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CURSO: DEONTOLOGÍA

PROFESIONAL

Profesora: Pilar Roldán Flores


EL CUERPO HUMANO : DIMENSIONES

El cuerpo humano en su dimensión espiritual, sirve de vestidura del


espíritu y encubre sus íntimos planes y sus realidades vergonzosas. Sin la
protección del cuerpo. El espíritu del hombre se vería desarmado e
incapaz de poder conservar su intimidad y resguardarla en el trato con los
demás. Pues aunque el cuerpo siempre expresa la realidad interior, deja
siempre un margen de opacidad para mantener los secretos que aseguran el
propio dominio de nuestro yo. El misterio de la persona queda así
protegido y el hombre puede jugar en la vida con la doble dimensión de la
exterioridad y la interioridad combinadas.
EL CUERPO SACRAMENTO DEL ESPÍRITU

El cuerpo es el sacramento del espíritu, a través del cual se manifiesta y


actúa en el mundo, hay que reconocer que es un instrumento limitado y
ambiguo que puede obstaculizar las ansias infinitas propias de lo espiritual. Y
es que la resistencia y la limitación del cuerpo pone fronteras al anhelo de
infinito y circunscribe la vida a realizaciones parciales, condicionadas por el
espacio y la disponibilidad de medios. E l cuerpo es además una realidad
sometida a las enfermedades, al agotamiento, a la suciedad constante que de su
interior brota. De esa manera un espíritu grande puede sentirse frustrado por
cualquiera de estas limitaciones que merman la energía poderosa de esa alma.
LIMITACIONES DE LA MATERIA

La limitación esencial de la materia hace que muchas veces que nos sintamos
incapaces de expresar lo que sentimos , de manifestar al otro nuestra experiencia
vivida, de evitar los equívocos que destruyen frecuentemente la comunión
espiritual. La misma opacidad de la materia se convierte en ocasiones en
instrumento de engaños y traiciones, ya que nos resulta inaccesible al misterio del
otro. Por último la monotonía y la caducidad son propiedades de lo efímero de
nuestra realidad corporal, que lo debemos tener presente para no perder ni
siquiera un minuto de nuestra existencia para manifestar a los demás lo que hemos
experimentado y aprendido en nuestro paso por el mundo.
EL HOMBRE GRANDEZA Y MISERIA

El hombre es grandeza y miseria. Grandeza en lo espiritual y en lo


corporal y miseria igualmente en ambas vertientes. El solo espíritu se
disolvería en idealismos vaporosos e inconsistentes. Es absurda una
exaltación de lo espiritual, a costa de lo corporal, pues el espíritu se
realiza a través de lo orgánico. Y es mezquina una exaltación de lo
corporal, de espaldas al espíritu, pues el cuerpo es humano por la
espiritualidad. Sin el sujeto pensante el ser humano quedaría reducido a lo
animal. Sin el mundo rico en potencialidades que se hace accesible por el
cuerpo, el espíritu vagaría entre fantasmas y sombras de irrealidad.
EL CUERPO Y LA VIDA MORAL DEL HOMBRE

La vida moral del hombre es ciertamente una lucha entre el espíritu y el cuerpo,
defensor el primero del bien y el segundo del mal y que hay en ella tensiones
contrapuestas. El mundo de pulsiones y tendencias que brotan del fondo endotímico
inconsciente es rico y polivalente junto a tendencias vitales y egoístas, hay otras
transitivas y trascendentes que llevan al hombre hacia los demás y hacia la totalidad.
Ese mundo de tendencias es todavía amoral, pues aun no ha intervenido la libertad
que es lo que da valor ético a las acciones humanas. Por lo tanto, pueden ser dirigidas
por el hombre indistintamente hacia el bien como hacia el mal.
Gracias

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