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Derechos Fundamentales

(Sexta parte)
Memorándum

1. Los derechos fundamentales son derechos del individuo frente al Estado. Es por esto que
también se les denomina “derechos subjetivos públicos” o “libertades públicas”.

2. Los derechos fundamentales tienden a colisionar entre sí. En la interpretación de su alcance


debe ponderarse su aplicación. Salvo la dignidad humana, no existen derechos absolutos.

3. El catálogo del artículo 19 no es taxativo ni tiene un orden de prelación.

4. Existe un estatuto nacional (artículo 19) y un estatuto internacional (diversos tratados sobre
derechos fundamentales, siendo especialmente importante el Pacto de San José de Costa Rica)
sobre derechos fundamentales, con distintas acciones judiciales que amparan dichos derechos y
distintas consecuencias jurídicas.
Artículo 19 N° 20: Igual repartición de tributos y cargas públicas.

“La Constitución asegura a todas las personas:


20º.- La igual repartición de los tributos en proporción a las rentas o en la progresión o forma que fije
la ley, y la igual repartición de las demás cargas públicas.
En ningún caso la ley podrá establecer tributos manifiestamente desproporcionados o injustos.

Los tributos que se recauden, cualquiera que sea su naturaleza, ingresarán al patrimonio de la Nación
y no podrán estar afectos a un destino determinado.
Sin embargo, la ley podrá autorizar que determinados tributos puedan estar afectados a fines propios
de la defensa nacional. Asimismo, podrá autorizar que los que gravan actividades o bienes que tengan
una clara identificación regional o local puedan ser aplicados, dentro de los marcos que la misma ley
señale, por las autoridades regionales o comunales para el financiamiento de obras de desarrollo”.
Este numeral consagra las bases constitucionales del derecho tributario. Dentro de estas bases
constitucionales encontramos:

1. Principio de legalidad: sólo una ley puede crear tributos, y éstos no pueden resultar
“manifiestamente desproporcionados o injustos”.
2. Principio de generalidad, o de no afectación: el dinero recaudado no podrá estar afecto a un
destino determinado.
3. Excepciones a lo anterior: a) defensa nacional; y b) aquellos que gravan actividades o bienes que
tengan una clara identificación regional o local puedan ser aplicados limitadamente por las
autoridades regionales o comunales.
Artículo 19 N° 21: Libertad para desarrollar actividades económicas

“La Constitución asegura a todas las personas:


21º.- El derecho a desarrollar cualquiera actividad económica que no sea contraria a la moral, al
orden público o a la seguridad nacional, respetando las normas legales que la regulen.
El Estado y sus organismos podrán desarrollar actividades empresariales o participar en ellas sólo si
una ley de quórum calificado los autoriza. En tal caso, esas actividades estarán sometidas a la
legislación común aplicable a los particulares, sin perjuicio de las excepciones que por motivos
justificados establezca la ley, la que deberá ser, asimismo, de quórum calificado;”.
Este numeral consagra, en su inciso primero, el derecho a desarrollar cualquiera actividad económica
que no sea contraria a la moral, al orden público o a la seguridad nacional.

El inciso segundo, en tanto, se relaciona con la Acción de Amparo Económico que en algún
momento estudiamos someramente. El Estado y sus organismos sólo podrán desarrollar actividades
empresariales si una ley de quórum calificado los autoriza, caso en el cual debe someterse a la
regulación del derecho civil.

Es una de las manifestaciones más importantes del Orden Público Económico neoliberal y el
principio de subsidiariedad.
Artículo 19 N° 22: no discriminación económica

“La Constitución asegura a todas las personas:


22º.- La no discriminación arbitraria en el trato que deben dar el Estado y sus organismos en materia
económica.
Sólo en virtud de una ley, y siempre que no signifique tal discriminación, se podrán autorizar
determinados beneficios directos o indirectos en favor de algún sector, actividad o zona geográfica, o
establecer gravámenes especiales que afecten a uno u otras. En el caso de las franquicias o beneficios
indirectos, la estimación del costo de éstos deberá incluirse anualmente en la Ley de Presupuestos”.
Este numeral también es propia del orden público económico neoliberal, propio de la Constitución
actual. Tiende a reiterar un principio general de igualdad y no discriminación, aunque
específicamente vinculado a la actividad económica.

