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SUSANA TORRADO

(Compiladora)

Serie Estudios del Bicentenario POBLACIÓN Y BIENESTAR


EN LA ARGENTINA
DEL PRIMERO
AL SEGUNDO CENTENARIO

Una historia social del siglo XX

Tomo I

Prólogo de José Nun

~~edhasa -
eJ 11'?>3
1
Población y bienestar en la Argentina del primero al se-
gundo centenario I compilado por Susana Torrado • la
ed. Buenos Aires : Edhasa, 2007.
v. l, 670 p. ; 27x 17 cm. (Ensayo)

ISBN 978-987-628-005-1
Índice del Tomo I
l. Ensayo Sociológico. L Torrado, Susana, comp.
CDD 301
Prólogo................................................................................................... 9
José Nun
Introducción .......................................................................................... 15
Susana Torrado
Diseño de colección: Jordi Sábat
Realización de cubierta: Juan Balaguer Primera parte
Modelos de acumulación, clases sociales y actores políticos
Investigación fotogr.ífica a cargo de Susana Torrado
Estrategias de desarrollo, estrucrura social y movilidad .............. ,,,, ..........31
Susana Torrado
Primera edición: octubre de 2007
El largo camino hacia la ciudadanía social.............................................. 69
juan Suriano
© Susana Torrado, 2007
©Secretaría de c.,,1,,.ra
de la Nación, 2007 Los derechos humanos y la ciudadanía como matriz de análisis social.... 97
© Edhasa, 200/ Fortunato Mallimaci
Córdoba 744 2° C, Buenos Arres
info@edhasa.com.ar
http://www.edhasa.net Segunda parte
Representaciones simbólicas
Avda, Diagonal, 519-52L 08029 Barcelona
E-mail: info@edhasa.es
http://www.edhasa.com
Represemaciones del cerrirorio argentino
a partir del primer censo nacional .......................................................... 131
Guillermo A. Velázquez, Andrea L. Vega, José E. Macchi y Andrea P. Gallo
El concepto de población en el sistema estadístico nacional ................... 161
ISBN: 978-987 -628-005-1 Herndn Otero

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alquiler o préstamo publico. Censos antiguos: 1869, 1895, 1914, 1947 ............................................. 187
Hernán Otero
Censos modernos: 1960, 1970, 1980, 1991, 2001.. ............................... 215
Impreso por Cosmos Offser S.R.L. Alejandro Gfosti
Encuestas ................................................................................................ 245
Impreso en Argentina G!adys Mtwé
Estrategias de desarrollo, estructura social y movilidad
Susana Torrado

A los efectos de contextuar el análisis de los cambios en la dinámica demográ-


fica y el bienestar y proveer las principales claves interpretativas en cada mo-
menro histórico, reseñaremos aquí la evolución de la estructura social de ia
Argentina desde fines del siglo XIX hasta nuestros días.
En esta historia hay un hito -la crisis internacional de 1930- que sepa-
ra dos etapas de muy distinta naturaleza: ia primera, caracterizada por Ja pro-
longada vigencia de un modelo de acumulación o estrategia de desarrollo
(usaremos ambos términos como sinónimos) basado en el sector agroexpor-
tador; la segunda, asentada, primero, en la industrialización sustituriva para
el mercado interno y, Juego, en la apertura a la globalización económica in-
ternacional.
La disponibilidad de información estadística varía notablemente de un
momenro al otro, tanto en cantidad como en calidad, lo que ineludiblemen-
te se reflejará en las características de cada descripción. Dentro de lo posible,
trataremos de destacar los efectos de cada estrategia sobre la distribución sec-
torial de la mano de obra, su estratificación social y la movilidad social {el
cambiante nivel de vida de la población se muestra a lo largo de varios capí-
rulos de este compendio).

l. El modelo agroexportador: antes de 1930

Las transformaciones que experimenta la economía a pru;rir de la se-


gunda mirad del siglo XIX están directamente determinadas por Ja coyuntura
de los mercados in ter nacionales de materias primas, signada en ese enconces por
el notable acrecentamienro de su demanda en los países que se consolidaban co-
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mo centros industriales, fundamentalmente en Europa. Se induce así una nue-
va división internacional del trabajo que favorece la incorporación a la econo-
mía mundial de las regiones productoras de bienes primarios, vía la inversión de
capitales y las migraciones internacionales desde el centro a la periferia.
La Argentina -cuyas vastas praderas naturales la convertían en una de las
zonas más aptas para la producción agropecuaria- fue uno de los países don-
de este proceso se verificó en forma típica.
Las elites ilustradas que condujeron el país durante este período -noto-
riamente subordinadas a los grandes propietarios terratenientes de la pampa
húmeda- se abocaron entonces a resolver cuarro cuestiones prioritarias: a) la
organización nacional; b) la atracción de capitales externos que posibilitaran
el desarrollo de formas modernas de producción agropecuaria; c) la promo-
ción de la inmigración europea; d) la educación universal y obligawria.
La unidad nacional y la organización institucional (que se completaron
hacia 1880, después de varias décadas de luchas civiles) eran indispensables pa-
ra asegurar las inversiones extranjeras y la continuidad de las actividades eco-
nómicas. Los nuevos capitales debían permitir la modernización producciva y,
sobre todo, asegurar la implantación de un sistema nacional de transporte (que
se centró en el tendido ferroviario) que posibilitara la movilización de bienes y
personas de acuerdo a la nueva dinámica económica. La promoción de la in-
migración europea tenía por objetivo "poblar el desierto", modificando de pa-
so sustancialmente la composición de la población criolla de antigua raigam-
bre. La universalización de la educación buscaba asemejar el elemento humano
nacional al de los países europeos que servían de paradigma.
Puede considerarse que todos estos objetivos se alcanzaron durante ei
lapso 1870-1930. En efecto, durante esas seis décadas se incrementaron ver-
tiginosamente el volumen y el valor de las exportaciones, el capital instalado,
el producto nacional y el producto per cápita (esto úitimo a pesar del notable
incremento de la población que reseñaremos enseguida).
Un efecto no previsto fue la escasa radicación rural de los inmigrantes atri-
buible, entre otros factores, a las dificultades para acceder a la propiedad de la
tierra regida por una altísima concentración latifundiaria. El asentamiento en
las ciudades de la mayoría de los recién llegados propició una temprana e
importantísima urbanización en las áreas que se incorporaron a las nuevas
actividades agroexportadoras, la que fue acompañada por una muy incipiente
industrialización ligada a la preparación de productos primarios para la ex-
"
pon:ación y por un muy considerable desarrollo del secror terciario (comercio Y
servicios). El Cuadro 1 provee los principales indicadores de esra evolución.
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Cuadro l. Indicadores de desarrollo social. Toral del país, 1869-1947 mente di:rrante esos años, al igual que progresa ininterrumpidamente la ur-
banización (desde 1930, en función de las migraciones internas de la pobla-
Población Tasa de % de %de %dePEA % Analfizbetos Esperanza
Año
(d) de vida (e)
ción nativa).
(miles) crecimiento Extranjeros Población en Sector
Urbana (b) Terciario (e) (años) En lo que concierne a la estratificación social, su perfil se trastoca profun-
(p/mil) (a)
14 78 29 damente durante la vigencia del modelo agroexporrador 1 • En el Cuadro 2 se
1869 1,737 12 29
aprecia la rapidísima expansión de los sectores medios, que pasan del 10% de
30
22 54 35 la población activa en 1869, a 25% en 1895, y 30% en 1914, es decir, se tri-
1895 3,955 25 37
plican en un lapso de 45 años. Si este análisis se limita exclusivamente al sec-
35
27 35 48 tor urbano, los resultados son aún más espectaculares ya que el volumen de
1914 7,855 30 53
los estratos medios se cuadruplica con creces, pasando de 5o/o a 22%. Una
21
62 37 14 61 evolución semejante debió verificarse hasta mediados de los años treinta, co-
1947 15,894 15
1 mo lo sugieren las cifras correspondientes a 1947.
Fuente:TP-1869118951191411947; (Germani, 1955); (Somoz.a, 1971).
(a) Tasa de crecimiento anual intercensal (por mil). Cuadro 2. Población Económicamente Activa (PEA)
(b) Localidades de 2.000 habitantes y más. según Estratos Socio-ocupacionales y Origen.
(c) Excluido Servicio Doméstico.
Toral del país, 1869-1947
(d) Analfabetos por 100 habitantes de 14 años Y más.
(e) Sexos reunidos.
EstTatos socio-ocZtpacionales DistribZtción de la PEA (%) % Extranjeros
Entre 1869 y 1914, la tasa de crecimiento intercensal de la población es en la PEA
notablemente alta (igual o superior al 30 por mil), un ritmo cuya mayor par- 1869 1895 1914 1947 1895 1914
te es atribuible a la inmigración europea: durante este período, el porcentaje Estratos medios urbanos (a) 5,1 14,6 22,2 31,0 59,4 50,7
de extranjeros en el total de la población del país se situó siempre entre el 20% Estratos populares urbanos (a) 53,5 46,2 50,0 43,8 38,7 47,7
y el 30%. Veremos más adelante que, dado que su localización espacial no fue Estratos medios rurales (b) 5.5 10,6 8,2 9,2 43,0 44,5
uniforme en el territorio nacional, dicho porcentaje es sustancialmente supe- Estratos populares rurales (b) 35.9 28,6 19,6 16,0 25,0 34,8
Total 100,0 100,0 100,0 100,0 38,8 46,1
rior en las grandes ciudades de la región pampeana. Nótese también que, en-
cre esas dos fechas censales, el porcentaje de población urbana subió de 29%
Fuente: Germani, 1963, p. 321.
a 53%, el volumen de la población económicamente act:iva (PEA) en el sec- (a) No agropecuarios; (b) Agropecuarios.
tor comercio y servicios (excluido el servicio doméstico) pasó del 14% al
27%, el porcentaje de analfabetos descendió de 78% a 35%, y la esperanza de Todo lo anterior significa que, en menos de una generación, surgió un amplio
vida al nacimiento ascendió de menos de 30 a casi 50 años. escraco medio, por lo que, necesariamente, sus miembros debieron reclutarse
Para los años 1914-1947, ha disminuido radicalmente la rasa anual de encre los estratos populares, urbanos y rurales, y la movilidad social resultan-
crecimiento (21 por mil), siendo este último atribuible ahora, en su mayor re debió ser no sólo de carácter intergeneracional (desplazamiento de posición
parre, al crecimiento vegetativo. Sin embargo, esta delimitación incercensal de padres a hijos) sino también de naturaleza intrageneracional (desplaza-
es engañosa. Si contáramos con un censo para el año 1930 o alrededores, mienco durante la vida de una misma persona) 2 , esto último sobre todo entre
comprobaríamos que, hasta ese entonces, la din~ica de_mográ~~a era sem~­ los extranjeros recién llegados cuya exrracción social originaria era·'por demás
jante a la del pasado y que el cambio de tendencia empieza recten en 193 ' modesca.
cuando el país se cierra a la inmigración extranjera como secuela de la gr~n Para el período de la inmigración masiva, existen las cuantificaciones de
depresión. Por su parte, el analfabetismo continúa disminuyendo acelerada- esce fenómeno que se presentan en el Cuadro 3. Así, el hecho fundamental
36 POBLACIÓN Y J;llENESTAR EN LAARGE.'fTINA. SUSANA TORRADO 37
que afectó Ja movilidad social en la Asgen ti na durante esca etapa -en extremo
dcvada por comparación a parrones incern.ac:ionales- fue el crecin1ienlo muy
rápido de la proporción de esttal·o s n1edios que ~'nbrunos de reseñar. Debido
a ésta e:x.pansicJn estruccural (y en la hipótesis de n inguna movilidad de des-
c~nso <::nlre htS personas de origen medio3}> dut.anre d¡cho período, en la p-o-
blacitSn rora.!> por lo me.nos un 20o/o de las personas de orjgcn popular ascen-
d ía a los estratos medios, lo que a su vez in1p lic:aba <.1uc 66o/o de los individuos
ubicados en po~icioncs ocupacionales de da.se media eran de origen popular,
hnhiendo ac;cendido vía inrergeneracional o iotragc:neracional.

Cuadro 3. Movilidad esc1·uccur~ <:!n laAigencina, 1895 y t 9l4

r-·-
: Lu~r
Co.wPOSl;;;;;;;:LO;;;;~""OS l.fl:."DJOS: 1
D~ c,sda 100 p<non4S perr1,.11ecie11rei
PoRCE.VTA}E DE ASCRNSn J:i'.I LOS .,
!ESTRATOS POPUJ...tkES: D' cllda J l)O
~ tk naciniien.10 a los ~trtuos n'etiios habla en In)· añ(>S 1¡ pttTS"nas de qrigen pqpula r habla
t ek la pr>bkr:ión indiefUÍtit Ú: .figuicn:c ean:idad de 4.~C(fndid() a los dSrrtlfOS ttu·di<~1 Id

1:::::·;.7~•n" :rT~i;!ffeii~~~~:~'.~~:,·;:;~~;~;~{:~;~;.~~:;~
jl'EA cxtr¿njera 85 74 3t 26 _J
PEA cocal 66
'--- - - - - - ' - - - - - - - - - -
66 18
------22

Escos parám.e cros eran nocorjam.ente diferentes cncre la población naciva y la


ex.rranjera, aunque deb.i tenerse en cuenta que, para 1914, la C3t<::goría «nad-
va" involucraba cambién jnmigrances de segunda generación (hijos de excran-
jeros). Las cifras indican que el proceso de rnovilidad soclaJ as<.:endente fa.1e
mucho rn:is acentwtdo entre los extranjero~ -que repre.c;encaban en c:sn époc~
entre 50% y 60% de los estratos medios (vfasc Cuad ro 2)- . ya que la propor-
cj6n de aquellos q ue habían ~sccndido personalmente desde posiciones
populares fluctuó entre ellos entre 1i3 (31%) y 1/4 (26%), contr~ 10% y
19o/o, respecciv:in\enre~ en la población naciva.
Por ocra parte, los d atos precedentes se refieren a todo e! terrjcorio nacio-·
n:i.l cuando, en reaHdad, lns tas.as de movilidad debleron h:\ber sido muy
d esiguales encre regiones, en razón del muy disp:.tr des;arrollo de1 ·p~ís d ur::\n-
Fwición de gala en d Colón. re el modelo agroexportador. En efectc), dado que lo$ can1bios estrucrur:iles se
El T<-atro C<>ltio fue inaugurado c:n 1903. concenrraron por entonces en la Ciud~d- de Buenos A.ires (CB.~) y en la rc-
AGNIC&ri,,, e•. 1910. gi6n p:t.mpe3n:t, l;a amp1i3cÍón de: los estr':ltOS n1c;:dios debió habe r .$ido com-
38 - - - - - - - - - - - P O B L A C I Ó N Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA SUSANA TORRADO 39
.
parativamente mucho más marcada en estas áreas (que son también las que Antes de entrar a analizar cada modelo, señalemos que tienen un rasgo co-
absorbieron prácticamente todos los flujos migratorios externos). mún, por lo menos en lo que concierne al empleo: si bien a diferente ritmo,
Al finalizar el modelo agroexportador con la gran crisis mundial, sin em- ambos indujeron el crecimiento de actividades no-agropecuarias, razón por la
bargo, se percibían ciertos aspectos negativos en el sistema socioeconómico cu;u, invariablemente, se verificó una notable transferencia de mano de obra
que el proceso, bien dejó intactos, bien engendró. rural hacia los sectores urbanos (migraciones internas de la población nativa).
Entre los primeros, ei más importante era la persistencia -sobre todo en Aunque, como se verá, es claro que las dos estrategias difieren sensiblemente
la zona pampeana- de un régimen de propiedad fundiaria que acruó como de- en lo que concierne a la forma en que se absorbe el empleo no-agropecuario
terminante fundamental del futuro desarrollo agropecuario. Entre los segun- según los sectores productivos y según los estratos sociales componentes y, por
dos, el más grávido de consecuencias era, sin duda, el grado de dependencia lo tanto, en el perfil resultante de la estratificación social.
externa (respecto a la demanda de productos agrícolas y a la entrada de nuevos Por otra parte, en lo que concierne a la movilidad social5 también pue-
capitales) en que se había situado la economía argentina, fenómeno que se de- den señalarse algunos rasgos permanentes a lo largo de ambos modelos: la ex-
signa habitualmente con la expresión "vulnerabilidad económica externa". pansión continua de la educación formal en el conjunto de la población; el
Porque una de las principales consecuencias de la crisis de 1930 fue la fenómeno de devaluación de las credenciales educativas6 ; el acceso diferencial
modificación sustancial del sistema que había regido hasta entonces el comer- ae cada estrato a cada nivel educacional (en especial, el virtual bloqueo de la
cio internacional, sobre todo entre el centro y la periferia. En la Argentina las educación como -canal ascensional para la clase obrera); en fin, el crecimiento
consecuencias de la depresión fueron inmediatas y se tradujeron en disminu- demográfico diferencial entre estraros (más lento en los de clase media).
ción de las expon:aciones, deterioro de la relación de intercambio entre los Por último, es difícil escindir internamente la dinámica demográfica a
productos nacionales y los bienes de importación, drástica disminución de la partir de 1930. Globalmenre, el período 1930-2000 se caracreriza por una
entrada neta de capitales, aumento de los servicios de la deuda externa, cierre nueva desaceleración del crecimiento vegetativo, por una nueva disminución
del país a la inmigración extranjera, etc. de la importancia del crecimiento inmigrarorio respecto al crecimiento rotal,
Razones todas que explican el viraje sustancial de la orientación de los y por un cambio notable en los componentes netos de la migración externa,
modelos de desarrollo a partir de 1930. (ahora, inmigración de trabajadores provenientes de países limítrofes y emi-
gración de argentinos nacivos).

