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Lola

Laura&Sylke
El despertador suena a las seis de la mañana como todos los días desde hace ya casi diez
años, pero me hago la remolona porque hoy me puedo quedar un rato más la cama ya que
al ser sábado mis niñas no tienen clase y no tengo que prepararles nada antes de que se
vayan al cole, pero de repente recuerdo que Quique, mi marido, sí que trabaja hoy ... y
siempre me gusta dejarle todo listo para cuando se vaya, así que sin despertarle, salgo de la
cama.
A veces mi amiga Belén me dice que soy tonta y que me he convertido en toda una
“maruja”, que debo empezar a pensar en mí, que no soy su sirvienta y ya lo sé, pero no me
acostumbro, como ella, a que sea su marido quien se prepare el desayuno. Yo lo he hecho
desde que nos casamos, siempre me ha gustado ser servicial con Quique y me parece que él
también se ha acostumbrado a eso. Por otra parte, también sé que está muy estresado en el
trabajo, por lo que me gusta atenderle en todo lo que pueda.
Así que medido dormida, pues anoche acabé a las tantas viendo “Reels” me dirijo hacia la
cocina para empezar a preparar el desayuno y el almuerzo de Quique, con ese tupper de
comida casera que tanto le gusta y justo cuando estoy guardando la comida en su bolsa
siento como el termo del agua caliente comienza a funcionar y es señal de que se está
duchando así que lo guardo todo rápido y me dirijo corriendo hasta el baño para ver si mi
querido esposo se encuentra hoy con ganas, se anima y echamos un rapidito, como
antiguamente, de esos robados tan ricos...
- Hola guapo ¿quieres que te ayude a enjabonarte? - le pregunto quitándome el
camisón, para meterme desnuda con él en la ducha.
- Lo siento cariño, pero ya he terminado - me dice secamente, cerrando el grifo
repentinamente y dejándome allí plantada.
Me quedo algo cortada, pero no se lo tengo en cuenta, sé que desde que le han nombrado
encargado de la obra, tiene otras cosas en la cabeza y hace tiempo que no tenemos sexo en
condiciones.
- Vaya, yo que me levantaba hoy juguetona. - le digo agarrándome a su cintura, pero
él me empuja con el culo y cogiendo una toalla se va secando.
- No, Lola, no estoy de humor... - añade.
Y tal cual lo dice se larga del baño dejándome allí sola, desnuda y con mi calentón. Nunca he
tenido queja con Quique en nuestras relaciones, al menos hasta hace unos meses, bueno,
casi desde que nació la pequeña, pero sé que últimamente no está centrado, así que vuelvo
a ponerme el camisón y al regresar a la habitación, veo que está terminando de vestirse
mientras yo le voy hablando de cosas de las crías, pero él sigue a lo suyo sin decirme nada,
voy tras él por el pasillo, recoge su bolsa y se pone el abrigo.
- Adiós, cariño. - me dice y me da un piquito, saliendo por la puerta sin más.
- Pero, Quique, te he hecho tostadas... - le aviso.
- ¡Voy mal de tiempo, cielo! - me grita cuando veo la puerta de casa cerrarse.
Suspiro y me meto en la cocina para terminar de comerme las tostadas que Quique dejó
junto a su humeante café, que tampoco ha probado y miro por la ventana con la vista ida,
llegando a pensar si él está contento conmigo. Lo de que tenga una amante, lo he
descartado, no tiene tiempo, pobrecillo, pero supongo que se fijará en las chicas más
jóvenes, la vecina del quinto, por ejemplo, o la chica de esa pareja de recién casados que
acaban de mudarse enfrente.