Como el inciso segundo habla de una ley común, la disposición se torna relativamente innecesaria,
aunque con la salvedad que estudiaremos a propósito del Nº 26.
Artículo 19 N° 23: derecho a la propiedad

“La Constitución asegura a todas las personas:


23º.- La libertad para adquirir el dominio de toda clase de bienes, excepto aquellos que la naturaleza
ha hecho comunes a todos los hombres o que deban pertenecer a la Nación toda y la ley lo declare
así. Lo anterior es sin perjuicio de lo prescrito en otros preceptos de esta Constitución.
Una ley de quórum calificado y cuando así lo exija el interés nacional puede establecer limitaciones o
requisitos para la adquisición del dominio de algunos bienes”.

Como veremos a continuación, el artículo 19 Nº 24 consagra el derecho de propiedad como derecho


fundamental. Este artículo se refiere a lo que se ha llamado el “derecho a la propiedad”.
La regla general es que todas las cosas o bienes son susceptible de ser apropiados, salvo algunas
excepciones, como los bienes comunes a la humanidad y los bienes nacionales de uso público,
mencionados en el Código Civil.

Contiene el Código Civil también una regla de gran importancia práctica: el dominio residual del
fisco de los inmuebles que carecen de dueño (art. 590).

Además, como señala el inciso segundo, también pueden establecerse limitaciones y requisitos a
través de una ley de quórum calificado, pero la misma Constitución contempla algunas excepciones
(como respecto de las minas y las aguas en el numeral 24 que veremos a continuación).
Artículo 19 N° 24: Derecho de propiedad

“La Constitución asegura a todas las personas:


24º.- El derecho de propiedad en sus diversas especies sobre toda clase de bienes corporales o
incorporales.
Sólo la ley puede establecer el modo de adquirir la propiedad, de usar, gozar y disponer de ella y las
limitaciones y obligaciones que deriven de su función social. Esta comprende cuanto exijan los
intereses generales de la Nación, la seguridad nacional, la utilidad y la salubridad públicas y la
conservación del patrimonio ambiental.
Nadie puede, en caso alguno, ser privado de su propiedad, del bien sobre que recae o de alguno de los
atributos o facultades esenciales del dominio, sino en virtud de ley general o especial que autorice la
expropiación por causa de utilidad pública o de interés nacional, calificada por el legislador. El
expropiado podrá reclamar de la legalidad del acto expropiatorio ante los tribunales ordinarios y
tendrá siempre derecho a indemnización por el daño patrimonial efectivamente causado, la que se
fijará de común acuerdo o en sentencia dictada conforme a derecho por dichos tribunales. […]”
El derecho de propiedad o dominio es el más importante de los derechos reales. Los derechos reales
son aquellos que se tiene sobre una cosa, a diferencia de los derechos personales, que pueden
exigirse de una persona determinada.

Como todos los derechos reales, la propiedad es un derecho absoluto, erga omnes: se tiene la
propiedad sobre una cosa frente a todas las personas (no respecto de una persona en específico).

Se dice además que el derecho real de propiedad es pleno: confiere todas las facultades posibles
sobre una cosa: usar, gozar y disponer. Otros derechos reales, como el usufructo, sólo otorgan las
facultades de uso y goce, mientras quien conserva la llamada nuda propiedad sólo posee la facultad
de disposición.
El dominio o propiedad está definido en el inciso primero del artículo 582 del Código Civil: “El
dominio (que se llama también propiedad) es el derecho real en una cosa corporal, para gozar y
disponer de ella arbitrariamente; no siendo contra la ley o contra derecho ajeno”.

La importancia de la regulación constitucional es que ésta reconoce la llamada “función social de la


propiedad”, en virtud de la cual ésta puede eventualmente ceder frente a consideraciones sociales.
La función social de la propiedad, de acuerdo a lo establecido en el texto constitucional, implica
limitaciones a la propiedad y obligaciones para el propietario.

