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PROFETA
Por las figuras que usó dejó la idea de ser campesino. Como rústico hijo del
campo, sacó sus figuras sencillas del hogar, del huerto y del rancho. 4:16; 7:4-8;
10:11; 11:4: 13:3,15; 14:7. “No hay amor sin pena, ni verdadera pena sin amor”.
PERSONAS DESTINATARIAS
Las diez tribus del norte, conocidas como Israel o reino del norte. Samaria era su
capital y Efraín la tribu principal.
Ministró durante unos veinticinco años, aunque se cree que lo mejor de su trabajo
se llevó a cabo alrededor del año 745 a. C.
Comenzó a predicar en tiempos de grande prosperidad y dejó de hacerlo cuando la
nación luchaba con el poder de la anarquía.
Hubo seis reyes en veinte años, de los cuales sólo uno murió en forma natural. La
palabra clave en estos tiempos fue “conspiración”. Desaparecerá el rey de Samaria
como astilla que flota sobre el agua”. 10:7. VP Jeroboam II, 790-749 a. C.
Zacarías, 748 a. C. {Seis meses} Salum. 748 a. C. {Un mes} Manahem, 748-
738, a. C. {El único que murió en forma natural} Pekaía, 738-736, a. C. Peka,
736-730, a. C. Oseas, 730-722, a. C.
PROPÓSITO Y MENSAJE
Oseas infundió como con fuego dos ideas en su alma: El amor de Dios y su
fidelidad para con Israel, y la infidelidad e ingratitud de Israel para con Jehová.
Amós habló de la justicia, apelando a la conciencia, mientras que Oseas habló del
amor, apelando al corazón.
Oseas, disciplinado por una lenta agonía producida por un dolor profundo,
enterneció su corazón con su amor, percibió lo que podía ser la tristeza en el
corazón de Dios. Estuvo detrás del Señor confirmando por la ley, que Dios es
amor; nunca se olvidó del juicio, pero estimó que tenía mayor y mejor oportunidad
que otros, para ganar a su pueblo a fin de que procediera al arrepentimiento, si él
intercedía en forma constante para salvarlo del merecido y justo castigo divino.
STOR
Su muerte.
PROCIÓN PASTORAL
PENSAMIENTO
EL PROFETA Y LA PROSTITUTA
Ray C. Stedman
De modo que el joven Oseas se encontró con que el número de sus oyentes era
cada vez menor. Me imagino que debían de ser educados delante de él, pero que
se burlarían a sus espaldas y que le tratarían con amabilidad, como si fuese una
persona inofensiva, que es lo que normalmente hace la gente con los
predicadores. En una ocasión, cuando estuve en Inglaterra, conocí a un clérigo
anglicano que me contó que lo que más le había molestado, tanto antes como
durante la Batalla de Gran Bretaña eran los carteles en las plazas públicas en los
que se decía: todas las personas deben inscribirse para el reclutamiento menos las
mujeres, los niños, los retrasados mentales y los clérigos. Dijo que no era tanto el
que le incluyesen en esa lista, pero que hubiera deseado al menos que le hubiesen
colocado antes de los retrasados mentales.
Pero Dios le dijo: Quiero que sepas la historia entera de esta joven. Quiero que te
cases con ella, pero ella te va a ser infiel, de hecho, se convertirá en nada menos
que en una vulgar prostituta. Pero a pesar de todo quiero que te cases con ella.
No cabe duda de que Oseas debió sentirse profundamente intrigado por el extraño
mandato de Dios, de igual manera que se debió sentirlo Abraham cuando Dios le
mandó que cogiese a su hijo y lo matase, que matase a su propio hijo. En
ocasiones Dios hace cosas extrañas, cosas que nosotros no entendemos, que no
podemos clasificar, cosas que no parecen encajar con lo que creemos que
sabemos acerca de él. Y esa es una de esas cosas extrañas. Dios le dijo a Oseas:
Quiero que te cases con esta muchacha, que se convertirá en una ramera, en una
prostituta corriente y común, pero tendrás tres hijos, dos niños y una niña. Y
cuando nazcan quiero que me dejes que sea yo quien les ponga los nombres. Tal
vez en esos momentos Oseas comenzaría a entender algo de lo que Dios estaba
haciendo. Sabía que en Israel era la costumbre enseñar por medio de señales,
Dios usaba con frecuencia este método para instruir a su pueblo, y que los
nombres eran muy importantes. Dios usaba con frecuencia los significados de los
nombres para enseñar a Israel ciertas verdades y en aquellos momentos Dios
planeaba usar a este profeta y a su familia como una lección objetiva para su
pueblo.
