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María Silvia Serra

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¿Cuánto es
"una pizca de
sal"?
María Silvia Serra

Profesora en Ciencias de la Educación, Magister en


Ciencias Sociales con Orientación en Sociología de la
Educación de la Universidad Nacional del Litoral y
Doctoranda del Doctorado en Ciencias Sociales de la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO)
• Serra postula que quienes trabajan habitualmente con
los saberes acerca de la transmisión como herramientas,
experimentan la creciente sensación de su agotamiento.
• Estos saberes que, ordenaron históricamente la
educación masiva y que en el habitual accionar de los
docentes, constituyen buena parte de los saberes de la
pedagogía, no dan las respuestas que solían dar.
•Es como si existiese una especie de anacronismo entre el
tiempo/espacio que los configuro y el presente, entre la
realidad que nombran y su intención de regularla y
ordenarla.
Serra decide dejar de lado la hipótesis del anacronismo por
la de la alteración que el saber introduce en la realidad que
nombra.
•Sustenta su tesis en las afirmaciones del filosofo
J.L.Pardo, que propone hacer visibles las reglas del
juego de un juego que “nativos” juegan sin reglas
explícitas. (esta visibilización da cuenta de estructuras)
•La idea de regla permite la búsqueda de leyes que
expliquen el funcionamiento de un fenómeno o
conductas individuales o sociales.
•Plantea que en la pedagogía, sus saberes no son solo
reglas sobre un juego que ya esta siendo jugado, sino
que también lo son sobre el deber ser del juego.
•En suma, Serra quisiera presentar algunas reflexiones
sobre el juego y las reglas de la pedagogía, sobre la
cuestión de si se altera el juego cuando se explicitan las
reglas o si las reglas de por si son anacrónicas en
relación al juego que nombran.
El Juego de la Transmisión…
•Una reflexión común a la pedagogía y la filosofía es que
no nacemos con los saberes que necesitamos para
sobrevivir, sino que alguien debe proveérnoslos.
•Así como nacemos sin saber caminar, hablar, etc.
también nacemos sin saber enseñar, a esto lo debemos
aprender.
•El hombre, para sobrevivir como especie, no tiene mas
alternativa que aprender, incorporar saberes que no tiene,
que no vienen dados como en otras especies.
•Estos saberes, una vez aprendidos, no se incorporan
genéticamente a la especie, sino que una y otra vez,
generación tras generación, tenemos que aprender a
hablar, escribir, etc.
•La transmisión, como el espacio de encuentro dedicado
al pasaje de esos saberes necesarios pero a la vez
insuficientes, es parte del juego que los seres humanos
han jugado ancestralmente para criar y cuidar a los recién
llegados a la especie y perdurar en ellos.
•Además de la transmisión de unos saberes, tenemos unos
saberes sobre la transmisión. En esos saberes nos
encontramos con reglas, con instrucciones que, generación
tras generación, hicieron perdurar unas prácticas y a la vez
recrearlas.
•Serra plantea que los saberes de la pedagogía son las
instrucciones para hacer que otro aprenda algo, y que estos
saberes parten de la observación. Afirma que la idea de
ofrecer un recorrido a seguir para aprender algo, unas
instrucciones, constituye la forma misma del saber
pedagógico.
•Afirma Serra que si bien en este sentido la imagen del
explorador que produce estos saberes puede aplicarse a la
pedagogía moderna, cabe señalar que la idea de regla la
excede.
•En todo caso, la pedagogía moderna ha tomado la forma
de regla y la instrucción y la ha explotado al máximo en una
época, pero no se puede reducir a ella a la idea de
saber/regla.
La autora plantea que el saber como regla presenta algunos
problemas:
• El primero de ellos es que al explicitarse las reglas de un juego
implicitas, se modifica el juego; y estas reglas pasan a ser las
reglas de un juego que ya no se juega de la forma en que esas
reglas lo explicitan. Es por esto que los saberes de la pedagogía
van perdiendo utilidad, no sirven para decir cómo educar, sino
como ha sido la educación.
• La segunda dificultad de la que la autora habla se relaciona
con la posibilidad que poseen unas reglas o instrucciones de
hacer que alguien aprenda algo. Lo ejemplifica con los
saberes ligados a la formación docente, y concluye este
ejemplo considerando que no son las instrucciones bien
cumplidas las que conforman a un buen docente, sino que el
que enseña pone "algo más" que exceden las reglas del buen
enseñar.
• La autora realiza un cotejo entre la enseñanza y la cocina
Se pregunta cómo es que se aprende a cocinar, a bailar o a enseñar.
Toma una definición del filósofo José Luis Pardo en la que éste
explica que se aprende a amar, cantar o bailar de la misma forma en
que se aprenden a jugar todos los juegos donde las reglas son
implícitas. Se aprende a contagio, mirándose en el otro. Un buen
cocinero enseña a cocinar. Por ejemplo, cuando se produce el
contagio uno ya sabe cocinar, lo sabe de forma implícita, sin saber lo
que sabe y sin saber que ya sabe hacerlo.
Concluye definiendo que el problema ,entonces, no es la
existencia de instrucciones, sino el vínculo entre ellas y lo que son
capaces de producir. El saber/regla de la pedagogía parece
recordar que no hay juego sin reglas, pero parece haber olvidado
que no hay regla sin juego
¿Cuánto es una pizca de sal?

La autora relata una historia personal. Cuenta que tiene una amiga que
mira programas de cocina hasta quedarse dormida, pero sin anotar
nunca ninguna receta.
su amiga, al ver a otros cocinar abre su propio repertorio frente a su
cocina, busca contagiarse, como a través de una influencia indirecta y
diferida. Aprendía de esta forma, y experimentaba luego en su propia
cocina.
De este ejemplo resalta que de la misma forma, a enseñar se
aprende por contagio, por imitación, de memoria, experimentando con
otros.
Las reflexiones del filósofo Pardo que anteriormente citara Serra,
tienen la capacidad de mostrar los límites del saber/regla, que cree
que bien aplicado, obtiene resultados automáticos.
La autora refuta esta concepción recordando que son los buenos
enseñantes los que nos legan su arte, nos estimulan y nos animan.

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