2. La indust:ria como eje del desarrollo: 1930-1975 4


2.1. El modelo justicialista: 1945-1955
En efecto, como consecuencia de la crisis mundial, la Argentina debe abando-
nar el modelo agroexporrador que, hegemonizado por los grandes propietarios El período 1930-1945 esruvo signado por el estancamiento de la actividad
terratenientes de la pampa húmeda, había presidido su desenvolvimiento des- agropecuaria tradicional y por el estímulo a la actividad industrial, verificán-
de fines del siglo XIX. Se inicia entonces un proceso de desarrollo basado en la dose concomiranremente una moderada implantación de capital extranjero
industrialización sustitutiva de importaciones que habría de perdurar casi 45 mediante la inversión directa en actividades industriales que funcionaban en
años, aunque, como se verá, con sensibles diferencias en las dos estrategias condiciones oligopólicas. Sin embargo, hacia 1945, predominaban en la es-
("justicialista" y "desarrollista") que rienen vigencia efectiva en este lapso. tructura industrial las empresas pequeñas y medianas de capital nacional. En
Para reseñar el efecto de estos modelos sobre la estructura social, nos ser- el plano polírico, varias estrategias alternativas de industrialización se dispu-
viremos del Cuadro en el que hemos estimado el peso de los principales es- taban la hegemonía a comienzos de la década de 1940. ·'
tratos socio-ocupacionales en la PEA no-agropecuaria (a la que denominare- En estas circunsrancias, en 1945, emerge el movimiento que lidera el ge-
mos urbana). Esta última representa, respectivamente, en cada fecha censal, neral Juan Domingo Perón como expresión de una nueva alianza de clases: la
73,7%, 80,5%, 84,l %, 86,9% y 87,9% de la fuerza de trabajo total de la clase obrera y los pequeños y medianos empresarios industriales. El nue-
40 - - - - - -- -- 'POBL'\CIÓN Y BIENF.STAR EN i .A ARGE1''Tll'A $L'.5ANA T O RRADO 4l
vo bloque', apoy.-,cio ~n una línea nacion:a.lisca de las 8uen.:1S Armadas, es por-
ca<lor de un proyecco de dc.c;a.rrollc.1 induscri~d rad icalmcnce dlscinco al pro-
pug11ado hasta ese momenco por l::a.s diversa.s fr3cciones del~ nntigua clase do-
miñance.

Cua.dto 4. fucrz,'\ de t.r..1.bi.jo utban.a (a): cl.isrrihución según (;l:i.scs y Es tratos


.K>Ci.Ju. ·1ocol del p•ú. 1947-19")1

~CLASES Y ESTRATOS SOCIA!.~ f 1917 ! 1960 1970 1980 1991 !


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¡ -Empleados adminj,smuivos · 10.9 1 14,9 16,G J 14.7 8.3 1
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¡.··u~nt<: ToCTado. 1994 y CEN. 199 1.


