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LA IMPORTANCIA DE DISCIPULADO EN EL REINO

1 ¿Qué es el discipulado?
Sin lugar a dudas, los evangélicos registran que una de las tareas
principales que Jesús vino a llevar a cabo para cumplir la misión
del Reino fue hacer discípulos.
Antes de ir a su primera misión y realizar su primer milagro,
Jesús llamó a hombres al discipulado. En el primer día de su
ministerio público, que fue después de su bautismo en agua,
Jesús llamó a Juan, Andrés y Pedro para que se unieran a Él y lo
siguieran en sus viajes. Al día siguiente, invitó a Felipe y a
Natanael para la misma labor. Y <<al tercer día se hicieron unas
bodas en caná..., y fueron también invitados a las bodas Jesús y
sus discípulos...>>.
Como es evidente, Jesús no comenzó su ministerio sin
discípulos. Cuando realizó este milagro ya tenía varios
creyentes, pero Jesús estaba buscando algo más que solo
creyentes. ¡Jesús haría su obra con discípulos ! (Fíjate que
llamo creyentes a quienes solo buscaron a Jesús para
encontrar respuesta a sus necesidades, pero llamo discípulos
a aquellos que abandonaron sus propios planes para hacer
solo lo que Jesús quería.) Entonces, creyentes en Cristo había
por todo Israel, pero solo los discípulos le siguieron y le
obedecieron.
Es un hecho en la historia que Jesús hizo toda su obra por medio de
discípulos, y no a través de creyentes. Fue a través y con sus
discípulos que ministró a multitudes de creyentes y de no creyentes.
Y cuando nuestro Señor se fue, dio este mandamiento a sus
discípulos: <<Id y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo>>.
Los creyentes no tienen la autoridad de enseñar obediencia,
porque ellos mismos no obedecen. Los creyentes no pueden
hacer discípulos porque ellos mismos no son discípulos. Los
creyentes no fueron llamados por Jesús para convertirse en
apóstoles; solo los discípulos. Jesús hizo toda su obra en la
tierra con y a través de discípulos. Mandó a sus discípulos a
hacer su obra hasta el fin de los tiempos, y dijo que solo los
discípulos deberían ser sumergidos en el conocimiento de su
verdad.
Analizaremos la definición del discípulos; estudiaremos cómo
funciona el proceso de formación por medio de un relación
personal.

Juan 2:1-2
1
Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y
estaba allí la madre de Jesús.
2
Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.
Mateo 28:19

"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,


bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo;“
2 Definición de discipulado
El discipulado no es solo una metodología; va más allá, e involucra
una relación personal, donde se expone la forma de vida de cada
uno de los que se comprometen a un proceso de formación en
Cristo. No lo ven simplemente como un acontecimiento en la
nueva vida en Cristo. Esta relación se proyecta en una formación
escritural, pues lo que se imparte son los principios y valores de la
Palabra, y no las ideas o criterios de nadie en particular. El
resultado que se busca es una transformación integral. Por lo
tanto, el discipulado no termina al enseñar unas lecciones bíblicas
de manera progresiva al nuevo creyente, ni tampoco al
involucrado en un programa de estudio sistematizado en la
congregación.
Podemos entonces definir el discipulado como un proceso
educativo escritural y espiritual, que tiene como finalidad llevar a la
plenitud en Cristo a todo hijo de Dios, para que esté completamente
preparado para cumplir eficazmente los planes que hay en el
propósito eterno de Dios.

De esta definición destacamos tres elementos: Maestro, discípulo y


proceso. El discípulo debe comprometerse a vivir la vida que
enseña y demanda su maestro, y poco a poco, enseñar a otros a que
la vivan también. Esta relación entre el maestro y el discípulo
implica un proceso que demanda un gran trayecto de vida.
Ahora bien, el proceso al que se hace referencia implica el uso
de medios o recursos, entre los que podemos incluir:
personas, escrituras, programa, métodos, materiales,
actividad, lecciones, etc. Pero, cuidado, no debemos limitar el
discipulado a un programa o una serie de lecciones.
Discipulado es más que programas, planes o una simple
definición. Es un estilo de vida que requiere una disposición
para aprender.
También es importante comprender y reconocer que el
discipulado tiene su origen en Dios mismo, ya que
él es el único que puede producir cambios trascendentales en la
vida de los elegidos. Así que, el verdadero seguidor de Jesús es
aquel que acepta ser un instrumento en la misión de Dios; es
quien se compromete a asumir la responsabilidad personal de
convertirse en discípulo de Cristo y hacer discípulos para el
Reino.
Colosenses 1:28-29

