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15/5/2020 Clase 1: Tres registros para leer la estructuración del sujeto: imaginario, simbólico y real.

Clase 1: Tres registros para leer la estructuración del


sujeto: imaginario, simbólico y real.

Sitio: FLACSO Virtual Impreso por: ANA DANIELA NASER


Especialización en Ciencias Sociales con Día: viernes, 15 de mayo de 2020, 15:52
Curso: mención en Psicoanálisis y Prácticas
Socioeducativas - Cohorte 8
Clase 1: Tres registros para leer la
Clase: estructuración del sujeto: imaginario, simbólico
y real.

Descripción

Autora: Graciela Kait

Tabla de contenidos

Introducción
Presentación de la autora
I. Lo simbólico
II. Lo imaginario
III. Lo real
IV. La modernidad, la posmodernidad y la hipermodernidad
Cierre
Bibliografía citada
Bibliografía básica
Bibliografía optativa (ampliatoria)

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15/5/2020 Clase 1: Tres registros para leer la estructuración del sujeto: imaginario, simbólico y real.

¿Cómo citar esta clase?

Introducción

Como ya presentáramos en la Clase de Bienvenida, este seminario se propone abrir el debate sobre la
incidencia que tiene en las prácticas institucionales la concepción de sujeto que orienta a cada profesional en
sus intervenciones. Ya hemos compartido, que determinada concepción de sujeto, supone también un modo
particular de concebir la educación, la salud, el derecho… Es decir, los modos de establecimiento del lazo
social.

Buscamos presentar una teoría del sujeto que a modo de herramienta conceptual, resulte operativa para la
lectura de las dificultades que se presentan hoy en las instituciones. En ese sentido, nos proponemos brindar
herramientas para visibilizar los efectos de alojamiento o de rechazo que suponen distintas perspectivas.

Se ofrece una diferenciación de categorías que definen esa teoría del sujeto en el campo del psicoanálisis, para
una lectura de la constitución del sujeto, en la trama social, cultural e institucional. Se presenta una perspectiva
del sujeto como efecto significante y los tres registros que surgen de la enseñanza de Lacan para dar cuenta de
tres registros que conforman la realidad humana: imaginario – simbólico - real.

Se distinguirán aspectos estructurales y modos contingentes de presentación de los sujetos, bajo condiciones
históricas particulares. Se presentarán las estrategias de recibimiento en las instituciones, como reverso de la
tendencia diagnóstica clasificatoria hegemónica.

Por otro lado, en el espacio de Conversaciones Teórico Clínicas se pondrá a trabajar la primera instancia del
tiempo de comprender, para ir discerniendo los factores estructurales involucrados en la dimensión subjetiva de
la escena institucional con la que cada uno se ha abocado al trabajo en el Taller de escritura. Es lo que en la
clase inaugural presentamos como: Paradigmas estructurales involucrados en la dimensión subjetiva

Este Seminario 1, está compuesto por las siguientes clases:

Clase 1: Tres registros para leer la estructuración del sujeto: imaginario, simbólico y real. Autora: Graciela Kait

Clase 2: La estructura de la palabra y sus efectos en la constitución subjetiva. Autoras: Cecilia Balbi y Laura
Serravalle

Clase 3: Síntomas actuales en ámbitos educativos. Saber y sublimación. Autora: Susana Brignoni

Clase 4: La constitución del sujeto en un tiempo lógico y discontinuo, en los desfiladeros de dos operaciones:
alienación - separación. Autora: Perla Zelmanovich

Y hoy presentamos la Clase 1 cuya autora es Graciela Kait*, psicoanalista e investigadora de la Universidad
Nacional de Rosario.

Kait en el desarrollo de la clase comparte con nosotros, un recorrido por las enseñanza de Freud y Lacan, para
ir presentando de manera muy ajustada a las ideas, vueltas y contravueltas de dichos autores, cómo se
constituye lo humano: “que (…) no es un a priori, no es un dado de antemano sino que estructura y mundo
humano se generan en un cruce que justamente, es real, simbólico e imaginario”.

Por otro lado, la autora, luego de la presentación de los registros en la teoría psicoanalítica lacaniana, nos invita
a pensar la subjetividad en la época. Y allí tomaremos la posta para hacer el ejercicio de leer situaciones
institucionales actuales, a partir de estos desarrollos teóricos.

El humor —cita Kait, del texto freudiano del mismo título— como tratamiento del superyo, esa figura obscena y
feroz que nos ordena gozar… Y acompañamos la clase con imágenes de los dibujos de Esteban Serrano,
dibujante y diseñador, quien a partir de su encuentro con el psicoanálisis y las enseñanzas de Jacques Lacan,
da rienda suelta a su propia invención. En la presentación de su blog, Serrano trae unas notas preliminares con
las que abre su libro, Los Testigos de Lacan: "El arte y la palabra suelen estar para velar la falta".

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Damos la palabra a Graciela Kait y los esperamos con sus apuntes de lectura en las conversaciones de cada
aula.

Presentación de la autora

El interés que a nuestro entender tiene el recorrido que haremos, radica en acercarle a los profesionales del
campo educativo una aproximación a la constitución del ser humano desde el punto de vista del psicoanálisis
lacaniano en lo que éste implica de retorno a Freud. Por lo tanto, en el desarrollo de la clase se tratará, de cómo
se constituye lo humano que por lo antedicho no es un a priori, no es un dado de antemano sino que estructura
y mundo humano se generan en un cruce que justamente, es real, simbólico e imaginario. Aporte a los
profesionales que trabajan en contextos educativos con ese sujeto que además, está atravesado hoy por las
coordenadas de su época que ya no son como dijera Lyotard* las de la posmodernidad sino las de la
hipermodernidad -según el término acuñado por Lipovetsky*.

La enseñanza de Jacques Lacan se inició en el año 1953 bajo la consigna del retorno a Freud. Dicho retorno se
produjo a partir de que Lacan ubicara en los llamados psicoanalistas post freudianos, confusiones y
desviaciones en las que tanto la teoría como la práctica del psicoanálisis habían caído y que lo llevaron en ese
retorno, a separar y distinguir los tres registros de la realidad humana: lo real, lo simbólico y lo imaginario que
lee en Freud. Entonces, retorno a Freud, es el retorno a la verdad que conlleva el descubrimiento freudiano
dado el reduccionismo que se había hecho de él. Lo simbólico en Freud, se despliega en la relación del hombre
con el lenguaje; lo imaginario hace a la constitución del yo tal como aparece en Introducción del narcisismo y lo
real implica el más allá de los límites del lenguaje como se desprenden, por ejemplo, del trauma y de la pulsión
de muerte*.

Decir que se trata de la realidad humana es decir, aquello de lo que lo humano está hecho, aquello de lo que el
mundo humano y más específicamente, de lo que la estructura del ser hablante está hecha; tener una idea de
dicha estructura no nos parece menor en la medida en que de esa idea se desprende un modo de abordarlo y
no es en absoluto lo mismo abordarlo como un conjunto de sustancias y neuronas -que no hay dudas, las tiene-
que abordarlo como alguien responsable de sus decisiones, las sepa o no.

Así, lo que Lacan llamó su enseñanza propiamente dicha a partir de 1953, comprende sus seminarios y sus
escritos y se extiende hasta 1981. Los seminarios los dictó a razón de uno por año ante una gran asistencia en
un estilo coloquial y los escritos son los publicados bajo ese mismo nombre y condensan cada uno varios años
de seminario. En lo que Lacan considera los antecedentes a su enseñanza -antes de 1953-, lo imaginario era lo
relevante por sobre lo simbólico y lo real; en los comienzos, lo simbólico tuvo una preeminencia sobre lo
imaginario y lo real y luego, lo real tuvo una preeminencia por sobre lo imaginario y lo simbólico. En los últimos
seminarios, los registros -que ya no serán registros sino dimensiones-, son equivalentes es decir, no hay
preeminencia de ninguno de ellos. No se trata entonces, de que haya varios Lacan, uno en los comienzos, otro
al final, sino de que la relación entre los registros se fue modificando a medida que Lacan ajustó la estructura
del ser hablante a lo real.