(¡.) No-:i.5ropccuo.cill. ..
Eo esca c:scraccgia -de: corte "'di.scribuci<.>nista"-. la indust.ria constituye el ob-
jccivo central del proceso de desarrollo. Se impuls:t una indu.scdaJización sus-
42 ---------- POllL'\Cló~ Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA SUSANA T ORRADO 43
ritu riva bas3da en el incrernento de la demanda de bienes de consumo masi- - ------1
vo etl et n1crcado incer110, la cua.I es generad a a través del aumento del salario
real. El modelo requiere asl 1n c:dida!i redis Lribuc:iva.t; del i ngreso que irnpul~an
la demaod:1 interna y la o c:up::1ci6n induscrial y. por lo canco, la acusnulación.
El principal mec:anismo p~ra lo grar escos objeLi.vos fue l::i reasignacic~n d e
rec.:ur.-;os para ía p roduct:i6n :1 tr4vés de la acción dci Estado. Ello se logró me-
diante: hi. expropiaci6n parcial de la ren.t::i agraria a cr::1.v¿s del~ n~cionali'Lac:it.»n
deJ co1nercio excerior de p rodtJctos ag1·o pecuarios, cransfiriendo Jos recursos
a.sí obtenidos al fi11a nciamicnro del dcsarrc.)ll•> induscrjal c.:entra<.lo e n indus-
trias e.le c.:011:;un10 masivo ( parcicularn1enrc, alimentos ·y textiles). Las medidas
que in1puisaron la induscri;i,lizai::ión. (cales i::o m o la prot:e<.:c.:i6n aran cela.ria, el
privilegio fiscal, el crédito subsidiado, el estímulo a la importación de bienes
de capital, e l manejo selectivo del control d e cambios, etc.) beneficiaron so-
bfr:: codo a tos peq uen.os y mc::di (tfle)~ empn:sario.s d e: origen na.c.:iona.1 y.
paralelamen te, a los asalariados industrialt:s.
P<) r o cra p:1ri:e. el Estado (::imbiC::n. ex,:;iende su cat11po de ai::ción econóini-
ca y social al nacionalizar o crear importantes empresas d e servicios púbiicos, Conventillo . Vls-ca dd interior. Buenos Aires, AGN, ca. 1910.
y :ti ac.:i::ncuar su e:;tr:1tegia tcdistributiva a cravés de la asignación crccie11tc de
recursos a la educación, la salud, }a vivienda y la sc::guric.lac.l social.
El bala11ce de la estrategia justicialista de sustirución "fácil.. d e importa..
cionr::s respecto ét la di.stribui:ión sectorial de la l"EA, se traduce> en prhner tér·
n1ii10, en altísi111os niveles de creación de empleo urb:l.no. logrados en un con-
tex.ro de plel'1a ocupación, o, más precisamence, con casas de desempleo
abier to eq\1.Ívalentes al nivel fric:cÍ()n:..I.
Debe d cstacal'.'sc: q ue -po r única vez en la historia !le: la .'\.rgenrina rnc:>Jer-
11a- ) la industria nla.i1u.facrurel'a asu1ne el liderazgo de ese p roceso, apandién-
d.ose con u n perfil i nterno •11.1e, ~pesar d c:I p1·ec.lon1inio ahsol1,1Lo de las pc:c.1uc:·
ñas .:mpresas e11 el conjunto d e las nuevas planeas que ~nt'onccs se establecen.
favorc:ci(~ nernmel'l te la creaciótl d e puestos asalariados ra.11to de clase obrera
con10 de clase media. C..1\ efecto, el rasgo más <".Spccífico del modelo justi-
cialis ta Í\ic su. superloi: c~pacic.lad de creació11 de en1pleo jndusLrial, auJ1que no
pueda afirn1arse que la jndustrialización suscitu civa d e esta etapa lid erara ttn
im po rta.rit'.e cr<::ieini ienco de: la ecc.)nc:Hn ía. ·1atnbién fue jfnportance en este lap.-
so la c!'eació J1 de empleo por parte de los otros dos sectores no-agropecunrios
(c:on.str uc~ión y i:r::n;iario).
En lo que concier ne a la t!Jrructt1ra Jocial. puede:: observarse: en el Cuadro
4 que, hacia l 945 . la població n acci"'ª urbana conLenia cerca de 40o/o d e pLles.-
los dc:sc3miS':ldos. FWlciono.ri1)S peroni.scas coln1.an el ccacro Colón durante l~ prescnraci6n
t(lS de clase n1ed ia )' 50o/o de puestos de clase obrera, con 11eto predomi nio d el
del Sc:gwtdo Pbn <-1.uinqucnal. AGNil.7arln, 1953.
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empleo asalariado en ambos colectivos (2/3 en la clase media; 3/4 en la clase nisuativas· asalariadas no debía exceder en mucho el nivel primario). En este
obrera). En total, las posiciones asalariadas representaban 72% del empleo último caso, debió primar un tipo de movilidad intergeneracional que, a pe-
global, un nivel definitivamente asimilable a países capitalistas relativamente sar de realizarse entre segmentos pertenecientes a una misma clase social, sin
desarrollados. duda se visualizaba como ascendente, vista la alta valoración social de las po-
La dinámica del mercado de trabajo durante la estrategia justicialista mo- siciones no manuales asalariadas. Por otra parte, no se detecta en este momen-
dificó un tanto ese perfil inicial aunque no en forma drástica. Por un lado, el to empleo precario (empleo no-registrado) y existe escaso empleo marginal
crecimiento global del empleo involucró en forma más o menos pareja tanto (empleo inestable de calificación nula). En suma, desde el punto de vista ocu-
al empleo asalariado como al empleo autónomo (empleadores y cuenta pro- pacional, el panorama de conjunto durante el justicialismo es el de un proce-
pia), de Sll;erte que puede estimarse que, hacia 1955, la distribución de posi- so generalizado de movilidad estructural ascendente, desde modestas posicio-
ciones desde esta óptica era bastante similar al comienzo: alrededor de 72% nes rurales a posiciones urbanas autónomas de clase media y asalariadas de
de asalariados y 28% de autónomos. Por otro, si bien es cierto que la clase me- clase obrera, y desde segmentos inferiores a segmentos superiores dentro de la
dia crece algo más rápido que la clase obrera, este lapso es el de menor distan- clase media. Complementariamente, todas las evidencias disponibles llevan a
cia relativa entre las velocidades de expansión de ambos colectivos, al tiempo concluir que esta movilidad ocupacional ascendente fue efectivamente acom-
que también en ambos se incrementa velozmente el estrato asalariado. pañada por un movimiento también ascendente en la escala de ingresos.
La dinámica que acaba de describirse se traduce, a mediados de la década Como visión global, puede decirse que el modelo justicialista favoreció
de 1950, en un perfil de la estructura social urbana algo diferente al de 1945, la expansión cuantitativa de los componentes sociales del bloque que le sirvió
pero no en lo esencial. El volumen de la clase media es algo superior (habría de apoyo para su surgimiento (la clase obrera y los pequeños y medianos em-
pasado, digamos, del 41%al43%) y algo inferior el de la clase obrera (del 50% presarios industriales), al tiempo que fortaleció (por que existían desde anta-
a 49%). Pero la composición interna de cada clase había cambiado muy poco ño) el aumento cuantitativo de las capas medias asalariadas, sobre todo en el
respecto al momento inicial, aunque se observe una incipiente asalarización de sector público. Además de su carácter "distributivo", otros dos adjetivos po-
la clase media y una levísima desalarizadón de la clase obrera. drían calificar los efectos de esta estrategia sobre la estructura social: se trata
En lo que respeeta a la movilidad social, la interpretación más verosímil de una dinámica "relativamente modernizadora" e "incluyente". Con este úl-
de los movimientos que acaban de reseñarse es que los migran tes internos ali- timo neologismo buscamos contrastar el modelo justicialista con aquellos
mentaron principalmente la expansión del estrato obrero asalariado (lo que otros a los que es práctica común calificar de "excluyentes", en razón, justa-
puede considerarse un movimiento ascendente, dadas las modestas posiciones mente, de su incapacidad para incorporar al empleo y al bienestar a impor-
que la mayoría de ellos ocupaba en las áreas rurales de origen), así como tam- tantes contingentes de la fuerza de trabajo total. El modelo justicialista no in-
bién el crecimiento de los pequeños propietarios de la industria y el comercio dujo un gran crecimiento económico global ni una modernización destacable
(un estrato de menor crecimiento demográfico comparativo), experi- de la estructura social, pero tuvo el mérito de no segmentar los mercados de
mentando en rodas esros casos movilidad ascendente de carácter intragenera- trabajo ni excluir a franjas importantes de la población de los frutos del des-
cional (desde luego, esto no excluye que muchos de dichos migrantes debie- arrollo logrado.
ron incorporarse al empleo urbano en puestos manuales no calificados y en el Una serie de restricciones estructurales y coyunturales en las variables que
servicio doméstico). Por otra parte, la rápida expansión de las posiciones no sostenían la acumulación interna se conjugaron para interrumpir el creci-
manuales asalariadas (empleados en la industria y la administración pública), miento industrial impulsado durante el período justicialista. Entre ellas pue-
debió nutrirse de los estraros autónomo y asalariado de clase media que se ha- den citarse: a) la acérrima oposición del sector agroexportador que, al dismi-
bían conformado con anterioridad a 1945 -los que ya habían incorporado nuir la producción exportable, favoreció una crisis en la balanza de,,pagos que
por completo la obtención de la credencial educativa de nivel primario y co- redujo la capacidad de importación de los bienes intermedios y de capital in-
menzaban a acceder al nivel secundario (debe recordarse que, en este momen- dispensables para continuar y profundizar la industrialización sustítutiva; b)
to, la cantidad de educación formal necesaria para acceder a posiciones admi- la no menos virulenta oposición de los grandes empresarios que retrotrajeron
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la inversión y uararon de recuperar ingresos a rravés del aumento de precios, nados. De manera que, si bien puede afirmarse que, en lo que concierne a la
con la consiguiente inflación; c) el fracaso en la rencativa de obtener capitales creación cuantitativa de empleo, el desempeño de la indusrria es nulo duran-
externos que -aceptando la estrategia "distribucionista" - permitieran superar te el período desarrollista, esta afirmación sería totalmente errónea en térmi-
el estrangulamiento externo de la economía. Estas fueron las principales fuer- nos cualitativos.
zas que se conjugaron para derrocar al gobierno justicialista, en 1955. Desde luego, la falta de creación neta de empleo industrial determina que
todo el crecimiento de la oferta de fuerza de trabajo urbana deba ser absorbi-
do por los otros dos sectores no-agropecuarios: la construcción y el terciario
2.2. El modelo desarrollista: 1958-1972 7 experimentan por entonces su crecimiento más veloz.
Por otra parre, aunque es verdad que la creación de empleo urbano es aún
En el contexto de una autoritaria proscripción del peronismo de la vida polí- más rápida que durante el jusricialismo, el contexto ya no es de pleno empleo.
üca nacional, en 1958 accede al poder un nuevo bloque caracterizado por la Así, si bien es cieno que la rasa de desempleo abierto (aunque oscilante) nun-
alianza de la burguesía industrial nacional y el capital extranjero, corporizado ca se alejó demasiado de niveles usuales en economías capitalistas (del orden
este último por grandes empresas rransnacionales norteamericanas que aflu- del 6°/o), en algunos años de este período !a misma alcanza valores que seña-
yen enronces al país en magnitudes significativas. lan sin ambages una subutilización visible de la mano de obra urbana.
En esta nueva estrategia, la indusi:ria también consútuye el objetivo cen- Por su parte, los efectos de la estrategia desarrollista sobre la es-.rucmra so-
tral del proceso de desarrollo. Pero, a diferencia del modelo justicialisra, se cial son radicalmente diferentes a los del período precedente (Cuadro 4). Por
impulsa ahora una indusrrialización sustiruriva de bienes intermedios y de un lado, la expansión dd empleo favoreció algo más al asalariado por compa-
consumo durable, en la que el incremento de la demanda está asegurado por ración al autónomo, aunque al final de este lapso el volumen toral del empleo
la inversión, el gasto público y el consumo sunruario del estrato social urba- asalariado urbano continuaba oscilando alrededor del 72%. Por otro, se ace-
no de alros ingresos. Este modelo implica, por lo tanto, un proceso regresivo lera el crecimiento de la clase media por comparación al de la clase obrera, al
de concentración de la renta. tiempo que se modifica profundamente la composición interna de ambos
El Estado también cumple un rol crucial en esta estrategia, coadyuvando agregados. Dentro de la clase media, la expansión relativa beneficia casi exclu-
al intenso esfuerzo de capitalización y concentración económica que se des- sivamente al estrato asalariado. Por el contrario, dentro de la ciase obrera, pre-
pliega durante más de una década, mediante sus funciones como productor domina ahora el crecimiento del esrrato autónomo. En otros términos, se ex-
de bienes y servicios y como agente distribuidor de los recursos sociales. perimenta un claro proceso de asalarización de la clase media y de
En lo que concierne a la distribución sec;orial de la fuerza de trabajo, la desalarización de la clase obrera.
estrategia seguida entre 1958 y 1972 induce efectos comp1ecamente disímiles El balance final del desarrollismo es una estructura social urbana en la
a la justicialista. que la clase media representa alrededor del 45% al igual que la clase obrera,
La creación de empleo urbano es aún más rápida que durante el período con un más neto predominio del estrato asalariado dentro de la primera y con
precedente, pero, en este proceso, el papel de la industria manufacrurera es un incipiente crecimienro del esrraro autónomo dentro de la segunda. Se ob-
prácticamente nulo. No obsrnnte, es preciso calificar esta afirmación desde di- serva también un leve incremento del estrato marginal.
versos ángulos. Porque lo que en realidad acontece, es que la nueva estrategia En lo que respecta a la movilidad social., el modelo desarrollisra también
industrializadora desrruye un número muy considerable de pequeños y me- muestra tendencias muy disímiles a las precedentes. En primer lugar, la clase
dianos establecimientos industriales (con la consiguiente desaparición de los media autónoma crece poco en términos neros, un fenómeno que refleja la
empresarios, obreros asalariados y artesanos por cuenta propia empleados en compensación entre la desaparición absoluta de pequeños indusrri;yes y el au-
los mismos), pero, al mismo tiempo, crea empleo asalariado de clase media menro absoluto de pequeños propietarios del comercio y los servicios. Ahora
(empleados administrarivos y, de manera incipiente, técnicos industriales) a bien, aun aceptando que muchos migrantes recientes pudieron haberse incor-
un ritmo tan veloz que compensa con creces el número de puestos dimí- porado directamente al estrato de pequeños propietarios, es plausible que tal
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dinámica írnplícara mayoritariamente un trasvasamiento de los estratos me- y descendente, acompañados de importantes movimientos intersectoriales
dios autónomos de la industria que fueran desplazados por el proceso sustitu- presumiblemente neutros desde una perspectiva jerárquica (también debió ser
tivo, hacia posiciones sociales análogas en el sector terciario, en todos los ca- más intensa la movilidad por reemplazo). Correlativamente, desde la óptica
sos suponiendo movilidad de típo inrrageneracional. de los ingresos, las evidencias sugieren que la estrategia desarrollista induce,
En segundo lugar, la clase media asalariada alcanza durante esta etapa su en promedio, una movilidad descendente relativa, que constituye el efecto ne-
ritmo más rápido de expansión, con la particularidad de que ahora crecen más w, por un lado, del mejoramiento de las posiciones correspondientes a la clase
velozmente sus categorías ocupacionales de mayor requerimiento educacional alta y a los segmentos superiores de la clase media, por otro, del empeoramien-
(profesionales y técnicos). En su gran mayoría, este movimiento ascencional to de las posiciones propias de la clase obrera y de los segmentos inferiores de
debió haber sido alimentado -vía intergeneracional- desde la clase media au- la clase media.
tónoma en su conjunto, desde las propias posiciones técnico-profesionales, y En síntesis, el balance global del modelo desarrollista en relación a la es-
desde las categorías más bajas de la clase media asalariada (empleados admi- tructura social muestra algunas de las bondades prometidas por sus estrategas,
nistrativos y comerciales). En relación a esta dinámica, es verosímil que du- pero también muchos rasgos que difícilmente podrían ser catalogados como
rante esta etapa comenzara a experimentarse una devaluación de las creden- tales. Por un lado, es cierro que durante 1958-1972 se verifica en promedio
ciales de nivel medio, atribuible a la rápida expansión de la matrícula una notoria modernización y complejización de la estructura social en todos
secundaria que comienza ya duram:e el justicíalismo. ios sectores productivos (incluido el sector público), cuya manifestación más
En tercer lugar, en lo que concierne a la clase obrera asalariada, durante evidente es la rápida expansión de puest0s de clase media asalariada. Un ras-
el desarrollismo disminuye en términos absolutos el número de obreros de la go que -además de su obvia naturaleza "concentradora" permitiría calificar
industria (comparativamente más calificados que los de otros sectores urba- a esta estrategia como "modernizadora". Pero, por otro lado, son impactantes
nos), razón por la cual este sector dejó de constituir un canal de incorpora- otros hechos (aumento del cuentapropismo obrero; incremento del empleo
ción laboral para íos migrantes recientes. Por el contrario, sí parece haber precario, canco de clase media como de clase obrera; franco deterioro o
cumplido este papel el empleo obrero calificado y no calificado asalariado en estancamiento de los niveles de bienestar de las capas sociales más modestas)
la construcción, tanto para los rnigrantes internos como para los limítrofes que justifican que también se la califique como "excluyente". En efecto, si