Esto era algo que también le pasaba a Isaías en el reino del sur y también Isaías
tenía dos hijos. Los nombres de sus hijos son realmente difíciles de pronunciar,
pero tienen un significado. El nombre del más pequeño era Shearjashub, que
significa "volverá un remanente”. Esa era la promesa que Dios le había hecho a
Israel, que aunque iban a ser llevados cautivos, volvería un remanente. El nombre
del mayor era Ahershalalhashbaz. No tengo ni idea cómo debían de llamarlos a la
hora de comer en aquellos tiempos. Mahershalalhashbaz significa "apresurarse a la
presa” o "apresurarse al saqueo”, que era una manera profética de decirle Dios al
pueblo que se habían metido en un gran problema, pero también les consolaban
mediante las palabras "regresará un remanente”.
Así que Oseas fue a hacerle la corte. Y ¿cómo no? Gomer se sintió atraída por
aquel muchacho tímido y al final él se armó de valor y le pidió que se casase con
él. Ante su gran alivio la muchacha accedió y se casaron. Al principio su unión fue
como el cielo en la tierra. Oseas amaba a esta muchacha, no se puede leer esta
profecía sin darse cuenta de ello. Debieron de ser inmensamente felices juntos y
luego tuvieron a su primer hijo, que era un niño, tal y como Dios les había dicho.
Oseas rebosaba de felicidad y acudió a Dios para que le dijese qué nombre debía
ponerle a su hijo: ¿cómo debemos llamarle? Ante su sorpresa, Dios escogió el
nombre Jezreel, que quiere decir "naufragar” que era un nombre vergonzoso en
Israel. ¿Recuerda usted la sangrienta historia de la reina Jezabel y de Acab? Acab
engañó a su vecino, le quitó su propiedad y le robó su viñedo y Jezabel fue la reina
malvada que lo hizo hacerlo y por eso Dios la juzgó. Un día estaba ella mirando
por la ventana, desde el piso alto, cuando Jehú, un general, que estaba en el
patio, ordenó a los criados que tirasen a Jezabel por la ventana, cosa que hicieron.
Ella quedó muerta en el suelo y los perros se la comieron, y desde entonces ese
patio fue conocido con el nombre de Jezreel (2º Reyes 9:30-37)
Sin embargo, ese fue el nombre que escogió Dios para el hijo mayor de Oseas, su
primogénito, y ese fue el nombre que le dio Oseas a su bebé, porque entendió que
Dios estaba advirtiendo a su pueblo y que también ellos sería echados si no
reconocían lo insensato de sus acciones, si no abandonaban a los ídolos y dejaban
sus costumbres abominables, intentando ser como el resto de los pueblos que les
rodeaban. Dios les estaba advirtiendo por medio del nombre del bebé.
Con el paso del tiempo le nació otro niño a Oseas, una hija, a la que pusieron por
nombre Lo-ruhama que significa "una persona a la que no se le tiene ninguna
lástima o compasión”. Imagínese lo que es ponerle un nombre así a una hija suya.
Quería decir que Dios ya no tendría más compasión de su pueblo si seguían en su
postura de rebeldía obstinada porque se le estaba acabando la paciencia. Después
de haberse tirado varios cientos de años intentando llegar a su pueblo obstinado,
les estaba advirtiendo que estaban llegando al final, que llegaría un momento en
que Dios ya no se compadecería más de ellos, sino que los entregaría en mano de
los ejércitos invasores.
