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Tolin Págs. 8-17.
Tolin Págs. 8-17.
Practicar TCC: Una guía exhaustiva para trabajar con las conductas,
los pensamientos y las emociones
Este libro está dividido en tres partes. La Parte I, "¿Por qué sufren las personas?", está
dedicada a utilizar los principios de la terapia cognitivo-conductual (TCC) para responder a la
pregunta fundamental de por qué nuestros pacientes sufren en primer lugar. ¿Por qué está
deprimida esta persona? ¿Por qué ese paciente experimenta ataques de pánico? ¿Por qué este
paciente se autolesiona? ¿Por qué ese paciente abusa de las drogas?, etc. La Parte II, "¿Cómo
ayudamos?", aborda las intervenciones que utilizamos en la TCC. Como verán, nuestros "cómo"
dependen en gran medida de nuestros "por qué": seleccionamos las intervenciones en función de
nuestros conocimientos de por qué persiste el problema. Esta estrategia está en el corazón del
enfoque de formulación de casos (Persons, 1989; Persons & Tompkins, 2007), en el que la
información recopilada durante una evaluación exhaustiva se utiliza para desarrollar una
formulación sobre las causas del problema y la formulación determina la selección de las
intervenciones. La Parte III, “Poniendo todo junto”, te guía a través de varios ejemplos de casos,
desde el principio hasta el final de la terapia, para que puedas ver cómo estos elementos
conceptuales e intervenciones se entrelazan en un solo caso.
•Scott es un hombre de 50 años con ansiedad social visto en la práctica privada. Aunque puede
interactuar bien con su esposa e hijos, se paraliza por miedo cuando habla con su supervisor en
el trabajo o con personas que no conoce bien.
•Suzanne es una mujer de 65 años, atendida en una clínica de manera ambulatoria, que tiene
síntomas de trastorno de ansiedad generalizada (TAG), caracterizado por preocupación excesiva
y tensión. Para hacer frente a esta ansiedad, Suzanne ha estado abusando de benzodiacepinas y
teme ser "adicta" a ellas. También es altamente dependiente de los demás y parece reacia a
tomar decisiones por sí misma.
•Melissa es una mujer lesbiana de 25 años que está siendo tratada en un centro comunitario de
salud mental. Una sobreviviente de abuso sexual crónico durante su infancia, Melissa está
experimentando un trastorno de estrés postraumático (TEPT) complejo caracterizado por
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Es más útil, por lo tanto, focalizarse menos en los diagnósticos que en los síndromes de
problemas psicológicos. Piensen de esta forma: hay una cantidad limitada de síndromes (ej.
depresión, miedo) que pueden ir de moderado a severo y podrían ocurrir de forma independiente
o en combinación. Es decir, es menos importante saber el nombre del problema que entender
qué es lo que está pasando.
Mi rechazo general a las etiquetas se extiende también a las intervenciones TCC. Hoy
en día parece que todos han salido con su propia marca de TCC, con nombres distintos y
tratamientos manualizados. Yo no creo que un buen CBTer necesite saber cada paquete de TCC
desarrollado o necesite memorizar un tratamiento manualizado para todo. Si lo intentara, su
cabeza explotaría. Lo que es importante es que entienda los ingredientes fundamentales de esas
terapias. Uno halla, una vez que empieza a buscar, que el número real de ingredientes que
funcionan es mucho menor que la cantidad de paquetes de tratamientos disponibles.
Thomas Huxley (1825-895) escribió que “la gran tragedia de la ciencia [es] la muerte de
una hipótesis hermosa por un hecho horrible”. Yo puedo llegar a una gran conceptualización de
los problemas de un paciente y creer que establece perfectamente qué está sucediendo y por
qué… y después aprendo más sobre mi paciente, y mi conceptualización se cae. A mí no me
gusta cuando eso sucede, y tampoco a ti probablemente. Después de todo, estar en lo cierto se
siente mucho mejor. Pero es central para pensar de forma científica reconocer que muchas de
tus ideas van a ser erróneas. Un buen CBTer está abierto a la posibilidad de equivocarse,
inclusive a buscar los signos de esas fallas en el camino. Nosotros siempre podemos modificar
nuestras ideas en la medida en que aprendemos nuevos hechos. Vamos hacia un problema si
empezamos a ignorar los hechos que no confirman nuestras ideas. La tendencia a hacer eso,
lamentablemente, está en la naturaleza humana, y se aplica tanto a nuestros pacientes como a
nosotros. En el capítulo 3 vamos a ver cómo este tipo de procesamiento parcial de la
información entra en juego en los problemas psicológicos.
¿Qué es la TCC?
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Como intervención, la TCC tiende a ser focalizada, esto es, pasamos la mayor parte del
tiempo discutiendo y trabajando sobre el blanco o problema más importante.