(comparativamente más voluminosos durante esta etapa). bien el desarrollismo indujo un elevado crecimiento económico global y una
Por último, puede razonablemente conjeturarse que el canal de movili- innegable modernización de la estructura social, ambos elementos se lograron
dad laboral más importante -tanto para los migrantes internos recientes co- al precio de marginar a una parte considerable de la población de los logros
mo para los obreros autónomos y asalariados desplazados de sus antiguas po- del desarrollo económico. En otras palabras, muchos de los fenómenos por los
siciones en la industria y el transporte-, fue el empleo autónomo de clase que sería posteriormente anatematizado el modelo aperturista, se inician en
obrera en el sector servicios, el que, durante esta etapa, aseguraba iguales o realidad durante la vigencia del desarrollismo.
mejores ingresos que muchas posiciones obreras asalariadas. Por lo demás, du- El freno a este modelo estuvo dado por la convergencia de factores eco-
rante este lapso, se detecta escaso empleo marginal, aunque sí empleo preca- nómicos y políticos de índole adversa. Entre los primeros, se cuenta la recu-
rio tanto de clase media corno de clase obrera. rrencia de las crisis de la balanza de pagos, agravadas ahora por la remisión de
Dicho de otra manera, en relación con la movilidad social ocupacional, utilidades y pagos por tecnología al capital extranjero. Entre los segundos, la
el panorama de conjunto durante el desarrollismo es de mucha mayor com- agudización del conflicto social, manifestado en las movilizaciones de protes-
piejidad que durante el justícialismo. A la concinuada y masiva transferencia ta que, en 1969, en varias aglomeraciones urbanas, tradujeron el rechazo de
de población desde el campo a la ciudad, se acompañan ahora múltiples tras- los sectores populares respecto a los objetivos del modelo desarrollisra.
vasamientos dentro de la población urbana nativa o de antigua residencia Estas movilizaciones tuvieron como corolario, durante 1970-1973, una
citadina. Desde el punto de vista ocupacional, esta estrategia parece caracteri- aguda crisis institucional que se resuelve con el llamado a elecciones genera-
zarse por la coexistencia de fuertes flujos de movilidad estructural ascendente les y con la asunción del tercer gobierno justicialista, en mayo de 1973.
50 - - - - - - - - - - - P O B L . A C I ( > N Y BIENESTAR EN !.A ARGENTINA SUSANA TORRADO 51
3. El modelo aperturista: 1976-2001 menee- h~sta el día de hoy. Pero los aconrecimienros de 200 l, las sucesivas al-
rernancias de gobiernos, la salida del régimen de converribilidad, en fin, el
El gobierno surgido del golpe de Estado de marzo de 1976 adoptó una estra- cambio de orientación aún no cornplecamenre definida a parcir de marzo de
tegia de desarrollo susrancialmence diferenre a rodas las experimentadas en el 2003, tornan muy difícil el análisis de rendencias de más largo plazo y, ade-
pasado, virando en forma diametral las orienraciones de indusrrialización sus- más, no siempre esrán disponibles las imprescindibles fuenres esradísrícas.
ricuriva que habían esrado vigentes desde 1930.
En términos generales, esta escrategia aperturista -o "ajusre" en su deno-
minación popular- tendió simult:ánea o sucesivamente a los siguientes objeti- 3.1. El ajtt>·re en dici-.zdura (1976-1983)
vos: vigencia de los precios de mercado como régimen básico de funciona-
miento; promoción de los sectores más altamente competitivos, lo que En medio de una profunda crisis económica y polírica del gobierno consci-
implicaba la concentración del capiral y la eliminación de empresas de menor rucional justicialisra instaurado en 1973, un golpe de Esrado milirar despla-
productividad; amplia aperrura de la economía a la importación de capital ex- za a esre último en marzo de 1976, adoptando una nueva esuategia de des-
tranjero y de bienes de todo cipo; contención drástica del salario real corno arrollo.
medio de controlar la inflación y de asegurar bajos costos de mano de obra a Puede caracrerizarse al nuevo bloque dominante duranre 1976-1983, co-
las empresas. El modelo posruló además el aprovechamiento -a rravés de la mo una alianza enrre el estamento militar y el segmento más concenrrado del
exporración de bienes agroindusrriales y agropecuarios- de las ventajas capiral nacional y de las empresas transnacionales. La particularidad de esre
cornpararivas que poseería la estructura productiva argentina en esos rubros, momenro histórico es que las Fuerzas Armadas llegaron entonces al poder con
aunque sin brindar a escas actividades estímulos especiales. inrereses que claramente depasaban la esfera de io económico, apunrando a
Para alcanzar escas meras se aplicaron medidas de distinta índole. En el lograr un disciplinamienro social generalizado mediante un cambio drástico
plano económico, se destacan las siguientes: notable reducción de los arance- de la anrigua esuucrura de relaciones económicas, sociaies y políticas.
les a la importación; subvaluación de la paridad cambiaría; reforma financie- En efecro, el programa del gobierno militar se opone a las precedenres
ra inductora de un sustancial crecimiento en las rasas de interés real (es decir, orientaciones de indusrrialización susrirutiva, dando irnplíciramenre por rer-
fin del crédiro subsidiado); supresión de los antiguos créditos preferenciales a minada a la industrialización como objetivo central del proceso de desarrollo.
la industria. Ocra dimensión central de esta estrategia buscó imponer el prin- En la concepción que se impuso enrre los sectores dominantes de la coalición
cipio de subsidiariedad del Estado en materia económica y social, lo que su- milirar (en especial, el ejército), para lograr el ansiado disciplinamiento polí-
ponía, por un lado, transferir parre de sus actividades (servicios públicos y rico e insricucional de la clase obrera, más allá del avasallamiento de sus insri-
empresas productivas) a la esfera privada; por orro, desmantelar el Esrado de ruciones corporativas y de represenración polírica, la estrategia más eficiente
bienesrar que se había organizado en nuestro país en la década de 1940. debía consistir en una modificación drási:ica de las condiciones económicas
Ahora bien, en el lapso que va desde 1976 hasra fines del siglo XX, se su- funcionales que habían alenrado históricamente el desarrollo de esa clase, es
cedieron en el poder gobiernos de muy distinta idiosincrasia, aunque, por la decir, en una modificación drásrica de los modelos indusrrializadores. Y ello,
naturaleza de sus políricas económicas, todos puedan ser englobados dentro aunque los efecros de la política a irnplemenrar afectaran los intereses de frac-
del modelo aperrurisra. Sin embargo, para organizar la exposición, distingui- ciones imporrantes de las clases dominantes. De ahí la polírica de apertura ex-
remos dos etapas: a) el ajusre en dictadura (1976-1983); b) el ajuste en de- terna de la economía.
mocracia (I 983-2000), período esre úlrimo signado por gobiernos de disímil En lo que respecra al volumen y estructura de la mano de obra, algunos de
signo partidario y diferente intensidad en la aplicación de medidas neocon- los preceptos centrales del nuevo modelo (sobre roda, el abandoao de la in-
servadoras. dustrialización sustiruriva; la reforma financiera; el principio de subsidiarie-
El año 2001 es sin duda discutible como cierre del proceso, puesto que dad del Esrado) dejan su huella indeleble en las rrasferencias de empleo que
muchas de sus peores secuelas se siguen experimentando -incluso más brural- se producen en esre período.
52 - - - - - - - - - - P O B L A C I Ó N Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA SUSANA TORRADO 53
Por una parte, el ritmo de crecimient0 del empleo urbano fue notable- que, a su vez, se tradujo en el aumento considerable del desempleo oculto
mente más lenco que en las décadas precedentes, debido a factores que opera- (por desaliento de personas acrivas respecto a la búsqueda de empleo, las que
ron tanlO del lado de la oferta como de la demanda de mano de obra. Por son contabilizadas como inactivas).
otra, en este momento, el nivel de empleo traduce mecanismos de equilibrio · En orros términos, la suburilización de mano de obra duranre la estra-
más complejos que en el pasado. Es cierto que los índices corrientes de subu- tegia aperturista milirar se manifestó por mecanismos distintos a los conoci-
rilización abierta de la mano de obra -d.e 197 4 a 1986, la tasa de desocupa- dos, pero alcanzó sin duda niveles muy considerables.
ción pasa de 3,4% a 5,2%, y la de subocupación horaria de 4,6% a 7,4%- Por orra parte, el escaso empleo neto creado en la industria manufactu-
(Cuadro 5), respecto al desarrollismo precedente, habrían descendido o man- rera durante este lapso, a diferencia de lo acontecido duran re el desarrollismo,
tenido el mismo nivel durante el apercurismo, algo incongruente si se tiene en no privilegia exclusivamente a los asalariados sino que se distribuye entre to-
cuenta la notoria recesión económica que se experimenta durante el gobierno da las categorías ocupacionales, lo que equivale a decir que se rerrorrae el per-
militar. No obstante, un análisis más detenido de la cuestión lleva a concluir fil socio-ocupacional del nuevo empleo industrial a fases incluso previas a
que tales índices son engañosos. 1945, cuando se afianza en el país la industrialización sustitutiva. Tal conclu-
sión se desprende de la nororia desaceleración del empieo asalariado indusrrial
Cuadro 5. Indicadoi:es de la evolución del mercado de ti:abajo, 1974-2000 de clase media (fundamentalmente, empleados administrativos) dentro de las
planeas, así corno de la renovada expansión del cuentapropismo industrial (ar-
1Indicador 1974 1986 1991 1995 2000 resanado), tanto de clase media como de clase obrera.
f
j Tasa de desocupación abierta (*) 3.4 5,2 6,0 16,6 14,7 Dado esre comporramienro de la industria, el crecimiento de la fuerza de
1Tasa de subocupación horaria (*) 4,6 7,4 7,9 12,5 14,3 trabajo urbana debió necesariamente refluir por entero a la construcción y al
% Asalariados registrados (**) 56,9 51,4 48,l 47,0 46,0 [erciario, que crecen efectivamente a ritmo acelerado.
1o/o No asalariados (**) 28,6 33,0 28,9 28,9 25,2 Otro aspecto del deterioro del mercado de trabajo se refiere a la morfo-
o/o Asalariados no registrados (**) (a) 1 18,8 20.9 29,9 30,6 35,0 logía interna de los ocupados plenos. En ei Cuadro 5, puede observarse que,
durante 1974-1986, se verifica la disminución de los asalariados registrados
Fuente: INDEC-EPH (ondas de octubre); Beccaria, 2002.
(*) Total de aglomerados urbanos. (de 56,9% a 51,4%); el aumento de los no-asalariados (categoría que incluye
(**)Área Metropolitana (Ciudad de Bs.As. más Con urbano Bonaerense). a cuenrapropisras y empleadores informales) (de 28,6% a 33%); y rambién la
(a) Excluido ei Ser-vicio domésdco. incipiente alza del trabajo precario (asalariados no-regisrrados) (de 18,8% a
20,9%). En suma, durante esta etapa, el reflujo de mano de obra expulsada
En primer lugar, una parre considerable del descenso de los indicadores de de las posiciones asalariadas esrables se orientó preferentemente hacia el cuen-
suburilización abierta se explica por el fuerte retroceso de la oferta de mano rapropismo informal o subempleo oculto, más que hacia puestos asalariados
de obra en los mercados de trabajo urbanos (especialmente en el Área de mala calidad ("en negro"), como acontecería en el futuro.
Metropolitana), un fenómeno principalmente atribuible a razones de índole Un aspecto crucial de esra dinámica radica en la diferencia del impacte
demográfica (no independientes, desde luego, de la propia coyuntura econó- en los distintos esrraros sociales, definidos esros, por imperativo de la infor-
mica). Entre las mismas se encuentran: la disminución de la migración inter- mación disponible, de acuerdo al nivel de educación del jefe de hogar
na hacia las grandes ciudades; el retroceso de la inmigración de trabajadores (Beccaria, 2002). En efecto, el desempleo abierto afectó a codos los trabajado-
limírrofes; el aumento de la emigración externa de argentinos.; en fin, el res, pero en los esrraros inferiores lo hizo con mayor intensidad. Esto se vio
envejecimienro de la población que produjo un achicamiento de la franja de agravado porque los más débiles sufrieron, además, desocupación de más lar-
edades potencialmente activas. ga duración y más alta rotación en el empleo. También fueron los rrabajado-
En segundo lugar, rambién contribuyó al descenso de dichos índices la res menos calificados los que experimentaron mayor incidencia del trabajo
retracción de la demanda de mano de obra que induce la recesión, fenómeno no-registrado.
54 - - - - - - - - - - - P O B L A C I Ó N Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA SU.SANA TORRADO 55
En lo que concierne a la desigualdad en la distribución del ingreso, es preciso referir- Así, i~virtiendo de raíz las tendencias sostenidas en el pasado durante las
se aunque sea brevememe a la evolución de las remuneraciones reales. estrategias industrializadoras, la creación de empleo urbano durante el gobier-
Duranre 1976-1983, los ingresos medios de los asalariados, que habían no militar favoreció neramenre las posiciones autónomas por comparación a
regisrrado una muy leve tendencia creciente desde principios de la década de las ·asalaríadas. Entre 1970 y 1980, la rasa anual de crecimiento del empleo
1950 hasra mediados de los 70, caen abruptamente en 1976 como resuhado autónomo (27,4 por mil) es casi dos veces y media superior a la del empleo
del ajuste implemenrado por el gobierno militar inmediaramenre después de asalariado (11,9 por mil). Como resultado de lo cual, al final del período, el
su llegada al poder. Al punro que puede afirmarse que el grueso del aumento empleo asalariado había perdido casi 4 puntos porcenruales en la esrrucrura
en la regresividad de la distribución del ingreso durante el gobierno militar social urbana, representando ahora alrededor de 68%.
aconreció durante 1976-1978, cuando se produjo el gran deterioro de los sa- Además, se acrecienra la velocidad comparativa de expansión de la clase
larios medios reales. media respecto a la de la clase obrera (éste es el período de mayor disrancia
entre las mismas), a la par que se modifican drásticamente las tendencias in-
Cuadro 6. Disrdbudón decílica del ingreso roral de Jas familias. Área rernas en cada colectivo. Dentro de la clase media, por vez primera, es el es-
Merropofüana, 1974-2000 rrato autónomo el que lidera aparentemente el crecimienro. Dentro de la cla-
se obrera, casi rodo el crecimiento concierne al estrato autónomo. En otros
Deciles 1974 1986 1991 1995 2000 términos, se detiene el proceso de asalarización de la clase media y se acelera
20% más pobre 6,1 4,9 4,6 4,2 4, l el de desalarización de la clase obrera. Por otra parte, tiene lugar un norabie
70% intermedio 67,0 63,2 61,2 60,5 61,7 crecimiento del estrato marginal.
10% más rico 26,9 31,9 34,2 35.3 34,2 Naturalmente, visco lo reseñado hasta el momenro, la movilidad social
TOTAL 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 durante el gobierno militar ostenta una toral singularidad respecto al pasado.
Primero, el menor crecimiento del empleo urbano (o sea, de la migración
Fuenre: INDEC-EPH (ondas de octubre).
rural-urbana) elimina una fuente crucial de movilidad ascendente, al tiempo que
concentra los desplazamientos en la población de antigua residencia urbana.
Esra evolución de la desigualdad durante el gobierno militar se puede resumir
Segundo, la continuada expansión de la clase media favorece ahora
observando (Cuadro 6) que, en el lapso 1974-1986, la distribución decílica del
comparativamente más a su estrato autónomo (con fundada presunción de que
ingreso coral de los hogares disminuyó de 6, 1 % a 4,9% en los dos primeros de-
el mismo contiene una proporción no discernible de trabajadores marginales).
ciles; y de 67% a 63,2% en los deciles 3 a 9. Es decir, resignaron ingresos las ca-
Este crecimiento de las posiciones autónomas de clase media {sobre todo en el
pas sociales más bajas pero también las capas medias. El conjunto de lo perdi-
comercio) debió alimentarse -vía intrageneracional- de asalariados de clase
do se trasladó al último decil, cúspide de la pirámide, el que agrega 5 puntos
obrera y de clase media que perdieron sus antiguas posiciones en el proceso ge-
porcemuales a lo que absorbía en 1974 (de 26,9% a 31,9%) (Beccaria, 2002).
neral de desalarización que indujo la esrraregia apenurisra, siendo difícil de
La estrucrura social urbana durante el gobierno militar, por su parre, ex-
acepcar que esros desplazamiencos tradujeran una movilidad ascendente.
perimenta mutaciones inéditas por comparación a períodos precedentes, lo
Tercero, la clase media asalariada crece menos que en las etapas preceden-
que se aprecia analizando el saido de la década de 1970 sobre esre particular
res, siendo significativo el hecho de que se expanda comparativamente más el
{Cuadro 4). Esra temática se esrudia con ios censos de población que se levan-
segmento técnico-profesional (de menor crecimiento vegerarivo y migratorio)
tan, en cada década, en los años terminados en cero, razón por la cual la in-
que el de los empleados y vendedores. Todo ello, en un contexro en el cual se
formación no puede desagregarse de acuerdo a las fechas límite de cada go-
acentuó el proceso de devaluación de las credenciales educativas en el merca-
bierno. Nótese que íos daros del Cuadro 4 se refieren a un universo disrinro
do de trabajü, como secuela de la expansión de la matrícula secundaria y su-
al de los cuadros anteriores, ya que definen el secror "urbano del coral de pa-
perior en los años precedentes, y se acrecentó el empleo precario de clase me-
ís", asimilándolo al rotal de la PEA no-agropecuaria.
dia. El crecimiento del estrato medio asalariado debió continuar nutriéndose
56 - - - - - - - - - - P O B L A C I Ó N Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA SUSANA TORRADO 57

