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Maktub, gracias Sotelo & Botton

Zane
The bad boys of saddle creek
Book one

Maktub, gracias Sotelo & Botton


Kat Baxter

Maktub, gracias Sotelo & Botton


Emmy

Soy un cliché andante de chica nerd. ¿Inteligente? Comprobado.


¿En el espectro? ¡Comprobado! ¿Extraña? ¡Comprobado!
¿Virgen? ¡Comprobado! La única casilla de chica nerd que no
marco es “sin amigos”. Eso es porque tengo el mejor amigo del
mundo: Zane. Todo el mundo en la ciudad piensa que Zane es un
chico malo y caliente, pero yo sé que no es así. Conmigo es
amable, sensible y considerado. Sé que no me ve como algo más
que una amiga, pero cuando decido que es hora de perder la
virginidad para poder salir con alguien y encontrar el amor, él es
el único hombre al que me imagino pidiéndole ayuda.

Zane

Emmy cree que solo somos amigos, pero yo sé que no es así. Llevo
enamorado de ella casi media vida. Hasta ahora, podía
conformarme con ser solo su mejor amigo. Pero ahora que sé que
está lista para una relación física con un hombre, se acabaron
las apuestas. ¿Quiere que la ayude a perder su virginidad para
que se sienta cómoda saliendo con un súper nerd con el que
trabaja? De acuerdo. Tomaré su tarjeta V, pero planeo arruinarla
para otros hombres.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


Capítulo 1
EMMALINE

Una vez a la semana, almuerzo con el hombre más guapo de la


ciudad.
Estoy segura de que parece una exageración, ya que soy una
chica torpe, rara y nerd que incomoda a todo el mundo. Pero es la
pura verdad.
Ni siquiera estoy hablando de comer en casa con mi gato, que
hay que reconocer que es un chico muy guapo. La mayoría de mis
comidas las hago sola en casa, con Miles Standoffish, dicho gato, o
con Miles y mi hermana, Lily. En general, no me gusta comer en
público; parece que nunca consigo la proporción adecuada entre
comer y hablar. Nunca sé cuándo es el momento adecuado para
hablar y cuándo para escuchar. Incluso cuando no hay comida de por
medio.
Además, la boca de los demás es asquerosa y no me gusta oír a
la gente masticar. Lo cual, lo sé, parece más sobre otras personas
comiendo, pero aun así me incomoda. Porque, ¿y si los demás piensan
lo mismo de mí y de mi boca? Y no me hagas hablar de los ruidos en
los restaurantes.
En general, es mejor comer en casa con Miles.
Pero una vez a la semana, hago una excepción y almuerzo con
mi mejor amigo, Zane, que resulta ser también el hombre más guapo
de la ciudad.
Hoy estamos en el restaurante, que es donde normalmente
comemos. Lo observo desde el otro lado de la mesa mientras me
cuenta una historia sobre el tatuaje más reciente que le ha hecho a
una de las ancianas del “grupo del pelo azul” de la ciudad. Son un
grupo de abuelitas relativamente modernas que se meten en muchas
vidas de este pueblo. Cuando digo “relativamente modernas” quiero

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decir que son mucho más geniales que yo, pero también mucho
mayores.
Por suerte, casi siempre me dejan en paz. Probablemente
piensan que soy una causa perdida. O simplemente no saben qué
hacer conmigo. En cualquier caso, siempre agradezco que no se fijen
en mí.
Los ojos azules de Zane se encienden al llegar al clímax de la
historia. —Un escorpión. ¿Te lo puedes creer?
Me río hasta resoplar tratando de imaginarme a la señora Hollis
con un escorpión estropeando su curtida piel.
—También tiene un aspecto bastante rudo.
—Si lo has hecho tú, no me extraña. Toda tu tinta es increíble.
Sus labios se curvan en una sonrisa ladeada. La ceja con el
pequeño anillo en ella se desliza hacia arriba. —Gracias, Starfish. Eres
buena para mi ego.
Cuando me mira así, entiendo perfectamente por qué las
mujeres se vuelven locas por él. Es un espécimen perfecto de atractivo
masculino.
No lo digo solo porque sea mi mejor amigo. Es un hecho objetivo.
Tiene músculos esculpidos sin que parezca que se ha drogado
para conseguirlos. Tiene una sonrisa fácil y genuina que insinúa
hoyuelos. Hoyuelos que no se ven porque siempre tiene una cantidad
perfecta de barba para ocultarlos. Del mismo tono oscuro que el pelo
de su cabeza. Un poco demasiado largo para considerarlo ordenado,
pero no tanto como para llevar un moño. Combinado con lo brillantes
y vivos que son sus ojos azules, es sorprendentemente guapo.
Pero desde que Zane y yo nos hicimos amigos supe que estaba
destinado a ser eso y nada más. Así que, aunque puedo ver
objetivamente que está caliente, como diría mi hermana gemela, Lily,
no lo miro de esa manera.
La verdad es que no miro a ningún hombre de esa manera.
Simplemente no es algo en lo que me sienta cómoda pensando. Pero
especialmente no en Zane. No puedo. O me estaría preparando para
un desengaño que no tiene sentido.

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Justo entonces, Ruthie pasa por la mesa con nuestros trozos de
pastel. Zane y yo almorzamos tarde aquí todos los miércoles porque,
uno, es uno de los días que voy a la oficina de verdad en lugar de
trabajar desde casa. Y dos, los miércoles, Ruthie hace un pastel de
chocolate casero, y es lo que más me gusta ponerme en la boca.
—Aquí tienen, ustedes dos. — dice Ruthie, dejando los platos.
Cuando se aleja, Zane le da un sorbo a su café y yo le doy un
mordisco a mi pastel. Cierro los ojos mientras la suave crema de
chocolate se desliza por mi lengua. Gimo. No hay nada en el mundo
tan bueno como el pastel de crema de chocolate de Ruthie. Me iré a la
tumba creyéndolo.
—No creo que nadie en el mundo disfrute de ninguna comida
más de lo que tú disfrutas de ese pastel. — dice Zane. Le da un
mordisco y asiente. —Pero está riquísimo.
—No, esa es una descripción completamente inexacta de este
postre decadente. Es absolutamente perfecto. La corteza es mantecosa
y hojaldrada. La crema es rica y chocolatosa sin ser demasiado dulce,
y la textura es suave y aterciopelada sin ser viscosa en absoluto. Nada
sabe tan bien.
Saca la lengua y se la pasa por el labio inferior. —Creo que
tendremos que acordar no estar de acuerdo en eso, Starfish.
— ¿Qué otra cosa es mejor?
—Nada que estés preparada para oír.
Estoy a punto de pedirle que aclare esa oscura respuesta cuando
suenan las campanas de la puerta del restaurante y entra Daniel
Clute.
Bajo bruscamente la vista hacia mi pastel, intentando evitar que
me vea.
Zane se gira y ve al hombre de pie junto al mostrador. Luego se
gira para mirarme de nuevo. — ¿Ese hijo de puta se metió contigo?
Porque sabes que le patearé el trasero si lo hace.
Resoplo. —No sería una pelea justa. Estoy bastante segura de
que peso más que Daniel. — susurro su nombre.

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Dan se sienta en el mostrador a esperar un pedido para llevar.
—Detalles, Starfish. ¿Por qué estás actuando rara? ¿Quién es
ese tipo?
Miro fijamente a Zane pero no digo nada.
—Sabes que no lo dejaré pasar. — Se remueve en su asiento
como si estuviera a punto de levantarse. —Quizá me presente. Parece
que es nuevo en la ciudad.
Cruzo la mesa y le tomo la mano. —No lo hagas.
—Dime quién es y por qué estás enloqueciendo. — dice Zane.
—Se llama Daniel y trabaja para J&D Funds, como yo. — Zane
sigue observándome con tanta atención que hasta yo me doy cuenta
de que está esperando a que diga algo más. Esa es una de las cosas
que me encantan de estar con él. No le importan los momentos
incómodos y silenciosos, la lentitud con la que reúno mis
pensamientos y los pongo en orden. —De hecho, hay mucho en él que
se parece a mí.
—De acuerdo. — Zane alarga la palabra.
—Tenemos mucho en común. Está en el espectro y es
programador. — Zane arquea una ceja y yo pongo los ojos en blanco.
—De acuerdo, podría decirse que muchos programadores están en el
espectro. Pero tiene problemas con el ruido y no le gusta el sushi. —
Levanto un dedo. —Y cree que los bananos son demasiado blandos,
igual que yo. Y apuesto a que si le preguntara, también pensaría que
las bocas son asquerosas. — Asiento para enfatizar.
—Si lo conoces, ¿por qué intentas evitar que te vea? — pregunta
Zane.
De acuerdo, está claro que no lo he explicado tan bien como
creía. O quizá es que Zane está tan acostumbrado a todas mis
idiosincrasias que no se da cuenta de lo raro que es conocer a alguien
con quien crees que puedes llevarte bien. Así que retrocedo
mentalmente e intento explicárselo de nuevo. — ¿Sabes que siempre
he dicho que estaré soltera para siempre porque no estoy hecha para
estar en pareja?
Asiente lentamente, con la mandíbula apretada.

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—Desde que Daniel —vuelvo a susurrar su nombre— y yo somos
tan parecidos, me hace pensar que quizá me precipité demasiado en
mi decisión sobre la soltería. Quiero decir que con la persona
adecuada, alguien que sepa qué esperar de mí y de lo que soy incapaz,
podría funcionar.
—Llevo años diciéndote eso. — dice en voz baja.
—Lo sé. — Zane siempre ha dicho eso, porque es el tipo de amigo
maravilloso y comprensivo que es. —Pero algunas cosas supongo que
tengo que descubrirlas por mí misma.
—Entonces, ¿qué, estás caliente por ese tipo?
—No me pongo caliente por los chicos, lo sabes. — Casi he
terminado mi pastel a pesar de sentirme aprensiva por la presencia de
Daniel en la cafetería. Afortunadamente todavía no me ha visto. Zane
ni siquiera ha tocado su pastel. Una de sus manos agarra la taza de
café con tanta fuerza que sus nudillos se han blanqueado.
Es tan protector conmigo. Es realmente de lo más dulce. Vuelvo
a cruzar la mesa y le pongo la mano en el brazo. —Te prometo que no
me ha hecho nada. De hecho, solo hemos tenido como dos
conversaciones.
—Aun así, ¿estás dispuesta a dejarlo todo por él? — Zane espeta.
Lo miro fijamente durante un minuto y luego me encojo de
hombros. —Bueno, no. Simplemente me parece que si voy a estar con
alguien, él es el tipo de persona con la que podría estar.
La mirada de Zane se estrecha. Hay algo en la forma en que me
mira que me incomoda. Es el mismo tipo de incomodidad que siento
cuando me doy cuenta de que he dicho o hecho algo incómodo, pero
solo me doy cuenta después del hecho.
Así es como me siento a menudo con otras personas. Sé cuándo
he hecho algo mal, pero hay un retraso. Solo me doy cuenta después,
así que nunca sé qué es exactamente lo que he dicho o hecho mal.
Normalmente, estoy tan cómoda con Zane que nunca me siento
así.
Dejo caer la mirada hacia lo que queda de mi pastel y lo picoteo
desganada con el tenedor. —No debería haber dicho nada.

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Después de un momento, suelta un suspiro. —No. No pasa nada.
—Pero te he molestado.
—Me has sorprendido. Eso es todo. Pensé que si... — Se detiene
y suelta otro suspiro. —Es que no quiero que te precipites. Que tengas
cosas en común con él no significa que sean compatibles.
Frunzo el ceño, considerando sus palabras. —Pero somos
compatibles. Porque tenemos muchas cosas en común.
Esboza una sonrisa. Es curioso cómo no me doy cuenta cuando
otras personas apenas sonríen, pero sí cuando se trata de Zane.
—No me refiero a personalidades compatibles. Quiero decir
físicamente. — Se aclara la garganta. —Sexualmente.
—Oh. — Me vuelvo a enderezar, dándole otra puñalada a mi
pastel. — ¿Importa eso?
Se ríe entre dientes. —Sí. Bastante. Sobre todo porque no tienes
mucha experiencia.
Y eso es algo que ni siquiera había considerado. Por eso necesito
a Zane en mi vida. Él ve las cosas desde una perspectiva totalmente
diferente a la mía. Antes de intentar algo nuevo, siempre hago una
cantidad considerable de investigación y estudio.
Eso debería aplicarse aquí, sobre todo porque Daniel es la
primera persona que he conocido con la que podría imaginar tener
una relación.
—No, tienes razón. No quiero meter la pata. Puede que no vuelva
a conocer a alguien tan perfecto para mí. — Zane hace un extraño
ruido con la garganta y lo miro. — ¿Te estás ahogando?
— ¿Qué? No.
—Has hecho un ruido raro. Eso es todo. — Me como otro bocado
de pastel, dándole vueltas a la idea.
Si Daniel es mi única oportunidad de emparejarme —y mi falta
de parejas potenciales hasta ahora sugiere que podría serlo—,
entonces tengo que abordar el asunto con cuidado. No puedo
precipitarme. Necesito estar emocional y físicamente preparada para
maximizar mis posibilidades de éxito.