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Esteban Serrano “Los testigos de Lacan”


Entrevista con Pierre Daix. 26 de Noviembre de 1966.
Disponible en https://elpsicoanalistalector.blogspot.com.ar/2014/03/presentacion-de-los-testigos-de-
lacan.html

I. Lo simbólico

Como dijimos, Lacan lee lo simbólico en Freud que en su obra, es lo que incluye a la relación del hombre con el
lenguaje y a la impronta de éste en el ser humano. Dicha relación aparece tempranamente en Freud, desde sus
primeros textos hasta los últimos encontramos: signo de escritura, imagen mnémica, huella mnémica o
representante de la representación son diferentes nombres a lo que de lo simbólico constituye el llamado
aparato psíquico.

Tal como lo anticipamos, Lacan inició su enseñanza bajo el lema del retorno a Freud; dicho retorno iba
acompañado del axioma: el inconsciente está estructurado como un lenguaje y lo simbólico es un orden
pre-existente que tiene una prevalencia sobre lo imaginario y lo real. Que el inconsciente esté estructurado
como un lenguaje no significa que hay un lenguaje inconsciente o que el inconsciente es un lenguaje sino que el
inconsciente tiene la misma forma, la misma estructura, que la estructura del lenguaje y por lo tanto, el lenguaje
es condición de existencia del inconsciente. Esto se lee en los textos en los que Freud demuestra la existencia
del inconsciente y da cuenta de su modo de funcionamiento: La interpretación de los sueños, Psicopatología de
la vida cotidiana, El chiste y su relación con el inconsciente. Así, las leyes que rigen el funcionamiento del
lenguaje -sincronía y diacronía, metáfora y metonimia- son las mismas que rigen el funcionamiento del
inconsciente -condensación y desplazamiento.

Que lo simbólico pre-existe a la entrada del sujeto en el mundo humano es lo que se constata en el hecho de
que el niño nace, como dice Lacan, a un baño de lenguaje: se habla de él antes de que nazca, los que lo
rodean hablan entre sí y le hablan; la estructura del lenguaje antecede y más aún, el sujeto mismo es efecto,
respuesta, de la captura del viviente por la estructura del lenguaje. En principio entonces, se trata del infans,
ese que ya está tomado por el lenguaje aunque aun él no lo articule; se trata de cómo el lenguaje se incorpora
en el viviente y hace de un organismo un cuerpo humano porque ha pasado por el desfiladero del significante,
un viviente que por incorporar el lenguaje toma cuerpo, conforma cuerpo. Y en este pasaje y como
consecuencia del encuentro del hombre con la estructura del lenguaje, se produce la dialéctica de la necesidad,
la demanda y el deseo que retomaremos más adelante.

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¿Cómo caracterizar a lo simbólico? Se trata de un conjunto diacrítico de elementos discretos. Diacrítico quiere
decir que sus elementos no tienen en sí mismos ningún sentido -es un concepto que viene de F. de Saussure*-
sino que adquieren valor unos respecto de otros, es decir que se trata de un conjunto hecho de sinsentido dado
que el sentido se alcanzará por la relación de un elemento con otro según se puntúe la frase. Por otra parte,
que sean elementos discretos quiere decir que están unos separados de otros. Para Saussure, reconocido
como el padre de la lingüística, el signo lingüístico se forma por una imagen acústica que arbitrariamente se
acopla sobre un concepto que forma parte de una masa ideacional. De esta forma, por ejemplo, es arbitrario
que a un árbol lo llamemos árbol, podríamos llamarlo de otra manera si otra hubiera sido la imagen acústica que
hubiera caído sobre el concepto árbol pero, una vez que se constituye como signo lingüístico, es indisoluble.
Así, el signo saussuriano compuesto por el significado en la parte superior y el significante en la inferior es
indisoluble -es lo que indica una elipse a su alrededor- y entre significado y significante hay una
correspondencia biunívoca indicada por flechas a izquierda y derecha de manera que: a ese concepto le
corresponde esa imagen acústica y a esa imagen acústica ese concepto.

Signo saussuriano

Fuente: http://www.psicomundo.com/foros/psa-ciencia/sokal-lacan4.htm

significado

_____________

significante

Ahora bien, Lacan siguiendo a Freud en su elucidación del inconsciente, elimina la elipse -no hay más
indisolubilidad-, elimina la doble flecha -no hay más correspondencia biunívoca- e invierte el significado y el
significante de manera tal que en la parte superior queda el significante y en la inferior el significado:

significante

_____________

significado

Este es el algoritmo que indica que en la lógica del significante, el significante en cuanto tal no significa nada y
que por lo tanto, el significado está perdido de entrada, es a producir en la relación de un significante con otro
en la cadena. Por ejemplo, no es lo mismo si se dice: Ay! o Ay mañana! o Ay mañana no! o Ay mañana no
puedo! o Ay mañana no puedo ir! o Ay! …mañana... Así, el significado o la significación, es retroactiva, como
dijimos, se produce según dónde se puntúe la frase, nachträglich como decía Freud o après-coup como dice
Lacan.

Por eso, si por ejemplo, se sueña con un árbol está por verse a qué remite ese árbol para ese soñante. Puede
ser que en las asociaciones y en las glosas en torno a ese sueño, árbol se asocie para él con el árbol al que se
subía para escapar de las cosquillas que le hacía su hermana y entonces, su hermana…, bla, bla, bla. Y ya
árbol no tiene nada que ver con eso que tiene un tronco y una copa sino con algún placer o displacer del que
participaba esa hermana para ese soñante en singular. Y agregamos entonces, si hay pensamiento en el sueño
-nos lo explica Freud en el punto c) El olvido de los sueños del Capítulo VII de La interpretación de los sueño-
es porque hay pensamientos inconscientes; más aun, dice que si hay olvido es porque hay represión y si hay
represión es porque hay inconsciente, hay pensamientos inconscientes a los que le suponemos un sujeto.
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Reiteramos, el lenguaje es la condición tanto, para que se constituya el inconsciente como para que se
produzca el efecto sujeto que es lo que se hace representar en la cadena por un significante para otro
significante.

En el análisis del olvido del nombre Signorelli, incluido en la Psicopatologia de la vida cotidiana, Freud lo dice
claramente: la palabra Signorelli se dividió en dos, Signor y elli y Signor siguió un camino completamente
independiente de su significado original, es decir, se comportó como un significante. Lo que allí sucede luego de
esa división, sucede dice Freud, sin tener en cuenta para nada el sentido. Por lo tanto, el tratamiento que él
hace de la palabra, es un tratamiento significante. Si como dijimos, la estructura del lenguaje antecede al ser
que habla: …en nuestro vocabulario, simbolizamos por S tachada ($) al sujeto, en tanto que constituido como
segundo con respecto al significante.

El tesoro de los significantes se encuentra en el Otro -Otro con mayúsculas simbolizado con la letra A dado que
viene de Autre en francés- que se diferencia del otro con minúsculas -autre-, mi semejante y del que ya
hablaremos cuando desarrollemos lo imaginario. El Otro no es ninguna persona -aunque diferentes personas
pueden encarnar ese lugar para cada quien-, es un lugar, el del tesoro de los significantes, el del lenguaje, el
Otro cuyo discurso constituye el inconsciente como lo relevó Freud, entre percepción y conciencia y por lo tanto,
es el Otro del que el sujeto recibe su determinación. Asimismo, es el que por introducir una terceridad entre el
yo y el otro como semejante -el otro imaginario que, insistimos, ya desarrollaremos- tiene una función
pacificadora. También, como tercero es el Otro que sanciona en el diálogo la verdad de lo que se dice como por
ejemplo, en el chiste, donde Freud destacó el papel fundamental del tercero. En la estructura del chiste participa
el que tiene la ocurrencia, es decir el que lo hace, aquél que es objeto del chiste y el tercero que es el que ríe y
solo el chiste es tal porque provoca risa. Siempre el que ríe oficia de tercero aunque estemos solos en una isla y
nos riamos solos de nuestro chiste “solitario”, en nosotros mismos coinciden esas funciones: hablamos una
lengua, se nos ocurre algo, nos reímos y así encarnamos a ese tercero que hace del chiste tal; si no causara
risa, no sería chiste.