-vía intergeneracional- desde posiciones correspondientes a la clase media au- inrentos de reforma global de las instituciones de política social se vieran sis-
tónoma y a la propia clase media asalariada, representando por lo general una remáticamente frustrados, e incluso que se evidenciara una creciente inclina-
movilidad ascendente, si se define a esta última en términos exclusivamente ción por medidas de índole neoconservadora.
ocupacionales. · Estos diversos condicionamientos políticos resultaron, hacia fines de la
Cuarto, el escraco marginal es el de más rápido crecimiento, junto con el década de 1980, en algunos broces hiperinflacionarios que repercutieron du-
empleo obrero precario. El crecimiento del estrato obrero autónomo y del ramente en la situación de los sectores populares, y, a la postre, obligaron a la
marginal debió alimentarse comparativamente de trabajadores asalariados ur- entrega anticipada del poder en julio de 1989.
banos que perdieran sus antiguas posiciones durante el proceso, más bien que El Dr. Carlos Saúl Menen (Partido justicialista), ganador de las últimas
de migrantes internos o externos (en franca retracción numérica), razón por elecciones generales, asume entonces en julio de 1989. El nuevo presidente se
la cual puede considerarse esta movilidad de tipo descendente. mantuvo diez años en el poder (hasta 1999) ya que, en 1994, se modificó la
En suma, desde el punto de vista ocupacional, el balance del modelo Constitución Nacional a fin de posibilitar la reelección del primer mandata-
aperturista durante el gobierno militar es de preeminencia de movilidad rio por una sola vez consecuciva. En otros términos, durante la década de
estructural descendente. 1990 gobernó siempre el just:icialismo con el mismo presidente. Sin embar-
A su vez, desde el punto de vista de los ingresos, las evidencias disponi- go, la década "menemista" (como la bautizara el decir popular) no fue homo-
bles -reducción del salario real; caída de la participación de los sueldos y sa- génea en su devenir.
larios en el ingreso nacional; incremenro de la desigualdad en la distribución Durante los años 1989-1990, el nuevo gobierno ensayó infruccuosamen-
de las remuneraciones entre los asalariados y entre los no-asalariados; niveles re diversos lineamientos de políticas públicas tendientes sobre todo a contro-
extremadamente reducidos de los haberes jubilatorios- confirman que lamo- lar la inflación.
vilidad experimentada en todos los estracos de clase obrera y en la mayor par- Pero fue recién en abril de 1991, con el Plan de Conven:ibilidad, que se
te de los de clase media fue abruptamente descendente. afianza una estrategia de desarrollo nítida en sus objetivos y en sus medios de
implementación, que, en el plano económico, retoma -exacerbándolo-- el
modelo aperturista del gobierno militar, pero ahora con un éxito notable en
3.2. El ajuste en democracia (1983-2001) el control de la inflación y en el crecimiento del producto bruto nacional, al
menos durante algunos años.
En abril de 1982, un suceso imprevisco -la guerra de las Malvinas- marca el Después de 1991, hubo un acentuado crecimiento de la economía que
ocaso del gobierno militar. La guerra precipitó de tal forma los acontecimien- se frenó durante 1993-1994 (por efecto de la crisis mexicana), el que se reto-
tos que, para fines de ese año, estaba ya en marcha el proyecto de reconstruc- mó firmemente desde 1995 a 1997 y entró en aguda recesión en 1998 (sin
ción democrática que culminaría con la asunción del gobierno consritucional inrerrupción hasta el año 2001).
(partido radical) del Dr. Raúl Alfonsín, en diciembre de 1983. A los inconvenientes generales que el modeio aperturista arrastraba des-
Desde entonces y hasta julio de 1989, no llegó a implemenrarse una es- de los años setenta, se agrega durante los noventa un agravamiento de la vul-
trategia de desarrollo específica distinta del aperturismo, si bien se intentó nerabilidad externa de la economía, derivado de las restricciones que impone
suavizar los efeccos sociales de la situación heredada, sobre todo en lo que con- al crecimiento la imposibilidad de generar un superávit de la balanza de pa-
cierne a la mejoría del salario real. gos que permitiera hacer frente a los exorbitantes servicios de una deuda ex-
La recuperación democrática había legado al nuevo gobierno una situa- terna en continua expansión.
ción económica caótica, con enorme défidt fiscal y presiones inflacionarias. En el plano social, paradojalment:e, el Partido justicialisca que•ihabía sido
Por otra parre, en el lapso de este primer gobierno radical, las vicisitudes de la quien comenzara a desarrollar el Estado de bienestar en ia década de 1940,
transición democrárica, ia irracionalidad de la oposición justicialista y sindi- fue también el ejecutor de su desmantelamiento en los años noventa. El nue-
cal, y las propias fisuras dentro del radicalismo, determinaron que los escasos vo gobierno introdujo cambios profundos en la legislación laboral, reducien-
58 - - - - - - - - - - - P O B L A C l Ó N Y BIENESTAR EN LA ARGENTlNA SUSANA TORRADO 59
do la estabilidad en el empleo, promoviendo el empleo legal precario, tole- Terce~o, aumenró !a precarización de los asalariados: en 1991, 37% del
rando el empleo "en negro", bajando cosros de conrraración y de despido, ali- coral de asalariados del secror privado era no-regisrrado o precario (no le efec-
viando las responsabilidades del empleador frenre a accidenres de trabajo y ruaban descuentos para aporres jubilatorios). Este valor alcanzaba 23o/o en el
quiebras empresarias. Paralelamente, rodas las políricas sociales se víeron ne- sec~or empresarial (más de 5 ocupados) y 64% en el microernpresariaL Si bien
garivamenre afectadas por la modificación de sus reglas de funcionamiento, es imposible calcular este índice con el censo de 1980, rodas las estimaciones
por la degradación de sus fuenres de financiamiento, y por cambios en la ad- disponibles lo sitúan muy por debajo de la cifras de 1991.
miniscración, en el régimen de acceso y en el tipo de beneficios. La medición intercensal enrre 1980 y 1991 también pone de manifiesto
En diciembre de 1999, el justicialismo fue desplazado del poder por una ocros hechos que confirman las esrimaciones anteriores sobre el aumento de
Alianza de Parridos que llevó como presidenre al Dr. Femando De La Rúa, la suburilización durante la década de 1980.
cuyo gobierno no cambió la orientación aperrurisra prevalecienre hasra su re- Se verifica un aumenco absoluro del componente público enrre los
nuncia anticipada a fines de 2001. asalariados: el empleo público represenra 31 ºlo del rotal de asalariados tanto
En lo que dice relación con el mercado de trtlbajo, en el lapso 1983-1991 en l 980 como en 1991, pero este porcentaje se mantiene gracias a un aumen-
-que abarca al gobierno radical y los dos primeros años del justicialisra-, la ra- co absoluto de los ocupados en el sector público (muchas más mujeres, leve
sa de desocupación abierta, si bien muestra una rendencia claramente crecien- reducción del los hombres).
re, se manriene inferior al 7º/o, un nivel considerado relacivamente bajo aten- Se acelera el aumenro del cuenrapropismo: el volumen relativo de traba-
diendo a la inrensidad del deterioro económico duranre ese lapso (Cuadro 5). jadores por cuenra propia entre los activos varones era de 18% en 1970, 22º/o
La subocupación horaria tuvo durante estos años una evolución similar. en 1980 y 27% en 1991.
Ahora bien, el deterioro de la siruación ocupacional en estos momentos En fin, en la misma dirección, se tiende a la informalización de los
se visualiza mejor observando, con daros censales (asimilables al coral del pa- empresarios: entre 1980 y 1991 aumentó considerablemente el número de
ís en ocupaciones "urbanas"), cómo cambia la composición de la mano de empleadores varones: este aumento favoreció comparativamente más ai sector
obra suburilizada enrre 1980 y 1990. microempresarial que al empresarial.
En efecro, durante la década de 1980, la subutilización abierra de la fuer- Por lo demás, prosiguió la expansión ocupacional del sector terciario y
za de rrabajo fue acompañada de modificaciones susranciales en las formas de volvió a disminuir la mano de obra ocupada en la industria.
inserción laboral de los ocupados plenos (ocupados con jornada normal), no Esros hechos se expresan sintéticamente en el Cuadro 5: los asalariados
menos graves desde el punro de vista de su impacto sobre la estrucrura de cla- regís erados perdieron casi 3 puntos porcenruales en ere 1986 y 1991; los no-
ses sociales y los niveles de bienesrar. asalariados resignaron 4 puntos en igual lapso; los asalariados no-registrados
Observando exclusivamente lo que aconteció con la PEA masculina to- aumentaron 9 punros, pasando de 20,9% de la PEA en la primera fecha, a
tal y con la PEA femenina asalaríada (a fin de eliminar posibles sesgos de 29.9% en la segunda.
medición inrroducidos por el cambio de merodología del censo de 1991 res- En sínresis, durante la década de 1980, el debilíramienro de la capacidad
pecto al de 1980), pueden enumerarse las siguienres rendencias (Torrado, de la ec01.:;mía para generar ernpieo genuino se resuelve en una fuerte expan-
1995). sión de las dos formas visibles de suburilización (desempleo abierto y subem-
Primero, se aceleró la desalarización de la fuerza de rrahajo: el volumen pleo horario), en la disminución e intensa precarización del trabajo asalaria-
relacivo de asalariados enrre los hombres era 71 % en 1970, 67% en 1980 y do, junco con una proliferación de subocupaciones en el sector informal
61 % en 1991. Especialmenre irnpacranre es el hecho de que, en ia década del urbano (comercio y servicios), en el sector público (nivel provincial y muni-
ochenta, el número de asalariados disminuyó en términos absolutos. cipal) y en el servicio doméstico. ·'
Segundo, se acenruó la informalización de los asalariados: en 1980, d Ahora bien, duran ce la década de 1990, ia suburilización de la mano de
28% de los asalariados varones rrabajaba en una microempresa (hasta 5 obra se agrava excraordinariamence, un fenómeno que se sinteriza diciendo
ocupados); en 1991, esta cifra alcanza al 35%. que, en 2000, el nivel de la desocupación abierta (13,8%) más que duplica
60 - - - - - - - - - - - P O B L A C I Ó N Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA SUSANA TORRADO 61
el correspondiente a 1991 (6%). Una evolución similar ostenta la tasa de Paralelamente, siguió perdiendo peso la porción del ingreso que absorbí-
subocupación horaria (Cuadro 5). an los asalariados, afectada también por el menor poder negociador de los sin-
Por otra parte, las tendencias a la informalización y precarización de los dicaros como consecuencia de los cambios en la legislación laboral: el salario
ocupados se prosiguieron a un ritmo t0davía más acelerado que en la década real promedio de los trabajadores menos calificados en íos servicios menos
de 1980. Entre 199 l y 2000 (Cuadro 5), fue prácticamente nula la creación productivos se deterioró, incluso en términos nominales; cuando hubo au-
de empleo asalariado; se sarura la receptividad del sector "refugio" para el em- mento del salario real, éste fue siempre muy inferior al aumenro de la produc-
pleo no-asalariado (cuentapropismo informal); casi rodo el empleo creado fue tividad por persona ocupada.
precario (los asalariados no-registrados crecieron de 30% en 1991 a 35% en Porque otro de los facrores que afectó gravemente el funcionamienro del
2000). En este lapso, el impacto también fue diferencial según el estrato social. mercado de trabajo fue la desregulación de las antiguas protecciones de los
Cabe mencionar otro hecho trascendental en la evolución del mercado de rrabajadores. Las normas laborales se modificaron en distintos andariveles:
trabajo durante este período: la nueva y brutal devaluación de los títulos acadé- por un lado, disminuyeron las contribuciones patronales que se desdnaban a
micos que indujo la abrupta irrupción del hiperdesempleo. De repente, millo- financiar el cosco del despido y ciertos programas sociales; por otro, se fomen-
nes de personas quedaron "obsoletas" respecro a las nuevas exigencias empresa- taron nuevas modalidades contractuales (períodos de prueba; contratos a
rias, con el agravante de que su eventual reciclamienro debía ser autosolventado ríempo parcial; contratos de aprendizaje y pasantfas; límites a la duración de
(ese tipo de formación educativa no es gratuiro). Es decir, una ingente porción la jornada de trabajo; deterioro de la inspección de las condiciones de traba-
de la mano de obra se encontró de pronto enfrentada a la siguiente disyuntiva: jo; descentralización de las negociaciones colectivas; etc.). Todas estas modifi-
para conseguir empleo se necesita más educación, pero para reciclarse se nece- caciones tuvieron ei común denominador de precarizar la situación laboral.
sitan ingresos que no se obtienen porque se es desempleado. Unida a la rápida expansión del empleo en negro, la nueva reglamentación ex-
Respecto a la distribución del ingreso, la instauración del gobierno demo- plica ~n gran parte el agravamiento de la vulnerabilidad en el empleo y, por
crático en 1983 posibilita una importante pero momentánea recuperación extensión, de la vulnerabilidad social.
parcial de las remuneraciones reales en 1984, la que, sin embargo, no llegó a En consecuencia, en la distribución del ingreso familiar se constata una
consolidarse para 1989. El poder de compra de las remuneraciones volvió a vez más la pérdida de los sectores más desfavorecidos (principalmente afecta-
descender a partir de 1987 -luego de otro corro período de recuperación aso- dos por el desempleo): los dos primeros deciles de la distribución pierden to-
ciado a la estabilidad lograda por el Plan Austral ( 1985-1986)-, para volver a davía algunos puntos, en favor esta vez de los sectores medios.
reducirse, ahora de manera extrema, durante los broces híperinflacionarios de Los efectos sobre la estructura social de las políticas implementadas du-
1989 y 1990. Si se toma el año 1986 como base 100 de las remuneraciones rante 1983-1991 pueden observarse en el Cuadro 4, comparando los perfiles
reales, el número índice correspondiente a 1989 era igual a 61. de 1980 y 1991 (la falta de comparabilidad incercensal no alcanza a sesgar las
Obviamente, esta evolución del ingreso medio, sumada a las tendencias tendencias de conjunto). Se resumen como sigue: drástica desalarización
del desempleo y el subempleo ya comentadas, indujo una nueva marcha (cuentapropisrno) de coda la estructura (el empleo asalariado rotal representa-
regresiva de la distribución del ingreso. Puede verse en el Cuadro 6 que el in- ba 68% de la PEA en 1980 y 61 o/o en 1991); violenta retracción del volumen
greso toral de los hogares (el que más se relaciona con el bienestar de la po- de la clase media (de 47% a 38%), casi toda explicable por la disminución de
blación) volvió a mostrar una pérdida de los 9 primeros deciles, contrastada su estrato asalariado; aumento del volumen de la clase obrera (de 40o/o a
con el aumento del decil más rico (32% en 1986; 34% en 1991). 43:1'), .casi codo explicable por el crecimiento de su estrato autónomo; abrup-
A parcir de 1991, el exitoso control de la inflación que acompañó al Plan to mcremento del estrato marginal (de 12% a 18%).
de Convertibilidad permitió que, cemporariamenre, mejorasen los ingresos En consecuencia, la movilidad social fue esencialmente descendente tan-
reales de todos los grupos de perceptores. No obstante esca importante recu- ro desde el punto de visea ocupacional como de la distribución de los ing~esos.
peración, después de 1994 continuó la tendencia negativa de las remunera- Lamentablemente, no existe información que nos permita visualizar los
ciones reales, las que, en 1999, representaban 83% del nivel de 1986. rasgos de la estructura sociai a fines de los años noventa (los datos sobre la
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rárquicas· dentro de la pirámide de estratificación social, posiciones que, a su se media que perdieron sus antiguas posiciones en el proceso general de desala-
vez, pueden definirse en rérminos ocupacionales o en términos de ingresos. rización, siendo difícil de aceptar que estos desplazamientos tradujeran una mo-
Respecto a la movilidad social, el conjunto del período 1945-2000 tiene vilidad ascendente. Tercero, Ja clase media asalariada crece menos que en las eta-
algunos elementos comunes: la masiva transferencia de población del campo pas· precedentes, en un contexto en el cual se acentuó el proceso de devaluación
a las ciudades (con la concornirante creación de empleo urbano, inductora, de de las credenciales y se acrecemó el empleo precario de clase media. El creci-
por sí, de movilidad ocupacional); la expansión de la matrícula educacional miento de la dase media asalariada concinuó nutriéndose -vía inrergeneracio-
en todos sus niveles; la progresiva devaluación de las credenciales educac:ivas desde posiciones correspondientes a la clase media autónoma y a la propia
(aumento de los títulos exigidos para y disminución de los ingresos devenga- clase media asalariada, representando por io general una movilidad ascendente,
dos por una misma posición); el acrecentamiento del rol de la educación co- si se define a esta última en términos exclusivamente ocupacionales. Cuarto, la
rno canal ascencional. Sin embargo, también en esre dominio, cada estrategia clase obrera autónoma es el escraro de más rápido crecimiento, traduciendo
tuvo efectos específicos. ahora este fenómeno la expansión preferencial del empleo informal y del em-
Durante el modelo justicialista, desde el punto de vista ocupacional, exis- pleo precario, junto con la emergencia de un estrato marginal. El crecimiento
te un proceso generalizado de movilidad estructural ascendente de carácter in- del estraro obrero autónomo se alimentó comparativamente más de trabajado-
rrageneracional, desde modestas posiciones rurales a posiciones urbanas autó- res asalariados urbanos que perdieron sus antiguas posiciones durante el proce-
nomas de clase media y asalariadas de clase obrera, y desde segmentos so, que de mígrantes internos o externos (en franca retracción numérica), razón
inferiores a segmentos superiores dentro de la clase media. No se detecta en por la cual puede considerarse esta movilidad de cipo descendente. En suma,
este momento ni empleo precario ni empleo marginal. Por otra parre, esta desde el punto de vista ocupacional, el balance del modelo aperturista es de
movilidad ocupacional ascendente fue efectivamente acompañada por un preeminencia de movilidad estructural descendente, íntra e intergeneracional. A
movimienro también ascendente en la escala de ingresos. su vez, desde el punto de vista de los ingresos, la movilidad experimentada en
Durante el desarrollismo, el panorama de conjunto es mucho más com- codos los estratos de clase obrera y en la mayor parre de los de clase media fue
plejo. La continuada migración rural-urbano, se acompaña ahora de múlti- abruptamente descendente, implicando un proceso de pauperización absoluta y
ples trasvasamienros dentro de la población urbana nativa o residente citadi- de pauperización relativa, de carácter inédito en la historia argentina reciente.
na de antigua daca. Desde el punto de vista ocupacional, esca estrategia se A principios del tercer milenio, la suma de estos procesos se cristalizaba
caracteriza por la coexistencia de fuertes flujos de movilidad estructural ascen- en una estructura social profundamente segmentada, con signos agudos y exa-
dente y descendente, intra e ínter generacionales, acompañados de importan- cerbados de desigualdad social.
tes movimientos intersectoriales neutrales desde una perspectiva jerárquica.
Por lo demás, no se detecta empleo marginal aunque sí empleo precario, tan-
to de clase media como de clase obrera. Correlativamente, desde la óptica de Notas
los ingresos, la estrategia desarrollista induce, por un lado, el mejoramiento
1
de las posiciones correspondientes a la clase alca y a los segmentos superiores Esra parce se basa en Germani (1962, Parce fV) y (1963, passim).
2
La movilidad social puede ser de distintos tipos: esrruct1<ral (modificación en eÍ núme-
de la clase media, por otro, el empeoramiento de las posiciones propias de la
ro relativo de posiciones disponibles de cada categoría social); de reemplazo (cambio individual
clase obrera y de los segmentos inferiores de la clase media. posibilitado por ia vacancia en orras posiciones); demográfica (derivada de las diferencias imer-
Durante la estrategia aperturista el proceso es rotalmem:e disímil. Primero, escratos en los niveles del crecímienco vegetativo y migracorio). Por otra parte, se dice que ia
el crecimiento del empleo urbano es mucho más lento que en el pasado, lo que movilidad es inrrageneracional cuando el desplazamienrn se realiza en el curso de la vida de una
concentra la movilidad social en la población de antigua residencia urbana. misma persona; inrergeneracional cuando tiene lugar de padres a hijos. .•
3 Una hipótesis irrealista, ya que el propio Germani demuestra que existió en codo mo-
Segundo, la expansión de la dase media favorece ahora comparativamente más
mento un volumen no despreciable de movilidad descendente. Ello significa que esta cuamift-
a su estrato autónomo (pequeños producrores, cuentapropistas), movilidad que cación de la movilidad estructural ascendente con anterioridad a ! 930 const:icuye una esn-
debió alimentarse -vía inrrageneracional- de asalariados de clase obrera y de da- macíón <le mínima.
62 - - - - - - - - - - - P O B L A C I Ó N Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA SUSANA TORRADO 63
PEA del censo de 2001 son completamente incompatibles respecto a los cen- los grandes conringemes de inmigrantes de ulcrarnar llegados durante el perí-
sos precedentes). No obstante, visro lo acontecido en el mercado de trabajo y odo. De suene que puede afirmarse que, en menos de una generación, surgió
en la disrribución del ingreso, pueden enunciarse algunas conclusiones razo- un amplio esrraro medio que, necesariarnenre, debió reclutar a sus miembros
nables. enire los esrraros populares, por lo que la fuerce movilidad social ascendente
Para fines de la década de 1990, deben haberse agudizado algunos ras- experimentada debió ser no sólo de carácter inrergeneracional sino también
gos ya evidentes a principios de los ochenta: disminución relativa del volu- de naturaleza inrrageneracional, esro último sobre codo entre los extranjeros
men de la clase media y su progresiva desalarización; disminución del peso recién llegados cuya extracción social originaria era por demás modesta.
relativo de la clase obrera estable y acem:uación de su desalarización; aumen- Después de 1930, la escracegiajusticia/frta-caracrerizada por la industria-
ro absoluro y relativo del estraro marginal (no-asalariado). Todo ello en un lización susticutiva de bienes de consumo final-, si bien. no modernizó
conrexto de ernpobrecimienro absoluto (caída por debajo de la Línea de po- significativamente la estructura social, fue claramente distribucionisra e
breza) que ahora involucra no sólo a sectores obreros estables y a sectores incluyente de los estratos más desfavorecidos respecto a los frutos del progre-
marginales, sino también a las capas medias que hasta hace poco expe- so económico. Por su parre, la desarrollista -propulsora también de una indus-
rimenraban sólo empobrecimiento relativo (disminución del bienestar sin trialización sustitutiva pero ahora de bienes intermedios y de capital-, aunque
caer por debajo de la Línea de pobreza). O sea, un panorama de incensa mo- modernizadora, fue marcadamente concentradora y exduyente. Por compara-
vilidad social descendente, ranro desde el punto de visea ocupacional corno ción, la aperturista, presenta rasgos de claro sesgo desindusrrializador, concen-
del de los ingresos. trador y excluyente, sin arisbos de modernización.
Como primera visión global del aperrurisrno se impone una conclusión: Para ilustrar los cambios que experimentó la estructura social corno con-
el empeoramiento de las condiciones laborales y de bienestar en can corro lap- secuencia de los rres últimos modelos de acumulación, podría diseñarse una
so es un buen indicador de la eficacia con que funcionó el "disciplinamienro pirámide de estratificación con un eje verrical representando los diversos es-
social" originalmenre propicíado por el golpe militar de 1976. Visco lo cual, rraros sociales ordenados jerárquicamente, y con dos horizonrales: a la iz-
calificar el balance de esca gestión en relación con la estrucrura social no es quierda, uno que representara el volumen relativo de cada esrraro desde el
una carea compleja: además de "concentradora", la esrrategia aperturisra es punto de visea ocupacional; a la derecha, otro que hiciera lo propio con la par-
también violenta y explícirarnenre "excluyente"; sólo que se erara ahora de una re del ingreso nacional absorbida por cada estraro.
exclusión sin modernización social ni crecimiento económico global. En el largo plazo (1945-2000), esca pirámide mostraría formas cambian-
La conrraparrida previsible de estos hechos fue un aurnenro sin preceden- tes. A la izquierda, el manrenirniento de una cúpula minúscula, el engrosamien-
tes de la incidencia, la intensidad y la hererogeneidad de la pobreza crítica, in- rn progresivo y posterior estrechamiento de la parre intermedia y el ensancha-
ductora de un deterioro brutal de los niveles de bienesrar, parricularmenre de mienro paularino de la base. A la derecha, el ensanchamiento ininterrumpido
los más débiles. de la cúpula en derrirnento de la superficie correspondiente a la parre interme-
dia y a la base. En suma, las muraciones en la pirámide de estrar:íficación social
ilustrarían un proceso caracterizado por los siguientes rasgos: a) una clase alra
4. Una visi6n de largo plazo numéricamente ínfima en curso de enriquecimienro absoluto; b) una clase me-
dia numéricamente crecienre-decreciente, en curso de progresiva asalarización-
Podemos ahora comparar sintéricarnenre los efectos de cada modelo de acu- desalarización, y pauperización absolura y reiaciva; c) una clase obrera nurnérica-
mulación sobre la esrrucrura de clases sociales y la movilidad social. menre decreciente en curso de progresiva desalarización y pauperización
Anees de 1930, durante el modelo agroexport:ador, el perfil de la esrrucru- absoluta; d) la aparición de un estrato marginal numéricamente irnp0rranre con
ra social se rrastoca profundamente: en especial, se aprecia una rapidísima ex- carencias absolutas.
pansión de ios estratos medios, los que prácticamente se cuadruplican en es- Por otra parre, cada esr:rategia de desarrollo indujo un tipo particular de
te lapso -al menos en las áreas urbanas-, absorbiendo una parre sustancial de movilidad social, encendiendo por cal el desplazamienro entre posiciones je-
66 - - - - - - - - - - - P O B L A C I Ó N Y BIENESTAR EN IA ARGENTINA SUSANA TORRADO 67
4
Salvo mención conrearía, rndos los análisis de este acápire provienen de Torrado (1994), Miniscerio de Trabajo y Seguridad Social, Secrecaría de Planificación (1986): Anexo
con sus respectJVas referencias bibliognificas. Por razones que enseguida se harán comprensibles Estadístico del Documento: El terciario argentino y el ajuste del mercado de rrabajo
sólo discrímínamos aquí las escracegías "justicialisra'' (1945-1955) y "desarrollista" (1958-
1972). Por lo canco, quedan fuera de análisis los siguientes lapsos: a) años 1956-1957 (gobier- urbano, Proyecco ARG/84/029, Gobierno Argenrino, PNUD, OIT, Buenos
no de la ''revolución libertadora"); b) iapso occubre 1963/junio 1966 (breve imerregno de un Aires.
gobierno radical demro del modelo desarrollista); c) años 1973-1975 {tercer gobierno justícia- Monza, Alfredo (1986): El terciario argentino y el ajuste del mercado de trabajo urba-
lisra). En esos breves períodos no se implementaron políticas públicas que alteraran significa- no (1947-1980), Buenos Aires, Minisrerio de Trabajo y Seguridad Social,
tivamente la estructura socíoeconómica que primaba en sus respectivos inicios.
5 Después de 1947, es imposible cuantificar la movilidad social como lo hiciera German\
Secretaría de Planificación, Proyecto ARG/84/029, Gobierno Argenrino,
para la etapa agroexporcadora.
PNUD, OIT.
6 Las expresiones "devaluación educacional" o "devaluación de las credenciales" designan ----(2002): Los dilemas de la política de empleo en la coyunrura argentina actual,
un proceso en el que la exigencia de credenciales o rítulos educativos para acceder a una mis- Buenos Aires Fundación OSDE/Ciepp.
ma posición ocupacional va creciendo paulatinamente, sin que se aumenten las respectivas re- Murmis, Miguel y Feldman, Silvio (2002): "Formas de sociabilidad y lazos sociales",
muneraciones, a medida que aumenta la oferta <le mano de obra más educada como producco
en VV.AA., Sociedad y sociabilidad en la Argentina de los 90, Universidad
de la expansión del sistema educacivo.
7 Esta parte se basa en Torrado (2004) y su correspondiente bibliografía. Nacional de General Sarmiento, Buenos Aires, Biblos.
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548 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA