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Es como cuando mamá me hacía preguntas con tarjetas para
que aprendiera a reconocer expresiones faciales. Era tan aburrido,
pero ella juraba que me ayudaría a aprender a interactuar con
personas neurotípicas. Y supongo que así fue. Después de todo, aquí
estoy ahora, con un mejor amigo neurotípico, comiendo pastel en un
restaurante con todas estas otras personas y todas sus bocas
ruidosas.
Y como mamá no está aquí para ayudarme con esto, necesito
otra forma de aprender. ¿Me pregunto si alguien hace tarjetas de
intimidad física?
Probablemente no.
Ni siquiera sé cómo lo buscaría en Google para averiguarlo.
¿O tal vez hay entrenadores de intimidad? Porque seguro que no
soy la única que...
Y ahí es cuando me doy cuenta. Zane sería el instructor perfecto.
— ¿Puedes hacerlo con cualquiera?— espeto.
— ¿Qué mierda significa eso?
—Creo que tienes razón. No puedo lanzarme a hacer cosas con
Daniel. Necesito a alguien que me enseñe las cuerdas, por así decirlo,
sexualmente. Las cuerdas sexuales y tú eres el tipo más sexy que
conozco. Además, confío en ti, que es una gran cosa. Pero si no puedes
hacerlo con cualquiera, entonces puede que no funcione...

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Capítulo 2
ZANE

Sé, intelectualmente hablando, que no tengo ninguna razón para


estar tan jodidamente enojado. Pero eso no cambia el hecho de que
quiera levantarme, cruzar hacia el tonto del mostrador y arrancarle la
puta cabeza.
Ese tipo insignificante ni siquiera miró en dirección a Emmaline
desde que entró. Lo cual no es más que una muestra de lo imbécil que
es, porque ella es siempre lo primero que miro en todas las
habitaciones.
Claramente, no se había fijado en ella para nada, ni en lo
jodidamente preciosa que está hoy. Lleva el pelo rubio pálido y
blanquecino recogido en una trenza lateral, sobre el hombro, como
Elsa. A la mierda, conozco a mis princesas animadas.
Lleva una de sus camisetas favoritas. La rosa con el gato de
dibujos animados que se supone que no es un gato. No importa. Pero
la forma en que sus grandes tetas hacen que los ojos de Hello Kitty
parezcan aún más grandes cuando la tela se estira sobre sus amplias
curvas es hipnotizante.
Tiene muchas cosas de Hello Kitty. Una vez me dijo que así es
como se siente. Hello Kitty es humana por dentro, pero parece una
gata. Es diferente de los demás en estos aspectos tan evidentes y
obvios, así que a veces la gente se olvida de que por dentro es una
persona.
Todavía estoy intentando procesar todo lo que ha dicho en los
últimos quince minutos, cuando suelta: —Quiero decir, ¿podrías
enseñarme a hacer todas las cosas sexuales?
¿En qué está pensando?
¿De repente quiere una relación física?

¿Con ese tipo?

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¿Con ese maldito tipo?
Jesús. ¿Cómo se supone que debo entender esto?
Solo sé que no puedo hablar de esto con ella porque lo cambia
todo. Siento que los cimientos de mi mundo se desmoronan y no hay
forma de que me quede aquí sentado comiendo pastel.
Saco unos billetes de la cartera y los tiro sobre la mesa.
—Tengo que irme. — murmuro. Entonces hago algo que nunca
había hecho antes: me voy.
Mi tienda de tatuajes, de la que soy copropietario con mi
hermano mayor, Ian, no está lejos. El restaurante está en la plaza del
pueblo, y la tienda está a una cuadra más o menos de la plaza, al otro
lado, así que camino. Rápidamente. Cuando llego, mi ira ha alcanzado
el punto álgido. Entro por la puerta y doy un portazo.
— ¡Maldita sea!— Grito.
Mi hermano y Harper, mi aprendiz, levantan la vista de la mesita
que tenemos en la parte de atrás para las comidas rápidas.
— ¿Qué se te ha metido por el culo?— pregunta Ian.
Le hago un gesto con el dedo porque no quiero hablar de ello.
Harper frunce el ceño, preocupada.
Harper y yo nos hicimos íntimos el año pasado, cuando su chico,
Johnny, tenía la cabeza metida en el culo y se comportaba como un
imbécil. Todo el mundo sabía que eran el uno para el otro, pero él le
daba largas. Ahora, ella es una de mis mejores amigas. —Uh-huh, no
estás embotellando esto, sea lo que sea. ¿Qué pasó?
Hay un zumbido en la mesa. Ian levanta su teléfono. — ¿Por qué
Emmaline manda un mensaje para preguntar si estás bien?
Joder. Si Emmaline le está mandando un mensaje a Ian, es que
la he cagado.
—Acabamos de tener un desacuerdo. No es para tanto. — digo.
Mi hermano frunce el ceño. —Algo importante. Ustedes nunca
se pelean.

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¿Qué? ¿Cree que necesito que me diga eso?
Porque no lo necesito.
Sé que nunca peleamos. Igual que sé que este problema es culpa
mía.
Ella nunca —ni una sola vez en todos nuestros años de
amistad— indicó que podría querer más de mí. Soy el idiota que atrapó
sentimientos. Soy el idiota que se enamoró de mi mejor amiga.
Y todo este tiempo, me dije que estaba bien. Que podía
manejarlo. Porque sabía que no estaba interesada en nada físico. Con
nadie. Sabía que yo era su persona. Me dije que eso era suficiente.
¿Pero ahora? ¿Ahora que ella piensa que este tipo Daniel podría
ser el tipo para ella?
A la mierda con ese ruido.
Dejo de pasearme el tiempo suficiente para darme cuenta de que
Harper e Ian me miran fijamente.
— ¿Es que ya no trabaja nadie en este maldito sitio? ¿Por qué no
tienes cita?
—Hermanito —se levanta Ian— si necesitas tomarte el resto del
día libre para enfriar el culo, hazlo. Harper y yo podemos manejar las
cosas aquí. Pero no me comas la cabeza por hacer una simple
pregunta. — Luego me lanza una mirada dura, antes de salir hacia la
entrada de la tienda, dejándome con Harper.
Ella rebusca en su bolso y saca un paquete de Twizzlers, mis
caramelos favoritos.
— ¿Qué es esto? —le pregunto.
—Se explica solo, Z.
Pongo los ojos en blanco. — ¿Por qué?
—No lo sé, la verdad. Los vi en la caja esta mañana cuando pasé
por la tienda por café porque el bruto de mi esposo sigue intentando
controlar mi consumo de cafeína, y los compré para ti. Quizá supe
instintivamente que los necesitarías.

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Se los arrebato de la mano y abro el paquete con los dientes. —
Tu esposo solo intenta proteger a tus bebés; dale un respiro.
—Creo que me gustaba más cuando no se caían bien. — dice.
Saca una cuerda de regaliz cuando le ofrezco una. —Sea lo que sea lo
que pasa entre Emmaline y tú, déjame ayudarte. Porque sabes que me
ayudaste con Johnny aunque fuera un imbécil contigo.
—Solo fue un idiota porque pensó que yo estaba husmeando a
su mujer. Lo hizo dar un paso adelante y reclamarte, ¿no? Sabía que
estaban hechos el uno para el otro y estaba harto de tus quejas.
Pone los ojos en blanco. —Como quieras.
Masticamos en silencio un par de minutos antes de que Harper
vuelva a hablar. —Emmy y tú son amigos desde hace mucho tiempo.
Es una amistad extraña, no voy a mentir; no parece que encajen, pero
de alguna manera lo hacen. — Ladea la cabeza, mirándome mientras
mastica. —Estás enamorado de ella, ¿verdad?
Levanto un hombro encogiéndome de hombros. —No importa.
—Explícate o llamo a tu hermano y le digo que estás llorando.
Me río porque no puedo evitarlo. Harper suele hacerme reír. —
Eres mala cuando estás embarazada, ¿lo sabías?
—Exacto. Ahora escupe.
Resoplo despacio. —Sí, estoy enamorado de ella. — Nunca se lo
había dicho a nadie en voz alta. Ni siquiera a mí mismo. —Lo he estado
desde siempre, aunque tardé bastante en darme cuenta. Pero hice las
paces con el hecho de que ella no está interesada en tener una relación
física hace mucho tiempo. Así que la tengo en mi vida en la forma en
que está disponible para mí y he hecho que eso sea suficiente.
—Oh, Zane.
— ¡No! No sientas pena por mí. — Jugueteo con el piercing de mi
lengua, presionándolo contra mis dientes. —Pero ahora ha encontrado
a algún nerd con el que cree que puede ser compatible, y quiere que
le enseñe a 'hacer el sexo'.
Harper se ríe y se tapa la boca con una mano. — ¿Es eso lo que
ha dicho?

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—Más o menos.
— ¿Ella no sabe cómo te sientes? — pregunta Harper.
Niego.
—De acuerdo, tienes que pensar de quién estás hablando. — dice
Harper. —Emmy está llegando a esto desde una perspectiva
puramente lógica, no emocional. Nunca esperó tener un amor
emocional, y mucho menos físico. ¿Verdad?
—Sí. Siempre ha dicho que no era de las que se acoplan.
—Bueno, ahora ha encontrado a alguien que claramente no es
amenazante para ella, y está empezando a pensar que tal vez podría
tener una relación física. Pero tú eres en quien ella confía. Puedes
hacer que esto funcione para ti, Zane.
— ¿Cómo demonios se supone que voy a hacer eso? ¿Follándola
y luego mandarla a follar con ese otro hombre? Eso lo arruinaría todo,
incluida nuestra amistad.
Harper me da una palmada en la cabeza. Suavemente, pero aun
así.
—Eso no es lo que estaba sugiriendo, idiota.
Me froto la oreja donde me ha pegado. —Entonces, ¿qué
sugieres?
—Quiere que le enseñes sobre sexo, ¿verdad? Entonces, usa eso
a tu favor. En vez de enseñarle solo sexo, enséñale sexo y amor.
Enséñale que nunca será feliz con otro hombre que no seas tú.
Recuérdale lo compatibles que son. Ya son pareja, en muchos
sentidos, solo que ella aún no lo ha visto.

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Capítulo 3
EMMALINE

Cuando recibo un mensaje de Ian asegurándome que Zane está


bien, vuelvo a casa desconcertada. La verdad es que nunca hemos
tenido más que un desacuerdo. Somos personas muy diferentes,
cualquiera puede verlo, pero no discutimos ni nos peleamos.
Simplemente salimos y lo pasamos bien.
Honestamente, nuestra amistad nunca ha tenido mucho sentido
para mí. ¿Por qué alguien tan sexy y tan genial y tan, tan, tan diferente
a mí, querría salir conmigo? Nunca lo entendí, pero después de un
tiempo, dejé de cuestionarlo y simplemente lo disfruté.
Porque la verdad es que Zane es... bueno, si puedes tener un
alma gemela que sea un amigo, entonces eso es lo que es Zane. Es mi
amigo. No, eso no suena bien. Bueno, lo llames como lo llames, es él.
Él es mi persona, mi paseo o morir.
Pero ahora está claramente enojado conmigo y no sé qué hacer
al respecto. Cuando llego a casa, voy a mi despacho y enciendo todos
los monitores para poder hacerlo bien.
Escribo el escenario y busco opciones. Importo todos los posibles
resultados de ese escenario y luego escribo un programa. Necesito
algoritmos para intentar reducir las posibilidades.
Puedo resolverlo.
Cuando mi hermana gemela, Lily, llega a casa, me encuentra
acurrucado en la silla de mi despacho. Envuelta en mi manta, miro
los monitores con los ojos desorbitados.
— ¿Qué haces? — me pregunta.
—Estoy investigando algo. — Mi voz es cortante, realmente no
hay nada que pueda hacer al respecto.

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—Hey, hey, no me muerdas la mano. — Cruza hasta el sofá del
otro extremo de la habitación y se tumba. — ¿Qué pasa? ¿Qué
sucedió?
Giro la silla del despacho y la miro. Sus ojos son tan parecidos a
los míos, del mismo azul pálido y gélido. El cielo azul de Texas, así lo
había llamado siempre nuestra madre.
—Zane y yo nos peleamos. Creo.
— ¿Crees?
Me encojo de hombros. —Creo que fue eso. No lo sé. Le estaba
haciendo preguntas. Y entonces se enojó mucho. Y se fue y no sé qué
pasó. — Le explico lo del programa que estoy escribiendo y le enseño
los monitores con los posibles escenarios. —El problema es que no
tengo suficientes datos con los que trabajar.
— ¿Qué quieres decir con que no tienes suficientes datos?
—Debería haber empezado hace años, cuando nos hicimos
amigos. Si hubiera estado siguiendo nuestras interacciones y su
estado de ánimo a lo largo del tiempo, podría tener suficientes datos
para los algoritmos, pero tal y como están las cosas, solo tengo este
punto de datos y eso simplemente no es suficiente para sacar una
conclusión sobre por qué está enojado.
—Espera, ¿has escrito un programa informático para
averiguarlo? — pregunta.
—Sí, me pareció lo más lógico y rápido.
Mi hermana es la que se supone que me entiende mejor que
nadie, ya que compartimos vientre y ella también está en el espectro.
Aunque de forma diferente. De todos modos, me mira y se ríe. Se ríe
histéricamente. Se limpia las lágrimas de los ojos de la risa.
—Oh, Emmaline — dice—. Eres tan extra.
— ¿Qué demonios significa eso? Soy diferente, lo sé. Especial, si
quieres llamarlo así. Tú eres especial. Mamá y papá decían que las dos
éramos especiales.

