Está en la página 1de 230

Adicta a ti

Por DiLea

Sinopsis: “El show debe continuar”

Capítulos: 37 Género: Romance

Prólogo

La música retumbaba en sus oídos. Quinn bailaba por su habitación mientras se preparaba para
un nuevo día. En sus auriculares, se podía escuchar el nuevo hit del momento. Su cama se
encontraba deshecha, como de costumbre, y la habitación era un completo caos. Esta muchacha,
de cabello rubio y melena despeinada, tan sólo tenía 17 años.

Se escucharon unos golpes, frágiles, en la puerta de su dormitorio. Era su madre. La señora


Fabray era una conocidísima empresaria que pasaba la mayor parte del tiempo fuera de casa y,
en ese momento, se encontraba tocando la puerta de su hija para llamar su atención.

-Quinn, por favor, ábreme. Soy mamá.

La adolescente no pudo escuchar muy bien lo que le estaba diciendo su madre a gritos, pero sí
que se percató de cómo el picaporte de la puerta comenzaba a girar repetidamente y con mucha
insistencia.

-¡Quinn, por favor! ¡Quítate esos horribles aparatos de las orejas y escúchame!

La muchacha ya se encontraba junto a la puerta, quitando el cerrojo que prohibía la entrada a su


madre.
-¡Ah! Eres tú…-se dio media vuelta para seguir con su baile improvisado, dando así la espalda a
su madre.

-Quinn, estamos esperándote para desayunar.

-¿Qué quieres?- se giró bruscamente y gritó.

-Estamos esperándote para el desayuno, ya te lo dije antes pero no me escuchaste al tener esa
estúpida música metida en tu cabeza.

-¡Dios! ¿Por qué tienes que ser tan pesada? Shelby me deja bajar a desayunar cuando me da la
gana.

-¿Shelby? ¿Ahora la llamas Shelby? Creo que me he perdido… ¿Cuánto tiempo hace que no nos
vemos?

-Dos meses mamá, claro que te has perdido. Nunca estás aquí para estar con tu hijo.

Golpe bajo para la señora Fabray. Su hija mayor sabía cómo hacerle sacar de sus casillas; Quinn
sabía que hablar de Sam era la conversación clave para que su madre desapareciera rápidamente,
ya había aprendido mucho en los 17 años vividos junto a ella.

-Voy abajo con tu padre y tu hermano. Si te da la gana, baja para pasar el desayuno en familia.

-Iré cuando me apetezca, ¿ok?

-Está bien, haz lo que quieras.

Judy se daba media vuelta y volvía a retroceder el camino realizado para llegar hasta la cocina.
Allí, Sam y Russel esperaban la llegada de la rubia menor.

-¿Dónde está mi hija?- preguntó Russel en un tono enfadado.

-Ya ves, ahora dice que piensa bajar a desayunar cuando le apetezca.

-¿Acaso me está jodiendo? ¡Sabe que es el único día que podemos desayunar todos juntos!

-No sé, pero creo que "Shelby" ha estado dejándola bajar a desayunar cuando le apetecía –dijo
Judy en un tono molesto y desviando su mirada hacia la niñera. –Y ahora no quiere bajar.

-Señora, lo siento. La niña está muy rebelde últimamente y no tenía otra opción. Lo siento- se
disculpó Shelby agachando la mirada.

-No te preocupes Shelby, ya sabemos que la niña está en una época mala. Ya se le
pasará- comentó el señor Fabray.

-Voy a avisarla, quizá a mí me haga caso-insistió la niñera.

Shelby comenzó a subir los escalones que le llevaban hacia la primera planta, donde se
encontraban las habitaciones. Desde ahí, ya podía escuchar el jaleo que tenía la adolescente
montado. Giró hacia la derecha en el pasillo y, en la primera puerta, se paró para golpear
enérgicamente.
-Quinn, ¿puedes venir a desayunar con tus padres, por favor?

La chica ya había bajado el volumen de su música considerablemente y, ahora, se encontraba


arreglándose para salir a la calle. Se acercó a la puerta y permitió a su niñera que pasara al
interior.

-¡Buenos días Shelby!-la saludó sonriente y con un beso en la mejilla.

-Buenos días, cielo.

-Qué, ¿te ha mandado la bruja?

-En realidad…no. Deberías bajar a desayunar con tus padres, ellos te han echado mucho de
menos.

-Paso de ellos.

-No seas así jovencita o te arrepentirás algún día.

-¿Arrepentirme? ¿Por qué? Si yo no he hecho nada…

-Tu madre te consiente todo lo que quieres, Quinn. Y ni te cuento el señor Fabray…

-¿Y qué? ¿Crees que criar a un hijo sólo conlleva darle una tarjeta de crédito y dejar que compre
todo lo que le apetece?

-La señora Fabray nunca te dejó hacer lo que quieres.

-Cuando está, cuando no… ¿Quién me controla?

-Pues yo, señorita.

-Pero tú eres una tía genial. Quiero decir… eres la mejor segunda madre que una persona pueda
tener. Sam tiene suerte de tenerte las 24 horas del día.

-Y tú también me tienes aquí para lo que necesites… Lo sabes, ¿no?

-Claro que lo sé Shelby… pero de verdad que no me apetece bajar ahí y sonreír cuando lo único
que quiero es salir disparada de casa y no verles la cara. Tú ya me entiendes.

-No te entiendo, pero te respeto. Si no quieres bajar… le diré a tu padre que te encuentras
indispuesta.

-Tranqui, ya voy. Si ya me estaba preparando…

-Pues entonces… ¡Genial! Te esperan abajo. Y ponte ese polo de color rosita que tanto le gusta a
tu madre, ¿vale?

-¿Perdona?-espetó Quinn con el ceño fruncido.


Shelby no contestó, sólo se limitó a volver sobre sus pasos. Quinn se quedó pensativa por un
instante. El polo rosa no. Sería capaz de ponerse cualquier cosa por no oír al ogro de su madre,
pero el polo rosa no. Lo odiaba a muerte; decía que no le sentaba bien el color por ser rubia.

-Si cree que me voy a poner el polo rosa…va lista.

El teléfono comenzó a sonar con una melodía que dejó sonar por más tiempo tan sólo para
tararearla, a la vez que observaba la foto que identificaba a la persona que la llamaba. Era Kitty,
su mejor amiga, o eso decía ella.

-¡Hey Kit! ¿Cómo llevas la mañana?

-Hola hermana, aquí vamos. ¿Y tú? ¿Conseguiste deshacerte ya del ogro?

-¡Qué va! Y vamos a tener que dejar aplazado ese café para más tarde… El ogro quiere que vaya
a desayunar con la familia. Ya sabes… es el único día que pasamos todos juntos.

-Tú familia es un rollo, tía. ¡Pero qué cursis sois, de verdad…! Bueno, ¿entonces qué? Yo ya estaba
de camino al bar… ¿Te espero o voy haciendo planes?

-Empieza tú si quieres y yo me engancho más tarde, ¿ok? Si puedes empezar a buscar cosas por
Internet, vamos adelantando cosas.

-Ok Quinn, te espero allí en un rato.

-¡Gracias! Te veo después.

Inmediatamente colgó el teléfono y terminó de colocar en la mochila las cosas que necesitaba
para su encuentro con Kitty. Hacía ya unos meses que la conocía y habían congeniado como si se
conociesen de toda la vida… Enseguida bajó a la cocina para tomar el desayuno.

-¡Por fin te dignas a aparecer preciosa!-era su padre el que se levantaba para darle un beso en la
cabeza.

-Lo siento, estaba terminando de hacer la mochila para ir a clase.

-Muy bien, señorita. Así me gusta.

-¿No puedes dejar esos auriculares en casa, hija?-su madre volvía a atacarla.

-¿Tanto te molesta que escuche música mamá?

-Me molesta que lleves esa cosa horrorosa en el cuello colgando todo el día.

-Pues yo no veo que tengan nada de malo mis auriculares... ¿Verdad que no, papá?

-En realidad a mí me gustan-le contestó su padre con una sonrisa.

-¿Ves? Tú eres la única que se opone.

Quinn recogió unas tostadas que había sobre la mesa y un vaso de zumo, se cargó la mochila y se
dispuso a salir de la cocina.
-¿Dónde crees que vas?-gritó Judy enfurecida.

-Donde me traten mejor que aquí.

-Hija, por favor, vuelve a la mesa. No hagas enfadar a tu madre. Venga…

-No, papá. Estoy harta; estoy harta de tener que hacer siempre lo que ella dice y cuando ella lo
dice. Y, encima, tiene tiempo para meterse con lo que llevo o dejo de llevar. Lo siento por ti papá,
pero no quiero compartir mesa con "esa".

Todos en la cocina se quedaron enmudecidos por el comportamiento de la rubia y se miraron


entre ellos. Fue Sam el que, ésta vez, se acercó a su hermana antes de que saliese por la puerta.

-Quinn, por favor, no te vayas.

-Sam, tú no lo entiendes porque aún eres pequeño. Ya me entenderás cuando seas mayor.

-¿Por qué te peleas tanto con mamá?

-Es ella la que se pelea conmigo, ¿no lo ves? ¡Hasta unos estúpidos auriculares le molestan!

-¿Me los dejas?-preguntó el niño con una sonrisa mientras tendía su mano.

-Claro, enano.

Quinn le dejó los auriculares a su hermano pequeño y éste se los colocó.

-¿A que molan?

-Sí, y suenan genial-contestó el niño.

-Prometo regalarte unos con la siguiente paga, ¿ok?

-¡Vale! ¿Puedes venir ahora a terminar de desayunar conmigo?-preguntó Sam con una carita
triste que ablandecía el corazón de su hermana.

-Ok pequeñajo, pero un tazón con cereales y me marcho, ¿ok?

-Gracias Quinn.

Quinn había conseguido salir de su casa tras tomar el tazón de leche con cereales que había
prometido a su hermano Sam. Caminó unos cuantos metros para alejarse de casa y atinó a
agarrar el paquete de tabaco que llevaba escondido en el bolsillo interior de su mochila. Fumar le
relajaba, aunque éste hábito no llegó a su vida hasta hacía un par de meses. ¿Por qué? Realmente
no lo sabía, quizá Kitty tuvo algo que ver con aquello.

Encendía el cigarrillo y caminaba con su iPod a todo volumen; ni siquiera su madre había sido
capaz de prohibir que saliese con buena música a la calle. Escuchar música y fumar le producía la
satisfacción necesaria para continuar con un gran día. Llegó al bar indicado en apenas unos 15
minutos, miró por la cristalera para identificar a su amiga entre la multitud, y se adentró por la
puerta segundos más tarde.
Kitty no tardó en visualizarla en su campo de visión y alzó la mano para saludarla.

-¡Q! Estoy aquí-saludó la chica con energía.

-Hola Kitty, ¿qué tal estás?

Quinn se acercó a la mesa de la chica, le regaló dos besos a modo de saludo y se sentó junto a
ella.

-No podría estar mejor.

-¿Alguna novedad?

-Pídete primero el café y te cuento. Te vas a morir de la envidia.

Ambas chicas miraron hacia la barra para avisar al camarero que no tardó en llegar a tomarles
nota. Kitty, que ya llevaba un tiempo allí, volvió a repetir su pedido para hacerle compañía a su
amiga.

-¡No te lo vas a creer!

-Cuéntame ya, que me tienes completamente intrigada desde esta mañana, tía.

-He conseguido entrar en la lista de invitados para los premios MTV, ¿no es alucinante?

-¿Enserio? ¡Whow! ¡Si que tienes influencias…!

-Bueno… en realidad pagué a un tío para que hackeara un concurso y así poder proclamarme
vencedora.

-Alucino contigo. Enserio…nunca se me habría ocurrido.

-No te pongas celosona, anda… Que tengo un pase para ti.

-¿Para mí?-cuestionó Quinn completamente sorprendida.

-Sí, para ti… ¿Quién mejor que tú? Eres mi amiga, mi hermana, mi compañera de batallitas…
Además, tendremos pase de backstage, ¿sabes lo que es eso? ¡Estaremos rodeadas de todas las
celebrities del momento!

-Whow Kitty… No sé qué decir…

-¿Gracias?

-Gracias, es alucinante.

-Bueno, tenemos un pequeño problemilla y es que este año se celebra en Nueva York.

-¿Nueva York? ¡Pero si eso está lejísimos!

-No tanto… El problema es… bueno, yo he conseguido los pases y eso, pero me fundí toda la pasta
que tenía ahorrada para pagar el tipo que me realizó el hackeo.
- Ya… Y tú has pensado que quizá Quinn, tu amiga, tu hermana, tu compañera de batallitas…
tiene un banco andante que va escupiendo dólares a cada paso que da, ¿no es cierto?-Quinn
ironizó su discurso de principio a fin.

-Tía, no seas un muermo. Sólo tienes que usar el plastiquito ese que te dio tu madre para tenerte
contenta…

-¿La tarjeta de crédito? ¿Estás loca? Prefiero ahorrar con mi paga del mes antes que comprar algo
con la tarjeta y que mi madre se acabe enterando…

-No tiene por qué enterarse. Mira, sacamos el dinero y ¡voilà! Tu madre no sabrá en qué te lo has
gastado.

-Déjame que me lo piense, ¿vale? ¿Cuándo sería el viaje?

-Este fin de semana.

-¿Este fin de semana? ¡IMPOSIBLE! ¡Mis padres estarán en casa!-Quinn se levantó alterada por la
información.

-Pensaba que eras más enrollada tía… Venga, no tienes nada que perder. ¿Ahora vas a pensar en
tu familia? ¿En tus padres? ¿Enserio? Llevan todo el año dejándote tirada como un puto perro en
esa mansión, controlada por una mujer súper rarísima que te llama "cielito" y que en realidad está
ahí porque tiene que cuidar de tu hermano pequeño. ¿Enserio? No me lo creo, Quinn. Tú siempre
me has dicho que odias a tu madre y creo que esta es nuestra oportunidad de conocer a la gran
diva. Ya sabes…

-¿A ella? ¿De verdad? ¿Acaso va a esa fiesta de la que me hablas?

-¿Me estás jodiendo Quinn? ¡Es la puta ama! ¡Claro que va a estar! Está nominada en todas las
categorías a las que ha podido optar. Porque ya ha enseñado una teta en directo que si no… diría
que podría entrar en la categoría de hombre también y ganarles a todos-reía ante su última
ocurrencia meneando la cabeza hacia ambos lados.

Quinn se quedó pensativa varios segundos. No podía creer lo que estaba escuchando y se quedó
completamente colapsada. Ella iba a estar ahí. La gran diva iba a cantar en directo e iba a poder
verla de cerca. Seguramente estaría por el backstage y podrían incluso hasta saludarla… No podía
perder esa oportunidad. Era la tarjeta y la diva, o sin tarjeta y sin ELLA.

-De acuerdo Kitty, cuenta conmigo.

-Sabía que no me ibas a fallar, Quinn.

-Pero… ¿y los otros planes?

-Siguen en pie, por supuesto.

-Ok, pues tendrás que contarme algo más sobre toda esa locura. Es la primera vez que lo hago.

Rolling Stone

La semana escolar había dado su comienzo nuevamente en un caluroso mes de mayo. Quinn,
como cada día, se disponía a comenzar el jueves con muchas ganas y energía. Conectó su equipo
de música e hizo retumbar toda la casa al ritmo de una música que ella creía única; especial. Los
ritmos estaban basados en una fusión de pop y rock, algo muy extraño para quienes tan sólo
habían escuchado a los clásicos. Sí, Quinn había sido una de esas chicas que se habían
enamorado de los clásicos hasta que apareció ella, la gran diva.

Todo el mundo se pregunta qué es lo que tiene esa cantante de especial para mover tantas masas
de fans. En un principio, a nadie le gustaba… pero ha ido emocionado y conectando a más de
medio mundo con su música. Es una artista mundial, de esas que pocas veces puedes ver cantar
en directo, de esas que tienes que arriesgar para poder conseguir un autógrafo. En definitiva, el
mundo que rodeaba a la gran diva era una completa locura.

Y eso Quinn lo sabía. Sabía que poder ver a esa mujer era prácticamente imposible; de hecho, no
veía otra forma que aquella que le proponía Kitty hacía tan sólo unos días.

Y la idea seguía rondando por su cabeza hasta que dos golpes, en la puerta de su habitación, la
sacaron de su ensimismamiento.

-Quinn, baja a desayunar. Sam y yo te estamos esperando.

-Vale Shelby, dame unos segundos-contestó a la mujer mientras bajaba el volumen del aparato.

-No tardes o llegaréis tarde a clase.

-Tranquila, ya estoy arreglada.

Mentía y Shelby lo sabía. Quinn era una de esas adolescentes que se evaden en sus cosas
repetidamente y Shelby, su cuidadora, lo sabía perfectamente; al igual que sabía la obsesión que
había desarrollado hacia esa chica que cantaba en televisión.

-¡Hey, Quinn!-saludó su hermano sonriente.

-¿Qué pasa enano? ¿Has dormido bien?-le revoloteó el pelo con una mano mientras que con la
otra cogía un vaso de zumo.

-Sí, he dormido un montón.

-¿Seguro? Porque anoche escuchaba desde mi habitación una musiquita que se parecía a esas de
tus videojuegos…

-Bueno, jugué un rato… Es que por las noches es cuando más gente está conectada para hacer las
misiones.

-Que no se vuelva a repetir jovencito-Shelby se giró hacia la mesa y se metió en medio de la


conversación entre hermanos.

-Déjalo Shelby, si tampoco era tan tarde…

-Yo estoy aquí para cuidaros, no puedo permitir que vayáis tarde a dormir y que luego no rindáis
en clase.

-No te preocupes, seguro que Sam rinde bien en el instituto hoy, ¿verdad?
-Por cierto… ¿Hoy tienes entrenamiento, Sam?

-Sí-contestó el menor de los Fabray.

-¡Buah! ¡Lo había olvidado por completo!

-¿Algún problema Quinn?-preguntó la niñera.

-No, es solo que había quedado, pero puedo cancelarlo.

-Jo, sólo tienes que llevarme a clases de baloncesto un par de días a la semana. ¿Tan difícil es de
acordarse?-se quejó el niño.

-Tenía otras cosas en la cabeza, enano. Pero no te preocupes, llegaré a tiempo para llevarte a tus
clases.

-No Quinn, ya lo llevo yo, ¿ok? Tú haz eso que tengas que hacer esta tarde… pero no vengas
tarde a cenar.

-¿Nos vamos Sam?

-No, me lleva Shelby en el coche.

Quinn recogió su mochila y salió por la puerta de casa un tanto molesta. Odiaba que Shelby la
reemplazase en aquello que ella estaba capacitada a hacer. Tan sólo tenía que hacer dos cosas
con su hermano: una, acompañarlo al instituto y, dos, llevarlo a las clases de baloncesto;
últimamente Shelby se estaba metiendo en su terreno, pero en el fondo no le importaba pues así
tenía más tiempo para hacer otras cosas.

Nada más poner un pie en la calle, sacó su paquete de tabaco y encendió el primer cigarrillo del
día. Estaba nerviosa y era la única forma de tranquilizarse. Cada día, solía pasar por delante de
una tienda de esas que venden revistas y, en la cristalera, se paraba a visualizar las portadas de
las más importantes. A Quinn le gustaba terminarse su cigarro observando detenidamente cada
una de ellas, sobre todo las que tenían algo que ver con la música.

-Deme la Rolling Stone, The Billboard, Cosmopolitan y Marie Claire, por favor.

-Aquí tiene, ¿no quiere la Asos?

Quinn se quedó mirando al dependiente con una ceja elevada y, segundos más tarde, frunció su
ceño.

-¿Perdone? ¿Por qué iba yo a querer la revista Asos?

-Bueno, teniendo en cuenta que se lleva todos los ejemplares en los que sale ella…-comentó
señalando la imagen de la chica que salía en portada-. Debería saber que Asos trae también un
reportaje.

-Ah, ok. Pues deme esa también-sonrió al hombre. Gracias.


Rutina que le encantaba: cigarro, comprar todas las revista donde salía su gran diva… y el café.
Un café rápido mientras ojeaba por encima las fotografías que iba a utilizar para seguir adornando
su habitación.

-¡Whow! Menos mal que hice caso a ese viejo cascarrabias… ¡Qué pedazo de reportaje! Tengo que
llamar a Kitty para contárselo-dijo para sí misma en voz alta.

Cogió su iPhone y marcó el teléfono de su amiga, la cual tardó un segundo en contestarle.

-No sé si lo habrás visto, pero nuestra diva sale en primera plana en la revista Asos. Y qué
reportaje tía…

-¿Quinn? ¿Dónde estás?

-En el bar, ¿por?

-¡Dios! ¡Ven para clase de inmediato!

-¿Qué pasa Kitty?

-El ogro está aquí, ha venido a buscarte.

-¿Qué?

-Lo que escuchas tía, me ha preguntado dónde estabas y le he contestado que estabas en una
clase extraescolar fuera de las instalaciones.

-Pero… pero si se suponía que llegaba mañana…

-Quinn, me da igual lo que supongas. Ven cagando leches si no quieres que me mate con la
mirada.

-Ok, voy enseguida.

La noticia, de que su madre estaba en el instituto esperándola, realmente le aterraba. ¿Qué haría
su madre un jueves por Lima? Era prácticamente imposible, pero aun así, recogió todas las cosas
que tenía sobre la mesa y se fue para el instituto.

-¿Mamá? ¿Qué haces aquí?

-¿Una ya no puede venir a ver cómo le va a su hija en el instituto?

-Ehm… ¿Algún problema?

-No, ninguno hija. ¿Dónde estabas?

-En una clase. Ya te lo dijo Kitty, ¿no?

-En realidad, sí que me ha comentado algo… pero es que no llegué a creerla del todo. Pensé que
te habías fugado.
-¿Fugarme? No… Qué va mamá… Cómo piensas esas cosas de mí…-atinó a contestar casi
tartamudeando por los nervios.

-Bueno, tengo que ir a ver a la psicóloga del centro. ¿Te espero a la salida?

-¿Has dicho a la psicóloga?

En ese momento, Quinn comenzó a sentir angustia pues creía que el motivo de la visita de su
madre a la psicóloga del centro se debía a ella. Respiró profundamente, entrecerró sus ojos un
par de veces y volvió a conectar su mirada a la de su madre.

-¿Qué ha pasado?

-Eso me pregunto yo… Si mi hija mayor no sabe qué es lo que está ocurriendo con su hermano
siendo ella quien está estudiando con él en el mismo centro…

-¿Sam?-frunció su ceño a la misma vez que respiraba aliviada.

-Sí, creo que se ha metido en problemas.

-¿Sam en problemas? ¡Imposible, me habría enterado!

-Pues ya ves que no… Así que voy a ver qué me dicen. Entonces, ¿te veo luego o no?

-Gracias, mamá, pero prefiero volver caminando a casa.

-Como quieras hija.

Judy se acercó a su hija e hizo el amago de besarle la cabeza, acto que por supuesto Quinn evitó.
No quería que la viesen junto a su madre y mucho menos, bajo ningún concepto, iba a dejar que
ésta le besase la cabeza en público.

A lo lejos divisó a su amiga Kitty, la cual estaba esperándola sentada en un banco del jardín que
adornaba la entrada del edificio. Si situaba a la sombra, bajo un árbol que la cobijaba de aquél
caluroso día.

-Kit…

-¡Quinn!

-Dime.

-Gracias a Dios que ya llegaste. Pensé que tu madre me mataba…

-No seas dramática, por favor. Mi madre puede ser todo lo ogro que quieras, pero no sería capaz
de matarte.

-Pues a mí me lo parece.

-A ti te parecen muchas cosas y solo son fantasmas.

-Por cierto, ¿cómo va el tema del plastiquito?


-Bueno… iba a ir al banco a retirar el dinero y, después, a reservar los billetes…pero, con lo de mi
madre, no he tenido tiempo.

-Si quieres te acompaño y tomamos una cerveza juntas.

-Pero tendrá que ser después de las clases. Mi madre estará observando mis movimientos hasta
que se vaya con Sam.

-¡Eso! ¿A qué ha venido tu madre?

-Creo que Sam está en problemas. No sé… quizá le haya pasado algo y no me he enterado. Debió
de ser esta semana, mientras organizábamos todo el tema del viaje.

-Puto enano…

-¡Hey!-golpeó a la chica en el brazo. No te metas con él, ¿vale?

-Está bien… protegeremos al enano también. ¿Algo más su majestad?

-Déjate las tonterías y vamos a clase.

El día dentro del instituto había pasado muy lento para las chicas, pero ahora disfrutaban de una
buena cerveza que habían adquirido en una tienda cercana con sus carnés falsos. Disfrutaban
sentadas en el escalón de un portal que daba acceso a una vivienda.

-Vaya día, ¿eh? Solo tengo ganas de dormir y que pasen las horas para irnos hacia Nueva York.

-¿Sabes ya qué le vas a decir a tus padres?-preguntó Quinn nerviosa.

-Les dije que me iba con tu familia a pasar el fin de semana por ahí.

-¿Cómo puedes decirles eso? ¿Y si se encuentran tus padres y los míos? ¿Qué vamos a hacer si
eso ocurre Kit?

-Quinn… tranqui, ¿vale? Tus padres no conocen a los míos o… ¿acaso no lo recuerdas? Decidimos
no presentarles para poder hacer estas coartadas cuando fuésemos a los conciertos, ¿no?

-Es verdad, lo olvidé por completo.

-Así que, ahora tú sólo tienes que decir al ogro que vienes con mi familia de viaje. Ya está.

-Bien, les diré que voy contigo y tus padres a Nueva York, así el dinero que saqué de la cuenta
puedo achacarlo a esos gastos.

-¿Estás tonta? ¡Nunca digas dónde vas a estar! ¡NUNCA!

-¿Por qué?

-Quinn, si le dices a tus padres que vas a Nueva York, y este fin de semana ponen la televisión,
está claro que te van a pillar. Van a saber que hemos ido a verla y lo peor no es eso, lo peor será
cuando veamos aparecer al tu madre allí y nos joda la escapada.
-Es cierto, qué putada.

-Ya sabes que tu madre está con la mosca detrás de la oreja siempre. No debes alimentar su
curiosidad.

-Ok, Kit. Ya veré qué excusa le pongo.

-No te preocupes, a mí también me pasaba al principio. Eso de mentir no gusta a nadie, tía, pero
es eso o morir de asco en casa. Tú verás…

-Te juro que como algo de esto salga mal, te haré pedacitos.

-¡Hey!-golpeó a Quinn en el brazo. No me seas tan macabra, no quiero derramar mi sangre por
ahí.

-Pensé que estarías más a gusto hecha pedacitos que en tu casa-rio al ver la cara de asombro de
Kitty.

-¿¡Qué!?

-Nada, déjalo. Estaba pensando en ese guitarrista de cresta que te encanta. Él sí que es
siniestro… Sería capaz de hacerte pedazos y venderte para hacer picadillo de carne.

-Siniestro y guapo, no olvides esa parte-suspiró Kitty evadiéndose en sus pensamientos. Hay algo
en él que me encanta… Uff es tan… ¿potente?

-No lo sé, ya sabes que yo soy más del otro bando.

-Lo sé, mejor para mí, así tendré al guitarra para mí solita. Tú quédate con el resto de lesbianas
reprimidas que componen la banda.

-¿Lesbianas reprimidas dices?

-Bueno, eso se comenta… ¿no?

-Que yo sepa, la batería está saliendo con la mánager de la diva.

-¿Cómo sabes tú eso?

-Esta mañana leí una entrevista en la revista Rolling Stone y hablaban también de los
componentes de la banda. Al parecer, se ha vuelto a generar una gran expectación por hallar la
orientación sexual de nuestra diva… y, bueno, ella sólo se ha limitado a decir que apoya cualquier
tipo de amor, sea como sea. Y, después, las mencionó a ellas y también al tipo de la cresta.

-¿Qué decía sobre él?

-Pues por lo visto es un picha brava y tiene a todo el público femenino, y heterosexual,
revolucionado.

-¡No me jodas! ¿Llevas ahí esa revista?

-Sí, espera…
Quinn sacó de su mochila las revistas que había comprado por la mañana y abrió el ejemplar en el
que se había publicado la entrevista. Consiguió encontrar la página y se la mostró a su amiga.

-Mira… Es aquí donde pone: "la cantante Rachel Berry desmiente los rumores sobre su supuesta
homosexualidad".

Escapada

Había llegado el día tan esperado. Quinn caminaba nerviosa de derecha a izquierda en su
habitación. Por una vez, en lo que llevaba de año, la rubia adolescente no encendió su aparato de
música. Estaba tensa, todo su cuerpo le temblaba sólo de saber que iba a mentir a sus padres. Sí,
ese fin de semana sus padres estaban en casa, algo raro en ellos, lo que hizo cambiar
nuevamente todos los planes.

Quinn ya tenía preparada su mochila; había metido en ella todo lo necesario para pasar los tres
días que iba a durar su corto viaje a Nueva York. Quizá había prescindido de cosas que jamás
pensó que desecharía en un viaje de esas características, pero tampoco podía llevar un excesivo
equipaje para que las cosas salieran como debían.

Decidida, cargó con el escaso equipaje y bajó hacia la entrada de la casa, depositó allí la mochila
y caminó hasta la cocina para desayunar bien. Le esperaba un largo camino hasta llegar a su
destino y quería alimentarse de forma abundante para ahorrarse algo de dinero durante el viaje.
Cuánto menos comiese durante el trayecto, menos gasto haría.

-Quinn, hija, ¿vas a alguna parte?-preguntó el señor Fabray con cara de extrañeza.

-Ehm… Esto, bueno… Iba a contároslo ahora mismo, ha surgido de repente.

-Te vas así, sin más. ¿Ni siquiera vas a pedir permiso? Aún eres menor de edad para hacer lo que
te dé la gana-la señora Fabray se levantó de su asiento para comprobar qué era lo que su hija
había dejado en la entrada.

-Me voy con Kit de viaje. Sus padres me han invitado.

-¿A dónde? Porque esta mochila es demasiado pequeña…-Judy se acercaba de nuevo hacia la
cocina con la mochila en la mano mientras registraba lo que se encontraba en su interior. -
¿Cuántos días te vas?

-Me voy esta tarde y vuelvo el domingo. Es un viaje exprés.

-Creí que querías que pasara tiempo con mi familia… Y ahora resulta que mi hija mayor se apunta
a un viaje con unos completos desconocidos.

-Lo siento mamá, ellos me invitaron y están contentos de que pueda acompañarles.

-Quiero su número de teléfono.

Primera cagada. Para empezar, no tenía el teléfono de los padres de Kitty…pero tampoco iba a ser
buena idea darle a su madre el número verdadero si no quería que se enterase de su mentira. Y
tampoco iba a ser buena idea ponerle alguna excusa para no poder dárselo. Se encontraba en un
verdadero aprieto del que pretendía salir airosa.
Como siempre, su padre no se metía en el asunto, tan sólo miraba cómo su esposa seguía
registrando las pertenencias de su hija.

-Papá, ¿no vas a decir nada?

-¿Qué, hija?-Russel volvía de sus pensamientos y miraba la cara de preocupación de su pequeña.

-¿No vas a decir nada?

-Bueno, quizá tu madre tenga razón… No conocemos de nada a esa familia, tan sólo a su hija y no
es que tengamos buenas referencias. No sé, es lógico que podamos hablar con ellos por teléfono
al menos, sobre todo por si pasa algo durante el viaje, ¿no?

El gesto de Quinn se lo dijo todo. Sabía que su hija no estaba de acuerdo con aquella contestación
que él le había dado, pero no podía hacer nada tratándose de una idea de Judy.

-Lo siento hija, es lo mejor para todos.

-Ok, papá. Ya veo de qué lado estás.

Quinn arrancó la mochila de las manos de su madre y comenzó a meter en el interior todo lo que
ésta había dejado fuera. Echó en una bolsa unos donuts y un bizcocho de chocolate, que Shelby
había cocinado para el fin de semana, y sacó del frigorífico una botella de agua, que también
llevaría consigo.

-¿A dónde crees que vas?

-A alguna parte donde me soporten y me quieran algo más que en esta familia.

-Deja todo lo que has cogido en su sitio. Siempre estás igual, que yo sepa ésta familia te ha
consentido todo lo que has querido.

-¿El qué? ¿Qué me has consentido tú mamá? Ni siquiera me dejas escuchar la música que me
gusta. Eres una egoísta, una egocéntrica; siempre quieres que los demás hagamos eso que a ti te
hubiese gustado hacer y que no pudiste en su día. Pues… ¿sabes qué? Vivir la vida está dentro de
mis planes e iré a ese viaje te guste o no.

-Será si yo te doy permiso.

-Tú perdiste toda la autoridad en cuanto saliste por esa puerta y me dejaste completamente sola
durante años. Lo siento, ahora no puedes volver y pretender que todo cambie. Esta es mi vida,
esto es lo que soy y voy a irme, ¿ok?-dijo esto último mirando a su padre y señalando la puerta
de salida.

-Deja ahora mismo esa mochila sobre la mesa-Judy amenazó con el dedo a su hija.

-No me da la gana.

Judy no se lo pensó dos veces y abofeteó la cara de Quinn. Era la primera vez que lo hacía, por
eso todos los demás se quedaron completamente boquiabiertos en sus lugares, sin moverse.
Quinn se tocó la mejilla derecha, donde había recibido el golpe.
-¿Pero qué coño…?

-Ni se te ocurra decir media palabra. Estás castigada.

-¡Judy!-Russel reaccionó y se levantó de su silla.

-Y a ti ni se te ocurra moverte de esa silla, ¿me oyes?-Judy amenazaba ésta vez a su marido.-Se
han acabado las salidas, se ha acabado esa estúpida música. Y, por supuesto, nada de viajes.

-¡Mamá…!

-Ni me hables, ¿vale? Sube a tu habitación.

La chica cogió sus pertenencias, echó una mirada desafiante a su madre y comenzó a caminar por
la cocina en dirección a su habitación. Estaba a punto de llorar, no quería que eso le sucediera en
aquél momento, pero no pudo evitarlo tras pasar por al lado de su padre y recibir una mirada de
arrepentimiento.

-Lo siento hija…-dijo casi en un susurro.

-Ya es demasiado tarde para sentirlo, papá -atinó a contestar con la voz entrecortada.

Una vez en su habitación, Quinn buscó su teléfono para avisar a Kitty de las novedades. Sabía que
su amiga la iba a matar después de la noticia, pero ya no podía hacer nada. Su madre era difícil
de convencer y su padre no estaba por la labor de hacerlo. Ya no le quedaba ninguna esperanza.

-Kit, mi madre me ha castigado sin salir. He intentado salir de casa con la excusa de que iba
contigo y con tus padres de viaje pero se ha alterado y hemos terminado discutiendo, como
siempre.

-¿Qué? ¡No puede ser Quinn! ¡No puedes hacerme esto! No ahora…

-Lo siento, no puedo escaparme. Mi madre vigila cada movimiento que hago.

-Ok, vamos a hacer lo siguiente. Voy a ir a tu casa y voy a decirles a tus padres que estamos
esperándote para irnos. Intentaré presionar comentándoles que ya están los billetes pagados y las
reservas hechas. No puede oponerse a eso, sería como tirar el dinero.

-A mi madre eso le importa una mierda, incluso sería capaz de pagarte los gastos. Total, lo único
que le interesa es joderme y tenerme aquí encerrada…

-Bueno, no perdemos nada por intentarlo, ¿no?

-Pero… va a pedirte el teléfono de tus padres, se va a poner muy pesada… No creo que sea buena
idea.

-Ok, entonces tengo otra idea. Escápate.

-¿Que me escape? ¿Cómo?

-Pues escapándote, Quinn. Coges tus cosas, las tiras hacia el jardín y escapas por la ventana. No
es tan complicado.
-Claro, y yo soy Wonder Woman, ¿no? Tía, no puedo saltar desde esta altura hasta el jardín.
¡Podría matarme!

-¡Dios! ¿Por qué eres tan complicada? Nunca pensé que echarme una amiga pija conllevase tantos
problemas. Enserio Quinn, puedes bajar sin problema por el árbol que da a la ventana de tu
habitación.

-¿Y tú cómo estás tan segura de eso?

-Yo tengo uno igual en mi jardín, que da para la ventana de mi cuarto de baño y, bueno, es por
donde suelo escapar.

-Ufff… ¿Y cuándo?

Quinn se estaba empezando a agobiar, pero no le parecía tan mala la idea que le presentaba su
amiga. Había que arriesgarse, además, no todos los días una podía conocer a Rachel Berry. Tenía
que hacerlo sí o sí.

-Ok Kit, está bien. Voy a bajar a por unas palomitas y algunas golosinas y ya te aviso cuando
salga para tu casa.

-Ok Quinn. Suerte. Ciao.

-Gracias. Ciao.

Quinn había analizado todas las veces que había estado castigada en situaciones anteriores; sabía
que su madre, una vez que ella se encerraba con las palomitas y las golosinas en su cuarto, no
aparecía para comprobar si aún seguía allí. Tenía que jugársela, al menos ya no tenía nada que
perder; total, ya estaba castigada.

Esperó unas horas en su cuarto y, en cuanto escuchó a su madre encender la televisión, comenzó
a desarrollar el plan. Cogió sus cosas y las tiró por la ventana, dejándolas caer sobre unos
arbustos no muy lejanos a la puerta trasera de la casa. Después, con sumo cuidado, posó el
primer pie sobre una rama grande del árbol que la ayudaría a descender hacia su libertad.

Un pie, después el otro… Con mucho cuidado, agachó su cabeza para poder sacar todo el cuerpo
fuera de la ventana y agarrarse al fornido tronco. Aguantó el equilibrio y buscó la posición más
cómoda para bajar. Después, apoyó un pie en un resquicio de su derecha y lo demás fue coser y
cantar. Quinn estaba en completa forma, no iba a tener problema alguno en bajar desde la altura
que le separaba entre el primer piso y el suelo del jardín. Lo hizo con delicadeza, en silencio y de
manera ágil.

Una vez en el jardín, se agachó para pasar bajo todas las ventanas que había a la vista. Para su
fortuna, las ventanas que daban a esa parte de la casa eran las de la cocina, el baño y una
habitación que estaba habilitada como despacho de su madre y que, por el día y la hora que era,
no iba a estar utilizándolo.

-Kit, ya estoy en la calle. Voy para tu casa, ¿ok?-anunció Quinn tras llamar a su amiga con su
teléfono móvil.

-¡Ya era hora Quinn! Menos mal que tenemos hasta la noche para coger el autobús.

-No te preocupes, llegamos a tiempo.


-Lo sé, lo sé… Bueno, tengo buenas noticias. Mis padres no están en casa, se han ido a pasar el
fin de semana a un Spa y podemos comer aquí. Nos hacemos un poco de pasta con lo que
pillemos por la cocina y salimos pitando para la estación.

-Está bien, en veinte minutos estoy ahí.

-Te espero.

Quinn caminaba nerviosa por la calle, no se había dado cuenta de la imprudencia que estaba
cometiendo hasta ese momento. Se arrepintió, sí, pero tan sólo le hizo falta encontrar un pequeño
aliciente para no abandonar el plan: ELLA. La música de Rachel Berry sonaba a todo volumen en
un coche que estaba esperando en el semáforo rojo que le permitía a ella cruzar la carretera. Se
volvió hacia el coche y afinó aún más su oído. Sí, sin duda alguna era ella. La voz de Rachel Berry
era inconfundible.

El muchacho, que conducía el vehículo, se percató de la situación y sonrió a Quinn, elevó el


volumen y cantó con la música de fondo. La adolescente sonrió también y se animó a cantar con
él mientras cruzaba al otro lado de la carretera.

-Perdona guapa, ¿te llevo a algún sitio?-el chico resolvió la música por completo y le gritó.

-No, gracias. Voy a casa de una amiga.

-Pensé que quizás irías a los MTV. Me llamó mucho la atención tu mochila.

Quinn echó un vistazo a su mochila y sonrió. Era de un azul completamente oscuro, casi negro, y
sin adornos, pero se podían distinguir varias decoraciones con la cara de Rachel Berry. Había
conseguido personalizar esa mochila con la ayuda de unos transfer y unas chapas que pudo
encontrar a través de eBay.

-En realidad, mi amiga y yo sí que vamos a ir-sonrió sonrojada.

-En mi coche hay sitio para 3 más, si queréis…

-Gracias, pero ya tenemos nuestros billetes de autobús. Tal vez mañana nos veamos por allí.

-Venga, a disfrutar-el muchacho arrancó y se perdió en el final de la calle.

-¡Adiós! ¡Y gracias!

Al final, Quinn había olvidado todo el remordimiento que tenía minutos antes en su cabeza y
siguió caminando en dirección a casa de su amiga Kitty.

Sonrió para sí misma, y es que Rachel Berry cada vez estaba más cerca.

Nueva York

El camino hacia Nueva York había sido un completo agobio para Quinn y Kitty. Viajar en autobús
no era lo más confortable para un destino que se encontraba a unos cuantos kilómetros de su
ciudad. Aun así, las chicas habían disfrutado del trayecto mientras recordaban anécdotas de su
cantante favorita y cantaban sus canciones en un intento de competición, que ninguna iba a
perder pues se sabían las letras desde la primera hasta la última.
El viaje había sido bastante largo, pero pernoctar en el autobús, de camino, les había ahorrado
una noche más de hospedaje. Una vez llegadas a su destino, ambas chicas caminaron hasta llegar
al lugar donde pasarían esa noche. De más está decir que aquello era un hostal cutre, en el que ni
tan siquiera podrían acostarse sobre la cama sin pensar en los bichitos que conseguirían recorrer
sus cuerpos a la hora de dormir. No sabían si iban a poder dormir pero, al menos, tendrían un
lugar donde descansar.

-Quinn, fíjate en esa manchita de sangre en mis sábanas… ¡Buajjj!-señaló la chica con cara de
repugnancia.

-Y mira las mías… ¡Están llenas de pelos! ¡Qué asco!

-Tía, creo que esto es un hostal putero…

-¿Qué dices Kit?

-Pues eso Q, que parece un hostal de esos a los que vienen a acostarse las putas con los clientes.

-¿Estás de coña? No creo que pueda pegar ojo en toda la noche en este sitio.

-Bueno… al menos tendremos un sitio donde poder descansar y donde poder ir al baño.

-Me sorprende que esté en este estado. En la página web parecía mucho más nuevo y… limpio.
Además, me ha costado bastante caro para ser un hostal "putero"-imitó la entonación de su
amiga mientras decía la última palabra y la entrecomillaba con sus dedos.

-Voy a ver cómo está el baño…

Quinn, por su parte, echaba un vistazo más a la estancia y se quedaba enmudecida con lo que
estaba observando. En su lado de la cama, las losas del suelo estaban completamente despegadas
de él y se encontraban apiladas en un rincón.

-¡Quinn! ¡Ven aquí! ¡Tienes que ver esto!-gritaba Kitty desde el baño.

-No Kit, tú tienes que ver esto…

-Ven tú primero-insistió la muchacha.

Quinn se acercó hacia la puerta del baño y se quedó mirando desde fuera pues dentro no podían
caber dos. El baño era minúsculo y sólo estaba equipado con lo justo y necesario: váter, lavabo y
ducha.

-¡Mira Quinn! Puedo mear y ducharme a la vez-soltó Kitty divertida.

Quinn tuvo que reírse, ya no sólo por la posición en la que se encontraba la ducha, sino por la
ocurrencia que había tenido en ese momento su amiga. Kitty simulaba estar sentada en el inodoro
y miraba hacia arriba, donde se encontraba la salida de agua de la ducha.

-¡Qué fuerte! ¿Cómo puede estar eso ahí? Enserio, ¿quién se ducha encima de un váter?

-No lo sé tía, pero hazme una foto.


-¿Una foto?

-Sí, estas cosas hay que recordarlas.

-Ok, voy a por la cámara. Un segundo…

Quinn buscó la cámara en su mochila y echó la foto a su amiga en la misma posición en la que se
la había encontrado. Revisaban las diferentes fotos en la cámara y se reían.

-¿Enserio vas a dejarme subir esta foto a Facebook?

-Quinn, si no subimos estas fotos a las redes sociales es como si no estuviésemos aquí. ¡Nadie se
va a creer que me he duchado sobre un retrete!

-Ok, ahora ven tú a ver esto…

Ambas chicas salían del baño para ir al lado donde iba a descansar Quinn.

-Mira esto…-señaló el suelo completamente desconchado.

-¡Joder tía! ¡Este sitio se cae a pedazos!

-Supongo que será por la humedad… Lo más divertido es que se han ido cayendo y las han dejado
ahí en el rincón-reía.

-Desde luego… este viaje nos va a dejar muy buenos recuerdos.

-Eso espero.

-Ok, ¿vamos a la ducha o pasamos directamente?

-Yo creo que voy a pasar… No me fio ni tan siquiera del agua que salga de esa cosa.

-Bien, pues vamos a cargar el bolso y nos vamos.

-¿Ya?

-Tenemos que estar en el lugar que nos han citado dentro de…-Kitty miró su reloj e hizo los
cálculos. –Dentro de unas cuatro horas.

-Aún queda un rato para eso…

-Peeeeeeero… resulta que tu amiguísima Kit se ha enterado de una cosita y quiere que la
acompañes.

-¿Dónde vamos?

-Tengo que conectarme un momento a Internet, tienen que pasarme un chivatazo sobre la diva.

-¿Un chivatazo sobre Rachel Berry?

-¡Shhh! No lo digas muy alto. Las paredes oyen, Q.


-Ok, ok, lo siento. ¿Qué es exactamente eso que tienen que decirte sobre ella? Ya sabes… de la
innombrable.

-Resulta que he ligado por Internet con un muchacho que va a trabajar de técnico de sonido en el
espectáculo y, al parecer, sabe dónde se va a hospedar la diva. Tenemos que ir a verla.

-¿Y tú te fías de ese muchacho?-preguntó Quinn, con el ceño fruncido, no muy convencida de
aquella información.

-A ver Q… Ya te hablé del foro, ¿no? Y del grupo cerrado de Facebook en el que hablamos de ella…
Pues resulta que hay un chico muy mono que está en su círculo cercano y que está dispuesto a
darnos toda la información.

-¿A cambio de qué?

-¡Quinn! ¿Por quién me tomas? A cambio de NA-DA.

-No sé Kitty, parece un tanto extraño, ¿no crees?

-Bueno, yo voy a hablar con él a ver qué me dice.

Quinn miraba a su amiga completamente asombrada. Era cierto que alguna vez le había hablado
de esos foros y grupos de reunión donde la gente se unía para hablar de la cantante y compartir
fotos, videos y vivencias, pero ella aún no lo había probado. A Kitty la conoció por casualidad,
cuando en el instituto les tocó hacer una exposición sobre aquellas cosas culturales que adoraban
y ambas lo hicieron sobre Rachel Berry. Fue una coincidencia que, más tarde, las llevó a quedar
para compartir experiencias y así Quinn pudo conseguir una amiga que conectase con ella en este
tipo de cosas. Kitty le había enseñado todo lo que ella conocía hoy sobre el fenómeno fan; era su
maestra y se lo debía todo a ella.

-Está bien Quinn, ya tengo anotada la dirección del hotel donde se hospeda. ¿Vamos?

-Vale, recogeré mis cosas.

La rubia adolescente se había dado cuenta del tiempo que se había quedado pensando en cómo
Kitty la había ayudado para llegar hasta ahí. Cogió sus cosas, sonrió a su amiga y, tras llegar a la
parada de taxis, montaron en uno que las llevó directas a la puerta del ansiado hotel.

-¡Whow! ¡Esto sí que es un hotel Quinn!

-Ya te digo…

-Rachel es afortunada de tener la fama que tiene. Yo también quiero estos lujos-Kitty no podía
dejar de mirar hacia arriba para observar con detenimiento cada detalle de aquél lugar.

-Si fueses la mitad de famosa que ella… ya podrías permitirte un hotel de estas características-
sonrió.

-Bueno, vamos a buscar la entrada y la esperaremos en el hall.

-No podemos entrar ahí así. No vamos a pasar desapercibidas.


-¿Por qué no?

-Kit, es un hotel de lujo. ¿Acaso crees que nos van a dejar atravesar esa puerta con estas
pintas?-señaló la puerta de entrada donde permanecían estáticos dos guardias de seguridad. –Ni
siquiera vamos a poder acercarnos a la alfombra roja.

-¿Perdona? ¿Estás cuestionándome?-preguntó ofendida.

-No, tan sólo soy realista. He ido a muchos hoteles de este tipo cuando viajaba con mis padres y
son bastante estrictos con el tema de la seguridad. Además, si es verdad que Rachel está aquí,
con más razón restringirán la entrada a gente como nosotras.

-Ok, voy a hacer una llamada.

Kitty marcaba un número de teléfono y enseguida comenzó una conversación un tanto extraña. Ni
tan siquiera sabía a quién estaba telefoneando su amiga.

-Ya está-dijo mientras comenzaba a caminar hacia la puerta.

-¿A dónde vas?

-A entrar a ese estúpido hotel.

-¿Estás loca Kitty?

-No, el chico del que te hablé nos va a ayudar. Ha dejado un mensaje en recepción diciendo que
su novia y una amiga van a ir a buscarle.

-Espera, ¿tienes el teléfono de ese tipo? ¿Has quedado con él?

-Quinn, no te agobies, tan sólo es un trabajador… No hay de qué preocuparse.

-¡Tú estás completamente loca Kit!

-¿Loca yo? ¡Qué va! Pensé que tú querías conocer a Rachel… yo solo te ayudo.

-Ya claro… como si tú no quisieras conocer a ese tal Puckerman.

-Bueno, ¿vienes o qué? Estoy cansada de esperarte.

-Está bien, intentémoslo.

Kitty sonrió triunfante, pues había conseguido convencer a Quinn de una de las mayores locuras
que estaba a punto de cometer. No conocía a ese chico con el que había quedado, pero estaba
segura de que merecería la pena arriesgarse para conseguir su objetivo: llegar hasta el guitarrista
de la famosa Rachel Berry. Si había algo que la movía a ir hasta allí era él; le encantaba su
sonrisa, su personalidad de chico duro y, sobre todo, caía rendida a sus pies cuando lo escuchaba
tocar la guitarra. Verdaderamente que Quinn viese o no a Rachel Berry, le importaba una mierda.

-Perdonen señoritas, no pueden pasar-dijo uno de los guardias de seguridad.

-Pero mi novio está hospedado en éste hotel y hemos quedado-mintió Kitty a la perfección.
-¿Su novio?-el guardia se rio delante de sus narices.

-¿Qué pasa? ¿Tienes algún tipo de problema de próstata o algo?-se encaró al guardia que le
sacaba más de dos cabezas.

-¡Kit! ¿Qué estás haciendo?-Quinn la separó a un lado e intentó hacerla entrar en razón. –Si no
dejas a un lado tu prepotencia, no vamos a conseguir entrar nunca.

-Está bien, habla tú-contestó mirando de reojo a los guardias.

-Ok, dime por quién pregunto.

-Pregunta por Ryder Lynn, forma parte del equipo backliner.

Las chicas volvieron hacia los guardias de seguridad y fue Quinn quien esta vez habló.

-Verán, mi amiga y yo nos preguntábamos si podemos entrar a ver a su novio Ryder. Él nos está
esperando.

-¿Ryder? ¿Y quién es Ryder?-el mismo guardia volvió a reírse de ellas.

-Ryder Lynn, es el backliner de Rachel Berry.

-¿El backliner de Rachel Berry? Esperen…

El hombre tocó un botón que tenía colgando sobre su chaqueta y se acercó un micro para
preguntar por el muchacho. Segundos más tarde, se echó mano a la oreja y parecía estar
escuchando alguna información.

-Está bien, el señor Lynn las está esperando-el guardia se apartó para dejarles paso y les abrió la
puerta.

-¿Ha dicho el señor Lynn?-preguntó Quinn un tanto extrañada tras atravesar la puerta.

-Eso parece… ¿Ahora te parece tan malo?

-No, claro que… No.

Ryder enseguida se acercó a las dos muchachas que entraban hacia el hall del hotel.

-Hola chicas, soy Ryder.

-¡Hey, cariño! ¿Qué tal estás?-sonrió Kitty a la vez que le daba un beso en los labios.

El muchacho se quedó completamente paralizado y extrañado. Aun así, sonrió.

-Es para disimular un poco con los gorilas de ahí afuera…ya sabes…-soltó casi susurrando en la
oreja del muchacho.

-Está bien Kitty, ¿y tú eres…?-sonrió el chico mientras dirigía su mano hacia Quinn.

-Quinn, soy Quinn-le devolvió la sonrisa y estrechó la mano del muchacho.


-Muy bien chicas, acompañadme y os invito a algo en el bar. Allí podremos charlar con más
tranquilidad.

-Por mí perfecto.

-Yo casi que prefiero no tomar nada…-Quinn comenzó a ponerse muy nerviosa.

-Voy a pagar yo, ¿eh? No te preocupes por eso-Ryder le sonreía intentando mostrarle
tranquilidad.

-No es eso, es que creo que tengo que ir al baño.

-Bueno, pues si vas por este pasillo hacia el fondo verás que a la derecha queda el baño de
mujeres. Ve y, si quieres, te esperamos en el bar.

-Está bien, id vosotros y ahora os alcanzo-sonrió a ambos mientras comenzaba su camino


mirando obsesionada hacia el pasillo contrario al que tenía que ir.

Quinn, en realidad, no tenía ganas de ir al baño; ni tan siquiera estaba nerviosa por eso… Había
comenzado a palidecer porque creía haber visto a una muchacha, con las características de Rachel
Berry, cruzar el pasillo contrario al que Ryder le había indicado. No estaba segura al 100%, pues
la chica llevaba una gorra y unas gafas de sol y no pudo verle muy bien la cara; aunque pensó
que era el típico camuflaje que los famosos utilizaban para pasar desapercibidos entre la gente.
Tomó el pasillo contrario al baño y llegó a una terraza donde parecía no haber nadie. Y tan sólo lo
parecía porque, cuando se giró para ver el otro lado de la terraza, casi creyó morir.

Allí estaba ella frente a la gran estrella del momento: Rachel Berry.

-Perdona guapa, ¿llevas fuego?-preguntó Rachel Berry con una amplia sonrisa.

Nervios

-Perdona guapa, ¿llevas fuego?-preguntó Rachel Berry con una amplia sonrisa.

Quinn tardó más de cinco segundos en contestar. No supo por qué, pero sus cuerdas vocales
parecieron verse afectadas por el choque producido ante tal sorpresa y no podía pronunciar
palabra alguna aunque quisiera.

-Eh… Sí, creo-contestó nerviosa con el ceño fruncido por la situación que no parecía ser muy real.

-¿Te importaría?-Rachel tuvo que realizar un gesto con sus manos para que Quinn reaccionase y
le prestara el encendedor.

-No, claro que no… Espere un segundo que lo busco en el bolso-sonrió histérica al no poder
reaccionar de otra forma que no pareciese tan estúpida.

-Tranquila, no hay prisa-le devolvió una sonrisa encantadora.

Quinn se encontraba medio loca buscando entre sus pertenencias el maldito encendedor que
parecía haberse escondido justo en el peor momento. No lo podía creer, estaba a tan sólo unos
centímetros de Rachel Berry y ni tan siquiera era capaz de articular palabra… ¿Qué le estaba
pasando? ¿Acaso no se atrevía a decirle todo aquello que había estado ensayando durante días en
su casa?
-Aquí… aquí tiene-le entregó el encendedor justo cuando lo había encontrado.

-Gracias preciosa-le volvió a sonreír, prendió su cigarrillo y le guiñó un ojo. -¿Quieres?-le ofreció
de su tabaco.

-Estaría bien…Digo, gracias.

En ese instante, justo cuando Quinn iba a presentarse y a sacar las fuerzas necesarias para
decirle a la gran estrella todo lo que rondaba por su mente, una chica latina apareció tras Rachel.

-¡Hey Rachel! ¿Qué coño estás haciendo en la terraza? Te dije que no te movieras de…

La latina paró su reprimenda en cuestión de segundos tras ver a la rubia junto a la pequeña
cantante.

-Rachel, tenemos que irnos…-hizo un gesto con sus cejas a Rachel, que significaba que tenían que
salir del lugar.

-Está bien, Santana. Dame un segundo, ¿ok?

-Bien, una foto o una firma pero vamos ya. Te están esperando para la prueba de sonido.

-No, si yo no…-Quinn quiso interrumpir.

-Muchas gracias por prestarme tu encendedor-sonrió y salió junto a Santana de la terraza.

Y Quinn no supo qué más decir. Rachel Berry, la chica más guapa y maravillosa del planeta le
había pedido fuego; ya podía morir tranquila. Bueno, morir no porque, en realidad, sí que le
hubiese gustado hacerse una foto con ella para el recuerdo o que le hubiese firmado un autógrafo.

Todavía no se lo creía, quizá fuese ese estado el que le impidió hacer todo lo que le hubiese
gustado o, al menos, haber dicho algo para no quedar como una completa idiota ante la gran
diva. Se arrepentía pero no podía dejar de pensar en ese momento.

-¡Quinn! Llevamos esperándote un buen rato… ¿Te habías colado por el váter?-preguntó su amiga
Kitty al aparecer por el bar.

-No te vas a creer lo que me ha pasado…

-¿Qué? ¡Cuéntalo!

-No, quizá después… Ahora no es el momento-sonrió mirando hacia Ryder.

-Está bien, siéntate con nosotros.

-¿Y bien? ¿De qué hablabais? –se dirigió hacia ambos.

-Estaba comentándole a Kitty, que quizá os gustaría ver el concierto entre bastidores… No sé,
¿qué te parece?-fue Ryder el que rompió el silencio.

-¿En el backline?-preguntó Quinn sorprendida.


-Exacto.

-No, ¿no Kit? No sé… Quiero decir, estaría bien verlo desde ahí pero hemos venido con una
entrada VIP que sorteaban para el evento.

-Sí, ya le he contado lo de las entradas VIP. Pero él nos puede presentar a mucha gente ahí
dentro-Kitty intentaba convencer a su amiga.

-Yo creo que paso. Ve tú si quieres, Kit.

-No, no… Hemos venido juntas. Si no te apetece… no vamos.

-Es que… no sé, si de todas formas vamos a poder entrar al backstage… ¿Qué sentido tiene ver el
concierto desde atrás? ¡Tenemos entradas de primera fila!

-Es verdad Ryder, Quinn tiene razón. Lo siento, hemos estado soñando con ver este concierto
desde primera fila y creo que lo que dice ella es lo mejor-se disculpó con el muchacho.

-Bueno, vosotras os lo perdéis-Ryder se molestó ante la respuesta de la chica.

-Lo siento-volvió a disculparse Kitty.

-Más lo siento yo… Chicas, me tengo que ir a hacer la prueba de sonido. Ha sido un placer
conoceros-se despidió de ambas chicas con dos besos.

-El placer ha sido nuestro-Kitty sonrió y pegó un codazo a Quinn para que reaccionase.

-Ehhh… Sí, ha sido un placer señor Ryder.

-¡Hey! Llámame Ryder o me harás viejo y no lo soy-el chico se rio mientras se marchaba y
contagió al resto.

-¡Adiós guapo! ¡Nos vemos!-gritó Kitty. ¿Y bien? ¿Qué es eso que tenías que contarme?

-Kit, me he encontrado con Rachel Berry de camino al aseo.

-¿Con Rachel Berry?-preguntó incrédula y comenzó a reír. Sí, claro Quinn… Como si ella estuviese
paseándose por el hotel así como si nada…

-Pues lo estaba. Y me pidió fuego.

-¿Rachel Berry fumando? ¡Te estás quedando conmigo tía!

-Te lo juro Kit, era ella y me pidió fuego.

-¿Y qué pasó? ¿Qué le dijiste? ¿Te echaste una foto con ella? ¡Cuenta!

-Bueno… le di mi encendedor y me lo agradeció. Luego llegó su manager, la chica esa latina, y se


la llevó.

-¿Ya está? ¿No pasó nada más?


-Ehmm… no. Me quedé completamente bloqueada como si fuese una imbécil o qué se yo… Incluso
la manager me dijo que se me firmase un autógrafo o se hiciese una foto conmigo y no fui capaz
de aprovechar el momento. ¡Qué tonta!

-Ya te digo… Si es que no te puedo dejar sola Q, mira la que lías en un momento cabrona-seguía
riéndose incrédula.

-Bueno, deja de reírte ya de mí, ¿no?

-No habrás tartamudeado…

-Sí-asintió avergonzada.

-¡Oh Dios! ¡Quinn! Eso es lo peor que puede pasarte en esos momentos.

-Lo sé… no podía decir absolutamente nada. Si habría la boca, la cagaba.

-Joder, qué mala pata. Bueno, verás cómo luego tienes la oportunidad de hacerte una foto con
ella.

-Eso espero. ¡Es tan guapa Kit…!-suspiró.

-¿Si? ¿Es más guapa al natural y eso?

-Guapa y simpática. No ha dejado de sonreírme en ningún momento; incluso me guiñó un ojo-


explicaba emocionada.

-¡Joder Q! ¡JO-DER! ¿Me estás diciendo que encima ha sido simpática contigo? ¡Es de locos! Ella
es una diva, no puede ser simpática.

-Pues lo es.

-Ok, te creo porque eres tú. ¿Nos vamos de aquí?

-Sí, va a ser lo mejor. ¿Y tú qué? ¿Qué ha pasado con el tal "señor Ryder"?

-Es una larga historia…

-Pues cuéntamela de camino, ¿no?

-Está bien…

Quinn y Kitty pusieron rumbo al estadio donde se iba a celebrar el evento; no podían entretenerse
mucho pues tenían que aparecer una hora antes para que la organización les dijera lo que tenían
que hacer. Allí les estaban esperando unas azafatas, majísimas, que las guiarían hacía el lugar
donde las recogerían las personas encargadas de entregarles los pases.

-Kitty Wilde y Quinn Fabray-espetó una señora en voz alta.

-Somos nosotras-contestó Kitty emocionada.

-Está bien, enséñenme sus documentos de identidad, por favor.


-Aquí tiene-Kitty entregó los carnets de ambas.

-Está todo correcto-dijo la señora al comprobar que todos los datos eran correctos.
Acompáñenme.

Las chicas andaban tras la señora para no perderse entre bastidores, sin dejar de mirar hacia
todas partes. Estaban completamente alucinadas con lo que estaban viendo a su alrededor, pero
más les impactó el lugar donde las llevaron: una salita de espera llena de comida y bebida, justo
en le backstage.

-Aquí es donde van a tener que esperar a que empiece el evento. Pueden comer y beber todo lo
que quieran, es cortesía de Mtv. Después, una azafata las va a acompañar hasta sus posiciones
frente al escenario, irán avisándoles por orden numérico…-la señora daba las primeras
indicaciones.

-¿Pero qué numero somos?-preguntó Kitty perdida entre tanta indicación.

-En la tarjeta, que lleva colgada en su cuello, figura un número; ése es su número, ¿de acuerdo?

-Ok, captado.

-Como iba diciendo, las llamarán para ir hasta el recinto y luego volverán aquí, a esta salita.
Después, tendrán la oportunidad de poder conocer a algunos artistas que bajarán a realizarse
unas fotos en el photocall de allí-señaló el lugar en concreto. Y también firmarán algunos
autógrafos. ¿Alguna duda?

-No, está todo muy claro-contestó Quinn.

-Espere. ¿Y durante el evento se puede venir aquí?-la detuvo Kitty.

-No debería si no quiere perderse el espectáculo.

-Pero, imagínese que me entran ganas de hacer pipí… ¿Podría volver?

-Eso es cosa suya, pero si lo que quiere es ver a algún cantante en concreto…ya le digo yo que lo
mejor será esperar al final del evento, ¿ok?

-Ok, no se preocupe-espetó Quinn.

