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MEJORA TU COMUNICACIÓN CON LOS DEMÁS

(Artículo publicado en la revista “Psicología Práctica”)

¿Te gustaría aprender a relacionarte mejor? ¿Tener más facilidad


para entablar amistades? ¿Caer mejor a los demás? Necesitas
comunicarte mejor, sigue estas pautas y lo conseguirás.

En un mundo de tecnologías infinitas, que te permiten comunicarte más


con los demás, curiosamente, no te comunicas mejor. Bien que hemos
dejado atrás el telegrama, el correo postal, el fax y que ahora transmitimos
en segundos cualquier idea al resto del mundo, a través de internet, el
correo electrónico, los blogs, los sms, las videoconferencias… y sin
embargo, seguimos teniendo serios problemas para que una información
que enviamos sea comprendida correctamente por el receptor. ¿Quién no
quiere comunicarse mejor? Es la clave para mejorar nuestras relaciones con
los demás.

Gestiona tus emociones

El 22 de octubre de 2010 se entregaron los Premios Príncipe de Asturias en


Oviedo. El momento cumbre de la ceremonia tuvo lugar cuando la
selección española de fútbol recibió el galardón. Su entrenador, Vicente del
Bosque, tuvo un gesto increíble con su predecesor, Luis Aragonés,
invitándole a recoger el premio con el equipo. ¿Qué llevó a este hombre a
reconocer el trabajo de Aragonés, cuyas declaraciones durante el Mundial
de Fútbol sobre la selección española no habían sido muy acertadas? Su
inteligencia emocional. Vicente del Bosque se caracteriza por tener una
gran capacidad para gestionar de manera adecuada sus emociones, lo cual
le ayuda a mejorar su comunicación con los demás.

Y es que una de las claves comunicarte adecuadamente con los otros


consiste en incrementar tu comunicación contigo mismo. Curioso, ¿no?
Quizás pienses que, como llevas tanto tiempo contigo, ya te conoces,
aunque a lo mejor no es así. Dice John Grinder, uno de los padres de la
Programación Neurolingüística (PNL): “Soy más amigo de tu inconsciente
que tuyo”, demostrándonos que hay un gran abismo entre nosotros y lo que
nuestros inconscientes tienen que enseñarnos. ¿Cómo funcionan tus
emociones? ¿Sabes controlar tus cargas emocionales? ¿Sabes “mantener tu
vela”? La inteligencia emocional nos explica que cada uno de nosotros
somos como un barco velero que viaja por el mar. La vela, en principio,
está perfecta, extendida, lanzada al viento. Sin embargo, en cualquier
momento, nuestra embarcación se ve sometida a un “empujón”: una
tempestad, un cambio brusco en el viento, una marejada… y nuestra vela se
tambalea peligrosamente, a veces incluso, cae. Esos movimientos que nos
provocan la inestabilidad se traducen en la vida real por: un grito de un ser
querido, un “bufido” de tu jefe, una mala respuesta de tu pareja. Sólo el
trabajo constante de nuestra inteligencia emocional, una gestión correcta de
nuestras emociones, consigue que nuestra vela esté ondeando al viento, a
pesar de cualquier cosa que pueda suceder a alrededor.

La optimización de esa gestión de emociones se obtiene cuando logras que


nadie tenga el poder de robarte tu sonrisa, es decir, que tu estado de ánimo
lo eliges y lo controlas tú. ¿Que te pita un coche cuando vas a trabajar?
Sonríe. ¿Que tu compañera de trabajo está especialmente borde? Sonríe.
¿Que tu pareja se ha levantado con el pie izquierdo? Sonríe. No dejes que
nadie modifique tu estado de ánimo. Ese es el mejor camino para empezar
a comunicarse bien.