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Sacude la cabeza. —No, no. No tan especiales. Quiero decir,
vaya. — Hace un gesto con la mano en dirección a mi ordenador. —
Eso sí que es especial. — Se limpia los ojos de nuevo.
—De acuerdo, voy a necesitar que me lo expliques porque no sé
lo que estás diciendo. Y siento que estás hablando en código, y que te
estás burlando de mí, y no sé cómo descifrar tu significado.
—Aquí está. Si quieres saber por qué Zane está enojado, tienes
que preguntárselo a él. No a tus ordenadores. No puedes escribir un
programa de ordenador para averiguar por qué tu mejor amigo está
enojado.
La miro fijamente durante un minuto porque, por extraño que
parezca, esa solución ni siquiera se me había ocurrido. Sabía que
estaba enojado conmigo y por eso no me había puesto en contacto con
él.
¿Por qué no se me había ocurrido simplemente preguntarle?
Probablemente porque nunca hemos tenido desacuerdos. Estoy en
territorio desconocido. Y no sabía cómo vadearlo sin él a mi lado.
Porque normalmente es a él a quien acudiría si tuviera un desacuerdo
con otra persona.
Así que si él es el que está enojado conmigo, ¿cómo se supone
que voy a navegar por esto?
— ¿Por qué no me cuentas lo que ha pasado? ¿Qué le estabas
preguntando cuando se enojó?— pregunta Lily.
Le cuento que habíamos almorzado en el lugar de Ruthie y que
Daniel había entrado. Le explico que pensé que Daniel y yo seríamos
compatibles porque él es peculiar, extraño, nerd e inteligente y todas
las cosas que soy. —Le pregunté a Zane si me ayudaría con algunas
cosas para prepararme para una relación.
Lily entrecierra los ojos. — ¿Le preguntaste a tu mejor amigo
súper caliente si te enseñaría cómo estar con otros chicos?
—Bueno, sí, quiero decir, tiene un montón de experiencia, si los
rumores son creíbles. Quiero decir, no pienso mal de él al respecto.
Pero, ya sabes, supongo que algunas personas lo hacen. Es un chico
malo.

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Incluso el término me produce escalofríos, y no sé por qué.
Porque en realidad no es un chico malo. Es un buen chico. El mejor
chico. Dulce, considerado, divertido, muy divertido. Y le encanta todo
lo tonto, extraño y de ciencia ficción que pueda lanzarle. Hemos tenido
más noches de cine y más fines de semana de diversión, por alguna
serie oscura. Y siempre es lo mejor. Nadie se ríe de esas cosas como
él. Como yo.
Así que no entiendo por qué pensar en él como un “chico malo”
me hace sentir acalorada y como si tuviera la piel demasiado tensa.
Tiro la manta pesada, porque seguramente eso está causando el
problema. —Creo que me estoy sobrecalentando. — digo. —Tonto
invierno tejano.
—Afuera hace menos de cuarenta grados, así que no puedes
tener tanto calor. — dice Lily. —Así que creo que he descubierto lo que
está mal.
— ¿Por qué Zane está enojado?
Asiente.
—Excelente, entonces puedes decírmelo.
—No. Tienes que preguntarle a Zane tú misma. Tienen que tener
esta conversación.
Frunzo el ceño. Esa no era la solución más fácil.
—Además, necesito que busques a ese tal Daniel y me enseñes
una foto porque necesito verlo por mí misma.
—De acuerdo. — Me inclino rápidamente hacia delante y tecleo
el nombre de nuestra empresa y busco en la base de datos de
empleados. Su identificación laboral aparece en la pantalla.
Sus gafas cuadradas de metal no dan color a su rostro pálido. Y
el pelo rubio arenoso le cae en finas mechas sobre la frente. Trato de
imaginar que es una mirada pícara, pero en realidad Daniel no tiene
nada de pícaro.
Mi hermana, como si estuviera drogada o algo así, ríe como una
loca. —Dios mío, esto es demasiado bueno.
La miro reírse sin control, molesta porque no estoy en la broma.

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—Sí, vas a tener que ponerte en contacto con Zane
inmediatamente. Y luego tendrás que informarme de lo que te diga.
Porque estoy disfrutando esto demasiado.

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Capítulo 4
ZANE

Ni siquiera sé qué mierda hacer conmigo mismo. Odio que Emmy


y yo estemos peleando. Ya he salido a correr y he usado el saco de
boxeo que Ian y yo tenemos en el garaje.
Entonces cedo y tatuo otra estrella de mar en mi piel. Ésta está
escondida en la manga de ciencia ficción de mi brazo izquierdo. Ya hay
otras enterradas en toda esa escena, así que ¿qué más da una más?
Maldita sea, soy un hijo de puta patético.
Mi teléfono zumba y me inclino para cogerlo.
El nombre de Emmy ilumina la pantalla con una alerta de texto.
Y luego otro.

Emmy: Esto no me gusta.

Emmy: No sé pelear contigo.

Emmy: No sé qué he hecho mal.

Soy un imbécil. Claro que no sabe lo que pasa. No tiene ni idea


de lo que siento por ella ni de que soy un cabrón celoso.

Yo: Estamos bien. No has hecho nada malo.

Yo: Solo estaba siendo un imbécil malhumorado.

Los tres puntos aparecen, desaparecen y vuelven a aparecer.


Pero no llega ningún mensaje. Así que presiono el botón para llamarla.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


— ¿Muy impaciente? —pregunta cuando responde.
Me río entre dientes. —Starfish, solo quería que oyeras mi voz y
supieras que estamos bien.
—De acuerdo. Aún siento si te he molestado de alguna manera.
—Emmaline, deja de obsesionarte.
Exhala un suspiro.
—Tengo pensamientos sobre tu predicamento.
— ¿Sobre ser una virgen que nunca ha sido besada? — pregunta.
Su tono es tan casual, como si en realidad hubiera estado hablando
de un par de zapatos viejos.
—Sí. Creo que necesitas retroceder unos pasos.
— ¿Qué significa eso?
—No necesitas clases de sexo. — le digo.
Luego suelto un suspiro, luchando por controlar mi
temperamento, porque ella no necesita que me comporte como un
imbécil celoso en este momento.
En cuanto me siento un poco más en control, recuerdo la
sugerencia de Harper.
De acuerdo, puedo hacerlo. Sé en mis entrañas que Emmy es
mía. Que si realmente está preparada para una relación física, que sea
conmigo. Porque sé que la trataré bien. Solo necesito convencerla de
eso.
—No necesitas clases de sexo. — repito, y menos mal que mi voz
suena más normal. —Al menos no de inmediato. Necesitas lecciones
de pareja. Lecciones de citas.
Gime. — ¿Pero las citas no son lo peor? Todo el mundo se queja
siempre de ello.
—No te preocupes por nadie más. Esto es lo que vamos a hacer.
Este viernes, quiero que te vistas elegante. Ponte algo con lo que te
sientas cómoda, pero algo que te haga sentir linda. Luego iré a
buscarte y te llevaré a una cita. Empezaremos por ahí.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


Su respiración agitada me pone nervioso por lo que está a punto
de decir. — ¿Así que me ayudarás?
—Por supuesto. Eres mi estrella de mar. Siempre estaré aquí
para ti.
Charlamos de cosas aleatorias durante otros quince minutos
antes de colgar. Ahora tengo que idear la cita perfecta para
demostrarle que puedo ser el hombre de su vida. No tiene que
conformarse con alguien que crea que es compatible con ella. Ya
sabemos que somos compatibles.
Sé que tendremos química, ni siquiera me preocupa eso. Estoy
tan caliente por mi curvilínea Emmy que sé que una vez que estemos
juntos, haremos arder el puto mundo.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


Capítulo 5
EMMALINE

Renuncio a mi cabello y lo recojo en una cola de caballo alta. Me


hace parecer sofisticada. O, al menos, que he intentado hacer algo
diferente con él además de trenzarlo. Mi pelo es rubio pálido y
extrañamente ondulado. Ni rizado, ni liso, sino con ondas
desordenadas, como si no supiera cómo cepillarlo. Así que suelo
llevarlo apartado de la cara para que no me moleste.
Mi maquillaje es ligero, lo justo para acentuar mis ojos. Y llevo
un vestido.
— ¡Vaya, te ves caliente! — me grita mi hermana desde la puerta
de mi habitación.
— ¡Lily! ¿Qué te pasa?
—Perdona, es que me he emocionado. — Entra en mi habitación
y se deja caer en mi cama. —En serio, estás muy caliente.
—Gracias. — Presiono mi palma contra mi vientre.
— ¿Estás nerviosa? — me pregunta.
Tengo la lengua en la boca para decirle que no, pero los
murciélagos que revolotean en mi estómago dicen otra cosa. —Sí, un
poco. No sé por qué. No es que Zane y yo no hayamos salido antes.
Quiero decir, ¡es solo Zane!
—Cierto. Super, ridículamente caliente y diabólicamente sexy
Zane. — dice Lily.
—Tienes que dejar de leer romances históricos por un tiempo. —
digo con una risita. —Ya nadie dice diabólicamente.
—Pues deberían. Hay algo tan atractivo en esos caballeros
severos y gruñones que parecen todos almidonados pero que en
realidad son chicos muy, muy sucios.
Me río, lo que ayuda a calmar mis nervios.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


—Tus senos se ven geniales con ese vestido, por cierto. — dice
mi hermana señalando mi reflejo.
Y... vuelven los nervios. Miro hacia abajo y veo mi escote. —
Debería cambiarme. Ponerme una camiseta y unos pantalones de
yoga.
—Te dijo que te vistieras bien, ¿no?
—Me dijo que me pusiera algo cómodo, que me hiciera sentir
linda.
Lily me sonríe. — ¿Te sientes linda?
Me miro en el espejo y veo cómo el escote corazón del vestido
negro me abraza las tetas. Mis ojos brillan, probablemente por los
nervios. Mi pelo parece más arreglado que desordenado. Sonrío.
—Sí, supongo que sí. — digo.

Ding-dong.
—Oh, ya está aquí. — Lily aplaude. — ¿Quieres que abra la
puerta para que puedas hacer una gran entrada?
—Sí, porque tengo que coger los zapatos, pero si pones Sixpence
None the Richer’s Kiss Me, te apuñalo con una pajita.
Se ríe a carcajadas y me deja para dirigirse a la puerta.
Me calzo mi par favorito de Chucks bajas. No son nada elegantes,
pero son yo. Y no es como si Zane se fuera a poner elegante.
— ¡Santa mierda!— Lily grita.
Salgo corriendo a ver por qué chilla y ahí está él. No lleva traje,
pero sí unos pantalones negros que le quedan perfectos y abrazan sus
gruesos muslos. Lleva una camisa abotonada de color gris metalizado
metida por la cintura.
Lleva el pelo recién cortado y está afeitado.
Tengo la boca seca y probablemente abierta.
Me tiende un pequeño ramo de margaritas. Son mis favoritas,
pero nadie me las ha regalado nunca.
— ¿Por qué pareces un banquero? — pregunto.

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Lily me da una palmada en el brazo.
Zane me muestra esa sonrisa torcida y esta vez debido a su
rostro sin barba, veo esos hoyuelos.
— ¿Parezco un banquero?
—Bueno, pareces un banquero súper sexy o al menos un agente
inmobiliario de lujo.
Lily coge las margaritas. —Las pondré en agua. — dice y sale de
la habitación.
—Starfish, estás hermosa. — dice. Sus ojos de zafiro recorren
todo mi cuerpo.
—Gracias.
— ¿Estás lista?— Me señala la puerta.
Resoplo. —Supongo que sí.
—Relájate, Starfish, soy yo. — Me tiende la mano y entrelaza
nuestros dedos.
—Adiós a los dos. — dice Lily. —No te esperaré levantada.
—Eres lo peor. — le digo, pero sigo sonriendo.
Me conduce hasta su coche y me abre la puerta. Una vez sentada
y con el cinturón abrochado, cierra la puerta y se pone a su lado.
— ¿Adónde vamos?— le pregunto en cuanto se sienta.
—Ya verás. Sé que no te gustan las sorpresas, y esto no es
realmente una sorpresa. Solo quiero esperar hasta que estemos ahí.
—Siento haberte llamado banquero. — suelto.
—También me llamaste sexy. Así que estás perdonada.
—Bueno, siempre es así. Todas las chicas de la ciudad piensan
eso.
Se acerca y me aprieta la rodilla. —No me importa lo que piensen
las demás chicas.
Sus palabras y ese contacto inocente me recorren el cuerpo como
una ola de calor, dejando un hormigueo a su paso. Tengo que

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recordarme a mí misma que solo es una cita de práctica. Me está
acostumbrando a las relaciones de pareja.