Cuando la niñita fue destetada, Gomer concibió de nuevo y tuvo un hijo, un tercer
hijo, otro niño y a este niño Dios le puso por nombre Lo-ammi "no es mi pueblo”
porque Dios les estaba diciendo "no sois mi pueblo” y yo no será vuestro Dios.
Dios había dicho que pondría nombres a estos niños que servirían de señal al
pueblo, pero habría de venir el día de la restauración: "...y tendré compasión de
Lo-ruhama. Diré a Lo-ammi: ¡Pueblo mío eres tú!, y él dirá: ¡Dios mío!" (2:23)
Así que aunque en esos momentos Dios estaba pronunciando juicio, su gracia
también se estaba poniendo de manifiesto.
Un día Oseas llegó a su casa y se encontró una nota de Gomer: había decidido
buscar la felicidad que se merecía y le dejaba a él y a sus hijos para seguir al
hombre que realmente amaba. Ya saben ustedes cómo son esas notas: Querido
Juan...
Pero la pobre Gomer iba pasando de un hombre a otro, hasta que cayó por fin en
manos de un hombre que pudo pagarle su alimento y su ropa. Su primer amante
le había regalado una estola de visón, pero éste hacia que se tuviese que vestir
con la ropa que encontraba en la beneficencia. Al profeta le llegaron noticias de la
vida tan desgraciada que llevaba su mujer y fue a buscar al hombre con el que
estaba viviendo. Sabía dónde la encontraría, en la taberna de la ciudad, y cuando
se encontró con él es muy posible que la conversación se pareciese a esta: ¿Eres
tú el hombre que estás viviendo con Gomer, la hija de Diblaim? El hombre debió
contestarle: Si es que es asunto tuyo, lo soy efectivamente. Oseas le dijo: Pues yo
soy Oseas, su marido a lo cual siguieron unos momentos de profunda tensión.
Pero el hombre le preguntó: ¿qué quieres? Yo no he hecho nada malo. Oseas le
dijo: escucha, no es mi intención causar ningún problema, pero sé que tienes
dificultad para que te llegue el dinero. Quiero que cojas este dinero y que le
compres a Gomer algo de ropa y que te asegures que tenga toda la comida que
necesite. Si necesitas más dinero te lo daré. Es posible que aquel hombre pensase
"no hay loco peor que un viejo loco”. Si este cretino quiere ayudarme a pagar los
gastos, mejor para mí. De modo que cogió el dinero, le compró algunos alimentos
y volvió a su casa.
Puede que piense usted ¡vaya una locura, que un hombre haga semejante cosa!
Pero ¿quién puede explicar las locuras que comete el amor? El amor existe aparte
de la razón y según su propia naturaleza y lo que hizo Oseas lo hizo por amor. No
cabe duda de que debió de contemplar a distancia para ver si podía contemplar
durante unos segundos a la mujer que amaba mientras ella acudía
apresuradamente a la puerta para coger los alimentos que llevaba el hombre en
sus manos y darle las gracias por lo que le había traído, por los regalos que había
hecho posible el verdadero amor, que había ofrecido la infamia y que la insensatez
había aceptado.
No sabemos con seguridad cuánto tiempo duró esta situación, pero por fin llegó la
noticia de que la mujer a la que amaba Oseas iba a ser vendida como esclava. El
marido con el que se encontraba en aquellos momentos se había cansado de ella y
debía ser vendida como esclava. El profeta, con el corazón destrozado, no sabía lo
que hacer y acudió a Dios llorando. Dios le dijo: Oseas, ¿amas a esta mujer a
pesar de lo que te ha hecho? Oseas asintió con la cabeza mientras le caían las
lágrimas y Dios le dijo: entonces ve y muéstrale tu amor por ella de la misma
manera que yo amo a esta nación de Israel.
