Personalidad en general Acepciones del término persona
La definición del término persona implica en
general un grado importante de complejidad en virtud de las diversas acepciones que conlleva; para el estudio que se propone es indispensable acotarlo en forma debida desde el punto de vista eminentemente jurídico y, por tanto, deslindarlo de otras acepciones, como la filosófica, la sociológica y la psicológica. a) Jurídica. Desde el enfoque jurídico, la doctrina ha definido a la persona como un sujeto de derechos y obligaciones, esto es, el ente al que el orden jurídico confiere la capacidad para que le puedan ser imputadas las consecuencias de derecho o, dicho en otras palabras, como todo ente capaz de ser titular de derechos y obligaciones. b) Filosófica. Desde esta perspectiva, Luis Recasens Siches define a la persona como la expresión de la esencia del ser humano, del individuo humano, esencia que no puede ser captada en el mero campo de la ontología; más bien es conseguible en la intersección de este campo con el de la ética. La persona en filosofía se define no solamente por sus especiales características ontológicas, sino también y principalmente por su transportación en el mundo de loS valores éticos, como [el] ser sobre el cual pesa un deber ser, una misión moral a cumplir por sí mismo, por su propia cuenta· con su propia responsabilidad. c) Sociológica. Desde el ángulo sociológico, Recasens define a la persona atendiendo tanto a la persona humana, de la que subraya sus determinantes sociales y colectivas, como al concepto de personalidad social, en tanto miembro de un grupo: nacional de un país, practicante de una profesión, militante de un partido, etc. De aquí se colige que persona es el individuo humano que desempeña un papel social en la vida en comunidad de acuerdo con la cultura que lo ha condicionado para tal finalidad. d) Psicológica. Desde esta óptica, también Recasens señala que persona es la esencia concreta de cada individuo humano, la cual constituye el resultado de la íntima combinación de varios tipos de ingredientes; por ejemplo, factores biológicos constitucionales, biológicos adquiridos, sociales y culturales; y el yo, es decir, la unidad radical y profunda del sujeto, su mismidad concreta, irreductible, entrañable, única; la raíz profunda, incanjeable de cada individuo, la base y esencia de su ser y su destino. Clasificación de las personas jurídicas
En cuanto a su soporte material, las
personas se dividen en personas físicas (individuales, naturales o de existencia visible) y personas colectivas (morales o ideales). a) Persona física. Es el hombre, es decir, el hombre y la mujer como sujetos de derechos y obligaciones. A este respecto, no cabe hacer distinción alguna en cuanto a nacionalidad, casta, raza o cualquier otro género de diferencia que históricamente pudo tener alguna trascendencia.
Todos los hombres (seres humanos) son sujetos de derechos y obligaciones, y aun cuando su capacidad jurídica pueda estar limitada, en atención a diversas circunstancias, estas limitaciones no pueden ser de tal grado que anulen la personalidad.
b) Persona colectiva (moral o ideal). Son los entes distintos de la persona humana que constituyen sujetos de derechos y obligaciones, es decir, todos aquellos entes susceptibles de adquirir derechos y contraer obligaciones. Clasificación de las personas morales Respecto de esta clasificación, Marcel Planiol dice que para esclarecer esta distinción es preciso buscar si la institución funciona en virtud de una delegación del poder público o por efecto de fuerzas individuales asociadas. Tal es la única razón determinante. Para ser público, es necesario que el establecimiento sea un modo de acción de la autoridad pública; cualquier otro establecimiento sólo puede ser privado, porque es una de las formas de la energía y de la iniciativa de simples ciudadanos que obran a título particular.
