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El carácter social:
Carácter político
Para el caso de las Indias, el hecho de que las ciudades y los reinos resultados de la colonización
española aparecieran como “comunidades nuevas” implicó que las discusiones respecto a sus
características y legitimidad fueran particularmente ricas: ¿qué eran las ciudades y los reinos de
Nueva España?, ¿cómo se constituían como cuerpos políticos?, ¿quiénes formaban parte de dichas
comunidades?, ¿cuáles eran sus ámbitos y medios de acción?, ¿cómo y por quién debían
gobernarse? Éstas y otras preguntas relativas al problema de lo común fueron analizadas en
numerosos tratados y documentos administrativos de Nueva España.
Historizar las categorías utilizadas para remitir a la comunidad política en la Nueva España del siglo
XVI puede abrir nuevas lecturas de la historia política e intelectual de dicha región, así como
aportar elementos relevantes a las discusiones historiográficas sobre el pensamiento político de la
temprana modernidad. Por un lado, analizar la especificidad histórica de los usos y sentidos que
gobernantes y pensadores de esta región daban a conceptos como ciudad, república o reino
resulta una ventana excepcional para acercarse al estudio de los lenguajes y las tradiciones
políticas novohispanas del siglo XVI. La centralidad que estos conceptos tenían dentro de los
discursos políticos los hacían particularmente polisémicos. Al no existir definiciones estables, en
muchas ocasiones su uso implicaba un posicionamiento ante problemas fundamentales del
pensamiento de la época, como podrían ser el origen del poder, la representación política o los
límites de la autoridad. Así, estudiarlos como aquí se propone permite acercarse a la manera en la
que estos problemas fueron pensados por los actores de la época. Al dar cuenta de los
presupuestos o fundamentos teóricos que estaban detrás de las formas de entender a la ciudad o
al reino, es posible que se visibilicen tradiciones políticas presentes en esta parte de la Monarquía
que hasta la fecha han quedado marginadas de la historiografía -pienso, por ejemplo, en formas
de pensamiento republicanas o constitucionalistas.
Por otro lado, un estudio como este permitiría también conocer la forma concreta en la que se
describieron y valoraron las ciudades y reinos de Nueva España, los rasgos y características
atribuidos a cada una de estas entidades y la manera particular en la que se apeló a ellas en las
discusiones y procesos de negociación. Con esto, podríamos entender mejor cómo se articularon
espacios colectivos de acción política, así como procesos relacionados a la configuración de
sentimientos de pertenencia, conformación de instituciones o mecanismos de integración de la
Monarquía.
Ahora bien, si lo que se busca en ambos casos es comprender, desde la historia intelectual, los
criterios y lógicas de integración de la comunidad política en la Nueva España del siglo XVI, es
necesario focalizar con detenimiento los lenguajes disponibles en la época, es decir, los
vocabularios, presupuestos y maneras de argumentación que se utilizaron para hablar de lo
público y de lo común. De esta forma, podemos conocer no sólo los distintos contenidos que les
fueron asignados a los conceptos comunidad, ciudad y reino y a las entidades particulares que
designaron, sino las condiciones que hicieron posible reflexionar en torno a ellos y los nudos o
conflictos que se presentaron al ser referidos por los actores de la época.
Un dato a resaltar de la organización social era sus sistema de castas, este es la evolución del
anteriormente mencionado sistema piramidal y a continuación le voy a dar un ejemplo
Bautizar y confirmar que conforman parte del Indígenas, mestizos, criollos y españoles
catolicismo peninsulares
Indígenas, mestizos, criollos y españoles
peninsulares
pedir un diezmo o colecta que se quedaba la
iglesia y una parte se lo mandaban a los reyes
Las haciendas:
El origen de estas haciendas se remonta hacia las primeras encomiendas y mercedes de tierra que,
a partir del siglo XVI, la Corona Española otorgara a sus soldados de más alto rango y que
paulatinamente llegaron a convertirse en auténticos señoríos semifeudales llegando, incluso, a
consolidarse como la propiedad rural
la caña de azúcar;
la demanda de productos tropicales, como el tabaco, el cacao, el índigo, el añil, el palo tinte y
otras plantas;
la prodigiosa multiplicación de las vacas, caballos, ovejas, cabras, cerdos, muías y burros; y
finalmente