-¿Va a venir Rachel Berry al photocall ese?-preguntó nuevamente Kitty.

-Sí, Rachel Berry es una de las cantantes que han confirmado que estarán en él. Espero haber
resuelto todas sus dudas, ahora me tengo que marchar para recoger a otras personas.

-Gracias-agradeció Kitty sonriente.

-A ustedes por venir y participar.

-Gracias-fue ésta vez Quinn la que agradeció amablemente estrechando la mano de la señora.
La señora que estaba organizando se fue en busca de otras chicas que también esperaban para
ser atendidas, mientras que Quinn y Kitty seguían mirando a su alrededor sin creerse dónde
estaban.

-Enserio Q, esto es alucinante, ¿eh?

-Lo sé, y todo gracias a ti-sonrió a su amiga y la abrazó tiernamente.

-Ya vale, ¿eh? Que se van a creer que somos novias o algo y eso no es bueno para mi reputación.

-¡Ah! ¿Pero tú tienes reputación?-reía a carcajadas.

-No te burles de mí, al final acabaré obsesionada con la diva y me cambiaré de bando.

-¿Enserio?-volvió a reír, ésta vez más alto.

-Ya, ¿eh?-golpeó a Quinn en el brazo. Deja de mirarme así y de hacerme ojitos que voy a creer
que estás enamorada de mí.

Quinn no podía parar de reír. Cuando Kitty se ponía tensa en este tipo de situaciones le producía
cierta gracia. No podía evitar hacer rabiar a su amiga, ya que ella también lo conseguía con todos
sus argumentos estúpidos y sin fundamento que tenía sobre la homosexualidad. No sabía por qué
Kitty se ponía mucho más nerviosa en estos casos, si en otros momentos siempre la había estado
apoyando.

-¡Hola! ¿Cómo os llamáis?-preguntó un muchacho.

-Yo soy Quinn. Y ella es mi amiga Kitty, está un poco enfadada en este momento… así que no le
hagas caso si te mira con mala cara-sonrió al chico.

-¿Habéis venido a ver a alguien en concreto?

-A mí me gusta Rachel Berry, ya sabes…la estrella del momento.

-¿Y a ti?-preguntó el chico a Kitty.

-A ella le gusta el chico de la cresta que van con Rachel Berry, ¿verdad? ¡Está obsesionada con
él!-seguía sonriendo.

Kitty no hablaba, sólo miraba con cara de enfado a Quinn y fruncía su ceño cada vez más. Sabía
que, en el fondo, Quinn volvería a pedirle perdón por haberse comportado de aquella forma con
ella. Odiaba que Quinn se riese de ella.

-¡Ah! El chico malo de la banda, ¿no? Jejeje… En realidad es bastante guapo.

-¿A que sí?-enseguida Kitty se integró a la conversación.

-Sí y es así como misterioso… Tiene su punto.

-¿Te gustan los chicos?-preguntó Kitty.

-Es obvio, ¿no?-sonrió el muchacho mientras se señalaba su vestimenta.


-Bueno, tampoco se puede ir juzgando a la gente por cómo va vestida… Quiero decir… Que ese
estilo está muy guay, pero tienes razón…-rio al ver la cara que había puesto el muchacho.

-Perdona a mi amiga, a veces es un poco desconsiderada-Quinn interrumpía antes de que Kitty


dijese alguna estupidez más.

-No me importa, si todo el mundo sabe que soy gay.

-¿Ah sí? Qué bien lo llevas, ¿no?

-Mirad, por ahí viene mi chico-señaló a un muchacho que se acercaba a ellos.

-¡Cariño! ¡Te había perdido!-exclamó el otro chico un poco apurado.

-No me he movido, tan sólo vine a saludar a esta pareja tan maja. Son Quinn y Kitty-sonreía
mientras presentaba a las chicas.

-Encantado, soy Kurt-estrechó la mano de las dos chicas. Así que ya has detectado a la otra
pareja gay del día, ¿no?-reía.

-No, en realidad ella y yo…-Quinn intentaba explicarse.

-No son pareja, Kurt, sólo son amigas. Además, a Kitty le gusta el guitarrista Puckerman, como a
mí-sonrió Blaine nuevamente.

-Así que te gusta ese tipo grosero de sudor asfixiante y cara de mono... ¡Genial!

-¡Hey! No te metas con Noah…

-¿Acaso lo conoces de algo? ¿Sales con él?

-Chicos, por favor… No discutamos por quién es mejor o peor, ¿no? ¿Tú a quién has venido a ver
Kurt?-Quinn se interesaba por los gustos del muchacho.

-Pues a Britney Spears, por supuesto. ¿A quién si no?

-Ah…Britney.

-Por favor, los números 1,2,3,4,5,6,7,8,9 y 10 –interrumpió la señora de la organización.-


Acompáñenme a sus sitios.

-Kitty, vamos. Nos toca en este grupo.

-A nosotros también-sonrió Blaine señalando su número.

-¡Qué bien!-exclamaron Kitty y Kurt con una fingida alegría y rodando sus ojos.

Una chica más

El evento había pasado con rapidez para las chicas. La entrega de premios se había hecho mucho
más amena gracias a las actuaciones que iban teniendo lugar entre los bloques de categorías.
Quinn volvía al backstage más contenta y emocionada de lo que ya estaba horas antes.
-Kit, ha sido una experiencia única. La tenía ahí delante, saludándome con la mano y sonriendo.

-¡Dios! A veces te vuelves insoportable, Q.

-Pero… ¿lo has visto? ¡Me ha tocado la mano!

-Quinn, por favor… Deja tu histerismo para otro momento, nos están mirando todos.

-Es tan guapa… Y te recuerdo que fue súper amable conmigo en el hotel.

-Ya Quinn-paró en seco su camino. -Por favor, para o me van a empezar a dar arcadas.

-Lo que pasa es que me tienes envidia. Tú querrías ser yo en este momento… Te hubiese gustado
que tu macho alfa, con su cresta y su sonrisa, te hiciese el más mínimo caso.

-Déjalo, él se lo pierde.

-¡Lo sabía! Sabía que estabas celosa-rio triunfante.

-¡Hey! ¿Esa de ahí no es tu amada?-señaló hacia el photocall.

-¿Mi amada?-preguntó frunciendo el ceño. ¿Quién? ¿Dónde?

-¡Estúpida! Ahí tienes a Rachel Berry en el photocall. ¿No te vas a acercar o qué?

-¿Y tú?

-Yo voy a darme una vuelta a ver si veo a mi "macho alfa"-se burló de su amiga entrecomillando
estas últimas palabras.

-Ok, nos vemos aquí mismo en un rato.

-Ok, no dejes caer mucha baba al suelo o voy a resbalarme…

-¡Idiota!-golpeó a su amiga en el hombro.

Quinn, nerviosa, pero cargada de valentía, se acercó hacia el photocall donde Rachel Berry estaba
ya realizándose las primeras fotos de la noche.

-Está bien chicos. Un momento…-gritó Santana desde un lateral del lugar donde se encontraba la
celebrity. La señorita Rachel Berry va a estar aquí hasta que se fotografíe con todos así que, por
favor, os pido un poquito de orden y de paciencia.

Conforme la cola se iba haciendo más pequeña, Quinn se ponía mucho más nerviosa. ¿La
reconocería? ¿Sabría que había sido a ella a quien tocó la mano durante su actuación? ¿Se
acordaría de que había sido ella la que le dio fuego en el hotel? Un mar de cuestiones sin
respuesta.

Por su mente sólo pasaban miles de frases que tendría que decirle al llegar hasta ella. Iba a
disculparse por cómo se había comportado en el hotel y tenía claro que era su momento para
entablar una conversación en condiciones o, al menos, eso era lo que pretendía. Ya estaba cerca y
un nudo comenzó a aparecer en su estómago.
-¿Tu nombre?-preguntó Santana con una sonrisa.

-Quinn, Quinn Fabray.

-Ok Quinn, déjame tu disco…

Hizo lo que la latina le había pedido y se quedó a la espera. Santana, por su parte, se acercó a la
estrella para entregarle el disco de la chica y así se lo pudiese dedicar.

-Para Quinn Fabray-espetó la manager a la artista.

Rachel miró hacia la muchacha y volvió a sonreír. La recordaba. Sabía que era la chica que le
había dado su encendedor en el hotel, por eso le había tocado la mano durante la actuación.

Le había gustado, le parecía súper tierna y muy inocente. Le encantaba que chicas como ella se le
acercaran y, por eso, decoró un poco más de lo normal aquella dedicatoria. "Para Quinn Fabray.
Gracias por sacarme de un gran apuro en el día de hoy. Lo recordaré por siempre. Rachel
Berry",todo ello decorado con una estrella sonriente dibujada junto a su nombre.

-Está bien, pasa si quieres una foto-Santana volvía a dar indicaciones a Quinn mientras le
devolvía su disco firmado.

Quinn se quedó completamente petrificada. No sabía qué hacer, no sabía cómo reaccionar… ¿Le
daba dos besos como si la conociese de toda la vida? ¿La saludaba con un simple "hola"? ¿Le
decía lo bien que había actuado esa noche? No tenía ni idea, así que cogió su disco y pasó por el
hueco que Santana le dejaba para llegar hasta ella.

-Hola guapa.

-Ho-hola Rachel.

-¿No me vas a dar dos besos?-Rachel esbozó una amplia sonrisa.

-Ehmmm… ¿puedo?-frunció su ceño.

-¡Por supuesto! Ven aquí-le hizo unas señas para que se acercase aún más a ella.

Pudo olerla. Aquella mujer no sólo era espectacular física, musical y personalmente hablando…
Además de todo eso, olía fenomenal. Se había quedado en estado de shock oliendo su aroma, su
perfume, y no se percató de que Rachel la estaba abrazando. Segundos más tarde, pudo
reaccionar y darse cuenta de todo lo que le estaba sucediendo en ese momento.

Quería quedarse aferrada a ella de por vida. Sí, esa posición era muy confortable. Creía estar
completamente enamorada y comenzó a llorar. Sentirla tan cerca pudo con Quinn. Tenía mucha
presión en su interior y todo salió de sí misma en forma de llanto; llanto que no pudo controlar.

-¡Hey! No llores preciosa.

-Gra-gracias por todo Rachel. Eres genial y estoy muy emocionada de haberte podido conocer-
suspiró y calmó su llanto. Gracias por ser como eres, tu música me ayuda a salir adelante. No sé
qué haría sin ti.
-Gracias a ti por estar ahí –le sonrió mientras le secaba las últimas lágrimas.

-Vamos, se ha acabado el tiempo-espetó Santana mientras "invitaba" a Quinn a salir de allí en un


suavizado empujón. Para Olivia Mars-entregaba a la artista el disco del siguiente.

-Santana, no tienes por qué hacer eso. La chica estaba mal, sólo estaba desahogándose con su
ídolo.

-¿Has visto la cola que tienes ahí todavía, Rachel? ¡Tenemos para una hora por lo menos! Y te
recuerdo que te has comprometido a firmar a todos. ¡Estás completamente loca! Además, ¿qué
tiene ella que la haga especial? ¡NADA! Es una más.

-No, no es una más…-contestó mientras seguía a Quinn con su mirada. Esa chica tiene algo
especial. No sé… es como si hubiese algo que me empujase a acercarme a ella.

-Espera… ¿es la chica del hotel?

-Así es…

-Rachel, no puedes hacer eso. Me niego. No puedes encariñarte con una fan; tienes que tratar a
todos por igual.

-Nadie ha dicho que me haya encariñado con ella. Es que no sé… sus ojos son profundos y tiene
una mirada que se queda grabada de por vida.

-Luego hablamos de esto, tenemos que seguir.

-Ok, vamos con el siguiente. ¿Cómo se llamaba?

-Olivia Mars.

-Hola Olivia, ¿qué tal? Ven, acércate-recibía a la siguiente chica con una sonrisa.

Rachel siguió en el photocall hasta que terminó con el último fan, tal y como lo había prometido.
Había sido un gran detalle, que todo el mundo que se encontraba por allí comentaba con la gente
de alrededor. Quinn y Kitty no iban a ser menos.

-La verdad es que tenías razón, Quinn. Rachel es adorable.

-Ya te lo dije, Kitty. No quisiste hacerme caso.

-Tenía que comprobarlo por mí misma…

-Bien, pues ya la has conocido. ¿Y qué? ¿Qué te parece?

-No mucho mejor que mi hombre.

-¿Ahora voy a tener que soportar yo tus ñoñerías con el macho de la cresta?

-Se llama Noah. ¿Cuántas veces te lo tengo que decir?


-Ya sé que se llama Noah… pero es más divertido meterme con él y ver cómo te pones cuando lo
hago-se rio.

-Tú siempre tan graciosa…-Kitty se molestó.

-¿Y bien? ¿Qué hacemos ahora?

-Estoy esperando a Ryder. He hablado con él por teléfono hará cosa de media hora…

-¿Con Ryder? ¿Para qué?

-Nos va a meter dentro, donde están todos los famosos.

-Kitty…

-¿Kitty qué? Si no fuese por mí ni siquiera hubieses conocido a la diva.

-Ok, ok… Está bien, iremos donde tú digas-reaccionó a los segundos.

Minutos más tarde, Ryder aparecía en el lugar donde había quedado con Kitty para hacerles
entrega de un pase más especial que el que tenían. Ese pase las llevaría directamente a los
camerinos.

-Gracias por los pases, Ryder-agradeció Quinn. ¿Aún queda alguien por aquí?

-En realidad… sí. Hay algunos famosos que se quedan a tomar unas copas tras sus actuaciones.
¿A quién queréis conocer?

-A Noah Puckerman, por favor. ¡Me muero por conocerlo!-Kitty se emocionó con la última
pregunta del chico.

-Está bien, la banda de Rachel Berry está… Vamos a ver que mire bien… Allí, a la izquierda está su
camerino. Pone el nombre en la puerta.

-¿Vamos?-preguntó Kitty nerviosa.

-Voy a por algo para tomar. ¿Qué queréis?-preguntó el chico sonriéndoles.

-Una cerveza estaría bien…

-¿Y tú Quinn? ¿Qué bebes? –insistió el muchacho.

-Una cerveza para mí también.

-Ok, ahora vuelvo.

En ese instante, una chica rubia, de ojos azules, salía del camerino en la dirección en la que se
encontraban.

-¡Hey Q! ¿Esa no es la batería de la diva?-hizo una seña con la cabeza de forma disimulada.

-Sí, claro que es ella. ¿Por?


-Se llama Brittany, ¿no?

-Le dicen Britt. Mira, detrás de ella viene Marley… Ella es la bajista.

-Voy a preguntarles por Puckerman.

-¿Estás loca? ¡No podemos hacer eso!

-¿Por qué no? Tenemos un cartelito que pone "organización", ¿qué más da? Probemos.

-¡Dios Kit!

A Quinn no le dio tiempo ni siquiera a rechistar. Cuando se dio cuenta, su amiga ya se encontraba
junto a las chicas pidiendo toda la información que necesitaba.

-¡Hola chicas! Brittany y Marley, ¿verdad?

-Sí-contestó Marley con una sonrisa.

-¿Sabéis dónde se encuentra vuestro compañero?

-¿Dónde está el bar? Queríamos pedir algo para beber…-fue Brittany la que preguntó esta vez.

-La barra está en esa dirección-Quinn se integraba en la conversación.

-Ok gracias-Brittany salió en dirección al bar.

-Noah está en el camerino. Es ese de ahí, si queréis puedo acompañaros.

-Está bien, ¿quieres tomar algo primero?-Kitty se enganchó al brazo de Marley para intentar
llegar a su objetivo.

-No, ya va Brittany. No te preocupes.

Las chicas caminaban en dirección al camerino de la banda donde Noah Puckerman esperaba
sentado a que sus compañeras le trajesen algo para tomar.

-Puck, te traigo visita-comentó Marley nada más entrar por la puerta.

-¿Quién es?-preguntó el chico con un mal carácter.

-Son unas chicas monísimas, deberías hacerles un poquito de caso.

-¿Unas chicas? Déjalas que entren-se peinó su cresta y se puso de pie rápidamente.

-Hola-saludaron ambas.

-Hola guapas. ¿En qué puedo ayudaros?

-¿Te importaría firmarme aquí?-Kitty se despejaba un lado de la camiseta para dejar su pecho al
descubierto.
-¿Cómo te llamas preciosa?-preguntó el chico con un rotulador en la mano.

-Kitty, pero puedes llamarme Kit.

-Está bien Kit…-el chico firmaba sonriente una dedicatoria a Kitty sobre su pecho derecho.

-Gracias, eres muy amable.

Marley y Quinn se miraban incrédulas por la situación que estaban viviendo en ese momento y
sonrieron. La bajista se acercó a la rubia un tanto avergonzada para entablar un poco de
conversación mientras los otros dos seguían coqueteando.

-¿Tú no quieres firmarte un pecho?-reía graciosa.

-No, gracias. Ni siquiera quiero que "ese" me firme en papel…

Marley no pudo evitar reírse a carcajadas.

-¿No venías a conocerle a él? Pensé…

-Pues pensaste mal. No me van los hombres mohicanos-sonrió un poco incómoda.

-Bien, ¿y qué tipo de hombre te va? Te puedo presentar a muchos…

-En realidad no me van los hombres en general-rio. Soy más de mujeres, ya sabes. Soy lesbiana.

-¡Quién lo diría chica! ¡Pero si eres súper femenina!

-¿Femenina yo? ¡JA!-se rio falsamente para terminar riendo a carcajadas.

-Bueno, al menos eso me parece a mí…

-Pues tienes una percepción muy diferente a la de mi madre. Ella cree que visto como el culo.

-Tu estilo mola.

-Gracias-se sonrojó. El tuyo también está guay.

-¿Y bien? ¿Qué te ha traído por aquí?

-Me gusta Rachel Berry, ya sabes… "la estrella del momento"-entrecomilló las palabras un tanto
nerviosa.

-¿Y a quién no le gusta Rachel?

La puerta se abrió fuertemente provocando la atención de todos lo que se encontraban en el


interior del camerino.

-Britt, ¿cuántas veces te he dicho que no debes ir sola al bar?-gritaba Santana mientras entraba
en el camerino.

-Pero si iba con Marley…-se excusó la rubia de ojos azules.


-No me gusta que vayas a esos sitios sola.

-Marley, dile a Santana que venías conmigo.

La latina se giró para escuchar la versión de la bajista y no pudo contener su ira nuevamente.

-¿Qué coño hace ella aquí?-señaló a Quinn con el dedo.

-¿Ella? Ha venido conmigo-contestó Marley.

-¿Quién te ha dado permiso para dejarla pasar?

-¿Hay algún problema?

-Rachel no quiere que os codeéis con sus fans, ya lo sabéis. Son las normas-espetó mientras se
iba hacia un sillón que había en una esquina.

-Lo siento, no puedo hacer nada. Ella manda. Lo siento mucho, de verdad…-Marley se disculpaba
con Quinn mientras la acompañaba hacia la puerta.

-No te preocupes, dile a mi amiga que la espero fuera.

-Ok, yo se lo digo.

Una vez fuera, Quinn buscó entre su bolso el mechero para encenderse un cigarrillo. Relajada,
fumaba apoyada sobre el improvisado camerino de al lado hasta que alguien carraspeó desde el
interior.

-Perdona, ¿puedes darme… fuego?-preguntó Rachel mientras asomaba la cabeza por la puerta de
su camerino.

¿Cámara oculta?

Una vez fuera, Quinn buscó entre su bolso el mechero para encenderse un cigarrillo. Relajada,
fumaba apoyada sobre el improvisado camerino de al lado hasta que alguien carraspeó desde el
interior.

-Perdona, ¿puedes darme… fuego?-preguntó Rachel mientras asomaba la cabeza por la puerta de
su camerino. -¡Eres tú!-esbozó una amplia sonrisa.

-¿Ehm?-Quinn frunció su ceño mientras intentaba volver al estado normal de su ritmo cardiaco al
girarse y verla.

-Sí, eres… Eres la chica del hotel y la que ha estado llorando antes.

-Eso parece-sonrió tímida.

-¿Te importa?-Rachel señalaba el mechero que yacía sobre la mano de Quinn.-Me gustaría
fumarme un cigarrillo antes de que venga mi manager.

-Ten-le ofreció el paquete de tabaco y el encendedor.


-¿De verdad que no te importa? No sé, no creo que ésta sea una buena imagen de cara a mi club
de fans, te puedes imaginar…-cogió un cigarrillo y lo volvió a dejar en su sitio. -¿Sabes? Creo que
es mejor que no haga esto delante de ti… no es lo correcto.

-Por mí no te preocupes, que te lo fumes no va a influir negativamente en mi vida. Como ves, ya


lo hago…-rio nerviosa.

-Está bien, pero guárdame el secreto-guiñó un ojo a la chica.

De repente, un silencio incómodo acechó el lugar. Rachel seguía apoyada sobre el marco de la
puerta fumándose el cigarrillo y con la mirada perdida hacia el frente. Quinn, en cambio, no supo
qué decir y agachó su mirada para no sentirse intimidada.

-Has estado estupenda esta noche.

-¿De verdad lo crees? Ha habido algunos fallos de sonido, pero nada que no se pueda solucionar
desde la mesa de mezclas, supongo.

Rachel salió de su camerino para situarse junto a Quinn. La rubia dejó un poco de espacio a la
morena para que ambas pudiesen apoyarse en un pequeño trozo de pared que quedaba libre.

-Bueno, no sé… Nosotras desde ahí abajo lo escuchamos bien. Tampoco es que sepamos mucho
de sonido-rio nuevamente nerviosa y desviando su mirada hacia el suelo nuevamente.

-Gracias.

-No tienes por qué dármelas. Al contrario, debería de ser yo quien te las dé. Me ha encantado la
dedicatoria.

-¿Eras…? Perdona que no recuerde tu nombre, pero han pasado miles de personas esta noche y
no lo recuerdo bien…

-Es normal que no lo recuerdes-rio. Soy Quinn, Quinn Fabray.

-Encantada Quinn.

Rachel tendió su mano para que Quinn la estrechase, gesto que no tardó en llegar en cuanto la
adolescente reaccionó. La cantante acarició suavemente la palma de la mano de la chica y
mantuvo todo el tiempo que pudo el contacto entre ambas.

-Ahora que nos conocemos oficialmente… ¿Quieres pasar a mi camerino? No me gusta que la
gente ande husmeando en mis asuntos.

-Perdona, no era mi intención.

-¡No lo decía por ti tonta!-entró nuevamente en su camerino dejando a Quinn tras ella. Lo digo
por esas de ahí que te miran con envidia y celos… -realizó un gesto con la cabeza hacia la
izquierda para que Quinn pudiese localizar a las chicas.

-¿A mí?-rio a carcajadas. No creo que puedan tener celos de mí…

-¿Por qué no?


-Soy un bicho raro, aunque a ti no te lo parezca en este momento.

-¿Entras o no? No tengo toda la noche…

-¿Lo dices enserio?

-Por supuesto, yo nunca bromeo.

La cara de Quinn se comenzó a desencajar, no podía digerir lo que Rachel Berry le estaba
proponiendo. ¿Quería realmente entrar en el camerino de Rachel? Claro que quería, pero no sabía
si era buena idea.

-En realidad estaba esperando a que mi amiga Kitty terminase de verse con Puckerman… No creo
que sea buena idea si quiero que me encuentre.

-No te preocupes por… ¿Kitty? ¿Dijiste Kitty?

-Así es.

-Voy a mandar un mensaje a los chicos. En cuanto salga tu amiga de allí, me avisarán y prometo
que estarás en ese mismo lugar-sonrió a Quinn señalando el lugar donde se encontraba en ese
momento.

-Está bien-contestó algo avergonzada.

Una vez dentro del camerino, Quinn no sabía dónde situarse realmente pues todo el habitáculo
estaba lleno de cosas que pertenecían a Rachel y no quería tocar nada que pudiese molestarla.
Rachel, al verla tan incómoda, decidió ser ella quien rompiese un poco el hielo mientras enviaba
ese mensaje que le había prometido.

-Puedes sentarte donde quieras-dijo a la rubia mientras guardaba su teléfono en el bolsillo y


buscaba algo en una pequeña nevera.

-Es que no quiero destrozar nada, ya sabes… Está todo lleno de cosas tuyas.

-Mira, puedes coger esa chaqueta de ahí, tirármela, y sentarte en el sillón.

-¿Ese de ahí?-señaló con el dedo.

-Sí, ¿hay algún problema? Si no te sientes cómoda… yo…

-No, no… Aquí está bien–tartamudeó mientras se dejaba caer en el sillón y apoyaba la chaqueta
entre sus piernas.

-Ok-rio tras ver la reacción que había tenido la chica. -¿Cuánto tiempo llevas siguiendo mi
música?

-¿Tu música? Pues… desde el comienzo.

-¿Desde "Memory"?

-Ahá…
-¡Increíble!-se giró con una amplia sonrisa mientras sacaba el par de cervezas que andaba
buscando.-Es genial que te guste lo que hago… De verás, me parece asombroso todo el cariño
que me hacéis llegar.

-Es lo menos que podemos hacer por ti, ¿no crees? Tú nos das mucho con tu música…

-Bueno, podría discrepar en eso pero no estamos de tertulia, ¿o sí?-bromeó mientras volvía a
esbozar una nueva sonrisa. -¿Quieres?-le ofreció una de las cervezas.

-Gracias-aceptó la bebida sin más.

-Y bien, ¿de dónde eres Quinn?-Rachel apoyó su trasero sobre una mesa que estaba situada justo
frente a Quinn.

-De Lima, Ohio.

-¡Whow! ¡Ohio! ¿Y qué se le ha perdido a Quinn de Ohio en unos premios de música en Nueva
York?

-¿Tú?-arqueó sus cejas sonriendo.

-¿Yo? No te entiendo… ¿Has venido desde Ohio sólo para verme cantar una mísera canción?

-Así es, ¿algún problema con eso? Creía que te gustaba tener fans locas de esas acosadoras…-
bromeó riendo.

-¡Y me gusta! ¡Pero eres de Ohio! Espera, no serás de esas fans locas que recogen todo lo que se
me cae por ahí o besan el suelo por donde piso…-siguió la broma de la rubia.

-No está tan lejos como lo pintas, si lo miras en un mapa…

-Lo sé, mi amiga Ashley vive allí. De hecho, puede que la conozcas… vivió un tiempo en Lima.

-Si conociese a todas las Ashley de Lima, creo que sería posible. Pero es que, en realidad, no
tengo muchos amigos. Soy un poco antisocial-se sinceró mientras pegaba un trago a la cerveza.

-Quién lo diría… Quizá es que eres un poco tímida, ¿no? Al menos esa es la impresión que me ha
dado.

-Un poco.

-¿Te puedo hacer otra pregunta? Si no quieres, no la contestes. Estás en todo tu derecho…

-Dime.

-¿Por qué lloraste antes? En el photocall…

-Si te digo la verdad, no lo sé. Sentí cosas especiales al abrazarte. Y bueno… tenerte tan cerca de
mí…-volvió a emocionarse.

-¡Hey! ¡No vuelvas a hacerlo! Me haces sentir mal.


-No tienes que sentirte mal, son lágrimas de felicidad.

-Prefiero verte sonreír-dijo casi en un susurro.

-¿Cómo? No te he escuchado bien, perdona.

-Nada, que tienes que sonreír más.

-Ya lo hago.

-Pero tienes que hacerlo más a menudo. ¿Ves? Es esa sonrisa la que me gusta ver.

Quinn no dijo nada, sólo se limitó a seguir sonriendo mientras bebía de su botella de cerveza.
Rachel, que empezaba a sentirse un poco más cómoda con la chica, tomó asiento a su lado.

-Tienes una sonrisa preciosa, ¿sabes?

-Tampoco es para tanto… La tuya es mucho más bonita.

-Podría enamorarme de tu sonrisa.

De nuevo otro silencio, aunque ésta vez no tan incómodo. Rachel se levantó en dirección a la
pequeña nevera y volvió a sacar un par de cervezas. Se acercó, y dio a Quinn la que le
pertenecía.

-Soy de las que se enamoran fácilmente de ellas-retomó la conversación por donde la había
dejado. -Sin embargo, yo soy más de miradas profundas.

-Tu mirada es muy sexy.

-¿Verdaderamente te parece sexy?

-Lo es-sentenció la rubia.

Sus miradas se cruzaron durante unos segundos. Rachel tomó asiento sobre el reposabrazos del
sillón en el que Quinn había tomado asiento y acarició la mejilla de la rubia.

-Eres preciosa Quinn, aunque supongo que eso ya lo sabes-sonrió coqueta.

-Tú sí que eres preciosa-evitó el contacto con los ojos de la morena. Ni siquiera sé qué hago en
este lugar con una mujer como tú… Parece un sueño.

-Pues no lo es, créeme.

Rachel se acercó al oído de Quinn para susurrarle ésta última palabra. Sin pensarlo, dejó un
pequeño beso en el cuello de la rubia adolescente.

-¿Eso qué ha sido Rachel?-se levantó de un salto. -¿Te estás burlando de mí o qué? ¿Te ha
mandado Kitty para reírse de mí?-Quinn comenzó a mirar para todos lados, desesperadamente,
en busca de alguna cámara oculta.

-Tan sólo te di un beso en el cuello… Creía que era lo que buscabas de mí…
-Espera, ¿tú querías besarme? Pero… ¿Te gusto? ¿Qué coño está pasando? ¿Eres lesbiana o qué?-
se movía de un lado para otro sin entender nada. -¡Ay, Dios! ¡Mi madre! ¡Qué Rachel Berry es
lesbiana y me está tirando los tejos!

Rachel, en lugar de tomárselo a mal, comenzó a reír. Ver todas las dudas que invadían a Quinn le
resultó gracioso; o quizá fuese porque el alcohol de aquella cerveza ya se le estaba empezando a
subir a la cabeza.

-¡Para, Quinn! ¡BASTA! No te pongas así… Ha sido un error haberte dado ese beso. Lo siento, no
volverá a pasar.

-Claro que no volverá a pasar… ¡ERES RACHEL BERRY! ¿Qué cojones…?

Pero la rubia no pudo terminar de hablar, Rachel se incorporó y buscó los labios de Quinn para
besarla nuevamente. No se lo pensó, la agarró por la cintura y la atrajo más hacia ella.

-Esto no está bien Rachel… Esto no está bien-decía entre beso y beso.

-¿Por qué? Te gusto, me gustas…-volvió a dejar un dulce beso en los labios de la rubia. No es
nada serio.

-Por eso mismo…porque para ti sólo seré la chica que te tiraste en los premios MTV de Nueva
York, pero para mí es mucho más que eso.

-Si quieres, paro.

Rachel se separó de Quinn y la dejó completamente desconcertada. La rubia no sabía cómo la


cantante podía pasar de un extremo a otro sin inmutarse. La morena se colocó de espaldas a la
chica y cruzó sus brazos.

-Rachel, tú me gustas… pero… pero…

-¿Pero qué Quinn? ¿Tú también piensas que soy una golfa?-se giró y preguntó malhumorada. -
¿Acaso yo no tengo sentimientos? Soy una persona, una persona con sentimientos; igual que tú.

-Yo no he dicho nada de eso Rachel. No pienso que seas una golfa, ni nada por el estilo… Es sólo…

-Es sólo que tienes miedo, ¿no? Como todas las demás. Nadie quiere acercarse a la famosa Rachel
Berry, porque Rachel Berry "la cantante de moda" no tiene derecho a tener pareja, ni
sentimientos. Sólo soy una puta que va buscando una tía en cada esquina mientras mi
discográfica se empeña en crearme relaciones de publicidad con otros cantantes de moda,
famosos y que sean hombres, por supuesto-se desahogó derramando las primeras lágrimas.

-Ehh… preciosa, no digas esas cosas-Quinn se acercó a ella para cobijarla entre sus brazos y
dejarle un tierno beso en la mejilla.-Nadie puede pensar eso de ti, ¿me oyes? Nadie piensa que
eres una puta, ni una golfa… Eres la persona más maravillosa que he conocido en mucho tiempo.
Es sólo que tú eres famosa y yo sólo soy una simple chica de Lima que ni tan siquiera ha
terminado sus estudios de secundaria.

-En realidad no te gusto, lo sé-dijo Rachel entre sollozos.

-Me gustas mucho, Rachel. No te puedes imaginar cuánto me puedes llegar a gustar…
-¿De verdad?

-Te lo prometo.

-Gracias Quinn-se abrazó nuevamente a la rubia.

Quinn, un poco menos cortada y envalentonada por el alcohol de aquellas cervezas, cogió la cara
de Rachel entre sus manos y posó un pequeño, pero dulce, beso en sus labios.

-Rachel, tenemos que… ¡¿RACHEL?! ¡QUÉ COJONES ESTÁS HACIENDO!-Santana irrumpía en el


camerino y separaba a la diva de los brazos de la rubia.

Whats app

-Santana, te juro que no era lo que parecía. Sólo estaba invitándola a una cerveza… Y bueno,
estaba esperando a su amiga… ¿Qué querías que hiciera? ¿Acaso pretendías que la dejase
completamente sola allí fuera?

-Rachel, eres una completa irresponsable. ¡Dios! ¿Cómo se te ocurre? ¡Es una cría!

-Es una chica bastante madura, no deberías juzgarla sin conocerla antes.

Rachel terminaba de secarse el pelo con una toalla mientras tomaba asiento en la enorme cama
que vestía aquella suite de hotel. Santana, por su parte, seguía de pie caminando de un lado para
otro presa de sus nervios.

-No me mires así, Santana.

La latina no contestó a la morena y se quedó mirándola fijamente a los ojos. No hicieron falta
palabras para que Rachel entendiese que había metido la pata hasta el fondo; algo que venía
siendo muy habitual en ella en los últimos años.

-Lo siento, no volverá a pasar.

-Ya, claro… Igual que no iba a volver a pasar con Ashley, ¿no?-la latina levantó sus cejas y volvió
a mirarla intensamente.-Mira, si piensas que yo estoy en contra de todo esto… ya sabes de buena
tinta que no, pero no puedo dejarte joder tu carrera. La discográfica me matará si llegan a salir a
la luz ciertos rumores que tú y yo sabemos. Ya no puedo seguir protegiéndote por más tiempo; ni
tengo ganas, ni el dinero suficiente.

-Yo te daré todo el dinero que necesites.

-¡No, Rachel! ¡Ya no es cuestión de dinero! La prensa está deseando pillarte para jodernos y cada
vez están más cerca de conseguirlo, sobre todo si sigues siendo así de irresponsable. Por favor,
cálmate aunque sea hasta dentro de un par de meses… Dame tiempo de preparar el nuevo
lanzamiento y ya entonces sales del armario, de Narnia o de donde te apetezca. Quizá sea hasta
una buena estrategia de marketing.

-¡Pero yo no quiero salir de ningún lado Santana! Es que yo ya estoy fuera, ¿no lo entiendes? Lo
que quiero es poder salir a tomar unas copas con mi pareja y que de igual que vaya agarrada de
la mano de una mujer. No quiero más citas con Brody, estoy harta.
-Pero Brody te ayudó a impulsar tu carrera, ahora eres tú la que no puedes dejarlo tirado. Es un
chico muy majo… Y guapo. Y te necesita, lo sabes de sobra.

-No quiero más citas, ¿entendido? Nada de cenas románticas, ni de salidas del supermercado… Ni
quiero paseos por las calles agarrados de la mano… No quiero verle, Santana-Rachel se tumbaba
sobre la cama y resoplaba debido al agobio.

-Mira Rach-se sentó en el borde de la cama un poco más calmada. –Hagamos un trato: te dejo
hacer todo lo que te apetezca, en lo que incluyo el fumarte un pitillo de vez en cuando, a cambio
de que me des sólo los dos meses que necesito. Sólo dos malditos meses con sus 30 días cada
uno; te regalo hasta un día que me sobra.

-¿Solo 60 días?

-Así es. Dos meses y se acabó.

-¿Y podré verme con quien quiera… siempre y cuando sea a escondidas y bajo tu permiso?-
terminó la pregunta un tanto coaccionada por la cara de la latina que se empezaba a transformar
de nuevo.

-Siempre que yo lo supervise y…

-¿Y…? ¿Aún hay más? ¡No me lo puedo creer!

-Y que salgas unas cuantas veces más con Weston.

- ¿Con Weston? ¡Me niego! Ya te lo he dejado bastante claro antes. No quiero volver a ver a
Brody.

-Rachel, no podemos romper el contrato. Su agente me dijo que éstas dos semanas son cruciales
para él…

-¡Y a mí qué de su perro!-se levantó sobresaltada.-No me importa lo que sea crucial para él, sino
lo que es trascendental para mí.

-Y ahora mismo es lo que nos interesa; te recuerdo que fuiste tú misma la que firmó ese contrato.

-Si yo llego a saber esto antes… te juro que lo hubiese mandado a la mierda.

-¡Rachel! Por favor, guarda la compostura. ¡Es Brody joder! ¡Él te ayudó a llegar a donde estás
ahora! Ten un poquito de cabeza, por favor.

-Santana… Vete, no me apetece seguir discutiendo-le señaló la puerta con su brazo derecho.-La
cabeza me va a explotar.

-Está bien, te dejo descansar. Pero mañana, a primera hora, ve preparándote para la rueda de
prensa. Piensa bien lo que vas a decir y en todo lo que hemos estado hablando, por favor. Seguro
que te preguntan por lo que ya sabemos…

-Lo intentaré.

-Ok, hasta mañana-caminó hacia la puerta y la abrió. -Que descanses.


-¡Maldita desgraciada…!-exclamó Rachel tras la salida de su manager.

Rachel se encontraba un poco aturdida; tenía un intenso dolor de cabeza que se había producido
ella misma con el estrés y la tensión del momento. Se acercó a su bolso y sacó una pastilla que le
calmaría todo ese malestar que cada vez se hacía más y más intenso.

Se tumbó de nuevo sobre la cama y encendió el televisor de plasma que había situado frente a
ella, sobre la pared. Apretó un botón al azar y, casualmente, había escogido el canal Mtv donde
estaban retransmitiendo, en diferido, el evento que había tenido lugar esa misma noche. Mientras
dejaba la emisión de los premios de fondo, para ver su actuación un poco más tarde, cogió un par
de revistas que Santana le había dejado sobre la mesita.

-Seguro que no es para tanto…

La morena abría las páginas por el reportaje que la revista Rolling Stone le había realizado hacía
tan sólo unas semanas. Se encontraba increíblemente guapa. Se gustaba a sí misma en aquellas
fotos que tanta polémica habían desatado.

-Bff… y todo por una simple tontería… ¿No ves la que han armado en un momento?-se
preguntaba a sí misma en voz alta.-Ni que hubiese dicho alguna mentira… Puck es un mujeriego
de armas tomar y ellas… ¡Pues ellas están juntas! ¿Qué más dará que mi manager y mi batería
estén juntas? ¡Si eso no le debe importar ni a mi abuela!

La cantante seguía inmersa en su lectura, riendo por aquellas contestaciones que creyó que
habían sido las acertadas. Le encantaba releer lo que algunos periodistas eran capaces de
interpretar en una contestación sencilla; incluso le gustaba evadir ciertas cuestiones de una
manera muy sutil y graciosa, que hacían de las delicias de todos los reportajes más desenfadados.

-Y así, "la cantante Rachel Berry desmiente los rumores sobre su supuesta homosexualidad"… -
leía unos de los últimos titulares de aquella entrevista. Bien, seguro que Brody está contento con
estas declaraciones…

Un sonido proveniente del teléfono móvil de Rachel se hizo notar en la lujosa suite. La chica se
alarmó, pues no esperaba que nadie le enviase un mensaje a aquella intempestiva hora.

Ashley: Rachel, estabas espectacular esta noche… Qué pena que en tu última entrevista no fueses
capaz de decir la verdad… Si así hubiese sido, quizás podríamos haber cruzado esa alfombra roja
de la mano. A" 03:18 -leyó el mensaje que acababa de llegar a su teléfono. –Ésta niña… ¡Está
completamente loca!-exclamó para sí misma a la vez que dirigía su mirada hacia la televisión.

Había llegado el turno de su actuación y ya se podía ver cómo Rachel aparecía en aquél inmenso
escenario repleto de pantallas LED que lo decoraban. En concreto, una pantalla enorme, de unos
diez metros, decoraba el frontal del escenario y era en la que, mientras se realizaban las
actuaciones, se proyectaban imágenes de los videoclips de los artistas que estaban sobre el
escenario en ese momento. Impresionante vista desde una distancia prudencial, totalmente
desapercibida para los que estaban en las primeras filas.

A ambos lados también habían colocado dos pantallas, éstas más largas de manera vertical que la
anterior; de anchas no mucho más de un metro. Ellas eran las encargadas de proyectar diferentes
decoraciones preparadas para cada actuación. Rachel no perdía detalle de cada momento en su
actuación. Se vio bajando las escaleras de aquél escenario y colocándose justo en la parte frontal,
dónde dos ventiladores la esperaban para que su pelo volase libremente nada más colocarse en
esa posición.
Le gustaba la fuerza con la que había empezado la actuación. La banda había estado a la altura,
pero había algo que no le convencía. Marley se encontraba un poco cohibida en los coros, pues
había notado que el micrófono estaba bastante más alto que el suyo y evitaba tapar a la cantante
en todo momento; por el bajo no hubo ningún problema. Brittany espectacular, como siempre,
tocando la batería al ritmo deseado y completamente medido, dejando esa sensación que golpea
el corazón y que dicen que es la ideal para los bajos. Puck siempre estaba en su línea, aunque la
improvisación del solo de guitarra eléctrica aquella noche había sido una da las más
espectaculares en lo que llevaban de gira. Sam, con su acompañamiento a la guitarra, ésta vez
también eléctrica y que doblaba la intensidad de sonido en cada compás… Estaba todo tal y como
a Rachel le gustaba para poder contonearse hacia el suelo y gritar mientras dejaba salir las
maravillosas notas que su voz era capaz de representar.

Rachel disfrutaba cada momento, disfrutaba cada estrofa de aquella canción… Estaba soltando
toda la adrenalina que podía, aprovechando cada segundo sobre ese escenario ante miles y miles
de personas. Se movía de un lateral a otro, animando al público a cantar con ella y moviéndose al
compás de la música. Adoraba estar allí y eso se notaba para quienes veían la actuación al otro
lado del escenario; hasta daban ganas de ponerse a bailar viéndolo desde casa a través del
televisor.

-Bueno, no ha sonado tan mal… Quinn tenía razón…

Y ella volvió a su mente. Quinn, la chica rubia de ojos intensos había vuelto a sus pensamientos.
No podía evitar sonreír al recordar todo lo que había vivido con aquella chica, lo que le hacía
sentir nada más que viéndola entre el público. La había visto en primera fila, se había fijado en
ella nada más salir al escenario. Sabía que era la chica del hotel, pues esa mirada tan profunda le
era difícil de olvidar. Recordaba ahora el momento en el que se acercó hacia el público y se
abalanzó sobre su mano para poder tocarla; quería sentirla, quería hacerla disfrutar mucho más
del momento… tanto como lo estaba haciendo ella al verla allí. La miró, le dedicó la mejor de sus
sonrisas y le guiñó el ojo derecho, aunque no estaba muy segura de que la chica se hubiese
percatado de esto último…

-Y ahora… ¡Arjj! ¡Qué desagradable!-se echó las manos a sus oídos. -¿Cómo es posible?

El sonido se había roto en los últimos segundos de aquella canción. Los monitores habían dejado
de funcionar y los amplificadores llegaron a su máxima potencia, recortando así la señal y
generando una Square Wave. La cantidad de armónicos que se había generado era tal, que el
voltaje de la alimentación del amplificador se había duplicado y habían roto el tweeter, el
elemento más delicado de la caja acústica del altavoz. Ese momento había sido crítico en la
actuación y casi llega a desatar el caos en aquél lugar.

-¡Oh, Dios! Pensé que iba a tener un poco de arreglo al pasar por la mesa... Santana me dijo que
había sido un pequeño error de monitores… Joder…

Volvió a recibir otro mensaje, que nuevamente dejó en la habitación ese sonido que tanto
desquiciaba a Rachel desde hacía unos meses… Creía que la aplicación "Whats app" había sido un
atraso para la humanidad, desde que la instaló en su teléfono no tenía tiempo de relajación, ni de
desconexión.

Marley: Hey Rach, ¿estás despierta? ¿Has visto la actuación?-preguntaba un tanto preocupada.
03:23

Rachel: Sí, intentaba dormir pero sí la vi. 03:24

Marley: ¡Qué horror! Pensé que sólo había sido un problema de monitorización… 03:24
Rachel: Eso pensaba yo también…03:25

Marley: ¿Qué vamos a hacer? 03:26

Rachel: ¿Pues qué vamos a hacer? ¡Nada! Mañana ya se me ocurrirá algo si me preguntan al
respecto. 03:27

Y el teléfono volvía a sonar. Ésta vez eran Sam y Puck a través de un grupo al que la habían
agregado ahora.

Puck: ¡Jefa! ¿Viste eso? 03:26

Rachel: Claro que lo vi Puckerman. ¿Qué pasa? 03:28

Sam: ¡Dios! Ha debido de ser la potencia del amplificador… 03:29

Puck: Si, eso creo. ¿Habrán sido las guitarras? 03:30

Rachel: Chicos, no os preocupéis… Está todo controlado. 03:35

Sam: No nos preocupamos de aquello que no nos repercute, pero esto sí… 03:45

Rachel: ¿Me dejaréis dormir? 03:49

Y el sonido se volvía a hacer latente y una nueva ventana se abría en la aplicación del teléfono.

Santana: ¿Qué haces despierta a estas horas, Rachel? 03:48

Rachel: Ya me iba a dormir. 03:48

Santana: Llevas en línea como medía hora… ¿Qué hacías? 03:49

Rachel: Nada… son los chicos, están preocupados por cómo ha quedado la actuación al
final. 03:50

Santana: Diles que ya me he ocupado yo de eso. 03:51

Rachel: ¿Por qué no se lo dices tú? 03:52

Santana: Nunca me metéis en esos estúpidos grupos de Whats app. ¿Acaso les doy miedo? 03:53

Rachel: Un poco jajajaja. 03:54

La morena volvía a la ventana perteneciente al grupo que habían abierto sus dos compañeros.

Rachel: Chicos, agregad a los demás a la conversación, ¿vale? Santana se siente desplazada…
03:55

Puck: ¡Qué le den a la latin lover! 03:56

Rachel: ¡Puck! ¡Ella es más jefa que yo! 03:57


Puck: Está bien… la agregaré. 03:58

Santana se unió al grupo.

Brittany se unió al grupo.

Marley se unió al grupo.

Puck: Bien, ya estamos todos…04:03

Sam: Hola guapas! :P 04:04

Marley: Hola chicos, ¿no descansáis? 04:05

Santana: Eso debería estar haciendo Rachel en este momento… Por favor, mañana tiene una
rueda de prensa que atender… No seáis muy pesados. 04:06

Brittany: San, cariño, déjalos que hagan lo que quieran. 04:07

Santana: Britt, puedes decirme las cosas a mí sin tener que escribirlas. Estoy a tu lado. 04:08

Brittany: Pero si te lo digo a ti, los demás no se enteran… 04:08

Rachel: Chicos, lo siento mucho pero tengo que dejaros, ¿vale? Que descanséis. Os quiero! 04:09

Marley: Y nosotros a ti. Que descanses guapa! 04:10

Puck: Besos bombón. 04:10

Sam: Ciao! 04:10

Brittany: Qué tengas dulces sueños, Rach. 04:10

Santana: Adiós a todos. 04:10

Rachel: Ha sido un placer volver a compartir esta noche con todos vosotros. 04:10

Rachel cerró la aplicación y se dispuso a dejar su teléfono sobre la mesita que había a su derecha.
Volvió a sonar y dudó, durante unos segundos, en volver a abrirlo o no.

Ashley: ¿Te comió la lengua el gato? 04:10

La morena leyó el mensaje y titubeó en contestar o no. Comenzó a escribir unas palabras de
disculpa, pero no fue capaz de enviar el mensaje.

Ashley: Sé que estás ahí, te veo en línea y sé que has estado a punto de escribirme algo. No
puedes ignorarme eternamente…04:13

Rachel no había quitado la vista de su teléfono y suspiró; suspiró porque le apetecía decirle
muchas cosas, pero no quería hacerse más daño.

Rachel: Lo siento Ashley, tengo que ir a dormir. Mañana me espera un duro día. 04:14
Ashley: Siempre trabajo y más trabajo… No has cambiado. 04:15

Rachel: Nadie dijo que lo haría. 04:48

Ashley: Ok, me voy. No quiero molestar. 04:50

Rachel: Sabes de sobra que no molestas… 04:54

Ashley: Ya veo el caso que me haces últimamente. Desde que te dije aquello no me has vuelto a
llamar, ni siquiera has venido a verme. Sólo te dejas ver con el imbécil. 04:55

Rachel: Deja a Brody tranquilo, ¿ok? Él no tiene la culpa. 05:00

Ashley: Ya veremos quién va a tener la culpa. 05:10

Rachel: ¿Qué pretendes? 05:14

Ashley: ¿Yo? Nada… 05:14

Rachel: Deja en paz a Brody, ¿me has oído? 05:15

Ashley: Te leo Rachel… Te leo… 05:18

Ashley: Pero no podrás cubrirlo eternamente. 05:18

Rachel abrió la imagen que le había enviado la chica y se quedó completamente sorprendida.

Rachel: ¿Cómo has conseguido ésta foto? 05:19

Ashley últ. vez hoy a las 05:20

Entrevista

-Buenos días a todos. Mi representada, Rachel Berry, contestará a sus preguntas en unos
minutos. Primero, quisiera recordarles que la señorita Berry no contestará preguntas que estén
relacionadas con su vida privada. Y, bueno, ahora les informaré sobre cómo lo haremos.

En ese instante, la citada cantante hacia acto de presencia en la sala. Todas las miradas se
dirigieron hacia la chica que entraba rompedora hasta el photocall y que, sonriendo, posaba ante
las cámaras que querían sacar una fotografía en exclusiva. Segundos más tarde, tomó camino
hacia la silla que había situada junto a su representante.

-Como iba diciendo, cada medio de comunicación tendrá derecho a una pregunta para así poder
contestar a todos. Seré yo quien decida el orden en el que ustedes irán cuestionando a la señorita
Berry. Sin más, doy paso a la entrevistada.

-Gracias Santana. Muy buenos días a todos. Estoy muy agradecida de estar esta mañana aquí con
ustedes y… -miró a su alrededor y detuvo su mirada en su amiga y representante-, espero poder
contestar a todos. Cuando queráis…

-Bien, comencemos entonces. Tiene la palabra la chica rubia de jersey naranja.


-Buenos días señorita Berry. Mi pregunta es la siguiente: ¿Cómo lleva usted eso de la fama?

-Pues dicen que a lo bueno se acostumbra uno pronto, ¿no? –rio mirando intensamente a la
periodista. –Pero la verdad es que a esto de la fama cuesta un poco más acostumbrarse.
Simplemente lo llevo; me gusta y me disgusta a la vez.

La periodista tomaba nota de la respuesta de la cantante mientras un muchacho ya estaba


pidiendo poder ser el siguiente.

-El próximo en preguntar es el muchacho de la camisa fucsia. Adelante –señaló la latina al


muchacho al que daba la palabra.

-Gracias. Yo voy a ser un poco más específico ya que, después de ver la actuación que realizó
anoche, mis lectores se preguntarán si realmente Rachel Berry se come el mundo tal y como así
quiere hacernos ver.

-Tanto como comerme el mundo, pues no sé… -sonrió al muchacho. ¿Tú qué opinas?

-Yo diría que Rachel Berry es una persona que arrasa allá por dónde pasa.

-En ese caso he de decir que me gusta arrasar, me gusta ser un fenómeno de masas… Creo que si
no me he comido ya el mundo, poco me faltará para hacerlo -volvió a reír.

-Buena respuesta. Gracias.

Rachel volvía su mirada hacia su representante, que ya buscaba entre el personal quién sería el
siguiente en preguntar.

-La muchacha de jersey gris, por favor.

-Buenos días Rachel. ¿Qué supone para usted enfrentarse al directo?

-Para mí, el directo es el lugar en el que me encuentro por fin cara a cara con la gente que me ha
seguido y que hace la apuesta de pagar su entrada y verme. Es mi forma de dar las gracias por
todo lo que han hecho por mí. Cuando te enfrentas al directo no hay trampa ni cartón y es una
responsabilidad enorme. Al fin y al cabo, es mi lugar.

-¿Qué paso en la actuación de anoche?

-Solo una pregunta por medio, por favor –Santana interrumpió.

-Contestaré a la señorita y que sirva esta contestación para todos. Lo que pasó anoche en el
escenario fue un fallo técnico de la producción; una cosa totalmente ajena a mí o a algún
integrante de mi banda…pero como bien saben, en un riguroso directo no se puede camuflar
nada. En un principio pensamos que sólo había sido un problema de monitores, y que era a nivel
nuestro nada más, pero anoche viendo la actuación pude comprobar que había afectado a todo el
sonido de la puesta en escena. Lo sentimos mucho.

-El chico de gafas y chaleco beige, por favor… -Santana cedió la palabra a otro muchacho.

-Señorita Berry, el espectáculo que presenta en esta gira supone un cambio en muchos aspectos.
-Sí, sobre todo en cuanto a la estética, ya que hemos enfatizado la parte del espectáculo a
diferencia de la gira del año pasado. Este nuevo formato permitirá que en sitios grandes la gente
pueda saltar, bailar y olvidarse un poco de los problemas, algo que también se merecen.

-Gracias, los lectores de "Backstage" quedarán muy satisfechos con esta agradable noticia.

-Gracias a vosotros –Rachel sonrió nuevamente.

-La chica de gafas, la de Marie Claire.

-Señorita Berry, buenos días. Yo tengo dos preguntas muy cortas. La primera: ¿Come usted antes
de sus shows?

-No, siempre suelo comer después.

-Y la segunda: ¿Cómo lleva el hecho de viajar tanto?

-Lo llevo mal porque no me gusta mucho volar, pero tengo que hacerlo y ya estoy más que
acostumbrada a ello.

Santana volvía a buscar entre los presentes las manos alzadas y dio la palabra a un hombre
trajeado, y con corbata, que portaba una grabadora entre sus manos.

-¿Qué es lo más importante que ha aprendido de la música?

-Que es infinita; la música es mucho más que sacar un disco o grabar un videoclip… Es vida, es
todo. No sé si me entiende…

-Claro que la entiendo… ¿Cómo se ve usted dentro de diez años?

-Espero que dentro de diez años pueda seguir cantando y viviendo de la música porque es lo que
realmente me apasiona. Pero… por el momento prefiero vivir el presente, centrarme en mi carrera
ahora y no pensar en qué me deparará el futuro.

-El chico de la "Rolling Stone" será el siguiente –Santana volvía a ceder la palabra.

-Gracias. Tras el escándalo que se ha levantado después de su última portada en nuestra revista:
¿Es Rachel Berry una chica liberal?

-No entiendo muy bien su pregunta. ¿A qué se refiere exactamente?

-¿Alguna vez ha tenido relaciones con mujeres?

-Lo siento, esa pregunta está fuera de lugar –fue Santana la que interrumpió. Como ya sabe,
nada de preguntas personales.

-Tranquila San, voy a contestarle al chico. Mire, me considero una persona bastante liberal y así
seguiré siéndolo. Usted no puede cuestionar con quién me acuesto o dejo de hacerlo porque no
creo que eso sea de interés público, musicalmente hablando claro. Y de más está decir que mi
chico, Brody Weston, se ofendería si se cuestionara cualquier aspecto de nuestra relación.
-Creo que eso ha contestado con creces lo que usted buscaba –Santana miró enfurecida al
muchacho-. Por favor, la señora de traje color mango… Usted será la última.

-Gracias. A mis televidentes les encantaría que la señorita Berry pudiese saludarles y que nos
dijese qué es lo que espera de su nuevo álbum.

-¿Para qué cadena trabaja? –se interesó Rachel.

-Somos de la casa, Mtv.

-Ok. ¿Dónde tengo que mirar? ¿A esa cámara? –la morena señaló al cámara que se situaba junto
a la periodista. Bien… ¡Hola! Soy Rachel Berry y quería enviaros un beso y un abrazo muy fuerte a
todos los que estáis viendo Mtv. Mi próximo álbum estará lleno de muchas sorpresas que espero
que os guste; eso sí, sin perder la esencia que me trajo hasta aquí –sonrió a la cámara. Y muchas
gracias también por todo el cariño que me dais, me ayuda a seguir luchando en este mundillo por
ofreceros todo lo que os merecéis como fans. Sed felices –mandó un beso al aire y volvió a
sonreír-.

-Bien, hemos terminado.

La latina se levantaba y cogía a su representada por el brazo. Ambas sonrieron y comenzaron a


caminar en dirección opuesta hasta llegar a un descansillo.

-Espero que no nos de problemas la contestación que le has dado al tipo de la Rolling Stone.

-¿Quieres dejar de preocuparte? ¡Me tienes harta Santana! Tengo cosas más importantes en las
que pensar.

-¿Qué es más importante que esto Rachel? ¡Dímelo! ¿Qué coño es más importante que tu vida
laboral?

Santana se giró para mirar fijamente a su amiga. Rachel no pudo decir nada. Y en silencio
estuvieron por algunos minutos.

-Mira Rachel, lo siento… Sé que estoy últimamente muy nerviosa pero es que estoy muy agobiada
con todo.

-Deberías tomarte un descanso, San.

-Pues yo no lo creo. ¿Para qué? ¿Para seguir sufriendo en la distancia? No, no puedo irme hasta
dejar todo completamente atado. Además, Brittany está de gira contigo.

-Santana, no sé cómo decirte esto… Sé que me vas a decir que ya me lo dijiste y me vas a
reprochar todo lo que te dé la gana, pero creo que debes saberlo antes de que sea más tarde–
Rachel caminaba por el descansillo nerviosa.

-¿Qué te ocurre Rachel? –frunció su ceño asustada.

-Mira esto…

Rachel buscaba entre las fotografías de su teléfono la última que Ashley le había enviado. En ella,
Brody se veía besando a un muchacho de pelo moreno y con barba.
-¿Quién te ha enviado esta foto?

-Ashley.

-¡NO! ¿Ashley? Estarás de coña, Rachel… Esta foto no ha podido llegar a manos de esa loca
psicópata.

-Pues sí que ha llegado. No tengo ni idea de si la hizo ella, si se la han hecho llegar o qué… Lo que
sé es que la tiene y, como ésta, tiene muchas más. Me está chantajeando.

-¡Estamos jodidos! Bfff… A ver, tengo que llamar al agente de Brody y contarle todo esto porque
tenemos que parar a esa mocosa entre ambos; yo sola no voy a poder, Rachel.

-Lo sé, sé que es difícil. Me dijo que si me veía con Brody las sacaría a la luz…

-¡Será zorra! ¡Esa niñata me va a oír! Dame su teléfono.

-No, voy a llamar a Brody primero. Él es el primer implicado y tiene que saberlo antes que nadie…
Así ya concreto con él para vernos en el aeropuerto.

-Él también tiene la culpa de todo esto… ¿Cómo se le ocurre besar a su novio en un lugar público?
¡Es de locos! Y yo pidiéndote discreción…

-Voy a llamarle, está decidido-sentenció Rachel.

Rachel caminó un poco más hasta llegar a la puerta trasera donde la estaba esperando el coche
que la llevaría de vuelta al hotel. Una vez dentro del mismo, tecleó el teléfono de Brody.

-¿Rachel?

-Sí, Brody.

-¿Qué ocurre? ¿Por qué me llamas a estas horas?

-Lo siento, olvidé por completo las horas de diferencia que hay entre Los Ángeles y Nueva York…

-¿Qué pasa?

-Tengo malas noticias. ¿Has visto tu correo?

-Mmmm… No, claro que no. Estaba completamente dormido aún.

-Bueno, será mejor que vayas a echarle un vistazo y me digas qué te parece.

Rachel escuchó cómo el chico se incorporaba de la cama y caminaba hacia algún lugar cercano.
Después, pudo oír una silla chirriar y el pitido que indicaba que el ordenador se estaba
encendiendo.

-Se está encendiendo. ¿Ha pasado algo en la gala de los Mtv?

-No, bueno sí… pero ahora lo más importante lo tienes en ese correo que, además, te pediría que
abrieses cuanto antes.
-La máquina no va más rápida, Rachel. Ten paciencia.

-¿Paciencia? ¡Por Dios Brody! ¡Te has dejado ver con Dyson en público! No me pidas que tenga
paciencia…

-¿Con Dyson en público? Creo que te equivocas.

En ese instante, el chico accedía a su cuenta de correo electrónico y se quedaba completamente


paralizado al examinar la foto que Rachel le había adjuntado en su email.

-¿Brody? ¿Sigues ahí?

-Sí, si… claro que sigo aquí. ¡Joder Berry! ¡Esto no ha podido pasar!

-Pues ha pasado y ha llegado a manos de una loca psicópata que está chantajeándome por esto…
No me extrañaría nada que ahora lo intentase contigo.

-¿Quién es esa loca? ¿La conozco?

-Ashley.

-¿Ash? ¿Nuestra Ash?

-Bueno, tan nuestra ya no es…

-Que yo recuerde ha sido la novia que más te ha durado, Rachel. Era ya como parte de la familia.

-Bueno, "era", tú mismo lo acabas de decir.

-En realidad tu agente tenía razón. Esa niñata no podría traernos nada bueno.

-No menciones a Santana que la tengo aquí al lado haciendo muecas y gesticulando que va a
cortarte, sin piedad, "tus partes más íntimas".

-¿Y ahora qué hacemos? ¿Tiene Santana alguna solución?

-Bueno, en realidad lleva un par de días insistiéndome que tenemos que vernos un poco más
durante unos meses… Será tan bueno para ti, como para mí…

-¿Y la loca?

-Pues a la loca habrá que callarle un poco la boca. Quizá vaya hasta Lima para intentar hacerla
entrar en razón.

-Eso no es buena idea –espetó la latina pegando su boca hacia el micrófono del teléfono móvil
para que así lo escuchase también Brody.

-Dile a Santana que puedo acompañarte, así no pondrá pegas.

-Dice que puede acompañarme, así no tienes por qué preocuparte de la prensa…-le comentó a su
agente.
-Si te acompaña él… vale, pero sólo vais a verla a ella y os volvéis, ¿de acuerdo? E intentad que
los paparazzi os vean juntos durante unos días. Que os fotografíen en el aeropuerto nos puede
dar juego para una escapada romántica después de estar varios días sin veros juntos.

-De acuerdo, ¿escuchaste Brody?

-Sí, que intentemos llamar la atención sobre la escapada romántica. Captado.

-Y dile a Dyson que se tome unas vacaciones por unas semanas, por favor –gritó Santana
nuevamente.

-Dile a Santana que esté tranquila, lo mandaré de vacaciones con sus padres por ahí. Ciao Rachel
y gracias por llamar.

-De nada Brody. Nos vemos a mi vuelta.

-¡Hey! ¡Espera un segundo! ¿A qué hora llega tu vuelo?

-A las 16:30, hora de allí.

-De acuerdo, a esa hora estoy libre. Voy por ti al aeropuerto, ¿vale? Así empezamos ya a
movilizar a la prensa.

-Ok, seguro que a Santana le encanta escuchar esto último que me has dicho –sonrió
forzadamente mientras giraba su mirada hacia la latina.

-¿Qué tiene que gustarme?

-Hasta después Brody.

-Ciao Rachel.

La morena detenía la llamada y guardaba su teléfono móvil de nuevo en el bolso. Santana aún
seguía con la incertidumbre de saber qué era eso que dijo Brody y que tanto le iba a encantar.

-¿Qué te ha dicho Brody? –volvió a insistir.

