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Se presenta una conversación entre la Duquesa y don Quijote.

La Duquesa ofrece
a don Quijote la compañía de doncellas para servirle, pero él rechaza la oferta,
prefiriendo servirse a sí mismo en su aposento. Don Quijote expresa su deseo de
mantener su propia privacidad y decencia, rechazando la idea de ser asistido por
mujeres desconocidas.

La Duquesa elogia la virtud de la honestidad de don Quijote y muestra su respeto


por su deseo de mantener su intimidad. Además, la Duquesa alaba a Dulcinea del
Toboso, el amor de don Quijote, y expresa su deseo de que Sancho Panza, el
gobernador, regrese pronto para que pueda disfrutar de la belleza de Dulcinea.

En general, se destaca la importancia que don Quijote da a su propia decencia y


privacidad, así como la admiración y respeto que la Duquesa siente por él y por su
amor por Dulcinea. También muestra la lealtad y devoción de don Quijote hacia
Dulcinea, incluso en su ausencia.
Podemos ver a don Quijote reflexionando sobre la pérdida de su caballo Clavileño,
que fue quemado por Malambruno como parte de su arrepentimiento por sus
malas acciones como hechicero. La Duquesa elogia a don Quijote y destaca su
valentía y honor, incluso en la pérdida de su caballo.

Don Quijote agradece a la Duquesa y se retira a su aposento, donde se niega a


ser servido por nadie, manteniendo su privacidad y decencia. Se desviste y se da
cuenta de que tiene una media rota, lo cual lo aflige profundamente. Se lamenta
de su pobreza y la falta de recursos para reemplazar la media, mostrando su
preocupación por mantener su apariencia digna como hidalgo.

El narrador, Benengeli, reflexiona sobre la pobreza y la importancia que los


hidalgos dan a su apariencia y honor, incluso en situaciones de escasez. Se critica
la vanidad y la hipocresía de aquellos que priorizan la apariencia sobre la
verdadera nobleza de espíritu.

Se destaca la preocupación de don Quijote por mantener su honor y apariencia


como hidalgo, incluso en situaciones de dificultad económica. Se muestra su
sentido del honor y la importancia que da a su imagen pública, a pesar de las
limitaciones materiales.

Se narra cómo don Quijote, incapaz de conciliar el sueño por el calor, se levanta
de la cama y abre la ventana de su habitación que da hacia un hermoso jardín.
Desde allí escucha a dos mujeres, Emerencia y Altisidora, que hablan sobre él y
su presencia en el castillo.
Altisidora, aparentemente enamorada de don Quijote, se muestra reticente a
cantar por miedo a que sus sentimientos sean descubiertos. Sin embargo,
finalmente cede y comienza a tocar el arpa y cantar un romance dedicado al
caballero de la Mancha. Don Quijote, al escuchar la música y la letra de la
canción, se siente emocionado y recuerda las aventuras de amor y galantería de
sus libros de caballerías.
Don Quijote, pensando que alguna doncella de la Duquesa está enamorada de él,
decide escuchar la música y mostrar su presencia con un fingido estornudo. Las
doncellas se alegran al notar que don Quijote las escucha y continúan con la
serenata.
Se refleja la fantasía y la imaginación de don Quijote, así como su constante
deseo de vivir aventuras caballerescas y ser el protagonista de gestas amorosas.
La escena muestra el contraste entre la realidad y la ficción, y cómo don Quijote
interpreta las situaciones de acuerdo a su visión idealizada del mundo.

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