Estaciona el coche delante de su tienda, The Needle Bards. Luego


viene a buscarme y vuelve a entrelazar nuestros dedos. Nuestras
manos encajan perfectamente, nuestras palmas se acurrucan la una
contra la otra, de una forma tan natural que me pregunto por qué no
hemos estado tomados de la mano durante años.
En general, no soy una persona que se preocupe mucho por el
afecto físico. No me gustan los abrazos. No disfruto sintiéndome
encerrada por alguien que fuerza su cuerpo junto al mío, ni siquiera
en un gesto amistoso inofensivo. Pero tomar la mano de Zane -al igual
que abrazarlo, cosa que he hecho en alguna ocasión- me tranquiliza.
Sin embargo, me lleva más allá de su tienda y se dirige a la
puerta de Madison's Mercantile, la tienda general propiedad de
Madison que solía ser Crawford Burton. La dueña de la tienda abre la
puerta principal. El sheriff Burton, su esposo, está de pie detrás de
ella con una mano en la cadera.
Estoy completamente desconcertada por lo que estamos
haciendo aquí, pero me callo para no volver locos a todos con mis
incesantes preguntas.
—Bienvenidos. — dice Madison con una sonrisa. Le da las llaves
a Zane. —Cierra cuando termines. Las escaleras están en la
trastienda.
—Gracias de nuevo. — dice Zane.
—Que se diviertan. — dice Madison y me lanza un guiño.
El sheriff se limita a saludarnos con la cabeza y salen por la
puerta principal. —Venga, Trouble, vamos a darte de comer. — Le da
una palmada en el trasero a su esposa y se marchan.
Me giro hacia Zane. — ¿Qué hacemos aquí?— Pregunto porque
no puedo contenerme más.
Cierra la puerta principal, se guarda las llaves y me arrastra
hasta la parte trasera de la tienda. Cuando llegamos a las escaleras
que suben, las subimos juntos.

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Luego abre una puerta y me lleva a la azotea. Es plana, con un
borde de ladrillo que enmarca toda la vieja tienda. Hay algunas
plantas esparcidas y un par de sillas, pero lo que llama mi atención es
la luz de las velas que rodea la mesa dispuesta para dos.
—Zane. — susurro.
—Vamos, Starfish. Probablemente se nos esté enfriando la
comida. — Me lleva hacia delante con una mano firme apoyada en la
parte baja de mi espalda. Su dedo meñique se apoya a medio camino
en la elevación de mi trasero.
De nuevo ese escalofrío de calor recorre mi cuerpo.
Una vez que ha acercado mi silla a la mesa y me ha puesto una
servilleta en el regazo, va y se sienta a su lado.
El rico aroma a marisco frito me llega a la nariz y cierro los ojos
e inhalo.
Entonces retira las tapas metálicas de los platos y mi comida
queda al descubierto.
— ¿Tienes mi favorito de Gator's? — le pregunto.
—Por supuesto. — Saca la botella que ha estado enfriándose en
una cubitera. — ¿Jugo de manzana con gas? — pregunta.
Me río y me limpio las lágrimas espontáneas porque este
hombre, mi mejor amigo, ha creado la cita perfecta para mí. Sabe que
no bebo. No me gusta el sabor del alcohol ni cómo me hace sentir. Pero
me encanta el jugo con gas.
—Sí, por favor.
Nos sirve un vaso a cada uno y me señala el plato. —Come.
Me sumerjo en mis camarones fritos y ese primer bocado estalla
en mi lengua con sabor. Nadie fríe camarones como el Sr. Guidry. —
Has pensado en todo. Es tan perfecto. — Miro a mi alrededor, al cielo
nocturno, las estrellas titilando sobre nosotros, porque por la noche
Saddle Creek sigue siendo lo bastante pequeño como para que se
pueda ver mucho cielo celeste.
—No hay murmullos de otros clientes. Ningún otro ruido de
bocas. — Le sonrío y me meto otro camarón en la boca. —Gracias.

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—Mi Starfish se merece lo mejor. Además, te quería solo para
mí.
—La verdad es que estás muy guapo, pero ¿por qué cambiaste
tu apariencia? ¿Sacarte el aro de la ceja y afeitarte la barba?
Deja el tenedor y me mira. —Ese hombre con el que trabajas está
bien afeitado y sin perforaciones, ¿no?
— ¿Daniel?— pregunto al cabo de unos minutos porque había
olvidado el verdadero motivo de esta cita. La decepción pesa sobre mis
hombros. —Sí, lo está.
Zane se encoge de hombros. —Obviamente no puedo parecerme
a él, pero quería que tuvieras una experiencia más precisa. Quizá
verme un poco diferente.
—Ya veo. — ¿Así puedo fingir mejor que es Daniel? Nadie
confundiría a los dos. Zane es ancho de hombros y tiene tinta en la
mayor parte de la piel que he visto, excepto en la cara y parte de las
manos. Zane tiene una expresión melancólica natural que se evapora
en las sonrisas más adorables cuando encuentra algo divertido. Zane
tiene músculos visibles en los antebrazos y el cuello. Zane es pura
masculinidad envuelta en un paquete super sexy, pero en su interior
late un corazón puro que ama incondicionalmente a sus amigos.
Nunca podría mirar a Zane y pensar en Daniel o viceversa.
Terminamos de comer mientras debatimos si la última entrega
de Star Trek no es más que una nueva versión de Next Generation.
Saca su teléfono, presiona en la pantalla y empieza a sonar una
música suave. Luego está en mi asiento tendiéndome la mano.
—Baila conmigo, Emmaline.
Abro la boca, la cierro y prefiero poner mi mano en la suya. Sé
bailar. Más o menos.
Me estrecha en sus brazos, como un abrazo, pero tiene una
mano unida a la mía y la otra me rodea la cintura. Desde tan cerca,
sé que puede sentir la suavidad de mi vientre y la fuerte presión de
mis pechos.

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Pero, oh, wow, huele muy bien. Como el comienzo de una lluvia
primaveral y la hierba recién cortada, después de que el odioso polen
de Texas haya limpiado el aire.
Apoyo la cabeza en su hombro y dejo que me guíe por el tejado.
Bailamos dos canciones antes de que se aparte un poco. —Tengo
pastel. — dice moviendo las cejas.
— ¿Pastel?
—Sí, el pastel de chocolate de Ruthie. Uno entero solo para
nosotros.
—Oh mi Dios, Zane Miller, te amo.
Se ríe y volvemos a la mesa por un trozo de pastel.
Todo en esta cita es perfecto y está claro que su plan funciona,
porque estoy sintiendo las cosas físicas de las que hablan las mujeres
en las novelas románticas.
El tipo de nervios de excitación que burbujean en tu cuerpo, en
lugar de tensarse. La extraña conciencia de mi propio cuerpo. Ahora
mismo soy muy consciente de que mi escote está a la vista y mis
pezones han estado tensos casi toda la noche. No es el tiempo. A pesar
de ser invierno, esta noche ha sido inusualmente cálida.
No es que Zane esté mirando, porque está estacionando su coche
delante de mi casa. Cuando me acompaña hasta la puerta, vuelve a
tomarme de la mano.
—Me lo he pasado muy bien esta noche, Starfish. — me dice con
esa sonrisa ladeada.
—Yo también. Ha sido perfecto.
—No es del todo perfecta.
Estoy a punto de preguntarle por qué, pero me toma la mejilla
con una mano y me acerca a él con la otra. Entonces sus labios rozan
los míos. Suaves y dulces.
Me lamo el labio inferior y él aprovecha para deslizar también su
lengua por mis labios. Gimo de placer.

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Introduzco tímidamente la lengua en su boca y él suelta un
gruñido bajo en la garganta. Siempre había pensado que los besos con
lengua sonaban asquerosos e innecesarios. Pero he cambiado
completamente de opinión. Besar a Zane es una revelación.
Se separa antes de que esté lista y me sonríe. Me besa la frente
y me aprieta la mano. —Buenas noches, Emmy. — Luego vuelve a su
coche, dejándome confusa y más que excitada.
Cierro la puerta de casa detrás de mí y me apoyo en ella, con los
ojos cerrados.
—Emmy, ¿estás bien?
La voz de mi hermana me sobresalta. —Sí, creo que sí. — Entro
en la cocina, cojo un vaso de agua y me lo bebo de un trago.
—Vaya. — dice Lily. — ¿Estás segura? No pareces estar bien.
Dejo el vaso. —Zane me besó.
Bombea su puño. — ¡Sí! ¡Por fin!
— ¿Qué quieres decir con por fin?— Le pregunto.
— ¡Dime que no has estado soñando con eso desde que se
conocieron!
— ¿Sinceramente? Creo que no. Siempre sospeché que no me
gustaría besar. Ya sabes lo que siento por las bocas de los demás. —
Me estremezco solo de pensarlo. —Pero besar a Zane fue agradable.
Mejor que agradable.
—Imagino que sí. ¿No tiene un piercing en la lengua?— pregunta
Lily.
Frunzo el ceño. —Sí, pero creo que no me he dado cuenta.
Me toma de la mano y tira de mí hacia nuestro sofá y nos
sentamos. —Háblame, Em, ¿qué estás pensando?
—No lo sé. Empecé todo esto porque encontré a un chico en el
trabajo que parece la persona más compatible para mí si fuera a tener
una relación. Pero sinceramente, no me imagino dejando que Daniel
me tome de la mano. O bailando con él. — Sacudo la cabeza. —
Especialmente no creo que quiera besarlo. Respira por la boca.

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Lily levanta las cejas. — ¿Eso no es un impedimento para ti?
—No lo sé. Creo que he sido demasiado exigente. Daniel es mi
velocidad. Nos parecemos mucho.
—También tienes mucho en común con Zane. — dice Lily. —No
puedes olvidar eso.
Sonrío. —Es mi persona favorita en el mundo, aparte de ti. Pero
no somos así. Solo hace esto para que me sienta cómoda con otras
personas.
— ¿Estás segura de eso?
—Oh, sí. Quiero decir que me dio un beso, luego se dio la vuelta
y me dejó en el porche. Tan casual, tan genial. Mientras tanto, yo
estaba ahí de pie como un charco de baba.
Mi hermana me aprieta la mano.
—Nunca había sido tan consciente de mi cuerpo como esta
noche. — Sacudo la cabeza y me levanto. —Voy a acostarme y quizá
mi subconsciente tenga una solución para mí por la mañana. Pero
creo que la mejor opción es cancelar esto de las citas falsas y el
entrenamiento en pareja con Zane.
—No te precipites.
—No quiero fastidiar mi mejor relación solo porque se me haya
ocurrido la idea descabellada de quizá tener novio.
Hago mi rutina de acostarme y me meto entre mis sábanas
frescas. Miles salta al colchón y se acurruca a mi lado. Sus patitas
hacen galletas en las sábanas y yo le rasco detrás de las orejas.
—Ojalá la vida fuera tan sencilla para mí como lo es para ti, dulce
chico.
Me mira con ojos verdes soñolientos y parpadea lentamente.
Mi cuerpo aún zumba con los restos de excitación del beso de
Zane. La forma en que gruñó. La forma en que me abrazó la cara y el
cuerpo al mismo tiempo. Su sabor, como el de mi pastel favorito, dulce
y pecaminoso.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


No puedo permitirme tener sentimientos así por mi mejor amigo.
Nunca debí sugerirle que fuera él quien me enseñara estas cosas.
Menos mal que tuvo el suficiente sentido común para empezar con
una cita en vez de meternos en la cama. Si no, me habría vuelto loca.
El hecho de que fuera capaz de marcharse sin más después del
beso que nos dimos, tan despreocupado y sin sentirse afectado, lo dice
todo. Es cierto que fue mi primer beso, pero aun así...
Lo mejor, tanto para mi corazón como para preservar nuestra
amistad, es que sigamos siendo solo amigos.