28
a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre
en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre;
29
para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa
poderosamente en mí.
2Timoteo 3:14-17
14
Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién
has aprendido;
15
y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden
hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.
16
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia,
17
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda
buena obra.
3 No hay discipulado sin discípulos

Discípulo, en su vocablo primario, es un partidario o imitador


de su maestro o líder; es alguien que fija su mirada en su
maestro para aprender de su doctrina y de su estilo de vida;
es un aprendiz, es decir, alguien que constantemente
aprende de su maestro; es alguien que se llamando por el
maestro para que sea su seguidor.
Discípulo es aquel que primero aprende en el seguimiento continuo:
Venid en pos de Mí, para luego ser enviado: .. y haré que seáis
pescadores de hombres. El discípulo no nace, se hace. Y no es
resultado de la casualidad; implica una relación personal,
intencional, integral y continua entre él y su maestro. Es por ello que
el mandato de Mateo 28:18-20, que dio el mismo Cristo resucitado a
sus primeros discípulos, no solo era predicar a los perdidos, sino
hacer discípulos. Algo que ellos obedecieron fielmente después, tal
como está registrado en Hechos 14:21.
Es interesante que el término cristiano aparece solamente tres
veces en el Nuevo Testamento, mientras que discípulo aparece 260
veces. Esto nos muestra que la naturaleza y propósito del Reino no
es difundir el cristianismo como una religión frente a las demás,
sino formar personas a la imagen de Cristo, que por medio de la
disciplina, diligencia y crecimiento de su fe, puedan transformar el
mundo.
La definición de discípulo se deriva del vocablo griego mathetes
que implica mucho más que alumno; también significa seguidor,
quien guarda la instrucción dada a él y la convierte en la regla de
su conducta. Esta palabra viene de la raíz verbal manthano, que
significa aprender por uso y práctica.
Una cosa muy interesante para observar es que, aunque las
distintas palabras para discípulos son usadas muchas veces, no
se usan después del libro de Hechos. Veremos en las epístolas
que Pablo, Santiago, Pedro, Juan y Judas usaron otras palabras
para ayudarnos a entender cómo hacemos discípulos. Vemos un
ejemplo en lo que dice el apóstol Pablo en 1 Corintios 4:14-16; No
les escribo para avergonzarlos, sino para darles consejo como a
hijos míos queridos. Porque aunque tengan diez mil tutores en
Cristo, no tendrán muchos padres; pues en Cristo Jesús yo los
engendré por medio del evangelio. Por tanto, les ruego que me
imiten en todo.
Juan 8:31
"Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si
vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos;“

Juan 15:8
"En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis
así mis discípulos.“

Marcos 1:20
"Y luego los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en la barca con los
jornaleros, le siguieron."
Marcos 1:17
"Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores
de hombres.“

Mateo 28:18-20
18
Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada
en el cielo y en la tierra.
19
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo;
20
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y
he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo. Amén.
Hechos 14:21
"Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer
muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía,“

1 Corintios 4:14-16
14
No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a
hijos míos amados.
15
Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos
padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del
evangelio.
16
Por tanto, os ruego que me imitéis.
4 Un proceso formativo y una relación personal

