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Torrado Poblacion y Bienestar Argentina
Torrado Poblacion y Bienestar Argentina
(Compiladora)
Tomo I
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1
Población y bienestar en la Argentina del primero al se-
gundo centenario I compilado por Susana Torrado • la
ed. Buenos Aires : Edhasa, 2007.
v. l, 670 p. ; 27x 17 cm. (Ensayo)
ISBN 978-987-628-005-1
Índice del Tomo I
l. Ensayo Sociológico. L Torrado, Susana, comp.
CDD 301
Prólogo................................................................................................... 9
José Nun
Introducción .......................................................................................... 15
Susana Torrado
Diseño de colección: Jordi Sábat
Realización de cubierta: Juan Balaguer Primera parte
Modelos de acumulación, clases sociales y actores políticos
Investigación fotogr.ífica a cargo de Susana Torrado
Estrategias de desarrollo, estrucrura social y movilidad .............. ,,,, ..........31
Susana Torrado
Primera edición: octubre de 2007
El largo camino hacia la ciudadanía social.............................................. 69
juan Suriano
© Susana Torrado, 2007
©Secretaría de c.,,1,,.ra
de la Nación, 2007 Los derechos humanos y la ciudadanía como matriz de análisis social.... 97
© Edhasa, 200/ Fortunato Mallimaci
Córdoba 744 2° C, Buenos Arres
info@edhasa.com.ar
http://www.edhasa.net Segunda parte
Representaciones simbólicas
Avda, Diagonal, 519-52L 08029 Barcelona
E-mail: info@edhasa.es
http://www.edhasa.com
Represemaciones del cerrirorio argentino
a partir del primer censo nacional .......................................................... 131
Guillermo A. Velázquez, Andrea L. Vega, José E. Macchi y Andrea P. Gallo
El concepto de población en el sistema estadístico nacional ................... 161
ISBN: 978-987 -628-005-1 Herndn Otero
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Tercera parte
Copyright baío las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total Fuentes de información
de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografla
y el tratamiento informárico y la distribución de ejemplares de dla mediante
alquiler o préstamo publico. Censos antiguos: 1869, 1895, 1914, 1947 ............................................. 187
Hernán Otero
Censos modernos: 1960, 1970, 1980, 1991, 2001.. ............................... 215
Impreso por Cosmos Offser S.R.L. Alejandro Gfosti
Encuestas ................................................................................................ 245
Impreso en Argentina G!adys Mtwé
Estrategias de desarrollo, estructura social y movilidad
Susana Torrado
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-vía intergeneracional- desde posiciones correspondientes a la clase media au- inrentos de reforma global de las instituciones de política social se vieran sis-
tónoma y a la propia clase media asalariada, representando por lo general una remáticamente frustrados, e incluso que se evidenciara una creciente inclina-
movilidad ascendente, si se define a esta última en términos exclusivamente ción por medidas de índole neoconservadora.
ocupacionales. · Estos diversos condicionamientos políticos resultaron, hacia fines de la
Cuarto, el escraco marginal es el de más rápido crecimiento, junto con el década de 1980, en algunos broces hiperinflacionarios que repercutieron du-
empleo obrero precario. El crecimiento del estrato obrero autónomo y del ramente en la situación de los sectores populares, y, a la postre, obligaron a la
marginal debió alimentarse comparativamente de trabajadores asalariados ur- entrega anticipada del poder en julio de 1989.
banos que perdieran sus antiguas posiciones durante el proceso, más bien que El Dr. Carlos Saúl Menen (Partido justicialista), ganador de las últimas
de migrantes internos o externos (en franca retracción numérica), razón por elecciones generales, asume entonces en julio de 1989. El nuevo presidente se
la cual puede considerarse esta movilidad de tipo descendente. mantuvo diez años en el poder (hasta 1999) ya que, en 1994, se modificó la
En suma, desde el punto de vista ocupacional, el balance del modelo Constitución Nacional a fin de posibilitar la reelección del primer mandata-
aperturista durante el gobierno militar es de preeminencia de movilidad rio por una sola vez consecuciva. En otros términos, durante la década de
estructural descendente. 1990 gobernó siempre el just:icialismo con el mismo presidente. Sin embar-
A su vez, desde el punto de vista de los ingresos, las evidencias disponi- go, la década "menemista" (como la bautizara el decir popular) no fue homo-
bles -reducción del salario real; caída de la participación de los sueldos y sa- génea en su devenir.
larios en el ingreso nacional; incremenro de la desigualdad en la distribución Durante los años 1989-1990, el nuevo gobierno ensayó infruccuosamen-
de las remuneraciones entre los asalariados y entre los no-asalariados; niveles re diversos lineamientos de políticas públicas tendientes sobre todo a contro-
extremadamente reducidos de los haberes jubilatorios- confirman que lamo- lar la inflación.
vilidad experimentada en todos los estracos de clase obrera y en la mayor par- Pero fue recién en abril de 1991, con el Plan de Conven:ibilidad, que se
te de los de clase media fue abruptamente descendente. afianza una estrategia de desarrollo nítida en sus objetivos y en sus medios de
implementación, que, en el plano económico, retoma -exacerbándolo-- el
modelo aperturista del gobierno militar, pero ahora con un éxito notable en
3.2. El ajuste en democracia (1983-2001) el control de la inflación y en el crecimiento del producto bruto nacional, al
menos durante algunos años.
En abril de 1982, un suceso imprevisco -la guerra de las Malvinas- marca el Después de 1991, hubo un acentuado crecimiento de la economía que
ocaso del gobierno militar. La guerra precipitó de tal forma los acontecimien- se frenó durante 1993-1994 (por efecto de la crisis mexicana), el que se reto-
tos que, para fines de ese año, estaba ya en marcha el proyecto de reconstruc- mó firmemente desde 1995 a 1997 y entró en aguda recesión en 1998 (sin
ción democrática que culminaría con la asunción del gobierno consritucional inrerrupción hasta el año 2001).
(partido radical) del Dr. Raúl Alfonsín, en diciembre de 1983. A los inconvenientes generales que el modeio aperturista arrastraba des-
Desde entonces y hasta julio de 1989, no llegó a implemenrarse una es- de los años setenta, se agrega durante los noventa un agravamiento de la vul-
trategia de desarrollo específica distinta del aperturismo, si bien se intentó nerabilidad externa de la economía, derivado de las restricciones que impone
suavizar los efeccos sociales de la situación heredada, sobre todo en lo que con- al crecimiento la imposibilidad de generar un superávit de la balanza de pa-
cierne a la mejoría del salario real. gos que permitiera hacer frente a los exorbitantes servicios de una deuda ex-
La recuperación democrática había legado al nuevo gobierno una situa- terna en continua expansión.
ción económica caótica, con enorme défidt fiscal y presiones inflacionarias. En el plano social, paradojalment:e, el Partido justicialisca que•ihabía sido
Por otra parre, en el lapso de este primer gobierno radical, las vicisitudes de la quien comenzara a desarrollar el Estado de bienestar en ia década de 1940,
transición democrárica, ia irracionalidad de la oposición justicialista y sindi- fue también el ejecutor de su desmantelamiento en los años noventa. El nue-
cal, y las propias fisuras dentro del radicalismo, determinaron que los escasos vo gobierno introdujo cambios profundos en la legislación laboral, reducien-
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do la estabilidad en el empleo, promoviendo el empleo legal precario, tole- Terce~o, aumenró !a precarización de los asalariados: en 1991, 37% del
rando el empleo "en negro", bajando cosros de conrraración y de despido, ali- coral de asalariados del secror privado era no-regisrrado o precario (no le efec-
viando las responsabilidades del empleador frenre a accidenres de trabajo y ruaban descuentos para aporres jubilatorios). Este valor alcanzaba 23o/o en el
quiebras empresarias. Paralelamente, rodas las políricas sociales se víeron ne- sec~or empresarial (más de 5 ocupados) y 64% en el microernpresariaL Si bien
garivamenre afectadas por la modificación de sus reglas de funcionamiento, es imposible calcular este índice con el censo de 1980, rodas las estimaciones
por la degradación de sus fuenres de financiamiento, y por cambios en la ad- disponibles lo sitúan muy por debajo de la cifras de 1991.