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Capítulo 6
ZANE

Es tarde y estoy solo en la tienda. Ian ha volado a Las Vegas para


el primero de un par de viajes para entintar a un viejo amigo suyo que
vive por ahí. Vine aquí después de nuestra cita, porque tengo
demasiada energía para ir a casa y demasiados pensamientos
quemando mi cerebro para estar en público. Así que he estado
limpiando a fondo la tienda, trabajando como si el inspector de
sanidad fuera a venir mañana, con la esperanza de que al final me dé
un ataque de agotamiento. Termino de desinfectar mi puesto cuando
oigo que llaman a la puerta trasera.
La abro de golpe listo para darle una mierda a Harper por olvidar
su llave, pero es Emmaline la que está de pie ahí.
Trago saliva porque, joder, se ve bien. Y ahora, después de tantos
años, sé a qué sabe.
—Hola, Starfish. — le digo.
No dice nada. Me empuja hacia la tienda.
Cierro la puerta tras ella y me doy la vuelta para encontrarla
girando el anillo de su pulgar.
— ¿Quieres sentarte?— le pregunto.
Niega.
Algo claramente la está molestando, pero si la apresuro, solo
empeorará las cosas. — ¿Puedo sentarme?— le pregunto.
Deja de caminar un momento para mirarme. —Sí.
Me siento en la pequeña mesa redonda de la trastienda.
—Siento haberte puesto en una situación incómoda. — me dice.
Espero a que me dé más explicaciones. Emmy utiliza el lenguaje
con eficacia, así que sé que simplemente está organizando sus

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pensamientos para decir lo que tiene que decir de la forma más directa
posible.
—Te agradezco mucho lo de anoche y todo lo que hiciste. Pero es
obvio que no me encuentras lo bastante atractiva físicamente. No
quiero que tengas que fingir conmigo. — Me mira. —Las cosas
sexuales. No hay razón para ponerte en una situación en la que tengas
que forzarte a tocarme. Te respeto demasiado como amiga como para
obligarte a hacer algo que claramente no quieres.
Me obligo a no tener una reacción física, pero maldita sea, es
difícil. Porque siento como si me hubiera abofeteado. —Estás
malinterpretando. Eso no es lo que está pasando.
Sacude la cabeza. —Zane, hablo en serio. No tengo experiencia,
pero creo que sé reconocer cuando alguien me está mimando.
Me pongo de pie porque ahora mi cuerpo está inundado de
energía inquieta. Quiero agarrarla y demostrarle cuánto deseo tocarla.
Tocarla por jodidamente todas partes.
—Starfish, por favor, confía en mí cuando te digo que es justo lo
contrario. Te deseo más de lo que puedas imaginar.
Su ceño se frunce mientras me mira, con la confusión grabada
en cada uno de sus rasgos. Luego sacude la cabeza. —Eres muy dulce
conmigo. Todo el tiempo y eso me encanta de ti. De verdad. Pero ahora
necesito sinceridad brutal.
Suelto una carcajada sin humor. — ¿Quieres sinceridad?
—Sí. — dice ella.
¿Quiere sinceridad? De acuerdo. Pero no me está escuchando. Y
ya he terminado de hablar.
Me quito la camiseta, dejando al descubierto mi torso, toda mi
tinta y mis pezones perforados. Me desabrocho el cinturón de cuero
negro, el metal de la hebilla tintineando. Mientras, camino hacia ella.
Me desabrocho el botón de los vaqueros y me bajo la cremallera. No la
miro a la cara, todavía no, solo me permito contemplar sus preciosas
curvas. Me permito mirarla con todo el calor y la lujuria que siento.
Ella tiene que verlo en mi cara.

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Cuando llego hasta ella, se ha apoyado contra el pequeño
armario y el lavabo.
—Zane, ¿qué estás haciendo? — me pregunta, con el tono
entrecortado.
La miro a la cara, pero me está mirando el cuerpo. Tiene las
pupilas dilatadas y se lame el labio inferior.
—Te lo estoy enseñando, ya que no pareces creer en mis
palabras. — le digo.
— ¿Enseñarme qué? — finalmente, sus ojos se dirigen a los míos.
—Estás equivocada, Emmaline Granger. No me alejé de ti anoche
porque no te deseara. — Me meto la mano en los calzoncillos y saco
mi polla dura. Sí, también tiene un piercing. —Tuve que alejarme de
ti porque te deseo tanto que tengo miedo de asustarte.
— ¿Te gustó besarme? — me pregunta. Me mira a la cara, pero
luego vuelve a fijarse en mi polla expuesta.
—Mucho. ¿Quieres saber lo que tuve que hacer nada más llegar
a casa? — Arrastro el puño por mi erección y luego vuelvo a bajarlo.
—Apenas llegué a mi dormitorio cuando ya tenía la polla afuera y la
estaba masturbando al recuerdo de tu dulce boca.
Toma aire. —Quiero mirarte.
Sinceramente, no tengo ni idea de cómo esperaba que
respondiera cuando me saqué la polla. Aun así, su reacción me
sorprende.
— ¿Ahora mismo? ¿Quieres que me folle la mano y te enseñe lo
que me haces?
—Sí. — susurra.
Tiene los pezones duros. Veo cómo se clavan en su camiseta
negra. Tiene un dibujo animado de un perezoso sujetando un mando
de videojuegos y en letras grandes pone: Pew. Pew.
Es tonto y ridículo y tan perfectamente Emmaline. No sé cómo
mi chica puede ser tan sexy vestida con una simple camiseta, pero lo
es.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


Quiero apretarme contra ella. Agarrar su mano y envolverla
alrededor de mi polla. Quiero besarla otra vez, deslizar mi lengua hasta
la suya y oír esos dulces gemidos que emite en el fondo de la garganta.
Pero necesito que sienta que tiene el control.
Porque ella es la que tiene el control aquí. Lo que ella quiera, por
mucho que quiera, estoy aquí para ello. Estoy aquí para ella.
Me bajo los calzoncillos lo suficiente como para dejar al
descubierto toda mi polla.
—También estás perforado ahí. — dice, su voz suena sin aliento
de una manera que nunca había escuchado antes.
—El frenillo —le explico—. Es uno de los puntos más sensibles
del pene y roza a la mujer en el punto justo durante el sexo.
Alarga la mano como si quisiera tocar la barra, pero luego la
retira. — ¿Te dolió?
— ¿Cuando me lo hice? Sí. Pero ahora me siento bien. — Se lo
demuestro pasando un dedo por la barra de metal y tirando de ella.
Gimo.
—Enséñamelo, Zane. Enséñame lo que has tenido que hacer. —
me dice.
Separo los pies, mis botas rechinan en el suelo de linóleo. Luego
miro fijamente a mi chica y muevo la mano arriba y abajo por mi polla.
—No sabes cuántas veces he tenido que hacer esto después de
pasar tiempo contigo.
—Pero pensé que el beso...
—El beso fue jodidamente caliente. Tan malditamente perfecto.
Pero eres tú la que me excita, Starfish.
Muevo la mano más deprisa, apretando fuerte mi polla.
Emmy mueve los pies, como si intentara ponerse más cómoda.
—Joder, apuesto a que tus bragas están empapadas ahora
mismo. ¿No es así?
Traga saliva y me mira brevemente a la cara. Asiente.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


—Me estoy acercando, Emmy. Maldita sea. — Gimo mientras mis
pelotas se tensan y me corro. Las cuerdas de mi orgasmo golpean el
suelo y mi estómago.
Cuando por fin termina, la miro y veo que me mira con los ojos
muy abiertos y los labios entreabiertos. Saca la lengua para
humedecerse los labios y es lo más excitante que he visto nunca.
Quiero alcanzarla, pero en lugar de eso cojo las toallitas de papel.
La mano de Emmy me detiene. —Espera. —Se acerca y extiende
la punta de un dedo. Recorre el semen que decora mi estómago, luego
se lleva la muestra a la nariz e inhala. —Olor salado y limpio.
Luego se acerca el dedo a la boca.
—La textura podría molestarte. — le digo. Poco sexy, pero mi
chica es sensible a ciertas texturas.
—Aun así quiero probarlo. — Entonces se mete la punta del dedo
en la boca y gime.
Antes me había equivocado. Esto es lo más sexy que he visto
nunca.
—Starfish. — le digo.
Entonces su palma presiona mi estómago y unta mi liberación
entre su mano y mis abdominales.
—Me gusta. — susurra. Su mano se desliza hacia abajo,
explorando mi cuerpo.
Mi polla se agita. La agarro de la muñeca y detengo su
movimiento.
—Tienes que irte ahora mismo o no podré controlarme. — Cierro
los ojos con fuerza. —Acabo de correrme y me estás poniendo duro
otra vez.
—No te tengo miedo, Zane. — dice.
— ¿Qué significa eso?
—Que no me vas a asustar. — entonces me besa.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


Capítulo 7
EMMALINE

Gruñe en mi boca, se agacha y acaricia mi trasero. Me aprieta y


luego me levanta. Instintivamente, le rodeo la cintura con las piernas.
Su polla, cada vez más dura, queda atrapada entre nuestros cuerpos
y doy gracias por llevar pantalones de yoga. La dura cresta de su polla
me aprieta el vientre cubierto de algodón y me balanceo contra él.
Sus labios abandonan mi boca para recorrerme la garganta a
lengüetazos y mordisquitos.
— ¿Me llevarás a casa contigo? Sé que tu hermano está fuera de
la ciudad. — le digo.
Se echa un poco hacia atrás, todavía abrazándome como si fuera
una cosa pequeña y menuda en lugar de una mujer de talla grande
con curvas intactas.
Esa ceja perforada se levanta. — ¿Quieres que te lleve a mi casa?
—Sí. Quiero desnudarme y hacer todas esas cosas. — Sacudo la
cabeza. —De acuerdo, quizá no todas las cosas; creo que nunca querré
hacer cosas con el culo.
Echa la cabeza hacia atrás y se ríe. El movimiento mece su
erección contra mí y me retuerzo para intentar aliviarme.
—Por favor, Zane.
—Eso es lo que más deseo. — dice. Me baja los pies para que me
deslice por su cuerpo y agarra la camisa. No se molesta en volver a
abrocharse los vaqueros, sino que deja la cremallera abierta.
Como él e Ian no viven muy lejos de su tienda, por suerte, el
trayecto es rápido. Sobre todo porque la gran mano de Zane está
apretada contra mi cuerpo. Periódicamente acaricia sus dedos contra
mi carne necesitada. Cuando abre la puerta, mis bragas, y
probablemente también mis pantalones de yoga, están empapadas y
estoy al borde del orgasmo.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


Me toma de la mano, me mete en casa y me lleva directamente a
su dormitorio.
—Starfish, será mejor que me digas ahora si no quieres hacer
esto, porque tengo muy poco flujo de sangre en mi cerebro en este
momento.
Tomo su mano y la meto por delante de mis pantalones y mis
bragas. Sus gruesos dedos se hunden inmediatamente entre mis
húmedos pliegues.
—Joder, Emmy, estás empapada. — me da un beso acalorado y
se arrodilla. Metódicamente, me quita los Chucks, luego los calcetines,
después los pantalones de yoga y la ropa interior, todo en un solo
movimiento.
Apoyo la cabeza en la pared.
Me pasa las manos por las piernas, se inclina hacia delante y me
apoya la frente en el vientre.
—No sabes cuánto tiempo llevo deseando saborearte. — me dice,
con un gruñido en el borde de sus palabras.
Su pulgar recorre mi humedad.
—Zane. — digo con un escalofrío.
Levanta una de mis piernas y la coloca sobre su hombro. —Eso
es, Starfish, abre ese coño para mí. Necesito follarte con la lengua.
Que te corras en mi cara.
Sus sucias palabras me calientan las mejillas. Pero no es
desagradable. Al contrario. Parece que me mojo más con cada sucio
pensamiento que expresa.
El primer roce de su lengua es exquisito. Me lame los labios,
como si limpiara toda mi excitación. Luego hunde la lengua en mi
canal.
— ¡Zane!
Fiel a su palabra, me folla con su lengua. Bastan tres empujones
para que me balancee contra su cara. Le enredo los dedos en el pelo.

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Gimo y él se ríe contra mi carne sensible. Entonces retira la
lengua y la sustituye por uno de sus gruesos dedos. Con la otra mano
me aprieta las nalgas.
—Tenía razón, ¿sabes? Eres jodidamente deliciosa.
Sus palabras se asientan en mi cerebro empapado de placer. —
¿En qué tenías razón?
—Que había algo mejor que el pastel de crema de chocolate de
Ruthie. Voy a llamarlo mi pastel Starfish.
Me río porque solo Zane diría algo así. Pensar algo así.
Arremolina su lengua alrededor de mi clítoris, la pequeña perla
se pone rígida. Luego tiene otro dedo dentro de mí. Los mueve contra
mi pared vaginal anterior y es como la primera vez que el Halcón
Milenario entra en velocidad warp. Todo se estrecha hacia ese único
punto.
—Zane, oh wow...
Vuelve a gemir contra mí, las vibraciones aumentan mi placer. Y
sigue. Es implacable en la búsqueda de mi clímax. Mi cuerpo está
tenso como una de esas pelotas hechas con gomas elásticas. En
cualquier momento se romperá.
Cuando lo hace, mi mundo se vuelve negro y luego el tecnicolor
explota a mí alrededor. Cada pulsación de éxtasis es de un color
diferente. Me estremezco contra él mientras me lame en cada oleada.
Luego se vuelve a sentar, se limpia la barbilla en el hombro de la
camisa y me mira fijamente.
—Maldita sea, ha sido espectacular.
Mi cuerpo no tiene huesos, pero puedo ver el contorno claro de
su erección a través de sus bóxers. Le tiendo una mano y lo “ayudo” a
ponerse en pie.
Con él de pie frente a mí, me quito la camiseta y me desabrocho
el sujetador. Quiero que me vea entera. Cada pálida franja de piel.

