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Los ministerios laicales tienen su raíz sacramental en los sacramentos de la

Iniciación cristiana y en algunos casos también en el sacramento del


Matrimonio, pero no en el sacramento del Orden. Representan un grado de
participación en las responsabilidades de la comunidad eclesial, por encargo
y aceptación, y están regulados por normas concretas en fidelidad a las
funciones que se confían.
Entre estos ministerios se distinguen:
a. Ministerios instituidos. Los que son conferidos en un rito litúrgico
aprobado oficialmente, con un compromiso formal y estable por parte
de las persona idóneas que lo solicitan y sean aceptadas por el Obispo.
Los ministerios instituidos en la Iglesia son dos: el de Lector y el Acólito.
b. b. Ministerios reconocidos. Se trata de la encomienda de un servicio
pastoral concreto -necesario en la comunidad cristiana, para su vida y su
misión en el mundo- confiado a un laico, por un tiempo determinado
que, previas unas disposiciones y formación, recibe la encomienda oficial
de la Iglesia por el obispo y es reconocido públicamente por la propia
comunidad eclesial.
 1 Corintios 12:1-3

No quiero, hermanos, que ignoren


acerca de los dones espirituales.
Sepan que cuando eran gentiles, se les
extraviaba llevándoles, como se les
llevaba, a los ídolos mudos. Por tanto,
les hago saber que nadie que hable
por el Espíritu de Dios llama anatema
a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús
Señor, sino por el Espíritu Santo.
1 Corintios 12:4-6

Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el


Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de
ministerios, pero el Señor es el mismo. Y
hay diversidad de operaciones, pero Dios,
que hace todas las cosas en todos, es el
mismo.
1 Corintios 12:7-11

•Pero a cada uno le es dada la


manifestación del Espíritu para provecho.
Porque a éste es dada por el Espíritu
palabra de sabiduría; a otro, palabra de
ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe
por el mismo Espíritu…otro, dones de
sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el
hacer milagros; a otro, profecía; a otro,
discernimiento de espíritus; a otro, diversos
géneros de lenguas…otro, interpretación de
lenguas. Pero todas estas cosas las hace
uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada
uno en particular como él quiere.
1 Corintio
s 12:12-14
•Porque así como el cuerpo es
uno, y tiene muchos miembros,
pero todos los miembros del
cuerpo, siendo muchos, son un
solo cuerpo, así también Cristo.
Porque por un solo Espíritu
fuimos todos bautizados en un
cuerpo, sean judíos o griegos,
sean esclavos o libres…todos se
nos dio a beber de un mismo
Espíritu. Además, el cuerpo no
es un solo miembro, sino
muchos.
•Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del
1 Corintios cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso
no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si

12:15-20 todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los
miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos
fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos
los miembros, pero el cuerpo es uno solo.
Abrahán es un pastor que va de una parte a otra buscando pastos
y agua para su ganado. Es un pastor nómada, inquieto y, a
veces, solitario. Es alguien que busca en el desierto.

Moisés es este niño abandonado y rescatado, que, luego, crece,


es educado en la corte del faraón y es iniciado en la sabiduría
egipcia.
Tiene todos los privilegios de pertenecer a la familia imperial.
Su contacto con la realidad es limitado. Su mundo está dentro
del palacio, donde se desarrolla su vida de cada día.
Desde la infancia, Samuel vive al servicio del Templo. Había
sido entregado por su madre a Dios para que le sirviera. Elí, el
sacerdote encargado del Templo, es quien lo acoge y hace de él
su ayudante.

David hizo en poco tiempo una carrera fulgurante. De ser un


joven pastor al cuidado del rebaño de la familia, pasa a ser
elegido como futuro rey y, poco después, a ser consagrado
como tal. Es valeroso, es justo, es alegre y la suerte le sonríe.
Elías sufre el dolor de los débiles explotados, se rebela, no
puede aguantar la falsedad, no puede soportar el crimen
cometido contra los débiles. Su fuerza es Dios y, así, denuncia
el crimen del poderoso.

Oseas estaba casado con Gomer, a quien amaba con ternura y


cariño. Pero ella le fue infiel, le abandonó y se fue con otros en
búsqueda de aventura y felicidad pasajera.
Así, Oseas sufre el desengaño y la vergüenza de la infidelidad.
Su esposa le ha abandonado, se ha reído de él. Sin embargo, el
corazón de Oseas no deja de latir por ella, es incapaz de dejar
de amarla.
•Jeremías es una de esas
personas que luchan
continuamente contra Dios. Su
vida es la historia de una
seducción continua por parte de
Dios, de un ir y venir, de un
dejarse y un esconderse.
•Esta seducción, Jeremías la vive
de una forma paradójica. Por
una parte la siente como una
violación y, por otra, la
experimenta como fuente de
gozo y de alegría.

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