miniscración, en el régimen de acceso y en el tipo de beneficios. La medición intercensal enrre 1980 y 1991 también pone de manifiesto
En diciembre de 1999, el justicialismo fue desplazado del poder por una ocros hechos que confirman las esrimaciones anteriores sobre el aumento de
Alianza de Parridos que llevó como presidenre al Dr. Femando De La Rúa, la suburilización durante la década de 1980.
cuyo gobierno no cambió la orientación aperrurisra prevalecienre hasra su re- Se verifica un aumenco absoluro del componente público enrre los
nuncia anticipada a fines de 2001. asalariados: el empleo público represenra 31 ºlo del rotal de asalariados tanto
En lo que dice relación con el mercado de trtlbajo, en el lapso 1983-1991 en l 980 como en 1991, pero este porcentaje se mantiene gracias a un aumen-
-que abarca al gobierno radical y los dos primeros años del justicialisra-, la ra- co absoluto de los ocupados en el sector público (muchas más mujeres, leve
sa de desocupación abierta, si bien muestra una rendencia claramente crecien- reducción del los hombres).
re, se manriene inferior al 7º/o, un nivel considerado relacivamente bajo aten- Se acelera el aumenro del cuenrapropismo: el volumen relativo de traba-
diendo a la inrensidad del deterioro económico duranre ese lapso (Cuadro 5). jadores por cuenra propia entre los activos varones era de 18% en 1970, 22º/o
La subocupación horaria tuvo durante estos años una evolución similar. en 1980 y 27% en 1991.
Ahora bien, el deterioro de la siruación ocupacional en estos momentos En fin, en la misma dirección, se tiende a la informalización de los
se visualiza mejor observando, con daros censales (asimilables al coral del pa- empresarios: entre 1980 y 1991 aumentó considerablemente el número de
ís en ocupaciones "urbanas"), cómo cambia la composición de la mano de empleadores varones: este aumento favoreció comparativamente más ai sector
obra suburilizada enrre 1980 y 1990. microempresarial que al empresarial.
En efecro, durante la década de 1980, la subutilización abierra de la fuer- Por lo demás, prosiguió la expansión ocupacional del sector terciario y
za de rrabajo fue acompañada de modificaciones susranciales en las formas de volvió a disminuir la mano de obra ocupada en la industria.
inserción laboral de los ocupados plenos (ocupados con jornada normal), no Esros hechos se expresan sintéticamente en el Cuadro 5: los asalariados
menos graves desde el punro de vista de su impacto sobre la estrucrura de cla- regís erados perdieron casi 3 puntos porcenruales en ere 1986 y 1991; los no-
ses sociales y los niveles de bienesrar. asalariados resignaron 4 puntos en igual lapso; los asalariados no-registrados
Observando exclusivamente lo que aconteció con la PEA masculina to- aumentaron 9 punros, pasando de 20,9% de la PEA en la primera fecha, a
tal y con la PEA femenina asalaríada (a fin de eliminar posibles sesgos de 29.9% en la segunda.
medición inrroducidos por el cambio de merodología del censo de 1991 res- En sínresis, durante la década de 1980, el debilíramienro de la capacidad
pecto al de 1980), pueden enumerarse las siguienres rendencias (Torrado, de la ec01.:;mía para generar ernpieo genuino se resuelve en una fuerte expan-
1995). sión de las dos formas visibles de suburilización (desempleo abierto y subem-
Primero, se aceleró la desalarización de la fuerza de rrahajo: el volumen pleo horario), en la disminución e intensa precarización del trabajo asalaria-
relacivo de asalariados enrre los hombres era 71 % en 1970, 67% en 1980 y do, junco con una proliferación de subocupaciones en el sector informal
61 % en 1991. Especialmenre irnpacranre es el hecho de que, en ia década del urbano (comercio y servicios), en el sector público (nivel provincial y muni-
ochenta, el número de asalariados disminuyó en términos absolutos. cipal) y en el servicio doméstico. ·'
Segundo, se acenruó la informalización de los asalariados: en 1980, d Ahora bien, duran ce la década de 1990, ia suburilización de la mano de
28% de los asalariados varones rrabajaba en una microempresa (hasta 5 obra se agrava excraordinariamence, un fenómeno que se sinteriza diciendo
ocupados); en 1991, esta cifra alcanza al 35%. que, en 2000, el nivel de la desocupación abierta (13,8%) más que duplica
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el correspondiente a 1991 (6%). Una evolución similar ostenta la tasa de Paralelamente, siguió perdiendo peso la porción del ingreso que absorbí-
subocupación horaria (Cuadro 5). an los asalariados, afectada también por el menor poder negociador de los sin-
Por otra parte, las tendencias a la informalización y precarización de los dicaros como consecuencia de los cambios en la legislación laboral: el salario
ocupados se prosiguieron a un ritmo t0davía más acelerado que en la década real promedio de los trabajadores menos calificados en íos servicios menos
de 1980. Entre 199 l y 2000 (Cuadro 5), fue prácticamente nula la creación productivos se deterioró, incluso en términos nominales; cuando hubo au-
de empleo asalariado; se sarura la receptividad del sector "refugio" para el em- mento del salario real, éste fue siempre muy inferior al aumenro de la produc-
pleo no-asalariado (cuentapropismo informal); casi rodo el empleo creado fue tividad por persona ocupada.
precario (los asalariados no-registrados crecieron de 30% en 1991 a 35% en Porque otro de los facrores que afectó gravemente el funcionamienro del
2000). En este lapso, el impacto también fue diferencial según el estrato social. mercado de trabajo fue la desregulación de las antiguas protecciones de los
Cabe mencionar otro hecho trascendental en la evolución del mercado de rrabajadores. Las normas laborales se modificaron en distintos andariveles:
trabajo durante este período: la nueva y brutal devaluación de los títulos acadé- por un lado, disminuyeron las contribuciones patronales que se desdnaban a
micos que indujo la abrupta irrupción del hiperdesempleo. De repente, millo- financiar el cosco del despido y ciertos programas sociales; por otro, se fomen-
nes de personas quedaron "obsoletas" respecro a las nuevas exigencias empresa- taron nuevas modalidades contractuales (períodos de prueba; contratos a
rias, con el agravante de que su eventual reciclamienro debía ser autosolventado ríempo parcial; contratos de aprendizaje y pasantfas; límites a la duración de
(ese tipo de formación educativa no es gratuiro). Es decir, una ingente porción la jornada de trabajo; deterioro de la inspección de las condiciones de traba-
de la mano de obra se encontró de pronto enfrentada a la siguiente disyuntiva: jo; descentralización de las negociaciones colectivas; etc.). Todas estas modifi-
para conseguir empleo se necesita más educación, pero para reciclarse se nece- caciones tuvieron ei común denominador de precarizar la situación laboral.
sitan ingresos que no se obtienen porque se es desempleado. Unida a la rápida expansión del empleo en negro, la nueva reglamentación ex-
Respecto a la distribución del ingreso, la instauración del gobierno demo- plica ~n gran parte el agravamiento de la vulnerabilidad en el empleo y, por
crático en 1983 posibilita una importante pero momentánea recuperación extensión, de la vulnerabilidad social.
parcial de las remuneraciones reales en 1984, la que, sin embargo, no llegó a En consecuencia, en la distribución del ingreso familiar se constata una
consolidarse para 1989. El poder de compra de las remuneraciones volvió a vez más la pérdida de los sectores más desfavorecidos (principalmente afecta-
descender a partir de 1987 -luego de otro corro período de recuperación aso- dos por el desempleo): los dos primeros deciles de la distribución pierden to-
ciado a la estabilidad lograda por el Plan Austral ( 1985-1986)-, para volver a davía algunos puntos, en favor esta vez de los sectores medios.
