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Primavera Verano
Otoño Invierno
Las relaciones matrimoniales cambian constantemente. Las actitudes se modifican, las
emociones fluctúan y las formas (acciones) en que los cónyuges se tratan mutuamente oscilan
entre amorosas y no tan amorosas.
Cómo podemos definir la actitud o las actitudes?
La Real Academia de la Lengua Española menciona tres definiciones de la palabra actitud, un
término que proviene del latín ”actitudo”. Es el estado del ánimo que se expresa de una cierta
manera. Las otras dos definiciones hacen referencia a la postura del cuerpo de una persona
(cuando transmite algo de manera eficaz o cuando la postura se halla asociada a la disposición
anímica) o de un animal (cuando logra concertar atención por alguna cuestión).
La actitud también ha sido definida como un ”estado de la disposición nerviosa y mental”, que
se organiza a partir de las vivencias y que orienta o dirige la respuesta de un sujeto ante
determinados acontecimientos.
Por lo tanto, la actitud es más bien una ”motivación social” antes que una “motivación
biológica”. A partir de la experiencia, las personas adquieren una cierta predisposición que les
permite responder ante los estímulos.
Una actitud es la forma en la que un individuo se adapta de forma activa a su entorno y es la
consecuencia de un proceso cognitivo, afectivo y conductual.
“Invierno”
¿Por qué comenzar con el invierno?
Porque la mayoría de las parejas buscan ayuda o consejería cuando sus
matrimonios están pasando por el invierno.
En resumen, el invierno quiere decir “dificultad”.
La vida es mucho más difícil en el invierno que en el verano.
¿Qué es lo que lleva a una pareja a la estación del invierno
del matrimonio?
En una palabra: “rigidez”, la falta de disposición a considerar la
perspectiva de la otra persona y de trabajar en pro de un compromiso
significativo.