En el diálogo analítico, el analista como función puede ocupar el lugar del Otro -no es el único que ocupa-
cuando recorta de los dichos del analizante lo que se dice. Por ejemplo, alguien que viene hablando y dice: …la
perra de mi novia…, el analista puede preguntar a ese analizante: ¿la perra de su novia?, que reenvía a otra
cosa que no tiene que ver con el animal aludido en cuestión. Distinción, entonces, entre lo que se tiene la
intención de decir y lo que efectivamente se dice, hablamos y no sabemos lo que decimos y eso se escribe: $,
sujeto dividido, porque somos seres de lenguaje, decimos otra cosa que lo que tenemos la intención de decir.

De allí que y como lo demostró Freud, la verdad habla, se dice, a través de las formaciones del inconsciente:
sueños, chistes, lapsus y síntomas. Eso habla, dice Lacan en más de una oportunidad: “Soy pues para vosotros
el enigma de aquella que se escabulle apenas aparecida, hombres que sois tan duchos en disimilarme bajo los
oropeles de vuestra conveniencia. (…) ¿adónde voy pues cuando he pasado a vosotros, dónde estaba antes de
ese paso? (…) Hombres, escuchad, os doy el secreto. Yo, la verdad hablo...", de donde la verdad dice de sí
misma que ella habla. O: La dimensión del síntoma es que eso habla. Eso habla incluso a a los que no saben
escuchar.

Entonces, y tal como quedó planteado en la referencia al olvido del nombre propio Signorelli, en lo simbólico
deslindamos lo que es la función y el campo de la palabra y del lenguaje, deslindamos lenguaje y palabra. El
lenguaje con su estructura, como dijimos, es lo que pre-existe a la aparición del sujeto y la función de la palabra
Esteban Serrano “Los testigos de Lacan”
es por la que eso habla, la verdad habla a través de las formaciones del inconsciente y por eso dichas
"Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI"
formaciones son pasibles de interpretación.
Disponible en https://elpsicoanalistalector.blogspot.com.ar/2014/03/presentacion-de-los-testigos-de-lacan.html
Al margen y no tanto, quisiéramos destacar que si bien Lacan habló de estructura y desarrolló los primeros
tramos de su enseñanza tomando entre otros, aportes del estructuralismo, sería en error considerar que Lacan
formó o forma parte de ese movimiento de pensamiento propio de la lingüística y de la antropología. No forma
parte de él porque la idea de estructura propia de los estructuralistas es pensarla como un todo, un sistema que
forma un todo con partes covariantes. Lacan, siguiendo a Freud, por ejemplo a la idea de trauma en Freud -

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volveremos a esto cuando hablemos de lo real-, no piensa en absoluto a la estructura como un todo, al Otro del
lenguaje como un todo dado que no todo entra en la estructura del lenguaje y es eso lo que se introduce con el
matema del A/, Otro tachado, el lenguaje no como todo sino como no todo, e insistimos, es lo real lo que escapa
al lenguaje y la estructura es real, simbólica e imaginaria, RSI. Justamente, en su ajuste a lo real en la
enseñanza, Lacan va a pasar de partir para lo humano de la estructura del lenguaje a partir del más allá de los
límites del lenguaje, de partir del Otro de lo simbólico a partir de lo real.

Dada entonces, la lógica del significante, el signo mata la cosa, es lo que ejemplificamos con el sueño del árbol.
Y no sólo mata la cosa, además como el organismo incorpora al lenguaje y hace cuerpo -en un cruce con lo
imaginario y lo real que ya desarrollaremos-, eleva los órganos a categoría significante. El humano, al nacer, es
dependiente de alguien advertido de sus necesidades, hambre, sed -apremio de la vida lo llama Freud en el
Proyecto…-, su imposibilidad de acceder directamente al objeto -por ejemplo, al alimento-, hace que el objeto
como tal quede perdido y por eso, para lo humano, no hablamos de instinto sino de pulsión y cualquier objeto
puede ser objeto para la pulsión -tal como lo testimonia el fetichista frente a un zapato o una enagua. Entonces,
por su displacer, llora, grita y así, pasa por el lugar del Otro que advertido de su estado puede realizar la acción
específica que cancele su displacer, Otro materno que interpreta en el grito un llamado pero que al responder
introduce su propia demanda y de este modo, la necesidad biológica queda perdida como tal, por eso Lacan
habla del sujeto mítico de la necesidad. Introduce su propia demanda quiere decir en qué lugar una mamá pone
a su niño, por ejemplo, si la demanda de la madre es sacrificial, es la de ubicarse sin descanso como objeto de
sacrificio, rápidamente el niño puede ir al lugar de lo que le demanda su sacrificio y entonces, el niño es lo que:
“no me deja descansar”, “todo el tiempo quiere upa”, etc.

Esto abre para el ser hablante la dialéctica de la necesidad, la demanda y el deseo que mencionamos más
arriba. Para el hablante incorporar lo simbólico, pasar por el desfiladero del significante, conlleva una
pérdida, un vacío constitutivo estructural y estructurante de lo humano, satisfacción y objeto perdidos -
pérdida del referente dice Lacan-, que hace que la necesidad biológica quede perdida como tal; la demanda se
estructura sobre un fondo de ausencia y no se dirige al objeto que puede estar en juego en ella porque el objeto
está perdido y entonces, el objeto que se presenta lo hace sobre ese fondo de ausencia de modo tal, que la
alternancia es presencia-ausencia y por eso mismo, la demanda es demanda de amor y el deseo humano
radica en que nunca lo buscado coincida con lo encontrado, diferencia freudiana que está en el corazón del
deseo que por eso es metonímico, se desplaza, nunca se satisface y siempre se relanza a otra cosa y así: …el
momento en que el deseo se humaniza es también el momento en que el niño nace al lenguaje.

Por último, diremos que en lo simbólico hay un significante privilegiado que es el Nombre del Padre que en los
comienzos de la enseñanza introduce la prohibición del incesto en el Edipo regulando así el deseo, es la ley que
hace al deseo y por eso regula la economía libidinal. A partir de 1964 y en su ajuste a lo real, Lacan pluraliza los
Nombres del Padre: cada uno tiene que inventar lo que le funciona como Nombre del Padre.

Entonces, las dos consecuencias fundamentales que para el ser hablante tiene su encuentro con la estructura
del lenguaje son: la fuga del sentido -el sentido está perdido- y la pérdida del referente -el objeto está perdido-,
la estructura está agujereada y a intentar llenar ese agujero pueden venir diferentes objetos tapón, objetos para
la pulsión: oral, anal, escópico (mirada), invocante (voz).

II. Lo imaginario

Como lo mencionamos más arriba, lo imaginario está estrechamente relacionado en principio, con la
constitución del yo y de la realidad humana. Ya, antes del inicio propiamente dicho de su enseñanza, Lacan se
detuvo a propósito del caso Aimee* y del fenómeno de masas que fue el nazismo, en la identificación que hace
a la constitución del yo a propósito del cual redactó El estadio del espejo como formador de la función del yo (je)
tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica y que fuera presentado en 1936 en un Congreso en
Marienbad; la versión publicada en los Escritos data de 1949.

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Lacan lee entonces, la Introducción del narcisismo donde Freud plantea que una unidad comparable al yo no
existe desde el comienzo de la vida y que algo debe suceder para que esta unidad se produzca, a saber: un
nuevo acto psíquico. Y es a este nuevo acto psíquico al que Lacan llamó estadio del espejo. Así, tenemos que
para Freud, el yo implica una unidad que se produce -a la que llama yo ideal- y que antes de esa producción
estamos a nivel del autoerotismo originario. En el autoerotismo, lo que no está no es el mundo exterior, es el yo
y algo debe suceder para que éste se precipite.