reducirse, ahora de manera extrema, durante los broces híperinflacionarios de Los efectos sobre la estructura social de las políticas implementadas du-
1989 y 1990. Si se toma el año 1986 como base 100 de las remuneraciones rante 1983-1991 pueden observarse en el Cuadro 4, comparando los perfiles
reales, el número índice correspondiente a 1989 era igual a 61. de 1980 y 1991 (la falta de comparabilidad incercensal no alcanza a sesgar las
Obviamente, esta evolución del ingreso medio, sumada a las tendencias tendencias de conjunto). Se resumen como sigue: drástica desalarización
del desempleo y el subempleo ya comentadas, indujo una nueva marcha (cuentapropisrno) de coda la estructura (el empleo asalariado rotal representa-
regresiva de la distribución del ingreso. Puede verse en el Cuadro 6 que el in- ba 68% de la PEA en 1980 y 61 o/o en 1991); violenta retracción del volumen
greso toral de los hogares (el que más se relaciona con el bienestar de la po- de la clase media (de 47% a 38%), casi toda explicable por la disminución de
blación) volvió a mostrar una pérdida de los 9 primeros deciles, contrastada su estrato asalariado; aumento del volumen de la clase obrera (de 40o/o a
con el aumento del decil más rico (32% en 1986; 34% en 1991). 43:1'), .casi codo explicable por el crecimiento de su estrato autónomo; abrup-
A parcir de 1991, el exitoso control de la inflación que acompañó al Plan to mcremento del estrato marginal (de 12% a 18%).
de Convertibilidad permitió que, cemporariamenre, mejorasen los ingresos En consecuencia, la movilidad social fue esencialmente descendente tan-
reales de todos los grupos de perceptores. No obstante esca importante recu- ro desde el punto de visea ocupacional como de la distribución de los ing~esos.
peración, después de 1994 continuó la tendencia negativa de las remunera- Lamentablemente, no existe información que nos permita visualizar los
ciones reales, las que, en 1999, representaban 83% del nivel de 1986. rasgos de la estructura sociai a fines de los años noventa (los datos sobre la
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rárquicas· dentro de la pirámide de estratificación social, posiciones que, a su se media que perdieron sus antiguas posiciones en el proceso general de desala-
vez, pueden definirse en rérminos ocupacionales o en términos de ingresos. rización, siendo difícil de aceptar que estos desplazamientos tradujeran una mo-
Respecto a la movilidad social, el conjunto del período 1945-2000 tiene vilidad ascendente. Tercero, Ja clase media asalariada crece menos que en las eta-
algunos elementos comunes: la masiva transferencia de población del campo pas· precedentes, en un contexto en el cual se acentuó el proceso de devaluación
a las ciudades (con la concornirante creación de empleo urbano, inductora, de de las credenciales y se acrecemó el empleo precario de clase media. El creci-
por sí, de movilidad ocupacional); la expansión de la matrícula educacional miento de la dase media asalariada concinuó nutriéndose -vía inrergeneracio-
en todos sus niveles; la progresiva devaluación de las credenciales educac:ivas desde posiciones correspondientes a la clase media autónoma y a la propia
(aumento de los títulos exigidos para y disminución de los ingresos devenga- clase media asalariada, representando por io general una movilidad ascendente,
dos por una misma posición); el acrecentamiento del rol de la educación co- si se define a esta última en términos exclusivamente ocupacionales. Cuarto, la
rno canal ascencional. Sin embargo, también en esre dominio, cada estrategia clase obrera autónoma es el escraro de más rápido crecimiento, traduciendo
tuvo efectos específicos. ahora este fenómeno la expansión preferencial del empleo informal y del em-
Durante el modelo justicialista, desde el punto de vista ocupacional, exis- pleo precario, junto con la emergencia de un estrato marginal. El crecimiento
te un proceso generalizado de movilidad estructural ascendente de carácter in- del estraro obrero autónomo se alimentó comparativamente más de trabajado-
rrageneracional, desde modestas posiciones rurales a posiciones urbanas autó- res asalariados urbanos que perdieron sus antiguas posiciones durante el proce-
nomas de clase media y asalariadas de clase obrera, y desde segmentos so, que de mígrantes internos o externos (en franca retracción numérica), razón
inferiores a segmentos superiores dentro de la clase media. No se detecta en por la cual puede considerarse esta movilidad de cipo descendente. En suma,
este momento ni empleo precario ni empleo marginal. Por otra parre, esta desde el punto de vista ocupacional, el balance del modelo aperturista es de
movilidad ocupacional ascendente fue efectivamente acompañada por un preeminencia de movilidad estructural descendente, íntra e intergeneracional. A
movimienro también ascendente en la escala de ingresos. su vez, desde el punto de vista de los ingresos, la movilidad experimentada en
Durante el desarrollismo, el panorama de conjunto es mucho más com- codos los estratos de clase obrera y en la mayor parre de los de clase media fue
plejo. La continuada migración rural-urbano, se acompaña ahora de múlti- abruptamente descendente, implicando un proceso de pauperización absoluta y
ples trasvasamienros dentro de la población urbana nativa o residente citadi- de pauperización relativa, de carácter inédito en la historia argentina reciente.
na de antigua daca. Desde el punto de vista ocupacional, esca estrategia se A principios del tercer milenio, la suma de estos procesos se cristalizaba
caracteriza por la coexistencia de fuertes flujos de movilidad estructural ascen- en una estructura social profundamente segmentada, con signos agudos y exa-
dente y descendente, intra e ínter generacionales, acompañados de importan- cerbados de desigualdad social.
tes movimientos intersectoriales neutrales desde una perspectiva jerárquica.
Por lo demás, no se detecta empleo marginal aunque sí empleo precario, tan-
to de clase media como de clase obrera. Correlativamente, desde la óptica de Notas
los ingresos, la estrategia desarrollista induce, por un lado, el mejoramiento
1
de las posiciones correspondientes a la clase alca y a los segmentos superiores Esra parce se basa en Germani (1962, Parce fV) y (1963, passim).
2
La movilidad social puede ser de distintos tipos: esrruct1<ral (modificación en eÍ núme-
de la clase media, por otro, el empeoramiento de las posiciones propias de la
ro relativo de posiciones disponibles de cada categoría social); de reemplazo (cambio individual
clase obrera y de los segmentos inferiores de la clase media. posibilitado por ia vacancia en orras posiciones); demográfica (derivada de las diferencias imer-
Durante la estrategia aperturista el proceso es rotalmem:e disímil. Primero, escratos en los niveles del crecímienco vegetativo y migracorio). Por otra parte, se dice que ia
el crecimiento del empleo urbano es mucho más lento que en el pasado, lo que movilidad es inrrageneracional cuando el desplazamienrn se realiza en el curso de la vida de una
concentra la movilidad social en la población de antigua residencia urbana. misma persona; inrergeneracional cuando tiene lugar de padres a hijos. .•
3 Una hipótesis irrealista, ya que el propio Germani demuestra que existió en codo mo-
Segundo, la expansión de la dase media favorece ahora comparativamente más
mento un volumen no despreciable de movilidad descendente. Ello significa que esta cuamift-
a su estrato autónomo (pequeños producrores, cuentapropistas), movilidad que cación de la movilidad estructural ascendente con anterioridad a ! 930 const:icuye una esn-
debió alimentarse -vía inrrageneracional- de asalariados de clase obrera y de da- macíón <le mínima.