Esta tarea es un proceso formativo, y no un suceso


informativo. El discipulado se desarrolla gradualmente. No
tiene nada que ver con crecimiento instantáneo. Es una
decisión radical de la voluntad, que viene de esta
insatisfacción santa del corazón, que entiende que lo más
primordial y fundamental en la vida es conocer y hacer la
voluntad de Dios.
Esto llevará a la persona a negarse a sí misma y tomar su cruz cada
día para seguir a Cristo con alegría. Dado que no es cuestión de
emoción sino una decisión, se puede convertir en discípulo el
mismo día en que nace de nuevo, pero se desarrolla como discípulo
en un proceso intencional, integral y continuo.
No podemos ser formados y perfeccionados sin que exista un
discipulado, así como tampoco podemos cruzar un océano antes
de subirnos a un barco o a un avión. El proceso de formación
únicamente comienza en el discipulado. los evangélicos nos
muestran que los apóstoles que Jesús llamó eran hombres no
formados ni perfeccionados, ya que tenía, dureza de corazón,
cobardía y espíritu de venganza; pero a pesar de eso decidieron
seguir y servir a Jesús en todo. Ese proceso de tiempo los llevó a su
formación como resultado.
Esta tarea consiste en una relación personal, y no en una lección
ocasional. ¿Recuerdas quién te discípulo? ¿Había algo en esa
persona que impactó tu vida? Quizá no era un gran orador o
predicador, pero Dios lo usó para que tú pudieras estar donde
estás ahora. De hecho, Dios lo usó para que tú pudieras estar
donde estás ahora. De hecho, Dios continúa utilizando a muchas
personas para ayudarte a crecer en tu vida espiritual.
Tristemente, gran parte de los ministros no han disfrutado de una
experiencia real y práctica de discipulado. Algunos sencillamente
han recibido una formación teológica por maestros en un instituto
o seminario bíblico. Otros, un entrenamiento ministerial básico en
la iglesia local. Pero pocos han tenido un maestro de la Palabra y
formador personal en sus vidas. Pero nunca fueron discipulados.
Esto nos ayuda a comprender que tanto la disposición como el
compromiso a establecer una relación personal son
indispensables para realizar con eficacia y eficiencia el trabajo de
discipulado, entendiendo siempre que Dios tiene un plan para la
vida de cada persona, por lo que el maestro debe ajustarse a ese
plan y no buscar el suyo propio para la persona discipulada.
El maestro debe ser consciente de que gran parte del fruto de su
trabajo dependerá del tiempo que comparta con el discípulo. El
discipulado implica aceptar a las personas, no por lo que son,
sino por lo que Dios es capaz de hacer en sus vidas. Debemos
desarrollar la capacidad de expresar amor y valoración cuando
una persona falla o no hace las cosas que esperábamos de ella.

Juan 17:6
"He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me
diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra."
5 Tarea de entrenamiento y proyecto para formar sucesores

Esta tarea consiste en entrenamiento, y no en una actividad


de entrenamiento. Sin discusión alguna, Jesús fue un
reclutador por excelencia. Entre sus discípulos se
encontraban personas de todo los estratos de la sociedad de
su tiempo. Lo vemos al principio de su ministerio cuando
recluta a un grupo de pescadores; luego dos parejas de
hermanos que posteriormente formaron parte del grupo de
los doce apóstoles.
El Señor llama a los suyos al servicio, puesto que el llamamiento
para la salvación y el discipulado tiene su origen en Dios. Pero
también debemos decir que es nuestra responsabilidad evangelizar
y discipular a los que no conocen a Cristo, al mismo tiempo que
nosotros mismos estamos y seguimos en el proceso de
perfeccionamiento para edificar a los santos.
El Señor nos llama al discipulado, pero es necesario que alguien
nos involucre, nos capacite y nos motive en el servicio. Una de
las características del verdadero discipulado de Cristo es que se
multiplica,
es decir, que también es un maestro. Un discípulo desarrolla a
otros. Hacer discípulos que se multipliquen es la única manera
de cumplir efectivamente la <<gran comisión>>.
Formar vidas lleva tiempo, y solo es posible hacerlo cuando
maestros y discípulo comparten el proceso de esta misión divina.
La mera transmisión verbal de enseñanzas no es suficiente, ya que
se convertiría en un simple programa eclesiástico. Vemos en los
evangelios con absoluta claridad cómo Jesús estuvo dispuesto a
invertir tiempo y energía en la formación de la vida de sus
discípulos.
De la misma forma, Pablo consideró que presentar a todo
creyente maduro y perfeccionado en Cristo no es un asunto
accidental, ni una actividad ocasional; es un trabajo
intencional y arduo que establece una dinámica de
compromiso mutuo.
Esta tarea es un proyecto para formar sucesores; no es un plan
para buscar seguidores. Como discipulador, Jesús no se
conformaba con que sus discípulos escucharan atentamente
sus enseñanzas; esperaba de ellos vidas transformadas y
fructíferas, ya que para eso los había elegido. El propósito era
claro: Mi padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto
y muestran así que son mis discípulos.
Lo cierto es que para que estos frutos se produjeran y
permanecieran, la relación entre discípulo y maestro debía ser
tan profunda como la del pámpano y la vid. Por eso, el texto
nos marca bien dos elementos: los frutos y la comunión
permanente. Ambos son esenciales en el discipulado.
Debemos reconocer que nos cuesta mantener el equilibrio de
esta ecuación. Cuando enfatizamos los frutos, trabajamos con
persistencia para tener vidas y ministerios fructíferos, lo hacemos
a costa de la comunión. Algunos consideran que mantener una
relación personal es perder el tiempo. Las urgencias son otras.