El volvió a prometerle su amor y fue todo cuanto pudo aceptar esta mujer, que
había caído y se había arrastrado en el pozo de la desgracia y de la vergüenza,
pero el amor de este hombre quebrantó su corazón y a partir de ese momento
Gomer le fue fiel a Oseas y se convirtió en una esposa honesta, trabajadora y fiel y
el resto del libro de Oseas sencillamente nos cuenta el efecto de esta historia sobre
la nación de Israel, a la que Dios le había dicho: ¿cómo puedo abandonarte? Les
recordó su amor por ellos a lo largo de todos aquellos años, les recordó su bondad
para con ellos y cómo una y otra vez le habían vuelto la espalda a Dios. La imagen
final del libro es una de gran belleza y gloria, porque es la esperanza del día en el
que Israel habrá de volver a Dios, que es su verdadero esposo, y dirá: "¿Qué
tengo yo que ver con los ídolos? Le he visto, le he escuchado y se ha ganado mi
corazón.
Algunos de los más destacados pasajes del libro de Oseas son predicciones
asombrosas. Una de ellas aparece al final del capítulo 3 y encaja perfectamente
con la historia de la vida personal de Oseas, cuando Dios dice acerca del pueblo de
Israel:
"Porque muchos años estarán los hijos de Israel sin rey, ni gobernante, ni
sacrificio, ni piedras rituales, ni efod ni ídolos domésticos”. (3.4)
¡Qué profecía tan maravillosa es esta! Y encontramos otra muy parecida a esta al
final del capítulo 5: "Voy a volverme a mi lugar, hasta que reconozcan su culpa y
busquen mi rostro. Y en su angustia me buscarán con diligencia. ¡Venid y
volvámonos a Jehová! Porque él arrebató, pero nos sanará; él hirió, pero nos
vendará. El nos dará vida después de dos días; al tercer día nos levantará, y
viviremos delante de él. Conozcamos y persistamos en conocer a Jehová. Segura
como el alba, será su salida; vendrá a vosotros como la lluvia; como la lluvia
tardía, regará la tierra”. (5.15-6.3)
Esa es la esperanza de Israel, que su Mesías ha de venir aún a ellos y les regará y
les devolverá la vida, levantándolos de nuevo.
En los últimos capítulos, después de todo el sufrimiento que ha sentido Dios en su
corazón, nos encontramos con la imagen final:
"¡Vuelve, oh Israel, a Jehová tú Dios; porque por tu pecado has caído!" (14.1)
Y el profeta añade esta lección de su propio sufrimiento, pero al mismo tiempo con
el gozo del amor restaurado: "¿Quién es sabio para entender estas cosas, y
prudente para que las conozca? Ciertamente los caminos de JEHOVÁ son rectos, y
los justos andarán por ellos. Pero los rebeldes tropezarán en ellos”. (14.9)
¿Puede usted ver en esta preciosa historia todos los elementos del eterno
triángulo? Tenemos a un Dios de amor, al corazón humano infiel y el engañoso
atractivo del mundo.
ORACIÓN
Padre nuestro, te damos gracias por esta preciosa historia del Antiguo Testamento,
y te pedimos que toque nuestro corazón y nos haga ser más sumisos. Vemos la
ternura de tu amor, la irresistible naturaleza de un amor que espera, que sufre,
que anhela y que nos sigue. Señor, te pedimos que nos hagas reaccionar, que
podamos entender que no hay ninguna otra respuesta que nos pueda satisfacer,
ningún otro poder que pueda suplir nuestra necesidad, ningún otro amor que
pueda sanarnos. Ayúdanos a regresar a ti. Señor, al igual que un día Israel volverá
a ti, recordando que si caminamos en luz como él es luz, la sangre de Jesucristo, el
Hijo de Dios, nos limpiará de todas nuestras injusticias y nos restaurará por medio
de tu gracia. Te lo pedimos en su nombre, amen.
EL PROFETA OSEAS
LA PERSONA
En los tres primeros capítulos del libro, se describe el drama familiar vivido por
Oseas con la infidelidad de Gomer, su esposa. Ese engaño le sirve al profeta para
leer la situación de infidelidad de Israel para con Dios que viene desde la misma
salida de Egipto. Dios es el esposo fiel e Israel es la esposa que, lo abandona para
irse con otro (Baal) o con otros (Asiria y Egipto) desconfiando de Dios. Del
matrimonio de Oseas con Gomer nacieron tres hijos: dos niños y una niña, a
quienes puso nombres simbólicos para mostrar el rechazo de la infidelidad de
Israel.