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Capítulo 8
ZANE

Con el sabor de su orgasmo aún fresco en la boca, la arrastro


hasta la cama. Ahora está completamente desnuda y quiero tocarla
por todas partes.
Me quito la ropa, una a una, y espero a que vea lo que esconden
mis tatuajes y me llame la atención. Cuando los vea, sabrá lo que
siento por ella. Aunque su mirada recorre todo mi cuerpo, nunca
parece detenerse en un solo punto.
Cuando también estoy desnudo, se tumba en mi cama. Me
arrastro hasta ella y dejo caer besos sobre su piel desnuda hasta llegar
a su cara.
—Eres tan hermosa. — le digo.
Sonríe y se inclina para besarme.
Nunca me cansaré de su boca. Besarla es lo que más me gusta.
Pero con cada movimiento de su lengua, mi polla se pone cada vez más
dura.
Desplazo mi cuerpo para colocarme sobre el suyo. Separa los
muslos para hacerme sitio, pero yo mantengo la parte superior del
cuerpo separada de ella. No quiero que se asuste si empieza a sentirse
encerrada.
Sus rodillas se levantan a ambos lados de mis caderas, abriendo
su coño. Mi polla se desliza entre sus resbaladizos pliegues. Está tan
caliente y tan mojada.
—No quiero hacerte daño. — le digo. Me balanceo entre sus
muslos. Joder, no voy a aguantar. Va a hacer que me corra como un
adolescente.
—Por favor. — me suplica. —Me duele, Zane.

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—Lo sé, Starfish, voy a hacer que todo sea mejor para ti. Pero
puede que sea un poco incómodo cuando empuje por primera vez.
—No eres pequeño. — dice.
—No, no lo soy. ¿Quieres que me ponga un condón o tomas la
píldora? Estoy limpio y no he estado con nadie en mucho tiempo.
Su cabeza se inclina sobre el colchón. — ¿Cuánto tiempo?
—Años. Han pasado años, Emmy.
—No sabía que eras célibe. Quiero decir, no es que fuera asunto
mío.
Le sonrío. —Entonces, ¿condón?
—Oh, no. Quiero que la primera vez seamos solo nosotros.
Aunque tomo la píldora.
Hago una muesca en su entrada, tan caliente y resbaladiza, y
presiono. La beso entonces, con la esperanza de distraerla del dolor.
Nuestras lenguas se deslizan una contra otra y empujo con fuerza.
Hace un gesto de dolor y un ruido en la garganta. Pero sigo
besándola, dejando que su cuerpo se acostumbre a mí.
Me aparto para ver cómo está y me mira. — ¿Te molesta que
nunca haya hecho esto antes? — me pregunta.
— ¿Qué? Joder, no. Ojalá no lo hubiera hecho. — Tengo en la
lengua el deseo de decirle que ojalá me hubiera reservado para ella.
Pero es una tontería. Ya había renunciado a ello incluso antes de
conocernos. —Fui un idiota durante un tiempo al final de mi
adolescencia.
Se contonea debajo de mí. —Creo que puedes intentar moverte
ahora.
Me retiro lentamente, luego empujo de nuevo. Poco profundo al
principio, pero es tan resbaladiza que moverse dentro de ella es un
deslizamiento perfecto a pesar de que me agarra como un tornillo de
banco.

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—Puedo sentir tu perforación. — dice. —Oh. —Sus ojos se abren
de par en par. —Sí, está justo en ese punto. — Se le corta la
respiración. — ¿Se siente bien para ti?
—Starfish, se siente increíble. Tan bien que intento no correrme
demasiado rápido.
—Puedes hacerlo cuando quieras. Estoy bastante segura de que
es estadísticamente improbable que llegue al clímax durante el coito.
Y menos la primera vez.
Me río porque no puedo evitarlo. —Eres adorable. Pero además,
a la mierda las estadísticas. Voy a hacer que te corras en mi polla.
Me dedica una tímida sonrisa. —No me opongo.
Sus tobillos se cruzan a mi espalda y sus gruesos muslos me
mantienen pegado a su cuerpo. Mantengo el ritmo, asegurándome de
que mi perforación se desliza por su punto G. Agarra mis bíceps
mientras empujo dentro y fuera de ella.
Deslizo una mano entre nosotros y encuentro su clítoris. Solo
necesito hacer pequeños círculos alrededor de la capucha para que
empiece a gemir.
—Oh, oh, Zane. Esto sienta muy bien.
—Sí, realmente jodidamente lo hace. Cristo, Emmaline, me estás
apretando tan bien la polla.
Se queda completamente quieta debajo de mí, luego su coño
convulsiona alrededor de mi polla. Grita y eso es todo lo que hace falta.
Bombeo dentro de ella y me corro, y es el orgasmo más increíble de mi
vida. Gruño su nombre mientras monto el clímax.
Vuelvo a besarla, con suaves sorbos en los labios. Luego me
retiro y me pongo de pie.
—Quédate ahí. Ahora vuelvo.
Cuando vuelvo, está tumbada en mi cama como si estuviera
inmovilizada.
— ¿Estás bien, Starfish?— le pregunto. Luego muevo el paño
húmedo que traje sobre el punto sensible entre sus piernas.

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—Tienes un culo excelente, Zane Miller. — dice.
Me río mientras le limpio el coño.
—Es raro pensar que podríamos llevar años haciéndolo.
Me río y me meto en la cama junto a ella. — ¿Quieres darte una
ducha o algo?
Gira la cabeza para mirarme y me dedica una sonrisa soñadora.
—No. Mi cuerpo está saciado y caliente y tengo un poco de sueño. No
quiero despertarme del todo.
— ¿Puedo abrazarte?— pregunto.
—Sí. Creo que me gustaría.
Me tumbo boca arriba, extiendo los brazos hacia ella y se acerca.
Sus curvas se apoyan en mi costado y su cabeza en mi hombro.
Respiro su pelo y tengo tantas ganas de decirle que estoy enamorado
de ella. Pero sé instintivamente que no está preparada para oír esas
palabras.
Sus piernas se mueven. Una cubre la mía, luego se aparta y
vuelve a apretarme. Mueve un poco los hombros mientras acomoda la
cabeza.
— ¿Qué pasa? Está bien si los abrazos son demasiado para ti. —
le digo.
—No, creo que está bien.
—Pero estás inquieta.
Se apoya en el codo. —Es que no sé qué tenemos que hacer
ahora. ¿Cuál es el protocolo postcoital? Si fuéramos personajes de un
libro o una película, nos pelearíamos o tendríamos una gran
conversación emocional. — Frunce el ceño. —Nada de eso me parece
bien. No nos peleamos y ya lo sabemos todo el uno del otro.
Me río entre dientes. —No hay reglas. No somos personajes.
Somos personas de verdad. Mejores amigos de verdad. Así que
hacemos lo que nos da la puta gana.
—Está bien, pero ¿qué harías normalmente después de haber
tenido sexo con una conexión o lo que sea?

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Mi estómago se aprieta ante la idea de tocar a alguien más. —
Tengo cero interés en hablar o pensar en otra mujer mientras estoy
aquí contigo. Además, ya te lo he dicho, han pasado años desde mi
última conexión o lo que sea. — Le golpeo la nariz.
Se le dibuja una sonrisa en la cara. —De acuerdo, ¿entonces
podemos hacer lo que queramos?
—Correcto.

—Entonces veamos The 5th Element otra vez.


—Abrazos desnudos y mi película favorita. Acabas de hacer mis
sueños realidad, Starfish.

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Capítulo 9
EMMALINE

Dejo la cama y la casa de Zane antes de que se despierte. Es


interesante que duerma como un muerto. Como nunca nos habíamos
quedado a dormir antes, no conocía sus hábitos de sueño. Como el
hecho de que es un acurrucador, pero me dio espacio para elegir
cuándo o si quería que me acurrucara. Una prueba más de que me
conoce mejor que nadie.
Corro a casa, me visto y me dirijo a la oficina. Normalmente no
voy a la oficina los lunes, pero JD, mi hermano, me mandó un mensaje
ayer y me dijo que vendría hoy. Normalmente, JD trabaja en la oficina
principal de Austin desde que su socio, Hayes Crawford, se mudó a
Saddle Creek.
En cualquier caso, quiero ver a JD y enseñarle el trabajo que he
hecho en el proyecto actual porque creo que tengo la solución a su
problema.
Primero voy a la sala de descanso por té caliente. No quería
tomarme el tiempo ni hacer ruido para hacerlo en casa ya que no
quería despertar a Lily. Ella querría saber todos los detalles de anoche
y no estoy segura de estar preparada para contárselos.
—Hola, Emmaline. — dice una voz detrás de mí.
Me giro y veo a Daniel. —Uh, hola.
—Te ves muy bien con ese atuendo. — dice, su voz es rígida,
forzada y simplemente incómoda.
Además, llevo una versión de lo que siempre llevo: pantalones de
yoga con una camiseta gráfica. En otras palabras, no llevo nada
especial. Él también lleva lo de siempre. Caquis y una camisa de
botones ajustada. Bueno, la camisa en sí no es ajustada, sino el
estampado de cuadros. Estoy segura de que tiene esa camisa en todas
las combinaciones de colores imaginables.

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Tomo mi té del mostrador y me giro para irme.
—Emmaline, espera. Quería preguntarte algo. — dice Daniel.
Le hago un gesto con la cabeza para que continúe.
—Me preguntaba si te apetecería almorzar algún día, o tomar un
café o cualquier otra bebida.
—Oh, es muy amable por tu parte, pero no salgo con compañeros
de trabajo. — La mentira cae de mis labios como si fuera la verdad
absoluta. Aunque en muchos sentidos, es la verdad. Nunca he salido
con un compañero de trabajo y, a pesar de mis pensamientos iniciales,
no tengo ningún deseo de salir con Daniel.
Lamentablemente, la persona con la que quiero salir no está
disponible, al menos fuera de las citas y las lecciones sexuales. No
estoy segura de poder tener más de esas sin que mi corazón se haga
pedazos por completo. Tengo que averiguar cómo volver a donde
estábamos antes. Antes de saber lo que se sentía al besar a Zane.
Tocarlo. Antes de saber lo que era que él pusiera sus manos y su boca
sobre mí y me hiciera sentir como nunca antes me había sentido.
Como si mi mente estuviera en silencio y todo lo que pudiera sentir
era a él y el placer que arrancaba de mi cuerpo. Era pacífico. Pero
estimulante.
—Oh. — dice Daniel, sacándome de mis pensamientos. —Lo
entiendo. Es solo que, ya sabes, somos...
—Parecidos. — digo.
Sonríe. —Sí, lo somos.
—Hace poco aprendí que a veces también se necesitan algunas
diferencias para ser compatibles. Y, ya sabes, una de esas diferencias,
supongo, tiene que ser que trabajamos en sitios distintos.
Asiente rígido.
Sonrío, salgo de la sala de descanso y me dirijo al despacho de
mi hermano. Cuando llego, encuentro a JD detrás de la mesa y a
Hayes, su socio y mi cita para el baile de graduación (una larga
historia), sentado frente a la mesa de JD.
—Oh, esta es una habitación llena de problemas. — digo.

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—Emmaline, te juro que cada vez que te veo estás más guapa.
— dice Hayes. Se levanta y me da un fuerte abrazo.
—Gracias. Enhorabuena por tu matrimonio y tu futuro bebé. —
Nadie pensó nunca que Hayes Crawford volvería a Saddle Creek, pero
evidentemente todo lo que necesitó fue una noche con Rory Reynolds
y aquí está.
—Emmy. — dice JD, y me da un abrazo también. —Me alegro de
que estés aquí. Sé que normalmente no vienes los lunes, pero quería
que fueras la primera en saberlo, aparte de Hayes, porque fue una
decisión que tomamos juntos él y yo. Pero estamos trasladando
oficialmente la sede de H&J Funds aquí a Saddle Creek.
Mantendremos abierta la oficina de Austin como sucursal satélite.
Pero me voy a mudar a casa.
Grito y abrazo a mi hermano de nuevo. Porque JD siempre ha
sido el mejor. Aparte de Zane, es el tipo que sabía que no me gustaban
las multitudes ni los ruidos fuertes ni ninguna otra cosa. Él me cuidó.
Me protegió.
Hayes y JD han sido mejores amigos durante años. Ya estaban
en la universidad cuando Lily y yo estábamos en el primer año de
instituto. Evidentemente, un día mi hermano estaba hablando con
Hayes sobre el hecho de que sus dos hermanas no tuvieran pareja
para el baile de graduación porque los chicos de nuestra edad eran
“¡demasiado estúpidos para ver que lo diferente es impresionante!” Al
menos esa es la historia tal y como yo la oí.
Así fue como Hayes —seguramente el hombre más atractivo de
Saddle Creek (aunque mi voto va para Zane) — nos llevó a mí y a mi
hermana gemela al baile de graduación. Y todas las chicas estaban
celosas.
Terminamos de charlar y les enseño el trabajo que he hecho.
Luego, la puerta de la oficina se abre de golpe y entra Zane,
respirando con dificultad y luciendo bastante apurado.
Me pongo en pie. — ¿Zane? ¿Qué pasa?
—Pasa que me desperté solo en la cama esta mañana. No había
rastro de ti. Ninguna nota. Ningún mensaje.

