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SOLEDADES

DON LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE


(1561-1627)
DON LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE
(1561-1627)
"De honroso, en dos maneras considero me ha sido honrosa esta poesía; si
entendida para los doctos, causar me ha autoridad siendo lance forzoso
venerar que nuestra lengua a costa de mi trabajo haya llegado a la
perfección y alteza de la latina".
NAUSÍCAA
CA. 1941
WILLIAM MC GREGOR PAXTON
• Las Soledades aparecen en el mismo momento que la segunda parte del
Quijote. Comparten con ella la tarea de representar una realidad nacional
e histórica que de repente, como el caballero andante de Cervantes o el
peregrino de Góngora, ha perdido su rumbo.
El oro y la plata, extraídos de América con tanto gasto de vidas humanas, pasan por
España dejando solamente la huella de un lujo opulento y un poder eclesiástico y
monárquico petrificado. (…) En España, esta acumulación primitiva del capital deja
un legado de inflación, impuestos excesivos y creciente deuda nacional, creando
una depresión económica que se extiende por todo el país, destruyendo las bases
industriales y agrícolas de la naciente burguesía. Al bajar el valor y la cantidad de los
metales preciosos, al quebrarse el monopolio de España en América y el Pacífico, el
país descubre que no tiene nada para reemplazarlos. Su hegemonía militar en
Europa se eclipsa en las décadas que siguen a la derrota de la Armada Invencible.
• “Soledad” tiene dos sentidos principales en castellano: se llama así a un lugar solitario y, por
supuerto, es también la falta de compañía y el sentimiento de abandono que ésta provoca. Es
muy probable que Góngora pensara simultáneamente en ambas acepciones cuando eligió el
título de Soledades para su proyecto. La intención era describir cuatro Soledades, cuatro
escenarios alejados de la corte y la civilización: los campos, las riberas, las selvas y el
yermo; al tiempo que relataba las soledades del peregrino, alejado de su hogar y de su
amada.
• Conviene leer las Soledades como un intento de reconstruir el lenguaje –un lenguaje- partiendo
del lenguaje y de las relaciones en las que aquél se funda. (…)

• Nos parece extraño que una obra que es supuestamente una poesía absoluta evidencie un
interés tan detallado y reiterado en las formas en que la gente se gana la vida. (…) No evidencian
un lenguaje que “alude” a la realidad sólo para escaparse de ella con adorno bello y
sublimación, o sea, lo que Dámaso Alonso denominaba el “puro placer de las formas”.

• Como si Góngora hubiera querido establecer una analogía entre sus técnicas de construcción
poética y las formas de tecnología y de organización social que podría haber observado en el
campo español del siglo XVII.
1 - 14
• PROSIFICACIÓN: Era la estación florida del año en [la] que el mentido robador de Europa, media luna las armas
de su frente y todo el sol los rayos de su pelo, luciente honor del cielo, pace estrellas en campos de zafiro,
cuando el que podía ministrar la copa a Júpiter mejor que el garzón de Ida, náufrago y desdeñado, sobre
ausente, da al mar lagrimosas, dulces querellas de amor, condolido el cual [el mar], el mísero gemido fue a las
ondas, fue al viento, segundo dulce instrumento de Arión.

• EXPLICACIÓN: Era la estación florida (la primavera) en la que el Sol está en la constelación de Tauro (del 21 de
abril al 20 de mayo). El joven náufrago era más hermoso que Ganimedes, por lo que si Júpiter lo hubiera
conocido lo habría preferido como copero. A la desgracia del naufragio el joven añade el haber sido
desdeñado por su amada y el estar lejos de ella. Se queja al mar de sus desdichas y su gemido es tan
conmovedor que tiene sobre el mar y sobre el viento el mismo efecto que la lira de Arión tuvo sobre los delfines.
15 - 21
• Prosificación: [Una] breve tabla, piadoso miembro roto del pino siempre opuesto en la
montaña al noto enemigo, fue [un] delfín no pequeño al inconsiderado peregrino que
fió su camino a una Libia de ondas y su vida a un leño.

• Explicación: El náufrago se agarraba a una tabla pequeña, pero de tamaño suficiente


para salvarle la vida (fue para él como el delfín que salvó la vida a Arión). Libia es
famosa por sus desiertos. El mar es un desierto de olas. Leño es sinécdoque por barco
de madera.
22 - 28
• Prosificación: [El peregrino,] pues, antes sorbido del [por el] Océano y luego
vomitado no lejos de un escollo coronado de juncos secos y plumas
calientes, [hecho] todo alga y espumas, halló hospitalidad donde el ave de
Júpiter halló nido.

Explicación: El ave de Júpiter es el águila real. El mar arrastra a la orilla al


peregrino, cerca de un escollo sobre el que se encuentra un nido de águila
abandonado.
29 - 33
• Prosificación: [El peregrino] besa la arena y dio a la roca aquella poca parte de la nave rota que
lo expuso en la playa, que las peñas aún se dejan lisonjear de [con] señas agradecidas.

Explicación: Exponer es un cultismo: César usa frecuentemente este verbo con el sentido de
desembarcar: Exponere ex nauibus milites (desembarcar los soldados de las naves). El náufrago,
agradecido a la primera roca que alcanza en tierra firme, le ofrece lo más preciado que tiene en
ese momento, la tabla que le ha salvado la vida. "Las peñas aún se dejan lisonjear con señales de
agradecimiento" es una alusión a un dicho de la época: "dádivas quebrantan peñas", es decir,
con regalos a las personas adecuadas puede lograrse cualquier cosa. Una de las muchas
censuras sutiles a la vida en la corte.
34 - 41
• Prosificación: Desnudo el joven, le hace al vestido restituir a las arenas cuanto Océano ha bebido,
y luego lo extiende al Sol, que, lamiéndolo apenas su dulce lengua de fuego templado, lo embiste
lento y, con suave estilo, chupa la menor onda al menor hilo.

Explicación: El joven escurre el vestido y luego lo extiende al Sol. En la época era frecuente
representar al Sol con ojos y boca, e incluso sacando la lengua. Por ello no es sorprendente que
Góngora pinte al Sol lamiendo el vestido con sus rayos. "Embestir" tiene aquí el mismo sentido
figurado que tiene "atacar" cuando se habla de "atacar un problema". Quiere decir que el Sol se
pone "manos a la obra" lentamente y con delicadeza hasta chupar la menor gota de agua.
42 - 51
• Prosificación: No bien siente, pues, desdorados de su luz [del Sol nombrado antes] los horizontes
que hacían desigual, confusamente montes de agua y piélagos de montes, cuando el mísero
extranjero, entregado en lo que ya redimió del mar fiero, pisando crepúsculos entre espinas,
escala, menos cansado que confuso, riscos que aún igualara mal volando [una] veloz [e]
intrépida ala.

• Explicación: Los horizontes, en la oscuridad de la noche, convertían (hacían parecer) montes a las
enormes olas y mares a los montes, es decir, no se distinguía dónde acababa el mar y dónde
empezaba la tierra.
Góngora llama crepúsculos a las tenues luces del crepúsculo, o a las rocas iluminadas por la luz
crepuscular. Igualmente, "ala" es una sinécdoque por "ave".
52 - 61
• Prosificación: Vencida al fin la cumbre, árbitro igual e inexpugnable muro del mar siempre sonante
[y] de la muda campaña, [el peregrino] con pie ya más seguro, declina a [hacia] el vacilante,
breve esplendor de [una] lumbre mal distinguida, [un] farol de una cabaña que está sobre el ferro
anunciando el puerto en aquel incierto golfo de sombras.

Explicación: Un árbitro es un mediador, en sentido figurado, pero aquí lo es literalmente: la cumbre


del acantilado mediaba entre el mar y el campo, separaba el rugido del mar del silencio del
campo.

Un barco está sobre el ferro cuando está anclado.


62 - 76
• Prosificación: "Rayos - les dice (a los rayos de la lumbre del verso 58)- ya que no [sois los] trémulos hijos de Leda, sed [en cambio] término luminoso de mi
fortuna." Y recelando [una] interposición de envidiosa, bárbara arboleda, cuando no alguna conjuración de vientos, cual haciendo el villano fácil llano la
fragosa montaña, [el peregrino] sigue atento aquella piedra, bella aun a pesar de las tinieblas, clara aun a pesar de las estrellas, tiara indigna, si [una]
tradición apócrifa no miente, de [un] animal tenebroso, cuya frente es [un] carro brillante de [un] día nocturno.

Explicación: Los hijos de Leda eran Cástor y Pólux. Los antiguos llamaban fuego de Cástor a lo que los marineros posteriores llamaron fuego de san Telmo, es
decir, el fenómeno eléctrico que se produce en los mástiles de los barcos y que se interpretaba como un buen augurio. Trémulos hace referencia al fuego
de san Telmo. Fortuna está empleado en su sentido original, neutro, de modo que puede ser buena o mala. Lo que el peregrino dice es que, aunque la luz
que ve no es el fuego de Cástor, espera que igualmente sea un buen presagio que se convierta en término luminoso, no ya en sentido literal, que es obvio,
sino en el figurado, de su destino. Los aldeanos convierten la fragosa montaña en un fácil llano, en el sentido de que caminan cómodamente por ella
como si fuera llana. El peregrino avanza con esa misma facilidad. Góngora alude a la leyenda (tradición apócrifa, o sea, no confirmada) del carbunclo. El
carbunclo era una piedra preciosa, que algunos identifican con el rubí, o con el granate, de la que se decía que brillaba en la oscuridad como un carbón
encendido. La leyenda afirma la existencia de un animal, una especie de lobo, que tenía en la frente un carbunclo. Esta piedra es una tiara indigna de la
bestia que la lleva (indigna en el sentido latino de que la bestia no es digna o merecedora de tal joya). Este carbunclo es un carro (para los antiguos el Sol
era un carro conducido por Apolo) que genera un día (una luz como la del día) en la noche.
77 - 83
• Prosificación: Tal [así] el joven, diligente, apresura el paso, midiendo la espesura con
igual pie que el raso, fijo en el carbunclo, norte de su aguja, a despecho de la
niebla fría, o brame el Austro o cruja la arboleda.

Explicación: "Pie" es una metonimia por "paso". Una forma de medir una distancia es
recorrerla a paso uniforme y contar los pasos. Los pasos que el peregrino daba en la
espesura tenían la misma longitud que si estuviera caminando por un terreno raso.
84 - 89
• Prosificación: El can ya, vigilante, convoca despidiendo al caminante, y la
luz que alejada pareció poca, cercana es tanta que en ella yace la robusta
encina, mariposa desatada en cenizas.