-Nada, que viene a recogerme al aeropuerto.

-¡Eso es cojonudo! ¡Voy a llamar a su representante! Gracias Rach –sonrió y le besó rápidamente
la mejilla.

-De nada, sabía que te iba a gustar la idea.

Preocupaciones

Rachel caminaba junto a Santana a través de las terminales del aeropuerto; lo hacía con paso
lento y nervioso pues sabía que debía comenzar su momento de actuación. Suspiraba una y otra
vez, sonreía a su representante y miraba desesperada hacia el final del pasillo: la sala de recogida
de equipajes.
Una vez recogido su equipaje, ambas se despidieron y cada una tomó una puerta de salida
completamente diferente. Allí, en la puerta por la que la morena cantante se disponía a salir, una
avalancha de fotógrafos flasheaban ya a uno de los cantantes masculinos más exitosos del
momento.

Sudaba. Rachel sudaba y se detuvo en su camino. No sabía si ésta vez tendría el valor suficiente
para camuflarse otra vez y ser una persona que no es. Respiró varias veces, de manera autómata,
y continuó con su camino en dirección a la muchedumbre.

-Dejen algo para la verdadera estrella –sonreía Brody ante las cámaras haciendo alusión a su
supuesta novia.

Los fotógrafos seguían disparando frente al joven hasta que Rachel, con un gorro y gafas de sol,
hacía acto de presencia en el lugar.

-Señorita Berry, por favor, pose para las cámaras –uno de los cámaras se aventuró a pedir.

-Lo siento, no estoy en horario laboral –contestó la muchacha.

-Señor Weston, convenza a la señorita Berry y posen juntos.

-Yo no puedo hacer nada señores. Si ella no quiere, no habrá fotos –miró a Rachel que se
acercaba a besarle mientras se quitaba la gorra y las gafas de sol.

-Está bien, sólo una foto.

Rachel volvió a realizar el acto que más odiaba desde que vivía aquella mentira: besar a Brody. Y
lo hacía cerrando sus ojos y sintiendo cada milésima de segundo como una completa tortura.

-Espero que esto sea más que suficiente para sus exclusivas –espetó la diva mientras volvía a
colocarse la gorra y las gafas de sol.

-Muchas gracias por estar siempre atentos. Les espero dentro de un par semanas en el
lanzamiento de mi próximo disco. Están invitados –Brody agradecía y aprovechaba para
promocionarse ante la prensa.

Rachel esperaba a que el chico terminase de hablar con la prensa para emprender camino a su
supuesto "nidito de amor". Le cogió una mano y dejó que el muchacho fuese quien cargase su
maleta con la mano que tenía libre.

Caminaron unos cuantos metros más hacía la puerta hasta llegar al lugar en el que Brody había
estacionado su coche. Abrió el maletero, depositó el equipaje de la chica y abrió la puerta para
que ésta se adentrase en el interior del automóvil.

-Bueno, ¿qué tal el viaje? –preguntó Brody mientras arrancaba su coche.

-Ya ves, muy "movidito".

-De eso me di cuenta. Ja, ja, ja, ja, ja.

Si había algo más que Rachel odiaba de aquél chico, eso era su risa. A veces se tornaba un tanto
falsa y, otras, un tanto burlona. No le gustaba en absoluto que el muchacho tomase en gracia
todo lo que le estaba ocurriendo en ese instante por su culpa.
-No sé qué hay de gracioso en todo esto.

-Venga, Rachel, no seas tan seca. A veces pienso que tu personalidad es totalmente bipolar.

-No me apetece reírme y, además, no me hace gracia.

-Podrías poner un poquito más de tu parte; algún día nos van a descubrir como sigas con esa
actitud. De verdad, te di la oportunidad más grande que te han dado en este mundillo y tú me lo
pagas siempre con malas caras.

-Si quieres que sonría tendrías que, al menos, tenerme un poco contenta.

-¿Qué más quieres que haga?

-Ay, por favor, Brody… Se supone que soy tu novia, tu pareja… Tú tampoco te lo curras tanto
como crees.

-¿Qué te pasa ahora?

-¿Enserio? ¿Me preguntas qué me pasa? ¡Qué cojones se te pasó a ti por la cabeza cuando
besaste a Dyson en público! ¿Querías joderme o qué? Justo cuando se empiezan a rumorear cosas
sobre mí; justo cuando me encuentro en plena pre-producción del nuevo disco…

-Rachel…

-Ni Rachel, ni hostias.

-¡Hey! No te enfades, ¿vale? Ha sido un completo descuido.

-¿Descuido? ¿Eso es lo que es para ti? Brody, no vamos a llegar a ninguna parte juntos. Yo ni tan
siquiera quiero volver a verme contigo, pero es obvio que tendremos que aguantar un poco más si
no queremos caer en picado. Estamos juntos en esto, ¿recuerdas? Si tú te hundes, yo voy detrás.

-Bueno, siempre puedes quedar como la cornuda y la desconsolada –rio.

-No lo tomes a risa, por favor.

-No lo hago, créeme. ¿Dónde vamos ahora? ¿A tu casa?

-Creo que sería mejor ir a tu piso.

-¿Estás segura?

-Sí, claro… Aunque tenga que salir de ahí en mitad de la noche.

Ambos chicos se dirigieron a la casa de Brody, en pleno centro de Los Ángeles. El muchacho metió
el coche en su garaje privado e invitó a la chica a entrar en el ascensor mientras él recogía el
equipaje.

-Por fin en casa.

-Habla por ti…


-Venga, Rachel, sabes que mi casa es tu casa.

-Hola cielo, ¿qué tal te ha ido con… -Dyson aparecía en el salón y se percataba de la presencia de
la morena.

-Ella. ¿Qué hace ella en casa? –gritó como una loca mientras señalaba con el dedo a Rachel.

-Cielo, ya te expliqué que estos días va a estar por aquí… -Brody intentaba explicarse.

-Ya, por eso quieres que me vaya a Acapulco de vacaciones con mis padres. Por eso me mandas a
la otra punta del globo terráqueo –dramatizó.

-No, cariño. Tienes que tomarte esas vacaciones mientras yo realizo mi promoción del disco; así
no te sentirás solo en casa. Y ella… pues ella tiene que verse un par de veces más conmigo de
cara a la prensa o…

-¿O qué?

Rachel, en ese momento, giraba la cabeza de un interlocutor a otro como si de un partido de tenis
se tratase. Muda, inquieta y muy curiosa por saber más, se quedó ahí observando la escena.

-O puede que no nos podamos ver en mucho tiempo. Una loca psicópata está chantajeando a
Rachel porque nos ha hecho una foto besándonos en público o algo así. Y bueno… ya sabes que no
es un buen momento para salir del armario así que tendremos que poner remedio a todo esto –
hizo un gesto con su dedo índice que marcaba uno a uno a los tres ocupantes del habitáculo.

-Nunca es un buen momento para salir del armario, para mostrarte tal y como eres. El mundo se
está perdiendo una parte de ti importantísima. De cantante gay ganarías mucho más, que lo
sepas. Mira Ricky Martin… Apenas soltó ser homosexual y vendió un trillón de discos.

-No seas dramática –Brody se acercó a su chico para tranquilizarlo.

-Ejem… Sigo aquí –Rachel se hizo notar en cuanto la escena empezó a tornarse un poco más
íntima.

-Perdona Rachel, ya sabes que Dyson es muy dramático.

-En realidad tiene razón, Ricky Martin ganó mucho más siendo gay –dirigió su sonrisa a Dyson.

-Ahora me caes mucho mejor, Rachel –Dyson comenzó a caminar en dirección a la cocina.

-Dejaros de tonterías. Rachel, puedes quedarte en la habitación de invitados. Allí tienes todo lo
que puedas necesitar. Acomódate y hablamos tranquilamente sobre ese viaje a Lima.

-¿Os vais a Ohio? ¿Qué demonios tiene que hacer mi novio en Ohio? –Dyson volvía a hacer acto
de presencia tras escuchar los comentarios de Brody.

-Dyson, la cena. Rachel…

-Sí, voy a ponerme cómoda y vuelvo.

-Bien, todo el mundo ya sabe qué tiene que hacer.


Rachel cogió su maleta y la transportó hasta la habitación de invitados; una habitación más que
conocida para ella, pues había pasado allí la mayor parte de su "romance" con Brody. Al entrar,
podía observarse una cama japonesa a ras de suelo, vestida con unas sábanas negras y blancas
que armonizaban con el estilo zen de la casa. A la izquierda, una pequeña cómoda con unos
estantes que soportaban las toallas y sábanas de aquella habitación. A ambos lados de la cama,
unas pequeñas mesitas de noche a juego con la cama.

-Bien, voy a ver que tengo por aquí para ponerme cómoda…

Rachel se acercó hasta el armario de la habitación donde Brody se había encargado de dejarle
algunas prendas de ropa para sus continuas visitas a aquella casa. El chico siempre había puesto
empeño en hacer las cosas mucho más fáciles para la pequeña morena. Esta vez, y puesto que no
tenía pensamientos de salir a la calle, se vistió con unos pantalones grises de deporte, una
camiseta muy básica de color blanca y una sudadera de los Ángeles Lakers, esto último propiedad
de Brody.

-¿Todo bien por aquí? ¿Te falta algo?

-No, gracias Brody. ¿Te importa? –preguntó señalándose la sudadera que le había cogido
prestada.

-No, claro que no. Toma de esa parte del armario lo que necesites; ya sabes que lo dejé ahí para
ti.

-Gracias, eres muy amable.

-Menos mal que ya estás de mejor humor… ¿Qué te pasa realmente?

El muchacho se adentró en la habitación y tomó asiento en la parte baja de la cama, obligando a


Rachel a que lo imitase.

-Hay una chica.

-¿De verdad? ¡Pues me alegro un montón, Rachel! Ya era hora.

-No, está pero no está… No sé si debería ni siquiera pensar en ello.

-Cuéntame. ¿Quién es? ¿Cómo la conociste? ¿Es guapa? ¿Rubia? ¿Alta? ¿Ojos azules?

-Por partes Brody –sonrió. A ver… es rubia, un poquito más alta que yo… Tiene unos ojos verdes
preciosos y es bastante guapa.

-¿Y dónde se escondía dicha preciosidad que no la encontraste antes?

-Pues es una fan.

-¿Otra fan? ¡Dios Rachel! Deberías haber aprendido la lección con eso ya… Ya sabes que no es
buena idea, ¿no? ¿Santana no dice nada al respecto?

-Santana odia todo al respecto, ya lo sabes. Y sé que no es buena idea, por eso ya está zanjado.
De hecho, nunca más lo volveré a ver.

-¿La conociste en el viaje a Nueva York?


-Sí.

-Bueno, entonces será complicado coincidir con ella.

-Eso parece…

-Es lo mejor y lo sabes.

-Ya lo sé, Brody. Pero es que no puedo sacármela de mi cabeza. Sus labios son tan… saben tan
bien… -suspiró.

-Espera, espera… ¿Dices que has besado a la chica?

-Eso te estoy diciendo.

-¡Pero Rachel! Dijiste que nunca más volverías a liarte con una tía si no había un futuro certero
por delante… Dijiste que abandonarías esa locura de llevar a tantas para adelante.

-Lo sé. Sé que lo dije, pero ella es diferente.

-¿Y qué edad tiene?

-Pues no sé, pero parece ser jovencita. Quizá unos… ¿cuatro años menos que yo? –espetó
dudosa.

-Unos cuatro años menos que tú o… ¿alguno más?

-Pues no lo sé Brody. No lo sé.

-Bueno, no te preocupes. Ahora lo importante es centrarte en el nuevo álbum y en seguir


adelante con tu carrera.

-Está claro que tengo que centrarme en eso, pero eso no quita que siga dándole vueltas a mi
cabeza…

-Pues esa cabecita tuya tiene que dejar de dar tantas vueltas y de volver a la realidad. ¿Qué hay
del viaje a Lima?

-Tendré que hacerlo cuanto antes.

-¿Que tendrás? Le prometí a Santana que iría contigo.

-No tienes que venir si no quieres. Ya me las apaño yo sola.

-No, Rachel. Yo te he metido en este lío y soy quien te tiene que ayudar a salir de él.

-Está bien, como quieras. Yo había pensado en ir dentro de un par de días; tengo un hueco en mi
agenda. ¿Cómo lo tienes tú?

-Estoy un poco más ajetreado, pero suspenderé lo que tenga previsto para ese día y los dos
próximos. ¿Crees que nos dará tiempo?
-Espero, por nuestro bien, poder arreglarlo en menos de un par de horas.

-¿Y el resto del tiempo? –cuestionó el chico.

-El resto del tiempo, tú y yo tendremos que hacer algo relacionado con nuestra "escapada
amorosa" –entrecomilló con sus dedos esto último.

-¿Hay algo interesante para hacer allí?

-Pues no mucho. Sólo he ido unas cuantas veces para ver a Ashley, pero no he salido de su casa…
Ya sabes, por si me reconocían o las masas de fans no me dejaban pasar el tiempo de una
manera más relajada.

-Podríamos alquilar una casita y así pasar más desapercibidos, ¿no?

-No. En realidad estaba pensando en reservar habitación en un hotel con spa que hay en una
ciudad de al lado…

-Ok, lo que tú digas estará bien.

-Pues yo me encargo de las reservas y tú de quitarte los compromisos de agenda. Gracias Brody,
no sé cómo agradecértelo.

-Ven aquí pequeña gruñona… Ven y dame un abrazo.

¿Dónde está el teléfono?

-Quinn, por favor, no te lo voy a volver a repetir. Baja a cenar–gritó la señora Fabray.

La adolescente hizo caso omiso a las palabras de su madre y prosiguió leyendo el libro que hacía
unos tres días comenzó a leer por aburrimiento. Nada de teléfonos móviles. Nada de conexión a
Internet. Nada de revistas. Y, por supuesto, nada de esa estúpida música que solía escuchar.

-Quinn–el señor Fabray golpeó fuertemente la puerta. –Quinn, hija, no hagas enfadar a tu madre.

-¡Que se vaya al cuerno papá!

-Hija, no seas maleducada. Al menos ábreme la puerta.

La chica se quedó pensativa por unos instantes hasta que recapacitó y decidió escuchar aquello
que tenía que decirle su padre.

-Pasa–le invitó a la vez que abría la puerta. Perdona el desorden, Shelby no ha podido entrar en
toda la semana.

-Quinn, tienes que salir. No puedes quedarte en la habitación encerrada de por vida.

-No pienso salir de aquí.

-¿Por qué hija?–se acomodó en los pies de la cama, junto a la chica.

-Pues porque no me apetece.


-A ver, tienes que comprender que nos molestásemos por cómo te estás comportando
últimamente. Esa amiga tuya… ¿Kitty?

-¿Qué pasa ahora con Kit?–alzó la voz mientras se dejaba caer hacia atrás en la cama.

-Hija… no me levantes la voz. Esa amiga tuya, la tal Kit, no es muy buena compañía. Está un poco
descentrada y va muy mal en los estudios. Tu madre y yo creemos que es mejor que busques
otros amigos.

-Ya, como si eso fuese tan fácil–resopló.

-Lo que quiero decirte es que, desde que has hecho buena amistad con esa chica, no te ha traído
nada bueno. ¿No te das cuenta? La escapada, el gasto innecesario de dinero, las salidas, la locura
por la chica esa que canta… Sin olvidarme del tabaco, que aunque te escondas sé que lo haces.

-Yo no fumo.

-¿De veras? ¿Y si busco en los bolsillos de tu mochila? Podría hacerlo ahora mismo…-dijo esto
último medio incorporándose de la cama.

-¡No!–Quinn evitó que su padre terminase de levantarse propinándole un tirón en el brazo.

-No somos tontos, Quinn. Sólo queremos lo mejor para ti y éste castigo está muy bien merecido.

-Tú, como siempre, apoyando al ogro en sus decisiones.

-¡No llames así a tu madre!

-Mamá seguro que está disfrutando de verme encerrada en casa.

-Ninguno de los dos queremos que lo pases mal, pero tampoco queremos que sigas mintiéndonos.
¿En qué estabas pensando al irte a Nueva York? ¡Sin avisar, Quinn! Escapándote… Dejando a
Shelby en un sin vivir. Y no hablemos de tu madre…

-Si ni siquiera se dio cuenta de que me había marchado. ¿Cuánto tiempo tardó? ¿Horas? ¿Días?

-Y para colmo, no se os ocurre otra cosa que aceptar una entrevista para televisión. ¡En qué
cabeza cabe hija! Ya que te escapas, sé un poco más inteligente… Aunque he de decir, que me
gustó verte al otro lado de las cámaras. Te veías increíblemente guapa.

-Ya… al grano papá.

-Si no es mucha molestia, ¿podrías bajar a cenar? Tu madre se marcha a primera hora de la
mañana y quiere despedirse de la familia.

-¿No tiene suficiente con despedirse del gato?

-No tenemos gato–Russell frunció el ceño.

-Era una frase hecha, papá–sonrió y golpeó el hombro de su padre.

-Venga cariño, baja con nosotros. Hazlo por mí.


-Vale, pero una cena rápida y me vuelvo a la cama.

Y en esa misma cama se encontraba un par de horas más tarde. Otra vez abrió el libro por donde
lo había dejado y siguió su lectura. En realidad, ese libro podría haberlo devorado en tan solo una
noche pero, estaba tan inmersa en sus pensamientos, que cada vez que quería reenganchar la
lectura, tenía que comenzar desde el principio. Lo hacía sin darse cuenta. La culpable de todo lo
que le estaba pasando era ELLA. Cómo olvidar aquél beso. Cómo olvidar esos días tan
maravillosos que había pasado en Nueva York. Cómo olvidarla…

-¿Quinn?

-¡Hey, Kit! ¿Qué tal estás?–preguntó la rubia.

-¿Quinn? ¿Te han devuelto ya el teléfono móvil?

-Sí y no. Sí a lo primero y no a lo segundo–rio.

-¿Entonces…

-Sólo he tenido que llamarme desde el fijo y pude encontrarlo. ¡Gracias a Dios aún le quedaba
batería y vibró en uno de los botes de la cocina!

-¡Qué crack tía!–rio ella también.

-Bueno, a lo que iba… ¿novedades?

-¿Novedades? ¡Pero si ya te he contado todo en el insti!

-Cotilleos de los grupos de Facebook, de Twitter… ¡Dime algo, por favor!

-Pues quizá sea mejor que no veas fotos ni nada relacionado con ella.

-¿Por qué? ¿Ha pasado algo?

-Bueno… quizá desde que la vimos ha vuelto con su "novio". Ya sabes, las típicas salidas de
compras con el carrito, las típicas salidas a partidos de basket…

-¿Y ahora?

-Pues ahora, sinceramente, no tengo ni puta idea de dónde para. Hace unos días que se
rumoreaba que se iba de viaje romántico o algo así… Quizá pronto suba alguna fotografía a
Twitter o Instagram.

-Estate atenta a todo lo que pase y me vas haciendo un informe detallado por Whatsapp siempre
que puedas. Cuando vuelva a enganchar la línea lo leeré, ¿vale?

-¿Te vas ya?

-No quiero abusar de la confianza. Mejor un poquito al día que nada.

-Vale. Que pases buen fin de semana.


-Lo mismo digo.

-Ciao Quinn.

-Ciao. ¡Ah! ¡Se me olvidaba! Mi madre sale de casa temprano… quizá pueda escaparme mañana
un rato y así nos vemos y eso.

-Puedes venir a mi casa, si quieres. Así no corres el riesgo de que nadie te vea.

-¡Me parece perfecto! ¡Gracias Kit! Eres la mejor amiga que uno puede tener.

-Gracias a ti rubita. Un besazo y descansa.

-Besos.

Quinn colgó el aparato y lo dejó sobre la mesita de noche para que se terminase de cargar un
poco más. El plan era sencillo: cargarlo de batería y volver a dejarlo en su sitio cuando sus padres
se fuesen a dormir.

-¡Quinn! ¡Quinn despierta!

-¿Qué…?–se incorporó rápidamente de la cama debido al susto que se había llevado al escuchar
los gritos de su hermano.

-¡Quinn! Mamá ha ido a buscar tu teléfono y no estaba en su sitio…

-¿Qué dices enano?

-Que mamá no encuentra tu teléfono y viene para acá.

-¡¿Qué?! ¡No! ¡No puede pillarme!–agarró a su hermano de los hombros y lo zarandeó.

-Por eso vine. Dámelo.

-No, Sam. No puedes echarte la culpa de algo que yo misma maquiné.

-Tranquila, mientras ella está buscando por tu habitación, porque pensará que lo tienes
escondido… yo lo dejo en cualquier otro sitio y le hago creer que se había equivocado de bote al
mirar.

-¿Harías eso por mí?

-Claro, por eso vine cuando la escuché gritar.

-Ok, ten. Cuídalo, por favor… Y déjalo en el bote que estaba justo detrás a ver qué pasa…

-¡Suerte hermana!

-¡Gracias enano!–revoloteó el pelo de su hermano y le dejó un beso tierno en la cabeza.


El chico salió corriendo esquivando el trayecto que su madre estaba realizando, en ese momento,
para llegar hasta la habitación de Quinn. La rubia, sin embargo, volvió a su posición en la cama y
se hizo la dormida.

En unos pocos minutos, Judy ya se situaba tras la puerta. Comenzó abriéndola lentamente para
no hacer ruido. Miró a su hija, que estaba completamente dormida, y accedió al cuarto dando
pequeños pasos insonoros.

-¿Quién es?–Quinn preguntó disimulando.

-¿Quinn? ¿Estás despierta hija?

-Ahora sí. ¿Qué quieres a estas horas?

-Sólo venía a despedirme de ti.

-¿Para eso me despiertas?

-Hija, de verdad, no se puede ser cariñosa contigo. Ojalá fueses como tu hermano.

-Mi hermano es pequeño para darse cuenta de las cosas. Tiempo al tiempo.

-No lo digas ni en broma.

-Mamá, ¿qué quieres realmente? ¿Se puede saber para qué has venido a mi habitación a estas
horas? Tú nunca vienes a despedirte.

-Está bien, tú ganas. ¿Dónde está el teléfono móvil?

-¿El móvil? ¡Lo tienes tú! ¡Me lo quitaste!

-Ha desaparecido. ¿Dónde está?

-Yo no lo tengo, mamá.

-¿Seguro?

-Tan seguro como que estoy despierta.

-Sólo lo volveré a repetir una vez más. ¿Dónde está el teléfono, Quinn?

-Ya te he dicho que no lo tengo.

Judy se acercó rápidamente hacia la cama y pegó un tirón a las sábanas que cubrían a la
adolescente. El siguiente paso fue mirar bajo la almohada y por encima de la mesita de noche. El
tercer movimiento fue claro: pegó un bofetón a su hija en la cara.

-Pero… ¿Qué haces gilipollas?–se llevó la mano a su rostro malherido y se incorporó.

-Dame el teléfono, Quinn. No te lo voy a volver a repetir. Sé que lo tienes.

-No lo tengo.
-Dámelo o…

-¿O qué? ¿Me vas a volver a golpear? Venga, sigue. Total… no te importo una mierda.

-Esto no tiene nada que ver con quererte o no. Esto trata de tu teléfono desaparecido.

-Pues yo no sé nada sobre eso… Ve a preguntarle a otro.

-Muy bien. Tú lo has querido.

Judy siguió el registro de la habitación. No le faltó cajón en el que mirar, ni armario que abrir.
Repasó cada centímetro de aquel lugar tan solo para demostrar que ella era la que tenía la razón.
Por último, cogió la mochila de Quinn y tiró sobre el suelo todo lo que llevaba en su interior.

-¡BASTA! ¡Le diré a papá lo que estás haciendo! ¡Todo esto es muy injusto!

-Papá no se despertará, si no ya habría venido a defender a su cachorrito indefenso.

-Él al menos me quiere.

-Él te quiere demasiado. Toda la culpa de esto la tiene él por haberte mimado.

La señora Fabray seguía buscando entre los objetos personales de su hija hasta que se cansó.

-Muy bien, ya te has reído lo suficiente de mí. Dame el puto teléfono.

-Ya te dije que NO-LO-TEN-GO–gritó la chica acentuando cada sílaba de las palabras que decía.–
¡VETE! ¡No quiero verte!–se acercó a la puerta para obligar a su madre a abandonar el lugar.

-Ésta es mi casa y hago lo que me da la gana. ¿ME OYES? Si me da la gana puedo romper esto…

Judy se acercó llena de ira hacia la pared de la habitación y comenzó a arrancar un poster que su
hija tenía de Rachel Berry.

-Y esto otro…

Repitió el acto para arrancar los tres o cuatro que le precedían al anterior.

-Y todo esto…

Tiró por el suelo todo lo que veía a su paso.

-¡PARA! ¡ESTÁS COMPLETAMENTE LOCA! ¡PAPÁÁÁÁ!

-No seas cobarde. Sé una mujer y enfréntate a mí; no te refugies en tu padre.

-No tengo nada que hablar contigo. ¡Papá, por favor! ¡Ven!

Una luz se prendió en el pasillo y San comenzó a correr en busca de su hermana.

-¿Qué pasa Quinn?


-¡Sam! ¡Vete! ¡No entres!–espetó rompiendo a llorar.

-No Quinn, dime qué pasa… ¿Por qué está mamá rompiendo todas tus cosas?

-Está completamente loca… Avisa a papá, por favor.

-Voy.

El niño salía en dirección a la habitación de sus padres gritando para que Russell pudiese
escucharlo mucho antes de llegar, pero no surgió ningún efecto pues el señor Fabray
acostumbraba a dormir con unos tapones para poder descansar mejor.

-¡Papá! ¡Papá, por favor!

-¿Qué pasa hijo?

-¡Es mamá! ¡Está completamente loca!

-¿Qué dices? Tu madre estará a punto de marcharse…

-No, mamá está en la habitación de la hermana rompiendo toooodas sus cosas y gritando como
una loca.

-¿QUÉ?

No le faltó tiempo al señor Fabray para incorporarse y salir corriendo hacia la habitación de su
hija. Una vez recorrido el pasillo a gran velocidad, pudo comprobar que todo lo que había dicho su
hijo era verdad.

-Pero… ¿Qué está pasando aquí? ¡Judy! ¿Te has vuelto loca?

Quinn se abrazó a su padre rápidamente y Judy solo pudo volverse hacia ellos para llorar.

-¿Por qué haces todo esto? ¿Qué coño te pasa?

-La culpa es de ella–señalaba a Quinn mientras lloraba desconsolada.

-¿Mia? ¡Has sido tú la que has entrado a mi cuarto armando este escándalo!–se soltaba de su
padre para señalar con el dedo a su madre de forma amenazadora.

-¡Mentira! Comenzaste tú llevándote el teléfono móvil y sabes que estás castigada.

-Venga… sé valiente y dile a papá todo lo que me has dicho antes… Venga… ¿Ahora qué? ¿Quién
es la cobarde?

El señor Fabray que no daba crédito a lo que estaba viviendo decidió intervenir en la discusión.

-Vale ya. Y lo digo por las dos, ¿de acuerdo?

Ambas asintieron. Quinn con mucha más gana que Judy, por supuesto.
-Quinn, si es verdad que tienes ese teléfono te ruego que lo devuelvas. Como bien dice tu madre,
sabes que estás castigada…

-No lo tengo papá, te lo juro. Además, ella ya se ha encargado de buscar en cada rincón de esta
habitación.

-¿Es eso cierto Judy?

-Sí.

-¿Entonces? ¿Por qué le echas la culpa a la niña? ¡Igual se te ha olvidado dónde lo has escondido!

-Esas cosas no se olvidan, Russell…

-Ejem…-Sam interrumpía a su manera con el teléfono de su hermana en la mano.

-¿Qué pasa hijo?

-El teléfono de Quinn está aquí. Siempre ha estado en el lugar donde estaba escondido mamá; se
ve que no has mirado bien al buscarlo.

La mirada matadora, que la señora Fabray clavó sobre su hijo, habló por si sola.

-Judy, ya has escuchado al niño. El teléfono estaba en su sitio en todo momento.

-¡Mentira! ¡Lo ha colocado ella mientras yo buscaba y…!

-¿Yooo? Pero cómo voy a poner el teléfono en su sitio si estaba aquí discutiendo contigo y, por
cierto papá, que sepas que me ha abofeteado la cara.

-¡Judy!

-Russell… No todo es como parece…

-Judy, por favor… Vete y deja a la niña en paz. Por favor, te lo suplico.

-Tú siempre sobreprotegiéndola.

-No, será mejor que cojas tus cosas y te marches ya. Se te va a hacer tarde y perderás el vuelo.

-Está bien.

La señora Fabray abandonaba la habitación cabizbaja, secando las últimas lágrimas del llanto que
ya cesaba con los pasos. Al otro lado de la puerta, el señor Fabray abrazaba a sus hijos,
protegiéndolos, aunque fuese por unos segundos, entre sus brazos.

Impedimentos

Al día siguiente de marchase la señora Fabray, Quinn se había levantado un poco más contenta
que de costumbre. El motivo de aquella felicidad podría ser un nuevo infierno en casa si sus
padres la descubrieran, pero ésta vez pudo aprovecharse del hecho de que su madre no se
encontraba allí por unos días.
-Papá, buenos días –saludaba al señor Fabray mientras se servía un vaso de zumo.

-¿Qué tal has dormido, hija? ¿Has podido descansar? –Russell levantaba la vista del periódico
para interesarse por su pequeña.

-Bueno, podría haber dormido mejor…

-Lo siento, sabes que tu madre se pone muy alterada cuando no controla las cosas.

-Está loca, que no es lo mismo. ¿Habías pensado en llevarla a un psicólogo?

-Hija… no empieces otra vez con el tema…

-Está bien, no volveré a sacar el tema. ¿Dónde está Shelby?

-Ha salido a hacer unas compras que hacían falta.

-¿Y cuándo volverá?

-¿Por qué tantas preguntas sobre Shelby? ¿Ocurre algo?

-No… Nada… Es que me prometió que me llevaría a casa de una compañera para hacer un
trabajo.

-¿A casa de Kitty? –frunció el ceño preocupado.

-No, voy a casa de Mercedes Jones. Es una compañera de las clases de español.

-Si quieres te acerco yo; igual me pilla de camino… ¿Dónde vive esa tal Jones?

-Vive justo al otro lado de la ciudad, en la parte Oeste. De todas formas no hace falta, puedo ir
caminando o en autobús.

-Si Shelby no llega a tiempo, te llevaré yo y así conozco a esa muchacha.

Unos instantes más tarde, el timbre de la puerta comenzó a sonar. Ambos seguían inmersos en
sus desayunos, tanto que no volvieron a cruzar una palabra. El inesperado sonido de la puerta los
hizo volver a la realidad.

-Sam, ¿puedes abrir? –gritó Russell.

-Ya voy yo, papá.

Quinn se acercaba hacia la puerta con rapidez, pues el timbre no dejaba de sonar una y otra vez.
Al parecer, la otra persona que estaba tras la puerta se sentía impaciente.

-¿Mercedes? –se extrañó al abrir la puerta.

-¡Quinn! ¿Todavía estás así? –preguntó al comprobar que la chica aún se encontraba
desayunando.-No vamos a llegar a tiempo.

-Shhh, no lo digas muy alto. Se supone que tú y yo vamos a hacer un trabajo de español.
-¿Qué? Pero si ni siquiera nos mandan trabajos para esa asignatura.

Quinn cogió a su compañera por el brazo y la invitó a pasar, arrinconándola en una esquina del
salón.

-Ni se te ocurra mencionar nada que esté fuera del plan, ¿entendido? Si mi padre se entera, no
hay escapada y, por lo tanto, no hay firma. ¿Ok?

-Vale, vale… tranquila hermana.

-¡Quinn! ¿Quién es? –gritó su padre desde la cocina.

-Papá, es Mercedes. Ha venido a buscarme.

-Dile que venga, quiero conocerla.

Quinn lanzó una mirada casi matadora a la chica para que entendiese que tenía que actuar con
total discreción y así lo hizo mientras ambas caminaban hacia la cocina.

-Hola señor Fabray. Es un placer conocerle.

-El placer es mío –se levantó y tendió la mano a la chica. –Puedes llamarme Russell.

-Está bien, como usted quiera.

-¡Por favor! No me trate de usted que me hace mucho más viejo de lo que soy –rio simpático.

-Bueno, papá. Nos tenemos que ir; su padre nos está esperando en el coche.

-Bueno, no os entretengo más. Mercedes, dile a tu padre que estaré encantado de conocerle en
otro momento. Y discúlpame por no invitarle en este momento, pero yo también tengo que salir.

-No se preocupe señor Fabray, digo Russell, le diré que tienen que quedar en otro momento para
conocerse.

-Muy bien chica, buen trabajo y olé –Russell hizo un gesto con sus brazos intentando imitar un
paso flamenco pero que tan sólo se quedó en eso, un gracioso gesto.

-Papá, por favor…

Quinn agarró a Mercedes del brazo y la acompañó nuevamente hasta la puerta. Cogió su bolso,
que tenía preparado sobre el sofá, y miró en el interior.

-Bien, está todo listo.

-¿Y el regalo?

-¡Se me olvidó por completo!

-Kitty nos va a matar…


-Yo creo que a Kitty le va a dar un poco igual. Vámonos antes de que sea más tarde. Adiós papá –
gritó desde la puerta para después cerrarla.

Las chicas comenzaron a correr hacia el coche donde estaba esperando el padre de Mercedes. Él
sería quien las llevaría hasta la casa de Kitty, que ya esperaba impaciente en el porche de la
misma.

-¡Chicas! ¡Por fin! ¡Creí que no llegabais nunca! –Kitty saludaba a las chicas con su ya
acostumbrado carácter dramático.

-¡Kit, no ha sido para tanto…! –Quinn le quitaba el dramatismo a la escena en tan solo unos
segundos.

-Mi padre dice que nos acerca hasta la estación, ¿qué os parece?

-De puta madre Mercedes -espetó Kitty a la vez que Quinn asentía con su cabeza.

-Perfecto, nos espera.

Quinn y Mercedes se subieron nuevamente al coche. Kitty, un tanto rezagada, miraba en su bolso
una y otra vez.

-¿Qué pasa Kit? –gritó Quinn desde la ventanilla trasera del coche.

-Creo que me dejo el CD… ¡Dónde coño lo habré puesto! –dijo esto último para sí misma mientras
seguía revolviendo todo lo que llevaba en el interior del bolso.

-Kit, no te preocupes. Te compraré uno al llegar. ¡VAMOS!

-En ese caso…

Kitty salía disparada hacia el coche y entró en él por la parte trasera opuesta a la que ya ocupaba
Quinn. Las tres chicas se miraban nerviosas por el momento que iban a vivir horas más tarde.

-Kit, ¿has hablado con Ryder?

-Por supuesto, me dijo que estuviésemos allí lo antes posible. Si no, va a ser un caos para poder
verla.

-Mercedes, tú has dicho que habías quedado allí con alguien, ¿no? –volvía a cuestionar Quinn,
pero ésta vez a su otra amiga.

-Sí, he quedado con una pareja de chicos que conocí por el foro. Son muy majos, ya lo veréis.

-¿De dónde son? –se interesaba Kitty.

-Ellos son de Nueva York.

-¿Y vienen a esta firma?-preguntó Quinn.

-Por lo visto la están siguiendo por todos los estados que les quedan cercanos.
-Mercedes, ya hemos llegado –interrumpió el padre de la muchacha. -Tened mucho cuidado y si a
la vuelta no encontráis autobuses, me llamáis y voy a buscaros, ¿vale?

-Gracias papá –agradeció Mercedes besando a su padre en la mejilla.

-Gracias Peter –Kitty se sumaba al beso acercándose como podía por la parte central que
quedaba libre entre los asientos delanteros.

Quinn, que ya había salido del vehículo, sonrió más tímidamente y se acercó a la ventanilla donde
se encontraba situado el padre de Mercedes.

-Gracias señor Jones.

-No hay de qué muchachas. ¡Ahora corred o se os hará tarde!

Las tres se miraron y fue Quinn quien tuvo el reflejo de mirar su reloj. Marcaba exactamente las
11:53 horas de la mañana y debían darse prisa si no querían perder el autobús de las 12:00.

-Chicas, vamos.

Quinn no pudo contenerse y comenzó a caminar en dirección a la taquilla donde tenían que
comprar los billetes del autobús. Primer impedimento de la mañana: demasiada cola para
comprar billetes.

-¡Joder chicas! ¡Lo sabía! Es sábado y mucha gente coge éste autobús para ir al centro
comercial –Kitty se tornaba nuevamente dramática.

-Tranquilicémonos, por favor. Mercedes, ponte en la cola. Kitty, acompáñala.

-¿Y tú qué vas a hacer? –preguntó la otra rubia muy interesada.

-Voy a intentar sacar los tickets por Internet. Si me aceptan la tarjeta de crédito podemos pasar
por la caja rápida y ya está.

-Buena idea hermana.

Quinn no podía cargar la página de la compañía debido a su mala señal de Internet, así que se
arrimó al puesto de información y allí se posó durante unos minutos para comprobar si había
alguna señal Wi-fi. Había, pero estaba restringida; un nuevo impedimento que sumar a la lista.

-Por favor, ¿podrían facilitarme la clave de acceso a la red Wi-fi? –preguntó a una chica del puesto
de información.

-Lo siento, chica. No te podemos facilitar esos datos porque es una red privada de la estación de
autobuses. Quizá en la cafetería tengas más suerte; allí hay Wi-fi gratis –sonrió la chica muy
amable.

-Gracias.

Quinn se movía en dirección a la cafetería y su amiga Kitty se percataba de ello. Con gestos
intentaron intercambiar palabras que no llegaban a ninguna parte. Solución: Mandarse mensajes
textuales por el teléfono.
-Quinn, no nos va a dar tiempo. ¡Mira la cola! -Kitty.

-Tranquilas, voy a la cafetería a coger el Wi-fi –Quinn.

-¡Qué dices! ¡Nos vamos a quedar tiradas! –Kitty.

-Por favor, Kitty, TRANQUILIZATE. Tengo que mirar aquí el Wi-fi. Si no, tendremos que
aguantarnos y coger el siguiente autobús.

Y una vez llegada a la cafetería lo consiguió. Allí la señal de red estaba totalmente liberada para
que cualquiera pudiese acceder a ella.

-Está bien… ya la tengo registrada… Y ahora…

Solo le faltaba lo más importante: insertar el número de la tarjeta de crédito para realizar la
compra. Una vez insertado, le dio a validar.

-¡Mierda!

Al parecer, Judy le había jugado una mala pasada y había anulado dicha tarjeta de crédito.

-¡Me cago en mi madre!

Quinn volvía hacia la cola de la taquilla con sus amigas, a la vez que veía cómo el autobús que
tenían que coger hacía su salida de forma inmediata. Conforme el vehículo se iba alejando, más
cara de póker se les quedaba a las chicas.

-Lo siento, el ogro me ha cancelado las tarjetas de crédito.

-¡Será… puta! –soltó Kitty sin más. -Y ahí se va nuestro transporte hacia Rachel Berry.

-No pasa nada, cogeremos el siguiente. Ya lo veréis.

-Eso Kit, no pasa nada. Mercedes tiene razón; podemos coger el siguiente.

-¡Pero he quedado con Ryder a las 13:30! ¡Es imposible que lleguemos a tiempo! –se alteraba
nuevamente y comenzaba a llorar.

-Por Dios, no armes un escándalo aquí Kitty. Vamos a hacer una cosa: ten mi teléfono, ve a
hablar con él y dile que llegamos un poco más tarde de lo previsto, ¿vale?

-No te pongas así hermana y haz lo que te dice Quinn. Sólo tendrás que cambiar la hora y listo.

-Ok.

Kitty cogía el teléfono móvil de Quinn, tal y como las chicas le habían indicado. Sacó también el
suyo para comprobar el número de teléfono y marcarlo bien en el dispositivo de su amiga.

-Vamos Ryder, cógemelo.

Pero el teléfono seguía sonando y nadie parecía cogerlo al otro lado. Unos pitidos advirtieron a la
chica que se había colgado la llamada y lo volvió a intentar nuevamente.
-Venga Ryder…

Un pitido… Dos… Y así hasta que nuevamente se volvió a colgar la llamada de forma automática.

-Nada, no lo coge –comentó a sus amigas.

-Tranquila, todo va a salir bien.

Quinn se acercó hacia su amiga y la sujetó por los hombros; sabía que se encontraba totalmente
nerviosa por lo que Ryder les había prometido, pero tenían que calmarse. De hecho, las tres
deberían hacerlo si querían terminar bien el día.

-¿Qué desea? –el muchacho de la taquilla preguntó a Mercedes que ya había llegado hasta ella.

-Tres billetes para Columbus, por favor.

-Serán 49.64$

-Aquí tiene.

Mercedes recogía los billetes y repartía a sus compañeras de viaje los suyos. En ese instante, el
teléfono de Quinn comenzó a sonar.

-No conozco éste número… -frunció el ceño mientras miraba la pantalla de su teléfono.

-Quizá sea Ryder… Déjame ver –Kitty le quitaba el dispositivo de las manos. –¡Es él! ¡Es él!

-Contesta, ¿a qué esperas? –tuvo que ser Mercedes la que reaccionase.

Kitty se alejó un poco de sus amigas y contestó la llamada.

-¿Sí?

-Perdone, tengo un par de llamadas desde éste número de teléfono. ¿Con quién estoy hablando?

-Ryder, soy Kitty. La chica de los Mtv, ¿te acuerdas?

-Sí, claro. ¡Cómo olvidarme! Precisamente estaba esperando tu llamada… ¿Por qué me llamas
desde éste número? No lo tengo apuntado… ¿Es uno nuevo?

-No, no… Tan sólo es el número de Quinn, mi amiga. La rubia, ¿la recuerdas?

-Sí, claro. A ella también la recuerdo.

-Pues me prestó su teléfono porque yo no tenía saldo suficiente para llamarte.

-No te preocupes, para la próxima te llamo yo. ¿Y bien? ¿Estáis ya en Columbus?

-Ehhh… De eso quería hablarte…

-¿Ha pasado algo? ¿No venís?


-No, sí que vamos, pero hemos tenido un percance.

-¿Estáis bien?

-Sí, si… estamos bien. El caso es que hemos perdido el autobús y tenemos que esperar al
siguiente. Vamos a llegar un poco más tarde de lo estipulado.

-Ah, vale. No hay problema. Me voy a preparar todo y os espero para comer.

-No, no… puedes comer si quieres… Quizá sea muy tarde cuando lleguemos.

-No me importará, de verdad. Quedamos en eso; cuando lleguéis me mandáis un mensaje y yo os


llamo. ¿Ok?

-Gracias Ryder.

-Gracias a ti guapa.

Kitty cortaba la comunicación con el chico y volvía junto a sus amigas que, impacientemente, ya
esperaban una respuesta.

-Ryder nos espera para comer, tranquilas.

-Ufff, ¡menos mal!

-Lo que no sé es si podrá colarnos dentro…

-Bueno, no pasa nada por intentarlo, ¿no? –Mercedes insistía.

-Cierto.

-¿Qué pensáis decirle cuando la veáis? –Kitty realizaba la pregunta clave que dejaría ausente a
Quinn por unos instantes.

-No sé… yo es la primera vez que la veo en persona. Supongo que pediré que me firme y me
quedaré asombrada, sin decir nada.

-¡Bah! Tampoco es para tanto Mercedes… ¿verdad Quinn?

-¿Qué?

-Que la diva es muy simpática y que seguro que Mercedes va a poder hablar con ella, ¿verdad?

-Sí, sí, claro… Ella es muy abierta y esas cosas…

De repente, se hizo un incómodo silencio que sólo Kitty podía volver a romper.

-¿Y tú Quinn? ¿Qué piensas decirle a Rachel cuando la veas?

Kitty hacía la pregunta clave que Quinn todavía no había podido contestarse ni siquiera a sí
misma. ¿Qué le diría a Rachel cuando la volviese a ver? ¿La recordaría? ¿Cómo actuaría? Ni
siquiera sabía qué iba a decirle, para qué pensar en cómo iba a comportarse…O eso es lo que
Quinn creía hasta ese mismo instante.

Segundo Encuentro

-Como os iba diciendo chicas…

Ryder Lynn, el asistente y manager de viaje de Rachel Berry, había invitado a las chicas a comer y
ahora se encontraban tomando un café rápido para que las muchachas volviesen a la cola del
evento y así poder subir a que la cantante les firmase el disco por segunda vez.

-Lo mejor de ser road manager es que viajo mucho y estoy en todos los eventos que están
relacionados con la promoción de Rachel.

-¿Y entonces por qué va esa chica latina con ella? Se supone que ella también es su manager… -
Mercedes preguntaba un poco perdida.

-Es el mismo trabajo, pero a la vez distinto. Mira, para que me entiendas, Santana es la que se
encarga de asistir a Rachel Berry de forma personal, sus necesidades más personales. Y luego
estoy yo, que soy el encargado de todas las cosas que se necesitan tanto para que Rachel cante
en un lugar como las cosas que se necesitan cuando hace firmas de discos…

-Bien, entonces debes de ser muy importante para ella –Kitty se interesaba.

-No te creas. Esa es la única pega de ser un manager de promoción… Es que hoy puedo estar con
Rachel Berry y mañana irme de gira con Beyoncé. A mí quien me manda es la discográfica y voy
de un lado para otro.

-Entonces conocerás muchos artistas…-preguntó una intensa Kitty.

-A bastantes –sonrió el chico.

-¿Y con quién más estás trabajando ahora?-Quinn se integraba en la conversación.

-Ahora mismo sólo trabajo para Rachel Berry. Toda la puesta en escena fue idea mía, así que no
me queda otra que seguir adelante con la promoción de "Nothing´s gonna stop me".

-¿Y qué hay del nuevo disco que está preparando?-preguntó Mercedes con mucho tacto.

-De eso no puedo hablaros porque… ¿ves? Eso es cosa de Santana–rio simpático.

Las tres chicas se contagiaron de la risa del muchacho. Quinn sorbía su último trago de café y
miró impaciente su reloj. Si la vista no le fallaba, quedaban apenas treinta minutos para que diese
comienzo la firma de discos.

-Chicas, creo que deberíamos volver a la cola… Sólo quedan treinta minutos y vamos a estar de
las últimas.

-No puedes colarnos, ¿verdad, Ryder?-cuestionó Kitty.

-Lo siento, chicas. Al final se ha hecho muy tarde y no voy a poder dejaros entrar a verla antes…
De todas formas, intentaré hacer lo que pueda.
El chico se levantó para dar dos besos a las chicas y las dejó marchar. Kitty esperó rezagada para
poder despedirse de Ryder más íntimamente y así darle las gracias por todo.

-Gracias por invitarnos a comer y hacer todo esto por nosotras.

-No hay de qué guapa…

-Siento si Quinn se vuelve un poco pesada con el tema de Rachel. Supongo que estarás más que
acostumbrado a estas fans locas…

-¿Sabes lo mejor? Que ella no tiene pinta de ser una fan loca, pero es divertido ver cómo se pone
nerviosa antes de los eventos.

-Si puedes hacer algo por ellas, llámame.

-No lo dudes.

Ryder volvió a sonreír y realizó un ligero movimiento con su cabeza, provocando el movimiento de
su extenso flequillo. Kitty se acercó un poco más a él y le posó un beso en la comisura de los
labios.

-Hasta otra guapo.

-Adiós Kit.

-¡Chicas! ¡Esperadme!

Kitty se apresuró en llegar junto a sus amigas, que caminaban rápidamente hacia la cola que ya
parecía tener mucho más movimiento del que esperaban.

-¡Lo sabía! ¡Hay como unas cien personas delante nuestra!-Quinn maldijo a su amiga con la
mirada.

-No pasa nada…seguramente se quedará a firmar a todos-Kitty le quitó importancia al asunto.

-Quinn tiene razón. Nos hemos pegado el viaje y quizá no lleguemos ni a verla de cerca… Sólo
tiene una hora programada para firmar.

-Chicas…No seáis obsesas…

-Mercedes, voy a ir a comprar algo a la tienda de ropa que hay un poco más adelante, ¿vienes?
Kitty se quedará cuidándonos nuestro lugar en la cola.

Kitty reaccionó en ese momento y frunció el ceño enfadada. No estaba de acuerdo con su amiga;
ella no se quería quedar en la cola guardando el lugar…

-Yo no me quedo, Quinn. Que se quede Mercedes.

-No, Kit. Esta vez se viene ella conmigo… Tenemos que ir a comprar el regalo para Rachel.

-¿No lo habéis comprado? ¿Qué tipo de fans sois?-dramatizó la rubia.


-No he tenido tiempo, Kit-rodó sus ojos.-Mercedes, ven conmigo.

-¡Ni hablar! ¡Yo también voy!

Kitty se volvió hacia atrás en su lugar y sonrió a las muchachas que estaban tras ella. Una de pelo
moreno y bajita, bastante guapa para su gusto y muy delgada. La otra, pelirroja de piel blanca y
ojos color miel; no mucho más alta que la anterior y aparato en los dientes. Las chicas la miraban
un tanto extrañadas, pues la rubia no sabía por dónde empezar a hablar.

-Perdonad… ¿Cómo os llamáis?

-Kate y Jane –contestó la pelirroja.

-Encantada, soy Kitty, pero podéis llamarme Kit.

-Encantada, Kit –sonrió Kate, la más bajita de las dos.

-Ahora que nos conocemos… me gustaría pediros un favorcillo… Si no os importa, claro…

-Claro que no nos importa –volvió a contestar la morena.

-Mis amigas y yo vamos un segundo a la tienda a comprar una cosita y nos preguntábamos si
seríais tan amables de guardarnos el lugar.

-¡Por supuesto! No os preocupéis, os guardamos el sitio –la pelirroja volvía a hablar.

Kitty se volvía otra vez hacia sus amigas, que andaban mirando extrañadas el comportamiento de
su amiga. No daban crédito a lo que estaba haciendo Kitty, pues no tenían ni idea de que la chica
tuviese don de gentes para llegar a convencer de tal manera a dos fans de las más obsesionadas.
A dos fans de esas que se pintan el nombre de Rachel Berry en la cara.

-¿Y bien? ¿A qué esperáis para irnos?-fue Kitty la que rompió el hielo.

-Eres increíble, Kit. ¡Madre mía!

-Quinn, por favor… Ni que les hubiese pedido la luna, tan sólo nos guardan un sitio.

-Un sitio muy preciado en una cola de unas cientos de personas…

-Mercedes, di tú algo.

-Estoy con Quinn. Ha sido muy raro –rio.

-Bueno, y qué tenéis pensado comprar a última hora…

-Una camiseta o algo. No nos va a dar tiempo a nada más.

De repente, un muchacho las interrumpió gritando conforme pasaban por su lado en la cola.

-¡Hey! ¡Guapas! ¡No me lo puedo creer! –gritó Blaine acercándose a las muchachas y regalándoles
una agradable sonrisa.
-¡Hey! ¡Hola! –Quinn saludaba simpática. Eres tú… el chico de la Mtv.

-Sí, Blaine. ¿Os acordáis de Kurt, mi chico? –Blaine cogió a su novio por el brazo y lo arrastró
hacia el grupo.

-Sí, claro que nos acordamos, ¿verdad Quinn? –Kitty se giraba hacia su amiga sonriendo
forzadamente.

-¡Hola chicas!-Kurt saludó. Quinn… un gusto verte de nuevo. Y tú eras…

-Kitty, soy Kitty.

-¡Eso! Kitty-sonreía Kurt falsamente.

-Yo soy Mercedes-la muchacha se presentó tras un silencio incómodo y al notar que sus amigas
no lo iban a hacer.

-¿Has dicho Mercedes?-Blaine frunció el ceño.

-Sí, ¿por qué pones esa cara?

-Nada, por nada. Olvídalo. Es que habíamos quedado con una tal Mercedes del foro de Rachel
Berry, pero al final no ha aparecido… Por eso me quedé extrañado…

-Pues, ahora que lo dices, yo había quedado con un tal Blaine y su pareja… ¿Eres tú? ¡No me lo
puedo creer!–se alegró la chica.

-¡Sí! ¡Somos nosotros!-se alegraba también.-Kurt, es la chica de la que te hablé; la de Lima.

-¡Menuda coincidencia!-espetó completamente aterrorizado.

La cara de Kurt lo decía todo. Que su chico hablase en un foro de Internet con una chica de Lima
no le preocupaba en absoluto, ni siquiera le preocupaba el hecho de que hubiesen entablado una
relación de amistad a distancia… Lo que realmente le aterraba era la idea de saber que aquella
muchacha de color, a la que su novio había cogido tanto cariño, era ni más ni menos que amiga
de la maleducada chica que conocieron en los premios Mtv.

-¿Acabáis de llegar?-preguntó Blaine.

-Hace un rato… Estamos como unas sesenta o setenta personas más hacia atrás en la cola… -
Quinn se volvía a agobiar. –No sé si nos dará tiempo a llegar para que nos firme.

-Si queréis podéis venir con Kurt y conmigo. Le dijimos al grupo, que hay detrás de nosotros, que
vendrían unas amigas, pensando en Mercedes y sus acompañantes, claro –comentó Blaine
entusiasmado.

-¿Enserio? ¿Nos has guardado sitio para las tres?-cuestionó una incrédula Mercedes.

-¡Claro! Dijiste que vendrías acompañada de dos amigas y si encima llego a saber antes que tus
amigas son Quinn y Kitty… Lo habría hecho con mucho más gusto aún.

-No hace falta, Blaine. Nos están guardando el sitio.


-¡Kitty! ¡Qué estás diciendo! Nos quedamos con Blaine y Kurt –Quinn se posicionaba del lado de
Mercedes.

-Pues lo dicho… Venid con nosotros.

Las tres muchachas se acercaban al lugar de la cola donde se encontraban Kurt y Blaine. Desde
ahí las cosas se observaban de forma diferente; ahora sí que se encontraban en un buen lugar.
Quinn miraba emocionada el pequeño escenario donde Rachel Berry firmaría los discos unos
minutos más tarde.

-Todavía no hemos comprado el regalo, Quinn –espetó Kitty.

-¡Es verdad! Chicos, volvemos en un momento. Mercedes-golpeó en el hombro de la chica para


llamar su atención. -Quédate con Blaine si quieres… Nosotras nos encargamos de comprar algo.

-¿Qué vais a comprar?-Kurt se interesó.

-Vamos a comprar un regalo para Rachel Berry-fue Kitty quien contestó.

-Puedes venir con nosotras si quieres…

-¡Quinn!-Kitty pellizcó el brazo de su amiga.

-Ok, mientras estos dos hablan y se ponen al día… será mejor que vaya de tiendas con vosotras.
Blaine, voy con ellas.

Blaine, que hablaba animadamente con Mercedes, desvió su mirada unos instantes hacia su chico
y le sonrió. No sabía ni tan siquiera lo que le estaba diciendo, pues se encontraba inmerso en la
conversación de su amiga, pero sabía que no había problema con aquello que Kurt quisiera hacer.

-¿Y bien? ¿Qué teníais pensado comprar?-Kurt comenzaba a maquinar de las suyas.

-No sé, una camiseta o algo… Tampoco nos podemos arriesgar en su talla de pantalón. Mejor le
regalamos una camiseta.

-Yo podría asesoraros, pero si no estáis muy convencidas… mejor ir a lo seguro, ¿no? ¿Podemos
participar en el regalo?

-Claro. Cuantos más seamos, más barato nos saldrá.

-Y podemos regalarle una tarjeta firmada o algo… A Blaine seguro que le encanta la idea de
participar. Porque todo esto lo hago por él, que lo sepáis.

-Sí claro…-Kitty rodó sus ojos.

Los minutos pasaban y no se ponían de acuerdo para saber qué cosa sería la más adecuada para
regalar a una gran diva. Pasearon junto a los pantalones, jerséis, camisetas, camisas… En
definitiva, se habían metido tanto en el mundo de la moda que no se habían dado cuenta de la
hora que era.

-¡Dios! ¡Pero si es la hora de la firma!-Quinn miró horrorizada a sus acompañantes.


-Espero que para esto no sea tan puntual-Kurt animaba a la rubia.

-Elegid cualquier cosa, venga-las palabras de Quinn se atropellaban.

-Yo paso… nada de lo que digo os gusta…

-Elijamos cada uno una prenda y ya está–se encendió la inteligencia masculina de Kurt.

-Yo escojo esta camisa blanca de líneas negras…-opinaba Kurt escogiendo una camisa del
mostrador.

-Yo prefiero esta camiseta negra con letras blancas. Mirad que brazo tiene hecho tiras…-Kitty
seleccionaba la siguiente prenda.

-Pues creo que complementan entre sí… Sólo hace falta una cosa más y la tengo que elegir yo así
que… pillaré algún complemento. ¿Sombrero? ¿Collar? ¿Pendientes?

Tanto Kitty como Kurt miraban a Quinn que, indecisa, no paraba de coger cosas y no se quedaba
con ninguna. Parecía que iba a ser la más complicada para escoger.

-No, ninguna de estas cosas me gustan… Mejor le compramos esta corbata negra-dijo mientras
sacaba la prenda de su percha. -Le vi una parecida en el reportaje de una revista y le quedaba
genial ese look.

-Que te guste a ti no quiere decir que le guste a ella-apuntó Kurt. -Aunque el punto masculino le
dará un toque interesante.

-Sí, el toque masculino le aporta mucha sensualidad.

Te espero

-Hola, ¿cómo me has dicho que te llamas?-preguntó a Mercedes que ya posaba su CD sobre la
mesa para que Rachel pudiese dedicárselo.

-Mercedes, soy Mercedes.

Rachel sonrió y recogió el disco para firmarlo y dedicarlo a la chica de color que miraba incesante
a la cantante. Redondeaba cada letra con un rotulador de color plateado, que le habían entregado
la producción para que quedase mucho más bonito y vistoso. Kitty y Quinn esperaban su turno y
luchaban contra el chico de seguridad para que las dejaran pasar a la vez que Mercedes y así
poder entregarles el regalo juntas.

-Mis amigas y la pareja de chicos, que acaban de pasar, hemos traído un regalo para ti, pero el
guardia de seguridad no nos deja pasar a todas a la vez. Bueno, eso no te importará a ti, pero
quería que lo supieras. El regalo que te subirá la chica rubia de ahí, también es de parte nuestra.

Rachel levantó un poco su mirada de la mesa y miró hacia el lugar donde Mercedes le había
señalado para ver quién era la persona que portaba aquél regalo. En ese instante, el corazón de la
cantante comenzó a acelerarse al ver a la muchacha que tanto misterio le creaba y a la que se
arrepintió de no pedir su teléfono. Sonrió para sí misma pero tenía un gran problema: Ryder.
Bueno, no llegaba a ser un problema del todo porque hubiese sido peor haber llevado como
manager a Santana y entonces sí que tendría un grave problema… Por el momento, iba a dejar
completamente bloqueada a Mercedes cuando ella misma se levantó para darle dos besos.
-Gracias por todo el cariño, Mercedes.

-Gracias a ti por recibirnos con tanto cariño y dulzura.

Ryder reaccionó en cuestión de segundos y pidió al guardia de seguridad que dejara pasar al
siguiente. Era el turno de Kitty.

-Hola, ¿para quién va dedicado este disco?

La chica se quedó completamente paralizada al mirar directamente a los ojos de la cantante. Creía
que iba a morir con esa mirada que la estaba matando y que tan clavada le había dejado. Kitty
comenzó a sudar y tartamudear.

-Yo…yo…soy…esto…soy… kit…

-Es Kitty-Ryder intentó ayudar a la muchacha que todavía seguía completamente bloqueada.

-Eso, Kitty. Soy Kitty.

-¿Y tú cómo lo sabes?-Rachel sonrió pícara al muchacho para después fruncir el ceño.

-Es una larga historia…-espetó un sonriente Ryder.

-En realidad no es tan larga. Chica conoce chico por Internet. Dos chicas locas, esa de ahí y yo-
señaló a Quinn, que esperaba impaciente su turno, y a ella misma después-, se escapan para ver
los premios Mtv y quedan con chico de Internet, que luego resulta ser manager de la cantante
que nos gusta… Total, que allí él se enamora de mí y mi amiga de ti y hoy estamos todos en amor
y compañía.

-Buen resumen…-Rachel echó una ojeada al nombre que ya había escrito en el CD. Buen
resumen, Kitty.

-Mejor llámame Kit. Así lo hacen todos mis amigos.

-Gracias "Kit", encantada de conocerte.

Rachel se acercó un poquito más a la chica para dejarle dos besos, pero Kitty la atrajo hacia ella
para abrazarla.

-¡Ups! ¡Lo siento! No todos los días una puede abrazar a una gran estrella…

-No te preocupes, todo está bien-Rachel sonrió y desvió su mirada hacia la rubia que esperaba
bajo las escaleras.

Ryder, nuevamente, repitió su gesto para que el guardia pudiese dar paso a la siguiente persona
que debía llegar hasta ellos.

-Ryder, ¿te importaría pedirme una botellita de agua?

-¿Ahora Rachel? ¡Mira la que tienes liada en el centro comercial! ¡ No puedo moverme! Además,
son órdenes estrictas de Santana…
-Ryder, por favor… me muero de sed. Y como tú bien dices… ¡mira todo lo que me queda por
firmar!

-Está bien…

-Y de paso… Cuando vuelvas dices a todos los chicos que vienen con tu amiga que suban a
hacerse una foto grupal conmigo y los regalos.

-No puedes hacer eso. Si ellos se hacen foto, los demás también querrán.

-Bueno, encárgate de que eso ocurra al final de la firma, ¿ok? Diles que no se marchen.

-De acuerdo; tú mandas.

Ryder se levantó de su asiento y, a la misma vez, Quinn conseguía llegar al lado de la cantante
para dejar los regalos sobre la mesa.

-¡Hola! ¡Qué alegría verte de nuevo!-Rachel sonrió y abrazó a la chica en cuanto ésta se deshizo
de las cosas que portaba en las manos.

-Hola Rachel… ¿Qué… qué tal estás?-preguntó Quinn sonrojada.

-Mucho mejor ahora que sé que aún me sigues…

-Bueno, firmabas cerca de casa. Eso nunca me lo perdería por nada del mundo.

-Pero mi manager te echó de una forma tan bruta que…

-Tranquila, todo está bien-agarró con fuerza la mano de la cantante. -Yo estoy bien, tú estás…
bien, ¿no?

-Por supuesto. ¿Dónde quieres que te vuelva a firmar?-preguntó mientras ojeaba el libreto que
incorporaba el interior de la caja del disco. -¿Te gusta esta página del libreto… o prefieres en la
contraportada?

-Firma donde tú quieras; eso lo hará mucho más especial.

Rachel agachó su mirada, muy tímida, y con sumo cuidado buscó entre las páginas del libro.
Cuando llegó a una de sus fotos preferidas, ojeó su anterior firma y volvió a escribir en la nueva
página: "Quinn, gracias por seguir sintiendo mi música. Un beso bonita". Terminó de escribir y
volvió a levantar su mirada hacia la rubia.

-Bueno, ya está…

-Gracias, gracias de verdad Rachel.

-¿No te olvidas de algo?-la cantante señaló con su dedo los paquetes que Quinn había dejado
sobre la mesa.

-¡Es verdad! Se me olvidaba por completo… Esto es un regalo de parte mía, de Blaine y Kurt, de
Kitty y de Mercedes. Esperamos que te guste.
Rachel abrío el primer paquete impaciente y sonrió al ver la camiseta que venía envuelta en papel
de regalo.

-¡Es preciosa! ¡Gracias!-espetó mientras se levantó para darle dos besos.

-Ahí hay más…

La morena siguió abriendo sus regalos y sorprendiéndose ante cada uno de ellos. Lo último fue la
postal; dejó aquellas dedicatorias para el final porque no tenía mucho más tiempo antes de que
Ryder volviese a subir junto a ella.

