Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
EVANGELIOS SINÓPTICOS.
Ejemplos de diferencias
crucifixioó n:
Mt 27,27-31// Mc 15,16-20//; cf. Lc
23,26-32
Doble tradición Las bienaventuranzas: Mt 5,1-12 y Lc
6,20-23.
La paraó bola de los talentos (Mt 25,14-30) y
paraó bola de las minas (Lc 19,11-27).
Las apariciones del Resucitado: en Galilea
(Mt 28) -entorno y en Jerusaleó n (Lc 24)
2. Teorías sinópticas.
¿Qué clase de relaciones existen entre los sinópticos, de modo que puedan explicarse
estas semejanzas y, a la vez, tales diferencias? ¿Hay alguna clase de relación literaria inmediata
entre ellos?, ¿dependen de fuentes comunes?, ¿puede explicarse sólo a través de la tradición
oral?.
La opinión de san Agustín en De consensu evangelistarum fue unánimemente
aceptada. Admitía el orden en que están los evangelios en el canon y consideraba que Mt es el
más primitivo, Mc lo abrevió (Mc es el “pedisequus et breviator Matthaei”) y Lc realizó un
compendio de ambos. Las diferencias entre ellos se explicaban por la redacción personal de cada
autor y la sucesiva puesta por escrito de cada obra; cada evangelista habría conocido y utilizado
el precedente.
Esta opinión de Agustín, junto al juicio sobre Mc a quien consideraba una abreviación posterior
de Mt fue predominante hasta el siglo XVIII. En 1774 Johann J. Griesbach (1745-1812) publicó
177
la primera sinópsis de los tres evangelios que desde entonces recibirán el nombre de sinópticos.
A partir de este tiempo, los estudios sobre las relaciones literarias que se dan entre los evangelios
canónicos se han multiplicado y han surgido teorías muy distintas.
•
Teoría de las dos fuentes
Puede considerarse su precursor el filósofo F. Schleiermacher, el cual, basándose en el
testimonio de Papías sobre Mt, considera que éste escribió una colección de palabras de Jesús
(Logia) en hebreo, que conoció reelaboraciones en griego. Así apareció en la investigación la
fuente Q. La otra fuente de la que depende Mt, Lc y Mc es el “proto-Mc”.
La forma clásica de esta teoría se recibirá a finales del siglo XIX, a través de C. H. Weisse
(1838); Wilke (1838); H. J. Holtzmann (1863); P. Wernle (1899).
Cuenta actualmente con la aprobación de un gran número de investigadores. Aplica tres
principios: a) Mc es el evangelio más antiguo, del que dependen Mt y Lc. b) La materia común a
estos dos últimos, que no está en Mc, procede de la fuente Q (primera letra de la palabra alemana
Quelle = fuente). Mt y Lc usan las dos fuentes de forma independiente. c) Mt y Lc se han
beneficiado de tradiciones particulares.
Mc Q Tradiciones propias de Lc
Lc Mt
Mt 16,16 σὺ εἶ ὁ χριστὸς ὁ υἱὸς τοῦ θεοῦ τοῦ ζῶντος «Tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios vivo»
Pueden valer como una corrección teológica, como en el caso de la confesión del
centurión (corrección teológica en Mt e historizadora en Lc):
b) La doble tradición tiene como origen una segunda fuente, una fuente de logia
llamada “Q”, que Mt y Lc utilizaron independientemente.
En 1832, Friedrich Schleiermacher interpretando los textos de Papías, escritos a
comienzos del siglo II, una obra titulada: Exégesis de los dichos de Jesús, en los que
declaraba los siguiente:
“Mateo compuso los dichos en el dialecto hebreo [arameo], y cada uno los interpretó
como pudo”
Schleiermacher defendió la tesis de que la fuente arameo no era lo mismo que el
evangelio canónico de Mateo (como Papías había erróneamente supuesto), sino una fuente
perdida, escrita por el apóstol y subyacente al actual evangelio canónico de Mateo (otorgándole,
así el nombre y la autoridad del apóstol).
Puesto que Schleiermacher creyó que la colección de dichos de Mt no había sido utilizada
en los demás evangelios canónicos y, consecuentemente, tampoco por Lucas, no puede ser
considerado el descubridor de Q.
En 1838 Christian Hermann Weisse desarrolló las ideas de Scheleiermacher presento por
vez primera el argumento sobre el que se fundamenta la existencia de Q, a saber: que tanto
Mateo como Lucas utilizaron, además del evangelio de Marcos, una colección de dichos:
“Si aceptamos en relación con la obra mencionada [el evangelio de Lucas] que se sitúa
respecto a Marcos en una relación similar a la del evangelio de Mateo; y que, como éste último
[Mateo], sólo que con más libertad y buscando un cierto pragmatismo en la narración, entreteje
en la trama de la narración de Marcos los logia de Mateo… Pero después de todo lo que hasta
ahora hemos ido haciendo notar, el supuesto de que entre las fuentes por él utilizadas se
encuentran los escritos de Marcos y el auténtico Mateo [es decir Q]..
Después, en 1863, Heinrich Julius Holtzmann presento una comparación detallada entre
los dichos de Mt y Lc de un modo tan convincente que consiguió la aceptación general. Dio a esa
fuente un nombre o denominación: L, abreviatura de logia, término griego que designa los
“dichos (de Jesús)”.
“Más bien nos adherimos a la hipótesis, perfectamente sencilla, de que existe otra fuente
griega compartida por Mt y Lc. En lo sucesivo, y en espera de que se demuestre cual es su
naturaleza precisa, designaremos dicha fuente con la sigla L (logia)”.
materia común de Mt y Lc. Es oportuno mencionar que para algunos investigadores no es ya una
hipótesis sino el Evangelio Q. Cabe mencionar a: The international Q Proyect. Esta fuente
consiste en una colección de palabras de Jesús, sin contexto narrativo y con un solo episodio
narrativo: el Centurión de Cafarnaún (Mt 8,5-13 = Lc 7,1-10). Mt y Lc tiene en común un
abundante material, que suma unos 230 versículos (alrededor de 4000 palabras de Jesús),
totalmente ausente de Mc.
Conocemos esta fuente, hoy perdida, únicamente gracias al hecho de que fue incluida en
los dos evangelios. Se han realizado reconstrucciones de Q, que resultan muy hipotéticas, porque
nunca se sabe si un evangelista, o los dos, han omitido algo y, además, el modelo utilizado por
ambos ha podido ser diferente. No parece que en Q hubiese relato de la pasión, ni se encuentran
en esta fuente palabras de Jesús que hablen de la cruz y de su muerte. La teología de Q estaba
centrada en Jesús como maestro y en su función de Hijo del Hombre, que se ha de manifestar
como juez en el último día.
La combinación del texto de Mc con el de la Fuente de los logia (Q) se puede poner de
manifiesto con el ejemplo de la perícopa sobre el Bautista Mc 1,1-11 y sus paralelos de Mt 3,1-
12 y Lc 3,1-18.
a) Mt 3,1-6 y Lc 3,1-6 empiezan siguiendo el texto marcano; Lc lo modifica simplemente
ampliando la cita de Is 40.
b) Mt 3,7-10 y Lc 3,7-10 cuando citan la predicación de Juan el Bautista se alejan de Mc,
aun cuando presentan un texto casi idéntico; éste proviene de la fuente Q.
c) Mt 3,11 y Lc 3,16 siguen citando al Bautista, según un texto presentado por Mc 1,7ss
Hay un argumento que refuerza la hipótesis de una segunda fuente junto a Mc: el
fenómeno de los duplicados comunes. Se llama así a la recurrencia en el relato de un
texto análogo, si no idéntico. Ahora bien, en más un caso, Mt y Lc retoman un logion, una
primera vez siguiendo la versión de Mc, y una segunda vez siguiendo la versión de Q.
Ejemplos de duplicados:
- Dicho sobre la cruz y el seguimiento de Jesús: (salvar o perder la propia vida) a) Mt 16, 25; Mc
8,34; Lc 9, 24; b) Mt 10,39.; Lc17,33.
- Dicho sobre el juicio y el Hijo del Hombre: (avergonzarse de Jesús) a) Mt 16,27; Mc 8,38; Lc
9,26; b) Mt 10,32s.; Lc 12,8s.
- Dicho sobre la persecución y la perseverancia: a) Mt 24,9.13; Mc 13,9.13; Lc 21,12.17.19; b)
Mt 10,19s. 22; Lc 12,l1s.
Lc presenta dos discursos sobre la misión de los discípulos, uno tomado de Mc (Lc 9) y el otro
tomado de la Fuente de logia (Lc 10). Estos puntos de contacto ¿permiten sacar la conclusión de
que Mc y la Fuente de logia se conocían mutuamente?. Su escaso número lleva más bien a
atribuir los elementos comunes a la tradición oral.
Junto a Mc y la Fuente de los logias (Q), que estuvieron a disposición en forma escrita, Mt y Lc
tuvieron acceso por separado a un tesoro tradicional particular; de él tomaron relatos y logia
exclusivos de sus respectivos evangelios. Ni el material propio de Mt ni el de Lc ofrece, desde el
punto de vista literario o teológico, una consistencia tal que indique la presencia de una fuente
escrita. Por esta razón el modelo de las dos fuentes habla solamente de tradiciones propias (en
alemán sondergut), concebidas en forma de documentos escritos o de relatos que circulaban en la
tradición oral viva. Este tesoro tradicional pertenecía a la comunidad del evangelista (Mt) o fue
compilado en el curso de las investigaciones que presidieron la escritura del evangelio (Lc).
El material propio de Mc es pequeño: tres perícopas (Mc 4,26-29; 7,32-37; 8,22-26); en
total 30 versículos de un total de 609. Si a ello se añade el que alguna vez, Mc tiene paralelo sólo
en Mt (Mt 6,17-29 = Mt 14,3-12; Mc 6,45-8,26 =Mt 14,22-16,12; Mc 10,35-40 = Mt 20-23),
mientras que otras sólo concuerda con Lc (Mc 1, 21-28 = Lc 4,31-37; Mc 9,38-42 = Lc 9, 49-50;
Mc 12,41-42 = Lc 21,1-4), da la impresi´n de que Mt y Lc no habrían tenido una edición de Mc
totalmente coincidente; porque, si algunas ausencias (Mc 3, 20-21; 7,32-37; 8,22-26; 14, 51-52),
podrían explicarse por extrañas o inconvenientes, para otras no se encuentra razón plausible (Mc
4,26-29). Puede sospecharse que nuestro actual evangelio no correspondería exactamente con la
versión utilizada por Mt y Lc; es decir, el evangelio actual y la fuente de Mt
182
1. Contenido
La obra tiene carácter narrativo y trata de las obras y predicación de Jesús de Nazaret. La
primera parte de la obra se centra en su actividad en Galilea y la segunda en su actividad en
Judea y Jerusalén ciudad en la que muere y se anuncia su resurrección terminando de forma
brusca en 16,8. La narración consta aproximadamente de unos 95 relatos con una extensión entre
11,229 y 11,242 palabras, por lo que es el más corto de los evangelios. De hecho, el contenido de
Mc grosso modo, excepto unos 50 versículos de material propio, está también narrado en Mt y
Lc.
Encontramos formas como: relatos biográficos de diverso género, teofanías, relatos de milagros,
paradigmas, parábolas y otras enseñanzas, unidad la mayor parte de la veces por la conjunción
copulativa kai(y), rara veces por la de(pero, y) y alguna que otra vez por otros recursos
literarios, especialmente por sumarios-anuncio, que introducen de forma general lo que se va a
narrar. Da la impresión de un conjunto de relatos que han sido acuñados y han circulado
independientemente, y que después han sido integrados en esta obra.
2. Lengua y estilo
El evangelio está escrito en griego popular koiné, con influencia semita, característica propia de
países semitas bilingües de Oriente, como Sira-Palestina y Egipto. Se caracteriza estilísticamente
por el uso poco cuidado del vocabulario, por la libertad en el empleo de la sintaxis y por la
viveza y realismo de sus relatos que, a pesar de todas las incorrecciones gramaticales, desde el
primer momento captan la atención del lector.
a) Vocabulario
Esta compuesto de 1,345 palabras, de las que 60 son nombres propios y 79 son haó pax, es decir,
uó nicas en el N.T. Con este vocabulario, el autor compone una obra de 11,242 palabras.
