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Lección 25:

El Fariseo y el
Publicano

Por Miguel A. Arizola


Lucas 18:9–14

Dos hombres subieron al templo a orar; uno era


fariseo y el otro, publicano.
El fariseo, de pie, oraba para sí de esta manera:
Dios, te doy gracias porque no soy como los
otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni
aun como este publicano; ayuno dos veces a la
semana, doy diezmos de todo lo que gano.
Pero el publicano, estando lejos, no quería ni
aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba
el pecho, diciendo: Dios, ten compasión de mí,
pecador.
Os digo que este descendió a su casa justificado
antes que el otro, porque cualquiera que se
ensalza será humillado, y el que se humilla será
ensalzado.

Por Miguel A. Arizola


“La gran parábola del Maestro está dirigida a los “que son
arrogantes carecen de las virtudes y de la humildad,
pensando que su santurronería les da el derecho a la
exaltación.”

“El fariseo y el publicano”, Liahona, julio de 1984, págs. 107–110.

Howard William Hunter


(1907 – 1995)

Por Miguel A. Arizola


EL ORGULLO
Mirar a los demás por
encima del hombro
Las
ma
ni fes
tac
io nes
Presunción
Arrogancia
Altivez
Jactancia
Egotismo

Por Miguel A. Arizola


EL ORGULLO
Desde abajo mirando
hacia arriba

nes Envidia
ta cio
ifes Celos
an
s m Codicia
La
Chisme
Calumnia
Crítica
Rencor
Por Miguel A. Arizola
EL ORGULLO

Enemistad

Comparación
Odio
Hostilidad
Oposición

Por Miguel A. Arizola


Es muy fácil comprender por qué fracasa una persona arrogante:
Es que se contenta con confiar en sí misma y nada más. Esto es
evidente en aquellos que buscan una posición social o que hacen a
un lado a los demás por encumbrarse ellos mismos en los
negocios, el gobierno, la educación, los deportes y otras empresas.
Debemos tener interés en el éxito de los demás. El orgulloso se
aísla de Dios, y cuando lo hace, ya deja de vivir en la luz.
Desde el principio de los tiempos ha habido aquellos que eran
orgullosos y otros que han seguido la divina admonición de ser
humildes. La historia indica que los que han querido enaltecerse
Howard William Hunter han sido humillados, y que los humildes han sido enaltecidos. En
(1907 – 1995) toda ruta transitada hay fariseos y publicanos; quizás uno de ellos
lleve nuestro nombre.

“El fariseo y el publicano”, Liahona, julio de 1984, págs. 107–110.

Por Miguel A. Arizola

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