-Gracias Quinn. Es muy bonito todo.

-Gracias a ti por existir.

Las dos chicas se quedaron mirándose fijamente sin saber qué más decir, ni qué hacer. Quinn
creía haber metido la pata con su último comentario. Rachel, por su parte, no sabía cómo escapar
de allí para poder besar nuevamente a Quinn en los labios; los miraba y estaba deseosa porque
aquello sucediese.

-Ejem… ¿interrumpo algo chicas? ¿Quinn?-Ryder tomaba asiento en su lugar y posaba una botella
de agua junto a Rachel. –Lo siento Quinn, ya has estado mucho tiempo. Luego no os vayáis que
Rachel se quiere hacer una foto de grupo con todos vosotros.

-Gracias…, de nuevo.

Y la muchacha tomó la mano de Rachel para dejarle en su interior el mechero que tanta suerte le
había estado dando desde que llegó a Nueva York. No se dijeron nada más. La morena miró el
interior de su mano y sólo pudo emocionarse, dejando escapar la primera de las muchas lágrimas
que iba a derramar por aquella adolescente, tan guapa, que le estaba robando el corazón.

-¿Pasamos al siguiente?

Rachel asentía con la cabeza y el manager volvía a dejar paso al siguiente fan al que la cantante
tendría que firmar. Y así estuvo la muchacha, aunque perdida en sus pensamientos, durante una
hora y media más.

-Lo siento por todos aquellos que se quedan hoy sin un autógrafo mío pero son las exigencias del
centro y no puedo seguir, así que lo último que haré será interpretar a guitarra y voz un par de
canciones de mi disco "Nothing´s gonna stop me". Gracias por venir.

La morena daba paso a su compañero Sam y le invitaba a sentarse en una banqueta que estaba
situada junto a ella. La primera melodía en sonar fue la de la canción "Fighter". La canción sonaba
mucho más dulce que en el disco, pues el cantar en acústico hacía que todo pareciese más íntimo
y eso a Rachel le encantaba.

-Y ahora…Vamos a terminar con el single de moda que da título a este álbum. Esto es… ¡Nothing
´s gonna stop me!

La gente aplaudía con fervor y esto realzaba mucho más la confianza que Rachel depositaba en el
improvisado escenario. Estaba llevando la canción a la afinación más pura y correcta que ella
conocía. Lo hizo con tanta garra y fuerza que el público no pudo dejar de acompañar aquellas
notas con sus palmas; siguiendo el ritmo que Sam marcaba como nunca antes lo había hecho.
-Muchas gracias por venir. Un aplauso para Sam Evans…

La ovación no tardó en llegar y con ello el fin de aquella agotadora tarde. Aunque aún tenía una
cuenta pendiente con los integrantes de su club de fans oficial.

-Ryder, por favor, busca a los del club de fans y tráelos ahí abajo-señaló un lateral del foso, que
estaba pegado a la puerta por la que tendría que salir ella minutos más tarde.

El chico obedeció y trajo consigo a los tres grupos de fans que habían certificado con su carné de
socio que eran integrantes del club de fans oficial de Rachel Berry. La morena escogió al primer
grupo y los invitó a llegar hasta ella para hacerse la foto que conmemoraría aquella firma de
discos. Después, Ryder tomó la cámara de fotos de Rachel y sacó la misma instantánea.

-Espero que la subáis pronto a Internet y al foro. Nos vemos.

Rachel comenzó a despedirse del primer grupo dando besos a todos los que lo formaban y
sonriéndoles como sólo ella sabía hacer.

-Bien, los siguientes, por favor…

La cantante tuvo que imitar lo anterior para poder deshacerse del segundo grupo y así llegar
hasta su objetivo: el grupo al que pertenecía Quinn.

-Y ahora… vosotros-sonrió a los chicos que ya se acercaban tímidos.

Ryder tomó ambas fotografías. Segundos más tarde, Rachel comenzó a dar los besos a Kurt y
Blaine, seguidos de Kitty y Mercedes. Por último, lo hizo con Quinn.

-Gracias por venir.

-Gracias por atendernos tan bien.

-Los de mi club de fans siempre están por delante; tenedlo siempre claro.

-Tampoco es eso… Pero me ha gustado poder tener una foto contigo. Nunca he podido hacérmela;
es la primera vez.

-¿Es tu primera fotografía conmigo?

-Ehmm… Sí. Las veces anteriores no se ha dado el caso de poder hacerlo. Además, estaba tu
manager pendiente de todos mis pasos. Creo que incluso me minutaba las respiraciones que hacía
por minuto-rio simpática.

-Ven aquí un segundo. Ryder, por favor, devuélveme la cámara un momento…

El manager se acercó y dio a Rachel lo que le había pedido, no sin antes mirar a Quinn de reojo y
sonreírle.

-Acércate un poco más, Quinn-la cantante cogió la cámara con su mano derecha e invitó a Quinn
a acercarse más a su izquierda.
Ambas estaban preparadas para realizarse aquella fotografía cuando Kitty interrumpió con la
cámara de fotos de su amiga entre sus manos.

-¡Hey! ¿Os echo la foto? Quinn te puede decir que soy la diosa de la fotografía.

-No te lo creas; es bastante pésima, en realidad-espetó la rubia al oído de la morena.

-Está bien… Pero hazla también con la mía, por favor.

Rachel entregó su cámara a Kitty y ésta se encargó de sacar ambas fotografías tal y como les
había prometido. En realidad, había sido todo un gesto maravilloso por parte de la chica, pues
Quinn iba a poder tener aquella imagen inmortalizada para toda la vida gracias a Kitty.

-De nada chicas-dijo antes de marcharse y volver a dejarlas a solas.

-Por cierto, gracias por el encendedor.

-No hay de qué. Ya compraré otro…

- No hacía falta que te molestases, Quinn.

-Por favor, lo he hecho con mucho gusto. Es más, me gusta la idea de saber que cada vez que te
enciendas un cigarrillo pienses en mí al verlo.

-¿Sabes? Yo también tengo algo para ti… Te espero-guiñó su ojo izquierdo a la vez que dejaba un
papel en la mano derecha de Quinn.

Rachel se alejaba por la puerta trasera del local y desaparecía junto a Ryder. Los chicos no
paraban de conversar sobre todo lo acontecido; todos menos Quinn. La rubia no podía dejar de
mirar aquella nota que la gran diva había dejado en su mano y que tenía escrito lo siguiente:

"Hyatt Regency Columbus

350 North High Street, Columbus, OH 43215

Te espero."

Hyatt Regency Columbus

Quinn miraba incesante aquella nota que Rachel Berry le había entregado el día anterior. Lo hacía
una y otra vez mientras el autobús ya iba avanzando por una de las calles más céntricas de
Columbus.

"Hyatt Regency Columbus

350 North High Street, Columbus, OH 43215

Te espero."

-Rachel, espero que aún sigas ahí…-se dijo para sí misma.


Sí, el día de la firma de discos tuvo que volver a casa para no levantar sospechas con su padre,
pero supo cómo salir nuevamente por la puerta, al día siguiente, sin ser interrogada: Mercedes
Jones. Su compañera de trabajo escolar se iba a convertir, a partir de aquel momento, en su
mayor aliada para escapar de casa y no mentir a sus padres. En realidad no es que fuese a
decirles verdaderamente a dónde iba o qué iba a hacer… sino que simplemente se limitaría a no
decir toda la verdad. Y así había sucedido, pues su padre creía que Quinn se encontraba en casa
de Mercedes terminando el dichoso trabajo que tanto tiempo les había llevado el día anterior.

El caso es que era un precioso sábado de un caluroso mes de mayo. Un sábado cualquiera en el
que Quinn hubiese estado gastando su tiempo en música o cualquier otra tontería. Lo
verdaderamente importante, es que nunca iba a poder olvidar todo lo que sucedió aquel
inesperado 29 de mayo.

-Señorita, ésta es la última parada. Tiene que bajarse- le indicó amablemente el conductor.

-¿Cómo?-preguntó mientras se quitaba los auriculares. –¿Éste autobús no llega hasta la High
Street?

-No, señorita, ese es el autobús número 6 y va usted montada sobre el número 8. Lo siento.

-¿No hay ninguna otra combinación desde ésta parada? No sé, quizá haya algún otro autobús que
me lleve hasta High Street…

-Me temo que no. Va a tener que ir caminando hasta allí.

-Está bien, perdone. Creí haber cogido el correcto.

Quinn caminaba por el vehículo y lo atravesaba mientras volvía a colocarse sus auriculares y
subía, nuevamente, la música a todo volumen. El conductor la miraba impasible, pero preocupado
a la vez pues parecía ser tan sólo una niña y no sabía si iba a ser seguro para ella caminar por
aquellas calles completamente sola.

-Perdone de nuevo, señorita –tocó el hombro de la muchacha para que le prestase atención. –Yo
voy a dejar el autobús en el garaje local y desde ahí cogeré mi coche…

-¿Y? ¿Crees que me importa? –soltó Quinn levantando ambas cejas y volviendo a colocarse un
auricular.

-Lo decía por si quiere venir conmigo y la dejo en South High Street. Me pilla de paso hacia casa.

-No, gracias. Ya voy caminando…

El hombre no insistió más, pues la adolescente se había vuelto a colocar su música y volvía a
ignorarlo mientras se bajaba del vehículo y se alejaba de la parada.

-Bien, veamos a cuánto queda desde aquí el dichoso hotel…

La rubia adolescente abrió la aplicación de mapas de su teléfono y buscó la dirección exacta a la


que tenía que ir.

-¿Una hora caminando? ¡Esto es increíble! ¡Rachel, por qué no me darías tu número de teléfono!
Todo sería mucho más fácil…
Resoplaba y caminaba a la vez que ojeaba de vez en cuando el mapa en la pantalla de su
teléfono. Un puntito azul avanzaba sobre el callejero en la dirección correcta, pero se encontraba
bastante lejano del objetivo final. Y así lo estuvo haciendo durante cuarenta y cinco minutos,
hasta llegar al sur de la High Street.

-Perdone, ¿queda muy lejos de aquí el hotel Hyatt?-preguntó a una señora que paseaba a su
perro.

-No mucho, pero vas a tener que caminar por un buen rato en esta dirección-la mujer le señaló el
camino que debía tomar para llegar hasta el hotel.

-Gracias.

Quinn, completamente desesperada, miró en su bolso para saber de cuánto dinero disponía. No
podía caminar más, pues los zapatos nuevos le habían hecho heridas en la planta del pie.

-No creo que con esto me llegue para coger un taxi… Lo tomaré un poco más arriba-se convenció
a sí misma mientras volvía a dejar el dinero en su bolso.

Y siguió caminando unos diez minutos más. En realidad, el camino se le estaba haciendo mucho
más largo de lo que aquél conductor de autobús le había comentado… Ahora se arrepentía de no
haberse subido con él en su estúpido coche y haber llegado muchísimo antes.

-Taxi-levantó su mano completamente agotada.

Un taxi que pasaba por su lado se detuvo para llevarla hasta su dirección.

-Al 350 de la North High Street.

-¿Va al hotel Hyatt?-preguntó el conductor.

-Ehm… sí. ¿Hay algún problema?

-No, pero no puedo dejarla en la puerta. Se ha armado un escándalo con una cantante famosa y
está todo lleno de paparazzi.

-¿En serio?-preguntó completamente aliviada al saber que Rachel seguía ahí hospedada.

-Sí, una tal Rachel Berry… Igual usted la conocerá, al parecer es más famosa de lo que yo me
imaginaba… Si lo llego a saber antes, le hubiese pedido un autógrafo para mis hijas.

-¿La ha visto? ¿Ha estado con ella?-frunció su ceño.

-La llevé al hotel desde el aeropuerto. Parece ser un poco prepotente, hasta me pidió que no
fumase. ¡En mi propio coche!

-Bueno, eso me resulta un poco extraño…

-¿Por qué? ¿Tú la conoces?-el conductor la tuteó.

-Ehm…esto…no, claro que no. Sólo la conozco de oídas y por lo que sé parece una tía bastante
maja.
-Eso es porque los jóvenes de ahora os miráis con buenos ojos.

-Quizá pueda ser eso-sonrió para sí misma mientras volvía su vista hacia la ventanilla.

El taxista realizó una pequeña maniobra y, segundos más tarde, detuvo el vehículo en un lado de
la calzada.

-El hotel está justo enfrente. Espero que tengas una buena estancia en Columbus.

-Gracias, pero sólo vengo de paso…

-¿No vienes de turismo?-preguntó el hombre volviendo su cuerpo hacia la parte trasera del coche.

-No, si soy de aquí al lado... Soy de Lima.

-¿De Lima?

-Sí.

-Tengo una buena clienta que viene muy a menudo y es de allí. Una tal… Judy… Judy Fabray,
creo. Debe de ser una mujer importante, igual la conoces.

-¿Fabray? No, no me suena de nada… Quizá sea demasiado importante y por eso no he tenido la
suerte de conocerla-explicó mientras bajaba del coche y se posicionaba junto a la ventanilla del
conductor.

-Bueno, una pena… Suerte con tu visita.

-¿Cuánto le debo?

-Por favor, trátame de tú. Y no me debes nada… Suerte con Rachel Berry-guiñó un ojo a la
adolescente y arrancó el taxi.

-Gra...Gracias.

Quinn se sonrojó en aquél momento. No supo por qué aquél señor del taxi había podido descubrir
que le gustaba la cantante, pero segundos después entendió el por qué: llevaba una foto de
Rachel como fondo de pantalla en su teléfono móvil.

-¡Qué estúpida soy! Debió haber visto el fondo de pantalla.

Y enseguida pudo observar de cerca aquello que le había comentado el taxista: el montón de
paparazzi que había acampados en la puerta del hotel. Paparazzi y muchos fans.

-Perdonar, ¿venís a ver a Rachel Berry?-preguntó a un grupo de chicas que se encontraban


esperando en el lugar.

-Bueno, en parte sí. Gracias a ella nos hemos enterado de que Brody Weston está aquí. Es a él a
quien estamos esperando.

-¿Has dicho Brody Weston?-preguntó un tanto desconcertada.


-Sí, su novio, ya sabes.

Y no tuvo que escuchar nada más de la explicación que aquella chica le estaba dando. Su mundo
se vino encima. Brody Weston, el tío guapo que se rumoreaba que estaba con Rachel, estaba allí…
con ella; estaba con ella en aquel hotel.

Y cuando sus lágrimas amenazaron con salir… allí estaban los dos, agarrados de la mano y
sonriendo ante las cámaras que les estaban esperando. Los flashes se repetían incesantemente
sin dejar paso a la pareja.

-No me lo puedo creer… Pero qué coño…

La rubia adolescente seguía asombrada. Su corazón se había acelerado y la respiración se le


entrecortaba. No daba crédito a lo que seguía viendo en ese momento: Brody se abalanzó sobre
Rachel para dejarle un dulce beso en los labios. Beso que sentenció el final de los rumores entre
la pareja; beso que ningún medio quedó sin registrar.

Quinn, ya estaba completamente rota. No necesitaba saber nada más, ni siquiera ver nada de lo
que seguía ocurriendo, pero sí que pudo sacar fuerzas de donde no tenía para gritar a la cantante
y que ésta se percatase de su presencia.

-¡Que te jodan Rachel! ¡Que te jodan!

En ese momento, la chica rompió a llorar y todo el mundo se apartó de su lado, dejándola
completamente sola ante la atenta mirada de los medios que esperaban la reacción de la
cantante.

-Rachel, ¿conoces a esa chica?-preguntó Brody en voz casi inaudible.

-Es la chica de la que te hablé.

-¿La que venía anoche al hotel?-volvió a cuestionar el chico.

-Sí, la misma. ¡Joder Quinn! ¿Por qué ahora? Justo cuando están todos los medios delante…

-¿Quieres que vaya a decirle algo? No sé… podría decirle que venga más tarde.

-¿Estás loco? ¡No te puedes acercar a ella ahora!

-Sólo pretendía ayudar, Rachel.

-No, esto es cosa mía. ¿Puedes entretener a la prensa mientras, por favor?

Rachel comenzó a caminar hacia Quinn. Los fans, que se encontraban por delante de la rubia
adolescente, obligaban a la cantante a detenerse continuamente. Pero cuando la morena por fin
se decidió a llegar hasta la rubia, la chica comenzó a correr. Estaba destrozada, con el corazón en
un puño y llorando desconsolada. Ni quería ver a Rachel, ni quería sus explicaciones… Sólo le
apetecía volver a casa y encerrarse en su habitación.

-¡Rachel! ¡Rachel! Aquí, por favor…-gritaba uno de los periodistas.


Rachel miraba a ambos lados sin saber qué hacer. Si corría tras Quinn iba a dar de qué hablar y
no era eso lo que necesitaba en ese momento. Si volvía hacia la prensa, estaba segura que la iban
a inundar de preguntas por aquello.

Y así fue. Nada más llegar junto a Brody, un periodista fue el primero en romper el hielo en lo que
sería una larga batalla de preguntas.

-¿Conoces a esa chica? ¿Es alguna de tus fans? ¿Por qué te ha mandado al carajo, Rachel?
Contestanos.

La morena respiró profundamente por unos segundos y sacó la fuerza necesaria para poder
responder a toda la marea de periodistas que se agolpaban de nuevo junto a ellos para registrar
una exclusiva.

-Para comenzar, me gustaría pedirles que no emitiesen las imágenes. Es una chica menor de edad
y ya saben que eso es ilegal sin el consentimiento de los padres… Y bien, sí, se trata de una fan…
Una de las mejores que tengo y no sé qué ha podido pasar-explicó con nervios.

-¿Crees que ha sido por Brody? ¿Ha sido él quien ha producido esa reacción de la chica?-preguntó
otro de los periodistas.

-No creo que Brody sea el causante de este incidente. Mis fans saben que el señor Weston es mi
novio desde hace ya bastante tiempo y lo respetan. Respetan nuestra relación así como lo
respetan a él.

-Entonces, ¿cuál crees que ha podido ser la causa?-se interesó nuevamente el primer periodista
que ansiaba una buena respuesta.

-No creo que eso sea cosa de su incumbencia.

-¿Por qué no has salido tras ella? ¿Es así como Rachel Berry trata a los fans?

-No he salido tras ella por respeto a su intimidad. Y esto es un hecho aislado, no pueden
generalizar que es así como trato a todos mis fans porque todos saben que los trato lo mejor que
puedo.

-Rachel, ya basta. No tienes por qué seguir contestando-Brody la agarró de la mano y la sacó del
corrillo en el que se había visto envuelta.

-No, no tengo más ganas de seguir con este juego.

El chico soltó la mano de su supuesta novia, se acercó a los medios y esperó a que todos le
prestasen atención.

-La señorita Berry no va a hacer más declaraciones al respecto. Gracias por venir. Ahora,
déjennos seguir con nuestro viaje de descanso.

Nickname

Habían pasado unas 6 horas desde que Quinn se sintiese completamente rota. Había corrido con
todas sus fuerzas calle abajo para que Rachel no tuviese la opción de seguirla. No quería volver a
saber nada de ella, pero tampoco podía dejar de pensar en ella. La adolescente se encontró en
una controversia que no sabía bien por dónde llevar.
Desde que había llegado a su casa, se encerró en su habitación y se encontraba escuchando
música mientras chateaba por Internet con sus amigas.

-Kitty: ¿Ya estás en casa?

-Quinn: Si.

-Kitty: Qué pronto, ¿no? ¿Cómo te ha ido el día Quinn?

-Quinn: No muy bien.

-Kitty: ¿Ha pasado algo que deba saber?-insistía.

-Quinn: Al final no he podido estar con ella.

-Kitty: ¿Cómo qué no? ¿No había quedado contigo?

-Quinn: Al parecer tenía otros compromisos…

-Kitty: ¿Te hizo pegar el viaje a Columbus para hacer otras cosas? ¡Quinn!

-Quinn: Estaba con Brody, con el idiota ese que dicen que es su novio.

-Kitty: No creo que sea su novio… Si lo fuese, ella no tendría reparo en hacerlo totalmente
público.

-Quinn: Pues yo creo que ya es oficial.

-Kitty: ¿Qué dices? Pero si Rachel no se ha comprometido con nadie desde que se la conoce…

-Quinn: Pues mira esto.

Quinn enviaba a su amiga una página de Internet donde habían recogido todas las fotos
realizadas por los medios a la pareja de cantantes hacía tan solo unas horas.

-Quinn: Y esto ha ocurrido hace tan solo unas seis horas… Espera a que salgan los videos.

-Kitty: Me dejas muerta Quinn. No me lo esperaba. ¡Qué zorra!

-Kitty: ¿Estás bien? ¿Necesitas hablar?

-Quinn: Tranquila, estoy bien.

Mentía. Quinn mentía. No se encontraba, en absoluto, nada bien pero no iba a llamar la atención
de su amiga.

-Kitty: Q, si ella te dijo que fueras sería por algo.

-Quinn: No sé qué pensar… Ni tan siquiera vino tras de mí. Nada Kit, ni se inmutó.

-Kitty: Quizá le dio miedo mostrarse así ante los paparazzi…


-Quinn: NO hay excusa.

-Quinn: Ha sido lo más decepcionante que me ha pasado en la vida… ¡Qué tonta soy!

-Kitty: No eres tonta…

-Quinn: Sí que lo soy. Soy tonta por pensar que Rachel Berry quería algo conmigo.

-Kitty: Bueno, al menos has podido besarla. Yo ni siquiera he podido pasar a primera base con
Puckerman.

-Quinn: Jajaja

-Kitty: No te rías, tanto decir que es un chico fácil y de eso nada… Conmigo no lo fue.

-Quinn: Y tú decepcionada por eso jajaja. Si te llevaste al road manager a la cama, Kit.

-Quinn: No seas cabrona. Has sido la que más ha pillado de todas.

-Kitty: Gracias por tu discurso alentador. Ryder está… bien, pero es para pasar el rato. Nada más.

-Quinn: Ya claro… Ya me lo dirás cuando vayamos de gira al terminar las clases.

-Kitty: Ah, pero… ¿sigues interesada en ir a ver a esa zorra?

-Quinn: Esa zorra se va a enterar de lo que se ha perdido.

-Kitty: ¡Eso Q! Y… ¿qué te traes entre manos?

-Quinn: Nada… ya lo verás.

Enseguida, una ventanita de color naranja, apareció en la barra del ordenador de Quinn,
avisándola de una nueva conversación abierta.

-Mercedes: ¿Qué tal te ha ido por Columbus? ¿La has visto?

-Quinn: ¡Qué va! No he podido…

-Mercedes: Iba con Brody, ¿adivino?

-Quinn: ¿Cómo lo sabes?

-Mercedes: He visto las fotos. Las han subido al foro nada más salir.

-Quinn: Pues entonces ya sabes cómo me ha ido.

-Mercedes: No, tú me tienes que contar por qué narices estabas gritándole a Rachel que la
jodiesen.

-Quinn: ¿Qué? O_o


-Mercedes: Hombre, no puedo asegurar que fueses tú porque han pixelado la imagen… pero diría
que esa ropa y ese bolso me suenan muchísimo y que se te ve gritándole a Rachel.

-Mercedes: Cuenta.

-Quinn: Nada… Se me fue un poco la cabeza.

-Mercedes: ¡Estás loca Quinn! No puedes ir por ahí armando un escándalo cada vez que te plazca.

-Quinn: Pero…

-Mercedes: Espera un momento, Quinn. Voy a invitar a Kitty a la conversación.

-Kitty: ¡Gracias a Dios me hacéis caso!

-Kitty: Quinn, ya te vale de dejarme hablando sola…

-Quinn: ¡Pero si no ha pasado ni un minuto!

-Mercedes: Bueno, Kitty… Tienes que ver esto.

Mercedes envía un enlace a sus amigas con el video que antes había mencionado a la rubia. En él
se veía a una chica, aparentemente parecida a Quinn, que gritaba a Rachel en la puerta de salida
de un hotel.

-Mercedes: Y ahora es cuando Quinn tiene que contarnos qué es lo que ha pasado…

-Quinn: Ya te he dicho antes que no hay nada que contar…

-Kitty: ¡Joder Quinn! ¿Esa eres tú? ¿De verdad? ¡Dios! ¡Eres mi ídolo! Jajajajaja. ¡Qué bueno, por
favor!

-Quinn: No tiene gracia chicas.

-Kitty: ¿Que no? Dios… le has dicho que le jodan a Rachel Berry. ¡Eres un crack!

-Quinn: Ya vale… Es una imbécil, ¿vale? Ni siquiera me recibió, ni vino a darme explicaciones.
Ahora ya no las quiero, ¿sabéis?

-Mercedes: No seas así Quinn. Alguna razón lógica tendrá… No te enfades con ella por una
tontería. No te pudo recibir y punto.

Quinn, cansada de escuchar siempre lo mismo, se salió del grupo en el que conversaba con sus
amigas. Abrió nuevamente la ventana que pertenecía a la conversación de Kitty y le habló.

-Quinn: Kit, yo paso de Mercedes.

-Kitty: Déjala, Q… Ella ya sabes que defenderá a Rachel aunque no lleve la razón. Además, ella no
sabe lo que hubo entre tú y la diva.

-Quinn: Ni lo sabe, ni quiero que lo sepa. Por favor Kitty… espero que no se entere nunca.
-Quinn: Eso es una cosa entre tú y yo. ¿OK?

-Kitty: Tranquila, no le diré nada…

-Quinn: Cambiemos de tema… ¿Qué haces?

-Kitty: Pues ahora que sé el revuelo que ha causado tu video… Mirar las reacciones por el foro.

-Quinn: Yo aún ni me he registrado.

-Kitty: Pues no sé a qué esperas… Hay mucha gente que está contigo. Mira…

Kitty mandó a Quinn una captura de pantalla donde se podían leer los post más recientes y en los
que se estaba hablando del tema.

-Quinn: Voy a registrarme. Ahora hablamos.

-Kitty: Si necesitas que te explique algo me lo dices, ¿vale? Aunque conforme vayan pasando los
días, irás haciéndote al foro.

-Quinn: Gracias por todo tía.

-Kitty: Y piénsate lo de la quedada. No me gustaría ir sola…

-Quinn: No sé si voy a poder ir. Mi madre vuelve de viaje ese día.

-Kitty: Siempre nos quedará Mercedes.

-Quinn: ¿Ella va?

-Kitty: Pues claro, es también del club de fans. ¿Crees que se lo va a perder?

-Quinn: Ok. Voy al foro… Hablamos ahora por ahí.

-Kitty: No cierres esto.

Y no lo hizo. No llegó a cerrar su sesión de chat pero sí que cambió su estado a "ocupado" para no
salir "en línea". Enseguida abrió la página que alojaba el foro y entro a la sección de Nuevo
Usuario.

-Vaya, tengo que ponerme un nick… No sé… ¿Qué tal… faberry? Me gusta, sí.

Y una vez establecido el alias o nickname, y saber que no estaba ya registrado, escribió una
contraseña. En tan solo un segundo, había recibido un correo de verificación para que finalizase el
registro.

-Quinn: Ya estoy registrada.

-Kitty: ¿Qué nick te has puesto? No te veo…

-Quinn: Aún no he escrito nada… No sé cómo.


-Kitty: Pues tienes que ir a la parte de abajo y donde pone "asunto" dejas lo que quieras como
post suelto. Si quieres contestar a alguien tienes que pinchar primero en su post y luego lo
mismo…vas a donde está el cuadro en blanco y escribes.

-Kitty: Si quieres escribir algo más extenso o subir alguna foto o algo… pues lo haces en el
recuadro en blanco. Para subir la foto directamente desde el ordenador le tienes que dar a un
botón que tiene forma de clip.

-Quinn: Madre mía. Veremos a ver…

-Kitty: ¿Pero has escrito algo?

-Quinn: Ya voy pesada.

-Kitty: ¿Qué nick te has puesto? ¿Quinn ama a Rachel? ¿Rachel adicta? ¿Adicta a ti? ¿Soy mujer y
no cocino?

-Quinn: ¿Soy mujer y no cocino? ¿Qué tiene eso que ver con Rachel?

-Kitty: No sé, pero por ahí hay una que lo tiene puesto de nick… así que muy raro tampoco es.

-Quinn: Me he puesto faberry.

Dejó la conversación de su amiga y fue a la página del foro donde ya comenzó a escribir justo en
el cuadro donde su amiga le había comentado y dio a adjuntar una fotografía. Si entraba en el
foro, lo tenía que hacer por todo lo alto.

-faberry- soy nueva en el foro y me gustaría compartir esta foto con vosotros. Es de los premios
Mtv.

-puckermanfan- hola faberry. Bienvenida al grupo.

-Racheladicta- Hola. Bienvenida.

-administrador- ¿Conoces las normas de la comunidad? Si no es así, entra en este enlace y lee
los términos de acuerdo.

-britana4ever- Si te gusta Rachel estás en el sitio adecuado. Holaaaaassss

Quinn seguía mirando todo lo que los demás habían puesto en los post que estaban situados por
debajo y leyó todo lo correspondiente a la fan loca que había gritado a la cantante. Por una parte
se lo estaba pasando bien, pero por otra aún tenía su corazón totalmente roto.

-faberry- soy nueva en el foro y me gustaría compartir esta foto con vosotros. Es de los premios
Mtv.

-puckermanfan- hola faberry. Bienvenida al grupo.

-faberry- Kitty? Eres tú?

-Racheladicta- Hola. Bienvenida.


-faberry- Hola y gracias. Espero que podamos hablar más seguido.

-administrador- ¿Conoces las normas de la comunidad? Si no es así, entra en este enlace y lee
las normas de comportamiento.

-faberry- Gracias. Voy a leerlos ahora mismo.

-britana4ever- Si te gusta Rachel estás en el sitio adecuado. Holaaaaassss

-faberry- Bueno, me gusta su música pero ella es un poco idiota

Y la última frase de Quinn desató el completo caos en el foro. Sin ni siquiera saber que el
moderador del grupo podía eliminarla, sin ni siquiera saber que no podía insultar así por las
buenas a la cantante.

-Kitty: Menuda has liado en el foro nena.

-Quinn: ¿Por qué no puedo escribir?

-Kitty: El moderador te ha bloqueado el usuario por unos días. No puedes insultar a Rachel
abiertamente. Debías de poner algún seudónimo o algo para no pillarte los dedos…

-Quinn: ¡Y yo que sé! Tampoco es para tanto… Sólo la he llamado idiota. Y es mucho más que
eso.

-Kitty: Y lo sé Quinn, pero no puedes comportarte de esa manera. Anda… déjame que hable con el
moderador y te eche un cable.

-Quinn: No, da igual. Por hoy ya he tenido bastante…

-Kitty: Bueno, aunque no puedas escribir, puedes seguir leyendo lo que dice la gente.

-Quinn: No sé si me apetece…

-Kitty: ¿Por qué tonta?

-Quinn: Ni idea… estoy desganada.

-Kitty: Mira, vamos a hacer una cosa…Arréglate y ponte muy guapa, esta noche salimos.

-Quinn: ¿Salimos? ¿A dónde?

-Kitty: Pues cenamos por ahí, tomamos unas cervezas… y entramos en un bar de ambiente a ver
si conoces alguna tía que te quite las penas.

-Quinn: Yo no necesito que nadie me quite las penas… Además, no puedo salir por el ambiente del
pueblo. Se enteraría hasta mi abuela y luego mi madre me termina de matar.

-Kitty: Tranquila, nos vamos a ir fuera de Lima.

-Quinn: ¿A dónde?
-Kitty: A una ciudad de aquí al lado…

-Quinn: ¿A Columbus? ¡Ni de coña! No vuelvo a ir a esa ciudad. Me da mala suerte.

-Kitty: Entonces ya te noto más animada en eso de salir, ¿no?

-Quinn: Tendré que pedirle permiso a mi padre.

-Kitty: ¿Desde cuándo pides permiso? Dile que te vas a dar una vuelta por el pueblo y ya está.

-Kitty: Ya volveremos.

-Quinn: No sé Kit… No puedo arriesgarme.

-Kitty: Quinn, no seas tonta.

-Quinn: ¿Y quién nos va a llevar?

-Kitty: Yo.

-Quinn: ¿Tú?

-Kitty: Yo.

-Quinn: ¿Cómo?

-Kitty: En el coche de mi padre.

-Quinn: ¡Pero si no tienes carnet!

-Kitty: ¿Y eso es un impedimento? ¡Bah!

-Quinn: Espero que todo salga bien… por nuestro bien.

Encuentro inesperado

Kitty marcaba por tercera vez el número de teléfono de su amiga Quinn. No entendía por qué la
rubia estaba tardando tanto tiempo para salir de casa y encontrarse en la esquina donde
supuestamente había quedado con ella. De nuevo, un pitido le advertía sobre el primer toque en
la llamada y colgó, como de costumbre.

-¡Joder Quinn! ¿Por qué tardas tanto? A ver si ves mi toque y sales ya de una vez. ¡Bfff!- dijo para
sí misma la muchacha.

La rubia pareció haber escuchado a su amiga, pues segundos más tarde hacía acto de presencia
en el lugar indicado.

-Por fin llegas, Quinn. ¿Por qué has tardado tanto?

-Lo siento, Kitty. Ya sabes…interrogatorio antes de salir por la puerta.


-O eso… o que has tardado tanto en ponerte bella. ¡Whow, tía! ¡Estás que te sales de buena! Esta
noche vas a romper más de un corazón-rio Kitty simpática.

-¿Y bien? ¿Cuál es el magnífico plan de mi sister?

-Bueno, podemos cenar por aquí y luego ya marcharnos, ¿no?

-Como quieras… Estoy a tu entera disposición.

-¿Estás borracha?-frunció su ceño.

-¿Debería?

-¡Joder Quinn! Nunca te había visto tan decidida…

-Eso es porque verdaderamente no me conoces tanto como crees.

Kitty sonrió a su amiga y la abrazó repentinamente. Quinn se sorprendió, en un primer momento,


pero ayudó a que ese abrazo fuese más sentido para las dos.

-Gracias por hacerme caso. Verás cómo logramos sacar a esa imbécil de tu cabeza…

-No la llames así, Kit. Puede ser lo imbécil y gilipollas que queramos, pero no deja de ser ella. Ya
sabes…

-¡A ella no le importas! A mí si… Esa es la gran diferencia entre Rachel y yo.

-No quiero discutir ahora, Kit. Ni siquiera quiero nombrarla, ¿vale? Vayamos a cenar por ahí y
dejemos las comeduras de cabeza para otro momento. Disfrutemos de la noche.

Kitty pulsó un botón de la llave que abría su coche y entró en el asiento del piloto. Quinn, que la
seguía de cerca, también tomó asiento en el lado del copiloto. Ya estaban preparadas para
comerse el mundo, o eso era lo que creían que iba a suceder.

-¿Qué quieres tomar?

Quinn cuestionaba a su amiga a la vez que seguía inmersa en su carta. Habían decidido ir a comer
a un local italiano que frecuentaban, pero se habían prometido que iban a probar cosas nuevas
por esa noche. Nada de pizzas, de ahí que aún no supieran qué tomar.

-Pues no sé tía. Hay tantas cosas…

-Pues no tenemos toda la noche, Kit. -rio.

-Creo que voy a pedir pasta, pero hay muchas salsas y no sé cuál de todas me gustará más.

-Voy a hacer una cosa… Como conozco al dueño del local, le diré que nos ponga la pasta y varias
salsas para probar, ¿vale? Así descartamos las que no tomaremos la próxima vez.

-Pero…

-¿Qué pasa Kitty?


-Quinn, ¿tú has visto lo que vale cada cuenco de salsa? ¡Nos va a costar un pastón!

-No te preocupes por eso. Yo invito.

-No, Quinn… No puedo dejarte hacer eso…

-Insisto. Hoy invito yo.

A la vez que Quinn intentaba convencer a su amiga, hizo un gesto con su mano para llamar al
camarero del local.

-¿Saben ya lo que van a tomar, señoritas?

-Sí, mire… Dígale a Emmanuelle que soy Quinn, la hija de Russell y Judy Fabray, y que necesito
que nos haga un poco de pasta, que esté "al dente", y que nos combine varias salsas para poder
probar. No sé… usted sólo dígaselo y él sabrá qué poner y cómo hacerlo.

-De acuerdo, señorita Fabray. Le diré a Emmanuelle que les prepare lo que han ordenado.

-Gracias, muy amable.

El chico se marchó por donde había venido y dejó a las chicas, nuevamente, a solas.

-Quinn, no te lo vas a creer pero… ¿podría hablarte de la diva en el caso muy extremo de que
fuese algo muy muy importante?

-Sólo si es muy importante. Algo así como un grado 9 o 10.

-Creo que ésta vez es de grado 10…

-¿Qué pasa con Rachel ahora?-frunció su ceño sin entender nada.

-No te gires, pero creo que está unas cuantas mesas más atrás.

-¿Rachel? ¿En Lima?-rio tras la ocurrencia de su amiga.

-No estoy mintiendo, Quinn. Está cenando con el tipo ese que dicen que es su novio y otra chica.

-¿Qué?

Los ojos de Quinn se desorbitaron. Se giró bruscamente sobre su posición y enfocó su mirada
hacia la zona que Kitty le había señalado con la cabeza.

-¡Hostia puta Kit! ¿Qué coño hace Rachel aquí?–dijo esto último acercándose más a su amiga y
bajando el volumen de su voz.

-No lo sé, Quinn. He flipado igual que tú…

-¡Mierda! Mierda Kitty… Mierda, mierda… Nos va a ver.

-¿Y? ¿Qué más te da? Es ella la que tiene el problema.


-No. Soy yo la que no la dejó explicarse. No quiero saber nada más del tema, ¿vale? Por cierto…
¿Cuánto tiempo lleva ahí?

-Ni idea. Me di cuenta de su presencia cuando vino el camarero y dejé de mirar la carta.

-¡Dios! ¡Vaya cagada! ¿Podemos irnos a otro lugar?

-¿Y perdernos el cocktail de Emma? ¡NO! Desde luego que no…

-Kit, por favor… No me apetece que me vea.

-No te va a ver, estáis de espaldas.

-Bfff… ¡Qué agobio!

Mientras tanto… en la otra mesa del mismo local, Rachel y Brody hablaban amistosamente con
Ashley de todo lo sucedido.

-Ashley, yo sé que quieres mucho a Rachel pero no puedes sacar esas fotos a la luz. No
arruinarías solo su carrera, sino que también lo harías con la mía-comentó el muchacho mientras
volvía a tomar un bocado.

-Lo siento, está decidido. O Rachel es mía o esto saldrá a la luz…

-¡Ashley, por favor! ¡Yo no soy de nadie! ¿De acuerdo?

-Pues deberías de empezar a ser mejor persona.

-Rachel es buena persona, y lo sabes Ash-comentó el chico. Voy al baño, ahora vengo…

Brody se levantaba y se dirigía dirección al baño. Para llegar hasta allí, el chico tuvo que pasar por
el lado de Quinn, pero ni siquiera se dio cuenta de que la chica estaba allí.

-¡Menos mal que no me ha visto!

-Quinn, por Dios… Que sólo te ha visto una vez… ¿Crees que va a acordarse de tu cara? ¡Esa
gente ve a miles y miles de personas al día!

-Tienes razón. No tiene por qué recordarme… Ni siquiera nos han presentado.

-¿Y bien? ¿Más tranquila?

-¿Qué está sucediendo en la mesa? ¿Ves algo?

-Quinn… ¿no se suponía que no íbamos a hablar de la innombrable? Ya sabes…-hizo un gesto con
su cabeza en dirección a la cantante.

-Íbamos, tú misma lo has dicho. Con lo que no contaba es que Rachel iba a estar cenando en el
mismo restaurante que nosotras y a la misma hora.

-Está bien… Parece estar un poco enfadada con la muchacha.


-¿Por qué dices eso? ¿Qué ves exactamente?

-Veo que está bastante alterada y que gesticula muchísimo con las manos.

-¿Qué más?

-No sé, la otra chica rubia parece que tampoco está muy a gusto… Por cierto, su cara me suena
bastante.

-¿La de la otra chica?

-Sí, creo que es una de las divinas del instituto.

-¿Quién? ¿Las divinas? No será la tal Alison…

-No, no es ninguna de las morenas. Es la rubita, ¿la recuerdas?

-Claro… Claro que la recuerdo.

Nuevamente Brody volvía a pasar junto a las chicas y llegaba hasta la mesa donde Rachel y
Ashley discutían todavía.

-¿Aun discutiendo? A ver Ashley…-tomaba asiento en su lugar. -Tienes que entender que Rachel
ya no está contigo, ¿ok? Ella tiene ahora otra vida y tú no estás en ella… Tienes que dejarla vivir y
tú también aprender a vivir sin ella.

-No, Brody. Si yo no tengo a Rachel, nadie la tendrá. Ni siquiera tú.

-Sabes que lo nuestro es una farsa…

-Eso, sabes bien que lo nuestro tan solo es de cara a la prensa-puntualizó Rachel.

-Me da igual. Una vez tenga la exclusiva de las fotografías, todo el mundo querrá saber de dónde
las he sacado. Y, ya que estamos, también me llamarán para contar mi versión de los hechos.

-¿Tu versión de los hechos? ¡Qué tienes que ver tú en esto!

-Pues tengo mucho que ver, Rachel. Para empezar… puedo aportar pruebas de que hemos estado
saliendo. Tengo incluso testigos. ¿Quieres que siga?

-No, ya está bien Ashley. Dinos qué quieres por esas fotos y para que las borres de todos los
lugares donde las hayas guardado.

-¡Brody! ¡No!-se levantó Rachel de su asiento. –¡No he venido hasta aquí para darle más dinero a
esta zorra! Mira, niñata, o borras esas fotos o las borro yo misma-Rachel cogió el teléfono móvil
de la chica y comenzó a buscar entre las fotografías.

-¡Eso no sirve de nada, Rachel!-exclamó Brody quitándole el aparato.-Las tendrá en muchos más
sitios guardada… ¡Eres idiota!

-¡Tú sí que eres idiota por dejarte ver con Dyson en público!-golpeó la mesa con sus puños.
-Yo me voy, ¿vale? Ya pagáis esto por mí…-la muchacha se marchaba.

-¡Tú no vas a ninguna parte! ¡Vuelve!-gritó la morena hasta que se percató de estar armando un
escándalo en público y ella quería pasar desapercibida. –Se ha ido, Brody. Se ha marchado
delante de nuestras narices y no tenemos ninguna solución.

-No te preocupes, ¿vale? Ya lo intentaremos otro día… Tú ahora cena tranquilamente y luego la
volvemos a llamar.

Rachel se tranquilizó un poco y fue a tomar asiento frente a Brody. Al girar la cabeza, se percató
de que una pareja de chicas la estaban observando desde lejos.

-Brody, creo que me estoy volviendo un poco loca. No sé si van a ser las pastillas o esta niña que
me va a matar a disgustos…

-¿Por qué?

-He creído ver a Quinn en aquella mesa del fondo-señaló la dirección en la que estaban situadas
las chicas.

-¿Quinn…tu Quinn?

-La misma.

-Bueno, puede ser que sea ella…

-¿Cómo que puede ser?-frunció su ceño y giró nuevamente la mirada hacia la mesa del fondo.

-Rachel, no quería alarmarte antes de terminar el asunto de Ashley…pero ahora que se ha ido… te
lo voy a contar. Cuando he ido al baño me ha parecido ver a la chica esa con la que te has
encaprichado y yo también creí haber visto mal, pero después… pues he vuelto a pasar por su
lado nuevamente y, sí, era ella.

-¿Y me lo dices ahora?-volvió su mirada nuevamente hacia la mesa durante unos segundos.

-Pensé que resolver lo de Ashley era más importante.

-¿Más importante que disculparme con la que tu llamas "mi capricho"? No, Brody. Nada es más
importante que solucionar eso.

-Bueno, puedes acercarte si quieres… pero sería entrometerte un poco en su vida, ¿no crees?

-No. Voy a ir a hablar con ella cueste lo que me cueste.

Rachel se levantó nuevamente de la silla decidida a ir a hablar con Quinn. A la vez que avanzaba
hacia las chicas, Kitty miraba desesperadamente a su amiga para intentar decirle lo que estaba a
punto de suceder.

-¿Quinn?-exclamó Rachel mientras posaba su mano en el hombro de la rubia.

-Ehhh…-giró su cabeza lentamente. -Rachel. ¡Oh! Cuánto tiempo… No sabía que anduvieras por
Lima…
-¿Te importa?-preguntó Rachel a Kitty para que las dejase a solas.

-No, claro que no… Toma mi silla. Yo voy mientras al servicio.

-¡Kit! ¡Por favor! ¡No me hagas esto!-exclamó Quinn muy alterada.

-Lo siento, Q. Si verdaderamente quieres comenzar de cero, primero deberíais dejar las cosas
claras de una vez por todas. Rachel… tomate el tiempo que necesites.

Kitty dejaba un beso en la mejilla derecha de la cantante y le sonreía. Segundos más tarde, miró
a su amiga e intento decirle por señas que era su momento para poder saber realmente qué
pasaba entre ellas.

-¿Y bien? ¿Qué necesitas de mí? ¿Fuego, tal vez?-soltó irónica Quinn.

-No creo que se pueda fumar en este local-sonrió una tímida Rachel.

-Bueno, qué te trae por Lima.

-Asuntos personales. Nada que sea más importante que saber unas cuantas cosas sobre ti…

-No quiero hablar de eso, Rachel.

-Quinn, por favor… Necesito saber por qué te fuiste así sin más. Sin dejarme al menos que te
explicase…

-No tienes que explicarme nada. Ése de ahí ya lo explica todo.

-¿Brody? ¿Saliste corriendo por él?

-No, salí corriendo porque no quería ver cómo me destrozabas el corazón mientras andabas con él
dándote besos delante de las cámaras.

-Quinn, pensé que serías mucho más inteligente… Brody… Brody no es nada mío. Él y yo sólo
salimos por un tema de contrato.

-Ya…

-¡Es cierto! ¿Por qué iba a arriesgarme a contártelo si no lo fuese?

-Porque pensarás que así volveré a caer en tu juego.

-Lo nuestro no es un juego, Quinn. Me gustas. Y eso es una realidad.

-¿Tan segura estás de ello? ¿Qué tengo yo para ofrecerle a una mujer como tú? ¡NADA! No tengo
absolutamente nada que te pueda interesar. Así que, por lo que más quieras, deja de jugar
conmigo. Seré una adolescente, pero soy más madura de lo que imaginas.

-Yo sé que tú eres una chica madura. Lo supe desde el primer momento en que te vi.

-Mientes.
-Quinn, por favor…

-Rachel, déjame en paz. ¿Vale? No quiero saber nada de ti.

Quinn se levantó de repente y puso camino hacia la puerta. Cuando llegó junto al camarero, le
dejó una petición.

-Por favor, dile a mi acompañante que la espero fuera. Y apúnteme lo de esta noche en la cuenta
de los Fabray.

Bésame

Quinn y Kitty ya habían abandonado el restaurante y se disponían a comer en un puesto


ambulante en una de las calles más cercanas a los locales de fiesta. Al final tendrían que
conformarse con cenar una hamburguesa y una pequeña bolsa de patatas fritas.

-Ya me dirás, Quinn, por qué hemos tenido que salir huyendo del local.

-Kit, por favor… Vale ya de presionarme, ¿ok?

-He pasado una vergüenza horrorosa al salir del baño.

-No será para tanto tía.

-¿Qué no? Al principio parecía que había entrado a robar al sitio o algo. El chico de la puerta me
acompañaba, y digo acompañaba por ser un poco suave, hasta la puerta del local sin decirme ni
media palabra.

-Espero que no formaras un escándalo; me gustaría volver algún día.

-Bueno, después ha venido Rachel a hablar conmigo y ha pedido al muchacho que me dejase
hablar con ella antes de "obligarme" a marchar.

-Ya. Y Rachel es tu nueva heroína ahora.

-No, Rachel al menos me ha explicado que estabais enfadadas, hablando, y que has salido
corriendo sin decir nada.

-Miente. Le he dejado claro que no quiero saber nada de ella… Si necesita más explicaciones que
lo hubiese pensado antes de invitarme a su habitación de hotel.

-Bien, ya está. No voy a comentarte nada más.

Las chicas tomaban asiento en un banco cercano, situado en un pequeño jardín improvisado entre
medias de dos filas de edificios. El silencio volvió a invadir el lugar y ambas comían sus
respectivas hamburguesas sin decir nada.

-Quinn.

-¿Qué quieres ahora, Kit?-soltó malhumorada.

-Nada.
-Dime-se giró para volverse de cara a su amiga, ésta vez un poco más calmada.

-Es solo que pensaba que… Esto… Cómo decírtelo… ¿No crees que el gesto que ha tenido la diva
contigo ha sido bastante humano?

-Qué quieres decir con eso.

-Digo que se ha rebajado hasta el punto de ser ella quien te haya pedido perdón.

-Es que ella es la culpable de todo.

-Bueno, Quinn, tú saliste corriendo… Algo de culpa también tienes, ¿no?

-¿Empezamos de nuevo?

-Lo siento, no quise molestarte. Solamente quiero que estés segura de lo que estás haciendo.

-Estoy muy segura. De todas formas, lo nuestro no llegaría a ninguna parte-soltó un poco
apenada. –Me saca cuántos… ¿6 años? Es una locura pensar que quisiera estar con alguien más
joven que ella.

-Eso nunca lo sabes. A mí me da que ella realmente está enamorada de ti… No sé, lo percibo.

-Aunque eso fuese cierto… Lo siento, lo nuestro no puede ser. No podría soportar la presión.

Y en ese instante, se escuchó, tras sus espaldas, el pequeño movimiento de unos arbustos
cercanos.

-¿Crees que puede ser alguien?-cuestionó la rubia.

-Lo mismo es un animal. No tenemos de qué preocuparnos…

Pero no era en realidad lo que allí atrás estaba sucediendo. Alguien las espiaba desde muy cerca y
había escuchado toda la conversación que las amigas habían tenido en la intimidad de aquel cálido
jardín.

-Bueno, ¿preparada?

-Nací preparada para eso, Kitty.

-Pues a qué esperamos… ¿Columbus?

-Columbus está bien.

Kitty condujo el vehículo de su padre hasta la cercana ciudad de Columbus donde les esperaba
una buena noche, que aún no acababa ni de empezar. Al principio les costó encontrar un sitio de
aparcamiento donde poder dejar el coche y que fuese una zona un tanto segura… Aquel barrio
donde habían encontrado la plaza de aparcamiento dejaba mucho que desear.

-¿Crees que encontraremos el coche a la vuelta? ¡Esto parece una pocilga Kit!
-Tranquila, no es la primera vez que aparco aquí. Además, la zona está bastante cerca de los
pubs; todo el mundo viene a estacionar su coche aquí.

-Tú mandas. ¿A dónde vamos?

-Al calentito.

-¿Al qué?

-Calentito. Así se llama el local.

-¿Calentito? ¿Qué clase de nombre es ese para ponerle a un local?-preguntó una desconcertada
Quinn. -No me fío ni un pelo de ti.

-Confía en mí; es un lugar seguro. Y lleno de bolleras, créeme que te encantará.

Quinn se resignó y siguió caminando junto a su amiga destino al local donde ésta había indicado
que irían de fiesta. El local no era muy grande, con paredes de color granate y decoradas con
cuadros estrambóticos que armonizaban el lugar. Una bandera gay colgaba del techo, formando
parte de la decoración temática. Y mucha gente. Quinn creía no poder respirar de lo abarrotado
que se encontraba el lugar.

-Kitty, aquí hay muchos más chicos que chicas-susurró al oído de su amiga.

-Es en esta parte, pero verás…

Caminaron un poco hacia la derecha, subieron un par de escalones y echaron un vistazo general
al local.

-¿Ves? No todo son hombres. Mira aquél grupo de chicas guapas que nos miran…

-No nos están mirando… Están… ¿has visto eso?

-Sí, es divertido, ¿verdad?

-¿Dónde coño me has traído Kit? ¡Este local es un poco raro!

-Quinn, por favor, que eso lo hacen porque son amigas. No te preocupes, nadie te va a lamer la
cara de esa forma. Yo no dejaré que eso ocurra.

-Ya, como si eso me consolase…

-Hola chicas. Sois nuevas por aquí, ¿verdad?-les saludó una muchacha bajita y rubia. Soy Dani, la
DJ del local-tendió la mano a Quinn para presentarse.

-Hola Dani, soy Kitty, pero puedes llamarme Kit. Todos mis amigos lo hacen –guiñó un ojo a la
chica y le cogió la mano para estrechársela.

-¿Y tú bonita? ¿Cómo te llamas?-preguntó la DJ a Quinn.


Pero Quinn seguía inmóvil. No sabía cómo comportarse. ¿Acaso aquella chica estaba flirteando con
ella? ¿Qué es lo que quería exactamente de ellas? Quinn no entendía el por qué y se colapsó. Un
codazo de Kitty la hizo salir de sus pensamientos.

-Perdona, ¿qué dijiste?-se ruborizó.

-Soy Dani. Y tú eres…

-Quinn, soy Quinn-se acercó a la chica para darle dos besos.

-¿Habéis venido por la fiesta?-preguntó la DJ.

-No, hemos venido a conocer gente-contestó Kitty.

-Entonces estáis en el lugar adecuado. Venid, os invito a una copa.

Quinn miró a Kitty con la cara desencajada. ¿Aceptar una copa de una desconocida? ¿Estaban
locas? ¿Qué le estaba pasando a Kitty? No daba crédito con todo lo que estaba sucediendo esa
noche, pero había algo que la hizo cambiar de pensamiento. Dani. Esa chica, tan amable, parecía
ser muy simpática y muy guapa también.

-¿Quinn? ¿Vienes?-preguntó Dani mirándola directamente a los ojos.

Quizá eran aquellos tatuajes, que Dani tenía en ambos brazos, lo que a Quinn no le terminaba de
convencer. Tatuajes tribales y algunos relacionados con el mundo de la música.

-Ehmm... Sí, ya voy –sonrió a la muchacha.

Y nuevamente volvía a fijarse en su sonrisa. ¿Se estaba volviendo loca? ¿O se estaba activando su
sentido más lésbico? No lo sabía. Aún no podía contestar a todas aquellas preguntas.

-¿Y bien? ¿De dónde sois chicas?

-De Lima-contesto Kitty mientras miraba aún de reojo a su amiga.

-¡De Lima! ¿Y habéis venido hasta aquí para salir un rato?

-En realidad hemos venido a hacer amigos para ver si Quinn encuentra a alguien, ya sabes.

Quinn se sonrojaba y pegaba un nuevo trago a la copa que Dani le había entregado minutos
antes.

-No creo que tenga ningún problema en encontrar a alguien. Es muy guapa.

Quinn sonreía tímida y medio percibía lo que su amiga estaba conversando con aquella chica. La
música estaba realmente alta y no podía parar de mirar hacia todos lados del local.

-Yo tengo un rato antes de volver a subir a pinchar. Si queréis os puedo presentar a gente.

-Te lo agradecería mucho Dani, pero… creo que voy a ir un momento al baño. ¿Dónde está?

-Al fondo a la derecha; aunque siempre hay una cola enorme.


-No te preocupes, cuídame a Quinn.

Y Quinn se quedó a solas con la DJ. Dani se acercó un poco más a ella y le tendió una nueva copa.
Recogió la vacía, la dejó en la barra y comenzó a bailar al ritmo de Rihanna.

-¿Te gusta bailar, Quinn?-le preguntó a la oreja.

-No sé hacerlo muy bien, pero ésta canción me encanta…

-Ven, baila conmigo.

Dani le tendió su mano nuevamente y se llevó a la rubia hacia la pista de baile. Allí, comenzó a
bailar a Quinn de una manera bastante sensual. La rubia no podía dejar de mirar a la disc-jockey,
que seguía coqueteando con ella a través de su baile y la mirada.

-Vamos, anímate.

La rubia adolescente terminó su copa de un trago y posó el vaso en un altavoz cercano. Se acercó
a Dani y comenzó a bailar con ella. Kitty, desde el lateral del local sonreía al ver cómo su amiga
se había desatado mientras ella hacía tiempo con otras chicas jugando una partida al futbolín.
Después de todo, Kitty había realizado aquella magistral jugada para que su amiga se acercase
aún más a la bonita DJ.

-Eres muy guapa, Quinn. No tendrías que estar buscando a nadie por estos lugares… Podrían
hacerte daño.

-¿Por qué?

-Hay mucha perra mala por estos locales, ¿no lo sabías?

-No. Kitty fue la que me convenció para venir; yo nunca he pisado estos sitios.

-Pues debes de tener cuidado.

-¿Quién dice que ellas no deben tener cuidado conmigo? Yo también puedo ser muy mala.

-¿Ah si? ¿Tú? ¿Con esa cara angelical? ¡No me lo creo!

Y Quinn terminó con aquella disputa rápidamente. Se acercó a Dani y la besó en los labios.

-Eres muy valiente…

-Ya te lo dije. Yo también puedo ser mala-sonreía para sí misma de gozo tras cerciorarse de que
era totalmente real lo que acababa de hacer.

-Pero no sabes lo malas que podemos llegar a ser las demás.

Fue entonces Dani la que se acercó a Quinn para besarla. Fue un beso más intenso, en el que sus
lenguas estuvieron luchando por varios minutos.

-Dani, tienes que subir-interrumpió la camarera el gran momento de las chicas.


-Lo siento, Quinn, tengo que trabajar. ¿Me esperarás?

-Tenlo por seguro.

En ese instante, Quinn se dirigía hacia el baño para buscar a su amiga Kitty, pero ésta no se
encontraba en la cola del mismo. Aun así, le entraron ganas de hacer pipí y se quedó esperando
su turno; cuando éste había llegado, entró en el habitáculo y alguien se coló tras ella y se situó en
la puerta impidiendo que Quinn pudiese salir.

-¿Qué coño haces tú aquí? ¿Acaso me estás siguiendo? –Quinn preguntó amenazante.

-Quinn, por favor… Déjame que te lo explique.

-No tienes nada que explicarme, Rachel.

-¿Qué hacías besándote con esta?-le recriminó la morena.

-¿Acaso no puedo hacerlo? Creo que soy libre de liarme con quien quiera.

Rachel no supo qué decir.

-Espera… ¿me estabas espiando?

-No. Bueno… os he seguido desde que salisteis del restaurante.

-¿Y se puede saber para qué?

-Quería llegar hasta ti, de nuevo, para que hablásemos.

-Ya te dije que no tengo nada que hablar contigo-se dio la vuelta y llegó hasta el urinario para
hacer sus necesidades. Además, me meo.

-Tranquila, me doy la vuelta.

Rachel miró hacia la puerta y esperó a que la rubia tirase por segunda vez de la cadena y así
asegurarse de que estaba todo bien y podía darse la vuelta.

-Quinn, he tenido que mover cielo y tierra por ti. No sabes lo que me juego habiendo dejado a
Brody sólo en el restaurante y, bueno, sin contar que me encuentro en este local –rodó sus ojos.

-No tenías por qué venir hasta aquí.

-¿Por qué no haces un poco de caso a Kitty? ¿No te das cuenta de que todo esto lo hago por ti?

-Rachel…

-¿Qué?

-¿Podemos hablar de esto en otro sitio? Me da un poco de grima seguir en el baño.

-¿Me prometes que no te vas a escapar?


-Invítame a una copa y me lo pienso.

-¡Estás borracha!

-¿Yo? No… controlo bastante bien.

-¿Cuántas copas llevas?

-No sé… ¿Cuatro? ¿Cinco? He perdido la cuenta –se rio.

-¡Dios! Mira cómo estás… Tú no eres así, Quinn…-cogió a la chica por las muñecas.

-Tú no me conoces, no sabes cómo soy.

-Esta vez tienes razón. Entonces déjame conocerte un poco más.

-No sé, Rachel…-se soltó del agarre.

-Te juro que Brody tan solo es cosa de la promoción que me tiene preparada mi representante.

-¿Y cuánto durará? ¿Eternamente?

-No, tan solo un par de meses.

-Rachel…

-¿Qué Quinn?

-Bésame.

¿A dónde vamos?

-Rachel…

-¿Qué Quinn?

-Bésame.

La morena no dudó ni un segundo. Aquél bésame le daba paso a hacer lo que exactamente quería
y que había estado pensando desde que la volvió a ver en la firma de discos. No más titubeos.
Rachel se acercó a la rubia, lentamente, la cogió suavemente por la cintura y posó sus labios
sobre ella. Fue un beso dulce y pequeño.

-Me encanta cuando me besas-dijo una muy receptiva Quinn.

-Y a mí me encanta besarte. Estaba deseando hacerlo desde el momento que te volví a ver.

Quinn no tardó en profundizar aún más la sucesión de besos que llegaban. Estaban desatadas,
completamente idas. Rachel empujó a la rubia hacia la pared y cogió sus muñecas para que ésta
quedase totalmente inmovilizada; la besó nuevamente y siguió recorriendo el cuello de la
adolescente con cálidos besos.
Tras bajar por el cuello, siguió hacia el escote y logró besar la parte superior del pecho de Quinn.
La rubia estaba enloquecida y comenzaba a sentirse húmeda, algo que sentía por primera vez al
ser besada por otra persona.

-Shhh… No grites, nos van a oír.

Quinn no podía contenerse, pues aquellos dulces besos la estaban matando. Rachel, en cambio,
seguía jugando con la muchacha y comenzó a acariciarle el abdomen por debajo de la camiseta.

-Rachel, por favor…

-¿Sí?-soltó la morena mientras terminaba de besar el abdomen de la chica.

-¡Dios! ¡Me estás matando!

La morena sonrió y siguió con su cometido; no podía dejar pasar la oportunidad de tener a Quinn
tan receptiva y subió su mano hacia el pecho derecho de la rubia.

-¡Zorras! ¡Abrid la puerta!-alguien desde el exterior golpeaba fuertemente la puerta del baño
mientras gritaba. –El váter está para mear, no para follar.

Rachel paralizó sus movimientos y miró a Quinn. Durante un segundo, se miraron y supieron que
aquel lugar no era el idóneo para estar haciendo lo que fuese que estuviese sucediendo en ese
momento. Se arreglaron un poco el pelo, la ropa… Y Rachel se mordió el labio pícaramente.

-¿Te apetece venir a mi hotel?

-Pensé que nunca me lo pedirías, pero tendrá que ser en otro momento. No puedo dejar a Kitty
tirada.

-¡Guarras! ¡Lleváis ahí más de media hora!-la puerta volvía a ser aporreada mientras gritaban
desde el exterior.

-¡Ya vamos!-gritó Rachel mientras abría el picaporte de la puerta. –Tú primero, preciosa.

Quinn salía del baño agarrando a Rachel por la mano y tiraba de ella para que aquellas chicas no
lograran reconocer a la famosa cantante. La morena, por su parte, agachaba la mirada hacia el
suelo y se cubría delicadamente la cara con el pelo y la otra mano que le quedaba libre.
Movimiento innecesario, ya que la desesperada chica que golpeaba la puerta la reconoció nada
más salir.

-Espera, ¿eres Rachel Berry? ¿La cantante?

Rachel no dijo nada, agachó aún más la cabeza y siguió caminando más rápido.

-¡Hey! ¡Esa que va por ahí es Rachel Berry! ¡La cantante!-dijo la muchacha impaciente mientras
señalaba a la morena.

De repente, un revuelo de gente comenzó a acorralar a las chicas. No sabían por dónde tirar, ni
qué hacer, pues estaban completamente rodeadas por bastante personas. Quinn, decidida, tiró de
Rachel aún más fuerte y comenzó a correr hacia la puerta de salida.
-¡Sigue corriendo!-le gritó Rachel nada más salir a la puerta del local.

-¡Dios! ¡Cómo hemos sido tan estúpidas!

Ambas chicas seguían corriendo y giraron hacia la derecha en la siguiente calle que se
encontraron. Allí, aminoraron su carrera y tomaron un poco de aire.

