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Material de Lectura
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1Este material ha sido tomado del libro de Víctor García Toma, Teoría del Estado y
Derecho Constitucional, Lima, Editoral Adrus, 2010.
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Entre las gestas históricas destacan el proceso político inglés –par-
ticularmente la “Gloriosa” Revolución de 1688– la Revolución Ame-
ricana de 1776 y la Revolución Francesa de 1789.
Dichas gestas señalan que Inglaterra aportará la teoría de la re-
presentación mediante la institucionalización del Parlamento y la
formalización de las garantías a favor de la persona (hábeas corpus).
Francia legará la formulación del concepto de soberanía popular y la
Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano. Estados
Unidos entregará la primera Constitución escrita y la formalización
de la independencia de los jueces.
3.1.- Los elementos constitutivos del constitucionalismo inicial
En el período que transcurre entre los siglos XIII y parte del siglo
XIX se irán perfilando una pluralidad de elementos, que, por distintas
vertientes, confluirán en la creación del fenómeno constitucional.
Sobre la materia, son citables los siete siguientes: la limitación del
poder estatal y la distinción entre sus funciones y los órganos de ac-
tuación política; la consagración de la ley como instrumento de se-
guridad frente al poder estatal; la existencia de leyes con carácter de
fundamentales; el reconocimiento consuno de dichas leyes bajo los
criterios de supremacía y rigidez; el establecimiento del poder consti-
tuyente; la protección de los derechos naturales; y la legitimación del
poder estatal por la vía democrática.
Al respecto, veamos lo siguiente:
a) La limitación del poder estatal y la distinción entre sus funciones
y órganos de actuación política
Dicho elemento planteó que todo poder estadual debía necesaria e
inexorablemente ser limitado por el derecho.
Al respecto, no debe olvidarse como refiere Mario A.R. Midón
[Manual de derecho constitucional argentino. Buenos Aires: Plus Ultra,
1997], que el absolutismo “aparecía como una emanación de la divi-
nidad con potestad no solo para la dirección política y administrativa
del Estado, sino también para dictar la ley, juzgar la conducta de sus
súbditos y ejecutar las decisiones”.
Como bien explica Carlos María Bidegain [Curso de derecho consti-
tucional. Buenos Aires: Abeledo Perrot, 2001]:
“En el reino de Dios o en un Estado ideal gobernado por hombres sabios,
virtuosos y justos no es concebible un gobierno limitado por el derecho,
pero en una sociedad regida por hombres imperfectos el derecho cumple
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una función indispensable”.
Dicha limitación se presentaba como una herramienta contra el
despotismo y la arbitrariedad.
En ese mismo contexto, se estableció la distribución de las funcio-
nes del Estado entre varios órganos estaduales; los cuales se encon-
trarían conducidos por una pluralidad de operadores del poder (au-
toridades). Así, el poder detendría al poder y se aseguraría la libertad
mediante una técnica de frenos y contrapesos.
b) La consagración de la ley como instrumento de seguridad frente al
poder estatal
Dicho elemento planteó que la ley –norma escrita– se convertía en
instrumento afirmador de la seguridad jurídica de los individuos y
formalizador de las “conquistas” obtenidas por los grupos sociales
frente al poder de los soberanos.
Al respecto, la Constitución francesa de 1791 solemnemente esta-
bleció: “No hay autoridad en Francia por encima de la ley”.
Esta norma de carácter general por la cual se manda, autoriza,
prohíbe o penaliza una conducta otorgaba certidumbre acerca de lo
que podía o no se podía hacer. Más aún, expresaba la lucha por gene-
rar los espacios de autodeterminación frente a la autoridad.
Dentro del período descrito aparecerán en Inglaterra los siguien-
tes textos escritos: La Carta Magna (Juan sin Tierra, 1215); Las Provisio-
nes de Oxford (Enrique III, 1258); La Confirmatio Cartorum (Eduardo I,
1297); La Petición de Derechos (Carlos I, 1620); y La Declaración de Dere-
chos (Guillermo de Orange, 16898).
En España son citables los siguientes textos escritos: El Fuero de
León (Alfonso V, 1020); El Fuero de Jaca (Sancho Ramírez “El rey ara-
gonés”, 1064); El Fuero de Toledo (Alfonso VII, 1118).