Escucha no sólo con los oídos

Estás charlando con una amiga, sentada frente a ella en una cafetería, en
este momento sólo ella habla y tú… tú estás pensando en la lista de la
compra, los deberes de tu hijo o lo que vas a contarle en cuanto se calle.
¡Eso no es escuchar! Se emplea en inteligencia emocional el término
“escucha activa” para indicar que, si tenemos dos orejas y una boca es por
algo, porque deberíamos hablar la mitad y escuchar el doble. Escuchar con
los cinco sentidos, porque el cuerpo de tu amiga también te está hablando,
con su postura, con sus gestos, así como con su voz, su volumen, su tono…
son los llamados “metamensajes” y te proporcionan mucha información.
Generalmente, más de la que la otra persona nos quiere transmitir.

Nos gusta tanto hablar que estamos perdiendo “el noble arte de la
conversación”. Si no somos nosotros los que llevamos la voz cantante, la
charla no nos interesa. Para mejorar la comunicación es fundamental
involucrarse en la conversación. Los temas pueden ser de lo más variado:
expresa tu opinión y escucha la de los demás, te enriquecerán sus diferentes
puntos de vista. Conocer personas de distintos círculos, niveles culturales,
profesiones e incluso países, ampliará tu visión del mundo y completará tu
educación en comunicación interpersonal. ¿Qué círculo nuevo de personas
te gustaría conocer? Eso sí, cuando lo hagas, escúchalas con atención.

Comprende a los otros

Algunas mujeres musulmanas consideran que deben llevar velo y lo usan


porque esa es una de sus creencias, inculcadas desde su niñez en su familia,
a través de la religión, la educación, etc. Tú y yo creemos que el ideal de la
figura femenina es 90-60-90 porque durante años y años nos han
convencido de ello a través del cine y la publicidad. Aspirando a esa talla
36 de las modelos muchas mujeres se pasan la vida haciendo regímenes
imposibles y sufriendo lo indecible por dicha creencia. Comprender lo que
hay detrás de las decisiones de los demás es una buena manera de mejorar
la comunicación con ellos. La Programación Neurolingüística (PNL) nos
ayuda a conocer mejor a los otros, y a tratar de entender sus
comportamientos. Una de las premisas fundamentales de este conjunto de
herramientas que es la PNL es que “el mapa no es el territorio”. Y es que
cada persona se hace un mapa diferente de la realidad dependiendo de sus
vivencias, sus experiencias… Imagina que te colocaras en medio de la calle
con un cubo de rubik en la mano, y que les preguntaras a las personas que
pasan de qué color es el cubo. Algunas lo verán por un lado y dirán que es
amarillo, las de otro lado explicarán que el cubo es verde, o rojo, o azul…
dependiendo del ángulo desde dónde lo observen. Igual ocurre con la
realidad –el territorio-, cada persona lo contempla desde su propio y único
mapa.

¿Qué nos proporciona esta reflexión? La comprensión de que existen


muchas versiones sobre la realidad, tantas como personas la contemplen y
que por tanto, nos hace falta mucha tolerancia para acercarnos al otro. Una
de las grandes trabas que encuentras a veces en la comunicación son tus
propios juicios y prejuicios sobre los demás. Si con éste no te hablas por ser
extranjero, aquel indigente, esa “pija” o aquel parado, ¿no te estás
perdiendo muchas oportunidades de comunicación? De cada uno de ellos
puedes aprender algo y, como dice un proverbio oriental: “si algo no te
gusta de alguien, revísate tú, porque a lo mejor te pareces más de lo que
quisieras a esa persona”.