Esta función social se deriva, siempre de acuerdo con el texto constitucional, de los intereses
generales de la Nación, la seguridad nacional, la utilidad y la salubridad públicas y la conservación
del patrimonio ambiental.

El acto de mayor afectación a la propiedad en virtud de su función social, es por supuesto la


privación total de ésta. Es la llamada expropiación, regulada someramente en la Constitución y en
una ley orgánica (DL 2186 de 1978).
La Constitución contiene las siguientes reglas acerca de
la expropiación:
1. Sólo puede realizarse a través de una ley.
2. El expropiado puede reclamar en contra del acto
expropiatorio.
3. Sea que haya reclamado o no, siempre tendrá
derecho a ser indemnizado.
4. A falta de acuerdo sobre la forma de pago, la
indemnización debe ser pagada en dinero efectivo y
al contado.
5. El monto de la indemnización, a falta de acuerdo, es
determinado por peritos.
6. La toma de posesión del bien expropiado es
posterior a la indemnización.
7. De existir un reclamo, puede suspenderse la toma de
posesión.
La utilización masiva (muchas veces rayana en la ilegitimidad) de la expropiación en la propiedad
agraria durante los años ‘60 y comienzos de los ‘70 generó un rechazo y desconfianza hacia la
expropiación. Por esta razón, la regulación constitucional y legal de la expropiación tiende en gran
medida a desvirtuar la función social de la propiedad.

Otras regulaciones tienen presente la necesidad de lograr un equilibrio. Por ejemplo, la GrundGesetz
(Ley fundamental alemana) señala en su artículo 14.3.: “La expropiación está permitida sólo por
razones de bien común. Podrá ser efectuada sólo por ley o en virtud de una ley que establezca el
modo y el monto de la indemnización. La indemnización se fijará considerando en forma
equitativa los intereses de la comunidad y de los afectados. En caso de discrepancia sobre el
monto de la indemnización quedará abierta la vía judicial ante los tribunales ordinarios”.
Concluye la disposición del artículo 19 Nº 24 con dos regímenes de propiedad especiales muy
importantes: las minas y las aguas.

Sobre las minas, señala el artículo 19 Nº 24 que “El Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo,
inalienable e imprescriptible de todas las minas, comprendiéndose en éstas las covaderas, las arenas
metalíferas, los salares, los depósitos de carbón e hidrocarburos y las demás sustancias fósiles, con
excepción de las arcillas superficiales, no obstante la propiedad de las personas naturales o jurídicas
sobre los terrenos en cuyas entrañas estuvieren situadas. Los predios superficiales estarán sujetos a
las obligaciones y limitaciones que la ley señale para facilitar la exploración, la explotación y el
beneficio de dichas minas”.

Aunque el Estado sea dueño de las minas, puede otorgarlas en concesión. En el derecho minero se
distinguen las concesiones de exploración de las concesiones de explotación o pertenencias.
La disposición constitucional contiene además una regulación somera del procedimiento de
concesión, el que está regulado con más detalle en el Código de Minería.

En principio, todos los minerales son susceptibles de concesión, salvo:


a) Los hidrocarburos líquidos o gaseosos;
b) El litio;
c) Los yacimientos existentes en las aguas marítimas sometidas a la jurisdicción nacional;
d) Los yacimientos situados en zonas de importancia para la seguridad nacional.

Existen dos minerales que, si bien son concesionables, el Estado tiene la primer opción de compra en
cualquier producto minero en los que tengan presencia significativa: son el uranio y el torio.
La disposición del numeral 24 concluye con una (actualmente) polémica inclusión de los derechos de
aprovechamiento de las aguas.

Las aguas son bienes nacionales de uso público. En rigor debiese ser un bien común a la humanidad,
pero la escasez del agua dulce, tanto en nuestro país como en el mundo entero, hace necesaria una
gestión eficiente de este recurso.

