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MANIFESTACIONES CLÍNICAS
TBC LARÍNGEA
TUBERCULOSIS LARÍNGEA
• La tuberculosis laríngea constituye el 18% de las tuberculosis (TBC) de localización
otorrinolaringológica, lo que se traduce en el 1,2% del total de los casos de TBC ,
predominando en los varones con una relación 3:1, siendo más frecuente en la quinta y
sexta década de la vida. El compromiso extra pulmonar constituye un reto para el clínico,
debido a que los síntomas y signos inespecíficos dificultan su diagnóstico de forma fácil y
temprana .
• El diagnóstico de esta entidad se puede basar en análisis histológico, la tinción de Zielh
Nielsen, el cultivo de secreciones y la búsqueda de ADN micobacteriano mediante la técnica
de reacción en cadena de Polimerasa (PCR). Se recomienda iniciar tratamiento frente a la
sospecha moderada-alta con isoniazida, rifampicina y etambutol. Aunque la respuesta al
tratamiento antituberculoso suele ser suficiente, algunos casos descritos requieren
microcirugía laríngea para corregir la disfonía.
• La contaminación suele ser interhumana, por vía aérea a partir de un enfermo con bacilos.
El foco laríngeo puede ser único o formar parte de un cuadro multivisceral
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
• al diagnóstico de esta entidad se puede basar en análisis histológico, la tinción
de Zielh Nielsen, el cultivo de secreciones y la búsqueda de ADN micobacteriano
mediante la técnica de reacción en cadena de Polimerasa (PCR). Se recomienda
iniciar tratamiento frente a la sospecha moderada-alta con isoniazida,
rifampicina y etambutol. Aunque la respuesta al tratamiento antituberculoso
suele ser suficiente, algunos casos descritos requieren microcirugía laríngea para
corregir la disfonía.
• se manifiesta mediante signos inespecíficos, muy semejantes a los del carcinoma
epidermoide laríngeo.
• Los signos clínicos de alarma son variables y en su mayoría inespecíficos: disnea
laríngea, hemoptisis, tos, otalgia, disfonía (el signo más frecuente). La alteración
del estado general, con astenia, anorexia y adelgazamiento, la fiebre oscilante y
los sudores nocturnos son signos inconstantes.
• Endoscópicamente, la imagen vegetante
también es inespedfica, y por lo general
no permite diferenciar la tuberculosis del
carcinoma epidermoide. El método
radiológico de referencia es la tomografía
computarizada (TC) cervical con inyección
de medio de contraste, que en los casos
típicos muestra lesiones bilaterales
difusas sin destrucción de la arquitectura
laríngea y, a veces, una amputación del
borde libre de la epiglotis es un signo
orientador.
TAC Cervical con adenopatías cervicales bilaterales con centro
hipodenso que sugiere origen neoplásico u origen inflamatorio
del tipo TBC. TAC de Tórax con imagen de "árbol en brotes".
DERRAME PEURAL TUBERCULOSO
Derrame pleural tuberculoso
• El derrame pleural tuberculoso (DPTB) constituye un problema
clínico frecuente en muchos países y es particularmente
relevante en la etapa actual de infección por VIH, situación en
la que es más frecuente en la práctica clínica
CLÍNICA
• los pacientes con un DPTB oscila entre los 32 y los 34años y el 70% tienen
menos de 40años En Estados Unidos la media de edad de presentación es de
49años; solamente el 50% son menores de 45 y el 30% tienen más de 65años.
Para justificar estas diferencias se ha sugerido que en los países desarrollados el
DPTB podría ser el resultado de una reactivación, mientras que en los que
aparece a edades más tempranas correspondería a una forma primaria de la
enfermedad.
• La sintomatología de los pacientes con un DPTB es variable. La fiebre (86% de los
casos), el dolor torácico de características pleuríticas (75%) y la tos (70%) suelen
estar presentes y pueden acompañarse de otros síntomas de afectación
sistémica. La clínica varía en función de la población. En los ancianos el periodo
sintomático tiende a ser más prolongado, mientras que los pacientes VIH
positivos son, normalmente, menos sintomáticos. Por el contrario, los jóvenes
suelen presentar una clínica más aguda, con fiebre elevada.
SINTOMÁTICO RESPIRATORIO
SINTOMÁTICO RESPIRATORIO
RIFAMPICINA:
De manera infrecuente produce insuficiencia renal
aguda. Habitualmente, aparece en los tratamientos
intermitentes y puede cursar con rash, eosinofilia,
fiebre, vómitos, diarrea y/o anemia hemolítica. La
lesión anatomopatológica más típica es la nefritis
intersticial aguda, aunque hay casos descritos de
glomerulonefritis mesangial, proliferativa
extracapilar o necrosis tubular. La patogénesis más
probable es de origen inmunológico (Ac
antirifampicina), aunque no se puede descartar en
los casos de anemia hemolítica, el efecto tóxico
directo por hemoglobinuria (20,21). El mecanismo
fisiopatológico se sustenta en inflamación difusa y
RAFAs PSIQUIÁTRICAS:
FLU-LIKE:
Cefalea Diarrea
Artralgias Vómitos
Aparece 1 a 4 horas luego de la exposición a rifampicina, rara
Mialgias Hepatitis
vez a 4-8 horas; y se resuelve espontáneamente luego de varias
horas.