-¿Crees que los hemos despistado?-preguntó una preocupada Quinn.

-No, pero recuperemos un poco el aliento.

-¿A dónde vamos?

-A mi coche. Sígueme.

Minutos más tarde ya se encontraban subiendo al coche que Rachel había alquilado para sus
vacaciones por Columbus.

-Casi nos pillan.

-Espero que nadie haya hecho fotos… ¡Santana me va a matar!

-Santana no tiene por qué enterarse…

-¡Dios mío Quinn! ¿Viste eso?-comenzó a reír a carcajada segundos más tarde.

-Esto debe subirte la adrenalina de vez en cuando, ¿no?

-¡Qué va! Normalmente no me escapo a un local de ambiente para seguir a una de mis fans-
sonrió simpática.

-Una de tus fans…ya, claro.

-Quinn, sabes que tú eres especial para mí, ¿verdad?

-Sí.

-¿Y bien? ¿Dónde vamos?

-A tu hotel.

-¿Y tu amiga?

-Que se las apañe. Le dejaré un mensaje.

Rachel sonreía para sí misma y arrancaba el coche mientras ponía dirección al lujoso hotel donde
estaba hospedada, pero tenía un pequeño inconveniente: Brody. El muchacho debería estar en su
habitación de hotel descansando y era una parte que había olvidado por completo.

-Perdone, ¿es posible que hoy tenga la suite libre?-preguntó Rachel al chico de recepción.

-Sí, si lo desea podemos realizarle el cambio de habitación mañana.


-No, me gustaría ocuparla ahora.

-¿Y la otra habitación, señorita Berry?

-La otra habitación también. Mi chico estará descansando allí todavía.

Rachel miró un segundo a Quinn que fruncía su ceño y esperaba una explicación.

-Aquí tiene. La suite de la planta superior, con vistas a la ciudad y terraza con piscina-el chico
entregaba la tarjeta a Rachel y miraba desconcertado hacia Quinn.

-Es una amiga; la que se va a hospedar en la suite-explicó dándole unos cincuenta dólares en
mano. –Espero que no tenga ningún tipo de problema y que no la moleste nadie, ¿de acuerdo?

-Téngalo por seguro-sonrió el chico.

-Vamos, Quinn, te enseñaré cuál es tu habitación.

Las chicas se pusieron camino al ascensor y, una vez allí, Rachel introdujo la tarjeta en el mismo.
La tarjeta sería la llave que accionaba la llegada a la suite del hotel, a la que se entraba nada más
salir del ascensor.

-Rachel, no tenías por qué…

Rachel posó su dedo índice sobre los labios de la rubia y le sonrió.

-Quiero que estés cómoda y puedes quedarte aquí hasta que te apetezca.

-No… no quiero que…

-Shhhh-volvió a repetir el movimiento y posó su dedo sobre los labios de la rubia.

El ascensor llegó a la planta número treinta y tres y abrió sus puertas. Nada más entrar, se
encontraba el recibidor. Un espejo enorme que decoraba la pared de la entrada, junto a un
mueble donde poder dejar los abrigos, bolsos, etc.

-Ven, déjame tu abrigo.

Rachel quitaba el abrigo a Quinn y lo depositaba en la percha del mueble. Después, hacía lo
mismo con el suyo.

-¿Y bien? ¿Qué te parece?

Quinn seguía sin decir absolutamente nada, fruto de los nervios que recorrían su cuerpo. La
morena avanzó por el lugar y señaló hacia la izquierda. Allí una enorme barra con taburetes,
separaba el salón de un inmenso frigorífico.

-Este es el mini bar, completamente equipado.

-Ajá…
Rachel se giró, siguió avanzando y señaló hacia su derecha. Un enorme sofá de siete plazas, en
forma de "L", decoraba la habitación. Justo enfrente, una televisión de plasma de cuarenta y dos
pulgadas y una cristalera que dejaba ver la ciudad tras ella.

-Y esto es el salón. Desde aquí hay unas impresionantes vistas de la ciudad.

Quinn se acercó hacia la cristalera y pudo comprobar que aquello que le decía Rachel era
completamente cierto. La morena anduvo unos pasos más y señalaba un pequeño escritorio
compuesto de una mesa y una silla.

-Y eso de ahí la zona de trabajo-dijo con una sonrisa. –Y por esas escaleras se va a la terraza…-
señaló unas escaleras de caracol cercanas al escritorio. –Ahí está también la piscina. Y lo mejor de
la suite…

La morena abrió unas puertas correderas que daban hacia la habitación. En el interior una gran
cama de matrimonio vestía la amplia habitación decorada con diseños modernos.

-¡Guauuu! ¡Increíble Rachel! ¡Es preciosa!

-Lo sé, por eso es mi hotel favorito.

-¿Ya conocías éste hotel?

-Sí, he venido otras veces por aquí.

-Ahm…

Y el ambiente comenzó a tensarse para ambas. Rachel no sabía cómo actuar, pues ahora le daba
un poco de timidez empezar por donde lo había dejado; al parecer Quinn ya estaba más que
sobria. La rubia, en cambio, estaba muerta de miedo por lo que temía que iba a suceder: su
primera vez.

-Bueno… ¿Qué hacemos? ¿Te apetece tomar una copa?

-Vale.

-¿Una copa de champagne?

-No suelo beber champagne, no me gusta el sabor.

-¿Cerveza entonces?

-Sí, una cerveza me vale.

-¿Coors? ¿Budweiser? ¿Lakes? O tal vez de importación… ¿Heineken? ¿Coronita?

-Una budweiser está bien.

Rachel sacaba de la gran cámara frigorífica dos cervezas de la marca preferida de Quinn y se
acercaba hasta el sofá del salón.

-¿Un poco de música?


Quinn sonrió y la morena percibió aquella sonrisa como un sí. Encendió el televisor y dejó en
segundo plano la música de los videoclips que se veían por el canal Mtv a aquellas horas.

-¿Enviaste el mensaje a tu amiga?

-Sí, y no me ha contestado. Debe de estar pasándoselo muy bien.

Nuevamente un silencio incómodo inundó la estancia y ambas sonrieron mientras pegaban un


trago a su botella de cerveza. Y así por un par de minutos mientras que ojeaban un poco los
videos de la televisión.

-Rachel…Yo… No quiero que creas que estoy aquí solo para… Ya sabes.

-No tienes que darme explicaciones, Quinn.

-Es que no quiero que pienses que quiero aprovecharme de ti o de tu fama.

-¿Por qué piensas eso?

-Por el famoso video que ha dado la vuelta al mundo.

-No sé de qué video me estás hablando…-frunció su ceño.

-Da igual, Rachel. No pasa nada. Olvídalo.

Durante unas horas las chicas siguieron bebiendo y conversando sobre sus vidas, sin dejar de
hacerse arrumacos la una a la otra. Estaban conociéndose un poco más y eso a Rachel le pareció
perfecto, pues tenía la sensación de que Quinn quería alargar aquel momento que ella estaba
esperando; el momento de hacerla suya. Pero no quería ir tan rápido con Quinn, quería dejar que
fuese la chica quien diese el primer paso. Y así fue.

-Bueno… ¿Por dónde lo habíamos dejado?

Una más que caliente Quinn se atrevió a acercarse mucho más a la morena y agarrarla del cuello
para después dejarle un tierno beso en los labios. Acto que le sorprendió, pues Rachel no se lo
esperaba, pero que correspondió dando paso a una guerra por saber quién besaba más a quién.

Pronto la rubia fue la que comenzó a desnudar a Rachel por la camiseta, que se asombró con la
maestría con la que lo hacía, pues pensaba que para la chica iba a ser su primera vez. Y no se
equivocaba. Prosiguió a besar su cuello, olía exquisito, y se embriagó aún más en su aroma,
mientras seguía besándola con afán ahí mismo. La morena, no quedándose atrás, secundó con la
ropa de la rubia, comenzando por la camiseta. No tardo en dejarla caer mientras sus manos se
perdían entre la preciosa espalda de aquella dulce rubia.

Con el sujetador todavía puesto, Rachel besó uno de sus pezones. Lo lamió y luego le quitó el
sostén para que no le estorbara. Enloqueció. Le habían gustado los senos de la rubia y ésta lo
sabía, por eso sonrió triunfante.

Rachel siguió quitándole el pantalón y comenzó a besarle la zona más íntima a la rubia. La chica
se estremeció y gimió. De pronto, fue Quinn quien tomó las riendas de nuevo, sin saber muy bien
por qué, y comenzó a imitar cada uno de los pasos que Rachel había realizado con ella; hasta
quedar completamente desnudas.
Quinn, completamente húmeda, prosiguió con las caricias en el musculoso torso de la morena y lo
besó con facilidad. Llegó hasta su vientre y notó cómo la chica comenzaba a volverse
completamente loca. Siguió más abajo, en su zona más íntima, y comenzó a lamerla sin saber
muy bien cómo hacerlo. Sin embargo, Rachel lo disfrutó. Segundos más tarde, comenzó a
juguetear con la punta de su lengua y su boca tomó el rumbo necesario para hacer enloquecer
aún más a la morena. Se excitó.

Con su dedo índice, probó a introducirlo mientras seguía ahí abajo. Rachel sólo gemía y le pedía
que continuase, hasta que le pidió que acelerase mucho más el ritmo y fue entonces cuando tomó
su cabeza y la empezó a dirigir hacia donde realmente le gustaba.

Tras unos minutos, Rachel logró recomponerse para echarse sobre Quinn y, muy excitada, hacer
lo mismo. Con su lengua húmeda, la comenzó a excitar. La pasaba por su zona más sensible, sin
compasión, provocándole espasmos y una que otra mala palabra. Luego, cuando creyó haber
disfrutado de ella, la posó en una posición más cómoda en el sofá y apoyó uno de sus brazos para
introducir sobre la rubia dos de sus dedos.

Allí se quedó por bastante rato. Disfrutando. Haciéndole sentir la chica más feliz del mundo, hasta
que se fundieron en un tierno beso y cayeron rendidas sobre el sofá de piel blanca.

-¿Qué te parece si seguimos en la cama?-preguntó Rachel entre susurros.

-Creo que me encantaría-sentenció Quinn.

You are mine

Rachel no había podido descansar durante las dos noches que la rubia había compartido cama con
ella. La buena sensación que le causaba tener a Quinn, durmiendo entre sus brazos, podía mucho
más que el quedarse dormida. Se levantó de la cama, anduvo hasta el sofá del salón y cogió el
teléfono para pedir un buen desayuno.

-Por favor, soy Rachel Berry, de la suite con piscina. Me gustaría que me trajesen un desayuno
completo para dos personas; como el de ayer, por favor.

-¿Desea que lo subamos a la habitación?

-Sería muy amable por su parte.

-De acuerdo. En unos minutos se lo haremos llegar, señorita Berry.

Medio sonámbula, se acercó hacia una guitarra, que el día anterior dejó apoyada sobre el
escritorio, y la llevó consigo junto a una libreta que yacía sobre la mesa.

-No puedo creer que un par de noches con Quinn me hayan dado una canción. Es increíble.

La morena tachaba algunos renglones de aquella canción, que estaba componiendo la última vez,
y los reescribió. Al parecer, las noches en vela habían dado un nuevo rumbo a aquella letra que
llevaba atascada, durante más de un mes, en la vida de la cantante.

"You're mine, for life

And I'll be by your side


We are entwined

You're mine, for life

Hold me until we go, oh yes, and you will love

I'm yours, you're mine

I'm yours, you're mine"

Aquel trozo de la nueva letra comenzaba a resonar en la cabeza de Rachel, mientras la


acompañaba con unos acordes a la guitarra. Sin hacer mucho ruido, consiguió darle forma a la
canción y terminar aquello que hacía meses había empezado y que no pudo terminar por falta de
inspiración.

-Rachel, ¿qué haces con la guitarra a estas horas?

Quinn se incorporaba en el sofá, junto a la morena, y sonreía mientras la cantante seguía tocando
los acordes que había escogido para la canción.

-No sabía que componías-se acercó para dejar un suave beso en los labios a la cantante y señalar
el papel que tenía junto a la guitarra.

Rachel, nerviosa, sonrió y dejó de tocar el instrumento.

-Siempre me ha gustado componer, pero nunca he terminado de hacerlo por miedo a saber qué
opinarán de mis letras. No sé, supongo que me he acomodado siendo intérprete y nada más.

-Pues no sonaba nada mal.

-¿Quieres que te la cante? La he terminado gracias a ti.

Quinn, sonrojada, asintió con la cabeza y esperó a que Rachel comenzase a acariciar las cuerdas
de la guitarra para hacerla sonar. Un pequeño punteo para la introducción y arrancó con su voz.

La rubia no pudo despegar ojo de la cantante y supo esperar a que ésta terminase con los últimos
acordes que avecinaban el final de la canción. Esta vez había sido especial, nada que ver con las
improvisadas canciones con las que Rachel la había deleitado el día anterior.

-Es preciosa.

-Como tú-sonrío tímida.

-¿Por qué dices que la has terminado gracias a mí?

-Porque la tenía escrita desde hacía unas semanas, pero no me terminaba de convencer. Anoche
lo vi claro y he cambiado algunos renglones esta mañana, ¿ves? –dejó que la rubia mirase el
papel con los tachones.

-Ajá. Me gusta que hayas podido terminar bien la canción. ¿La incluirás en el nuevo disco?
-Aún no lo sé. Estoy mirando con Santana el poder incluir algo escrito por mí… pero, como te
comenté antes, no me atrevo a hacerlo y que no guste.

-Seguro que si las otras canciones son tan buenas como ésta, nos gustarán.

El sonido de apertura del ascensor las interrumpió y ambas giraron su mirada hacia la entrada de
la habitación. Un botones subía el desayuno en un carrito, que dejó en la parte que correspondía a
la cocina y se marchó por donde había venido.

-Espera, ten esto-Rachel se levantó para dejarle una propina.

-Gracias señorita Berry.

-¿Desayunamos?-se incorporó la morena mientras dejaba nuevamente la guitarra en el mismo


lugar donde se la había encontrado.

-Estaría bien porque estoy hambrienta.

-Lo sé, por eso he pedido lo mismo que ayer.

-¿Lo mismo? ¡Pero fue demasiado, Rachel!

-Tranquila, si no quieres todo… no lo comas. No te voy a obligar. Pero tampoco te voy a dejar con
hambre, ¿no crees?

-A mí me vale con que satisfagas otro tipo de hambre-soltó la rubia mientras se acercaba
nuevamente a Rachel y la agarraba por la cintura.

-Pues para ser la primera mujer con la que has estado, parece que le has cogido el gustillo a eso
de hacer el amor, ¿no crees?-reía y besaba a una sonrojada rubia.

-Desayunemos.

Quinn se acercaba al carrito del desayuno y comenzó a sacar platos para posarlos sobre la mesa.
Rachel tomaba asiento en una de las sillas y esperaba a que la chica pusiera todo sobre la mesa.

-¿Y bien? ¿Qué quieres hacer hoy?

-Lo que tú digas estará bien-contestó Quinn.

-Yo tengo que ir a Lima esta tarde para zanjar un tema personal.

-Voy contigo, entonces.

-Sí, cielo, pero… verás, Brody también tiene que venir.

-¿Por qué?-frunció su ceño.-Ya voy yo contigo.

-Es que el tema personal también va con él.

-¿Qué es lo que pasa, Rachel?


-Nada.

-¿Es por la chica rubia con la que hablabais en el restaurante la otra noche?

-¿Cómo…

-Esa chica no es de fiar-la interrumpió mientras se metía en la boca un trozo de tortita con sirope
de chocolate.

-¿La conoces?

-De vista.

-Es Ashley, la amiga de Lima de la que te hablé alguna vez.

-¿Esa es tu amiga? Entonces no quiero saber quién es tu enemigo…

-En serio, ¿qué sabes de ella?

-Forma parte de un grupito de chicas guay en el instituto. Le dicen las divinas porque son así muy
pijas y tontas.

-¿Conoces a sus amigas?

-Claro. Además, tienen una líder. Una tal Alison. Creo que es la que maneja todo el cotarro.

-¿Alison? Sigue contándome, por favor…

-No, cuéntame tú primero qué problemas personales tienes con esa.

-A ver, Quinn… Esa chica, cómo decírtelo… Esa chica ha sido presidenta de mi club de fans oficial
y… bueno, que ella y yo hemos estado saliendo durante un tiempo. Pero hace mucho tiempo de
eso…

-¿Ashley y tú?-fruncía aún más su ceño sin entender nada.

-Sí, Ashley y yo.

-Si dices que fue hace mucho tiempo de eso… ¿Qué problema hay ahora con ello?

-Está un poco obsesionada conmigo. No sé… creo que no ha pasado página y eso la está llevando
a una extrema locura.

-Esas chicas están para encerrarlas en un psiquiátrico. Ya lo decía yo…

-Bueno, eso no es de mi incumbencia. El caso es que ha fotografiado a Brody con su novio Dyson
y está chantajeándonos con sacar las fotos a la luz.

-¿Y cuál es el problema?

-Pues que se supone que Brody y yo estamos juntos, Quinn.


-Ya, pero… eso se acabará en algún momento, ¿no? No vais a estar fingiendo todo el tiempo…
¡Qué más da que salgan esas fotos a la luz!

-Si rompo el contrato que tengo con Brody quizá no pueda sacar mi nuevo disco, Quinn. Ese es el
verdadero problema, que Brody me avala en el mundo musical y, sin él, aún estoy jodida.

-Yo no creo que eso sea del todo cierto. Tú vendes por como tú cantas, no porque estés con él.

-Hay una cierta parte de la promoción que sin él no se haría. Y, bueno, aunque quiero terminar
con esto… Aún me queda un mes que aguantar, ¿sabes? No puedo romper el contrato cuando me
apetece.

-Bueno, y qué hay con esa tal Ashley… Dale dinero, no sé… ¿Qué busca exactamente?

-A mí.

-¿A ti?-levantó sus cejas sorprendida mientras se atragantaba con el zumo de naranja.

-Sí. Dice que o está conmigo o nadie me tendrá. Y piensa vender nuestra historia en platós,
vamos… que me quiere joder antes de sacar el nuevo álbum.

-Esa tía está completamente loca. ¿Por qué saliste con ella?

-No lo sé, no me preguntes porque verdaderamente no sé qué coño le vi a esa niñata.

-Un poco de respeto que yo tengo su misma edad.

-Pero tú no estás loca…

-Bien, si vas a Lima a resolver tu pequeño "problemilla", yo puedo pasarme por casa y así ver
cómo están por allí las cosas…

-Vale, después voy a recogerte. ¿Te parece?

-Vale.

Un par de horas después de aquella conversación con la adolescente, Rachel ya se encontraba con
Brody golpeando con fuerza la puerta de la casa de Ashley.

-¿Estás segura de que estará en casa?-preguntó el chico nervioso.

-No lo sé, pero habrá que intentarlo.

Segundos más tarde, la madre de la muchacha abría la puerta de la vivienda.

-Buenos días, ¿en qué puedo ayudarles?

-¿Está Ashley en casa?

-No, ha salido a casa de una amiga. ¿Necesitan algo?

-Soy Rachel Berry, la cantante. No sé si usted me habrá reconocido…


-Sí, ya sé que es usted Rachel Berry, pero… ¿qué quiere de mi hija?

-Necesito hablar con ella. Es algo personal.

-Pues no creo que vuelva en todo el día. Está en casa de su amiga Alison e iban a ir de compras
esta tarde… ¿Puedo ayudarles yo?

-Lo siento, no puede. Tenemos que hablar con ella.

-De acuerdo, le diré que han venido.

-Gracias señora, es usted muy amable.

-De nada, le diré a Ashley que la llame-dijo esto último a Rachel.

Brody se percató cómo la señora miraba de arriba hacia abajo a Rachel mientras ésta salía del
porche de la casa.

-Esa mujer me da mal rollo.

-Si solo fuese ella la que da mal rollo… La hija no se queda atrás.

-Bueno, ¿qué hacemos?

-Yo tengo un asunto pendiente con Quinn. ¿Te importa?

-Claro que no, pero a Santana no le va a gustar nada que no estemos dando exclusivas…

-¡Brody!

-Vale, vale… ¿Dónde vas entonces?

-A casa de Quinn.

-¿Por dónde queda?

-No tengo ni idea… Tendré que poner el GPS.

-Ok, entonces llévame a la parada de taxis. Cogeré uno a Columbus, no te preocupes por mí.

-Gracias Brody.

-De nada-soltó sonriente.

Rachel se acercaba a la parada de taxis más cercana para dejar al chico y marcó en el GPS la
dirección que Quinn le había dado para ir a recogerla. Cogió su teléfono móvil y envió un mensaje
de texto que le decía que ya iba a por ella. Mensaje que la rubia no vio hasta el momento en el
que su madre gritó desde la puerta.

-¿Perdone? ¿Está Quinn en casa?

-¡Mi hija no va a ir con usted a ninguna parte!


-¡Mamá!-Quinn bajaba por las escaleras completamente alterada.

-¡Qué hace ésta zorra en mi casa!-gritó Judy enfurecida.

-Por favor, mamá, déjala pasar.

-No, Quinn. Dime qué hace ella en esta casa. ¿Cómo sabe dónde vives? ¿Por qué te conoce? ¿Por
qué ha venido ella a buscarte?

-Mamá, es la amiga de la que te hablé.

-Ella no es tu amiga. ¡Es una famosa!

-¿Qué carajos pasa aquí…?-el señor Fabray acudía a la zona donde se estaban produciendo los
gritos y se quedaba helado al ver a la famosa cantante en la puerta de su casa.-Hija, ¿es ella la
cantante que te gusta?

-Sí, papá. Es Rachel Berry.

-¿Rachel Berry? ¿La misma Rachel Berry de las canciones de mi Quinn? Pase, está usted en su
casa señorita-apartó a su mujer del marcó de la puerta.

-Gracias señor Fabray, un placer conocerle-le tendió la mano para saludarlo.

-Russell… ¡no!-se soltó de los brazos de su marido.

-Por favor Judy, compórtate… Es una invitada de nuestra hija. Pase, pase… Rachel, por favor.

-No, si en realidad venía a recoger a su hija.

La señora Fabray miró a su marido para desaprobar aquella idea tan descabellada, pero Russel le
puso la mano sobre la boca para que no soltase ni media palabra.

-Quinn, no hagas esperar a la señorita Berry. Anda, hija, ve a por tus cosas.

-Gracias papá.

Quinn recogía su bolso y daba un beso a su padre en la mejilla. Miró a su madre con superioridad
y agarró a Rachel del brazo para salir de allí lo antes posible.

-Hasta luego cariño, pásatelo bien.

-¡Gracias!

Y siguió caminando más rápido para impedir que su madre soltase una palabra.

-Qué simpática es tu madre…

-¿Verdad? Te ha recibido con el mejor de sus saludos…

-Pues si ese es su mejor saludo, no quiero saber cómo será el malo. Menos mal que tu padre te
dejó venir.
-Pero voy a tener que volver esta noche a dormir a casa.

-No importa.

-Gracias Rachel.

-¿Por qué?

-Gracias por hacerme tan feliz.

¿Cuándo te marchas?

Rachel y Quinn ya estaban de vuelta en el hotel de Columbus. Como siempre, la morena tenía que
hacer vida de pareja en lugares cerrados y alejados del alcance de la prensa. La tarde la iban a
dedicar a estar completamente relajadas en la piscina y el spa de la suite.

-He estado ojeando estas letras que tienes en la libretita. No sé entenderlas sin música. No sé, es
raro…

-Es normal. A veces el significado de la letra no es todo; es necesario acompañarla de una buena
música para poder hacer sentir al que la escucha.

-Algún día te las cantaré…-sonrió la morena mientras tomaba asiento junto a la tumbona de la
rubia.

-Eso suena a nunca te las cantaré. Ja,ja,ja,ja-rio a carcajada.

-He dicho algún día; no he dicho que ese día fuese pronto-rio también siguiéndole la broma a la
rubia.

-Hace una buena tarde para dar un paseo, ¿no crees?

-Sí, pero no puedo arriesgarme a salir ahí fuera… Ya sabes el trabajo que me cuesta salir aunque
sea por la puerta trasera del hotel.

-No te preocupes, no pasa nada.

-Me gustaría hacer muchas cosas contigo. Enseñarte y que me enseñes, pero de momento es
imposible. Espero que lo entiendas.

-Tranquila, Rachel. Ya te dije que no pasa nada… Estoy bien. Aquí… disfrutando del sol y de la
tumbona… Aunque me apetecería probar un poco el jacuzzi.

-Pues vamos. La zona del Spa es increíble.

Quinn dejó la libreta, que aún llevaba en la mano, sobre la hamaca y se incorporó. Rachel, la
siguió con la mirada y sonrió al ver el traje de baño de la rubia.

-La verdad es que ese bikini te sienta tan bien…

-Será porque es tuyo-sonrió y levantó su ceja derecha con sarcasmo.


-No, te sienta bien porque la que lo porta es la chica más sexy del mundo. Algo así como una
amazona.

-¿Una amazona?-rio fuertemente la rubia.

-Sí, ¿qué pasa?-golpeó la pierna de la adolescente.

-Nada, es la primera vez que me dicen que me parezco a una amazona.

-Bueno…alguna vez tiene que ser la primera.

-¿Vienes o qué?-tendió su mano para levantar a la morena.

Quinn tiró de Rachel y consiguió levantarla. Dio una palmadita en el culo a la cantante y la acercó
hacia ella.

-El que yo no haya traído traje de baño, no es un impedimento. Si no te gusta, pues… puedo
quitármelo.

La rubia se deshizo de la parte de arriba de su bikini y dejó su pecho completamente al desnudo.


Rachel comenzó a tensarse.

-Quizá de esta manera tenga un aspecto más… ¿sexy para ti?

-Tú estás sexy con lo que sea.

Rachel acarició el pecho de la rubia y retiró los mechones de pelo que caían sobre él. Acercó su
cabeza un poco más y dejó un suave beso sobre el cuello de la chica.

-Esto comienza a ponerse interesante-soltó la morena mientras seguía con su juego.

Quinn siguió desnudando la parte baja de su traje de baño y comenzó a caminar lentamente hacia
el jacuzzi. Desde allí, miró fijamente a la cantante mientras levantaba su ceja derecha y mordía su
labio inferior con sensualidad.

-Ven conmigo. El agua está calentita…

Rachel no se lo pensó dos veces y se acercó hacia el jacuzzi rápidamente. Quitó su minúscula
ropa de baño y se introdujo en el mismo.

-¡Uy! La sensación al principio no es muy agradable-comentó la cantante.

-Ven, yo te caliento.

La chica se acercó a la morena y la recogió entre sus brazos.

-¿Mejor?-preguntó la adolescente.

-Estar entre tus brazos siempre es estar mejor-sonrió tímida.

-Y tengo otra idea. Ya que no podemos salir… aprovechemos nuestro tiempo dentro.
-Quinn, tú siempre tan caliente…

-Shh… No hables.

A Quinn le encantaban los pezones de la morena, tan redonditos y puntiagudos. Con la punta de
su lengua los bordeó, dejando la humedad en la zona por donde ésta pasaba. Después, atrapó la
punta entre sus labios, ejerciendo un poco de presión; no mucha, sólo la necesaria para hacer
gemir a Rachel por segunda vez consecutiva.

Mientras los labios de Quinn seguían jugueteando con los pezones de la morena, sus dedos
comenzaron a bordear la zona abdominal. Lo hizo por encima, tocando ligeramente y deslizándose
más abajo hasta terminar acariciando la entrepierna. Luego pasó a sus muslos, nuevamente por
el vientre y otra vez por las piernas.

-Quinn…

-¿Qué?-levantó su cabeza para mirarla a los ojos.

-Nada, nada…

Rachel se había comenzado a poner tensa, pues los dedos de la adolescente habían dejado de
juguetear y, sin cesar, siguieron bajando hasta encontrarse con su humedad. Quinn deslizó los
dedos suavemente y los introdujo en la parte más íntima de la cantante.

La morena levantó el rostro de la chica para comerle la boca; la besaba mientras sus dedos la
complacían. Sus caderas habían comenzado a moverse, buscando arrancarle más intensidad a las
caricias de Quinn. Ambas ardían en deseo; deseo que las llevaba a la máxima excitación.

-Eres tan dulce…

Y Rachel no pudo más. Se había sentido tan tentada, que no pudo aguantar en penetrar con sus
dedos a la rubia adolescente. Ella introdujo dos y comenzó a explorar, a llenarla con movimientos
circulares, rápidos y lentos, separando sus dedos dentro e intentando meterlos hasta donde ya no
pudiera más.

-Me encantas, Rachel.

La rubia gozaba y gemía con más frecuencia. Se contenía porque cuando lo hacía, sabía que
gemía hasta dejar su garganta completamente irritada. Acercó sus labios para besarla y pegó una
pequeña mordida en el labio de la cantante.

-Podría estar así horas y horas.

-Lo sé, ya me lo has demostrado-comentó la morena.

Al cabo de una hora, las dos estaban completamente cansadas y complacidas. Quinn sintió en ella
que aquella compatibilidad no la iba a encontrar en ninguna otra parte, pues Rachel la complacía
tal y como le gustaba.

-¿Recuerdas nuestra primera vez?-preguntó Rachel mientras besaba nuevamente los labios de la
rubia.

-¡Calla! Ni lo menciones, todavía sigo sintiendo vergüenza…


-No lo hiciste tan mal.

Rachel se incorporó y salió del jacuzzi tapándose con una pequeña toalla que reposaba sobre una
silla cercana.

-¿Dónde vas?

-A por el teléfono. Está sonando desde hace un buen rato.

-¿Enserio?-levanto ambas cejas completamente incrédula.

-Quinn, puede ser importante… Recuerda quién soy.

-Ok, adelante.

La morena llegó hasta el lugar donde se encontraba el teléfono móvil y éste dejó de sonar. Miró
las llamadas pérdidas y corroboró que todas eran de su manager. Por lo visto, Santana tenía
cosas que contarle.

-¿Quién es?

-Tranquila, tan sólo es Santana. La llamaré más tarde.

-Ok, como quieras.

Quinn salió del jacuzzi y también tapó su cuerpo con una pequeña toalla.

-¿Y bien?

-¿Qué?

-¿Qué hacemos ahora?-cuestionaba la rubia.

-¿Te apetecería salir a cenar por ahí?-comentó Rachel desde la cristalera más cercana a la puerta
de entrada del hotel.

-¿Es esto una cita…?

-Llámalo como quieras.

-¿Podemos salir de aquí?

-Creo que la cosa se ha relajado. Me encantaría compartir la cena contigo, ya que luego vas a
tener que marcharte a dormir a casa…

-¿Tú cuándo te marchas?-la adolescente cuestionó sobre lo que hacía tantos días temía.

-Posiblemente mañana esté de vuelta a Los Ángeles.

-¿Posiblemente?
-Supongo que Santana me llama para adelantar mi vuelta. Ya no hay nada que hacer con Ashley y
se supone que nada más me retiene aquí.

-¡Bfff! No quiero que te marches ya.

-Tengo que seguir con la promoción y la gira.

-¿Nos veremos?

-Más de lo que te imaginas. Ven, déjame tu teléfono.

Quinn obedeció a la cantante y le tendió su dispositivo móvil.

-Aquí tienes mi número de teléfono, mi dirección, mi e-mail, mi cuenta de Skype… Y ya no se me


ocurre qué más darte.

-¿Haremos Skype?

-Cada día. Te lo prometo.

La chica sonrió y se acercó nuevamente a la morena para dejar un dulce beso en los labios.

-Ve a prepararte que salimos en un rato a cenar-ésta vez fue Rachel quien le dio una palmadita
en el culo a Quinn.

Tan sólo una hora más tarde, las chicas estaban completamente arregladas para salir a cenar
fuera.

-¿Qué te apetece? ¿Chino? ¿Tailandés? ¿Turco? ¿Italiano? ¿Español?

-No me gusta elegir. Mejor escoge tú.

-Dime qué te gusta… ¿Cuál es tu plato preferido?

-Me encanta la pasta, pero entiendo que tú no quieras ir a un italiano…

-Un italiano está bien.

Ambas salían por la puerta trasera del hotel, accediendo directamente al parking, y se montaban
en el coche que Rachel había alquilado al comenzar su estancia en Columbus. Poco tiempo más
tarde, habían llegado hasta el italiano en el que días antes habían discutido.

-¿Te parece bien que volvamos a este lugar?

-Me encanta. Es mi sitio preferido.

-¿Ah, sí?

-Lo apuntaré-sonrió e hizo un gesto como de apuntarlo en una libretita.

-¿Qué tomamos?
-No sé, ¿qué me recomiendas?

-Uff… todo está muy rico. Si te parece, podemos hacer lo que iba a probar con mi amiga Kitty el
otro día.

-¿Cómo es eso?

-Pediré pasta "al dente" con diferentes salsas para probar todas. ¿Te parece?

-¿Hay algo vegetal? No sé, algún tipo de pizza o algo…

-Creo que hay una salsa de champiñón y espinacas muy rica.

-Ok, entonces me parece bien. Pidamos eso que me dices.

-¿Saben ya qué van a tomar?-preguntó el camarero a Quinn.

-Si, por favor, dígale a Emmanuelle que prepare un poco de pasta "al dente" con varias salsas. Tal
y como preparó para la hija de los Fabray el otro día.

-Sí, lo recuerdo. Le daré el encargo al chef. ¿Para beber qué desean?

-Para mí, el vino de la casa, por favor-sonrió Rachel al camarero.

-¿Y usted, señorita Fabray?

-Para mí agua. Aunque tráigale a ella la botella de vino, ¿vale?

-Por supuesto, como mande.

-Gracias, muy amable.

El camarero se volvió a ir por donde había venido con la comanda y dejó a las chicas
completamente a solas. Esta vez habían escogido una mesa que estaba alojada al fondo del local,
en un rincón privado que impedía la visión al resto de personas que se encontraban allí cenando.

-Gracias por llevarme a cenar fuera. No sabes lo importante que es todo esto para mí.

-De nada. Siempre es un placer, aunque no lo pueda hacer tanto como desearía.

-¿Y bien? ¿Qué te ha parecido Lima?

-Bueno, ya lo conocía de antes… Y me encanta porque tú estás ahí.

-¿Y la estancia? ¿Qué tal?

-La verdad es que al principio me hiciste pasar por un mal trago, pero ahora que estamos juntas,
conociéndonos, estoy súper a gusto. ¿Y tú? ¿Es cómo te lo esperabas?

-Si te digo la verdad, no esperaba que todo fuese a ser tan maravilloso. A ver, no me
malinterpretes, tú eres fantástica… pero sé que tu mundo es completamente diferente al mío.
-Mi mundo es demasiado difícil de llevar al principio. Después, es pan comido.

-Eso espero…-sonrió tímida y nerviosa. -¿Llamaste al final a Santana?

-No.

-¿Y no crees que deberías hacerlo?

-¿Por qué? Seguro que puede esperar... Si no, habría insistido más.

-¿Y si no puede esperar qué?

-Está bien, la llamaré. Dame un minuto.

La morena cogía el teléfono móvil y buscaba en su historial de llamadas el número perteneciente


a Santana. Lo marcó y espero los tonos necesarios para que la manager contestase.

-¡Rachel! ¡Gracias a Dios! ¿Dónde coño te has metido en todo el día?

-He estado ocupada, lo siento.

-¿Tan ocupada como para no cogerme el teléfono? Nunca me has hecho esto… No me lo creo.

-Pues créetelo, Ashley me está dando mucho trabajo-dijo esto mientras fijaba su mirada en Quinn
y le guiñaba un ojo.

-Tienes que dejarte las tonterías y volver a Los Ángeles.

-¿Algún problema?

-Tengo que hablar seriamente contigo de un tema.

-¿Puedes adelantarme algo?

-No, prefiero que lo hablemos cara a cara y en privado.

-Ok, entonces hablamos en otro momento.

-Cuéntame qué tal, ¿no? ¿Cómo va la promo por allí?

-De verdad que en este momento no puedo hablar, Santana. ¿Puedo llamarte después?

-¿Qué es lo que te tiene tan ocupada?

-Nada, sólo estoy cenando y te llamé simplemente para salir de dudas, por si era algo importante.

-Ah, vale… gracias por la parte que me toca… Así que la señorita está de cena romanticona y yo
sobro. Ok, captado Rachel. Espero que os fotografíen mucho y dale un beso a Brody de mi parte.

-No te preocupes, yo se lo daré. Hasta luego.

-Adiós enana.
Rachel colgó la llamada y volvió a depositar su teléfono en el bolsillo de su pantalón.

-¿Y bien? ¿Por dónde íbamos?

-¿Qué quiere Santana?

-Hablar de algo importante conmigo, pero quiere que sea cara a cara.

-¿Cara a cara? Entonces quiere que vuelvas ya…

-Eso creo.

-Bueno, eso es algo que sabíamos que pasaría tarde o temprano.

-Sí.

-Aquí tienen el vino y el agua, señoritas-el camarero las interrumpía y dejaba sobre la mesa las
dos botellas que las chicas habían pedido.

-Muchas gracias-agradeció Quinn

-Muy amable, gracias-espetó la cantante.

Despedida

Quinn se levantaba, un día más, en aquella cama de suite de hotel donde habría terminado su
especial despedida la noche anterior. Una nueva noche de locura y pasión. Una noche más junto a
su preciada Rachel Berry. Por supuesto, había desestimado por completo la idea de volver a casa
y al final compartió con la morena el poco tiempo que quedaba hasta la marcha de ésta.

Al principio, frunció su ceño al no sentir a nadie junto a ella en la cama. Estiró el brazo y
corroboró lo que ya había sentido con antelación. Rachel la había dejado completamente sola.

-¡Mierda! ¡Rachel!-gritó buscando desesperadamente a la cantante.

Siguió su marcha hacia el salón y justo allí, sobre la mesita del escritorio, yacía una pequeña nota
en la que destacaba su nombre.

"Quinn, he tenido que salir con Brody. Por favor, no te marches hasta mi vuelta. Me gustaría
despedirme de ti. Un beso. Rachel."

Un suspiro. Eso es lo que se escuchó nada más terminar de leer aquella nota. Quinn ya se había
imaginado, con cara de póker incluida, que Rachel se habría marchado sin decirle tan siquiera
adiós.

-Bien, ¿qué hago yo mientras?

Pensativa, sin saber muy bien qué hacer, cogió su teléfono móvil y marcó el número de teléfono
que la morena le había guardado en su guía telefónica.

-¿Rachel?
-¿Quinn?

-Sí, soy yo… ¿Qué… qué tal?

-Bien, bien… ¿Te has levantado ya?

-Claro, vaya preguntas tienes. Acabo de ver tu nota.

-Ah… ¡Es verdad! Estamos llegando al hotel. Ve pidiéndote el desayuno mientras.

-¿Tú has desayunado?

-Sí, lo hice a primera hora con Brody.

-Ah, vale… Entonces no te espero.

-No. No te preocupes, llegamos enseguida.

-Está bien, aquí estaré esperando.

-Gracias cielo. Un besito.

-Un beso.

-Hasta ahora, Quinn.

-Ciao.

La rubia, aun medio dormida, colgó la llamada de su teléfono móvil y se acercó hasta el teléfono
del hotel. Desde allí, pediría el desayuno a recepción.

-Buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?

-Buenos días. Soy Quinn, la… la amiga de Rachel Berry. Me gustaría que me pudiesen subir algo
para desayunar.

-Está usted hospedada en la suite, ¿verdad?

-Ehmm…Sí…sí.

-¿Cómo desea que le subamos el desayuno?

-No sé, un desayuno. Normal, supongo.

-¿Tal vez un desayuno continental?

-Pues ese mismo. Mientras tenga zumo de naranja y tortitas con chocolate me va bien.

-De acuerdo, señorita. No se preocupe, en cuanto lo tengamos preparado, se lo haremos llegar a


la suite.

-Gracias.
-A usted.

La adolescente comenzó a vestirse mientras esperaba la llegada de aquel ansiado desayuno. Una
vez lista, y tras esperar unos diez minutos, escuchó desde el sofá el sonido del ascensor. Si no se
equivocaba, el desayuno ya estaba listo.

-Buenos días, señorita. Aquí le traigo el desayuno.

-Muchas gracias.

-Que tenga buen provecho.

-Gracias-agradeció sonrojada.

Cuando el botones se disponía a marcharse, Quinn salió en busca de su bolso para darle una
propina al muchacho, tal y como había visto hacer a Rachel durante su estancia en aquel hotel.

-¡Espere!

-¿Necesita algo más?-se giró para escuchar a la rubia.

-No, es solo que… Un segundo.

-Señorita, no se preocupe. La señorita Berry ya dejó saldada la propina.

-¿Cómo?-preguntó con un ceño fruncido por la incomprensión.

-Que la señorita Berry ya me dejó su propina antes de marchase. Me dio la orden de que no le
faltase nada y que la cuidase-sonrió y terminó el poco recorrido que le quedaba hasta el
ascensor. –Lo dicho, buen provecho.

-Gra… Gracias.

Quinn, nuevamente sonrojada, volvió a colocar el bolso donde lo había encontrado y se acercó
hasta el carrito del desayuno. Esta vez se iba a tomar la molestia de llevarlo hasta el salón y
dejarlo junto al sofá. Desayunar viendo las noticias era mejor que hacerlo completamente sola y
en silencio.

Buscó entre la programación y, ante su total disgusto, no tardó en volver a sintonizar el canal que
emitía el programa de prensa rosa más famoso del momento.

-Bien, al menos aquí habrá algo interesante de lo que enterarse…

Mientras vertía el chocolate sobre las tortitas, una noticia de poco interés la hizo concentrarse aún
más en su desayuno. Bebió un poquito de zumo, cortó un trozo de tortita y justo cuando
comenzaba a masticar… ¡zas! El tema del momento le provocó un ahogamiento: Rachel Berry, la
cantante del momento, se había visto por la ciudad de Columbus junto a su novio, el también
cantante famoso Brody Weston.

Pero eso no fue todo, en aquel debate, que comenzaba de buena mañana, una chica parecía tener
una información que a Quinn le parecía ser bastante familiar. Al parecer, alguien habría
fotografiado a la cantante en cuestión saliendo de un local de ambiente agarrada de una chica
rubia.

Quinn no daba crédito a lo que estaba oyendo en aquellas declaraciones. ¿Verdaderamente habría
alguna foto de ellas dos saliendo de aquél local? ¿Enserio? ¿Tendrían pruebas? ¿Las desvelarían
en directo? Estaba claro que sus buenos momentos con Rachel Berry habrían acabado si eso era
cierto. Siguió comiendo y escuchó nuevamente el sonido del ascensor que le advertía de la llegada
de alguien.

-¡Mierda! ¡Rachel no puede ver esto!

Rápidamente, cogió el mando y presionó un botón al azar. Cualquier canal sería mejor que aquella
historia que esa periodista estaba comentando en el programa. No podía permitir que su
despedida con Rachel se viese perjudicada por aquello que se rumoreaba en televisión.

-Hola bonita, ¿cómo has descansado hoy?-Rachel se acercaba y posaba sus labios sobre los de la
jovencita.

-Hola. Bien…-contestó tímidamente al ver que la cantante venía acompañada.

-Por cierto, éste es Brody.

-Ya…ya lo sé…

El chico se acercó hacia el sofá y saludó a la muchacha con dos besos en la mejilla.

-Encantado de conocerte. Rachel me ha hablado mucho de ti.

-Igualmente. Espero que te haya contado cosas buenas…

-En realidad sí. Me alegra que haya encontrado a una persona tan dulce como tú.

-Brody, por favor…

-Es verdad, o al menos eso es lo que me cuenta sobre ti-guiñó un ojo a la rubia y tomó asiento
junto a ella.

-Puedes servirte, si quieres. El camarero se ha pasado con el desayuno…

-Me alegra de que al menos hayan cumplido con el cometido-espetó la morena.-Se suponía que te
tenían que tratar como una reina hasta mi vuelta.

Quinn no dijo nada, sonrió y se sonrojó un poco. Agachó nuevamente su mirada y siguió con su
desayuno. Brody miró desconcertado a Rachel y sintiendo la incomodidad de la situación, decidió
ser el que rompiese el silencio.

-Bueno, yo será mejor que me marche… Tengo que terminar de hacer el equipaje-se levantó del
sofá mientras que golpeaba suavemente sus manos contra las piernas.

-No tardes, por favor, no nos queda mucho tiempo.

-Tranquila, te veré abajo. Un placer Quinn.


-Lo… lo mismo digo, Brody.

Y sin más el chico desapareció de su vista. Bien, había pensado Quinn, pero todavía le quedaba
lidiar con el momento más duro del día: la despedida de Rachel.

-¿Vas a acompañarnos hasta el aeropuerto?

-Si es lo que quieres…

-Claro que quiero.

Treinta minutos más tarde, Rachel y Quinn se encontraban encerradas en el coche que la cantante
había alquilado para su estancia en Columbus. Brody ya había puesto camino hacia la terminal,
donde esperaría a su acompañante pacientemente. El muchacho había prometido a Rachel que la
esperaría allí mientras ella se despedía de la rubia.

-Bueno…parece que esto se acaba.

-Eso parece…

-Gracias por estos días. Han sido los mejores días de vacaciones que he tenido en mucho tiempo.

-Gracias a ti por haberme dejado hospedarme en tu hotel y haber corrido con todos los gastos. No
tenías por qué…

-Quinn, no te preocupes. Necesitaba tenerte cerca y esa era la mejor de las ideas.

-Lo sé. Y bien… ¿Ahora qué?

-Ahora… pues a esperar, ¿no? Termina tus clases, saca buenas notas y eso… Estoy segura de que
pronto nos volveremos a ver. Me escaparé si es necesario.

-No hace falta que te escapes, Rachel. Tienes un trabajo que atender-rio nerviosa.

-Lo sé, lo sé… Es sólo que voy a tener las ganas de verte a todas horas y no sé si voy a poder
soportarlo.

-Pues imagínate yo-espetó completamente emocionada.

-¿Vendrás a verme a algún concierto? Puedo pagarte los gastos si es necesario…

-Sí, y hablaremos por Skype tal y como me prometiste, ¿verdad?

-Verdad.

Rachel desviaba su mirada hacia el exterior e intentaba centrarse en lo que ocurría tras esa
ventanilla del coche. No quería seguir mirando a los ojos de Quinn. No quería ser la débil y romper
a llorar. No podía; por Quinn, por ella.

-¿Cuánto tiempo queda para todo eso? ¿Dos meses? Espero que se pasen pronto…

-Ya verás cómo pasan súper rápido, créeme.


-No se… ¿Qué voy a hacer yo ahora sin ti, Rachel? Dime, ¿cómo voy a calmar mi ansiedad por
verte?-la rubia comenzó a soltar las primeras lágrimas.-No creo que pueda ser capaz de aguantar
sin verte tanto tiempo… Me he acostumbrado a tenerte aquí, conmigo.

-Quinn, tienes que ser fuerte, ¿vale?-acarició la mejilla de la joven y le sonreía completamente
emocionada.

-Soy fuerte, soy más fuerte de lo que crees. Pero esto… esto me supera. ¡No voy a verte!

-Tan sólo serán dos meses, preciosa… Recuerda que podremos vernos a través de Skype y
prometo llamarte siempre que pueda. Lo juro.

Quinn clavó su mirada en Rachel y ésta no pudo contenerse por más tiempo, pues las lágrimas ya
amenazaban con salir.

-Quinn, sé fuerte.

No paraba de repetirlo una y otra vez para concienciarse ella misma también. Tenía que dar
ejemplo y tenía que ser la más fuerte de las dos, pues era la que en realidad se iba a marchar y la
iba a dejar completamente sola.

¿Quién sufriría más? ¿La que se marcha? ¿La que se queda? Ambas. El dolor y la desesperación
estaban patentes en ambas y sus gestos lo decían a gritos.

-Lo siento, pero no puedo esperar más tiempo. Mi vuelo sale dentro de poco.

-Gracias por todo-dijo entre sollozos.

-Gracias a ti por darme vida.

Y fue Rachel quien tomó la iniciativa de acercarse y dejar un dulce, pero intenso, beso en los
labios de Quinn. Sonrió, se colocó su gorra, sus gafas de sol y procedió a salir del coche.

-Hasta pronto-dijo mientras acariciaba la mano de la rubia y comenzaba a abandonar el coche.

-Hasta luego-contestó sin mucha gana.

Una vez fuera, desde la ventanilla, Rachel echó un último vistazo a la chica y nuevamente le
sonrió. Le regaló una sonrisa de tranquilidad, de sosiego, de paz… Una sonrisa que se quedaría
clavada en la mente de la adolescente. Una sonrisa que desató la locura de la rubia y que, sin
pensarlo, abandonó rápidamente el coche para correr hacia los brazos de su amada.

-Rachel, no te vayas-dijo llorando desconsoladamente.

Una vez más, Quinn había roto con las reglas. Una vez más la rubia se encontraba abrazada a
Rachel y regalaba el último beso en los labios; el último beso del que disfrutaría en mucho tiempo.
Y todo se paralizó para ambas.

-Quinn, tengo que marcharme-posó sus labios sobre la cabeza de la chica y le dejó un suave
beso.

-Lo sé.
Y sin más, Quinn tuvo que retroceder y ver cómo el amor de su vida se marchaba de la mano de
otra persona.

Segundos más tarde, el teléfono de la rubia la alarmó de un mensaje.

Rachel: ¿Te he dicho que te quiero?

Quinn: No, todavía no.

Rachel: Pues TE QUIERO.

Quinn: Yo mucho más.

Y desde un rincón de la terminal, una molesta Ashley se acercaba a los chicos para despedirse.

-Rachel, por favor… Una foto al menos.

-¿Ashley?-se giró al reconocer la voz de la muchacha. -¿Qué haces aquí? ¿Cómo…

-¿Que cómo me he enterado? Muy sencillo: siguiéndote.

-¿Me has estado siguiendo? ¡Estás loca!

-Sí, estoy loca por ti.

-No empieces otra vez Ash-esta vez fue Brody quien habló.

-Solo estoy pidiendo una foto. ¡Una mísera foto!

-Ya tienes muchas conmigo.

-¡Rachel!

Brody miró a la cantante y accedió a coger el teléfono móvil de la muchacha para ser el
improvisado fotógrafo que inmortalizaría aquél momento.

-Pero sólo una foto…

-Solo una foto, te lo prometo.

Llamadas

Quinn regresó a su casa después de haber disfrutado unos días maravillosos con su estrella
particular. Desde entonces, habían pasado tres días en los que Rachel ni siquiera le había llamado
para decirle que estaba bien. Nervios. Muchos nervios se instalaron en el cuerpo de la preciosa
adolescente cuando ojeó, en ese momento, su teléfono móvil y vio su nombre.

-¿Rachel? ¡Por Dios! ¡Menos mal! Llevo días esperando para saber si habías llegado bien a Los
Ángeles.

-Lo siento, Quinn. He tenido unos días bastante agitados por aquí e incluso se me estropeó el
teléfono. Fue un poco caos, la verdad.
-¿Todo bien?

-Sí, si… claro. ¿Y tú? ¿Cómo ha ido la vuelta a casa?

-Dirás la vuelta a la realidad… Ahora mismo estoy en el instituto. ¡Un asco!

-¡Oh, es verdad! ¡Qué estúpida soy! No debí haberte llamado a esta hora.

-Tranquila, me estoy tomando un descanso.

-Vale, en cuanto te moleste me dices.

-No te preocupes, Rachel. ¿Qué tal todo por allí? ¿Te dijo algo Santana?

-¿Qué si me dijo algo? Mejor pregúntame si no me dijo nada…-soltó irónica.

-¿Tan mal ha ido?

-Bueno…lo primero es que salió un video tuyo, gritando a las puertas del hotel, que no ha gustado
mucho.

-¡Oh, Dios! Lo siento, Rachel…

-Y para seguir…-interrumpió a la adolescente. -Pues alguien me fotografió contigo estos días.


Puedes imaginarte la bronca me he llevado de Santana por dejarme ver contigo.

-Lo siento, Rachel. De verás…

-No para nada, Quinn-la volvió a interrumpir. -Sabía a lo que me exponía y soy lo suficientemente
mayor para saber qué es lo que quiero o no quiero hacer.

-Ya, pero no tienes culpa de haberte visto involucrada en el follón que causé por mi video… Lo
siento, no sé qué decir…

-¿Qué follón? ¿Qué ha pasado con ese video?

-¿Cómo? ¿No sabes nada?

-Ehm… hasta donde sé, Santana debió interceptarlo antes de salir a la luz. ¿No?

-No, Rachel. Voy a ser sincera contigo… Ese video está circulando por la red desde el mismo día
en el que lo emitieron. Y ha habido muchas críticas, desde luego.

-¿Qué? ¿Tú lo sabías? ¿Por qué no me dijiste nada antes? ¡Ay, Dios! Al final Santana va a tener
razón…

-¿Qué pasa ahora? Pensé que lo sabías.

-No, sabía de la existencia de ese video. Lo que no sabía era que ya se ha estado hablando de
mí… y de ti… Y encima… pues nos dejamos ver juntas. ¡Genial! Ahora entiendo todo.

-Pues yo no entiendo nada…


-Quinn, Santana al final ha dejado de insistir. No quiere saber nada de mi vida privada, me dijo
que me las arreglase sola. ¡Sola! Y ahora lo entiendo… Gracias por nada.

-¿Rachel? ¿RACHEL?

Y lo siguiente que escuchó Quinn fue el pitido incesante que le indicaba que aquella conversación,
entre las dos, había terminado.

-¡Mierda! ¡Eres una bocas Quinn!-exclamó para sí misma en voz alta.

-¿Algún problema rubia?

Y Quinn se asustó. No pudo ni siquiera tragar saliva al escuchar aquella voz que tanto reconocía.
Sí, Ashley, la chica que había estado chantajeando a Rachel estaba allí, junto a ella y
preguntándole si tenía algún problema. Eso solo podía significar una cosa: algo malo iba a pasar.

-¿Perdona? ¿Te conozco?-se giró Quinn para contestarle frunciendo el ceño.

-Creo que no nos han presentado. Soy Ashley. Voy a tu clase de literatura.

-Lo sé… ¿Qué necesitas de mí?

-Perdona que me entrometa en tus asuntos, pero… ¿hablabas con Rachel Berry?-sonrió
dulcemente.

-Eso a ti no te importa.

-Sí que me importa. Verás… Tengo justo aquí un video que puede interesarte…

Ashley sacaba de su bolso un teléfono móvil y buscaba entre los videos para escoger el que iba a
enseñarle a Quinn. Primer problema: aquella idiota tenía un video de Quinn y Rachel
despidiéndose en el aparcamiento del aeropuerto.

-¿Cómo has conseguido este video?-preguntó tras visualizarlo.

-Eso a ti no te importa-contestó siguiendo el juego de Quinn.

-¿Y bien? ¿Qué quieres decirme a mí con esto?

-Que le digas a Rachel que, por favor, me llame. Cuanto antes. Si no, estos videos verán la luz
muy pronto.

-¿Has dicho videos? ¿Hay más?

-¿Me crees estúpida? ¡Claro que hay más! Os he estado siguiendo durante todos estos días.

-Serás…-Quinn levantó su mano para agredir a la chica pero ésta la paró.

-Shhh… Para fiera. ¿Quieres que nos vean haciendo una escenita en el instituto? No nos interesa a
ninguna, piénsalo. Puedo incluso denunciarte por agresión…
Al final, Quinn, tuvo que ceder en aquel gesto y bajó su mano hasta calmarse nuevamente. Miró a
la muchacha a los ojos y tomó aire para seguir hablando.

-De acuerdo, ¿qué quieres?

-Ya te lo he dicho… Dile a Rachel que me llame. Sé que tienes contacto con ella.

-No sé si eso va a ser posible.

-¿Por qué?

-Me ha colgado, no sé si estará molesta.

-¿Molesta? ¿Rachel? ¡Menuda novedad! Se pasa los días enfadada. Ya te darás cuenta.

-Veo que la conoces muy bien.

-Claro, te recuerdo que soy la presidenta de su club de fans. ¿Quién la va a conocer mejor?

-¿Y por qué no la llamas tú? Si tan presidenta eres…

-Es mejor que lo hagas tú. Así lo tomará con mucho más interés-sonrió.

La muchacha sonrió y Quinn perdió los papeles nuevamente.

-¿Crees que vas a jugar conmigo?-la señaló con el dedo índice.

-¿Yo? ¡Dios me libre!

-Mira tía, pasa de mí, ¿ok? Yo no tengo culpa de que no hayas podido retener a Rachel en tu vida.
No tengo culpa de que ella te ignore. Y tampoco tengo la culpa de que ahora me prefiera a mí.
Acéptalo, ya no estás en su vida.

Y sin más, Quinn se marchó de allí dejando a la muchacha un poco sorprendida.

-¡Espera idiota! ¿Quién te has creído que soy, niñata? Te vas a enterar…-la amenazó.

-No te tengo miedo. A ver si te enteras de una vez…

-Os vais a enterar. Rachel y tú os vais a enterar de quién soy yo.

Y sin más palabras la muchacha salió corriendo y dejó a Quinn en paz. La rubia, muy pensativa,
no paró de darle vueltas al asunto hasta que se decidió llamar a Rachel para hablar con ella
nuevamente.

Los pitidos rápidos e incesantes, tras los más largos, avisaban a la muchacha de lo que ya temía
con anterioridad. Rachel le estaba colgando el teléfono, pero esperaría por si le devolvía la
llamada un poco más tarde. Las estrellas siempre están ocupadas y hasta arriba de trabajo, todo
podía ser.

-Estupendo, no me queda otra que esperar.


Las horas pasaban y la llamada esperada nunca llegaba. Quinn ya se había cansado de esperar y
cogió su teléfono para escribir un mensaje a su amiga y quedar. Mientras tanto, salía de casa y se
acercaba a la famosa cafetería que solía frecuentar con su amiga.

Una vez allí, sentada en la mesa de siempre, pidió un café y siguió esperando a que su amiga
llegase. Tomó el periódico que tenía sobre la mesa y lo ojeó por encima.

-Quinn.

-Por fin estás aquí.

-¿Qué tal amiga? ¿Ocurre algo? ¿Por qué me has llamado con tanta urgencia?

-Tengo un problema, Kitty. Quien tú ya sabes no me coge el teléfono.

-Bueno, puede que no tenga tiempo o qué se yo… Igual no la pillas en buen momento.

-Aún hay más. Me llamó ella esta mañana y se ha enterado de los videos que circulan por la red y
bueno… me colgó.

-¿Te colgó? ¡Pues claro! Debe de estar furiosa.

-Lo sé… pero luego ha llegado Ashley y…

-¿Ahsley?-la interrumpió alterada. -¿Has dicho Ashley? ¿La Ashley de los problemas? ¿La rubia de
ojos claros y marimandona del instituto?

-La misma.

-¿Qué quiere esa de ti?

-Imagínate. Me ha amenazado con otros videos nuevos y fotos que tiene en su poder.

-¿Y?

-Pues que me ha dicho que tengo que avisar a Rachel para que la llame o las fotos y videos verán
la luz muy pronto.

-¿Y a ti qué? Pasa, Quinn… No te metas en líos con esas chicas.

-Lo sé, lo sé… pero Rachel me va a matar si todo sale a la luz. Sólo tienen que pasar dos meses,
dos putos meses sólo… Y ya dejará de importar todo lo demás.

-¿Dos meses?

-Sí, es cuando cumple su contrato con Brody. Después de esos dos meses, será libre.

-Eso es una buena noticia, ¿no?

-Claro, por eso no quiero joderla ahora. Pero no me coge el teléfono; creo que está enfadada
conmigo por no haberle contado antes lo del otro video.
-Pero si no te coge el teléfono tampoco puedes contarle nada…

-Ahí es donde entras tú.

-¿Yo? ¿Qué tengo que ver yo en tu historia de amor?

-Por favor, Kitty, llama a Ryder y dile que le pase la información. Sólo te pido este favor.

-A Ryder…claro. ¿Estás loca?

-Por favor, prometo recompensarte de alguna forma.

-No sé, Quinn, no quiero meterlo en problemas.

-Por favor…

Y la mirada que, en ese instante, Quinn regaló a su amiga, bastó para que ésta accediese a la
petición. Los ojos medio llorosos de la rubia adolescente, atacaron directamente al frío y
calculador corazón de Kitty.

-Ok, pero sólo le doy la información y ya está. No más preguntas, no más miedos, no más
historias. No pienso meter a Ryder nunca más en esto.

-Gracias. ¡Te quiero Kit!-se incorporó rápidamente y besó a su amiga en los labios.

-¡Quinn, por favor…! ¡Estamos en público! No puedes degradar mi reputación de esta forma.

-Lo siento-sonrió triunfante.

-Serás…

-Cuando sepas algo me lo dices, ¿vale?

-No te preocupes, serás la primera en enterarte.

-¿Y bien?

-¿Y bien qué?

-Cuéntame algo…

-¿Yo? Si la que tiene miles de cosas que contar eres tú, zorrilla, que ni siquiera has sacado un
minuto de tu tiempo para informarme de tu escapada romántica. ¿Cómo has pasado estos días?

-Geniales, Kitty. Ni te lo imaginas.

-¿Te ha llevado a la cama? Cuenta, cuenta.

-¡Kit! ¡No seas cotilla!-exclamó sonrojada. -No te voy a contar nada de mi vida sexual. Es mía e
íntima.
-Eso es que has tenido más de una noche de sexo. Tu cara me lo dice todo… Te noto bastante
cambiada.

-Kitty, por favor…

-Va, Quinn, cuéntamelo. No seas imbécil, anda…

-Está bien. La primera vez fue… cómo te diría… un poco desastre. No sabía muy bien qué hacer y
sólo tenía en mente las miles de series y películas lésbicas que he visto a lo largo de mi vida…

-¿Cómo?-rio.

-¡No te rías idiota!-golpeó el brazo de su amiga. -¡Es verdad! No sé, pensaba en todos los
movimientos y más o menos… ¡Yo qué sé! ¡Me lo inventé! Hice lo que pude, pero creo que fue
bastante bueno.

-¿En serio?

-A Rachel le gustó. Y no sólo la primera vez, sino que también le gustó la segunda… y la tercera…
y la cuarta… y…

-¡Basta! No quiero saber más. Desde que has descubierto el sexo, te has convertido en una
ninfómana nata-rio de nuevo.

-Ya no te cuento nada más…

-No te enfades… Va, boba… Si sabes que lo digo en broma-se incorporó para abrazar a su
amiga. –Perdóname, no volveré a hablar sobre el tema.

-Más te vale.

-Al menos, ya no soy la única zorra de esta mesa-volvió a sonreír.

-Kitty…

-Vale, vale… ¿Qué más hicisteis? Aparte de eso… ya sabes.

-Salimos a cenar por ahí, no sé… Cosas.

-Por cierto, ya te vale de haberme dejado tirada en el bar con Dani. Me dio su teléfono para que la
llamases.

-¿Para qué?

-Quinn, no supe dónde coño te habías metido hasta que oí los rumores en el bar de que Rachel
Berry estaba ahí. Entonces até cabos y, bueno, luego me llegó tu mensaje.

-Lo siento, era mi oportunidad.

-Lo sé, por eso no estoy enfadada. Lo que sí me gustaría es que llamases a Dani para decirle que
estás bien. Se quedó un poco preocupada porque tuve que decirle que te habías vuelto a casa
indispuesta… y, claro, se sintió culpable por todas las copas que te había hecho tomar.
-Bfff… Bueno…

-Quinn, la chica se quedó pillada de ti. Le encantaste.

-¿Y qué culpa tengo yo de eso?

-¿Que le metiste la lengua hasta el galillo? ¿Por ejemplo? No sé yo… Igual estabas tan borracha
que ni te acuerdas.