En El estadio del espejo… y basándose en la etología y la psicología animal, Lacan plantea cómo la cría de
hombre entre los 6 y los 18 meses de edad reconoce su imagen en el espejo. En un momento en que le falta el
dominio de su postura en pié, sumido en su impotencia motriz, reconoce su imagen en el espejo con
movimientos que dan cuenta del júbilo que esto le produce. Se trata, entonces, de una identificación por la que
se produce una transformación que es consecuencia de la asunción por parte del sujeto de una imagen y en
eso consiste el estadio del espejo. La identificación formadora del yo parte de la insuficiencia orgánica del infans
debida a la prematuración del nacimiento, prematuración respecto del desarrollo del sistema nervioso que aún
no cuenta con la mielinización de los axones neuronales y que es lo que se manifiesta en la incoordinación de
los movimientos.

Así y como dijimos, se produce una identificación por la que el niño se anticipa a su propio desarrollo todavía
inmaduro, por la captación de esa imagen de dominio que tiene del otro que en este caso es el que lo sostiene
en brazos frente al espejo; se anticipa a sí mismo en el otro del espejo y de esta manera alcanza una totalidad
unificada, una gestalt, que resuelve la fragmentación corporal originaria consecuencia de su inmadurez. La
asunción de esta imagen como propia vía identificación implica el pasaje del autoerotismo al yo ideal, el nuevo
acto psíquico que coincide además, para Freud, con la constitución del narcisismo primario, reservorio libidinal
que como una ameba, expande sus pseudópodos, libido en el yo que carga los objetos del mundo, los libidiniza
para volver como narcisismo secundario cuando esta libido retorna al yo al abandonarse o perderse esos
objetos.

En el Seminario 1 Los escritos técnicos de Freud, Lacan recurre a una experiencia de la óptica utilizada como
modelo para explicar cómo se forman las imágenes y así elaborar el dispositivo óptico al que considera
sucedáneo del estadio del espejo, una elaboración dice, de lo que intentó explicar con el estadio del espejo.
Además de haberse detenido en Introducción del narcisismo como dijimos, a propósito del tema de la
identificación y de la formación del yo, Lacan lee en El yo y el ello también de Freud que: El yo es sobre todo
una esencia-cuerpo; no es sólo una esencia-superficie, sino, él mismo, la proyección de una superficie.
Caracterización del yo como proyección de una superficie a la que se le suma una nota a pie de página que
dice: O sea que el yo deriva en última instancia de sensaciones corporales, principalmente las que parten de la
superficie del cuerpo. Cabe considerarlo, entonces, como la proyección psíquica de la superficie del cuerpo,
además de representar, como se ha visto antes, la superficie del aparato psíquico.

Entonces, Lacan retoma en el Seminario 1, la llamada experiencia del ramillete invertido -la Experiencia de
Bouasse-, para dar cuenta de la constitución del yo como totalidad unificada, representación del propio cuerpo y
de lo que Freud llamó, el sentimiento de sí. Se trata de una experiencia, la del ramillete invertido, que se hace
con cuatro elementos: una caja abierta en un lateral, un ramillete dentro de la caja, un florero sobre la caja y un
espejo cóncavo. Aquí, el esquema de la Experiencia de Bouasse:

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Por efecto del espejo cóncavo se forma la imagen real de las flores arriba de la caja como dentro del orificio del
florero; a los fines de dar cuenta de la constitución del cuerpo como un continente con orificios, Lacan invierte el
florero y el ramo y coloca el ramo sobre la caja y al florero adentro (como se ve en el esquema siguiente) y
entonces, se forma la imagen real del florero y así la idea del cuerpo con agujeros por los que pueden entrar y
salir los objetos representados aquí por las flores. El cuerpo como continente y las flores como contenido que
pasan por los agujeros que son las zonas erógenas, borde del florero. La imagen que se refleja por efecto del
espejo cóncavo hace a la unificación del cuerpo propio y al yo como totalidad unificada. El florero dentro de la
caja figura al cuerpo fragmentado, cuerpo anterior a la unificación, ese al que se regresa o del que no se sale
por ejemplo, en la esquizofrenia y entonces, puedo tener un parlante en la cabeza que me habla o una máquina
entre los huesos -el cuerpo tomado en la metáfora delirante propia de la psicosis. El fragmentado es el cuerpo
real que distinguimos de la imagen que se forma, como dijimos por el espejo cóncavo, que es la imagen real del
cuerpo propio. La totalización de la fragmentación, reiteramos, indica el pasaje del autoerotismo al narcisismo
primario, al yo ideal que en tanto yo corporal unificado, es donde las pulsiones parciales se unifican, cuerpo con
agujeros que son las zonas erógenas.

Entonces, si dentro de la caja tenemos al cuerpo fragmentado, lo real del cuerpo propio, la imagen real del
cuerpo propio se forma por un cruce entre lo real y lo imaginario, cruce que va a dar lugar a la constitución de
la realidad, del mundo y de los objetos del mundo entre los cuales se encuentra el cuerpo propio. La imagen
real del florero es la que se obtiene para el ojo que está arriba dibujado a la izquierda cerca de S, por el espejo
cóncavo y esto es así para la óptica, los espejos cóncavos producen imágenes reales y los espejos planos,
imágenes virtuales. Esa imagen se forma sólo si el ojo está dentro del cono, en la posición indicada en el
modelo. Para dar un ejemplo de una imagen real, diremos que se puede ver a una cierta distancia agua sobre la
calzada pero si nos acercamos demasiado ya no la vemos.

Si confrontamos una imagen real con un espejo plano obtendremos una imagen virtual de una imagen real tal
como se puede ver en este esquema y tal como lo concibe la óptica, un espejo plano produce imágenes
virtuales; entonces, a la izquierda del esquema tengo al cuerpo real -el florero dentro de la caja-, encima de la
misma se va a formar la imagen real del cuerpo propio por el espejo cóncavo y a la derecha del esquema, tengo
la imagen virtual de la imagen real. Más aun, Lacan nos explica que para que la imagen real -o sea la ilusión del
florero invertido-, se vea con precisión, es necesario un espejo plano que reflejaría la imagen real como imagen
virtual y es por eso que en este esquema aparece la imagen real directamente del lado derecho, como imagen
virtual que refleja la imagen real. A los fines del esquema, el florero aparece como detrás del espejo plano pero
en realidad la imagen virtual está sobre la misma superficie del espejo -tal como solemos ver diariamente
nuestra imagen en el espejo.

Ahora bien, con la introducción del espejo plano podemos empezar a hablar no sólo de un yo corporal -el que
se conforma por el espejo cóncavo-, sino además, de un yo libidinal que es el de la captura libidinal en el otro
que está afuera en el espejo plano y que vía identificación con este otro especular, como lo dijimos más arriba,
se precipita la formación del yo ideal, el yo como instancia psíquica al que Lacan llama: moi. El yo ideal es
como decía Freud en Introducción del narcisismo: his majesty the baby, su majestad el bebé, un yo omnipotente
que goza de todas las perfecciones y satisfacciones. Las satisfacciones narcisistas pasarán de aquí en más por
esta organización narcisista del yo. Por último, diremos que los cruces de los que hemos estado hablando, a
saber: entre lo real y lo imaginario (del cuerpo real dentro de la caja a la imagen real del cuerpo propio arriba de
la caja) y de imaginario a imaginario (de la imagen real del cuerpo a la imagen virtual por el agregado del espejo
plano) sólo se producen por la posición de lo simbólico en el punto SV que está arriba a la derecha en el
esquema. Es decir, que la forma humana -y tal como lo desarrollamos- está en principio fuera nuestro por la
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impotencia primitiva del ser humano. Pero, la relación imaginaria con el otro, otro con minúscula, mi semejante,
está regulada por algo que trasciende a lo imaginario y que es el vínculo simbólico entre los humanos: En otros
términos, la relación simbólica define la posición del sujeto como vidente. La palabra, la función simbólica,
define el mayor o menor grado de perfección, de completitud, de aproximación de lo imaginario. La distinción se
efectúa en esta representación entre el Ideal-Ich y el Ich-Ideal, entre yo ideal e ideal del yo. El ideal del yo dirige
el juego de relaciones de las que depende toda relación con el otro. Y de esta relación con el otro depende el
carácter más o menos satisfactorio de la estructuración imaginaria.