Siete son hapax legomena: ἔννυχα (muy de noche, de madrugada, mientras era todavía oscuro
1,35), ἐπιράπτω (remendar, coser sobre 2,21), ὑπερπερισσῶς (llenos, grandemente, más allá
7,37), ἐπισυντρέχω (agolparse, correr juntos 9,25), κεφαλιόω (golpear en la cabeza 12,4),
προµεριµνάω (estar ansioso ante mano 13,11) y ἐκπερισσῶς (Insistentemente, con gran
insistencia 14,31)
- Usa una serie de diminutivos de carácter popular como: hijita, niñita, cachorrillo, migaja,
pececillo, orejita.
- Emplea palabras estilísticas vulgares como: camastro, ciudades de alrededor, con gran
insistencia.
- Contiene semitismos, especialmente arameísmos, la mayoría relacionados con la topografía,
onomástica e instituciones de Israel como: thalassa con el sentido de lago, oros con el sentido del
184
sugiere un proceso que se esta realizando (7, 31-37; 8,22-26) o que debe realizarse (10,46-52),
presentando para ello el relato en forma alegórica.
Los anuncios (8,31; 9,30-32; 10,32-34) se refieren a la muerte y resurrección, estructurando el
conjunto 8,31-10,52.
II ESTRUCTURA LITERARIA.
La obra comienza con un sumario-anuncio (1,1) que, a modo de tesis, anuncia lo que pretende
desarrollar: Evangelio es Jesús, Mesías e Hijo de Dios. Estos dos títulos vuelven a aparecer en
escenas de confesión, en que se proclama a Jesús como Mesías (8,27-30) e Hijo de Dios (15,39).
Estas dos escenas, pues, dividen todo el conjunto en dos grandes partes, una orientada al
mesianismo (1,1-8,30) y otra ala filiación divina de Jesús (8,31-16,8). El contenido confirma esta
división, pues la primera parte está dominada por los temas Mesías y Reino de Dios y la segunda
parte por el tema de la pasión y muerte. Igualmente se confirma y especifica a la luz de otros
criterios literarios y topográficos: desde el punto de vista geográfico, la primera parte, más en
concreto desde 1,14 a 8,30, está centrada en Galilea, y la segunda parte está orientada a
Jerusalén: primero se sitúa la acción por Galilea y Judea, camino de Jerusalén, y después en
Jerusalén. En cuanto a los versículos 1,1-13, aparecen encabezados por la palabra arkhe,
principio y los tres relatos pueden considerarse prólogo o tríptico introductorio.
b. Estructura general
Primera parte: Evangelio es Jesús en cuanto que es el Mesías que proclama el Reino de Dios
(1,14-8,30) =
- 1ª sección: Actuación de Jesús y respuesta de los fariseos (1,14-3,6);
Segunda parte: Evangelio es Jesús en cuanto que es Hijo de Dios, que muere y
resucita (8,31-16,8) =
- 1ª sección: Desde Cesarea de Filipo, atravesando Galilea y Perea, Jesús se dirige a
Jerusalén, anunciando su muerte y resurrección (8,31-10,52);
- 2ª sección: Actividad de Jesús en Jerusalén antes de la pasión (11-13);
El final canónico del evangelio de Marcos 16, 9-20 revela un conocimiento de los
evangelios canónicos, de los cuales presenta un resumen:
a. La aparición a la Magdalena (Mc 16,9 - 11 = Jn 20, 11-18)
1. Autor
Los datos de la tradición son tardíos y en cierto modo discordantes. Según Irineo, “una
vez que estos (Pedro y Pablo) murieron, Marcos, discípulo e interprete de Pedro, también nos
trasmitió por escrito la predicación de Pedro” (Adv. Haer. 3,1,1). Sin embargo, Clemente de
Alejandría pensaba que Marco había escrito todo lo que recordaba a petición de la gente de
Roma, donde Pedro predicaba (Eusebio, Hist. Ecle. 6, 14, 6-7). Todos estos testimonio dependen,
probablemente de la tradición referida por Papías, en la que únicamente se mencionaba la
relación entre Marcos y Pedro. Se ha propuesto como lugares posible Roma, apoyando esto en la
tradición y otros han propuesto recientemente la región de Siria.
188
3. Datación.
“Hay un acuerdo bastante amplio, aunque explicado de forma diversas, según el cual la
obra es una cristología correctiva en el sentido de que la comunidad necesita replantearse su fe
en Jesús” (Antonio Rodríguez Carmona, cf. Evangelios sinópticos y hechos de los apóstoles).
(elemento correctivo), sobre el riesgo de los “falsos cristos y los falso profetas”, que son
engañadores que vendrán y extraviarán, “si fuera posible” a los mismos elegidos ( 13, 5-6. 21-
22). Por otro lado, podemos notar, que los discípulos interpretan mal a Jesús constantemente y
éste les riñe a menudo por esta falta de entendimiento (cf. 4,13; 7,18; 8,14-22.33; hay también
otros lugares de mala interpretación o de percepción incompleta en 4,41; 8,4; 9, 6.10.32; 14,40).
En el caso concreto de Pedro, resulta especialmente obvio la resistencia de aceptar el
sufrimiento del Mesías (8,32-33; cf. 14,29) y en su incapacidad par entender el sentido de la
gloria de Jesús trasfigurado (9,6). “Una actitud similar parece hallarse implicada también en la
falta de comprensión de “lo de los panes” (6,52; 8,14-21) que muestra los discípulos, lo cual
puede indicar su incapacidad para intuir la presencia de Jesús en la comida eucarística de la
comunidad” (j Marcus pp. 105).
Como conclusión no es que Marcos este anatemizando un grupo herético dentro de la
comunidad, con su “cristología correctiva”. Lo engañadores citados en 13,6-7. 22-23 no están
dentro de la comunidad, sino fuera de ella. “ La preocupación reside en que puedan “engañar a
los elegidos”, tal como han engañado a otros. La teología de Marcos intenta corregir un
tendencia de algunos miembros de su iglesia, que pueden olvidar el cambio “masivo” que la
muerte y resurrección de Jesús han suscitado. Esta “amnesia cristológica” puede haber llevado a
algunos miembros de la comunidad de Marcos a refugiarse en la cerezas de la ley mosaica (cf. 7,
17-18).
El otro problema surge de la situación de persecución y de inseguridad que vive la
comunidad, amenazados por “una tribulación como no ha existido otra desde el comienzo de la
creación” (13,19). La tentación es la de reclamar como los discípulos en la barca “Maestro ¿no te
importa que estemos en riesgo de morir?” (4,38). “Marcos responde a su miedo y a su
desesperación contando de nuevo la historia de Jesús, que vence el viento y a las olas, y que
viene hasta el lugar donde se encuentran sus discípulos caminando sobre el mar tormentoso de la
muerte (cf. 6,45-52). Para ello, Marcos pide de nuevo a su audiencia que mantenga la memoria
cristológica; en otras palabras, pide que mantengan la fe (cf 4,41)
191
discípulos inmediatos a Jesús. El único dato de la noticia tradicional que puede confirmarse
mediante el análisis interno del evangelio es que el autor escribió “entre los hebreos”. Mateo
utilizó recursos característicos de la literatura judía y también recurrió con frecuencia a las
Escrituras de Israel. Era un discípulo de origen judío perteneciente a la segunda generación, que
conocía bien la lengua griega y que estaba familiarizado con el Antiguo Testamento.
2. Fecha de composición.
La fecha de composición puede situarse con relativa precisión entre el año 70 y el 110 d.
C. La primera fecha viene determinada por la composición del Evangelio de Marcos y la segunda
por las primeras referencias al texto de Mateo. Si Mateo utilizó el Evangelio de Marcos,
entonces debió componer su relato después del año 70 d. C. En Mateo hay indicios que
confirman esta datación. Entre ellos, los pasajes que presuponen que la destrucción del templo de
Jerusalén había tenido lugar recientemente. El más claro es la referencia al rey que envía su
ejercito para destruir la ciudad de los enemigos en la parábola de los invitados al banquete real
(Mt 22,7; comparece con la reacción anfitrión en Lc 14, 23-24). Esta distancia entre la guerra y
la situación presente se percibe también en la redacción mateana del discurso escatológico de
Marcos (Mt 24, 6-8; par. Mc 13, 6-8). Una fecha posterior a la destrucción del templo parece
deducirse igualmente de la distancia que Mateo establece entre el grupo de sus destinatarios y
otros grupos judíos (Mt 28, 15 “Ellos aceptaron el dinero y siguieron las instrucciones recibidas.
Así se difundió ese cuento entre los judíos hasta el día de hoy”.; Mt 23,2 “En la cátedra de
Moisés se han sentado los letrados y los fariseos”) al distinguir entre “sus sinagogas” (Mt 4,23
subrayar la diferencia de traducción Biblia de Jerusalén y La Biblia de nuestro pueblo; Mt 9,35,
etc.) y la Iglesia (κἀγὼ δέ σοι λέγω ὅτι σὺ εἶ Πέτρος, καὶ ἐπὶ ταύτῃ τῇ πέτρᾳ οἰκοδοµήσω µου
τὴν ἐκκλησίαν καὶ πύλαι ᾅδου οὐ κατισχύσουσιν αὐτῆς. Mt 16,18). Estas formas de hablar
presupone fuertes tensiones con otros grupos judíos y refleja una situación que sólo se generalizó
después del año 70 d.C. Por otro lado, el evangelio debió escribirse antes del año 110 d. C.
porque en esta fecha se encuentran ya citas de él en las cartas de Ignacio de Antioquía (Ef. 19, 1-
3; Smir 1,1; Polic 2,2). Así pues la fecha de composición del evangelio puede situarse con
certeza entre el 70 y el 110 d. C. y con bastante probabilidad entre los años 80 y 90 d. C.
3. Lugar.
lugares. En la investigación de los últimos años, además de esta localización tradicional, se han
propuesto otras: Cesarea marítima, Fenicia, Alejandría, Pella, Odessa, Siria y Antioquia. Es
significativo que todas ellas, excepto Alejandría, se encuentran en la región Siro-Palestinense, lo
cual revela un consenso de fondo bastante notable. De todas estas propuestas la que cuenta con
mejores argumentos es la que sitúa la composición del evangelio en Antioquía, la capital de Siria.
En ella se hablaba griego y había una importante colonia judía. Allí se asentó una de las primeras
comunidades cristianas en las que pronto se mezclaron hebreos y griegos (Hch 11, 19-30).
Además, Pedro desempeñó un papel importante en Antioquía (Gal 2, 11-14), lo cual explicaría el
lugar destacado que ocupa en este evangelio (Mt 15, 15; 16,16-19; 17, 24-27; 26,33). Otro
indicio de esta localización en Antioquía es la mención de Siria como horizonte de la misión de
Jesús. Según Mateo, la fama de Jesús “llego hasta toda Siria” desde donde le llevaban “a todos
los que tenían algún mal alguna enfermedad… para que los curara” (Mt 4,24). Esta modificación
redaccional sobre el texto de Marcos, que se encuentra al comienzo de la actividad pública de
Jesús, muy bien podría ser una alusión a los destinatarios del evangelio que, de este modo, se
sentirían identificados con los personajes del relato que acuden a Jesús. Finalmente, es
significativo que las citas más antiguas de este evangelio se encuentran en Ignacio, obispo de
Antioquía.
4. Estructura literaria del evangelio.
La forma en que Mt combinó y reelaboró sus fuentes revela que quiso escribir una obra
ordenada. Se han propuesto diversas estructuras posibles para comprender el evangelio, veamos
tres de ellas:
a) la que se basa en los cinco grandes discursos.
En el conjunto del Evangelio de Mt destacan los cinco grandes discursos que pronuncia
Jesús. Al final de cada uno de ellos encontramos una fórmula fija que podría interpretarse como
un indicador de división: “Y sucedió que cuando Jesús terminó…” (Mt 7, 28-29; 11,1; 13,53;
19,1; 26,1). Utilizando estos indicios se han propuesto desde muy antiguo una división en cinco
partes, cada una de las cuales constaría de una sección discursiva y otra narrativa. Algunos han
visto en esta estructura de Mateo la intención de proponer una nueva ley, un nuevo Pentateuco.