Colosenses 1:29
"para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él,
la cual actúa poderosamente en mí."
Juan 15:16
"No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y
os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto
permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, él os lo dé.“

Juan 15:8
"En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y
seáis así mis discípulos."
6 Misión divina, no programa eclesiástico

Pablo entendió claramente este principio, y fue la razón por


la que instó a Timoteo a que lo que había visto, oído,
aprendido y recibido de Pablo lo reprodujera en la vida de
hombres fieles e idóneos para que enseñaran también a
otros.
Esta forma de discipulado surge de caminar juntos, tal como lo
hizo Jesús con sus discípulos. Jesús no solo les enseñó a orar,
sino que oró con ellos. No solo les enseñó a perdonar, sino que lo
vieron perdonar.
El discipulado no es solamente compartir enseñanzas, sino vivir
esas enseñanzas. Por eso, en un tiempo en el que abunda la
religiosidad, el mundo necesita el ejemplo palpable de vidas
transformadas, no la última novedad espiritual; la gente desea
poder decir <<yo quiero vivir como los hijos de Dios>>.
La experiencia nos dice que no es fácil caminar con otros. De
hecho, en la convivencia del discipulado aflora las diferentes
experiencias que Jesús tuvo que enfrentar para resolver las
crisis de sus discípulos y confrontar sus carnalidades, intrigas
y celos para llevarlos a la madurez. El discipulado revela que
no existe la comunidad ideal, aunque podemos acercarnos a
esta realidad cuando cada uno de sus miembros aprende a
convivir con el otro tal cual es.
Una de las cualidades más destacables de Jesús como
discipulador fue que veía a las personas, no como eran en ese
momento, sino como llegarían a ser. En cada uno veía el
<<producto terminado>> y los trataba de acuerdo con esta
visión. Al escoger a sus doce, les dijo que haría de ellos
pescadores de hombres, y no reparó en las limitaciones
intelectuales, sociales y emocionales que tenían. Tampoco lo
desanimaron las características personales que cada uno tenía
(timidez, agresividad, rudeza, etc.). Desde el principio los trató
como discípulos, para que llegaran a ser apóstoles.
No siempre tuvieron éxito. Los envió a expulsar demonios, y
fallaron; les dio la oportunidad de alimentar a una multitud, y
no interpretaron el desafío; los convocó a una vigilia y se
durmieron. Sin embargo, nunca bajó el nivel de sus
expectativas. Él sabía que algún día llegarían a ser pescadores
de hombres, y finalmente, lo consiguió.
En Jesús, el punto de partida para tratar con las personas estaba
en su visión del producto final. Solo Él pudo ver en una mujer
fracasada y con una vida familiar destruida, a la primera
misionera a los samaritanos. Todo su diálogo con ella lo realizó
con la certeza de que desde el interior de esa mujer frustrada y
pecadora correrían río de agua de vida. El discipulado es creer en
el potencial transformador del evangelio del Reino y en el poder
restaurador de Jesucristo.
2 Timoteo 2:2
"Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a
hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.“
Juan 4: 5-30
5
Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la
heredad que Jacob dio a su hijo José.
6
Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino,
se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.
7
Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de
beber.
8
Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
9
La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí
de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos
no se tratan entre sí.
10
Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es
el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.
12
¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del
cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?
13
Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a
tener sed;
14
mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que
el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida
eterna.
15
La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga
aquí a sacarla.
16
Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá.
17
Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho:
No tengo marido;
18
porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido;
esto has dicho con verdad.
19
Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
20
Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en
Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.
21
Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni
en Jerusalén adoraréis al Padre.
22
Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos;
porque la salvación viene de los judíos.
23
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán
al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores
busca que le adoren.
24
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario
que adoren.
25
Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él
venga nos declarará todas las cosas.
26
Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.
27
En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que
hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué
preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?
28
Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los
hombres:
29
Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho.
¿No será éste el Cristo?
30
Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.
7 Dinámica para edificar vidas, no mecánicas para reunir personas

