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PSICOLOGIA JURIDICA

M1-L1
Introducción al ejercicio de la psicología jurídica
Introducción
Cuando se habla de psicología jurídica, generalmente, surge el interrogante frente a su campo de estudio, acerca de sus
alcances como parte de la disciplina psicológica y sus áreas de desarrollo.
La psicología jurídica es un área de especialización de la psicología que comprende el estudio, la explicación, la
evaluación y el tratamiento de los fenómenos psicológicos que inciden en el comportamiento legal de las personas
(Del Popolo, 2006).
El psicólogo jurídico puede desarrollar su actividad profesional en múltiples campos de inserción, entre ellos, en el
ámbito tribunalicio o en la psicología forense.
Cada módulo sostiene diversas preguntas centrales de la práctica del psicólogo en este ámbito. En esta lectura, nos
centraremos en comenzar a responder y repensar las siguientes preguntas: ¿qué es la psicología jurídica? ¿Cuál es su
relación con la psicología forense? ¿Cuáles son los ámbitos de aplicación de la psicología jurídica?
Discurso psicológico vs. discurso jurídico. A veces sí
Se trata del caso de un homicidio, más específicamente del homicidio del propio hijo en el momento del parto. Las
particularidades de la forma y sus características no los consignó por varias razones; una de ellas, y
fundamentalmente, es el secreto profesional. Y básicamente porque no hacen al presente trabajo. Pero sí quiero
comentar brevemente cuál fue el nudo de mi trabajo y el conflicto que suscitará, no solo en el momento de presentar el
dictamen, sino también durante el juicio oral.
Hijo versus hijo
Hijo, en sentido jurídico, versus hijo, en sentido psicológico. La evaluada en cuestión, sin ser psicótica, ni débil
mental, no se había constituido en sujeto. ¿Cómo? Todavía no había sido hija y ya había perdido la posibilidad de
serlo, al menos para sus padres: había sido «dejada», como otros muebles que no cabían a la casa a la que se mudaron
los padres cuando ella contaba con siete años de edad. Puerilmente, ella decía: «la casa era chica, yo era traviesa». A
partir de allí, vivió en la casa de su abuela, quien se encargaba de alimentarla y llevarla a la escuela. Registremos en
este instante que esa abuela había engendrado a la madre de la joven acusada en este caso. A los veintiún años de edad
y como producto de una relación casual (fuera de una pareja constituida), engendra (no puedo decir un hijo), y ahí se
suscita la cuestión. Para ser hijo en sentido psicológico, debe ser significado como tal, se debe seguir una secuencia
lógica, pero no tanto, en que el sujeto en cuestión debe constituirse en sujeto del deseo del otro, tener un espacio
prenatal en el deseo de los padres, tener un nombre, ser nominado, prearmado en el contexto del nombre elegido. Para
así poder significarse, «ser hijo».
En sentido jurídico, se puede ser hijo legítimo, natural, adulterino, incestuoso o sacrílego. Cada uno de ellos con la
consecuente explicación de su significado.
En sentido psicológico, el sujeto en cuestión no era hija y, por lo tanto, no podía tener un hijo. Lo engendró, lo parió,
pero todo en sentido biológico. Y también, en sentido jurídico: era un sujeto jurídico que tuvo un hijo. En sentido
psicológico, no constituía totalmente un sujeto, no tenía espacio psíquico para engendrar un hijo psíquico. Podríamos
decir, siguiendo este modelo, que era psíquicamente estéril. La circunstancia de la presentación del informe pericial
generó inquietudes. Mis explicaciones en el juicio oral resultaron, especialmente para la fiscalía, un dislate. Pero yo
continúo, después de los muchos años que pasaron, sosteniendo lo mismo. Alejandra —así llamaré a la sujeto— nunca
tuvo un hijo. Alejandra nunca fue madre, Alejandra era estéril, creo que siempre lo será.

Fue el ejemplo planteado, un caso que recuerdo aún, y no con satisfacción. Ambos discursos (jurídico y psicológico)
fueron versus, no coincidieron, se enfrentaron. La evaluada fue condenada a 25 años de prisión. Lo recibió de la
misma manera que todo en su vida, como algo más que le había tocado: sus padres la abandonaron cuando se
mudaron, le creció un bebé en el útero, dejó el bebé en el baño, la condenaron. Lo tomó con la misma significación de
casi no sujeto. Siempre conservé estas dudas: ¿la condena le habrá significado algo? ¿Habrá podido en algún momento
comprender la trascendencia y significación de su acto, de ese acto en particular? ¿Habrá podido encontrar en esa
condena el castigo a su culpa original, la que hizo que sus padres la abandonaran? (Gardiner, 2003).
1. Introducción a la psicología jurídica: concepto y áreas de desarrollo. Relación con la psicología forense
Conceptualizando la psicología jurídica
La Ley provincial 7106 [1], Disposiciones para el ejercicio de la psicología, sancionada el 13 de septiembre del año
1984 en la ciudad de Córdoba, refiere en su artículo 2: “El ejercicio de la psicología se desarrollará en los niveles

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individual, grupal, institucional y comunitario, ya sea de forma pública o privada, en las áreas de la psicología clínica,
educacional, laboral, jurídica y social” [2]. Cuatro años después, el Área de Psicología Sanitaria es reconocida por el
ex-Consejo de Psicólogos de la Provincia de Córdoba por medio de la Resolución N.° 15 [3], del 7 de septiembre de
1988. Es decir, la psicología jurídica es reconocida en la provincia de Córdoba como una de las seis áreas en las que
puede desarrollarse el ejercicio de la psicología.
Por otra parte, la Ley 7106 señala: “Se entenderá por área de la psicología jurídica la esfera de acción que se realiza en
los tribunales de justicia, institutos penitenciarios, de internación de menores y en la práctica privada de la
profesión” [4]. También agrega que los siguientes se considerarán ejercicios de la profesión de psicólogos en dicha
área: el estudio de la personalidad del sujeto que delinque; la rehabilitación del penado; la orientación psicológica del
liberado y de sus familiares; la actuación sobre las tensiones grupales en institutos penales con tareas de psicohigiene;
la colaboración en peritajes, empleando los instrumentos específicos; la realización de peritajes psicológicos; la
realización de peritajes, y estudios de adopción y de conflictos familiares [5].
Como especialidad esencialmente práctica de la ciencia psicológica, la psicología jurídica muestra una estructuración
científica que adquiere relevancia a partir del año 1985 en lo nacional, cuando se incluyó en la Resolución 2447 [6], de
Incumbencias de los Títulos de Psicólogo y Licenciado en Psicología, del Ministerio de Educación y Cultura de la
Nación. En dicha resolución, se refieren específicamente dos puntos de incumbencia en relación con el área jurídica:
[1]
Ley 7106. Disposiciones para el ejercicio de la psicología. (1984). Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de http://bit.ly/2QWoI5Y.
[2]
Art. 2. Ley 7106. Disposiciones para el ejercicio de la psicología. (1984). Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de http://bit.ly/2QWoI5Y.
[3]
Resolución 15. (1988). Ex Consejo de Psicólogos de la Provincia de Córdoba. Recuperado
de http://bit.ly/2QWoI5Y.
[4]
Art. 2. Ley 7106. Disposiciones para el ejercicio de la psicología. (1984). Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de http://bit.ly/2QWoI5Y
[5]
Art. 3. Ley 7106. Disposiciones para el ejercicio de la psicología. (1984). Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de http://bit.ly/2QWoI5Y.
[6]
Resolución 2447. Incumbencias de los Títulos de Psicólogo y Licenciado en Psicología. (1985). Ministerio de
Educación y Cultura de la Nación. Recuperado de https://bit.ly/3k2Bka0.
Punto 16. Realizar asesoramiento y asistencia psicológica en instituciones de derecho público, pericias, rehabilitación
del penado, tutelado, liberado y sus familiares.
Punto 17. Realizar asesoramiento y asistencia psicológica en el ámbito del derecho privado, adopción, tenencia de
hijos, discernimiento de tutelas, guardas, separación y situaciones derivadas del derecho de familia.
El Reglamento de Especialidades, avalado por el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba, reconoce en la
práctica psicológica seis especialidades básicas que corresponden a las áreas de ejercicio profesional especificadas
recientemente por la Ley 7106 y el área de psicología sanitaria. En su capítulo II, De los perfiles de las especialidades,
señala que se considera área de la psicología jurídica a las acciones destinadas a comprender los hechos suscitados en
el ámbito de aplicación del derecho, desarrollando estrategias de abordajes específicos, útiles y eficaces para la
resolución de situaciones conflictivas [7] .
Si bien la inserción del psicólogo en ese contexto, aportando sus métodos, técnicas y procedimientos específicos se
verificaba desde mucho tiempo antes, tanto la Resolución sobre Incumbencias de los Títulos de Psicólogo y
Licenciado en Psicología[8] como la ley de ejercicio profesional[9] otorgaron a esas prácticas un marco legal propicio a
lo que de hecho se venía realizando.
[7]
Reglamento de Especialidades. (2012). Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba. Recuperado
de https://bit.ly/3nVUY8B.
[8]
Resolución 2447. Incumbencias de los Títulos de Psicólogo y Licenciado en Psicología. (1985). Ministerio de
Educación y Cultura de la Nación. Recuperado de https://bit.ly/3k2Bka0.
[9]
Ley 7106. Disposiciones para el ejercicio de la psicología. (1984). Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Recuperado de http://bit.ly/2QWoI5Y.
Puede decirse que la psicología jurídica está relacionada con los siguientes aspectos:
El estudio, la explicación, la promoción, la evaluación, la prevención y el tratamiento de aquellos fenómenos
psicológicos, conductuales y relaciones, que incurren en el comportamiento legal de las personas, mediante
metodologías implícitas en el método científico, embarcando espacios y niveles de estudio e intervención. (Tapias,
2001, citado en Puhl, Oteyza e Izcurdia, 2018, p. 25).
La psicología jurídica puede definirse de la siguiente manera:
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Especialidad de la psicología que desarrolla su investigación y metodología para mejorar el ejercicio del derecho en
general y la intervención del sistema de justicia en particular, entendiéndose por este fuerzas y cuerpos de seguridad,
administración de Justicia e instituciones penitenciarias. (Muñoz, 2011, citado en Pulh et al., 2018, p. 27).
La licenciada Olga Puente de Camaño (2013) dice que la denominación psicología jurídica alude, en primer término, a
una interrelación, a una suerte de encuentro, de entrecruzamiento de dos ciencias, de dos saberes; de la ciencia
psicológica por una parte y la ciencia jurídica, el derecho, por la otra, cada una de ellas con sus propios cuerpos
teóricos y metodológicos, con capacidad para aportar desde la especificidad de su saber una perspectiva de análisis
propia. Respecto a este entrecruzamiento, la autora refiere lo siguiente:
Para el caso de la psicología, significa trabajar en la comprensión de los complejos fenómenos de la vida psíquica,
presentes en las conductas que, por alguna circunstancia, por tratarse de acciones antijurídicas, como es el caso de los
delitos y de sus autores, o de quienes sufren sus consecuencias, las víctimas, importan a lo jurídico. El derecho, por su
parte, como conjunto de normas, principios, leyes y reglas a cuya observancia son comprometidos los individuos en
toda sociedad jurídicamente organizada, interviene en la regulación de las relaciones humanas. (Bermejo, Redondo y
Scabuzzo, 2013, p. 212).
Este encuentro al que se hace mención, se manifiesta, por un lado, en articulaciones en lo que respecta a las teorías y
en el desarrollo de una práctica concreta, lo que debe entenderse con un sentido de complementariedad, en el que cada
una de las disciplinas aporta desde la especificidad de su saber a la comprensión de la complejidad de los problemas
que tratan en común.

La tarea de dicha disciplina ha sido denominada de distintas maneras a lo largo del desarrollo de la relación entre
psicología y derecho. Algunos de sus nombres han sido psicología legal, psicología forense, psicología judicial,
psicología jurídica, psicología y ley, etc. Normalmente, ha prevalecido en el país la denominación psicología forense,
como designación de la tarea, pero es importante referir que existe una diferencia entre psicología jurídica y forense.
2. Relación con la psicología forense
El Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española (s. f.) refiere lo siguiente respecto al término
forense:
“Del latín forensis.
1. adjetivo. Perteneciente o relativo al foro.” (https://bit.ly/2ZNqbTH).
Por otra parte, se define el término foro, que proviene del latín fórum:
“1. Sitio en que los tribunales oyen y determinan las causas.
2. En la antigua Roma, plaza donde se trataban los negocios públicos y se celebraban los juicios.
3. Fuero.” (https://bit.ly/3GNclkU).
Como lo sostiene Juan H. Popolo, en su libro Psicología Judicial (1996), el término forense, conforme el diccionario
de la Real Academia Española, hace referencia a la plaza donde se trataban en Roma los negocios públicos y donde el
pretor celebraba los juicios, lugar que, actualmente, se denomina tribunal. Y prosigue diciendo que también se ha
designado con el vocablo forense al sitio en que los tribunales oían y dictaminan sentencias, como de igual modo
hacía referencia al ejercicio de la abogacía y la práctica en tribunales (Del Popolo, 1996).
A partir de dicho significado etimológico, se conceptualiza la psicología forense como la rama de la psicología
jurídica que aplica sus conocimientos y técnicas para ayudar a jueces y tribunales en su toma de decisiones (Muñoz et
al., 2007, citado en Puhl et al., 2018).
Para la Asociación Americana de Psicología Forense (2008), la psicología forense es la aplicación de la ciencia y la
profesión de la psicología a las preguntas y problemas relacionados con la ley y con el sistema legal. Por lo tanto,
según Puhl et al. (2018), la psicología forense “es aquella parte de la psicología que desarrolla su praxis en el ámbito
de los tribunales, en sus diferentes fueros, y delimita su objeto de estudio en el entrecruzamiento entre el discurso
jurídico y el discurso psicológico” (p. 28). Y continúan las autoras diciendo que la psicología forense abarca todas las
formas de actuación profesional del psicólogo cuando este actúa con un claro y definido conocimiento en su condición
de experto, en asuntos estrictamente legales, tales como la asistencia a las cortes, a las partes interesadas en los
procedimientos legales y en todas aquellas agencias administrativas, judiciales y legislativas. Siendo su principal
objetivo dotar al proceso judicial de principios, técnicas e instrumentos psicológicos que permitan una valoración más
objetiva de la conducta humana (Puhl et al., 2018).
El caso planteado pertenece al ámbito de la psicología forense, ya que es la aplicación de la profesión psicológica y
sus conocimientos a las preguntas y problemas relacionados con la ley, en este caso si bien no explicita cuáles son los
puntos de pericia y demandas específicas del juez, de acuerdo con lo desarrollado, deja ver que la pregunta era sobre
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el estado mental del sujeto al momento del homicidio, sobre qué había atrás de este acto, cuál era la verdad subjetiva
de quien cometió el hecho. Pertenece a la psicología forense, ya que desarrolla esta praxis en el ámbito de los
tribunales, específicamente en el fuero penal.

Urra Portillo (1993) la define como la ciencia que enseña la aplicación de todas sus ramas y saberes de la psicología
ante las preguntas de la justicia y coopera en todo momento con la administración de la justicia, actuando en el foro y
mejorando el ejercicio del derecho. Por lo cual, el límite de actuación lo establecerá el requerimiento que el proceso
judicial plantee.
Respecto a dichos requerimientos, a grandes rasgos, se puede diferenciar la casuística que se presenta en lo judicial
según fueros de intervención:
Fuero civil Principalmente procesos de tutela e incapacitación de adultos, valoración de daños y secuelas psicológicas,
internaciones psiquiátricas involuntarias (Puhl et al., 2018).
Fuero laboral o de trabajo Daños y perjuicios, hostigamiento, estrés laboral/burn out, litigios entre empleador y
empleado, enfermedades profesionales, accidentes laborales. Valoración de daños y secuelas psíquicas a accidentes o
situaciones de trabajo (Puhl et al., 2018).
Fuero familiar Temas de adopción y privación de derechos parentales de los progenitores, atribución de custodia de
los hijos en caso de divorcio, nulidad y separación, recomendaciones sobre planes de comunicación y contacto,
adopciones, etc. (Puhl et al., 2018).
Fuero penal Evaluación de víctima y victimario. Se valoran cuestiones como la responsabilidad criminal en casos de
trastorno mental de un acusado (evaluación de la imputabilidad del procesado), la competencia de un individuo para
ser juzgado o prestar testimonio, las consecuencias de las víctimas, etc. Capacidad de atravesar proceso judicial,
asesorar al magistrado para dictaminar la veracidad de los dichos, hechos y estado mental de los sujetos. (Puhl et al.,
2018).
Sin embargo, la tarea del psicólogo en el área del derecho es mucho más amplia que la que se puede desarrollar en
relación con los tribunales de justicia. En todo caso, los tribunales de justicia son un sector de la actividad jurídica.
Hay otras actividades que exceden ampliamente tal quehacer y en las que el psicólogo puede realizar diversos y
valiosos aportes al mundo del derecho. A estas actividades, corresponde la denominación psicología jurídica, ya que
hace referencia a un campo más extenso en cuanto al ejercicio de la actividad. No tan restringido como la utilización
de la terminología psicología forense, que solo deja emerger una limitada gama de posibilidades.
Con respecto a la psicología forense:
Es un campo de especialización menos amplio que la psicología jurídica, que desarrolla su praxis en el ámbito de los
tribunales, en sus diferentes fueros.
Es un campo que abarca solo aquellas cuestiones relacionadas con el derecho civil.
Es un campo que abarca solo aquellas cuestiones relacionadas con el derecho penal.
Es un campo de especialización más amplio que la psicología jurídica, que desarrolla su praxis en el ámbito de los
tribunales, en sus diferentes fueros.
Es un campo idéntico a la psicología jurídica, ya que colabora con el sistema judicial y abarca los mismos ámbitos de
aplicación.
Ámbitos de aplicación de la psicología jurídica
La psicología jurídica ha experimentado un gran avance durante los últimos años: se encuentra perfectamente
implantada en nuestra sociedad y se reconoce como una de las áreas de la psicología con mayor proyección de futuro.
El estado actual de la disciplina no puede entenderse sin considerar sus diferentes áreas de trabajo. Son diversos los
temas a los que se intenta dar respuesta desde el ámbito de la psicología jurídica y los espacios en los que se realizan
sus prácticas. Los espacios no han permanecido inmóviles desde los comienzos de su desarrollo, sino que, por el
contrario, han ido ampliándose a lo largo del devenir histórico.
Si bien la clasificación de los distintos ámbitos de la psicología jurídica no es unánime, debido a las peculiaridades
culturales, científicas y legislativas de cada país, y a que varían según cómo se van consolidando sus tareas específicas
y estableciendo límites fronterizos con otras áreas (Fariña, Arce y Novo, 2005), se pueden identificar una serie de
subáreas en función del contexto y del quehacer de la disciplina:
- Ámbito tribunalicio - psicología forense.
- Mediación.
- Psicología del testimonio.
- Victimología.
- Ámbito penitenciario.
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- Criminología. Psicología criminal.
- Ámbito policial.

Ámbito tribunalicio o psicología forense


La psicología forense, también conocida como pericial o psicología aplicada a los tribunales, es una rama de la
psicología jurídica que emplea los conocimientos y métodos utilizados en su rama de trabajo para la evaluación de los
procedimientos judiciales. El propósito de esta evaluación es asesorar a los jueces en la toma de decisiones. La
función principal del psicólogo forense, independientemente del órgano judicial que solicite su intervención, es la de
perito, a través de la emisión de informes periciales que respondan a la pregunta psicolegal solicitada (Manzanero y
González, 2013).
El perito es entendido como aquel sujeto que posee determinados conocimientos científicos, artísticos o prácticos, y
que es requerido por la Justicia para dictaminar sobre hechos cuya apreciación debe ser llevada adelante por un
experto que posea conocimientos especializados (Fariña et al., 2005).

Según el artículo 457 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación [10], será admisible la prueba pericial cuando
la apreciación de los hechos controvertidos requiera conocimientos especiales en alguna ciencia, arte, industria o
actividad técnica especializada. Con todo esto, se entiende que el profesional de la psicología ocupará la función de
auxiliar de la Justicia en el ámbito forense.

El psicólogo forense puede intervenir en el proceso judicial bien como perito designado judicialmente (psicólogos
adscritos a la administración de Justicia o designados por sorteo y lista) o a instancia de parte Muñoz et al., 2011).

Para comenzar a poner en contexto el caso planteado al inicio de esta lectura, es posible establecer que este forma
parte de las conclusiones de un informe pericial —con las particularidades que ya veremos en el módulo siguiente—,
el cual se produce por un encargo judicial y que el magistrado interviniente valorará junto con otras pruebas en el
momento de dictar sentencia.

Se realiza por un perito (en este caso la autora Graciela Gardiner, 2013), como función principal que el psicólogo tiene
dentro del ámbito tribunalicio o de la psicología forense., específicamente en el fuero penal.
El propósito de esta evaluación fue asesorar a los jueces en la toma de decisiones frente a un caso de homicidio, el del
propio hijo en el momento del parto. Al ser un hecho controvertido, que no puede ser llenado o significado desde el
discurso jurídico, se pide la intervención para colaborar con la dilucidación de «la verdad».
[10]
Art. 457. Ley 17454. Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. (1981). Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de https://bit.ly/2TBEJAc.
Mediación
La mediación es el ámbito de la psicología jurídica aplicado a la resolución de conflictos. Está dirigida a investigar,
desarrollar y aplicar métodos y técnicas psicológicas que faciliten la búsqueda de soluciones pacíficas y consensuadas
al conflicto.
Es la intervención en un conflicto de una tercera parte neutral e imparcial: el mediador, que orienta y guía a las partes
en conflicto, mediante la utilización de diversas técnicas, para que puedan manejar o resolver su disputa y llegar a un
acuerdo consensuado con el fin de resolver su conflicto, sin forzar ni imponer la resolución, propiciando el diálogo,
resolviendo el problema y desarrollando soluciones alternativas (Muñoz et al., 2011).
Moore (1995) define la mediación como “la intervención en una disputa o negociación, de un tercero aceptable,
imparcial y neutral que carece de un poder autorizado de decisión para ayudar a las partes en disputa a alcanzar
voluntariamente su propio arreglo mutuamente aceptable.” (p. 13).
Psicología del testimonio
Se encarga de estudiar la exactitud y credibilidad del testigo o víctima. Además, analiza la memoria, la capacidad
perceptiva, las interferencias emocionales y el deterioro del paso del tiempo de ambos (Urra, 2002, citado en Puhl et
al., 2018).
La psicología del testimonio trata de la aplicación de los conocimientos sobre los procesos psicológicos básicos
(atención, percepción, memoria y procesos afines) a la obtención y valoración de la prueba testifical. En psicología
forense, la prueba testifical es un medio probatorio emanado de las declaraciones (testimonios) e identificaciones
entregadas a lo largo del proceso judicial por víctimas, testigos e imputados. La relevancia de estos testimonios
alcanza su máxima importancia en aquellos procesos penales en los que, muchas veces, hay ausencia de otros medios
de prueba (Manzanero, 2008).
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Muñoz et al. (2011) refieren que los tópicos sobre los que ha versado mayoritariamente la investigación dentro de la
psicología del testimonio han sido cuatro, a saber:
a) los factores de influencia en la exactitud de los testimonios, ya que los testimonios pueden ser imprecisos
atendiendo a distintos factores que pueden incidir en el proceso de codificación, almacenamiento y recuperación del
recuerdo;

b) los procedimientos de obtención de declaraciones que permitan obtener la mayor cantidad posible de información
exacta, sin influencias negativas;
c) la evaluación de la credibilidad del testimonio, ya que constituye una demanda histórica por parte del Derecho a la
Psicología la elaboración de métodos de detección de testimonios falsos (por engaño o error); y

d) las pruebas de identificación realizadas por testigos y la evaluación de su exactitud, que ayudarían a evitar, o al
menos minimizar, algunos de los errores que se cometen y a valorar adecuadamente la actuación de los testigos. (p.
10)
Psicología de las víctimas o victimología
La victimología es una disciplina cuyo objeto constituye el estudio científico de las víctimas del delito.
Según Muñoz et al. (2011) esta disciplina abarcaría los siguientes aspectos:
a) intervención psicológica con víctimas (intervención en crisis y tratamiento de psicopatología traumática); b)
prevención de la victimización mediante el control de los factores de riesgo victimal (prevención inespecífica
mediante planes integrales de prevención y prevención específica dirigida a población de riesgo) y c) prevención de la
victimización secundaria, mediante la sensibilización de los profesionales al servicio del Sistema de Justicia y el
acompañamiento de la víctima a lo largo del proceso judicial. (p. 10).
Para Hilda Marchiori (1998), el concepto central dentro de la victimología es la asistencia victimológica, la cual tiene
por objeto principal atenuar las graves consecuencias que deja el delito en la víctima y en su familia. En un concepto
amplio, se refiere a la aplicación de todas las medidas tendientes al conocimiento, comprensión y ayuda para la
recuperación de la víctima.
Ámbito penitenciario
Miguel Ángel Soria (2006) define el ámbito penitenciario de la siguiente manera:
Aquella rama de la psicología que analiza y aplica aquellos procesos de evaluación y tratamientos de personas que se
hallan bajo custodia penitenciaria, sean condenados o en espera de juicio, y aquellos procesos posteriores de tipo
comunitarios destinados a su reinserción social. (p. 15).
Criminología. Psicología criminal
Miguel Ángel Soria (2006) denomina a esta área como psicología criminal, entendida como el conocimiento de
aquellos procesos psicosociales que influyen en la génesis, el desarrollo y el mantenimiento de la conducta criminal,
así como de aquellas técnicas para su control previo o detección.

Según Garrido (citado en Muñoz et al., 2011), sus tópicos de interés investigador versan sobre los siguientes aspectos:
a) explicación de la conducta delictiva; b) prevención y tratamiento; c) estudios de carreras delictivas; y d) predicción
del riesgo de violencia.
Ámbito policial
La psicología policial, según refiere Soria Verde (2006), es una de las áreas de menor desarrollo, pero de mayor
potencialidad. Miles de miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad, se enfrentan a diario en el ejercicio de sus
funciones legalmente establecidas, a múltiples conflictos sociales y personales. Este autor la define de la siguiente
manera:
Rama de la psicología jurídica dirigida a la aplicación de la psicología clínica, social y criminal a los procesos
organizativos, (selección de personal), de formación (manejo de estrés, asistencial, etc.), administrativos y de apoyo
interno (apoyo psicológico profesional, factores laborales de riesgo, etc.) y de investigación policial (análisis de la
conducta criminal, negociación en toma de rehenes, etc.) (p. 16).
En el ejercicio cotidiano, el psicólogo que se desenvuelva en los mencionados espacios se verá una y otra vez
interrogado por la ley. Ello, por cuanto la justicia, entendida en este caso como la estructura estatal que imparte la ley

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positiva, le requerirá aportes que le sirvan para dar respuestas a aquellos temas en los que el saber del derecho se
queda sin argumentos posibles. Es así como el oficio del psicólogo jurídico alumbra la visión del jurista.

El campo de la psicología se le presenta propicio al jurista, ya que este ha comprobado que las excelencias de sus
técnicas específicas, muchas veces, solo alcanzan la verdad con el auxilio directo de la psicología. La realidad
empírica ha demostrado que la ciencia psicológica se ha hecho, cada vez, más imprescindible en el mundo jurídico
moderno.
Son de importancia las palabras de la profesora licenciada Graciella Llarull (citada en Puhl et al., 2018) quien dice que
la psicología jurídica, de novel desarrollo, se ha ido construyendo a partir de la práctica. El ser convocado en un
ámbito que no es propio y que ostenta de tanto poder como el judicial, resulta muy seductor, de ahí que más de una
vez se haya intervenido desde el interés más que desde la formación específica, creyendo que ser psicólogo habilita
para el trabajo en cualquier ámbito, traspolando conocimientos de la psicología clínica; dichos conocimientos, si bien
son la base de nuestra formación, no bastan para realizar trabajos psicojurídicos serios. Que no desvaloricen nuestro
accionar luego de tantas luchas para lograr un reconocimiento que nos permita ser convocados cada vez más en el
ámbito forense. La sociedad está en movimiento continuo y nuestras subjetividades nos interpelan constantemente
sobre el saber hacer y también sobre la actualización constante Graciella Llarull (citada en Puhl et al., 2018).
M1-L2
Psicología y derecho: entrecruzamiento del discurso legal y psicológico. Verdad psíquica y verdad jurídica
Introducción
Como se desarrolló en la lectura anterior, la denominación psicología jurídica alude a una interrelación, a una suerte
de encuentro y de entrecruzamiento de dos ciencias, de dos saberes; de la ciencia psicológica, por una parte, y la
ciencia jurídica, el derecho, por la otra. Cada una de ellas con sus propios cuerpos teóricos y metodológicos, con
capacidad para aportar desde la especificidad de su saber una perspectiva de análisis propia.

Es innegable esta relación existente entre la esfera de la psicología y el derecho que ha ocurrido en particular desde la
praxis, en gran medida debido a la necesidad del derecho de valerse de los conocimientos psicológicos especiales para
regular la conducta social de las personas.

La presente lectura sostiene las siguientes preguntas: ¿cuál es ese lugar de entrecruzamiento discursivo entre lo
psicológico y lo jurídico que marca la práctica del perito psicólogo? ¿Cuáles son los puntos de encuentro y
divergencias entre la psicología y el derecho? ¿Cuál es «la» verdad que busca dilucidar el discurso jurídico? ¿En qué
se diferencia la verdad jurídica de la verdad psicológica? Estos son interrogantes a los que iremos encontrando
respuesta a continuación.
1. Interacción psicología y derecho. Modelo de subordinación y modelo de complementariedad
Para explicar y estudiar la interacción psicología-derecho se han desarrollado dos modelos o concepciones teóricas: el
modelo de subordinación y el modelo de complementariedad.

Respecto al modelo de subordinación, Del Popolo (1996):


Define la actividad de la psicología jurídica como una psicología aplicada al mejor ejercicio de derecho; en este caso,
se considera que existe al menos una parcela del saber psicológico que tiene como finalidad dar respuestas a las
necesidades del mundo jurídico, y satisfacer sus preguntas y demandas (p. 15).
Recordemos que tiempo atrás esta concepción imperó en la psiquiatría forense, al considerar al psicólogo un auxiliar
de la psiquiatría, asignándole un rol meramente auxiliar y de subordinación, sobreentendiéndose que el diagnóstico
clínico y la intervención las efectuaba el médico psiquiatra y no el psicólogo. Al psicólogo se le adjudicaba el rol de
«testista», y se lo identificaba solo con la administración de pruebas psicotécnicas (Del Popolo, 1996).
Esta concepción de subordinación de la psicología a la psiquiatría, es extrapolada a la subordinación de la psicología
al derecho.
En este caso, se reduce el papel de la psicología a cooperar con la administración de justicia, a responder a las
necesidades y preguntas del derecho, y a realizar aplicaciones de los conocimientos psicológicos al terreno legal. Se
cree que el papel del psicólogo en el mundo del derecho es exclusivamente el de un profesional capaz de responder a
las consultas de jueces, abogados y juristas, de servir a los tribunales correccionales, a la policía, a los defensores del
pueblo y de la legalidad, entre otros aspectos. Se desprende, entonces, que este modelo de subordinación limita el
quehacer del psicólogo, al concebirlo como un profesional que solo responde preguntas para el derecho.

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Del Popolo (1996) plantea que no hay inconveniente alguno en que el psicólogo responda a las preguntas de los
tribunales, y que sirva a la administración de justicia, colaborando en lo que le sea posible para una mejor
administración de ese servicio. Pero debemos preguntarnos, dice el autor, si la esencia de su papel en relación con el
mundo jurídico queda agotada en este modelo que se ha llamado de subordinación.

Una concepción importante de la psicología jurídica en el campo del derecho es que pueda preguntarle y responderle
al derecho por la racionalidad, existencia y convivencia de sus sistemas conceptuales y normas desde un punto de
vista psicológico, de manera tal que pueda llevar al derecho a un copensamiento que le obligue a repensar todas las
parcelas del derecho. Por este motivo, no participamos de una concepción de la psicología jurídica como disciplina
subordinada, en la que una ciencia pregunta y la otra responde, en la que no hay intercambio de pensamiento, pues
ello implicaría un modelo lineal, de flujo unidireccional.
En cualquier tipo de actividad desarrollada por psicólogos en el área jurídica, debe existir una reflexión y un análisis
—psicológico— de la realidad con la que se está tratando, para poder lograr, en definitiva, una buena actuación.
Aun cuando el psicólogo esté trabajando en el terreno de lo pericial y se le formulen concretas demandas a elucidar,
no puede dejar de pensar, desde la perspectiva psicológica, acerca de la misma demanda pericial. Debe, por ejemplo,
refiere Del Popolo (1996), analizar si le es psicológicamente posible responder esas preguntas, lo cual implica que no
se coloca en el simple papel de responder a las preguntas que el derecho hace.
Parte de dicha tarea que excede el responder las demandas del juez, también se desarrolla informalmente en la práctica
cuando el psicólogo ayuda al magistrado a definir los puntos de pericia, que pueden ser científicamente respondidos y
que hacen a la causa. En estas consultas, muchas veces «informales», más allá de los códigos de rito que prescriben
que es el juez quien debe fijar los puntos de pericia, vemos una lógica de actividad de diálogo (y no de modelo de
alguien pregunta y alguien responde), entre el mundo jurídico y psicológico. Del Popolo (1996) dice que “es natural
que así sea, ya que resulta bastante ilógico que alguien pueda preguntar sin saber qué es lo que se puede preguntar y
responder” (p. 18).
La crítica a este modelo de subordinación que plantea el autor no implica eliminar la posibilidad de que las ciencias
jurídicas le formulen preguntas o le planteen problemas a la psicología jurídica para que esta le responda esos
interrogantes, ya que es el derecho quien invita a la psicología a través de sus cuestionamientos. Lo que sí debe quedar
claro es que el modelo de subordinación implica, para muchos psicólogos, una posición cómoda, no generadora de las
angustias que conlleva el pensar, el proponer, el crear respuestas, el cuestionar.
El modelo de complementariedad, continúa Del Popolo (1996), implica un riesgo y un desafío mayor frente al modelo
de subordinación de la psicología al derecho o a la psiquiatría según sea el caso; ya que implica analizar, comprender,
criticar, resolver, interpretar, solucionar psicológicamente los institutos del derecho, siendo tales actividades útiles,
incluso desde tareas tan prácticas como el cotidiano quehacer pericial del mundo jurídico.
No obstante, complementariedad no significa confusión de saberes, se trata, en todo caso, de interacción de saberes, en
la que cada disciplina conserva sus matices específicos. La complementariedad abre la perspectiva de un diálogo, de
una interacción del mundo psicológico con lo jurídico; cada uno desde su posición propia, pero con apertura a otros
saberes.
Graciela Gardiner (2003) refiere que el lugar en el que le corresponde situarse a los peritos, es el lugar de
complemento, de la suma de conocimientos desde cada práctica, que da mayor comprensión del hecho o acto
delictivo, del espacio vacío en el decir que deja el sujeto y llena con el hecho de autos; única forma que encuentra para
expresar algo que no tolera más.
El caso planteado sobre el homicidio del hijo en el momento del parto ejemplifica esta posición de complementariedad
de ambos discursos, aunque no coincidan, aunque se hayan enfrentado. Ya que, para el discurso jurídico, la sujeto en
cuestión (como refiere la autora), tuvo un hijo y lo mató, razón por la cual fue condenada. Y para el discurso jurídico
nunca se había constituido en sujeto, por lo cual no tenía espacio psíquico para engendrar un hijo. Pero fue la suma de
conocimientos desde cada práctica, aunque no hayan coincidido.
Marca las opciones que correspondan al modelo de subordinación respecto a la interacción psicología-derecho:
Limita el quehacer del psicólogo.
Al papel de la psicología se lo reduce a cooperar con la administración de justicia, a responder a las necesidades y
preguntas del derecho.
Se trata de interacción de saberes, en la que cada disciplina conserva sus matices específicos y abre la perspectiva de
un diálogo.
Implicaría un modelo lineal, de flujo unidireccional.
2. Psicología y derecho: entrecruzamiento discursivo
Como se viene haciendo referencia, psicología y derecho son dos disciplinas que dialogan, discuten, intercambian y se
articulan a partir de un entrecruzamiento discursivo que inaugura un campo de conocimiento concreto: la psicología
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jurídica.
En este sentido, según Puhl, Oteyza e Izcurdia (2018), cabe aclarar que “en este encuentro discursivo entre el derecho
y la psicología, es el primero quien oficiaría de «anfitrión», invitando a la segunda a efectuar sus aportes más
específicos, a fin de colaborar en la práctica de administrar justicia” (p. 17). Es el derecho quien invita con su pregunta
y la psicología quien, con su respuesta, ingresa al universo del derecho. Queda así, entonces, establecida la relación
entre el derecho y la psicología y, en el seno de esta última, la especificidad que le corresponde a la psicología
jurídica, con el fin de asesorar en una disciplina que de por sí es ajena al derecho.
En muchas ocasiones, el derecho necesita de la psicología para la mejor comprensión de los hechos que se debaten en
la práctica judicial. De esta manera, la psicología realiza sus aportes para la optimización de la comprensión y
aplicación de la ley.
Bajo la óptica del modelo de complementariedad, ambas disciplinas encuentran su punto de encuentro, pero también
sus divergencias.
En relación con sus objetos de estudio, la psicología y el derecho encuentran su coincidencia en que ambas disciplinas
son ciencias humanas y sociales, y, como tales, su objeto de estudio es la conducta humana, pero realizan su enfoque
desde distintas perspectivas (Puhl et al., 2018).
Respecto a este punto, Garrido (1994, citado en García López, 2019) dice que “la conducta humana no es más que un
objeto material susceptible de ser estudiado desde distintas perspectivas, y estas son las diferencias sustantivas de los
saberes” (p. 36). Dicho autor sostiene que la psicología y el derecho comparten una concepción unívoca de los
procesos que gobiernan la conducta humana, solo que la primera los estudia y la segunda los supone. Con esto, hace
referencia a sus diferencias epistemológicas: el derecho analiza la conducta desde su dimensión normativa, con base
en el deber ser, reflejada en leyes positivas; en cambio, la psicología se concentra en el estudio de la conducta tal y
como sucede en la realidad, es decir, se aproxima desde el ser. En este sentido, “la psicología alude a la conducta
como objeto de estudio y el derecho como objeto de regulación” (García López, 2019, p. 36).
Puhl et al. (2008) dicen que, mientras que la psicología pretende dar cuenta del comportamiento humano y estudiar las
características de dicha conducta, el derecho se ve en la obligación de controlarlo (Arce y Prieto, 1998, citado en Puhl
et al., 2018). En palabras de los autores:
La regulación de la conducta es la función esencial de la ley positiva, la cual nos marca lo que debemos hacer o evitar.
Mientras que la función de la psicología en su entrecruzamiento con el derecho es el entendimiento de los procesos
que conducen a que el sujeto realice o no una conducta, es decir, a encontrar el por qué un sujeto se adhiere a la ley o
la transgrede. (Puhl et al., 2018, p. 24).
Según lo expuesto, Eric García Lopéz (2019) dice que “el nexo que vincula a la psicología y el derecho respecto de su
objeto de estudio no es de identidad, sino de complementariedad” (p. 36). La psicología desarrolla un saber
relacionado con el psiquismo, el cual permite, entre muchas cosas, conceptualizar y comprender la conducta social del
sujeto en un entorno regulado de manera jurídica.
Siguiendo con el concepto de conducta para cada disciplina, cuando en el derecho se habla de conducta, se hace
referencia a la exteriorizada, mientras que la psicología toma en cuenta tanto aspectos externos como los internos.