damos enconrrar entre los rnigram:es, cada uno de ellos contiene una h.1swna
.
y en ella una combinación singular de factores rnacroestructurales mi
· l f ·1· 'd· . , .
c1a es, anu tares e 1 1os1ncrac1cos.
, croso-

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Como hemos visto en el ardculo preceden ce, el impacto de la inmigración eu-
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ropea sobre la población argentina alcanzó proporciones casi sin parangón en
Cortés Conde, Roberto (1997): La economía argentina en el largo plazo. Ensayos de his-
otras parres del mundo. Es evidente que un proceso de esa magnitud debía
toria económica en los siglos XIX y XX, Buenos Aires, Sudamericana.
transformar a la vez a la Argendna coda y a los rnisrnos inrnigranres. La naru-
De Crisróforis, N. (2006): Las migraciones de gallegos y asturianos a Buenos Aires,
raleza, el ritmo y la profundidad de esos cambios han sido, sin embargo, ob-
1770-1860, Tesis Doctoral, Buenos Aires, Faculcad de Filosofía y Letras.
jeto de largas discusiones enrre los esrudiosos.
Devoro, Fernando (2003): Historia de la inmigración en la Argentina, Buenos Aires,
Un conjunco de cuestiones se abren aquí. La primera, es la de la inser-
Sudamericana.
ción económica de los inmigrantes: en cuáles sectores, con qué resulrados,
(2005): "European Mass Migracion to Souch America in a Comparatlve
porqué. Relacionado con ello, encontramos los problemas de la integración y
Perspecrive'', en Przeglad Polonijny, Cracovia, N°1, pp. 51-66.
la movilidad social que indicarían, a la vez., el éxito o fracaso de los inmigran-
Ferenczi, Imre y Wilcox, Walrer (1929): International Migrations, New Yoclc,
tes y las características de la sociedad argentina (más o menos abierta, más o
Nadonal Bureau of Economic Research, v. l.
menos porosa).
MacDonald, L. y J. S. (1964): "Chain Migration, Erhnic Neighborhood Formation
Un segundo orden de cuestiones (en parte, corno veremos, relacionado
and Social Networks", en The Milbank Memorial Fund Quarterly, XLII, 1, pp.
co.n el primero) gira en cambio acerca de la integración culrural de los in-
82-96.
migrantes, la preservación o no de sus lazos culturales con los lugares y las
Maddison, Angus ( 1997): La economía mtmdial. Análisis y Estadísticas, París, OCOE;
personas en el país o pueblo de origen, la conservación de ámbitos de socia-
Mitchell, B. R. (1992): lnternational Historical Statistics: Europe, 1750-1988, Cam-
~ilidad propios o su integración a nuevos compuesros por personas de dis-
bridge, Cambridge U. P.
uma procedencia. En suma, la veloz integración a una nueva sociedad o la
Moya, José C. (1998): Cousim and Strange,rs. Spanish immigration in Buenos Aim.
preservación de espacios propios que interactuaban con otros. Nuevamente
1850-1930, Berkeley and Los Angeles, Universiry of California Press.
el problema remite a una cierra imagen, homogénea o heterogénea, de la
Rosoli, Gianfausro (1978): Un seco/o di emigrazione italiana: 1876-1976; Rmna,
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Vázquez González, Alejandro (1999): "La emigración gallega a América, 1830-193(}',
Tesis de doctorado, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Univer-
sidad de Santiago de Compostela, vol. II.
550 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA FERNANDO J. DEVOTO 551
La integración económica y social acumular ganancias lo más rápido posible y, si la tarea era rural, no necesaria-
mente convertirse en propietario en la pampa gringa sino mediante sus aho-
Más allá de las diferencias entre los distintos conrexws temporales, puede par~ rros incrementar sus modestas posesiones en Europa, fuese en Galicia o en
tirse de una afirmación general: la inserción de los inmigrantes europeos, en la Basilicata. Por supuesto que aquí hay que hacer una importante distinción en-
Argentina, considerada en su conjunto, fue mayoritariamente urbana en todos cre aquellos que habían emigrado solos (la mayoría) y aquellos que lo habían
los momentos de su historia. Lo fue, además, crecientemente en el tiempo. hecho en forma conjunta con el grupo familiar. Es claro que estos últimos es-
Esa inserción urbana se reflejaba en su mayor presencia relativa en los uban mucho más orientados hacia la explotación agrícola donde podían va-
sectores secundario y terciario de la economía. Según los datos de los censos lorizar el trabajo de toda la familia. Por otra parte, debe observarse que lo que
de 1895 y 1914, alrededor de dos de cada tres extranjeros en el primero y de caracteriza el mercado de trabajo argentino era su fluidez que alentaba una
tres de cada cuatro en el segundo, estaban ocupados en ellos (Beyhaut et ál., permanente circulación rural-urbana.
1965); por su parte, en 1947, eran cuatro de cada cinco. Asimismo, los daros Subsiguientemente, debería recordarse que el panorama general no debe
procedentes de los mismos censos muestran que esa presencia en los sectores oscurecer las situaciones particulares. Los datos generales acerca de la inserción
secundario y terciario era proporcionalmente mucho mayor que la de los are ocupacional de los inmigrantes están fuertemente condicionados por dos fenó-
gentinos e, inversamente, mucho menor que la de estos en el sector primario. menos singulares. El primero era el papel de la ciudad de Buenos Aires, gran
Así, aunque la población argentina en su conjunto se urbanizaba, los inmi- polo de atracción desde la época colonial y en la cual, entre 1869 y 1947, re-
grantes europeos lo hadan más aceleradamente. sidía un porcentaje nunca menor al 30o/o de todos los extranjeros instalados en
La pregunta acerca de porqué inmigrantes de origen muy mayoritaria- la Argentina. El segundo era aquella tercera zona del interior, descripta en el
mente rural terminaron insertándose en la economía urbana no ha dejado de' artfculo precedente, a la que los inmigrantes llegaron en pequeños números (y
preocupar a los estudiosos. Años atrás solía enfatizarse que era la ausencia de donde fueron plenamente urbanos) mientras las áreas rurales permanecieron
abundantes posibilidades en el campo para trabajar como colonos (pese a las pobladas por los nativos. En cambio, en las zonas de la Argentina del litoral, la
promesas de las elites fundadoras de la Argentina moderna) lo que había lle- llamada "pampa gringa", en el período que coincidió con la gran expansión
vado finalmente a los inmigrantes a radicarse en las ciudades. Las cosas son, :agraria (1880-1914), los europeos sobrepasaron a los nativos, en números ab-
sin embargo, quizá, más complejas. . ~olucos y relativos, entre la población rural y no sólo entre la población urba-
Una primera observación debería recordar que un movimiento rural-ur- na. Así ocurría en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y centro-sud de
bano afecta al conjunto de las migraciones europeas, fuesen ellas internas al Córdoba.
continente o transoceánicas y, muy en especial, a las del sur y el este de Europa. También hay que distinguir entre los distintos grupos de extranjeros. Por
El movimiento rnigrar:orio debe aquí ponerse en relación con el proceso pa~­ poner un ejemplo, según el censo de 1914 en las áreas urbanas reside el 74o/o
lelo de industrialización y urbanización que afectó al mundo euroatlántico. :. de los españoles, el 69% de los italianos y el 57% de los procedentes de Rusia.
Una segunda debería insistir en que los inmigrantes, como cualquier per- .Por otra parte, existen algunos problemas de método. Los datos censales sólo
sona, desempeñaban distintas ocupaciones a lo largo del curso de su vida, en · nos brindan una fotografía estática de un movimiento que es más complejo si
especial, los migrantes del sur de Europa (que eran en la Argentina los mayo- ~e mira en una dinámica temporal. Pongamos un ejemplo: el censo de 1914
ritarios) mostraron siempre una gran versatilidad y flexibilidad para adaptarse muestra que del 28°/o de la población económicamente activa dedicada a las
a distinr:os contexros laborales, con lo que la declaración de ocupación hecha actividades primarias, un 12o/o eran extranjeros y un 16% argentinos nativos.
ante las autoridades argentinas en el momento de llegada debe relacívizarse. Sin embargo ¿cuántos de esos "argentinos" eran hijos de los inmigrantes eu-
Una tercera, debería precavernos contra atribuir a los rnigranres propósi- ropeos llegados en las décadas precedentes? .•
tos muy definidos en cuanco al tipo de trabajo a desempeñar en la Argentina. Quizá un buen modo de observar el problema es analizar los distintos
Como observamos en el capítulo precedente, una buena parre pensaba en re· .contextos temporales. Corno se señaló, la inmigración europea precedió en
tornar luego de un período y lo importante no era el tipo de trabajo sino el mucho el proyecto de la generación de Caseros. En los más de setenta años
552 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA FERNANDO J. DEVOTO 553