Mimetízate con los demás

Un anuncio de la tele muestra cómo los empleados de una tienda de


telefonía se mimetizan con cada cliente que llega adquiriendo las caras de
cada uno de ellos. Está claro que si ello fuera posible sería una buena
herramienta de comunicación. La PNL nos proporciona dos instrumentos
muy interesantes para ello, como son la calibración y el rapport. Se trata de
algo que tú ya sabes hacer, y de hecho lo haces de manera natural, aunque
ahora la PNL le ha dado nombre y nos enseña a hacerlo con un fin
específico, la mejora de la comunicación con los demás. Calibrar significa
observar con los cinco sentidos a la otra persona para analizar: cómo
respira, cómo habla, cómo gesticula, cuál es la postura de su cuerpo, cómo
emplea la voz, qué dice… Contemplar todo ello te vendrá fenomenal para
hacer un buen rapport. ¿Qué haces para saludar a un niño pequeño que
viene andando por la calle? Agacharte para ponerte a su altura. Eso es
rapport, adecuarte a la otra persona para mejorar la comunicación con ella.
Fíjate en una pareja sentada en un restaurante. Si entre ellos existe una
relación de amor, se mueven al unísono: sus ojos están pendientes uno del
otro, sus cuerpos mantienen las mismas posturas, sus tonos de voz son
semejantes… se produce entre ellos una especie de baile como el de dos
cisnes en pleno cortejo. ¿Cómo puedes hacer el rapport? Muy sencillo.
Cuando estés con una persona con la que te interesa que la comunicación
fluya, síguela, es decir, imita sutilmente su respiración, el volumen de su
voz, sus gestos, su postura… si lo haces suavemente verás cómo no se da ni
cuenta y, sin embargo, la conversación se desarrolla con fluidez. Como yo
suelo decir en mis clases, estas técnicas sirven para hablar con el jefe, la
suegra, la pareja e incluso… para ligar.

Habla en visual, en auditivo y en kinestésico

Si hay personas que emplean más palabras visuales, otras más auditivas y
otras más kinestésicas (referidas al tacto, gusto y olfato), está claro que nos
entendemos mejor con aquellas que usan términos similares a los que
nosotros empleamos. “No lo veo claro”, “no me suena bien” o “no cojo la
idea” son tres maneras de expresar algo parecido y, sin embargo, según
percibamos la realidad por nuestros sentidos –y no todos lo hacemos igual-
utilizamos más palabras visuales, auditivas o kinestésicas. A fin de mejorar
tu comunicación necesitas combinar todas ellas para que nadie se quede
excluido cuando hablas y tu comunicación sea efectiva, sea como sea el
interlocutor que tengas delante. Escuchándote a ti mismo percibirás qué
términos empleas más y cuáles menos en cada circunstancia y podrás
incrementar el uso de aquellas palabras que raramente utilizas.

PALABRAS VISUALES, AUDITIVAS Y KINESTÉSICAS

Visuales: ver, perspectiva, claro, imagen, foto, panorámica, ilustrar,


gráfico, examinar, punto de vista, a vista de pájaro, señalar, aparecer, corto
de vista, clarificar, oscuro, de colores, brillante, vistazo, focalizar, borroso,
revelar, cuadro, marco, mirando las musarañas, cortedad de miras, enfoque,
con los ojos cerrados, blanco y negro, movimiento, inmovilizar, aclararse,
admirar, asomar, atractivo, espiar, parpadear, presenciar, relucir, reflejar,
resplandor, vislumbrar, vívido, escudriñar, ojeada, centellear, exhibir,
exponer, en blanco, introspección, punto ciego, dar color a la vida, sombra
de duda, encenderse la bombilla.
Auditivas: decir, expresar, palabra, sintonía, armonía, mencionar, llamar,
timbre, ritmo, onda, silencio, oír, escuchar, gritar, la voz cantante, alto y
claro, sin ton ni son, armonizar, palabra por palabra, música para mis oídos,
ensordecedor, quedarse sin habla, mudo, enmudecer, boquiabierto, cantar,
sonido, ruido, atender, habladurías, mucho ruido y pocas nueces, deletrear,
silbar, afinar, pronunciar, sordo, suspiro, vitorear, mutismo, discurso, eco,
melodioso, bronco, canturrear, balbucear, gorjear, declamar, crescendo,
aullar, anunciar, acústico, clic, croar, cacareado, monótono, tonadilla,
zumbido, longitud de onda, sonar a chino, música para mis oídos, palabra
por palabra, audiencia, morderse la lengua, clamor, cacofonía.