-Sí que me acuerdo. Recuerdo perfectamente que me dejaste tirada con aquella chica en medio
de la pista de baile.

-Te vigilaba en todo momento. No estaba perdida.

-Ya… eso es lo que dices.

-¿Acaso no lo recuerdas? Quinn… no deberías remover nada más de aquella noche. Ibas
demasiado pasada.

-De acuerdo, no hablaré nunca más sobre esa noche.

-No te enfades, anda… Y llama a Dani.

-No pienso llamarla.

-Toma, éste es su número-le dejó su teléfono móvil para que pudiese ver los dígitos.

-Ahora mismo no me apetece.

-Si no la llamas, no avisaré a Ryder. Tú verás…

-Está bien… déjame ese jodido número.

Visita inesperada

Un viernes de un maravilloso y caluroso mes de Mayo. Quinn seguía sin recibir noticias sobre
Rachel. No mucho, nada que estuviese fuera de alcance de cualquiera que estuviese pendiente de
los medios de comunicación. Nuevamente vagueaba por su habitación, con auriculares en la
orejas, mientras seguía chateando abiertamente con sus amigas.

Aquel viernes era completamente diferente a cualquier otro que pudiese precederle. Quinn, y
Kitty, habían organizado una quedada para conocer a otras personas del mundillo Rachel Berry.
Estaban entusiasmadas y, sobre todo, tenían la esperanza de conocer más gente con la que
compartir sus vivencias.

Solo había un problema: Ashley. Aquella muchacha de ojos claros y melena rubia, pertenecía al
club de fans y, como buena presidenta, se dejaría caer por allí para ver qué tal iba la cosa.

-Hola Quinn. ¿Qué tal ha ido la mañana? No te he visto por el insti.

-Buenas tardes Kit-la saludaba con dos besos en la mejilla. –Esta mañana he tenido horas de
tareas extra en clase y he salido poco al exterior.
-Ya veo… ¡menudas pintas!

-¡Hey! ¿Qué pasa con mis pintas?-se echó un vistazo a la ropa que llevaba puesta en ese
momento.

-Quinn, hija, que vamos a conocer gente nueva… No te digo que te vistas como la reina, pero algo
más… ¿decente? No sé si es esa la palabra…

-¿Qué dices? Si voy normal.

La verdad es que Quinn tenía razón y su amiga no tenía por qué discutirle sobre ese tema. Se
había colocado unos tejanos de color oscuro con una camiseta, básica, de color blanco. Nada que
pudiese estar fuera de lugar en un momento como aquél.

-Bueno, yo te lo decía por si encontrabas a alguien que te gustase… Ya sabes… para olvidarte de
quien tú y yo sabemos.

-No quiero olvidarme de ella, ¿vale? Ha sido lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Y sólo
estamos pasando por una mala racha. Cuando nos volvamos a ver, ya verás cómo tengo razón.

-Quinn, no seas inocente… Rachel no te va a estar esperando. ¡Ni siquiera te ha llamado! No se ha


dignado ni a escribirte un mísero mensaje. Deberías pasar página.

-No tenemos nada que discutir sobre el tema.

-Ya empezamos… Bueno, haz lo que quieras. Es tu vida.

-Lo sé, por eso mismo voy a ir a esa quedada con éstos maravillosos tejanos y ésta camiseta. No
veo qué hay de malo en eso.

-Nada, déjalo… Mira, por ahí viene Mercedes.

-¿Qué pasa chicas?-saludaba la chica de color a sus amigas con un gran abrazo. -¿Preparadas
para la reunión?

-A Quinn mejor ni le hables.

-¿Por qué?-frunció su ceño mirando hacia la rubia intentando conseguir una explicación.

-Ella sabrá. Según dice voy mal vestida para la ocasión…-se encogió de hombros inocente.

-Es verdad que podrías haber elegido otra vestimenta, pero tú eres así. No veo qué hay de malo
en que te conozcan tal y como eres.

-¿Lo ves? Yo gano, me voy así –prosiguió su camino dejando a sus amigas atrás.

Y sin nada más que decir, las chicas siguieron a la adolescente hasta el lugar donde habían
quedado con el resto de los fans de Rachel Berry. El local dejaba mucho que desear, era un bar de
Lima que las chicas ni siquiera habían pisado en su vida; eso sí, solía ser un bar frecuentado para
tomar café y meriendas.
Quinn, Kitty y Mercedes fueron las primeras en llegar. Tomaron asiento en la mesa reservada, que
pacientemente se había prestado a reservar una chica del club. Una vez tomado asiento, pidieron
un café y esperaron la llegada del resto.

-¡Hola! Soy Susan. ¿Sois las chicas del club de Rachel Berry?

-Sí, somos nosotras. Soy Kitty, ésta es Quinn y esa es Mercedes-dijo señalando a cada una de sus
amigas.

-Encantada, chicas. Un placer conocer gente de este mundillo-sonrió y se acercó a saludar con
dos besos en la mejilla.

-Igualmente, Susan-saludó educadamente Quinn.

-Un placer-Mercedes no se quedó atrás.

-Mi amiga Kate estará a punto de llegar… Me dijo que también tenía ganas de conoceros. Hasta el
momento sólo hemos conocido a Ashley, la presidenta.

-Ah…que conoces a Ashley… ¡Genial!-exclamó con ironía Quinn.

-Toma asiento, esperaremos al resto.

Al cabo de un par de horas, todos los integrantes del club de fans charlaban animadamente en el
local sin ningún imprevisto hasta el momento.

-Pues lo que os decía, la verdad es que Rachel se ha portado genial conmigo cada vez que la he
esperado en los hoteles y todo eso… Es de admirar, la verdad-comentaba una de las chicas.

-Sí, tienes toda la razón, Megan-asintió un chico moreno de ojos azules. –Con nosotros también
ha sido siempre súper simpática.

-¿Cómo pensáis que va a ser el nuevo disco?-se atrevió a preguntar Kate.

-Yo no espero mucho, la verdad. Seguro que será igual de comercial que hasta ahora-Thomas, un
chico rubio de ojos marrones, habló por primera vez.

-Pues yo no lo creo. Pienso que igual nos puede sorprender con alguna canción totalmente escrita
por ella… Se le da bastante bien componer.

Error. Un terrible error acababa de cometer Quinn al afirmar aquella última frase.

-¿Cómo sabes tú eso? ¿Acaso la conoces en persona?-Susan preguntó curiosa.

-¡Mierda, Quinn! ¡Cómo dices esas cosas! Se van a enterar…-renegó Kitty al oído de la rubia.

-No, claro que no la conozco… Más de lo que la conocéis vosotros, quiero decir… Esto… Es que
creo haber visto alguna entrevista en la que se comentaba algo de la composición de los temas
para el nuevo disco y… Bueno, y eso… que estaba preparando cosas y puede sorprendernos…

-No creo que hayas podido escuchar tal cosa en una entrevista. No me he perdido ninguna desde
que sacó su primer disco…-Susan arremetía aún más contra la rubia.
-Chicas, bueno… ¿Qué más da? Que sea un buen disco, con buenas canciones y ya está. ¿Qué
más da si las compone ella o no…? Al menos es lo que pienso yo-Mercedes intentaba destensar la
situación.

-¡Hey, Quinn! Mira quién viene por ahí…-Kitty le dio un codazo a la rubia para que se percatase de
la presencia de la chica que acababa de llegar. -¡Dani! ¡Ven con nosotras!

-¿Dani?-Quinn desvió la mirada hacia la señal de su amiga y pudo localizar a la DJ que ya se


acercaba hacia ellas.

Dani, muy sonriente, se acercaba hacia Kitty para dejarle un par de besos a modo de saludo. Con
un rápido gesto, se quitó las gafas de sol y volvió a sonreír mientras se acercaba a saludar a
Quinn, que no daba crédito a lo que estaba sucediendo.

-Hola preciosa-se acercó y dejó un suave beso en los labios de Quinn.

Y la adolescente no supo qué decir ni qué hacer, simplemente sonrió tímidamente y miró a su
alrededor mientras los demás esperaban expectantes a que alguien presentase a la chica nueva.

-Ella es Dani, una vieja amiga…-fue Kitty la que presentó a la muchacha.

-Hola, ¿qué hay?-la DJ saludó al resto con su mano y una amplia sonrisa. –Daros por besados
todos.

Los demás asintieron con la cabeza y algunos hasta saludaron a la chica con la mano, muy
sonrientes también.

-¿Qué haces por aquí?-Quinn le preguntaba sin entender absolutamente nada.

-He venido a por ti, guapa. ¿No lo recuerdas?–se sentó sobre las piernas de la rubia. –Habíamos
quedado esta tarde… Al menos eso es lo que me dijo Kitty.

Y entonces Quinn empezó a comprenderlo todo, desde la insistencia que tuvo su amiga en que se
colocase una ropa más adecuada para la ocasión… hasta el por qué no le había sorprendido en
absoluto verla por allí, en Lima.

-Lo siento Dani, no me acordé. ¡Qué estúpida!-exclamó esto último mirando de reojo a su amiga
y matándola con la mirada.

-Bien, ya podéis ir a donde quisiera que tuvieseis planeado ir… Nosotras seguimos aquí con la
tertulia, ¿verdad Mercedes?

-Como ella quiera… Ya tendrá que ponerme al día sobre todo esto-Mercedes tampoco entendía
nada en absoluto.

-Bien, entonces… ¿qué hacemos?-preguntó la DJ a Quinn.

-Lo que tú quieras, preciosa.

Preciosa. Un preciosa que le salió del alma con todas las letras. Un preciosa que estaría
retumbándole en la cabeza durante mucho tiempo… Un preciosa que dio esperanzas a Dani para
llevarla a cenar y sorprenderla.
-¿Qué te parece el lugar? ¿Es de tu agrado, Quinn?

-Digamos que… que nunca he venido a un sitio como éste.

El local donde Dani había llevado a Quinn era un restaurante americano típico de los años 70, con
sus paredes pintadas de rosa y verde manzana. Unas sillas rojas de la época y decoraciones
típicas de aquellos años. Lo que más llamó la atención a Quinn, fue la plateada gramola que
accionaban los propios comensales escogiendo canciones de la época."Hopelessly Devoted to
you" de la película "Grease" fue la elegida por la disc-jockey, que comenzaría a sonar en cuanto
terminase la canción que se escuchaba en ese momento.

-Ya me dijo Kitty que te encontraste indispuesta con la hamburguesa de la otra noche… Espero
que ésta no te siente tan mal como para tener que salir corriendo de nuevo-bromeó simpática.

-Tranquila, hoy al menos estamos cenando en un restaurante-siguió la broma sonriendo.

-Quinn, no quiero que vengas conmigo a cenar si no es lo que te apetece… No quiero forzarte a
hacer algo que no quieras.

-Tranquila, no pasa nada.

-Sé que estuvo mal incitarte a beber tanto la otra noche, pero pensé que quizás tendrías un buen
fondo… No sé, tampoco te quejaste.

-No pasa nada, de verdad-dijo esto último mientras volvía a ojear la carta.

-¿Saben ya lo que van a tomar?-acudió la camarera a la mesa para tomar nota.

-Sí, por favor, para mí una hamburguesa con queso y bacon.

-¿Con patatas fritas o asadas?

-Fritas.

-¿De beber qué le pongo?

-Una pink lemonade, por favor.

-¿Y usted? ¿Qué desea?-giró la mirada hacia Quinn para que ésta pidiese.

-Para mí lo mismo, gracias.

-Está bien, en unos minutos les traigo el pedido.

-Gracias-agradeció Dani.

La camarera se marchaba, dejándolas completamente a solas de nuevo. La canción que Dani


había pedido comenzaba a sonar en ese instante.

-¡Qué bien! ¡Es la canción que he elegido!-exclamó alegre.

-¿Por qué tanta alegría?-cuestionó la rubia con una ceja levantada.


-Nunca consigo que pongan la que yo pido… Parece que eres mi talismán de la buena suerte…-
sonrió tímida.

-Me alegro de que así sea…

-Lo que iba diciéndote Quinn. Que eres una chica muy guapa, sé que podrías tener a cualquier
chica junto a ti… pero me gustaría conocerte un poco más. No sé… ¿Qué opinas? Dejemos a un
lado lo que ocurrió la otra noche… Puedo ir más despacio si así lo deseas.

-Dani, no te ofendas, pero no me encuentro con ganas de empezar nada con nadie en este
momento. No es por ti, es por mí.

-Ya…Bueno, no pasa nada-la contestación de Quinn no le había convencido en absoluto.

-Así que te gusta la película "Grease". Todo un clásico del cine musical…

-Adoro la música, si no conociese "Grease" estaría cometiendo el mayor delito de toda mi vida.

-A mí también me gusta la historia. Chica inocente que se enamora del chico rebelde… Un amor
de verano que crees que será pasajero, pero que luego está más presente de lo que te imaginas…
Y las consecuencias finales de esa historia loca de amor.

-¿Te gustan las chicas rebeldes?

-Puede…-sonrió pícara.

-Entonces no lo tengo todo perdido…

-Puede que no.

Dani sonrió para sí misma y se sonrojó. Aquella última frase que había salido por la boca de Quinn
no había estado tan mal. Al parecer, no quería tener nada con nadie ahora mismo, pero tampoco
le cerraba las puertas del todo y eso le gustaba. Le encantaba todo de la rubia hasta que sonó un
teléfono móvil y sacó a ambas de sus pensamientos.

-Lo siento, tengo que cogerlo. Es mi madre-se disculpó Quinn mientras pulsaba la tecla verde del
dispositivo móvil.

-Tranquila, no pasa nada.

-¿Mamá? ¿Qué ocurre? Ajá… ¿Qué? No, no puede ser… ¿Qué estás diciendo?

Siguió en silencio escuchando lo que su madre tenía que contarle mientras miraba un poco
apurada a la disc-jockey.

-No mamá… ¿No puede esperar? Estoy cenando con… con una amiga. ¿Qué? No, no es con Kitty.
No, Mercedes tampoco… Mamá… ¿Qué más te da? ¿Puedo cenar tranquila aunque sea por una
vez?

Nuevamente Quinn seguía escuchando mientras Dani no podía recibir ninguna información más
que lo que la rubia hablaba de vez en cuando.
-Ok mamá, no tardo. En cuanto cene voy para casa, te lo prometo.

Quinn colgó el aparato y volvió a meterlo en su bolso. Miró con mucho apuro a su acompañante e
intentó disculparse de nuevo.

-Lo siento, era mi madre. Se pone muy pesada a veces…

-No te preocupes. ¿Está todo bien? ¿Quieres que te lleve de vuelta a casa?

-Sí y no. Vamos a terminar de cenar esas hamburguesas tan famosas que tienen que dejarme
completamente enganchada. Y, después, ya se verá-sonrió mientras colocaba el bolso
nuevamente sobre la silla de al lado.

La hija del alcalde

-¡Ya estoy en casa!-gritó Quinn desde la puerta.-Hola mamá, hola papá…-se acercó hasta el salón
para saludar a sus padres.

-Hola hija-contestó el señor Fabray bastante preocupado.

Judy volvió la vista hacia su hija y frunció el ceño esperando una respuesta ante aquella imagen
que estaba viendo. Sí, Quinn había llevado a la disc-jockey a su casa tras la cena y pretendía
presentarla a sus padres. Una completa locura, sin duda.

-Ella es Dani, una amiga.

-Hola-saludó la muchacha mientras se acercaba a saludar a Judy y Russell con un fuerte apretón
de manos. Un placer conoceros señores Fabray.

-¿Hija? Ven un momento a la cocina, por favor…

-Mamá… no empecemos.

-¿Puedes venir, por favor?

Y la mirada que su padre echó sobre ella fue suficiente para acceder a aquella petición que su
madre le estaba haciendo. No rechistó, ni siquiera supo qué decir. Cogió a Dani de la mano, la
posicionó junto al sofá y le posó un tierno beso en la mejilla.

-¿Podrías esperarme un momento? No sé cuánto tiempo me va a llevar…

-Tranquila, tienes todo el tiempo del mundo-guiñó el ojo la DJ.

-Papá, cuídamela, por favor. Haz que se sienta como en casa.

-Muy bien hija, no te preocupes. ¿Te apetece tomar algo? ¿Dijiste que eres Dani?

Mientras la rubia bajita asentía a las preguntas del señor Fabray, Quinn ya había puesto camino
hacia la cocina. No tuvo que sortear más que un poco de salón.

Aquella cocina era inmensa, delicadamente amueblada con un gusto bastante exquisito y clásico.
Los muebles de roble, estaban adornados por unos cristales de bohemia de colores que iban
formando dibujos abstractos. En medio, una isleta que hacía las veces de mesa y barra de
desayuno. De frente, todos los electrodomésticos necesarios para cocinar. Y a un lado, junto al
frigorífico, una pequeña mesita con cuatro sillas de mimbre adornaban la esquina junto a un gran
ventanal donde se podía observar el exterior.

-Dime mamá…-rodó sus ojos a la vez que resoplaba.

-Quinn, hija… ¿Quién es esa chica? ¿Dónde la has conocido?

-Es una amiga.

-¿Una amiga? ¿Con esas pintas? ¡Quinn! Qué te tengo dicho acerca de las chicas con tatuajes…

-Mamá, por favor.

-¿Mamá qué? No me gusta. Y lo sabes… Además, tú nunca has tenido ese tipo de amigas… ¿Qué
te está pasando? ¿Qué me he perdido?

-No me pasa nada, sigo siendo la misma.

-No estarás haciendo todo esto para joderme, ¿verdad? No ahora que estamos bien- Judy se
acercó hasta la isleta y se acomodó en ella.

-¿Qué…? No me lo puedo creer. ¡No puedo creer que me estés cuestionando!

-Mira Quinn… Bastante me ha costado no castigarte por haberte salido con la tuya con esa
cantante. Tu padre me dijo que te diese un poco de espacio y es lo que he hecho, pero… pero
últimamente te veo bastante rara. ¿Qué te ocurre?

-Nada, estoy bien.

-¿Y esa chica? ¿Es tu novia?

-¡Mamá! Por favor, para.

-Quinn… ¿Eres… eres lesbiana?

-Y si lo soy qué. ¿Me vas a castigar? ¿Me vas a encerrar en esta casa? Y no, no es mi novia. Ya te
dije que sólo es una amiga.

-Vale, como digas. Te creo, hija.

-Pues menos mal que me crees-volvió a resoplar.

De repente, se hizo un silencio bastante incómodo para ambas. Judy miraba intensamente a su
hija, pero ésta no iba a devolverle una mirada cómplice. Quinn se limitaba a mirar a su alrededor
y, de vez en cuando, posicionar su vista sobre su madre, sin llegar a intensificar en esa mirada.

-Bien, ¿puedo irme ya?

-No, espera. En realidad quería hablar contigo sobre otro asunto… pero ya que te vi llegar con esa
chica…
-¡Basta! Deja de mencionar a Dani como si fuese algo malo. Por favor, trátala con respeto. Estoy
segura de que si supieras quién es su padre, dejarías de poner tantas pegas.

-¿Y quién es su padre?

-Es el alcalde de Columbus.

-¿El alcalde? ¡Oh, Santo Cielo! ¡No sabía que Michael pudiese tener como hija a esa muchacha!

-Pues sí, mamá. Es su hija. Y, como ves, entra dentro de las personas que quieres que tenga en
mi vida. Sólo intento complacerla para llevarnos bien. Y ahora… Me gustaría que se quedase a
dormir en casa. Es demasiado tarde para que vuelva a la ciudad.

-No te preocupes, hija. Le prepararé la habitación de invitados. Es un placer recibir a la hija de


Michael en casa. Voy a llamarle para decirle que su hija se queda esta noche.

-No hace falta, mamá. Ya lo hace ella.

-Ok, entonces lo llamaré en la mañana para ver qué tal le va.

-Bueno, ¿puedo irme ahora?

-Aún no hemos hablado sobre lo que quería, pero será mejor que no hagas esperar a Dani.

-¿Ahora ya tiene nombre? ¡Dios! ¡Qué interesada que eres!

-Quinn, es la hija del alcalde.

-Lo sé…

-No la hagas esperar.

Y sin más nada que decir, Judy abandonó la estancia dejando a su hija en el mismo lugar en el
que se encontraba desde que entró en aquella cocina.

-Dani, cielo, ¿quieres tomar algo?-se interesó la mayor de las Fabray.

-No, gracias, señora Fabray. Su marido ya me ofreció antes-levantó un vaso que contenía Coca
Cola en su interior.

-Puedes llamarme Judy.

-Está bien, Judy.

-Esta noche te quedas, ¿no? Voy a prepararte la habitación de invitados.

-Es usted muy amable-dijo con una sincera sonrisa.

Judy dejó el salón para ir a preparar la habitación de invitados en la que dormiría la visita de esa
noche. Estaba contenta, pues por fin Quinn hacía amistad con gente que verdaderamente merecía
la pena. Que esa chica llevase unos cuantos tatuajes, no le iba a importar ahora que sabía de
quién era hija.
-Dani, vamos a mi habitación mientras. ¿Te parece?

-Claro, vamos.

Y las chicas salieron de aquella habitación dejando a Russell completamente solo en el salón.
Quinn invitó a su amiga a subir las escaleras y abrió la puerta de su habitación para indicarle que
entrase en ella.

-¡Whow! Sí que eres fan de Rachel Berry…-exclamó mientras miraba, con detenimiento, cada
rincón de la habitación.

-Eso porque no la has visto antes… Mi madre me obligó a quitar algunos posters…

-A mí también me gusta. Su voz es técnicamente espectacular. Y tiene un timbre bastante bonito.

-¿Te gusta Rachel?

-Sí, pero no he tenido oportunidad de ir a verla en concierto. Por ahora…

-¿Cómo es eso? ¿No has ido ni siquiera a una firma de discos?

-No, Quinn. No he tenido a nadie que me acompañase e ir sola me da un poco de vergüenza.

-Pues ya no tienes de qué preocuparte. Kitty y yo somos unas gran fans y puedes venir con
nosotras la próxima vez.

-Gracias, Quinn.

-No tienes por qué darlas. Tenemos muchos amigos en este mundillo; seguro que te encanta.

-¿Y bien? ¿Algún problema con tu madre?-preguntó mientras tomaba asiento en la cama de la
rubia.

-No, ninguno…-contestó un poco nerviosa.

-No creo que tu madre sea de esas a las que les gusta ver a una chica como yo… Por eso de los
tatuajes y los piercings…

-Quizá tengas razón. Ella nunca me permitiría tener una amiga como tú, pero…-tomó asiento
junto a la chica mientras alargaba un poco más su explicación.

-¿Pero…?

-Ahora ya sabe quién es tu padre.

-¿Mi padre? ¿Le has dicho que soy hija del alcalde de Columbus?

-Ajá… ¿Algún problema?-frunció su ceño.

-No, para nada…


-Mi madre es muy amiga de tu padre. No te lo dije antes porque no quería incomodarte, pero se
conocen desde que eran niños.

-¿Enserio?

-Sí, fueron juntos al instituto y por lo visto… tu padre tuvo un pequeño romance veraniego con mi
madre-rio.

-¿¡Qué dices!? ¿Mi padre y tu madre? ¡Dios! ¡No me lo puedo creer!-se contagió de la risa de
Quinn.

-Ahora entenderás por qué no le importa que estés en casa… Ni esos tatuajes, ni tus pendientes,
ni que te quedes a dormir. Es una gran noticia.

-¿Y eso por qué? ¿No has traído a ninguna otra amiga a casa?

-Mis amigas nunca han estado al nivel que mi madre me ha exigido. Así que podemos decir que es
la primera vez que utilizamos la habitación de invitados…

-Joder, ¡qué privilegio! Miss Fabray.

-No me digas esas cosas, que me pongo roja-se comenzó a ruborizar.

-¿Y tu madre sabe lo tuyo? Ya sabes… Que sales con chicas y eso.

-Ahora que lo mencionas, nunca se ha preocupado por eso, hasta hoy. Es bastante extraño.

-Bueno, Quinn, nuestros padres no son tontos. El mío lo sabe desde hace un par de años. Al
principio le costó hacerse a la idea, pero después no ha puesto ningún impedimento.

-Yo, de momento, no quiero decirles nada, aunque aún me queda una conversación pendiente con
mi madre. Mañana me enteraré.

-Pues que tengas mucha suerte, entonces…-sonrió tímida.

La tensión se comenzó a notar por momentos. Dani no sabía qué decir ni cómo comportarse, pues
había sido idea de Quinn aquello de que se quedase en su casa aquella noche. La rubia, en
cambio, sentía muchas cosas en su interior e intentaba que no se le notasen los nervios que la
inundaban desde que llegaron a su habitación.

-Bueno… No hay mucho qué hacer por aquí… ¿Te apetece ver una película o algo?

-Como tú quieras, Quinn. Eres la anfitriona.

-Ya, pero no voy a obligarte a hacer algo que no te apetezca.

-Lo único que me apetece en este momento no creo que pueda tenerlo. No sería una buena idea…

-¿Qué te apetece hacer?-preguntó inocentemente.

-Besarte.
Y a Quinn se le aceleró el corazón. El cuerpo comenzaba a tornarse más caliente de lo que ya
estaba y agachó su mirada para no conectarla con la de Dani.

-Lo siento, no debí haber dicho eso-se disculpó.

-No, si no pasa nada… Yo… Yo también tengo ganas de hacerlo. No sé… siento algo que me atrae
hacia ti.

-¿Me lo estás diciendo enserio?

-Claro.

-¿Me has invitado a tu casa por algo en concreto?-preguntó interesada mostrando una sonrisa
pícara.

-Esto… No quería que te fueses a casa tan tarde. Me preocupo por ti.

-¿Sólo eso?-comenzó a acercarse a Quinn.

-Sí, solo… solo era eso-afirmaba, nerviosa, mientras miraba con recelo los labios de Dani.

-No puedes negarme que hay química entre nosotras-se acercó un poquito más hasta dejar su
rostro muy cerca del de Quinn.

-Dani, yo… Yo no sé qué…

Y no le dio tiempo a terminar lo que iba a decir. Dani rompió el poco espacio que quedaba entre
ellas y la besó. Fue un beso dulce, suave y corto, pero un beso que había significado más de lo
que Quinn creyó.

-Dani, yo no sé qué me pasa contigo…

Y la bajita disc-jockey volvió a besarla de manera incesante, dejando que sus lenguas
comenzasen a encontrarse de nuevo. Un beso, lento, perfecto y lleno de mucha dulzura. Quinn se
quería morir, pues empezaba a sentir ganas de tener mucho más de aquella muchacha.

-Dani, por favor, basta…-pero lo decía con la voz tan rota que la DJ no cesó en su gesto.

La rubia empezaba a sentirse mojada, pero su cabeza le decía que aquello no estaba bien. Su
cuerpo reaccionaba de forma diferente a su cabeza y ella lo sabía.

-Dani, yo estoy enamorada de otra persona.

-¿Qué?-la rubia DJ se apartó de la muchacha y elevó su entrecejo incrédula.

-Que estoy enamorada de otra chica, Dani.

-¿Y por qué juegas así conmigo?

-No estoy jugando. Yo… Realmente me siento atraída por ti. De hecho, necesito tenerte cerca, que
me beses y me hagas de todo… Necesito sentir el fuego que desprendes con tus caricias, pero…
-Pero estás enamorada de otra-se alejó un poco más de la muchacha.

-Exacto.

-Quinn, es imposible que estés enamorada de otra persona y sientas esas cosas por mí.

-¿Por qué no?

-Porque no… No es normal.

-Yo creo que es química. Lo que siento por ti es atracción física. Y muy fuerte, por cierto. Sentía
curiosidad por saber cómo se siente estando contigo.

-Me parece perfecto y en otro momento de mi vida habría aceptado, Quinn. Yo he sido de esas
personas que ha ido de flor en flor y me gustaba tener muchas amigas con derechos a roce… pero
ahora no. Ahora ya quiero una estabilidad y creo que eso tú no puedes dármelo.

-No creo que esté preparada para tener ninguna relación.

-¿Ni siquiera con tu enamorada?

-Es complicado.

-¿Por qué?

-Ella es demasiado complicada en sí.

¿Y con Rachel Berry?

-Buenos días guapas-espetó la señora Fabray desde la cocina. –¿Cómo habéis pasado la noche?

-Bien, gracias-contestó la bajita disc-jockey mientras tomaba asiento en una de las banquetas de
la isleta.

-Hola mamá. ¿Estás cocinando?-preguntó incrédula al ver a su madre con una rasera en la mano.

-Claro, cielo. Le di el día libre a Shelby. Ella también se merece tener un descanso.

Completamente raro. Muy raro, al decir la verdad. Quinn no sabía si creer que su madre estaba
cocinando realmente o si verdaderamente le había dado un día libre a su asistenta. ¿Enserio? No
daba crédito y estaba segura de que aquella actitud de su madre estaba vinculada a la invitada de
la casa.

-Dani, cielo. ¿Qué deseas para desayunar?

-Con un par de esas tortitas, que tan bien huelen, me basta.

-¿Miel o chocolate?

-Un poco de chocolate, por favor.

-¿Y tú Quinn? ¿Un zumo y tortitas con chocolate?


-Sí, mamá. Gracias.

Judy tardó pocos segundos en preparar lo que las chicas habían solicitado para desayunar y se
sentó junto a ellas en una banqueta.

-He hablado esta mañana con tu padre, Dani.

-¿Si? ¿Y qué tal?-preguntó la chica mientras llevaba a su boca el primer trozo de tortita.

-No sabía que fueses amiga de mi hija, pero ha quedado totalmente encantado al conocer la
noticia. Al parecer, él también se alegra de que seáis buenas amigas-sonrió mirándolas.

-Mamá… déjalo ya, por favor. Eres una pesada.

-Quinn, hija, una no tiene todos los días la suerte de conocer a la hija de Michael. Y, la verdad, es
que hemos tenido una conversación bastante agradable.

-Me alegro de que así fuese, señora Fabray.

-Llámame Judy, hija.

El silencio volvió a la mesa. Las chicas proseguían con sus propios desayunos mientras que la
señora Fabray se limitaba a recoger un poco la cocina. Justo después de pasar el trapo por la
encimera, no pudo contener la siguiente cuestión.

-Ya me ha comentado Michael que eres una chica bastante moderna. Al principio se sorprendió al
saber que yo te había dejado dormir en casa con Quinn, hasta que le mencioné que lo harías en la
habitación de invitados.

-¿Por?-se interesó Quinn.

-Pues por lo que parece… Michael no deja a Dani llevar amigas a dormir. ¿No es cierto? –
cuestionó clavando la mirada en la DJ, que asentía tímida. –Pero me comentó que no tendría
impedimentos si esa amiga fuese Quinn, por lo tanto… si podrás quedarte en su casa cuando
quieras-sonrió nuevamente a las dos.-Siempre que me avises primero, claro.

-Gra… gracias mamá-no supo qué decir.

-Y bueno… ya os dejo hacer vuestras cosas. Quinn, cuando se marche Dani no tardes en venir a
hablar conmigo. Tenemos cosas importantes en el tintero.

-Sí, no te preocupes. Dani tiene que marcharse temprano que hoy sí trabaja, ¿no es así?

La DJ volvía a asentir tras el comentario de la rubia y apuró sus últimos trozos de tortita para
poder hablar.

-Anoche me tomé un respiro para poder hablar con Quinn. No se preocupe, señora Fabray, que
enseguida le dejo a su hija toda para usted.

-No tengas prisa, cielo. Estás en tu casa.


Y, con estas últimas palabras, Judy salió de la cocina dejando a las chicas completamente a solas.
Dani miraba a Quinn, mientras ésta terminaba su desayuno, y sonreía dulcemente.

-¿Qué?-sonrió también Quinn. –Deja de mirarme así, me vas a desgastar.

-Estoy mirándote para no olvidar tu rostro. Es tan… perfecto.

-¡No seas tonta!-golpeó con gracia el brazo de su amiga.

-No es una tontería; es la verdad, Quinn.

-No empieces otra vez, Dani…

-Está bien… Ya me callo… Tu madre no parece estar muy molesta, ¿no?

-Estoy completamente sorprendida con su actitud. Enserio, nunca se había comportado de ésta
manera.

-Será mi encanto natural…-rio divertida.

-O la sangre de la que procedes…-siguió el juego a la muchacha.

-Bueno, sea como sea, me alegra de que me deje acercarme a ti. Sé que para tu madre no va a
ser fácil tenerme cerca, pero no parece llevarlo tan mal.

-Eso espero.

-¿Algún problema, Quinn? ¿Hay algo que te moleste?-comentó la DJ repentinamente.

-No sé… Tanta simpatía en mi madre no es nada normal. Me temo que todo lo hace por alguna
intención que desconozco. Y eso no me gusta.

-Tranquila, no va a hacerte daño mientras yo esté cerca.

-¿Qué habrá hablado con tu padre? ¿Siguen teniendo tanta confianza?

-Ni idea, yo ni siquiera sabía que se conociesen. Pero me encanta ver que se llevan bien y que nos
van a dejar vernos con regularidad. ¿No te gusta la idea?

-No me gusta la idea de saber que mi madre intenta tramar algo. Por el resto… estoy encantada
de compartir tiempo contigo.

-Pásate esta noche por el "Calen" y te invito a una copa. También puede venir Kit.

-No sé si mi madre me dejará salir… No voy a tener tan buena suerte.

-Pues escápate. Te estaré esperando, ¿ok?-le guiñó un ojo mientras se levantaba de su asiento.

-¿Te marchas ya?-cuestionó Quinn mientras se limpiaba la boca con una servilleta.

-Sí, preciosa. He de marcharme ya si quiero seguir con vida.


-¿Y eso?-frunció su ceño. –Tu padre sabe que sigues aquí.

-Lo sé, Quinn. Pero mi madre me está esperando para ir de compras… Se lo prometí ayer.

-¡Ouch! Lo siento, no debí insistirte anoche…

-Shhh… No digas nada, por favor-comentó poniendo su dedo índice sobre la boca de la chica. -Ha
sido increíble dormir contigo.

Y lentamente, Dani se acercó a la rubia para dejarle un beso en los labios. Un beso que dejó
completamente ida a Quinn, pero que no rechazó en ningún momento.

-Gracias por todo. Te espero.

-Intentaré hacer lo que pueda, guapa.

-¡Nos vemos!

-¡Espera! Te acompaño hasta la puerta…

Y nada más salir la DJ por la puerta de entrada, Quinn cerró la misma y se quedó suspirando tras
ella. Lo había vuelto a hacer; la había vuelto a besar y ella se había dejado. ¿Qué le estaba
pasando? ¿Realmente quería algo más con Dani? ¿Qué estaría haciendo Rachel en ese momento?
Y su madre la sacó de sus pensamientos.

-Quinn, tenemos que hablar. ¡Ya!

-Voy mamá.

La adolescente acudió hasta el salón donde su madre descansaba sobre el sofá y tomó asiento
frente a ella, en uno de los sillones de piel.

-Cuéntame. ¿Qué tal con Dani?-comenzó con su particular interrogatorio.

-¿Qué tal de qué?

-¿Os lleváis bien?

-Sí, claro. Ya lo has visto.

-¿Por qué no ha dormido en la habitación de invitados?-cuestionó elevando su entrecejo.

-¿Cómo…?

-Lo sé, Quinn-la interrumpió. –Lo sé todo.

-¿Qué es todo para ti?

-Pues que le gustan las chicas y que no ha dormido en la habitación que le correspondía. ¿Se
puede saber por qué?

-Nos quedamos dormidas viendo una película y no nos dimos cuenta.


-Ya… ¿Te gusta?

-¿¡QUÉ!? ¿Por qué preguntas eso?-se levantó de su asiento nerviosa.

-Siéntate, te he hecho una pregunta. Es muy sencillo… ¿te gusta o no?

-No lo sé.

-¿No lo sabes? ¿Cómo que no lo sabes, hija?

-No lo sé, mamá. Dame un poco de tiempo-hizo un silencio que ella misma rompió nuevamente.
-Necesito aclarar mis ideas.

-Pero te gustan las chicas… ¿no es cierto?

-Sí, así es…-contestó tímida y con la voz cortada mientras tomaba asiento nuevamente.

-Está bien…

-¿Está bien? ¿Sólo vas a decir eso? ¿No vas a gritar? ¿No vas a pegarme? –cuestionó sin creérselo
demasiado.

-No, no pienso gritarte. Soy una mujer moderna y, como tal, sé llevar bien éstas cosas.

-No me lo creo… ¿Qué han hecho con mi madre y quién eres tú?

-Soy yo, mamá. Ven, siéntate aquí-señalizó con su palma de la mano un lugar cercano a ella. –
¿Esto es pasajero o para siempre?

-¿Por qué me preguntas eso?

-Necesito saber si es algo que haces por experimentar… o, por el contrario, si lo haces porque
realmente sientes atracción por tu mismo sexo.

-Creo que ya no tengo dudas al respecto.

-Bien. ¿Y Dani qué tal? ¿Sería una buena candidata para ser tu novia?

-¿Por qué tanto interés en Dani?-arrugó su ceño mientras tomaba asiento junto a su madre.

-No sé… Has sido tú la que la has invitado a esta casa. Y también has sido tú la que ha dormido
con ella… Creo que debo saber si es algo más que una amiga.

-Ya te he dicho que no lo es.

-¿Y el beso de despedida?-sonrió.

-¿Nos… nos viste?

-Quinn, no soy ciega. ¡Lo habéis hecho en la puerta de mi casa!

-¡Ups! No sé, se acercó y me lo dio. La verdad es que me ha dejado un poco confusa.


-Pues por mí no hay problema. Sal con ella, conócela, diviértete… pero nada de escándalos
públicos, ni de cosas raras en casa. ¿De acuerdo?-Quinn asintió.-Tienes un hermano pequeño y no
debe saber según qué cosas.

-Tranquila, mi hermano no va a ver nada porque entre ella y yo no hay nada-sentenció mientras
se volvía a levantar.

-¿Y con Rachel Berry? ¿Con ella hay algo más que una amistad?

Y a Quinn se le vino al mundo encima con aquellas dos preguntas. Si la conversación que estaba
teniendo con su madre era completamente surrealista, más lo era el hecho de que le estuviese
preguntando por Rachel Berry. Su Rachel.

-Dime, Quinn… ¿Tienes algo más con esa cantante?

La rubia se giró hacia su madre y volvió a tomar asiento junto a ella. Suspiró un par de veces, se
tomó un tiempo y, entonces, logró espetar alguna palabra.

-Mamá… ¿Qué sabes de eso?

-Este es el tema tan importante del que te quería hablar…-acarició el hombro de su hija.

-Ah, ¿no era lo de Dani?

-No, este es más importante. Verás… una muchacha, rubita de ojos claros, vino el otro día a casa
buscándome. Puesto que yo no estaba, Shelby le cogió el recado y la llamé para quedar con ella.
No sabía quién era, ni qué quería hasta que llegué a nuestra citación.

-Espera… ¿Has dicho una muchacha rubia?-se descolocó por completo. -¿Ashley? ¿Qué te ha dicho
esa hija de perra?

-¡Quinn! ¡Esa boca, por favor!

-Perdón, mamá. ¿Qué te ha contado esa chica?

-Más que decirme, me mostró unas fotografías en las que mi hija salía agarrada a la famosa
cantante del momento. En otras cenando, paseando, conversando… Y un vídeo en el que te
besabas con aquella cantante.

-No puede ser…

-Sí que lo es y, bueno, al principio creí que fuese algún tipo de montaje o algo pero cuanta más
información me daba, más real se volvía. Y aparte, pues yo sabía que Rachel Berry había venido a
buscarte a casa… Más claro no podía estar.

-¿Y qué ha pasado?

-Pues el primer problema que me planteé fue el siguiente: ¿Por qué mi hija no me ha dicho nada
sobre su sexualidad? Quizá porque no confía demasiado en mí… Y eso me dolió, Quinn. Me dolió y
mucho.

-Mamá…
-No me interrumpas, por favor. Y después me planteé otra cuestión: ¿Por qué esa cantante
famosa que tanto odio? ¿Por qué no podía ser con cualquier otra persona del mundo? Mira, Quinn,
que seas lesbiana me cuesta aceptarlo, pero que tu novia sea una celebridad… no termino de
procesarlo. No sé si me entiendes.

-Pues no, no entiendo nada.

-Quinn, con quién quieras salir me da igual, pero eso de que se entere todo el mundo… no lo veo.
No me gustaría que te conociesen por ser "la novia de"-entrecomilló con sus manos al decir esto
último. Me gustaría más que te conociesen por ser quien eres. Además, ¿quién me asegura a mí
que esa tipeja no está jugando contigo?

-Rachel es un amor. Si le hubieses dado la oportunidad de conocerte, lo habrías sabido.

-Bueno, el caso es que he tenido que pagarle a esa muchacha miles de dólares para que esa
información no saliera a la luz. Y pensé: ¿Por qué a mí y no a esa estúpida cantante?

-A Rachel también la está chantajeando… No debiste darle nada, mamá.

-¿A ella también?

-Sí, esa chica no es de fiar y sólo va tratando de conseguir dinero a costa de Rachel. Mamá,
deberías habérmelo consultado antes…

-¿Cómo iba a saber yo eso? ¡Si ni siquiera sabía que era tu novia! Solo estaba protegiéndote.

-Mamá, Rachel no es mi novia.

-¿Y el beso?

-Surgió, nada más…

-Entonces… ¿no hay nada entre tú y esa cantante?

-Existe algo entre ella y yo, pero Rachel ya ni siquiera me habla.

-La hija de Michael es un buen partido. Deberías empezar a salir con ella.

-Tú no puedes mandar en mi corazón. Yo quiero a Rachel.

-Pero Rachel ya no está… Ella te ha dejado tirada. Piénsalo.

Y la señora Fabray dejó un tierno beso sobre la cabeza de su hija y se marchó, sin más, dejando a
Quinn más preocupada que nunca.

¿Eres Quinn Fabray?

Había pasado una semana desde que Rachel habló por última vez con Quinn al teléfono. Siete días
con sus seis noches en los que la cantante no había podido casi pegar ojo. ¿Por qué había tenido
que colgarle de esa manera? ¿Por qué no dejarla que se explicara? No lo sabía. La rabia que le
causaba el que se estuviese rumoreando sobre su vida privada le podía mucho más que el amor
hacia Quinn.
El caso es que no había podido dormir y no sabía exactamente por qué. Ella tenía todo lo que
deseaba en la vida, con tan sólo chasquear los dedos, pero se había dado cuenta de que, durante
los días en los que compartió habitación con Quinn, su vida se había convertido en un auténtico
paraíso.

Y todo volvía a comenzar. Las comeduras de cabeza, las noches sin dormir y los muchos cafés que
debían obligarle a estar en pie mientras que su vida profesional tenía que seguir.

La oficina de Santana estaba instalada en un edificio prestigioso de Los Ángeles, en la sexta


planta con vistas al mar. La enorme sala estaba amueblada con una mesa de cristal y un par de
sillas de piel frente al lujoso sillón sobre el que trabajaba Santana. Un par de plantas naturales y
unos cuadros de arte moderno decoraban la habitación, junto a todos los premios que había
conseguido desde que era representante de grandes artistas. Y allí estaba Rachel, en la oficina de
su mánager, intentando salir adelante después de todo lo sucedido.

-No sé qué más hacer… Estoy cansada ya de tanta tontería y tanto paripé-se dejó caer sobre el
sillón de la oficina de Santana.

-Rachel, por favor, no empecemos. Solo tienes que aguantar un poquito más-rodeó la mesa de
cristal y posó su trasero en ella, junto a su amiga y representada.

-No, Santana. Estoy muy harta de todo. Tienes que convocar una rueda de prensa pronto.

-¿Qué insinúas, Rachel?

-Tengo que dejar las cosas claras. No me apetece seguir mintiendo sobre mi vida.

-¿Vas a romper con Brody oficialmente?

-Sí, lo haremos juntos. Lo hemos estado hablando y es mejor que la prensa sepa que lo dejamos
por mutuo acuerdo. Así, ya no habrá más rumores ni desengaños. Estoy muy cansada-resopló
mientras giraba el sillón y desviaba su mirada hacia el ventanal.

-¿Has dormido algo estos días?

-¿Por qué lo preguntas?

-Rachel, pareces un muerto viviente. Y tus ojeras no ayudan mucho.

-He pasado una mala semana.

-¿Ha sido por Quinn?-Rachel no contestó. -¿Me equivoco?

-No, no te equivocas…-atinó a contestar finalmente. -He tenido miles de pesadillas en las que
todas la perdía de alguna forma y todo por culpa de esa estúpida niñata con la que me acosté
hace un par de años.

-Sabías dónde te metías. Te lo dije, y no me gusta decir esa frase… pero te la mereces.

-¿Tan difícil es encontrar el amor verdadero?-volvió a girar el sillón hacia su amiga.

-El amor viene solo, no tienes que estar esperándolo.


-Pues eso digo, que tiene que venir cuando menos puedes atenderlo. ¡La vida es una mierda!

-¡Joder, Rachel! ¡Cómo estamos! De verdad…

-Necesito un descanso. No puedo más, San.

-Pero… pero si acabas de volver de tus vacaciones. No puedes pedirme un descanso cuando la
gira está a punto de comenzar-se levantó de su improvisado asiento muy alterada.

-Siento que no voy a poder estar a la altura. No con este nudo que tengo en el estómago y
sintiendo ganas de llorar a cada paso que doy.

-Sí que te ha dado fuerte con la rubita… Mira, Rachel, si quieres la invito a venir a la presentación
de la gira. Os veis, os achucháis un ratillo… Tú te desfogas y me prometes que estarás al pie del
cañón.

-¿De verdad no te importa?-cuestionó con los ojos vidriosos.

-Rachel, yo quiero lo mejor para ti. Si tan importante es esa chica… No seré yo quien me oponga.
Además, ¿no dices que Brody quiere terminar con lo vuestro?

-Bueno, ha sido un mutuo acuerdo. A él también le ha gustado la idea de no tener que esconderse
con Dyson.

-Pues ya está. Va a ser arriesgado hacerlo antes de lanzar el nuevo álbum, pero si él está de
acuerdo… No hay más que decir.

-¿Así? ¿Tan fácil? ¿Sin reprimendas?

-Rachel, cielo, tú vales mucho y sabes de sobra que no necesitas ir de la mano de ningún figurín
como Brody para que la gente te idolatre-caminó lentamente hacia la morena. -Ya te aman por
quien eres, no tienes que demostrar nada más.

-Y esa conclusión… llega así de repente a tu cabeza… Así sin más.

-En realidad ha sido Brittany la que me ha estado presionando para cambiar de idea.

-¿Britt?

-Sí, cuando tuve que interceptar aquellas fotos tuyas con Quinn, ella estaba en casa conmigo y
me dijo que se te veía muy feliz. Más que nunca. Y eso me dio qué pensar…

-Vaya…

-Y, bueno, no quiero que pienses que has perdido mi apoyo.

-Ya lo sé, tonta-se levantó para abrazar a su amiga.

-Y lo dicho, si quieres la invito para que venga pasado mañana a la presentación de la gira.

-Eso estaría muy bien.


-¿Entonces? ¿Cómo lo hacemos? ¿La llamas? ¿La llamo? ¿Le envío las invitaciones y los billetes
por correo urgente? Tú mandas.

-Déjame probar a mi primero.

Rachel buscó su teléfono móvil y no dudó en teclear el número de Quinn y esperar a que la chica
le contestase. Comenzó a escuchar los pitidos que la alertaban de que la llamada aún estaba en el
aire y, de pronto, el sonido se volvió más rápido e incesante.

-No responde. Creo… creo que me ha colgado.

-¿La has vuelto a llamar después del incidente?-cuestionó con ambas cejas elevadas.

-No, no he tenido tiempo… ¿Debería haberlo hecho?

-¡Dios, Rachel! Eres un completo desastre para las relaciones amorosas. De verdad… ¿a quién se
le ocurre? Estás que te mueres por esa chica y la descuidas… Te recuerdo que las adolescentes
que tanto te gustan suelen guardar rencor por estas cosas; son mucho más vivas que las chicas
de nuestra edad y se toman todo a pecho.

-¡Qué idiota!

-Sí, ¡qué idiota eres! Trae ese número.

Santana le quitó el teléfono de las manos y tecleo el número que aparecía en pantalla en su móvil.
Tres tonos de llamada y allí se encontraba la rubia contestando.

-¿Hola? ¿Quién es?

-Hola. ¿Hablo con Quinn…-echó un vistazo rápido a su amiga y la indujo con la mano a que le
dijese rápidamente el apellido de la chica.

-Fabray, Quinn Fabray-susurró Rachel muy bajito.

-¿Hola?-volvió a exclamar Quinn.

-Hola, perdona. ¿Eres Quinn Fabray?

-Sí, soy yo. ¿Quién me llama?

-Soy… verás… Soy Santana López.

-¿Santana López?-cuestionó con el ceño fruncido.

-Sí, Santana López, la representante de Rachel Berry.

-¿Qué… qué quiere?

-Puedes tutearme, por favor. Verás… Tengo aquí un par de invitaciones para la presentación de la
gira de Rachel Berry en Los Ángeles y me preguntaba cómo podría hacértelas llegar.
-¿Cómo? Espera… ¿Has dicho invitaciones para el inicio de gira? ¿En Los Ángeles? –Quinn
atosigaba a preguntas sin entender nada.

-Necesito saberlo con certeza para poder sacar los billetes de avión a tiempo.

-Perdona, Santana, pero no entiendo nada.

-¡Pásamela!-exclamó Rachel tirando del teléfono de su amiga al escuchar la última afirmación de


la rubia.

-¿Rachel? ¿Estás ahí?

-¿Quinn? Por favor, quiero hablar contigo.

-Déjame Rachel, esto es cosa mía. Por favor…-Santana señaló la puerta para que la chica la
dejase hablar con tranquilidad. -¿Quinn? Perdona, ¿sigues ahí?

-Sí, si… Claro que sigo aquí. ¿Esa era Rachel? ¿Mi Rachel?

-Esto… sí, pero como por lo visto no quieres hablar con ella… será mejor que conversemos entre
nosotras.

-Está bien… dime.

-Lo que te comentaba antes de la interrupción. Rachel ha tenido la amabilidad de invitarte a ti y a


un acompañante para su inicio de gira, aquí, en Los Ángeles. No te preocupes, todos los gastos
correrían a cargo de ella. Yo misma me encargaré de que así sea.

-Lo siento, Santana. No puedo aceptarlo.

-¿Cómo? Pensé que querrías pasar tiempo con Rachel. Tú Rachel…

-Sí, si todo eso está muy bien y me apetece mogollón ir a verla… Pero, verás, mi madre no creo
que me deje volar hasta Los Ángeles para ir de concierto. No sé si me entiendes.

-¿Podría hablar con tus padres? ¿Están en casa?

-En este momento no.

-Quizá yo pueda convencerla…

-No estoy muy segura de ello.

-Bueno, vamos a hacer una cosa. Déjame el número de teléfono de tus padres y yo los llamo más
tarde. Hago la reserva de ese vuelo y te envío el localizador para que puedas imprimirlo en casa.
Las invitaciones te las haré llegar al hotel cuando estés aquí.

-No sé qué decir…

-¿Gracias?-rio simpática la latina.

-¿Y si mi madre no me deja ir al concierto?


-Si tu madre no te deja venir, que no va a ser el caso, yo cancelo todo. No te preocupes.

-Ok, entonces vale.

-¿Vienes? ¡Oh! ¡Eso es fantástico, Quinn! Ya sabes que puedes traer a tu amiga, si así lo deseas…

En ese momento, tras escuchar la última afirmación de su mánager, Rachel atravesó nuevamente
la puerta del despacho de su amiga y se acercó a ella.

-Quiero hablar con ella. Por favor, dile que lo necesito-le comentó muy bajito.

-Quinn, Rachel se pregunta si podrías hablar con ella un momento.

-¿Qué?

-Que Rachel está impaciente por hablar contigo… ¿Le paso el teléfono?

-Está bien…

Santana sonrió a su amiga y le pasó el teléfono delicadamente. Antes de nada, le guiñó un ojo y
le señalizó la puerta dejándole entrever que iba a regalarle una completa privacidad para que
terminase aquella llamada.

-¿Quinn?

-Hola Rachel.

-¿Qué… qué tal estás?

-Pues me alegro de que me lo preguntes después de siete días…

-Lo siento, no he tenido tiempo de hacerlo antes. Y cuando me he decidido, para invitarte al inicio
de gira, me has colgado.

-He hecho lo mismo que tú hiciste conmigo las últimas veces que te he llamado.

-Lo siento, de veras. Estaba… No sé, necesitaba mi espacio.

-Estoy bien, gracias-espetó volviendo al tema anterior.

-Me alegro entonces.

-¿Y tú? ¿Cómo estás?-cuestionó la rubia.

-Pues no muy bien… Me encuentro un poco sola desde que te dejé en Lima.

-Para haberme echado tanto de menos, ni siquiera te has dignado a mandarme un mísero
mensaje.

-¿Y tú? ¿Por qué no lo hiciste tú?

-Te he llamado mil veces.


-Algunas de las llamadas no te las he podido coger por motivos profesionales, Quinn. No tengo un
horario definido y es complicado sacar tiempo para todo.

-Haberme escrito tú, que eras la que se enfadó por mi comentario.

-No, no estoy enfadada. Sólo me molestó porque no me comentaste aquello antes. Si así hubiese
sido, habríamos tenido más precaución en salir a la calle.

-Hablando de precauciones… ¿Sabes algo de Ashley?

-No, ¿por qué?

-Me dio un mensaje para ti la semana pasada. Me dijo que la llamases urgentemente si no querías
que saliesen a la luz algunas fotos nuestras sobre tu estancia aquí. Y, bueno, también tenía un
video de nuestra despedida en el aeropuerto…

-Demasiado tarde. Ya me he enterado de que Santana ha tenido que filtrar algunas informaciones
que se estaban colando hasta en televisión. ¿Me entiendes ahora cuando te dije que no podía salir
a la calle? ¡Es un asco!

-Lo sé, no es agradable para mí. No tiene que serlo para ti tampoco… Por cierto, la muy zorra le
ha sacado dinero a mi madre.

-¿Quién? ¿Ashley?

-Sí, le ha contado todo y no he tenido más remedio que confesarle que me gustan las chicas.
Aunque parece habérselo tomado demasiado bien.

-Eso es una gran noticia, pequeña.

-No, se lo ha tomado bastante bien hasta la parte en la que entras tú. No te quiere ver cerca de
mí.

-¿Y tu padre qué dice de todo esto?

-Mi padre estaría encantado de tenerte en la familia. Eso no lo dudes-rio.

-Al menos le caigo bien a él-se contagió de la risa.

-Sí, él te admira tanto como yo.

-¿Y bien? ¿Vendrás a Los Ángeles?

-Todo depende de mi madre…

-Entonces está un poco complicado, ¿no?

-Un poco, sí… Intentaré que mi padre medie en el tema.

-Me parece perfecto. Tengo ganas de verte.

-Y yo, Rachel. Tengo muchas ganas de ti.


-No más que yo…

-Eso nunca lo sabrás.

-Quinn, tengo que irme. Me están esperando-se despidió viendo cómo Santana entraba de nuevo
al despacho acompañada por algunos miembros de la banda.

-Vale, gracias por llamar. Y por la invitación. Haré todo lo que pueda, te lo prometo.

-Gracias, preciosa. Espero verte pronto.

-Un beso.

-Un beso amor.

2x1

Había llegado el día esperado para Rachel. Por fin iba a poder estrenar el nuevo espectáculo que
daría vida a la gira de verano que se avecinaba. Estaba un poco cansada, nerviosa y muy
emocionada.

Caminaba de un lado para otro en el camerino, mientras esperaba a que la prueba de sonido se
llevase a cabo. No podía controlar todos los nervios que se estaban apoderando de su estómago,
debido a la visita que tendría que recibir en un rato.

Rachel esperaba que Quinn aceptase la invitación de llegar al teatro mucho antes de comenzar el
concierto, para así hablar un poco y destensar el tema sobre lo que eran o no eran. Mientras
llegaba, la cantante seguía caminando por el camerino hasta que escuchó unos golpes en su
puerta.

-¿Quién es?-preguntó alzando la voz.

-Soy yo, Rachel.

-Ah… vale. Pasa, Santana-invitaba a su representante mientras abría la puerta desde el interior.

-¿Estás preparada para la prueba?

-Sí, ya he terminado de hacer mis ejercicios vocales.

-¿Y bien? ¿Debo de preocuparme por algo?

-No, todo está bien.

-¡Genial! En cinco minutos empezamos; los chicos ya están probando-comentó mientras volvía a
salir por la puerta.

-¡Santana! ¡Espera!-la detuvo.

-¿Qué ocurre, Rachel?

-¿Has visto a Quinn? ¿Sabes algo de ella?


-De momento sólo sé que han llegado bien al hotel. Dentro de poco mandaré a Ryder con la
furgoneta para que las traiga hasta aquí.

-¿Vienen entonces?

-Sí, han accedido a coger el pase VIP.

-Genial…

-¿Todo bien?-se acercó nuevamente hacia su amiga elevando su entrecejo.

-Sí, claro… No podría estar mejor. Saber que viene Quinn me calma un poco los nervios.

-¿Nerviosa?

-Sí, demasiado, diría yo.

-Rachel, tranquila. Todo va a salir bien.

-Pero es bastante arriesgado, San…

-Lo sé, tú hazlo lo mejor que puedas, ¿vale? Si notas alguna molestia en la garganta no dudes en
decírmelo.

-Tranquila, si eso ocurre serás la primera en enterarte.

-Bien, vamos para el "stage", por favor.

Y Rachel siguió los pasos de su representante. Lo hacía con paso firme y con los nervios un poco
más calmados. Atravesaba los pasillos saludando a sus compañeros hasta que llegó sobre el
escenario. Se colocó frente al pie de micrófono, que había preparado para ella, y esperó el
comienzo de la prueba de sonido.

El técnico de sonido ya se había asegurado de tener los monitores a punto y apropiados, chequeó
que los músicos estuviesen cómodos y observó su posicionamiento, así como la elección de
micrófonos que iban a necesitar. La banda ya había ejecutado algún tema para que el técnico
pudiese corregir y así saber cómo iba a sonar todo en conjunto. Sólo le quedaba modular a
Rachel.

-Bien, por favor, háblame.

-Un, dos, tres… Probando. Sí, hola… ¿Qué tal chicos?

-Bien, suficiente Rachel. Ahora… probemos un poco los graves, por favor.

La cantante comenzó a gorgoritear en tonos graves para poder comprobarlos. A los segundos,
paró y esperó la respuesta del técnico.

-Perfecto. Una vez más, por favor…

Y repitió la ejecución anterior, cambiando un poco la versión.


-Ok. Ahora vamos arriba.

Rachel prosiguió cantando un trocito de canción y subió hasta la nota más alta que le pedía aquel
espectáculo, para así asegurarse de que no iba a picar en el máximo.

-Ok. Gracias Rachel. Ahora todos, por favor…

Los chicos esperaron los tres repiqueteos de las baquetas de Brittany para dar comienzo al tema
que abriría el concierto. Uno, dos, tres rasgueos de guitarra eléctrica y llegó el turno de Rachel.

-¡Genial! Ya está todo. Muchas gracias a todos-agradecía el técnico de sonido mientras terminaba
de colocarse las últimas marcas en la mesa de mezclas.

-Gracias chicos-se volvió Rachel hacia la banda para agradecerles también su gran labor.

-No hay de qué, jefa-fue Puck el que contestó mientras posaba su guitarra sobre un cajón
metálico.

-¿Todo bien, Rachel?-Marley, preocupada, le preguntaba a la artista.

-Sí, parece que mi garganta está un poco más calmada. Gracias por preguntar-le sonrió a la
muchacha mientras la agarraba por el hombro.

-Espero que el nuevo repertorio guste a la gente.

-Ya verás como sí, Marley-deshizo el agarre de la muchacha mientras seguía caminando hacia el
camerino.

-Ok, guapos, os veo luego. Sed buenos-se despedía de todos los músicos lanzando un beso en el
aire.

La morena no tardó en volver a su camerino y sentarse sobre el único sillón que vestía aquella
pequeña habitación. Ojeó su teléfono móvil, las redes sociales y dejó un "tweet" con la
información del concierto de la noche.

RachelBerry: Camino del Ahmanson Theatre! Ganaaaas! CTGLA Como se sentirá esto lleno?! 2084
plazas y sold out! RachelBerry

Respiró nuevamente profundo y se acercó hacia el espejo que tenía frente a ella. Se maquilló un
poquito y se preparó para el acontecimiento, pues ya no tardarían en llegar los compromisos a los
que tendría que atender. Sin contar que enseguida se reencontraría también con Quinn.

Dos toquecitos en la puerta la alertaron de la presencia de alguien en el exterior.

-Pasa, está abierto-gritó mientras se retocaba por última vez la sombra de ojos.

-Rachel, fuera tengo a la hija del director del teatro. Quiere fotografiarse contigo y que le firmes el
disco. Ya sabes…-comentó Santana desde la puerta, introduciendo sólo su cabeza y dejando el
resto del cuerpo fuera.

-Voy enseguida. Dame dos minutos que me cambie de camiseta.


Y así lo hizo. Cogió la pequeña maleta que traía consigo para el evento y sacó de ella una
camiseta de la nueva colección de merchandising para el tour de verano. En ella se podía leer el
nombre de la canción que daba título al último álbum de la artista: Nothing´s gonna stop me.
Camiseta blanca con letras plateadas y pantalones tejanos, de color negro, fueron las prendas
elegidas para la ocasión.

Tras vestirse, salió al pasillo para recibir a la hija del director del teatro. Sonrió, como siempre, y
le regaló lo que la niña deseaba: una foto y un autógrafo. Primer compromiso de la noche
totalmente superado.

-Santana, ¿ha llegado Quinn?-preguntó mientras alejaba a su manager del resto.

-Ryder las ha dejado en la puerta del teatro y creo que han ido a tomar algo antes de entrar. Ya
les dije que las llamaría en cuanto pudiesen venir a verte.

-Gracias.

-No estés nerviosa, Rachel. Hasta que no queden unos 45 o 30 minutos para el comienzo, no
pienso llamarlas. Mientras tanto… ya sabes, ve a comer algo y relájate, por favor.

-Voy ahora mismo.

Y mientras Rachel caminaba hacia la cafetería de trabajadores del teatro, Quinn y Dani lo hacían
hacia un bar cercano, en el que se podía leer un letrero en la puerta que decía "2x1 en cerveza".
No lo dudaron ni un segundo.

-Buenas tardes chicas. ¿Qué les pongo?

La camarera del bar era toda una lesbiana en condiciones. Desde que la habían visto desde el
exterior, sus radares lésbicos sabían que aquella muchacha estaba loca por las mujeres. Rellenita,
de pelo corto y vestimenta masculina, la muchacha sonreía a las chicas mientras pretendía
tomarles nota.

-Un par de cervezas, por favor-comentó la disc-jockey.

-¿Venís por el concierto de Rachel Berry?

-Sí, así es…-fue Quinn la que contestó a esto último.

-¡Anda! Canta muy bien esa chica.

-Sí, la verdad es que nos encanta-prosiguió Quinn.

La camarera fue a por las cervezas tras la barra y enseguida se las dejó sobre la mesa.

-Y a esto invita la casa-dijo la chica dejando unas patatas fritas y aceitunas junto a los botellines
de cerveza. -¿Hace mucho tiempo que la seguís?

-Yo la he visto ya varias veces en concierto.

-Para mí es la primera vez… Espero que no me defraude-sonrió simpática Dani.


-Pues parece que me va a llenar el bar esta tarde… Mirad cómo se está poniendo la cosa con
chicas que llevan su camiseta puesta.

-¿Tienes algún CD para ponerlo? Seguro que si lo haces, atraerás más gente-comentó Quinn
pegando un trago a su primera cerveza.