• Explicación: El adverbio "ya" indica que el peregrino está ya tan cerca que
el perro nota su presencia y ladra para ahuyentarlo (despedirlo), pero lo
que consigue, de hecho, con sus ladridos es atraerlo (convocarlo).

La hoguera es tan grande que en su seno arde el tronco de una encina


robusta, que se deshace en cenizas como les sucede a las mariposas que
se precipitan sobre el fuego atraídas por la luz.
90 - 93
• Prosificación: Llegó, pues, el mancebo y fue saludado sin ambición, sin
pompa de palabras, de [por] los conducidores de cabras que tenían
coronado a Vulcano.

• Explicación: Vulcano era el dios del fuego. Aquí es una metonimia por
"fuego" u "hoguera". Los cabreros coronaban el fuego en el sentido de que
formaban una corona, un círculo, alrededor de él
94 - 105
• Prosificación: ¡Oh albergue, bienaventurado a cualquier hora, templo de Pales, alquería de Flora! No [ningún] moderno
arquitecto borró designios, bosquejó modelos ajustando el sublime edificio al cóncavo de los cielos: tu fábrica pobre
son retamas sobre robre, donde en vez de[l] acero, la inocencia guarda al cabrero más [mejor] que el silbo [guarda] al
ganado.

Explicación: El albergue ha sido construido de forma sencilla, sin necesidad de que un arquitecto lo planificara
borrando un diseño para adoptar otro, bosquejando modelos para lograr un sublime edificio con una cúpula cóncava
que se ajuste a la concavidad de la bóveda celeste. Está fabricado con retamas dispuestas sobre ramas de roble. El
cabrero está protegido en él por la inocencia de las gentes del lugar (ninguna de las cuales querría hacerle daño
alguno) en lugar de por el acero de las espadas de los soldados que custodian los palacios. La inocencia protege al
cabrero mejor que los silbidos de los pastores protegen a los rebaños que se guían por ellos.
106 - 121
Prosificación: ¡Oh albergue, bienaventurado a cualquier hora! En ti no mora la Ambición, hidrópica de viento, ni la que su alimento es el áspid
gitano; no [mora en ti tampoco] la que, comenzando en vulto humano, acaba en fiera mortal, Esfinge bachillera que hoy hace a Narciso
solicitar Ecos y desdeñar fuentes; ni la que gasta en salvas impertinentes la pólvora del tiempo más preciso, [la] Ceremonia profana que la
sinceridad villana burla sobre el corvo cayado.

Explicación: La hidropesía era una enfermedad que provocaba sed, por lo que "hidrópica" es sinónimo de "sedienta" (o mejor, "enfermizamente
sedienta"). La ambición política se asimilaba a la imagen del camaleón, que cambia de color según el entorno, y se creía que los camaleones
comían (o bebían) aire. La imagen de la envidia era una mujer comiendo serpientes. Parece que la Esfinge representa aquí a las damas de la
corte que manipulaban a los hombres en su propio beneficio: tenían rostro de mujer, pero eran fieras. La esfinge de los antiguos era silenciosa y
enigmática, mientras que la esfinge de la corte a la que alude Góngora es habladora, pues seduce a los hombres apelando a su vanidad: los
Narcisos modernos, al contrario del mítico, no disfrutan contemplando su imagen en las fuentes, sino oyendo los ecos que hablan de
ellos. "Gastar la pólvora en salvas" era una frase hecha para decir "malgastar". La que gasta en salvas improcedentes la pólvora del tiempo, la
que malgasta el tiempo, es la Ceremonia profana, es decir, no la ceremonia religiosa que tiene por objeto honrar a Dios, sino las ceremonias
artificiosas y vanas de la corte. La "sinceridad villana" es aquí una metonimia por "el villano sincero". Éste, apoyado sencillamente sobre su
cayado, evita las ceremonias con su sinceridad, su espontaneidad.
122 - 135
Prosificación: ¡Oh albergue, bienaventurado a cualquier hora! La ambición ignora tus umbrales, sirena de reales palacios cuya arena besó ya

tanto leño, trofeos dulces de un sueño canoro; aquí no está la Mentira dorándole los pies a la Soberbia en cuanto gira la esfera de sus plumas;

ni [el] Favor, de cera alado, baja de los rayos [del Sol] a las espumas [del mar]. ¡Oh albergue, bienaventurado a cualquier hora!

Explicación: Aquí "leño" es una sinécdoque por "barco". Los cortesanos son como barcos que navegan en un incierto mar de ascensos y

descensos según tengan o no el favor de alguien importante. A partir de esta idea Góngora desarrolla una compleja alegoría: los cortesanos

son embargados por un "canoro sueño", el sueño de ganar prestigio, riqueza y poder. Este sueño les hace incapaces de resistir la tentación de

la Adulación, que les llama como una sirena para que se acerquen a los palacios reales y adulen a los poderosos esperando medrar, pero

naufragan y se convierten en trofeos, en víctmas, de su sueño. Los pavos reales despliegan sus plumas formando un círculo ("esfera", dice

Góngora, también se le llama "rueda") para atraer a las hembras, pero a veces la cierran de repente. La tradición se figuró que el pavo,

orgulloso de su hermosura, deshace su rueda cuando se fija en la fealdad de sus pies y se avergüenza de ella. Góngora identifica la Soberbia

con un pavo real, y dice que la Mentira se apresura a dorarle los pies (es decir, a disimular sus defectos) para embellecerlos y que no le lleven a

deshacer su rueda. Los últimos versos aluden al mito de Ícaro: el Favor (de los poderosos hacia los cortesanos) es como Ícaro, que vuela hacia

el Sol con plumas de cera y, al acercarse, éstas se derriten y cae al mar.


136 - 142
Prosificación: La gente, pues, que hospedó al forastero con pecho igual de aquel Candor primero
[al] que, contento en las selvas, el fresno le dio tienda [y] el roble alimento, no parecía de aquella
sierra, más engendradora de fierezas que de cortesía.

Explicación: Góngora alude a la "Edad de Oro" en la que, según los antiguos, Saturno gobernaba la
tierrra. Los hombres vivían en paz con la naturaleza: se albergaban en troncos huecos de árboles
grandes como el fresno y comían frutos como las bellotas del roble. Aquí "pecho" es una metonimia
por "corazón" y luego "Candor" es una sinécdoque por el hombre candoroso (inocente) de la Edad
de Oro. Los pastores acogieron al peregrino con el mismo corazón de los hombres candorosos que
vivían contentos en las selvas, etc.
143 - 152
Prosificación: Limpio sayal, en vez de blanco lino, cubrió el cuadrado pino y en [madera
de] boj, a quien, aunque [era] rebelde, el torno le dio forma elegante sin culto adorno, le
dan leche gruesa y fría que la Alba vio exprimir aquel [mismo] día, mientras perdían con
ella los blancos lilios de su frente bella, impenetrable casi a la cuchara, invención rara del
viejo Alcimedón.

Explicación: "Sayal" es una sinécdoque por "mantel", el "cuadrado pino" es una mesa y,
similarmente, "boj" es una sinécdoque por un cuenco hecho de madera de boj. La frente
del Alba es blanca como los lirios, pero estos lírios perdían (desmerecían) en comparación
con la blancura de la leche recién ordeñada.
153 - 162
Prosificación: El que fue esposo casi un lustro de dos veces ciento cabras, cuyo diente no perdonó a racimo ni
aun en la frente de Baco, cuanto más en su sarmiento, el amor lo coronó siempre [como] triunfador de celosas
lides, mas [un] rival tierno, breve de barba y no duro de cuerno, redimió con su muerte tantas vides; servido ya en
cecina, es purpúreos hilos de grana fina.

Explicación: El macho cabrío que fue esposo casi un lustro de doscientas cabras, cuyo diente no perdonaba [no
dejaba de comerse un] racimo ni aunque hubiera estado en la frente de Baco, mucho menos si estaba en su
sarmiento (es decir, que no había forma de impedir que destrozara los viñedos), siempre salía vencedor de los
duelos con otros machos que pretendían arrebatarle el dominio, hasta que surgió un rival joven que logró matarlo
y con ello salvó a todas las vides que se habría comido de haber seguido con vida.
163 - 166
• Prosificación: Después, [unas] pieles blandas sobre corchos le solicitan más
regalado sueño que al Príncipe [se lo solicitan] púrpura tiria o brocado
milanés entre holandas.

• Explicación: El plácido y cómodo sueño del peregrino descrito en este


pasaje contrasta una vez más con el sueño de pesadilla descrito en los
versos siguientes.
167 - 170
Prosificación: No, agravado de humosos vinos, es Sísifo en la cuesta, si en la cumbre, cuanto más
despierto, es más burlado de [por una] ponderosa, vana pesadumbre.

Explicación: "Vinos humosos" son vinos ahumados. Antiguamente era costumbre ahumar los vinos
puestos a envejecer. Por ello, "vinos humosos" son lo que hoy diríamos "vinos añejos". Mientras duerme,
el peregrino no es como un poderoso [de los que duermen bajo el efecto de buenos vinos], que sueña
con ascender penosamente la cuesta del poder, pero que al final ve angustiado cómo todo su
esfuerso se viene abajo, y entonces se despierta, y al despertar acaba dos veces burlado, pues se
encuentra con que realmente está abajo, ya que sólo había ascendido en sueños: La carga pesada y
vana se burla de él en sus sueños y también en la realidad.
171 - 175
• Prosificación: El sueño no fue interrumpido de [por una] trompa militar o [el]
destemplado son de cajas, sí de [un] can embravecido contra la seca hoja
que el viento repeló a alguna coscoja.

• Explicación: Aquí hay una alusión al Beatus ille de Horacio: ...neque excitatur
classico miles truci... (...ni es despertado como soldado por la trompeta
militar...) El contraste es aquí delicioso: el abrupto despertar de un soldado
por las trompetas y tambores frente al despertar momentáneo provocado
por un perro que ladra en la noche porque ha oído un ruido sospechoso.
176 - 181
Prosificación: Durmió, y recuerda al fin cuando las aves, esquilas dulces de sonora pluma, dieron al Sol
señas suaves del Alba, que [el cual, el Sol] dejó el pabellón de espuma y, en su carroza, rayó el verde
obelisco de la choza.