Luis Muñoz Sabaté (1975, citado en Puhl et al., 2018) basó la relación existente entre psicología y derecho en tres
vertientes principales: psicología del derecho, psicología en el derecho y psicología para el derecho, a saber:
Psicología en el derecho. Dados los elementos psicológicos de los que se compone el derecho, este precisa de la
psicología. Estudia los componentes psicológicos que prevé la norma jurídica, así como los efectos que la formulación
y aplicación de esta norma tienen en la conducta.
La psicología en el derecho hace referencia a que las normas contienen una gran cantidad de componentes
psicológicos que posibilitan, obviamente, el aporte de la psicología para ayudar a su comprensión. En este sentido,
dice Muñoz Sabaté, la norma está plagada de conceptos psicológicos o que requieren los aportes de la psicología para
su determinación, como locura o demencia, entre otros. Otro ejemplo es la necesidad de los conocimientos derivados
de la psicología que hacen posible orientar las medidas educativas para su reinserción social.
 Psicología del derecho. Desde esta perspectiva, se considera que el sistema judicial está formado por normas,
y que estas normas constituyen estímulos que estimulan o inhiben ciertos comportamientos. Sería el intento
por explicar la esencia jurídica y el abordaje de la validez del derecho, así como la concepción de lo justo y de
la concepción de justicia. Para Blackburm (1993, citado en García López, 2019), la psicología del derecho
hace alusión a las investigaciones psicológicas en aspectos tales como la obediencia o desobediencia de las
personas a la ley, el desarrollo moral, las percepciones y actitudes de la población hacia las sanciones penales,
el concepto de justicia que se tiene por parte de ciudadanos y funcionarios. En general, se puede decir que este
tipo de relación permite que la psicología aporte sus conocimientos a los aspectos relacionados con el

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ejercicio de la ley por parte de las autoridades, magistrados, investigadores judiciales, etc. Es intentar explorar
las intenciones y consecuencias que la norma genera.
 Psicología para el derecho. Dentro de esta psicología, se encuadraría la psicología forense, la que “enseña la
aplicación de todas las ramas y saberes de la psicología ante las preguntas de la justicia, y coopera en todo
momento con la administración de justicia, actuando en el foro (tribunal) y mejorando el ejercicio del
derecho” (Urra, 2002, citado en Puhl et al., 2018, p. 3).
Eric García López (2019) dice que, si bien esta taxonomía que propone Muñoz Sabaté ha constituido un aporte
histórico para comprender la vinculación entre la psicología y el derecho, deja fuera numerosos campos de aplicación,
dado que se formuló a principios de la década de 1980, los cuales resultan fundamentales hoy para la especialidad. Por
esa razón, luego de una larga reflexión al respecto, y tras percibir que en dicha propuesta existen vacíos en cuanto a
sus ámbitos de aplicación, se ha considerado necesario proponer una cuarta categoría de psicología vinculada con el
derecho, la denominada psicología con el derecho.
Según palabras del autor, “esta categoría no se ideó para explicar la colaboración de la psicología con el derecho, sino
más bien para dar cuenta del trabajo complementario que pueden desarrollar ambas disciplinas, en la compleja función
social de administrar justicia” (García López, 2019, p. 39). Relación que surge a partir de lo expuesto en el modelo de
complementariedad de la psicología con el derecho.
Tabla 1. Derecho vs. psicología: resumen de diferencias
DERECHO PSICOLOGÍA
Ciencias humanas y sociales
Conducta humana
Conducta como objeto de regulación Conducta como objeto de estudio
Se ve en la obligación de controlar el comportamiento Pretende dar cuenta del comportamiento humano.
humano.
Regula la conducta humana. Estudia las características de la conducta humana.
Conducta: conducta exteriorizada Conducta: aspectos externos e internos
Analiza la conducta desde la dimensión normativa. Analiza la conducta tal como sucede en la realidad. Se
Con base en el deber ser. aproxima desde el ser.

Trata de fomentar o prohibir en función del poder que Trata de explicar por qué los sujetos infringen la ley.
posee.
Lenguaje del deber ser Lenguaje del ser
Verdad jurídica Verdad psicológica
Tanto la psicología como el derecho se aproximan a su objeto material común: la conducta, aunque desde
perspectivas diferentes. Marque la opción correcta en relación con el concepto de conducta desde la ciencia del
derecho: Toma en cuenta tanto aspectos externos como los internos de la conducta.
Busca el entendimiento de los procesos que conducen a que el sujeto realice o no una conducta.
Cuando se habla de conducta, se hace referencia a la exteriorizada, al deber ser.
Cuando se habla de conducta, se hace referencia a la exteriorizada, buscando entender su por qué; las leyes del ser.
3. Verdad psíquica vs. verdad jurídica
En cuanto a las divergencias que se plantean entre la psicología y ley, si bien ambas se preocupan por la búsqueda de
la verdad; Puhl et al. (2018) refieren lo siguiente:
es importante tener en cuenta que al derecho le importa investigar lo relacionado con la verdad objetiva, la verdad de
los hechos acaecidos, mientras que la psicología centra su estudio en la verdad subjetiva, la verdad que subyace en el
sujeto y se construye según su historia de vida y el contexto sociocultural en el que se desenvuelve (p. 25).
Graciela Gardiner, en su libro Construir Puentes en Psicología Jurídica (2003), habla del discurso jurídico versus el
discurso psicológico, los cuales a veces coinciden, y a veces no, como el caso presentado al introducir el módulo, en el
que parecieran dos versiones opuestas del mismo hecho. Hijo en sentido psicológico versus hijo en sentido jurídico.
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Para la autora, para ser hijo en sentido psicológico debía ser significado como tal, constituirse a partir del deseo del
otro, ser buscado, ser amado. Para así poder significarse «ser hijo». Y en sentido jurídico se puede ser hijo legítimo,
natural, adulterino, incestuoso o sacrílego. Según la verdad jurídica, la verdad de los hechos acaecidos, esta madre
había cometido un homicidio, había matado a su hijo, pero según la verdad psicológica, al no haberse podido nunca
constituir como sujeto, tampoco habría podido ser madre psicológicamente. Estas son conclusiones a las cuales llega
la autora mediante el análisis pericial y la reconstrucción de la historia de vida, aquello que subyace a ese sujeto que
cometió el homicidio. ¿Qué había atrás de ese acto?
Gardiner (2003) expresa que esto constituye una de las reglas básicas de este juego, en el que los abogados son los
jugadores titulares; pero en el tiempo en el que los jugadores suplentes —los psicólogos (peritos versados en algún
arte o ciencia) — entran a jugar, se produce una ruptura en este decir contundente y se comienza a buscar la verdad en
otro lugar. Ya no en el hecho, en el que naturalmente solo los magistrados tienen la posibilidad de dictar sentencia
sobre «la verdad», sino que parte de la búsqueda de esa verdad se desplaza sobre el aparato psíquico de los evaluados.
Se solicita una pericia exclusivamente por encargo judicial, la cual culmina en un dictamen que será, junto con otros,
uno de los elementos que el magistrado interviniente valorará en el momento de dictar sentencia. Si bien no es
vinculante, constituye una prueba. Es, entonces, una prueba de lo que se busca, constituye una prueba más de la
verdad jurídica. ¿La pericia nos lleva a pensar y trabajar sobre algo en relación con la verdad? En principio, constituye
para el psicólogo el primer enfrentamiento con «una» verdad. El discurso jurídico busca, intrínsecamente, dilucidar la
«verdad»; pero para la psicología y la concepción freudiana del inconsciente, «la» verdad no existe; se podría decir
que existen tantas verdades como aparatos psíquicos intervienen en un hecho.
Gardiner (2003) refiere que “la pericia psicológica debe producir un dictamen que diga algo sobre la verdad subjetiva
del sujeto, que pueda poner palabras o significados en el hueco de acto, a veces incomprensible desde la verdad
jurídica” (p. 14).
La autora se pregunta: ¿cuál es el desafío en este ámbito? Todo. Debido a este entrecruzamiento que se provoca en el
informe pericial como discurso psicológico vs. discurso jurídico. La tarea es en el campo de la psicología jurídica,
campo relativamente nuevo y con un discurso que no nos es propio. Ahí intentamos redefinir los términos desde
nuestra propia ciencia sin perder especificidad y buscando el objetivo de todo lenguaje: entendernos. Muchas veces
nos encontramos con un mismo término, pero con significados diferentes, como en el caso hijo en sentido psicológico
vs. hijo en sentido jurídico.
M1-L3
Derecho: conceptos introductorios. Derecho civil y derecho penal
Introducción
La psicología jurídica, como campo de conocimiento específico de inserción profesional del psicólogo, brinda el
aporte de la subjetividad, visión tan particular que le da al derecho el aporte necesario para ver la particularidad del
caso (Puhl, Oteyza e Izcurdia, 2018).
En este contexto, en el que la psicología se inserta en un ámbito que no es propio —el jurídico, con sus leyes,
discursos y particularidades—, la capacitación, la formación y el conocimiento de conceptos que atraviesan el mundo
del derecho es fundamental. Es una práctica que necesariamente demanda de conocimientos específicos para operar en
los distintos ámbitos jurídicos.
Para que la ciencia de la psicología pueda adentrarse en la comprensión del campo del derecho, en esta lectura, nos
insertaremos en el conocimiento de conceptos claves e introductorios del ámbito jurídico, comenzando por dilucidar
los siguientes interrogantes: ¿qué es el derecho? ¿Qué es el derecho público y el derecho privado? ¿Qué caracteriza al
derecho civil y el derecho penal? ¿Cómo es un proceso civil y uno penal?
1. El concepto de derecho
La conducta del hombre está regida por diversas reglas, algunas derivan del derecho (normas jurídicas), otras derivan
de la moral o la ética (normas éticas), de la religión, de los usos sociales (normas del buen trato o decoro), y otras
derivan de cuestiones técnicas relacionadas con oficios o profesiones, entre otras. Es decir, siempre que el hombre esté
en un estado de convivencia social, estará regido por alguna regla o norma. Sin embargo, las únicas acciones que son
penadas por la ley son aquellas que están explícitamente prohibidas por las normas jurídicas.
Torré Abelardo (2003) define las normas como “principios directivos de la conducta o actividad humana”. Las
normas expresan lo que debe ser, no lo que es, es decir, un ideal de lo que se debería alcanzar.
El ser humano es un ser social, necesita de otros para sobrevivir. Por este motivo, todas las sociedades, a lo largo de la
historia, han tenido una serie de reglas más o menos formales que garantizan la posibilidad de vivir conjuntamente en
armonía.
Puhl et al. (2018), en su texto Conceptos introductorios al campo del derecho, refieren que para que la ciencia de la

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psicología pueda adentrarse en la comprensión del campo del derecho, se debe comenzar por desentrañar qué es el
derecho.
Abelardo Torré (2003) continúa diciendo que, cuando comenzamos, entonces, por preguntarnos qué es ese objeto
llamado derecho, al pretender contestar la pregunta, surge una dificultad, la cual deriva no solo del objeto que vamos a
estudiar, sino también de la ambigüedad del término «derecho», que se emplea en nuestro idioma para designar cosas
distintas (como ciencia del derecho, facultad jurídica o derecho subjetivo, o como conjunto de reglas y normas).
Teniendo en cuenta la acepción en sentido objetivo, o también llamado positivo, indudablemente todos tenemos una
idea más o menos aproximada de lo que es el derecho. En efecto, todo ser humano (con ciertas excepciones) sabe que
hay ciertas «leyes» o normas, que estamos obligados a cumplir, queramos o no. Y eso es precisamente el derecho.
Según Torré (2003), el derecho “es el sistema de normas coercibles que rigen la convivencia social” (p. 25).
Posteriormente, el autor analiza dicha definición. [1]
Un sistema de normas
Un sistema de normas es un conjunto más o menos ordenado y jerarquizado de reglas o normas de conducta (por
ejemplo, para nosotros la norma más importante es la Constitución nacional ), que, por ejemplo impone la
obligatoriedad de dar o hacer determinadas cosas (pagar un impuesto, inscribir el nacimiento de un hijo, dar auxilio a
una persona en estado de indefensión, etc.); que nos indica cómo debemos realizar ciertos actos, aunque no tengamos
la obligación de hacerlos (matrimonio, testamento, adopción), que establece qué actos están prohibidos con pena de
sanción (robo, hurto, homicidio, etc.).
Coercibles
La palabra coercibles hace referencia a que esas normas son susceptibles de ser aplicadas mediante la fuerza pública,
en caso de inobservancia. Este carácter de coercibilidad es lo que las diferencia de otras normas que también rigen la
convivencia social, pero cuyo cumplimiento no es obligatorio como lo son las normas morales, las costumbres o los
usos sociales, entre otros.

Rigen la convivencia social


El hecho de que «rijan la convivencia social» refiere a que, en todas las sociedades, desde las más primitivas hasta las
más modernas, existen normas que rigen las relaciones de los seres humanos entre sí.
El fin del derecho es el orden justo de la convivencia, tender a un orden social, pero protegiendo el bien individual.
Dentro de toda sociedad, ha existido un sistema normativo que detenta tal objetivo.
Así, en cada etapa histórica, puede identificarse la existencia del derecho positivo, es decir, un plexo normativo
vigente en determinado tiempo y lugar.
Nuestro derecho positivo, el derecho que rige la convivencia en nuestro país, está signado por un sistema de normas
escritas que poseen una jerarquía especialmente establecida.
[1]
Ley 24430. Constitución de la Nación Argentina. (1994). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/36NHFgU.
2. Ramas del derecho: derecho público y derecho privado
En el derecho, se suelen distinguir grupos o subconjuntos normativos que, al referirse a sectores diferenciados del
mundo jurídico, y por basarse en ciertos principios o caracteres que son comunes entre sí, se diferencian de otros
subconjuntos; esto es lo que algunos autores denominan ramas del derecho (Latorre, 1990, citado en Fosco, 2018).
Si bien el derecho es un concepto unitario, hay una tradicional diferencia entre ramas de derecho privado y derecho
público, defendida por unos y negada por otros.
Se entiende, en general, por derecho público al que se caracteriza por la existencia de un ejercicio del poder estatal.
Sus normas regulan la organización y la actividad del Estado, y los entes públicos y su relación con los particulares.
Se suele hablar de normas de subordinación, en el sentido de que existe un grado de desigualdad e inferioridad del
particular frente al Estado en las relaciones jurídicas.
Por derecho privado, se entiende aquel que regula las relaciones entre particulares, o sea, ninguna de las partes que
intervienen en la relación jurídica reviste el carácter de sujeto con supremacía jurídica, ya sea estatal o privado, aun
cuando pueda ocurrir que también el Estado sea un sujeto de la relación jurídico-privada cuando no actúa como
órgano revestido del poder estatal. En el derecho privado, todos los que intervienen lo hacen en pie de igualdad
jurídica, de allí que se hable de relaciones de coordinación y no de subordinación como en el derecho público.
Fosco (2018) refiere que esta división, en público y privado, viene de muy lejos y se la suele entroncar con la
concepción conocida con el nombre de teoría de interés en juego. Según la doctrina clásica del derecho romano, las
normas del derecho público corresponden a un interés colectivo, y las del privado se refieren a intereses particulares.
Es cierto que las normas del derecho público están consagradas principalmente al interés de la comunidad considerada
en su conjunto, mientras que las del derecho privado contemplan, en una primera línea, el interés de los individuos
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particulares. No constituye una tajante distinción, sino una tendencia que no proporciona un criterio válido para
distinguir lo que es un ámbito u otro.
Predomina en la actualidad la opinión de que ambos tipos de derechos no son campos perfectamente diferenciados o
bien opuestos, sino que subyacen principios y criterios que se encuentran combinados, aún en diferentes proporciones,
en cada uno de ellos.
Más allá de este ordenamiento, Torré (2003) dice que conviene advertir que no es posible establecer límites precisos y
tajantes entre las diversas ramas jurídicas, puesto que, en realidad, hay una zona común en las fronteras, que abarca
elementos integrantes de ambos campos limítrofes y que será más o menos amplia, según las ramas de que se trate.
Entonces, debemos aceptar que esta división solo marca un grado relativo de mayor incidencia de lo público o de lo
privado según sea el caso, pero nunca resultará una clasificación exhaustiva.
Ahora bien, a su vez, cada una de estas grandes divisiones o ramas se subdividen en varias disciplinas especiales o
subconjuntos. La clasificación generalmente aceptada es la que integra, dentro del público, al derecho constitucional,
administrativo, penal, procesal, tributario y político. Al derecho privado, le corresponden el derecho civil, comercial,
social o del trabajo, etc.
Esta clasificación hace referencia a las relaciones jurídicas internas (derecho interno o nacional), o sea, cuando las
relaciones jurídicas se dan dentro del ámbito del país o surten efectos en él. Pero cuando existen relaciones que
rebasan el ámbito de validez de un determinado sistema del derecho interno, entonces, se habla de un derecho
internacional. Este último, a su vez, se alineará al lado del público, cuando afecte las relaciones con otros Estados y
junto al privado, cuando afecte relaciones de particulares de distintos países. Al primero se lo denomina derecho
internacional público y, al segundo derecho internacional privado.
Tabla 1: Esquema de disciplinas del derecho

Si tenemos en cuenta el caso planteado en el módulo, es posible decir que este correspondería a la rama de derecho
público, específicamente, a la del derecho penal.
El bien jurídico protegido en el homicidio es la vida humana. Se considera que la vida es el bien más preciado del que
gozamos los humanos y su tutela constitucional y penal es máxima. Y el Estado, en el ejercicio de su poder estatal, es
quien debe velar por el bien público, de la comunidad. Por su parte, la vida humana es un bien que debe proteger el
Estado. El delito de homicidio, si bien en general ataca a los derechos de un individuo en particular, en el caso del
bebé fallecido, se considera que atenta siempre, mediata o inmediatamente, a la sociedad. De allí que la aplicación de
la ley penal le corresponde al Estado, quien puede haber actuado de oficio o a partir de la denuncia efectuada, por una
parte —interés de la parte.
Dentro de las disciplinas que integran el derecho público, nos centraremos en el derecho penal, y respecto a las
disciplinas del derecho privado, haremos hincapié en el derecho civil, ambas relacionadas con nuestros ámbitos
posibles de desempeño de mayor prevalencia como psicólogos jurídicos.
Derecho penal
Antiguamente, en materia penal, regía el castigo particular o la venganza, era el imperio de la ley del talión, que fuera
recogida en el Código Hammurabi y en la ley de las doce tablas. Luego, rigió el destierro como limitación o
moderación a la venganza y más tarde el sistema composicional, compensando ofensas delictivas mediante el pago de
una suma de dinero (Soler, 1983, citado en Fosco, 2018).
Pero, con las organizaciones de los Estados, se moderó y ordenó la regulación de la aplicación de las sanciones
penales por parte del Estado. En ese entonces, el Estado asumió el monopolio de la aplicación de sanciones a los que
cometieran un delito y nació el derecho penal como una rama del derecho público.
Dos principios surgen en el siglo XVIII, que se consolidaron en el siguiente: la supremacía de la seguridad jurídica y
un criterio moderador de las penas.
El primer aspecto se garantiza mediante la producción de las normas legales penales como función exclusiva y
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excluyente del órgano legislativo, así como su aplicación lo fuera por parte del órgano judicial.
El segundo aspecto se reflejó en la aplicación de esas leyes teniendo en cuenta la posibilidad de lograr la
rehabilitación social del condenado.
La acción del Estado, que es el encargado de ejercer la función pública, asegura la defensa de la sociedad, mediante la
prevención y la represión de ciertos hechos dañosos al individuo y a la colectividad, llamados delitos (González
Unzueta y Walter, s. f.).
El derecho penal es definido como “el conjunto de normas que determina cuáles son los delitos y
las penalidades que estos acarrean (sanciones retributivas), las que son impuestas por el Estado a través del órgano
competente (Judicial)” (Fosco, 2018, p. 97). Asimismo, incluye las medidas de seguridad para la prevención de la
criminalidad en el caso de sujetos que son calificados como peligrosos para la sociedad.
Los elementos clásicos del derecho penal son el delito y la pena.
El delito es una conducta tipificada por la ley según el criterio de cada sociedad; en general, se la considera una
conducta antisocial y quien la comete se hace acreedor de una sanción denominada pena. Es una acción, tipificada por
la ley, antijurídica y culpable.
La responsabilidad penal se configura cuando una persona vulnera un deber de conducta impuesto por el derecho
penal al deber de afrontar las consecuencias que impone la ley. Dichas consecuencias se imponen a la persona cuando
se le encuentra culpable de haber cometido un delito o haber sido cómplice de este. Se materializa en una pena que
busca castigar al delincuente e intentar su reinserción para evitar que vuelva a delinquir.
El delito, si bien en general ataca a los derechos de un individuo en particular, se considera que atenta siempre,
mediata o inmediatamente, a la sociedad. De allí que la aplicación de la ley penal no pueda estar en manos de los
particulares, aunque la víctima perdone a su victimario corresponde al Estado perseguir al delincuente.
De ahí que el derecho penal sea considerado, comprendido dentro del derecho público, ya que son públicos los
intereses tutelados, y es pública la aplicación de la sanción a quien los ataca. Los fines de la penalización es impedir
la reiteración del delito por parte del autor (prevención especial) y establecer un criterio ejemplificador para otros
(prevención general).
En cuanto a la pena, constituye la pérdida de un bien (en general, la libertad o aún la vida en ciertos países) como
retribución por haber cometido un delito. Sirve para impedir la reiteración y a la vez es ejemplificadora.
Respecto al caso práctico del homicidio, es parte del derecho penal, ya que justamente se trata del conjunto de normas
que busca determinar si esa conducta de matar al hijo es considerada delito y qué penalidad o medida de seguridad le
corresponde. Si bien puede haber sido determinada como una conducta típica, antijurídica, justamente lo que hay que
determinar es la culpabilidad del sujeto en el homicidio de su hijo. Y es a través de la pericia y de la búsqueda de esa
verdad subjetiva lo que se busca hacer desde el rol del psicólogo.
Derecho civil
El derecho civil es el conjunto de normas jurídicas y principios que regulan las relaciones personales o patrimoniales
entre personas privadas, tanto físicas como jurídicas, de carácter privado y público, o incluso entre las últimas,
siempre que actúen desprovistas del poder público. Regula la vida de las personas en cuanto tales, en sus relaciones de
familia, en sus relaciones con los demás miembros de la comunidad, en cuanto a su patrimonio; y desde su concepción
hasta más allá de la muerte a través de la transmisión hereditaria (González Unzueta y Walter, s. f.). Esta es la rama
más importante del derecho privado.
Posee cinco grandes divisiones con fines didácticos; a saber:
a. Derechos de la personalidad (también llamados atributos de la persona derivados de la personalidad jurídica, que
son el nombre, la capacidad, el domicilio y el estado).
b. Derecho de familia (con las instituciones del matrimonio, la filiación, la adopción, la tutela, la curatela, el divorcio).
c. Derecho de las obligaciones, también denominados derechos creditorios.
d. Derechos reales e intelectuales.
e. Derecho sucesorio: lo relativo a los tipos de sucesión, herederos, órdenes y criterios de partición. Abarca, además,
las figuras dinámicas que permiten a las personas relacionarse entre sí como, por ejemplo, los contratos, los hechos
jurídicos y las personas en sí.
La responsabilidad civil implica el incumplimiento de una obligación o cuando origina la obligación de indemnizar
un daño injustamente causado (por ejemplo, como consecuencia de un delito o un cuasidelito). Generalmente, se
materializa por una reparación en dinero o por tratar de volver las cosas al estado anterior.
Veamos el siguiente esquema sobre los caracteres y contenidos del derecho civil.
Figura 1: Derecho civil. Objeto, caracteres y división

14
3. Algunos conceptos de relevancia del derecho civil
Relación jurídica
El derecho civil es derecho en sentido objetivo (es decir, como conjunto de normas). A su vez, este derecho les otorga
a las personas poderes o facultades para relacionarse entre sí. Estas facultades o poderes (derechos subjetivos) se
denominan, en sentido amplio, «relación jurídica»; pueden ser patrimoniales o extramatrimoniales.
Personas o sujetos de derecho
La persona está definida en el Código Civil y Comercial de la Nación en su artículo 31 [2] como “Todo ente susceptible
de adquirir derechos, o contraer obligaciones”. A esta capacidad de ser siempre titulares de derechos se la
denomina personalidad jurídica, y precisamente es el derecho el que les reconoce a las personas esta particularidad.
A su vez, la expresión «ente» abre la clasificación de persona en personas físicas (o de existencia visible, como
nosotros) y personas jurídicas (o de existencia ideal, como la universidad, por ejemplo).
Personas físicas
Las personas físicas, según el Código Civil y Comercial de la Nación, comienzan su existencia desde su concepción
en el seno materno y la terminan con la muerte. Mientras tanto, poseen atributos o cualidades inherentes a su calidad
de personas, concebidas a priori, y que están relacionados con la protección que da la personalidad jurídica
mencionada anteriormente. Necesariamente, las personas deben poseerlos para ser tales (por eso el a priori).
[2]
Art. 31. Ley 26994. Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/2tYXaE8.
Los atributos de las personas son los siguientes:
1. El nombre: identifica a las personas. Está compuesto por dos elementos: a) el nombre de pila y b) el apellido.
2. El domicilio: indica el lugar en el que las personas tienen el centro de sus relaciones jurídicas, el atributo de las
personas (el que no puede faltar). Es el domicilio general real o general legal (este segundo es para personas
determinadas y cuyos supuestos están determinados en el Código Civil y Comercial de la Nación).
3. El estado: se refiere al papel de las personas en la sociedad o en una familia; por ejemplo, el estado de hijo permite
reclamar la filiación. También, se aplica al estado civil de las personas, casadas o solteras.
4. La capacidad de derecho: es el atributo de las personas que implica el “grado de aptitud de las personas para
adquirir derechos y contraer obligaciones”. A esta capacidad también se le llama capacidad de ser titular de derechos.
Por ejemplo, es la capacidad que tenemos de adquirir el derecho a la propiedad de una casa, el derecho a la vida o el
derecho a la libertad. Es relativa porque no podemos tener todos los derechos y tampoco nos pueden faltar todos.
Junto con esta capacidad, y por cuestiones de metodología, se estudia la «capacidad de hecho» que es la que poseen
las personas físicas, la cual implica la aptitud o grado de aptitud para ejercer los derechos de los que se es titular. A
esta capacidad también se la llama capacidad de obrar, porque permite a las personas poder disponer de los derechos
ya adquiridos. Como puede faltar totalmente, no es un atributo de la persona.
El Código Civil y Comercial de la Nación, en sus artículos 54 y 55 [3] establece qué personas no pueden ejercer por sí

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mismas sus derechos. A estas situaciones se las denomina «incapacidad de hecho» y su objetivo es proteger al incapaz
para que, por falta de madurez, no se perjudique a sí mismo; por este motivo, cada una de las personas que se
mencionan en los artículos pueden obrar a través de sus representantes (como, por ejemplo, los menores de edad a
través de sus padres).
[3]
Arts. 24 y 25. Ley 26994. Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de https://bit.ly/2tYXaE8.
A continuación, encontrarás lo establecido en los artículos 24 y 25 del Código Civil y Comercial de la Nación:
ARTÍCULO 24.- Personas incapaces de ejercicio. Son incapaces de ejercicio:
a) la persona por nacer;
b) la persona que no cuenta con la edad y grado de madurez suficiente, con el alcance dispuesto en la Sección 2ª de
este Capítulo;
c) la persona declarada incapaz por sentencia judicial, en la extensión dispuesta en esa decisión.
ARTÍCULO 25.- Menor de edad y adolescente. Menor de edad es la persona que no ha cumplido dieciocho años.
Personas jurídicas
El hombre no puede actuar solo para realizar emprendimientos o actividades; para ello, necesita de otras personas. Por
este motivo, existen las denominadas «personas jurídicas», definidas como asociaciones o instituciones formadas para
la consecución de un fin y reconocidas por el orden jurídico como sujetos de derecho.
El Código Civil y Comercial de la Nación clasifica a las personas jurídicas en el artículo 145 [4]
ARTÍCULO 145.- Clases. Las personas jurídicas son públicas o privadas.
ARTÍCULO 146.- Personas jurídicas públicas. Son personas jurídicas públicas:
a) el Estado nacional, las Provincias, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los municipios, las entidades autárquicas
y las demás organizaciones constituidas en la República a las que el ordenamiento jurídico atribuya ese carácter;
b) los Estados extranjeros, las organizaciones a las que el derecho internacional público reconozca personalidad
jurídica y toda otra persona jurídica constituida en el extranjero cuyo carácter público resulte de su derecho aplicable;
c) la Iglesia Católica.
ARTÍCULO 147.- Ley aplicable. Las personas jurídicas públicas se rigen en cuanto a su reconocimiento, comienzo,
capacidad, funcionamiento, organización y fin de su existencia, por las leyes y ordenamientos de su constitución.
ARTÍCULO 148.- Personas jurídicas privadas. Son personas jurídicas privadas:
a) las sociedades;
b) las asociaciones civiles;
c) las simples asociaciones;
d) las fundaciones;
e) las iglesias, confesiones, comunidades o entidades religiosas;
f) las mutuales;
g) las cooperativas;
h) el consorcio de propiedad horizontal;
i) toda otra contemplada en disposiciones de este Código o en otras leyes y cuyo carácter de tal se establece o resulta
de su finalidad y normas de funcionamiento. [5]
[4]
Art. 145. Ley 26994. Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/2tYXaE8.
[5]
Arts. 146, 147, 147 y 148. Ley 26994. Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de https://bit.ly/2tYXaE8.
Las personas jurídicas poseen, al igual que las físicas, atributos: a) un nombre, que puede ser de fantasía o el nombre
de los socios; b) capacidad de derecho limitada por su actividad, su naturaleza y por la ley; c) domicilio general legal,
y d) patrimonio: este es un atributo esencial de las personas jurídicas, ya que sin este no pueden funcionar ni realizar
sus actividades. El patrimonio de las personas jurídicas es distinto al de sus miembros.
Proceso judicial. Proceso penal y proceso civil
Es justamente la especificidad en cada rama del derecho lo que hace que sus fueros abarquen el tratamiento de ciertos
temas, dejando por fuera otros, así como también variando el modo en el procedimiento que se lleva a cabo para la
administración del derecho específico. Por lo que el proceso resulta disímil según el fuero en el que se desarrolle la
temática.
Dentro del proceso, los llamados litigantes ponen en movimiento un proceso judicial, utilizando ciertos medios
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llamados acciones, entendidas como poderes de los particulares para reclamar la intervención de los órganos
jurisdiccionales. Mediante los actos iniciales inherentes a la acción, se constituye normalmente el proceso.
El desenvolvimiento del proceso se divide en instancias. Por esa razón, comúnmente decimos que los actos procesales
se realizan de oficio —lo realiza el juez por iniciativa propia—, o a instancia de las partes —iniciado por la parte o
partes interesadas—. Ellas son quienes ponen en movimiento, instan el proceso.
En una acepción restringida del vocablo «instancia», se da la denominación que se le da a cada etapa o grado del
proceso, específica según el tipo de proceso. Los procesos o «juicios» se distinguen tradicionalmente en dos clases:
civil y penal.

Proceso penal
El derecho procesal penal tiene por objeto la regulación de la causa penal o juicio. El proceso penal tiene por objeto la
averiguación de un delito, el descubrimiento de la persona que lo haya cometido, y la imposición por parte del juez de
la pena, medida de seguridad, o la absolución que le corresponda.
El procedimiento para llevar a cabo la investigación del hecho, y responsabilidad de sus autores, se debe realizar
según las normas vigentes contenidas en los códigos de procedimientos penales nacionales o los que corresponden a
cada provincia (González Unzueta y Walter, s. f.).

Partes del proceso penal


En el proceso penal, intervienen sujetos que revisten la calidad de partes. Algunas revestirán el carácter de «partes
esenciales» y otras «partes eventuales».

Partes esenciales
Son aquellas que no pueden faltar o desaparecer, ya que obstaculiza la prosecución de la acción y paraliza el proceso.
Las siguientes son partes esenciales: el juez —constituye el órgano jurisdiccional con facultad o poder de juzgar—, el
agente fiscal —quien promueve la acción penal y pone en marcha la actividad del juez—, el imputado —contra
quien se dirige la acción penal.