-Es una buena idea, pero no lo tengo…

-Yo tengo uno en mi bolso, espera-Dani sacó el disco de su bolso y se lo prestó a la camarera.

La chica, contenta, se fue hacia el equipo de música para cambiar la que tenía puesta y así dejar
patente que, aquella tarde, era la tarde de Rachel Berry en su local. No tardaron en llegar los
gritos de las fans y los primeros tarareos de la canción número uno del CD.

-Perdonad, ¿venís al concierto?-preguntó una muchacha perteneciente a un grupo de chicas que


se había situado en una mesa cercana a Quinn y Dani.

-Sí-contestó Dani.

-Soy Tina, encantada-tendió la mano a las chicas para presentarse.

-Soy Dani-le estrechó la mano.

-Yo soy Quinn-imitó el gesto de su amiga.

-Mis amigas y yo nos preguntábamos si queríais echar una partida a los dardos con nosotras.

-Nos encantaría-contestó sin pensárselo Dani.

La partida de dardos ya había dado su comienzo hacía unos 30 minutos y allí seguían debatiendo
por ver quién era la mejor lanzadora. A la vez que jugaban, la camarera no paraba de cambiarles
las botellas de cerveza por una nueva, cuando éstas estaban casi terminándose. Y fue así cómo
surgió la amistad con ella.

-¡Hey! ¿Quieres jugar con nosotras? ¡Nos falta una!-comentó Dani a la camarera.

-Verás… No debería. Estoy trabajando.

-¡Venga ya! Si todas las que estamos aquí somos del club de fans de Rachel. Puedes dejar un rato
la barra. ¡Venga!-Quinn tiraba del brazo a la camarera que ya se integraba en el juego.

-¡BIENNN!-gritaron al unísono el resto de las chicas al ver cómo la camarera iba a jugar una
partida con ellas.

-Eres una tía de puta madre-espetó Dani ya medio borracha.

-Gracias, vosotras también lo sois.

Y la juerga siguió entre partidas de dardos, música y cervezas. Medio club de fans de Rachel Berry
se había abarrotado en aquel minúsculo bar y había provocado que aquella pobre camarera
hiciera el agosto en su caja en tan solo unas horas.
-Creo que te está sonando el teléfono, Quinn-Dani se acercó a la oreja de la rubia para decírselo.

-Voy.

La rubia buscaba entre su bolso y consiguió sacar el dispositivo móvil para recibir la llamada. Era
Santana y no tardó en cogerlo.

-¿Dígame?

-Quinn, soy Santana López. ¿Podemos vernos dentro de cinco minutos en la puerta trasera del
teatro?

-Sí, claro. Allí estaremos.

-Gracias. Os veo ahí.

-De… de nada. Ya vamos.

Y Quinn cortó la llamada y volvió a dejar su teléfono en el bolso. Acto seguido, se bebió de un
trago toda la cerveza, que le quedaba en la última botella, y se acercó a la barra para pagar.

-¿Cuánto es?-gritó a la camarera que apenas podía escuchar por el barullo de gente.

-Son 10 dólares.

-¿Todo?-preguntó incrédula.

-Todo, preciosa. Me habéis llenado el local… Es lo menos que puedo hacer.

-Ok, toma-dijo mientras entregaba el dinero a la camarera.

-Espera, te devuelvo el CD de tu amiga.

-No, tranquila, quédatelo. Es un simple CD grabado, no tiene importancia.

-Gracias de nuevo-agradeció la camarera guiñando un ojo a la rubia.

Quinn se acercó hacia Dani y recogió sus cosas. La disc-jockey, al ver la reacción de ésta, la imitó
e hizo lo mismo con las suyas.

-¿Vamos?-preguntó a la DJ.

-Voy a pagar lo mío…

-No, tranquila, ya está pagado todo.

-¿Todo? No tenías por qué Quinn. ¡Hemos bebido un montón!

-Tranquila, me han hecho precio especial de la casa. Entre el 2x1 y que le hemos llenado el local…
¿Qué más quieres? Por cierto, se ha quedado tu CD con las mejores canciones de Rachel Berry.

-Bueno, no importa. Ya grabaré otro.


-Eso pensé yo.

No tardaron en llegar a la puerta trasera del teatro donde una impaciente Santana ya estaba
esperándolas. Al principio se quedó un poco paralizada al notar que la chica que acompañaba a
Quinn no era la misma que ella creía que iba a venir al concierto.

-Hola Quinn. ¿Qué tal?-saludó Santana simpática.

-Hola Santana. Espero que no te importe que me haya acompañado ella en lugar de Kitty…-
comentó al notar la continua mirada de la latina hacia la DJ.

-No, tranquila. No pasa nada.

-Kitty no podía venir, así que se lo pedí a ella. Es Dani.

-Hola Dani. Encantada-tendió la mano a la chica.

-Igualmente, Santana-estrechó la mano de la latina.

-Bueno, vamos, que Rachel os lleva esperando desde hace un buen rato.

Quinn y Dani siguieron los pasos de Santana por el interior del teatro hacia el lugar donde Rachel
las iba a recibir. No perdieron ni un minúsculo detalle de todo lo que estaba aconteciendo allí
dentro, cuando aún faltaban algunos minutos para dar comienzo al espectáculo. Y allí estaba ella.
Rachel Berry lucía sonriente una de las camisetas temáticas de la gira mientras las esperaba
impaciente.

-Ho… Hola Quinn-saludó a la muchacha mientras miraba de reojo a Dani.

-Hola Rachel. ¿Qué tal?

-Bien… Aunque ahora que estás aquí, mucho mejor-sonrió mientras seguía sujetando las manos
de la muchacha. –Creí que vendrías con Kitty…

-¡Ah! Perdona, no te la he presentado. Ella es Dani. Es una amiga.

-Hola Rachel-se acercó para dar dos besos a la muchacha.

-Hola Dani-tendió su mano para no tener que dejarle los besos sobre la mejilla.

Dani reaccionó a tiempo y retrocedió en sus pasos hasta estrechar la mano de la cantante.

-Un placer-sonrió la DJ.

-El placer el mío…-sonrió falsamente mientras seguía repasándola con la mirada.

-¿Podemos hablar un momento, Quinn?-miró a ambas chicas. -A solas… por favor.

-Sí, claro… Dani, espérame aquí. Vuelvo en un momento-comentó fijando su mirada en la


pequeña rubia.

-Está bien, no me muevo de aquí…


-Tranquila, te llevaré ya a tu lugar en el patio de butacas. Tomas asiento y esperas allí, ¿vale
bonita?-Santana la agarraba del brazo y la guiaba hasta su lugar frente al escenario.

Mientras tanto, Rachel arrastraba a Quinn hasta su camerino y cerraba la puerta con cerrojo para
impedir que nadie pudiese interrumpirlas hasta que ella lo deseara.

-Te echaba mucho de menos…-espetó mientras empotró a la rubia contra la pared.

-Y yo a ti, Rachel.

¿Te apetece?

Rachel ya estaba demasiado encaprichada con aquella adolescente como para volverse más loca
aún de lo que ya estaba. Sólo con mirarla conseguía que todos sus sentimientos se vieran
completamente enfrentados a su razón. Y es que la rubia, para haberle robado el corazón, no
tenía aún la mayoría de edad que daría luz verde a su romance.

-¿Cómo es que no has venido con Kitty?-preguntó curiosa entre beso y beso.

-No ha podido venir. Por eso invité a Dani.

-Dani… ¿de qué me suena esa chica?-elevó una de sus cejas esperando una respuesta.

-Es disc-jockey del bar en el que nos encontramos en Columbus.

-Sí, la misma chica con la que te besabas… ¿Es tu novia?

-¿Por qué todo el mundo no para de preguntarme lo mismo?-se separó un poco de Rachel. -No,
no es mi novia. Es una amiga, nada más.

-Ok, te creo.

Rachel se volvió a acercar a la rubia y la agarró por la cintura.

-Es sólo que pensaba que íbamos a tener un momento para nosotras… A solas.

-Lo siento, Santana debió ser más clara entonces.

-Creí que al invitarte lo captarías.

-Soy un poco corta, a veces. Lo siento-se volvió a disculpar la rubia.

Y nuevamente se volvieron a buscar con la mirada, provocando que sus labios se juntasen de
manera más fuerte. Lo hacían como muchas otras veces lo habían hecho ya, durante sus días en
Columbus. Se buscaban y ambas se recibían con la misma calidez que el primer día.
Definitivamente ambas habían perdido la cabeza.

-Lo siento, siento no haberte llamado en todos estos días-fue la morena quien rompió el último
beso.

-No pasa nada. Tenías razón, yo tampoco insistí demasiado…


-Pero te lo prometí –apretó sus labios.

-Bueno, no pasa nada. ¿Vale?

-He decidido romper con Brody.

-¿Ah, sí? Eso es estupendo. ¿Cuándo?

-Daremos una rueda de prensa la próxima semana para aclararlo todo y decir que es una ruptura
por mutuo acuerdo. Algo que puede beneficiarnos a los dos.

-Me alegro mucho, Rachel. Ahora podrás vivir tranquilamente tu vida…

-Bueno, no creo que muy tranquilamente, pero… al menos ya no tendré que seguir mintiendo.

-Es una buena noticia-posó sus labios sobre los de Rachel por última vez en ese lugar.

-Lo sé, estoy deseando hacerlo.

Y segundos más tarde, la puerta volvía interrumpir en aquel camerino que tantos momentos
bonitos le había dado a Rachel hasta el momento. Recuerdos que iba a grabar a fuego en su
corazón y que recordaría hasta el momento que la volviese a ver.

-Chicas, tengo que llevarme a Rachel. Es la hora-Santana asomó su cabeza por la puerta tras
dejarle paso.

-Ok, ya voy. Un minuto solo.

-Ok, te doy un minuto.

-Quinn, gracias por venir. ¿Te veo después?

-No lo sé, no quiero dejar a Dani sola.

-Te esperaré en el bar de tu hotel. Si no te apetece bajar, avísame al teléfono, por favor-dijo esto
mientras apuntaba en un papel un número de teléfono.

-¿Y este teléfono?

-Es uno nuevo. Muy personal… Por favor, no lo pierdas. Llámame.

-Tranquila, lo guardo enseguida en mi móvil.

Y Rachel abandonaba el camerino para dejar a Quinn atrás. Mientras caminaba, volvía su mirada
hacia la adolescente. Lo había hecho en varias ocasiones y en todas no supo dejar de sonreír
hasta que la perdió de vista.

Quinn, nerviosa y sin saber qué hacer, empezó a caminar en dirección hacia la puerta para poder
entrar al patio de butacas y coger asiento donde le pertenecía. Además, había pasado tanto
tiempo que Dani debería estar cansada de esperar.

-¡Quinn!-gritó alguien desde la otra punta del pasillo.


-¡Hey! Santana, no te había visto…

-Tranquila, no me he olvidado de ti-sonrió a la muchacha. –Espero que lo hayáis pasado bien-le


guiñó un ojo y la cogió por los hombros.

-Bueno, ha sido muy cortito.

-Lo sé, luego podréis tomar algo si así lo deseáis. Vamos, te llevo a tu sitio.

-Gracias por todo.

-A ti por venir. Era muy importante para Rachel.

Quinn se sonrojó y caminó junto a la latina hasta llegar a su sitio. Dani la esperaba con el teléfono
en mano, jugando a un típico juego de puzzle y sin perder la sonrisa nada más verla.

-Hola guapa.

-Hola Dani. Siento haber tardado tanto.

-No te preocupes, he estado entretenida-alzó su mano con el dispositivo móvil en ella. –Parece
que Rachel te conoce demasiado bien…

-No, qué va… Tampoco te creas. Hemos coincidido un par de veces.

-¿Y tanta estima te tiene?-se interesó nuevamente mientras Quinn tomaba asiento.

-Alguna-sonrió.

-Parece que vienes demasiado contenta. ¿O me lo parece a mí?

-Serán apreciaciones tuyas…-rio un poco nerviosa.

-Ya… ¿Me vas a contar qué ha pasado ahí dentro?

-Shh… por favor… No hables más del tema aquí. No es el lugar más adecuado.

Quinn miraba a su alrededor y veía cómo la gente comenzaba a tomar sus asientos y cada vez se
iba llenando, aún más, el teatro. Ellas, en primera fila, esperaban atentas mientras la banda ya se
colocaba en su lugar.

-Ya empieza-golpeaba Quinn en el brazo de su amiga repetidas veces.

-Lo sé.

-¿Nerviosa?

-Un poco, es la primera vez que la veo en concierto.

-Te va a encantar-le sonrió.

-Eso espero.
Y la música rompía en el teatro por primera vez en aquella noche, con una canción
titulada "Stronger than ever", en la que Rachel se aseguraba de rasgar su voz todo lo que podía
para estar a la altura.

Y había pasado más de una hora y media en la que la morena había estado cantando todo el
repertorio del disco que estaba promocionando en este momento y algunos grandes éxitos de los
anteriores.

-Y ahora, para cerrar la noche de hoy, el single que da título a éste disco "Nothing´s gonna stop
me". –Gracias por haber venido. ¡Nos vemos en la gira!

Y tras pronunciar la última palabra, Rachel notó cómo sus cuerdas vocales se tensaron demasiado
y rompían su voz produciendo que ésta se entrecortara. Un intenso dolor se instaló en ella de
oreja a oreja y sentía cómo si tuviese algo atorado en la garganta.

Se giró e hizo un gesto a Marley que ésta entendió a la perfección, debía cubrirla un poco para
que no se notase lo que estaba pasando por ella en aquel momento. La música ya había
comenzado y una tímida Rachel comenzó a cantar, pero de manera un tanto frágil. Marley tuvo
que hacer el resto y gracias a ella, pudo salvar el final de la actuación.

-Rachel, por favor, dime que lo que ha pasado esta noche no es nada importante-se acercó
Marley hasta el camerino de la cantante para preguntar.

-Estoy bien, es sólo que he sentido que podía fallar. De ahí que te pidiese tu apoyo.

-Lo sé, pero he tenido que hacerlo más de la cuenta. Tú nunca has bajado tanto…

-¿Crees que la gente lo habrá notado?

-No creo, Rachel. Nuestros timbres se parecen bastante, no te preocupes.

-Eso espero, la verdad-suspiró nerviosa. –Gracias Marley. Gracias, de verdad.

Rachel tendió su mano a la corista y la acarició en agradecimiento por el gran esfuerzo que había
hecho esa noche para salvarla en directo.

-Santana, un momento…-interrumpió a la latina que caminaba rápidamente por el backstage. -


¿Se ha ido ya Quinn?

-No lo sé, ¿por qué? ¿Necesitas algo?

-Quería hablar con ella, pero si se ha ido ya… no importa.

-Puedo ir a buscarla si quieres.

-Gracias.

Rachel no dijo nada más, agradeció el gesto de su amiga y salió por la puerta trasera del teatro
para fumarse un cigarrillo. Fatal. La primera calada que daba al dichoso cigarro le hizo más mal
que bien y tuvo que acabar apagándolo mientras bebía un trago de agua.
-Perdona, Rachel, ¿puedes hacerte una foto conmigo?-una muchacha se acercaba tímida hacia
ella.

-Un segundo bonita.

Rachel posó la botella de agua sobre el escalón de la puerta en la que se situaba e hizo un gesto
para que la muchacha se acercase. Sonrió, como siempre solía hacer, y se echaron la fotografía.

-Gracias, Rachel.

-De nada…

Tras ésta chica, comenzaron a llegar unos cuantos más. Doce para decir verdad, pues Rachel los
había contabilizado a la misma vez que iban llegando. Se le fueron sumando otros tantos y no
pudo soportarlo, pues se veía acorralada por una gran multitud.

-Chicos, esta noche estoy muy cansada. Si queréis nos hacemos una foto grupal y nos vemos en
otro momento, ¿vale?

Los fans asintieron y accedieron a la petición de la morena. Se acercaron a ella y fue justo cuando
la volvió a ver entre la aglomeración. Allí estaba Quinn y no pudo dejar de sonreír al saber que
aún no se había marchado. El novio de una de las muchachas realizó la fotografía y se acercaron
para besar a la cantante antes de marcharse.

-¡Rachel! ¡Estás aquí!-exclamó la latina al verla en la puerta trasera.

-Sí, Santana. Ya voy-se giró para hablarle a su manager mientras comenzaba a besar al último
grupo de fans que le quedaba.

-Lo siento, chicos. Me tengo que marchar ya. ¡Nos vemos en el próximo!-lanzó un beso al aire y
sonrió a todos los presentes.

Por última vez, cruzó su mirada con la de Quinn y le guiñó un ojo. Sabía que la rubia agradecería
aquel gesto y lo supo cuando la sonrisa de ésta le revolvió todas las mariposas que se habían
instaurado en su estómago desde hacía tiempo. Ella era la chica que había roto todos sus
esquemas. Esquemas que Rachel intentó hilar una y otra vez para poder pasar la noche con ella.

-¡Hey! ¡Pensé que no vendrías nunca!-Rachel se levantó para recibir a una reluciente Quinn.

-Hola Rachel-dio dos besos a la cantante.

-¿Dónde te has dejado a tu lapita?-bromeó simpática.

-Mi lapa, como tú dices, lleva dormida profundamente desde hace un rato-sonrió también.

-¿Por qué tardaste tanto entonces?

-Estaba preparándome.

-Ven, tenemos una mesa reservada.


Rachel dejaba paso a la adolescente y la acompañaba hasta la mesa que tenía reservada para
ellas. Una mesa que estaba separada del resto gracias a unos biombos.

-Gracias por acceder a venir a esta cita.

-¡Ah! ¿Esto es una cita?-elevó sus cejas un tanto sorprendida.

-Eso pretendía…-se ruborizó vergonzosa.

-Bueno, pues aquí estoy. Tú me dirás…

-¿Un poco de vino espumoso? ¿Champagne?

-¿Celebramos algo?

-Que nos hemos vuelto a ver-sonrió mientras sacaba las botellas de una cubitera que ya estaba
preparada junto a la mesa.

-Ok, champagne entonces-sonrió tímida.

-¿Qué tal va todo? ¿Me dijiste que tu madre parece entender lo tuyo?-empezó a descorchar la
botella.

-Sí, eso parece… Es ella la que quiere que esté cerca de Dani porque es la hija del alcalde de
Columbus. Y, bueno, no me viene mal como excusa para salir de casa. Ya sabes… ella es mi
coartada.

-Así que es eso lo que te una a ella. Es bueno saberlo-sonreía mientras vertía el líquido en las
copas.

-¿Acaso lo dudas?

-No sé, ya la besaste una vez…

-No te preocupes, Dani no me gusta. Ya te he dicho que es como mi tapadera para escaparme.

-Pero tú le gustas…-preguntó mientras sorbía su primer trago.

-Ella ya sabe que estoy enamorada de otra persona.

-¿Ah, sí? ¿De quién? Si puede saberse, claro…

-No sé… de una pequeña morena, cantante, de sonrisa bonita y ojos penetrantes, quizá.

Rachel esbozó una gran sonrisa que llenó todo el lugar. Oír aquello de los labios de Quinn era lo
que más ansiaba en el mundo. ¿Por qué se había encaprichado de esa chica? ¿Acaso estaría
volviendo a enamorarse de quien no debía?

-¿Haces algo la semana que viene?

-Termino ya el instituto. No creo que tenga planes, ¿por?-bebía ella también su primer trago.
-Quería hacerte una invitación especial. Verás… Quisiera que vinieses conmigo de gira por todo el
país. ¿Qué me dices?

-Que estás completamente loca…

-Vente, tráete a Dani si quieres. Ya le buscaremos compañía.

-¿Estás loca? ¿Cómo se te puede ocurrir tal cosa?

-Estoy loca, pero por ti.

-¿Y quién vamos a buscarle como compañía?

-¿Marley?

-¿Acaso Marley es lesbiana?-se sorprendió arrugando su ceño.

-No sé, quizá sienta curiosidad…-se rio nerviosa. –Ya sabes lo que dicen de probar alguna vez con
alguien de tu mismo sexo.

-No creo que sea buena idea, Rachel.

-Hazlo por mí, Quinn. Ven, va a ser muy divertido…

-¿Antes o después de tu ruptura con Brody?

-Intentaré adelantar la rueda de prensa. ¿Qué me dices? Tú, yo y una gira por delante. ¿Te
apetece?

-Está bien, Rachel. Iré contigo donde me pidas.

Ruptura

-Buenos días a todos. Quería daros las gracias por acceder a venir a esta rueda de prensa que
Rachel Berry ha querido realizar de manera urgente-habló por primera vez Santana.

En aquella mesa, junto a Santana, se encontraba una nerviosa Rachel que quería terminar con
aquello lo antes posible. Brody, junto a la morena cantante, también sonreía nervioso porque para
él aquella rueda de prensa iba a ser doblemente importante; junto a él, su representante activaba
su micrófono para tomar la palabra.

-Buenos días a todos. Yo también quería dar las gracias de parte de mí representado, Brody
Weston, por acudir con tanta rapidez y tomaros las molestias por venir hasta aquí.

Los cuatro se miraron con incertidumbre para saber quién sería el que rompiese el hielo para
comenzar la rueda de prensa. Fue Santana quien volvió a pulsar su micrófono, dejando éste al
aire, para hablar ella nuevamente.

-El comunicado que nuestros representados, Rachel y Brody, vienen a daros hoy es tan
importante, que han decidido ser ellos quienes os den la noticia de primera mano. Por lo que os
ruego que escuchéis ambas partes antes de comenzar con la tanda de preguntas. Gracias.
Adelante Rachel.
La morena pulsó el botón que dejaba su micrófono al aire, carraspeó y se volvió a colocar bien
sobre su silla. Miró a Brody, sonrió y comenzó su discurso.

-Como bien saben todos, yo soy Rachel Berry y, tanto el señor Weston como yo, hemos querido
hacerles partícipes de una noticia. Hemos querido realizarlo de esta manera porque mandar un
comunicado de prensa nos parecía un tanto frío y poco cercano. Así que, si Brody no se impone,
voy a ser yo quien sea la que hable por esta vez.

El chico encendió su micrófono y se limitó a sonreír mientras daba luz verde a la morena.

-Tranquila, Rachel, te cedo la palabra.

-Bien, pues esto es algo que para nosotros es muy importante y que nos apena contaros, pero no
podíamos dejar pasar más tiempo. Yo sólo espero que la gente lo comprenda y que no nos odie
por lo que estamos a punto de hacer público.

Un muchacho, de entre los periodistas, levantó su mano pidiendo que le cediesen la palabra.

-He dicho que nada de preguntas hasta que finalice mi representada. Gracias-espetó Santana
seriamente.

-Está bien, Santana, no te preocupes. Adelante, ¿cuál es tu pregunta?-Rachel accedía a contestar


a aquel periodista.

-Señorita Berry, ¿Os casáis? ¿Es esa la noticia?

-Me temo que voy a tener que contestar negativamente a esta cuestión. La verdad es que no
tenemos planes de boda porque lo que queremos deciros es que el señor Weston y yo hemos roto
definitivamente.

Durante unos segundos, la sala se quedó completamente en silencio y todos los presentes se
miraban unos a otros de forma incrédula. No podían creer lo que estaban escuchando en la
declaración de la cantante. Rachel y Brody parecían ser la pareja más fiel y duradera del
momento; no les cuadraba para nada. Enseguida, una avalancha de manos se alzaba para ser los
primeros en cuestionar.

-Entiendo que todos tengan preguntas y cuestiones que hacer, pero primero les voy a comentar
un poco lo que pensamos Brody y yo. En realidad, nuestra ruptura la realizamos por mutuo
acuerdo. No ha habido infidelidad por parte de ninguno, tal y como pensarán algunos de los
presentes. Nuestras agendas son completamente incompatibles y casi no pasábamos tiempo
juntos. Brody, si quieres sumar algo más…

-Simplemente se nos acabó el amor. Rachel y yo seguimos siendo buenos amigos, pero nada
más. No se extrañen si nos vuelven a ver juntos porque lo más seguro es que ocurra en más de
una ocasión, pero no quiero que luego se malinterpreten las cosas.

Después de que Brody mirase detenidamente a Santana, ésta volvió a tomar la palabra para dar
comienzo a la rueda de preguntas.

-Ahora sí, señores. Pueden comenzar sus cuestiones de uno en uno, por favor. La chica de los Mtv
será la primera en preguntar. Gracias.
-Gracias señorita López. Sin duda esta terrible noticia nos ha dejado completamente helados. ¿No
existe ninguna posibilidad de que vuelvan a darse una segunda oportunidad?

-No, no la hay. Como ha dicho Brody, solo seremos buenos amigos-contestó Rachel.

-Esta cuestión déjenme que la conteste yo-soltó Brody. En realidad, Rachel y yo tenemos otras
expectativas con respecto al amor. Ya no sólo nuestro trabajo nos imposibilita vernos o pasar más
tiempo juntos, es que existen otras razones por las que ella y yo ya no vamos a volver a darnos
una oportunidad. Sé que es un poco arriesgado decir esto hoy, justo cuando queda poco para que
salga mi nuevo álbum, pero quien no arriesga, no gana. En realidad, hemos roto por mutuo
acuerdo pero yo soy el mayor culpable.

-¿Tiene algo que ver con su forma de ser, señor Weston? ¿Hay algo en su personalidad que no
termina de llenar a la señorita Berry?-cuestionaba un muchacho de gafas, perteneciente a una
revista del corazón, tras asentirle Santana y cederle la palabra.

Antes de que el muchacho pudiese contestar a aquella pregunta, nuevamente una chica de la
revista "Rolling Stone" interrumpía.

-¿Es usted gay? Hace mucho tiempo, nuestros lectores se cuestionaban esta pregunta y la verdad
creo que es un buen momento de hacerlo público, si es que fuese esto cierto.

-No me dejan terminar. Lo primero, no tiene nada que ver con mi forma de ser. ¿No es cierto,
Rachel?

-Sí, es cierto. Brody es una buena persona y tiene una personalidad muy fascinante y arrolladora.
No es por eso por lo que hemos decidido romper.

De nuevo Rachel volvió a quedarse en silencio, dejando que Brody prosiguiera con su discurso.

-Si me permitís, continúo. Yo he sido muy feliz al lado de Rachel durante este tiempo. Hemos sido
una pareja ejemplar y un modelo a seguir para los chicos de ahí fuera, pero es cierto que hay algo
de verdad en aquello que se preguntan sus lectores. No es que sea gay, soy bisexual, y no me
gustaría tener que posicionarme en un bando u otro tan solo para que la prensa esté más
contenta.

-Por lo tanto, ¿quiere decirnos usted que su bisexualidad ha sido un impedimento en la relación
que mantuvo con Rachel Berry?-preguntaba el siguiente periodista.

-El hecho de que sea bisexual no es lo que nos ha llevado hasta aquí, pero sí el hecho de estar
empezando a enamorarme de otra persona. Antes de la que la cosa fuese a peor, decidimos
romper con todo.

-¿Está usted con otra persona en este momento?-cuestionó una muchacha de pelo rizado y ojos
verdes.

-Mentiría si dijese que no es así.

-¿Esa nueva persona que hay en su vida es un chico?-volvió a cuestionar la misma chica.

-Lo es, sin duda.


-Señorita Berry, ¿cómo se siente usted al respecto?-comentó uno de los periodistas de un
programa televisivo.

-Supongo que no tengo nada que decir al respecto. Si él es feliz así, yo también lo seré. Hemos
quedado como buenos amigos.

-¿Seguro que no siente celos por ese chico que ha conseguido conquistar el corazón del señor
Weston mientras usted tenía que prestar más atención a su trabajo? ¿Se arrepiente de no haber
dado más importancia al amor?-comentaba la periodista perteneciente a la revista Marie Claire.

-Para nada, nuestro amor ya estaba decayendo mucho antes de que él se fijase en otra persona.
Es solo que hemos intentado salvarlo, sin llegar a ninguna parte, hasta que ya no pude más.

-Entonces, ¿es usted, señorita Berry, quien ha decidido hacer su ruptura pública?

-Ha sido por mutuo acuerdo, pero sí, yo tomé la iniciativa en realizar esta rueda de prensa.

-¿Ha sido por él o tiene usted en mente a otra persona también?-volvió a cuestionar la chica de la
Rolling Stone. -¿Es la chica con la que la han fotografiado en las últimas ocasiones?

-A partir de ahora, yo no voy a hablar de mi vida privada, lo siento.

-¿Eso es un sí?

-El día que encuentre a otra persona, lo haré público. No deben de preocuparse por ello.

Sin más, Rachel miró a su representante para poner fin a aquella rueda de prensa que ya estaba
empezando a indagar más de la cuenta en su vida privada.

-Lo siento, la rueda de prensa ya ha finalizado. Sin más, gracias por su presencia-Santana dijo
esto último mientras se levantaba de su asiento.

Rachel se despidió de Brody con un tierno abrazo y ambos posaron durante unos segundos para
las cámaras. Después, la cantante salió del lugar de la rueda de prensa para adentrarse en el
coche de Santana. Ya en el asiento del copiloto, suspiró mientras miraba a su manager que
emprendía la marcha de vuelta a casa.

-Has estado muy bien.

-Gracias, el final ha sido un poco complicado. Pensé que no íbamos a salir de esta.

-Tranquila, Rachel. Tú ya sabes… No tienes que decir ni más ni menos. Nadie tiene por qué
enterarse si estás o no estás con otra persona. Eso sí, ya sabes que éstos días vas a estar en el
punto de mira.

-Lo sé, va a ser un poco complicado para salir, ¿verdad?

-¿Qué tienes pensado hacer antes de ir a Nueva York para el primer bolo?-giró su mirada hacia
Rachel por unos segundos.

-Antes de ir para Nueva York tengo que pasar por Lima.


-¿Ha pasado algo con Ashley?-frunció su ceño.

-No, es por Quinn.

-¿Le ha pasado algo a ella?

-No, me han avisado de que es su cumpleaños y Kitty quería que le diese una sorpresa.

-¿Por qué no estoy enterada de eso?-volvió a girarse un poco alterada.

-¿De la fiesta sorpresa? Pensé que no te interesaba mi vida personal…

-No, de lo que cumpleaños… La fiesta me da igual.

-¿Algún problema?

-¡Ah! No, no es por nada… Es porque entonces Quinn ya cumple sus dieciocho, ¿no?

-Así es…

-Entonces ya sí que no tengo impedimentos para ti. Aún me preocupaba un poco que te pillasen
con la niña y que tuviésemos problemas por culpa de su edad.

-No hables así de Quinn, por favor.

-Esto facilita muchos las cosas, ya lo sabes…

-Lo sé, por eso le he pedido que venga a la gira conmigo.

-¿Que le has pedido qué? ¡Rachel, estás loca! Una cosa es que esté de acuerdo en vuestra
relación y otra muy distinta es que apruebe cada locura que se te pase por la cabeza.

-Mira, me da igual lo que pienses. Yo metí a Brittany en mi banda para que pudiese venir contigo
a todos lados. No puedes reprocharme a mí que Quinn venga con nosotras. Además, soy yo la que
paga, ¿no es cierto?

-No sé, Rachel… ¿No te parece un poco precipitado?

-No, estoy segura de que ella es diferente a las demás. Es más, tenía que proponerte algo…
Quiero que Quinn sea la presidenta del club de fans, hay que mirar alguna forma de echar a
Ashley de ese cargo.

-Bueno, no creo que haya problema porque técnicamente tú tienes la potestad de decidir quién
lleva ese cargo.

-Pues ya me estás buscando cómo hacerlo y la manera de convencer a Ashley sin que se oponga
y monte un escándalo.

-Podríamos esperar a la mayoría de edad de Quinn.

-¿Para?
-Porque si vuelve a amenazarme con tus videos y fotos ya me dará completamente igual que
salgan a la luz. Estás soltera, sin compromiso… Y saliendo con una muchacha completamente
adulta. ¡Es perfecto!

-Vale, de todas formas sólo quedan un par de días para el cumpleaños de Quinn.

-Perfecto, tengo tiempo suficiente para preparar el papeleo y, no te preocupes, ya me encargo yo.

-Sabía que no me fallarías.

Rachel se acercó un poco más a su amiga y dejó un beso sobre su mejilla.

-¿Qué te tengo dicho de las muestras de cariño?-comentó molesta.

-Anda, no seas boba. Si lo estabas deseando…

-Rachel…

-Vale, ya me callo-rio para sí misma.

La latina comenzó a estacionar el coche en la puerta de casa de Rachel y, cuando terminó la


maniobra, se giró para mirar a su amiga.

-Me alegro de que al final lo tuyo con Quinn vaya a ser posible. De esta manera ya me quedo más
relajada y tranquila. Entiende que antes estaba un poco nerviosa por si te metías en líos.

-Lo sé, no tienes que disculparte-durante unos segundos, acarició la mano de su amiga que aún
se posaba sobre la caja de cambios.

-Es muy difícil ser tu representante y amiga a la vez. Mi corazón me dice una cosa, pero ya sabes
que yo tengo que mantener la cabeza bastante fría para que tengas los pies en el suelo
constantemente. Sólo espero que no me odies por todo lo que te he hecho pasar.

-Tranquila, todo este tiempo en el que me has mantenido alejada de ella me ha servido para
darme cuenta de que no era un capricho más. Ella es… Ufff, es que tienes que conocerla. Es tan
cariñosa y dulce… Me muero de amor con ella. Los días que pasé a su lado fueron preciosos… Es
que no puedo describirlo de otra forma.

-Amiga, me alegro de que por fin puedas conocer lo que es verdaderamente el amor.

-Gracias Santana.

-No tienes por qué dármelas.

Y la latina se desabrochó su cinturón de seguridad para quedar más libre y poder acercarse a su
amiga y darle un gran abrazo. Un abrazo que las mantuvo ahí por algunos minutos y que ninguna
quería romper.

-¿Cuándo te marchas para Lima?-fue Santana la que interrumpió aquel bonito momento.

-Mañana cojo el último vuelo de la tarde.


-Nos vemos en Nueva York, entonces.

-Gracias de nuevo, Santana.

-Por cierto, antes de que te marches. Me he tomado la libertad de coger estas vitaminas para ti y
algunos estimulantes. No puedes decaer ahora.

-Tranquila, ya oíste al médico. Sólo fue un sobreesfuerzo.

-Por si acaso, toma-le acercó unas cajas con comprimidos. Empieza a tomar ya las vitaminas. El
resto, déjalo para la semana que viene-sonrió a su amiga. -Hasta luego Rachel.

-Adiós Santana. Y gracias-levantó sus manos con las cajas de los comprimidos en ellas.

Feliz Cumpleaños

Había llegado el día tan esperado para Quinn; el día de su cumpleaños. Era un día cualquiera pero
que le daría la libertad que necesitaba para hacer y deshacer a su antojo, pues ya sería mayor de
edad. Bailaba y canturreaba una de las canciones más rítmicas del último disco de Rachel Berry
mientras escogía la ropa que llevaría para la fiesta, no tan sorpresa, que le había preparado su
amiga. Una fiesta de la que sabía, pues ella odiaba las sorpresas y Kitty estaba al corriente de
ello, de ahí que decidiera contarle sólo una parte de aquél plan.

Dieciocho años. El uno sumado al ocho más ansiado por los adolescentes cuando creen que van a
salir del nido y volar siendo los propios responsables de sus actos…

Lo que Quinn no sabía era que aquél cumpleaños se iba a convertir en el mejor de toda su vida.
Rachel, tras expreso deseo de Kitty, había alquilado una pequeña casita con piscina donde poder
realizar, aquella tarde, la fiesta sorpresa.

Y todo iba sobre ruedas.

-¿Qué tal has dormido esta noche perra?-saludaba Kitty desde el otro lado del dispositivo móvil.

-Bien, muy bien.

-Me alegro, porque vas a tener que estar descansada para lo de esta tarde. Por cierto,
¡Felicidades!

-Gracias Kitty. No tienes que ir felicitándome cada vez que hablas conmigo; ya lo hiciste anoche a
través de todas las redes sociales que se te ocurrieron.

-¡Bah! Qué tonta eres… Una no cumple la mayoría de edad todos los días. ¡Un poco más de
alegría !

-Estoy contenta, de verdad.

-¿Preparada para tu fiesta? ¿Has escogido la vestimenta?

-Uff llevo horas pensando qué ponerme. No sé… Si va a venir tanta gente a mi fiesta, tendré que
ir realmente guapa.
-Tú siempre vas guapa con lo que te pongas, idiota.

-Oye, no me insultes, ¿vale?

-Ok, nada de insultos. Captado nena.

-Y no me digas nena… Sabes que lo odio.

-¡Joder Quinn! ¡No se te puede decir nada!

-Está bien, al grano. ¿Qué querías?

-Saber si estabas ya arreglada para pasar a recogerte. Dentro de un par de horas comienza la
barbacoa y soy la encargada de llevar, "engañada", a la cumpleañera.

-¡Es cierto!-cayó en la cuenta tras mirar el reloj. –Cómo se me ha podido hacer tan tarde… ¡Dios!
No te preocupes, ya me arreglo.

-Ahora te entra la prisa… No hay quien te entienda. ¿En qué coño estabas pensando?

-En Rachel, hace un par de días que no sé nada de ella.

-¿No te ha llamado?

-No, y tampoco se ha acordado de felicitarme-comentó algo triste.

-Te prometo que se lo dije, Quinn. Llamé a Ryder para que me diese una cita y conseguí hablar
con ella. Le dije que era tu cumpleaños y que era importante para ti que te felicitase… pero no
entiendo por qué no lo ha hecho aún. ¡Será idiota! Esa enana no te merece, Quinn-bromeaba
seriamente para que Quinn no le notase nada de lo que estaba tramando en realidad.

-Y se supone que dentro de nada es el bolo en Nueva York y tampoco me dijo si tengo que ir yo,
si viene ella o qué. Es muy raro, últimamente me llamaba todas las noches.

-Quinn, pasa de ella… Ya te llamará, no te preocupes. Venga, no pierdas tiempo y vístete.

-Vale, ya voy. ¿Jeans y camiseta?

-Vístete como quieras, pero, sí, unos jeans y camiseta para ir cómoda.

-Gracias Kit, hasta ahora.

-Voy saliendo ya para tu casa.

-Ok, me doy prisa.

Quinn colgó su teléfono móvil y buscó entre su desastroso armario unos jeans que le fuesen bien
con la camiseta gris, de letras blancas, que había escogido para la ocasión. No tardó mucho
tiempo en vestirse y bajar a la cocina para despedirse de su hermano y de Shelby.

-¡Felicidades preciosa!-exclamó Shelby emocionada con un pastel en sus manos.


-¡Feliz cumple hermana!-Sam se sumaba a su niñera, para felicitar a su hermana, colocando las
velas sobre el pastel.

-¡Oh, Dios! ¿Habéis preparado mi tarta preferida?-Quinn se acercaba emocionada a ambos para
abrazarlos.

-Sí, queríamos que, al menos, tuvieses algo familiar en tu día especial-comentó la sirvienta. –Ten,
llévala para casa de Kitty y la coméis allí.

-Gracias, pero no sé si es buena idea.

-Insisto.

-De acuerdo, prepárala para llevármela. ¿Qué pasa enano?-revoloteó el pelo de su hermano
pequeño.

-¿No puedo ir contigo?

-No, pequeñajo. Pero no te preocupes, mañana lo celebro contigo, ¿vale?

-¿Y con Shelby?

-Con Shelby también. Te lo prometo.

-Vale-el niño se colgó del cuello de su hermana para abrazarla a la vez que sonreía.

El timbre de la casa sonaba, por tercera vez consecutiva, en ese momento. La rubia tomó el
pastel en el recipiente que le había preparado Shelby y comenzó a recoger las cosas e ir hacia la
puerta para recibir a su amiga.

-Hola Shelby. ¿Está Quinn?-preguntó Kitty cuando la sirvienta le abrió la puerta.

-Sí, ya está preparada. Un segundo…

La mujer dejó la puerta entreabierta y caminó hacia la cocina para avisar a la muchacha. Quinn,
sin embargo, ya había comenzado a salir de la misma para llegar hasta la puerta de entrada.

-Quinn, es tu amiga.

-Lo sé, me marcho.

-Pásalo bien. Y espero que a tus amigas les guste la tarta…

-Seguro que les encanta-sonrió tras decir esto último y prosiguió su camino.

Kitty le dio dos besos y le recogió el recipiente con la tarta para dejarlo en el coche y ponerle una
venda en los ojos a su amiga.

-¿Es necesario que me vendes los ojos?

-Eh… sí. ¿Por qué lo preguntas?


-No sé… Me agobia un poco.

-¡Te aguantas! Tienes que ir vendada si no quieres que me maten por haberte contado lo de la
fiesta. Se supone que es una sorpresa…

-Lo sé. Gracias por avisarme, seguro que no hubiese reaccionado nada bien.

-Te conozco, por eso te lo hice saber. Ahora sólo tienes que fingir que todo es una sorpresa… Y
espero que sea creíble.

-No te preocupes, llevo practicando desde ayer-rio fuertemente.

-¡Idiota! Te vas a enterar…-la amenazó mientras pensaba en la sorpresa que se iba a llevar Quinn
nada más llegar a la casa de alquiler.

Kitty colocó el disco de mezclas que solían llevar a todos sitios con canciones de Rachel Berry y
subió el volumen del aparato para entretener a su amiga y que no pudiese escuchar nada
perteneciente al exterior. Pasados unos minutos, Quinn, muy desesperada, comenzó a ponerse
nerviosa.

-¿Quién viene a la fiesta?

-Tus amigos, Quinn. No indagues más, por favor. No me hagas hablar más de la cuenta.

-¿Falta mucho? Llevamos como treinta minutos en la carretera y aún no hemos llegado a tu casa.

-¿Algún problema?

-No, pero la venda me agobia.

-Quinn… no puedes quitártela. ¿De acuerdo?

-Vale-resopló nuevamente al darse cuenta de que no tenía otra opción.

En ese momento, el teléfono de Kitty comenzó a sonar de forma incesante. La chica quería ignorar
aquella llamada porque intuía que podía ser Rachel la que estaba desesperada porque ambas
llegasen hasta la casa donde estaba hospedada.

-Te está sonando el teléfono.

-Lo sé, Quinn. No soy tonta…

-¿Quieres que…

-No quiero que…-la interrumpió.

-Vale, no digo nada. No te molestes, señorita.

-Quinn, por favor, ya estamos llegando.

-¿Ya? ¡Menos mal! Ya pensaba que me llevabas a Canadá.


-Idiota…-golpeó el hombro de Quinn y sonrió.

Enseguida, Kitty estacionó el vehículo en la puerta de la casa alquilada por Rachel. Era una
pequeña estancia de dos plantas en la que destacaba el jardín trasero con piscina. En aquella
zona sería donde se realizaría la barbacoa y donde pasarían el resto del día celebrando por Quinn.

-Vamos, ya puedes bajar…

Kitty guiaba a Quinn, que todavía llevaba los ojos completamente vendados. La llevó por el jardín
delantero hasta la puerta y, justo ahí, la detuvo para llamar al timbre y que la morena saliese en
su búsqueda.

-Quinn, ya puedes quitarte la venda…-comentó Kitty emocionada mientras volvía al coche a por el
pastel.

-¡Ya está bien! ¡Me estaba afixi…

Y no pudo terminar de espetar aquella palabra. No pudo porque, nada más quitarse la venda, la
vio. Su Rachel estaba allí, en una casa que no era la de Kitty y Rachel estaba en ella. Esto último
es lo único que se le volvía a pasar por la cabeza cada vez que miraba a su alrededor y volvía
nuevamente su mirada hacia la cantante.

-¡Hola Quinn! ¡Muchísimas felicidades!-sonreía la morena mientras se acercaba a ella para darle
un gran abrazo.

-Rachel…-la rubia aún se encontraba en estado de shock.

-Sí, cielo, soy yo…-la morena deshizo el abrazo para acariciarle el pelo mientras la miraba
profundamente a los ojos.

-Yo…-Quinn comenzó a temblar.

-Chicas, será mejor que os deje a solas-Kitty aparecía y ya desaparecía de la vista de las chicas e
iba con el recipiente de la tarta sobre sus manos hacia la cocina.

-Estás… aquí…-Quinn reía sin creérselo aún.

-¿Sorpresa?-volvió a sonreír la morena mientras besaba suavemente los labios de la chica.

-No me lo creo… tú… Lo siento, Rachel. Estoy alucinando todavía.

-Pasa, anda-la morena invitaba a Quinn y la guiaba hacia el interior aferrada a sus hombros.

-Gracias, Rachel. Gracias por venir a celebrar mi cumpleaños.

-No podía perdérmelo, guapa.

-¿Cómo has planeado todo esto?-preguntó con su ceño fruncido y volviendo en sí.

-Ha sido todo idea de Kitty… Yo solo he alquilado la casa y he puesto todo lo necesario para que
este cumpleaños sea el mejor de tu vida-se posicionó frente a ella y la agarró de las manos.
-Sin duda, ya lo está siendo.

Y Quinn tardó sólo unos segundos en darse cuenta de todo lo que estaba sucediendo a su
alrededor. Se acercó lentamente hacia Rachel y comenzó a besarla suavemente. Despacio, con
calma. Experimentando cada sentimiento que se avivaba nuevamente en ella.

-Dios… Rachel… Estás completamente loca. Lo sabes, ¿no?-se tomó unos segundos más para
volver a los labios de la morena.

-Lo sé, sé que estoy loca… pero no me importa, siempre y cuando tú estés cerca.

-¡Qué hija de… Kitty!

-¿Por qué? ¿No te ha gustado la sorpresa?

-Odio las sorpresas, Rachel, pero ésta ha estado demasiado bien.

-¿Y qué pasa con Kitty?

-Hace un momento estaba criticándote porque no te habías acordado de mí y mi cumpleaños.


Hace un par de días que no sabía nada de ti y estaba un poco preocupada por si ya te habías
olvidado de mí. Y tú estabas aquí… En Lima. Pensando en mí… ¿Perdona? Es normal que todavía
no me lo crea.

-Ja,ja,ja,ja. Quinn, por favor, no pienses más en eso. Tenía los días libres antes de comenzar la
gira y quería aprovecharlos a tu lado.

-¿Cuánto tiempo llevas aquí?-comenzó a caminar hacia el salón.

-Desde ayer.

-¿Por qué no me avisaste?

-Porque habría arruinado la sorpresa, ¿no crees?

-No hacía falta que me sorprendieras. Tenerte aquí ya es suficientemente importante como para
querer hacer algo más por mí.

-Bueno, es una forma de mostrarte mi amor por ti. Para que te lo creas más y no me preguntes
cada día si estoy segura de esto.

-Por cierto, ya he visto el revuelto que se ha formado con la rueda de prensa…

-Bfff. Fue un poco duro, pero ya está todo hecho.

Las chicas se quedaron mirando nuevamente frente a frente, con sus manos unidas y diciéndose
todo sin apenas mencionar palabra.

-Chicas, ¿comenzamos con la velada?-Kitty interrumpía el bonito momento para poder seguir con
todo lo planeado para el día.
Quinn comenzó a caminar aferrada al brazo de Rachel y siguió los pasos de su amiga para llegar
hasta el jardín trasero. Allí, el resto de sus amigas se encontraban esperando a que la morena
pudiese felicitarla de manera especial y a solas.

-¡Felicidades!-gritaron al unísono el grupo de personas que se habían unido a la celebración.

A la cumpleañera no le quedó otra opción que acercarse a cada una de ellas y comenzar a besar a
todos en agradecimiento por estar acompañándola en aquel día tan especial. Cuando le tocaba el
turno a Dani, Quinn volvió su mirada hacia Rachel que la miraba un tanto expectante por saber
cómo iba a ser aquel momento entre las dos chicas.

-Hola Quinn. Feliz Cumpleaños.

-Gracias Dani-se acercó a la muchacha para regalarle dos besos, de agradecimiento, en la mejilla.

-Ya sé quién es la magnífica chica que te tiene completamente enamorada…-sonrió un poco


nerviosa.

-Lo siento, debí decírtelo antes… pero no podía. Espero que lo entiendas.

-No, si está bien. Me alegro mucho por ti, Quinn. Rachel es una fantástica persona.

-Gracias Dani. Y gracias por venir…-se acercó para abrazarla fuertemente.

-De nada, es un placer poder acompañarte en tu día-deshizo rápido el abrazo tras observar la
mirada de Rachel. –Será mejor que vuelvas con ella, no quiero que se ponga celosa…

-Rachel no es celosa. ¡No seas tonta!-golpeó con gracia el brazo de la bajita DJ.

-Quinn, por favor, ¿puedes venir?-gritaba Kitty desde la lejanía, junto a Rachel.

-Ya voy.

Y sin más, Quinn se acercaba nuevamente hacia Rachel y posaba nuevamente sus labios sobre los
de ella.

-¿Celosa?

-¿Quién? ¿Yo? ¿De esa? No, qué va…

-¿Segura?-sonreía graciosa mientras intentaba poner nerviosa a Rachel.

-Tan segura desde el día en el que supe que eras mi chica.

-¿Lo soy?

-¿Tienes alguna forma mejor de llamarlo?

-No, me parece perfecto. Mi chica suena bien.

Quinn mordió su labio inferior y volvió a besar a la que, desde ahora, iba a ser su chica para
siempre.
Desmadre

La fiesta se había convertido en un auténtico desmadre. Conforme fueron pasando las horas en
aquella barbacoa, mucha más gente se iba sumando a la celebración. Quinn, aún sorprendida,
discutía con Kitty por habérsele ido de las manos aquella situación.

-Enserio, Kitty. ¿De dónde sale toda esta gente? ¡Ni siquiera conozco a la mitad!

-Quinn, por favor, ésta tenía que ser la mejor fiesta de la historia. ¿Qué querías que hiciese? ¿Que
invitase sólo a Mercedes y a Dani? ¡Por favor! Todos ellos van contigo al instituto… No deberías de
preocuparte por eso ahora.

-Me preocupa que sea Rachel la que esté a cargo de ésta casa y que tú, precisamente tú, la hayas
llenado de gente desconocida que puede fotografiarla en cualquier momento y…

-¡Basta Quinn!-interrumpió a la rubia. -Ella accedió a venir con todas las consecuencias y…
mírala-señalizó en dirección a la cantante. –No parece que lo esté pasando tan mal…

-Esto se está desmadrando demasiado… Deberíamos cortar la música y reducir el grupo de gente
para lo que queda de noche.

-Lo que deberías hacer es tomarte una copita conmigo y dejar de pensar. Anda, vamos a por algo
de beber.

-Está bien-espetó resignada, dejándose llevar por la situación.

-¡QUINN! ¡CORRE! ¡VEN AQUÍ!-Rachel llamaba su atención a gritos desde el otro lado de la casa.

-Si no te importa Kit…

-Tranquila, ve a ver qué le pasa a tu chica. No te preocupes.

Quinn se dirigía hacia Rachel abriendo aún más sus ojos como platos. La morena, subida sobre
una mesa, estaba enganchada a una gran goma por la que le estaban dando de beber una mezcla
extraña.

-¡Rachel! ¡No bebas eso!

-¡Quinn! ¡Por fin! Ven… Tienes que probar esto-gritó mientras le ofrecía el extremo de aquella
goma.

-Rachel, por favor…-le tomó la mano avergonzada.

Demasiado tarde pensó rápidamente Quinn. Rachel había ingerido tantos tragos de aquella mezcla
extraña, que no podía dejar de hablar y gritar. La pequeña cantante estaba completamente
excitada.

-Enserio, cielo, tienes que probarlo. ¡Es una pasada!

-Tú sí que estás pasada Rachel…-rio al ver que Rachel se tornó mucho más cariñosa que horas
antes y se echaba sobre ella para besarla.
-¡Es la mejor fiesta de mi vida!

-Rachel, por favor, no quieras que toda ésta gente te vea así. Hazme un favor y deja de beber.

-¡De eso nada! Estoy librando, me merezco una buena fiesta.

-Bueno, lo que tú digas.

Rachel seguía sobre Quinn cuando una pareja de chicas se acercó a ellas. La rubia sonrió sin saber
muy bien qué decir, pues no las conocía de nada. Definitivamente, fueron las chicas quienes
rompieron el hielo.

-Perdona, Quinn, me preguntaba si tu novia quisiera hacerse una foto con nosotras. Nos encanta
su música y somos unas gran fans de Rachel-dijo la más bajita de pelo castaño.

-Lo siento, pero Rachel no puede hacerse fotos. Si queréis puede firmaros algo…

-¡Venid aquí!-obligó a las dos chicas a acercarse a ellas. –Tú, perdona, ¿te importaría echarnos
una foto?-preguntó a un muchacho que pasaba por allí.

-No, claro que no.

-¡Rachel!-se alteró Quinn.

-Toma mi teléfono-la otra chica reaccionó rápidamente para no perder la oportunidad.

Y segundos más tarde, aquella fotografía se había quedado guardada en la memoria de ese
teléfono móvil. Y lo que era peor, había sido subida a Twitter.

-Rachel, no puedes fotografiarte de ésta manera. ¡Santana te va a matar! ¿Y si están subiendo las
fotos a Internet?

-Lo sé, les di mi Twitter y mi Facebook. Lo más seguro es que me estén etiquetando en ellas-
siguió bailando a su aire.

-Espera, espera… ¿Qué has dicho? ¿Te has hecho alguna foto más?-la detuvo sujetándola del
brazo.

-Ehm… Sí, claro. Yo también he subido algunas a Instagram. Mira…

Y entonces Quinn casi murió al mirar las fotografías que la cantante había subido a la red social.
En casi todas ellas, Rachel vendía una imagen que poco o nada le iba a gustar a su mánager.

-¡Dios! ¡Santana me va a matar! ¡Y a ti también! Ahora que estaba de acuerdo en lo nuestro,


Rachel… ¿Cómo has podido cagarla de ésta manera?

-Tranquila, Santana está de acuerdo-le volvió a acariciar la cara. Es más, invité a ella y Brittany a
que se acercasen a la fiesta-sonreía contenta.

-¿Qué?
-Pues que estaban en Nueva York y me dije… Voy a invitar a mi mánager y a su novia para que
conozcan un poco mejor a mi chica.

-Madre mía Rachel…

Y, de repente, no pudo aguantarlo más y se echó a reír porque alucinaba con aquella situación tan
surrealista que estaba viviendo. Y Rachel se contagió.

-Me alegra que estés más contenta. Venga, vamos a tomarnos una copa-insistió la morena.

-Estás completamente loca, Rachel-sujetó la cara de la morena con sus manos y la besó.

-Lo sé-se rio mientras tiraba de la mano de Quinn y la llevaba hacia la cocina, donde se
encontraban las bebidas.

-¡Hey, Quinn!-saludó Dani que se servía una copa.

-Hola Dani. ¿Cómo llevas la noche?-preguntó la rubia mientras Rachel se aferraba a su cintura
sonriente.

-Bien, aquí haciendo un poco de tiempo en mi función de disc jockey.

-Si no te apetece, deja la música en bucle y ya está.

-Da igual, lo estoy pasando muy bien-sonrió y miró de reojo a la morena. ¿Y tú Rachel? ¿Cómo lo
pasas? Pensé que eras de esas famosas que huían de las fotografías y los escándalos.

-Yo lo paso muy bien, ya lo estás viendo. Y por lo de las fotos… Yo solo quiero complacer a los
invitados de mi novia. Éste tiene que ser el mejor cumpleaños de toda la historia.

-Y, por lo que veo, lo está siendo…-sonrió ésta vez mirando a la rubia.

-Lo sé-le guiñó un ojo mientras vertía sobre un par de vasos un poco de bebida alcohólica.

-¿Deberías dejarla que siga bebiendo?-preguntó a Quinn un poco preocupada.

-Ella dice que está bien. Lo está llevando muy bien todo…

Y sonó el timbre de la puerta. Quinn se disculpó y fue a abrir la puerta para ver quién se sumaba
ésta vez a la fiesta. Rachel la seguía muy de cerca, pues pensó que deberían ser sus amigas, ya
que acababa de ver un mensaje que le habían dejado en el teléfono móvil minutos antes.

-¡Ya está aquí la tita Sanny!-gritó Santana nada más abrir la puerta y lanzarse sobre Quinn para
abrazarla.

-Gracias por venir chicas-agradeció Rachel mientras les dejaba paso. Como sabéis, ella es Quinn.
Quinn, éstas son Santana y Brittany.

-Hola Quinn, feliz cumpleaños–saludó más prudente Brittany, entregando un regalo que habían
traído para ella. –No os preocupéis por Santana, lleva horas emocionada viendo las fotos que
Rachel subía a Internet y, aunque primero quiso matarla, después decidió que no podía perderse
ésta gran fiesta.
-No sé qué decir…

Quinn aún no reaccionaba. ¡La mánager de Rachel estaba en su fiesta de cumpleaños! Seguía
alucinada por todo lo surreal que parecía todo y abrió el regalo que le habían traído las amigas de
la morena. Un par de camisetas del tour de Rachel y un juego de merchandising completo:
calendario, póster, gorra, llavero, taza, posavasos…

-¿Te gusta?-preguntó Brittany esperando una reacción.

-Gracias, de verdad. Está siendo el mejor cumpleaños de mi vida-se acercó para abrazar a la
muchacha.

-Ha sido idea de San. Rachel nos ha avisado muy tarde y no teníamos tiempo de comprar nada a
estas horas… Espero que verdaderamente te guste el regalo. Ya tendremos otras ocasiones de
regalarte cosas más bonitas.

-Gracias, Brittany. Deberíamos ir con ellas…-comentó al darse cuenta de que se habían quedado
solas.

Fue entonces cuando se percató de que Rachel volvía a estar subida en aquella mesa bebiendo
esa asquerosa mezcla, acompañada ésta vez por Santana.

-¡Britt! ¡Sube con nosotras! ¡Esto es alucinante!-Santana estaba completamente emocionada.

-¡Ya voy! Quinn, ¿vienes?-preguntó con educación la novia de la latina.

-No, gracias, yo ya estoy servida-levantó su vaso para que viese que ya estaba bebiendo.

Tras un par de horas, ya había entrado la madrugada. La gente empezó a decaer y fueron
marchándose a casa poco a poco. Sin embargo, las chicas ya iban demasiado bebidas para
terminar la fiesta en ese justo momento. Kitty, Santana, Brittany, Rachel y Quinn, todavía seguían
bailando, en el salón, al son de la música que Dani iba pinchándoles. En ese momento, una
canción en concreto las volvió locas.

"But you gotta keep your head up, oh, oh,

And you can let your hair down, eh, eh,

You gotta keep your head up, oh, oh,

And you can let your hair down, eh, eh…"

Todas cantaban la maravillosa canción Keep Your Head Up de Andy Grammer, pero la versión a
dúo con Rachel Berry. Dani lo había hecho a propósito, pues sabía que sería una canción que
conocerían las que quedaban todavía por allí bailando.

Aquel dúo fue bastante sonado, pues todo el mundo arremetió contra la relación sentimental entre
Rachel y Brody al presuponer que la chica había engañado a su novio con éste cantautor. En
realidad, Santana había pedido ayuda a su representada más famosa para que ayudase al chico a
darse conocer, ya que ella lo había encontrado cantando por las calles de Los Ángeles y creyó que
tenía talento suficiente como para lanzarlo al estrellato.

-¡Me encanta ésta canción!-gritaba Kitty mientras se subía a una silla para saltar.
-La versión con Rachel es mucho mejor, sin duda-comentó Santana mientras seguía moviéndose
a ritmo de la música.

-¡Vamos, Rachel! ¡Cántanos!-exclamó Dani llamando la atención de la morena.

Y entonces la morena se arrancó, con el último estribillo de la canción, pero sacando una voz
desde lo más profundo de su estómago.

-¡Whow! ¡Alucinante!-aplaudía Quinn mientras se acercaba a su chica para besarla.

Y la fiesta continuó, por unas cuantas horas más, de forma más íntima. Siguieron bailando,
bebiendo, cantando… hasta no poder más con sus cuerpos y caer totalmente rendidas sobre algún
lugar donde se pudiesen sentir cómodas en aquél salón con moqueta.

-¡Dios! Me duele tanto la cabeza…-Quinn se desvelaba a media mañana debido al sol que entraba
ya incesante a través de la cristalera. -¡Joder! ¡Está todo hecho una mierda!

Kitty estaba tendida sobre el suelo, junto a Brittany. Santana se encontraba tirada completamente
sobre un sillón y Dani descansaba casi encima de Rachel en el sofá. Quinn miraba una y otra vez
a su alrededor y sonrió para sí misma. No se podía creer que la fiesta hubiese acabado de aquella
manera y, mucho menos, creería nunca que Rachel estuviese durmiendo plácidamente junto a
Dani sin llegar a matarla.

Se acercó lentamente a las chicas y, en mitad del camino, tropezó con un zapato que pertenecía a
Kitty. Se apoyó sobre el respaldo del sofá y se echó a reír ella sola. Volvió a avanzar un poco,
agarró su teléfono móvil y se sitúo por encima de Rachel para fotografiarla durmiendo.

-¿Quinn?-susurró la morena al escuchar algún que otro ruido.

-Shhhh… Duérmete, preciosa.

-¿Eres tú?-abrió un poco el ojo derecho y frunció su ceño.

-Tranquila, cielo, estoy aquí.

Y en ese instante, Quinn echó la foto sin darse cuenta de que tenía activada la opción de "flash"
en su dispositivo móvil.

-¡Joder! ¡Qué coño…!-exclamó Dani incorporándose también.

Y Quinn se rio a carcajada limpia. La foto que había conseguido era muchísimo más graciosa de lo
que realmente pensó en un principio. Rachel medio durmiendo y Dani con cara de pocos amigos.

-¿Qué haces tú aquí?-preguntó Rachel a la DJ.

-¿Yo? ¿Qué haces tú encima de mí?

-Ya vale, chicas. Habéis dormido plácidamente una encima de la otra y no ha pasado nada,
¿verdad?-Quinn intentó poner paz.

-¿Qué hora es?-preguntó la bajita disc-jockey un tanto adormilada.


-No lo sé, no llevo reloj-contestó la rubia.

-Son… Son las 12:30 nada más-espetó Kitty que se despertaba mirando el reloj de su muñeca. -
¿Qué coño hacéis ya despiertas?-se incorporaba lentamente.

-¿Qué queréis desayunar?-preguntó Quinn a las que ya estaban despiertas.

-Creo que vamos a necesitar un cargamento muy grande de cafeína-comentó Rachel.

-Y cronuts, por favor-apuntó la DJ.

-Está bien, café y cronuts. ¿Santana y Brittany toman algún café en especial?

-Yo creo que con el expresso va bien, pero si quieres trae alguno de caramelo y vainilla.

-Ok, vuelvo en cinco o diez minutos.

-¿Te acompaño?-cuestionó la morena incorporándose.

-Estaría bien, gracias.

Dos rondas de besos

Rachel y Quinn volvían de comprar los cafés y los cronuts para sus amigas. Entraron deprisa, con
risas y se apalancaron sobre la puerta, que ya estaba cerrada. Nada más dar dos pasos, Santana
atacaba a las manos de la rubia para arrebatarle uno de los vasos que portaba.

-Ese lleva caramelo, Santana.

-No importa. ¡Me lo quedo!-se giraba bruscamente con el vaso de café en la mano.

-¿Qué os pasa? ¿De qué os reís?-frunció su ceño, mirando de una chica a otra.

-¡Joder! ¡Está toda la calle llena de paparazzis!-exclamó Quinn. -Nos han acosado nada más salir
de la cafetería.

-¿Cómo es posible?-cuestionó Brittany incorporándose para coger su café y un cronut de


chocolate.

-¡Por fin llegáis! ¡Ni que hubieseis ido a Etiopía a por él!-se incorporó también Dani y le arrebató
un café a Rachel.

