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REVOLUCIÓN FRANCESA

¿Que es la Revolución Francesa?


La Revolución Francesa comienza con la convocatoria de los Estados Generales en mayo de 1789. El 17 de
junio los Estados Generales crean un órgano autónomo al que llamarán Asamblea Nacional. El poder
legítimo ya no está en manos del Rey sino en manos de la Asamblea que representa al pueblo. A partir de
esa fecha se puede decir que estamos en el tiempo de la Revolución. Se considera a su vez que la
Revolución termina cuando Napoleón Bonaparte da un golpe de estado en noviembre de 1799 e instaura el
Consulado y el Imperio como régimen político.
Este profundo cambio no es sino el primer eslabón de una ola de cambio general que se desarrollará en
Europa y Estados Unidos. Resaltar que es una época muy convulsa, donde todo cambio se hace de manera
violenta. Las masacres, ejecuciones, golpes de estado, complots, intrigas serán muy comunes entre
revolucionarios y contrarrevolucionarios, pero también entre los propios revolucionarios. Los diez años que
dura este conflictivo período están marcados por una misma tendencia: el nacimiento de un nuevo sistema
político y el reforzamiento de la nación Francesa.
La Revolución
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El establecimiento del régimen republi­cano en 1792 había abolido los privilegios de casta imperantes desde
la Edad Media. Con la caída del máximo exponente de esta estructura feudal, el rey, desaparecieron
derechos arbitrarios, como el contundente peso político de los nobles sobre el resto de la población. También
se suprimieron los diezmos, esa parte de la cosecha que se destinaba como tri­buto a la Iglesia o a la Corona,
y se eliminó la primacía de los hijos mayores en la herencia de las propiedades. Los grandes beneficiarios de
estos cambios fueron quienes los habían provocado, los burgueses. En la práctica, la mejora de su situación
se manifestó en una redistribución, favorable a su clase, del poder político y la propiedad privada. La
posesión de bienes, libre de los condicionamientos señoriales, hizo que cualquier francés
económicamente independiente fuese un elector y un posible miembro del gobierno del es­tado: un
ciudadano.
Así, la an­tigua estructura de la sociedad, vertical y estanca, dio paso aun activo esquema horizontal, donde
cualquiera podía acceder a los cargos públicos y a la propiedad. El país galo, donde las tierras y las riquezas
pronto estuvieron repartidas entre muchos más titulares que poco antes, se convirtió en el europeo
con mayor cantidad de pequeños propietarios.

Esta realidad socio económica tuvo su expresión política


fundamental en la constitución de asambleas de representantes.
Los ciudadanos, mediante elecciones, delegaban libremente su
cuota de poder público en diputados que abogaban por sus
intereses. Estas cámaras, lo mismo que sus homólogas en
Estados Unidos, fueron los primeros antecedentes modernos de
los actuales parlamentos democráticos.
El cielo, la tierra y el hombre

La Revolución también replanteó las competencias de la Iglesia y el Estado, en el pasado compenetrados. Por un


tiempo separó a este último de la religión, sobre la base de las libertades de culto, conciencia y expresión. Prueba de
este nuevo enfoque fueron los derechos civiles que se concedieron a protestantes y judíos, antes marginados. O, tras
el concordato firmado por Napoleón, el trato entre iguales entablado entre París y la Santa Sede.

En el campo administrativo, ya en 1790 se había reordenado el territorio en un centenar de departamentos que


barrieron la antigua división en señoríos. Los departamentos estaban re­gidos por un consejo general y un presidente,
dos títulos de resonancias republicanas. En la era napoleónica o de la consolidación revolucionaria sumaron a su
organigrama un prefecto. Era un delegado del gobierno central, que de este modo cohesionaba el te­jido burocrático
del país, radial y con eje en la capital. La Francia actual mantiene esta disposición.

 Firma del Concordato entre la Francia revolucionaria y la Santa Sede, en el año 1801.