FE SEPARADA DE LA VIDA
Otra imagen usada por Oseas para describir a Israel es la del hijo rebelde, que
desobedece a su padre (11.1-12). Oseas nos permite acercarnos al corazón de
Dios y descubrir que es ternura y misericordia, que sigue amando a Israel a pesar
de que no se lo merezca (11.7-9) y no se cansa de llamarlo a la conversión. Israel
por su parte no le hizo caso y se precipitó a su ruina en manos de Asiria. Vale la
pena leer el libro con un comentario bíblico para conocer la historia.
EL PROFETA OSEAS
Eduardo Ojeda
Oseas encabeza la sección llamada de los "profetas menores" que junto a los
cuatro "grandes" (Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel) que son llamados "profetas
mayores". Esta clasificación no se refiere a su importancia, sino al simple volumen
de sus escritos.
Oseas es uno de los profetas más antiguos en escribir, y proviene del Reino de
Israel del Norte. Todos sabemos que luego del reinado de Salomón Israel perdió la
unificación que le diera David en el año 1000 antes de Cristo, y se dividió en dos
reinos, en donde se agruparon las distintas tribus. Diez en el Norte, formando un
reino con su capital en Samaria. Y dos en el Sur, formando el Reino de Judá con
su capital en Jerusalén, y con un rey de la familia de David. (940 a. C.)
Si bien los temas que trata el profeta son muy locales, y tienen que ver con la
política y la situación social del Reino de Israel del Norte, hay un tema que
realmente lo inmortalizará, y es la originalidad con que trata la relación entre Dios
y su Pueblo, a quienes compara con un esposo y una esposa. Pero un esposo al
que la esposa engaña y le es infiel: Cuando Yahvé comenzó a hablar por medio de
Oseas, le dijo al profeta. Vete y cásate con una de esas mujeres que se dedican a
la prostitución sagrada. Porque el país se está prostituyendo al apartarse de
Yahvé. (Oseas 1-2).
Lo que pasó fue que Oseas, se enamoró realmente de Gomer, y a pesar de saber
lo que ella hacía, no sólo la quiso y no le importó, sino que libremente y muy
probablemente contra la oposición de sus familiares la tomó por esposa.
Oseas no fue sino un joven campesino israelita y no profeta "de oficio" como había
sido Isaías, pero luego de su experiencia personal, el profeta meditó sobre ella y
llegó a la conclusión de que su misma vida era un signo de como vive Dios la
relación con su Pueblo.
Dios no es un juez frío e imparcial que mira a los mortales desde el Cielo sin
intervenir mucho.
Por el contrario, Dios es un Dios que ama y que se la juega por los hombres, uno
que ama a su Pueblo apasionadamente, con todo su ser, igual que Oseas ama a
su Esposa.
Esto no impide que ante la traición de Israel, Dios no amenace con castigar a su
Pueblo a causa de su infidelidad.
EL OFICIO DE GOMER
Gomer era una prostituta sagrada del dios Baal, un Dios de origen Cananeo,
venerado por los pueblos vecinos a Israel, como los fenicios. El nombre Baal
significaba "Señor" lo que hacía que no pocos israelitas confundieran con el
nombre del Dios de Israel. Esto lo dice claramente el profeta: "Aquel día, dice
Yahvé, Ya no me dirás más "Baal mío”, sino que me dirás: "Esposo mío”. (Oseas
2.18).
Así pasaba en Israel, la gente confundía a Baal con Yahvé, y como Baal era el dios
de la fecundidad, los cananeos, asimilaban la fecundidad humana, con la
fecundidad de los campos, por lo que era habitual que se adorara a Baal,
realizando un acto de prostitución en el cual se querían representar las relaciones
entre Baal, el dios del Cielo, con Astarté, la diosa de la tierra.
Los falsos dioses son los "amantes de Israel" a quienes ella se entrega y
prostituye, podríamos decir en sentido simbólico y literal, al practicar la idolatría en
el culto al dios Baal.
Podemos imaginar ahora, todos los problemas que le crearía a Oseas, este "loco"
matrimonio con Gomer.