O, también en el Seminario 1, Lacan caracteriza a esta posición del ojo de la que depende la formación de la
imagen como el sujeto: Significa que, en la relación entre lo imaginario y lo real, y en la constitución del mundo
que de ella resulta, todo depende de la situación del sujeto. La situación del sujeto -deben saberlo ya que se los
repito- está caracterizada esencialmente por su lugar en el mundo simbólico; dicho de otro modo, en el mundo
de la palabra. De ese lugar depende que el sujeto (…). Según el caso, estará o no, en el campo del cono. Por lo
tanto, es desde lo simbólico, desde la posición de sujeto en lo simbólico, posición que lo preexiste, que los
cruces real-imaginario e imaginario-imaginario se producen. Nos encontramos aquí con una primera
presentación en la enseñanza de Lacan del anudamiento RSI, real-simbólico-imaginario, anudamiento que
hace, como dijimos al comienza de nuestra clase, a la generación de estructura y de mundo humano. Que lo
simbólico lo preexiste no se refiere sólo a que la estructura del lenguaje preexiste al ser que habla sino, como lo
dijimos, que se habla del niño mucho antes de que éste nazca, se dicen cosas de él como por ejemplo, la mamá
dice que será tranquilo porque no patea mucho o demasiado inquieto porque sí lo hace, el padre espera que
sea de su cuadro de futbol, etc., el niño ya es como dice Lacan, un polo de atributos antes de su nacimiento,
atributos que incidirán en su inconsciente, que le vienen del Otro con los que él decidirá qué hacer. A este polo
de atributos es a lo que Freud llamó Ideal del yo que a diferencia del yo ideal -que como vimos es imaginario-,
es simbólico.

El recorrido de Freud en Introducción del narcisismo va desde el autoerotismo al Ideal del yo pasando por el yo
ideal. El Ideal del yo introduce una distancia entre sí mismo y las satisfacciones del yo ideal, satisfacciones que
ya no serán tan sencillas ni inmediatas de alcanzar dado que allí está el Otro que media Freud lo dice así: …la
influencia crítica de los padres, ahora agenciada por las voces, y a la que en el curso del tiempo se sumaron los
educadores, los maestros y, como enjambre indeterminado e inabarcable todas las otras personas del medio
(los prójimos, la opinión pública). El Otro encarnado en padres, educadores, profesores, el Otro social, un
orden exterior a las satisfacciones narcisistas que media y comanda. Abandonada entonces, la posición his
majesty the baby, el yo ideal, se lo intenta recuperar cumpliendo con las exigencias del Ideal del yo. Volveremos
a esto más adelante, dado que en nuestra actualidad que ya no es moderna como en la época de Freud sino
hipermoderna, el Otro está en cuestión, ya veremos qué lo hizo declinar.

De esta manera el SV, sujeto virtual, está reglado por las exigencias de la ley; es desde donde el niño es
mirado, desde donde se dice qué y cómo debe ser para alcanzar al Ideal. Por eso en la constitución de la
imagen especular intervienen tanto la voz como la mirada del Otro. Lacan no pone directamente aquí, en SV, la
letra A (Otro) porque aún no cuenta con este matema que aparece recién en el Seminario 2 aunque eso no
quita en absoluto que la idea del Otro simbólico esté claramente ya planteada. Años más tarde, cuando Lacan
retome el dispositivo óptico, va a poner la letra A sobre el espejo plano. Introducir el espejo plano es plantear la
estructuración retroactiva del sujeto desde el campo del Otro, desde una exterioridad, el afuera como campo del
Otro; también, dijimos que la imagen a la que se identifica está afuera en el espejo; subrayamos así
nuevamente, que como punto de partida no hay nada de sujeto, mundo o realidad humana, que éstos se
producen por operaciones que generan estructura o no se producen y entonces, tendremos por ejemplo, el
autismo o sin llegar a ese extremo, tendremos déficits de estructura como son los de niños que ya parece una
antigüedad llamar hiperactivos porque el discurso médico y de la industria del medicamento han decidido llamar
trastorno de atención generalizado. Un niño que no puede detenerse, quedarse quieto, sentado, es un niño al
que la norma no le ha entrado en el cuerpo y entonces, no cuenta con que hay un tiempo para aprender y hay
un tiempo para moverse y jugar, no cuenta con esta alternancia si no ha dado su consentimiento a que la norma
conforme su cuerpo, su consentimiento al no, a qué sí pero sobre todo a qué no -ahora nos sentamos y nos
quedamos quietos y callados y escuchamos- y entonces, su proceso de aprendizaje estará comprometido.

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Pero entonces, a qué se identifica el niño a nivel del yo ideal en el estadio del espejo y qué oficia de espejo en
el que el otro que lo sostiene se refleja? Se trata de un narcisismo fálicamente condicionado y por lo tanto, el
niño se identifica a la imagen fálica de la demanda materna, los tres registros se cruzan desde el deseo de la
madre que ha pasado y hace pasar a su niño por la ecuación falo=niño y lo que oficia de espejo es la mirada
misma de la madre que además, libidiniza con sus cuidados y caricias el cuerpo del niño. En el Seminario 4 La
relación de objeto, Lacan dice que el niño en tanto que real simboliza la imagen fálica deseada por la madre,
frase en la que encontramos nuevamente a los tres registros: real, simboliza, imagen, es decir, real, simbólico,
imaginario.

Solo mencionaremos que, además del imaginario de la identificación especular, está el imaginario de la relación
con el objeto de la pulsión -los objetos tapón que mencionamos- que hace al fantasma*, el imaginario del
fantasma del que se obtiene placer, el que vela la pérdida del objeto, la angustia de castración intentando
recuperar el goce perdido por estructura.

Esteban Serrano “Los testigos de Lacan”


Preguntas y Respuestas. Yale University, Kanzer Seminar. 24 de noviembre de 1975.
Disponible en https://elpsicoanalistalector.blogspot.com.ar/2014/03/presentacion-de-los-testigos-de-
lacan.html

III. Lo real

Esteban Serrano “Los testigos de Lacan”


Conferencia de prensa 29 de 1794 en el Centre Culturel Français de Roma
Disponible en https://elpsicoanalistalector.blogspot.com.ar/2014/03/presentacion-de-los-testigos-de-
lacan.html

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Lo real es lo que está por fuera de lo simbólico y de lo imaginario y por lo tanto, es lo que no se puede ni
representar ni imaginar. Es lo que escapa a la realidad que, como vimos en el dispositivo óptico del punto sobre
lo imaginario, se forma en la juntura entre lo simbólico y lo imaginario. Tal como lo mencionamos al comienzo de
esta clase, lo real implica lo que está más allá de los límites del lenguaje, el ombligo del sueño, ese punto donde
se detienen las asociaciones y ya no se puede decir más nada y que, dice Freud en La interpretación de los
sueños, conecta con lo desconocido. Entonces, si la trama inconsciente hecha de representaciones -huellas
mnémicas- está gobernada por el proceso primario donde rige el principio del placer, lo que está por fuera de
dicha trama, lo que está más allá de los límites del lenguaje, ese desconocido, está gobernado por el más allá
del principio del placer, la pulsión de muerte, lo que Lacan llama: el goce.