62 - - - - - - - - - - - P O B L A C I Ó N Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA SUSANA TORRADO 63
PEA del censo de 2001 son completamente incompatibles respecto a los cen- los grandes conringemes de inmigrantes de ulcrarnar llegados durante el perí-
sos precedentes). No obstante, visro lo acontecido en el mercado de trabajo y odo. De suene que puede afirmarse que, en menos de una generación, surgió
en la disrribución del ingreso, pueden enunciarse algunas conclusiones razo- un amplio esrraro medio que, necesariarnenre, debió reclutar a sus miembros
nables. enire los esrraros populares, por lo que la fuerce movilidad social ascendente
Para fines de la década de 1990, deben haberse agudizado algunos ras- experimentada debió ser no sólo de carácter inrergeneracional sino también
gos ya evidentes a principios de los ochenta: disminución relativa del volu- de naturaleza inrrageneracional, esro último sobre codo entre los extranjeros
men de la clase media y su progresiva desalarización; disminución del peso recién llegados cuya extracción social originaria era por demás modesta.
relativo de la clase obrera estable y acem:uación de su desalarización; aumen- Después de 1930, la escracegiajusticia/frta-caracrerizada por la industria-
ro absoluro y relativo del estraro marginal (no-asalariado). Todo ello en un lización susticutiva de bienes de consumo final-, si bien. no modernizó
conrexto de ernpobrecimienro absoluto (caída por debajo de la Línea de po- significativamente la estructura social, fue claramente distribucionisra e
breza) que ahora involucra no sólo a sectores obreros estables y a sectores incluyente de los estratos más desfavorecidos respecto a los frutos del progre-
marginales, sino también a las capas medias que hasta hace poco expe- so económico. Por su parre, la desarrollista -propulsora también de una indus-
rimenraban sólo empobrecimiento relativo (disminución del bienestar sin trialización sustitutiva pero ahora de bienes intermedios y de capital-, aunque
caer por debajo de la Línea de pobreza). O sea, un panorama de incensa mo- modernizadora, fue marcadamente concentradora y exduyente. Por compara-
vilidad social descendente, ranro desde el punto de visea ocupacional corno ción, la aperturista, presenta rasgos de claro sesgo desindusrrializador, concen-
del de los ingresos. trador y excluyente, sin arisbos de modernización.
Como primera visión global del aperrurisrno se impone una conclusión: Para ilustrar los cambios que experimentó la estructura social corno con-
el empeoramiento de las condiciones laborales y de bienestar en can corro lap- secuencia de los rres últimos modelos de acumulación, podría diseñarse una
so es un buen indicador de la eficacia con que funcionó el "disciplinamienro pirámide de estratificación con un eje verrical representando los diversos es-
social" originalmenre propicíado por el golpe militar de 1976. Visco lo cual, rraros sociales ordenados jerárquicamente, y con dos horizonrales: a la iz-
calificar el balance de esca gestión en relación con la estrucrura social no es quierda, uno que representara el volumen relativo de cada esrraro desde el
una carea compleja: además de "concentradora", la esrrategia aperturisra es punto de visea ocupacional; a la derecha, otro que hiciera lo propio con la par-
también violenta y explícirarnenre "excluyente"; sólo que se erara ahora de una re del ingreso nacional absorbida por cada estraro.
exclusión sin modernización social ni crecimiento económico global. En el largo plazo (1945-2000), esca pirámide mostraría formas cambian-
La conrraparrida previsible de estos hechos fue un aurnenro sin preceden- tes. A la izquierda, el manrenirniento de una cúpula minúscula, el engrosamien-
tes de la incidencia, la intensidad y la hererogeneidad de la pobreza crítica, in- rn progresivo y posterior estrechamiento de la parre intermedia y el ensancha-
ductora de un deterioro brutal de los niveles de bienesrar, parricularmenre de mienro paularino de la base. A la derecha, el ensanchamiento ininterrumpido
los más débiles. de la cúpula en derrirnento de la superficie correspondiente a la parre interme-
dia y a la base. En suma, las muraciones en la pirámide de estrar:íficación social
ilustrarían un proceso caracterizado por los siguientes rasgos: a) una clase alra
4. Una visi6n de largo plazo numéricamente ínfima en curso de enriquecimienro absoluto; b) una clase me-
dia numéricamente crecienre-decreciente, en curso de progresiva asalarización-
Podemos ahora comparar sintéricarnenre los efectos de cada modelo de acu- desalarización, y pauperización absolura y reiaciva; c) una clase obrera nurnérica-
mulación sobre la esrrucrura de clases sociales y la movilidad social. menre decreciente en curso de progresiva desalarización y pauperización
Anees de 1930, durante el modelo agroexport:ador, el perfil de la esrrucru- absoluta; d) la aparición de un estrato marginal numéricamente irnp0rranre con
ra social se rrastoca profundamente: en especial, se aprecia una rapidísima ex- carencias absolutas.
pansión de ios estratos medios, los que prácticamente se cuadruplican en es- Por otra parre, cada esr:rategia de desarrollo indujo un tipo particular de
te lapso -al menos en las áreas urbanas-, absorbiendo una parre sustancial de movilidad social, encendiendo por cal el desplazamienro entre posiciones je-
66 - - - - - - - - - - - P O B L A C I Ó N Y BIENESTAR EN IA ARGENTINA SUSANA TORRADO 67
4
Salvo mención conrearía, rndos los análisis de este acápire provienen de Torrado (1994), Miniscerio de Trabajo y Seguridad Social, Secrecaría de Planificación (1986): Anexo
con sus respectJVas referencias bibliognificas. Por razones que enseguida se harán comprensibles Estadístico del Documento: El terciario argentino y el ajuste del mercado de rrabajo
sólo discrímínamos aquí las escracegías "justicialisra'' (1945-1955) y "desarrollista" (1958-
1972). Por lo canco, quedan fuera de análisis los siguientes lapsos: a) años 1956-1957 (gobier- urbano, Proyecco ARG/84/029, Gobierno Argenrino, PNUD, OIT, Buenos
no de la ''revolución libertadora"); b) iapso occubre 1963/junio 1966 (breve imerregno de un Aires.
gobierno radical demro del modelo desarrollista); c) años 1973-1975 {tercer gobierno justícia- Monza, Alfredo (1986): El terciario argentino y el ajuste del mercado de trabajo urba-
lisra). En esos breves períodos no se implementaron políticas públicas que alteraran significa- no (1947-1980), Buenos Aires, Minisrerio de Trabajo y Seguridad Social,
tivamente la estructura socíoeconómica que primaba en sus respectivos inicios.
5 Después de 1947, es imposible cuantificar la movilidad social como lo hiciera German\
Secretaría de Planificación, Proyecto ARG/84/029, Gobierno Argenrino,
para la etapa agroexporcadora.
PNUD, OIT.
6 Las expresiones "devaluación educacional" o "devaluación de las credenciales" designan ----(2002): Los dilemas de la política de empleo en la coyunrura argentina actual,
un proceso en el que la exigencia de credenciales o rítulos educativos para acceder a una mis- Buenos Aires Fundación OSDE/Ciepp.
ma posición ocupacional va creciendo paulatinamente, sin que se aumenten las respectivas re- Murmis, Miguel y Feldman, Silvio (2002): "Formas de sociabilidad y lazos sociales",
muneraciones, a medida que aumenta la oferta <le mano de obra más educada como producco
en VV.AA., Sociedad y sociabilidad en la Argentina de los 90, Universidad
de la expansión del sistema educacivo.
7 Esta parte se basa en Torrado (2004) y su correspondiente bibliografía. Nacional de General Sarmiento, Buenos Aires, Biblos.
Nun, José (2000): Democracia, ¿gobierno del pueblo o gobierno de los politicos?, Buenos
Aires, FCE.
Bibliografía Orsarci, Alvaro (1985): "El empleo precario en Buenos Aires, 1974-1983", en CIAT-
Minisrerio de Trabajo y Seguridad Sociai, El empleo precario en Argentina,
Alrimir, Osear (1986): "Estimaciones de la disrribución del ingreso en la Argentina, Buenos Aires.
1953-1980", en Desarrollo Económico, vol. 25, N° 100, Buenos Aires. Torrado, Susana (2004): La herencia del ajuste. Cambios en la sociedad y en la familia,
i\ldmir, Osear y Beccaria, Luis {2001): "El persistenre dererioro de la disrribución del Buenos Aires, Colección Claves para Todos, dirigida por José Nun, Ediciones
ingreso en la Argenrina", en Desarrollo Económico, N° 160, Buenos Aires. Capital Inreleccual.