 El ejército no sufrió menos modi­ficaciones. Ahora lo integraban ciu­dadanos reclutados para defender la nación, no los
intereses de la Corona. Si demostraban talento y valor, podían convertirse en oficiales, antes un privilegio de la
aristocracia. Además, solían incorporarse a las fuerzas armadas mediante levas masivas, precursoras el servicio
militar moderno.
Los ecos de la Revolución propiciaron plataformas liberales que, en un momento u otro del siglo XIX, manifestaron sus reivindi­caciones.

También se abrió a las masas la gran cultura. Las obras de arte, antes
enclaustradas para placer exclusivo de los poderosos que las
encargaban, fueron expuestas a la ciudadanía en espacios
acondicionados expresamente con ese fin. Había nacido el museo
público. El más importante de ellos fue el Louvre, ubicado en una antigua
residencia real de París, cuyos cuadros y esculturas fueron en otros
tiempos patrimonio de monarcas y magnates.
El arte del momento también se hizo eco de los nuevos tiempos. Con la
Revolución triunfó el Neoclasicismo, que, con lienzos de 
Jacques Louis David o Jean Auguste Ingres y mármoles y bronces de
Antonio Canova o Bertel Thordvalsen, imprimiría una monumentalidad
grecorromana a los ideales republicanos y los héroes del día, Napoleón el
primero.
Los símbolos eran importantes. Había que borrar del inconsciente
colectivo los signos de la época superada. Se había adoptado la bandera
tricolor que añadía el rojo y el azul del blasón parisino al blanco de los
Borbones, y se había dado carácter de himno nacional a La Marsellesa. El
mismo año de la composición, dado que el rey no era válido como figura
con que representar al estado nacido de la Revolución, se encarnó a la
patria en Marianne, una muchacha de aspecto saludable tocada con un
gorro frigio. Era la personificación de la República francesa.
¿Quiénes fueron los principales dirigentes de la Revolución Francesa?

La Revolución Francesa (1789-1799) fue un proceso social y


político que acabó con la monarquía absoluta, eliminó los
privilegios feudales del clero y la nobleza y consagró la
separación Iglesia-Estado y la división de poderes, base de las
actuales democracias. Los líderes de la revolución francesa
fueron: Robes Pierre, Marat y Danton.
 
Características de la Revolución Francesa.

 Creó un nuevo modelo de sociedad y estado.


 Surgió con ella la ilustración que dio una nueva fe a la razón y al progreso.
 Se afirmaron los derechos de los hombres.
 Se empezó a dar la participación popular del pueblo.
 Se dieron los saqueos y la destrucción de los castillos.
 Se eliminaron las extensiones fiscales.
 Se formularon los ideales de libertad, igualdad y fraternidad.
 Se eliminó el sistema feudal y los privilegios del clero.
Consecuencias de la revolución francesa
 Fin del orden feudal. Se acabó con la monarquía y con la separación de la sociedad en clases
fijas e inamovibles: aristocracia, clero y siervos. Así, renació la república como sistema de
gobierno en Occidente.
 Proclamación primera de los derechos humanos universales. El lema de libertad, igualdad y
fraternidad condujo a la redacción de la primera ley de derechos humanos sin distinción de raza
ni credo ni nacimiento
 Influencia en las colonias americanas. Las colonias americanas de Europa vieron en la
Revolución Francesa un ejemplo a seguir y sus ideales marcaron huella en sus propios procesos
de independencia.
 Ascenso del bonapartismo. El ascenso de Napoleón Bonaparte y su imperio francés, así como
las guerras europeas que le sucedieron, pusieron fin a este período histórico.
Integrantes
 - Denia Arely Soriano Urrutia

 - Lindsay Nahomy Perdomo Ferná ndez

 - Stefany Nicolle Hernández Paz

 -Jeyson Fernando Gá mez Ferná ndez

 -Bryan Josué Dubon Herná ndez

 -Alexandra Paola Castellanos Martínez

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