Los ancianos de nuestras comunidades de distrito de
Santiago de Pupuja, de la provincia de Azángaro de la región de Puno, cuentan que a orillas del río Azángaro vivía un sabio andino, que tenía un aspecto de cabeza plana, cuerpo delgado y pies rosados, y siempre vestía un poncho de color plomo y volaba de arriba hacia abajo.
Este sabio sabía pronosticar el tiempo, siempre
advertía a la comunidad lo que iba a suceder durante año mediante sus señales, que solo los ancianos y algunas personas le tomaban en cuenta.
En la comunidad vivían dos personas:
uno de ellos era un anciano, el otro, un joven. Ellos trabajan en su chacra, siguiendo su buen criterio, sembraban papas, quinua y otros productos de pan llevar. A la hora de cosecha el anciano obtenía una gran producción, mientras que el joven cosechaba poca producción y de mala calidad. Entonces el joven fue a la casa del anciano a preguntarle; ¿Por qué mi chacra no produce bien cada año? El anciano le respondió “escúchame, yo trabajo la chacra obedeciendo al sabio andino que vive en la comunidad”. Este sabio se llama LEQUECHO.
Cuando hace su nido en las partes altas, dentro de
bastante pasto, sus huevos son de color verde oscuro brilloso y tiene grandes puntos negros, quiere decir que va ser buen año y lluvioso.
En ocasiones hace su nido en partes bajas donde se
estanca el agua, quiere decir que será un año de sequía y cuando en su nido pone pequeñas piedrecillas, quiere decir que va ser año de granizada y, cuando dentro de su nido pone pasto llamado chi´jhi va ser un año de heladas, además, sus huevos van a ser de color plomo gris y pequeños puntos negros.
Todo esto hay que observar con mucha
atención y de acuerdo a eso hay que trabajar en nuestra chacra joven. El joven se puso muy alegre al escuchar estos consejos y dijo; “ya no seré pobre” desde ese día toda la gente escucha el canto del LEQUECHO, desde ese día para cultivar miran la forma del huevo del LEQUECHO y como hizo su nido, entonces la comunidad obedece al sabio andino.