Beccaria, Luis (2002): "Empleo, remuneraciones y diferenciación social en el último ----(2003): Historia de la familia en la Argentina moderna (1870-2000), Buenos
cuano del siglo XX'', en VV.AA., Sociedad y sociabilidad en la Argentina de los Aires, Ediciones de la Flor.
90, Universidad Nacional de General Sarmiento, Buenos Aires, Biblos. ----(1995): "Nocas sobre la esrruccura social argentina al comenzar los años 90.
Beccaría, Luis y Orsard, Alvaro (1986): "Empleo y economía no regisrrada. El caso La dimensión de la pobreza", en Gusravo Beliz (comp.), Política social: la cuen-
argendno", en INDEC, Economía no registrada, Esrudios N° 9, Buenos Aires. ta pendiente, Buenos Aires, Sudamericana.
- - - - (1979): "Sobre el tamaño del desempleo oculro en el mercado de trabajo (1994): Estrucrura social de la Argentina: 1945-1983, Buenos Aires,
urbano en la Argentina". en Desarrollo Económico, vol. 19, N° 7 4, Buenos Aires. Ediciones de la Flor, 2" edición.
Consejo Federal de Inversiones (CFI) (1989): Em·ucnmz social de la Argentina. VV. AA. (2002): Sociedad y sociabilidad en la Argentina de los 90, Universidad
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en base al Censo Nacional de Población y Vivienda de 1980. (Tocal del país y 26
volúmenes por provincia), Buenos Aires, (Susana Torrado: Dirección general y
redacción).
Germaní, Gino (1963): "Movilidad social en la Argenrina'', en S. M. Lipser y R.
Bendix: Movilidad social en la sociedad industrial, Buenos Aires, EUDEBA.
- - - - (19 5 5): Estructz1ra social de la Argentina. Análisis esradístico, Buenos Aires,
Raiga!.
548 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA
damos enconrrar entre los rnigram:es, cada uno de ellos contiene una h.1swna
.
y en ella una combinación singular de factores rnacroestructurales mi
· l f ·1· 'd· . , .
c1a es, anu tares e 1 1os1ncrac1cos.
, croso-
Bibliografía
que separan la fundación del Virreinar.o del Río de la Plata y la caída de Rosas
llegaron numerosos europeos cuyo destino principal fue la Ciudad de Bueno~
Aires y las villas del licoral fluvial. Era inevirable que así ocurriera. Las carac-
ceríscicas de la expansión pecuaria no requerían grandes contingentes de ma-
no de obra y no exisdan programas de colonización agrícola. De este modo
sólo algunos pocos grupos, como los irlandeses, supieron aprovechar las ven~
cajas emergentes del ciclo del lanar. La gran mayoría prefirió aprovechar las
oportunidades exisrentes en una ciudad corno Buenos Aires en plena expan-
sión, en el sector artesanal (los franceses), en el comercio de importación (in-
gleses y alemanes), en el pequeño comercio, la navegación fluvial, la construc-
ción de pequeños navíos o el comercio frutihorcícola local y zonal (genoveses).
Aunque ninguna actividad era monopolizada por un solo grupo y codos pre-
sentaban una gran dispersión ocupacional, exisrían significacivos niveles de es-
pecialización que no estaban ligados al origen nacional sino a las relaciones so-
ciales que esrablecían entre sí los inrnigrances de un mismo pueblo o de una Grupo formado por la Comisión de Damas del Hospital Italiano.
Mundo Argentino, año l, Nº 33, 23/08/191 L
misma región. Relaciones que, si por un lado habían facifüado la migración
(las cadenas migratorias), habían sido decisivas también para permirir al re-
cién llegado su inserción laboral inicial.
En los veinte años sucesivos a Caseros que coinciden con el ciclo migra-
torio que culmina en 1873, esa preponderancia urbana se mantiene. Cier-
tament:e, por enronces se crearon colonias en Buenos Aires, Enue Ríos y Santa
Fe pero su desrino era azaroso e incierto aquejadas como esraban por la inse-
guridad de las fronteras con los indígenas, la arbitrariedad de las autoridades
locales o la ausencia de vías de cornunicación que facilirasen la comercializa-
ción de su producción. De ese período subsistirían 28 colonias en 1895. En
los inicios de ese proceso de colonización (Esperanza, San Jerónimo, San José,
Villa Urquiza), los grupos escogidos por los empresarios que actuaban por
cuenta de los gobiernos provinciales fueron franceses del sudeste, suizos y ale-
manes. Sin embargo, pronto ellos comenzarían a ser desplazados por italianos
del norte. Esa preponderancia puede relacionarse con distintos factores. Uno
de ellos, observado por los contemporáneos, era la mayor frugalidad de los
italianos capaces de comprimir sus consumos mucho más que los de los ocros
grupos.
En cualquier caso, corno revela el censo de 1869, la inserción de los in-
migrantes es mayoritariamente urbana en ese período. En Buenos Aires, los
extranjeros eran ya el 49o/o de sus habitantes en esa fecha. Su presencia era
muy importante encre los artesanos y en d comercio mediano y pequeño, sea
como propietarios, gestores o empleados. Por ejemplo, daros para los españo· Orfanato francés de Buenos Aires. Comedor. AGN/ Caras y Caretas, junio de 1925.
554 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA fERNANDO J. DEVOTO 555
les agr:upados en torno a categorías socio-ocupacionales muestran b. difusión de la figura del intermediario (a veces hasta dos o tres que interme-
. ' 1en ese
proceso: la mitad de ellos se desempeñaba en los sectores de trabaJ·ado diaban entre el propietario y el arrendatario); el aumento especulativo del pre-
. res rnac
nuales ~al1~cados y en el de no-manuales bajos (Moya, 1998: 212). Datos so- ..do de la tierra, por la estabilización o la caída de los precios internacionales
bre los Italianos, algo más tardíos pero anteriores a la gran expansión de la d._ :(aveces, como en el maíz, del que la Argentina era el prirr1er exportador mun-
cada d.e 1880, exhiben un panorama similar (Devoto, 2006). En general se ~a dial, por los volúmenes mismos de la producción argentina); el retorno al pa-
subesnmado el papel ~e esas oleadas tempranas en orientar a muchos de los rrón oro en 1899 que revalorizaba el peso argentino en perjuicio de los expor-
que llegarían luego hacia la economía urbana y en permitirles preservar un lu- tadores; todos estos factores se conjugaron para que la integración económica
gar preponderante en aquellos rubros en los que eran dominantes ya en l de los inmigrantes fuese menos exitosa.