En Alemania (Bohemia) es citable La Bula de Oro (1349).
c) La existencia de leyes con carácter de fundamentales
Dicho elemento planteó que toda relación de mando y obediencia;
así como la organización y funcionamiento de las instituciones del
aparato estatal descansaba en las bases de ciertas leyes que por tales
se consideraban fundamentales. Es decir, reconocía la presencia de un
mínimo preceptivo que servía de principio, base y fundamento de la
relación política y la convivencia social juridizada.
Carlos María Bidegain [ob. cit.] expone que “en las luchas del Par-
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lamento contra las dinastías Tudor y Stuarts, la vieja Carta Magna, la
Confirmatio Cartarum y otras piedras miliares del proceso constitu-
cionalista, embellecidas por la patina del tiempo, sirvieron a los fines
políticos de una de las partes. En ese tumultuoso siglo de la historia
británica (siglo XVII), aquellos documentos quedaron definitivamen-
te premunidos del espíritu de esa comunidad y en la práctica [...], se
convirtieron en leyes fundamentales”.
d) El reconocimiento consuno de dichas leyes bajo los criterios de su-
premacía y rigidez
Dicho elemento planteó el carácter supraordinante de las normas
fundamentales en relación al resto de los demás preceptos jurídicos
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Declaración de la Independencia de los Estados Unidos en 1776, la
Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
en 1789 y las diez primeras enmiendas de la Constitución de los Esta-
dos Unidos en 1791.
Cabe advertir que con anterioridad una serie de documentos ha-
bían reconocido ciertos derechos hoy considerados como fundamen-
tales; pero estos habían sido “concedidos” para satisfacer las aspira-
ciones de ciertos grupos dotados de alguna cohesión y fuerza política
oponibles a los soberanos (nobleza, clero, corporaciones, menestrales,
ciudades, etc.).
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Norberto Q. Martínez Delfa [Génesis del derecho constitucional. Ro-
sario: Juris, 1995] refiere que “el constitucionalismo clásico o liberal
reconoce su origen en el desarrollo de las primitivas libertades públi-
cas inglesas. No nace espontáneamente ni observa una única fórmu-
la. Por el contrario, se consolida gradualmente a través de sucesivos
avances en los que los sectores cada vez más amplios de la sociedad
civil se benefician con el reconocimiento de sus derechos”.
En ese orden de ideas, la doctrina señala que dicha etapa se ma-
nifiesta como consecuencia de las revoluciones inglesa, americana y
francesa respectivamente.
Recibe tal denominación por haber establecido alguna de las prin-
cipales características constitutivas del fenómeno constitucional; así
como haberse procesado al influjo del ideario liberal-burgués.
La Revolución Inglesa aportó el Acuerdo del Pueblo (1647) y el Ins-
trumento de Gobierno (1658); igualmente incorporó la Carta Magna
(1215), la Petición de Derechos (1620), la Declaración de Derechos (1689), y
el Acta de Establecimiento (1701).
La Revolución Norteamericana produjo la Constitución de Virgi-
nia –la primera Constitución propiamente dicha de la historia– (1776),
la Constitución de los Estados Unidos (1787), y las diez primeras en-
miendas constitucionales (1791).
La Revolución Francesa estableció la Declaración de los Dere-
chos del Hombre y del Ciudadano (1789) y las constituciones de
1791, 1793 y 1795.
Como puede observarse dicha etapa concluye con la consagración
de las constituciones escritas de corte liberal. Ellas instituyeron el re-
conocimiento formal de los derechos civiles y políticos, así como tam-
bién un modelo político-jurídico denominado de democracia liberal.
Entre los valores y principios rectores aparecen la libertad, la
igualdad y la legalidad. Esta última aseguró que los gobernantes y
gobernados quedaran sujetos a una sola y misma ley; el que los dere-
chos fundamentales solo pudieran ser limitados, restringidos o supri-
midos por imperio de la ley; así como el que nadie estuviera obligado
a hacer, ni privado de realizar aquello que la ley no prohíbe.
Entre sus principales características destacaron las nueve siguientes:
- Creó los elementos constitutivos del constitucionalismo.
- Reconoció y protegió los denominados derechos individuales de
carácter civil y político bajo la denominación de fundamentales
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para la persona humana; aun cuando solo puso acentuado énfa-
sis en la vida, la libertad, la igualdad ante la ley y la propiedad.
- Estableció que la legitimidad para gobernar se sustentaba en la
soberana decisión del pueblo.