que separan la fundación del Virreinar.o del Río de la Plata y la caída de Rosas
llegaron numerosos europeos cuyo destino principal fue la Ciudad de Bueno~
Aires y las villas del licoral fluvial. Era inevirable que así ocurriera. Las carac-
ceríscicas de la expansión pecuaria no requerían grandes contingentes de ma-
no de obra y no exisdan programas de colonización agrícola. De este modo
sólo algunos pocos grupos, como los irlandeses, supieron aprovechar las ven~
cajas emergentes del ciclo del lanar. La gran mayoría prefirió aprovechar las
oportunidades exisrentes en una ciudad corno Buenos Aires en plena expan-
sión, en el sector artesanal (los franceses), en el comercio de importación (in-
gleses y alemanes), en el pequeño comercio, la navegación fluvial, la construc-
ción de pequeños navíos o el comercio frutihorcícola local y zonal (genoveses).
Aunque ninguna actividad era monopolizada por un solo grupo y codos pre-
sentaban una gran dispersión ocupacional, exisrían significacivos niveles de es-
pecialización que no estaban ligados al origen nacional sino a las relaciones so-
ciales que esrablecían entre sí los inrnigrances de un mismo pueblo o de una Grupo formado por la Comisión de Damas del Hospital Italiano.
Mundo Argentino, año l, Nº 33, 23/08/191 L
misma región. Relaciones que, si por un lado habían facifüado la migración
(las cadenas migratorias), habían sido decisivas también para permirir al re-
cién llegado su inserción laboral inicial.
En los veinte años sucesivos a Caseros que coinciden con el ciclo migra-
torio que culmina en 1873, esa preponderancia urbana se mantiene. Cier-
tament:e, por enronces se crearon colonias en Buenos Aires, Enue Ríos y Santa
Fe pero su desrino era azaroso e incierto aquejadas como esraban por la inse-
guridad de las fronteras con los indígenas, la arbitrariedad de las autoridades
locales o la ausencia de vías de cornunicación que facilirasen la comercializa-
ción de su producción. De ese período subsistirían 28 colonias en 1895. En
los inicios de ese proceso de colonización (Esperanza, San Jerónimo, San José,
Villa Urquiza), los grupos escogidos por los empresarios que actuaban por
cuenta de los gobiernos provinciales fueron franceses del sudeste, suizos y ale-
manes. Sin embargo, pronto ellos comenzarían a ser desplazados por italianos
del norte. Esa preponderancia puede relacionarse con distintos factores. Uno
de ellos, observado por los contemporáneos, era la mayor frugalidad de los
italianos capaces de comprimir sus consumos mucho más que los de los ocros
grupos.
En cualquier caso, corno revela el censo de 1869, la inserción de los in-
migrantes es mayoritariamente urbana en ese período. En Buenos Aires, los
extranjeros eran ya el 49o/o de sus habitantes en esa fecha. Su presencia era
muy importante encre los artesanos y en d comercio mediano y pequeño, sea
como propietarios, gestores o empleados. Por ejemplo, daros para los españo· Orfanato francés de Buenos Aires. Comedor. AGN/ Caras y Caretas, junio de 1925.
554 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA fERNANDO J. DEVOTO 555
les agr:upados en torno a categorías socio-ocupacionales muestran b. difusión de la figura del intermediario (a veces hasta dos o tres que interme-
. ' 1en ese
proceso: la mitad de ellos se desempeñaba en los sectores de trabaJ·ado diaban entre el propietario y el arrendatario); el aumento especulativo del pre-
. res rnac
nuales ~al1~cados y en el de no-manuales bajos (Moya, 1998: 212). Datos so- ..do de la tierra, por la estabilización o la caída de los precios internacionales
bre los Italianos, algo más tardíos pero anteriores a la gran expansión de la d._ :(aveces, como en el maíz, del que la Argentina era el prirr1er exportador mun-
cada d.e 1880, exhiben un panorama similar (Devoto, 2006). En general se ~a dial, por los volúmenes mismos de la producción argentina); el retorno al pa-
subesnmado el papel ~e esas oleadas tempranas en orientar a muchos de los rrón oro en 1899 que revalorizaba el peso argentino en perjuicio de los expor-
que llegarían luego hacia la economía urbana y en permitirles preservar un lu- tadores; todos estos factores se conjugaron para que la integración económica
gar preponderante en aquellos rubros en los que eran dominantes ya en l de los inmigrantes fuese menos exitosa.
dos décadas posteriores a Caseros. as Aquí desde luego hay que diferenciar regionalmente grados entre zonas
A partir de la década de 1880, con los comienzos de la migración de ma- de más antigua colonización corno Santa Fe y aquellas más recientes como
sas, la inserción económica de los inmigrantes se bifurca. Córdoba donde el proceso de colonización se había mantenido; en 1906, exis-
L'.na parte sigue el renovado proceso de expansión de la frontera agríco- cían en esta última 340 colonias y 180 campos colonizados en toda la provin-
la hacia el oeste que es acompañada por la creación de colonias. Los italianos cia (Accondo, 1996). Sin embargo, más allá de matices, los datos del censo de
seprentrional~s s_erían el grupo dominante. En Santa Fe, por ejemplo, según !914 muestran que ahora el 70% de los establecimientos agrícolas en la pro-
el censo provincial de 1887 eran los extranjeros más numerosos en 91 de los vincia de Buenos Aires, el 64% en Santa Fe y el 71 o/o en Córdoba eran explo-
106 distritos de la provincia (Gallo, 1979). La historia de los italianos y otros tados por personas que no eran sus dueños (Solberg, 1975). Más allá de ello,
eu:opeos en las áreas de la pampa gringa puede dividirse en dos etapas. La .esa pampa era plenamente "gringa" en especial en las áreas dedicadas a la pro-
pnmera dura hasta alrededor de 1895. En los quince años comprendidos en- ducción de cereales y lino. Allí, los extranjeros gestionaban el 72% de rodas
tre 1881 y 1895 se crearon 288 colonias en la provincia de Santa Fe y 147 las exploraciones (Díaz Alejandro, 19/5: 156). También lo era entre los jor-
en la de Córdoba. Por supuesto que el movimiento no era solamente coloni- naleros adventicios, entre los que sobresalían los llamados "golondrinas", in-
zador sino que jumo a él se expandían el arrendamiento y la mediería. Las migrantes llegados al país para aprovechar los altos salarios comparativos que
distintas vías, sin embargo, arraigaron a los inmigrantes en el campo. El cen- se pagaban en tiempos de la cosecha. Aunque el golondrina difícilmente ve-
so de 1895 lo revela: en Santa Fe, el 51 o/o de los establecimientos agropecua- nía solo para levantar una cosecha y su permanencia en el pais podía prolon-
rios era en esa fecha explotado directamente por sus dueños y, en Córdoba, garse por un par de años en los que alternaba empleos rurales y urbanos. Nue-
ese porcentaje trepaba hasta el 75%. Las razones de esa exitosa inserción pue- vamente aquí, siendo inmigrantes la mayoría de los que manejaban las
den buscarse en muchas parres: los precios internacionales de los cereales, las exploraciones agrícolas tenían tendencia a reclutar personas de la misma re-
condiciones en que eran concedidas las cierras en los proyectos de colonizá~ gión para levantar las cosechas.
ción, el monto de los arrendarnienros, la existencia de rierras libres hada d Paralelamente a la inserción rural, encontramos, en el mismo período,
oeste que permitían a los inmigrantes desplazarse en busca de mejores con-: omnipresentes, a los inmigrantes europeos en las actividades económicas ur-
diciones en las zonas nuevas, y otros factores aleatorios como las condiciones. banas. El proceso puede seguirse con detenimiento en la Ciudad de Buenos
climáticas. Aunque, como señalarnos, la propiedad no era necesariamente un Aires. En conjunto, los inmigrantes constituían alrededor de dos tercios de la
objetivo de todos los inmigrantes, muchos habían logrado llegar a ella a era·· población de la ciudad en edad activa entre 1887 (68%) y 1914 (64%).
vés de itinerarios que podían partir de comenzar como mediero, arrendata- Desde luego que ello implicaba que estuviesen representados en todos los sec-
rio, peón a la renta (jornalero que recibía unas pocas hectáreas para trabajar tores de la vida económica. En algunos, sin embargo, estaban sobrerepresen-
por cuenta propia) o jornalero. tados. En el sector industrial, los inmigrantes eran el 92% en 18~,7, el 88%
Las cosas cambian desde 1895. La expansión de los arrendamientos a ex- en 1895 y el 70% en 1914, de los propietarios de establecimientos (que iban
pensas de la pequeña propiedad o la mediería; el aumento del canon de los desde verdaderas industrias a talleres artesanales). Algo menor era el número
mismos, en parte debido a la presión de la demanda inmigrante, en parte a la de los inmigrantes entre los trabajadores de los mismos pero, en cualquier ca-
556 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA fERNANDO J. DEVOTO 557
so, superior a la media en buena parte del período: efectivamente, eran el Luego de las dos guerras mundiales, la inserción urbana de los inmigran-
84% en 1887, el 81% en 1895 y el 58% en 1914. Esa disminución en arn. ces se acentuó. Ello era el resulrado de que, más allá de situaciones particula-
bos rubros, sin embargo, esconde el hecho de que el rubro "argentinos" ese' res alejadas del litoral, el proceso de expansión agropecuaria se desaceleró o di-
compuesto ampliamente por hijos de inmigrantes. Igualmente grande fue la reáamente se detuvo. Por otra parre, el rápido proceso de tecnificación del
presencia de los extranjeros entre los propietarios de comercios (78% e= agro argentino en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, cuy~ lógi-
188~, 86% en.1895, 81% en 1914). Esa preeminencia debe rasrrearseyaa ca hay que buscarla en la necesidad de ahorrar mano de obra ante el mvel de
mediados del siglo XIX y muestra la eficacia de ciertos grupos para mantener los salarios, limitaba los requerimientos.
un control relativo en determinadas actividades. Por supuesto que los inrni- En el sector urbano, los inmigrantes europeos siguieron muy presentes
granres estaban sobrerepresenrados también entre los "jornaleros" (quienes, en aquellas actividades en que lo eran en el período anterior. Los dacas del
entre otras cosas, construían la infraestructura urbana) con porcentajes que censo de 1947 siguen exhibiendo su papel en las actividades induscriales y co-
oscilaban entre 88% en 1887, 65% en 1909, 80% en 1914. Sin embargo, esa merciales (Germani, 1955: 134). En las primeras son particularmente rele-
condición parece haber tenido un carácter temporáneo sea porque lograban vantes en seccores vinculados a la construcción (albañilería, carpintería, plo-
acceder a un mejor trabajo sea porque regresaban al país de origen. mería, ere.). Si bien la clase obrera se ha argenrinizado (aunque buena parte
Desde luego, los inmigrantes, como en cualquier otro contexto, estaban sean hijos de inmigran res), los extranjeros siguen proveyendo el 20% de la mis-
subrepresenrados en otros rubros cales corno profesionales liberales (por ejem- ma. Los daros cuantificables, sin einbargo, son bastante menos abundantes que
plo, 36% de los médicos en 1887, 25% en 1914), docentes (50% en 1887, en el período anterior. Para 1960, a proceso concluido, se dispone de algunos
18% en 1914) o empleados adminiscrativos (41% en 1887, 22% en 1914). daros referidos a los italianos en el área metropolitana que pueden exhibir ras-
(Bourdé, 1974). Sin embargo, dos observaciones deberían hacerse aquí. La gos de la inserción económica de los inmigrantes llegados en la segunda pos-
primera es que los porcentajes eran bastante elevados en relación con lo que guerra. Dos de cada eres (64%) italianos englobados en la población eco-
era dable esperar en grupos inmigrarorios. La segunda es el peso cualitativo. nómicamente activa se desempeñaban en los grupos de "artesanos" y
El rol de profesionales, intelectuales y r~cnicos fue bastante decisivo a la hora "operarios" (Barbero y Cacopardo, 1992). En cambio -y esa es la diferencia
de crear tradiciones científicas en la Argentina, sea en la docencia sea en la in- significativa con el período anterior a 1914- estaban muy subrepresentados
c1p1enre tecnocracia. enrre gerenres y funcionarios directivos o enrre propietarios de comercio.
En ese contexro general debería observarse que persistían especializa- ¿Qué balance es posible hacer del panorama someramente presentado?
ciones profesionales. Las categorías nacionales cuando están rotal o parcial- En primer lugar, hay que observar que los daros disponibles son fragmenta-
mente disponibles (1887, 1895) son muy imperfectas para detectarlas y se rios. En segundo, que son mucho más abundantes para el período anterior a
debe apelar a foenres indirectas (por ejemplo los asociados a la Unión 1914 que para el posterior. En tercero, que las trayectorias fueron disímiles y
Industrial Argentina parad sector empresarial). Con esos límites debería re- todo cuadro de conjunto tiene algo de artificial. Con esas salvedades es posi-
marcarse el mayor peso relarivo de franceses e italianos en d sector indus- ble sostener que los inmigrantes europeos, eras un período variable en el tiem-
trial y de españoles, en el comercial. Finalmente, debe señalarse que en los po de ajuste a la economía local, consiguieron mayoritariamente una inser-
ámbiros urbanos el nivel de ocupación femenina a principios del siglo XX ción en sectores centrales y estables en el sistema ocupacional. En ocra
era algo menor entre los inmigrantes que entre los nativos, lo que sin duda terminología, les permitió por muchas vías incorporarse a las nacientes clases
reflejaba expectativas más que posibilidades laborales. Esro debe ser leído en medias autónomas urbana y rural canto como al sector de obreros industria-
esos términos, ya que parece evidente que los inrnigrantes europeos gozaban les. Ello era en parte el resultado de que la inmigración masiva coincidió con
en Argentina de ventajas por sobre los criollos a la hora de obtener un rra- el nacimíenco y expansión de muchas actividades económicas y nq,fue posre-
bajo en vinud de un prejuicio positivo que existía hacia ellos en el seno de rior a ella. En este senüdo, los estudios comparativos disponibles exhiben bien
las clases propietarias, ellas mismas en muchos rubros dominadas por los ex- que esa inserción económica fue más exitosa que en otros contextos america-
tranjeros. nos. Así emerge de la siscemácica comparación entre los italianos en Buenos
558 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA. . fERNANDO J. DEVOTO - · - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 559
Aires .y Nueva York (Baily, 1999) o de la más aproximativa acerca de los El debate entre "crisol" y "pluralismo" hizo avanzar mucho a los estudios
- les en.Ar gennna,
no · Bras1·1 o Cuba. espa-
migratorios ya que los partícipes en el mismo se esforzaron por acumular evi-
Ese proceso implicaba, según los estudios disponibles: experimentar dencia empírica que sostuviese cada una de las posiciones. Sin embargo, par-
Td d . una
mov1 1 a ocupac10nal ascendente (de no-calificado a calificado o de manuaJ cíañ de algunas premisas discutibles y no era evidente que siempre se estuvie-
a no~n:anual) entre la situación en el país de origen y la posición definitiva ra discutiendo en el mismo plano.
adqu1nda en el n':1evo país; acc~der a una vivienda propia (tras etapas previas En primer lugar, es evidente que ambas posiciones representaban algo así
como el convennllo o el alquiler de una vivienda unifamiliar); facilitar el como cipos ideales que, como tales, no se verifican en la realidad concreta en
avanc~ educativo de los hijos. Por supuesto que los itinerarios fueron muy di- ningún caso nacional. No existen inmigrantes ni totalmente aislados ni total-
ferenciados según el momento de llegada al país (los que lo hicieron en la se- .mente asimilados así como ninguna sociedad es plenamente homogénea ni
~nda posguerra fueron menos exitosos), el capital relacional, el número de wralmente multicultural. Se trata siempre de una cuestión de grados.
m1emb~o~ del grupo familiar, entre otros factores. Eso que el observador pue- En segundo lugar, los partidarios del pluralismo defendían una posición
de perc1b1r como un proceso exitoso lo sería quizás menos si se pudiesen eva~ siruacional, es decir, miraban a los migrantes en un contexto temporal espe-
luar mejor los costos psicológicos o sociales (¿cuánto de la capacidad de aho- dfico, en relación con sus contemporáneos. Los partidarios del crisol, en cam-
rro derivaba del subconsumo?), o si pudiéramos incluir la perspectiva con la bio, miraban mucho más el problema desde sus resultados. Es decir, una pers-
cual los mismos actores percibieron el proceso. Aunque la movilidad social en pectiva historicista muy condicionada por el resultado del proceso. Pocas
los tres primeros cuartos del siglo XX no puede negarse, hay que precaverse dudas hay acerca de que los inmigrantes europeos o sus descendientes (y esa
de distinguirla, por un lado, de los mitos de la movilidad social (tan difundi- diferencia es de no poca importancia) se integraron con otros grupos extran-
dos en el imaginario argentino) y, por el otro, de las expectativas de los mis- jeros y nativos en el largo plazo. Empero, dirían los partidarios de la tesis plu-
mos inmigrantes (de las que sabemos tan poco). ralista, no era así en el pasado, en especial en el momento de las grandes mi-
graciones de masas.
En tercer lugar, ambos modelos prestaban poca atención a las diferencias
La interacción social, política y cultural de los inmigrantes espaciales. Se hablaba a menudo de la Argentina sin reparar en que existían
muchas diferencias regionales y aun locales y que los resultados obtenidos pa-
Una larga discusión ha confrontado a los estudiosos acerca de cómo se produ- ra un área específica no podían proyectarse sin más a la Argentina toda.
jo la interacción entre los distintos grupos inmigrantes y los argentinos nativos Asimismo, dado que la mayoría de los estudios se concentraban en el perío-
Y qué tipo de sociedad emergió como resultado de ello. Simplificadamente, se do 1880-1920, lo que ahí hubiese ocurrido no autorizaba a concluir que se
han propuesto dos modelos alternativos para intentar comprenderlos: "crisol trataba de una constante del caso argentino; es necesario reintroducir en la
de razas" o "pluralismo cultural". discusión la temporalidad. Finalmente (y a esto se le prestó más atención), es
Según el primero, los inmigrantes habrían perdido más o menos rápida- necesario distinguir entre los distintos grupos migratorios ya que el proceso
mente sus identidades y sociabilidades originarias integrándose en una nueva no tiene porqué ser uniforme, salvo que se presuponga una capacidad inédi-
realidad emergente y dando lugar a los argentinos. Ese proceso de integración ta de aspirar o deglutir codo por parte de la Argentina que devendría así una
podía ser visto de dos maneras: como una integración a una realidad preexis- especie de Moby Dick. Tiempo, espacio, grupos y, más aún, personas concre-
tente (la mirada más antigua) o como la construcción por parte de nativos y tas: he ahí miradas posibles.
extranjeros de una nueva realidad distinta de las originarias. Seguramente por la influencia que tuvo Gino Germani en éste y en otros
Según el segundo, el modelo del pluralismo, en la Argentina habrían co- terrenos, las explicaciones acerca de la integración de los inmigra.pres se cen-
existido durante buena parte de su historia nativos y distintos grupos de ex- traron en enfoques estructurales (Germani, 1965). Éstos, como cualquier
tranjeros, en una relación apacible o conflictiva pero en cualquier caso como otro, presentan ventajas y límites. Entre los primeros, está el de brindar daros
culturas y sociabilidades diferenciadas. homogéneos, cuantificables, acerca de las actitudes de los migrances conside-
560 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA FERNANDO J. DEVOTO 561
rados en conjunto. Entre los límites, el de simplificar los macices en pos de la
ley de los grandes números y el de urilizar indicadores indirectos de no siem-
pre sencilla interpretación.
· Los enfoques estructurales priorizaron distintos cipos de variables para
ex:plicar la relación que los inmigrantes europeos tuvieron hacia la Argentina.
Por un lado, el estudio de la inserción laboral y la movilidad social y, colate-
ralmente, el de su participación política. Por el otro, el análisis de las pautas
matrimoniales, residenciales y asociativas de los inmigranres.
En cuanto a lo primero, se afirmaba que si los inmigrantes desempeña-
ban rrabajos estables y calificados su tendencia a integrarse en la sociedad a la
que habían llegado era mayor. Aquí la contraposición se planteaba entre inte-
gración social y marginalidad. Lo mismo debía ocurrir si las posibilidades de
ascender socialmente se realizaban. Ambas condiciones se verificaron para la
mayoría de aquellos que pennanecieron aunque no siempre en los inmigran-
tes sino en sus hijos. Sin embargo, una rnirada tan determinista no puede de-
fenderse. Lo más que puede afirmarse es que la integración en posiciones cen-
Vista del edificio del asilo irlandés en Buenos Aires. AGN/ Caras y Careras, ca. 1925. trales y estables favorecía la realización de inversiones estrucrurales -como la
adquisición de una vivienda- y ello los arraigaba en el país. Asimismo, la mo-
vilidad social solía ir acompañada de una movilidad espacial y ella favorecía la
radicación en nuevas zonas y el establecimiento de vínculos con personas de
otros orígenes.
Con respecto a la integración política de los inmigrantes, ha existido un
largo debate que abarca cuestiones más amplias y sólo marginalmente infor-
ma sobre su mayor o menor inregración. En Estados Unidos, por ejemplo, los
inmigrantes se nacionalizaban masivamenre y sin embargo ello no ha sido vis-
co como un argumento influyente a la hora de analizar su integración en esa
sociedad. En una mirada de largo plazo, es sencillo comprobar que los inmi-
granres europeos se negaron en su gran n1ayoría a adquirir la ciudadanía ar-
genrina y ello les impedía parricipar en el sisrema polírico por las vías forma-
les, salvo en el nivel municipal en diferenres momentos. Las razones de esa
elección estaban vinculadas a que, hacerlo, implicaba renunciar a la ciudada-
nía de origen. Para los inmigrantes ello conllevaba varios costos (pérdida de la
prorección de sus autoridades diplomáricas, obsráculos en el caso de retornar
al país de origen, exclusión de las asociaciones émicas en las que parricipaban,
un engorroso trámite para obtener Ja ciudadanía) y limitados bem;ficios (que
se reducían avocar, ya que cualquier orra labor podía desempeñarse siendo ex-
tranjero). El voro, sin embargo, significaba muy poco antes de 1912 y luego
Catalanes bailando una sardana en Cosi:anera. AGN, abril de 1926. de esa fecha no parece haber actuado como un incentivo suficiente para los
562 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA fERNANDO J. DEVOTO 563
inmigrantes. Por orra parte, si no los inmigrantes comunes, sí sus grupos di- · :·que mujeres entre los grupos migran tes) ponía un límite a la misma. Sin em-
rigentes cenfan distintos mecanismos de presión (sus instituciones, la prensa} . bargo, si se considera la nacionalidad de los padres de la concrayente femeni-
para influir sobre el Escado argentino. Quizá allí haya que buscar la mayor di'- .na se encuentra que muchos de los que aparecían casándose con argentinas lo
ferencia con los Estados Unidos donde las elites de muchos grupos inmigran- hacían con hijas de uno o dos padres de su misma nacionalidad (endogamia
tes, poco prestigiosas y no insertas en posiciones de poder económico como inrergeneracional). Por otra parte, en el caso de matrimonios exogámicos, los
en Argentina, carecían de otra vía diferente a la de las máquinas políticas que mismos se producían muy mayoritariamente encre inmigrantes europeos,
manipulaban el vaco étnico. siendo más raros los enlaces entre europeos y criollos aunque aquí la imagen
Distinta era la perspectiva para los grupos dirigentes argentinos que veí- podría ser diferente si dispusiéramos de más estudios sobre áreas rurales. El
an el problema con preocupación por sus efeccos sobre el sistema polícico Oa Cuadro 1 (Devoto, 2003: 331) resume la información de la que disponemos
escisión en ere producmres y ciudadanos}, y también sobre la cuestión del su- para el período de la gran inmigración.
puesto peligro que podía conllevar una masa de personas cuyas lealtades po- Los estudios para la segunda posguerra son mucho menos abundantes
líticas parecían orientadas hacia los países de origen. pero parecen mostrar comportamientos mucho más exogámicos. Se ha argu-
Diferentes propuestas se presentaron en el parlamento argentino, entre la mentado que cuanto mayor es un grupo migratorio y cuanto más intenso es
década de 1880 y la primera del siglo XX, para nacionalizar compulsivamen- el flujo de inmigrantes del mismo, más altas son las tasas de endogamia. Ello
te a los inmigrances o incluso (proyecto González de 1901) para que pudie~ explicaría esa disparidad entre los dos momentos.
sen votar sin renunciar expresamente a la ciudadanía de origen. Como se sa~ Si el indicador matrimonial parece favorecer la hipótesis del pluralismo
be, la solución propuesta por Roque Sáenz Peña fue otra y ella implicaba culmral, diferente es el panorama que emerge de los estudios sobre las pautas
apuntar a nacionalizar a los hijos no a los padres. Recién la Constitución pe- residenciales. Los mismos, válidos para Buenos Aires en el período de la in-
ronista de 1949 estableció que los inmigrantes hacían admisión de ciudada- migración masiva, muestran que los inmigrantes europeos se encontraban
nía a los cinco años de residencia si no manifestaban formalmente su oposi- más dispersos que concentrados en el espacio urbano. Esa dispersión contras-
ción. La medida no tuvo efectos prácticos y cesó con la derogación de la ¡a claramente con la situación existente en otros contextos de arribo, en espe-
Constitución sancionada por el peronismo. . cial las ciudades estadounidenses (Moya, 1998: 181).
Algunos estudiosos (Cornblit, 1970; Di Tella, 1989) han argumentado Finalmente, los estudios sobre asociaciones voluncarias exhiben que los
que la no participación de los inmigrantes tuvo importantes consecuencias inmigrantes europeos participaban activamente de encidades por ellos crea-
para la vida política e institucional argentina, ya que dejaba fuera del sistema das. Las más difundidas eran las sociedades de socorros mucuos. Entidades
político a importantes grupos sociales (obreros, empresarios). Como cual- que renían múlciples propósitos, estaban integradas en su gran mayoría por
quier hipótesis contrafactual ella es sólo una conjetura. La hipótesis contraria, varones adultos; ya que era difícil y superfluo para una familia de inmigran-
que los inmigrantes participaban por otras vías, no formales (Sábaco, 1998), tes pagar la cuota de muchos miembros, se buscaba brindar una cobertura a
no resuelve el problema (en especial para el siglo XX) y requiere de más evi- los miembros que aporcaban los mayores recursos a la economía familiar.
dencia empírica para validarla. Según daros del censo de 1914, un 25% de los españoles varones adulcos y un
En cuanco a los estudios sobre matrimonio, residencia y asociacionismo, 30% de los italianos o los franceses era miembro de alguna de ellas. Si consi-
los mismos brindan imágenes contradiccorias y variables en el tiempo. deramos que había un número impreciso de encidades no regiscradas, o por
Según los primeros, los inmigrantes tuvieron comportamientos bascanre informales o por escar dedicadas a otras actividades (musicales, recreativas, de-
endogámicos en especial en el período de las migraciones de masas que es porcivas), podernos razonablemente concluir que algo menos de la mitad de
aquel para el cual se dispone de mayor número de estudios de caso. La endo· los inmigrances participaba de estas experiencias asociativas. Dado que la par-
gamia era muy alta entre las mujeres migrantes (que eran las que tenían más ticipación en entidades étnicas era mayor que en otras integradas por perso-
opciones para elegir) y algo más baja pero igualmente alca para los hombres. nas de distintos orígenes nacionales (nuevamente en el período masivo), ese
En esce úlcimo caso, el índice de masculinidad (la presencia de más hombres indicador parecería indinar la balanza hacia los defensores del pluralismo cul-
564 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA.
FERNANDO J. DEVOTO 565
cural. En realidad, cambién aquí las cosas son más complejas. En primer lu- lo en reuniones, fiesras, celebraciones, a las que asiste. También la endogamia
gar, esos indicadores nada nos dicen direcrarnence sobre las acricudes de las puede argumentar acerca de prejuicios y preferencias. Las mismas, sin embargo,
personas sino que nos brindan evidencias indirectas de no fácil inrerprecació n. dificilmente tenían que ver solamente con la nacionalidad; la posición social de
los respeccivos cónyuges o sus familias podía y debía ser igual o más decisiva. Por
Cuadro l. Pautas matrimoniales de extranjeros europeos (1880-1919)
0 cra parre, las dimensiones nacionales son poco reveladoras. Indicadores más sen-