La oposición de su familia, habladurías varias. Pero Oseas, al igual que Yahvé ama
a su esposa y enfrentó sacrificios y dificultades como rescatarla del Templo en el
cual servía, y pagar la dote al sacerdote de Baal para liberarla.
Así hizo Dios con Israel, ¿no tuvo acaso que enfrentarse a los egipcios para
liberarla? ¿Y cuantas decepciones y dolores de cabeza le causó ese pueblo de
"dura cerviz", que no terminaba de confiar en él y reconocerlo como su Dios?
(Oseas 11.1-4) Por eso el profeta anuncia que Dios castigará la infidelidad de su
Pueblo, y les llevará al destierro conociendo de nuevo la esclavitud. (Oseas 9 y 11)
Del mismo modo, Dios permite que Israel vaya al destierro y esté apartada de su
esposo, pero esto sólo será temporal, porque quiere hacerla volver a él, para
perdonarla.
Es que el Señor no es rencoroso ni odia, sino que ama, por eso los caminos suyos
no son como los del hombre llenos de odio y deseo de venganza. A pesar de sus
infidelidades Dios no deja nunca de amar a Israel. (Oseas 14.2-10) Dios invita a
Israel a aceptar su misericordia.
Otros profetas tomarán esta imagen de Israel como Ezequiel por ejemplo: (Cfr.
Ezequiel 16) Incluso el hermoso libro del Cantar de los Cantares, está
prácticamente inspirado en este hermoso mensaje que nos aporta Oseas.
El amor de los esposos, es para los cristianos, un reflejo vivo del amor de Dios, un
sacramento que hace presente el amor infinito de Dios para los hombres. Es por
eso que el juramento de los esposos cristianos, es para siempre, "hasta que la
muerte nos separe" porque Dios ama a los hombres hasta dar la vida por ellos, ni
la muerte puede impedir que nos siga amando. (Mateo 19.4-9.) Es por eso que
Pablo explica, retomando esta imagen que Oseas nos presenta, el amor de Dios
por los hombres en la entrega de Cristo en la Cruz, y la compara con el amor de
los esposos. (Efesios 5.25-33)
OSEAS, PROFETA
4 de Julio
Oseas, que según Isidoro significa salvador, el primero de los doce profetas
menores, llamados así por ser muy breves los escritos que nos dejaron, fue hijo de
Beeri de la tribu de Isacar, y nació en Belemot. Profetizó casi por un siglo entero
en los tiempos de los reyes de Judá, Osías, Joatán, Acaz, y Ezequías, y de
Jeroboam II, rey de Israel.
En el principio de su profecía dice que le mandó Dios que se casase con una
pública ramera con el objeto de representar la infidelidad de la casa de Israel, que
había abandonado al Dios verdadero para prostituirse al culto de los ídolos.
Obedeció el Profeta, y casó con Gomer, hija de Debelaim, y de ella tuvo dos hijos y
una hija, a los cuales por mandato de Dios puso estos nombres: al primer hijo
llamó Jezreel; a la hija llamó Sin misericordia, y al segundo hijo No pueblo mío:
nombres todos que significaban lo que debía acontecer al pueblo de Israel.
Laodicea es la iglesia que recibe la última de las cartas del Señor en Apocalipsis.
Estas cartas, en su conjunto, suelen ser interpretadas, al menos, de dos maneras:
como representativas de sendos períodos de la historia de la iglesia, y también
como mensajes a cualquier iglesia (y aun a creyentes individuales) en un
determinado momento de su propia historia.
El primer criterio tiene la siguiente variante: que las últimas cuatro iglesias
coexisten en este tiempo, y que permanecerán en pie hasta la venida del Señor
Jesús.
EL SÍNDROME DE LAODICEA
La condición tan triste de Laodicea presenta una sintomatología muy variada, que
constituye todo un síndrome. ¿Cuáles son algunos de sus principales rasgos?
Laodicea presenta una disociación entre lo que ella piensa de sí misma y lo que
Dios piensa de ella. Entre lo que cree que es, y lo que verdaderamente es.