Otro criterio es el que considera como establecimiento público a las personas civiles creadas para la gestión de un servicio público y establecimientos privados los fundados por socios particulares con fines individuales. Respecto de la clasificación de las personas morales se tienen:
a) Personas de derecho público. En los términos del art. 25 del Código Civil local, son personas de derecho público: la nación, el Distrito Federal, los estados, los municipios y las corporaciones de carácter público reconocidas por la ley como integrantes del poder estatal. Se entiende por corporaciones de carácter público aquellas establecidas en virtud de un interés general o estatal, como la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Mexicano del Seguro Social, etcétera.
b) Personas de derecho privado. En el sistema jurídico mexicano, son personas de derecho privado aquellas enumeradas por el art. 25, fraccs. III y YI, del Código Civil local, o sea, las sociedades y asociaciones que se propongan fines lícitos, los cuales pueden ser de carácter pecuniario, profesional, artístico, benéfico, etc., así como las extranjeras. Subclasificación de las personas de derecho privado. Las personas de derecho privado se subclasifican generalmente en sociedades, asociaciones y fundaciones. Asociación Es el conjunto de personas físicas unidas por un fin común de manera voluntaria, tanto en el momento de la constitución como durante la vida de la misma.
Sociedad. Es la unión de varios individuos que combinan sus recursos o sus esfuerzos para la realización de un fin común de carácter preponderante económico.
Corporación. Es el conjunto de individuos unidos por o sin su voluntad y a veces contra ella, en la que se nace o se ingresa no voluntariamente, sino por una disposición legal 0 un acto de tercero, por ejemplo: se nace mexicano; se incorpora a la iglesia en virtud del bautismo antes de tener uso de razón; se pertenece a un gremio por desarrollar determinada actividad, etcétera.
Fundación. Responde por lo general a un sustrato predominantemente económico; suele ser un conjunto de bienes que el fundador destina a determinado objeto o finalidad y que ni siquiera él mismo puede modificar. Las personas encargadas de la administración del patrimonio afecto son órganos sirvientes y no miembros de la persona moral como en las asociaciones y corporaciones. Las fundaciones tienen normalmente un fin piadoso, científico, religioso, artístico, etcétera. Principio y fin de la personalidad Jurídicamente se define a la personalidad como la aptitud para ser sujeto de derechos y obligaciones; por tal razón, todo sujeto de derechos y obligaciones es una persona de derecho, ya que con ello indica estar dotada de la cualidad o investidura denominada personalidad jurídica.
Dicha personalidad tiene principio y fin, lo cual quiere decir inicio y extinción; lo primero se refiere a cómo se adquiere y lo segundo a cómo se pierde.
El surgimiento y la extinción de la personalidad jurídica tienen lugar de muy distinta manera en los dos tipos de personas que regula el derecho: físicas y morales. Personalidad del concebido El embrión humano, el ser concebido antes de nacer o nasciturus, como se le conoce en la doctrina, se encuentra protegido por el derecho y según el art. 22 in fine del Código Civil para el Distrito Federal, se le tiene por nacido debido a una ficción para todo, los efectos declarados por la ley.
Los principales casos que se presentan ante esta anticipación de la personalidad en el concebido son:
a) el establecido por el art. 1314 del mismo Código, que prevé el caso de que los concebidos puedan obtener herencia antes de haber nacido, siempre y cuando se encuentren en el seno materno al fallecer el autor de la sucesión, y
b) el de los no nacidos, que pueden adquirir por donación, siempre y cuando hayan estado concebidos al tiempo en que se hizo la donación y sean viables confom1e a lo dispuesto en el art. 3 3 7, como lo indica el art. 3 57 del mismo ordenamiento. Principio de la personalidad colectiva Así como la personalidad jurídica de los seres humanos comienza con el nacimiento local en los términos del art. 337 del Código Civil local, debería existir un precepto que precisara el momento en que se inicia la personalidad jurídica de los entes colectivos.
Lamentablemente no existe tal precepto, por lo que al sistema jurídico mexicano pueden aplicársele las diferentes opiniones doctrinales respecto del momento de iniciación de la personalidad jurídica de estos entes.
Al respecto, los momentos señalados por los autores han sido dos: a) El momento del acto de la constitución. b) El momento del acto del reconocimiento hecho por el Estado. Fin de la personalidad individual Cuando termina la existencia física del ser humano termina también su vida jurídica. Por tanto, la muerte pone fin a la personalidad jurídica del hombre.
