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AL ALTÍSIMO
INTRODUCCIÓN
La primera expresión de adoración en la Biblia se encuentra en la ofrenda de Caín y Abel (Génesis 4) y
la última referencia es el mandato del ángel: “¡Adora a Dios!” ( <662209>Apocalipsis 22:9).
Entre estas referencias se encuentra una serie continua de intentos del hombre de adorar a su Dios. Este
hecho, más la conclusión de los antropólogos de que sin excepción todas las civilizaciones han
practicado alguna forma de culto a un ser superior, nos convence de que Dios creó al hombre con un
anhelo inherente de adorar a su Creador.
Por ejemplo, hace sólo dos años que se descubrieron evidencias en una excavación cerca de Drusseldorf,
Alemania, de un culto religioso realizado en el tiempo del hombre de Neandertal. Se calcula que esta
civilización vivió hace unos 200.000 años.
Hay por lo menos cuatro razones por las cuales los creyentes debemos adorar al Dios revelado en
Jesucristo.
Primero, debemos adorar a Dios porque él lo manda (<662209>Apocalipsis 22:9) y por lo tanto es el deber
de todo ser humano.
Segundo, debemos adorar a Dios porque él lo merece. Por ser nuestro Creador, dueño, Salvador,
proveedor y protector, él merece nuestro reconocimiento y gratitud que expresamos en la adoración.
Tercero, la adoración tiene un efecto correctivo y edificante para nuestra vida espiritual.
Recién cuando nos encontramos en la presencia del Dios tres veces santo, el Espíritu Santo nos
muestra nuestros grandes defectos y necesidades.
Vemos la perfección de Dios y nuestra imperfección. El Espíritu despierta en nosotros un vivo
anhelo de ser semejantes a Cristo. En ese proceso, que se llama la santificación, el creyente es
edificado en la gracia de Dios.
Cuarto, en la adoración los creyentes cumplen los requisitos de Dios para recibir la plenitud del
Espíritu Santo, asegurando la vitalidad dinámica para todas las funciones de las iglesias.
Entendemos que hay cinco funciones básicas que toda iglesia neotestamentaria debe llevar a cabo: la
predicación (kerygma), la enseñanza (didaskalía), la comunión entre miembros (koinonía), el
servicio a los necesitados (diakonía) y la adoración (proskunía). Frecuentemente se discute la
pregunta: ¿Cuál de estas funciones debe ser primaria? La mayoría de los líderes evangélicos
consideran que la función primaria de la iglesia es ganar a los perdidos, o edificar a sus miembros.
Durante muchos años el que escribe tenía ese concepto. Pero se espera que este estudio nos
convenza de que la adoración es la función primaria de toda iglesia, y todas las demás funciones
dependen de ésta para su vitalización y orientación.
LA ADORACIÓN EN EL PENTATEUCO
Génesis es el libro de los comienzos: el comienzo del universo, los primeros seres
humanos, el primer matrimonio, el primer acto de desobediencia, los primeros hijos, el
primer acto de adoración y el primer asesinato.
Esta primera expresión de adoración reúne algunos de los principios que siguen en pie
hasta el día de hoy.
Es de interés notar que el relato de la ofrenda de Abel y Caín sigue inmediatamente
después de la caída de Adán y Eva, aunque es evidente que muchos años pasaron entre
esos dos eventos.
Miremos los principios.
Adoración por medio de ofrendas
( Génesis 4:1-5)
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