La razón por la que existe el discipulado es para que todo


creyente en Cristo se convierta en un servidor fiel y efectivo
en el Reino. Esto significa que la responsabilidad del
discipulador no termina al llevar a la persona a una
experiencia de salvación; también debe ayudarle a crecer en
su vida espiritual. Jesús no dijo que solo trajéramos a otras
personas a la iglesia. Nos ordenó que les enseñásemos…
que guardaren todas las cosas que nos ha mandado.
En la iglesia hay discípulos, pero también <<oyentes>>, que no
son discípulos. Los oyentes pueden ser movidos a escuchar al
pastor por múltiples motivos, sin adquirir ningún compromiso.
Solo los discípulos llegan a identificarse plenamente con su
maestro, y para esto es necesario que le conozcan bien y hagan
suyo el propósito de Dios para el hombre: la manifestación
presente de la vida eterna que está en Él.
Junto con el conocimiento de Cristo que se adquiere
continuamente, el discipulado también se ocupa de ayudar al
creyente a descubrir y desarrollar los dones que Dios le ha dado.
Como resultado de este proceso de descubrimiento y desarrollo
de los dones, tendremos un discípulo dedicado al servicio del
Reino en el área de sus capacidades y en la geografía de su
operación.
Esta dinámica discipular se desarrolla en los siguiente
aspectos:

1.Presencia personal: el tiempo que pasan juntos, ya que el


discipulado no se desarrolla a distancia.
2.Actitudes: todo aquello que el discípulo percibe de su
maestro.
3.Acciones: todo lo que el discípulo ve hacer a su maestro.
4.Palabras: todo lo que el discípulo oye de su maestro.
Debemos reconocer que nuestro objetivo ministerial no es inventar
actividades religiosas emotivas para congregar personas, sino
mantener una dinámica saludable y bien orientada para hacer
discípulos. Todo esto se hace con el fin de colaborar con Dios en el
engendramiento, nacimiento, crecimiento, desarrollo y
reproducción espiritual de cada persona que ha sido elegida para
el Reino Eterno, permitiendo obrar al Espíritu Santo a través de
nuestra presencia, actitudes, palabras y acciones, para influir
integral y positiva mente en sus vidas por medio del mensaje y
modelado basado en la Palabra.
Si esta dinámica se mantiene de manera natural, los resultados
conseguidos se manifestarán en un crecimiento cuantitativo, un
desarrollo cualitativo y una reproducción multiplicativa.

Mateo 28:20
"enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado;
y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo. Amén."
8 Un estilo de vida en el Reino, no una opción de vida en la iglesia