Es por eso que el agua, en tanto bien nacional de uso público, también es concesionable a
particulares. A esto se refiere el inciso final del artículo 19 Nº 24: “Los derechos de los particulares
sobre las aguas, reconocidos o constituidos en conformidad a la ley, otorgarán a sus titulares la
propiedad sobre ellos”.
Artículo 19 N° 25: propiedad intelectual y propiedad industrial

“La Constitución asegura a todas las personas:


25º.- La libertad de crear y difundir las artes, así como el derecho del autor sobre sus creaciones
intelectuales y artísticas de cualquier especie, por el tiempo que señale la ley y que no será inferior al
de la vida del titular.
El derecho de autor comprende la propiedad de las obras y otros derechos, como la paternidad, la
edición y la integridad de la obra, todo ello en conformidad a la ley.
Se garantiza, también, la propiedad industrial sobre las patentes de invención, marcas comerciales,
modelos, procesos tecnológicos u otras creaciones análogas, por el tiempo que establezca la ley.
Será aplicable a la propiedad de las creaciones intelectuales y artísticas y a la propiedad industrial lo
prescrito en los incisos segundo, tercero, cuarto y quinto del número anterior,”.
Aunque el numeral comienza hablando de “La libertad de crear y difundir las artes”, esto no es más
que una reiteración o concretización de un principio general de libertad, y también parte de la libertad
de expresión.

El núcleo de este numeral se refiere más específicamente a algunas “propiedades especiales”: la


propiedad intelectual (derecho de autor) y la propiedad industrial (marcas comerciales y patentes de
invención).

Aunque la categoría “propiedades especiales” no es muy precisa conceptualmente, engloba dos


características comunes a estos tipos de propiedad:
a) Son propiedades sobre bienes intangibles, a diferencia del dominio quiritario tradicional.
b) Son propiedades temporales, a diferencia del dominio que es ilimitado.
Derecho de autor (propiedad intelectual)

El derecho de autor es el que tiene el creador de una obra literaria, artística o científica, para recibir
las regalías que resulten de la explotación de la obra, así como también revindicar la exclusividad de
ciertos derechos llamados “morales” (en contraposición a los derechos patrimoniales propios de la
explotación de la obra), los cuales están mencionados en la misma Constitución: la paternidad y la
integridad de la obra. Estos derechos morales diferencian el estatuto de los derechos de autor del
sistema del Copyright, propio del Common Law.

Debe destacarse que la protección es a la forma de expresión de la obra, no a una idea.

Por último, ya señalamos que se trata de una propiedad temporal. La Constitución establece como
límite mínimo la vida del titular o autor, pero en la legislación especial el plazo fue aumentando en
sucesivas modificaciones. Actualmente es de 70 años posterior a la muerte del autor.
Propiedad industrial

La propiedad industrial también es temporal y se refiere a intangibles, pero a diferencia del derecho
de autor, protege creaciones de importancia en la industria, en un sentido estricto. Acá la persona del
autor cede importancia frente a la creación en sí misma, de una gran importancia económica. Los más
importantes son:

1. Las patentes de invención: protegen la exclusividad de explotación de una invención novedosa e


inventiva, por un plazo de 20 años desde la solicitud de patente, no renovables.

2. Las marcas comerciales: identifican un producto o servicio con un origen empresarial específico,
tanto denominativa como gráficamente. La protección es únicamente por 10 años, pero pueden
ser renovadas indefinidamente.
Otra diferencia muy importante entre la protección del derecho de autor y la de la propiedad
industrial es que en el derecho de autor, la protección surge desde el mismo instante de creación de la
obra. No se requiere que esta haya sido publicada, ni un registro o certificado expedido por alguna
autoridad.

El depósito de una obra intelectual (que en Chile se realiza en el Departamento de Derechos


Intelectuales dependiente de la DIBAM) tiene únicamente propósitos probatorios y de publicidad.