Ajenas al derecho mexicano la esclavitud y la "muerte civil", la única forma de acabar con la personalidad jurídica del hombre es la muerte (cesación definitiva de la vida). Es de gran importancia práctica precisar el momento en que cesa la personalidad jurídica, tener una prueba fehaciente de la muerte que indique día y hora en que cesó la vida, pues a partir de ese hecho se derivan consecuencias jurídicas muy importantes, como: la extinción de los efectos jurídicos en relación con la persona fallecida; el hijo de la viuda nacido después de 300 días de acaecido el deceso del marido no es hijo de éste; los actos del mandatario realizados en nombre del mandante después de la muerte de éste son ineficaces; los frutos posteriores a la muerte del usufructuario pertenecen al nudo propietario y no a los herederos del usufructuario; dan inicio los efectos del derecho sucesorio, etcétera. Conmoriencia y premoriencia Un caso de especial interés por su trascendencia es el de los conmorientes, o sea, el de aquellas personas que siendo entre sí sucesoras mueren en un mismo acto o desastre, como: guerra, naufragio, accidente de aviación, etc., sin que pueda determinarse en forma fehaciente si la muerte fue simultánea o sucesiva, esto es, si murieron al mismo tiempo o quién murió antes y quién después, a efecto de determinar los derechos sucesorios de los herederos, pues el muerto con posterioridad heredará al primeramente muerto y, en consecuencia, transmitid a sus herederos no sólo sus bienes adquiridos con anterioridad, sino también los que pudiere adquirir en virtud de la herencia del conmoriente, o en el caso de que hayan muerto al mismo tiempo no se heredarán entre ellos. De aquí la importancia de fijar el momento de la muerte. Presunción de muerte Otro caso que guarda semejanza en algunos efectos jurídicos con la muerte es la declaración de presunción de muerte. Ésta presupone la ausencia del sujeto de su domicilio por el tiempo y previos los trámites que marca la ley. Cabe anticipar que en este caso no hay fin de la personalidad, sino sólo un procedimiento cautelar de los bienes del ausente en beneficio de él y de sus herederos.
Pero ¿qué sucede si por el transcurso del tiempo no hay posibilidad lógica de vida? Los juristas romanos señalaban como tiempo probable de vida del ser humano la edad de 60 años; por tanto, si una persona se ausentaba en forma prolongada cuando excedía ese límite de supervivencia, podía suponerse fundadamente su muerte.
Marcel Planiol señala que en Francia se propuso tener por muerto al ausente siempre que hubiera transcurrido un plazo de 100 años desde su nacimiento, pero que dicha proposición no encontró eco legislativo ni doctrinario. Fin de la personalidad colectiva Así como el fin de las personas físicas sólo llega con la muerte y la muerte física coincide con el fin de la personalidad; en las personas morales el fin de la personalidad no siempre coincide con el fin de la existencia del ente social.
El fin de las personas morales puede ser voluntario o necesario.
a) Es voluntario cuando los miembros de la persona moral acuerdan la disolución de la misma.
b) Es necesario cuando la persona moral adolece o le falta un elemento esencial para su existencia (falta de socios, realización del objeto social, imposibilidad del mismo, etc.), o cuando por disposición del poder público, ya sea por ley o por sentencia, se resuelva la desaparición de la persona social. Normalmente el fin de la personalidad implica el fin del ente colectivo, en cuyo caso de he procederse a la liquidación del patrimonio social, según las reglas que para cada tipo de ente colectivo se establecen, conforme a su naturaleza. Pero a veces, no obstante que se priva de personalidad jurídica al ente colectivo, éste persiste como persona social no jurídica, por ejemplo: la nación polaca en las épocas de su desaparición como Estado, las iglesias y los sindicatos en las legislaciones que les negaban personalidad jurídica, etcétera.
La ley prevé como causas de terminación de la personalidad jurídica de las personas morales:
a) El desconocimiento expreso del Estado por ley, sentencia o resolución administrativa b) El cumplimiento de los fines que la originaron. c) La voluntad de sus integrantes. d) La falta de un elemento esencial para su existencia. e) Otras señaladas en las leyes respectivas.
Introducción al derecho internacional privado: Tomo III: Conflictos de jurisdicciones, arbitraje internacional y sujetos de las relaciones privadas internacionales