Partes eventuales
Son aquellas cuya participación es secundaria; su presencia —o no— no incide en la marcha normal del proceso. Por
ejemplo, el actor civil —quien demanda la reparación económica del daño causado por el delito.
Etapas del proceso penal
Respecto a las etapas del proceso penal, es posible decir que hay una sola instancia dividida en dos etapas —sistema
de enjuiciamiento mixto.
Figura 2: Etapas del proceso penal

1. Investigación penal prepararía o instrucción sumarial


Es la etapa preparatoria del proceso penal que se practica ante la hipotética comisión de un delito de acción pública y
que tiene por finalidad reunir las pruebas útiles para fundamentar una acusación o, caso contrario, determinar el
sobreseimiento del imputado [6].
Se orienta a establecer si hay suficiente fundamento probatorio como para sostener con grado de probabilidad la
existencia del hecho y la participación punible del imputado.
Ante el conocimiento de un hecho delictivo, se genera como respuesta una actividad estatal de carácter oficioso
tendiente a verificarla y a establecer si se encuentra suficiente fundamento probatorio para acusar formalmente por un
delito a una persona determinada ante un tribunal de juicio, evitando procesos injustos o inútiles y la adulteración o
desaparición de la prueba del delito.
De esta instancia puede resultar:
1. Que el delito no existió y, en consecuencia, se absuelve al imputado.

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2. Puede resultar que el delito parece poco posible, en cuyo caso se dicta falta de mérito, situación que permite
reabrir la causa.
3. Por último, de la prueba acumulada, puede resultar como posible la existencia de delito, situación en la que se
procesa al imputado y se pasa a la segunda etapa.
[6]
Código Procesal Penal de la Provincia de Córdoba. (1992). Legislatura de la Provincia de Córdoba. Recuperado
de https://bit.ly/3q6oOtJ.
Figura 3: Instancias judiciales que intervienen en la investigación penal preparatoria

 Unidades judiciales Son dependencias del Ministerio Público Fiscal, cuya función primordial es practicar los
primeros actos de investigación, en la primera etapa del procedimiento penal.
Están a cargo de los ayudantes fiscales, que son asistidos por los secretarios de actuaciones, todos
funcionarios del MPF. Brindan servicios las 24 h del día, durante los 365 días del año, de manera
ininterrumpida. Se trata de un modelo de descentralización operativa del servicio, que se complementa con las
unidades judiciales especiales.
 Fiscalías de instrucción Son oficinas del Ministerio Público Fiscal que están a cargo de los fiscales de
instrucción. Al tomar conocimiento de la hipótesis de un hecho delictivo, comienzan a actuar e inician una
investigación preparatoria.
 Juzgados de control También se los conoce como juzgados de garantía, ya que se ocupan durante la
investigación penal preparatoria, de controlar que a los imputados se les respeten las garantías.
2. Debate o juicio
La causa pasa a la cámara del crimen, en la cual se cumplirá la segunda etapa.
En su desarrollo, se produce, estimativamente, lo mismo que en el proceso civil, ya que comprende acusación,
defensa, prueba, sentencia.
El debate es la etapa principal y jurisdiccional del proceso penal, que tiene por fin establecer si puede acreditarse
con certeza, fundada en la prueba, que el acusado es penalmente responsable del delito que se le atribuye, lo que
determinará una sentencia de condena y la imposición de una pena; o, si tal grado de convencimiento no se alcanza,
una de absolución.
Se lleva a cabo de forma oral, pública. El juez que recibe la prueba es el mismo que dicta posteriormente la sentencia.
El caso del homicidio, y específicamente del dictamen pericial presentado por la licenciada Graciela Gardiner (2003),
quien luego lo refiere en su libro Construir puentes en Psicología Jurídica, es parte del proceso judicial penal. El
dictamen pericial se presenta como prueba, con el fin establecer si puede acreditarse con certeza, que el acusado —en
este caso la mujer— es penalmente responsable del delito que se le atribuye —homicidio del hijo—, lo que
determinará una sentencia de condena y la imposición de una pena. En este caso, la sentencia fue condenatoria.
El informe psicológico pericial es una prueba fundamental en el proceso judicial, porque es una evaluación
psicológica de las personas implicadas —de la mujer acusada—. Los jueces o abogados lo solicitan como herramienta
para determinar la situación mental del acusado en el momento de los hechos.

Proceso civil
El proceso civil y comercial se considera, en general, un conflicto entre particulares que acuden a un tribunal para
dirimir las cuestiones litigiosas privadas, e inician una demanda.

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puede que haya conflicto de intereses entre los particulares, pero lo que inicia el proceso es la demanda.
Figura 4: Pasos del proceso civil

 Demanda Acto inicial de la relación procesal. Mediante la demanda, el actor o parte actora ejerce la acción,
solicitando al tribunal una determinada pretensión, la restitución de un derecho, el pago de una deuda. El actor
describirá los hechos y alegará su derecho, y consignará, por último, su pretensión, es decir, lo que pretende
que el juez resuelva en la sentencia. Una vez presentada la demanda con las formalidades impuestas, se corre
traslado al demandado para que comparezca y conteste la demanda. La demanda debe ser formulada por
escrito, es un acto estrictamente formal (González Unzueta y Walter, s. f.).
 Contestación de demanda Una vez interpuesta la demanda, el tribunal debe hacer conocer al demandado —
notificar— las pretensiones del actor. El demandado responderá positiva o negativamente a la pretensión del
actor, en el plazo que establezca el respectivo Código de Procedimiento. En caso de no contestarla, tal
situación creará una presunción relativa de la verdad de los hechos expuestos por el actor en su demanda.
Queda de esta forma «trabada» la litis, por lo cual continúa el proceso y se enfrenta una parte a la otra.
 Etapa de prueba Trabada la litis, se abre la etapa de prueba para que cada parte demuestre los hechos que
alega a través de los medios de prueba establecidos por la ley procesal. Los medios de prueba, generalmente
aceptados, son, entre otros, los siguientes: prueba confesional, prueba testimonial, prueba pericial, prueba
documental.
Alegatos: valoración de la prueba que hace cada parte según su interés. Tratan de convencer al juez con la valoración
que hacen de la prueba.
Sentencia
Es el acto de autoridad o de jurisdicción que pone fin al proceso. De acuerdo con el análisis efectuado, el juez toma
una resolución determinada, sustentándose en los hechos probados en la causa. Define si corresponde el resarcimiento
que plantea el actor en la demanda.
M1-L3
Nociones generales del proceso judicial. Estructura del poder judicial
Introducción
Habiendo tomado contacto con nociones básicas de derecho, para poder insertarnos en este campo de interacción de la
psicología y el derecho, es de importancia también conocer otros aspectos más relacionados con la estructura judicial,
para una mayor comprensión del campo jurídico y del desarrollo del psicológico dentro de él.
La estructura del poder judicial, el funcionamiento de los tribunales y fueros de la justicia, la conformación de los
equipos multidisciplinarios del cuerpo técnico de asistencia judicial en los que pueden desempeñarse psicólogos
forenses, son los temas en los que centraremos esta lectura.
1. Organización del poder judicial de la provincia de Córdoba
El sistema de justicia de la República Argentina está compuesto por el poder judicial de la Nación y el poder judicial
de cada una de las provincias. En este sentido, se establece lo siguiente:
La organización judicial responde al carácter federal del Estado argentino. De este modo, existe, por un lado,
una justicia federal, con competencia en todo el país, que atiende en materia de estupefacientes, contrabando, evasión
fiscal, lavado de dinero y otros delitos que afectan a la renta y a la seguridad de la Nación; por otro lado, cada una de
las provincias argentinas cuenta con una justicia provincial que entiende en el tratamiento de los delitos comunes
(también denominada justicia ordinaria), con sus propios órganos judiciales y legislación procesal [y con una
organización autónoma de los fueros]. (Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, s. f., https://bit.ly/3bJ8GWY).

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En el caso de la provincia de Córdoba (Córdoba Capital), los fueros se organizan de la siguiente manera: fuero civil-
comercial, fuero penal, fuero laboral, fuero contencioso-administrativo, fuero familia y fuero de niñez, adolescencia,
violencia familiar y de género (Poder Judicial de la Provincia de Córdoba, s. f.). Dentro de cada fuero, actúan los
juzgados de primera instancia y las cámaras de apelaciones.
Fuero: competencia del tribunal en razón de la materia (civil, penal, familiar, etc.).
En lo que a los juzgados de primera instancia refiere, el Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires (s. f.) establece
lo siguiente:
Constituyen la instancia inicial del trámite judicial, por lo que son los primeros en atender y resolver los conflictos que
ingresan a la Justicia. Son de carácter unipersonal y su intervención finaliza con el dictado de una sentencia, la cual
puede ser definitiva o revisada en la siguiente instancia, la Cámara de Apelaciones, si alguna de las partes se considera
perjudicada. (https://bit.ly/3q7cg5n).
Por otra parte, el Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires (s. f.) agrega:
Las cámaras de apelaciones constituyen la segunda instancia del trámite judicial y son tribunales colegiados,
integrados por tres magistrados. A la Cámara llegan las resoluciones que a criterio de alguna de las partes necesitan
ser revisadas, mediante una solicitud escrita denominada «recurso de apelación». En ciertos casos, se puede acudir a
esta instancia sin intervención de la primera, a través de recursos llamados «directos». Si alguna de las partes se
considera perjudicada por la sentencia de la cámara, la misma puede ser revisada por la siguiente instancia, el Tribunal
Superior de Justicia. (https://bit.ly/3q7cg5n).
o Fuero penal Se determinan qué acciones u omisiones constituyen delitos o faltas, y qué pena (multa,
inhabilitación, prisión) o medidas de seguridad corresponden. Interviene ante la infracción a una norma que,
según el nivel de gravedad, el procedimiento y la sanción, se denomina delito, contravención o falta.
o Fuero laboral Normas que regulan la relación empleado-empleador, y la de ellos con el Estado, protección del
trabajo. Interviene en los conflictos jurídicos individuales que derivan de la relación o contrato de trabajo,
cualquiera fuere el fundamento jurídico que se invoque, y en todas aquellas cuestiones que se susciten con
motivo de disposiciones legales, reglamentarias o convencionales del derecho del trabajo.
o Fuero civil Regula las relaciones privadas de los ciudadanos entre sí, lo que deviene de los distintos aspectos
de la vida civil de las personas, es decir, de sus derechos reales (propiedad y posesión), obligaciones
contractuales, relaciones familiares, sucesión (herencia).
o Fuero familia Conocerán en cuestiones derivadas de la relación de familia como separación personal,
divorcio, liquidación de la sociedad conyugal, alimento, filiación, régimen de visita, patria potestad, adopción
de personas tuteladas.
o Fuero contencioso-administrativo Interviene en causas denominadas «contencioso-administrativas», en las
que una de las partes del juicio es una autoridad administrativa de la ciudad, sin importar la cuestión de que se
trate.
o Fuero de niñez, adolescencia, violencia familiar y de género Junto a los ya existentes juzgados de familia,
vienen a dar respuestas dentro del amplio y complejo espectro en el que convergen los problemas —que
terminan judicializándose— referidos a niñas, niños y adolescentes en situación de riesgo o víctimas de
delitos; violencia de género y familiar; cuotas alimentarias, divorcios y cuidado de los hijos; jóvenes en
conflicto con la ley, entre otros.
Figura 1: Organigrama de fueros de Córdoba Capital

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Figura 2: Organigrama de fueros de Córdoba Capital

Figura 3: Organigrama de fueros de Córdoba Capital

Figura 4: Organigrama de fueros de Córdoba Capital

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Ahora bien, ¿qué funciona en las diferentes sedes judiciales de la ciudad? ¿Cómo está compuesto el tribunal superior y
cuáles son sus funciones?
La Constitución de la Provincia de Córdoba [1], sancionada el 14 de septiembre de 2001, en su artículo 152, refiere: “El
Poder Judicial de la Provincia es ejercido por un Tribunal Superior de Justicia y por los demás tribunales inferiores
con la competencia material, territorial y de grado que establece esta Constitución y la ley respectiva.”
[1]
Constitución de la Provincia de Córdoba. (2001). Legislatura de la Provincia de Córdoba. Recuperado
de https://bit.ly/2G5Wpj1.
[2]
Art. 152. Constitución de la Provincia de Córdoba. (2001). Legislatura de la Provincia de Córdoba. Recuperado
de https://bit.ly/2G5Wpj1.
De acuerdo con lo establecido en Monitor La Voz (s. f.):
En el Palacio de Justicia de la Ciudad de Córdoba, más conocido como edificio de Tribunales I, se encuentra
el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), encargado de la administración del poder judicial. Este alto cuerpo está
compuesto por siete miembros, entre ellos, un presidente elegido entre los vocales. El presidente ocupa su cargo por el
lapso de un año y puede ser reelecto una vez.
El TSJ se divide en salas, cada una de las cuales ha sido creada para la resolución de temas específicos. De los siete
miembros que conforman el Alto Cuerpo, tres son de cada sala, salvo la sala Electoral en la que participan todos.
En rango de autoridad, continúan en esta estructura la Fiscalía General, también conocida como Ministerio Público,
encabezada por el fiscal General, que es el jefe de todos los fiscales. Los fiscales son los representantes de los
intereses de la sociedad.
También se encuentran en este edificio el Fuero Civil, encargado de resolver los conflictos patrimoniales; el Fuero
Comercial, una especie de sub fuero del fuero civil que maneja situaciones de concursos o quiebras, y el Fuero Penal
Económico encargado del manejo de las denuncias contra funcionarios públicos, conocidos comúnmente como delitos
"de guante blanco".
En este mismo lugar están los jueces correccionales, que tramitan fundamentalmente delitos como querellas,
homicidios culposos y malas praxis médicas, y los jueces de menores. Hay dos tipos de jueces de menores: los jueces
prevencionales que intervienen cuando un menor ha sido víctima de un delito, y los correccionales que intervienen
cuando un menor ha cometido un delito penal. Estos jueces también intervienen o juzgan delitos como el abandono de
los padres a sus hijos o el incumplimiento de sus obligaciones.
Los jueces de conciliación también desempeñan sus funciones en el edificio de Tribunales I y constituyen la primera
instancia del fuero laboral. (https://bit.ly/3GSShgP).
Figura 5: Palacio de Justicia de la provincia de Córdoba

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De acuerdo con Monitor La Voz (s. f.): En el edificio de Tribunales II en rango de proceso penal se encuentran
primeramente las Fiscalías de Instrucción. Estos son órganos del Ministerio Público encargados de la investigación
penal preparatoria, tarea en la cual son ayudados por la Policía Judicial. Los fiscales de instrucción dirigen la
investigación y su tarea es determinar cómo ocurrió un hecho delictivo y llegar a la verdad, es decir, establecer quién
fue el responsable. Luego encuadran el hecho en una tipología delictiva y plantean cuál sería la pena que el
responsable del delito debería recibir. Su intervención termina con la elevación a juicio, el archivo de la causa o el
sobreseimiento.
Seguidamente se ubican los Juzgados de Control, también conocidos como juzgados de Garantías. Su función es
controlar que durante la investigación penal al imputado se le respeten las garantías.
Luego encontramos la Cámara de Acusación, segunda instancia en el proceso de salvaguardar las garantías
constitucionales. Interviene con mayor frecuencia cuando se ha dictado una prisión preventiva, esto es, cuando se
dispone que un imputado esté preso durante el tiempo que dura el juicio.
Posteriormente se ubica la Cámara de Crimen, cuya función es juzgar. Lleva adelante el juicio oral y público, u oral
y no público cuando el delito lo amerita. En las instancias previas puede haber restricciones a la prensa, pero en teoría
eso no sucede en esta etapa. No obstante, se restringe el acceso a la prensa cuando no hay otra manera de custodiar la
investigación penal o en los casos de intimidad de las personas o protección de menores.
En este orden aparecen los asesores letrados penales, también llamados defensores de oficio, y otras dependencias
como los técnicos, peritos y forenses. (https://bit.ly/3GSShgP).
Figura 6: Edificio Tribunales II

Por otra parte, se establece lo siguiente: En Tribunales III, se encuentran las salas de la cámara única del trabajo y
los centros de mediación. La mediación es una herramienta que pretende resolver conflictos sin necesidad de
judicializarlos. A través de un diálogo, las partes llegan a un acuerdo que se convierte en ley para ellas.
Figura 7: Edificio Tribunales III

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Según lo establece Monitor La Voz (s. f.): “Finalmente, en Tribunales IV se encuentran las cámaras y los juzgados
de familia y otras dependencias como las salas de encuentro que son lugares para visitas entre hijos y padres
sospechados de maltrato, por ejemplo”.
Figura 8: Edificio Tribunales IV

Tabla 1: Resumen TSJ y tribunales de la provincia de Córdoba


Integrado por los siguientes
Sede judicial Dirección
entes:
 Tribunal Superior de
Justicia —TSJ—
 Fuero civil.
 Fuero comercial.
Tribunales I.  Fuero penal económico.
Caseros 551
Palacio de Justicia
 Jueces de menores.
 Jueces correccionales.
 Jueces de conciliación.

 Fiscalía de instrucción.
 Juzgados de control.
Tribunales II. Fructuoso Rivera 720
Penal B.° Observatorio  Cámara de acusación.
 Cámara del crimen.

Tribunales III.  Cámara Única del Trabajo


Bv. Illia 590 B.° Centro y Centro de Mediación.
Laboral

Tribunales IV.  Cámaras y juzgados de


Tucumán 360 familia.
Familia

El territorio de la provincia de Córdoba —interior— (Poder Judicial de la Provincia de Córdoba, s. f.) se dividirá, a los
fines de la administración de justicia, en diez (10) circunscripciones judiciales; a saber, las siguientes:
1. Circunscripción judicial abarca: Carlos Paz/Alta Gracia/Río Segundo/Jesús María.
2. Circunscripción judicial abarca: Río Cuarto/La Carlota/Huinca Renancó.
3. Circunscripción judicial abarca: Belle Ville/ Marcos Juárez/Corral de Bustos.
4. Circunscripción judicial abarca: Villa María/Oliva.
5. Circunscripción judicial abarca: San Francisco/Arroyito/Morteros/Las Varillas.
6. Circunscripción judicial abarca: Villa Dolores/Cura Brochero.

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7. Circunscripción judicial abarca: Cruz del Eje/Cosquín.
8. Circunscripción judicial abarca: Laboulaye.
9. Circunscripción judicial abarca: Deán Funes.
10. Circunscripción judicial abarca: Río Tercero (Poder Judicial de la Provincia de Córdoba, s. f.).

Equipos multidisciplinarios del cuerpo técnico de asistencia judicial


El Acuerdo reglamentario N.º 916 serie A [3], acordado en la ciudad de Córdoba, a los cuatro días del mes de
diciembre del año 2007, en su artículo 11 refiere que; dentro del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, en el Área
de Servicios Judiciales de capital, se encuentra la Subárea de Equipos y Servicios Técnicos, integrada entre otras
oficinas por y equipos multidisciplinarios del cuerpo técnico de asistencia judicial, quienes van a funcionar como
auxiliares de los diversos fueros.
Dentro de estos equipos multidisciplinarios, pueden desempeñarse psicólogos forenses, quienes van a desempeñar
tareas específicas de acuerdo al equipo y al fuero que auxilien.
La siguiente clasificación corresponde a los equipos existentes de la ciudad de Córdoba, teniendo cada localidad del
interior su conformación específica.
[3]
Acuerdo reglamentario 916. (2007). Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba. Recuperado
de https://bit.ly/3wvL6Xn.
Equipo técnico de los juzgados de niñez, juventud y violencia familiar y de los juzgados en lo penal juvenil
 Dar cumplimiento a los requerimientos emanados de los juzgados de niñez, juventud y de violencia familiar,
de los juzgados penal juvenil, de las fiscalías penal juvenil, de la fiscalía con competencia en violencia
familiar, así como de los juzgados del interior que lo requieran.
 Evaluar, asesorar, producir Informes o pericias en materia de violencia familiar (Ley 9283 [4]), los cuales son
interdisciplinarios; en niñez (Ley 9944 [5]) para los juzgados en lo penal juvenil, así como informes sociales
por incumplimiento de los deberes de asistencia familiar, requeridos por la fiscalía penal juvenil, y pericias
solicitadas desde la fiscalía de violencia familiar.
 Asistir a audiencias cuando fuera requerido
[4]
Ley 9283. Ley de Violencia Familiar. (2006). Legislatura de la Provincia de Córdoba. Recuperado
de https://bit.ly/3BH1J36.
[5]
Ley 9944. Promoción y Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes en la Provincia de
Córdoba. (2011). Legislatura de la Provincia de Córdoba. Recuperado de https://bit.ly/2Vq1eLe.

Equipo técnico de intervención en víctimas (delitos contra la integridad sexual, ETIV)


 Diagnosticar situaciones de delitos contra la integridad sexual, desde el abordaje interdisciplinario profesional.
 Realizar pericias psicológicas a las víctimas de delitos contra la integridad sexual, a niños, adolescentes,
jóvenes y adultos.
 Participar en las audiencias estipuladas por los juzgados de niñez, juventud y violencia familiar en causas de
delitos contra la integridad sexual.
 Participar en las audiencias ante las cámaras del crimen cuando estas lo requirieran.
 Dar cumplimiento a los requerimientos de pericias e informes profesionales emanados de los órganos
judiciales que lo solicitaran (aclaración: este equipo trabaja solo con las víctimas de delitos contra la
integridad sexual. Los victimarios están a cargo del equipo técnico del fuero penal y del equipo técnico de
violencia familiar cuando fueran menores de 18 años).
 Tomar declaraciones testimoniales, según lo estipulado por el artículo 221, bis del Código de Procedimiento
Penal [6] (Cámara Gesell), a niños víctimas de delitos contra la integridad sexual.
 Confeccionar informes y valoraciones psicológicas en Cámara Gesell.
 Confeccionar informes periciales luego de la recopilación de datos a través de técnicas psicológicas
específicas.

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Equipo técnico de adopción
 Atender la demanda de los juzgados de niñez, juventud y violencia familiar.
 Responder a la demanda de los tribunales de familia con respecto a las guardas de pretensos adoptantes que ya
hubieran sido estudiados por el equipo de adopción.
 Coordinar y comunicar permanentemente actividades con el Registro Único de Pretensos Adoptantes.
 Colaborar con los tribunales del interior provincial en el área específica de adopción, en virtud de la
especialización en dicha temática.

Equipo técnico de las asesorías de niñez y juventud


 Intervenir como consultores y peritos de la defensa pública de acuerdo con la competencia de los asesores de
niñez y juventud.
 Contribuir en la atención y el asesoramiento de grupos familiares que deban ser orientados en su demanda,
facilitando una derivación personalizada a la institución, siempre a solicitud de un asesor.
 Participar en audiencias o entrevistas acompañando a los asesores, o ante de una audiencia a fin de aportar
elementos que orienten la defensa.

Equipo técnico de ejecución penal (diagnósticos e informes de personas condenadas)


 Diagnosticar y evaluar integralmente a la persona condenada o con medidas de seguridad; es decir, a aquel
individuo que, si bien ha cometido un delito, por sus componentes psicopatológicos, no ha podido comprender
ni dirigir sus acciones.
 Las demandas que en mayor medida son solicitadas por los jueces de ejecución son las siguientes:
evaluaciones psicológico-médicas y sociales, en cuanto al sistema progresivo del régimen penitenciario y la
progresividad de la pena (período de observación, tratamiento, prueba, libertad condicional), a las salidas
transitorias, la semilibertad, la libertad condicional, la libertad asistida, la prisión domiciliaria, la probation, el
régimen diferenciado de máxima seguridad, el régimen diferenciado de mediana seguridad, la evaluación de
riesgo victimológico, las sugerencias del tratamiento intra o extramuros, y el seguimiento de los casos.
 Realizar pericias psicológicas a imputados y víctimas de delitos.
 Recibir testimoniales a víctimas de delitos contra la integridad sexual, conforme el artículo 221, bis del
CPPPC [7] y, por analogía, a víctimas y testigos de otros tipos de delitos (por ejemplo, homicidios, malos
tratos, etc.).
 Contactos oficiales con equipos técnicos y de seguimiento pospenitenciario: equipos de los institutos
penitenciarios y equipo del patronato del liberado.
Equipo técnico del fuero penal
 Realizar pericias tipo autopsias psicológicas.
 Declarar en fiscalías y cámaras en lo criminal, en calidad de peritos psicólogos.
 Acompañar a víctimas en reconocimientos de personas o lugares, y también en casos de ser citadas a declarar
en las cámaras en lo criminal.
 Intervenir en pericias psicológicas solicitadas al COPRAMESAB.
 Realizar informes psicológicos en juntas médicas laborales.
 Intervenir en impedimentos de contacto.
 Efectuar pericias psicológicas solicitadas tanto a imputados como a víctimas desde otras circunscripciones del
interior de la provincia.
 Realizar diagnósticos sociales y familiares, a requerimiento de todo el fuero penal.
26
Equipo de consultores y peritos de la defensa pública penal
 Responder a los requerimientos y consultas de los asesores letrados penales (defensa pública penal), de la
capital y el interior, en relación con el estado psicológico de su representado o defendido.
 Realizar diagnósticos socioeconómicos y familiares, a solicitud de la defensa pública penal.
 Actuar como peritos de control de causas penales en las que los asesores penales actúan como defensores. En
consecuencia, informar su acuerdo o desacuerdo con el dictamen pericial oficial de la causa, en defensa de los
intereses de la parte que los propuso (asesores letrados penales).
Equipo técnico de la fiscalía de violencia familiar
 Entrevistar y administrar técnicas psicológicas a los imputados y víctimas de delitos relacionados con
violencia familiar.
 Elaborar informes psicológicos y pericias psicológicas de las personas entrevistadas a los fines de valorar:
posibles indicadores de riesgo, peligrosidad, características principales de personalidad, mecanismos de
defensa, afectividad, impulsividad, entre otros.
[6]
Art. 221. Ley 8123. Código Procesal Penal de la Provincia de Córdoba. (1992). Poder Legislativo de Córdoba.
Recuperado de https://bit.ly/3ilfJZH.
[7]
Art. 221. Ley 8123. Código Procesal Penal de la Provincia de Córdoba. (1992). Poder Legislativo de Córdoba.
Recuperado de https://bit.ly/3ilfJZH.
Cuerpo de Asistencia Técnica Multidisciplinaria (CATEMU: audiencias, divorcios, tenencia, cuota alimentaria)
 Las funciones de los profesionales que integran el cuerpo auxiliar técnico multidisciplinario del fuero de
familia, consisten en asesorar, asistir, producir informes y realizar las actividades que le encomienden los
miembros de la magistratura y los asesores de familia. Al mismo tiempo, y en los casos en que se les solicite,
también les corresponde la participación en audiencias.
 La tarea específica, tanto de trabajadores sociales como de psicólogos, radica en realizar diagnósticos
individuales, vinculares y familiares, a través de los cuales se intenta conocer el problema, por medio de la
historia familiar, antecedentes y causas del peritado, a los fines de explicar lo que acontece y transmitir las
recomendaciones que se consideran más adecuadas para las familias en conflicto, brindando elementos
técnicos que colaboren con la magistratura en la resolución de las problemáticas planteadas.
 El CATEMU está conformado por licenciados en Trabajo Social, licenciados en Psicología y personas en
tareas administrativas.
Servicio de Asistencia al Régimen de Visita Controlada (SARVIC)
 El equipo de profesionales está conformado por licenciados en Psicología y Trabajo Social. El abordaje,
prioritariamente, es interdisciplinario y pueden realizarse intervenciones disciplinarias, según se disponga.
Este abordaje se efectúa en un plazo de 60 días, con encuentros vinculares de 1 hora, una vez por semana, con la
utilización del dispositivo Cámara Gesell, establecido por la acordada de creación (Acuerdo reglamentario N.º 8 [8],
serie B, del 8/8/2000). A diferencia de los regímenes de visitas establecidos con retiro o reintegro desde el espacio del
servicio, cuya modalidad es amplia en días horarios y duración.
 Acompañamiento, supervisión y valoración de encuentros vinculares (fraternos, parento-filiales, familia
extensa, etc.) de toda aquella instancia relacional que atraviesa el conflicto, con la utilización del dispositivo
Cámara Gesell.
 Acompañamiento, supervisión y valoración de encuentros vinculares (fraternos, parento-filiales, familia
extensa, etc.), con modalidad de retiros/reintegros en sede del servicio.
 Realización de entrevistas disciplinarias e interdisciplinarias (individuales, domiciliarias, vecinales,
institucionales, con otros profesionales y equipos intervinientes, etc.), e intervenciones técnicas de contención,
esclarecimiento, señalamiento, contextualización, etc., a los distintos miembros involucrados (niños, jóvenes,
adultos, progenitores, miembros de familia extensa, etc.).

27
 Valoraciones vinculares de grupos familiares sin control en sede, atravesados por conflictos relacionados con
el sostenimiento de encuentros comunicacionales pautados desde el régimen de visitas.
 Asesoramiento a magistrados y funcionarios, así como participación en audiencias.
 Acompañamiento en la disposición de retiros de niños, con la colaboración de un oficial de justicia, para la
efectivización de encuentros vinculares en sede.
 Elaboración de informes disciplinarios e interdisciplinarios: valoración del proceso vincular familiar.
[8]
Acuerdo reglamentario N.º 8. (2000). Dirección de Servicios Judiciales. Recuperado de https://bit.ly/3CRxgkq.
Equipo técnico interdisciplinario del fuero civil
 Realizar pericias interdisciplinarias/psicológicas/psiquiátricas y sociales para responder a las demandas del
fuero civil, en relación con causas vinculadas a los temas de declaración de incapacidad e inhabilitación.
 Entrevistar a las personas que acompañan al periciado o personas encargadas del cuidado en caso de
entrevistas en instituciones, a fin de complementar la información disponible para la realización de las
pericias.
 Lectura de expedientes.
Si retomamos el caso práctico planteado al inicio del módulo, sobre el discurso psicológico versus el discurso
jurídico a partir del caso de un homicidio, y a partir de lo que venimos desarrollando en la lectura, nos preguntamos:
¿a qué fuero pertenecería? ¿Qué equipo multidisciplinario del cuerpo técnico de asistencia judicial debería intervenir
en Córdoba en ese caso? ¿Cómo lo podríamos relacionar con la estructura del poder judicial, al menos en la ciudad de
Córdoba?
Teniendo en cuenta el sistema de justicia, un caso de homicidio como el planteado le corresponde a la justicia
provincial, quien entiende en el tratamiento de los delitos comunes u ordinarios (el homicidio no es de competencia
federal).
En relación con los fueros, el caso le correspondería al fuero penal, ya que en él se determinan qué acciones u
omisiones constituyen delitos y qué pena o medidas de seguridad corresponden.
En este caso, le corresponde determinar cómo estaría tipificada la conducta de quien mata a su hijo, y qué pena le
corresponde, en el caso de considerarse imputable, o qué medida de seguridad, si se determinara su inimputabilidad.
Justamente para ese fin, se solicita la intervención de un perito psicólogo, que aporte desde su especialidad, para llegar
a la «verdad» y dictaminar según ello.
Respecto a los equipos multidisciplinarios del cuerpo técnico de asistencia judicial, quienes van a funcionar como
auxiliares de los diversos fueros, al menos en la ciudad de Córdoba, la intervención le correspondería al equipo
técnico penal, quien evaluará al supuesto victimario a través de una evaluación pericial, a su estado mental en el
momento del hecho, debiendo declarar en fiscalías y cámaras en lo criminal, en calidad de peritos psicólogos, en el
caso de ser necesario. Este dictamen pericial servirá al juez para su dictamen final.
M2-L1
La pericia como medio probatorio
Introducción
Ya vimos en la lectura anterior, introduciéndonos al ámbito de la psicología jurídica, que dentro de esta
especialización hay diversas áreas o campos de aplicación, entre ellos, el llamado ámbito tribunalicio o mejor
conocido como psicología forense.

La psicología forense es definida como aquella rama de la psicología jurídica que emplea los conocimientos y
métodos a la evaluación de los procedimientos judiciales, cuyo propósito es asesorar a los jueces en la toma de
decisiones.
La función principal del psicólogo forense, independiente del órgano judicial que solicite su intervención, es la de
perito, a través de la emisión de informes periciales que respondan a la pregunta psicolegal solicitada.

De un modo amplio, podemos definir a la tarea pericial psicológica como aquella intervención que realiza un
especialista en el ámbito de la psicología, con el objetivo central de aportar un conocimiento basado en parámetros
científicos que oriente la toma de decisiones judiciales o administrativas.