La TCC tiende a ser limitada en el tiempo, al menos en comparación con muchos otros
tratamientos. Algunas terapias cognitivo-conductuales son realmente cortas (p. ej., una
sesión de TCC para fobias específicas (Öst, 1989) y otras terapias son muy largas (p. ej.,
dos años de TCC para tratamiento de personalidad límite (Linehan et al., 2006), pero por lo
general la TCC tiende a no ser para siempre, al estilo de un tratamiento de Woody Allen.
La TCC tiende a ser activa. La TCC es sobre hacer cosas, y el paciente tendrá nuevas cosas
para intentar durante todo el curso de la terapia. En muchos casos, el terapeuta hará estas
cosas junto con el paciente, con frecuencia por fuera del marco tradicional de consultorio.
Permítanme también hacer un comentario sobre lo que la TCC no es. Algunas personas tienen
ideas equivocadas sobre este tipo de tratamiento, así que pongámoslas sobre la mesa.
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CBTer es un chef, no un cocinero. Seguir un manual de terapia publicado es una cosa; saber
cómo descifrar por qué un paciente está sufriendo y proponer una intervención estratégica
que esté adaptada a las necesidades individuales de ese paciente es otra cosa.
La TCC como una venda o apósito. En primer lugar, no despreciemos a las vendas.
Efectivamente paran el sangrado, previenen infecciones, y promueven una curación rápida,
todo por unos pocos centavos, y cualquiera puede conseguirlas en prácticamente cualquier
lugar. ¡Ojalá tuviéramos algo así en la salud mental! Pero cuando la gente usa esta analogía
está sugiriendo que la TCC no le presta atención a la causa del problema, sino sólo a los
síntomas del problema. Esto no es correcto. La TCC le presta atención a la causa – al por
qué – pero nuestra conceptualización de la causa es distinta de aquella que se usa en otras
disciplinas. No atribuimos los problemas psicológicos a un desequilibrio químico, como en
la farmacoterapia, ni tampoco los atribuimos a conflictos inconscientes establecidos en la
infancia temprana, como en la teoría psicoanalítica clásica (no es que tales cosas no existan;
sino que justamente no son tan útiles para nuestros propósitos). Más bien, la TCC plantea
que los problemas psicológicos son causados y mantenidos por una mezcla de factores,
tanto internos como externos para la persona, que incluye emociones y sensaciones
fisiológicas, pensamientos y creencias, conductas, sesgos en el procesamiento de la
información, contingencias comportamentales, y déficits en habilidades comportamentales.
Comprender cómo esos factores interactúan para causar el problema es el núcleo para
desarrollar intervenciones eficaces.
Yo considero una buena TCC a aquella que reúne tres ingredientes básicos: (1) buena
terapia, (2) una buena conceptualización del caso, y (3) buenas técnicas cognitivo-
conductuales (ver figura 1.3). Los tres ingredientes son importantes; una buena TCC no
puede desarrollarse a menos que cada uno esté presente. Una buena terapia constituye los
cimientos de la TCC. Representa un estándar mínimo de criterios que deben estar presentes
para que la terapia sea eficaz. Una buena conceptualización del caso es crítica.
Específicamente, el terapeuta y el paciente necesitan tener un buen modelo de trabajo de por
qué la persona está sufriendo. La técnica también es algo crítico. Con frecuencia, si uno ha
desarrollado una buena conceptualización cognitivo-conductual del caso dentro del contexto
de una buena terapia, las técnicas específicas a usar se convierten en evidentes.
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Pasaremos mucho tiempo hablando sobre los pormenores de una buena TCC en el
capítulo 7. En pocas palabras, sin embargo, muchos de los elementos de una buena terapia
son independientes de la orientación terapéutica (p. ej., J.D. Frank, 1974). Buena terapia
significa prestar una cuidadosa atención hacia el paciente. Eso significa que nos tomamos
tiempo para preguntar por los síntomas de la persona, hacer una exhaustiva historia,
aprender sobre qué es importante para él o ella, y comprender su calidad de vida. También
significa que prestamos especial atención hacia comportamientos que el paciente muestra en
sesión, incluyendo cómo interactúa con el terapeuta.
Debes
estar aquí
Relación
FIGURA 1.2. Técnica y relación terapéutica en psicoterapia. No son polos opuestos (izquierda).
Más bien, son dos constructos diferentes (derecha).
Buena terapia
Buena
Buena técnica
conceptualización
Buena terapia significa una sólida relación clínica. Carl Rogers (1957) fue uno de los
primeros en enfatizar los factores de la relación en psicoterapia, y sus ideas siguen siendo útiles
hoy en día. Él sugirió que los buenos terapeutas despliegan los siguientes comportamientos:
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Empatía. Los buenos terapeutas demuestran rutinariamente, con palabras y con señales
no verbales, que les interesa el bienestar del paciente y sienten compasión por lo que
están sufriendo.
Autenticidad. Los buenos terapeutas actúan como sí mismos. Comparten, cuando sea
clínicamente apropiado, sus pensamientos, ideas, y reacciones emocionales.