Como estudiamos el segundo día de este devocional, el


discipulado va más allá de lo que conocemos hasta ahora. Se
trata de una relación personal, donde se expone la forma de
vida de cada uno de los involucrados, debido a que no lo ven
como un simple suceso, sino como un proceso vital para que
Cristo sea formado en sus vidas.
Al final de su ministerio, el Cristo resucitado los envía a una
misión:
ID y haced discípulos.. Esta frase encierra una orden y una
tarea. Jesús como discipulador nos ordena continuar la labor
discipuladora en la vida de otros. No nos llama a reproducir
creyentes ni administradores, sino discípulos, a su estilo, con
los principios y valores con los que Él trabajó. Es decir, no
alcanzamos personas para que nos sigan a nosotros, sino a
Cristo.
Los creyentes satisfechos y conformistas son el dolor de cabeza
de los pastores, la aflicción del Espíritu Santo y la vergüenza del
Reino de Dios. No se pueden alimentar, porque no tienen
hambre. No cambian, porque están aferrados a sus hábitos. Y
no se conmueven, porque están muertos.
Una de las características más comunes de los verdaderos
discípulos es una <<santa insatisfacción espiritual>>. Esto les
lleva a estar en una constante búsqueda por algo mejor, más
grande y más santo. Y cuando lo encuentran, lo siguen sin
dudar, pasando por alto cualquier coste que esto implique para
ellos mismos.
Es exactamente lo que hicieron los primeros creyentes. Vemos que
habían decidido estudiar las Escrituras constantemente para ver si
estas cosas eran así, vivían en comunión fraterna compartiendo el
plan y las oraciones, habiendo también decidido vender todas sus
posesiones y bienes. Nadie tenía que suplicar a estos primeros
convertidos que dieran el diez por ciento de algo, porque ellos,
desde el primer día, daban el cien por ciento de todo. Esta actitud
la encontramos en el libro de Hechos de los Apóstoles 2:45. Este
fue el patrón del discipulado dado por el Espíritu Santo en el
nacimiento de la iglesia.
Hechos 2:44-45

44
Todos los que habían creído estaban juntos, y
tenían en común todas las cosas;
45
y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo
repartían a todos según la necesidad de cada uno.
9 La importancia primordial del discipulado

El discipulado es importante por la transcendencia en la vida de la


persona que ha rendido su vida a Cristo. Es una necesidad urgente de la
iglesia, hoy y en todos los tiempos. La persona que ha nacido de nuevo
no puede ser dejada a la deriva. No traeríamos un bebé al mundo y un
día le daríamos un pan, otro día leche y luego lo dejaríamos sin alimento
durante una semana. Tampoco le exigiríamos que se alimentara por sí
mismo. ¿Puedes imaginarte a un bebé sentado en el suelo de la cocina
con una lata de sopa y un abrelatas?. Un bebé necesita ser alimentado, y
luego, que le enseñen a alimentarse por sí mismo.
Uno de los principales errores en el que hemos caído es pensar
que todas las personas que se congregan en la iglesia son
creyentes, han nacido de nuevo y tienen una comunión
personal con Cristo. También hemos cometido el error de
simplemente <<evangelizar>> a la persona, y creer que por arte
de magia se convirtiera en un hijo de Dios maduro, con
convicciones firmes y carácter sólido.
El crecimiento de la vida en Cristo de todo discípulo depende
de un proceso continuo de comunión personal con Él, qué
hizo por su obra perfecta en la cruz y a dónde quiere
conducirnos en la vida. Este proceso tiene tanto un carácter
formal o sistematizado, como un carácter informal o
relacional, y ambos se complementan.
Es importante aclarar que hablar de un proceso informal
no significa que surge de la nada. ¡No! El proceso de
discipulado informal debe ser tan bien planificado como
el formal. Dedicarse intensamente a cada nuevo hijo
produce el futuro que más perdura y que más se sostiene
a lo largo del tiempo.
Lamentablemente vemos a nuestros alrededor una
generación de creyentes carentes de compromiso con los
valores del Reino. La superficialidad ha invadido las iglesias
en la misma medida en que han retrocedido las demandas del
discipulado. Difícilmente veremos sociedades transformadas
mientras las vidas de quienes integran la iglesia no lo estén.
Recuperar el compromiso, el coste y las condiciones del
discipulado apostólico del Reino es hoy el desafío más
importante que tiene la iglesia, para poder cumplir más
efectiva y eficientemente el propósito para el cual Cristo quiso
edificarla.
2 Corintios 5:17
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.“

Lucas 4:19
"A predicar el año agradable del Señor.“

Isaías 61:1-2
1
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió
Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos,
a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los
cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;
2
a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de
venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;

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