28
En la actualidad, el rol del psicólogo forense es cada vez más solicitado en los diversos fueros, otorgándose a dichos
profesionales un lugar de preeminencia en cuanto órgano de prueba. Dicha realidad, conlleva una gran responsabilidad
ética y profesional, siendo necesaria una formación permanente no solo en aquellos aspectos propios del ámbito
psicológico, sino también, en lo referido al lenguaje y práctica jurídica.
En esta lectura nos insertaremos en el concepto de perito, definiendo su actuar, los tipos de peritos existentes y su
regulación según el Código Procesal Penal1 y Código Procesal Civil y Comercial de la Nación2.
[1]
Ley 23984. Código Procesal Penal de la Nación. (1991). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/2YGOXkg
[2]
Ley 17454. Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. (1981). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/2TBEJAc
1. Ética y evaluación en el ámbito jurídico
Caso. Una pericia en el fuero civil
Paula, de 37 años de edad, vive en el interior de Córdoba con su pareja y sus dos hijos de 10 y 8 años de edad.
Actualmente se encuentra desocupada.
En el año 2011 se somete a una operación estética de mamas para reducir su tamaño, ya que refiere que siempre tuvo
senos muy grandes, y más aún luego de amamantar a sus dos hijos.
Cuenta que siempre quiso operarse, pero le costó animarse y tomar la decisión. Debido al costo económico de la
cirugía, decide operarse a través de un médico cirujano de su mutual.
Le habían dicho que la operación iba a durar alrededor de 2 horas, sin embargo, duró 6 horas debiendo quedarse a
pasar la noche en la clínica. A los días comienza a verse rara, a notar los pezones duros y con un color extraño, y no
logrando una cicatrización.
Cada vez se sentía y se veía peor. Comienza con infecciones. En cada control al que iba, la médica le decía que estaba
todo bien, Paula expresa: “ella me negaba todo, decía que se me iba a ir solo, que era normal”.
Decide consultar con otro médico quien la opera de urgencia, ya que tenía una infección generalizada.
Desde ese día, la actora (Paula), lleva más de 25 cirugías reconstructivas y cuenta que aún tiene que seguir.
Llora toda la entrevista y cuenta todo con lujo de detalles como si estuviese reviviendo el hecho, mostrando una
extremada angustia por lo ocurrido.
Inicia juicio a la mutual por lo ocurrido, tanto por responsabilidad penal como civil. En el marco del proceso civil se
solicita una pericia psicológica como prueba, siendo algunos de los puntos periciales los siguientes: indique si la
actora padece problemas psiquiátricos a raíz del trauma sufrido por el caso de autos; indique, en ese caso, el
diagnóstico; indique costo y tiempo del tratamiento que estime necesario para la actora en función del diagnóstico;
para que en definitiva se expida respecto de cuáles son las secuelas que produjo la extirpación de las mamas de la
actora, en su personalidad y en su vida de relación; se expida respecto de la incapacidad psíquica que le ha producido
el hecho a la actora.
La pericia como medio probatorio. Perito. Tipos de perito. Regulación de la actividad pericial por el Código
Procesal Penal de la Nación (Ley 23894)
Introducción al concepto de perito
Recordemos que la psicología forense es definida como la ciencia que enseña la aplicación de todas sus ramas y
saberes de la psicología ante las preguntas de la justicia y coopera en todo momento con la administración de la
justicia, actuando en el foro y mejorando el ejercicio del derecho (Urra Portillo, 1993).
“Forense” enmarca, entonces, toda acción o producción que ha de ser incluida en un proceso judicial, dirigido por un
juez o tribunal. Cada uno de los espacios o fueros, demanda y exige intervenciones específicas del psicólogo, en
estrecha relación con los interrogantes que se le plantean al juez o representante de la ley.
La función principal del psicólogo forense y el rol que ejerce en ese ámbito tribunalicio, independiente del órgano
judicial que solicite su intervención y la particularidad de cada fuero, recibe el nombre de perito, ya que es la persona
que tiene conocimientos especiales sobre un determinado tema (Varela, Sarmiento, Puhl e Izcurdia, 2005).
Varela et al. (2005), refieren que el término perito proviene del latín peritus y significa docto, experimentado, práctico
en una ciencia o arte. Designa al sujeto que, teniendo determinados conocimientos científicos, artísticos o
simplemente prácticos, es llamado por la justicia para dictaminar sobre hechos controvertidos y cuya apreciación no
puede ser llevada a cabo, sino por aquel que, como él, posee de tales nociones especializadas.
Según Soler (1995), el perito “es un tercero llamado al juicio para suministrar esclarecimiento sobre hechos cuya
verificación e interpretación requieren conocimientos especiales en alguna ciencia, arte o industria” (citado en Varela
et al., 2005, p. 33).
29
El Código Procesal Penal de la Nación refiere, en su artículo 253: “El juez podrá ordenar pericias siempre que para
conocer o apreciar algún hecho o circunstancia pertinente a la causa, sean necesarios o convenientes conocimientos
especiales en alguna ciencia, arte o técnica”3.
Podemos decir, entonces, que el perito psicólogo es el profesional de la psicología que es designado en un proceso
judicial, con el fin de asesorar sobre aspectos vinculados a los conocimientos que posee, transformándose así en
auxiliar de la justicia. Dentro del proceso judicial, es un tercero ajeno al hecho que se investiga que, por aptitud,
idoneidad técnica, científica o artística, es convocado por el juez para emitir una opinión fundada acerca de los hechos
controvertidos o dudosos, cuya resolución requiere conocimientos especiales, es decir, que es quien asesora al
magistrado judicial desde su saber. Siendo esa opinión fundada una prueba más dentro del proceso judicial.
[3]
Art. 253, Ley 23984. Código Procesal Penal de la Nación. (1991). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/2YGOXkg
En relación con el caso planteado, se inicia un proceso judicial para determinar la responsabilidad civil y
resarcimiento correspondiente por el daño causado a la actora. El perito psicólogo es designado en el proceso judicial
civil y es quien tiene determinados conocimientos en una ciencia, en este caso la psicológica, para determinar las
consecuencias psicológicas que sufrió la actora luego del hecho “operación de mamas”. Conocimiento que excede al
juez, por lo tanto, el perito es quien debe asesorarlo.
Respecto a las diferencias entre perito y testigo, Varela et al. (2005), refieren que “el profesional que realiza dicha
tarea no es un testigo sino un auxiliar de la justicia” (p. 31). Y continúan diciendo que no es un testigo, ya que solo da
cuenta de los hechos apreciados por él mismo, mientras que el perito de aquellos provenientes de testimonios,
declaraciones, informes anteriores, es decir, de todo lo contenido en el expediente y de lo obtenido a partir de la
evaluación pericial, y en relación con esto debe expedirse por medio de un informe. Además, a diferencia del testigo,
el perito puede ser sustituido durante el proceso si incurriera en alguna falta procesal grave, mientras que el testigo no
puede ser removido de su actuar.
El testigo solo relata, refiere, narra hechos y trae al proceso las percepciones sobre el hecho investigado. El perito
a posteriori es llamado para analizar con metodología y procedimientos que son propios de su praxis, los hechos y las
circunstancias que son sometidos a su evaluación y que por su naturaleza escapan al conocimiento del juez.
Tabla 1: Diferencias entre testigo y perito

Testigo Perito
Da cuenta de aquellos hechos provenientes de testimonios,
Solo se da cuenta de los hechos apreciados por él mismo. declaraciones, informes anteriores, es decir, de todo lo
contenido en el expediente, y de lo obtenido a partir de la
evaluación pericial.
No puede ser removido de su actuar. Puede ser sustituido durante el proceso si incurriera en
alguna falta procesal grave.

Es llamado para analizar con metodología y procedimientos


Solo relata, refiere, narra hechos y trae al proceso las que son propios de su praxis, los hechos y las
percepciones sobre el hecho investigado. circunstancias que son sometidos a su evaluación y que por
su naturaleza escapan al conocimiento del juez.

Prueba pericial
En el inicio de un proceso judicial en donde se plantean hechos controvertidos, las partes interesadas deben acercar al
expediente todos los medios de prueba que intentan valerse para alcanzar la pretensión que persiguen. Como el juez
no tiene un conocimiento directo de los hechos, la ley le posibilita conocerlos por medio de estas herramientas legales
denominadas medios de prueba.
Siempre que no hubiere conformidad entre las partes respecto de los hechos alegados o existieren hechos
controvertidos, el juez debe decretar la apertura a prueba. Abierta la etapa de prueba, se deberán realizar todas las
diligencias necesarias para que el juez pueda, a través de estos medios, conocer y apreciar indirectamente los hechos.

Los medios de prueba pueden definirse como las herramientas legales para la comprobación de la verdad de aquellos

30
hechos controvertidos, del cual se pretende hacer valer un derecho dentro de un proceso. (Martorelli, 2017,
https://bit.ly/3CkwA6z)
En un proceso judicial, las partes pueden valerse de cualquiera de los medios de prueba -prueba confesional, prueba
testimonial, prueba pericial, prueba documental- para intentar convencer al juez de lo que afirman o niegan. Es decir,
que dentro de dichos medios se encuentra la prueba pericial.
Seleccionar y, en su caso, elegir entre unos y otros medios de prueba, dependerá de los materiales de que disponga la
parte en cuestión y de la estrategia que considere más adecuada para ganar el pleito.
En ese proceso de selección, la prueba pericial tiene una finalidad específica que la distingue de todos los demás
medios de prueba: es un medio de prueba que pretende proporcionar al juez los conocimientos científicos o técnicos
(no los jurídicos), necesarios para poder resolver la controversia que se ha planteado.
La cuestión del rol que desempeña un perito en el marco de un proceso, refiere Martorelli (2017), radica en que los
mismos proporcionan sus conocimientos técnicos como consecuencia de su preparación profesional, ellos no han
presenciado el suceso ni tienen referencias de ello, sino que son meros portadores de un conocimiento científico o
artístico puestos al servicio de la justicia, no tiene que transcribir observaciones concretas del suceso objeto de
investigación.
Es por esto por lo que los peritos deben ser titulados, es decir, deben poseer un título oficial habilitante, que
corresponda a la materia objeto del dictamen y a la naturaleza de este. Solo cuando la pericia se refiera a materias no
comprendidas en títulos profesionales oficiales se admite el informe de peritos no titulados, que habrán de ser
nombrados entre “personas entendidas” en la materia de que se trate.

El artículo 254 del Código Procesal Penal de la Nación refiere: Los peritos deberán tener título de tales en la materia a
que pertenezca el punto sobre el que han de expedirse y estar inscriptos en las listas formadas por el órgano judicial
competente. Si no estuviere reglamentada la profesión, o no hubiere peritos diplomados o inscriptos, deberá
designarse a persona de conocimiento o práctica reconocidos.
De ahí, entonces, que todos los sistemas procesales contemplen la participación de profesionales o técnicos,
conocedores en profundidad de un tema, que pueda servir a un tribunal para establecer una verdad, ya sea por medio
de la experiencia o de pruebas técnicas, que determinan un hecho.
La prueba pericial está expresamente consignada en los Códigos Procesales Penal y Civil, adquiriendo estado procesal
cuando se cumplen todas las formalidades previstas por la ley, lo que la distingue del informe técnico, es decir, aquel
que el profesional debe presentar en otras áreas de trabajo (Varela et al., 2005).
En nuestro Código Procesal Penal de la Nación, se encuentra regulado en el TÍTULO III “Medios de prueba”,
Capítulo V “Peritos”, en los artículos 253 a 2675, mientras que en el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación
se encuentra en la Sección 6° “Prueba de peritos”, artículos 457 a 4786, en donde se enmarca legalmente el rol de
dicho medio de prueba, el sistema de nombramiento de los peritos, aceptación de su cargo y la forma en que debe
evacuar el informe pericial.
Por lo anterior, la prueba pericial se ha convertido en un medio probatorio en donde el juez encuentra, en muchas
ocasiones, su mayor grado de convicción.
[5]
Ley 23984. Código Procesal Penal de la Nación. (1991). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/2YGOXkg
[6]
Ley 17454. Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. (1981). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/2TBEJAc
Por lo anterior, la prueba pericial se ha convertido en un medio probatorio en donde el juez encuentra, en muchas
ocasiones, su mayor grado de convicción.

Por lo mismo, se ha señalado que "lo que distingue a la pericia del resto de los medios de prueba es que la pericial
intenta lograr la convicción del tribunal respecto de hechos técnicamente complejos, o sobre aspectos especializados
de hechos determinados" (Martorelli, 2017, https://bit.ly/3CkwA6z). Es en función de esto que la verdadera
singularidad de la pericia reside en el tipo de información que se le suministra al juez, que solo puede ser aportada por
quienes disponen de los conocimientos técnicos, artísticos o científicos necesarios.
Según Rodolfo E. Withaus, citado por Varela et al. (2005), la prueba pericial es definida como “la opinión fundada de
una persona especializada o informada en ramas del conocimiento que el juez no está obligado a dominar” (p. 34).
También cabe señalar que tampoco el juez tiene obligación de considerarlas para dictar sentencia, ya que es
considerada una prueba entre otras y por este motivo es no vinculante. Esta prueba es el procedimiento regulado
legalmente para obtener, en el proceso, conclusiones probatorias a través de los peritos. Se trata de una actividad
31
compleja, cuyos aspectos esenciales son la determinación de los puntos a considerar y el dictamen que se emite sobre
ellos.
Varela et al., dicen que “la peritación es un medio de prueba porque se produce en el proceso y para el proceso,
introduciendo como elemento de convicción el dictamen con el debido contralor de las partes y del tribunal, quienes
podrán valorarla para fijar los hechos” (2005, p. 35).
Y continúan refiriendo que la prueba pericial es una más de las tantas que pueden aportarse en un proceso judicial y,
por lo tanto, el juez de acuerdo con las reglas de la sana crítica o libre convicción, podrá tenerla en cuenta o no ser
considerada y aún así, el magistrado interviniente podrá dictar sentencia en contra de lo que en dicho informe se
especifique.
Si bien es cierto que la pericia es un medio de prueba más, también es real que el carácter técnico que actualmente
informa al proceso ha contribuido a jerarquizar la pericia, siendo cada vez mayor su importancia, ya que los
magistrados deben apoyarse cada vez más en conocimientos y procedimientos de rigor científico, que escapan a su
función natural, precisando de estos colaboradores o auxiliares de la justicia.
Paula, en el año 2011, es operada para una reducción mamaria. Desde ese día, y luego de procesos infecciosos, la
actora lleva más de 25 cirugías reconstructivas y cuenta que aún tiene que seguir.

Inicia juicio a la mutual por lo ocurrido, tanto por responsabilidad penal como civil. En el marco del proceso civil se
solicita una pericia psicológica como medio de prueba.

En el proceso judicial, las partes interesadas, en este caso Paula, quien inicia la demanda civil a la mutual, intenta
valerse de todos los medios de prueba que posibiliten la pretensión que persigue. En este caso y con relación al daño
psíquico ocasionado por el hecho, debe valerse de pruebas para que el juez pueda conocer y apreciar indirectamente
los hechos. ¿Hay daño psíquico como consecuencia del hecho?
Uno de estos medios de prueba es la pericial, la cual pretende proporcionar los conocimientos de la ciencia
psicológica.
Perito y testigo se diferencian. A continuación, marca las opciones correctas respecto al perito.
Puede ser sustituido durante el proceso si incurriera en alguna falta procesal grave.
Solo da cuenta de los hechos apreciados por él mismo.
No puede ser removido de su actuar.
Es llamado para analizar con metodología y procedimientos que son propios de su praxis, los hechos y las
circunstancias que son sometidos a su evaluación y que por su naturaleza escapan al conocimiento del juez.
Tipos de peritos
La función del perito psicólogo puede desarrollarse como: perito oficial, perito de oficio, perito de parte o control y
consultor técnico.
 Perito oficial Varela et al. refieren que “se llama perito oficial al que se desempeña como funcionario
nombrado in generi, con cargo permanente para desempeñarse cada vez que sea elegido en los casos
concretos. Es el profesional que trabaja en relación de dependencia con la justicia” (2005, p. 36). Son peritos
que forman parte de los equipos técnicos, cobran un sueldo mensual independiente de la cantidad de pericias
realizadas. Son profesionales con mayor especialización debido a la complejidad de los casos en los cuales
intervienen.
 Perito de oficio Para desempeñar este rol, el profesional psicólogo debe inscribirse en las listas que, para tal
fin, se organizan en cada fuero. Estableciendo su relación con la justicia a través de un contrato para actuar en
determinado juicio, para lo cual es convocado por el juez. (Varela et al., 2005, p. 36)

Los llamados peritos oficiales o de lista son profesionales que se inscriben en los distintos fueros, con el fin de
ser sorteados y designados en aquellas causas en las que los jueces, por propia convicción o a pedido de
alguna de las partes intervinientes en el proceso judicial, entienden que se necesita un aporte pericial
específico y que por diversas razones no se solicita a los peritos oficiales. Generalmente, se recurre a este tipo
de peritos en los fueros civil o laboral.
La inscripción, según sea el fuero y según la provincia, debe renovarse cada año. El perito de oficio es
notificado de su designación en una causa por medio de una cédula de notificación, y tiene tres días hábiles
para concurrir al tribunal, solicitar el expediente y aceptar o no el cargo. Si no aceptara el cargo o no
concurriera en el plazo fijado, será reemplazado por otro.
El perito deberá realizar su dictamen de acuerdo con los puntos de pericia propuestos por las partes y por el
juez. Siempre habrá un plazo para presentar dicho informe, si no lo hubiere se considerarán quince días.
32
Será removido el perito que, sin motivo explicitado oportunamente, no presenta el informe pericial. En este
caso podrá ser condenado a pagar los gastos y perjuicios que su actitud pudo haber ocasionado a las partes.
El perito puede, dentro de las 72 horas de haber aceptado el cargo, solicitar adelanto o anticipo de gastos a la
parte que ha solicitado la prueba.
En la sentencia, el juez formulará la regulación de honorarios de los profesionales que han intervenido en el
juicio: abogados y peritos. Notificados estos de la regulación de sus honorarios, tienen cinco días para
apelarlos si consideran que son bajos.
La parte condenada en costas es la obligada a abonar los honorarios, si esta no lo hace, el perito deberá iniciar
la ejecución de honorarios (Varela et al., 2005).
Por un lado, el trabajo como perito de oficio es libre e independiente, en cuanto al sorteo y respecto al
nombramiento. En este sentido, es casi azaroso, pues no hay certeza de probabilidad en cuanto a los mismos.
Ello depende de las necesidades de los juzgados, el llamado para realizar pericias psicológicas, según lo
requiera el juez o las partes en un proceso. La posibilidad del nombramiento también depende de la cantidad
de peritos inscriptos. Por otro lado, contrariamente a esa libertad aleatoria, el perito debe ajustar su accionar y
adaptarlo a lo especificado por las acordadas o artículos de la ley, que rigen los tiempos procesales.
 Perito de parte Su función está reglamentada por el Código de Procedimiento Penal 7, siendo nombrado por el
juez a pedido de alguna de las partes, para que pueda intervenir dentro del proceso pericial.
Dado que su rol es de perito, debe cumplir con ciertas obligaciones como ser proceder a la aceptación de
cargo y presentar informe (si adhiere en un todo con el perito oficial bastará con firmar el informe que el antes
mencionado presentare). En caso de no cumplir con las obligaciones, se le impondrá una sanción. Su función
es controlar el proceso y el actuar de los peritos oficiales o de oficio, según el caso.
 Consultor técnico Su actuación está reglamentada por el Código de Procedimientos Civil 8. Es autorizado por
el juez, a instancia de alguna de las partes y no tiene obligación de realizar aceptación formal del cargo, ni de
presentar informe.
Los consultores técnicos funcionan como una suerte de veedores que presencian la administración de las
técnicas y luego podrán elevar cuestionamientos sobre lo concluido por el perito “oficial” (quien oficie la
pericia, sea oficial o de oficio), pudiendo presentar informe si lo desean, pero teniendo presente que no es
obligatorio.

En relación con el perito de parte y consultor técnico, en la práctica las funciones son las mismas. Perito de
parte se denomina en el fuero penal, mientras que consultor técnico en los demás fueros.
[7]
Ley 23984. Código Procesal Penal de la Nación. (1991). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/2YGOXkg
[8]
Ley 17454. Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. (1981). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/2TBEJAc
Excusación y recusación del perito

Puhl, Izcurdia y Varela (2013), refieren que las causales de excusación “son aquellas que permiten que un perito se
autoexcluya para intervenir en un proceso” (p. 18).

Existen distintas causales para ello y las estipuladas en los códigos de procedimiento tienen carácter enunciativo, esto
-jurídicamente hablando- significa que se pueden invocar otras que no se encuentren allí nombradas con tal finalidad
(Puhl et al., 2013).
Las causales de excusación que enuncian los códigos de procedimiento, dicen Puhl et al., “resultan ser las mismas que
las que corresponden a las causales de recusación (solicitud que una de las partes litigantes realiza ante el juez
interviniente con la finalidad de que el experto sea apartado de su cargo)” (2013, p. 18).
La excusación y la recusación de jueces, peritos, testigos, etc., tienen como objeto asegurar una recta administración
de justicia, además de una conducta imparcial e independiente de todos aquellos profesionales que intervendrán en un
juicio.
La recusación de los peritos aparece contemplada en el artículo 256 del Código Procesal Penal de la Nación 9 y en el
Código Procesal Civil -artículos 465 y 466-10. Según los códigos vigentes, algunas de las expresiones de causas
posibles son: amistad manifiesta, enemistad manifiesta, parentesco (por consanguineidad hasta cuarto grado y por
afinidad hasta segundo grado), ser acreedor o deudor, tener interés en el litigio, ser parte del litigio, tener o haber
tenido denuncia o querella. En todos los casos, tales circunstancias deben estar en relación con cualquiera de las
personas que constituyan alguna de las partes que participan en el litigio.

33
El Código Procesal Penal refiere “(…) son causas legales de excusación y recusación de los peritos las establecidas
para los jueces”11.
Dichas causales, que son aplicables también a los peritos son las siguientes:
[9]
Art. 256, Ley 23984. Código Procesal Penal de la Nación. (1991). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/2YGOXkg
[10]
Arts. 465 y 466, Ley 17454. Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. (1981). Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de https://bit.ly/2TBEJAc
[11]
Art. 256, Ley 23984. Código Procesal Penal de la Nación. (1991). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/2YGOXkg
1°) Si hubiera intervenido en el mismo proceso como funcionario del Ministerio Público, defensor, denunciante,
querellante o actor civil, o hubiera actuado como perito o conocido el hecho como testigo, o si en otras actuaciones
judiciales o administrativas hubiera actuado profesionalmente en favor o en contra de alguna de las partes
involucradas.
2°) Si como juez hubiere intervenido o interviniere en la causa algún pariente suyo dentro del cuarto grado de
consanguinidad o segundo de afinidad.
3°) Si fuere pariente, en los grados preindicados, con algún interesado.
4°) Si él o alguno de dichos parientes tuvieren interés en el proceso.
5°) Si fuere o hubiere sido tutor o curador, o hubiere estado bajo tutela o curatela de alguno de los interesados.
6°) Si él o sus parientes, dentro de los grados preindicados, tuvieren juicio pendiente iniciado con anterioridad, o
sociedad o comunidad con alguno de los interesados, salvo la sociedad anónima.
7°) Si él, su cónyuge, padres o hijos, u otras personas que vivan a su cargo, fueren acreedores, deudores o fiadores de
alguno de los interesados, salvo que se tratare de bancos oficiales o constituidos, bajo la forma de sociedades
anónimas.
8°) Si antes de comenzar el proceso hubiere sido acusador o denunciante de alguno de los interesados, o acusado o
denunciado por ellos.
9°) Si antes de comenzar el proceso alguno de los interesados le hubiere promovido juicio político.
10) Si hubiere dado consejos o manifestado extrajudicialmente su opinión sobre el proceso a alguno de los
interesados.
11) Si tuviere amistad íntima, o enemistad manifiesta con alguno de los interesados.
12) Si él, su cónyuge, padres o hijos, u otras personas que vivan a su cargo, hubieren recibido o recibieren beneficios
de importancia de alguno de los interesados; o si después de iniciado el proceso, él hubiere recibido presentes o
dádivas, aunque sean de poco valor.12
[12]
Art. 55, Ley 23984. Código Procesal Penal de la Nación. (1991). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/2YGOXkg
El actuar del perito psicólogo
Según Varela et al. (2005), para poder realizar la labor pericial, el psicólogo deberá realizar dos trámites prioritarios
para que su actuar sea ajustado a derecho y, por tanto, idóneo:
1. la consulta del expediente judicial;
2. el contacto con los puntos de pericia.

Respecto al primer trámite -la consulta del expediente judicial-, cuando un perito toma contacto por primera vez con el
expediente en el que se lo ha designado, deberá buscar, como primer conocimiento, los nombres de todos los
intervinientes en el caso, ya que de ahí podrá deducir fácilmente si existen o no causales que obliguen a su excusación.
Seguidamente, el perito buscará en el expediente los puntos periciales que han propuesto las partes o el juez, y a los
que este ha dado lugar para que sean contestados, siendo los únicos que deberán ser respondidos aquellos propuestos o
autorizados por el magistrado.
Para dar respuesta a los puntos de pericia, el perito deberá recabar información sobre las personas a examinar a través
de la aplicación de entrevistas semidirigidas; así como también de la aplicación de otras técnicas de exploración
psicológica que a su exclusivo criterio le resulten conducente a obtener la información que necesita. Finalmente, el
análisis de toda la información que se obtenga a través de la aplicación de las técnicas psicodiagnósticas conducirá a la
elaboración de conclusiones diagnósticas, las cuales, a su vez, deberán ser procesadas y reelaboradas teniendo como
exclusiva directriz la finalidad específicamente forense que hace a su naturaleza en tanto proceso pericial.
Informe pericial
El peritaje psicológico, al ser una herramienta técnica al servicio de la justicia, obliga al psicólogo a realizar las
34
siguientes operaciones dentro del proceso, sea cual fuere la temática en la que esté inmerso, es necesario que este
tenga en cuenta, según Puhl, Oteyza e Izcurdia (2018), los siguientes elementos para el informe final.
 Descripción de la persona objeto de la evaluación pericial psicológica.
 Una relación detallada de todas las operaciones practicadas por el perito y de su resultado.
 Las conclusiones que en vista de tales datos formulen los peritos, conforme a los principios y reglas de su
ciencia o arte deba formular.
Estos elementos a tener en cuenta se encuentran regulados por el Código Procesal Penal de la Nación en su artículo
263:
El dictamen pericial podrá expedirse por informe escrito o hacerse constar en acta y comprenderá, en cuanto fuere
posible:
1°) La descripción de las personas, lugares, cosas o hechos examinados en las condiciones en que hubieren sido
hallados.
2°) Una relación detallada de todas las operaciones practicadas y sus resultados.
3°) Las conclusiones que formulen los peritos conforme a los principios de su ciencia, arte o técnica.
4°) Lugar y fecha en que se practicaron las operaciones. El juez valorará la pericia de acuerdo con las reglas de la sana
crítica13
[13]
Art. 263, Ley 23984. Código Procesal Penal de la Nación. (1991). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/2YGOXkg
A su vez, un dictamen pericial deberá ajustarse a los principios de la lógica, el sentido común y estar redactado con un
lenguaje libre de tecnicismos que lo hicieran incomprensible para los letrados intervinientes en el proceso.

En relación con lo antes mencionado, Puhl et al. (2018), refieren que en las conclusiones del informe,
el perito no debe realizar juicios de valor, expresar aspectos irrelevantes a la causa, emitir datos injuriosos o faltos de
verosimilitud. A su vez, debe evitar utilizar términos técnicos o en su defecto debería explicarlos y no afirmar nunca
lo que no pueda probar por algún medio técnico. (p. 48)
Para la redacción y posterior presentación al tribunal del informe pericial, no existen normas escritas, sin embargo, el
perito deberá guardar ciertas formalidades propias de la jerarquía de la tarea que realiza y del debido trato al
funcionario judicial a quien eleva el informe.
Varela et al. (2005), en su libro Práctica Pericial, refieren ciertas sugerencias en relación con dicha formalidad. Según
los autores, el encabezamiento del informe debe ser dirigido al “Señor juez” y “Juzgado Correspondiente”,
consignando la nominación y numeración de la Secretaría. Tratándose de una cámara de apelaciones, la nominación
debe ser la de “Excelentísima Cámara Nacional”, si la elevación se efectúa al máximo tribunal de la nación, debe
consignarse a “Corte Suprema de Justicia de la Nación”.
El preámbulo debe contener las razones de la presentación, nombre y apellido completo del perito y la confirmación
de haber aceptado el cargo y dado el cumplimiento a los requisitos legales (juramento de la práctica). En el caso de
tratarse de perito de oficio o de parte, este debe ratificar su domicilio constituido, debiendo mencionar claramente su
función en los autos.
Debe consignar el nombre de la causa para finalmente detallar qué es lo que presenta a consideración del señor juez.A
continuación, se realiza la descripción de todos los datos que se recogen en el examen pericial, los cuales van desde
cómo se presenta la persona exteriormente, hasta el comportamiento que esta evidencia durante la prueba, incluyendo
los antecedentes de examinado que hagan aportes al tema de la pericia (información que puede brindar el examinado u
otra persona en el caso de que este no pudiera hacerlo) y, por supuesto, su estado actual.
Por último, se debe responder a los puntos de pericia que se encuentran consignados en el expediente.
El informe pericial escrito se entrega en el mismo lugar donde se aceptó el cargo (en el caso de perito de oficio), es
decir, en la mesa de entrada del juzgado actuante. Debiéndose presentar tantas copias del informe como partes
interesadas haya en el mismo.
Puede suceder que la pericia, al ser evaluada por las partes o juez interviniente, tenga alguno de estos destinos:
 sea impugnada por una o ambas partes;
 sea declarada nula y, por lo tanto, se nombre a otro perito para la realización de otro informe pericial;

35
 no sea considerada;
 se pida ampliación, por surgir dudas con respecto a lo allí especificado;
 se pida aclaración de algún/os puntos;
 sea aceptada en su totalidad.
Las consideraciones que las partes realicen deben ser fundadas, y el juez dará lugar o no a dicho pedido.
Los puntos de pericia
Como ya hemos dicho, el perito psicólogo es convocado a los fines de dar respuesta a los requerimientos que la
justicia le haga para que con su aporte científico colabore en la comprensión de los hechos que se ventilan en el
expediente, y así lograr una mejor administración de justicia.
Ahora bien, se plantea el tema de cuáles concretamente son tales requerimientos que se le presentan al profesional.
Generalmente, nos encontramos con que dentro del expediente constan los puntos periciales que el perito debe
responder.
Talarico Pinto (2003), dice que para un perito psicólogo los puntos de pericia son la síntesis de las conclusiones de su
informe. Contestarlos es poder conceptualizar el diagnóstico que es esencial a la prueba. Explicar los puntos periciales
es responder a las dudas técnicas o científicas que surgen de la complejidad de un caso, y que el juez y las partes
necesitan para dilucidar un proceso. Son los puntos esenciales, las preguntas por las cuales es convocado un perito.
Los puntos periciales son plasmados de diversas formas. Según Puhl et al. (2018):
Nos encontramos con formulaciones que conllevan en sí mismas preguntas, muchas veces afirmaciones y/o
negaciones que deben ser confirmadas o avaladas por el experto; aunque también en ocasiones consta la solicitud de
que se apliquen determinadas técnicas psicodiagnósticas, o asimismo que se nos convoca para que sea realizado un
examen psicodiagnóstico. (p. 51)
Conforme a ello, debe entenderse que las partes que intervienen en el litigio son quienes proponen la prueba pericial
psicológica y consecuentemente los puntos de pericia que desean se les respondan. No obstante lo cual, es facultad
exclusiva del magistrado que interviene en la causa determinar la procedencia o no de tales propuestas o incluir las
propias, lo que en definitiva implica que el experto deberá responder solo aquellos puntos periciales que el juez
considere pertinentes.
Puhl et al. (2018) nombran ahora algunos ejemplos de posibles puntos periciales que suelen presentarse en un juicio,
los cuales van a modificarse según el fuero de intervención.
 Si hay disminución en las actividades psíquicas superiores.
 Si padece trastorno derivado de alguno de estos estados: fobias, pesadillas, angustias permanentes, traumas e
inhibiciones.
 Si resulta necesario tratamiento psicoterapéutica de apoyo y, en caso afirmativo, duración y costo.
 Determinar grado de incapacidad psicológica en la actora.
 Necesidad de tratamiento, costo, frecuencia y duración.
 Considerando los datos que surgen de la causa penal, determinar concordancias entre el evento y las
afecciones psicológicas.
 Diagnóstico y pronóstico psíquico de cada uno de los actores.
 Indicar cómo influyó, en la psiquis del actor, el hecho de no poder trabajar por verse privado de su medio de
transporte luego del accidente, y por la secuela de las lesiones.
 Grado de incapacidad laboral derivada de la afección.
 Expedirse especialmente respecto de la actitud hacia la vida de relación en los planos familiar, social, cultural,
intelectual y de aprendizaje en general.
 Si como consecuencia del accidente que da cuenta la presente demanda, el actor padece de estado de ánimo
angustioso o depresivo o sentimientos de desvalorización de su personalidad.
 Determinar cómo ha influenciado el hecho traumático en su vida de relación afectiva, laboral y social.
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Ante tales propuestas, el perito debe tomar muy en cuenta que al responder deberá limitarse única y específicamente a
evaluar la pregunta planteada, basado en el resguardo del secreto profesional.
Así también, existe un punto pericial que frecuentemente es utilizado como clisé en todas las convocatorias de peritos,
cualquiera sea su especialidad. Expresado de diferentes formas, siempre apunta a lo mismo, a que el perito se explaye
ampliamente sobre lo que considera pertinente. Su redacción suele plasmarse del siguiente modo.
 Informe sobre todo otro dato que considere de interés.
 Todo otro dato de interés para la litis.
 Cualquier otro dato de interés que pudiera aportar al presente.
 Todo otro dato-aporte-sugerencia que a criterio del experto crea conveniente para la justa solución de la litis.
Es fundamental que al momento de responder este punto, el experto considere si realmente tiene o no otros aportes
relevantes a los hechos que se ventilan en los actuados, ya que no puede, bajo ningún punto de vista, volcar en su
respuesta datos que no han sido solicitados o que no corresponden con los hechos. Si los puntos periciales fueron
vastamente respondidos, seguramente, en la respuesta a este, el experto no tenga nada para decir, en cuyo caso lo
responderá en tales términos.
Se debe, en todo momento, respetar la privacidad del peritado no violando el secreto profesional en cuanto aparezcan
problemáticas que no se refieran a los planteos que dieron motivo al juicio que lo convoca.
Frente a ello, es el experto quien considerará cuáles técnicas son las indicadas al caso, ponderando qué es lo que debe
evaluar en el caso concreto y si tales técnicas resultan suficientes y adecuadas a tal fin. En otras palabras, es el perito
quien tiene la facultad de decidir qué técnicas utilizará para realizar el examen, puesto que él posee los conocimientos
técnicos científicos necesarios. Pero si el profesional decidiere no aplicar algunas de las técnicas que le fueron
planteadas deberá, al momento de hacer constar la respuesta al punto pericial, especificar las razones técnicas
científicas que motivaron la desestimación de las mismas, o especificar la facultad del experto en dicha elección.
El perito se enfrenta a un dilema específico, ¿qué se debe informar y qué no? Pues bien, la respuesta la encontrará en
el análisis del expediente. Para determinar qué se debe informar y qué no, en estos casos, se valorará exclusivamente
cuál es el derecho que se está debatiendo en ese juicio, en otros términos, cuál es la temática sobre la que trata el
litigio; daños y perjuicios, régimen de visitas, adopción, tenencia de hijos, violencia familiar, etc. Ello marcará el
camino sobre qué es necesario informar, considerando siempre que lo comunicado no debe apartarse de los hechos
ventilados en la litis.
Es importante explicar que, muchas veces, se presentan puntos periciales incomprensibles para el experto, ya sea por
su modo de redacción o porque es inentendible el planteo formulado desde una postura científico psicológica. Bajo
estas circunstancias, el perito puede, previo a la aceptación del cargo, a la evaluación pericial e incluso a la
presentación de su dictamen, presentar ante el juzgado un escrito de pedido de aclaración de punto pericial, para que el
juez inste a las partes intervinientes que contesten tal solicitud del experto. Incluso el profesional puede incluir en el
mismo escrito una sugerencia en cuanto a qué debería plantear el punto pericial cuestionado, indicando qué alcances
podría implicar el mismo desde la ciencia de la psicología (Puhl et al., 2018).
En el caso planteado, las preguntas que plantea el juez o las partes y que el perito debe responder son las siguientes:
indique si la actora padece problemas psiquiátricos a raíz del trauma sufrido por el caso de autos; indique, en ese caso,
el diagnóstico; indique costo y tiempo del tratamiento que estime necesario para la actora en función del diagnóstico;
para que en definitiva se expida respecto de cuáles son las secuelas que produjo la extirpación de las mamas de la
actora, en su personalidad y en su vida de relación; se expida respecto de la incapacidad psíquica que le ha producido
el hecho a la actora.
M2-L2
La entrevista forense. Diferencias con la evaluación clínica. Técnicas de evaluación pericial
Introducción
En esta lectura, para introducirnos a la temática, se resaltan las diferencias más notables entre la evaluación clínica y
la evaluación forense, y algunas dificultades que presenta la evaluación psicológica en esta última área.
Asimismo, siguiendo a Echeburúa, Muñoz y Loinaz “se aborda el problema del control de la simulación y de la
detección del engaño, uno de los principales obstáculos a los que se ha de hacer frente en el ámbito forense” (2011,
https://bit.ly/3EkOWoB).