Justamente, que no se pueda representar quiere decir que queda por fuera de la cadena significante: no está
ligado y entonces, es aquello de lo que, insistimos, no se puede decir nada, no es articulable en palabras y si no
hay palabras es, como dice Lacan en el Seminario 1 Los escritos técnicos de Freud, lo inefable: La palabra no
se despliega en un solo plano. Por definición, la palabra siempre tiene sus trasfondos ambiguos que llegan
incluso al punto de lo inefable, donde ella ya no puede decirse, ya no puede fundarse en tanto que palabra. Y
por lo tanto, es lo que por no estar ligado, siempre vuelve al mismo lugar, se repite, igual a sí mismo. En el Más
allá del principio del placer, Freud reformula la dualidad pulsional e introduce la pulsión de muerte en el
psicoanálisis. Esta reformulación se desprende de su clínica en la que constata que en el aparato psíquico
existe la tendencia al principio del placer -una homeostasis sin tensión- pero no el reinado de dicho principio.
Así, Freud se encuentra en la práctica analítica con la compulsión de repetición, tendencia a repetir lo
displacentero que define como “perpetuo retorno de lo mismo” y que llama “neurosis de destino”, la repetición
del rasgo del ser que implica tanto fijaciones pulsionales de la libido como las fantasías inconscientes
concomitantes.

…en la vida de personas no neuróticas. En éstas hace la impresión de un destino que las persiguiera, de un
sesgo demoníaco de su vivenciar ; y desde el comienzo el psicoanálisis juzgó que ese destino fatal era
autoinducido y estaba determinado por influjos de la temprana infancia. La compulsión que así se exterioriza
no es diferente de la de compulsión de repetición de los neuróticos (…). Se conocen individuos en quienes
toda relación humana lleva a idéntico desenlace: benefactores cuyos protegidos (…) se muestran ingratos
pasado cierto tiempo (…); hombres en quienes toda amistad termina con la traición del amigo; otros que en
su vida repiten incontables veces el acto de elevar a una persona a la condición de eminente autoridad para
sí mismos o aun para el público, y tras el lapso señalado la destronan para sustituirla por una nueva;
amantes cuya relación tierna con la mujer recorre siempre las mismas fases y desemboca en idéntico final,
etc., (FREUD. S. “el Más allá del principio del placer”, pp.22-23)

Se trata entonces, del trauma entendido como ese acontecimiento que irrumpe dejando al sujeto en la
inermidad, sin recursos y cuyo paradigma Freud ubicó en la neurosis de guerra, cuando sobreviene un peligro
inesperado. El trauma queda así, como dijimos, no ligado, por fuera de las representaciones que constituyen el
inconsciente, un real por fuera pero dentro, una extimidad -para utilizar el término que Lacan acuña en el
Seminario 7 La ética del psicoanálisis-, un exterior en el interior, el agujero en el inconsciente que conecta con
lo desconocido y entonces, el trauma es lo real del inconsciente. Ahora bien, ¿qué es lo que fundamentalmente,
para lo humano, rompe con la homeostasis del principio del placer? Son, dice Freud, los estímulos que vienen
del interior del cuerpo, la pulsión y tratándose de la pulsión y de aumento de excitación sentido en el cuerpo,
estamos en el terreno de lo que llamó el factor cuantitativo, el punto de vista económico. Y entonces, Freud
equipara a la pulsión con la neurosis de guerra, es decir a la pulsión con el trauma que tienen en común un
aumento que produce una perturbación económica, un exceso en la inermidad sentido como displacentero. La
pulsión, el Trieb, no es biológica, es lo que resta de la incorporación de lo simbólico en el organismo y queda así
por fuera de la representación del cuerpo; es una fuerza constante incoercible que opera desde las zonas
erógenas y se procura objetos -los objetos tapón de los que hablamos- para intentar satisfacerse
desconociendo que no hay ningún objeto con el que suturar el agujero inherente a la condición humana,
desconociendo además, que cuanto más se aproxima a ese objeto, más cerca se está de la muerte -baste
como ejemplo la ingesta compulsiva de la sustancia droga para el toxicómano- y entonces, reiteramos, la
satisfacción como placer en el más allá del principio del placer es goce y la pulsión misma es deriva de goce por
algunas zonas del cuerpo o por el pensamiento como lo testimonia el obsesivo que rumia en su laberinto. Que
el objeto esté perdido para lo humano, implica que el goce está perdido y a esa pérdida, a esa renuncia a la
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satisfacción, es a lo que llamamos castración, la castración entendida como pérdida de goce. Ya lo decía
Freud en el Malestar…, no hay nada preparado en el micro ni en el macrocosmos para que el hombre sea
“feliz”, feliz en el sentido de la satisfacción pulsional. Y si el encuentro con el lenguaje conlleva para el ser que
habla pérdida de goce, entonces, la castración proviene de la estructura misma del lenguaje.

Lo real es lo que irrumpe en el desencadenamiento de la psicosis cuando se desanuda de lo simbólico y de lo


imaginario y como consecuencia de ello, hay una pérdida de la realidad*, fenómenos elementales que Freud
resaltó en el caso Schreber —sentía crujir las paredes de la habitación—, fenómenos que luego son
interpretados en la metáfora delirante que es restitutiva de la realidad perdida. Das Ding, la Cosa, un elemento
aislado, ajeno en mi interior, que Freud deslinda en el complejo del semejante del Proyecto… y que Lacan
retoma en el Seminario 7 La ética…, es también un nombre de lo real, es el problema del mal, una exigencia
primera de lo real con la que tenemos una relación patética, muda, tyche, lo inasimilable del Seminario 11.

En Inhibición, síntoma y angustia, Freud arma la secuencia: trauma, angustia, represión (entendida como
defensa), síntoma. La angustia es el afecto ligado al trauma, es el afecto del trauma y por eso dice Lacan
en el Seminario 10 La angustia, la angustia es lo que no engaña y no engaña respecto de la irrupción de lo real.
Ante la irrupción de lo pulsional, se desarrolla angustia por el peligro que es aquí ante la castración, es decir, la
angustia se presenta ante la pérdida de objeto y por lo tanto, el trauma lo es ante la castración entendida como
ausencia, pérdida de objeto, un: no hay el objeto. La represión entonces, se presenta como la defensa ante lo
pulsional y los síntomas se forman para evitar el peligro y para escapar de la angustia, formación de
compromiso, decía Freud, que envuelve una satisfacción sustitutiva, una modalidad de goce y en cuya base
siempre está la angustia. Esto pone al trauma en tanto que real, en su función estructural y estructurante y si la
angustia es premisa necesaria de la formación del síntoma es porque el trauma en tanto que real, es
insoslayable para lo que habla. Ser hablante y trauma o sea, real, van juntos y la estructura es lo que se genera
a partir de allí. Entonces, y por el ajuste a lo real en su enseñanza, ya no es lo simbólico, el Otro, lo que
antecede al ser que habla, es lo real considerado ya como lo imposible prefigurado en el matema: A/, el Otro
barrado, no todo simbólico; así, ya no se trata como dijimos, de eso habla sino de eso goza, la estructura es lo
real -dice en el Seminario 16 De un Otro al otro-, es el agujero y si lo real es lo que antecede, el sujeto ya no es
efecto de la captura del viviente por la cadena significante sino que es respuesta de lo real, sujeto al que dejará
de llamar sujeto como puro efecto de lo simbólico para llamarlo como venimos haciéndolo en esta clase,
parlêtre, ser hablante, mixtura de sujeto más goce. Además, a partir de este ajuste, es lo imaginario como
cuerpo lo que va a anudar a lo real y a lo simbólico entre los que no hay ninguna relación.

IV. La modernidad, la posmodernidad y la hipermodernidad

Lo que diremos en este último punto tiene como marco lo que Lacan dice en un escrito de 1953 : Mejor que
renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época. Si bien esta frase está dirigida a
psicoanalistas, la extendemos a otros que en su quehacer se confrontan con la subjetividad de nuestra época.