Explicación: Esquilas son las campanas pequeñas de los conventos que sirven para despertar a los frailes
y llamarlos a los oficios. Las aves son las esquilas que despiertan al Sol y le advierten suavemente que ya
ha salido el Alba (en la mitología, el Alba no es un efecto del Sol, sino otra divinidad independiente). Un
pabellón era una tienda de campo para dormir durante un viaje. El Sol duerme bajo el mar, de modo
que la espuma del mar es como el techo de su pabellón. El techo de la choza es verde porque está
cubierto de retamas, según se ha dicho antes. Góngora la compara con un obelisco porque termina en
punta. Rayar es sinónimo de amanecer, aquí está usado transitivamente: el Sol amaneció la choza, es
decir, iluminó la choza con la luz del amanecer.
182 - 189
Prosificación: Agradecido, pues, el peregrino, deja el albergue y sale acompañado de [alguien]
quien lo lleva donde un escollo levantado, distante pocos pasos del camino, que algún día fue
festivo teatro de cuantos Faunos pisan la montaña, mira imperioso la campaña.

Explicación: El escollo era una amplia plataforma (lo de amplia se dirá después en el verso 228,
donde es descrito como "sublime, espacioso llano") que en su día fue el escenario de las fiestas que
celebraban los Faunos. Al indicar que sirvió de teatro ya sugiere un lugar espacioso semicircular. El
verso 186 debe entenderse como que el escollo es un excelente mirador que proporciona una
buena vista de la zona, vista que va a ser descrita más abajo.
190 - 193
Prosificación: Llegó [a donde le conducía su acompañante] y obedeciendo
la dudosa planta a tanta vista, se quedó inmóvil sobre un lentisco, verde
balcón del agradable risco.

Explicación: La planta [del pie] del peregrino obedecía a la vista [al


panorama] que le ordenaba detenerse. Quiere decir que la belleza del
paisaje dejaba parado a cualquiera. El lentisco es una planta que formaba
una balaustrada al risco, de modo que parecía un balcón verde.
194 - 196
Prosificación: Si lo que poco mapa les despliega [es] mucho, mucho más es lo que,
desatando nieblas, el Sol confunde y la distancia niega.

Explicación: "Poco mapa" quiere decir lo que en un mapa sería sólo una pequeña. Por
otra parte, los mapas de la época solían tener dibujos detallados de los ríos, montañas,
etc., por lo que era natural comparar con un mapa un paisaje visto desde arriba. Si ya
hay mucho que ver en lo que, relativamente, es tan poco espacio, mucho es más lo que
no puede verse porque está demasiado lejos (lo niega la distancia) o, aunque estaría al
alcance de la vista, se confunde entre la niebla iluminada por el sol.
197 - 211
Prosificación: La admiración, muda, habla callando, y ciega sigue un río que, hijo luciente de aquellos montes, tiraniza los campos útilmente con torcido discurso, aunque
prolijo: Orladas sus orillas de frutales si no tomadas de [por] flores a la roca, corre derecho mientras el [auto] de sus cristales no revoca sus mismos autos; huye un trecho de sí,
luego se alcanza, se desvía y, buscando sus desvíos, sus aguas hacen errores dulces, dulces desvaríos con juego lascivo; engazando edificios en su plata, de quintas coronado,
se dilata majestuosamente (dividido en brazos caudalosos de [por] islas que son paréntesis frondosos al período de su corriente) de[sde] la alta gruta donde se desata hasta los
jaspes líquidos, adonde pierde su orgullo y esconde su memoria.
Explicación: La admiración deja mudo al peregrino, pero se muestra en su silencio. Lo siguiente es un chiste: la admiración es como un ciego, pero no porque no vea, sino
porque sigue a un guía, en este caso un río. Quiere decir que la admiración hace que el peregrino no pueda hacer sino seguir con la mirada el curso del río, curso que siguen
también los próximos versos.
"Prolijo" significa en latín "que fluye hacia adelante". En principio es el calificativo que corresponde a un río recto que fluye rápidamente. Este río es torcido, pero ello no impide
que sus aguas sean impetuosas. El río tiraniza los campos en el sentido de que éstos dependen de él, pero los tiraniza útilmente, en el sentido de que los campos le sacan
provecho. En las partes donde no hay frutales, las flores han tomado el terreno a la roca, es decir, han poblado lo que antes era roca.
En los versos siguientes el lenguaje es jurídico: un auto es una decisión judicial sobre asuntos menores. Un tribunal puede revocar con un auto sus autos anteriores. Del mismo
modo, el río decide correr derecho, pero a veces sus cristales (metáfora por el agua) deciden lo contrario y abandonan el cauce, decretando así un auto que revoca las
decisiones previas del río. En otras palabras, que los cristales deciden caprichosamente su rumbo en cada momento. Algunos se separan de la corriente principal para volver a
ella poco después. Parte del flujo se desvía, pero el río busca sus desvíos y los vuelve a incorporar en lo que parece el juego de dos amantes persiguiéndose.
Engarzando edificios a su paso, como cuentas en un collar, se dilata y en su discurso es dividido en brazos caudalosos por la interposición de unas islas frondosas. Ahora,
siguiendo el tono jocoso de todo este pasaje, Góngora compara el discurso del río con un discurso oral, lo que da pie a equiparar las islas con paréntesis que interrumpen la
frase. Para reforzar esta idea, vemos que toda ella es un inciso en una frase que la rodea: el río se dilata desde su nacimiento hasta su desembocadura. Los jaspes líquidos son el
mar, donde el río se diluye (pierde su orgullo, su naturaleza fluvial y esconde su memoria, pues su identidad queda oculta entre las aguas del mar).
212 - 221
Prosificación: Aquéllas que hoy los árboles apenas dejan ser torres - dijo el cabrero con extraordinarias muestras de dolor -
las estrellas nocturnas eran luminarias de sus almenas cuando el que [ahora] ves sayal fue limpio acero. Yacen ahora, y
sus desnudas piedras visten piadosas yedras, que el tiempo sabe hacer verdes halagos a ruinas y a estragos.
Explicación: Las torres están derruidas y algunos árboles son ya más altos que ellas, por lo que la altura de los árboles
impide llamar torres propiamente a las ruinas. Notemos que hay un anacoluto: "aquellas torres" no tiene predicado. No
obstante, se trata de un anacoluto usual en el lenguaje hablado, por otra parte refuerza la idea de ruptura entre el
pasado glorioso de las torres y su actual estado ruinoso. Góngora parece considerar lícita esta construcción, pues ya la
había usado en un contexto idéntico en Las firmezas de Isabela. Hay que entender "cuando la ropa que visto, que ahora
es sayal, era acero". El cabrero está diciendo que antaño fue soldado. En esa época, las torres eran tan altas que parecía
que las estrellas fueran luces en sus almenas.
222 - 232
• Prosificación: El joven lo oía con gusto y atención, cuando [un] torrente de armas y de perros,
(que, si no [puede decirse que trajera] precipitados los cerros [enteros] tras de un lobo, sí traía [al
menos a todas] las personas), hizo dejar al serrano [el] tierno discurso y [la] dulce compañía, que
[el cual], reduciendo al huésped al camino de[sde] el sublime, espacioso llano, dando pasos
veloces, crece [el] número y multiplica [las] voces al venatorio estruendo.

• Explicación: Notemos la malicia del último verso: el serrano aumenta (en uno) el número de los
que participaban en el venatorio estruendo, pero multiplica las voces. Quiere decir que él solo
gritaba tanto como todos los demás juntos.
233 - 242
Prosificación: Bajaba el joven admirando entre sí a Pan armado o a Marte semicapro, mentidos en el pastor que dio con arte culto
principio al discurso, cuando su oído fue rémora de sus pasos, dulcemente impedido de [por un] canoro instrumento que era
pulsado de [por] una serrana junto a un tronco, junto a un arroyo ronco de quejarse, mudo sus ondas, cuando no enfrenado.
Explicación: La rémora es un pez que tiene una ventosa en la cabeza con la que se pega a los barcos o a otros peces mayores. Se
le atribuía la capacidad de detener o frenar a los barcos, de donde viene su sentido figurado de algo que causa retraso, demora
o que llega a detener el avance de algo.
El cabrero que acababa de dejar al peregrino parecía Pan (dios de los pastores) armado como Marte o bien Marte (dios de la
guerra) con patas de cabra como Pan. El verbo "mentir" se usaba en la época con el sentido general de "fingir" o "simular". En el
pastor estaban mentidos Pan y Marte, en el sentido de que parecía ser uno de ellos disfrazado de pastor. Mientras bajaba
pensando en ello, le detuvo el sonido de la música que tocaba una serrana. El arroyo estaba ronco de quejarse porque cauce
arriba descendía rápidamente con estrépito, pero a la altura donde estaba la serrana ya iba más despacio (el terreno era más
llano y se había quedado ronco). La construcción "mudo sus ondas" es un acusativo de relación, o acusativo griego. Es un calco
de la gramática latina que ha de entenderse como "mudo en lo tocante a sus ondas", es decir, las ondas del arroyo estaban
mudas, a pesar de que el arroyo seguía fluyendo, no estaba enfrenado.
243-246
• Prosificación: Con ella, otra zagala montaraz juntaba el cristal líquido al humano por el
arcaduz bello de una mano que menosprecia al uno, iguala al otro.

Explicación: "Cristal" es una metáfora por "piel". La piel blanca se compara a menudo
con el cristal traslúcido o la porcelana porque deja entrever las venas. La muchacha se
llevaba el agua a la cara con la mano, con lo que juntaba el cristal líquido (el agua)
con el humano (la piel de su cara). La mano menosprecia al agua (por ser mas
cristalina) e iguala a la piel de su cara. Al llevar el agua del arroyo a la cara, la mano
parecía un arcaduz transportando el agua.
247-250
• Prosificación: Otra [zagala] traslada las mejores rosas y lilios del verde
margen al cabello, o por lo matizado o por lo bello, si no [es la] Aurora con
rayos [es el] Sol con flores.

Explicación: La muchacha, con las flores en los cabellos muestra los matices
(variedad de color) de la Aurora y la belleza del Sol. Al ponderar los matices
y su belleza, no es fácil decir si se parece más a la Aurora con rayos en la
cabeza como Sol o al Sol con flores en la cabeza como la Aurora.
251-258
• Prosificación: Otra [zagala] hiere ingeniosa negras pizarras entre dedos blancos, que
dudo que aun los peñascos la escucharan quedos. Al son, pues, de este rudo, sonoroso
instrumento, lasciva el movimiento más honesta los ojos, otra altera la floresta bailando.