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En el ámbito jurídico, específicamente el forense, la entrevista psicoforense como instrumento científico eficaz, se
inserta como herramienta privilegiada, sin desconocer la importancia de otros instrumentos diagnósticos, como la
batería de test psicológicos.
En este escenario, en el cual somos convocados a producir la prueba pericial, a través del decir sobre la verdad
subjetiva de la persona peritada, es nuestra tarea emitir un dictamen pericial que debe reunir ciertos requisitos para
asegurar la existencia jurídica, la validez y eficacia probatoria. ¿Y cómo obtenemos datos que estén científica y
debidamente fundados? Es a partir de la evaluación correspondiente del sujeto evaluado. Tema que trataremos a
continuación.
1. La entrevista forense
Parte de la evaluación de pruebas y entrevistas
Para poder efectuar la evaluación y concretar el informe pericial, se realiza la entrevista clínico-diagnóstica, y a fin de
objetivar lo observado, se administra el Test de la Figura Humana de Machover. Cabe destacar que el encuentro fue
realizado el día …. del presente año, fecha fijada con anterioridad.
De lo anteriormente expuesto, con respecto a un nivel observacional, surge que se presenta una persona que establece
un vínculo de respeto con la examinadora, mostrando adecuación al contexto pericial. La evaluada se encuentra
ubicada temporo- espacialmente.
En relación con el ámbito afectivo, se observa una marcada angustia al hablar sobre el hecho. Desde que comienza a
relatar lo ocurrido hasta finalizar la entrevista, el discurso está acompañado por una gran angustia y llanto. Dicha
emotividad es congruente con lo narrado.
El relato está marcado por un antes y un después respecto al hecho, en cómo cambia su vida luego del mismo, tanto en
un ámbito social, laboral, de pareja, sexual y personal. El hecho desorganiza, desestructura y provoca discontinuidad
en el equilibrio psíquico que tenía la actora antes del mismo.
Cuenta sobre su vida previa al hecho. Desde el año 2008, se desempeñaba laboralmente en el Ministerio de Educación
de la provincia, muy avanzada en la posibilidad de cubrir un puesto en planta permanente, pero con todo lo ocurrido la
terminan desvinculando. Con respecto al ámbito de pareja, cuenta que tenían proyectado tener otro hijo, lo cual ahora
ya no puede hacerlo.
Con respecto a la prueba psicológica administrada, el Test de Machover o de la Figura Humana, este “explora la
imagen corporal del examinado, la expresión emocional y los distintos rasgos que el individuo idealiza, rechaza, o
provoca conflicto, dando las pautas de su identificación sexual”, proyecta la imagen que el sujeto tiene de sí mismo.
(Viganó Carlos, Grecco Eduardo, 1977, Psicopatología. Psiquiatría General). En el presente caso es la única técnica
administrada, ya que era tan marcada la angustia y el llanto durante la entrevista pericial, y tan observables las
secuelas del hecho en datos objetivos de la entrevista, que se buscó minimizar la revictimización, ya contando con los
datos necesarios para responder a las preguntas psicolegales y siendo el Test de la Figura Humana de suma
información para el caso.
A partir de la administración de la técnica, y en concordancia con la entrevista implementada, se observan en la actora
indicadores de una falta de diferenciación sexual en la vivencia que tiene de su esquema corporal. Siente que ha
perdido lo que sexualmente la identifica como mujer, lo que se refleja en el mismo discurso de la actora al referir “ya
no me siento mujer”, “ya no tengo teta, esto no es una teta”.
Figura 1: Test de la Figura Humana

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La entrevista forense. Diferencias con la evaluación clínica. Técnicas de evaluación pericial
Evaluación clínica y evaluación forense
Si bien hay una diversidad de criterios en la evaluación forense y en el contenido de los dictámenes periciales,
Echeburúa, Muñoz y Loinaz (2011), intentan mediante un estudio teórico establecer las diferencias entre la evaluación
clínica y la evaluación forense, sin menoscabo de las características específicas de las pericias psicológicas en cada
ámbito o fuero.
La evaluación psicológica clínica y la forense comparten un interés común por la valoración del estado mental del
sujeto explorado. La primera tiene como objetivo principal de su actuación poder llevar a cabo una posterior
intervención terapéutica; la segunda, analiza las repercusiones jurídicas de los trastornos mentales. (Echeburúa et al.,
2011, https://bit.ly/3EkOWoB)
Respecto al contexto, en el caso de la clínica se da en un consultorio clínico, un espacio ambulatorio o un hospital; en
el forense, un calabozo, un juzgado o una prisión. El marco mismo de la intervención marca pautas relacionales
distintas entre el profesional y el sujeto evaluado, siendo una relación empática en el contexto clínico; mientras que
en el contexto forense una relación más escéptica (Echeburúa et al., 2011).
Explican Echeburúa et al. que “las diferencias en relación al contexto de aplicación (clínico o judicial) y al objeto de
la demanda (asistencial o pericial) marcan las características propias que adquiere el proceso de evaluación
psicológica en cada uno de los dos ámbitos” (2011, https://bit.ly/3EkOWoB).
Sin embargo, la evaluación forense se encuentra con algunas dificultades específicas, como la involuntariedad del
sujeto, los intentos de manipulación de la información aportada (simulación o disimulación) o la influencia del propio
proceso legal en el estado mental del sujeto. Además, el dictamen pericial no finaliza con un psicodiagnóstico
conforme a las categorías nosológicas internacionales (DSM o CIE), sino que la psicopatología detectada debe
ponerse en relación con el asunto jurídico demandado.
El sujeto no se presenta de forma voluntaria ante el profesional, sino que su participación está determinada por su
papel en el proceso judicial (denunciado/denunciante; demandado/ demandante). Además, las consecuencias directas
del dictamen pericial para el evaluado aumentan la probabilidad de manipulación de la información aportada para
conseguir un beneficio o evitar un perjuicio. Junto a esto, el asesoramiento legal por el que, en muchas ocasiones, han
pasado los evaluados (la estrategia letrada de la defensa) y las múltiples exploraciones periciales (efecto aprendizaje)
complican aún más la evaluación psicológica forense. De este modo, los peritos pueden disponer de instrumentos de
medida adecuados, pero el sujeto puede no colaborar en la evaluación y falsear, más o menos conscientemente, las
respuestas. Ya no se trata, por tanto, solo del uso de herramientas inapropiadas, sino del control de las respuestas
inadecuadas a los instrumentos (test y entrevistas) adecuados. (Echeburúa et al., 2011, https://bit.ly/3EkOWoB)
Con relación al caso de Paula, al ser una evaluación forense, el objetivo fue la evaluación del estado mental del sujeto
(Paula), no para un posterior tratamiento, sino en relación con las repercusiones jurídicas. Es decir, cómo lo evaluado
tenía relación con el hecho de litis, el accidente de mamas y sus posteriores consecuencias. Es así que la
psicopatología detectada debe ponerse en relación con el asunto jurídico demandado.
Con relación al contexto, si bien es judicial, al haber sido efectuado por una perito de oficio, dicho proceso pericial fue
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llevado a cabo en un consultorio, con fecha previamente fijada, pero no con las características de una evaluación
clínica. Si bien la evaluada fue la actora, es decir, quien inicia la demanda civil por resarcimiento por los daños
causados a la mutual, el hecho de encontrarse en esta situación no es voluntaria, ni busca una cura o mejoría, lo cual
influye en la relación con el perito.
Por otro lado, Fernández Ballesteros (2005) refiere que “determinados conceptos jurídicos, como el trastorno
mental transitorio, no tienen traslación directa a los sistemas diagnósticos utilizados en la clínica” (citado en
Echeburúa et al., 2011, https://bit.ly/3EkOWoB).
A diferencia de la evaluación clínica, la evaluación forense suele estar marcada por la limitación temporal de la
intervención (número reducido de sesiones [a veces, solo una]) y por la dificultad añadida de tener que realizar
valoraciones retrospectivas en relación al estado mental del sujeto en momentos temporales anteriores a la
exploración (por ejemplo, casos de imputabilidad o impugnación de actos o negocios jurídicos) o prospectivas (por
ejemplo, opción de custodia, establecimiento de interacciones parento-filiales o valoración del riesgo). (Echeburúa et
al., 2011, https://bit.ly/3EkOWoB)
Retomando el caso de análisis, cabe mencionar que con relación a dicha limitación temporal, la evaluación a la señora
Paula fue realizada en un solo encuentro.
Ahora bien, según Echeburúa et al.: La evaluación psicológica forense se ha extendido a múltiples campos. Por
ceñirnos solo al ámbito de lo penal, jueces, fiscales y abogados suelen solicitar dictámenes periciales sobre las
posibles alteraciones mentales de los autores de delitos graves (violencia contra la pareja, agresiones sexuales,
homicidios, etc.), sobre la predicción del riesgo de violencia futura en personas que han cometido un delito violento,
sobre la credibilidad del testimonio en víctimas de abuso sexual infantil o sobre el daño psicológico en las víctimas de
delitos violentos (Andrés-Pueyo y Echeburúa, 2010; Arce, Fariña, Carballal y Novo, 2009). Y a nivel práctico, lo que
es sumamente importante que los dictámenes periciales, a diferencia de las evaluaciones clínicas, se van a caracterizar
por la enorme influencia que pueden tener en el futuro de los sujetos evaluados. En el sistema penal, por ejemplo,
la imputabilidad de un acusado, así como la apreciación de eximentes o atenuantes, dependerá en gran medida de la
evaluación forense [aunque no depende de ellos determinarla]. (2011, https://bit.ly/3EkOWoB)
Teniendo en cuenta dicha influencia, si bien no es el perito el que dictamina, en el caso de Paula del informe pericial
dependerá en gran medida el resarcimiento con relación al daño psicológico que le corresponda a la actora por el daño
injustamente causado.

Por último, los autores señalan que en el ámbito forense a diferencia de la clínica, una exhaustiva preparación de la
sesión pericial (vaciado del expediente judicial) con anterioridad a la misma es fundamental para aumentar el rigor
del dictamen pericial, si bien se deberán evitar en la exploración psicológica sesgos confirmatorios de hipótesis
previas tras el estudio de la información recogida en el expediente judicial. (Echeburúa et al., 2011,
https://bit.ly/3EkOWoB)
Punto que es un poco controvertido, ya que algunos autores no coinciden con la necesidad, en algunos fueros, de esta
lectura previa del expediente judicial.
Tabla 1: Diferencias entre evaluación clínica y evaluación forense

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Riesgo de engaño en evaluación forense: simulación/disimulación
Simulación
Según Bruno y Cabello (2002), podemos concebir la simulación como “la actitud psíquica consciente y voluntaria
donde se representa plásticamente un determinado evento mórbido con la intencionalidad y finalidad utilitaria de
engañar a un tercero” (p. 81).
Los rasgos distintivos señalados en la definición se pueden sintetizar de la siguiente manera, a saber:
Actitud psíquica  Se caracteriza por una activa disposición mental cuya motivación radica en obtener un beneficio
secundario a través del engaño.
Consciente y voluntaria  Vale decir la capacidad psíquica para discernir y ejecutar un acto previamente elaborado y
planificado.
Representación plástica  Consiste en hacer presente, por medio de la expresión psicomotriz, el evento mórbido que
se utiliza para el engaño.
Evento mórbido  Es decir, la patología que se desea representar.
Intencionalidad y finalidad utilitaria de engañar  Es la actitud utilizada por el simulador para obtener un beneficio
legal vinculado a su situación jurídica.
Estos autores diferencian la simulación de la mentira y el fingimiento, términos que suelen confundirse. Para ellos,
la diferencia con la mentira o mendacidad utilitaria consiste en que en esta falta la representación plástica,
engañando a un tercero utilizando como único instrumento el lenguaje verbal (Bruno y Cabello, 2002).
Respecto al fingimiento, si bien parecieran contener el mismo sentido, fingir implicaría la ejecución de un acto
consciente y voluntario, al igual que en la simulación, pero no con la intención de engañar a un tercero, sino en
representar un rol ya estipulado, donde el engaño no se utiliza con fines utilitarios.
Respecto a la etiología, la simulación no es competencia solo del enfermo mental o de aquel que tiene una cierta
predisposición natural para expresarla, cualquier persona mientras existan intereses en juego puede convertirse en
simulador.
En el terreno psiquiátrico forense la idea puede surgir en un sujeto mentalmente enfermo para así simular un falso
bienestar para con ello lograr su pronta alta médica o en un sujeto sano para obtener un beneficio indemnizatorio o
para eludir la responsabilidad penal de su conducta.
Los trastornos mentales más propicios para la simulación, según Echeburúa (2011), son el trastorno de estrés
postraumático, los cuadros psicóticos, las demencias, las toxicomanías, los trastornos disociativos y el retraso mental.
Ciertos trastornos de personalidad, como el antisocial o el histriónico, facilitan la existencia de la simulación.
En el caso planteado, si bien a partir de la entrevista y en concordancia con la técnica administrada se determinó un
trastorno depresivo grave, dicho trastorno podría haber sido propicio para la simulación, para obtener el beneficio del
resarcimiento. Pero no se encontró sintomatología compatible con dicha actitud psíquica.

41
Disimulación
A diferencia de la simulación, la disimulación para Bruno y Cabello (2002) “es aquella donde el enfermo oculta la
patología que padece con el fin de obtener cierto beneficio personal o de convalidar futuros actos jurídicos. Surge con
mayor asiduidad en pacientes internados y que desean lograr el alta médica” (p. 82).

Respecto a aquellos intentos de engaño por parte del evaluado, para Echeburúa et al.: La simulación o disimulación
refleja el deseo deliberado por parte del sujeto de ocultar su estado mental real, bien para dar una imagen positiva de sí
mismo (por ejemplo, en procedimientos para determinar la idoneidad de custodia de los hijos), o bien para transmitir
un estado de deterioro acentuado (por ejemplo, en el ámbito de la responsabilidad penal para conseguir la exculpación
o en el campo del daño psíquico para reclamar una indemnización). (2011, https://bit.ly/3EkOWoB)
La ocultación de síntomas para conseguir algún beneficio (disimulación) -en todo caso, menos frecuente que la
simulación- es más habitual en la depresión, en la paranoia y en el alcoholismo.
Otras modalidades de engaño
Aunque las más comunes y de mayor uso en el ámbito forense son la simulación o la disimulación, existen otras
modalidades voluntarias para obtener beneficios y es importante diferenciarlas (Bruno y Cabello, 2002).
 Parasimulación (para: junto o al lado): Esta modalidad se da cuando el individuo representa un evento
mórbido distinto al que ya padece. Sobre este punto cabe señalar que se utiliza el término “parasimulación”
para diferenciarlo de la sobresimulación, entendiendo que esta última es una variante de aquella. Esta
modalidad, de relativa relevancia médico legal, suele verse en pacientes internados y que desean obtener
beneficios secundarios por medio de simular síntomas ya padecidos o vistos en terceras personas. Ejemplo de
ello podemos encontrarlo en aquellos pacientes que además de padecer su cuadro psicótico, simulan síntomas
extrapiramidales con la intencionalidad de obtener algún beneficio asistencial, generalmente para que le
retiren o cambien la medicación.
 Sobresimulación (sobre: además de o encima de): Como se ha dicho, es una variante de la anterior donde se
exagera o sobreactúa la sintomatología de un evento mórbido que padece o que está simulando. Es posible
detectarla en la población carcelaria que desea ser trasladada al hospital o a otra unidad penitenciaria con el
fin de mejorar sus condiciones de reclusión o en aquellos internos que intentan modificar su calificación penal
y ser declarados inimputables en instrucción o durante el juicio oral.
 Metasimulación (meta: más allá o después): Se caracteriza por la actitud psíquica voluntaria e intencional de
sostener en el tiempo la sintomatología del cuadro psiquiátrico ya desaparecido. Se observa con mayor
frecuencia en el fuero civil cuando debe determinarse el porcentaje de incapacidad.
 Presimulación (pre: antelación o prioridad): Consiste en simular una enfermedad antes de la comisión de un
acto antijurídico con el fin de poder liberarse de la responsabilidad legal que en tal sentido le cabe. Si bien no
es frecuente, puede llegar a advertirse en causas penales.
Síntomas y sus formas de presentación
Para Bruno y Cabello (2002), los síntomas simulados según los intereses jurídicos en juego pueden ser representados
de múltiples formas, pero en general se tiende a manifestarlos como síntomas aislados o agrupados en síndromes
psiquiátricos.
Entre los primeros, encontramos aquellos que por su supuesta simpleza escenográfica para llevarlos a cabo se realizan
sin un mayor conocimiento ni preparación previa, por fuera de todo contexto patogénico y sin entidad psiquiátrica que
los avale; recreando por ello síntomas poco creíbles y muchas veces risibles.
Por la creencia de su fácil reproducción se tiende a elegir alteraciones que toman funciones cognoscitivas aisladas,
tales como amnesias parciales o globales, alucinaciones preferentemente auditivas o visuales, ideas delirantes de
persecución o fantásticas, mutismo, desorientación temporoespacial, robo y sonorización del pensamiento, sin dejar de
lado, aunque en menor medida, trastornos de la esfera afectiva y volitiva, como compulsiones, impulsividad e
indiferencia afectiva.
Entre los segundos, se sitúan aquellos síndromes que el futuro simulador ha observado en otros o se ha informado por
terceros o por medio de la lectura para su representación, intentando llevarlos a cabo mediante cierta elaboración y
planificación previa.
Aunque se utilicen los mejores recursos teatrales, lo que mayormente se obtiene son burdas copias de enfermedades
mentales que por su complejidad y heterogeneidad son difícilmente simulables, más aún para aquel que jamás la ha
padecido. Entre los más habituales se ubican los episodios de excitación psicomotriz, de confusión mental, brotes
esquizofrénicos, de episodios delirantes, depresiones, insuficiencia mental y crisis convulsivas.
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Vale recordar que la sintomatología utilizada se encuentra generalmente relacionada con el perfil caracterológico del
simulador, conformando en su psicodinámica con el medio, diferentes formas clínicas de presentación, tal cual señalan
algunos autores, a saber:
1) Formas clínicas pasivas
Dominan en ellas todos aquellos procesos psicopatológicos que implican inhibición psicomotriz, predominando el
mutismo y los fenómenos psíquicos relacionados con la depresión.
2) Formas clínicas activas
Predominan en ellas los cuadros de excitación psicomotriz que no guardan correlación con ningún tipo de nosología
que las sustenten, como la verborragia, manía, brote psicótico y sintomatología de intoxicación.
3) Formas clínicas estuporosas
Consideradas por su rareza menos frecuentes y que serían una variante de las primeras.
Diagnóstico psiquiátrico de simulación
Por la particularidad interaccional y los intereses puestos en juego, en la práctica pericial la franqueza y la confianza,
indispensable en todo vínculo asistencial, no deben tomarse como supuestas; es más, ante la posibilidad del engaño, el
experto debe obligarse a alcanzar la verdad diagnóstica-pericial y, por ende, facilitar la adecuada ponderación del caso
conforme al proceso judicial en curso.
Para tal fin, el perito deberá contar con afianzados conocimientos de la especialidad y también vasta experiencia
asistencial y médico legal, teniendo en cuenta, además, que tendrá que actuar sin apartarse de los principios éticos-
metodológicos inherentes a la práctica médica-pericial.
Resulta importante señalar que el marco donde se desarrolle el examen debe ser el adecuado a la relevancia del
estudio, contando el mismo con los dispositivos técnicos apropiados para arribar al diagnóstico semiológico de
simulación, evitando con ello innecesarias demoras procesales.
Para el adecuado estudio del caso, creemos valioso tomar conocimiento de las circunstancias de la causa que fueron
colectados en autos. En lo penal habrá que tener especialmente en cuenta lo referente a la criminogénesis y
criminodinámica delictiva; en lo civil a los certificados médicos y los pedidos de las partes que puedan definir las
características del accionar del sujeto; y en lo laboral las pruebas documentales registradas en las causas.
Para un acertado diagnóstico de simulación, tal cual hemos señalado, el perito debe contar con amplios conocimientos
de la especialidad y honestidad personal y profesional suficiente para admitir las dudas y solicitar la intervención de
otras disciplinas, y en su interdisciplinariedad alcanzar la verdad médico legal.
En este contexto, consideramos indispensable que el experto se interiorice de los pormenores de la causa y de los
eventuales intereses jurídicos puestos en marcha a partir de la demanda, donde en muchos casos, el examen pericial,
como último eslabón de la cadena jurídica, podría perjudicar o beneficiar al examinado, ya sea con la pérdida u
obtención de la libertad o con el logro de beneficios indemnizatorios o jubilatorios.
En efecto, el perito tendrá que realizar una detallada y metodológica lectura de las circunstancias obrantes en la causa,
donde no solo se evaluarán las declaraciones de los testigos o las del propio actor, sino también todas aquellas pruebas
documentales que junto con otros datos de interés permitirán arribar a un diagnóstico retrospectivo de la enfermedad
que se refiere padecer.
Una vez concluido con tal procedimiento, se ingresará al terreno de la diagnosis presencial, es decir, habrá que realizar
el examen actual de las facultades mentales con el fin, no solo de comprobar la existencia de alguna enfermedad
mental en curso, sino también de establecer la correlatividad entre el diagnóstico actual y la afección registrada en
autos (en su patogenia, sintomatología y secuelas), o con la referida por el interesado durante el proceso judicial.
Bruno y Cabello (2002), consideran de rigor médico legal acompañar al examen psicológico- psiquiátrico con los
estudios complementarios que se consideren indispensables para esclarecer el cuadro supuestamente representado,
más aún cuando el mismo se ha caracterizado por su complejidad y dificultad diagnóstica.
Existen y existirán sujetos que, pese a la experiencia clínica-psiquiátrica del experto, pondrán en duda sus
conocimientos, engañándolo o al menos haciéndolo dudar pese a los adecuados procedimientos semiológicos
utilizados para su cometido.
Formas defensivas de engaño
Cuando se examina a un presunto simulador hay que tener en cuenta las diversas formas defensivas de engaño que
surgen en la dinámica interaccional y que pueda adoptar ante el entrevistador, entre estas formas podríamos señalar las
siguientes.

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1) Cuando representa síntomas aislados, estos carecen del contexto patogénico y sindromático que caracteriza a la
enfermedad mental, no coincidiendo la conducta general con la esperable al síntoma simulado. Uno de los síntomas
aislados que más se intenta simular es la falta de memoria (amnesia), para lo cual el simulador tiende a representarla
sin darse cuenta de que conforma parte de un conjunto de signos y síntomas procedentes de una afección mucho más
compleja, recreando una forma de conducirse totalmente paradojal y absurda. Tan es así que el simulador pese a no
recordar ni siquiera su propia identidad, se ubica temporalmente sin ningún tipo de inconveniente, se orienta
adecuadamente en el ambiente en que se encuentra, responde a las consignas, etc., mostrando con su actitud lo
inverosímil y engañoso de su conducta.
2) Cuando se intenta simular síndromes mentales, de por sí pocos frecuentes, su heterogeneidad sintomatológica y sus
complicaciones evolutivas, tal cual hemos señalado en párrafos anteriores, hacen que sea muy dificultosa su
representación plástica, mostrando al entrevistador una conducta grotesca y por momento payasesca. Aquí el perito no
debe caer en la suficiencia médica de creer que toda persona anormal demasiado afectada o incongruente en su decir y
accionar sea por ello un simulador.
Hay una sospecha de simulación cuando hay una discrepancia entre los síntomas alegados y la observación de la
conducta, cuando los síntomas son atípicos (mal definidos, erráticos e inconsistentes) y no se corresponden con los
cuadros clínicos habituales y cuando hay una dramatización de las quejas o una sobreactuación clínica. Asimismo, la
incapacidad alegada por el sujeto para el trabajo o el desempeño de los quehaceres habituales, pero el mantenimiento
de la capacidad de diversión (deportes, salidas nocturnas, etc.), sobre todo cuando hay un historial previo de bajas
laborales repetidas, da pie a la sospecha de simulación.
Especial complejidad presenta la detección de la disimulación. En estos casos los sujetos evaluados muestran una
actitud defensiva tanto a la exploración pericial psicopatológica como a la administración de pruebas
complementarias. Sin acceso a la historia clínica del peritado, la exploración forense puede encontrarse con serias
limitaciones. Una dificultad añadida aparece en el campo penal, por ejemplo en sujetos expuestos a situaciones de
victimización cuya manifestación psicopatológica puede conllevarles consecuencias negativas en otros ámbitos
jurídicos (por ejemplo, las mujeres víctimas de violencia en la pareja pueden disimular su deterioro psíquico por temor
a ser consideradas incapaces para guiar la custodia de sus hijos). (Echeburúa et al., 2011, https://bit.ly/3EkOWoB)
Ante la duda diagnóstica consideramos prudente entrevistar al presunto enfermo mental todas las veces que sea
necesario, buscando con ello, no solo confirmar la existencia de la etiología, patologenia y semiología que categoriza a
la afección, sino también corroborar la permanencia, coherencia y estabilidad de la fenomenología psíquica a través
del tiempo.
La ausencia de esta cadencia fenomenológica y evolutiva apoya aún más el diagnóstico de simulación.
El antecedente de una personalidad premorbida tendiente a la mendacidad (de tipo sociopática, límite o necesitada de
estima) podría evaluarse como un indicador más de diagnóstico de simulación. En este caso, vale advertir que el perito
no debe tentarse a utilizar solamente el hallazgo de la personalidad premorbida como único instrumento diagnóstico,
ya que por un lado se correría el riesgo de estigmatizar a todos sus portadores y, por otro, vale recalcarlo, se omitirían
aquellos elementos semiológicos recogidos durante las entrevistas y que conforman el cuerpo diagnóstico principal de
las diferentes formas de simulación.
Es imposible predecir con rigor médico legal cuánto tiempo va a durar la conducta simuladora. En general, es muy
variable, va a depender de las características inherentes a la personalidad del actor y de los intereses jurídicos
existentes, y, desde luego, del tiempo en que el perito demore en descubrir el engaño.
Marca la opción correcta respecto al concepto de simulación.
Se caracteriza por la actitud psíquica voluntaria e intencional de sostener en el tiempo la sintomatología del cuadro
psiquiátrico ya desaparecido.
Se da cuando el individuo representa un evento mórbido distinto al que ya padece.
Actitud psíquica consciente y voluntaria donde se representa plásticamente un determinado evento mórbido con la
intencionalidad y finalidad utilitaria de engañar a un tercero.
El enfermo oculta la patología que padece con el fin de obtener cierto beneficio personal o de convalidar futuros actos
jurídicos.
2. Instrumentos de evaluación
Echeburúa et al. (2011), indican que el rigor exigido a la actividad pericial psicológica no debe confundirse con el
abuso en la administración de test. En función de esto, refieren:

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Si se trata de evitar la victimización secundaria en los sujetos evaluados, se debe partir del principio de intervención
mínima. El abuso de los test en el entorno forense está vinculado a la mitología de los mismos (la creencia de los
operadores jurídicos de que los test son pruebas objetivas sobre el funcionamiento de la mente humana), a la presión
legal (los test como escudo científico frente a los contrainformes en las ratificaciones, juicios o vistas), la competencia
interprofesional (los test como herramienta de trabajo del psicólogo frente a otros profesionales forenses, como
psiquiatras, trabajadores sociales y educadores) o incluso los incentivos económicos (a más test, mayor tiempo de
evaluación y mayores honorarios). (Echeburúa et al., 2011, https://bit.ly/3EkOWoB)
Con relación al caso de Paula, se parte del principio de intervención mínima a fin de evitar o al menos disminuir la
revictimización, ya que al ser tan marcada la angustia y llanto durante la entrevista, y contando ya con datos objetivos
y científicos para responder a los puntos de pericia, se decide administrar solo el test de la figura humana.
La técnica fundamental de evaluación en psicología forense es la entrevista pericial semiestructurada, que permite
abordar de una manera sistematizada, pero flexible, la exploración psicobiográfica, el examen del estado mental actual
y los aspectos relevantes en relación con el objetivo del dictamen pericial.
Los resultados de la entrevista pueden sugerir criterios adecuados para profundizar en algunas áreas exploradas por
medio de test. La estrategia combinada de entrevista y el test deben ponerse en cada caso al servicio de las
necesidades específicas de cada sujeto, de las circunstancias concretas y del objetivo de la evaluación. Por ello, la
selección de los test utilizados no debe basarse en una batería estándar, sino que debe atenerse a criterios de
pragmatismo (utilidad de la información recabada, nivel cultural del sujeto evaluado, dominio del instrumento por
parte del evaluador), a la calidad científica (fiabilidad, validez y adaptación al entorno cultural) y a la economía de
tiempo (brevedad y no repetición de las pruebas a efectos de conseguir una mayor motivación y de evitar la fatiga). En
cualquier caso, se deben señalar las limitaciones de los instrumentos o del contexto de la evaluación, sobre todo
cuando se manejan técnicas que pueden crear unas expectativas muy altas en los operadores jurídicos (por ejemplo,
técnicas de credibilidad del testimonio, escalas de valoración del riesgo de reincidencia o de violencia, etc.)
En resumen, el dictamen pericial debe integrar los datos obtenidos con métodos diversos (la entrevista y los test
específicos), así como contrastarlos, en algunos casos, con fuentes de información múltiples (entrevistas a familiares o
análisis de la documentación obrante en el expediente judicial). Si hay discrepancias entre estas fuentes de
información, la buena práctica requiere señalar las contradicciones detectadas en el informe final y planteárselo así al
Tribunal. Actuar de forma contraria (es decir, excluir lo que resulta disonante e integrar en el informe solo lo que es
coherente con la hipótesis inicial del evaluador) supone una mala praxis y un falseamiento de la realidad de la
evaluación psicológica. (Echeburúa et al., 2011, https://bit.ly/3EkOWoB)
La realización de la pericia psicológica tiene como base el psicodiagnóstico relacionado a una circunstancia puntual y
concreta, que es el hecho investigado por la justicia. Se produce así el entrecruzamiento de dos discursos: el
psicológico y el jurídico.
En relación con ello, las pericias son psicodiagnóstico, pero aplicados al ámbito judicial, por lo tanto con ciertas
diferencias. Como todo proceso científico tiene diferentes momentos que se deben cumplir para alcanzar el objetivo,
siendo ellos la entrevista y la administración de las técnicas. Luego continúa con ciertos momentos que exceden un
psicodiagnóstico, como el desarrollo del dictamen pericial en relación con los puntos de pericia, y la intervención en
un juicio oral antes de ser llamado el profesional.
A partir de ello, se debe tener claro, como vimos recientemente,
que las evaluaciones psicológicas forenses difieren significativamente de las evaluaciones clínicas en una serie de
dimensiones, entre ellas, objetivos, alcances y resultados de la evaluación, así también, el papel del evaluador y la
naturaleza de la relación entre el evaluador y el evaluado. (Saborío Valverde, 2005, https://bit.ly/3Bmry8g)
A su vez, también como vimos, “la evaluación forense se encuentra con algunas dificultades específicas, como la
involuntariedad del sujeto, los intentos de manipulación de la información aportada (simulación o disimulación), o la
influencia del propio proceso legal en el estado mental del sujeto” (Echeburúa et al., 2011, https://bit.ly/3EkOWoB).
Echeburúa et al. (2011), citado en Puhl, Oteyza e Izcurdia (2018), plantean que las características propias del contexto
de exploración forense y el objeto de la intervención del psicólogo en este ámbito, delimitarán las particularidades
propias y claramente diferenciales del proceso de evaluación pericial, a saber:
 La persona evaluada está inmersa en un proceso judicial, motivo de la intervención del psicólogo forense, no
existiendo, por tanto, voluntariedad por parte de la persona sujeta a evaluación.
 El paso por un proceso judicial es un estresor de primera magnitud para las personas, lo que supondrá un
factor distorsionador de los datos de la exploración.

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 En el proceso de evaluación psicológica forense se deben contrastar los datos expuestos por las personas
peritadas con el expediente. Por otro lado, el psicólogo forense debe estar atento a las preguntas para no
sugerir respuestas, así como a cualquier indicador de distorsión de la información.
 El objeto de toda exploración pericial psicológica es dar respuesta a lo requerido desde el derecho, es decir,
realizar una valoración psico-legal. Desde un punto de vista técnico, esta intervención implica conocer qué
áreas psicológicas han de ser exploradas a tenor del objeto de la evaluación pericial. (p. 60)
Sumado a ello, García Arzeno (2007), citado en Puhl et al. (2018), considera que más allá de que hablemos de un
proceso que consta de diferentes pasos, nunca se puede afirmar que uno va primero y otro va después de manera
mecánica, fija e inamovible, ya que la composición del mismo dependerá de muchos motivos.
Es conveniente rescatar que la evaluación psicológica es un proceso de toma de decisiones, que responde a
determinados objetivos con la finalidad de realizar un diagnóstico, pronóstico o intervención. La concepción de
evaluación como un proceso ha servido para distinguir la evaluación de una simple aplicación de test psicológicos. Por
tanto, según Puhl et al. (2018), “la evaluación psicológica no se reduce a la simple aplicación de pruebas psicológicas,
sino que comprende una variedad de procedimientos que se utilizan para lograr propósitos diversos” (p. 61).
De esta manera, se puede decir que la tarea profesional del psicólogo forense comienza con una serie de premisas
obrantes en una causa judicial, a las que por medio de la aplicación de técnicas psicodiagnósticas aprobadas y
correctamente aprobadas, finalmente arriba a las conclusiones que le fueran previamente solicitadas. El psicólogo
forense utilizará el proceso psicodiagnóstico como medio para desarrollar su tarea, con la finalidad de dar respuesta a
lo solicitado por el tribunal emitiendo su dictamen por escrito en el informe pericial (Puhl et al., 2018).
El encuadre en el proceso pericial
El encuadre del proceso pericial, según Puhl et al. (2018), resulta ser muy particular, toda vez que el experto tiene el
deber de guardar el más riguroso secreto en el cumplimiento del ejercicio de su profesión de todos aquellos
conocimientos que obtenga a través de esta, pero simultáneamente se encuentra con que cuando es llamado por la
justicia para intervenir en un proceso, su función está signada justamente en informar de la persona evaluada todos
aquellos datos (relacionados con la causa que se tramita) que obtenga con su praxis pericial.
Dado que el destinatario del informe pericial es un juez y no un paciente, es necesario hacer conocer a la persona
examinada específicamente los fines de la evaluación, así como el requisito de su voluntariedad e implicancia de dicha
situación o contexto para la aceptación de las pruebas a las que deberá someterse.
Por tanto, antes de comenzar la primera entrevista, el profesional debe informar claramente al periciado como se
desarrollará el proceso de evaluación, cuál es su finalidad y modalidad de trabado. Aclarando además, que todo lo que
sea comunicado por él y encuentre relación con los hechos que se ventilen en los actuados, serán informados en el
dictamen pericial, haciéndole saber que los datos que no resulten relevantes en el litigio por no encontrar
correspondencia alguna con el mismo, serán resguardados por el secreto profesional. (Puhl et al., 2018, p. 62)
Consecuentemente, se deberá explicar que al ser la pericia una prueba que se presenta en el juicio con la finalidad de
demostrar la validez del derecho que se debate en el mismo, esta no constituye una obligación, sino una facultad a ser
ejercida o no por quien detente ese derecho. Por tanto, existe la posibilidad de aceptar o negarse a someterse a la
misma, y solo es la persona (mayor de edad y capaz civilmente) peritada quien puede brindar su consentimiento para
ello.
Una vez realizada tal exposición al sujeto que será evaluado, debe procederse a interrogarlo sobre si está dispuesto o
no a ejercer esa facultad, en otros términos, a ser evaluado pericialmente.
Ante la negativa de la persona a colaborar con el proceso pericial, el perito deberá solicitarle que deje por escrito su
decisión, para luego presentar su copia junto con un escrito en donde se explique lo sucedido y la consecuente
imposibilidad de presentar informe pericial alguno sin evaluación previa, ante el juzgado donde tramita la causa.
En cambio, si el sujeto manifiesta su voluntad de colaborar con el proceso pericial, podrá comenzarse sin
inconvenientes ni reticencias en cuanto a lo que el secreto profesional se refiere, puesto que el consentimiento dado
por la persona en este sentido releva al perito del resguardo de su secreto en todo lo relacionado al expediente de que
se trate, no así con otros aspectos de su vida que no se mencionen en el mismo. Es importante destacar que el encuadre
pericial no solo encuentra las particularidades mencionadas, sino que se constituye -muchas veces- en un espacio
peculiar dada la cantidad de personas que podrían estar presentes en el proceso pericial (Puhl et al., 2018).
En el caso de Paula, se le hizo conocer a la peritada el objetivo de la evaluación, y que toda información que surgiera
de ese encuentro pericial y estuviera relacionado con la causa se iba a volcar al expediente a través del informe
pericial. Al otorgar el consentimiento se comienza el proceso sin inconvenientes.
Frecuentemente sucede que habiéndose debidamente fijado en el expediente las fechas para la realización de la
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evaluación, concurren a las entrevistas consultores técnicos o letrados de las partes que intervienen en el litigio, ante lo
cual el perito designado para realizar la pericia no puede negarse a que los asistentes la presencien.
En el caso de Paula, a la evaluación pericial asiste una perito de parte, propuesta por la mutual, lo cual se deja
asentado en el informe pericial pertinente, con los datos de la perito.
En relación con los puntos periciales que se deben responder mediante la evaluación, es el perito quien posee los
conocimientos técnicos necesarios para ponderar la correspondencia o no en la aplicación de una técnica según los
aspectos que le han solicitado se evalúe. Asimismo, refieren Puhl et al. (2018), no es sino después de la primera
entrevista donde se termina de confeccionar el diseño de evaluación y la batería psicodiagnóstica a emplear en cada
caso particular.
No obstante, prosiguen las autoras, cuando el perito desestime la utilización de una técnica que le ha sido propuesta
como punto pericial, al responder el mismo debe especificar los fundamentos que avalen tal decisión, puesto que de
otro modo estaría incumpliendo con su labor al no responder un punto pericial. (Puhl et al., 2018, p. 66).
Hay una gran variedad de técnicas psicodiagnósticas con validación científica suficiente que acreditan su utilización
en un proceso pericial, ello propicia que actualmente el experto pueda elegir en un amplio espectro cuáles son las más
adecuadas al examen que debe realizar, debiéndose, en tal sentido, considerar como válido el criterio utilizado por este
dentro del proceso judicial.
Siempre las áreas de la personalidad a ser investigadas serán la directriz que le indique al perito el tipo de técnicas que
habrá de aplicar. Debiendo también tener en cuenta en la elección, la edad, etapa vital por la que atraviesa el peritado
y hasta su nivel socioeducacional.
Al determinar el perito la batería de técnicas psicodiagnósticas que habrá de utilizar, también deberá pautar el orden
que seguirá en su administración, siendo ello de suma importancia, ya que como es sabido en todo proceso
psicodiagnóstico deberán implementarse, en un primer tiempo, técnicas estructuradas y luego el material más
desestructurado.
Según las autoras Stella Maris Puhl et al. (2018), es importante destacar que todos los protocolos administrados
durante la evaluación deberían ser firmados por la persona evaluada, aclarando la firma y haciendo constar el número
de documento nacional de identidad, ya que ello otorga valor documental a tales elementos, además de que en el acto
signatario el sujeto da prueba del consentimiento prestado para su evaluación, así como también de la autenticidad de
dichos instrumentos.
Para obtener la información para contestar los puntos de pericia, el perito psicólogo recurrirá a entrevistas, técnicas
proyectivas, técnicas psicométricas o técnicas de evaluación neuropsicológicas.
Figura 2: Algunas de las herramientas posibles de evaluación que utiliza el perito

 Entrevista pericial La técnica fundamental de todo el proceso de evaluación psicológica forense será la
entrevista pericial que adopta un formato semiestructurado. Además de su riqueza, la entrevista, orientará al
perito sobre qué contenidos deben ser evaluados mediante otros instrumentos. Dicha técnica permite abordar,
de manera sistematizada, pero flexible, la exploración psicobiográfica el examen del estado mental actual y
aspectos relevantes con relación al dictamen pericial (Puhl et al., 2018).
Asimismo, la entrevista proporciona información potencialmente valiosa, que no sería accesible de otra forma,
tal como la observación conductual, reacciones del sujeto ante lo relatado, etc. Otra de las funciones
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relevantes que cumple la entrevista es la de servir de lista de chequeo en relación con el significado y validez
de los resultados de las pruebas psicológicas, determinando recurrencias o no en las mismas.
En la evaluación psicoforense, la entrevista no es una técnica más, sino que es la que guía el proceso de
evaluación.
 Técnicas proyectivas Las técnicas proyectivas evocarían cuestiones de orden subjetivo en las personas,
mientras que las técnicas psicométricas utilizan metodología formalizada, comparable y medible -puntajes,
escalas, muestras, estandarizadas, coeficientes, etc.-. Según Puhl et al. (2018):
son instrumentos considerados como especialmente sensibles para revelar aspectos inconscientes de la
conducta, ya que permiten provocar una amplia variedad de respuestas subjetivas, son altamente
multidimensionales y evocan respuestas y datos del sujeto, inusualmente ricos con un mínimo conocimiento
del objetivo del test, por parte de este. (p. 69)

Promueven respuestas que se caracterizan por su amplia libertad y que dan cuenta de manifestaciones del
psiquismo tanto conscientes como inconscientes, ya que es posible acceder a fantasías, deseos, ansiedades,
conflictos y defensas.