El presumir que somos ricos cuando en realidad somos pobres; el presumir que
somos bienaventurados cuando en realidad somos desventurados; el presumirnos
como iluminados cuando en realidad somos tenebrosos; el presumirnos como
ataviados cuando en realidad estamos desnudos, constituye la mayor de las
desgracias de un creyente y de una iglesia.
LA CEGUERA DE EFRAÍN
Hay algo que Efraín no sabe. Efraín presume de muchas cosas, pero no conoce su
real condición. El piensa que tiene fuerza, pero extraños lo han devorado; piensa
que es joven, pero ya le han salido canas.
¿Cuánto hace que no se detiene a mirar al Señor? Sólo en la luz de él vemos la luz.
Los que dejan de mirarlo en la hermosura de su santidad, y con un espíritu
contrito, no conocerán su real estado.
Como Sansón, que no sabía que ya Dios se había apartado de él y presumía ante
los filisteos, para su mal (Jueces 16.20), así también Efraín no sabe que, por haber
roto el voto de su nazareato, ahora es un hombre común, que no tiene fuerzas.
Las canas son señal de vejez, de debilitamiento ¿Cómo no darse cuenta de que
han comenzado a salir? Es que está como enamorado de sí mismo, y vive en la
esfera de su estrecho círculo personal. No se ve a sí mismo de otra manera que
como se quiere ver. Es que Efraín hace mucho que no se mira al espejo. Ha
olvidado al Señor y su palabra. Como aquél hombre natural que, luego de mirarse
al espejo inadvertidamente "olvida cómo era", él tampoco "mira atentamente en la
perfecta ley" (Santiago. 1:23-25). El no percibe su real estado.
Cuando G. Campbell Morgan comenta el pasaje de Oseas 7:9b ("y aun canas le
han cubierto y él no lo supo"), en su libro "El corazón de Dios", habla acerca de la
'decadencia inconsciente', que explica así:
Luego cita la desdichada condición del pueblo de Israel tal como se advierte en
Malaquías, que a cada argumento de Dios, responde: "¿En qué?". A ellos les han
salido canas en la cabeza, y no se han dado cuenta. No son conscientes del
deterioro moral, de la salud en los niveles de santidad, de la pérdida de los
estándares normales de un hijo de Dios.
LAS RIQUEZAS
Efraín dice "he enriquecido, he hallado riquezas para mí", en tanto Laodicea dice:
"Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad". Ambos
hablan en primera persona, de modo que se ha de entender que las riquezas son
producto de su inteligencia o artificio. Efraín dice "he hallado", lo cual nos sugiere
gratuidad en el logro. Laodicea dice: "me he enriquecido", y nosotros sabemos por
las palabras del Señor a continuación que esas riquezas son producto de su
esfuerzo.
Por eso el Señor le dice: "Yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego
para que seas rico". Las riquezas que valen son: a) de Cristo, y b) se compran por
su precio.
¿Hay algún cristiano que se considera rico, y que tal riqueza proceda de sí mismo?
Si es así, ¿qué precio tuvo que pagar por ella? ¿Cuánto tuvo que invertir para
conseguirla? ¿Dónde la consiguió? ¿Cuánto le costó? Las verdaderas riquezas
consisten en oro, pero no cualquier oro, sino el oro refinado en fuego. De donde
se deduce claramente que está de por medio la aflicción y el sufrimiento. Está la
paciencia en medio de la tribulación.
LA JUSTICIA PROPIA
Efraín dice: "Nadie hallará iniquidad en mí, ni pecado en todos mis trabajos". A
Laodicea se le dice: "Tú eres un desventurado, miserable… ciego y desnudo".
Efraín y también Laodicea han asumido una postura de justicia propia, muy
contraria a la realidad. Opinan muy bien de sí mismos, pero Dios ve algo muy
diferente. ¡Qué tremenda desgracia es para un hijo de Dios pensar bien de sí
mismo cuando el Señor está reprobando su actitud y conducta!
Que el Señor nos libre de tan venenosa actitud y presunción. Que, por la gracia de
Dios, seamos hallados libres de tal enfermedad