Explicación: Ingeniosa hace referencia a la habilidad con que la serrana ha convertido


en "tejoletas" o castañuelas unas piedras. "Lasciva el movimiento" y "los ojos honesta" son
dos ejemplos más de acusativos griegos o acusativos de relación. Hay que entender
"lasciva en cuanto al movimiento" y "honesta en cuanto sus ojos", es decir, la muchacha
parece lasciva por la forma en que se mueve, pero sus ojos muestran que es honesta.
259-266
• Prosificación: Al fin tantas [montañesas da] el arroyuelo y tantas montañesas da el prado, que dirías ser menos las verdes
hamadrías que abortaron las plantas: inundación hermosa que la montaña hizo populosa, de[sde] todas sus aldeas a
bodas pastorales.
Explicación: Las dríades eran ninfas que vivían entre los árboles, mientras que las hamadríades nacían y vivían dentro de
los árboles, hasta morir con ellos.
Notemos la curiosa construcción "el arroyuelo da montañesas". Góngora está sugiriendo que las montañesas parecen
salir de todas partes: Luego va más allá y dice que parece como si fueran hamadríades abortadas de los árboles
(abortadas porque en teoría no debían salir de ellos), y por ello hay tantas como árboles. Es sutil el indicativo "abortaron",
como si realmente las hamadríades hubieran salido de los árboles. Depende del subjuntivo "dirías", y puede entenderse
así: si hubieras llegado a la conclusión de las plantas han abortado sus hamadríades, aun así dirías que no podrían ser
tantas como ves. "Dirías ser menos" es una oración de infinitivo, usual en latín, con el sentido de "dirías que son (o serían)
menos", La inundación (de montañesas) hizo populosa la montaña [en el tramo que va] desde sus aldeas hasta [el lugar
donde se iban a celebrar unas] pastorales bodas.
267-270
• Prosificación: Embebido en lo cóncavo de una encina, el joven mantenía la
vista de hermosura y el oído de métrica armonía.

• Explicación: La expresión "mantener la vista de... " tiene antecedentes en


Cicerón y en Virgilio y, más recientemente, en Garcilaso. Quiere decir que
no dejaba de ver hermosura ni de oír métrica armonía (canciones).
271-280
Prosificación: Buscaba el Sileno de aquellas bacantes que dio la sierra, ya que el hombro sin aljaba las niega ser ninfas
errantes, o si, émulo del Termodonte el arroyuelo desatado de aquel fragoso monte, [un] escuadrón desarmado de
Amazonas tremola pacíficas banderas en sus [del arroyuelo] riberas, el femenil enjambre no deja ostentar seña brillante
de monarquía a la rubia abeja que ofrece más oro al día en sus dos alas.

Explicación: Sileno era el maestro de Baco, y las bacantes eran las ninfas que rendían culto a Baco y participaban en
sus fiestas, las bacanales. El Termodonte era un río junto al que habitaban las amazonas. El peregrino buscaba al Sileno
de aquellas Bacantes. Concluye que, por su alegría, tenían que ser bacantes, ya que ninfas no podían ser, pues no
llevaban aljabas en sus hombros, y si, por el contrario, eran un escuadrón de amazonas, el enjambre no deja ostentar a
su reina (la abeja que tiene las alas más brillantes) ninguna seña de monarquía, es decir, no se ve a ninguna que
mande sobre las demás. Notemos que "émulo del Termodonte, etc." es un ablativo absoluto, como en "Si, destrozado su
ejército, Aníbal decide rendirse..."
281-290
Prosificación: Al voto del mancebo, erraba vulgo lascivo, sacudido el yugo de ambos sexos, al tiempo que [una] purpúrea terneruela, impedido de flores el rayo nuevo que ya
serenaba la región de su frente, conducida de su madre, no menos enramada, se ofrece entre albogues, acompañada de juventud florida: treinta robustos montañeses,
dueños de las [serranas] que vieras temer aun los dos pequeños pitones en la tierna hijuela [pero] no ya en la vaca, no en las empulgueras del arco de Diana, ¡damería serrana!

Explicación: Las empulgueras son los extremos del arco, donde se sujeta la cuerda. En la antigüedad era frecuente que se reforzaran con cuernos de animales.
En opinión del mancebo, (la conclusión a la que llega es que) las mujeres que veía eran vulgo lascivo que erraba, habiéndose sacudido el yugo de ambos sexos, es decir, que
eran simples aldeanas que iban sin rumbo divirtiéndose, libres de la dirección de cualquier hombre o mujer. Aquí la palabra "vulgo" no es peyorativa: sólo indica la condición
humilde de las serranas, y la palabra "lascivo" no tiene ninguna connotación sexual. "Sacudirse algo" significa librarse de algo.
Góngora usaba con fecuencia el adjetivo "purpúreo" para indicar juventud. Por ejemplo, hablando de la investidura de un cardenal dice "Generoso mancebo / purpúreo en la
edad más que en el vestido", o, hablando de una joven, dice "vuestra purpúrea edad". Esto se basa en la comparación entre la juventud y el amanecer, y en el color purpúreo
del cielo al amanecer. Tal vez tomó como precedente un verso de la Eneida: lumen iuuentae purpureum (la luz purpúrea de la juventud).
El "rayo nuevo" de la ternera es una sinécdoque por "rayos nuevos". Así llama a los cuernos que empiezan a asomarle en la frente, pequeños, débiles como los primeros rayos del
Sol al amanecer, lo que enlaza con la metáfora en que se basa el uso del adjetivo "purpúrea". A la ternera le han adornado los cuernos con flores, al igual que a su madre.
Los montañeses eran dueños de las serranas en el sentido de que estaban comprometidos con ellas. Éstas, al ver la ternera, bromean fingiendo que temen a sus cuernos,
cuando en realidad, acostumbradas a tratar con el ganado, no les asustan ni los cuernos de la vaca ni les asustarían los de las empulgueras del arco de Diana, es decir, no
tendrían miedo ni aunque Diana les estuviera apuntando con su arco. El último verso hay que entenderlo como ¡Así son las damas de la sierra!
281-290
Prosificación: Cuál de ellos baja las sumas graves, pendientes, de negras, crestadas aves cuyo lascivo esposo, vigilante, es
doméstico nuncio canoro del Sol y, de coral barbado, ciñe [un] turbante no de oro, sino de púrpura. Quién la cerviz oprime
con la manchada copia de los cabritos más retozadores, tan golosos que gime el que menos puede peinar las flores de su
guirnalda propia.
Explicación: Cuál... quién..., son pronombres indefinidos, equivalentes a uno... otro... Aquí "sumas" quiere decir "grupos
numerosos", grupos pesados de gallinas que cuelgan (penden). Las gallinas son aludidas perifrásticamente (negras,
crestadas aves cuyo esposo...) y a su vez el gallo es aludido también perifrásticamente. Hay una alusión muy sutil: al decir
que el gallo lleva un turbante de púrpura está comparándolo con un sultán dueño de un harén, de gallinas en este caso,
de ahí el calificativo de "lascivo", que en este caso sí tiene el sentido moderno de lujurioso en lugar del etimológico de
juguetón que tenía en el verso 291. Los turbantes de los sultanes eran de oro en el sentido de que estaban hechos de telas
bordadas o entretejidas con hilo de oro. Otro montañes lleva a los hombros una pareja de cabritos, que tratan de comerse
las flores que llevan en la cabeza.
303-308
Prosificación: El sitio fragoso no privilegió, no, en la sierra, no [ni tampoco] el torcido taladro de la
tierra, la paz del conejuelo temeroso: su número ya es trofeo a un hombro, si no [es] carga y
asombro.

Explicación: Quiere decir que otro montañés llevaba un gran número de conejos cargados al
hombro, tantos que podrían causar asombro y constituir una pesada carga, pero esto queda bajo
un condicional, porque sólo serían realmente una carga para un hombre que no fuera tan fornido
como estos montañeses y sólo producirían asombro en quien no conociera a los montañeses. Lo
que si son es un trofeo de caza, pues de nada les valió a los conejos habitar en montes ariscos o la
intrincada red de madrigueras que recorren la sierra. (Aquí "taladro" vale por "taladrado", es decir,
el efecto de taladrar.)
309-314
Prosificación: Tú, ave peregrina, arrogante esplendor del último occidente, ya que no bello, penda el
rugoso nácar de tu frente sobre el crespo zafiro de tu cuello, que Himeneo a sus mesas te destina.

Explicación: Himeneo era el dios de los matrimonios. El pavo de Indias, o pavo negro, es una variedad
de pavo traída de América, el último occidente, (de ahí también lo de "ave peregrina"). Góngora lo
llama esplendor de América, pero no bello, ya que no puede compararse en belleza con el pavo real.
En lugar de cresta, el pavo tiene una piel carnosa rojiza que extiende a veces, especialmente cuando
está enfadado. Por ello Góngora le dice que ya puede enfadarse, pues está destinado a un banquete
de bodas.
360-365
Prosificación: [Un] político serrano, grave de canas, [con] los tiernos ojos llenos de lágrimas, reconociendo el mar en el
vestido [del peregrino], que el Sol ardiente no pudo beberse las señas cerúleas que siempre dará, habló de esta manera:

Explicación: Político (de la ciudad) se opone a villano, que Góngora usa siempre sin sentido despectivo. Como se ve
después, el anciano no es un campesino, sino un mercader que, después de sufrir una desgracia, se ha refugiado en el
monte. El verso 362 alude a los versos 34-41, donde el Sol secaba el vestido del peregrino, pero dejó manchas azules,
características del agua del mar, que no pueden borrarse.

El político serrano va a iniciar un soberbio discurso de 137 versos en los que recorrerá la historia de la navegación con dos
características singulares: Una es que Góngora evita el uso de todo nombre propio. Es una muestra de su asombrosa
capacidad descriptiva. No necesita decir de qué está hablando para que quede claro de qué está hablando. La otra es
que el discurso es despectivo. Su tesis es que la navegación ha supuesto una batalla insensata entre el hombre y el mar, y
que los beneficios que haya podido reportar no compensan las vidas y los desastres que ha costado. Esta postura, nada
habitual en la época, encaja perfectamente en el plan de las Soledades: Góngora quiere menospreciar la corte frente al
campo, y los descubrimientos y las conquistas eran uno de los mayores orgullos de la corte.
366-373
Prosificación: ¿Cuál Tigre, la más fiera que infamó [el] clima hircano, dio el primer alimento al que, [como un] labrador fiero, surcó primero
el campo undoso ya deste o de aquel mar, hecho el lino vaga Clicie del viento, en telas antes que en flor?