La división común es la siguiente:
194
De acuerdo con esta división, la fórmula conclusiva de los discursos señalaría también el
final de cada uno de los cinco libros. El problema que plantean algunos es donde termina o
empieza la sección narrativa y discursiva hay diversas opciones. Por otro lado, la división en
cinco libros supone que existe cierta unidad temática o estructural entre las partes narrativa y
discursiva; supone también que cada uno de los bloques forma un conjunto separado del resto.
Sin embargo, ambas cosas son difíciles de demostrar y, por ello, no parece evidente que la
división en cinco discursos responda a la intención del evangelista. Lo único que revela la
fórmula conclusiva que se repite al final de cada uno de los discursos es que Mateo dio mucha
importancia a la enseñanza de Jesús y quiso agruparlas temáticamente.
4. Acentos teológico.
1. Autor
Los testimonios más antiguos sobre el autor de la obra lucana proceden de la segunda
mitad del siglo II a.C. En esta época hay que datar, en efecto, las primeras referencias de los
autores eclesiásticos y el manuscrito más antiguo de Lucas, el P53, que añade al final del
evangelio la indicación “Evangelio según Lucas”.
El testimonio explícito más antiguo es, probablemente, el de Ireneo, quien en dos lugares
de su obra identifica a Lucas como autor del evangelio y del libro de los Hechos:
También Lucas, el compañero de Pablo, escribió en un libro el evangelio
predicado por él (Adv. Haer. 3, 1,1).
Que este Lucas fue inseparable de Pablo y que fue colaborador en el
evangelio lo declara él mismo, no por vanagloria, sino obligado por la
verdad misma, también cuenta todos los demás hechos de sus andanzas
con Pablo… Puesto que Lucas estuvo presente en todas estas
circunstancias, él mismo las puso por escrito cuidadosamente, de modo
que no pudiera ser acusado de falsedad o vanagloria (Adv. Haer. 3, 14,1).
Es interesante observar que la autoría de el evangelio y los Hechos de los Apóstoles no se
atribuyó a un apóstol, como ocurrió con otros evangelios, sino aun personaje secundario cuyo
único titulo consistía en haber sido compañero de Pablo, privilegio que por lo demás muchos
otros podían aducir. Este dato es un argumento a favor de la veracidad de dicha atribución, pero
hay otros argumentos que la cuestionan. En primer lugar, el hecho mismo de que esta relación
entre Pablo y Lucas pueda deducirse tan fácilmente a partir de los datos del Nuevo Testamento
hace pensar que pudo haber sido establecida a mediados del siglo II d. C., cuando se planteó el
problema de la autoridad de los evangelios, sobre todo porque la versión de Hechos sobre
algunos acontecimientos de la vida de Pablo y sobre su pensamiento es muy distinta de la que
aparece en las cartas del Apóstol.
En cualquier caso, mucho más importante que el autor real, del que sabríamos muy poco
aunque tuviéramos certeza de que fue Lucas, es el autor implícito, es decir, el autor que se
percibe detrás de su propia obra. Era una persona culta, que conocía bien el griego y estaba
familiarizado con las técnicas de composición que se aprendían en las escuelas de retórica de su
época, aunque también conocía y tenía en gran estima el Antiguo Testamento. Podemos suponer
por tanto, que se trataba de un discípulo de origen judío educado en la cultura helenística, que
tenía autoridad dentro de las comunidades para interpretar la tradición de Jesús y que había
logrado reunir gran cantidad de información sobre la primera generación de discípulos. Por
comodidad, y porque no se puede descartar del todo que el autor del tercer evangelio haya sido el
Lucas del que habla la tradición, nos referimos a él con este nombre.
196
2. Fecha de composición.
Ireneo parece suponer que la obra lucana se escribió en Roma, mientras que el Prólogo
Antimarcionita la sitúa genéricamente en la provincia griega de Acaya. Ambas localizaciones
confirman la vinculación de estos escritos con las comunidades paulinas pero al mismo hecho de
la diversa localización revela que no se tenía una idea precisa sobre el lugar de composición..
Lucas sitúa con mucha precisión y coherencia la actividad pública de Jesús en tres
escenarios bien definidos. El indicio más claro de esta ordenación geográfica es la solemne
declaración del evangelista que señala el comienzo del camino de Jesús hacia Jerusalén: “Y
sucedió que cuando se cumplieron los días de su ascensión, el mismo tomó la determinación de
ir a Jerusalén” (Lc 9,51). La sección del viaje, compuesta a partir de diversas fuentes (sobre todo
Q y SLc), es en Lucas mucho más extensa que en los toros evangelios (Lc 9,51-19,27); es
197
también, sin duda, la composición literaria más característica del evangelio. En los capítulos
precedentes la actividad pública de Jesús se circunscribe a Galilea (Lc 4,4-9,50), mientras que en
los posteriores se concentra en Jerusalén (Lc 19,28-24,53).
4. Acentos teológico.
Numerosos rasgos del evangelio según Lucas demuestran su intención de reescribir par los
gentiles y señalar la universalidad de la salvación. Ejemplos: en Lucas la genealogía se remonta
hasta Adán (Lc 3,28) para incluir en el parentesco de Jesús no solo a Israel sino a todos la
humanidad; en el cántico de Simeón Lc 2,29-32 que augura la salvación para todos los pueblos y
declara a Jesús luz para los gentiles.
b. Evangelio de la alegría.
El evangelio según san Lucas destaca por su insistencia en la importancia de la oración. En este
sentido, Jesús es el modelo de oración para todo discípulo. Ejemplo: El Espíritu desciende sobre
Jesús “cuando estaba en oración” (Lc 3,21); antes de decisiones importante ora, (al elegir a los
Doce Lc 6,12); en Getsemaní ora por sus discípulos (Lc 2,40).
d. La pobreza material.
destinatarios primeros del Reino de Dios. Véase también la respuesta de Jesús a una pregunta del
Bautista: “Los ciegos recobran la vista, los cojos caminan y los leprosos quedan limpios” (Lc
7,22). El desarrollo del relato evangélico se realiza mediante la narración de milagros y
parábolas. A todos esos que sufren les llama Jesús bienaventurados. Estos discípulos pobres tiene
un lugar en el cielo y heredarán la vida eterna. Los pobres y necesitados son para Lucas
beneficiarios del Reino de Dios no porque lo merezcan, sino por a libre voluntad y misericordia
de Dios, que quiere mostrarse como verdadero rey para ellos, rey a la manera del Medio Oriente,
en donde el monarca ideal era el que protegía “al pobre, al huérfano y a la viuda”. (Cfr salmo
72).
199
1. Lenguaje y estilo.
El vocabulario es muy unitario. No hay diferentes estilos según los personajes. Más aún
no hay distinción clara entre el lenguaje del narrador o evangelista y el lenguaje de Jesús a veces.
En algunos fragmentos resulta difícil saber si es Jesús quien habla o es el ,evangelista o incluso
otros personajes. (vgr. Jn 3).
La peculiaridad del lenguaje del evangelio de Juan es tan notable que podemos decir que
los vocablos de especial significación teológica que caracterizan el mensaje de esta obra no
suelen tener preeminencia alguna en las representaciones sinópticas. (Colocar cuatro pagina 21
Tuñi)
Por otra parte las palabras más características de la presentación sinóptica están
prácticamente ausentes de Jn. (añadir cuadro pag 22 Tuñi).
c) El capitulo 21
El final del evangelio se encuentra en 20, 30-31. En este texto anuncia no solo la finalidad
de la obra, sino que se da por concluida. Parece que Jn 21 es un apéndice que se añade cuando la
obra ya estaba acabada. Para algunos este final habría sido incluido como justificación del status
de Pedro y del papel del discípulo amado de cara a la comunidad.
1. SIMILITUDES
a) Relatos de curaciones
- El hijo de un funcionario real 4,46-54 (Mt 8,5-13 y Lc 7,1-10).
- Curación de un paralítico 5, 1-18 ( Mc 2, 1-12 par).
201
b) Hechos extraordinarios
- Multiplicación de los panes 6, 1-15 ( Mc 6, 32-44 par)
- Jesús camina sobre las aguas 6, 16-21 (Mc 6, 45-52 y Mt 14, 22-23)
c) Otros gestos
- Expulsión de los vendedores del templo 2, 13-17 ( Mc 11, 15-19 par)
- La entrada triunfal a Jerusalén 12, 12-15 ( Mc 11, 1-10 par)
- La unción de Jesús 12, 1-8 ( Mc 14, 3-9)
d) El relato de la pasión
En este se presentan numerosos datos paralelos con los sinópticos. (Tradición común).
2. DIFERENCIAS
- Hora de la crucifixión.
- Juan el bautista
202
Con relación al ministerio de Juan el bautista: ¿coinciden en algún momento sus ministerios?.
SINOPTICOS: Jesús comienza su actividad después que Juan es arrestado ( cfr. Mc 1, 14)
JUAN: Jesús y Juan el bautista actúan por un tiempo uno junto a otro (Jn 3,22-24).
SINOPTICOS: presentan a Jesús como un típico predicador itinerante que elige a sus discípulos
en el camino, entre los pescadores de Galilea Mt 4, 18-22; Mc 1, 16-20; Lc 5, 1-11.
JUAN: presenta a Jesús como un maestro que reside durante largo tiempo en Jerusalén. Algunos
de sus discípulos fueron primero de Juan el bautista (Jn 1,35-51) y parece que pertenecen a la
zona de la Judea ( Jn 7,3)
JUAN. a) CONTROVERSIAS
Características:
- Tiempo
Es interesante notar que estas controversias se tienen siempre con motivo de una
ciesta judíóa. Por ejemplo; la ciesta de la Pascua 2,13; los Tabernaó culos 7,2.
Hay algunas controversias que no quedan delimitadas en cuanto al tiempo (por
ejemplo 7,25-31; 8, 12-20; 8,21-30; 8,31-59); pero, de hecho, estaó n encajadas de tal forma
en los diaó logos que Jesuó s tiene en el templo de Jerusaleó n, que hemos de pensar que se dan
durante las ciestas, o al menos en la actual redaccioó n del evangelio se han de situar en el
tiempo de las ciestas de los judíóos. En efecto, seguó n Jn, la actuacioó n de Jesuó s se da
preponderantemente en Judea, no en Galilea y maó s en concreto en Jerusaleó n.
- Interlocutores
En todas las controversias, sin excepcioó n, los interlocutores de Jesuó s son los judíóos
de Jerusaleó n o, maó s concretamente, los fariseos. Los fariseos, por otra parte, son
responsables directos de la represioó n contra Jesuó s (7, 47-48; 9,13-16.24-29.40; 11,46;
12,19.42). Sorprende la ausencia de los saduceos, clase dirigente sacerdotal que, sin duda,
teníóan un papel importante en las decisiones del Sanedríón y el orden del templo.
- Lugar
Las controversias con los judíóos y los fariseos tiene lugar siempre en Jerusaleó n, y maó s
concretamente en el templo. Parece importante para el evangelio de Jn senñ alar que las
controversias tiene lugar siempre en el templo: “ encontroó en el templo” (2,14); “ensenñ ando
203
en el templo” (7,28), etc. Los interlocutores de Jesuó s estaó n de tal modo ligados al templo
que dicíócilmente se puede evitar la impresioó n de que el conclicto de Jesuó s con los “judíóos”
estaó íóntimamente ligado al templo y al culto.
- Temas de discusión
En el fondo, las discusiones de Jesuó s con los judíóos se centran en una pregunta
fundamental: ¿queó queda del judaíósmo despueó s de Jesuó s? O si se quiere formular de otra
manera, ¿queó representa la venida de Jesuó s de cara a las pretensiones judíóas?. Los puntos
que se discuten son las convicciones judíóas maó s centrales las que se cuestionan.