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Mis mejillas se calientan porque está diciendo todo esto delante
de mi hermano mayor.
—Ni siquiera trabajas en la oficina los lunes. — suelta. Luego
mira a mi hermano. —JD, Hayes. — dice, asintiendo a cada uno de
ellos. —Siento molestar. Necesito que me presten a Emmaline un rato.
— Sin esperar respuesta, me recoge, al estilo bombero, y sale de la
oficina.
Oigo reír a Hayes mientras Zane se dirige al ascensor.
—Zane, puedo andar.
—No hables todavía, Starfish. Vamos a hablar. Bueno, yo voy a
hablar y tú vas a escuchar. Pero primero vamos a salir de aquí.

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Capítulo 10
ZANE

No le hablo en todo el trayecto hasta mi casa. Una vez ahí, la


ayudo a salir del coche y la tomo de la mano hasta que entramos.
Luego la presiono contra la puerta y la beso como el infierno.
Ahora que puedo besarla y tocarla, no quiero parar nunca. Al
principio me devuelve el beso, pero luego me empuja.
— ¿Qué haces? — me pregunta. —Dijiste que querías hablar.
Asiento. —También quería hacer eso. No me gustó despertarme
sin ti en la cama.
—Bueno, vas a tener que acostumbrarte. No quiero más
lecciones. — dice.
Sus palabras se clavan en mí. — ¿Es eso lo que fue anoche para
ti? ¿Una lección?— La pregunta se me escapa y mis palabras salen
más duras de lo que pretendía, en un tono que nunca he utilizado con
ella.
Se estremece y da otro paso atrás, con los ojos muy abiertos y
dolidos. Si no la conociera, pensaría que está a punto de llorar, cosa
que nunca hace. Doy un paso más hacia ella, pero cuando le tiendo la
mano, retrocede y se rodea con los brazos. Cuando se aparta de mí,
siento como si me arrancara el corazón.
—Mierda. Emmy, lo siento.
Me da la espalda y me mira por encima del hombro. —Nunca me
has gritado.
—No quería gritar. — Joder. Me siento como si hubiera dado una
patada a un cachorro, pero tiene razón. Nunca he levantado la voz con
ella.
Sé que parezco un tipo bruto. Le grito a Ian todo el tiempo,
porque es mi hermano y encima un imbécil gruñón. No un auténtico

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imbécil, solo en el sentido en que lo son todos los hermanos mayores.
En la escuela solía meterme en peleas todo el tiempo, porque estaba
enojado con el mundo. Hago ejercicio todo el maldito tiempo porque
básicamente he estado sexualmente frustrado desde que conocí a
Emmy cuando tenía diecisiete años. Así que, sí, parezco un tipo que
gritaría mucho. Pero no lo hago. Y nunca le he gritado a Emmy, porque
odia los ruidos fuertes y... joder, porque es mi chica. Mi estrella de
mar. Tan espinosa, delicada y extraña y hermosa al mismo tiempo.
Y estoy tan jodidamente aterrorizado de haber estropeado esto.
Que la presioné demasiado, le pedí demasiado y arruiné todo entre
nosotros. Destruido todo lo que es bueno y perfecto en mi vida.
Ahora, de repente, soy el que está llorando.
Jesús, Ian tendría un día de campo con esto.
No estoy sollozando como un bebé ni nada, pero definitivamente
hay lágrimas. Y la amenaza de mocos. Sí, soy un desastre.
Me restriego una mano por la cara, rezando para que no note las
lágrimas y pueda encontrar las palabras para arreglar esto. Me doy la
vuelta y camino hacia el otro extremo de la habitación, intentando
controlar mis emociones.
— ¿Estás enojado conmigo? — me pregunta con la misma
vocecita.
Me giro para mirarla. Nos separa la longitud de la habitación,
pero de repente me parecen kilómetros.
—No, no estoy enojado contigo. Nunca podría enojarme contigo.
En todo caso, estoy enojado conmigo mismo. Joder, Emmy, estoy
enamorado de ti.
Sacude la cabeza. —No, no lo estás. Lo dices porque eres mi
mejor amigo y tienes que amarme.
—Maldita sea, mujer, deja de decirme lo que siento y lo que no.
¿Recuerdas la lección de anoche?
Sus mejillas se tiñen de rosa. Se aleja de mí y recorre el salón.
—Tengo que pensar un momento.

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De acuerdo, pensar está bien. Pensar significa que todavía no se
va.
—No me voy a ninguna parte, Starfish. ¿Quieres agua?
Sacude la cabeza. —Nada de esto tiene sentido. Empezamos todo
esto por mi equivocada intención de salir con un compañero de
trabajo. — Aprieta los ojos. —Tenía tanto sentido. Que Daniel y yo
estuviéramos juntos. Los dos somos increíblemente inteligentes, igual
de diferentes, los dos trabajamos con ordenadores. — Levanta un
dedo. —Ninguno de los dos somos convencionalmente atractivos.
Tenemos sentido.
Resoplo, apretando y soltando los puños, porque si tengo que
quedarme aquí escuchándola hablar de lo genial que es el puto Daniel,
puede que tenga que excusarme para ir a darle un puñetazo a algo.
Pero eso ni siquiera es lo peor de lo que ha dicho.
—En primer lugar, voy a corregirte en algo muy importante. —
le digo.
Frunce el ceño. —De acuerdo.
—Eres jodidamente preciosa. Eres un faro, brillas tanto que no
puedo creer que pueda mirarte todos los días. Así que busca puntos
en común con Daniel si es necesario, pero no ahí. Ahora continúa.
Traga saliva visiblemente. — ¿Sabes lo que ha pasado hoy?
Apuesto a que ni siquiera puedes adivinarlo.
—Cuéntamelo.
—Daniel me ha pedido una cita.
Mis puños se aprietan a los lados porque este maldito tipo...
Tiene suerte de que no lo supiera cuando lo vi en la oficina esta
mañana. Me obligo a asentir. — ¿Y?
—Le dije que no. —levanta los brazos. —No puedo imaginarme a
ningún otro hombre tocándome o besándome que no seas tú.
Quiero levantar el puño, porque estamos llegando a algo. Por fin.
Pero ella sigue frunciendo el ceño.
—No veo ningún problema en ello.

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—Pero nosotros, tú y yo, lo hemos estropeado todo.
Me muevo y me siento en el sofá. — ¿Vienes a sentarte conmigo
y terminamos de hablar? — Palmeo mi regazo.
Me mira fijamente durante un minuto, se lame los labios y
camina hacia mí. Pero se sienta a mi lado, no sobre mis muslos.
—Tú y yo no encajamos, Zane. Quiero decir que apenas tenemos
sentido como amigos. Eres este chico salvaje y sexy, y yo soy…
Agarro su mano y la detengo. — ¿Pero lo soy? ¿Realmente soy
tan salvaje?
Frunce el ceño, sin mirarme a los ojos, como si intentara
recordar algo. —Te metiste en muchas peleas en el instituto. Y siempre
has tenido fama de... — Se detiene, un rubor sube a sus mejillas.
Sí, eso. Por eso. Mi reputación con las mujeres. Voy a volver a
eso.
Como no se sienta en mi regazo, me siento en la mesita, justo
delante de ella, con las piernas pegadas a las suyas, porque necesito
que me mire.
— ¿Te acuerdas de la primera vez que nos vimos?
Se encoge de hombros. —Creo que fue cuando me castigaron, en
mi último año.
Le sonrío. —Sí, así fue. Ya estaba ahí porque, joder, me
castigaban todo el tiempo. Pero estaba solo ahí, dibujando en mi
cuaderno de espiral, y entraste tú. Esas trenzas rubias pálidas y tu
camiseta de Hogwarts. Toda la sala estaba vacía excepto yo, y en ese
mar de pupitres desocupados, llegaste tú y te sentaste justo a mi lado.
— ¿Recuerdas todo eso?
—Lo recuerdo todo de ese día. — Nuestro instituto no era tan
grande, así que claro que la había visto antes por la escuela, pero no
rodábamos exactamente con el mismo grupo. Ella estaba en todas las
clases avanzadas, algunas de ellas tan avanzadas que tenía que
tomarlas en línea para obtener créditos universitarios. Pero la había
visto por los pasillos, apartada de casi todos los demás, como si
estuviera encerrada en una cúpula de cristal. Encantadora, intocable,

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etérea. Así que me sorprendió mucho cuando se sentó a mi lado. Se
giró, me miró y me dijo: ‘¿En qué te metiste?’ Me pareció de lo más
gracioso.
—Bueno, me molestó que me enviaran ahí y quería saber si tú
estabas ahí por la misma razón.
— ¿Por leer una novela en mi clase de ciencias? No.
— ¡Ya había terminado todo mi trabajo! — chilla. —Sigo
pensando que el castigo fue una tontería.
—Eso dijiste aquel día. Pero entonces empezaste a hablar de
estrellas de mar. Soltaste todos esos datos al azar. ‘Hey, ¿sabías que
a las estrellas de mar les crecen las extremidades? Tampoco tienen
sangre'. — Sonrío y sacudo la cabeza. —Me volaste la cabeza ese día.
Nunca me miraste como el ‘chico malo’ en detención; simplemente
empezaste a hablarme.
—Empezaste a llamarme ‘Starfish’ justo después. — dice con
nostalgia, pero luego sacude la cabeza. —Nunca lo entendí.
— ¿Por qué te llamaba Starfish?
—No. Por qué simplemente... te hiciste mi amigo. La gente no me
hacía eso en el instituto. No me hablaban mucho ni querían estar
conmigo. Y entonces, de repente, apareciste en mi vida. Ese chico que
todo el mundo consideraba el más genial del instituto y querías pasar
tiempo conmigo.
La forma en que dice eso, lo de que la gente no quería salir con
ella, con tanta naturalidad, como si no fuera para tanto y no hiriera
sus sentimientos, cuando yo sé que sí lo hizo. Eso casi me rompe el
corazón de nuevo. Porque ella es increíble. Y lo supe desde el momento
en que nos conocimos.
He hecho un montón de estupideces en mi vida, pero incluso yo
era lo suficientemente inteligente como para ver lo especial que era.
Cometí muchos errores para llegar aquí. Hubo un par de años en los
que me follé a cualquier mujer que pude, pensando que podría alejar
mis sentimientos por Emmy.
Y déjame decirte que tuve suerte de no joder toda mi vida
durante ese tiempo. Suerte que no dejé embarazada a ninguna mujer

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ni me contagié nada. Suerte de que mi comportamiento no disgustara
a Emmy y la hiciera terminar nuestra amistad. Gracias a Dios, no
tardé mucho en darme cuenta de que estaba siendo un imbécil y de
que ninguna otra mujer en el mundo podría reemplazarla.
Así que, sí, tal vez me gané mi reputación de salvaje, pero no soy
así. Ya no lo soy. A pesar de los tatuajes y las perforaciones.
—No soy tan salvaje. — digo en voz alta. —Ya no.
No desde que me he dedicado a ella.
Pone los ojos en blanco. —Pero mírate.
—De acuerdo, sí, tengo perforaciones y tatuajes. — Me levanto
brevemente y me arranco la camisa. —Sí, hablemos de mis tatuajes.
— Me bajo los pantalones y me quedo en calzoncillos delante de ella.
Pateo mi ropa desechada.
Extiendo el brazo izquierdo. —La semana después de conocerte,
nada más cumplir los dieciocho, me hice mi primer tatuaje. Marqué
esa ocasión, te entinté en mi piel porque sabía que el día que te conocí,
toda mi vida cambió. — Señalo la estrella de mar. Al principio estaba
ahí sola, ahora se ha mezclado con el arrecife de coral que tengo en
esa manga.
Inclina la cabeza hacia un lado, mirando el tatuaje como si
nunca hubiera pensado en su significado.
Entonces empiezo a señalar todos los demás. El tatuaje de mis
costillas derechas, runas de tierra, aire, fuego y agua de The 5th Element,
con el espacio negativo entre ellos formando una estrella. El tatuaje
tribal de mi hombro, con lo que parecen flores de plumeria
entretejidas. Pero cada flor es en realidad una estrella de mar.
Por último, extiendo el brazo derecho, donde la manga es un
homenaje a todas las series de ciencia ficción que nos gustan a los
dos. Hay un cielo nocturno poblado por Serenity, el Halcón Milenario
y la Galáctica.
—Mira este.
Me miró el brazo. —Sí, tú manga de ciencia ficción. Sigo
pensando que tienes que añadir el Enterprise.