Explicación: Clicie era una ninfa enamorada de Apolo, el dios del Sol, por quien fue abandonada. Entonces se convirtió en una flor, pero
continúa enamorada del Sol y por eso sigue su curso a lo largo del día: es el heliotropo, o girasol.
En la antigüedad se pensaba que un hombre heredaba a través de la leche las características de la nodriza que lo amamantaba. Por ello
San Agustín recomendaba a las cristianas que no confiaran a sus hijos a nodrizas paganas. De ahí viene también la expresión "ser de mala
leche", actualmente corrompida y reinterpretada de forma más burda. Hircania era la región de Asia situada al sudeste del mar Caspio.
"Cuál" es aquí un cultismo, con el sentido de "qué clase de". En latín, "tigre" es masculino en prosa, pero femenino en poesía. El anciano
afirma que el primer insensato que se atrevió a enfrentarse al mar debía de ser extraordinariamente fiero, y tanta fiereza en un hombre no
puede explicarse a no ser que la haya bebido de un tigre. Por ello se pregunta qué clase de tigre (que debió de ser el más fiero que, por
su crueldad, dio mala reputación a Hircania) amamantó (transmitiéndole así su ferocidad) al primero que surcó el campo del mar (éste o
aquél, fuera el que fuera) con un barco (un maldito pino) como si fuera un arado, habiendo convertido al lino (en forma de telas en vez
de en forma de flor) en una vaga Clicie del viento, es decir, habiendo convertido al lino en velas que se encaran al viento igual que el
girasol se encara al Sol. "Vagas" significa aquí "móviles", en contraste con el girasol, que está fijo en el suelo.
374-378
Prosificación: Este monstruo marino, escamado de robustas hayas, introdujo
más armas a [en] las playas [a las] que divide tanto mar, que confusión y
fuego [introdujo] el otro leño griego al [en el] muro frigio.

Explicación: Estos primeros barcos, monstruos marinos escamados de robustas


hayas (los remos), llevaron la guerra a las playas, fueron como un caballo de
Troya (el leño griego que atravesó el muro de Troya, en Frigia) con los que se
pudo atacar playas lejanas.
379-396
Prosificación: [La] industria náutica investigó tal piedra que, cual [la] yedra abraza [el] escollo, ella [abraza] el metal
fulminante de que se viste Marte y, lisonjera, solicita el diamante que más brilla en la capa nocturna de la esfera, [la] estrella
más vecina a nuestro Polo, y, con no poca virtud, [la estrella] distante la revoca [a la piedra], elevada la inclina ya al rosado
balcón de la Aurora bella, ya a la cerúlea tumba fría que sella las cenizas del día. Fiándose, pues, en esta atractiva amante
dura del norte, no hay cabo tormentoso que no doble [el] alado roble, ni isla fugitiva hoy a su vuelo.

Explicación: El metal fulminante de que se viste Marte es el hierro. La magnetita es una piedra que se abraza al hierro igual
que una yedra se abraza a una roca. Además se siente atraida por la estrella polar, ahora bien, se trata de un amor virtuoso,
pues la estrella sólo llama a la piedra cuando está distante. Cuando está cerca (o sea, cuando la estrella está elevada en el
cielo, "elevada" es un término astronómico) entonces desvía a la piedra (a la aguja de la brújula), ya sea hacia el este (hacia
el rosado balcón de la Aurora), ya hacia el oeste (hacia el mar azul que cubre al Sol al ponerse). En otras palabras, la estrella
polar y la brújula quieren estar cerca, pero no en contacto (lo dicho: un amor virtuoso). Naturalmente, "alado roble" es una
sinécdoque por un barco velero hecho de madera de roble. Confiando en la brújula, hoy en día un barco puede llegar a
cualquier rincón del mundo.
397-412
Prosificación: Tifis condujo el primer leño mal seguro, luego Palinuro [condujo] muchos [otros], si bien ambos [lo hicieron] por un mar que la tierra dejó hecho
estanque, cuyo famoso estrecho cierra[n] una y otra llave de Alcides; hoy la Codicia, piloto, no de árboles errantes, mas de selvas inconstantes, dejó primero
cano de su espuma al padre de las aguas, Océano, de cuya monarquía no quiere saber todos los términos el Sol que cada día nace en sus ondas y muere en
sus ondas, sin admitir [la Codicia] segundo en inculcar sus límites [del Océano] al mundo.

Explicación: Tifis fue el piloto del Argos, el barco con que Teseo y los Argonautas se hicieron con el vellocino de oro. Palinuro fue el piloto de la flota de Eneas.
La geografía homérica habla del gran río Océano que rodea todas las tierras y del que nacen los demás ríos y los mares menores. Aristóteles acredita esta teoría.
Antes el serrano ha hablado del desconocido que se lanzó al mar por primera vez, y ahora parece decir que no es desconocido, sino que se trata de Tifis. No
hay contradicción: Tifis es el primero de quien se tiene noticia, lo cual no significa que sea el primero. Ambos navegaron por mares (el mar Negro y el
Mediterráneo) que en realidad son estanques, pues la tierra los rodea salvo por un punto: el estrecho de Gibraltar, cerrado por las columnas de Hércules.
Si, hasta ahora, los barcos eran llamados árboles por sinécdoque, las flotas que actualmente guía la codicia son auténticas selvas inconstantes (móviles), que
han dejado cano al océano con la espuma que producen al surcar las aguas en toda su extensión, tan grande, que hasta el mismo Sol, que recorre cada día
todo el orbe, renuncia a recordar hasta dónde alcanzan los términos de la monarquía de Océano, (es decir, hasta donde llegan sus dominios, hasta donde
alcanzan las aguas). La codicia es el primer piloto de los barcos, es decir, la primera razón que los conduce, y de hecho es la única, pues no admite un segundo
(un subordinado, o sea, una segunda razón) para hacer saber al mundo (a la tierra) cuáles son sus límites.
413-418
Prosificación: Tres abetos suyos [de la Codicia] violaron a Neptuno aquel tridente conculcado hasta allí de ningun[o] otro,
besando las turquesadas cortinas que el Occidente le corre al Sol en [un] lecho azul de aguas marinas.
Explicación: El tridente es el cetro de Neptuno, símbolo de su dominio sobre el mar, equiparable al cetro o a la corona de
un rey. Al decir que los tres barcos de Colón [1492] violaron [arrebataron por la fuerza] a Neptuno aquel tridente no pisado
hasta entonces por ningún otro, quiere decir que le arrebataron el dominio sobre el océano Atlántico. El verbo conculcar
es despectivo. Más que "pisar" es "pisotear" (aunque aquí se aplica al mar). Los verbos "violar" y "conculcar" evocan el
carácter violento de los navegantes. En cambio, los versos que describen el aspecto del Nuevo Mundo, son amables,
porque Góngora, al tiempo que censura a los descubridores-conquistadores, alaba las maravillas que descubrieron. Aquí
"aguas marinas" no debe ser entendido literalmente, sino que es lo que hoy diríamos "aguamarinas". Las verdes tierras
americanas son las cortinas con las que el Occidente oculta al Sol en el ocaso, semejantes a una turquesa engastada en
la aguamarina que es el océano. La palabra "suyos" aplicada a los barcos, y con referencia inequívoca a la Codicia
aludida en el verso 403, ratifica la intención de Góngora de privar de toda gloria al descubrimiento de América
419-429
Prosificación: A pesar luego de áspides volantes, sombra del Sol y tósigo del viento, [quiero decir] de Caribes flechados, sus [de la Codicia] banderas, siempre
gloriosas, siempre tremolantes, rompieron los Lestrigones [a los] que el istmo armó de cien[to] plumas, el istmo que divide el [al] Océano y [siendo este una]
sierpe de cristal, le impide juntar la cabeza, coronada del Norte, con la cola escamada que ilustra el Sur de [con sus] estrellas antárticas.
Explicación: Los Caribes eran pueblos indios que, en la época del descubrimiento, habitaban principalmente en las antillas. Los Lestrigones eran unos gigantes
caníbales que destruyeron la mayor parte de la flota de Ulises. Según la mitología habitaban en Sicilia y en la península itálica. Los cronistas españoles
atribuyeron prácticas caníbales a los indios. De hecho, la palabra caníbal viene de caribe > caríbal > caníbal.
Observaciones: Los áspides volantes son flechas envenenadas, que ocultaban al Sol con su número e intoxicaban al viento con su veneno. En el contexto del
poema no podemos entender "banderas gloriosas" como dignas o merecedoras de gloria, sino que eran gloriosas en el sentido de que nunca eran derrotadas,
de que siempre ondeaban (tremolaban) victoriosas, de que siempre obtenían la gloria de la victoria y nunca la humillación de la derrota. En latín es habitual el
uso del verbo "frangere" (romper) con el sentido de destrozar un ejército. Las banderas (metonimia por los ejércitos) de los conquistadores destrozaron los
ejércitos de los indios caníbales que habitaban el istmo de Panamá. Al describirlos como "armados de plumas" o ·"aladas fieras", Góngora hace referencia a las
plumas con que se adornaban. Eran fieras aladas porque peleaban bravamente como fieras vestidos con plumas como aves. Por otra parte, al decir que las
plumas eran sus armas está sugiriendo que los indios estaban indefensos frente a las auténticas armas de los conquistadores.
Para entender la última metáfora hay que tener presente que los mapas de la época llamaban mar del Norte al océano Atlántico y mar del Sur al océano
Pacífico, porque los primeros exploradores cruzaron el istmo de Panamá de norte a sur. Siguiendo tradiciones antiguas, Góngora representa al Océano como
una serpiente de agua (de cristal) enroscada sobre sí misma rodeando a la tierra: la cabeza en el norte (al este de América) y la cola en el sur (al oeste). El
istmo de Panamá impide que se unan el mar del Norte y el mar del Sur (la cabeza y la cola del mar). Esta serpiente tiene sobre su cabeza la estrella polar y
sobre su cola las estrellas de la cruz del Sur que la iluminan (ilustran).
430-434
Prosificación: [La Codicia] dio segundos leños a [el] segundo polo en [un] nuevo mar, que no sólo le rindió
las blancas hijas de sus conchas bellas, mas [también] los metales homicidas que Midas no supo lograr bien.
Explicación: Midas, rey de Frigia, logró que Dionisio le concediera que todo cuanto tocara se convirtiera en
oro, y murió de hambre, ya que los alimentos se convertían en oro en cuanto los tocaba.
Vasco Núñez de Balboa cruzó el istmo de Panamá [1513] y construyó nuevos barcos para explorar el mar
del Sur. La Codicia le dio al segundo polo (al hemisferio sur) segundos leños, nuevos barcos, distintos de los
que habían llegado por el mar del norte y que no pudieron cruzar el istmo. El mar del sur le rindió a la
Codicia las perlas hijas de sus conchas y los metales (aquí con el sentido de piezas de metal, piezas de oro)
que hacen que los hombres se maten unos a otros y que Midas no supo aprovechar.
435-446
Prosificación: No le bastó después a este elemento [el mar, el agua] conducir orcas, alistar ballenas, murarse de montañas
espumosas, infamar sus arenas blanqueando[las] con tantas señas del primer atrevimiento, lastimosas aun a los buitres, para
enfrenar segundas temeridades con estas señas lastimosas. Tú, Codicia, tú pues, torpe marinero de las profundas aguas
estigias, desdeñas cuantos sepulcros abre el mar fiero a tus huesos.
Explicación: Las montañas espumosas con las que se mura el mar son las olas gigantescas que hacían naufragar a los barcos.
Las señas que dan lástima hasta a los buitres con las que el mar blanquea sus arenas son las blancas osamentas de las víctimas
de los naufragios, que a veces acaban en las playas empujados por la corriente. Pero ni siquiera estos huesos desanimaron a
los hombres a emprender nuevas campañas temerarias. La Codicia desdeña las muertes que el mar le ocasiona (a la propia
codicia, o sea, a los poseídos por ella). El feo marinero de las aguas estigias era Caronte, que conducía las almas al infierno y
les cobraba un óbolo por el viaje. La identificación con la Codicia es doble: Caronte era codicioso y, por otra parte, conducía
las almas al infierno, como la Codicia que lleva a los marineros a la muerte.
Prosificación: No te describo la inmóvil flota de firmes islas en aquel mar del Alba, cuyo número, ya que no lascivo, por lo bello,
agradable y por lo vario, podía hacer la dulce confusión que la virginal, desnuda montería [hizo] en los blancos estanques del
Eurota, haciendo [los] escollos, [o] de mármol pario o de terso marfil, [la figura de] sus miembros bellos [de forma] que bien
pudo Acteón perderse en ellos [los escollos].
Explicación: Habla aquí de los millares de pequeñas islas diseminadas por los océanos Pacífico e Índico. Son como una flota de
barcos, pero inmóvil. Aquí "número" tiene el sentido de "conjunto": cuyo conjunto, aunque no es lascivo (no atrae como las
ninfas de Diana), es tan bello, tan agradable y tan variado, puede producir la misma confusión (pero a la inversa) que los
cuerpos de Diana y sus ninfas bañándose en el Eurota, cuyos miembros parecían rocas de mármol o de marfil (mientras que las
pequeñas y blancas islas parecen ninfas bañándose en el mar).

