y por tanto su música para devorarlos. Tras no conseguir su propósito con Ulises, se
antepasado del pueblo de Roma (Ares). arrojó al mar y las olas depositaron su cuerpo en la playa, donde los
Maya: Ninfa de Arcadia, madre de Mercurio. griegos habían de fundar una colonia con su nombre (Nápoles).
Memnón: sobrino del rey troyano Príamo. Patroclo: Héroe griego compañero de Aquiles. Murió a manos de Héctor. Peleo:
Menelao: Rey de Esparta, hermano de Agamenón, el rey de Mecenas. Ambos Padre de Aquiles.
son atridas, hijos de Atreo. Era el esposo de Helena. Penates: Dioses romanos protectores del hogar, que son venerados en el seno
Mecencio: Tirano etrusco muerto en combate por Eneas. de la familia. Entre ellos se incluyen los Lares, Manes y Lémures. Los
Mercurio: Dios del comercio. Hijo de Júpiter y la ninfa Maya. Era mensajero de penates del Estado romano los recogió Eneas
los dioses, en especial de Júpiter. (Hermes) de la Troya incendiada, y estaban colocados en el templo de Vesta, sobre el
Mesapo: soldado latino Foro romano.
Minerva: Diosa de las artes y las ciencias. Asociada también al arte de la guerra. Pentesilea: Reina de las Amazonas, acudió en ayuda de los troyanos y murió a
Formaba junto con Júpiter y Juno la triada capitolina. (Atenea) manos de Aquiles.
Pigmalión: Rey de Tiro y hermano de Dido. Asesinó al esposo de ésta, Siqueo, y
murió a manos de su propia esposa Astarté.
73 74
La Eneida La Eneida
Pirro: Hijo de Aquiles, también llamado Neoptólemo. Tubo: Tubo Hostilio, tercer rey de Roma.
Plutón: Dios de los infiernos y de los muertos. Hermano de Júpiter y esposo de Turno: Rey de los rútulos, hijo de Dauno y hermano de Yuturna. Fue el gran
Proserpina (Hades). adversario de Eneas, que le mató en un memorable combate.
Polites: Hijo de Príamo y Hécuba. Ulises: Soberano de Ítaca, hijo de Alertes. Esposo de Penélope y padre de
Priamo: Hijo de Laomedonte. Fue el último rey de Troya. Esposo de Hécuba y Telémaco. Es el protagonista de la Odisea.
padre de muchos héroes de la guerra de Troya: Héctor, Paris, Deífobo, Venus: Diosa del amor y de la belleza. De su unión con el mortal Anquises nació
Heleno, Polites, Troilo, Casandra y Creusa. Murió a manos del hijo de Eneas. Protectora de los troyanos y de Eneas en toda su travesía.
Aquiles. (Afrodita)
Proserpina: Divinidad de los infiernos, hija de Júpiter y de Ceres, esposa de Vesta: Diosa del hogar y del fuego que nunca debe apagarse en él. Su templo
Plutón. (Perséfone). Pólux: Hermano gemelo de Cástor, hijos de Júpiter y en Roma guardaba el Paladio y los penates que Eneas había traído de
de Leda. Troya. Sus sacerdotisas eran las vestales, reclutadas desde muy jóvenes
Quirino: ver Rómulo. entre las grandes familias patricias. Debían servir en el templo durante 30
Remo: Hermano gemelo de Rómulo, primer rey de Roma, por quien fue años y estaban obligadas al voto de castidad. En la vida familiar el culto
muerto. de Vesta estaba ligado al de los penates. (Hestia)
Reso: Rey de Tracia, aliado de los troyanos. Diomedes y Ulises lo mataron Vulcano: Dios del fuego. (Hefesto) Yarbas: Rey de los getulos. Yuturna:
furtivamente y se llevaron sus caballos, de gran renombre. Hermana de Turno.
Rómulo: Hijo de Marte y de Rea Silvia. Hermano gemelo de Remo. Fundador
legendario y primer rey de Roma. Se le divinizó con el nombre de Quirino.
Saturno: Padre de Júpiter y los demás dioses olímpicos. Arrojado del cielo por GLOSARIO GEOGRÁFICO
Júpiter, Saturno fue acogido en el Lacio por Jano. Con la agricultura trajo Accio: Ciudad de Acarnania, región al oeste de Grecia, escenario de la decisiva
la prosperidad y la abundancia. Su reinado fue el de la Edad de Oro, el batalla en la que Octavio derrotó a Marco Aurelio y Cleopatra en el 31 a.
símbolo de la riqueza y la felicidad. Roma celebraba en su honor las C.
