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FACULTAD DE CIENCIAS EOCNOMICAS

ESCUELA DE ECONOMÍA
SEMINARIO DE INEGRACIÓN PROFESIONAL
ECONOMICA
SEGUNDO SEMESTRE 2022 Grupo No. 2

LA CONSTRUCCIÓN DE
UN ESTADO
DEMOCRATICO
POSCONFLICTO

ESTUDIANTES: Carné
Carlos Antonio Ramos Pascual 200041997
María Ester Aguilar Molina 201704691
LA CONSTRUCCIÓN DE UN ESTADO
DEMOCRÁTICO POSCONFLICTO

La calificación de un Estado como fuerte o débil hace referencia a la naturaleza


íntima de su constitución, a la manera como realiza el cumplimiento de sus
funciones fundantes en relación con la sociedad nacional e internacional. Para
darle un tratamiento apropiado, se requiere verlo como un continuum que va
del Estado democrático fuerte, que es el poder autónomo que realiza
satisfactoriamente sus funciones democráticas, tales como mantener el orden
de la sociedad, la seguridad, la justicia y el bienestar de todos los ciudadanos
que forman la nación, la promoción del desarrollo y la defensa de la soberanía.

Es muy importante establecer esta dimensión dependencia/autonomía que


caracteriza a una formación estatal, porque en las relaciones de los actores de la
sociedad con el Estado aquéllos tratan de manejar a éste y restarle autonomía.
Es bueno recordar que el Estado –como una red de relaciones de poder entre
personas y grupos– tiende a estar dominado por los actores más poderosos que
operan en la sociedad: grandes terratenientes, capital industrial, agrupaciones
militares o políticas, asociaciones religiosas y otras.
¿Ha sido fuerte por autoritario el Estado guatemalteco?

En Guatemala,. el modelo económico amplía las desigualdades y no se


traduce en mejor calidad de vida, un dualismo estructural que ha
terminado por reforzar dos sociedades distantes entre sí, desde lo
económico y social hasta lo político y cosmogónico. La experiencia
democrática contemporánea convive con las desigualdades y la
pobreza.

La condición democrática necesita siempre que el poder que se ejerce


se base en el respeto a los derechos políticos, civiles y sociales. Aun
cuando las relaciones sociales intracomunitarias y la organización
colectiva, estén señaladas por el temor y la desconfianza de la élite
hacia quien se organiza y disiente, en un sistema democrático debe
prevalecer el respeto a los derechos, debe prevalecer el sujeto como
centro, incluso cuando se enfrenta a la autoridad legítima.
La posibilidad de construir democracia sustantiva
en la posguerra

Esta es una introducción al análisis de las últimas décadas de la


historia de Guatemala, a partir de la Gran Tristeza, como
suelen referirse en muchas comunidades indígenas al periodo
más violento del Conflicto Armado Interno. Se conoce así al
periodo comprendido entre 1960 y 1996, caracterizado por
una compleja serie de acontecimientos, con rasgos de guerra
civil, resultado de una larga historia de conflictos económicos,
territoriales e interétnicos reforzados por el contexto de la
Guerra Fría. La represión física y psicológica, la ruptura de lazos
comunitarios y el asesinato de millares de personas,
produjeron la más grave de las tragedias ocurridas en este
país.
El «conflicto armado» que hubo en Guatemala tuvo en
breves momentos los rasgos de una guerra civil y tuvo
extensos periodos de represión política, cuando fuerzas
estatales operaban contra civiles señalados de pertenecer o
apoyar a la insurgencia.
La Constitución de 1985-86: la legalidad
conservadora

Por los cambios políticos que ocurrieron se puede calificar ese tiempo como el de una transición autoritaria hacia la
democracia, para precisar la originalidad del proceso político por el que las fuerzas armadas cedieron el poder a los
partidos civiles mediante elecciones con los rasgos mínimos que definen la democracia electoral. La ofensiva
contrainsurgente mencionada en el acápite anterior, fue el preludio del proceso de democratización.

La Constitución promulgada era el corpus legal que parecía cerrar el sangriento conflicto interno, pero no fue así.
Debieron transcurrir diez años para que fuese reduciendo pausadamente la represión militar, y para que bajara el
número de muertos y desaparecidos. La Constitución planteó la paradoja: legalidad para la democracia, pero no para
la paz.

La Constitución surgió como una esperanza y se convirtió en el instrumento de legalidad superior: se inspira en la
soberanía popular, en la primacía de la persona humana frente al Estado y en un régimen basado en la legitimidad. De
hecho, después de 1986, quedaron planteadas en Guatemala las condiciones de la transición a la paz, la democracia y
el desarrollo. La Constitución resultó un pacto jurídico aceptable dadas las condiciones extraordinarias en que se
produjo: un clima de violencia y guerra, desarticulación de las organizaciones civiles y políticas, aguda crisis por el
estancamiento económico y desconcierto intelectual.
La debilidad del Estado posconflicto, marco de
conflictos sociales

La construcción del Estado posconflicto fue abordada in extenso en el informe Guatemala: ¿Un Estado para el
Desarrollo Humano? (INDH, 2009/2010). Sin embargo, se ha Los Acuerdos de Paz pudieron valorarse como el punto
de partida de un proyecto de salvación nacional considerado necesario describirlo en breve debido a que su
comprensión es útil para entender el contenido normativo de este informe. El marco analítico que se ha utilizado
durante los anteriores informes ha sido el que describe al Estado democrático en función de su debilidad/fortaleza.

Cambios simultáneos pueden eventualmente revertir estos procesos –lo que se esperaba luego del periodo
posconflicto con la firma de los Acuerdos de Paz, pero sucedió sólo parcialmente. En paralelo a la construcción de un
ideario democrático establecido tanto en la Constitución como en los Acuerdos, el Estado no se vio fortalecido, y las
relaciones económicas se tensaron generando más desigualdad.

Un Estado con capacidad de intervenir en los conflictos debe ser legítimo y capaz, lo que significa que las autoridades
han sido electas democráticamente entre un sistema político que ofrezca opciones representativas.

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