En cambio, las patentes y marcas sí requieren para su protección una tramitación y registro ante la
autoridad. En Chile esto se realiza ante el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI),
servicio público dependiente del Ministerio de Economía.
Muy similares a la regulación de las patentes y las marcas comerciales, existen otros estatutos de
protección de propiedad industrial que consideran reglas especiales, entre los que se encuentran:

a) Las indicaciones geográficas y denominaciones de origen;


b) Los circuitos integrados;
c) Los diseños industriales;
d) Las variedades vegetales (en nuestro sistema tienen un estatuto especial, pero en otros países,
como EE.UU., siguen el estatuto de las patentes);
e) Los nombres de dominio de internet;
f) Los softwares (en otros sistemas tienen protecciones especiales, pero en Chile se consideran
“obras literarias”, y por tanto protegidas por el derecho de autor, con algunas salvedades).
Artículo 19 N° 26: supremacía constitucional

“La Constitución asegura a todas las personas:


26º.- La seguridad de que los preceptos legales que por mandato de la Constitución regulen o
complementen las garantías que ésta establece o que las limiten en los casos en que ella lo autoriza,
no podrán afectar los derechos en su esencia, ni imponer condiciones, tributos o requisitos que
impidan su libre ejercicio”.

Algunos autores se refieren a este numeral como el “derecho a la seguridad jurídica”.

En la práctica, la jurisprudencia ha aplicado este numeral como una verdadera herramienta


hermenéutica del artículo 19. Es la irradiación de la Constitución, que en algún momento estudiamos.
Lo que señala el numeral 26, no protegido a través de la acción de protección, es que la Constitución,
si bien sólo regula los aspectos esenciales de los derechos fundamentales, irradia su supremacía
frente a todas las normas legales que concretizan este contenido.

Este numeral reafirma la constitucionalización del derecho.

En la práctica, y aunque está dirigido al legislador, se ha transformado en uno de los numerales más
invocados en el análisis constitucional. El legislador puede regular los derechos fundamentales
establecidos en la Constitución, pero no puede “afectar los derechos en su esencia” ni “imponer
condiciones, tributos o requisitos que impidan su libre ejercicio”.
Disposiciones similares encontramos en la Constitución española y la GrundGesetz.

El Artículo 53.1. de la Constitución española señala: “Los derechos y libertades reconocidos en el


Capítulo segundo del presente Título vinculan a todos los poderes públicos. Sólo por ley, que en todo
caso deberá respetar su contenido esencial, podrá regularse el ejercicio de tales derechos y libertades,
que se tutelarán de acuerdo con lo previsto en el artículo 161, 1, a)”.

El artículo 19 de la Ley Fundamental Alemana señala en su primer párrafo: “Cuando de acuerdo con
la presente Ley Fundamental un derecho fundamental pueda ser restringido por ley o en virtud de una
ley, ésta debe tener carácter general y no estar limitada al caso individual. Además, la ley debe
mencionar el derecho fundamental indicando el artículo correspondiente.
Agrega el párrafo segundo: “En ningún caso un derecho fundamental podrá ser afectado en su
contenido esencial”.
Deberes Constitucionales
Los artículos 22 y 23 de la Constitución consagran los “deberes constitucionales”, cuya inclusión
tiene una razón histórica e ideológica.

No obstante, a contrario sensu sirven para reafirmar la interpretación más adecuada de los derechos
fundamentales. De los derechos no se derivan deberes.
Artículo 22.

“Todo habitante de la República debe respeto a Chile y a sus emblemas nacionales.


Los chilenos tienen el deber fundamental de honrar a la patria, de defender su soberanía y de
contribuir a preservar la seguridad nacional y los valores esenciales de la tradición chilena.
El servicio militar y demás cargas personales que imponga la ley son obligatorios en los términos y
formas que ésta determine.
Los chilenos en estado de cargar armas deberán hallarse inscritos en los Registros Militares, si no
están legalmente exceptuados”.
Artículo 23.

“Los grupos intermedios de la comunidad y sus dirigentes que hagan mal uso de la autonomía que la
Constitución les reconoce, interviniendo indebidamente en actividades ajenas a sus fines específicos,
serán sancionados en conformidad a la ley. Son incompatibles los cargos directivos superiores de las
organizaciones gremiales con los cargos directivos superiores, nacionales y regionales, de los
partidos políticos.
La ley establecerá las sanciones que corresponda aplicar a los dirigentes gremiales que intervengan
en actividades político partidistas y a los dirigentes de los partidos políticos, que interfieran en el
funcionamiento de las organizaciones gremiales y demás grupos intermedios que la propia ley
señale”.

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