-Lo sentimos, hemos tenido que despistar un poco a la prensa…-explicó Rachel. –Una cosa es que
sepan que estoy en Lima y otra muy distinta es que ya anden especulando cosas.

-No te preocupes Rachel, recuerda que ya no hay problema. Eres joven y tienes que divertirte-
aclaró Santana mientras tomaba nuevamente asiento.

Las chicas desayunaron tranquilamente alrededor de la mesa del comedor mientras charlaban
sobre cómo se lo habían pasado en la fiesta de cumpleaños de Quinn y las cosas que se les había
olvidado por el camino. Cada una intentaba atar cabos para recordar lo que había pasado durante
las horas en las que tenían algunas lagunas mentales.
Éstas eran sus posiciones: Dani en un lateral y junto a ella Brittany. Al lado de la rubia de ojos
azules se había sentado Santana, que a su vez estaba situada junto a Kitty. Al otro lado de la
mesa, Rachel se acomodaba junto a su querida Quinn.

-Pues la verdad es que estuvo bastante bien la fiesta. Lo pasé genial. Gracias por invitarnos,
Rachel-espetó una alegre Brittany.

-Quería que conocierais un poco más a Quinn y así hacerle ver a Santana que ella es especial y
única-sonrió mientras volvía su mirada hacia la rubia.

-¿Enserio, Berry?-frunció el ceño la latina. –No me creo todas las cursiladas que eres capaz de
soltar cuando estás con ésta. ¡Te ha cambiado!

-Las personas cambian Santana-Kitty hacia su apunte. –Y ya estaba bien de que las dos tomaran
el buen camino. Lo siento por ti, Dani…

-¿Por qué ha de sentirlo? Acaso tú…-comentó Santana mientras Dani afirmaba aquello que quería
suponer la latina. -¡Oh! ¡No! No me digas que… que tú y Quinn…

-No, tranquila. Ella me gusta, pero sé que está enamorada de Rachel. Yo solo quiero su felicidad.

-Qué bonito por tu parte Dani. Eres un cielo-Brittany, que estaba sentada junto a ella, le acarició
el pelo mientras sonreía. –Creo que deberíamos presentarte a una amiga nuestra. Está soltera y
es guapísima.

-¿Qué dices Britt? No la líes más… por favor-Santana arremetía contra su chica.

-¡Es verdad! ¡Podríamos presentarle a Zoraida! Es perfecta para ella.

-Si tú lo dices…

En ese instante, el teléfono de Dani comenzó a sonar por toda la casa. La sintonía de una canción
electro-dance alertaba a todas sobre quién podía ser la dueña del dispositivo que sonaba. Miraron
a la bajita rubia y ésta se levantó para coger su móvil.

-Si me disculpáis, voy a atender la llamada.

-No te preocupes, ve.

La muchacha pulsó el botón verde de su dispositivo con cara muy extrañada, pues aparecía
"Papá" en la pantalla.

-¿Papá?

-¡Hola cariño! ¿Cómo estás?-preguntó en un tono serio.

-Bien, aquí con unas amigas. ¿Por?

-¿Por qué no viniste anoche a dormir a casa?


-Ya le dije a mamá que iba a estar de cumpleaños y que nos íbamos a quedar en casa de una
amiga a dormir-salió del salón para que el resto no pudiese escuchar su conversación, pues temía
que se iba a volver un poco tensa.

-Ya… ¿Y quién esa amiga? ¿La conozco?

-Era el cumpleaños de Quinn Fabray, papá.

-¿La hija de Judy?

-Exacto.

-¡Ah! Vale… Vas a tener que volver a casa YA. Y cuando digo ya, ya sabes a qué me refiero…

-¿Algo más? ¿O vas a mandar al CSI para que me investigue?-soltó un poco nerviosa.

-Como decírtelo... ¿Qué hiciste anoche en esa fiesta?

-Pues pinchar un poco de música, beber un poco y bailar. Lo típico.

-¿Nada más? ¿No has sido dueña de un escándalo público del que tu padre, alcalde de Columbus,
debiera saber?

-¿Qué hablas de escándalo público?-se tensó.

-Hablo de unas fotos en las que sales besándote con una cantante famosa. Una tal… ¿Rachel
Berry?

-¡¿Qué dices?! ¡Eso es imposible! ¿Rachel y yo? ¡Ni en broma!

-Pues no es eso lo que ha llegado hasta mi gabinete de prensa…

-Que no, papá. Que eso es imposible… Con otra persona quizá, pero con… ¿Rachel? Ya te digo yo
que no.

-Cuando vengas a casa verás lo que te digo. Y tenemos que hablar seriamente, ya sabes que no
puedes armar escándalos públicos justo antes de los sondeos para las próximas elecciones.

-Lo siento, papá. No sé cómo han podido salir esas fotos a la luz. ¡Era una fiesta privada!

-Pues, al parecer, no lo era tanto… Si quieres infórmate en Internet.

-Vale, papá. Voy enseguida para casa. ¿Algo más?

-No, eso era todo.

-Ok, termino de desayunar y voy.

-Vale, cielo. Hasta ahora.

-Ciao papá.
Dani volvía completamente pálida hacia el salón donde se hizo un silencio repentino que la tensó
aún más. Quinn la miró preocupada y fue la primera en preguntarle por lo que había conversado
con su padre.

-¿Todo bien?

-Sí y… No.

-¿Qué ha pasado? ¡Estás pálida!-se preocupó Kitty.

-Veréis chicas, mi padre dice que han salido unas fotos en Internet sobre la fiesta de anoche… No
sé vosotras, pero yo tengo un gran problema como esto llegue a más.

-¿Unas fotos? Serán las que subí a Twitter…No tienen importancia-comentó Rachel. –Porque las
que subí a Instagram son privadas, no te preocupes.

-No sé si sabéis que mi padre es el alcalde de Columbus y que se acercan las elecciones y, con
ellas, los sondeos… Pues no puedo realizar ningún escándalo público hasta que pasen y creo que
la he cagado y bastante.

-¿Qué ha pasado, Dani?-Quinn se alteró. –No me jodas, que sabes que mi madre está metida
también en el negocio…

-Lo sé, Quinn. Pero no eres tú la que ha salido besándose con Rachel en las fotografías-dijo
suavemente.

-¿Perdona? ¡Eso es imposible! ¿Tú y yo? ¡NO!-Rachel se levantó repentinamente de su


asiento. ¡Eso no es cierto!

-No lo sé, Rachel. Sólo sé que esas fotos están rondando por Internet y… bueno, creo que
deberíamos echar un vistazo antes de seguir preocupándonos más sin saber qué pasó realmente
al final de la noche.

-Tampoco hay que hacer un drama…Sois todas adultas, ¿no?-Santana empezaba a prestar
atención.

-Sí, claro…-soltó irónicamente Kitty.

-Rachel…

-¿Qué, Santana?

-Tenemos que hablar.

-Vemos primero esas fotos.

Rachel caminó unos pasos y fue a buscar entre sus cosas un ordenador portátil que traía consigo.
Lo sacó de su funda y lo apoyó en la mesa del comedor. Una vez encendido, no sabía por dónde
empezar a buscar.

-¿Qué pongo?
-Deberías poner Rachel Berry besa a una mujer-comentó Quinn acercándose más a Rachel.

La morena obedeció a su chica y tecleo aquellas palabras. Lo primero que le apareció en pantalla
fue una foto en la que Rachel se estaba besando con una chica rubia. Entró en la fotografía y fue
a la página web donde se habían subido las instantáneas.

-¡No! ¡No puede ser verdad!

-¿A ver?-Dani se interesaba.

El resto de las chicas también se posicionaron junto a Rachel para ver con más detenimiento las
fotografías.

-¡Eres tú!-abrió mucho los ojos mientras miraba a Dani. -¿Cómo es posible? ¡Mira la camiseta!

-¡Hey! Yo no tengo la culpa… Mira bien quién está cogiéndome la cara con sus manos. ¡Tú!-la
señaló culpándola.

Siguieron indagando sobre las fotografías y pudieron darse cuenta de que aquél beso no fue el
único de aquella noche. Parece ser que Rachel había estado dando rondas de besos con los
presentes y todos aquellos momentos se habían inmortalizado perfectamente. Con todas menos
con Quinn.

-¿Qué hago subida encima de ti, Kitty?-preguntó extrañada.

-Por la posición, creo que estabas mostrando al público que sabes "montar en burra".

-Ja,ja,ja,ja,ja,ja –Rachel no pudo evitarlo y se rio provocando al resto que hiciese lo mismo. ¡Iba
súper pasada! Menos mal que no sólo me di los besos con Dani…

-¿Algún problema?-se molestó la DJ.

-No, entiéndeme…

-¡Ya basta de estupideces chicas!-Santana le quitó el ratón a Rachel. -¿Cómo han llegado las fotos
a Internet?

-No lo sé, quizá haya que revisar las que subió Rachel cuando iba más que pasada y no paró de
fotografiarse con todo el mundo…-Quinn parecía reaccionar.

-Pero esto sucedió cuando sólo estábamos nosotras, ¿no?-apuntó Brittany. –Quinn, tú eres la que
iba mejor de todas…

-No lo sé-contestó Quinn. –Yo también empecé a beber por la noche.

-¡Oh, Dios!-Rachel se tapó la boca exageradamente dramática. Santana, dime que no pasa nada
si he sido yo la que ha subido todas esas fotografías a mi Instagram…

-Pero si las has subido a Instagram y tu perfil es privado… eso sólo puede significar dos cosas: o
te han hackeado la cuenta o tienes algún topo entre tus amigos.

-¡Joder! ¡Menudo lío! ¿Qué hago?


-Tranquila, Rachel, nadie te va hundir con esto. Yo me encargaré de limpiar cuanto antes los
filtros y, bueno… guardar un poco mi reputación también. Todo está bien.

-Gracias Santana-se levantó para abrazar a su amiga.

-¿Y yo? ¿Qué hago yo ahora?-Dani se dejó caer sobre una silla completamente ida. –Mi padre me
va a matar…

-¿Qué te dijo exactamente por teléfono?-le preguntó Quinn.

-Que fuese a mi casa cuanto antes, que tenía que hablar conmigo seriamente.

-¿Eso es malo?

-No lo sé.

-Si quieres puedo ir a hablar con tu padre…-se ofreció Santana.

-No, esto lo tengo que resolver por mí misma.

-Ok, como quieras.

-¡Vaya, Quinn! Menuda fiesta, ¿eh?-sonrió Brittany mientras agarraba a Kitty por los hombros. –
Con amigas como Kitty seguro que mis fiestas de cumpleaños ahora serán mucho más divertidas.
¿Verdad, cariño?-miró a su novia sonriente.

-Mientras no se hagan fotografías que salgan a la luz… Me parece bien-le contestó la latina.

-Bueno, yo me voy…-espetó Dani mientras recogía sus cosas. –Gracias por invitarme a la fiesta,
Kitty. Y a ti, Quinn, gracias por regalarme una de las mejores noches desde hace mucho tiempo.

-No te olvides que Rachel tuvo mucho que ver en eso…Ja,ja,ja,ja,ja-no pudo soportarlo la rubia y
se echó a reír.

-No tiene gracia, Quinn.

-Sólo estaba bromeando-se acercó a ella y le dejó un beso sobre la mejilla. –Luego me cuentas
qué tal te ha ido en casa, ¿vale?

-Lo haré-sonrió mientras atravesaba la puerta despidiéndose del resto con la mano.

Quinn cerró la puerta y volvió hacia el salón donde Santana y Brittany también estaban
recogiendo sus cosas y hablaban animadamente con Kitty, quien parecía tener planes también
para el resto del día. La morena, completamente desolada, aún permanecía en su silla totalmente
inmóvil.

-Rachel, cielo, ¿estás bien?-se preocupó Quinn.

La rubia se acercó, posó un dulce beso en los labios de la morena y se sentó sobre ella.
Seguidamente, extendió sus brazos sobre el cuello de Rachel y la abrazó, para volver a besarla
después.
-Rachel…

-Dime.

-¿Qué pasa por esa cabecita tuya?-preguntó esto tocándole la frente con su dedo índice.

-No sé… estoy confusa.

-¿Por qué cielo?

-Por arruinar tu día.

-Tú no me has arruinado nada… Lo pasamos genial, ¿no? Eso es lo importante.

-Pero…

-Shhhh, pero nada cariño-posó ésta vez su dedo índice sobre los labios de la morena.

-Es que… se suponía que tenías que ser la protagonista. Y voy yo y…

-Rachel, cielo, es normal. ¡Eres una estrella! ¡Una cantante famosa! ¿Cómo creías que iban a
reaccionar los invitados?

-Supongo que como lo hicieron; sorprendiéndose al principio, pero relajados al final de la noche.

-¿Entonces? ¿Dónde está el problema?

-¿Por qué me besé con todas esas personas? ¿Por qué no te besé?-puso una cara triste al
recordar lo que estaba martirizándola minutos antes.

-¿Quién dice que no me besaste a mí?

-No sales en las fotos…

-Que no salga en las fotos no significa nada. Quizá no las subiste para protegerme, ¿no?

-Puede ser… pero, ¿te besé?

-Sí, he recordado que diste dos rondas de besos a todas las presentes… ¡Cómo no vas a besarme
a mí! No te habría dejado.

-Ah, bueno-sonrió comprendiendo todo lo que le contaba Quinn.

-¿Qué hacemos ahora? Creo que tus amigas han quedado con Kitty en ir al centro comercial.

-¿Enserio?-preguntó extrañada con su ceño fruncido.

-Parece ser que Kitty ha caído bien a Brittany… Y han decidido tomarse el día por ahí de tiendas.
¿Te apetece?

-Creo que lo único que me apetece es descansar.


-Entonces nos quedamos aquí, ¿vale?

-Si no te importa…

-Claro que no, cielo. Yo voy donde tú vayas.

-Gracias mi vida.

-No tienes por qué darlas-sentenció su frase con un beso apasionado.

Alianza

Había pasado una semana desde el revuelo del cumpleaños de Quinn y la rubia no había podido
incorporarse plenamente en la gira de su chica. Tenía un problema muy grave que atender en
casa: la alianza de la empresa de su madre con el alcalde de Columbus.

-Mamá, no me puedes pedir esto-caminaba por el salón de su casa nerviosa.

-Quinn, por favor, tienes que verte con ella durante unos días. Sólo unos días. Será por el bien de
mi trabajo y el de Michael.

-¿Y Dani sabe todo esto que estáis montando?

-Supongo que su padre ya se lo habrá comentado…

-Pues no me ha dicho nada-tomó asiento en el sofá, junto a su madre.

Lo cierto es que la popularidad que Dani había conseguido, tras las fotografías con Rachel, habían
ayudado a su padre a subir en los sondeos de las elecciones. Después de saber esto, tanto Judy
como Michael habían aprovechado la situación para vender un poco más.

-Por favor, mamá. No me puedes pedir que salga públicamente con Dani sólo porque os beneficia
a vosotros. Rachel se va a molestar…

-¿Y tú no estás molesta?-agarró la mano de su hija.

-¿Yo? ¿Por qué?-arrugó su entrecejo.

-Por todos los rumores que apuntan que Dani es la nueva novia de Rachel… pensé que estarías un
poco más molesta.

-Y lo estoy. No te creas que me gusta que ella se esté llevando todo el protagonismo, cuando soy
yo la que realmente está con Rachel.

-¿Celosa?

-¿Por la fama? No. Lo que me molesta es no poder decir que yo soy la novia y no ella.

-A ver, Quinn. La fama ha ayudado a Michael a subir en las encuestas, pero también se han
filtrado algunas cosas que no deberían salir a la luz. Sólo te estoy pidiendo unos días para desviar
esos comentarios. Puedes incluso llevártela de gira contigo, así estarás con Rachel en privado…
Piénsalo.
-No tengo nada que pensar, mamá. Me voy mañana con Rachel de gira y está más que decidido.
No pienso dejar que me vuelvas a manipular…

-Hija, necesito que Michael gane las elecciones. Lo sabes de sobra. Ya te he contado todo el plan
empresarial y que, si todo sale bien, estaremos empezando a llevar a cabo en un par de meses. Si
él se marcha del liderazgo, todo el tema volverá a salir a concurso y tendré que presentarme a las
concesiones… y no tengo muy claro que pueda ganarle a la empresa de los Hudson.

-¿Por qué no?

-Ellos tienen mucha solvencia ahora mismo y pueden bajarse los pantalones hasta tal punto, que
me quitarían del sector de un plumazo.

-¿Tan mal estamos?-se preocupó por la situación laboral de su madre.

-Sí, tan mal estamos. No te estaría pidiendo esto si realmente no fuese importante. Cuando supe
que habías congeniado con la hija de Michael fue totalmente perfecto… Que os vieran juntas era
un plan más que magistral para atraer a la prensa y que se hablase de la alianza de nuestras dos
familias. Pensé que te gustaba.

-¡Dios! ¿Por qué es todo tan complicado?-suspiró un par de veces más un tanto efusiva. -No,
mamá. Yo estoy enamorada de Rachel. Dani… no sé, me gustó. Yo qué sé… Era tan sólo un
capricho porque Rachel no estaba cerca, pero ya no va a ocurrir eso nunca más.

-¿Tan segura estás de tu romance con esa cantante?

-Sí, mamá. Ella es mi chica ahora y tienes que respetarla.

-Ya lo hago, que yo sepa no te estoy impidiendo marcharte de gira con ella… Eso es un gran paso
para mí. Aún me cuesta asimilarlo…

-Y también me preocupa tu situación laboral ahora mismo. No sabía que teníamos tantos
problemas.

-Los tendré si Michael no gana.

-Bueno, déjame que lo piense… Hablaré con Rachel y a ver qué pasa… Necesito hablar con Dani
también; ella tendrá que darme su opinión.

-Supongo que ella también querrá lo mejor para su familia. Y lo mejor para su familia es estar
cerca de la nuestra.

-Vale, mamá. Ya lo he captado… Voy a hablar con ella.

-De acuerdo, luego me cuentas-dio un beso en la cabeza a su hija y la dejó marchar.

Quinn, por su parte, subió las escaleras hacia su cuarto y agarró su teléfono móvil para realizar
las llamadas que tenía pendientes. ¿A quién llamaría primero? ¿A Rachel? No, a Rachel no… por si
acaso Dani no quisiera entrar en el juego. Sería mejor que primero hablase con la Disc-jockey
para aclararse un poco y ya hablaría con su chica después. ¿Y si tanteaba primero a su chica? No,
lo más acertado era llamar a Dani. Sí, eso iba a hacer.

-¿Dani?
-Hola, Quinn. ¿Qué necesitas?

-Hola. Mira, te llamaba para comentarte que he estado hablando con mi madre. Lleva una semana
un tanto insoportable con el tema del trabajo… y, bueno, me preguntaba si tú has hablado con tu
padre.

-Sí, claro. ¿Algún problema?

-¿Estás de acuerdo con su plan?

-¡Cómo no voy a estarlo! Aprovechar mi fama para aumentar su popularidad no creo que sea tan
mala idea.

-¿Pero te has enterado que no les vale la fama que estás dando con Rachel? ¿Que es mucho
mejor que nos vean a nosotras dos juntas?

-¿Qué?-exclamó alterada.

-Mi madre dice que sería bueno que nos viesen juntas como pareja. Me ha insinuado algo así
como que salga contigo en público y en privado con Rachel. ¡Está loca!

-Quinn, no te preocupes. Algo había oído de eso…y la verdad es que le dije a mi padre que no me
interesaba. Yo sé que tú estás con Rachel bien ahora y no quiero ser un impedimento más en
vuestra relación. Lo siento, Quinn, no creo que sea buena idea.

-No, si yo no estoy muy segura tampoco… Es solo que mi madre me dijo que tan sólo sería ésta
semana e incluso me dio la idea de que vinieses conmigo a la gira y así yo pueda estar contigo y
con Rachel a la vez.

-Da igual, no importa tía. Todo está bien.

-No, Dani. No está bien todo… Si tu padre no gana las elecciones, la empresa de mi madre se va a
ver afectada y puede que tenga que volver a empezar desde el principio y ya me ha dicho que, si
eso ocurre, no va a poder competir con los Hudson.

-No me jodas…

-Sí, así mismo me he quedado yo… Mi madre no había sido tan sincera conmigo en años.

-Lo siento, Quinn. No sabía que esto pudiese afectar a tu familia. ¿Qué podemos hacer?

-No sé… ¿Tú qué opinas?

-Bueno, si no te parece mal a ti la idea y si Rachel está de acuerdo… Si quieres… Si quieres


podemos intentarlo. Tan sólo será una semana, ¿no? No nos vamos a morir.

-Eso he pensado yo, que tan sólo es una semana… Sólo siete días hasta las elecciones.

-¿Hablaste ya con Rachel del tema?

-No, la llamo ahora. Quería primero saber qué opinabas tú.


-Vale, suerte amiga.

-Gracias Dani. Nos vemos después.

-Vale, guapa.

Sin más, Quinn colgó la llamada y buscó en su agenda el número personal de Rachel. Pulsó la
tecla verde y los primeros tonos se escuchaban por el auricular del teléfono.

Un tono, dos, incluso tres y nadie respondía. Sin impacientarse, Quinn seguía tras el auricular
esperando. La llamada se colgó automáticamente y vuelta a empezar. Volvió a darle al botón
verde y los tonos comenzaron a sonar.

-¿Quinn?

-¡Rachel! ¡Por fin!

-Lo siento, cielo, estaba haciendo una prueba de sonido.

-No… no pasa nada-espetó muy nerviosa.

-¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?

-La verdad es que sí.

-¿Qué ha pasado?-se preocupó.

-A ver… no sé por dónde empezar…

-Empieza por el principio, cariño.

-Está bien… a ver… Mi madre al final ha accedido a dejarme viajar contigo en la gira.

-Eso es una buena noticia, Quinn.

-Lo sé, pero… pero tengo otro problema aún más grave.

-¿Qué pasa?-volvió a cuestionar preocupada.

-Bueno, Rachel, mira… Mi madre tiene una empresa que trabaja para el Ayuntamiento de
Columbus.

-Donde trabaja el padre de Dani, ¿no?-anotó.

-Sí.

-¿Y…?-la ayudó a que continuase explicándose.

-Y, bueno, Michael se presenta nuevamente como alcalde para las elecciones dentro de una
semana.

-Sí.
-Y… nada, que mi madre necesita que Dani y yo salgamos juntas públicamente.

-¿Por qué?-se alteró.

-A ver… si el padre de Dani no gana las elecciones, la empresa de mi familia puede que se vaya a
la mierda, literalmente. Hay otra empresa de la competencia que le hace la vida imposible a mi
madre y ahora que Dani está en lo más alto de la fama, gracias a la foto que subiste de vuestro
beso, pues mi madre ha pensado que la alianza de las dos familias puede ser bueno para que
Michael gane las elecciones-se atropelló.

-Más despacio, Quinn. He entendido la mitad.

-En resumen, que mi madre quiere que Dani y yo salgamos públicamente durante esta semana y,
a la vez, que me vea contigo a escondidas. ¡Una locura!

-No sé Quinn… No sé si es buena idea.

-¿Por qué? Tan sólo es una semana…

-Pero Dani está enamorada de ti… Podría ser peor-hizo una pausa. -Piénsalo.

-No, tan sólo le gusto. No creo que se haya enamorado de mí.

-¿Y si se enamora entonces? ¿No tienes miedo?

-Yo no tengo miedo, cariño. Yo sé a quién que quiero y tengo muy claro que quiero estar contigo.

-Ya, pero…

-Bueno, no pasa nada, Rachel. Entiendo que no lo veas bien… Ya veré cómo me enfrento a mi
madre y a ver si me sigue dejando ir contigo…

-¿De verdad necesitas seguir pidiendo permiso?

-Ella es la que me da la pasta, cariño. No puedo dejarla a un lado ahora que me entiende.

-Ya, ya… pero si es por el dinero, no te preocupes. Aquí no vas a gastar nada…

-Rachel, lo sé, pero mi madre es muy suya y veremos a ver cómo se toma el que no vaya a
ayudarle.

-¿Tan importante es?

-Bueno, un poco, pero no pasa nada.

-Mira, Quinn, está bien. Haz lo que tengas que hacer, pero prométeme que no pasará de ahí…

-¿De dónde?

-De la línea del romance público.

-Tranquila, por mi parte no pasará nada. Ni siquiera pretendo besarla, te lo prometo.


-Eso nunca lo sabes… mírame a mí. Me pasó lo mismo con Brody y he estado fingiendo por mucho
tiempo.

-¿Es muy difícil llevar una doble vida?

-Un poco, pero tan sólo son siete días, ¿no?

-Sí, sólo siete días.

-Bien, pues entonces… ¿cuándo nos vemos?

-Mañana salimos para allá.

-De acuerdo, te veo mañana entonces.

-Gracias por entenderlo, cariño.

-No soy quién para decirte que no hagas eso cuando yo fui la primera que ya lo hizo en su día…

-Gracias, gracias. Mamá se va a poner muy contenta contigo.

-Dale recuerdos a Judy. Un beso cielo, me tengo que marchar.

-Hasta luego amor.

Y Quinn colgó aquella llamada bastante más animada que la anterior. Es que hablar con su chica
era lo único que la había estado animando desde que se tuvo que ir y dejarla a ella en Lima.

Bajó las escaleras rápidamente y volvió al salón en busca de su madre. Allí estaba Judy, tumbada
en el sofá, prestando atención a un estúpido programa del corazón en el que estaban hablando de
algunas parejas famosas.

-Mamá.

-¡Por Dios hija! ¡Me has asustado!-pegó un bote en el sofá.

-Lo siento, no era mi intención…

-Dime, hija. ¿Qué necesitas?

-Ya he hablado con Dani y está de acuerdo en hacer el paripé delante de las cámaras.

-Muy bien, me alegro. Es una buena elección, Quinn.

-Y también he hablado con Rachel…

-¿Qué ha dicho ella? ¿Está de acuerdo?

-Bueno, al principio no se lo ha tomado muy bien… pero al final accedió, a cambio de que vaya a
sus conciertos. Ya sabes…lo que me prometiste.
-Tranquila, puedes ir donde quieras. Te dejaré un poco de dinero mañana cuando vayas a salir
para el aeropuerto, ¿vale?

-Gracias mamá.

-De nada hija.

-¡Ah! Rachel me ha dado recuerdos para ti…

-¿Para mí?-se sorprendió ante aquella intervención de su hija.

-Sí, me dijo que te diese recuerdos y las gracias por dejarme ir a los conciertos.

-Bueno, cuando vuelvas a hablar con ella le dices que puede venir a casa cuando quiera. Será
bien recibida en ésta casa, pero siempre que sea después de las elecciones.

-Gracias-se acercó a su madre para darle un caluroso abrazo.

Pastillas

-¡Hey, cariño! ¡Estás aquí!-se acercó a Quinn para besarla.

La rubia había llamado a la puerta del camerino y había esperado a que su chica le abriese la
puerta. Desde que había finalizado el concierto, Quinn se colgó la tarjeta VIP que le daba acceso
al "backstage" y fue en búsqueda de la cantante.

-Has estado estupenda-volvió a besarla mientras cerraba la puerta con su pierna derecha y la
sujetaba por la cintura.

-¿De verdad?-se separó sonriente.

-Sí, pensaba que últimamente estabas más en baja forma, por eso de que has dejado de salir a
correr por las mañanas, pero ya veo que no ha afectado nada a tu fondo.

-Llevo un tiempo practicando boxeo, cariño. Los movimientos y las respiraciones al golpear me
ayudan muchísimo a la hora de estar en el escenario.

-¿Boxeo? ¿Enserio? ¿Por qué no me lo dijiste antes?

-Quinn, cielo, te pasas las horas con Dani de paseo… ¿Qué quieres que haga mientras? He cogido
el gusto por darle al saco que, además, es anti estrés.

-Vaya, qué sorpresa.

-Una amiga del mundillo me lo aconsejó y, desde entonces, no me lo había planteado de esa
manera.

-Me alegro.

-¿Y Dani? ¿Ha venido al concierto?

-Sí, se ha quedado fuera esperando…


-¿Vienes al hotel? ¿O vas con ella y ya nos vemos más tarde?

-Como tú quieras, amor. He venido precisamente para saber si te espero o me voy con Dani.

-Si te esperas, salgo con vosotras en cinco minutos.

-¿Vas a ducharte?

-No, ya lo hago en el hotel… Dame unos minutos que recoja y me eche un poco de agua por la
cara.

-Vale, cariño-deshizo la postura en la que se encontraban.

Rachel entró al aseo y, mientras tanto, Quinn ojeaba un poco todo el desastre que su novia tenía
sobre el tocador. Fue recogiendo el maquillaje y algunas cosas más que Rachel tenía sobre el
mueble. De repente, se topó con un par de cajitas que nunca había visto.

-Rachel, cielo, ¿qué son estas pastillas?-gritó mientras la morena seguía aseándose.

-¿Qué dices, Quinn?

-Que qué son estas pastillas…-se acercó a la puerta del servicio para mostrárselas.

-¡Ah! Son unas vitaminas que me dio Santana para aguantar la gira, ya sabes, cosas de
cantantes.

-¿Y las otras?-miró a su chica con cara extrañada.

-Son estimulantes.

-¿Para qué? Tú no necesitas tomar esta mierda. Entiendo que tomes las vitaminas… pero… ¿los
estimulantes?

-Gracias a ellos estoy mejor que nunca, Quinn. No puedo dejarlos ahora que he empezado con
tanta fuerza.

-Pues deberías. Esto no es nada bueno y lo sabes.

-Lo sé, cariño, lo sé… No te preocupes, está todo controlado.

-Bueno, ¿las meto dentro de la bolsa de aseo?

-Sí, vale. Déjalas ahí.

Quinn salió hacia el tocador y terminó de recoger lo que quedaba sobre el mueble.

-Rachel, voy a meter la ropa en la bolsa de viaje.

-Vale, pero déjame la camiseta que me la cambie.

-Ok.
Minutos más tarde, Rachel salía del servicio y se cambió de camiseta, mientras Quinn la esperaba
impaciente sentada en una silla.

-¿Estás ya?

-Sí, ya está. ¿Quieres llevarte alguna golosina de las que me han traído?

-Mmmm… ¿No piensas llevártelas?

-No tenía pensado. ¿Quieres?

-Trae, dame el cacharro.

Quinn metió el recipiente donde se encontraban las golosinas en una bolsa y cogió a Rachel por la
mano.

-Gracias, cariño.

-Vamos, Dani lleva un buen rato esperando.

Ambas se dirigieron hacia el coche y se montaron en él. Quinn de copiloto y Rachel en la parte
trasera del mismo. Durante el trayecto conversaron sobre el concierto y lo bien que estaba
llevando ya Rachel los tres conciertos seguidos que había dado por Nueva York y sus alrededores.

-Gracias Dani, nos vemos mañana-se despidió Rachel mientras salía del coche.

-¿No vas con ella?-le cuestionó a Quinn.

-Sí, pero quería asegurarme de que no hubiese nadie esperándola en la puerta… Y me temo que
voy a tener que bajar contigo para el garaje y esperar en la habitación.

-Ok.

Rachel atendía a los pocos fans que se encontraban en la puerta, mientras las otras chicas
estacionaban el coche en el garaje del hotel. Dani, por su parte, subió a su habitación, que
compartía con Marley, mientras que Quinn decidió marchase directamente para la que ella
compartía con Rachel.

Tras unos quince minutos, Rachel ya estaba subiendo por el ascensor hacia su habitación donde
sabía que ya estaría esperándola Quinn.

-Ya estás aquí-sonrió nada más ver a su chica entrar en la habitación.

-Sí, siento el retraso. Ya sabes que las chicas están deseando hablar conmigo un ratito.

-¿No te cansas de ellas?

-Sí, a veces no me apetece, pero son las que me dan trabajo. No puedo negarles el saludo.

-Bueno, ve a pegarte la ducha. Estoy deseando pasar un ratito a solas contigo.

-Y yo…
Rachel se acercó a Quinn para besarla dulcemente en los labios. El dulce beso llevó a otro más y
otro más salvaje que empezó por descontrolar la situación. Quinn se encontraba quitando la
camiseta de su chica mientras seguía besándola por el cuello y le mordisqueaba el lóbulo de la
oreja.

-Quinn, por favor… tengo que ducharme. ¡Estoy sudada!

-Me da igual…

-Ya lo sé, sé que a ti te da igual… Ya me lo demostraste anoche.

-No hay tiempo que perder, ¿no?-sonrió mientras seguía besando a su novia.

-¿Vienes?-Rachel tiró de la camiseta de Quinn y la arrastraba hacia el baño.

-Pensé que nunca me lo dirías.

La rubia se dejó llevar hasta el baño y desnudar por completo. Rachel comenzó por quitarle la
camiseta y los pantalones, para seguir deshaciéndose de la ropa interior de su chica. Quinn
tardaría poco más en hacer lo mismo con la cantante.

Ya bajo el agua, ambas siguieron demostrándose la pasión que sentía la una por la otra. Quinn
besaba a su chica como si fuese la última vez que lo hiciese y la morena se dejaba, por supuesto.
La rubia siguió bajando por su cuello hasta llegar a los pechos y comenzó a juguetear con ellos;
primero pasando su lengua lentamente por los pezones para después mordisquearlos
suavemente.

-¡Quinn! ¡Ahhh!-gimió con locura.

Rachel estaba completamente entregada a su chica, excitada y súper caliente. Estaba ansiosa por
saber cuándo Quinn iba a llegar a estimularla aún más, aunque creía que si seguía a éste paso iba
a terminar corriéndose demasiado pronto.

-Quinn, por favor…

-Shhh… ¡Déjame disfrutar, coño!

-Quinn, si me gusta lo que… lo que me estás haciendo pero… necesito que…

Y la rubia besó a Rachel para que no siguiese hablando. Impidió que ésta siguiera diciendo cosas
que no tenían sentido cuando la pasión y el fuego ya hablaban por sí solos. Entonces fue cuando
la morena tomó la decisión y cogió la mano de Quinn para llevarla hasta sus partes más íntimas.
Nada más llegar allí, la morena volvió a gemir más fuerte.

-¡Dios! ¡Estás súper mojada!-exclamó fuera de sí.

Y no la hizo esperar más. Quinn llevó dos de sus dedos hacia el interior de Rachel y la estampó
contra la pared de la ducha. Sus dedos iban y venían con una velocidad considerable, mientras su
chica no podía parar de gemir.

-¿Te gusta?
-Mucho, cariño.

Y la morena volvió hacia los besos de su novia mientras la agarraba por la cabeza y acariciaba su
pelo. Mordisqueó un par de veces el labio inferior y pasó su lengua sobre él, contoneando la forma
de éste.

-Mmmm… sabes tan bien.

-Tú también sabes bien.

Quinn cesó un poco en su velocidad y seguía penetrando a Rachel mientras estimulaba el clítoris
de ésta con su dedo pulgar.

-Ven aquí, fiera.

Rachel se agarró a su chica y jugó a introducir ella también sus dedos en Quinn.

-Whow… qué mojadita estás…

-Eso es por tu culpa.

-Mmmm… me gusta hacerte sentir así.

Y siguieron besándose mientras el vaivén de sus caderas se acompasó al de sus manos. Rachel,
casi llegando al orgasmo, tuvo que cesar en su acción para poder prestar toda su atención a lo
que estaba ocurriendo en su interior en ese momento.

-¡Oh, Dios! ¡Ahhh! ¡Quinn, por Dios!

Y la morena se contrajo mientras arañaba la espalda de su chica que ya había cesado en los
movimientos de su mano. La besó intensamente; un beso suave, dulce y placentero. Y Rachel
entonces tomó el mando y giró a la rubia para estamparla contra la pared y darle lo que le estaba
pidiendo a gritos.

-Ahora me toca a mí complacerte.

-Me encanta que lo hagas.

Introdujo ésta vez dos dedos y comenzó con el movimiento que Quinn ya le estaba pidiendo con
sus caderas. No tardó en estimularla un poco más, tocando el clítoris y haciendo pequeños
círculos con sus dedos. La rubia se abrazó fuertemente contra su chica y siguió besándola por el
cuello y jugueteando con la oreja.

Durante unos minutos, Quinn siguió disfrutando del placer que le estaba provocando la morena y
se dejó llevar hasta el punto en el que no pudo más y llegó al instante más culminante de aquél
orgasmo que ya estaba sintiendo.

-Ufff, ha sido increíble-comentó la rubia mientras besaba nuevamente a su chica.

-Me encanta cuando te pones así de dulce.

-Ven, voy a enjabonarte.


Y Quinn se echó sobre la mano un poco de jabón con el que comenzó a enjabonar a Rachel
mientras la limpiaba con suaves caricias.

-Recuérdame que la próxima vez no lo hagamos bajo la ducha-salió del baño quitándose agua de
la cabeza con una toalla.

-¿No te ha gustado?-Quinn ya se vestía con la ropa interior limpia.

-Sí, sí que me gusta… pero no llevo bien esto de tener que secarme ahora el pelo de madrugada.
¡Tengo mucha cantidad!

-¿No traes tú un secador?

-Se me olvidó, voy a tener que ir a comprar uno porque no me puedo pasar toda la gira
secándome con esa mierda pequeñita que hay en los hoteles.

-Ven, yo te ayudo…

Y horas más tarde, ambas ya descansaban sobre la cama del hotel perfectamente abrazadas y
compartiendo más de una caricia.

-¿Sabes qué?

-Dime, cielo.

-Santana me ha comentado que voy a poder incorporar algunas de mis composiciones para el
próximo álbum.

-¿De verdad?-preguntó mientras acariciaba el pelo de su chica.

-Sí, es alucinante. ¡Aún no me lo creo! Han escuchado las maquetas y han preseleccionado unas
cuantas.

-¡Eso es increíble!-la besó tiernamente.

-Lo sé, aún no sé cuáles son… pero estoy segura de que sean las que sean me gustará grabarlas y
probar suerte como compositora.

-Seguro que a la gente le encanta, no te preocupes.

-Por cierto… tenía una proposición para ti. Le dije a Santana que quería darte la presidencia del
club de fans, pero no sé si ha adelantado algo en el tema porque no me ha comentado nada.

-¿La presidencia del club de fans?-se irguió un poco en su postura para mirar directamente a
Rachel a la cara.

-Sí, quiero que seas mi presidenta.

-No, Rachel… Yo paso de esas cosas.

-¿Por qué?
-No me gusta tener tantas obligaciones y aguantar a tantas y tantas locas que babean por ti. Lo
siento, no va a ser posible.

-Yo que pensaba que te iba a gustar la idea…-le acariciaba el brazo.

-Pues no, no me gusta.

-Bueno, le diré a Santana que deje entonces el tema y así Ashley no nos molestará.

-Esa es otra… ¿Cómo pensabas quitarla de su puesto?

-No sé, Santana tenía que ingeniárselas.

-Déjalo… Que siga siendo ella. Enserio, no tengo ganas de más problemas. Bastante tengo con lo
mío.

-Bueno, tranquila… Lo tuyo con Dani tiene fecha de caducidad-sonrió contenta.

-Aún me quedan dos días y estoy cansada ya. Yo no valgo para éstas cosas, Rachel…

-Es normal que estés cansada, pero tienes que aguantar. Por tu madre, recuérdalo.

-Sí, si lo estoy haciendo por ella… pero es que no me apetece salir más de la mano de Dani, ni
besarme con ella en público. No sé, creo que ella está disfrutando de todo esto, pero yo no.

-Hombre, ella es lógico que disfrute… No todos los días se tiene a una rubia, guapa y sexy como
novia.

-¿Eso piensas de mí? ¿Que soy sexy y guapa?

-Muy muy sexy. Diría que jodidamente sexy.

-¿Sabes? Creo que se me están pasando los malos pensamientos y me vienen otros más
divertidos a la mente…

-¿Qué piensas?

-¿Repetimos?

-Mmmm…mañana tengo que trabajar, Quinn. Necesito descansar un poquito.

-Jooo, siempre igual.

-Ven aquí, anda-la agarró por el cuello y la atrajo hacia su pecho.

-Esto no ayuda.

Quinn perdía su mirada en el perfecto pecho de la morena; no se había puesto sujetador y se


podía notar, a través de la camiseta del pijama, que sus pezones estaban completamente erectos.

-Nadie te ha dicho que lo hiciese para ayudar-susurró sensualmente mientras la besaba.


El siguiente gesto de Quinn fue subir aquella camiseta y chupar aquél pezón que ya esperaba
impaciente por ser el centro de atención.

-Como me encantan tus pechos…

-Lo sé. Y a mí me encanta que te encanten-sonrió Rachel mientras ya empezaba a sentir una
clara excitación.

Ella es el amor de mi vida

Los dos días de rigor habían pasado y Quinn se encontraba junto a su familia en la sede central
del Partido Demócrata de los Estados Unidos, que lideraba Michael B. Coleman para la alcaldía de
Columbus, Ohio. Éste partido político contaba con la ayuda y apoyo del presidente de los Estados
Unidos, Barack Obama, ya que él también pertenecía al mismo grupo político.

Un partido liberal, progresista y de centroizquierda. El Partido Demócrata norteamericano se


preparaba para respaldar el matrimonio entre personas del mismo sexo por primera vez en su
historia y ahí es donde entraban en juego Quinn y Dani.

Sobre un escenario improvisado, a la espera de los resultados, Michael seguía conversando con
sus simpatizantes y respondiendo a cada una de las cuestiones que la prensa le iba realizando.

-Así, después de esta gran noticia sobre el avance con respecto a los derechos de las personas del
mismo sexo para casarse… Me complace presentarles a la que es la actual pareja de mi
queridísima hija Danielle. Ella es Quinn Fabray. Cielo, sube con nosotros-apuntó el alcalde a
través del micrófono mientras los asistentes aplaudían.

Quinn, vestida con un traje elegantísimo y muy tímida, se encaminó hacia el improvisado
escenario y subió a él con una gran sonrisa. Se acercó a Dani, la cogió de la mano y le dio un
beso, corto, en los labios.

-Me alegra saber que, si ganamos, mi hija tendrá derecho a casarse con la persona que ella
escoja, a pesar de que ésa persona sea una mujer. Y me enorgullece que esto esté pasando en un
estado pequeño como es el de Ohio. Y que pueda suceder aquí, en Columbus, la tierra que la vio
nacer y crecer-enfatizó la última frase. -Un aplauso para ellas, se lo merecen por ser tan valientes
y por ayudar a muchas personas a que no se escondan por el simple hecho de ser homosexuales.

Los espectadores comenzaron aplaudir alegremente, tras la petición de Michael. Las chicas se
agarraron por la cintura y sonreían cuando, de repente, las noticias de última hora hacían acto de
presencia en la cadena local.

"Y mientras se realizan los recuentos para saber quién ha ganado las elecciones en el Estado de
Ohio, una noticia de última hora"

La presentadora terminó su entradilla y dieron paso a las cortinillas del noticiario.

"La cantante internacional, Rachel Berry, ha sufrido un accidente en el último concierto que
estaba teniendo lugar, aquí, en Ohio. La morena de ´Nothing´s gonna stop me´ ha tenido que ser
ingresada de urgencia por motivos que aún se desconocen. Se encuentra en The Ohio State
University Medical Center de Columbus, tras desvanecerse al suelo en pleno concierto. Estas son
las imágenes"
Quinn palideció y lo primero que hizo fue mirar desconcertada a Dani, que ya se preocupaba por
la situación de su amiga.

-¿He escuchado bien?-preguntó a la oreja de la disck-jockey.

-Sí, creo que algo le ha pasado a Rachel.

-¿Por qué no me ha llamado Santana para contarme?

En ese momento, Quinn buscaba en el interior de su bolso el dispositivo móvil que permanecía
apagado. Pulsó varias veces sobre el botón de desbloqueo y el teléfono no respondía a la acción.

-¡Mierda! ¡Justo ahora se tiene que quedar sin batería! ¿Recuerdas en qué hospital ha dicho que
estaba hospitalizada?-preguntó atacada por los nervios y la presión.

-Creo que era en The Ohio State University Medical Center.

-Ok.

Y no dijo nada más. Salió corriendo en dirección a la parada de taxis más cercana y se montó en
el primero que pilló.

-Por favor, al Ohio State University Medical Center.

-De acuerdo.

Mientras el taxi comenzaba a avanzar, Quinn se percató de que Dani y su madre venían corriendo
tras ella y se aproximaban al vehículo.

-Pare, un segundo, por favor. ¡Solo un segundo!

Quinn bajó la ventanilla y dejó que su madre hablase.

-Quinn, por favor, quédate un par de horas más… Luego te llevamos al hospital, te lo prometo.

-Lo siento, mamá-dijo soltando las primeras lágrimas. -Rachel es más importante que cualquier
paripé de mierda que queráis montar a nuestra costa. Dani, lo siento por ti, pero necesito saber
qué le ha pasado.

-Lo entiendo, Quinn. ¿Quieres que te acompañe?-se preocupó la joven.

-No, quédate y discúlpame ante los invitados.

-Quinn, yo pagué a esa estúpida niñata para que no abriese su bocaza y no joder a Rachel… ¿No
vas a hacer esto por mí?

-Mamá, suficientes cosas he hecho ya por ti… Y sobre Ashley… Santana la tiene totalmente
controlada. Hace tiempo que cogió más dinero y se fue del país. Lo siento, de verdad, pero ya se
os ocurrirá alguna excusa-llevó su mano hacia el hombro del taxista y le dio la siguiente orden. –
Por favor, arranque.
Y segundos más tarde, el taxista ya ponía rumbo hacia el hospital en el que Rachel ya estaba
siendo intervenida de urgencia.

-Por favor, ¿alguien me puede decir cómo está mi representada?-Santana gritaba nerviosa en el
control de enfermería.

-Lo sentimos, señorita, pero no podemos darle ningún tipo de información hasta que no venga el
médico.

-¿Y cuándo será eso?

-En cuanto terminen la intervención. Por favor, sea paciente.

-Ya lo has oído Sanny, deja que los médicos hagan su trabajo y ya nos avisarán-se acercaba al
mostrador para agarrar a su novia y llevarla nuevamente hacia los asientos.

Un médico aparecía minutos más tarde para hacerle unas cuantas preguntas a Santana López, la
representante que estaba al mando de la situación.

-Perdone un segundo, señora López… ¿Sabe usted si su representada ha ingerido o tomado algún
tipo de droga?

-¿Drogas? ¡No, Rachel es muy sana! Si acaso ha tomado alguna vitamina… No sé-se echaba la
manos a la cabeza mientras regresaba sobre un par de pasos.

-¿Está segura?-volvió a cuestionar mientras fijaba su mirada en los ojos de la latina. -¿Ha tomado
algún tipo de estimulante?

-¿Un estimulante? Sí, ahora que lo recuerdo estaba tomando metilfenidato. ¿Hay algún problema?

-Creo que su representada ha tenido un fuerte ataque de ansiedad y agitación, tanto que le ha
provocado una taquicardia. Su frecuencia cardiaca se ha visto incrementada de forma brusca y
rápida y creemos que fue por la ingesta de algún tipo de droga o estimulante.

-Que yo sepa sólo estaba tomando vitaminas y el metilfenidato ese.

-Vale, ha sido de gran ayuda. Muchas gracias.

-¿Cómo está ella?-paró la marcha del doctor, sujetándolo por el brazo.

-De momento, hemos tenido que inyectarle un calmante, pero creo que nos hemos encontrado
con otra complicación. ¿Sabía usted que la señorita Berry tiene nódulos en las cuerdas vocales?

-Sí, ya estaba al corriente de eso.

-Vamos a tener que operar. No creo que haya sido bueno todo el sobreesfuerzo vocal de ésta
última semana.

-¿Entonces?

-Vamos a intervenir lo antes posible. Cuando terminemos, saldré a informarles.


-Muchas gracias doctor.

Santana volvía hacia la sala de espera de urgencias y se sentaba junto a su novia Brittany.

-Debería hacer unas llamadas. Me temo que vamos a tener que suspender la gira.

-¿Qué ha ocurrido, Sanny?

-Rachel está peor de sus nódulos. Por lo visto, la van a operar… Y supongo que esto le llevará
bastante tiempo de recuperación.

-La verdad que es un poco delicado, pero saldrá bien. Ya lo verás, cariño-besaba a su novia en la
cabeza para reconfortarla.

-Debería avisar a los chicos, ¿no?

-Espera a que termine la operación. De momento, ya les mando yo un mensaje diciéndoles que va
a entrar a quirófano. ¿Esa no es Quinn?-cuestionó a la latina mientras veían a una chica rubia
acercarse a ellas corriendo.

-Sí, ha debido de enterarse por la prensa.

-¿Qué hace vestida así?

-Hoy tenía un evento en la sede del Partido Demócrata con Dani y su padre.

Quinn llegó hasta ellas, agitada y con los tacones en las manos. Después de haber estado
corriendo durante un buen rato, pensó que la mejor idea que había tenido era seguir, lo que le
quedaba de camino, descalza, así al menos no le estorbarían los tacones.

-¡Chicas! ¿Cómo está Rachel? ¿Qué coño ha pasado? ¿Por qué nadie me ha dicho nada? ¡Joder
contestadme!-gritó alterada.

-Quinn, por favor, relájate-se levantó Brittany para tranquilizar ahora a la rubia.

-¡No! ¡No me relajo!

-Rachel está bien.

-¿Es cierto eso, Santana?-cuestionó a la latina mientras volvía su mirada hacia la silla donde ésta
se situaba.

-Tranquila, está bien. Te he llamado pero tenías al móvil apagado.

-¡Es verdad! ¡Puto móvil!-se alteró y tiró el dispositivo, al suelo, con todas sus fuerzas.

-Quinn, por favor… Rachel está bien. Sólo ha tenido un pequeño problema con los estimulantes,
pero ya está todo controlado. El médico nos ha dicho que ya está mucho más relajada-explicó
Santana.

-¿Podemos entrar a verla?-cuestionó nuevamente a la latina.


-No, aún tienen que hacerle una intervención.

-¿De qué? ¿Qué le pasa a Rachel? ¡Contesta!-se acercó a Santana para agitarla.

-Quinn, por favor, un poco de silencio… Ésta gente no necesita más locas desquiciadas por hoy…-
Brittany la sentaba junto a su novia.

-Quinn, no sé si sabías que Rachel ha tenido problemas de nódulos en las cuerdas vocales…

-No, no lo sabía… ¿Cómo es posible?-se volvió a levantar.

-Verás, ella ha querido ocultarlo a todo el mundo pero ha estado decayendo desde éste último
disco. Unos nódulos le han estado jodiendo todo este tiempo y ella ha aguantado todo lo que ha
podido. El médico nos ha dicho que los tienen que extirpar, que tienen que operarla sí o sí.

-¿Entonces…

-Entonces tengo que empezar con la cancelación de la gira-interrumpió el estado de shock de la


rubia. –En cuanto Rachel salga de quirófano me pondré a ello… Y luego… pues a recuperarse-
Santana esbozó la primera sonrisa tímida de toda la noche.

-Ok…

Quinn todavía seguía sin creérselo demasiado. No quería que aquello que estaba pasando fuese
realidad; necesitaba, con todas sus fuerzas, despertar de aquél mal sueño que no podía soportar.

-¿Cómo ha ido tu evento?-Brittany intentó cambiar de tema sutilmente.

-Una completa mierda.

-¿Qué ha pasado?

-No he llegado a terminar… Estaba… Estaba en medio de nuestra presentación oficial y he visto la
noticia de Rachel en la televisión… Y… Y No me ha dado tiempo a mucho más. Salí corriendo y
aquí estoy.

-Eso dice mucho de ti-sonrió y acarició la espalda de la rubia.

-Ella ni siquiera sabe que estoy aquí-volvió a romper a llorar.

-Ella sabe que estamos aquí-fue Santana la que ésta vez se levantó y se acercó a las dos rubias
para abrazarlas. Rachel es fuerte, saldrá bien de ésta.

-Eso espero…

-Ya verás que sí, Quinn.

Tras una hora y media de continuas idas y venidas de las chicas, el médico volvía a hacer acto de
presencia en la sala de espera. Santana cogió a Quinn de la mano y se acercó con ella hacia el
doctor.

-Díganos, ¿cómo está ella?


-La intervención ha salido perfectamente. Hemos extirpado los nódulos que llevaban afectando a
las cuerdas vocales de la señorita Rachel Berry. Ella se encuentra ahora en reanimación. En
cuanto suba a planta les informaremos para que suban a verla.

-Gracias, doctor. De verdad, muchas gracias-Quinn se secaba las últimas lágrimas que habían
recorrido sus mejillas.

-¿Va a tener problemas para volver a cantar?-cuestionó Santana muy preocupada.

-Estoy seguro de que podrá volver a la normalidad en un tiempo, pero va a tener que tomárselo
con calma. De hecho, creo que le afectará un poco a sus tonos… Ya sabéis…

-¡Dios! Pobre Rachel…-Quinn seguía respirando profundamente para intentar calmarse.

-No se preocupen, que no es nada grave.

-No, si ya lo sabemos… Podría haber sido peor, sí…-Santana llevaba a Quinn nuevamente sobre
los asientos. –Gracias doctor, estaremos esperando aquí.

-De nada, nos vemos.

El médico se despedía mientras las chicas volvían a quedarse allí, preocupadas pero un poco más
aliviadas al saber que la operación había salido bien.

-Voy a avisar a los chicos, ¿vale?-dijo Brittany. –Y llamaré a Marley, que estaba muy preocupada
también.

-Vale, Britt. No tardes.

La latina se volvía a colocar frente a Quinn y la cogió por las manos. Ésta la miró y no dijo nada,
sólo dejó que Santana siguiese acariciándole mientras ambas derramaban una nueva lágrima.

-Quinn, sabes que ella te quiere, ¿verdad?

-Lo sé.

-Sabes que eres lo más importante de su vida…

-Sí, claro que lo sé.

-Gracias, Quinn. Gracias por venir y estar aquí dándole toda tu fuerza. Ella debe estar sintiéndote.
Es tan dramática a veces…

-Bueno, no podía hacer menos. Ya estaba bien de seguir con la farsa. Además, hoy era el último
día.

-Gracias por no prestarte a eso y dejar colgada a Rachel. Ha estado un poco baja de moral
últimamente, pero… ¿sabes qué? No la he visto tan animada y tan enamorada desde que te
conoció. Estaba tan decaída por el tema de los nódulos, que creía que iba a retirarse. Empezó a
componer por miedo a pensar que no podría cantar nunca más… Se lo toma todo muy a pecho, ya
lo sabes.
-Ella es así, pero me encanta-sonrió tímidamente a la latina.

-Ahora, pase lo que pase, sólo espero que nada os detenga porque eres lo más bonito que tiene
en su vida. Sin ti, ahora mismo estaría muy perdida.

-Gracias Santana. No te preocupes, intentaré cuidarla todo lo pueda.

-Prométeme que no te irás de su lado después de esto…

-No lo haré, ella es el amor de mi vida.

Epílogo

Todos los periodistas aguardaban la entrada de la reconocida cantante Rachel Berry. Esperaban
impacientes porque llevaban un mes sin saber nada de ella públicamente. Sin saber qué era lo
que la estaba alejando de los escenarios. Enseguida, la cantante accedió al lugar donde se iba a
realizar la rueda de prensa que había organizado, seguida por Quinn.

La morena se realizó las primeras fotos de rigor ante las cámaras y agarró a Quinn del brazo para
llevarla consigo hasta el lugar donde se sentarían ambas, frente a la oleada de periodistas que
seguían esperando inquietos.

-Buenos días a todos. Gracias por venir-espetó Rachel desde el micrófono. Lo primero, quería
disculparme por no poder venir acompañada de mi representante, Santana López, por lo que me
veré en la obligación de realizar éste papel por mí misma. Sin más, comencemos la rueda de
preguntas.

-Señorita Berry, ¿podría decirnos qué la ha alejado tanto tiempo de los escenarios?-preguntó una
muchacha perteneciente a una revista de música.

-Sí, claro, para eso estoy aquí hoy. Los motivos por los que he tenido que dejar los escenarios han
sido médicos. Me explico, desde hace tiempo he tenido molestias en las cuerdas vocales debido a
unos nódulos que han tenido que extirparme. Fue mucho antes de la gira y, por eso, aquél día
que me desvanecí, aprovecharon para operarme de urgencia.

-¿Cuánto tiempo le mantendrá esta situación fuera de los escenarios?-cuestionó el siguiente


periodista.

-De momento no tengo fecha fija de vuelta. Necesito cuidar mis cuerdas vocales y comenzar
algunos ejercicios con el foniatra. Mi disfonía funcional ha sido bastante complicada y necesito
volver a reeducar la voz para no regresar a un sobreesfuerzo que me impida seguir cantando.

-¿Y las causas del desvanecimiento se desconocen?-una chica de un programa de televisión hacía
hincapié en esto último.

-No lo sabemos. Quizá el sobreesfuerzo me llevó a un extremo cansancio y de ahí que no pudiese
aguantar más la presión.

-Pero si solo acababa de empezar la gira…-volvió a cuestionar la muchacha.

-Lo sé, pero venía de una promoción por toda América, algunas actuaciones en Europa… Teniendo
en cuenta que enganché prácticamente una gira con la siguiente, es obvio que el agotamiento no
sólo haya sido físico.
-¿A qué se va a dedicar mientras, señorita Berry? ¿Algún proyecto que sí pueda llevar a cabo a
pesar de su necesidad de descanso?-el enviado por la revista Marie Claire esperaba atento la
contestación a su pregunta.

-Pues afortunadamente tengo varios proyectos en mente. El primero de ellos es componer para mi
siguiente disco, cosa que ya estaba haciendo mucho antes, pero que ahora me exige algunos
retoques. Y con ello, pues empezar a componer para otras personas, ya tengo algunos
representantes esperando algunas maquetas para sus artistas y, la verdad, eso es muy
reconfortante ya que nadie me conoce aún como compositora. Por otra parte, me han llegado
algunas ofertas televisivas y de cine, que me gustaría poder leer con detenimiento porque quizá
pueda estar interesada en llevar mi vida profesional a la pantalla.

-¿Eso quiere decir que podremos ver algún tipo de show en el que su vida sería la protagonista?-
exclamó otro periodista que se acercaba un poco más hacia la mesa y así poder recoger la
contestación en su grabadora.

-Si realmente me interesa, es posible.

-¿Hablamos de una serie? ¿Podría comentarnos un poco la trama? -insistió el muchacho.

-Sí, es lo que más veo viable. De momento, sólo puedo contar que la serie estará inspirada en mis
comienzos como cantante y aún no sé si realizaría yo el papel principal, o se buscará a alguien
que pueda hacer de mí. Aún tengo que pensarlo-rio y contagió al resto de presentes. –Como ve,
primero tengo que organizarme un poco, acabo de salir de un tramo un tanto traumático para mi
mente.

-Lo siento, señorita Berry, no quería importunarle.

-No, si está bien, usted sólo hace su trabajo-sonrió y señaló al siguiente periodista que pedía la
palabra.

-Hola Rachel, ¿qué tal? Suponiendo que todos éstos proyectos salgan a la luz… ¿Cuándo
disfrutaríamos de tu voz nuevamente? ¿O piensas dejar la canción para dedicarte al mundo de la
actuación?

-No, eso lo tengo muy claro… Que tenga proyectos de otras ramas no quiere decir que vaya a
abandonar la música. La música es mi pasión y por eso estoy hoy aquí, por vivirla tan
intensamente y sin descanso… No creo que pueda ser capaz de abandonar nunca.

-¿Tendrá que superar usted sola todo este mal trago de abandonar por un tiempo? ¿O tiene
alguien ya a su lado?-una reportera de un programa de corazón atacaba directamente a lo que le
interesaba para su contenido televisivo.

-Hoy estoy feliz de poder contestarle que sí, que hay alguien a mi lado-miró por unos segundos a
Quinn y le sonrió.

-Se rumoreaba que andaba con una muchacha disck-jockey de Columbus-continuó para tener
alguna exclusiva sobre la vida sentimental de la cantante.

-Sobre eso… tengo que comentarles que aquellas fotos que se hicieron públicas no debieron de
salir nunca a la luz porque se cogieron de mi Instragram, que es privado.
-Parecía que se lo pasaba bastante bien, por lo que hemos podido ver en las imágenes-aprovechó
otro periodista para seguir preguntando por aquella fiesta.

-Ya que todos han visto las imágenes, diré algo en mi defensa. Tan sólo era una chica, en la fiesta
de cumpleaños de alguien muy especial, haciendo lo que hacen las personas jóvenes para
divertirse. No creo que haya que hacer un drama de esto y, mucho menos, ponerse ahora a
rebuscar en cosas de mi pasado.

-Volviendo al tema principal de esta rueda de prensa. ¿Piensa lanzar muy pronto el próximo
disco?-el becario de la Rolling Stone hablaba por primera vez.

-Primero debo de acabar la gira de promoción de éste. Me gustaría retomarla lo antes posible y,
quizá, mientras tanto esté grabando… O quizá me tome un descanso. No lo sé, los médicos me
irán guiando.

-Así que retomará ésta gira que ha dejado aparcada-insistió el chico.

-Así es.

-Bien, pues por lo visto tendremos Rachel Berry por mucho tiempo. Eso les encantará a nuestros
lectores de Rolling Stone.

-Eso no lo dude-sonrió dulcemente al muchacho.

-Señorita Berry, ese pasado que usted menciona siempre volverá a estar presente, pues salía
besándose con varias chicas en aquella fiesta-volvió a apuntar la chica de la prensa rosa.

-¿Y quién no ha jugado a besarse con sus amigas una noche de borrachera? ¡Venga ya! Seguro
que usted también lo ha hecho. ¿O me equivoco?

De repente, un silencio inundó la estancia y la chica tardó bastante en reaccionar y contestar a la


pregunta de la morena. Quinn, sin embargo, se tensaba por segunda vez en aquella rueda de
prensa y esperaba pacientemente la respuesta de la chica que no tardó en llegar.

-Sí, claro, pero yo no soy una figura pública…-se molestó un poco por el comentario de la
cantante.

-¡Pues ya está! Por qué darle más importancia…

-¡Por Dios! ¡Dejen de molestar a la señorita Berry con preguntas que están fuera de lugar!-Quinn
encendió el micrófono y explotó. Ha venido aquí a hablar de su paréntesis en el mundo de la
música, no para que estén bombardeándoles con preguntas que no tienen sentido en este
momento. Por favor, respétenla.

-Como ven, no echo de menos tener aquí a mi representante-soltó al escuchar el comentario de


su chica. –Ella podría serlo perfectamente. Aunque estoy segura de que Santana ya os hubiese
echado a la mitad a la calle por las preguntas tan oportunistas-rio volviendo a contagiar a todos
con su risa.

-Podría usted contratar a su amiga como manager-bromeó uno de los periodistas.

-En una cosa tiene usted razón, podría ser la mejor manager del mundo… pero se ha equivocado
con eso de mi amiga. Ya que estoy aquí, quería aprovechar para presentaros oficialmente a la que
es mi pareja desde hace un tiempo. Ella es Quinn Fabray y es la mujer que ha cambiado mi vida.
La mujer que me ha hecho ver que no conocía el verdadero amor hasta que llegó ella. Es la
persona que me hace feliz, con la que comparto mi tiempo y la que me cuidará todos los días
porque no quiero que se vaya nunca.

-¿Podrían posar las dos juntas? ¡Esta es una gran noticia! Gracias por hacernos partícipes.

-Claro, ven aquí Quinn.

La morena agarró a Quinn de la mano y la acercó mucho más a ella. La sentó sobre sus piernas y
ambas sonrieron mirando a las miles de cámaras que ya las flasheaban. Segundos más tarde,
Rachel retiraba un mechón de pelo de su chica y la besaba tiernamente para que aquellas
imágenes aseguraran al mundo de que estaba completamente feliz y que su corazón ya tenía
dueña.

¿Continuará?

También podría gustarte