dos décadas posteriores a Caseros. as Aquí desde luego hay que diferenciar regionalmente grados entre zonas
A partir de la década de 1880, con los comienzos de la migración de ma- de más antigua colonización corno Santa Fe y aquellas más recientes como
sas, la inserción económica de los inmigrantes se bifurca. Córdoba donde el proceso de colonización se había mantenido; en 1906, exis-
L'.na parte sigue el renovado proceso de expansión de la frontera agríco- cían en esta última 340 colonias y 180 campos colonizados en toda la provin-
la hacia el oeste que es acompañada por la creación de colonias. Los italianos cia (Accondo, 1996). Sin embargo, más allá de matices, los datos del censo de
seprentrional~s s_erían el grupo dominante. En Santa Fe, por ejemplo, según !914 muestran que ahora el 70% de los establecimientos agrícolas en la pro-
el censo provincial de 1887 eran los extranjeros más numerosos en 91 de los vincia de Buenos Aires, el 64% en Santa Fe y el 71 o/o en Córdoba eran explo-
106 distritos de la provincia (Gallo, 1979). La historia de los italianos y otros tados por personas que no eran sus dueños (Solberg, 1975). Más allá de ello,
eu:opeos en las áreas de la pampa gringa puede dividirse en dos etapas. La .esa pampa era plenamente "gringa" en especial en las áreas dedicadas a la pro-
pnmera dura hasta alrededor de 1895. En los quince años comprendidos en- ducción de cereales y lino. Allí, los extranjeros gestionaban el 72% de rodas
tre 1881 y 1895 se crearon 288 colonias en la provincia de Santa Fe y 147 las exploraciones (Díaz Alejandro, 19/5: 156). También lo era entre los jor-
en la de Córdoba. Por supuesto que el movimiento no era solamente coloni- naleros adventicios, entre los que sobresalían los llamados "golondrinas", in-
zador sino que jumo a él se expandían el arrendamiento y la mediería. Las migrantes llegados al país para aprovechar los altos salarios comparativos que
distintas vías, sin embargo, arraigaron a los inmigrantes en el campo. El cen- se pagaban en tiempos de la cosecha. Aunque el golondrina difícilmente ve-
so de 1895 lo revela: en Santa Fe, el 51 o/o de los establecimientos agropecua- nía solo para levantar una cosecha y su permanencia en el pais podía prolon-
rios era en esa fecha explotado directamente por sus dueños y, en Córdoba, garse por un par de años en los que alternaba empleos rurales y urbanos. Nue-
ese porcentaje trepaba hasta el 75%. Las razones de esa exitosa inserción pue- vamente aquí, siendo inmigrantes la mayoría de los que manejaban las
den buscarse en muchas parres: los precios internacionales de los cereales, las exploraciones agrícolas tenían tendencia a reclutar personas de la misma re-
condiciones en que eran concedidas las cierras en los proyectos de colonizá~ gión para levantar las cosechas.
ción, el monto de los arrendarnienros, la existencia de rierras libres hada d Paralelamente a la inserción rural, encontramos, en el mismo período,
oeste que permitían a los inmigrantes desplazarse en busca de mejores con-: omnipresentes, a los inmigrantes europeos en las actividades económicas ur-
diciones en las zonas nuevas, y otros factores aleatorios como las condiciones. banas. El proceso puede seguirse con detenimiento en la Ciudad de Buenos
climáticas. Aunque, como señalarnos, la propiedad no era necesariamente un Aires. En conjunto, los inmigrantes constituían alrededor de dos tercios de la
objetivo de todos los inmigrantes, muchos habían logrado llegar a ella a era·· población de la ciudad en edad activa entre 1887 (68%) y 1914 (64%).
vés de itinerarios que podían partir de comenzar como mediero, arrendata- Desde luego que ello implicaba que estuviesen representados en todos los sec-
rio, peón a la renta (jornalero que recibía unas pocas hectáreas para trabajar tores de la vida económica. En algunos, sin embargo, estaban sobrerepresen-
por cuenta propia) o jornalero. tados. En el sector industrial, los inmigrantes eran el 92% en 18~,7, el 88%
Las cosas cambian desde 1895. La expansión de los arrendamientos a ex- en 1895 y el 70% en 1914, de los propietarios de establecimientos (que iban
pensas de la pequeña propiedad o la mediería; el aumento del canon de los desde verdaderas industrias a talleres artesanales). Algo menor era el número
mismos, en parte debido a la presión de la demanda inmigrante, en parte a la de los inmigrantes entre los trabajadores de los mismos pero, en cualquier ca-
556 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA fERNANDO J. DEVOTO 557
so, superior a la media en buena parte del período: efectivamente, eran el Luego de las dos guerras mundiales, la inserción urbana de los inmigran-
84% en 1887, el 81% en 1895 y el 58% en 1914. Esa disminución en arn. ces se acentuó. Ello era el resulrado de que, más allá de situaciones particula-
bos rubros, sin embargo, esconde el hecho de que el rubro "argentinos" ese' res alejadas del litoral, el proceso de expansión agropecuaria se desaceleró o di-
compuesto ampliamente por hijos de inmigrantes. Igualmente grande fue la reáamente se detuvo. Por otra parre, el rápido proceso de tecnificación del
presencia de los extranjeros entre los propietarios de comercios (78% e= agro argentino en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, cuy~ lógi-
188~, 86% en.1895, 81% en 1914). Esa preeminencia debe rasrrearseyaa ca hay que buscarla en la necesidad de ahorrar mano de obra ante el mvel de
mediados del siglo XIX y muestra la eficacia de ciertos grupos para mantener los salarios, limitaba los requerimientos.
un control relativo en determinadas actividades. Por supuesto que los inrni- En el sector urbano, los inmigrantes europeos siguieron muy presentes
granres estaban sobrerepresenrados también entre los "jornaleros" (quienes, en aquellas actividades en que lo eran en el período anterior. Los dacas del
entre otras cosas, construían la infraestructura urbana) con porcentajes que censo de 1947 siguen exhibiendo su papel en las actividades induscriales y co-
oscilaban entre 88% en 1887, 65% en 1909, 80% en 1914. Sin embargo, esa merciales (Germani, 1955: 134). En las primeras son particularmente rele-
condición parece haber tenido un carácter temporáneo sea porque lograban vantes en seccores vinculados a la construcción (albañilería, carpintería, plo-
acceder a un mejor trabajo sea porque regresaban al país de origen. mería, ere.). Si bien la clase obrera se ha argenrinizado (aunque buena parte
Desde luego, los inmigrantes, como en cualquier otro contexto, estaban sean hijos de inmigran res), los extranjeros siguen proveyendo el 20% de la mis-
subrepresenrados en otros rubros cales corno profesionales liberales (por ejem- ma. Los daros cuantificables, sin einbargo, son bastante menos abundantes que
plo, 36% de los médicos en 1887, 25% en 1914), docentes (50% en 1887, en el período anterior. Para 1960, a proceso concluido, se dispone de algunos
18% en 1914) o empleados adminiscrativos (41% en 1887, 22% en 1914). daros referidos a los italianos en el área metropolitana que pueden exhibir ras-
(Bourdé, 1974). Sin embargo, dos observaciones deberían hacerse aquí. La gos de la inserción económica de los inmigrantes llegados en la segunda pos-
primera es que los porcentajes eran bastante elevados en relación con lo que guerra. Dos de cada eres (64%) italianos englobados en la población eco-
era dable esperar en grupos inmigrarorios. La segunda es el peso cualitativo. nómicamente activa se desempeñaban en los grupos de "artesanos" y
El rol de profesionales, intelectuales y r~cnicos fue bastante decisivo a la hora "operarios" (Barbero y Cacopardo, 1992). En cambio -y esa es la diferencia
de crear tradiciones científicas en la Argentina, sea en la docencia sea en la in- significativa con el período anterior a 1914- estaban muy subrepresentados
c1p1enre tecnocracia. enrre gerenres y funcionarios directivos o enrre propietarios de comercio.
En ese contexro general debería observarse que persistían especializa- ¿Qué balance es posible hacer del panorama someramente presentado?
