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ARQUEOLOGÍA
Historia de la arqueología
La arqueología surgió en Europa como un pasatiempo de gente con recursos suficientes para
financiar expediciones a lugares remotos para presumir sus hallazgos -muchas veces
extraordinarios-. Hoy es una disciplina formal y una forma de vida para investigadores
profesionales a nivel global.
La palabra arqueología, viene del griego «ἀρχαίος» archaios, que significa viejo o antiguo, y
«λόγος» logos, que significa ciencia o estudio, por lo que es la ciencia que estudia los cambios
físicos que se producen desde las sociedades antiguas hasta las actuales, a través de los restos
materiales, distribuidos en el espacio y conservado a través del tiempo. Pero, estos mismos restos
materiales nos dicen mucho acerca de la cultura y desarrollo de dichas sociedades. Por lo que, su
principal objetivo es el estudio de los cambios en la organización social, así como la diversidad del
comporta-miento humano, en aspectos económico, político, ideológico, religioso; en el pasado.
Fundador de la arqueología
Flavio Biondo, un historiador humanista del
Renacimiento italiano, creó una guía sistemática de
las ruinas y la topografía de la antigua Roma a
principios del siglo XV, por lo que se le llamó el
primer fundador de la arqueología
Flavio BiondoNació en Forli, en la región de
Romagna, durante 1392.
Obras
A.E. Douglass muestra el corte original de una secuoya a un visitante. Crédito: Arizona State
Museum
Andrew Ellicott Douglass (5 de julio de 1867 – 20 de marzo de 1962) nació en Windsor (Vermont,
EE. UU.), en una prominente familia ligada al clero y la academia. Heredó su nombre (y la pasión
por la astronomía) de su bisabuelo, quien había registrado por primera vez una lluvia de estrellas
fugaces en Norteamérica. Con sus estudios en astronomía, geología y física, Douglass ingresó en el
Observatorio de Harvard como ayudante, un empleo que le llevó de expedición a Perú y de gira
por Europa. En 1894, el acaudalado astrónomo aficionado Percival Lowell le contrató con el fin de
seleccionar un emplazamiento en Arizona donde situar un telescopio para observar Marte.
Douglass se trasladó a lo que entonces era el Far West y eligió la localidad de Flagstaff. Allí se
erigió el Observatorio Lowell, que ha perdurado hasta hoy.
McGraw, y a fundLa trayectoria de Douglass como segundo de Lowell terminó
bruscamente a causa de la obsesión de este por demostrar la existencia de una
civilización marciana. Lowell se empecinaba en ver canales artificiales en Marte,
algo que ni Douglass ni el resto de la comunidad científica apoyaban. El
conflicto entre ambos terminó con el despido de Douglass en 1901. Según
Donald J. McGraw, biólogo e historiador de la ciencia que ha escrito
extensamente sobre el trabajo de Douglass, fue entre este momento y su traslado
a la Universidad de Arizona, en Tucson, en 1906 cuando el astrónomo comenzó
a interesarse por la datación de los anillos de crecimiento de los árboles.
La naturaleza anual de los anillos aparece por primera vez en los escritos de
Leonardo da Vinci, quien reconoció que su grosor dependía de las condiciones
de humedad. En los siglos XVIII y XIX, otros científicos avanzaron en el estudio
de los anillos y su relación con el clima, comenzando a cruzar fechas para
efectuar dataciones. Por su parte, Douglass consolidaba su carrera como
astrónomo en Tucson, fundando en 1916 el Observatorio Steward en un terreno
de la Universidad donde anteriormente se ubicaba una granja de avestruces.
A.E. Douglass nunca logró encontrar rastros del ciclo solar en los anillos de los árboles.
Douglass falleció a los 94 años sin ver cumplido su sueño de demostrar la huella
de los ciclos solares en los anillos de los árboles. “Nunca fue capaz de probarlo, ni
lo ha hecho nadie”, apunta McGraw. “Pero algunos estudios sugieren, aunque es
una conjetura, un posible ciclo de 22 años en los anillos, el doble del ciclo de las
manchas solares. Su significado, si es que es real, es confuso”. Aun así, para
McGraw Douglass siempre será, como las secuoyas que estudió, un “gigante
imperecedero”.