El supuesto teórico del cual parten es que el estímulo que se le presenta al sujeto en el material de la prueba
provoca la proyección de su mundo interno. La idea reside en que el sujeto posee una estructura básica y
estable de personalidad, la cual está integrada y organizada que caracterizada a ese sujeto. Las respuestas ante
los estímulos que le proponen las diferentes técnicas proyectivas permiten la evaluación de esa estructura
particular. La respuesta, por lo tanto, no es casual o azarosa, sino que está cargada de significación y
entendida como un signo de personalidad del sujeto que emite esa respuesta.
En la evaluación pericial le aportan un beneficio extra puesto que al dar su respuesta el sujeto no es consciente
de la misma, no hay registro de la conexión de su respuesta con su mundo interno y características de
personalidad, por lo cual son difíciles de fingir.
Fernández Ballesteros (1980) clasifica las técnicas proyectivas de la siguiente manera:
Estructurales: son aquellas donde el material audiovisual es de escasa o poca estructuración. Es el sujeto el
que debe organizarlo y darle un significado, el modo en que el sujeto le dé estructura reflejará aspectos de su
personalidad. Ej. test de Rorschach.
Temáticas: material visual con distintos grados de estructuración formal, los cuales no son neutrales, sino que
tienen un contenido. El sujeto basado en esos estímulos visuales debe dar una respuesta verbal, debe narrar
una historia. Por ejemplo, el test de apercepción temática.
Expresivas: no utilizan material con estímulos visuales o táctiles. El estímulo es una consigna verbal o escrita
en donde el evaluado realiza una respuesta mediante una expresión gráfica al dibujar una/s figura/s. Ejemplo:
dibujo de la figura humana, test de la familia, etc.
Constructivas: se presenta al sujeto material concreto que debe organizar en función de diversas consignas.
Asociativas: se le brinda al sujeto una consigna verbal o escrita que debe asociar o completar verbalmente.
Por ejemplo: test de frases incompletas de Rotter. (Citado en Puhl et al., 2018, p. 70)

 Técnicas psicométricas Han sido heredadas del paradigma de las ciencias duras, cuantitativas y positivistas,
mientras que los métodos proyectivos se acercan más a las características del paradigma cualitativo, basado en
el empirismo y la fenomenología.
Desde el modelo psicométrico, se define al test psicológico como una medida objetiva y estandarizada de una
muestra de conducta, por lo que la respuesta se evalúa según normas cuantitativas.
Dentro de este modelo, refieren Puhl et al. (2018), existen diferentes procedimientos, tales como
cuestionarios, escalas, test, inventarios, etc., que han sido concebidos para captar las respuestas de los sujetos
ante estímulos -verbales o no verbales- prefijados y con opciones establecidas de respuesta. Suele referirse a
características psicológicas concebidas como más o menos independientes, es decir, a rasgos o atributos
siempre que sean cuantificables. Su objeto es la medición, llegar a inferir magnitudes que reflejen los
inobservables psíquicos a través de sus manifestaciones observables.
Los términos cuestionarios, inventarios y escalas habitualmente se utilizan como sinónimos a pesar de que hay
algunas diferencias en la forma de su presentación.
Los cuestionarios suelen ser formularios que contienen una serie de ítems o preguntas cuyas opciones de
respuestas no están ordenadas ni graduadas, sino que son respuestas dicotómicas
Por su parte, los inventarios son formularios que presentan una serie de problemas o síntomas donde no hay
respuestas correctas o incorrectas, sino que la respuesta demuestra el acuerdo o no del sujeto evaluado con el
enunciado de cada uno de los ítems. Ejemplo: Inventario de síntomas SCL 90, Inventario de depresión de
Beck.

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Finalmente, las escalas son instrumentos cuyas respuestas se plantean en forma escalar, Likert u ordinal,
estableciendo un orden de jerarquía en donde el sujeto debe responder aquella categoría que más se ajuste a su
posición respecto a lo que se pregunta. Ejemplo: Escala de sucesos de vida de casullo.

 Técnicas de evaluación neuropsicológicas La valoración neuropsicológica en el ámbito forense va


adquiriendo cada vez más presencia en el diseño de la batería psicodiagnóstica como herramienta que permite
identificar y objetivar cambios conductuales o cognitivos resultados de una disfunción cerebral conocida o
sospechada.
McMahon y Satz (citado en Puhl et al., 2018) señalan que son cuatro las principales tareas de la evaluación
neuropsicológica en contextos forenses:
1. Determinar la disfunción.
2. Establecer el efecto sobre la persona evaluada.
3. Establecer un pronóstico.
4. Establecer una relación entre la disfunción y el hecho que motiva la evaluación.
En relación con los instrumentos de evaluación, no existen al momento instrumentos neuropsicológicos que
hayan sido diseñados específicamente para su uso en evaluaciones forenses, siendo los utilizados instrumentos
desarrollados para su aplicación clínica.
La aplicación de técnicas neuropsicológicas debería permitir establecer el funcionamiento general del
evaluado, determinando las fortalezas y debilidades de su funcionamiento cognitivo e inferir si el mismo
presenta alguna alteración o modificación atribuible al hecho motivo de la evaluación pericial.
En este punto es apropiado que al seleccionar la batería psicodiagnóstica determinemos si es pertinente la
incorporación de técnicas de evaluación neuropsicológicas en virtud del caso que debamos evaluar. De ser
necesario incluirlas resulta adecuado analizar el tipo de información que se desea obtener, así como su
fiabilidad y validez, no olvidando ni descontextualizando la información, ya que la misma se obtiene dentro
de una evaluación pericial y como modo de dar respuesta a la pregunta legal.
Pautas para el psicodiagnóstico pericial forense
La A.D.E.I.P., Asociación Argentina de Estudio e Investigación en Psicodiagnóstico, refiere sobre algunas pautas,
como guía para tener en cuenta en el psicodiagnóstico pericial forense, las cuales son de suma importancia. Veamos, a
continuación, algunas de ellas.
La tarea pericial se desarrolla en un ámbito complejo donde debe tenerse en cuenta la integración y articulación de las
nociones del derecho público y privado con la psicopatología, la clínica y las técnicas de exploración psicodiagnóstica.
El psicodiagnóstico pericial es acotado y limitado en función del contexto jurídico en que se desarrolla el pedido de
prueba por el que es designado el perito psicólogo.
El psicodiagnóstico deberá responder a los puntos de pericia que son solicitados para cada caso particular y deberá
estar acotado según la finalidad buscada por el expediente o causa judicial.
En consecuencia, no debe incurrir en los excesos de diagnóstico que supondría informar resultados no pertinentes a los
objetivos del estudio pericial. Su función es aportar a la causa los elementos relacionados con su especialidad que
ayuden a conocer una verdad de la realidad y no una verdad de tecnicismos.
El informe pericial es un dictamen y su fundamentación se basa en la formación y experiencia del profesional. Este
debe estar capacitado para aplicar un protocolo de examen psicológico que sea pertinente para cada caso a evaluar,
mediante una metodología de abordaje que le permita obtener resultados y conclusiones psicológicas de interés para la
causa judicial.
La metodología del psicodiagnóstico se dirige a evaluar los aspectos significativos de la personalidad, el
comportamiento y los vínculos de la o las personas involucradas en una causa judicial, según la especificidad de cada
fuero.
No todas las técnicas aportan los mismos indicadores. Deben ser utilizadas con sus alcances y sus límites. Asimismo,
deben ser interpretadas como complementarias del examen pericial. El dictamen pericial es un informe sobre la verdad
del sujeto, no es un informe de tecnicismos.
El perito debe elegir las técnicas que considere más apropiadas para el caso a estudiar y según el fuero en que actúe y
los puntos de pericia que se soliciten.
Por ejemplo:
- Civil: Trauma psíquico. Incapacidad. Psicopatología previa y posterior a los hechos. Técnicas: entrevista
semidirigida. Test proyectivos. Test de inteligencia. Escalas e inventarios.
- Penal: Insania. Imputabilidad. Simulación. Fabulación. Credibilidad. Verosimilitud. Indicadores de violencia.
Indicadores de abuso sexual. Técnicas: entrevista semidirigida. Test proyectivos y de inteligencia. Escalas. Cámara
Gesell. Hora de juego.
49
- Familia: Indicadores de disfuncionalidad en los vínculos. Indicadores psicopatológicos en los actores. Técnicas:
entrevistas libres y semidirigidas, vinculares e individuales. Hora de juego. Test proyectivos.
- Laboral: Indicadores de estrés laboral. Mobbing. Burn out. Enfermedades profesionales y trastornos. Incapacidad
resultante. Técnicas: entrevista semidirigida. Escalas. Test proyectivos.

María Teresa señala, justamente, las dificultades de los peritos noveles cuando suponen que deben responder al pie de
la letra lo que se solicita en los puntos de pericia.
Obviamente, desde la psicología sabemos que el caso se evalúa según sus características y que el psicólogo elige las
técnicas que considera relevantes para su estudio. El código respeta absolutamente la libertad del perito (de todas las
especialidades) para elegir su metodología de estudio. Para eso es llamado como "experto".
Los abogados de las partes son los que piden puntos de pericia y los redactan según sus opiniones y supuestos.
(A.D.E.I.P., s. f., https://bit.ly/3mj01jP).
Instrumentos de evaluación específicos
Echeburúa et al. (2011), en su publicación titulada La evaluación psicológica forense frente a la evaluación clínica:
propuestas y retos de futuro, más allá de la entrevista y demás técnicas de evaluación, hacen referencia a ciertos
instrumentos específicos de evaluación en el área forense.
Dichos autores refieren que la mayor parte de los instrumentos de evaluación psicológica (test de personalidad,
entrevistas estructuradas, etc.) han surgido en un contexto clínico y, por ello, son de interés limitado en el entorno
forense, a pesar de su gran utilización. Además, expresan que “hay un desfase insalvable entre el contexto clínico y el
contexto forense: las pruebas clínicas están elaboradas para evaluar constructos psicológicos o psicopatológicos y su
implicación legal se realiza de forma, muchas veces, inferencial” (Echeburúa et al., 2011, https://bit.ly/3EkOWoB).
Al respecto, continúan explicando que si bien no existen instrumentos de aplicación específica en el ámbito forense,
hay dos áreas en que han surgido pruebas psicológicas de interés propiamente pericial, sobre las cuales no vamos a
profundizar en esta lectura, pero es de importancia conocerlas, están son:
1. la evaluación de la credibilidad del testimonio en menores presuntamente abusados sexualmente, y
2. la valoración del riesgo de reincidencia en delincuentes violentos, agresores sexuales o maltratadores domésticos
(Echeburúa et al., 2011).
Ambos campos, dadas sus peculiaridades, imprimen un plus de responsabilidad en la intervención del perito psicólogo
(Echeburúa, Fernández-Montalvo, Corral y López-Goñi, 2009).
En el primer caso (abuso sexual infantil), la naturaleza del delito (se produce de forma clandestina, sin testigos
presenciales, en general sin señales físicas y con versiones contradictorias de la víctima y del agresor) otorga
frecuentemente a la pericial sobre la credibilidad del relato del niño el carácter de prueba única para enjuiciar el caso.
En el contexto forense español la técnica más aceptada al respecto es el protocolo de análisis conocido como Sistema
de Análisis de la Validez de las declaraciones (SVA)… El SVA es un método elaborado y sistematizado para valorar
si el testimonio aportado por el menor obedece a un suceso experimentado por este o si, por el contrario, es fruto de
distintas influencias externas (Cantón y Cortés, 2000). La técnica se compone de tres elementos fundamentales:1) una
entrevista semi-estructurada con el menor dirigida a obtener un testimonio lo más extenso y preciso posible; 2) el
análisis del contenido de la entrevista basado en criterios (CBCA); y 3) la aplicación de la Lista de Validez, que
permite tener en cuenta otras variables o circunstancias externas al propio relato.
Y en el segundo caso (valoración del riesgo) ciertas decisiones judiciales, como el decreto de prisión provisional para
el agresor, la imposición de una medida de seguridad, la concesión de una orden de protección a la víctima, el acceso a
la libertad condicional o la imposición de una pena de libertad vigilada, se fundamentan principalmente en la
valoración pericial de la peligrosidad del sujeto. (Echeburúa et al., 2011, https://bit.ly/3EkOWoB)
Hay diferentes instrumentos para valorar el riesgo de violencia futura, dependiendo también la adaptación a cada país
(ejemplo: HCR-20/ Sara).
M2-L3
Pericia en autopsia psicológica
Introducción
¿Qué es la autopsia psicológica? ¿A qué hace referencia dicho término?

Al preguntarnos sobre este concepto suele resultar un tanto desconcertante. La representación mental inmediata y

50
automática es la de algún tipo de estudio sobre un sujeto fallecido, algo relacionado con un cuerpo, a la morgue.
Sin embargo, el verdadero procedimiento implica la reconstrucción retrospectiva e indirecta de la personalidad y vida
del sujeto, fallecido o ausente, procurando un análisis detallado de la psique sin contar con su presencia. ¿Pero cómo
se estudia el psiquismo de un sujeto en su ausencia?
La autopsia psicológica constituye un proceso de investigación que, complementado con otras herramientas, puede
contribuir a esclarecer circunstancias de muerte dudosas, entre alguno de sus usos posibles y aplicaciones. Se servirá
principalmente de entrevistas a sujetos cercanos a la víctima, el estudio de la escena del crimen y la recopilación de
huellas psíquicas (escritos, objetos personales, documentos, libros leídos, entre otros).
En esta lectura vamos a introducirnos en este concepto, su metodología y posibles usos como herramienta de
investigación que colabora al proceso penal.
1. Pericia en autopsia psicológica
Para el abordaje del material teórico de esta lectura tomaremos, a modo de ejemplo, la autopsia psicológica ordenada
en el caso de Nisman. Lo que se presenta, a continuación, es una recopilación propia de fragmentos extraídos de las
siguientes notas periodísticas.
Autopsia psicológica en el caso Nisman
El 18 de enero de 2015 Nisman fue hallado muerto con un balazo en la cabeza en el baño del departamento que
ocupaba en el barrio porteño de Puerto Madero.
El juez Ercolini ordenó realizar una autopsia psicológica para determinar el estado de ánimo en que se encontraba el
titular de la Unidad Fiscal AMIA días antes de su muerte.
El estudio retrospectivo, una pericia tendiente a obtener datos del estilo de vida del fallecido, con evaluación de su
salud, gustos, actividades y relaciones, suele ordenarse cuando la muerte tiene causa dudosa y podría servir para la
reconstrucción de los últimos días y horas de vida del fiscal.
El juez pidió realizar el estudio "ante la posibilidad de que el transcurso del tiempo torne deficiente o imposible su
realización, resultando por ello un acto procesal irreproducible y definitivo en juicio".
Se dispuso realizar una "autopsia psicológica" sobre el fallecido como complemento del peritaje integrador encargado
a expertos de la Gendarmería Nacional.
Pedida por los abogados querellantes que representan a las hijas de Nisman y recomendada por la propia Gendarmería,
la pericia busca establecer, en un contexto histórico, cómo era el fiscal y cómo se encontraba en los tiempos mediatos
e inmediatos anteriores a su muerte.
Los resultados de la autopsia psicológica que se hizo sobre el fiscal Alberto Nisman determinaron que el ex titular de
la UFI-AMIA no presentaba "al momento de su muerte un síndrome o trastorno psíquico asociado a conducta
autodestructiva" que hiciera creer que pudo haberse quitado la vida.
Sin embargo, según explicaron a Perfil.com dos de los especialistas que trabajaron en la elaboración del estudio, no se
pudo reconstruir lo que ocurrió con el fiscal en los tres días anteriores a su muerte. Otra de las aclaraciones que
realizaron los peritos oficiales y de parte es que no pudieron analizar una historia clínica psicológica de Nisman
porque no hay constancias de que el ex fiscal hubiera estado bajo terapia, ni que pudieron entrevistar a la hija mayor
del fiscal –el familiar más cercano con el que el fiscal mantuvo un contacto directo en Europa y de quien se separó
para viajar a la Argentina para formular la denuncia–. En el informe, los peritos señalaron que "se trabajó en una
aproximación psicobiográfica, que resultó circunscripta y condicionada por algunos aspectos", como la falta de
documentación médica o de salud mental. También destacaron que el entorno al que se entrevistó "si bien
perteneciente al grupo afectivo y laboral más próximo, a excepción de uno de diez entrevistados, no convivió con el
occiso en las últimas 72 horas". Las conclusiones, presentadas por la junta de especialistas integrada por diez expertos
en psiquiatría del Cuerpo Médico Forense y de cada una de las partes, era esperada como el paso previo a avanzar en
el peritaje integrador entre los médicos forenses y los peritos criminológicos para tratar de determinar cómo murió
Nisman. A su vez, los expertos señalaron que "de la investigación penal no nos fue posible inferir el entorno
emocional inmediato y contexto o circunstancias tales como si estaba solo, acompañado y en ese caso que clase de
vínculo se estableció en dicho momento (afectivo, violento, amenazante, reconfortante, extorsivo u otro)". Además, se
puntualizó que "las videograbaciones del lugar del hecho no fueron lo suficientemente esclarecedoras, para este grupo
de peritos, a la hora de deducir aspectos personales del mismo". A modo de cierre, los expertos reafirmaron "que no se
puede arribar a las conclusiones solicitadas" por la jueza, pero sí elaboraron tres conclusiones: -"No se ha podido
cumplimentar con el peritaje de autopsia psicológica, por carecer de los elementos de análisis requeridos para ello, tal
como fuera inicialmente explicitado y fundada en el rastreo bibliográfico del tema; efectuándose como fuera
manifestado oportunamente una aproximación psicobiográfica; -"no se ha arribado a diagnóstico de personalidad,
habida cuenta de no haber contado, por inexistencia de documentación específica (historia clínica, antecedentes,
tratamiento psicológico y/o psiquiátrico, informantes calificados y objetivos), que solo en parte podrían sustituir la
evaluación directa del sujeto de estudio. -"No obstante, del grupo de personas entrevistadas y de las constancias de

51
autos que se analizaron, no es posible inferir elementos de valor psicopatológico que permitan deducir que el occiso
cursaba -al momento de su muerte- un síndrome o trastorno psíquico asociado a conducta autodestructiva".
Contextualizando la autopsia psicológica
Liliana Angelina de Licitra , en el prólogo del libro Pericia en autopsia psicológica de Teresita García Pérez (2007),
refiere sobre los antecedentes y orígenes de la autopsia psicológica. Dice que en el marco histórico de la autopsia
psicológica existen quienes atribuyen su primicia y diseño a Theodore Curphey, quien en 1958, en Los Ángeles,
California, como médico legista de la ciudad, inició estudios sobre muertes dudosas, para definir su etiología médico-
legal e invitó a tres psiquiatras, Robert Litman, Norman Farberow y Edwin Schenidman, todos científicos
conductistas, a unirse a su investigación. Así, en colaboración con el Centro de Prevención del Suicidio de Los
Ángeles, vieron la necesidad de crear un método para ayudar al centro forense en el esclarecimiento de los fallecidos,
otorgándole utilidad a la autopsia psicológica.
García Pérez (2007) cuenta que fue Robert Litman quien estableció los elementos esenciales para la investigación y al
método lo denominó autopsia psicológica, definiéndola como el método de investigar retrospectivamente las
características de la personalidad y las condiciones que en vida tuvo un individuo, teniendo como objetivo acercarse a
la comprensión de las circunstancias de su muerte. Es decir, que la autopsia psicológica nació como una técnica de
investigación empleada para determinar la manera de muerte en casos dudosos, para establecer si una persona había
consumado suicidio, había sido asesinada o había muerto accidentalmente.
En efecto, la expresión “autopsia psicológica” nos dice que el procedimiento tiene que ver con la clarificación de la
naturaleza de una muerte (de autopsia: “ver por los propios ojos”) y que se centra en los aspectos psicosociológicos de
la misma, con lo que en rigor de verdad contiene una alta carga metafórica y un tanto contradictoria. Ya en 1997, en el
“Segundo Congreso Iberoamericano de Psicología Jurídica”, en La Habana (Cuba), Teresita García Pérez presentó el
método perfeccionado y sistematizado, revelándose como una excelente e incansable investigadora de la tarea forense
del Poder Judicial de Cuba, quien actuaba con la colaboración de otros profesionales mexicanos entrenados y
formados por ella, a modo de unidades o equipos de autopsia psicológica.
Debe destacarse que en Argentina se utiliza el modelo cubano en cuanto a metodología y técnica de entrevistas y
análisis del material recabado a través de los MAP 1 y MAP 2 (modelos de autopsia psicológica) propuestos por
Teresita García Pérez… Especialmente se utiliza el MAP 1 para causas por accidentes y suicidios y en causas civiles,
mientras que el MAP 2 se emplea para causas por homicidios o cuando se ha producido un homicidio y no se ha
podido descubrir a su autor. (Licitra, 2007, pp. 11-13)
Introducción al uso y concepto de autopsia psicológica
No contar con la presencia física de una persona, sea por su muerte o su desaparición, resulta uno de los escenarios de
mayor complejidad para llevar a cabo una valoración psíquica forense, sin embargo, es factible de realizar mediante
técnicas de evaluación psicológica retrospectiva.
La exploración retrospectiva e indirecta de la personalidad y la vida de una persona ya fallecida recibe el nombre de
autopsia psicológica. Se trata de un procedimiento científico para evaluar después de la muerte como era la víctima en
vida, es una reconstrucción sociopsicopatológica postmortem. (García Pérez, 1998, https://bit.ly/314KTOZ)
Francisco Ceballos Espinoza (2015), dice: La autopsia psicológica pertenece al espectro de herramientas forenses en
salud mental denominadas evaluaciones psicológicas reconstructivas. En relación a su uso como metodología de
investigación criminal, se sustenta a partir de la evidencia factible de encontrar, tanto en el sitio de suceso como en el
transcurso de la indagatoria, práctica científica que tiene su fundamento en el principio de intercambio de Locard.
Esta regla criminalística sostiene que cuando dos objetos entran en contacto inevitablemente se produce una
transferencia de material entre ambos, de forma tal que cualquier persona que transite por un lugar determinado dejará
o se llevará sobre sí vestigios de su paso. Desde este paradigma se entiende, como premisa fundamental, que para un
criminal resulta imposible actuar sin dejar rastros de su presencia, así como también abandonar la escena del crimen
sin llevarse evidencia consigo. Entender este principio criminalista resulta esencial, por cuanto no solamente es
aplicable al intercambio de evidencia física, sino también a la transmisión de evidencia conductual, pues siempre hay
algo que se deja atrás y, ante la usencia de la víctima–sea por su desaparición o por su muerte–e inexistencia de
testigos, la evidencia–física y/o conductual–constituye la única fuente de información que podría permitir revelar las
circunstancias de la muerte y la criminodinámica del delito. (p. 67)
Asimismo, el autor continúa explicando: …esta técnica de evaluación psicológica surge toda vez que no es posible,
dada las características del hecho delictual, contar con la víctima y ha surgido la necesidad de establecer pericialmente
el estado mental de una persona determinada a través de métodos indirectos no convencionales, evaluando aspectos
vinculados a un modo de muerte en función de la condición mental de la víctima, sus motivaciones, hábitos y
circunstancias particulares en momentos previos y coetáneos al deceso. Ello implica reconstruir las características de
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personalidad del sujeto evaluado a partir de su entorno inmediato y desde ahí recorrer su historia de vida.

Si bien es cierto que una evaluación realizada de manera indirecta resulta altamente compleja, todavía lo es más
cuando se trata de determinar el estado mental de una persona en un tiempo pasado–ya sea porque se trata de una
persona fallecida o porque se encuentra desaparecida–dado que se requiere reconstruir el estado mental del sujeto a
partir del análisis conductual retrospectivo. No obstante, ello es posible por cuanto la vida psíquica del ser humano
deja una huella que, de una u otra forma, es factible de interpretar. Dentro de este contexto, los documentos
personales, sus pertenencias, obras o producciones artísticas, espacios habita-dos a lo largo de su existencia, relaciones
e interacciones con su entorno, entre otros elementos propios de la escena del crimen, cobran especial relevancia
dentro de esta metodología de evaluación indirecta. (Ceballos Espinoza, 2015, p. 67)
Si bien la autopsia psicológica, en sus comienzos, inicia como una técnica para estudiar muertes de etiología dudosa,
este método tiene diversas utilidades, las cuales vamos a ir desarrollando a lo largo de la lectura.
Figura 1: Algunas aplicaciones de la autopsia psicológica

En esta lectura vamos a dedicarnos, primeramente, a la aplicación de la autopsia psicológica en la investigación


criminal, comenzando por las llamadas muertes equívocas, dudosas o por investigar. Desde el punto de vista
histórico fue la necesidad de esclarecer este tipo de casos y de discernir entre suicidio y accidente lo que motivó que,
en la década de los 60, Litman y sus colaboradores establecieran los principios metodológicos iniciales para su
realización.
Luego continuamos con el uso de la autopsia psicológica en suicidios, en donde nos centraremos en desarrollar su
objetivo y los pasos que realizaron Teresita García Pérez y su equipo para validar dicha metodología, utilizada
posteriormente en Argentina.
También veremos que, como parte de la investigación criminal, la autopsia psicológica logra establecer el círculo de
sospechosos en los homicidios de autor desconocido, ya que al caracterizar a la víctima con sus conflictos,
motivaciones y estilo de vida, les estamos ofreciendo a los investigadores policiales elementos de probabilidad en
cuanto a presuntos autores, quienes tendrían interés en vincularse a este tipo de personas.
En el campo del derecho civil la autopsia psicológica puede invalidar documentos firmados por una persona ya
fallecida al demostrar científicamente que en el momento de su firma, el que resultó luego finado, no poseía la
capacidad mental para regir su persona, administrar sus bienes y tomar decisiones.
La aplicación de la autopsia psicológica en criminología es de inestimable valor pues a través de ella podemos re
construir el “iter victimae” (concepto antagónico al “iter criminis”. Refiere al camino, interno y externo, que sigue un
individuo para convertirse en víctima, establecer los elementos victimógenos presentes y estudiar en profundidad la
relación víctima-victimario, tan importante en la criminogénesis.
Hasta aquí hemos hablado del espectro de aplicación de esta técnica en el campo de las ciencias forenses, la
criminalística, la criminología y el derecho, pero también es aplicable en la prevención de las muertes violentas, el
lograr establecer la población de riesgo suicida, de riesgo a morir por homicidio o por accidente es la mejor manera de
prevenir estas muertes y es a través del conocimiento profundo de las víctimas fatales que podemos detectar los
factores asociados y la caracterización victimal para trazar estrategias de prevención en los diferentes niveles de
atención del sector de la salud con el apoyo de las organizaciones políticas, sociales y de masas.
A. Aplicación práctica del método a la investigación criminal. Muertes de etiología dudosa
“Desde el punto de vista médicolegal, una muerte violenta puede ser clasificada como suicida, homicida o
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accidental” (OPS-OMS citado en García Pérez, 2007, p. 22). En estas opciones pueden surgir dudas que lleven a la
investigación a necesitar de datos psicológicos del occiso para esclarecer la forma de su deceso.
Es decir, que ante casos de muerte equívoca o indeterminada, surge la necesidad de valorar si la condición psicológica
o psicopatológica de la víctima era compatible con un suicidio y, en alternativa, con una muerte accidental o con un
homicidio.
Teresita García Pérez (2007), autora del libro Pericia en Autopsia Psicológica y quien valida la técnica de autopsia
psicológica en Cuba, explica lo siguiente:
La práctica pericial cotidiana nos enfrenta con frecuencia al estudio de casos en los cuales la etiología médico legal de
una muerte violenta resulta dudosa, pues ni el médico legista, ni el criminalista, así como tampoco el instructor
policial, tienen los elementos necesarios para afirmar o excluir una u otra; estos son los casos en los cuales, como dice
Le Moyne Snyder “lo que generalmente falta es el conocimiento del factor determinante, es decir, lo que acontecía en
la mente de la víctima contemporáneamente con la hora de su muerte”.
Llegar a conocer este factor muchas veces determinante a través de una metodología que tuviese el imprescindible
rigor científico que la hiciera tributaria de merecer el rango de prueba pericial, fue la motivación fundamental al
emprender la validación de la técnica de autopsia psicológica. (p. 22).
En otra publicación, la misma autora se pregunta:
¿Cómo discernir con el empleo de la autopsia psicológica entre suicidio, homicidio y accidente en una muerte dudosa,
donde ni el médico legista ni el investigador policial tienen suficientes elementos para decidir?
1. Valorando los factores de riesgo suicida, de riesgo heteroagresivo o de riesgo de accidentalidad.
2. Valorando el estilo de vida del occiso.
3. Determinando el estado mental en el momento de la muerte.
4. Estableciendo las áreas de conflicto y motivacionales.
5. Diseñando el perfil de personalidad del occiso.
6. Determinando si existían señales de aviso presuicida.
7. Determinando si existía un estado presuicida.
Es necesario aclarar que el dictamen de autopsia psicológica se ofrecerá siempre en términos probabilísticos y su
resultado deberá sumarse al resto de los elementos criminalísticos, policiales y médicolegales para conformar la
decisión final. (García Pérez, 1998, https://bit.ly/314KTOZ)
Por otro lado, García Pérez (2007) nos recuerda la conocida frase “los muertos hablan” para luego establecer una
relación directa entre esta noción y las huellas psicológicas que quedan en el occiso.
Todos los que nos hemos dedicado a las ciencias forenses saben que esa conocida frase que dice: los muertos hablan,
es muy cierta; pero habitualmente los textos clásicos la relacionan con los hallazgos tanatológicos, tales como las
livideces, el rigor mortis, la existencia o no de heridas de defensa, que pueden desmentir un planteamiento inicial de
determinadas causas y circunstancias de la muerte. (García Pérez, 2007, p. 121)
Pero no solo por estas razones habla el muerto, “sino que también lo hace por las huellas psicológicas que deja en los
espacios que habitó, y que en determinados casos pueden ser la clave del esclarecimiento de las circunstancias en que
acaeció su deceso” (García Pérez, 2007, p. 121).
Teresita García Pérez (2007) remarca que lo que se hace mediante la autopsia psicológica es un análisis probabilístico,
que en la mayoría de los casos ofrece conclusiones también probabilísticas. De esta manera, en el capítulo V de su
libro Pericia en Autopsia Psicológica, la autora se pregunta: “¿Cómo hacemos el análisis en la generalidad de los
casos?” (García Pérez, 2007, p. 123), sobre lo cual refiere que el análisis debe realizarse evaluando los siguientes
aspectos.
Estilo de vida ¿Cómo vivía el individuo? ¿Era un estilo de vida saludable? ¿Había tendencias para suicidas?
¿Se causaba daño a sabiendas de que eso acortaría su vida, por ejemplo, los alcohólicos, los drogadictos?
Factores de riesgo suicida (autoagresivos), hetero agresivo o a la accidentalidad Se trata de diferenciar si hay
indicadores en el sujeto de heteroagresividad -tipo de agresividad que se caracteriza por dirigirse hacia
elementos externos-, de autoagresividad, donde las conductas agresivas van dirigidas hacia uno mismo o de
accidentalidad.
Aquí hay que hacer un análisis enmarcado tanto en los universalmente aceptados como en los localmente
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identificados; por ejemplo, la pertenencia a subculturas violentas es un factor universalmente aceptado como
de riesgo heteroagresivo, mientras que localmente cada país y región puede establecer un perfil de mayor
vulnerabilidad, como por ejemplo el pertenecer a sectas secretas, el trabajar en centros nocturnos o el vivir en
determinadas zonas residenciales. Por eso siempre el análisis tiene que estar ajustado a cada localidad.
En las muertes dudosas, esto es importante, pues ayuda a la investigación el saber que en una persona que
presuntamente murió por su propia mano, no se encuentran factores de riesgo suicida, y si de riesgo
heteroagresivo, tales como el vínculo con actividades económicas de carácter ilícito.
Personalidad del occiso Tener en cuenta si la personalidad de la víctima se asocia más con indicadores de una
persona que se suicidó o de una víctima de homicidio. Cuando estamos ante una muerte dudosa estos
elementos psicopatológicos juegan un rol importante.
Teresita García Pérez (2007) dice que:
la discusión de cada caso se hace en equipo, participan todos los especialistas que integran la investigación criminal:
médicos legistas, peritos criminalistas, investigadores policiales, psiquiatras o psicólogos forenses; idealmente deben
haber asistido todos al lugar del hecho, y de no haber sido posible, deben al menos haber visto el video del
levantamiento del cadáver e inspección de la escena de la muerte, ya que solo de esta manera se podrán debatir
adecuadamente las hipótesis. (p. 124)
La autora cuenta que en su país (Cuba) tienen la ventaja de poder participar desde el inicio en la investigación, desde
la misma escena de la muerte, lo cual permite sugerir la ocupación de determinados documentos, literatura que leía el
occiso, música que escuchaba, etc. (García Pérez, 2007); experiencia que ella considera muy útil.
En el caso planteado, tenemos el fallecimiento de un sujeto, Alberto Nisman, y tenemos una muerte de etiología
dudosa. ¿Suicidio, accidente, homicidio? Este es un ejemplo, de gran conocimiento y resonancia pública, y en el cual
desde lo técnico se solicita el pedido de autopsia psicológica para una de sus utilidades: colaborar a la investigación
penal en una muerte equívoca o de etiología dudosa.
Si bien es uno de los casos judiciales más paradigmáticos de Argentina, vamos a centrarnos únicamente en la parte
técnica y en el ejemplo del uso de esta metodología restrospectiva e indirecta.
El fiscal fue hallado muerto de un disparo en la cabeza el 18 de enero de 2015, en su departamento del complejo Le
Parc, en Puerto Madero.
Desde las pruebas objetivas, desde la criminalística no se pudo determinar la causa de muerte con certeza,
presentándose hipótesis contrapuestas. Por lo tanto, surge la necesidad de valorar si la condición psicológica o
psicopatológica de la víctima era compatible con un suicidio y, en alternativa, con una muerte accidental o con un
homicidio. En este caso, si fue un homicidio o suicidio.
La pericia psicológica en autopsia psicológica buscó establecer, en un contexto histórico, cómo era el fiscal y cómo se
encontraba en los tiempos mediatos e inmediatos anteriores a su muerte, para ver si se encontraban indicadores de
riesgo autoagresivo o heteroagresivo.
B. Autopsia psicológica en el suicidio
“El término “suicidio” definido por Shneidman como “el acto humano de autolesionarse con la intención de acabar”,
abarca una infinidad de estados motivacionales consientes e inconscientes” (García Pérez, 2007, p. 27). Penetrar en
esa compleja dinámica intrapsíquica del suicida es un arduo trabajo.
La autopsia psicológica, como método de investigación del suicidio, es la caracterización retrospectiva de la
personalidad y la vida de una persona ya fallecida utilizando un método indirecto e inferencial, tratando de obtener
información del occiso a través de terceras personas que en vida lo conocieron íntimamente: familiares, convivientes,
colegas, vecinos, compañeros de trabajo o de religión. También forma parte del método la revisión de documentos
personales (notas, diarios, cartas, producción literaria) y oficiales (historias clínicas, expediente escolar, laboral o
militar) del suicida (García Pérez, 1998).
Esta metodología para el estudio del suicida permite diseñar estrategias de prevención al poder caracterizar el perfil
psicosocial de las víctimas, verificar dimensiones psicopatológicas, establecer la población y perfiles de riesgo y los
factores asociados a esta conducta que tantas vidas cobra (García Pérez, 2007).
También, si bien ya se sabe con certeza que el sujeto se ha suicidado, el estudio psicológico de una víctima de suicidio
y el esclarecimiento de sus circunstancias mentales al momento de su muerte pueden arrojar datos terapéuticos para
familiares y allegados, e incluso para la comunidad.
La autopsia psicológica como técnica pericial, como se refirió anteriormente, ve la luz en los años 60 en Los Ángeles,
California, como salida a una necesidad administrativa de definir la etiología médico-legal de muertes dudosas, donde
no había suficientes elementos para afirmar si se trataba de un suicidio o un accidente.
A partir de estos antecedentes y previa revisión de todos los modelos, escalas, guías y formularios encontrados en la
literatura revisada, es que Teresita García Pérez y su equipo emprendieron una investigación para validar una
metodología propia para su país (Cuba).