La modernidad es ese movimiento del pensamiento que se prepara con el enciclopedismo -que surge en
Francia a mediados del Siglo XVIII- y que desemboca en la Ilustración que entroniza a la razón. Tres son los
pilares sobre los que se asienta la modernidad; en primer lugar, el advenimiento de la ciencia moderna que llega
de la mano de Descartes, de su cogito y de las leyes matematizadas, universales, como la de Newton.
Descartes introduce en la historia del pensamiento un sujeto que piensa y ese sujeto puede ser cualquiera,
pone al pensamiento al alcance de todos. Pero, en el mismo acto que la ciencia moderna introduce a un sujeto
que piensa, el del cogito, en ese mismo acto lo forcluye, término por el que J. Lacan traduce la Verwerfung
freudiana* entendida como el mecanismo esencial de la estructura en las psicosis. Que la ciencia forcluye al
sujeto que introduce quiere decir que rechaza su singularidad subjetiva en nombre de una universalidad que
objetiviza; políticamente hablando, la Ilustración se expresa en la Revolución Francesa que marca la caída de la
monarquía y la subida de la burguesía al poder en el marco de sólidos ideales: libertad, igualdad, fraternidad,
acompañados de un porvenir de progreso y bienestar para todos por la caída de la religión y el ascenso de la

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razón; por último, lo moderno es solidario del advenimiento del modo de producción capitalista que la
Revolución Industrial expandió desde Inglaterra y cuya lógica desentrañó el genio de Marx en torno a la
plusvalía.

Esteban Serrano “Los testigos de Lacan”


MASSACHUSETTS INSTITUTE OF TECHNOLOGY, 2 de Diciembre de 1975
Disponible en https://elpsicoanalistalector.blogspot.com.ar/2014/03/presentacion-de-los-testigos-de-
lacan.html

Si la ciencia moderna forcluye al sujeto, el capitalismo por su lógica interna forcluye, dice Lacan, la castración,
las cosas del amor. El capitalismo hace del ser hablante una boca de consumo: fin de la pérdida que humaniza,
sólo es un consumidor de los objetos con los que la ciencia y su brazo ejecutor, la tecnología, invade el
mercado global un su empuje por obturar la pérdida de goce que, dijimos, hace al deseo humano*. Y entonces,
la posmodernidad llegó al final de la Segunda Guerra Mundial de la mano de otro momento del capitalismo: la
globalización, como el capital no tiene fronteras, el planeta es un único mercado y así se universalizan los
modos de gozar. Y como dijo F. Jamenson* en su excelente ensayo, no hay forma de abarcar el posmodernismo
sino es mostrándolo como norma hegemónica o como lógica cultural dominante y ubica al pop art de Andy
Warhol* como uno de los exponentes máximos de un arte que gira en torno a la mercantilización -por ejemplo,
cuadros con la botella de Coca Cola o con la lata de Sopa Campbell- que resaltan el fetichismo de la mercancía
en el capitalismo avanzado y el auge de la tecnología como resultado del desarrollo capitalista dentro del
espacio posmoderno o multinacional.

Así, a la luz de los acontecimientos del Siglo XX, cabe preguntar: ¿qué quedó del proyecto de la modernidad?,
¿qué fue de la idea de progreso para la humanidad, de la idea de bienestar para todos?, ¿qué fue de los ideales
de la Revolución Francesa: libertad, igualdad, fraternidad? F. Lyotard entiende que la tecnociencia actual realiza
el proyecto moderno despojado de sus ideales que entraron en franca declinación por las heridas infringidas
durante dos siglos al ideal moderno. Así, lo que está en declinación es el ideal moderno pero no el proyecto de
la modernidad, es más, nos aventuramos a pensar -junto con los autores mencionados- que la posmodernidad
consistió en llevar el proyecto de la modernidad hasta sus últimas consecuencias pero despojado de todo ideal
humanístico: progreso de la ciencia y de la técnica en una estrecha vinculación con el capitalismo. A. Badiou en
El siglo, asevera que en el Siglo XX hubo tales acontecimientos apocalípticos que sin duda debe ser
considerado el siglo del crimen, maldito, de campos de extermino, de cámaras de gas, de terrorismo de Estado,
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lo que lo hace un siglo del horror, totalitario, el siglo también, de la victoria del capital, el siglo liberal. Y aquí, no
podemos dejar de evocar a la biopolítica: esa forma de hacer política —ver Foucault, Agamben*— que en sus
cálculos incluye a la vida humana, forma funcional al capitalismo que impuso sus reglas en medio de matanzas
y totalitarismos.

Finalmente, a comienzos del Siglo XXI, G. Lipovetsky nos anunció los tiempos ya no posmodernos sino
hipermodernos en los que vivimos. Si lo posmoderno estaba caracterizado por el auge del consumo, la
debilitación de las normas disciplinarias y de la autoridad, el individualismo, el hedonismo o la urgencia de los
placeres, la despolitización, en fin, la cultura del “todo ya” que impulsó un goce sin prohibiciones, la
hipermodernidad es ya, el desencanto de la posmodernidad. Si el paradigma de lo pos es a nuestro criterio, la
toxicomanía, todos de happening enfiestados, el paradigma de lo hipermoderno es el llamado ataque de pánico,
es decir, el desborde de angustia, que como se recordará, es el afecto de lo real y esto es solidario de la
urgencia subjetiva. En lo hipermoderno, bajo el signo del exceso, ¿qué no es hiper?, hipercapitalismo,
hiperterrorismo, hipermercado, hiperindividualismo, hipervigilancia y: Lejos de haber muerto la modernidad,
asistimos a su culminación, que se concreta en el liberalismo universal. Pero: La inseguridad de la existencia ha
suplantado la indiferencia “posmoderna”. El futuro es incierto, se ha eclipsado la idea de progreso, las crisis
económicas precarizan el trabajo y la vida, irrumpen las catástrofes de la naturaleza por la contaminación, etc.,
un presente atormentado, entiende Lipovetsky, por los desastres de la época. No obstante y ante este
panorama nihilista, el autor entiende que hay una revalorización de la amistad, las relaciones más estables, el
amor.

En su texto Los complejos familiares, Lacan ya nos anunciaba en 1938 la declinación social de la imago
paterna, degradación de la ley, de la autoridad que ordena el goce: Un gran número de efectos psicológicos,
sin embargo, están referidos, en nuestra opinión, a una declinación social de la imago paterna. Declinación
condicionada por el retorno al individuo de efectos extremos del progreso social, declinación que se observa
principalmente en la actualidad en las colectividades más alteradas por estos efectos: concentración
económica, catástrofes políticas (…) Cualquiera que sea el futuro, esta declinación constituye una crisis
psicológica. Quizás la aparición misma del psicoanálisis debe relacionarse con esta crisis. Efectos extremos del
progreso social: la modernidad actual; concentración económica: la globalización actual; catátrofes políticas: la
biopolítica actual que rompe el lazo social. El psicoanálisis como práctica de discurso vino a retomar la posta del
ser hablante forcluido, rechazado en su singularidad, por la ciencia y el capitalismo. Si el paradigma de lo real
es la guerra, el paradigma freudiano del tratamiento del trauma es el juego del fort-da. Venga el exceso de lo
pulsional de cada quien o del exterior, se trata para cada uno de cómo salir del sin recursos y de su angustia
correlativa, es decir, se trata de la invención, de lo que cada uno pueda inventar.

Freud se detuvo a esclarecer la lógica de un juego …autocreado, de un varoncito de un año y medio. El niño,
subraya, no lloraba nunca cuando su madre lo abandonaba por varias horas a pesar del cariño que le
manifestaba. Tenía la costumbre de arrojar lejos de sí objetos acompañándolo de un o-o-o-o que según
interpretación de la madre y de Freud era fort (fuera) utilizando así, sus juguetes para jugar estar fuera.
También, lanzaba un carrete atado a una cuerda por fuera de los barrotes de su cuna acompañando este
movimiento con el o-o-o-o y luego, tirando de la cuerda lo atraía nuevamente hacia sí acompañando esta
reaparición con un da (aquí). El juego completo era entonces, desaparición y reaparición siendo la primera parte
(afuera) la que repetía incansablemente aunque el placer estaba ligado a la segunda. El juego ponía en escena
la marcha de la madre y la renuncia a la satisfacción pulsional a la que el niño estaba dispuesto al permitirla. En
la repetición del suceso desagradable -la partida de la madre-, el niño pasó de ser el objeto pasivo de esa
ausencia a tomar un papel activo: crear un juego a partir de la ausencia que deja su caída como objeto para la
madre haciendo entrar así, este suceso dentro del principio del placer. El juego fue lo que inventó a partir de dar
su consentimiento a la renuncia que dejó una ausencia haciéndose así, dueño de la situación. Así, y como lo
plantea Lacan en el Seminario 21, el niño está para aprender algo, que el nudo se haga bien: real, simbólico,
imaginario.