Matrimonios - sibles son la región o el pueblo de origen de los contrayentes.


Las pautas residenciales son aún más problernácicas. Ciertamence cesti-
Endo 'amia inter-f!eneracionales
Origen Lugar Periodo Hombres Mujeres Hombres rnonian acerca de espacios de pocencial sociabilidad compartidos. Sin embar-
Mujeres
Italianos Bs.As. 1893-1897 66,7 85,9 go, el operar con unidades espaciales adminisuacivas presenta problemas de
Icalianos Bs.As. 1907-1912 52,7 79,0 difícil resolución. Un districo censal no es necesariamente revelador de qué ci-
Icalianos La Boca 1895 58,9 88,0 34,9 6,0 pos de concacco escablece una persona. Unidades más sensibles pueden ser la
Icalianos Córdoba 1893-94 58,3 41,7 cuadra o un pequeño conjunco de manzanas. Por orro lado, la imagen es par-
Italianos Córdoba 1907-1908 69,6 24,5 cialmente diference si en vez de estudiar grupos nacionales analizamos la in-
Italianos Rosario 1887-1894 82,0 89,0 8,0 9,0 serción espacial de personas procedentes de una misma aldea. Con todo, el
Iralianos Rosario 1900-1905 65,0 88,5 17,0 5,0 punco de la discusión es si debemos co.nsiderar espacios geográficos para pre-
Italianos Tandil 1880-1895 59,0 94,0
suponer las redes sociales o debemos pan:ir de éscas para delimicar su ámbico
Italianos Tandil 1896-1914 44,0 74,0
Españoles Bs.As. 1893-1897 63,l 78,4 cerricorial de acción.
Españoles Bs.As. 1907-1912 78,7 82,0 Finalrnence, la participación en asociaciones voluncarias es ocro indicador
Españoles Córdoba 1893-1894 25,0 25,0 de difícil leccura. Un inmigrance se asociaba a una encidad pero ello no nos
Españoles Córdoba 1907-1908 40,0 35,0 dice acerca de qué cipo de actividad desarrollaba en ella, la frecuencia y la in-
Españoles Rosado 1900-1914 53,0 65,0 censidad con que lo hacía.
Españoles Tandil 1880-1895 48,0 62,0 Con codos esos límites, los análisis estructurales argumentan a favor de
Españoles Tandil 1896-1914 45,0 74,0 que los inmigrances conservaron importances ámbitos de sociabilidad basados
Españoles Trenel, LP 1911-1919 73,9 79,l 13,0 2,3 en relaciones con sus paisanos y connacionales. Ello sirve para retracar cambién
Daneses Tandil 1889-1909 55,0 89,l 28,3 5,4 a una sociedad argencina mucho más hecerogénea (como cualquier sociedad)
Daneses Necochea 1889-1909 63,6 88,8 30,3 0,0
que la que los mitos de construcción de la "identidad nacional" dejaron ver. En
Franceses Bs.As. 1893-1897 64,0 59,3
Franceses Bs.As. 41,l 44,5 esos cérminos, el problema de la incegración, el crisol o como quiera llamárse-
1907-1912
Franceses Tandil 1880-1895 41,0 63,0 lo, es mucho más algo que concierne a los hijos y nietos de los inmigrantes so-
Franceses Tandil 1896-1914 25,0 43,0 bre los que operaron plenamence nuevos ámbicos de sociabilidad y los instru-
Ingleses Bs.As. 189.3-1897 53,5 67,4 mencos nacionalizadores del Estado argentino (la política, la escuela, el servicio
Ingleses Bs.As. 1907-1912 55,6 71,6 militar). Sin embargo, ello no significa que los inmigran res hubiesen permane-
- cido inmutables luego de su llegada ni que las colectividades de inmigrantes
Fuente: Devoro, 2003: 331.
fuesen realidades aucónomas y autosuficientes. Tarnpoco implica que la coexis-
tencia de discintos espacios écnicos haya sido necesariamence conflictiva. O eros
El mejor de los eres indicadores, el matrimonial, seguramence argumenca a favor
factores podían influir aquí como, por ejemplo, las características del mercado
de los ámbitos de sociabilidad de los inmigrantes por el simple hecho de que uno
de crabajo, la mayor o menor distancia culcural entre los distintos grupos, ere.
se casa con alguien que conoce (aunque a veces los inmigrantes se casaban par
En este sentido el modelo "salad bowl" (ensaladera), donde los distintos com-
poder con alguien escogido por la familia en la aldea de origen) y suele conocer-
ponentes coexisten sin mezclarse, puede ser más pertinente.
566 - -- · - - - -- POBLACIÓN Y BIENESTAR EN l..A At\GE.N'TlN,¡ .: . fEJlNANOO j. DEVOTO - · - - - - -- -- - -- - - - - - 567
La im~gcn hasta aquí presen tada es, con todo, dema.~iado limi tada. Otros
cescin1oni0$ cu~ir..ir i\•O.S pueden ayudarnos a hace.ria más compleja. En cé.rmi ..
nos sencillas :1c trat:11 d e prcgunc:u-sc acere.a de los c::~mbios que .se producen en
un iñmigrantc entre el momento de llc:gad:i y Jos posteriores. El m ismo llega
al país con un conju.nt<• de creencia.e;, recue.-dos, hihicos. uso..~. pr-:\ctic.u soci:t.-
ies. La.s relaciones que escablcce con arras persona.s, idea.~, an'lhienre.co, insticu.-
ciones ¿en qué mc:ditl:i Jo afccc;in? AfgtLnas de las cuestiones que se abren aquí
(no rodas) ~n a.c:i irrc.c;r,Jublc.s: cuál peso d ebemos "trjb\.tir a In hcrcn ci;1. cul··
n1ral y cuál al ambiente social en la identidad de una per.~(1na e.4' un pr<>blema
más filosófico que h istórico. Si una persona lidad ya está conformada en d
momc::.nto de llegar a la edad adulea:. sjcuación en la que:: s~ ~ncnn[t3.ba la gran
. . mayoría d<: los inmigrnntcs al llegar al nuevo país. es algo sobre lo cual puede
·: . responde r 1T•ejor l::i psic:t>logía. Sin e1nh:irgo, el h&.'Jturíad(•r puede preguntarse
·:.' Je modo más aC'.Octdo accrC'.a de dimensiones de esa herenc ia c ulcural y su pcr~
· durabili<lad. Por ello qui1A cs más plausible planteor nlgunns dimensiones más
1cot;¡,das y :'\ugerir dónde deberíamos buscar J..__oe¡ rc~pucstas .
La alimcntnc:ió n y l~ vcscimcnta pueden ªY'1darnos en muchos planos.
&liOc-.io del Ccntr() C,:;tll~ co Buenos Aira. lntcmcc, 200,. Poseemos olgunos esrudios .~hbre la primera y c;1.~i nad~ :sobre ):. segunda l..on
c:sos Umices, los inm igca nres hasca d onde pud ieron, tratarhn d e ma ntenerse
. fides a s:us htbitos alimcncicios. Por Cjem.plo, los d ato.s sobre importaciones
· de vino o aceite de oliva argumentan en ese sentido (Fcrnández, 2004).
T-.rnbién lo hncen c.'"\rta....,. y memoria.~ de inruigrnntcs (Prí:imo. 2005) .
Nuevan1cntc, eso no s ignifica que alimentos baratos y nutricios como l a. ca.r-
oe no fuc.~cn incorpúr::i.dos a la dieta. Por ocr<> lado, observa.r cualquier n1enú
· de un rescaurantc en la argentina exhibe que antes o después L'ls distin.ta.s tr:l-
dicionc:s al imc:ntic:ia.i .~e:: me.1.cl:1 ron.
Sohre la ve•<imenca. los cambios son notabks para el período de las mi-
grocioncs de m:uruo (la fotograífa nos "yuda aquí) y crn el rcsulrado de mu<.:has
tos:i.... Ante totl(,, del cránsito de: m undos rurales a mundcJ.ct urha.nos.
Sohrc h:ibito.~ y prácricas sociales sabemos menos y la. conjerura colorea
nucstr~ opinloncs don1lnada por im ágenes imprcsionlsca.s (n menudo pr<•VÜ; -
tas por la literatura). Desde ese Hmjtc, .sin embargo. un::i c:.icrt:J. idc:1 de l:i fartl i-
!i. y de l<" role.• fumiliare•, del Estado y de la c<>5" p ública, hábi<os de ahorro
y de con<umo, p 2rccen hah<!r persisrido. Más aún parecen haberse proyectado
sobre los hijos. "
finalm ente .-.rribam()s ::i L-i 11;uesrión de la idenrici.:.d o 1'1'1c:jor de las jdcn-
úda.des. No es R.busivo .snstc:nc:r que lo~ inmigran ces creyeron ser iralíanos, cs-
paíioles, alcm2ne:ii; o franceses. Sin embargo. lo eran de:: un modo diíc::rc::nct?' :ll
568 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA MGENTfNA fER.NANDO J. DEVOTO 569

de aquellos que habían permanecído en el país de origen. Sus hijos, la gran fernández, Á. (2004): Un mercado étnico en el Plata. Emigración y exportaciones espa-
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