Según su rapidez de
instauración.
Aguda No existe un período de tiempo definido que marque la diferencia entre
ambas.
La diferencia entre las dos situaciones expresa la puesta en marcha de
Crónica
mecanismos compensadores de adaptación en la IR crónica (IRC), que
están ausentes en la IR aguda.
Crónica reagudizada
• Deterioro agudo de una IRC estable
MECANISMOS FISIOPATOLÓGICOS
Disminución de la PiO2
Hipoventilación alveolar
Alteración de la difusión
Hipoventilación alveolar
Las enfermedades que cursan con alteraciones en
la regulación de la respiración, neuromusculares y
La eliminación del CO2 producido por el organismo depende de la pared torácica.
directamente de la ventilación alveolar, de tal manera que cuando
esta disminuye a la mitad, la PaCO2 aumenta al doble.
La PAO2 también disminuye por el fallo de la bomba y, por tanto, el
G(A-a)O2 es normal.
MECANISMOS FISIOPATOLÓGICOS
Alteración de la difusión
Entre los principales efectos adversos del tratamiento antituberculoso actual podemos citar: las
reacciones cutáneas, las molestias gastrointestinales y la hepatotoxicidad (HPD).
Se recomienda obtener niveles básales de enzimas hepáticas ALT, AST y bilirrubina total en los
grupos de riesgo mencionados antes de iniciar el tratamiento.
Respecto a otras enzimas como y- glutamil transpeptidasa (GGT) y fosfatasa alcalina no hay
reportes sobre la utilidad de su medición y su significado clínico es más bien controvertido.
En caso que las enzimas mencionadas estén elevadas, antes del
inicio de la terapia, se sugiere:
Realizar estudio funcional hepático completo, que incluya una ecografía abdominal y marcadores para
los virus de hepatitis A, B, C y también VIH.
Controlar semanalmente las enzimas y no iniciar tratamiento habitual antes que éstas se normalicen o
bajen por lo menos hasta un valor no superior a tres veces el normal.
En caso que la tuberculosis del paciente sea muy avanzada o muy grave es recomendable iniciar un
esquema que tenga mínimo riesgo de toxicidad hepática, mientras se normalizan las alteraciones. Se
sugiere en estas condiciones indicar la asociación estreptomicina-etambutol.
Cuando las enzimas se hayan normalizado o hayan bajado a un nivel inferior a 3 veces el valor normal,
se sugiere reiniciar la terapia. El control de enzimas en esta situación debe ser inicialmente muy
frecuente. En caso que vuelvan a subir en forma significativa o aparezcan síntomas, deberá cambiarse
al esquema de daño hepático.
Cuando se inicia terapia con enzimas hepáticas
normales, se sugiere:
Educar al enfermo sobre los posibles efectos colaterales y advertirle de los eventuales riesgos,
especialmente asociados al consumo de otros medicamentos hepatotóxicos.
Educar al enfermo para el reconocimiento de los síntomas de hepatitis (ver monitoreo de la terapia
más adelante). Es importante que el paciente sepa que si tiene cualquiera de los síntomas
enumerados a continuación debe suspender el tratamiento y consultar médico:
- Dolor abdominal.
- Náuseas.
- Vómitos.
- Malestar general.
- Ictericia.
Evitar consumo de alcohol durante el tratamiento antituberculoso, especialmente en los casos en
que haya otros factores de riesgo asociados.
Seguimiento durante la terapia
Cuando el paciente presente síntomas digestivos es importante controlar las enzimas, lo que no se justifica
cuando no hay síntomas.
Una vez alcanzada las dosis plenas de isoniacida y rifampicina, si no hay evidencias de daño
hepático, se pueden agregar las otras drogas. Sin embargo, el Programa Nacional de Control de la
Tuberculosis (PNT), no recomienda la reintroducción de pirazinamida, por ser la droga que más
frecuentemente induce toxicidad hepática.
Hay que medir la función hepática diariamente hasta completar las dosis completas de los
medicamentos; luego una vez a la semana durante un mes y luego mensualmente.
• Se sugiere monitoreo de las enzimas dos veces por semana los primeros quince
días, luego cada 2 semanas por 2 meses, y luego mensualmente hasta terminar el
tratamiento, con el objetivo de detectar precozmente una toxicidad hepática por
drogas.
0,5% a 1% con isoniacida, 1-2% con rifampicina, 2% con rifampicina-isoniacida y 8-13% con la combinación de
pirazinamida-rifampicina (esquema que no es recomendable en pacientes no VIH).
Al inicio de una quimioprofilaxis es igualmente importante la educación del enfermo sobre los eventuales efectos
adversos que pueden presentarse, tal como se recomienda antes de iniciar un tratamiento antituberculoso.
También debe insistirse en la abstinencia de alcohol, siendo discutible la indicación de monitorizar rutinariamente
las enzimas hepáticas en estos casos.
Cuando aparezcan criterios de hepatitis se debe proceder de manera similar a lo señalado para los pacientes con
terapia antituberculosa habitual. Además de la suspensión inmediata del medicamento, es necesario descartar
otras causas de hepatitis. La reintroducción de la isoniacida se deberá plantear sólo si el riesgo de desarrollo de
tuberculosis, justifica la mantención de una quimioprofilaxis en esas condiciones.