A mis 40 años me sigo conservando bien, pero claro, los años y dos embarazos no perdonan
y eso que la pequeña ya tiene dos añitos. Lo cierto es que en parte es culpa mía, no porque
no me conserve bien, aún estoy delgadita y me cuido lo que puedo, pero tampoco me
peino, me maquillo o me visto como antes, ni soy tan sexy, al menos no me veo así... Antes
de quedarme embaraza tenía un cuerpo espectacular, sin ser petulante, era la envidia de
toda mi clase y de todos los sitios por donde iba. Quique me lucía orgulloso abrazado a mi
cintura, sabiendo que su chica era un bomboncito, siempre llamativa y con vestimentas
provocativas, de larga melena negra, buenas tetas, cintura estrecha y culo respingón,
llevaba mis taconazos, mis minifaldas o el último peinado de moda, siempre muy coqueta.
Ahora mi pelo siempre lo llevo recogido, con coleta o trenzas, mis ojos siguen siendo iguales
de color marrón con motas de color verde, muy llamativos, pero lo cierto es que ahora,
aparte de no pintarme, con tanto trabajo y preocupaciones tienen ojeras y bolsas.
Curiosamente mi culo se mantiene bastante firme a pesar de todo, quizás un poco más
grande que antes y mi pecho ligeramente más caído y también ahora tango las tetas más
grandes por culpa de los embarazos, al igual que la barriga que intento mantener a raya...
antes, la tenía sin ninguna estría y ahora esta llenita, aunque me cuido y hago mis sesiones
de pilates en casa, ya que la economía no nos permite un gimnasio.

Me dirijo hacia mi habitación para ponerme alguna ropa cómoda como todos los días, un
chándal poco sugerente y una vez lista, pongo una lavadora y siento a mis pequeñas que ya
me están llamando.
- Mama, ¿qué hay para desayunar que tengo hambre? - grita Diana, la mayor, que
acaba de cumplir seis años.
- Hoy tenemos gofres por ser sábado. - le grito.
- ¡Guay! - le oigo decir.
- Ayuda a tu hermana a vestirse, anda. - le comento.
- Ya estoy, mamá. - me dice Sara la pequeña, que, con sus dos añitos, es bastante
espabilada y ha logrado vestirse sola.
- Pero si ya tengo una mujer. - le digo dándole un achuchón de los míos a pesar de que
tiene los botones de su camisita en ojales distintos.
Mis niñas, son sin duda, la alegría de mi casa y voy sirviéndoles los desayunos, pero ellas, se
pegan como buenas hermanas y luchan entre gritos por adueñarse del gofre más grande o
el que tiene más mermelada e intento poner paz, como cada mañana... en ese ajetreo diario
con ambas. Cuando empiezan a comer, parece haber algo de paz y yo me quedo
contemplándolas pensando cómo era mi vida antes de que se convirtiera en un desastre. No
lo digo por ellas, al contrario, pero ¿qué ha sido de mí? ¿Dónde quedó la Lola juguetona,
echada para adelante, aquella mujer que se comía el mundo?
Mientras las niñas terminaban su desayuno viendo su serie de dibujos favorita yo iba
arreglando la casa y una vez que lo tenía todo listo, vestí a las pequeñas para bajar al centro
comercial a hacer la compra, como cada sábado, ya que suele haber buenas ofertas.
Allí como siempre, tirando de las crías y del carrito, voy pasando por todos los pasillos, pero
haciendo números en cada marca, pues siempre andamos apretados en el presupuesto
familiar y soy la encargada de gestionar los pocos recursos que tenemos, con un ingreso
único, que es el sueldo de Quique.
- Buenos días, Lola. - me saluda cordialmente Jaime, el encargado de la tienda, como
hace siempre que me ve.
- Hola, Jaime.
- Cada día más grandes estas pequeñas. - me comenta refiriéndose a mis niñas y
haciendo una carantoña a Sarita.
- Si, no veas cómo crecen, me están haciendo mayor.
- Pero bueno, Lola, si tú te conservas estupendamente.

No puedo evitar ponerme algo roja, por ese piropo, que puede que se le diga a todas las
clientas, pero yo me siento muy bien recibiendo esos pocos halagos que me llegan a través
de Jaime, siempre muy galante, con mucho estilo.
- Lo que me permiten estas dos... ya sabes, la casa... - le digo.
- Y Quique con mucho trabajo, supongo. - añade él.
- Si, no para, pobrecillo y estas no veas lo que comen, hay que apretarse el cinturón.
- Pues, mira, estoy buscando una cajera. ¿Te interesaría?
- ¿Cómo?, ¿Un trabajo para mí?
- Claro. Es el suelo base, pero os ayudaría.
- Ya, no sé, Jaime... las niñas...
- Bueno, piénsatelo, sé que eres una chica lista y muy trabajadora... antes de poner el
anuncio te lo piensas y el lunes me cuentas.