Todas estas controversias avanzan, poco a poco, hacia una ensenñ anza cada vez maó s
profunda, con una teó cnica literaria muy clara: el malentendido. Jesuó s hace una declaracioó n y
los interlocutores la entienden mal. Estos malentendidos dan pie a una aclaracioó n ulterior
de Jesuó s. En estas controversias el malentendido es, a vece, grosero y tiene claras
connotaciones de la ironíóa que caracteriza tantos fragmentos de este evangelio. Ejemplos:
2,230; 7,35; 8,13; 8,22; 8,33; 8,48; 8,53.
En casi todas estas controversias el tema se inicia con una discusioó n sobre algunos
de los puntos aludidos en eó l, pero siempre cinaliza con una relacioó n con Jesuó s. Es lo que
podríóamos llamar 2punta” o culmen del diaó logo.
204
Tenemos aquíó no frases lapidarias de Jesuó s, sino temas judíóos que entran en contraposicioó n
con Jesuó s.
- Tono fundamental
El tono que caracteriza estos encuentros entre Jesuó s y los judíóos es el de oposicioó n.
Los interlocutores de Jesuó s le piden explicaciones de lo que hace desde el primer encuentro
(2,18), se escandalizan de la doctrina de Jesuó s (5,18) y los persiguen abiertamente (5,16). lo
quieren prender (7,30; 8,20; 10,39), lo buscan para matarlo (5,18; 7,119.25; 8, 37-40),
intentan apedrearlo (8,59; 10,31). Nos encontramos con una oposicioó n sistemaó tica, que
proviene de un grupo que se considera en posesioó n de la verdad.
- Conclusiones
b) DIÁLOGOS
Muchas de las escenas del evangelio de Juan estaó n presentadas bajo la forma de diaó logo:
Nicodemo (2,23-3,20), la samaritana (4,1-30), la gente de Cafarnauó n (6,25-59), los judíóos
(7-8; 10,22-40), el ciego de nacimiento (9, 1-41), las hermanas de Laó zaro (11,17-44), los
discíópulos (13,1-16,33).
El diaó logo es muy conocido como geó nero literario. Sobre, todo se utilizaba como
vehíóculo de una presentacioó n maó s o menos elaborada de aspectos doctrinales que se teníóan
que profundizar o entender poco a poco. (Vgr Los diaó logos de Platoó n).
Sin embargo, este genero no es frecuente en los escritos bíóblicos. Los evangelios
sinoó pticos lo utilizan con un esquema sencillo que parece constatar de cuatro puntos:
-Tiempo
-Interlocutores
a) Nicodemo, uno de los fariseos que terciaraó a favor de Jesuó s (7,50) y que acompanñ araó a
Joseó de Arimatea para la sepultura de Jesuó s (19,39), es el uó nico de los dirigentes aludidos
por Juan, que va hacia Jesuó s; por tanto, su presencia es la del creyente maó s que la del
increó dulo (cf, 12,42-43)
c) El tercer diaó logo presenta un puó blico cluctuante: en primer lugar se habla de la multitud
(6,2.5.22.24), pero despueó s se habla de los judíóos (6,41-52).
d) Las hermanas de Laó zaro este es el diaó logo con creyentes que explicitan su fe (11,27)
-Lugar
Si las controversia se manteníóan en Jerusaleó n, hemos de decir que los diaó logos se
tienen en diferentes lugares, pero siempre fuera de Jerusaleó n. Tal vez el uó nico que podríóa
ser en Jerusaleó n es el diaó logo de Jesuó s con Nicodemo pero el autor no lo subraya. El diaó logo
206
con la samaritana en Samaria tiene lugar en Sicar, cerca de la montanñ a del Garizíón. El tercer
diaó logo parece que se mantiene en la sinagoga de Cafarnauó m. Finalmente, el cuarto estaó
situado en Betania, cerca de Jerusaleó n.
- Forma de progresar
Los temas se van profundizando, poco a poco, a lo largo del diaó logo, mediante el
malentendido.
Este tipo de profundizacioó n lo tenemos en todos estos diaó logos, de manera que no es
casual que todos cinalicen con una plena manifestacioó n de Jesuó s:
En el fondo, pues, la “punta” o culmen de estos diaó logos es una revelacioó n de Jesuó s
(“Yo soy”). Se trata no tanto de algo doctrinal sino de una revelacioó n de Jesuó s a sus
interlocutores. La profundizacioó n es mayor que la que teníóamos en las controversias.
- Tono fundamental
207
Síó en las controversias se poníóa a Jesuó s como punto de referencia para interpretar el
judaíósmo, en los diaó logos Jesuó s es el punto de referencia esencial para interpretar el
cristianismo.
Los diaó logos y las controversias nos dan en conjunto una clave de lectura del
evangelio que deberaó ser leíódo teniendo en cuenta un doble nivel: por un lado, la vida de
Jesuó s como punto de partida, como punto de referencia fundamental, pero releíóda a la luz
de las dicicultades y preguntas de la comunidad. Dicicultades y preguntas que hacen
referencia tanto a la profundizacioó n de la propia fe como a la discusioó n doctrinal en el
judaíósmo farisaico.
208
La primera carta de Juan nos ayuda a tener una lectura correcta del Evangelio de Juan..
1. La carta aparece como anoó nima. El autor nunca dice su nombre ni su cirma.
3. El intereó s dominante es reforzar a los lectores contra un grupo que estaó haciendo la labor
del demonio y del anticristo. (Cfr 1 Jn 2,18; 1 Jn 4,1-6).
4. El autor de 1 Juan , en una clara y fuerte poleó mica les dedica epíótetos que en el Evangelio
de Juan se aplican a los “judíóos”.
5. El grupo ha pertenecido a la comunidad juaó nica y parece que la divisioó n ha tenido lugar
hace poco tiempo, 1 Jn 2,19
6. Buscan conseguir adeptos. El autor les recuerda a los destinatarios que han recibido el
Espíóritu, y que nadie los puede enganñ ar, 1 Jn 2,26; 1 Jn 4,1
7. Los errores que combate el autor de 1 Juan son tanto cristoloó gicos como “eó ticos”: El autor
insiste en la realidad de la carne humana de Cristo; los adversarios no conciesan a Jesuó s, 1
Jn 4,2-3; 2 Jn 1,7.
8. Los adversarios, ¿habríóan creíódo haber logrado una relacioó n fuerte y estable con Dios, y
el papel de Jesuó s en ese logro no les interesaba?. De todos modos, hay una clara y explíócita
voluntad por parte del autor de 1 Juan de acirmar sin ambiguü edades la realidad humana de
209
Jesuó s, frente a quienes parecen negarla. (Es de notar que en 1 Jn el sujeto de las confesiones
de fe es siempre “Jesuó s”).
10. Como los adversarios pretenden estar libres de pecado, insiste en que tenemos pecados:
1 Jn 8-10 (cf. 1 Jn 3,5-10, especialmente, el vs. 9).
11. Aunque pregonan la comunioó n con Dios, no cumplen los mandamientos. Primera Juan
insistiraó en la necesidad de guardar los mandamientos, en particular, el mandamiento del
amor fraterno: 1 Jn 2,3-4 y 1 Jn 2,9-11. ¿No consideraban importante amar al hermano?.
¿Consideraban salvíócicamente irrelevante la praó ctica de los mandamientos?. Todo esto
permite comprobar una situacioó n problemaó tica en el seno de la comunidad.
Se trata del escrito maó s breve del Nuevo Testamento. Es una verdadera carta, y
ademaó s personal, porque tiene el nombre del destinatario (Gayo) y el autor, al igual que el
de la 2 Juan, se identicica como “el presbíótero”. El presbíótero, que parece tener un cargo de
cierta responsabilidad en alguna comunidad juaó nica, ha tenido alguna dicicultad con un tal
“Diotrefes”, que parece tener autoridad en otra comunidad, Seguó n al autor de la carta,
Diotrefes actuó a de forma autoritaria y no ha querido recibir a los enviados por el presbíótero
que llevaban un escrito dirigido a la comunidad (v.9; ¿se trata de la 1 Juan?) 3 Jn 19.
Diotrefes se opone al grupo del presbíótero y tampoco permite, so pena de expulsioó n que
alguó n miembro de su iglesia reciba a los enviados del autor de esta carta 3 Jn 1,10.
Gayo, en cambio, recibioó a los enviados en su casa. Por ello, el presbíótero se muestra
agradecido, lo alaba por la hospitalidad que mostroó a los misioneros (vv 3-8). Recomienda
210
especialmente a un tal Demetrio que estaó por llegar (v. 12). Como en 2 Juan, promete
visitarlos pronto, y tratar, personalmente, el asunto de la hostilidad de Diotrefes hacia eó l (v.
10a).
A pesar de ser un escrito tan breve y tan articular, proporciona datos interesantes para el
conocimiento de las comunidades juaó nicas:
1. A traveó s de este escrito se puede inferir que habíóa grupos “juaó nicos” en diversos
lugares. Y probablemente, en ciudades, puesto que el cristianismo fue al comienzo un
fenoó meno fundamentalmente urbano. Ademaó s, que la distancia entre los centros urbanos
debíóa ser considerable. No soó lo escribe a Gayo, sino que le pide que provea para le viaje de
los misioneros, que, por lo tanto, ha de ser un viaje de cierta envergadura.
3. Tambieó n se puede descubrir que las iglesias juaó nicas tuvieron misioneros
itinerantes, que se dedicaban a visitar a las diversas comunidades. 3 Juan describe sus
tareas como “colaborar con la verdad” (v 8).
211
INTRODUCCIÓN
1. Autor de la carta.
Los estudios críticos del Nuevo Testamento han llegado a la conclusión de que este
escrito no es paulino. Quizás esto ha contribuido a que el escrito a los Hebreos haya sido
marginado, ya que el interés mayor en estos últimos años se ha concentrado en Pablo y sus
escritos genuinos. Ya conocemos el truco literario llamado pseudonimia, por el cual un escrito se
oculta bajo el nombre falso (pseudós) de alguien que no era su autor. Muchas veces sucede que
cuando se descubre que el autor famoso (en nuestro caso Pablo) no es el autor de determinado
escrito, éste pierde popularidad. Lo cierto es que, aunque el escrito a los Hebreos no sea de
Pablo, es de un discípulo suyo, miembro de una iglesia perseguida, quizás un judeocristiano que,
a lo largo de su escrito, demuestra conocer el judaísmo y da cátedra del mismo.
Este escrito tiene un inmenso valor teológico para el cristianismo, valor ciertamente
revolucionario. Al tratar el tema escogido (en qué forma la persona de Jesucristo nos comunica
con Dios), tiene la inmensa y bella osadía de distinguir entre lo accidental y lo esencial. Y al
hacerlo, relativiza las formas tradicionales rituales más sagradas del judaísmo, para quedarse sólo
con algo esencial: la capacidad de entrega que se tenga por los demás. Este planteamiento,
aparentemente sencillo, explicaba por qué el cristianismo primitivo se sacudió el ritualismo
judío, para entrar en una era de mayor interiorización y de más compromiso con el hermano. No
nos debe extrañar escuchar planteamientos revolucionarios como éstos: con Cristo nace en el
mundo un nuevo sacerdocio no ritual (10,4-10); la condición de este sacerdocio es la capacidad
de sufrimiento (9,12); el acceso a este tipo de sacerdocio es la propia entrega (9,14); el sitio de
ordenación es el lugar del ajusticiamiento (13,11-13); el efecto de este sacerdocio no es sólo
perdonar el pecado, sino destruirlo (9,26; 10,18); todo cristiano tiene acceso a este tipo de
sacerdocio por la fe, que no tiene límite ni de sexo ni de clase social, porque a él se accede por la
fe (10,19-11,40)... Sólo el hecho de probarnos en este escrito que el sacerdocio de Cristo no es
212
Pareciera que quien escribe lo estuviera haciendo desde una situación lamentable que lo
pone en desventaja frente a la comunidad. Parece que se tratara de un dirigente que ha tenido que
ausentarse por fuerza mayor. ¿Perseguido por ser cristiano, o incomprendido en su comunidad?
De todas formas, se trata de un dirigente que ha experimentado el dolor en su servicio, pero que
ahora desea vivir la alegría del mismo, la cual se palpa en la rectitud de la propia conciencia y en
la fidelidad del grupo (cf. 13,17-18). No se sabe el nombre de este dirigente que quiere a su
comunidad y guarda nostalgia de la misma. Se propone a algún discípulo de Pablo, judeo-
helenista, es decir, alguien de formación judía, pero abierto a la cultura griega. ¿Lucas, Bernabé,
Silas, Clemente o Apolo? Este último, desde Lutero, cuenta con algunos argumentos en su favor.
