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LOS DIÁLOGOS

• ¿Quién enuncia en los diálogos?

• ¿Con qué intención cedo la palabra a mis


personajes?

• ¿Pueden los diálogos ser una estrategia


narrativa?

• ¿Para qué sirven los diálogos?


Para dosificar la información que queremos
brindar al lector
—Buenas tardes, señor. ¿Gusta que se la chupe? —di la vuelta extrañado
y negué de inmediato.
Detrás de mí, una señora que escuchó me miró horrorizada.
—Muchas gracias, llevo prisa. Que tenga buen día —contesté por
diplomacia.

Combatir al pecado, Fernando Jiménez


Para presentar a los personajes sin describirlos

—Y yo, señores, acabo de perder a mi hijo. Murió la semana pasada.. .


—¡Todos nos hemos de morir! —contesta el chepudo—. ¿Pero quieres ir más aprisa? ¡Esto es
insoportable! Prefiero ir a pie.
—¡Si quieres que vaya más aprisa, dale un sopapo! —le aconseja uno de sus camaradas.
—¿Oyes, viejo estafermo? —grita el chepudo—. Te la vas a ganar si esto continúa.
Y, hablando así, le da un puñetazo en la espalda.
—¡Ji, ji, ji! —ríe, sin gana, Yona—. ¡Dios les con-serve el buen humor, señores!
La tristeza, Antón Chéjov
Para darle una voz propia (tono) a un
personaje
— Total, desde ese veintiocho no nos separamos hasta hace apenas diez días, ¿o
ya van doce, oiga? Ya ni sé. No ponga esa cara de aburrida, oiga, si quiere aquí
le paro, pero apenas venía lo más bonito.
—No, no, siga.
—¡Asuu!, mire, por gente así uno choca, con el perdón de usted, “¡Pinche
loco!”, hasta ganas me dan de bajarme y jalarle las greñas y hacer que respeten
los señalamientos. Eso es lo de menos, no nos pasó nada.
Colisión, Magaly Monserrat
Para hacer avanzar la historia en tiempo real

―Queremos dos de Anís del Toro.

―¿Con agua?

―¿Lo quieres con agua?

―No sé ―dijo la muchacha―. ¿Sabe bien con agua?

―No sabe mal.

Colinas como elefantes blancos, Ernest Hemingway


Para dar la impresión de agilidad/lentitud
—¿Qué es eso? —pregunta.
—¿Qué? ¿Esto? —Me llevo la mano a la nuca para tocar la cinta—. Es mi
cinta. —Recorro con los dedos la superficie verde y resbaladiza, para acabar
posándolos en el lazo prieto de la parte delantera. Él extiende la mano, pero
yo se la cojo con fuerza para apartarla—. No deberías tocarla —digo—. No
puedes tocarla.

El punto de más, de Carmen Maria Machado


Criterios editoriales para los diálogos
• Uso obligatorio del guion largo: — vs. –

• El guion inicial siempre va pegado a una palabra, jamás debe estar


suelto:
—¡Hola, Miguel!
—Hola —respondió Diana, con visible desánimo
• El guion parentético siempre va pegado a la acotación:
—¿Por qué estás triste? —preguntó Miguel—, ¿pasa algo grave? ¿En qué te
puedo ayudar?

• Si las ideas en el diálogo tienen continuidad después de la acotación, los signos


de puntuación (coma, punto, dos puntos, etc.) siempre van después del guion
que cierra la acotación:
—Eso es lo terrible —replicó Diana, parecía a punto de llorar. Diana siempre
encontraba la manera de convertir cualquier problema en un melodrama—: no
puedo decírtelo. Y eres el único que podría comprenderme, pero también tengo
miedo de que me juzgues.
Otras formas de presentar
los diálogos
Sin guiones:
El martes por la tarde, cuando regresábamos, tuvimos un encuentro
inesperado en el embarcadero. ¡Quiubo, paisa! ¿Qué haciendo?, dijo Diosdado
a modo de saludo. ¿Qué tal estuvo el cigarrito? ¡Ah, qué muchachos éstos!...
¿Cuál cigarrito?... Pos a poco creen que no vimos salir el humo entre la yerba,
dijo el Yuca… What do they say?... Nothing… They’ve seen us smoking in
our private hole… What do they want?... Oiga, paisita, sabemos que mañana
se van de vacaciones para el día de dar las gracias como le nombran… Allá no
tenemos eso, ¿verdad, compa?

Elsinore: un cuaderno, Salvador Elizondo


Insertos en el texto (con comillas):
Aproveché y le solté mi manido discurso sobre dejar a los niños en el parque
a altas horas de la noche. Ella, en vez de apoyarme de forma entusiasta,
palideció. Yo insistí, describí el ruido, me porté empática («usted que los
tiene justo enfrentito de la ventana los debe oír más fuerte»), pero ella sólo
se mostraba cada vez más nerviosa.

Columpios, Raquel Castro


Insertos en el texto (sin comillas):
No veo, no veo, murmuraba el hombre llorando, Dígame dónde vive, pidió el
otro. Por las ventanillas del coche acechaban caras voraces, golosas de la
novedad. El ciego alzó las manos ante los ojos, las movió, Nada, es como si
estuviera en medio de una niebla espesa, es como si hubiera caído en un mar de
leche, Pero la ceguera no es así, dijo el otro, la ceguera dicen que es negra,
Pues yo lo veo todo blanco, A lo mejor tiene razón la mujer, será cosa de
nervios, los nervios son el diablo, Yo sé muy bien lo que es esto, una desgracia,
sí, una desgracia, Dígame dónde vive, por favor, al mismo tiempo se oyó que el
motor se ponía en marcha.
Ensayo sobre la ceguera, José Saramago
Con bocadillos:
En formato de guion teatral:
RAMÓN: ¿Que no te acuerdas de la escuela?
CORNELIO: ¿Cuál escuela?
RAMÓN: La escuela, la escuela.
CORNELIO: ¿Qué tiene?
RAMÓN: Íbamos juntos, güey, ahí nos conocimos. Estábamos en el mismo salón, hacíamos
la tarea, odiábamos a los profesores, comíamos tortas de atún a la hora del recreo.
CORNELIO: ¿Seguro que era conmigo? ¿No sería con otro Cornelio? (Se ríe.)
RAMÓN (sarcástico): Ah, pos a lo mejor. Porque yo soy testigo de que hubo varios
Cornelios.
Idos de la mente, Luis Humberto Crosthwaite
Errores comunes al incluir diálogos
• No presentarlos de la forma adecuada

• Agregar siempre una acotación

• Brindar demasiada información (como en las telenovelas)

• Incluir expresiones coloquiales irrelevantes que podrían ser omitidas

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