Salgo de allí hecha un lío. ¿Trabajar? ¿Darle un giro a mi vida y poder darme algún
capricho?... pero ¿y las niñas?.
Salimos de la tienda y nos vamos hacia casa a dejar la compra, una vez colocadas les digo a
las niñas.
- ¿Chicas queréis que vayamos al parque un rato?
- ¡Si! - gritan las dos de alegría
- Pues venga andando que hoy hace un día esplendido
Ya en el parque mientras mis hijas juegan yo me siento en un banco y no para de darle
vueltas a la oferta de Jaime así que decido llamar a mi madre para ver qué opina.

- Hola mama
- Hola cariño
- Mama tengo que contarte una cosilla
- Claro cielo cuéntame
- Me han ofrecido un trabajo como cajera
- Oh lola eso es magnifico
- Si lo es, pero ahí un problema
- ¿Cuál?
- Las niñas
- ¿Qué pasa con ellas?
- No puedo dejarlas solas
- Hay lola creía que era algo peor, yo me quedo con ellas sin problema
- ¿De verdad?
- Por supuesto además seguro que nos lo pasaremos super bien
- Gracias mama entonces voy a decir que si al trabajo
- Corre cariño y ya me dices que días me quedaría con ellas.
Cuelgo rápido la llamada y miro el reloj viendo que ya es casi la hora de comer así que llamo
a las pequeñas y volvemos a casa, pero antes decido ir al supermercado, una vez allí busco a
Jaime y cuando lo encuentro me acerco y le digo:
- Hola Jaime ¿sigue disponible la oferta de antes?
- Por supuesto
- Pues no buscas más cajeras que aquí la tienes
- ¿Sí? Que alegría me has dado lola
- ¿Bueno y cuando empiezo?
- El lunes a las 9 ¿vale?
- Perfecto y muchísimas gracias
- A ti tesoro.
Me despido y vamos corriendo para la casa que las niñas están muertas de hambre y yo
estoy super feliz de pensar el dinerillo extra que entrara en casa.
Se me pasa el día volando entre preparar la comida, dárselas a las niñas, acostarlas para la
siesta y bañarlas que cuando me quiero dar cuenta ya es la hora de cenar y volverlas
acostarlas para que duerman, pero al estar tan feliz decido preparar algo especial para mi
marido y para mí.
- Lola ya estoy en casa- grita mi marido
- Hola guapo

Salgo del dormitorio con una bata de seda y camino hacia Quique
- Vaya lola que se celebra hoy
- Que tengo trabajo y he pensado en celebrarlo contigo
Le digo con la voz más sexy que puedo tener y a la vez insinuándome para ver si pilla la
indirecta de que en vez de cenar solo quiero ir al postre directamente.
- Vengo reventado cielo creo que voy a ducharme y a dormir
- Pero cariño y la cena
- Lo siento, pero me he parado con unos compañeros y he tomado algo
Se acerca a mí y me da un beso en la cabeza ignorándome completamente de cómo voy
vestida de la noticia del trabajo y sobre todo de la cena.
El domingo lo paso igual, pero con la diferencia que Quique esta con nosotras, aunque sigue
pasando de mí.
Ya por fin el lunes me despierto y dejo todo preparado y levanto a las niñas para llevarlas al
colegio y al soltarlas me apresuro en llegar pronto al supermercado.
- Buenos días lola
- Buenas Jaime
- Que puntual llevas
- Si no quería llegar tarde en mi primer día
- Tengo una noticia un poco mala que darte lola
- No me digas que ya no quieres que este
- No es eso
- ¿Entones?
- Hoy viene el nuevo director del supermercado y no voy a poder quedarme mucho
rato contigo
- Oh vaya
- Pero no te preocupes ya pondré a alguien que te ayude
- Muchas gracias Jaime.
Terminamos de hablar Y Jaime me enseña un poco las cosas del super antes de que se vaya
a la reunión con él nuevo director, así que yo mientras me quedo en la caja con Jimena que
me está ayudando en las dudas que voy teniendo,

Estoy tan tranquila atendiendo a unos clientes cuando de repente llega Jaime y me dice:
- Ven Lola que él director te quiere conocer
Termino de atender y voy detrás de Jaime hasta el despacho y una vez allí entramos y lo
primero que siento es como una corriente eléctrica que me hace levantar la cabeza y mirar
hacia al frente y me encuentro con un hombre guapísimo.
- Bienvenida a nuestro supermercado soy Diego el nuevo director.

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