El sentido es que las islas (los escollos) se parecían tanto a las blancas ninfas en el agua, que Acteón podría igualmente
haberse perdido al verlos a ellos. Para ello "escollos" ha de ser el sujeto de la frase precedente: haciendo [los] escollos, que
eran (metafóricamente) marmol o marfil, [la figura de] los miembros de las ninfas. Así, Góngora reproduce en la sintaxis la
confusión entre miembros y escollos que está describiendo.
491-502
Prosificación: El bosque dividido en pocas islas, fragante productor de aquel aroma que, traducido mal por el Egipto, el Nilo lo encomendó [más] tarde a sus
bocas, y ellas más tarde [lo encomendaron a su vez] a la gulosa Grecia, clavo no, espuela sí del apetito, que cuanto en conocerlo tardó Roma fue templado
Catón [y] casta Lucrecia, quédese [el bosque], amigo, en tan inciertos mares, donde, se quedó, con mi hacienda, la mayor prenda del alma, cuya memoria
es buitre de pesares.
Explicación: Ahora habla de las islas Malucas, que son cinco pequeñas islas famosas por su producción de clavo, la especia aromática que, en la antigüedad,
llegaba a occidente a través de la India y Arabia hasta Egipto por el mar Rojo, de ahí alcanzaba el Nilo, desde donde era transportada por el río hasta su
desembocadura y, de ahí llegaba a Grecia. En el verso 496 Góngora juega con el doble sentido de la palabra "clavo", que en sentido figurado se empleaba
también para hacer referencia a algo que retiene o impide el movimiento, y con ello se opone a "espuela", que sirve para hacer correr a los caballos. Así pues,
Góngora dice que el clavo no es clavo del apetito, sino espuela, es decir, que la especia estimula el apetito, hasta el punto de que Roma dejó de tener
hombres y mujeres virtuosas como Catón y Lucrecia a partir del momento en que lo conoció y empezó a darse a los placeres. (Aquí hay que entender que el
clavo está representando a los lujos orientales en general.) En los versos siguientes (503-506) se explica que el anciano perdió su hacienda y a su hijo en los
inciertos mares (o sea, poco fiables) de los que habla. Su hijo es la mejor prenda de su alma, cuyo recuerdo es para él como el buitre que devoraba
eternamente a Prometeo. Notemos que Prometeo fue culpable de desafiar a los dioses, culpa equiparable a la de los marinos que desafían al mar, y por ello
es significativo que el castigo que sufre el antiguo comerciante es equiparable al de Prometeo.
503-506
Prosificación: El montañés, con esto, anegó en [más] suspiros y en más lágrimas
el resto de su discurso prolijo que el viento [anegó en suspiros] su caudal, [y] el
mar [en agua anegó a] su hijo.
Explicación: Estos versos contienen dos grandes hipérboles: los suspiros y las
lágrimas que impidieron al montañés continuar con su discurso (que ahogaron
su discurso) eran más que los soplos del viento que hizo naufragar el barco en el
que perdió su fortuna, y que el agua que ahogó a su hijo.
602-609
Prosificación: Pasaron todos, pues, y [lo hicieron] regulados cual vemos en los equinoccios surcar los piélagos del aire libre [a] algunas no galeras
volantes, sino grullas veleras, tal vez creciendo lunas, tal [vez] menguando[las] sus distantes extremos, tal vez formando caracteres alados las plumas
de su vuelo en el papel diáfano del cielo. Ellas, en tanto, en bóvedas de sombras pintadas siempre al fresco, cubren las verdes alfombras que Sidón,
telar turquesco, no ha sabido imitar.
Explicación: Era un tópico comparar a los barcos con aves volando sobre el mar. Las aves aquí descritas justificarían esta comparación, pues
parecen galeras volantes en un mar de aire, si bien son en realidad grullas a las que impulsa el viento como si tuvieran velas. Las aves viajan
ordenadas en grandes formaciones, cuyos distantes extremos se desplazan cambiando la figura, que puede ser de luna creciente o menguante, o
también una letra, como una V, una Y, etc. Su vuelo (su forma de volar) es como unas plumas que dibujan letras en el papel del cielo.
Las bóvedas de sombras son las que forman los árboles. Las bóvedas de las iglesias se pintaban al fresco, y estas bóvedas estaban pintadas al fresco
en el sentido de que contribuían a que el ambiente fuera fresco. Sidón era famoso por sus tapicerías turcas, pero éstas no podían competir con las
alfombras de hierba y flores sobre las que se sentaron las mujeres.

Hay que destacar la distribución de las rimas de los versos 602-611, a saber, ABCddCbAEe. Es el único fragmento del poema en que aparecen
cuatro rimas abrazadas. Los versos 1-8 y 602-609 forman los dos únicos pares de rimas separadas por seis versos intermedios. Sólo hay otros tres pares
de rimas más distantes que estas. Resulta tentador pensar que Góngora está dibujando con las rimas una de las formaciones de aves que está
describiendo.
652-658
Prosificación: El joven, pues, solemniza los fuegos, mientras el viejo acusa tanta tea al dios de las bodas, no alguna sea
carroza ardiente de nocturno Faetón y la que anocheció [siendo una] aldea amanezca miserablemente [siendo un] estéril
campo de ceniza. Luego lo llevó [el viejo al joven] a las plantas de Alcides, que estaban no muy lejos, trenzándoe el
cabello verde a cuantas luces da el fuego y [a cuantos] espejos [da] el arroyo.

Explicación: Etimológicamente, solemne es lo que sucede sólo una vez al año. Hay que entender que el joven considera los
fuegos de artificio como algo admirable que sólo puede verse en contadas ocasiones. El viejo acusa las teas como quien
acusa a alguien de tramar un delito, es decir, previene de lo peligrosos que pueden ser los fuegos de artificio. Góngora ha
presentado al viejo como un personaje dramático al relatar la muerte de su hijo, pero luego lo ha convertido en un viejo
gruñón. La brisa mueve las ramas de los álamos, que se cruzan entre sí como si estuvieran trenzándose, iluminados por la luz
del fuego y por los reflejos del arroyo.
680-686