Kinestésicas (incluye olfativas y gustativas): rápido, lento, sensible,


duro, blando, frío, caliente, poner la mano en el fuego, chocar, dar en el
clavo, superficial, pegarte contra un muro, tener la corazonada, soportar,
estar en contacto, espeso, ácido, amargo, soso, dulce, sabroso, frotar, tocar,
sentir, movimiento, pesado, ligero, apretón, emocional, coger el truco, lío,
captar, las cartas sobre la mesa, perder los papeles, hacer malabarismos,
romper el corazón, revolver las tripas, me huele mal, huele a gato
encerrado, abrazar, presión, molestar, torpe, deslizar, liso, clavar, cepillar,
arrastrar, agazaparse, fuerza, golpear, funcionar, sólido, blando, insensible,
atiborrado, ángulo, aferrar, vibrar, rascar, cosquilleo, pegajoso, tangible,
tensión, bloqueado, equilibrio, saltar, hacerse a la idea, lengua viperina,
sentir en los huesos, tensión en el aire, se mascaba la tensión, viento en
popa, empujón, sabor de boca.

Sé consciente de los 3 tipos de lenguaje

Cuántas veces los políticos dicen algo de lo cual después se tienen que
arrepentir. Fue el caso hace unas semanas del alcalde de Valladolid, Javier
León de la Riva, cuando al ser nombrada ministra de Sanidad Leire Pajín
hizo un comentario inadecuado sobre “sus morritos”. Unas palabas que
sentaron mal a un partido en particular pero sobre todo a las mujeres en
general. El alcalde se desdijo de lo dicho en declaraciones posteriores. Este
es un ejemplo de cómo nos ocurre en muchas ocasiones que no elegimos
nosotros las palabras que queremos emplear.

¿Quién crees que elige las palabras que utilizas? ¿Y tus gestos? ¿Y tu tono
de voz? Si has respondido “yo” a las tres preguntas estás en un error. No
eres tú sino tu subconsciente quien elige tu vocabulario, tus gestos e incluso
el uso que le das a la voz. De ahí que en numerosas ocasiones te cuestiones:
¿he dicho yo eso? ¿Cómo he podido comentarlo en ese tono? ¿Por qué no
me ha creído? Claro que podemos ser conscientes de los tres tipos de
lenguaje que empleamos: verbal (palabras), no verbal (gestos) y paraverbal
(voz), aunque habitualmente no lo somos. ¿Te escuchas cuando hablas?
Está claro que sabes lo que quieres decir aunque pocas veces nos damos el
tiempo de recapacitar para elegir los términos que queremos emplear en
nuestra comunicación. Las palabras salen de nuestra boca demasiado
rápido sin darnos tiempo a pensar. Por ello, como nos dice la PNL se
cometen errores de generalización (“todos los políticos son iguales”), de
omisión (“lo rompió”) o de deformación como las lecturas de mente (“yo
sé lo que piensa”). Generalizando, omitiendo información o deformándola
no conseguiremos mejorar nuestra comunicación. Por tanto, escúchate,
analiza qué palabras empleas y elígelas conscientemente.

El uso de la voz que hacemos en algunas ocasiones nos lleva a


malentendidos y confusiones que no ayudan en la relación con los demás.
Sobre todo cuando la conversación se mantiene por teléfono y no tenemos
los gestos para escudarnos en ellos. “Perdona, no quería decir eso, era una
broma”, podemos decir ante una mala interpretación de algo que hemos
expresado incorrectamente. Una vez más, ser más consciente de tu tono de
voz, volumen, velocidad, etc, te ayudará para una correcta comunicación
con los demás.