ciones profesionales. Las categorías nacionales cuando están rotal o parcial- En primer lugar, hay que observar que los daros disponibles son fragmenta-
mente disponibles (1887, 1895) son muy imperfectas para detectarlas y se rios. En segundo, que son mucho más abundantes para el período anterior a
debe apelar a foenres indirectas (por ejemplo los asociados a la Unión 1914 que para el posterior. En tercero, que las trayectorias fueron disímiles y
Industrial Argentina parad sector empresarial). Con esos límites debería re- todo cuadro de conjunto tiene algo de artificial. Con esas salvedades es posi-
marcarse el mayor peso relarivo de franceses e italianos en d sector indus- ble sostener que los inmigrantes europeos, eras un período variable en el tiem-
trial y de españoles, en el comercial. Finalmente, debe señalarse que en los po de ajuste a la economía local, consiguieron mayoritariamente una inser-
ámbiros urbanos el nivel de ocupación femenina a principios del siglo XX ción en sectores centrales y estables en el sistema ocupacional. En ocra
era algo menor entre los inmigrantes que entre los nativos, lo que sin duda terminología, les permitió por muchas vías incorporarse a las nacientes clases
reflejaba expectativas más que posibilidades laborales. Esro debe ser leído en medias autónomas urbana y rural canto como al sector de obreros industria-
esos términos, ya que parece evidente que los inrnigrantes europeos gozaban les. Ello era en parte el resultado de que la inmigración masiva coincidió con
en Argentina de ventajas por sobre los criollos a la hora de obtener un rra- el nacimíenco y expansión de muchas actividades económicas y nq,fue posre-
bajo en vinud de un prejuicio positivo que existía hacia ellos en el seno de rior a ella. En este senüdo, los estudios comparativos disponibles exhiben bien
las clases propietarias, ellas mismas en muchos rubros dominadas por los ex- que esa inserción económica fue más exitosa que en otros contextos america-
tranjeros. nos. Así emerge de la siscemácica comparación entre los italianos en Buenos
558 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA. . fERNANDO J. DEVOTO - · - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 559
Aires .y Nueva York (Baily, 1999) o de la más aproximativa acerca de los El debate entre "crisol" y "pluralismo" hizo avanzar mucho a los estudios
- les en.Ar gennna,
no · Bras1·1 o Cuba. espa-
migratorios ya que los partícipes en el mismo se esforzaron por acumular evi-
Ese proceso implicaba, según los estudios disponibles: experimentar dencia empírica que sostuviese cada una de las posiciones. Sin embargo, par-
Td d . una
mov1 1 a ocupac10nal ascendente (de no-calificado a calificado o de manuaJ cíañ de algunas premisas discutibles y no era evidente que siempre se estuvie-
a no~n:anual) entre la situación en el país de origen y la posición definitiva ra discutiendo en el mismo plano.
adqu1nda en el n':1evo país; acc~der a una vivienda propia (tras etapas previas En primer lugar, es evidente que ambas posiciones representaban algo así
como el convennllo o el alquiler de una vivienda unifamiliar); facilitar el como cipos ideales que, como tales, no se verifican en la realidad concreta en
avanc~ educativo de los hijos. Por supuesto que los itinerarios fueron muy di- ningún caso nacional. No existen inmigrantes ni totalmente aislados ni total-
ferenciados según el momento de llegada al país (los que lo hicieron en la se- .mente asimilados así como ninguna sociedad es plenamente homogénea ni
~nda posguerra fueron menos exitosos), el capital relacional, el número de wralmente multicultural. Se trata siempre de una cuestión de grados.
m1emb~o~ del grupo familiar, entre otros factores. Eso que el observador pue- En segundo lugar, los partidarios del pluralismo defendían una posición
de perc1b1r como un proceso exitoso lo sería quizás menos si se pudiesen eva~ siruacional, es decir, miraban a los migrantes en un contexto temporal espe-
luar mejor los costos psicológicos o sociales (¿cuánto de la capacidad de aho- dfico, en relación con sus contemporáneos. Los partidarios del crisol, en cam-
rro derivaba del subconsumo?), o si pudiéramos incluir la perspectiva con la bio, miraban mucho más el problema desde sus resultados. Es decir, una pers-
cual los mismos actores percibieron el proceso. Aunque la movilidad social en pectiva historicista muy condicionada por el resultado del proceso. Pocas
los tres primeros cuartos del siglo XX no puede negarse, hay que precaverse dudas hay acerca de que los inmigrantes europeos o sus descendientes (y esa
de distinguirla, por un lado, de los mitos de la movilidad social (tan difundi- diferencia es de no poca importancia) se integraron con otros grupos extran-
dos en el imaginario argentino) y, por el otro, de las expectativas de los mis- jeros y nativos en el largo plazo. Empero, dirían los partidarios de la tesis plu-
mos inmigrantes (de las que sabemos tan poco). ralista, no era así en el pasado, en especial en el momento de las grandes mi-
graciones de masas.
En tercer lugar, ambos modelos prestaban poca atención a las diferencias
La interacción social, política y cultural de los inmigrantes espaciales. Se hablaba a menudo de la Argentina sin reparar en que existían
muchas diferencias regionales y aun locales y que los resultados obtenidos pa-
Una larga discusión ha confrontado a los estudiosos acerca de cómo se produ- ra un área específica no podían proyectarse sin más a la Argentina toda.
jo la interacción entre los distintos grupos inmigrantes y los argentinos nativos Asimismo, dado que la mayoría de los estudios se concentraban en el perío-
Y qué tipo de sociedad emergió como resultado de ello. Simplificadamente, se do 1880-1920, lo que ahí hubiese ocurrido no autorizaba a concluir que se
han propuesto dos modelos alternativos para intentar comprenderlos: "crisol trataba de una constante del caso argentino; es necesario reintroducir en la
de razas" o "pluralismo cultural". discusión la temporalidad. Finalmente (y a esto se le prestó más atención), es
Según el primero, los inmigrantes habrían perdido más o menos rápida- necesario distinguir entre los distintos grupos migratorios ya que el proceso
mente sus identidades y sociabilidades originarias integrándose en una nueva no tiene porqué ser uniforme, salvo que se presuponga una capacidad inédi-
realidad emergente y dando lugar a los argentinos. Ese proceso de integración ta de aspirar o deglutir codo por parte de la Argentina que devendría así una
podía ser visto de dos maneras: como una integración a una realidad preexis- especie de Moby Dick. Tiempo, espacio, grupos y, más aún, personas concre-
tente (la mirada más antigua) o como la construcción por parte de nativos y tas: he ahí miradas posibles.
extranjeros de una nueva realidad distinta de las originarias. Seguramente por la influencia que tuvo Gino Germani en éste y en otros
Según el segundo, el modelo del pluralismo, en la Argentina habrían co- terrenos, las explicaciones acerca de la integración de los inmigra.pres se cen-
existido durante buena parte de su historia nativos y distintos grupos de ex- traron en enfoques estructurales (Germani, 1965). Éstos, como cualquier
tranjeros, en una relación apacible o conflictiva pero en cualquier caso como otro, presentan ventajas y límites. Entre los primeros, está el de brindar daros
culturas y sociabilidades diferenciadas. homogéneos, cuantificables, acerca de las actitudes de los migrances conside-
560 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA FERNANDO J. DEVOTO 561
rados en conjunto. Entre los límites, el de simplificar los macices en pos de la
ley de los grandes números y el de urilizar indicadores indirectos de no siem-
pre sencilla interpretación.
· Los enfoques estructurales priorizaron distintos cipos de variables para
ex:plicar la relación que los inmigrantes europeos tuvieron hacia la Argentina.
Por un lado, el estudio de la inserción laboral y la movilidad social y, colate-
ralmente, el de su participación política. Por el otro, el análisis de las pautas
matrimoniales, residenciales y asociativas de los inmigranres.
En cuanto a lo primero, se afirmaba que si los inmigrantes desempeña-
ban rrabajos estables y calificados su tendencia a integrarse en la sociedad a la
que habían llegado era mayor. Aquí la contraposición se planteaba entre inte-
gración social y marginalidad. Lo mismo debía ocurrir si las posibilidades de
ascender socialmente se realizaban. Ambas condiciones se verificaron para la
mayoría de aquellos que pennanecieron aunque no siempre en los inmigran-
tes sino en sus hijos. Sin embargo, una rnirada tan determinista no puede de-
fenderse. Lo más que puede afirmarse es que la integración en posiciones cen-
Vista del edificio del asilo irlandés en Buenos Aires. AGN/ Caras y Careras, ca. 1925. trales y estables favorecía la realización de inversiones estrucrurales -como la
adquisición de una vivienda- y ello los arraigaba en el país. Asimismo, la mo-
vilidad social solía ir acompañada de una movilidad espacial y ella favorecía la
radicación en nuevas zonas y el establecimiento de vínculos con personas de
otros orígenes.