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Así se creó un modelo al cual se llamó MAP-I (Modelo de Autopsia Psicológica para Suicidas), modelo cubano
también utilizado en Argentina en cuanto a metodología, técnica de entrevistas y análisis del material recabado que, a
diferencia de los que se habían revisado (los cuales eran abiertos o semiestructurados), es completamente estructurado
y sistematizado, de forma tal que se disminuye al mínimo el margen de sesgo, pues todos los exploradores tienen que
realizar la exploración de la misma manera, guiándose por un instructivo adjunto al MAP-I con posibilidad de
respuesta cerrada, precisamente para evitar la inclusión de elementos subjetivos en la valoración de cada caso y
además para hacerlo verificable por terceras personas y así garantizar su valor como prueba pericial.
Metodología empleada
A partir de la evidencia de que nos enfrentamos al estudio de un hecho fatal consumado [suicidio], no podemos
estudiarlo por métodos directos; es necesario entonces, desarrollar métodos indirectos inferenciales, buscando la
información del fallecido en las personas más allegadas, que se supone lo conocieron más íntimamente.
Este método de exploración retrospectiva e indirecta de la personalidad y la vida del occiso a través de la entrevista a
terceras personas se denomina autopsia psicológica.
Para recoger la información necesaria confeccionamos un instrumento inicial, el cual fue aplicado al menos a dos
familiares, convivientes o allegados del sujeto que se ha suicidado.
La entrevista a cada persona fue realizada de manera independiente y absolutamente privada, después de explicarle el
carácter confidencial de la información solicitada y sus fines puramente científicos.
En cada caso estudiado cruzamos la información ofrecida por cada fuente con el objeto de medir el grado de
concordancia en cada ítem, el cual fue sometido a análisis porcentual.
Previo a la realización de las entrevistas se revisó el expediente medicolegal; a fin de conocer los elementos técnicos
de certeza del establecimiento de la etiología, así como las peculiaridades de la escena de la muerte y declaraciones de
testigos que pudieran ser útiles como fuentes. (García Pérez, 2007, pp. 28-29)
Pasos a seguir para la validación del instrumento
Los pasos a seguir para la validación del instrumento, según cuenta García Pérez (2007), fueron tres, los cuales se
describen brevemente a continuación
 Primer paso “Aplicación al estudio de todos los sujetos suicidados con residencia permanente en el municipio
Centro Habana (de acuerdo con los datos de identidad) cuya defunción ocurrió durante el año 1990” (García
Pérez, 2007, p. 29). De 26 casos fue factible estudiar 20; en un caso la familia se negó a cooperar y en 5 no se
pudieron localizar fuentes que aportaran información útil, pues eran personas que vivían solas.
“Los datos de las víctimas fueron tomados de los expedientes medicolegales que obran en el Departamento de
Registros Médicos del Instituto de Medicina Legal de la ciudad de La Habana” (García Pérez, 2007, p. 30).
 Segundo paso “Aplicación al estudio de los veinte primeros suicidios registrados por el Instituto de Medicina
durante el año 1991… Los datos generales de identidad de las víctimas fueron también tomados de los
expedientes medicolegales” (García Pérez, 2007, p. 30).
 Tercer paso Aplicación al estudio de todos los suicidios registrados en el Instituto de Medicina Legal durante
el año 1991, exceptuando los veinte primeros antedichos. [Se utilizó el MAP (modelo de autopsia
psicológica)]. Los datos de las víctimas fueron igualmente tomados de los expedientes medicolegales. El total
de casos era de ciento cincuenta, una vez excluidos los extranjeros y los residentes en otras provincias. De
estos ciento cincuenta con residencia permanente en la ciudad de La Habana, diez no pudieron ser estudiados
por dificultades en la ubicación de los familiares, convivientes o allegados, es decir que finalmente el universo
de trabajo estuvo compuesto por ciento cuarenta suicidas. Se realizó un total de trescientas nueve entrevistas,
con un promedio de duración de dos horas cada una, aunque realmente el tiempo empleado en cada caso fue
mucho mayor, porque en ocasiones fue necesario visitar en varias oportunidades una vivienda o reexplorar
algunas de las fuentes. (García Pérez, 2007, p. 30)
En el mes de enero de 1991, Teresita G. Pérez y su equipo, realizaron un seminario taller con todos los psiquiatras que
integraban las comisiones municipales de prevención de la conducta suicida en la ciudad de La Habana, durante el
cual recibieron entrenamiento en los aspectos metodológicos de la investigación para poder cumplir con el segundo y
tercer paso. Así, en el tercer paso de este estudio, participaron quince psiquiatras.
Sobre la marcha, y valorando el criterio de todos los psiquiatras que participaron en el seminario-taller, así como de
los que realizaron las entrevistas del segundo paso, se hicieron modificaciones al modelo originalmente propuesto,
quedando el modelo definitivo para el estudio del suicida al cual se llamó MAP I (modelo de autopsia psicológica para
el estudio del suicida), aplicado en el tercer paso de validación del instrumento (García Pérez, 2007).
Las orientaciones metodológicas que la autora había establecido en el primer paso fueron ampliadas y enriquecidas,
quedando finalmente definidas en un instructivo adjunto al MAP.

56
Criterios operacionales
Los criterios que se evaluaron mediante las entrevistas y el protocolo fueron los siguientes.
Edad: Se incluyeron todos los suicidas de 16 años o más, tomando los datos de identificación del carnet de identidad.
Se excluyen los menores por lo infrecuente de la ocurrencia de suicidios en esas edades y porque en ese caso habría
que diseñar un instrumento que se ajuste más a las características de ese grupo de edad. (García Pérez, 2007, p. 31)
Sexo: “Se incluyeron ambos sexos” (García Pérez, 2007, p. 31).
Grupo racial: “Fue tomado del expediente medicolegal para que tuviese mayor rigor científico al ser determinado por
el examen directo del cadáver” (García Pérez, 2007, p. 31).
Estado conyugal: “Se incluyó este término y no el de estado civil por considerar que lo importante no es
el status legal, sino la condición de soledad o de compañía de la víctima” (García Pérez, 2007, p. 31).
Escolaridad: “División del grado de escolaridad de acuerdo con la enseñanza concluida o no” (García Pérez, 2007, p.
32).
Ocupación: “Se considera importante delimitar exactamente en qué ocupaba la jornada cotidiana, ya que existen
ocupaciones con características peculiares que la literatura recoge como más propensas a la conducta suicida” (García
Pérez, 2007, p. 32).
Creencias religiosas: se incluyeron las creencias más frecuentes, dejando la posibilidad de incluir otras no
especificadas (García Pérez, 2007).
Antecedentes patológicos personales: se utilizaron los criterios de semiología general al explorarlos, especificando
algunos datos que la literatura recoge como importantes en el suicidio, tales como: esquizofrenia, alcoholismo,
epilepsia, enfermedades afectivas, asma, entre otros (García Pérez, 2007).
Antecedentes patológicos familiares: “Énfasis en los antecedentes psiquiátricos y de intentos suicidas o suicidio en
la familia” (García Pérez, 2007, p. 32).
Hábitos tóxicos: se incluyó el consumo de tabaco o cigarro, café, drogas legales e ilegales (García Pérez, 2007).

Drogas legales: “Medicamentos o sustancias que se expenden en el mercado con fines terapéuticos u otros, que son
utilizados con el objeto de obtener sensaciones placenteras o diferentes, o bien aliviar síntomas somáticos o psíquicos”
(García Pérez, 2007, p. 33).
Drogas ilegales: “Marihuana, cocaína, heroína y cualquiera otra que pudiera encontrarse y que es mundialmente
aceptada como narcótico de uso y comercialización ilícita” (García Pérez, 2007, p. 33).
Historia de consumo alcohólico: tipo de bebida, la frecuencia de consumo y sus cantidades, a fin de poder
determinar la existencia de bebedores con problemas
Examen psiquiátrico: “Cada aspecto del examen psiquiátrico indirecto retrospectivo responde a una exploración
sistematizada a través de un instrumento, de tal manera que las preguntas fueron estandarizadas para evitar diferencias
en cada entrevista individual” (García Pérez, 2007, p. 33).
Síndromes: “La agrupación sindrómica se realizó de acuerdo con los principios de la semiología psiquiátrica sobre la
base de los datos positivos obtenidos en el examen psiquiátrico retrospectivo” (García Pérez, 2007, p. 33).
Diagnóstico nosológico: “Sobre la base de la agrupación sindrómica se realizó una valoración diagnóstica teniendo en
cuenta los criterios de tal tipo del Glosario Cubano de la Clasificación Internacional de Enfermedades Psiquiátricas
(GC)” (García Pérez, 2007, p. 34).
Áreas de conflicto: se incluyen, entre otros, los conflictos socioeconómicos (personales, familiares, de vivienda y
económicos), laborales (conflicto de roles), dificultades materiales, y conflictos judiciales (García Pérez, 2007).
Estado de la vivienda: estado de las instalaciones hidrosanitarias y eléctricas, paredes, piso, techo y mobiliario
(García Pérez, 2007).
Nivel de vida: estado de la vivienda, índice habitacional, posesión de artículos electrodomésticos y per cápita familiar
(García Pérez, 2007).
Caracterización de la pareja: “Se tomaron las características de personalidad más negativas o difíciles para una
relación interpersonal mantenida, buscando la posibilidad de una pareja vinculada a la decisión fatal” (García Pérez,
2007, p. 34).
Caracterización del suicida (aspectos psicológicos): “Incluimos los criterios de autores nacionales y extranjeros en
la caracterización de personalidad, añadiendo algunos rasgos que consideramos importantes” (García Pérez, 2007, p.
34).
Señales presuicidas emitidas: “Incluimos la valoración de las conductas observadas —hasta dos años antes de la
muerte— por los familiares, convivientes o allegados que pudieran ser interpretables como orientadas hacia un
pensamiento autolítico” (García Pérez, 2007, p. 35).
Algunas de las observaciones obtenidas
Teresita García Pérez (2007), respecto a las expectativas de su estudio refiere: Debemos confesar que cuando
emprendimos esta investigación albergamos el temor del rechazo de los sobrevivientes, temor que fue rápidamente

57
vencido pues la mayoría de las personas entrevistadas se mostró cooperador y accesible y hasta se sintieron aliviados
de poder verbalizar sus consideraciones acerca del fallecido y de las circunstancias que rodearon a su muerte. (p. 44)
Secundariamente, además, hacían postvención, algo tan importante que con frecuencia se olvida, cuando se concluye
por parte de las autoridades que es un suicidio y ahí queda todo, sin tener en cuenta el dolor y la pena de los que
quedaron atrás, la incertidumbre, la culpa y muchas veces la desesperación que pueden precipitar, quizás, otro
suicidio.
Explica García Pérez que en el estudio realizado, “aunque la mayoría de los informantes se mostró cooperadora y
accesible, se encontraron reacciones de defensa, de culpa, de angustia, de vergüenza, de impotencia, de negación de la
realidad” (2007, p. 44). Además, pudieron identificar como algunos lo veían como un homicidio o un accidente y esto
les quitaba la culpa, la transferían a otra persona o al azar, a la suerte, así dolía menos.
En cuanto al tiempo transcurrido entre el deceso y la entrevista, la autora sugiere que no es conveniente visitar a la
familia del fallecido de forma inmediata, considerándose prudente esperar que pase la reacción de duelo (García
Pérez, 2007). La entrevista es más productiva pasados los 15 a 30 primeros días.
Ya durante la generalización del método (tercer paso de la investigación) al estudio de todos los suicidas registrados
en el Instituto de Medicina Legal en 1991, pudimos constatar que no existen diferencias sustanciales entre la
información obtenida un mes después y hasta seis meses después de la muerte; es decir, no se pierde en claridad y
detalle de la reconstrucción biográfica del suicida, siempre y cuando entrevistemos a la persona adecuada. (García
Pérez, 2007, p. 44)
En este aspecto, la autora plantea que el tiempo ideal para la entrevista es de dos a seis meses después del deceso
(García Pérez, 2007). Aunque desde el punto de vista preventivo y con el objeto de intervenir en una situación de
crisis sociofamiliar resulta oportuna una primera visita lo más próxima posible a la pérdida.
A través del estudio realizado se pudo conocer que muchos de los sujetos que se suicidaron emitieron señales de aviso
presuicida, por tanto, el suicidio puede prevenirse. El gran problema, señala Teresita García Pérez (2007), es que
aquellos que rodean al presuicida no toman en cuenta sus señales y minimizan la importancia de las mismas. Por
ejemplo, existe la falsa creencia popular de que quien se va a matar no lo anuncia y se demostró que es absolutamente
falso; pues más de la tercera parte de las víctimas estudiadas hicieron verbalizaciones suicidas siendo estas, los
comentarios pesimistas acerca del futuro, la desesperanza y la expresión de sentimientos de soledad, inutilidad,
incapacidad o incompetencia, las señales de aviso más frecuentes encontradas en el estudio.
El contar con una metodología para el estudio del suicida permite diseñar estrategias de prevención al poder
caracterizar el perfil psicosocial de las víctimas, establecer la población de riesgo y los factores asociados a esta
conducta que tantas vidas cobra.
También se estableció —considerando la experiencia del estudio— que era factible reconstruir el examen psiquiátrico
hasta un mes antes del hecho, puesto que es el tiempo promedio durante el cual las fuentes conservan un recuerdo
óptimo, detallado y preciso del estado mental del fallecido.
En el libro "Pericia en autopsia psicológica” de García Pérez (2007), que hemos venido citando hasta aquí, se
encuentran los demás resultados obtenidos con relación al análisis de los criterios operaciones.
1. La autopsia psicológica, en sus inicios, surge como “método para investigar de manera indirecta y retrospectiva la
personalidad de sujetos desaparecidos”.
Verdadero/falso
C. La autopsia psicológica en las investigaciones criminológicas. Estudio de víctimas de homicidio
“La privación de la vida (propia o ajena) es sin lugar a dudas la conducta más grave que puede realizar un ser humano;
desde el punto de vista victimológico es irreparable, es la desaparición de la víctima directa” (Rodríguez Manzanera,
1990 citado en García Pérez 2007, p. 65).
El profesor Rodríguez Manzanera, citado por Teresita García Pérez (2007), plantea que “una de las dificultades
típicas en el estudio del homicidio es que no contamos ya con la víctima, no conocemos su versión de los hechos, sus
sentimientos, su actuación después del crimen, etc.”(p. 64). También en ese entonces en Cuba, se consideraba el
fallecimiento de la víctima de homicidio como condición que impedía conocer los aspectos psicológicos y
psiquiátricos que pudieron influir en la comisión del hecho (García Pérez, 2007).
Todas estas dificultades frente a la ausencia de la víctima de un homicidio, y teniendo en cuenta el progresivo ascenso
de las tasas de dicho delito, motivaron a Teresita G. Pérez y su equipo diseñar un método específico para el estudio
de la víctima de homicidio, con la aspiración de contribuir al conocimiento de uno de los problemas humanos
permanentes más trágicamente atractivos, donde muchas veces, lo que falta, al igual que en el suicidio, es el
conocimiento del factor determinante, es decir, lo que acontecía en la mente de la víctima contemporáneamente con la

58
hora de su muerte.
Rodríguez Manzanera refiere que:
el homicidio no es fácil de explicar, ya que influyen demasiados factores; la criminogénesis y la criminodinámica del
homicida han sido muy estudiadas, sus rasgos, su personalidad, su iter criminis; por el contrario, falta mucho por saber
acerca de la víctima y de lo que este investigador llama iter victimae.
Como planteaba Hans von Heuting en su obra El asesinato, “la víctima no es únicamente un objeto inanimado, sino
elemento activo en la dinámica del asesinato”; tan es así que un estudio de la criminogénesis no puede ser relevante y
serio si no se tiene en cuenta el papel jugado por la víctima, y en qué medida ella ha contribuido, consciente o
inconscientemente, al acto. (Citado en García Pérez, 2007, p. 65)
Esta versión del método creado para la investigación de muertes por homicidio ha resultado doblemente relevante por
cuanto, por un lado, constituye un aporte a la labor policial en el esclarecimiento de la causa y las circunstancias de
la muerte y, por otro, la autopsia psicológica ha demostrado ser un elemento de gran utilidad a la hora de perfilar a la
víctima. Esta doble funcionalidad permite, a partir del análisis e interpretación de los hallazgos psicológicos, un
completo estudio criminológico de la víctima, pues se obtiene información confiable para la reconstrucción de la
criminodinámica del delito y la participación que pudo haber tenido el sujeto en su propia muerte (García Pérez,
2007).
También como parte de la investigación criminal, la autopsia psicológica, a través de la víctima, logra orientar hacia
el círculo de sospechosos en homicidios de autor desconocido.
Teresita García Pérez (2007), para hablar de la utilidad de la autopsia psicológica en homicidios, define ciertos
conceptos que son empleados con frecuencia en su diseño de la autopsia con este fin, definiciones que son tomadas de
Rodríguez Manzanera. Veremos, a continuación, algunas de estas definiciones.
Criminogénesis  estudio del origen de la conducta criminal.
Criminodinámica  explicación de los procesos seguidos para llegar a la conducta antisocial.
Causa criminógena  condición necesaria sin la cual un cierto comportamiento no se habría manifestado jamás.
Móvil criminógeno  aquello de naturaleza interna que ha llevado al sujeto a cometer una conducta antisocial.
Factor criminógeno todo aquello que favorece a la comisión de conductas antisociales (se trata de “un estímulo
endógeno, exógeno o mixto que concurre a la formación del fenómeno criminal”). (García Pérez, 2007, p. 66)
En cuanto a la metodología empleada para llevar a cabo el estudio de la víctima, encontramos lo siguiente:
El método a utilizar es el de los cuestionarios, y que en el caso de la víctima de homicidio, hay que recurrir a buscar la
información a través del interrogatorio al victimario, y a la investigación de aquellos que hayan tenido conocimiento
directo del ofendido.

Según plantea el profesor Rodríguez Manzanera, lo aconsejable en este modelo de investigación es utilizar todas las
vías por las que podamos obtener información, no solo las personales, sino también las documentales, como registros,
informes periodísticos, etcétera. (García Pérez, 2007, p. 73)
Principios metodológicos
A partir de la evidencia de que nos enfrentamos al estudio de un hecho fatal consumado, no podemos estudiarlo por
métodos directos, es necesario entonces desarrollar métodos indirectos inferenciales, buscando la información
retrospectiva del fallecido en las personas más allegadas que se supone lo conocieron más íntimamente.
En la investigación que se refirió al inicio de la lectura, se validó un instrumento exploratorio dirigido a recoger
información de la víctima de suicidio.
Ahora bien, para validar el MAP II (modelo de autopsia para homicidios), a partir del MAP I (modelo de autopsia
psicológica para suicidas), el cual fue calibrado y validado en la ciudad de La Habana, se efectuaron ciertas
modificaciones y agregados que se desarrollan con detalle en el capítulo III de García Pérez (2007). A continuación,
se enumeran algunas de estas modificaciones.
1. Antecedentes patológicos familiares y sociales.
2. Antecedentes delictivos.
3. Conductas antisociales.
4. Hechos de violencia.

59
5. Antecedentes penales.
6. Antecedentes de estancia en prisión.
7. Antecedentes de atención y estancia en centros de orientación y reeducación de menores.
8. Relación con el autor o autores de su muerte.
9. Lugar donde ocurre el hecho.
10. Horario de ocurrencia.
11. Presencia de terceras personas.
12. Ingestión de alcohol u otras sustancias psicoactivas previo a su muerte.
13. Portación de armas por parte de la víctima en el momento de su muerte.
14. Medio utilizado por el victimario.
15. Posibles motivaciones del hecho: serán establecidas teniendo en cuenta la entrevista con los autores (en los
casos de autor conocido), el resultado de las investigaciones policiales y el propio resultado de la
caracterización de la víctima, así como su participación dinámica en el hecho.
16. Relación víctima-victimario.
17. Sentimientos del victimario hacia la víctima.
18. Actitud de la víctima en el momento de los hechos.

El nuevo modelo de autopsia psicológica se aplicó al menos a tres familiares, convivientes o allegados de cada
víctima, de forma independiente y lo más privada posible, después de explicarle el carácter confidencial de la
información solicitada y sus fines puramente científicos…
Se estudiaron todas las víctimas de homicidio o asesinato de los hechos investigados por la sección de homicidios del
Departamento Provincial de Operaciones Policiales de la ciudad de La Habana durante el año 1994. De un total de 52
casos, se lograron estudiar 50, los 2 casos que no pudieron estudiarse fueron de personas que vivían solas y no se pudo
ubicar familiares o amigos con suficiente conocimiento de la vida y la personalidad de los occisos como para que la
información resultara útil.
Debemos señalar que las personas que aparecían dentro del círculo de sospechosos en la investigación policial, eran
descartadas como fuentes aunque fueran familiares o amigos de la víctima, para evitar que la información se
falseara…
En cada uno de los casos fue revisado el expediente medicolegal, y las investigaciones policiales complementarias,
previo a la exploración de las fuentes seleccionadas. (García Pérez, 2007, p. 79)
Algunos resultados
Veamos algunas de las reflexiones finales que expone Teresita García Pérez respecto del trabajo realizado:
Durante la realización de este trabajo pudimos apreciar sobre el terreno que la familia y los allegados (amigos,
vecinos, compañeros de trabajo) de la víctima, lejos de ser refractarios a la entrevista, en su gran mayoría colaboraban
de buen grado y muchos se sentían aliviados de poder verbalizar sus consideraciones en relación con el hecho y con el
fallecido.
Si en nuestro estudio del suicida otorgamos especial importancia a la revisión previa del expediente medicolegal, en el
cual aparecen todos los elementos técnicos necesarios para afirmar la etiología de la muerte en relación con tal
carácter, en el presente es imprescindible además de revisar este expediente, hacer lo propio con el policial, así como
acudir al lugar del hecho (o en caso de no haber sido posible, estudiar el vídeo del levantamiento del cadáver), ya que
estas acciones nos aportan elementos sumamente valiosos para la caracterización de la víctima, especialmente
respecto de su estilo de vida.

En relación con ello, también resulta sumamente importante la comunicación estrecha con los instructores e
investigadores policiales, a fin de poder acopiar información complementaria para el estudio de los posibles
documentos empleados, tales como historias clínicas, cartas, diarios, notas, grabaciones, vídeos, etcétera.

En cuanto al tiempo transcurrido entre el deceso y la entrevista, debemos señalar que aquellas autopsias psicológicas
60
realizadas antes de los 30 días se corresponden con los casos en los cuales la investigación policial necesitaba conocer
el estado mental de la víctima para tipificar el delito o esclarecer circunstancias concurrentes, ya que para la
investigación del suicida se había establecido como tiempo prudencial a dejar transcurrir, el de un mes de producido el
deceso, con el objeto de dejar pasar la reacción de duelo. (2007, pp. 80-81).
D. La autopsia psicológica en la accidentología. Aplicación de la autopsia psicológica al estudio de las víctimas
de accidentes de tránsito

“En la distribución porcentual de las muertes violentas en la ciudad de La Habana, el primer lugar lo ocupan los
accidentes, con el 66,1 %, constituyendo la cuarta causa de mortalidad general y la primera de mortalidad prematura”
(García Pérez, 2007, p. 109).

Así, considerando que el 50 % de las muertes accidentales en Cuba son provocadas por accidentes de tránsito, y que
además estos constituyen el tipo de accidente predominante en el continente, la preocupación de Teresita García Pérez
y su equipo por el tema se focalizó también en esta modalidad.

“Los accidentes de tránsito pueden ser atribuibles al vehículo, a la vía y al factor humano, en virtud del predominio
causal” (García Pérez, 2007, p. 110). Entonces, en la medida en que seamos capaces de conocer en profundidad a las
víctimas de accidentes, podremos lograr la identificación de los factores asociados a la accidentalidad y las
poblaciones de mayor riesgo, lo cual redunda en la posibilidad de hacer una verdadera labor de prevención en la
comunidad (García Pérez, 2007).

En este sentido, es válido preguntarnos ¿qué lleva a ese sujeto a ser proclive a tener un accidente de tránsito? ¿Cuáles
son las características de su personalidad, de su estado de ánimo -factor humano- que influenciaron?
Metodología
Sobre la metodología de investigación para el abordaje de este tipo de estudio en víctimas de accidentes de tránsito,
García Pérez explica:
Nuestro universo de trabajo estuvo constituido por 50 personas fallecidas en accidentes de tránsito en la ciudad de La
Habana durante el primer semestre del año 1996; se tomaron aquellas víctimas residentes (de acuerdo con sus datos de
identidad) en los municipios Centro Habana, Habana Vieja, Cerro, Plaza y Habana del Este.
De la muestra se excluyeron los pasajeros, para poder realizar una aproximación más objetiva de la participación del
factor humano en el grupo de accidentes estudiado, pues en la dinámica de estos fenómenos la categoría de pasajero
juega por lo general un rol pasivo, todo lo contrario de la de conductor y peatón.
El método utilizado fue la autopsia psicológica, es decir, la caracterización retrospectiva de una persona ya fallecida, a
través del MAPI (modelo de autopsia psicológica integrado), instrumento que solo se incluyó (en relación con el
empleado para las víctimas de homicidio) un ítem adicional relacionado con la historia anterior de accidentes, tanto de
tránsito como laborales o domésticos. En cada caso se revisó el expediente policial y medicolegal; las entrevistas a los
familiares y allegados de las víctimas se realizaron entre los 30 y 90 días posteriores al deceso, para evitar que la
reacción de duelo pudiera interferir con la objetividad de la información, toda vez que en dos investigaciones
anteriores demostramos que hasta el tercer mes, e inclusive hasta el sexto, no se pierde la nitidez ni los detalles del
recuerdo, siempre que se seleccionen las fuentes adecuadas. (2007, pp. 110-111)
E. Aplicación de la autopsia psicológica en el derecho penal y civil
En el ámbito del derecho penal, si ya está claro que se trata de un homicidio, se abre entonces un campo tanto o más
apasionante que el anterior para la aplicación de la autopsia psicológica: la definición del estado mental del occiso-
fallecido- en el momento en que fue ultimado, para definir si existía un trastorno mental que lo colocara en estado de
indefensión [u otra situación que agrave la penalidad]. (García Pérez, 2007, p. 127)
¿Qué importancia tiene esto? Teresita García Pérez (2007), dice que si como peritos se logra establecer que la persona
fallecida se encontraba en estado de enajenación, trastorno mental transitorio o desarrollo mental retardado, entonces
se tipifica el estado de indefensión y se califica el homicidio como asesinato -lo que sería homicidio agravado en
Argentina-, aun cuando no concurra el resto de las circunstancias para su tipificación, pero el autor del crimen se
aprovechó de la desventaja en que se encontraba la víctima. Es decir, para la individualización de la pena, para ver si
sobre la base del estado del sujeto fallecido al momento corresponde un agravante.
Se pide por parte de la autoridad actuante, llámese instrucción policial, llámese fiscalía, que el perito se pronuncie en
relación con el estado mental del occiso en el momento de su muerte para tipificar un delito de homicidio, por lo tanto
las conclusiones tienen que ser de mayor certeza (aunque siempre exista un grado de probabilidad), estaba o no estaba
en trastorno mental transitorio, era o no era un enajenado mental, tenía o no un retraso mental.
61
En el campo del derecho civil la autopsia psicológica puede invalidar documentos firmados por una persona ya
fallecida al demostrar científicamente que en el momento de su firma, el que resultó luego finado, no poseía la
capacidad mental para regir su persona, administrar sus bienes y tomar decisiones.
Es decir, se pretende, mediante el método, establecer qué acciones de carácter legal realizadas por una persona
fallecida fueron realizadas en el marco de una “normalidad” psicopatológica, comprendiendo el acto, atendiendo tanto
al estado mental en el momento de la muerte como del período antecedente.
M2-L4
Ética y deontología en el contexto de la psicología jurídica
Introducción
Al ingresar al ámbito jurídico se abren diversos interrogantes: ¿cómo debe proceder el perito psicólogo para cumplir
con la obligación de guardar el más riguroso secreto profesional en la tarea pericial? ¿Cómo preservar el derecho a la
intimidad y la confidencialidad sabiendo que deberá expedirse a través de su informe pericial que será adjuntado al
expediente?
El encuentro de la práctica profesional del psicólogo con el ámbito jurídico reviste un carácter deontológico muchas
veces dilemático, constituyéndose, por lo tanto, en una línea permanente de reflexión.
En esta lectura haremos un recorrido por algunos principios éticos de la práctica profesional del psicólogo en el
campo jurídico, específicamente sobre el consentimiento informado, el secreto profesional y el tratamiento de las
pruebas psicológicas con su consecuente informe, teniendo en cuenta el análisis de las normativas nacionales en
materia de secreto profesional y de los códigos de ética plasmados en diferentes asociaciones y en el Colegio de
Psicólogos de Córdoba, e intentando dar respuesta a dichos interrogantes.
1. Ética y evaluación en el ámbito jurídico
Hecho
Durante el año 2014, Agustín de 12 años de edad, fue operado en la Clínica Sanagec por pie plano, afección que le
provocaba un marcado dolor de rodilla y dificultades al caminar. Después de consultar con varios traumatólogos,
deciden operarlo.
Al día siguiente de la cirugía le dan el alta y regresa a su hogar. Se quejaba mucho de dolor de pierna, cabeza y
malestar generalizado. Parecía que estaba mejorando, pero cinco días después de la operación amanece muerto,
“nunca despertó”.
Sus padres inician juicio penal y civil contra la clínica por mala praxis.
Cinco años después, durante el año 2019, en el marco de la etapa de pruebas del proceso civil, se solicita intervención
de un perito psicólogo.
2. Ética y deontología en el contexto de la psicología jurídica. Alcances del secreto profesional. El resguardo de
protocolos
Introducción a la ética y secreto profesional en el ámbito psicológico
María Cristina Angós (2003), en “La ética, el secreto profesional y el perito forense”, dice que para poder referirnos al
concepto de ética y del desempeño del rol del perito en el ámbito forense, es necesario referirnos inicialmente a la
ética como concepto general de los demás ámbitos de desempeño del psicólogo.
No podemos desconocer los psicólogos, la importancia que tiene para nuestra profesión actuar éticamente y guardar
el secreto profesional; condiciones básicas para poder establecer un vínculo de confianza que le permita al sujeto que
se encuentra enfrente, tener la seguridad de que todo aquello que va a confiarnos no va a trascender las fronteras del
consultorio. Esto le permite actuar con la más absoluta libertad para el despliegue de su intimidad en forma
espontánea, sin temores y relatar aspectos de su vida personal y privada que en otro ámbito ni siquiera podría
acercarse a pensar. Situaciones conflictivas, dolorosas, muchas veces reprimidas, que solo el ambiente propicio y la
garantía de la privacidad permiten su abordaje. (Angós, 2003, p. 21)
Es importante destacar, según la autora,
que el entrevistado desconoce todo lo que en su discurso está transmitiendo y que no está en condiciones de
conocerlo; que no solo transmite lo verbalizado, sino que a través de ello también aporta una serie de elementos que
muestran su mundo interno y su inconsciente y que solo los profesionales de la psicología están capacitados para
develar y formular hipótesis.

