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Amenazas y Desafíos Para Convivencia Seguridad Ciudadana.

El análisis de amenazas no es estático. Al contrario, las amenazas se pueden mover


dentro de una escala de valores según la severidad con la cual pueden causar daños.
Igualmente, algunas potenciales amenazas podrían en oportunidades convertirse en
aliadas, si se presentan algunas condiciones que favorezcan el acercamiento para
lograr efectos positivos. La seguridad es una de las principales preocupaciones de los
ciudadanos y por tanto, de los gobiernos locales, nacionales que trabajan para ofrecer
políticas públicas con efectividad.

Se relaciona con el desarrollo de enfoques integrales de prevención. De igual manera,


la coordinación de las agencias estatales encargadas del tema, con participación de
la ciudadanía en iniciativas de tipo local y con el apoyo de los medios de
comunicación. La voluntad política es un elemento imprescindible para el éxito de los
procesos es la herramienta fundamental para lograr las metas establecidas por partes
de las instituciones y lucha en contra las amenazas.

De igual forma la seguridad nace siempre de una hostilidad que dificulta un objetivo.
La necesidad de eliminar esos peligros o amenazas y daños que el agente hostil
anuncia o provoca, da sentido a la seguridad. En definitiva, la seguridad es un
instrumento que nos garantiza la libertad imprescindible y necesaria para acometer
otras actividades.

La seguridad es absoluta por ello, siempre vamos a tener que asumir un cierto margen
de riesgo, lo cual convierte a la seguridad en gradual, cuanta mayor cantidad de riesgo
asumamos menor grado de seguridad necesitaremos. Seguridad y riesgo sí que viven
una relación inversamente proporcional. A mayor seguridad menor riesgo y viceversa.
Conviene, no obstante, tener presente que, pese a que existirán variables objetivas que
nos permitirán medir con precisión nuestros niveles de seguridad, socialmente es una
sensación y por tanto, totalmente subjetiva. Es más, la seguridad gana terreno
socialmente de manera paulatina, con una tendencia ligeramente ascendente; en
cambio, el crecimiento de la inseguridad es vertiginoso: crece exponencialmente.
Claro está, haya o no haya razones sólidas que lo sustenten. En definitiva, la seguridad
real y la sensación de seguridad no tienen por qué ir de la mano.

Respecto de los bienes a proteger, no conviene ser un iluso. Protegerlo todo es


inalcanzable; luego se deberá hacer un esfuerzo por determinar qué bienes son
esenciales y, por lo tanto, deben ser protegidos y en qué grado. En otras palabras, habrá
en un extremo bienes para los que deberemos articular un margen de riesgo cero,
puesto que de otro modo son imposibles de disfrutar, junto con otros cuyo goce está
repleto de riesgos y que solo dispondrán de protección reactiva, siempre que sea
factible y relevante. Por último, la cobertura, los mecanismos que articulamos para
asegurar nuestros bienes, estará en función de nuestros recursos y del grado de
seguridad que se desee o se esté capacitado alcanzar Pero es necesario ser
conscientes de que cualquier variación de las circunstancias, normalmente invalida o
desfasa nuestros medios. No en vano, las amenazas son dinámicas y cambiantes. Es
decir, cuando hablamos de seguridad, habitualmente estamos lejos de la certeza;
querámoslo o no, nos movemos en el terreno pantanoso de la incertidumbre.

Desde esa definición casuística, las seis amenazas que reconoce el informe de la ONU
son:

• Económicas y sociales
• Conflictos entre Estados.
• Conflictos internos
• Armas de destrucción masiva
• Terrorismo.
• Delincuencia transnacional organizada (narcos, cárteles, mafias).

Por último, tener muy presente que las amenazas en la seguridad pública ha venido
evolucionando como un riesgo con la sociedad que afecta a la seguridad nacional de
un país en los temas económico, políticos, ambientales y sociales es importante
recalcar el desarrollo de las instituciones que estén comprometidas para combatirlas.

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