Estima positiva incondicional. Los buenos terapeutas demuestran un agrado elemental
hacia sus pacientes. No juzgan o parecen ser críticos (aunque esto no impide confrontar
al paciente cuando esto sea clínicamente apropiado). Respetan al paciente como persona
y creen que el paciente tiene el derecho de sentirse mejor.
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Así que como terapeutas cognitivo-conductuales, buscamos estos elementos cuando
conocemos a nuestros pacientes. Desde el principio de la terapia, el terapeuta está haciendo
preguntas constantemente (de las cuales hablaremos con más detalle más tarde), tales como:
Nuestra conceptualización también está determinada por la idea de que los componentes
emocionales, cognitivos y conductuales de los problemas psicológicos pueden influirse
mutuamente. Un ejemplo de esta interacción para nuestra paciente Anna, quien tiene un
trastorno de pánico, se muestra en la figura 1.4. Cómo pueden ver, cuando ella siente pánico,
tiene una respuesta emocional (aumento de la frecuencia cardíaca y un sentimiento subjetivo de
miedo), una respuesta cognitiva (el pensamiento “me voy a morir”) y una respuesta conductual
(evitación, y búsqueda de reaseguro en los demás).
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Figura 1.4 Influencia recíproca de los elementos cognitivos, fisiológicos y conductuales del
proceso patológico central, en general (arriba) y para Anna, nuestra paciente con trastorno de
pánico (abajo).
Como pueden imaginarse, no hay una fórmula grabada en piedra, por lo que una sesión
de terapia cognitivo conductual puede no parecerse mucho a otra. Sin embargo, en muchas
sesiones de TCC es probable ver varios elementos, incluidos los siguientes:
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El terapeuta escucha activamente al consultante, expresando empatía,
autenticidad y una perspectiva positiva incondicional.
El terapeuta colabora con el establecimiento de una agenda para la sesión
con el paciente.
El terapeuta revisa los eventos desde la sesión anterior, con especial énfasis
en cualquier tarea que el paciente debía completar.
El terapeuta usa libremente los elogios, felicitando al paciente por sus
esfuerzos para mejorar o por los comportamientos que señalan mejoría.
Gráfico 1.5 Influencia recíproca de los elementos cognitivos, emocionales y volitivos durante la
recuperación de Ana del trastorno de pánico.
Nada está tallado en una piedra, por lo que el curso de la terapia variará de un
consultante a otro. Sin embargo, una progresión bastante típica podría proceder de la siguiente
forma:
El terapeuta evalúa al paciente, ganando una mayor comprensión del problema blanco.
El terapeuta colabora con el consultante para desarrollar una conceptualización
cognitiva-conductual del problema(s) (ver Capítulo 5).
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El terapeuta y el paciente acuerdan los objetivos de la terapia establecidos de la manera
más explícita posible. También acuerdan sobre los principios generales tales como la
duración y la frecuencia del tratamiento, las expectativas del paciente y del terapeuta y
el plazo de tiempo establecido para la revisión y reevaluación del plan, y así
sucesivamente.
El terapeuta trabaja con el consultante en las formas de mejorar su problema efectiva y
eficientemente. Dependiendo de los problemas y de las características del paciente, los
pasos iniciales pueden incluir cambios conductuales dirigidos, entrenamiento en
habilidades, reestructuración cognitiva, regulación emocional, u otras estrategias.
El terapeuta y el consultante realizan un seguimiento rutinario del progreso y modifican
el plan de tratamiento según sea necesario. Discuten abiertamente cómo se está
desarrollando el tratamiento y si es necesario realizar algún cambio.
A medida que la terapia avanza, la discusión podría dirigirse hacia cuestiones más
amplias, tales como creencias centrales (ver Capítulo 3), o patrones de comportamiento
desadaptativos de larga data.
A medida que el consultante se acerca a sus metas de tratamiento, el terapeuta y el
paciente comienzan a discutir la terminación y la prevención de recaídas.
Cuando se acuerda que los objetivos de tratamiento han sido alcanzados y que no es
necesario un tratamiento adicional, el tratamiento finaliza con el acuerdo de que el
paciente podría iniciar tratamiento otra vez de ser necesario en el futuro.
A medida que vayas leyendo este libro, podría resultarte útil probar alguno de estos
conceptos e intervenciones en ti mismo. Como ejercicio de aprendizaje, te invito a seleccionar
un objetivo personal sobre el cual te gustaría trabajar. Idealmente, tu objetivo personal podría
ser un análogo (quizás subclínico) de algo por lo cual las personas podrían buscar tratamiento.
Temor a las arañas o a hablar en público, malhumor, irritabilidad, inquietud, dificultades para
llevarse bien con alguien, uso excesivo de cafeína o nicotina, perfeccionismo, comerse las uñas
y comer en exceso, son preocupaciones bastante frecuentes que tienen cierta superposición con
problemas clínicos más graves.
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Los fundamentos
Enfoque de la formulación del caso: una hipótesis a poner a prueba para la evaluación clínica,
la formulación y la intervención.
Navaja de Ockham: la idea de que las explicaciones deben hacer el menor uso posible de
suposiciones.
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