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Mis labios tiemblan, porque me ha estado molestando por eso
durante años. —Sí, claro. Lo haré. Pero mira las estrellas.
Es tan sutil que nadie se ha dado cuenta. Solo lo sabe Ian, que
se partió de risa mientras hacía el tatuaje, y como es un cielo
nocturno, tardó una puta eternidad.
Se acerca y entrecierra los ojos. — ¿Son las estrellas...?— Me
mira. — ¿Cada una de esas estrellas es una estrella de mar?
—Sí, estoy literalmente cubierto de ti.
Señalo la más nueva, la que añadí al arrecife de coral. — Este lo
hice la semana pasada cuando me pediste que te enseñara a estar en
una relación con otro hombre.
Respira hondo. —Zane.
—Así que no me digas que no estoy enamorado de ti. Porque me
has estado haciendo un hombre mejor y haciendo mi vida mucho más
increíble de lo que esperaba.
—Te ofreciste a ayudar porque eres mi mejor amigo. Y nos
acostamos porque te excité. — dice.
Todavía no me ha alcanzado. Vuelvo a sentarme en el sofá y la
subo a mi regazo. —Sí, soy tu mejor amigo. Y sí, te amo así. — Aprieto
sus caderas. —Pero la verdad es que soy tu mejor amigo, Emmy,
porque estoy enamorado de ti.
Me mira fijamente a la cara.
—Me dijiste tantas veces a lo largo de los años que no eras una
persona de pareja. Que nunca tendrías una relación romántica o
física. Así que me hice tu amigo porque pensé que era la única forma
de tenerte. No iba a desperdiciar esa oportunidad por nada.
Su dedo se dirige a la estrella de mar que tengo en el pecho, justo
encima del corazón. Luego se inclina. — ¿Son mis iniciales? —
pregunta, trazando las líneas de las letras.
—Sí. Ayer, cuando me quité la camiseta, pensé que te darías
cuenta.
—Estaba demasiado distraída con tus músculos y luego con tu
polla. — dice con una sonrisa.

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—Emmy, escúchame. Si necesitas que vaya delante de toda la
maldita ciudad y haga algo dramático para demostrarte que estoy en
esto para siempre, lo haré. Sabes que lo haré.
Suelta una carcajada acuosa y me doy cuenta de que está
llorando.
Le limpio las lágrimas de las mejillas.
—Gracias por la oferta, pero no quiero que hagas eso. Suena
como si fuera muy ruidoso y lleno de gente.
Lanzo una carcajada y la atraigo hacia mí. —Joder, te amo.
—Yo también te amo, Zane.
—Sé que puede que nunca quieras las mismas cosas que yo. Y
no pasa nada. No quiero presionarte, nunca, a hacer algo con lo que
no te sientas cómoda. Pero nunca me iré a ningún lado. Y nunca habrá
otra mujer para mí aparte de ti.
—Puede que me lleve un tiempo averiguar cómo hacer todo esto,
pero confío en ti. — Entonces me besa. No es un beso salvaje y sucio,
sino dulce y lleno de satisfacción. Luego se inclina hacia delante, se
acurruca en mi pecho y apoya la cabeza en mi hombro.
Habría esperado toda mi vida el amor de esta mujer, pero como
siempre hace, me sorprende.

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Capítulo 11
ZANE

—Sigo sin entender por qué tienes que hacer esto. Tu piel es
perfecta tal y como es. Impecable. — digo.
—Oh, por el amor de Dios, cálmate. — dice Ian. —Ella está bien.
Ni siquiera hace muecas.
—Quiero hacer esto. — me recuerda Emmy.
Me acerco un paso y ella niega.
—No. Quédate ahí. No quiero que lo veas hasta que esté hecho.
Me paso los dedos por el pelo y suelto un suspiro. Pero me quedo
donde me han dicho. En una esquina de la habitación, para que no
pueda ver ningún detalle. Miro fijamente a mi hermano sentado en su
taburete inclinado sobre mi amor, pistola de tatuajes en mano.
Reboto un poco sobre mis pies porque no quieren que ande por
ahí, pero tengo que hacer algo con toda esta energía nerviosa.
Ian gira sobre su taburete para fulminarme con la mirada. —
Maldita sea, Zane, al menos finge que eres un puto profesional. Has
entintado miles de tatuajes. Tú mismo te has hecho cientos. ¿Qué te
pasa?
—Es diferente cuando es tu chica. Algún día lo verás.
La mandíbula de mi hermano se tensa. Es soltero declarado,
pero creo que es solo cuestión de tiempo antes de que caiga duro.
— ¿Por qué no tomas algo?— Ian sugiere.
—Porque no quiero una puta bebida.
—Estoy bien, Zane. Te lo prometo. — me asegura Emmy.
—No me gusta que mi hermano esté tan cerca de tus tetas,
Starfish.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


—No le estoy mirando las tetas. — gruñe Ian. —Es como mi puta
hermana, imbécil. —limpia con el trapo y se echa hacia atrás. —Menos
mal que solo quería algo pequeño y ya está. — Ian se levanta y sonríe
a Emmy. — Se ve bien. Muy bien.
— ¿Puedo ver ahora?— le pregunto.
Ian va a salir de la habitación, pero se detiene en seco. —No te
atrevas a follar aquí cuando me vaya. No quiero tener que esterilizar
la habitación.
Me tiende la mano y voy a su lado. Tiene la otra mano tapando
la piel recién entintada.
—Me tienes por todo el cuerpo. Quería uno que te representara
permanentemente en mi piel. Si soy tu estrella de mar, tú eres el agua
del océano que me sostiene, me protege y bombea por mis venas en
lugar de sangre. — Entonces mueve la mano.

Ahí, justo encima de sus pechos, está el símbolo del agua de The
5th Element. Es una réplica exacta del que tengo en el pecho.
—Ahora, cuando nos abrazamos, nuestros tatuajes se unirán.
Seguro que es una tontería, pero me gustó la idea. — dice.
La pongo en pie. —No es ninguna tontería, es jodidamente
perfecto. Eres jodidamente perfecta. — La beso con cuidado de no
tocarle el pecho.
— ¡Nada de sexo ahí!— Ian vuelve a gritar.
Emmy y yo nos reímos y nos separamos. Termino los cuidados
posteriores a su tatuaje y ella me agarra la mano.
—Volvamos a mi casa y tengamos sexo. Lily está fuera de la
ciudad.
—Oh, ¿finalmente fue a buscar a ese tipo? ¿Su amigo por
correspondencia o lo que sea?— le pregunto.
—Sí. Espero que no la asesinen. Aunque lo sabría, ¿no? Me
refiero a todo el asunto de gemelas.
—Sí, Starfish, lo sabrías.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


Epílogo Uno
EMMALINE

Hoy trabajo en la oficina, así que normalmente quedaría con


Zane en lo de Ruthie. Pero hoy le envié un mensaje de texto y le dije
que estaba abrumada con el trabajo, y si, ¿podría traerme el almuerzo
en su lugar?
Por supuesto que aceptó, porque me ama. No me refiero solo a
la emoción que obviamente siente, sino a que me ama en el sentido
verbal de la palabra. Cada una de sus acciones demuestra lo mucho
que le importo, y eso crea adicción.
Me ha enseñado tanto en los pocos meses que llevamos siendo
pareja oficial. Algunas personas de la ciudad decían que pensaban que
habíamos sido pareja durante años. Durante todo ese tiempo, yo no
podía imaginármelo, no me lo permitía, y la mitad de la ciudad
pensaba que ya era verdad.
Llaman a la puerta de mi despacho y esas deliciosas burbujas
nerviosas me recorren la barriga. Asoma la cabeza y me sonríe.
—Hola, Starfish, ¿estás trabajando duro?
—Sí. Pero me muero de hambre. Pasa.
Entra con bolsas para llevar de lo de Ruthie y le dejo un sitio en
mi escritorio para que deje la comida.
Me pongo de pie y camino alrededor de él, cerrando mi puerta y
echándole llave.
Sus cejas se levantan. — ¿Qué haces, Emmy?
—Quiero que seas un chico malo. — le digo.
Es un juego al que jugamos a veces porque la verdad es que, mi
amor, es el hombre más dulce del mundo. Puede parecer un chico
malo, pero tiene el corazón más tierno, que es justo lo que necesito.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


Pero a veces, le pido que sea el chico malo para que use esas
palabras sucias conmigo. Y me ordene, pero solo de una manera sexy.
— ¿Aquí? — pregunta.
—Sí, aquí. — lo empujo ligeramente para que su cuerpo quede
pegado a la puerta de mi despacho. Luego me arrodillo y le desabrocho
los vaqueros. Le bajo la cremallera.
Sus ojos azul zafiro se oscurecen mientras se relame los labios.
—Necesitas mi polla, Emmaline, ¿es eso lo que pasa aquí?
Asiento.
—Mete la mano y sácala. — me dice.
Hago lo que me dice y envuelvo con mis dedos su polla, que se
endurece rápidamente.
— ¿Qué hago con él? —pregunto, fingiendo inocencia.
—Lamerlo.
Me inclino hacia delante y lo lamo hasta la punta.
—Joder. — sisea. —Ahora lame la perforación.
Así lo hago, deslizando la lengua alrededor de la pequeña barra.
—Eso es. Mírate de rodillas delante de mí adorando mi polla.
Joder, Starfish, eres mi sueño perfecto.
Deslizo mi boca hacia abajo, succionándolo. Sigo moviendo la
lengua y él me agarra la cabeza.
—Sí, sabes cómo me gusta, ¿no? Maldita sea, me chupas bien.
Le toco los huevos.
— ¿Estás mojada? — me pregunta.
Lo miro, aún con él en la boca.
—Respóndeme. ¿Tienes el coño mojado?
Asiento levemente sin querer dejar de hacer lo que estoy
haciendo. Pero me agarra de la barbilla y tira suavemente de mí.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


—Tan bien como se siente tu boca, si mi amor está mojada,
necesita esta polla dentro de su coño. — Me ayuda a ponerme de pie,
luego alcanza el dobladillo de mi falda. — ¿Te has puesto esto hoy
porque querías que viniera aquí y te follara en tu despacho?
—Sí.
—Entonces tienes que inclinarte sobre el escritorio.
Hago lo que me dice, apoyo los brazos en el escritorio y doblo el
cuerpo por la mitad. Sus dedos me hacen cosquillas en las rodillas
mientras me levanta la falda. Me baja las bragas.
—Abre más las piernas. — me dice. Entonces siento la gorda
cabeza de su polla presionando mi entrada. Empujo hacia él.
Empuja dentro de mí y pongo un puño en mi boca para evitar
gritar, pero es tan bueno. Siempre me hace sentir tan bien.
—Eso es, oh sí, estás goteando sobre mi polla, estás tan mojada.
Joder, Emmy. — gruñe.
Entonces los únicos sonidos en mi oficina son nuestras
respiraciones, el golpeteo de nuestra piel y los ruidos húmedos que
salen de mi interior.
—Me encanta ver cómo tu coño recibe mi polla. Estamos hechos
para esto. Tu cuerpo está hecho para el mío. Tu corazón está hecho
para el mío. Maldita sea, te amo tanto.
Sigue empujando dentro de mí y estoy tan cerca.
—Di que serás mi esposa, Starfish. Sácame de mi miseria y
cásate conmigo. Tómame para siempre para que pueda tomarte para
siempre.
Y eso es todo lo que necesito para llegar al límite. Me corro con
un gemido, mordiéndome el puño para no hacer demasiado ruido. Él
está justo detrás de mí, gruñendo en voz baja mientras se corre dentro
de mí.
Cuando sale, coge servilletas de nuestra comida para llevar, me
limpia y me vuelve a poner las bragas en su sitio.
Me giro hacia él. — ¿Hablabas en serio?

Maktub, gracias Sotelo & Botton


— ¿Cuándo te lo propuse?
—Sí.
—Lo decía en serio. Mi intención era pedírtelo con tu trozo de
pastel. No iba a poner el anillo en el pastel porque pensé que te daría
asco. — Se mete la mano en el bolsillo, saca algo y me lo enseña.
Es un sencillo anillo de oro con un solitario engarzado. —Para
que no se enganche en las cosas. — digo con una risa acuosa.
—Te conozco.
—Me conoces. Y sí, claro que me casaré contigo. Nada me
gustaría más que convertirme en tu esposa.
Me levanta y me besa.
Mi estómago gruñe.
Me deja en el suelo, me pone el anillo en el dedo y tira de mí para
que me siente en su regazo. —Vamos a darte de comer.
—Me cuidas tan bien. — le digo.
—Siempre y para siempre.

Maktub, gracias Sotelo & Botton


Epílogo Dos
Desde el Saddle Peek

Corren rumores por toda nuestra ilustre ciudad de que cierto


‘Chico Malo de la Música Country’ volverá a sus raíces. Seguro que
todos recordamos lo que pasó la última vez que Micah Stone
estuvo en la ciudad...

Fin…

Maktub, gracias Sotelo & Botton

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