- Estableció el principio de legalidad como base y fundamento
para el ejercicio de las conductas coexistenciales.
b) El constitucionalismo social
Dicha etapa embrionariamente aparece con la Segunda Revolu-
ción Republicano Francesa de 1848 y se concreta con la Revolución
Mexicana de 1910-1917, la Revolución Bolchevique de 1917-1918 y la
aparición de la primera experiencia republicana en la Alemania Uni-
ficada de 1919-1933. En puridad, puede afirmarse que dicho proceso
se gesta tras la finalización de la Primera Guerra Mundial.
Como bien expone Norberto Q. Martínez Delfa [ob. cit.]:
“Los acontecimientos políticos y sociales vividos en Occidente durante
el pasado siglo [se refiere al XIX] y las primeras décadas del presente [se
refiere al XX], mostraron la necesidad de recrear la concepción clásica
de los derechos, nutriéndola con el aporte de los aspectos sociales”.
El casi nulo énfasis puesto en las constituciones clásicas sobre las
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cuestiones sociales registra su origen en una maniquea concepción de
la libertad individual. Esta tesis extrema es refutada solidariamente
por la Iglesia Católica y los movimientos políticos y sociales, lo que
provocará una re-creación del ideario liberal.
Como expone José Cossío Díaz [Estado social y derechos de presta-
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Entre las principales características del constitucionalismo social
de corte democrático destacaron las ocho siguientes:
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Dicha vertiente objetó la noción Estado de Derecho y la reemplazó
por el concepto de legalidad socialista que es la expresión jurídica de
un tipo de constitucionalismo en donde supuestamente se tiene por
objeto la protección de los derechos de los trabajadores;
proscribiendo para alcanzar ello, los intereses y expectativas de la
denominada clase burguesa.
Entre sus principales características destacaron las cuatro siguientes:
- Fomentó los derechos de carácter económico, social y cultural.
- Excluyó de la participación política a vastos sectores de la
población, en función a la falta de identidad con los postulados
ideológicos del Estado; y enervó los derechos de
autodeterminación en los aspectos de conciencia y organización
de la sociedad civil.
- Estableció el centralismo democrático; lo que conllevó a la
atención y resolución de todos los asuntos que atañían al Estado
des- de el núcleo o centro del poder político.
- Estableció el papel directivo del Partido Comunista en la vida
social y política.
Como bien dijera Karl Loewenstein [ob. cit.] entre los vicios más
despreciables del constitucionalismo autoritario “destaca” aquel que
intentó “modelar la vida privada, el alma, el espíritu y las costumbres de los
gobernados”.
c) El constitucionalismo contemporáneo
Dicha etapa se gesta a mediados del siglo XX.
Se manifiesta como consecuencia de las secuelas dejadas por la
Segunda Guerra Mundial, los procesos de integración interestatales y
la caída del “Muro de Berlín”.
En ese sentido, la humanidad queda advertida de la necesidad
de contrarrestar con más democracia los peligros de los totalita-
rismos transpersonalistas; así como, extender el reconocimiento,
protección y promoción de los derechos a sectores más amplios y
otrora desprotegidos.
La Constitución supraordina al principio de legalidad y con-
sagra a la jurisdicción coexistencial como origen contralor de la
constitucionalidad.
En ese orden de ideas aparecen la humanidad, los pueblos y las
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minorías como nuevos sujetos de derecho.
En la etapa presente se acredita una actividad constitucional tendente a
acrecentar la división de funciones y a la creación de órganos extra-poder; a la
traslación de competencias otrora pertenecientes al Estado-Nación hacia
organismos supranacionales; y al reconocimiento de derechos “descubiertos”
en la doctrina y la jurisprudencia constitucional.
Entre sus principales características destacan las seis siguientes:
- Establecimiento del carácter normativo de la Constitución; por
ende, de aplicación inmediata, directa e imperativamente.
- Fomento masivo de los principios, valores, instituciones y categorías de
naturaleza democrática.
- Proceso de autolimitación de la soberanía estatal y la transferencia de
ciertas potestades a organismos internacionales supranacionales, a efectos
de asegurar en mayor medida la vigencia de los derechos humanos y la
promoción social y el desarrollo eco- nómico.
- Extensión de las técnicas de frenos y contrapesos a favor de órganos no
políticos (Defensoría del Pueblo, etc.).
- Auspicio del control de la constitucionalidad por medio de entes con
jurisdicción concentrada.
- Ampliación creciente del catálogo de los derechos fundamenta- les de la
persona y creación de nuevos instrumentos de garantía para su protección
y goce.
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