Saturnales (Crono). Acesta: Primer nombre de la ciudad siciliana de Egesta, llamada así por sus
Sibila: Nombre de las sacerdotisas legendarias de Apolo, que las inspiraba en fundadores, los troyanos compañeros de Eneas que se quedaron en
sus profecías. En Italia la más celebrada era la sibila de Cumas. Predijo el Sicilia, en memoria de Acestes, que fue su anfitrión en la isla.
porvenir de Eneas y le acompañó en su viaje a los infiernos. Alba Longa: Ciudad latina construida en la ladera norte del monte Albano, a
Sinón: Espía griego que persuadió a los troyanos para que entrasen el caballo unos 20 kms. Al suroeste de Roma; según la tradición la fundó lulo
de madera en la ciudad. Ascanio, hijo de Eneas.
Siqueo: Esposo de Dido, asesinado por su cuñado Pigmalión. Sol: Dios romano Arcadia: Región muy montañosa de Grecia situada en el centro del Peloponeso.
identificado con el griego Helios. Virgilio dice que de allí proceden los colonos enotrios que se instalaron en
Tarquinio: Nombre de reyes etruscos, especialmente el Soberbio. Teseo: Héroe Italia.
legendario de Atenas y del Ática. Aúlide: Ciudad de Beocia en Grecia central, célebre por ser el lugar donde la
Tetis: Es una nereida, hija de Nereo, el anciano dios del mar. De su unión con el flota griega se reunió para la expedición contra Troya y donde Agamenón
mortal Peleo nació Aquiles. sacrificó a su hija Ifigenia a Artemis para mitigar la furia de los vientos
Teucro: Hijo del dios—río Escamandro y de la ninfa Idaza. Fue el primer rey de desfavorables.
Troya, por quien los troyanos se llamaban también teucros. Ausonia: Era una región del sur y del centro de la península itálica, pero en el
Teucro: Griego de Salamina era hijo de Telamón y hermano de Ayax lenguaje poético por extensión se da este nombre a toda Italia.
Tiber: Dios del río del mismo nombre, en Roma. Averno: Lago de Campania, cerca de Nápoles, considerado como la entrada a
Ticio: Gigante castigado y recluido por Zeus en los infiernos. los Infiernos.
Tideo: Padre de Diomedes. Brindisi: Ciudad italiana situada en el extremo de la via Apia al sur de la
Tisífone: Una de las Erinias o Furias, encargada de vengar los asesinatos. península. Fue puerto de embarque de viajeros hacia Grecia y Oriente, y
Titanes: Primera generación de dioses, hijos de la Tierra. por tanto eslabón entre el mundo oriental y el mundo romano. En ella se
Titono: Esposo de la Aurora. concluyó en 40 a. C. la paz entre Octavio y Marco Antonio, y allí murió
Tritón: Dios griego del mar, hijo de Posidón que pasó a formar parte de su Virgilio.
séquito. Campos Elíseos: Virgilio los representa como parte del Infierno. Es el lugar
Trivia: Ver Diana. donde las almas buenas descansan temporalmente antes de volver a
Troilo: Hijo menor de Príamo, que fue apresado y muerto por Aquiles. nacer.
75 76
La Eneida La Eneida
Cartago: Antigua ciudad de África al noroeste de la actual Túnez. Fue fundada conocido hoy con el nombre de Krikeheuzler.. Lacio: Región situada en el
por los fenicios en 814 a. C. como centro de comercio. Virgilio hace de centro oeste de la península itálica, cuya capital era Roma.
Dido su reina fundadora. Se enfrentó a Roma por el dominio del Libia: Para los griegos, Libia, como expresión geográfica, comprendía todo lo
Mediterráneo en las tres Guerras Púnicas, en las que Roma obtuvo conocido de Africa; los romanos fueron los primeros en diferenciar ambos
siempre la victoria. Del 264 al 241 a. C. tuvo lugar la primera, en la que nombres. Luego se restringió el nombre de Libia a la parte situada al
Cartago perdió las islas de Sicilia, Córcega y Cerdeña. Del 218 al 201 a. C. oeste de Egipto y que lindaba por el sur con Etiopía, con el Mediterráneo
Aníbal dirigió la segunda hasta su derrota en la batalla de Zama. por el norte y con el Atlántico por el oeste.
Finalmente del 149 al 146 a. C. se llevó a cabo la destrucción de Cartago a Olimpo: El monte más alto de Grecia. Domina el valle del Tempe en Tesalia. En
manos de Escipión Emiliano. la mitología griega se creía que era el lugar donde los doce dioses
Citerea: Isla situada frente a las costas sur de Laconia, en el Peloponeso. olímpicos tenían sus mansiones con la morada de Zeus ocupando la
Algunos mitos cuentan que Venus había llegado allí después de nacer de cumbre.
la espuma del mar, de ahí que algunas veces se la llame también con el Orco: Nombre con el que los romanos llamaban también al dios Plutón y al
nombre de esta isla. reino de los muertos.