Con respecto a la integración política de los inmigrantes, ha existido un
largo debate que abarca cuestiones más amplias y sólo marginalmente infor-
ma sobre su mayor o menor inregración. En Estados Unidos, por ejemplo, los
inmigrantes se nacionalizaban masivamenre y sin embargo ello no ha sido vis-
co como un argumento influyente a la hora de analizar su integración en esa
sociedad. En una mirada de largo plazo, es sencillo comprobar que los inmi-
granres europeos se negaron en su gran n1ayoría a adquirir la ciudadanía ar-
genrina y ello les impedía parricipar en el sisrema polírico por las vías forma-
les, salvo en el nivel municipal en diferenres momentos. Las razones de esa
elección estaban vinculadas a que, hacerlo, implicaba renunciar a la ciudada-
nía de origen. Para los inmigrantes ello conllevaba varios costos (pérdida de la
prorección de sus autoridades diplomáricas, obsráculos en el caso de retornar
al país de origen, exclusión de las asociaciones émicas en las que parricipaban,
un engorroso trámite para obtener Ja ciudadanía) y limitados bem;ficios (que
se reducían avocar, ya que cualquier orra labor podía desempeñarse siendo ex-
tranjero). El voro, sin embargo, significaba muy poco antes de 1912 y luego
Catalanes bailando una sardana en Cosi:anera. AGN, abril de 1926. de esa fecha no parece haber actuado como un incentivo suficiente para los
562 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA fERNANDO J. DEVOTO 563
inmigrantes. Por orra parte, si no los inmigrantes comunes, sí sus grupos di- · :·que mujeres entre los grupos migran tes) ponía un límite a la misma. Sin em-
rigentes cenfan distintos mecanismos de presión (sus instituciones, la prensa} . bargo, si se considera la nacionalidad de los padres de la concrayente femeni-
para influir sobre el Escado argentino. Quizá allí haya que buscar la mayor di'- .na se encuentra que muchos de los que aparecían casándose con argentinas lo
ferencia con los Estados Unidos donde las elites de muchos grupos inmigran- hacían con hijas de uno o dos padres de su misma nacionalidad (endogamia
tes, poco prestigiosas y no insertas en posiciones de poder económico como inrergeneracional). Por otra parte, en el caso de matrimonios exogámicos, los
en Argentina, carecían de otra vía diferente a la de las máquinas políticas que mismos se producían muy mayoritariamente encre inmigrantes europeos,
manipulaban el vaco étnico. siendo más raros los enlaces entre europeos y criollos aunque aquí la imagen
Distinta era la perspectiva para los grupos dirigentes argentinos que veí- podría ser diferente si dispusiéramos de más estudios sobre áreas rurales. El
an el problema con preocupación por sus efeccos sobre el sistema polícico Oa Cuadro 1 (Devoto, 2003: 331) resume la información de la que disponemos
escisión en ere producmres y ciudadanos}, y también sobre la cuestión del su- para el período de la gran inmigración.
puesto peligro que podía conllevar una masa de personas cuyas lealtades po- Los estudios para la segunda posguerra son mucho menos abundantes
líticas parecían orientadas hacia los países de origen. pero parecen mostrar comportamientos mucho más exogámicos. Se ha argu-
Diferentes propuestas se presentaron en el parlamento argentino, entre la mentado que cuanto mayor es un grupo migratorio y cuanto más intenso es
década de 1880 y la primera del siglo XX, para nacionalizar compulsivamen- el flujo de inmigrantes del mismo, más altas son las tasas de endogamia. Ello
te a los inmigrances o incluso (proyecto González de 1901) para que pudie~ explicaría esa disparidad entre los dos momentos.
sen votar sin renunciar expresamente a la ciudadanía de origen. Como se sa~ Si el indicador matrimonial parece favorecer la hipótesis del pluralismo
be, la solución propuesta por Roque Sáenz Peña fue otra y ella implicaba culmral, diferente es el panorama que emerge de los estudios sobre las pautas
apuntar a nacionalizar a los hijos no a los padres. Recién la Constitución pe- residenciales. Los mismos, válidos para Buenos Aires en el período de la in-
ronista de 1949 estableció que los inmigrantes hacían admisión de ciudada- migración masiva, muestran que los inmigrantes europeos se encontraban
nía a los cinco años de residencia si no manifestaban formalmente su oposi- más dispersos que concentrados en el espacio urbano. Esa dispersión contras-
ción. La medida no tuvo efectos prácticos y cesó con la derogación de la ¡a claramente con la situación existente en otros contextos de arribo, en espe-
Constitución sancionada por el peronismo. . cial las ciudades estadounidenses (Moya, 1998: 181).
Algunos estudiosos (Cornblit, 1970; Di Tella, 1989) han argumentado Finalmente, los estudios sobre asociaciones voluncarias exhiben que los
que la no participación de los inmigrantes tuvo importantes consecuencias inmigrantes europeos participaban activamente de encidades por ellos crea-
para la vida política e institucional argentina, ya que dejaba fuera del sistema das. Las más difundidas eran las sociedades de socorros mucuos. Entidades
político a importantes grupos sociales (obreros, empresarios). Como cual- que renían múlciples propósitos, estaban integradas en su gran mayoría por
quier hipótesis contrafactual ella es sólo una conjetura. La hipótesis contraria, varones adultos; ya que era difícil y superfluo para una familia de inmigran-
que los inmigrantes participaban por otras vías, no formales (Sábaco, 1998), tes pagar la cuota de muchos miembros, se buscaba brindar una cobertura a
no resuelve el problema (en especial para el siglo XX) y requiere de más evi- los miembros que aporcaban los mayores recursos a la economía familiar.
dencia empírica para validarla. Según daros del censo de 1914, un 25% de los españoles varones adulcos y un
En cuanco a los estudios sobre matrimonio, residencia y asociacionismo, 30% de los italianos o los franceses era miembro de alguna de ellas. Si consi-
los mismos brindan imágenes contradiccorias y variables en el tiempo. deramos que había un número impreciso de encidades no regiscradas, o por
Según los primeros, los inmigrantes tuvieron comportamientos bascanre informales o por escar dedicadas a otras actividades (musicales, recreativas, de-
endogámicos en especial en el período de las migraciones de masas que es porcivas), podernos razonablemente concluir que algo menos de la mitad de
aquel para el cual se dispone de mayor número de estudios de caso. La endo· los inmigrances participaba de estas experiencias asociativas. Dado que la par-
gamia era muy alta entre las mujeres migrantes (que eran las que tenían más ticipación en entidades étnicas era mayor que en otras integradas por perso-
opciones para elegir) y algo más baja pero igualmente alca para los hombres. nas de distintos orígenes nacionales (nuevamente en el período masivo), ese
En esce úlcimo caso, el índice de masculinidad (la presencia de más hombres indicador parecería indinar la balanza hacia los defensores del pluralismo cul-
564 POBLACIÓN Y BIENESTAR EN LA ARGENTINA.
FERNANDO J. DEVOTO 565
cural. En realidad, cambién aquí las cosas son más complejas. En primer lu- lo en reuniones, fiesras, celebraciones, a las que asiste. También la endogamia
gar, esos indicadores nada nos dicen direcrarnence sobre las acricudes de las puede argumentar acerca de prejuicios y preferencias. Las mismas, sin embargo,
personas sino que nos brindan evidencias indirectas de no fácil inrerprecació n. dificilmente tenían que ver solamente con la nacionalidad; la posición social de
los respeccivos cónyuges o sus familias podía y debía ser igual o más decisiva. Por
Cuadro l. Pautas matrimoniales de extranjeros europeos (1880-1919)
0 cra parre, las dimensiones nacionales son poco reveladoras. Indicadores más sen-
de aquellos que habían permanecído en el país de origen. Sus hijos, la gran fernández, Á. (2004): Un mercado étnico en el Plata. Emigración y exportaciones espa-
mayoría, creyeron ser plenamente argentinos. Sín embargo, más allá de l ñolas a la Argentina (1889-1935), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones
identidad verbalizada y de tantos orros rasgos culrurales, conservaban much: Científicas.
de la memoria social (en tanro que memoria familiar) de sus ancestros aun- Galló, Ezequiel (1979): La pampa gringa, Buenos Aires, Sudamericana.
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