62
El comportamiento ético y el resguardo absoluto del secreto profesional son los pilares de nuestra profesión. De
ahí que desde la legislación se establezca la obligación de guardar el secreto profesional. (Angós, 2003, p. 21)
En relación con la obligación de guardar el secreto profesional, deben tenerse en cuenta las siguientes dos
condiciones.
1. Condición moral-administrativa, generando una responsabilidad administrativa
 Código de Ética de la FEPRA[1] en concordancia con el Código de Ética del Colegio de Psicólogos de la
provincia de Córdoba[2]
 Constitución del Colegio de Psicólogos de la provincia de Córdoba[3]

2. Condición jurídica, generando una responsabilidad jurídica


 Ley de Ejercicio Profesional de la Psicología[4]
 Código Penal de la Nación[5]
 Código Procesal Penal de la Nación[6]
[1] Código de Ética Nacional de la Federación de Psicólogos de la República Argentina. (2003). Asamblea
extraordinaria de la Federación de Psicólogos de la República Argentina. Recuperado de
https://bit.ly/3GCUlJC
[2] Código de Ética del Colegio de Psicólogos de la provincia de Córdoba. (2016). Asamblea extraordinaria
del Colegio de Psicólogos de la provincia de Córdoba. Recuperado de https://bit.ly/3EkTOdA
[3] Ley 8312. Constitución del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba. (1993). Legislatura de la
Provincia de Córdoba. Recuperado de https://bit.ly/3CtinEF
[4] Ley 23277. Ejercicio Profesional de la Psicología. (1985). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/3vVBpAU
[5] Ley 11179. Código Penal de la Nación. (t. o. 1984). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
https://bit.ly/3r9Yygv
[6] Ley 23984. Código Procesal Penal de la Nación. (1991). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
https://bit.ly/2YGOXkg
1. Condición moral-administrativa
A. Código de Ética de la Federación de Psicólogos de la República Argentina (Fe.P.R.A.) en concordancia con
el Código de Ética del Colegio de Psicólogos de la provincia de Córdoba
Dentro de las reglas que se establecen en el presente Código[7], las cuales deben ser consideradas como directivas
generales, se encuentra el secreto profesional. A continuación, se transcriben los artículos referidos a esto.

2. Secreto profesional
2.1. Los psicólogos tienen el deber de guardar secreto asegurando así la confidencialidad de todo conocimiento
obtenido en el ejercicio de la profesión.
Este deber hace a la esencia misma de la profesión, responde al bien común, protege la seguridad y la dignidad de los
consultantes, sus familias y comunidades, y resguarda los intereses de las personas a quienes ofrecen sus servicios,
cualquiera sea el ámbito profesional de desempeño.
2.2. Los informes escritos o verbales sobre personas, instituciones o grupos, deberán excluir aquellos antecedentes
entregados al amparo del secreto profesional y ellos se proporcionarán solo en los casos necesarios cuando, -según
estricto criterio del profesional interviniente- constituyan elementos ineludibles para configurar el informe; en el caso
de que puedan trascender a organismos donde no sea posible cautelar la privacidad, deberán adoptarse las
precauciones necesarias para no generar perjuicios a las personas involucradas.
2.3. La información que se da a padres y/o demás responsables de menores de edad y a las instituciones que la
hubieran requerido, debe realizarse de manera que no condicione el futuro de los mismos y que no pueda ser utilizada
en su perjuicio.
2.4. La obligación de guardar secreto subsiste aún después de concluida la relación profesional. La muerte de los
consultantes no exime a los psicólogos de su obligación frente a la confidencialidad.
2.5. Cuando los psicólogos comparten información confidencial como resultado del trabajo en equipo, supervisiones o
bien por las características de la Institución en que se desempeñan, la obligación de guardar secreto se extiende a todos
los profesionales participantes.
2.6. Los psicólogos garantizarán una apropiada confidencialidad al crear, almacenar, acceder, transferir y eliminar
registros bajo su control, con los recaudos apropiados si son impresos, digitalizados, videograbados, etc. Los

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psicólogos mantendrán y eliminarán los registros de acuerdo con las reglamentaciones vigentes y en un modo que
permita cumplir con los requisitos de este Código de Ética.

2.8. Límites del Secreto Profesional


2.8.1. Los psicólogos podrán comunicar información obtenida a través de su ejercicio profesional sin incurrir en
violación del secreto profesional, en las siguientes situaciones:
2.8.1.1. Cuando así lo exija el bien del propio consultante, debido a que este, por causas de su estado,
presumiblemente pudiera causarse un daño o causarlo a otros.
2.8.1.2. Cuando se trate de evitar la comisión de un delito o prevenir los daños que pudieran derivar del mismo.
2.8.1.3. Cuando el psicólogo deba defenderse de denuncias efectuadas por el consultante en ámbitos policiales,
judiciales o profesionales.
2.8.1.4. Cuando el propio consultante lo autorice o solicite por escrito, quedando a criterio del profesional actuante la
información que se brinde. En todos los incisos mencionados la información que se comunique debe ser la
estrictamente necesaria, procurando que sea recibida por personas competentes y capaces de preservar la
confidencialidad dentro de límites deseables.[8]

B. Constitución del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba


Según el artículo 18, el Tribunal de Ética podrá aplicar las siguientes sanciones:
a) Apercibimiento privado y por escrito.
b) Multa cuyo monto será fijado anualmente por la Junta de Gobierno.
c) Suspensión de la matrícula, por tiempo que no podrá exceder de sesenta (60) días.
d) Proponer a la Junta de Gobierno la cancelación de la matrícula temporaria o definitivamente. Tanto la suspensión
como la cancelación inhabilitarán para el ejercicio profesional y se dará publicidad.[9
[7] Código de Ética Nacional de la Federación de Psicólogos de la República Argentina. (2003). Asamblea
extraordinaria de la Federación de Psicólogos de la República Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3GCUlJC
[8] Código de Ética Nacional de la Federación de Psicólogos de la República Argentina. (2003). Asamblea
extraordinaria de la Federación de Psicólogos de la República Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3GCUlJC
[9] Art. 18, Ley 8312. Constitución del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba. (1993). Legislatura de la
Provincia de Córdoba. Recuperado de https://bit.ly/3CtinEF
2. Condición jurídica
En relación con el secreto profesional, tenemos que tener presente la Ley Nacional de Ejercicio Profesional de la
Psicología N.° 23277, la cual plantea, en su artículo 8, lo siguiente:
Los profesionales que ejerzan la psicología están obligados a… Guardar el más riguroso secreto profesional sobre
cualquier prescripción o acto que realizare en cumplimiento de sus tareas específicas, así como de los datos o hechos
que se les comunicare en razón de su actividad profesional sobre aspectos físicos, psicológicos o ideológicos de las
personas.[10]
El artículo anterior tiene su correspondencia en la Ley 7106 que regula el ejercicio profesional de la psicología en
Córdoba, en el artículo 7:
Los profesionales Psicólogos están obligados a:
a) Proteger a los examinados asegurándoles que la prueba y sus resultados se utilizarán de acuerdo con las normas
éticas y profesionales...
d) Guardar el más riguroso secreto sobre cualquier prescripción o acto profesional salvo las excepciones de la ley o en
los casos que por la parte interesada se lo relevare de dicha obligación expresamente. El secreto profesional deberá
guardarse con igual rigor respecto de los datos o hechos que se informaren en razón de su actividad profesional sobre
las personas en sus aspectos físicos, psicológicos e ideológicos.[11]
Respecto al Código Penal de la Nación, este hace referencia a la temática del secreto profesional en el siguiente
artículo:
Artículo 156 - …Será reprimido con multa de pesos mil quinientos a pesos noventa mil e inhabilitación especial, en su
caso, por seis meses a tres años, el que teniendo noticia, por razón de su estado, oficio, empleo, profesión o arte, de un
secreto cuya divulgación pueda causar daño, lo revelare sin justa causa.[12]
Con relación a cuando estamos obligados a denunciar hechos que conocemos, es pertinente el artículo 177
–“Obligación de denunciar”- del Código Procesal Penal de la Nación:

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Art. 177. - Tendrán obligación de denunciar los delitos perseguibles de oficio:
1°) Los funcionarios o empleados públicos que los conozcan en el ejercicio de sus funciones.
2°) Los médicos, parteras, farmacéuticos y demás personas que ejerzan cualquier rama del arte de curar, en cuanto a
los delitos contra la vida y la integridad física que conozcan al prestar los auxilios de su profesión, salvo que los
hechos conocidos estén bajo el amparo del secreto profesional.[13]
[10] Art. 8, Ley 23277. Ejercicio Profesional de la Psicología. (1985). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/3vVBpAU
[11] Art. 7, Ley 7106. Disposiciones para el Ejercicio de la Psicología en Córdoba. (1984). Legislatura de la
Provincia de Córdoba. Recuperado de https://bit.ly/3mq7M7F
[12] Art. 156, Ley 11179. Código Penal de la Nación. (t. o. 1984). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
https://bit.ly/3r9Yygv
[13] Art. 177, Ley 23984. Código Procesal Penal de la Nación. (1991). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://bit.ly/2YGOXkg
Ética y deontología en el ámbito de la psicología jurídica
Habiendo realizado una introducción a la ética y al secreto profesional en el desarrollo de la psicología, en sus
diversos ámbitos, ahora vamos a centrarnos específicamente en el ámbito de la psicología jurídica y de sus principios
éticos.
Al ingresar en este ámbito tan específico, se abren diversos interrogantes tal como anticipamos en el inicio de la
lectura: ¿cómo debe proceder el perito psicólogo para cumplir con la obligación de guardar el más riguroso secreto
profesional en la tarea pericial? ¿Cómo preservar el derecho a la intimidad y la confidencialidad sabiendo que deberá
expedirse a través de su informe pericial que será adjuntado al expediente? A continuación, intentaremos dar respuesta
a estos interrogantes.
El encuentro de la práctica profesional del psicólogo con el marco deontológico-jurídico en general reviste un carácter
dilemático, constituyéndose, por lo tanto, en una línea permanente de reflexión.
Si bien este punto conflictivo no se limita exclusivamente a la psicología jurídica, las prácticas de esta última
configuran un entorno peculiar de dilemas éticos, principalmente sobre dos puntos:
1. el secreto profesional;
2. la inclusión de protocolos de las técnicas administradas al expediente.
En tanto las prácticas de la psicología jurídica son desarrolladas en ámbitos que, por definición, se constituyen en
función del atravesamiento del orden jurídico, será inevitable la confrontación con los discursos propios de esos
ámbitos, lo cual complejiza la práctica.
Para comenzar a hablar de la ética y deontología[14] dentro del contexto de la psicología jurídica, primero vamos a
hacer referencia al Código de Ética de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina
(A.P.F.R.A.)[15] recuperando algunos de sus principios éticos.
Este Código de ética está dirigido a todos los Profesionales Psicólogos que estén vinculados con la Psicología Jurídica,
tanto en el ámbito del Poder Judicial como en las Instituciones vinculadas al mismo, es decir: peritos oficiales, de
oficio y de parte, consultores técnicos, delegados tutelares, psicólogos que se desempeñan en institutos carcelarios y
de menores, etc.
Tiene por objeto establecer pautas, respetando las normas generales del ejercicio de la Psicología, así como las
legislaciones vigentes en cada jurisdicción, a los fines de promover una actitud responsable y comprometida frente al
ser humano concreto y sus condiciones en el ámbito de esta rama del saber.
Si bien estas normas no tienen características obligatorias y cada profesional debe ajustar el ejercicio de la profesión a
los códigos de ética y leyes vigentes en sus lugares de residencia, constituyen parámetros deseables a seguir por los
psicólogos en los diferentes ámbitos de la Psicología Jurídica.[16]
Según el Código de la A.P.F.R.A., el psicólogo jurídico para llevar a cabo su tarea específica en ese ámbito, debe
adecuar su actividad, a los siguientes principios éticos.
Figura 1: Algunos principios éticos del Código de Ética de A.P.F.R.A.

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[14] “La deontología profesional hace
referencia al conjunto de principios y reglas éticas que regulan y guían una actividad profesional. Estas normas
determinan los deberes mínimos exigibles a los profesionales en el desempeño de su actividad profesional” (Puhl,
Oteyza e Izcurdia, 2018, p. 35).
[15] Código de Ética de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina. (s. f.). A.P.F.R.A.
Recuperado de https://bit.ly/3CooZnH
[16] Código de Ética de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina. (s. f.). A.P.F.R.A.
Recuperado de https://bit.ly/3CooZnH
[17] Código de Ética de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina. (s. f.). A.P.F.R.A.
Recuperado de https://bit.ly/3CooZnH
Consentimiento informado
El psicólogo jurídico debe informar a las personas a entrevistar cuál es su rol, quien ordena el estudio, cuáles son las
características del mismo y su obligación de efectuar un informe a la autoridad competente, a los fines de salvaguardar
la autonomía de las personas para brindar la información que crean conveniente o, si así lo consideran, negarse a la
realización del estudio.
En los casos en los que las personas no se encuentren en condiciones legales o psíquicas de brindar su consentimiento,
los psicólogos deberán brindar tal información a sus representantes legales y/o autoridad competente.[18]
[18] Código de Ética de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina. (s. f.). A.P.F.R.A.
Recuperado de https://bit.ly/3CooZnH
Secreto profesional
Como dijimos anteriormente, dentro de la ética y deontología en el ámbito de la psicología jurídica, uno de los puntos
de mayor dilema es el secreto profesional, pudiendo encontrarnos con diversas posturas al respecto.
Según el Código de APFRA,
si bien los psicólogos tienen el deber de guardar secreto en el marco del ejercicio de la profesión, en el caso particular
de los profesionales que actúan en el campo de la Psicología Jurídica, también están obligados por su función a
confeccionar informes a los Sres. Magistrados y/o autoridad competente.[19]
De acuerdo con lo anterior, ¿qué pasa, entonces, con el secreto profesional? En el mismo Código se encuentra la
respuesta al establecer que “teniendo en cuenta este doble aspecto, se considera conveniente que en los informes
escritos o verbales que se confeccionen, se remita a los elementos ineludibles para confeccionar el mismo, según el
estricto criterio del profesional interviniente”[20]. Además, “el magistrado podrá relevar al profesional del secreto
profesional”[21].
Dentro de las “Pautas para el psicodiagnóstico pericial forense”, la Asociación Argentina de Estudio e Investigación
en Psicodiagnóstico (A.D.E.I.P.), señala que:
El psicodiagnóstico deberá responder a los puntos de pericia que son solicitados para cada caso particular y deberá
estar acotado según la finalidad buscada por el expediente o causa judicial.
En consecuencia no debe incurrir en los excesos de diagnóstico que supondría informar resultados no pertinentes a los
objetivos del estudio pericial. Su función es aportar a la causa los elementos relacionados con su especialidad que
ayuden a conocer una verdad de la realidad y no una verdad de tecnicismos. (s. f., https://bit.ly/3nBr35C)
Es sobre la base de lo expuesto, que se entiende que no se incurriría en violación del secreto profesional, siempre y
cuando el informe pericial se limite a responder a los puntos de pericia, y a lo pertinente a la causa.
María Cristina Angós (2003), reflexiona también sobre el dilema del secreto profesional en el ámbito jurídico y sobre
el hecho de que el magistrado podrá relevar al profesional del secreto profesional.
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Al respecto, dice que toda esta legislación desarrollada anteriormente, está marcando la obligatoriedad de guardar el
secreto profesional, tanto desde el lugar de la psicología como desde el derecho. Sin embargo, en nuestra experiencia
en algunos ámbitos de la justicia, se considera que el juez tiene la potestad de poder eximir a los profesionales de la
psicología del secreto profesional aferrándose al concepto de “justa causa” del art. 156 del CP. (Angós, 2003, p. 22)
Pero cuando el Código[22] establece justa causa, la autora reflexiona y se cuestiona:
¿para quién?, ¿para el juez que necesita asegurarse en su íntima convicción, o para el profesional que, tomando
conocimiento del hecho, debe evaluar si existe un motivo suficientemente grave como para transgredir el secreto?
¿Qué conocimiento tiene un magistrado para determinar lo que un profesional de otra especialidad debe o no decir?
Cuando se alega la necesidad para la causa, ¿esto es una “justa causa” para romper el secreto profesional del perito?
Las necesidades de las causas ¿deben ser satisfechas con el incumplimiento de normas éticas de otras profesiones?
¿Tiene autoridad legal el juez para ordenar el levantamiento del secreto profesional, o está imponiendo su autoridad de
manera intimidatoria? (Angós, 2003, p. 23)
Y continúa refiriendo María Cristina Angós (2003) que:
el psicólogo en su condición de perito está incorporado a una institución judicial, que tiene lenguaje, pautas de
comportamiento y códigos propios, que en ocasiones utilizan una misma palabra pero con significados muy diferentes.
Ambas interpretaciones son correctas, solo que la significación que tienen para las profesiones son muy diferentes. El
psicólogo en su condición de perito pertenece a la Institución Judicial en carácter de auxiliar del juez siendo su
función la de asesorar a los magistrados para que cuenten con el mayor número de elementos para poder arribar a un
dictamen o sentencia de acuerdo a su íntima convicción.
Un error muy frecuente es pensar que el perito es empleado del juez y que por ello le debe lealtad. El perito solo le
debe lealtad a su profesión, y por ende, a todas las normas y comportamientos éticos que la rijan, que es por lo que ha
jurado en su momento. De ahí que para poder desempeñar el cargo se deba ser profesional y experto con conocimiento
del ámbito forense. El perito debe conocer acabadamente su lugar de inserción, esto es, lo que le va a permitir
encontrar un lugar común, la comprensión del lenguaje institucional y la discriminación de su tarea pudiendo asesorar
adecuadamente al magistrado solicitante. El asesoramiento no tiene porqué ser solo la realización de un informe. La
interpretación y reelaboración de un punto de pericia, la explicitación de su limitación fundada, la sugerencia de una
intervención o la advertencia sobre el perjuicio que pudiera ocasionar lo solicitado, son entre otras, también funciones
del perito. (Angós, 2003, pp. 24-25)
La autora reflexiona y se cuestiona también el porqué de la necesidad de algunos magistrados de contar con lo
relatado en la entrevista psicológica, siempre solicitado con respecto al hecho que ocupa a la causa, y que pareciera
que tiene una relación directa con la necesidad de dictar sentencia conforme a su “íntima convicción” (Angós, 2003).
Haciendo una evaluación, cuando se pretendió eximir del secreto profesional a los peritos psicólogos, se hizo para
conocer lo que el procesado había relatado sobre el hecho que se le imputa: por ejemplo, si lo reconoció o lo negó.

¿Por qué dentro del proceso psicodiagnóstico? Los mismos magistrados reconocen que porque es un ámbito donde se
manifiestan libremente y con confianza del resguardo de sus dichos. ¿Qué implica ello? Que también los mismos
magistrados reconocen los beneficios del secreto profesional para llevar a cabo la entrevista y la seguridad y la
confianza que ello produce.
Pero ¿en qué juego entraríamos los psicólogos si utilizásemos la misma herramienta del secreto profesional para
cumplir con el deseo del imputado y del requirente? ¿En qué situación de entrampamiento se colocará el psicólogo si
aceptara ese juego? Porque por el carácter de la herramienta (psicodiagnóstico), si se revelara el secreto profesional, la
misma dejaría de ser útil; la garantía del secreto es lo que da a la herramienta su valor.
¿Por qué se acepta el levantamiento del secreto profesional para tener la seguridad de la imputación? ¿Se creería si el
imputado negara su participación o se establecería el principio de que todo imputado niega la participación en el
hecho?
De la experiencia surge que solo se pregunta cuando desde el lugar del magistrado se tienen dudas, y para despejarlas,
se traslada la responsabilidad al perito psicólogo. De ahí la necesidad de conocer acabadamente el lugar y la función
que corresponde al psicólogo como perito.
Es comprensible que frente a la necesidad de dictar una sentencia conforme a su íntima convicción, los magistrados
quieran tener las mayores seguridades. No debe ser fácil ya de por sí dictar una sentencia que va a afectar la vida de
otro ser humano, y resulta tranquilizante que los magistrados quieran llevarlo a cabo con la mayor de las seguridades.
Pero es importante comenzar a aceptar las diferencias y encontrar la complementariedad de las profesiones.
Es la posibilidad de complementar ambas intervenciones lo que enriquece el trabajo forense. El perito se expresa a
través del informe de acuerdo a su ciencia. Un informe claro y que responda a los puntos de pericia establecidos,
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hacen innecesario infringir el secreto profesional, ya que se estaría evacuando dudas que pudieran existir en los
magistrados. Se estaría brindando las características del sujeto y la posibilidad de relacionarlas con el hecho
investigado.
Y habría que hacer otra reflexión. La pregunta es: ¿Cometió el delito? Pregunta que no estamos en condiciones de
responder sin transgredir el secreto profesional, y que muchas veces, aun cuando los entrevistados, se hubieran
responsabilizado del hecho, desde nuestro lugar profesional no encontramos características que lo relacionen con el
mismo y al finalizar la causa aparece como encubriendo a otra persona significativa para él.
¿Tiene posibilidades psíquicas de cometer el delito? Que sí podemos contestar desde nuestra ciencia sin infringir
normas ni preceptos éticos.
No cabe duda que esto último es lo que un perito debe hacer: expresar claramente en su informe las posibilidades
psíquicas que tiene un individuo para poder cometer un delito. Ello orienta y de ninguna manera responsabiliza.
(Angós, 2003, pp. 26-27[19] Código de Ética de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina. (s.
f.). A.P.F.R.A. Recupera
do de [20] Código de Ética de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina. (s. f.). A.P.F.R.A.
Recuperado de https://bit.ly/3CooZnH
[21] Código de Ética de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina. (s. f.). A.P.F.R.A.
Recuperado de https://bit.ly/3CooZnH
[22] Ley 11179. Código Penal de la Nación. (t. o. 1984). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
https://bit.ly/9Yygv
Con respecto a la administración de las pruebas psicológicas
Para abordar este punto, retomamos el Código de Ética de A.P.F.R.A que establece lo siguiente:
El psicólogo es el único profesional debidamente capacitado para administrar las pruebas psicológicas.
El psicólogo debe conocer la confiabilidad y validez científica de las mismas a la vez que su uso y aplicación
adecuada, utilizando baremos actualizados en los últimos diez años y adaptados a la región. En el ámbito particular de
la Psicología Jurídica, es el psicólogo quien debe elegir las pruebas que considere con mayor confiabilidad y validez
científica para responder a la demanda, fundamentando dicha elección.
Los protocolos originales deben quedar bajo custodia del psicólogo actuante, a disposición de la autoridad competente
y no deben adjuntarse a ningún informe, así como tampoco fotocopias de los mismos.
Todo el material deberá ser conservado al menos por el término de cinco años, de acuerdo con los plazos establecidos
por el Código Civil.
En la situación particular que el Magistrado ordene la entrega del material, se solicitará que se mantenga bajo reserva
y no sea adjuntado al expediente.[23]
Para Gardiner (2003),
con relación a la batería a administrar, la indicación clínico diagnóstica de cuáles son las mejores herramientas para
cada caso en particular, o el material más idóneo para el caso, solamente puede planificarse posteriormente a la
primera entrevista. Esta, da cuenta de lo que se busca y de las características y posibilidades subjetivas o clínicas del
evaluado, que podrá o no estar en condiciones de responder a una prueba determinada. No puede aceptarse de un lego
en psicología la indicación de qué técnicas deben administrarse en cada caso. Solo el perito psicólogo conoce cuáles
son los instrumentos más adecuados para cada caso en particular, en función de las diferentes variables a considerar:
aquello que se nos pregunta, las posibilidades de respuesta del sujeto de la pericia y siempre dentro del contexto
vincular (transferencial) de la entrevista de administración. (pp. 29-30).
Respecto a este punto y retomando el caso planteado, veamos nuevamente los puntos de pericia solicitados.
Se solicita se fije día y hora de audiencia a los fines de que se realice un sorteo de un perito psicólogo para entrevistar
y evaluar a los actores “Roberto” y “Marisa” -padres del menor fallecido-, y en aplicación de los principios técnicos,
sirva responder los puntos de esta pericia:
1. Si los actores han sufrido algún tipo de trastorno psicológico, con motivo del deceso de su hijo.
2. Si las circunstancias en que ocurrió el deceso del menor … modificó la forma de ser de los actores.
3. Si es requerido algún tipo de tratamiento psicológico, con motivo del deceso de …. De ser necesario
determinar costo y duración del mismo.
4. Si se observa el desarrollo de daño psíquico en los actores. Determinar porcentaje de incapacidad.
5. Administrar Test de Rorschach para un análisis más profundo de los actores.
6. Anexar protocolo de evaluación administrada a los actores.
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Si observamos el punto e, se solicita al perito que se administre a los actores una técnica psicológica específica y
determinada, ya sea por las partes quienes solicitan los puntos de pericia o por el magistrado interviniente. ¿Qué debe
hacer el perito en este punto? ¿No debe responder? ¿Debe aplicar dicha técnica porque es pedida por los abogados o
por el juez?
Debemos fundamentar que el psicólogo es el único profesional debidamente capacitado tanto para elegir como para
administrar las pruebas psicológicas, independientemente de quién solicite el pedido.
[23] Código de Ética de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina. (s. f.). A.P.F.R.A.
Recuperado de https://bit.ly/3CooZnH
Con respecto a la confección de los informes
El dictamen debe tener una base científica constatable, que supone ser científicamente corroborado y científicamente
evaluado.
Ser conscientes que con el aporte de los informes que se confeccionan, se influye en las decisiones de los Sres.
Magistrados con relación a consecuencias vitales de las personas examinadas.
Al interpretar los resultados de la evaluación el psicólogo deberá abstenerse de emitir juicios de valor sobre la persona
evaluada.
Solo se expresará en los informes aquellos aspectos de la personalidad del entrevistado que tengan estrecha relación
con el objeto de la evaluación.
El psicólogo jurídico solo podrá firmar informes cuando los haya efectuado en forma personal, debiendo recordarse
que la tarea es indelegable y que está sujeta a las restricciones del secreto profesional.
En dichos informes no deben constar datos que incriminen directa o indirectamente al entrevistado.
La función del psicólogo jurídico, en el ámbito pericial no es llegar a conclusiones en relación a la sentencia, sino
facilitar los conocimientos especializados para que el magistrado los valore en la elaboración de la misma. [24]
[24] Código de Ética de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina. (s. f.). A.P.F.R.A.
Recuperado de https://bit.ly/3CooZnH
Con respecto a la divulgación y publicidad
Las declaraciones u opiniones profesionales que los psicólogos jurídicos formulen con fines de información al público
deberán plantearse siempre con rigor científico.
Debe tenerse presente la prohibición de dar a publicidad el conocimiento que se haya obtenido de los casos evaluados
en la actividad profesional específica.[25]
[25] Código de Ética de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina. (s. f.). A.P.F.R.A.
Recuperado de https://bit.ly/3CooZnH
1. ¿Cuáles son aquellos principios éticos de dos puntos de la práctica de la psicología jurídica que configuran un
entorno peculiar de dilemas éticos?
Secreto profesional.
Inclusión de protocolos de las técnicas administradas al expediente.
Divulgación y publicidad.
Confección de los informes.
Justificación
Lo que el perito no debe hacer
Varela, Sarmiento, Puhl e Izcurdia (2005), sobre la base a lo anteriormente expuesto, señalan algunos puntos
importantes “que el perito no debe hacer”:
 No explicar al peritado el motivo por el que será evaluado (dado que el destinatario del informe es el juez y no
un paciente, es necesario hacer conocer a la persona examinada específicamente los fines de dicha evaluación,
así como el imperioso requisito de su voluntariedad e implicancia en dicha situación o contexto para la
aceptación de las pruebas a las que deberá someterse).
 Hacer una incursión en la vida privada del sujeto a evaluar, efectuando preguntas que nada tengan que ver con
el área de la personalidad solicitada por el juez en los puntos de pericia.
 Violar la intimidad de la persona introduciendo la presencia de terceros ajenos a la pericia, salvo el caso de los
autorizados por el juez interviniente, por ejemplo.
 Desviar el caso a la consulta privada.
 Convertir la entrevista en un interrogatorio, con fines de recabar datos.

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 Incluir en el informe datos irrelevantes para la causa en la que intervenimos. (pp. 46-47)
Inclusión de protocolos en expedientes. Un posicionamiento ético
Graciela Gardiner (2003), en su libro Construir Puentes en Psicología Jurídica, nos habla sobre la inclusión o no de
protocolos al expediente de las técnicas administradas en una evaluación, como un posicionamiento ético del
profesional psicólogo.
La solicitud de inclusión de protocolos en los expedientes genera serias controversias, a las que los peritos designados
para intervenir se han visto expuestos en más de una oportunidad. La presión ejercida en estos casos ha llegado desde
el pedido de impugnación, hasta sanciones y pedidos de secuestros del material correspondiente de los archivos
personales de los peritos en cuestión.
Por lo anteriormente expuesto se intenta dar en este punto algunas consideraciones que sostienen un posicionamiento,
análisis y criterios mantenidos a lo largo de mi propia trayectoria profesional, así como de otros colegas en el mismo
desempeño. (Gardiner, 2003, p. 28)
Ahora bien, ¿cómo suele ser la modalidad de requerimiento de esta inclusión?
Una vez realizado el informe pericial, y corrido el traslado a las partes, estas pueden solicitar ampliaciones,
aclaraciones del dictamen, o presentar la impugnación del informe.
¿Cuáles son los motivos que dan estas diferentes posturas frente a los escritos presentados?
El dictamen pericial, cumple un objetivo dentro del expediente, que es el asesoramiento a los magistrados sobre
aspectos de la profesión o especialidad de que se trate, que lo ayudarán a dilucidar un tema específico en relación al
hecho de autos. Independientemente de algunos puntos oscuros de los que puede adolecer un escrito pericial y la
necesidad de ampliarlo, el pedido de impugnación responde muchas veces a dar por inválido un dictamen que a una de
las partes deja comprometido en su demanda. Entendiéndose entonces como una estrategia de la parte, más que un
cuestionamiento al mismo.
Entre los motivos de nulidad aducidos, se incluye la solicitud de inclusión de los protocolos de las pruebas
administradas en el expediente, como adjuntos a la pericia presentada.
Las evaluaciones psicológico-periciales son siempre un juicio clínico, resultado de la interpretación de los datos
disponibles; es decir, es una evaluación de conjunto y en un contexto que incluye el vínculo entrevistador,
entrevistado, teniendo en cuenta las interrelaciones entre cada una de las técnicas utilizadas y los elementos
cualitativos de las entrevistas.
En el dictamen pericial se debe realizar un detalle de las pruebas administradas, de la clínica y sintomatología que
presenta el sujeto evaluado, en la que conjuntamente con las pruebas, este se basará.
Los entrevistados desconocen lo que transmiten en su discurso, pero es nuestro deber como psicólogos actuar
éticamente y preservar el secreto profesional.
Independientemente de las pruebas elegidas para el proceso pericial, se utilizará como herramienta fundamental la
entrevista psicológica. La que habitualmente se elige es la denominada semidirigida… En el estudio psicológico a lo
largo de la entrevista, por el tipo de dinámica de la misma, se van descartando datos que a la escucha clínica no tienen
significación patológica, o carecen de relevancia para el tema a investigar acorde a los puntos de pericia requeridos. Es
decir, se consignan datos básicos de la historia vital y los aspectos significativos que surgen de la escucha clínica en el
momento de la entrevista y que aportan a los puntos periciales solicitados. En el momento de elaborar el informe, se
consignan aquellos datos que según el criterio profesional del examinador se vinculan con los puntos de pericia,
integrándolos con los aspectos significativos de las técnicas hallados en la convergencia y recurrencia que requiere el
dispositivo de clínica forense.
La entrevista es una herramienta privilegiada en la clínica para arribar a diagnósticos, así como para toda tarea dentro
de la clínica (tratamientos o indicación de ellos). Las técnicas de exploración psicológica son situaciones
estandarizadas que sirven de estímulo a un comportamiento que es evaluado por comparación estadística con el de
otros individuos puestos en la misma situación, formando parte del conjunto de las investigaciones objetivas del
comportamiento humano.
Las técnicas de exploración psicológica se administran para evaluar determinados aspectos psíquicos; pero en ellas,
pueden registrarse aspectos de la personalidad en su conjunto y cuestiones inconscientes del sujeto examinado, que no
necesariamente se vinculan con los puntos que se solicita que se investigue en una pericia, y que por ello, exceden la
información que se busca, así como aquello para lo cual nos ha prestado su consentimiento informado. Cabe agregar
que lo que se denomina en psicología el psicodiagnóstico o proceso psicodiagnóstico, es el conjunto de la evaluación
técnica que el profesional considere apropiado instrumentar para el caso. El aumento del número de técnicas
administradas no garantiza la cientificidad de una pericia. Por otra parte, sería imposible dar cuenta explícita y
manifiesta de cada uno de los datos considerados en las entrevistas, sin vulnerar la ética profesional con la que debe
moverse un perito psicólogo; ya que los entrevistados se explayan en las entrevistas, porque tienen en cuenta la
garantía de que usaremos ese material, solo para nuestra evaluación y para arribar a conclusiones fundadas en nuestra
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formación teórica y trayectoria profesional.
Por todo lo anteriormente expuesto, se concluye que la presentación aislada de un protocolo de una técnica no solo no
le serviría a un profesional que lo analizara fuera de la situación pericial, sino que por su descontextualización, podría
llevar a conclusiones erróneas.
Las pruebas administradas, como es de rigor deben permanecer en los archivos personales de cada perito, a los fines
de ser consultadas ante algún requerimiento del magistrado que corresponda. El perito, si así lo considera, las utilizará
para alguna ampliación que pudiese requerirse para la mejor comprensión de sus conclusiones. No deben ser exhibidas
en los expedientes, por las razones de estricto secreto profesional que fija la Ley de ejercicio Profesional de la
Psicología y el Código de Ética que de ella emana, así como el Código de Ética de la Federación de Psicólogos de la
República Argentina, o los que correspondieran a cada jurisdicción. (Gardiner, 2003, pp. 28-30)
María Cristina Angós (2003), en concordancia con el punto de vista de Gardiner (2003), señala que es importante
recordar que las pruebas que el profesional interviniente resuelve administrar durante el estudio, están encuadradas
dentro del secreto profesional. No corresponde presentarlas en juicio, ni entregarlas para su evaluación, ya que las
mismas, no solo son de exclusiva pertenencia del profesional que las implementa como modo de corroborar hipótesis
que se realizan en un momento determinado y de acuerdo a la situación en que se encuentra atravesando, sino que
como elemento diagnóstico pierde validez una vez extraídas del contexto de entrevista en el que fueron administradas,
careciendo entonces de todo valor. (p. 27)
Por último, es postura de Varela et al. (2005), no incluir en el expediente la transcripción de las entrevistas ni
protocolos de las técnicas administradas.
En aquellos casos en que la parte que peticiona la pericia podrá disponer la inclusión de los elementos antes
mencionados, según estos autores, se deberá en el momento de aceptación del cargo, o cuando se realiza dicha
solicitud en los puntos de pericia, elevar un escrito argumentando que de aceptar dicho procedimiento se estaría
violencia el secreto profesional y se deberá por lo tanto solicitar autorización al juez interviniente a fin de que releve al
perito psicólogo del mismo.
Es importante subrayar que de no solicitarse lo arriba mencionado, podemos ser pasibles de un juicio por violación del
secreto profesional por parte del peritado.
Y retomando nuevamente los principios éticos de A.P.F.R.A.:
Los protocolos originales deben quedar bajo custodia del psicólogo actuante, a disposición de la autoridad competente
y no deben adjuntarse a ningún informe, así como tampoco fotocopias de los mismos.
Todo el material deberá ser conservado al menos por el término de cinco años, de acuerdo con los plazos establecidos
por el Código Civil.[26]
En la situación particular en que el magistrado ordene la entrega del material, se solicitará que se mantenga bajo
reserva y no sea adjuntado al expediente (en sobre cerrado dirigido al magistrado).
[26] Código de Ética de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina. (s. f.). A.P.F.R.A.
Recuperado de https://bit.ly/3CooZnH
2. En una evaluación pericial, el perito debe hacer una incursión en la vida privada del sujeto a evaluar, efectuando
preguntas que nada tengan que ver con el área de la personalidad solicitada por el juez en los puntos de pericia, ya que
es una evaluación global. Verdadero/Falso

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