2. Lugar de composición.
¿Desde dónde y para qué comunidad escribe? Tampoco se sabe nada seguro. Sin
embargo, esta pregunta es respondida de diversa forma. Quienes sostienen que se trata de una
verdadera carta, pese a que rompe con el género epistolar de entonces, piensan que pudo ser
escrita en alguna parte de Italia (cf. 13,24) y se dirige a alguna comunidad de Palestina; o que
pudo ser escrita por cristianos italianos que vivían fuera de Italia y enviada a la iglesia de Roma,
aunque se han propuesto también otras ciudades: Corinto, Éfeso, Antioquía, Chipre. Esto quiere
decir que este tema es todavía cuestión abierta a la discusión. La iglesia destinataria sería, de
todas formas, no una iglesia hebrea, sino una iglesia de simples cristianos, venidos en su mayoría
del mundo no judío.
3.Destinatarios.
El título de "Carta a los Hebreos" actualmente no es aceptado por los especialistas, que
niegan la posibilidad de que el escrito haya sido dirigido realmente a los hebreos. Este título sólo
aparece en el siglo III y parece deducido del tema de la misma carta: "el Sacerdocio de Cristo",
confrontado con el sacerdocio hebreo del Antiguo Testamento. Este escrito, por haber sido
considerado como perteneciente al "corpus paulinum", debía ser carta, como los otros escritos de
Pablo y debía tener un destinatario, también como las otras cartas paulinas. Y, al no tenerlo
explícitamente, recibió un título acomodado, el de "Carta a los Hebreos", título que pagaba
tributo al hecho de que el escrito tomaba posición contra ciertas tendencias judaizantes que
tenían algunas comunidades cristianas.
4. Datación de la carta.
La fecha del escrito a los Hebreos es discutible: hay quienes opinan que se dio en los
años de la persecución de Nerón (en torno al año 68) y quienes piensan que más bien se dio en
torno a la persecución de Domiciano (en los años 90). El asunto depende del valor histórico que
se le dé a Hb 9,9 que da a entender que el templo de Jerusalén está en plena actividad. De todas
formas, cualquiera de las dos fechas presupone a una iglesia en persecución. Nos inclinamos por
213
la fecha en torno al 68, ya que si el templo de Jerusalén hubiera estado destruído, esto hubiera
sido utilizado en el escrito a los Hebreos como argumento en favor del superior sacerdocio de
Cristo sobre el sacerdocio tradicional judío.
Introducción (1,1-4).
- Los dolorosos deberes del "sacerdote laico" van más allá del culto
- Un sacerdocio para la periferia de la marginación y del dolor
- Un sacerdocio no de poder de gobierno, sino de obediencia dolorosa
4. NIVEL TEOLÓGICO
«Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres»... (1,1).
Dios mantuvo con Israel comunicación permanente. No sólo por ser su hijo a través de la
creación ((Gn 1,26), sino por ser su hijo por elección especial y gratuita y por ser «un pueblo
escogido entre los pueblos» (Dt 7,6-8). Con este pueblo se comunicó Dios a través de los
profetas (Hb 1,1b), de los ángeles (2,2), de Moisés, mediador de la Ley (3,5), y del sacerdocio en
los sacrificios y en el culto (9,1-10). Es decir, Dios mantuvo la comunicación con su pueblo de
mil formas.
«Porque todo Sumo Sacerdote... está puesto e favor de los hombres en lo que se refiere a
Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados»... (5,1).
«¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de
heredar la salvación?»... (1,14).
Lo que está en juego en el escrito a los Hebreos es la comunicación con Dios; esto es lo
que debía ofrecerle al ser humano toda religión y toda institución que se caracterizara como
religiosa. Dentro del judaísmo y de las religiones orientales, había instituciones religiosas que
ofrecían mil mediaciones de espíritus (dioses, diosas, ángeles y demonios). Tanto el A.T. como el
N.T. contaban con un completo elenco de espíritus angélicos: serafines, querubines, arcángeles,
ángeles, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, etc.; aún más, algunos de estos grupos de
espíritus se subdividían con nuevos nombres (cf. Col 1,16; Ef 1,21; Lc 1,26; Ap 12,7).
El autor del escrito a los Hebreos no creía que la comunicación con Dios quedaba
resuelta con la multiplicación de espíritus angélicos. El cristiano sólo debía quedar satisfecho con
el contacto inmediato de Dios; y este contacto sólo se obtenía en profundidad por Jesucristo. El
sistema angélico, como tal, no era otra cosa que una mediación, un remplazo, hasta que llegara la
plenitud de la comunicación que se daría en Jesucristo. Y en Jesucristo se dio, porque él era el
Señor Resucitado, el Hijo Amado de Dios. Frente a esta realidad, sobraban ángeles, porque
sobraba toda mediación.
«Ciertamente Moisés fue fiel en toda su casa, como servidor, para atestiguar cuanto
había de anunciarse, pero Cristo lo fue como Hijo, al frente de su propia casa, que somos
nosotros»... (3,5-6).
El escrito a los Hebreos pasa ahora a desmontar, con todo respeto, a Moisés y la Ley,
como mediaciones definitivas de la comunión con Dios. A pesar del gran valor de Moisés y de la
Ley, la comunicación de Dios no se acababa con ellos. Ellos eran simplemente los peldaños para
llegar al corazón de algo más hondo y definitivo: Jesús. Las metáforas empleadas en el texto que
acabamos de citar no dejan de ser sugerentes, novedosas y profundas. En primer lugar, la
metáfora de la casa nos lleva a un lugar de intimidad, de familiaridad, donde se suelen dar las
comunicaciones más profundas a nivel humano. La comunicación ideal es la que llega a
establecer el Amado (el Señor, el dueño) con su doncella amada de siempre: el pueblo de Israel.
Moisés no es el Amado, pues no es ni el Señor ni el dueño. En cambio, Cristo es el Señor que
viene a su propia casa, donde su propia amada.
En segundo lugar, la metáfora de que "la casa somos nosotros" clarifica y ahonda más el
sentido de la perícopa. Nuestro único Señor, del pueblo, es Jesús. Por lo tanto, él es el Amado
definitivo que ha de desposarse con el pueblo. La intimidad que se da en la casa, cuando viene su
dueño, es el modelo de comunicación que construye Jesús. Mayor comunicación, más honda,
216
más rica entre el ser humano y la divinidad no puede darse. Moisés y la Ley no dejan de ser
simples guardianes, simples «testigos de la verdadera comunicación que había de anunciarse» (v.
5).
3). Jesús inaugura una nueva mediación con su propio sacerdocio (5,11 - 10,37)
«Presentóse Cristo como Sumo Sacerdote de los bienes futuros, a través de una tienda
mayor y más perfecta, no fabricada por mano de hombre, es decir, no de este mundo. Y penetró
en el santuario una vez para siempre, no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con
su propia sangre, consiguiendo una redención eterna»... (9,11-12).
La gran novedad de Cristo es ser Sacerdote que, por asumir la divinidad de Dios y al
mismo tiempo por asumir la humanidad del hombre, establece una real comunicación entre Dios
y el ser humano. Todas las características y propiedades del sacerdocio de Cristo dependen de
una de estas dos realidades fundamentales.
«Teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado
que nos asedia, corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el
que inicia y consuma la fe»... (12,1-2).
El escrito a los hebreos propone (11,1ss) una lista inmensa de testigos de la fe del A.T. y
lo hace a propósito, ya que su interés es probar que el nuevo sacerdocio que ofrece Cristo tiene
fundamento en el Antiguo Testamento. Este fundamento se lo da el tema de la fe. El sacerdocio
de Cristo no se apoya en la ley. Su apoyo es la fe, ya que Cristo es «el que inicia y consuma la
fe» (12,2), es decir, Jesús está presente en la fe de los ancestros, que inician la carrera de la fe, y
consuma esta carrera con su propio sacrificio.
Todos los que, en el A.T., tuvieron fe fueron justificados por una realidad distinta a la de
la Ley. La fe es anterior y superior a la Ley: de aquí esa larga lista de testigos de la fe, que
217
mantuvieron la más alta comunicación con Dios, aunque siempre en espera de que su lista fuera
consumada y perfeccionada por la persona de Cristo. Todos ellos fueron también sacerdotes, pero
con una consagración sacerdotal "póstuma". Es decir, encontraron en Cristo la razón de ser de
ese sacerdocio que vivieron inconscientemente, pero que en realidad los santificó y transformó
sin intervención de la ley. Siguiéndole las huellas a esta hermosa metáfora, diríamos que la
puerta del nuevo sacerdocio estaba abierta desde la vivencia de la fe del A.T., pero que sólo se
empieza a ser consciente de él a partir de Cristo. Por eso el texto remata así:«Dios tenía ya
dispuesto algo mejor para nosotros (los del N.T.), de modo que no llegaran ellos (los del A.T.) sin
nosotros a la perfección» (11,40).
218
El autor se designa a sí mismo como "Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo".
Ahora bien, por el Nuevo Testamento conocemos al menos tres personajes de nombre Santiago:
el hijo de Zebedeo, Santiago el de Alfeo (o el menor), y Santiago "el hermano del Señor". No
parece probable que el autor de esta carta sea un miembro del colegio de los Doce, pues sería
inverosímil que, escribiendo a "las doce tribus dispersas", prescindiese de su título de apóstol,
padre del nuevo pueblo de Dios que se fundamenta en los nuevos doce patriarcas.
El dilema debe plantearse, por tanto, entre la autoría del "hermano del Señor" y la
posibilidad de seudonimia. Y hay que reconocer desde el principio que actualmente no existe
acuerdo en este punto.
Pero, tras la resurrección, Santiago recibirá una aparición del Cristo glorioso y quedará
incorporado a la iglesia (1Co 15,7), en la que pronto desempeñará un papel dirigente, al menos
en Jerusalén (cf. Ga 1,19; 2,9; Hch 12,17; 15,13; 21,18).
Esta denominación, en principio, nos indica que se trata de las iglesias judeocristianas de
fuera de Palestina; si bien no se puede excluir a priori que sean iglesias paganocristianas que se
comprenden a sí mismas como el verdadero Israel (cf. Flp 3,3: "la verdadera circuncisión somos
nosotros") y entienden su existencia en este mundo como la de "extranjeros y peregrinos" (cf. 1P
2,11).
Esta segunda posibilidad teórica, sin embargo, resulta inverosímil por el contenido de la
carta, que -ya se ha indicado- algunos han considerado como un escrito originariamente judío y
no cristiano. Las referencias a la ley son constantes; los ejemplos se extraen del Antiguo
Testamento, y el razonamiento central gravita en torno a la interpretación de Gn 15 y 22: la
justificación de Abrahán por la fe o por las obras. A la reunión de la comunidad se la denomina
en una ocasión "synagogé" (St 2,2).
220
Es evidente que se trata de algo más que una comunidad. La mención de las "doce tribus
dispersas" hace pensar, en principio, en un grupo de comunidades judeocristianas de diáspora; así
el escrito debe entenderse como una especie de encíclica. No podemos saber en qué medida
Santiago se sentía responsable del judeocristianismo de diáspora y este cristianismo le
consideraba a él como autoridad. Parece probable que, al menos, creyese tener esa autoridad
sobre las comunidades destinatarias de las "cláusulas de Santiago" (Hch 15,20.29): Antioquía,
Siria y Cilicia (Hch 15,23).
Curiosamente la carta que nos ocupa tiene un especial parentesco con una serie de
escritos surgidos en esa zona: Mt, Didakhé, Kerygmata Pétrou: sólo en Mt 5,34, en St 5,12 y en
KgPt Hom 3,55 se encuentra la prohibición del juramento; la unción con óleo se encuentra en St
5,14, en Did 100 y, al menos aludida, en KgPt Recogn 1,45. Los múltiples contactos de St con Q
orientan en la misma dirección.
