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El registro histórico de lo que somos aún como individuos regenerados por la obra del Espíritu de Dios se
compone de eventos y de cómo respondemos a tales eventos. Llegamos a ser la suma de lo que
enfrentamos en esta vida y de cómo reaccionamos a esas experiencias. Nuestra memoria y los efectos de
nuestras decisiones en el pasado dirigen el curso de nuestro presente, en vez de ser la Palabra de Dios la
responsable de hacerlo. Por tanto, muchos de nuestros problemas se deben a la ignorancia de cómo
responder bíblicamente en nuestra vida, y a cómo tornar nuestras adversidades en oportunidades de
crecimiento y madurez espiritual en Cristo.
Por tanto, la consejería bíblica es otorgarle a la Palabra de Dios la prioridad en toda necesidad de
respuesta a los conflictos humanos reconociendo su autoridad como guía práctica.
En adición a esto, las posturas que sugieren una relación inversamente proporcional entre la predicación
de sana doctrina y la consejería bíblica; donde se presupone que mientras más efectiva sea la predicación
desde el púlpito de la iglesia, menor será la necesidad de ministrar consejería bíblica particular, pudiera
constituirse en un argumento para relegar el ejercicio de la consejería a un segundo y tercer plano en el
ministerio. Las almas necesitan un sobreveedor, y los pastores estamos llamados a esta personalizada
tarea. Nuestra labor es cuidar de las almas (Heb 13:17).
El verdadero-yo es aquel que entiende que Cristo pagó por todo el daño que pudo hacer y que pudo
recibir, toda mentira, toda violencia, todo adulterio, toda apatía, todo abandono… Cristo pagó la deuda
por todo ello, y proveyó los medios para manejar las tragedias de nuestra vida terrenal. No tenemos que
lidiar solos con estos efectos en nuestras vidas, pues con Él estamos juntamente crucificados, y ya no
debiéramos vivir nosotros, sino Cristo en nosotros. Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
De la misma manera el hombre natural sabe venir en busca de Dios solo cuando tiene problemas y no ha
podido encontrar solución en ayudas “profesionales”. Y qué bueno que así sucede, porque cuando la
sabiduría del mundo ha fallado en retornar la paz y el sosiego a los corazones, ahí el Evangelio de Cristo
nos regala esa paz como nada ni nadie en el mundo puede dárnosla.
El consejo bíblico en el corazón del hombre natural está sujeto a las mismas limitaciones que lo están las
cosas que son del Espíritu. ¿Qué dice 1Cor 2:12 con respecto a las cosas que son del Espíritu, y que para
él son locura? No las puede percibir. Por tanto, es necesario que antes de pretender llevar solución con un
consejo bíblico a una persona, nos aseguremos que esa persona tiene una relación con Cristo, de manera
que pueda ser catalogado un hombre entendido de la realidad espiritual. No podemos pretender llevar
soluciones, debemos enfocarnos en llevar a Cristo y Su Palabra, que son la fuente de las soluciones. Es
necesario que depositemos fe en que haciendo esto podremos impactar la vida de cualquier persona que
necesite ayuda espiritual.
- Pauta un tiempo particular para ofrecer consejería bíblica en la oficina pastoral o por medio de
la visitación. Visitar a un hermano/hermana que requiere consejería bíblica puede ser adecuado en
casos puntuales, pero lo más recomendable es pautar citas con el aconsejado en la oficina pastoral,
pues le permitirá fortalecer su sentido de compromiso con el cambio de enfoque en su vida, pero
debes pautar un tiempo para esto. Debes confeccionar un calendario para tu labor pastoral:
o Un calendario en el cual puedas identificar cuál tiempo dedicarás a tu devoción personal
(incluye oración y lectura de la Palabra de Dios)
o Cuál tiempo dedicarás a tu devoción familiar o con tu esposa (si no tienes hijos aún)
o Cuál tiempo dedicar a tu esposa y tu familia, en ese orden.
o Cuál tiempo dedicar a la preparación de los mensajes a predicar (incluye estudio de la Palabra
de Dios)
o Cuál tiempo dedicar a la Consejería Bíblica (incluye visitación)
- Establece la metodología para la Consejería Bíblica. Es necesario que cualquier metodología
incluya:
o Asignación de lectura de la Palabra de Dios al aconsejado, la cual leerán ambos durante el
tiempo que tome la Consejería.
o Asignación de registro escrito de evaluación personal de los textos asignados por parte del
aconsejado. Tú como consejero deberás tomar notas propias para cotejar con las conclusiones
del aconsejado.
o Asignación de memorización de versículos claves.
o Asignación de aplicación personal de los versículos en la vida diaria del aconsejado, y
registro del resultado inmediato y mediato que vayan experimentando.
- Establece normas de control para la Consejería
o Nunca ministres Consejería Bíblica a hermanas solas, ni en la oficina pastoral ni en tu casa.
Hazte siempre acompañar por tu esposa cuando vayas a visitar a una hermana, y nunca
recibas a una hermana si estas solo en tu oficina. Si no eres casado, hazte acompañar de algún
hermano o hermana de madurez espiritual de la iglesia.
o Siempre guarda la discrecionalidad de los casos de Consejería.
o No involucres a tu esposa en los casos de Consejería Bíblica de la iglesia. Ella no ha sido
llamada al ministerio pastoral, tú lo has sido. Imponer una carga del tipo que significa una
consejería a nuestras esposas hará de su experiencia como ayuda idónea del pastor una muy
difícil de sostener.
o Cuida tu matrimonio por encima de todo proceso de Consejería Bíblica. Perder nuestro
matrimonio por causa del ministerio, significa perder el ministerio por causa de nuestro
matrimonio.