Prosificación: Los fuegos, cuyas lenguas, ciento a ciento, desmintieron la


noche algunas horas, cuyas luces, competidoras del Sol, fingieron día en la
tiniebla oscura, murieron, y sus miembros, en sí mismos sepultados, desatados
en cenizas, son piedras de su misma sepultura.
Explicación: Los últimos versos describen las débiles brasas que todavía brillan
bajo los bloques de cenizas. Las llamas (los miembros del fuego),
descompuestas, transformadas en cenizas, se convierten así en piedras de su
misma sepultura, entierran a las pequeñas llamas que todavía resisten.
722-731
Prosificación: El montañés presenta su forastero al galán novio, luego [lo presenta] al venerable padre de la que, bella, se esconde
en sí [misma] con ceño dulce y ostenta con silencio afable beldad parlera y gracia muda, cual [como] un color cairela las cisuras
del rizado, verde botón donde [una] virgen rosa abrevia su hermosura, que [el cual, el color] la púrpura que [el botón] cela
concede por brújula vergonzosa.
Explicación: Caireles son flecos que adornan la ropa. Cairelar es, por tanto, servir de adorno a modo de fleco. Una brújula era el
punto de mira de una escopeta y, por extensión, cualquier ranura estrecha. Los capullos de las rosas modernas son lisos, pero los de
las antiguas estaban cubiertos de un vello rizado, lo que explica el calificativo "rizado botón".
La novia se esconde en sí misma, pero sin que eso sea signo de enojo (alguien enfadado también puede rehuir el trato), sino de
timidez (se esconde con ceño dulce) y ostenta con silencio afable, es decir, con un silencio que invita a hablarle, beldad parlera y
gracia muda. Normalmente, la beldad es muda (es algo que se ve, no se oye) y la gracia es habladora (se desprende de la forma
de hablar), pero la belleza de la novia habla por sí misma, mientras que su gracia se adivina a pesar de la timidez que la mantiene
callada. Ese silencio tímido hace que sólo se entrevean sus virtudes, como un capullo (en el que una rosa resume su hermosura)
deja entrever por sus cisuras, como si fuera un fleco, el hermoso color de la púrpura que esconde.
732-742
Prosificación: El joven la juzga [a la novia] esposa digna de un héroe, si no augusto, esclarecido, arrebatado al instante a la
que lo condenó a su olvido, naufragante y desterrado. Este Sol, pues, que lo condena a olvido, hizo cenizas las negras plumas
que vistió su memoria, que [las cuales] infelizmente, engendran sordo gusano, cuyo diente, antes minador lento de su gloria,
fue arador inmortal de su pena.
Explicación: Al contemplar a la novia, el joven se ve arrebatado hacia su amada, es decir, su pensamiento se ausenta,
arrastrado hacia la mujer que lo condenó decidiendo olvidarse de él y que fue el motivo de su destierro, de su viaje para
alejarse de ella, que terminó en naufragio. Ahora Góngora encadena dos alusiones mitológicas. Primero la de Ícaro: la
memoria del peregrino se viste de plumas (negras, porque son de luto, porque los recuerdos son tristes) para volar hacia el Sol,
pero al hacerlo se quema y sus plumas se hacen cenizas. Aquí enlaza con el mito del ave Fénix: de las cenizas se engendra
un gusano que reconstruye el recuerdo, que empieza siendo un lento minador de su gloria, es decir, le corroe por dentro,
como un minador cava lentamente bajo tierra, pero que luego se convirtió en un arador de su pena, es decir, creó surcos en
la superficie. Aquí alude a que su pena se exterioriza, se hace visible (aunque sólo por un instante, como se explica en los
versos siguientes).
743-754
Prosificación: Y en la sombra no más de la azucena que procura, acompañada del clavel, imitar en la bella labradora el templado
color de la [mujer] que adora, el pensamiento pisa tal víbora, que el alma, desatada por los ojos, diera señas de su arrebatamiento
si no llegaran en dos festivos coros vírgenes bellas [y] jóvenes lucidos, conducidos de [por] cien[to] zampoñas y de otros
instrumentos, aunque bárbaros, sonoros.
Explicación: La piel de la novia, siendo blanca, sólo es una sombra del color de la piel de la dama ilustre a la que ama el
peregrino, blanca como una azucena. En cambio, el rojo de sus mejillas sí es equiparable en ambas. Así, la sombra de la azucena
y el clavel [no su sombra en este caso] procuran imitar en el rostro de la labradora el color de la amada del peregrino. Su
pensamiento se pierde entre estas flores, y allí le muerde una víbora tan venenosa que el alma, liberada por los ojos en forma de
lágrimas, habría dado señales de su arrebatamiento (es decir, se habría visto que el peregrino estaba pensando en su amada) si
no hubieran llegado dos coros (uno de mujeres y otro de hombres) conducidos (precedidos, guiados) por cien zampoñas y otros
instrumentos. La metonimia que sustituye "el pensamiento es mordido por una víbora" por "el pensamiento pisa a una víbora". Así se
añade la idea de que es el pensamiento quien causa su propio daño al pisar donde no debe.
767-779
Prosificación: Ven, Himeneo, ven donde te espera un Cupido con ojos y sin alas, cuyo cabello intonso niega dulcemente el vello que ha colorido el vulto: el
vello [es] flores de su primavera, y el cabello [es] rayos de su frente. Amó [siendo] niño a la villana Psiques que adora [siendo] adolescente, [una] ninfa
labradora de la tostada Ceres. [Que] tu coyunda vincule [a] ésta ahora, en los inciertos crepúsculos de su edad segunda, a su [de él] ardiente deseo. Ven,
Himeneo, ven; ven, Himeneo.

Explicación: El novio es como Cupido porque cupido hace brotar el amor con sus flechas y el novio hace brotar el amor en las mujeres con su atractivo. Ahora
bien, Cupido es ciego (porque el amor oculta los defectos de la persona amada) y tiene alas, porque es voluble, va y viene; mientras que el novio tiene ojos:
ha elegido muy sabiamente a su amada, y no tiene alas: su amor va a ser constante. El novio sigue llevando el pelo largo, propio de un niño, pero ya no lo es,
como lo prueba su barba. Así, el pelo largo pretende negar (desmentir) al vello que ha dado color al rostro atestiguando así que el novio ya ha dejado de ser
un niño. Comparar la barba con flores es frecuente en la literatura latina. Puesto que los jóvenes presentan al novio como Cupido, es lógico llamar Psiqué
(villana) a la novia, pues la original era hija de un rey. Ceres es la diosa de la agricultura, por lo que es morena (tostada), como los agricultures, y la novia ha
heredado el color oscuro de la piel. El crepúsculo puede ser tanto la salida como la puesta del Sol. En este caso es más sencillo entender que Góngora se
refiere al amanecer, con lo que dice que la novia está empezando su segunda edad (la madurez) y ha abandonado poco antes la primera edad (la niñez). El
deseo expresado es que el yugo de Himeneo una la novia al novio que la desea tan ardientemente (por metonimia, a su ardiente deseo).
780-792
Prosificación: Ven, Himeneo, donde [una] virgen tan bella que podría hacer tórrida la Noruega con dos soles y blanca la Etiopía con dos
manos, (aurora de sus ojos soberanos) previene al día entre arreboles de honesto rosicler. Cuantos claveles del abril, rubíes tempranos,
engasta el oro del cabello [y] cuantas rosas engaza ya la Concordia [a modo de] cadenas del uno y del otro cuello, son [un] purpúreo
trofeo de sus mejillas siempre vergonzosas. Ven, Himeneo, ven; ven, Himeneo.

Explicación: La novia, con el color rosado de sus mejillas (honesto, porque el sonrojo es signo de vergüenza, pero no de vergüenza
culpable, sino honesta) es la aurora de los soles que son sus ojos y, como tal aurora que es, podemos decir que al mostrar el color de sus
mejillas está previniendo, precediendo, anunciando el día, en el sentido de que está imitando a la Aurora en su forma de anunciar,
preceder al día.
Sus manos son de nieve, y hay tanta nieve en ellas que podrían cubrir a Etiopía, igual que sus ojos podrían derretir la nieve de Noruega.
Los claveles que la novia lleva en la cabeza son como rubíes engastados en el oro de su pelo. (El adjetivo temprano hace referencia a
que son flores de abril, es decir, las primeras flores de la primavera.) Góngora representa a la Concordia (que era una divinidad romana)
encadenando los cuellos de la pareja con un collar de rosas. Estos claveles y estas rosas son un trofeo de sus mejillas, porque las mejillas
han vencido sobre ellas en belleza. Es como el cazador que vence a su presa en la lucha y así la convierte en su trofeo.
806-818
Prosificación: Ven, Himeneo, y [que] las volantes pías que sus plumas son ojos azules con pestañas de oro conduzcan alta diosa, gloria mayor del soberano
coro. [Que] ella fíe tus nudos, que los días disuelvan tarde en senectud dichosa; y la que hoy es Juno a nuestra esposa, [como] casta Lucina repita tantas
veces sus [de la esposa] umbrales en lunas desiguales que el mundo la admire [como a la] Níobe inmortal, [pero] no en blanco mármol, por su mal fecundo,
hoy escollo del Leteo. Ven, Himeneo, ven; ven, Himeneo.

Explicación: "Las volantes pías son [en cuanto a] sus plumas ojos azules con pestañas de oro." El sintagma "sus plumas" es un acusativo de relación, una
estructura propia de la gramática latina. Hace referencia al plumaje del pavo real cuyas manchas se llaman ojos y están rodeadas de círculos amarillos.
Que Juno dé fe de los nudos establecidos por Himeneo, es decir, que la unión sea aprobada por la más alta diosa. Que dichos nudos sean disueltos por el
tiempo (los días) tarde, cuando ambos cónyuges sean ya ancianos dichosos, y que la que hoy es Juno para nuestra esposa (es decir, la que hoy santifica su
unión) acuda repetidamente a sus umbrales tantas veces en calidad de Lucina (es decir, que le dé tantos hijos) que el mundo la admire como a Níobe
(modelo de madre fecunda), pero que la admire como madre, no como a la roca en que se transformó Níobe por su mal (por haberse enorgullecido hasta la
insolencia de su fecundidad). Por eso dice Níobe inmortal, no en sentido absoluto (que no muera nunca), sino en el sentido relativo (que no muera de dolor
como ella). Además Juno Lucina ha de visitar a la madre en lunas desiguales, es decir, los partos se han de producir en lunas opuestas para que sus
descendientes sean mitad varones y mitad mujeres.
845-851
Prosificación: El dulce alterno canto revocó los novios felices del vecino templo santo a sus umbrales. [Unos] novillos, aún no
domadas sus cervices del [por el] yugo, surcado breve término, restituyen así el arado pendiente al albergue pajizo que los
aguarda.
Explicación: Revocar tiene aquí su significado etimológico: dice que el canto (al terminar) despidió a los novios para que
volvieran del templo a su casa. Y sus cervices no estaban aún acostumbradas al yugo, es decir, volvieron sintiendo la
novedad de saberse casados, algo que a los pocos días les parecerá habitual, pero que de momento les causa extrañeza.
Son como dos novillos a los que se ha hecho arar un breve trecho para que se empiecen a acostumbrar al yugo y vuelven
ya a su albergue con el arado colgando (del yugo), como era costumbre entre los labradores. (Literalmente: los novillos
devuelven el arado al albergue así, es decir, del mismo modo que los novios vuelven a su casa.)