4. Datación de la carta.
5. Estructura
c. Cuerpo (1,19 - 5,6), en el que, un poco al azar, se van sucediendo diversos temas,
unidos/separados por palabras corchete y por vocativos.
* 1,19-27: la enseñanza de la Palabra hay que llevarla a la práctica.
* 2,1-13: contra la acepción de personas en la reunión litúrgica, que sería el indicio de
una fuerte mundanización e iría contra la verdadera fe en Jesucristo.
* 2,14-26: es el único pasaje de St que tiene carácter estrictamente doctrinal, en clara
polémica con un paulinismo mal entendido.
* 3,1-12: contra los pecados de la lengua y la pretensión de sabiduría (¿contra falsos
maestros de las comunidades?).
* 3,13-18: la sabiduría verdadera y sus signos.
* 4,1-12: patética descripción del estado de las comunidades destinatarias. Probablemente
en lenguaje hiperbólico.
* 4,13 - 5,6: terrible invectiva contra los ricos, por su autosuficiencia y su falta de
misericordia.
St cuenta con que sus destinatarios son "oyentes de la Palabra" (1,22), y en ningún caso
niega que hayan sido justificados por la fe. Pero insiste, contra un cristianismo descomprometido
o desencarnado o de evasión, en que esa audición de la Palabra se verifica en una "ley", que no
es ciertamente la ley veterotestamentaria en su complejidad casuística, sino la "ley perfecta de la
libertad"(1,25), la exigencia evangélica de respuesta a la Palabra oída. El cristiano que ha sido
reengendrado por la acogida de la Palabra queda capacitado para vivirla. Debido a esta
capacitación recibida, la ética no es ya una carga, sino una realización espontánea, exigida por la
"nueva criatura" que ha surgido en el creyente. Por esta inclinación espontánea a seguir los
caminos del amor de Jesús, puede hablarse de ley "de libertad". San Pablo enseña que "habéis
sido llamados a la libertad...servíos por amor los unos a los otros"(Ga 5,13). O bien, que "el que
recibió la llamada del Señor siendo esclavo, es un liberto del Señor; igualmente, el que era libre
cuando recibió la llamada, es un esclavo de Cristo" (1Co 7,22; cf. St 1,9s.), y debe "cumplir la
ley de Cristo" (Ga 6,2). St podría usar el mismo lenguaje paulino si no fuera por la polémica que
le ocupa.
c. Las obras y la fe
los que han muerto al pecado sigan viviendo en él (Rm 6,2). Santiago no puede admitir que el
que se considera justificado se desentienda de verificar esa justificación en la vida cotidiana,
prescindiendo de la práctica de la misericordia (St 2,13.15), juzgando y condenando a su
hermano (4,11), dejándose llevar de la ambición (4,2), etc.
En realidad, Pablo nunca menospreció, sino que exigió las buenas obras que deben seguir
a la justificación. Y la carta de Santiago no pide obras que lleven a la justificación o que puedan
ponerse en el lugar de la fe, sino de las que demuestren que la justificación por la fe ya ha tenido
lugar. Pablo no admite que en un cristiano quepa una fe sin sus obras correspondientes, y
Santiago no admitiría unas obras desligadas de la fe, pues no serían obras de cristiano.
Tanto para Santiago como para Pablo, el hombre pecador se confía a la misericordia de
Dios (fe) y queda rehabilitado (justificado) generosamente por el Dios compasivo; y de este
hombre rehabilitado (santificado) son exigibles obras santas para que no sea en sí mismo una
contradicción. La mejor síntesis se encuentra en un escrito deuteropaulino: "estando nosotros
muertos a causa de nuestros delitos... Dios nos vivificó... por la gracia mediante la fe... en orden
a las buenas obras que de antemano dispuso que practicáramos" (Ef 2,5-1O). Es la síntesis
serena, latente en Pablo y Santiago, pero que ellos no pudieron formular así debido al ambiente
polémico en que se movían.
El autor no se recata en las amenazas contra estos poderosos: han "engordado para el día
de la matanza" (5,5); ya pueden gemir por las desventuras que van a sobrevenirles (5,1), pues el
juicio de Dios no tardará (5,8). Se confían en una seguridad engañosa (4,13s), como el necio del
evangelio (cf. Lc 12,16-21), sin saber qué será de ellos mañana.
La protesta de St no se dirige únicamente contra los ricos, sino también contra los pobres
que adulan a los ricos o se resignan ante las desigualdades sociales (2,2-4). Los favoritismos son
un pecado contra el decálogo (siempre reafirmado tanto por Pablo como por Santiago), y hacen
que algunos pobres sean explotados no sólo por los poderosos, sino también por otros pobres.
También a estos pobres que tienen favoritismos se les amenaza con la severidad del juicio (2,13).
f. La oración y su poder
g. La unción de enfermos
Respecto de la unción es importante notar que no parece requerirse una enfermedad grave
para poder practicar el rito, que corresponde a los Ancianos de la comunidad, que va
acompañada de la oración y que es el Señor quien cura y salva al enfermo (5,14s.). La expresión
excluye, por tanto, cualquier asomo de poder mágico y pone su acento en la fe.
En el contexto ambiental de Santiago, como nos informan una serie de apócrifos, estaba
muy extendida la idea del "aceite de la vida"; se creía que en el paraíso había existido, junto al
árbol de la vida, el olivo, cuyo aceite habría aliviado a Adán en sus dolores de muerte (Vida de
Adán, 36), y se atribuían al aceite propiedades sobrenaturales, además de las experimentadas
propiedades médicas (cf. Lc 10,34). Sin duda que todo este trasfondo pudo influir en Santiago,
pero lo determinante debió de ser el recuerdo que nos transmite Mc 6,13, de que los Doce,
enviados por Jesús, "ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban"; lo mismo que aquellos
lo hacían con el poder de Jesús, ahora se realiza invocando el nombre del Señor. La sucesión de
verbos "salvará, restablecerá, será perdonado" nos habla de una sanación integral de la persona,
que recupera su bienestar y su paz con Dios.
La confesión mutua de los pecados (5,16) es otro rasgo original de St dentro del Nuevo
Testamento. La conexión gramatical de este versículo con el precedente hace suponer que el
enfermo al que ungen y por el que oran los Ancianos confiesa ante ellos sus pecados. La
225
confesión (pública o privada) de los pecados era usual en el judaísmo; ya Prov 28,13 enseñaba
que "al que encubre sus faltas no le irá bien; el que las confiesa y abandona obtendrá piedad". En
la regla de Qumrân (1QS I,23) y en el ministerio del Bautista (Mc 1,5) se nos informa de que el
convertido confiesa sus pecados; algo parecido debió de darse en la actividad misionera de la
iglesia lucana (Hch 19,18). Lo nuevo de St es que esa praxis se continúa en la vida cotidiana de
la iglesia: lo mismo que los cristianos oran unos por otros, así también deben confesarse los
pecados mutuamente. En relación con esta confesión no se menciona a los Ancianos como
receptores especiales de la misma; en St 5,16 no es posible encontrar ya el futuro sacramento de
la reconciliación, pero sí un primer paso hacia él. En todo caso, el pasaje ofrece un precioso
ejemplo de la estrecha comunitariedad en que Santiago desea que se realice la experiencia de fe.
226
1. El Autor
La cuestión de la autenticidad.
•
1 Pe atestigua una notable difusión del cristianismo en el Asia Menor. Eso no es pensable
sino después de la misión paulina.
•
No se conoce relación histórica de Pedro con las grandes regiones del Asia Menor que se
citan en 1 Pe 1,1.
•
La referencia «Babilonia» para designar a Roma (1 Pe 5,13): no aparece en la literatura
antes del año 70 d.C. Parece ser un seudónimo apocalíptico para designar a la capital del
Imperio, y, al parecer, surge tras la destrucción de Jerusalén del año 70 d.C.
•
La realidad social que describe el texto no corresponde al tiempo de la estadía de Pedro
en Roma sino a una época posterior.
•
La calidad lingüística de 1 Pe refleja a una persona culta, que maneja la lengua con
fluidez, lo que no corresponde a un hombre “sin letras ni instrucción” (Hech 4,13).
Además, la utilización de los LXX en las citas y referencias veterotestamentarias
tampoco apuntan a un palestino.
•
A lo largo del texto no se descubre ningún elemento que pueda ser considerado “petrino”
en el sentido de la línea teológica que se sabe representaba Pedro en el cristianismo
antiguo. Según Gál 2,7,
•
Dios le confió a Pedro el “Evangelio de la circuncisión” . De ser Pedro el autor de este
texto sería esperable alguna expresión que reflejara los intereses propios de los judeo-
cristianos, cosa que no ocurre.
Por todo lo expuesto, se ve que la atribución de este texto al apóstol Pedro es sumamente
problemática. La mayor parte de los exégetas actuales se inclinan por considerarla como
otro caso de pseudoepigrafía, en concreto, un texto escrito por discípulos de la 2da. o 3ra.
generación.
227
El autor escribe desde “Babilonia”, es decir, desde Roma, la capital del Imperio (5,15). El
dato no tienen necesariamente que corresponder a la realidad, pero tampoco hay motivos
30
fundados como para ponerlo ¿Qué significa esta situación epistolar?
Roma es un símbolo de poder y de cultura. La capital del Imperio irradia su autoridad
sobre todos los que no viven allí. Así lo perciben también los cristianos. El origen geográfico
legitima la autoridad para intervenir con poder en otras comunidades.
Con respecto al tiempo de origen, no es posible dar una fecha determinada con certeza. El
malestar social denunciado en el texto sugiere una etapa alejada de las dos situaciones más duras
de persecución estatal ocurridas durante el siglo I (es decir, la de Nerón –entorno al 64– y la de
Domiciano –entre el 92 y el 96–). De allí que los investigadores sugieran como datación más
verosímil la década del 80.
3. Género literario
1 Pe ha sido víctima de las hipótesis más variadas tanto cuando se trataba de determinar
su estilo literario (proponiendo formas de predicación no epistolar) como cuando fue sometida a
análisis demasiado pretencioso de historia de la tradición
1 Pe se presenta al comienzo y al final como una verdadera carta, con indicaciones sobre
remitentes, destinatarios y situación estilísticamentes irreprochables.
Pero algunos investigadores han indicado que los detalles acerca de la situación concreta
de los destinatarios no son claros ni precisos, de tal forma que el texto se podría entender
perfectamente sin el marco epistolar, sin pensar en un autor ni unos destinatarios individuales,
como una yuxtaposición de ideas muy generales.
228
Por eso, muchos sugirieron ver en 1 Pe una carta pero dirigida a un amplísimo círculo de
lectores, con validez para cualquier cristiano de cualquier época, algo así como una especie de
circular redactada en términos epistolares ficticios.
4. Acento teológico.
• Al principio, el texto destaca la acción de Dios por medio de Cristo en beneficio de los
creyentes.
• Ante esta acción de Dios, el creyente está llamado a dar una respuesta a este don desde su
existencia concreta.
• Su existencia concreta –el “lugar” desde donde el cristiano está llamado a responder– no
es otro que el mundo donde vive.
• Este es el tema central de la carta: la situación de los cristianos en medio de una sociedad
hostil, en donde deben dar prueba de la solidez de su fe. 1 Pe quiere mostrar como es
posible la profesión de fe cristiana en las difíciles condiciones de discriminación y
persecución por la fe que le tocan vivir en el mundo en el que habita.
El “mundo” no está definido en forma genérica sino muy concretamente, a partir de las
experiencias que hacen los cristianos en medio de la sociedad del Imperio Romano. El
componente político está presente explícitamente en este texto. El autor quiere apoyar a
una comunidad que está pasando serias dificultades por causa de su opción por Cristo,
ofreciéndoles razones para aguantar y soportar el sufrimiento por el que está pasando.
1 Pe 5,12 “Por medio de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente,
exhortándoos y atestiguándoos que esta es la verdadera gracia de Dios; perseverad en ella“.
No se trata de una especulación abstracta sino que quiere mostrar, en un nivel más vital,
como es posible vivir «esta gracia» en las difíciles condiciones de discriminación y
hostigamiento a causa de la fe. Las dificultades experimentadas por los cristianos son lo
esperado, lo normal y no algo que deba escandalizar o avergonzar.
b. Cristología de la Pasión
229
1 Pe 2,21-24
(en el contexto de la exhortación a los esclavos)
2,21 “Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos
ejemplo para que sigáis sus huellas.