Citerón: Monte de la cadena montañosa que separa el norte del Ática de Pafos: Ciudad cercana a la costa suroeste de la isla de Chipre, donde, según la
Beocia en Grecia. La montaña estaba consagrada a Dioniso, y por eso en tradición, había nacido Venus surgiendo de la espuma del mar. Es la
ella se reunían sus seguidoras: las bacantes. morada habitual de la diosa.
Creta: Isla del Mediterráneo situada al sudeste de Grecia. Su posición la hace Patavio: Ciudad fundada por el tracio Antenor al norte del Adriático, hoy
paso natural desde Europa a Egipto, Chipre y Asia. En una caverna del conocida con el nombre de Pádua.
monte Ida, en el centro de Creta, se dice que nació Zeus. Pérgamo: Vid. Troya, pues también se la conocía con este nombre.
Cumas: Durante algún tiempo fue el asentamiento griego más lejano y antiguo Roma: Capital del Imperio Romano. Según la leyenda, fue fundada por Rómulo
en Italia, en la costa, un poco al norte de la bahía de Nápoles. Allí estaba en la región del Lacio, en el centro de la península Itálica. De origen
la cueva de la Sibila, cerca del lago Averno. ‐Chipre: Isla preferida de etrusco, en ella se unieron las aldeas que poblaban las siete colinas que
Venus por haber nacido en sus costas. (Ver Pafos) circundan la ciudad. Fue extendiendo paulatinamente su influencia desde
Delos: Pequeña isla del mar Egeo en medio de las Cícladas, según la mitología el Lacio a toda la cuenca de Mediterráneo, Europa central y norte, Asia
griega el lugar de nacimiento de Apolo y Artemis. Era un importante Menor, Oriente próximo, y las islas Británicas.
centro de culto a Apolo. Salamina: Isla próxima a Atenas, célebre por ser el escenario en 480 a. C. de la
Erebo: Sinónimo de oscuridad. En la cosmogonía mítica griega era una de las gran derrota naval de Persia por parte de los griegos.
primitivas deidades nacidas del Caos. Samos: Isla del Egeo, lugar de nacimiento de la diosa Juno.
Érix: Montaña situada al oeste de Sicilia, sede del famoso templo de Venus Sicilia: Extensa isla separada de Italia por el estrecho de Mesina. Su posición en
construido según Virgilio por Eneas. el centro del Mediterráneo la convertía en un lugar de encuentro entre
Esparta: Ciudad griega del Peloponeso, capital de la región de Laconia. Sus este y oeste, así como entre Italia y África, y le otorgó gran importancia
habitantes eran de procedencia doria. Homero la hace patria de Menelao, en la historia del mundo mediterráneo. Según el historiador griego
el esposo de Helena. Tucídides algunos de sus pobladores eran fugitivos del saqueo de Troya.
Éstige: Río que daba siete vueltas a los Infiernos formando la laguna Estigia. Virgilio hace que allí se instale el troyano Acestes.
Con su agua los dioses hacen juramentos solemnes. Sidón: Ciudad fenicia , fundada por Sidón el primer hijo de Canaán, también
Fenicia: País que formaba una estrecha franja a lo largo de la costa de Siria y recibe el nombre de Tiro. De esta ciudad procedía Dido.
contaba con las ciudades de Tiro y Sidón. Tártaro: La región más profunda del mundo situada debajo de los infiernos. Allí
Grecia: En la antigüedad este país ocupaba la parte sur de la península recluían los dioses a sus principales enemigos.
balcánica, así como las islas del mar Egeo y la costa de Asia Menor. La Tiro: también llamada Sidón.
Grecia continental pasó a ser protectorado de Roma a partir del 146 a. C. Troya: Ciudad situada al norte de la costa de Asia Menor, escenario de la más
con el nombre de Acaya. famosa guerra de la mitología clásica, provocada por el rapto de Helena
Hesperia: Nombre mitológico del occidente lejano: para los griegos era la de Esparta por Paris, hijo de Príamo. Durante diez años fue asediada por
península itálica, para los romanos fue después la península ibérica. los griegos hasta que Ulises ideó la construcción de un colosal caballo de
Idalia: ciudad de Chipre que rendía culto a Venus. madera en cuyo interior se escondieron los guerreros griegos.
Ilión: Vid. Troya, pues también recibía este nombre. Vulcania: Isla entre Sicilia y Lípari onde la mitología ubica la fragua de Vulcano.
Janto: Río de la Tróade, región del noroeste de Asia Menor, a orillas del
Helesponto; también recibía el nombre de "Escamandro". Este río es
77 78