Góngora describe magistralmente el estado psicológico de los novios al volver de la boda al tiempo que deja caer la
asociación maliciosa novios-novillos, a tono con los comentarios maliciosos que sin duda algunos de los concurrentes
murmurarán por lo bajo.
865-871
Prosificación: Les sirvieron manjares que ignoran igualmente el veneno y el apetito y confuso Baco no les desata su néctar en oro
luciente ni en plata bruñida, sino [que les desata] en vidrio topacios carmesíes y pálidos rubíes.
Explicación: Góngora usa la forma "apetito" para referirse a "apetite", que es un nombre genérico para las salsas con que se
aderezaban los guisos, a menudo para disimular alimentos en mal estado. (La etimología de "apetite" es la misma que la de
"apetito". Tal vez Góngora consideró que "apetite" era un vulgarismo y lo rectificó.) Los manjares que les sirvieron desconocían el
veneno (que a veces se encuentra en los banquetes dados en la corte, como medio para deshacerse de un enemigo) así
como el apetite, pues eran tan frescos que no lo necesitaban.
El color del topacio es similar al del vino blanco, y el del rubí similar al del vino tinto. Baco no les desata su néctar [vino puro] en
oro o plata, sino que en vidrio les desata vino blanco teñido de carmesí y vino tinto pálido, es decir, Baco les sirve vino blanco
mezclado con vino tinto, de nuevo algo típico en los pueblos. Hay que entender que la mezcla se hacía en el propio vaso, por
lo que es posible ver como el vino blanco se tiñe de rojo y viceversa, tal y como sugiere la hipálage. En latín "confundere" es
"verter junto", "mezclar". Alguien está confuso cuando confunde, cuando mezcla las cosas; Baco está confuso porque está
mezclando sus vinos.
930-938
Prosificación: [Que] las edades vinculen a vuestros descendientes medianías competentes entre opulencias y
necesidades previniendo ambos daños: [que] ilustren obeliscos las ciudades, expuesta su corona [de los obeliscos] a los
rayos de Júpiter aún más que a los de Febo, cuando el cielo, fulminando la floresta, perdona a la choza pastoral.
Explicación: Vincular es un término judicial. Una propiedad estaba vinculada a unos herederos cuando no podía ser
repartida, sino que debía ser heredada íntegramente por ellos. El deseo es que el tiempo haga heredar a los
descendientes de los esposos medianías competentes, es decir, una prosperidad razonable en el justo término medio
entre la riqueza excesiva y la pobreza (entre opulencias y necesidades). De este modo, el tiempo prevendrá (evitará)
ambos daños: tanto el de la riqueza excesiva que corrompe como el de la pobreza triste. Mejor dejar que las ciudades
hagan gala de altos obeliscos, símbolos de prosperidad y magnificencia, cuyas coronas (su parte más alta) están más
expuestas a los rayos de las tormentas que a los del sol, mientras que en el campo, cuando el cielo fulmina la floresta
perdona a la humilde choza pastoral. En resumen: ser excesivamente rico atrae numerosos peligros de los que se ve libre
una familia modesta.
939-943
Prosificación: [Que] la postrimera hora os halle, pues, en esta tranquilidad labradora, [hechos] cisnes una y otra pluma,
cuya lámina [de la hora postrimera] cifre desengaños que lean muchos años en pocas letras."
Explicación: Que la hora de la muerte os halle en esta tranquilidad labradora convertidos en cisnes por lo que atañe al
plumaje, es decir, con el pelo cano, signo de haber vivido muchos años. Sintácticamente, la frase contiene un acusativo
griego. La lámina de la muerte (donde escribe la muerte) es la lápida del sepulcro. En ella se consignarán sus edades, que
serán el resumen de sus vidas, de su larga experiencia plasmada en pocas letras que significarán muchos años, pues en la
numeración romana las décadas novena y décima son las que requieren menos letras (XC o C frente a LXX o LXXX). Que
la lápida resuma su vida en las cifras de su longeva edad, que lean [hagan leer] muchos años en pocas letras. El contexto
obliga a interpretar "desengaños" en un sentido positivo, así que Góngora tiene que referirse a las muchas cosas que
pueden aprenderse en una larga vida y que "desengañan" a las personas, en el sentido de hacerlas más sabias, de
librarlas de los engaños de que son víctimas quienes carecen de la suficiente experiencia.
1077-1083
Prosificación: Solícita Junón, Amor no omiso, al son de otra zampoña que conduce
Ninfas bellas y Sátiros lascivos, los desposados vuelven a su casa, que luce coronada
de estrellas fijas, de astros fugitivos que se resuelven en humo sonoroso.
Explicación: Los desposados vuelven a su casa con la aprobación de Juno (que
legitima el matrimonio) y con las atenciones de Amor. Las ninfas y los sátiros son los
montañeses. Lascivos quiere decir aquí (como es frecuente en Góngora) juguetones,
bromistas. La casa luce coronada por las estrellas (fijas) y los fuegos de artificio (astros
fugitivos) que se disuelven en humo sonoro.
1084-1091
Prosificación: Llegó todo el lugar y, despedido, [una] casta Venus, que ha prevenido el lecho
de [con] las plumas que [las] blancas aves baten más suaves en su volante carro, entra [a] los
novios en [una] estacada no dura, que, siendo Amor una deidad alada, bien previno la hija de
la espuma, a [las] batallas de amor, [un] campo de pluma.
Explicación: Llegó [hasta la casa de los esposos] todo el lugar [todos los habitantes del lugar] y,
[una vez] despedido[s], una casta Venus (casta, porque el amor entre los esposos es casto),
que ha dotado al lecho de las plumas que los blancos cisnes que tiran de su carro baten más
suaves, hace entrar a los novios en una estacada (campo de batalla) que, en este caso, no es
dura, sino todo lo contrario, pues, siendo Amor una deidad alada, hizo bien la hija de la
espuma (Venus, llamada así porque nació de la espuma del mar fecundada por Urano) en
preparar un campo de pluma para [las] batallas de amor.
FEDERICO GARCÍA LORCA
(1898 – 1936)
El Góngora culterano ha sido considerado en España, y lo sigue siendo por un
extenso núcleo de opinión, como un monstruo de vicios gramaticales cuya poesía
carece de todos los elementos fundamentales para ser bella. Las Soledades han
sido consideradas por los gramáticos y retóricos más eminentes como una lacra
que hay que tapar, y se han levantado voces oscuras y torpes, voces sin luz ni
espíritu para anatematizar lo que ellos llaman oscuro y vacío. Consiguieron
arrinconar a Góngora y echar tierra en los ojos nuevos que venían a comprenderlo
durante dos largos siglos en que se nos ha estado repitiendo... "no acercarse,
porque no se entiende... "
Es un problema de comprensión. A Góngora no hay que leerlo, sino estudiarlo.
Góngora no viene a buscarnos, como otros poetas, para ponernos melancólicos,
sino que hay que perseguirlo razonablemente. A Góngora no se le puede
entender de ninguna manera en la primera lectura. Una obra filosófica puede ser
entendida por unos pocos nada más, y, sin embargo, nadie tacha de oscuro al
autor. Pero no; esto no se estila en el orden poético, según parece.
Se dio cuenta de la fugacidad del sentimiento humano y de lo débiles que
son las expresiones espontáneas que sólo conmueven en algunos momentos,
y quiso que la belleza de su obra radicara en la metáfora limpia de
realidades que mueren, metáfora construida con espíritu escultórico y situada
en un ambiente extraatmosférico.

Amaba la belleza objetiva, la belleza pura e inútil, exenta de congojas


comunicables.
Se vuelve de la inspiración como se vuelve de un país extranjero. El poema es la narración
del viaje. La inspiración da la imagen, pero no el vestido. Y para vestirla hay que observar
ecuánimemente y sin apasionamiento peligroso la calidad y sonoridad de la palabra. Y
en Góngora no se sabe qué admirar más: si su sustancia poética o su forma inimitable e
inspiradísima. Su letra vivifica a su espíritu en vez de matarlo. No es espontáneo, pero tiene
frescura y juventud. No es fácil, pero es inteligible y luminoso. Aun cuando resulta alguna
rara vez desmedido en la hipérbole, lo hace con una gracia andaluza tan característica
que nos hace sonreír y admirarlo más, porque sus hipérboles son siempre piropos de
cordobés enamoradísimo.
Sus oraciones, con ordenarlas como se ordena un párrafo latino, quedan claras. Lo
que sí es difícil es la comprensión de su mundo mitológico. Difícil porque casi nadie
sabe Mitología y porque no se contenta con citar el mito, sino que lo transforma o da
sólo un rasgo saliente que lo define. Es aquí donde sus metáforas adquieren una
tonalidad inimitable. (…)

Esta manera de animar y vivificar la Naturaleza es característica de Góngora. Necesita


la conciencia de los elementos. Odia lo sordo y las fuerzas oscuras que no tienen límite.
Es un poeta de una pieza, y su estética es inalterable, dogmática.
Góngora tuvo un problema en su vida poética y lo resolvió. Hasta entonces, la empresa se
tenía por irrealizable. Y es: hacer un gran poema lírico para oponerlo a los grandes poemas
épicos que se cuentan por docenas. Pero ¿cómo mantener una tensión lírica pura durante
largos escuadrones de versos? ¿Y cómo hacerlo sin narración? Si le daba a la narración, a
la anécdota, toda su importancia, se le convertía en épico al menor descuido. Y si no
narraba nada, el poema se rompía por mil partes sin unidad ni sentido. Góngora elige
entonces su narración y se cubre de metáforas. Ya es difícil encontrarla. Está transformada.
La narración es como un esqueleto del poema envuelto en la carne magnífica de las
imágenes. Todos los momentos tienen idéntica intensidad y valor plástico, y la anécdota no
tiene ninguna importancia, pero da con su hilo invisible unidad al poema.
SEVERO SARDUY
(1937 - 1993)
La elipsis arma el terreno, el suelo del barroco (…) supresión en general,
ocultación teatral de un término en beneficio de otro que recibe la luz
abruptamente, caravaggismo. (…) En la retórica barroca, se identifica con la
mecánica del oscurecimiento, repudio de un significante que se expulsa del
universo simbólico. Esta ocultación, en la poesía gongorina, como es sabido,
no es fortuita; corresponde, como en todo discurso organizado, a leyes
inflexibles aunque informuladas: desaparece “lo feo, lo incómodo, lo
desagradable” mediante un “hábil escamoteo”.
Los términos elididos son pocos: aquellos “representantes de la
representación” ligados, directamente o no, a ciertas pulsiones: la de muerte,
no por azar, en el barroco, que, por denegación, multiplicó el ornamento
funerario. (…)

En este plano, se diría también que la escritura barroca, en su derroche al


servicio de una represión, es la verdad de todo lenguaje.
JOHN BEVERLY

“Ni lo pastoril ni lo épico mantienen para él el valor como géneros


autosuficientes, de modo que tiene que inventar una ficción, las Soledades,
cuya configuración se debe a la combinación de y a la resultante contienda
entre los dos. (De la misma manera Cervantes forma el Quijote alrededor de
una síntesis conflictiva de la novela de caballería y la novela picaresca)”.
JOHN BEVERLY

“Este personaje no pretende representar el arquetipo paulino, tan difundido


en la alegoría didáctica del barroco, del alma cristiana como peregrino en el
mundo de las ilusiones. Es un héroe secular, un producto de la propia
situación del poeta en cuanto hidalgo desclasado, regionalista andaluz y, por
consecuente, exiliado interno; es decir, un ser solitario que busca refugio en la
soledad de la naturaleza primitiva y de formaciones sociales naturales”.
JOHN BEVERLY

• La epopeya patriótica y el héroe épico en sí ya no son posibilidades


auténticas para Góngora, un poeta heterodoxo que escribe en medio de
un sentimiento creciente de crisis y decadencia en España y desde una
actitud personal que es antagónica a la ideología expansionista-nacional
que apoya la epopeyas imperialistas del siglo XVI.
JOHN BEVERLY

El modelo elaborado por Góngora no es l del orden natural en contraposición


a la corrupción histórica; tampoco consiste en la armonía estática del
utopismo bucólico, el menosprecio de corte, alabanza de aldea. Estos
elementos están presentes, pero funcionan como términos en un entrecruce
dialéctico que es el poema mismo, que propone que l aciudad se parezca
más al campo y el campo a la ciudad. (El peregrino de Góngora se asemeja
al Próspero de Shakespeare en The tempest).

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