2,23 el que, al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba,sino que se
ponía en manos de Aquel que juzga con justicia;
2,24 el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo,a fin de que, muertos a
nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con cuyas heridas habéis sido curados”
“Sufrir injustamente” –por ser cristiano, no por ser ladrón, asesino o entrometido (4,15)–
parece ser el signo de ese tiempo. El que sufre, padece. Pero eso no significa “ser pasivo”. 1 Pe
invita esforzarse por aceptarlo, a asumir un rol activo, no con la insensibilidad de los estoicos
sino con la misma actitud de Cristo (2,21). Si lo hacen, llegan al fundamento de su ser cristiano.
230
2. El sufrimiento injusto nos hace solidarios del Cristo sufriente (2,21), que es, al
mismo tiempo, fuente de gracia (2,20) y fundamento de la esperanza (3,18).
Cristo no es sólo un ejemplo sino que capacita para aceptar y soportar las injurias: 1 Pe
4,1 “Ya que Cristo padeció en la carne, armaos también vosotros de este mismo
pensamiento: quien padece en la carne, ha roto con el pecado…”
Cuando se afirma a modo de fundamentación que “el que sufre ha roto con el pecado” se
piensa en la capacidad de sufrir con la misma actitud con lo que lo soportó Cristo. Y esa
capacidad es un don, una gracia.
1 Pe 2,19 “Porque es meritorio tolerar penas, por consideración a Dios, cuando se sufre
injustamente“.
Así se va configurando la gracia en la vida de cada día. En esa situación dada que nos
toca vivir, se refleja el ejemplo de Cristo, que fue conducido a la gloria por medio del
sufrimiento. Por eso, el destino de sufrimiento, en cuanto destino de gracia, es expresión de gozo
y de júbilo (1,8), expresión de esperanza (1,3.21; 3,15), no una búsqueda enfermiza del dolor por
el dolor mismo. Dios no quiere hacer sufrir a sus fieles (como tampoco quiso los sufrimientos de
Cristo).
231
Para el que sufre a causa de una realidad social que no puede cambiar necesita encontrar
un sentido. Sólo si lo encuentra puede mantenerse firme y perseverante y no un juguete en manos
de un poder arbitrario.
Según 1 Pe 2,13, los cristianos deben someterse a las autoridades políticas “a causa del
Señor”, pues estas son “enviadas por él para el castigo de los que hacen mal y para elogio de los
que hacen el bien” (2,14). El trozo concluye con un “honren al emperador” (2,17).
Si se tiene en cuenta que los cristianos de Roma han vivido bajo el imperio de Calígula,
Claudio, Nerón, emperadores enfermos, ineptos, decadentes, cruelmente psicópatas, ¿cómo
considerarlos enviados de Dios?
Esta visión del poder político coincide con la de Pablo en Rom 13,1-7. La misma
aposición está atestiguada en la Carta de Clemente Romano a los Corintios. (IClem 61,1-2), lo
que conduce a pensar que el motivo –a diferencia de los textos apocalípticos– estaba firmemente
arraigado entre los cristianos de Roma.
¿Cómo es posible?
Probablemente porque este discurso sobre el poder político no nació de una valoración histórica
o ética de la gestión de los dirigentes políticos sino de un principio teológico: Dios es la fuente
de todo poder.
Esta concepción aparece atestiguada varias veces en obras del judaísmo helenista: el
poder político de los gobernantes de los pueblos es otorgado por Dios (cf. Sab 6,3) . La
consecuencia inmediata que se deriva de este principio es la sumisión de los ciudadanos frente a
aquellos a quienes Dios otorgó el poder .
Pero este llamado a la sumisión no fue entendido como una ética política de
sometimiento incondicional o como una legitimación sacrosanta de toda estructura política (a la
que los mártires resistieron hasta el derramamiento de su sangre.
232
1.Autor.
No sólo se presenta como "Simeón Pedro, servidor y apóstol de Jesucristo", con la forma
semita del nombre (2 Pe 1,1), sino que también inserta recuerdos personales del “príncipe” de los
apóstoles:
• En 1,14 afirma que Jesús predijo su muerte como mártir (Jn 21,18ss):
• Además, en 3,1, haciendo referencia a 1 Pe, señala que este escrito es la"segunda” carta
que les escribe .
Declara solemnemente que escribe la carta poco antes de su muerte para que los lectores guarden
en la memoria "la verdad presente" (1,12ss) como un legado. 2 Pe se presenta así como
"testamento" o “discurso de despedida” del apóstol antes de su partida.
Casi todos los comentaristas de hoy día la consideran el caso más claro de pseudoepigrafía:
• Resultaría inexplicable el largo silencio de las Iglesias Orientales y Latinas sobre esta
carta, de haber sido Pedro su autor.
• El autor se dirige a unos cristianos que no creen ya en la promesa de la Parusía del Señor
y fundan su escepticismo –jactándose de su visión “realista” de la realidad– en el hecho
de que sus padres murieron y, sin embargo, todo sigue igual: "Pues desde que murieron
los padres, todo sigue como al principio de la creación" (2 Pe 3,4).
•
Este argumento vale únicamente en la hipótesis de que la expresión "nuestros padres"
233
designe a la generación de los discípulos de Jesús, que transmitieron sus promesas. Pero
estos murieron y no pasó nada.
• Además, las controversias acerca del retraso de la Parusía sólo se comprenden bien
después de la muerte de los discípulos inmediatos de Jesús (cf. Mc 9,1ss.): mientras ellos
vivían, no se planteó la cuestión.
• En 3,15-16 se dedican unas líneas a las cartas de Pablo, que son ya patrimonio común de
todas las iglesias y que, sobre todo, están consideradas con igual autoridad que "las otras
Escrituras". Y esto no pudo ocurrir en vida del tan discutido apóstol.
El lenguaje del texto delata una formación helenística.
2. Los destinatarios
hacia fines del siglo I o comienzos del siglo II . El primero que habla de una Segunda Carta de
Pedro es Orígenes (Alejandría, primera mitad del siglo III), aunque afirma que se pone en duda
su autenticidad . Esto significa que el texto era conocido en esa región. De allí que algunos hayan
propuesto como lugar de origen de la obra Alejandría. Dada la atribución pseudoepigráfica de la
obra a Pedro, otros han pensado en Roma. Ambas posturas son verosímiles pero no se imponen
con certeza.
Numerosos bloques de material de 2 Pe tienen claros paralelos con Judas. Esto resulta
especialmente llamativo en lo que concierne 2 Pe 2,1-18 y 3,1-3 –es decir, en la polémica contra
los adversarios– donde prácticamente todos los versículos de 2 Pe tienen paralelo en Judas 1,4-
19:
JUDAS 2 PEDRO
V.4 2,1.3b Aparicioó n de los falsos maestros (intrusos)
V.6 2,4 Castigo de los aó ngeles pecadores
V6 2,9 Justos salvados, impíóos condenados
V.7 2,6 Condena de Sodoma y Gomorra
V. 7-8 2,10 Desenfreno carnal de los intrusos
V.9 2,11 Ni los aó ngeles osan actuar como ellos
V.10 2,12 Se portan como animales sin razoó n
V.11 2,15 Caen en la tradicioó n de Balaam
V.12 2,13 Abusos en las comidas comunitarias
V.13 2,17 Son como fuentes (nubes) sin agua
V.16 2,18 Su boca profiere insolencias
V.17 3,2 Recuerdo de los profetas y apoó stoles
V.18 3,4 Estaba previsto (en la Escritura) que
apareceríóan
235
2 Pe 2,2-3.5.7-8.14.16.18-22
Se trata:
O de invectivas contra los falsos maestros (2,2-3.14.16.18-22)
Judas 3.5.15.19-25
Se trata casi exclusivamente de citas de apócrifos.
Podemos decir que el núcleo central de Judas reaparece en 2 Pe: a excepción del saludo y de la
doxología final son muy pocos los versículos de Judas sin paralelo en 2 Pe.
¿Cuál es la relación entre ambos textos?
Todo parece indicar que el autor de 2 Pe reeditó el texto de Judas, expurgándolo de las citas de
apócrifos y explicitando el error que se quiere combatir: “¿En qué ha quedado la promesa de su
venida?” (2 Pe 3,4).
Dada la descripción bastante cuidadosa que aparece en 2 Pe del error que combate (cf. 2 Pe 3,4)
–mientras que en la epístola de Judas el contenido de la polémica queda en la penumbra– es más
razonable pensar que el autor de 2 Pe.
5.Acentos teológicos.
En el nuevo testamento aparecen cuatro personajes de nombre Judas: dos apóstoles, un profeta y
un “hermano” de Jesús:
¿Es un caso de pseudoepigrafía?. ¿Es posible que este Judas, hermano de Santiago, haya sido el
autor de esta “carta”?
La mayoría de los investigadores modernos entienden que se trata de una
pseudoepigrafía. Lo curioso es que, en el encabezado, el autor no se presenta como “hermano de
Jesús” –como Santiago en Gál 1,19– sino como “hermano de Santiago”. Si busca legitimar su
autoridad, parecería más lógico mencionar el lazo familiar con Jesús. La mención de Santiago
podría entenderse entonces como una clara toma de posición a favor de la línea teológica y
eclesial representada por Santiago (la profusa utilización de “apócrifos” judíos en este breve
texto hace pensar que el autor pertenece al ámbito judeocristiano). Como conclusión se puede
decir que el autor parece ser una judeo-cristiano helenista que se confiesa partidario de la misma
línea teológica representada por Santiago.
2. Los destinatarios
Muy poco se puede decir de los destinatarios o del lugar de composición.. Por el modo de
argumentar desde el Antiguo Testamento y los apócrifos judíos y por la “alineación” con la línea
teológica que encarna Santiago, el texto parece estar dirigido a un grupo judeocristiano helenista.
Sólo a un grupo con estas características pudo parecer importante recibir un mensaje escrito por
Judas, el hermano de Santiago.
238
3. Acentos teológicos.
Judas 1-2.3-4
Breve saludo inicial (vv.1-2) y explicación del motivo y el objetivo de la “carta”: La lucha por la
fe transmitida a los santos (vv.3-4) Lo que motiva la decisión de exhortar a combatir por la fe
que fuera transmitida a los santos de una vez para siempre es el hecho alarmante de que unos
hombres impíos se han introducido en las comunidades y quieren cambiar la gracia en
libertinaje, negando a Jesucristo como Soberano y Señor (v.4).
Judas 5-16
Polémica contra los “falsos maestros” propiamente dicha. El autor utiliza diversos modos de
expresión para combatir a los que ponen en peligro la fe de las comunidades:
- Tres ejemplos del AT de castigos divinos (vv.5-7) para ilustrar el rigor con el que Dios azota a
los impíos. Los ejemplos parecen haber sido seleccionados por su popularidad (y no tanto por su
conexión temática):
o Los israelitas que no quisieron confiar en Dios y, atemorizados, se resistieron a entrar en la
tierra prometida (Núm 14,29-37) perecieron (v.5).
o Los ángeles que no mantuvieron su rango y abandonaron su morada (se refiere al relato de los
ángeles que se unieron con las hijas de los hombres, mencionado en Gén 6,1-4) están atados con
cadenas eternas en las tinieblas hasta el día del juicio (v.6).
o Los habitantes de Sodoma y Gomorra (cf. Gén 19,4-25) sufren la pena del fuego eterno por
sus pecados (v.7).
- Aplicación a los adversarios de los ejemplos de castigo (vv.8-10) se da de forma libre. No se
trata de afirmar que han cometido delitos semejantes a los de los ejemplos bíblicos sino de
recordarles que todo pecado recibe su castigo correspondiente. Lo que les echa en cara no
llega a comprenderse con precisión . Utilizando un motivo de las
tradiciones judías extrabíblicas, el autor pone al arcángel Miguel como contra-modelo de los
maestros rivales: cuando disputaba con el diablo por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a
maldecirlo; los opositores, en cambio, blasfeman en contra de lo que no conocen (v.10) .