Los gestos y las posturas inconscientes nos juegan malas pasadas porque
hablan de tu incongruencia. A lo mejor estás diciendo algo con tus palabras
pero tu cuerpo explica lo contrario. ¿Qué ocurre? El subconsciente de tu
interlocutor lo capta como que le estás mintiendo, que muestras
inseguridad, que no crees lo que comentas. Por ello es fundamental ser
consciente en cada momento de dónde están nuestras manos, cuál es
nuestra postura, qué gestos hacemos al hablar. Con un poco de práctica
podrás dominar los tres tipos de lenguaje y expresar mejor lo que quieres
expresar.

Atrévete a hablar en público

Hablar en público no se hace exclusivamente cuando das una conferencia


ante un auditorio. Hablas en público cuando estás en la reunión de la
comunidad de vecinos, en una boda cuando te corresponde hacer el brindis,
al dar la bienvenida a un nuevo miembro en tu equipo de trabajo o en la
fiesta de cumpleaños de un buen amigo. Cada vez hay más ocasiones
sociales que requieren que levantemos la voz y nos hagamos escuchar.

Contaba un periodista estadounidense que en su país la gente tiene más


miedo a hablar en público que a la muerte; y hacía el chiste indicando que
sus ciudadanos, cuando van a un funeral, prefieren ser el muerto que el que
tiene que dar el discurso. Bromas aparte, me gusta decir que hablar ante un
auditorio es la misma actividad que hacerlo ante una única persona. La
labor es igual, hablar. Las dificultades aparecen única y exclusivamente en
tu cabeza. Eres tú quien crea las diferencias: “me impresiona hablar en
público”, “me da miedo”, “y si hago el ridículo”, “y si me equivoco”, “y si
alguien sabe más que yo”, “y si me quedo en blanco”… cualquier temor de
estos y los que se te ocurran sólo están en tu mente. Tú los creas. Dice
Richard Bandler, el otro cocreador de la PNL: “Usa tu cabeza para variar”
y eso es exactamente lo que deberíamos hacer, dar la oportunidad a nuestra
mente de ver las cosas de otra manera. Sólo así te sentirás mejor hablando
en público.

Hay tres claves fundamentales para desarrollar tu capacidad de hablar en


público: naturalidad, humildad y corazón. La primera te permite ser tú
mismo cuando te subes a un escenario y comportarte con espontaneidad
ante cualquier situación que surja por lo que evitas el “miedo a que algo
salga mal”. Por mucho que prepares bien tu conferencia puede suceder
algún imprevisto que deberás resolver con naturalidad: “vaya, no funciona
el power point, ¿hay algún técnico en la sala?”. La humildad significa dejar
a un lado la prepotencia de ser “el ponente”, y te da la tranquilidad de que
no sabes más que nadie sobre nada por lo que, ante una pregunta difícil del
público siempre puedes decir: “no lo sé”. Mentir o inventar una respuesta
puede darte más problemas que ventajas. Hablar desde el corazón es la
manera de “llegar” al público. Estás haciendo un servicio a los demás y lo
haces con todo el cariño del mundo. Así lo va a recibir el auditorio que te
escucha, así lo va a entender. Combinando las tres claves de la Oratoria,
eliminando de tu mente el “sentido del ridículo” que sólo existe ahí –en tu
imaginación- y el miedo a “quedarse en blanco” que es absurdo porque el
público no sabe lo que les vas a contar, con lo cual, si algo se te olvida
pasas de ello y ya está, verás cómo tus experiencias hablando en público
serán exitosas, estarás encantado de escucharte y te sentirás a tope.

¡Ah, por cierto! Respecto a lo de caerle bien a los demás hay algo que
debes saber: no le puedes caer bien a todo el mundo, si “el mapa no es el
territorio” cada persona te va a contemplar desde su propia perspectiva,
escuchará de ti lo que quiera oír y se sentirá bien o mal ante lo que dices,
sin que tú puedas evitarlo así que… ni te preocupes por ello. Mejora tu
comunicación y serás mucho más feliz.

Mónica Pérez de las Heras


Autora de “¿Estás comunicando?” De LID Editorial.

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