- Amenazas y acusaciones (vv.11-13).
239
La primera (v.11) en forma de “ay”, nuevamente con tres alusiones al Antiguo Tesamento.
Los adversarios:
Se trata de una cita de una profecía de Henoc que enuncia la llegada del Señor con sus millares
de ángeles para juzgar a los impíos.
En este contexto, el autor vuelve a caracterizar a los adversarios (v.16) como:
o Murmuran.
El autor recuerda a la comunidad lo dicho por los apóstoles del Señor y que se está cumpliendo
ahora (v.17-19): al final de los tiempos aparecerán individuos que se reirán de todo y actuarán
según sus deseos, causando división. No tienen espíritu.
Los exhorta a crecer en la solidez de la fe y en la oración en el Espíritu Santo para mantenerse en
el amor de Dios y, por su misericordia, en la esperanza de vida eterna (v.20-21). Esa misma
misericordia debe moverlos a ayudar a los vacilantes e indecisos, que pueden ser víctima de la
acción de los enemigos (v.22-23)
Judas 24-25
La carta termina con una doxología de tono solemne. Una carta no suele concluir con una
doxología . Pero este es un texto de características peculiares. El Dios de la alabanza es el que
tiene el poder de conservar a los fieles sin tropiezos, demostrando así su poder salvador (v.24). El
motivo de la alabanza está relacionado pues con el objetivo de la carta: preservarlos de la acción
proselitista de los adversarios.
Según esta estructura temática, la polémica ocupa el lugar central de la carta. Ya sea en
la“acusación”, ya sea en la “exhortación”, en todos los casos se trata siempre de la misma
preocupación: la denuncia y el ataque directo contra los enemigos de la fe verdadera. Pero es
muy poco lo que el autor dice sobre el contenido de la “fe verdadera”. Lo que prevalece es el
lenguaje de la polémica.
• - Se los rotula como gnósticos fundamentalmente por la división de los seres humanos
entre “pneumáticos” y “psíquicos” que subyace al v. 19. De hecho, en este mismo
versículo se dice que los adversarios son “los que dividen”.
• - Se los describe como libertinos ya que el texto mismo dice que los adversarios
“conviertan en libertinaje la gracia de nuestro Dios” (v.4b). El libertinaje no sería
consecuencia del “contagio” de las malas costumbres de la sociedad pagana, sino
pareciera tener una raíz más profunda: el decir que los rivales “han transformado la gracia
de Dios en desenfreno” podría entenderse como la consecuencia de un entusiasmo
desbocado, que cree tener que demostrar la posesión de la gracia en el propio corazón y
de estar llevados por el Espíritu con el gesto ostentoso del desenfreno.
• También el texto dice que los adversarios no tienen respeto por los ángeles, y llegan
incluso a maldecir a los seres gloriosos (vv. 8.10).¿Qué puede significar esto? El sentido
de esta acusación no es fácil de interpretar. En principio, cabe tener presente que el
hombre antiguo –y mucho más los creyentes influenciados por el Antiguo Testamento–
tenían un respeto reverencial por las potencias celestiales. Tal vez aquí, además, podría
pensarse que el problema subyacente concierne a la convicción de la tradición judeo-
cristiana referente al papel que juegan los ángeles en el escenario de
juicio final, en cuanto ejecutores de las órdenes del juez divino . Quien niega el poder de
los ángeles y maldice a los seres celestiales –como los adversarios (v.8a)– demuestra con
ello que no cree en el juicio de Dios (o, al menos, cree que ese juicio no puede
alcanzarlo). En este caso, la actitud combatida se explicaría como consecuencia de una
conciencia de salvación en la historia que los habría llevado a negar (o al menos, a no
tomar en serio) la realidad del juicio futuro.
Allí mismo donde los contrincantes creen ver un signo evidente de su conciencia de
elección, el autor de Judas sólo ve personas sin espíritu, que actúan siguiendo los impulsos de su
propia naturaleza (v.19). Pero, más allá de todo esto, dado que el estilo de polémica contra los
herejes es bastante tradicional y cae en lugares comunes, no conviene insistir en procurar
determinacionesexcesivamenteprecisas . Lo que parece seguro es que el autor de la “carta” los
toma muy en serio. El tono del texto es un reconocimiento indirecto de que la comunidad está
amenazada de un peligro real. Los enemigos son elocuentes e impresionan por la fuerza de sus
palabras. Para combatirlos, no afronta una discusión teológica sino que sencillamente alude a la
tradición: los invita a “asentarse sobre el cimiento de la fe santísima” (v.20) y a “combatir por
esa fe que se transmitió de una vez para siempre” (v.3) sin mostrar en qué consiste esa fe y por
qué los falsos maestros están en el error. También recurre a la desacreditación de los adversarios
acusándolos de todo tipo de inmoralidades, tomando ejemplos de la naturaleza y de la historia de
la salvación.
242
Cuando se habla del apocalipsis muchas personas piensan en cataó strofes, en el cin
del mundo, el cin de la historia. Esto inspira miedo muchas veces. Sin embargo, no puede
leerse el libro al margen del contexto histoó rico-social que presupone este tipo de literatura.
Una literatura que clorece en eó pocas de crisis y que recibe el nombre de apocalíóptica.
De hecho el cin del mundo soó lo se habla en las dos uó ltimas visiones de las siete que
cierran el libro. En ellas se habla del juicio cinal en el que quedaraó patente el sentido de la
historia, cuando Dios revele su juicio sobre el mundo y destruya decinitivamente el MAL
(20, 11-15). Y de la nueva creacioó n en la que Dios reinaraó plenamente: ya no habraó ni llanto,
ni luto, ni dolor, porque Dios lo haraó todo nuevo y la muerte quedaraó vencida
decinitivamente (21, 1-22,5 ; ver 1 Cor 15, 20-28).
El resto del libro, en cambio, se habla del aquíó y ahora que estaó n viviendo las iglesias
cristianas a las que Juan dirige su escrito profeó tico (1,3; 22,7. 10.18.19). En este sentido el
autor no quiere revelar coó mo hay que interpretar los signos de los tiempos a cin de poder
discernir coó mo debe actuar el pueblo de Dios (sus iglesias), si quiere ser ciel a su vocacioó n.
El futuro en los profetas soó lo se anticipa para advertir, desde su experiencia creyente
y de una profunda relectura del A.T, de aquellos males que caeraó n irremediablemente sobre
aquellos que no escuchen ni se conviertan (vgr Jonaó s y Ninive y otro Moiseó s y el Faraoó n). La
Ap presupone que el Imperio Romano que persigue a la Iglesia no se querraó convertir y
acabaraó siendo destruido (9,20; 16,11; 17; 18).
Un ecologista que nos advierte sobre los males que caeraó n en el futuro sobre la
humanidad , si no cambiamos nuestro estilo de vid estaríóa en la misma líónea de
pensamiento.
Para la literatura cristiana, una persona que esteó realmente inspirada por Dios no
puede calcular exactamente coó mo seraó los acontecimientos futuros que precederaó n al cin
del mundo, ni el tiempo exacto en que sucederaó este cinal. Eso es algo que Dios no quiere
revelar a nadie (Mc 13,32).
3. El contexto socio-histórico.
a) Los que estaó n dispuestos a colaborar con los dominadores para asíó sacar alguó n provecho
de ello. (Los sumos sacerdotes y sacerdotes en el tiempo de los seleucidas).
c) Los apocalíópticos. Su reaccioó n fue literaria y creyente. Resistir desde la fe que puede
llevar incluso al martirio.
244
4. El lenguaje simbólico.
Este tipo de lenguaje tiene la ventaja de que ayuda a caer en la cuenta de que lo que dice es
vaó lido para todo tiempo. Cae un imperio y surge otro, por tanto el creyente nunca debe
bajar la guardia ante el impero de turno que va a aparecer.
a) Imágenes.
Los síómbolos pueden contener imaó genes tomadas de la naturaleza (animales y plantas) o
situaciones que afectan el mundo (sol, luna, las estrellas, terremotos…)
b) Números
El Ap estaó lleno de cifras y de nuó meros. Son síómbolos y ayudan a Juan a vehicular un
mensaje de esperanza, sin que ello implique que el profeta sepa exactamente cuaó ndo va a
ocurrir lo que eó l anuncia.
Cifras importantes:
a) 144,000 el nuó mero de los salvados seguó n Ap 7, 1-8 . Este nuó mero resulta de la
multiplicacioó n de doce por doce por mil y, por tanto, signicica, que el nuó mero de los
salvados seraó muy grande. Hay que ver esto en el contexto pues despueó s diraó que habíóa una
multitud inmensa que nadie podríóa contar (7,9).
b) El nuó mero de la Bestia 666. (Ap 13,18). Se trata de un hombre. Y es posible saber quieó n
es si uno dispone de la inteligencia suciciente para descifrar este enigma. Se trata de un
calculo objetivo y referido a una persona que esta viviendo en el tiempo. En el AT se
empleaban las letras del alfabeto hebreo (como los romanos empleaban las letras del
abecedario) para signicicar los nuó meros. Las letras. Las letras hebreas del nombre “NeRON
Ceó SaR” sumadas (en hebreo solo escribíóan las consonantes no hay vocales la “o” larga seria
excepcioó n) 666 (N=50; R =200; O = 6; N =50; C = 100; S = 60; R = 200). Con ello, el autor
estaó indicando que la Bestia a la que se reciera estaó reencarnada en el emperador
Domiciano, y esto coincide con la leyenda muy popular en la eó poca, que consideraba este
emperador como a Neroó n que habíóa revivido.
246
La gematría es esencial para la Cabalá, la tradición mística judía. La base misma del
sistema cosmológico cabalístico descansa en la creencia de que Dios creó el universo a través del
poder de las letras hebreas junto con sus valores numéricos. De hecho, los muchos nombres de
Dios y sus permutaciones en la Cabalá tienen valores numéricos que se cree que contienen
potente poder.
247
c) Los colores
d) Otros símbolos
El Ap acirma de síó mismo que es una “buena noticia eterna” (14,6). Su contenido
fundamentalmente como veremos a propoó sito del cap. 10 es el Evangelio y no porque
recoja las palabras y hechos de Jesuó s, como en los cuatro evangelios, sino porque quiere
expresar, en un vocabulario distinto, la importancia que tiene el Evangelio para todo
cristiano, que esta llamado a ser profeta por el mero hecho de ser miembro de la Iglesia. No
es casual, entonces, que en el Ap encontremos siete bienaventuranzas que enmarcan toda la
obra (1,3 y 22,7.14) y aparecen en lugares claves (14,13; 16,15; 19,9; 20,6). En ellas se
promete, a los que hagan caso del mensaje, que tendraó n acceso al aó rbol de la vida (Gn 2-3) y
a la Jerusaleó n celestial (21,9-27).
LAS SIETE BIENAVENTURANZAS A LO LARGO DELAPOCALIPSIS.
1,3: Dichoso el que lea, y dichosos los que escuchen este mensaje profético y cumplan lo que
está escrito en él, por- que el momento decisivo está a las puertas.
14,13: Y oí una voz del cielo que decía: «Escribe: Dichosos desde ahora los muertos que
mueren en el Señor. De seguro, dice el Espíritu, podrán descansar de sus trabajos, por- que van
acompañados de sus obras».
16,15: Mirad que vengo como un ladrón. Dichoso el que se mantenga vigilante y conserve sus
vestidos. No tendrá que andar desnudo, y nadie verá sus vergüenzas.
19,9: Entonces alguien me dijo: «Escribe: Dichosos los in- vitados al banquete de bodas del
Cordero. Estas palabras de Dios, añadió, son verdaderas».
20,6: Dichosos los elegidos para tomar parte en esta resurrección primera. No tiene sobre ellos
poder la segunda muerte, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, con quien reinarán los
mil años.
22,7: Mira que estoy a punto de llegar. Dichoso el que preste atención a las palabras proféticas
de este libro.
22,14: Dichosos los que lavan sus vestidos para tener derecho al árbol de la vida y poder entrar
en la ciudad por sus puertas.
A traveó s de una estructura muy consciente Juan nos da una pista de lectura
fundamental, que nos ayuda a descubrir coó mo quiere eó l que leamos su obra.