Freud desprende de este juego el impulso a elaborar psiquicamente algo que ha causado intensa impresión,
algo traumático, para así dominarlo. Pero, ¿qué, quién, domina? La disposición a la creación es del niño, el
dominio es del principio del placer: el regocijo del juego y la dignidad es del sujeto que ha decidido hacer otra
cosa -se hace el dueño- que padecer lo desagradable dándole la vuelta a la impotencia. Esto que implica un

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cambio en el decurso de la pulsión de muerte, implica sobre todo -tal como Freud lo entiende en Análisis
terminable e interminable-, un cambio de decisión respecto de la decisión inadecuada tempranamente tomada
en relación a lo traumático, al goce. Y ese cambio testimonia que, por fin, la pulsión es color-de-vacío y el humor
como tratamiento del más allá del principio del placer, ha entrado en nuestras vidas. El humor, entiende Freud,
como tratamiento del superyo, esa figura obscena y feroz, que en definitiva es lo único -dice Lacan en la
primera clase del Seminario 20- que nos ordena gozar.

Cierre

Esteban Serrano “Los testigos de Lacan”


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lacan.html

Luego de la lectura de la clase, este cierre es la invitación a la apertura de un ejercicio que compartiremos en
las conversaciones, y al que luego cada uno se abocará en su propio recorrido de escritura.

Si hemos planteado en nuestras Conversaciones para situar el punto de partida, que lo que decanta (y lo que
relanza) se constituye como un mapa, o un nudo dramático, ahora les proponemos abrir preguntas que
permitan leer la lógica en que esa escena se sustenta.

Con este primer Seminario leeremos los factores estructurales involucrados en la dimensión subjetiva. Y
entonces ¿de qué ideas podemos servirnos, referidas a los tres registros que plantea la enseñanza de Lacan:
imaginario, simbólico y real, para leer lo que en nuestras escenas se presenta?

Bibliografía citada

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[1979]

FREUD, S. (1927) El humor. En Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, XXI, [1979]

FREUD, S. (1930 [1929]) El malestar en la cultura. En Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, XXI, [1979]

JAMESON, F. (1984) El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado. Barcelona, Paidós [1991]

KAIT, G. (1996) Sujeto y fantasma. Una introducción a su estructura. Rosario, Fundación Ross [2006]

KAIT, G. (2005) La angustia y el objeto causa de deseo. Rosario, Fundación Ross [2005]

LACAN, J. (1938) Los complejos familiares. En Otros Escritos. Buenos Aires, Paidós [2012]

LACAN, J. (1966) El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la
experiencia psicoanalítica. En Escritos 1, Buenos Aires, Siglo XXI [1988]

LACAN, J. (1966) Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. En Escritos 1, Buenos Aires,
Siglo XXI [1988]

LACAN, J. (1966) La cosa freudiana o sentido del retorno a Freud en psicoanálisis. En Escritos 1, Buenos
Aires, Siglo XXI [1988]

LACAN, J. (1966) Observación sobre el informe de Daniel Lagache… En Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI
[1985]

LACAN, J. (1966) Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista. En Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI
[1985]

LACAN, J. (1966) La ciencia y la verdad. En Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI [1985]

LACAN, J. (1966) Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista. En Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI
[1985]

LACAN, J. (2011) Hablo a las paredes. Buenos Aires, Paidós [2012]

LACAN, J. (1975) El Seminario. Libro 1 Los escritos técnicos de Freud. Barcelona, Paidós [1981]

LACAN, J. (1978) El Seminario. Libro 2 El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Barcelona,


Paidós [1984]
https://virtual.flacso.org.ar/mod/book/tool/print/index.php?id=938521 17/19
15/5/2020 Clase 1: Tres registros para leer la estructuración del sujeto: imaginario, simbólico y real.

LACAN, J. (1981) El Seminario. Libro 3 Las psicosis. Barcelona, Paidós [1984]

LACAN, J. (1994) El Seminario. Libro 4 La relación de objeto. Barcelona, Paidós [1994]

LACAN, J. (1998) El Seminario. Libro 5 Las formaciones del inconsciente. Buenos Aires, Paidós [1999]

LACAN, J. (1986) El Seminario. Libro 7 La ética del psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós [1988]

LACAN, J. (1973) El Seminario. Libro 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires,
Paidós [1987]

LACAN, J. (2006) El Seminario. Libro 16 De un Otro al otro. Buenos Aires, Paidós [2008]

LACAN, J. (1975) El Seminario. Libro 17 El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós [1992]

LACAN, J. (2006) El Seminario. Libro 18 De un discurso que no fuera del semblante. Buenos Aires, Paidós
[2009]

LACAN, J. (1975) El Seminario. Libro 20 Aun. Barcelona, Paidós [1985]

LACAN, J. El Seminario. Libro 21 Los desengañados se engañan o los nombres del padre. Clase 3 del 11-12-
73. Inédito.

LIPOVETSKY, G. (2006) Los tiempos hipermodernos. Barcelona. Anagrama [2004]

LYOTARD, J-F. (2005) La posmodernidad (Explicada a los niños). Gedisa [1986]

MILNER, J.-C. (1995) La obra clara. Lacan, la ciencia y la filosofía. Bs. As., Manantial [1996]

SAUSSURE, F. (1915) Curso de lingüística general. Buenos Aires, Ed. Losada [1976]

Bibliografía básica

Nuestro Equipo les propone, a modo de itinerario de lecturas, y especialmente para acompañar el último
trayecto de la clase, donde se ubican cuestiones en relación con la subjetividad en la época:

Volver a la lectura de las clases del diploma, que encontrarán disponibles en la BIBLIOTECA, con las
últimas ediciones que fueron publicadas en la cohorte 7 del año 2013.
EQUIPO DIPLOMA SUPERIOR (2015) “Acerca de la Autoridad. Una reflexión sobre el término en las prácticas
socio – educativas. Un abordaje a partir de la idea de función paterna. Sobre ideas de Markos Zafiropoulos”
Clase N°3 (virtual) en Diploma Superior en Psicoanálisis y Prácticas Socio – Educativas, Cohorte 11, FLACSO
Argentina.

ZELMANOVICH, Perla (2015) “Leer el lazo con la teoría de los cuatro discursos. Una herramienta de trabajo”
Clase N°6 (virtual) en Diploma Superior en Psicoanálisis y Prácticas Socio – Educativas, Cohorte 11, FLACSO
Argentina.

La lectura del siguiente artículo, donde la autora desde el campo de la ciencia política, ubica el concepto de
biopoder.
SCHILLAGI, Carolina (2007) Vida y amenaza. Algunas notas para pensar la política contemporánea a través
de la noción de biopoder, en Virtualia, Revista digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Año VI, N°16.
Disponible en http://revistavirtualia.com/articulos/511/el-pensamiento-ilustrado/vida-y-amenaza-algunas-notas-
para-pensar-la-politica-contemporanea-a-traves-de-la-nocion-de-biopoder

La lectura del artículo del psicoanalista Luciano Luterau donde se presentan algunas consideraciones
acerca del juego en la actualidad y la relación de los niños con los videojuegos. Los proponemos como

https://virtual.flacso.org.ar/mod/book/tool/print/index.php?id=938521 18/19
15/5/2020 Clase 1: Tres registros para leer la estructuración del sujeto: imaginario, simbólico y real.

oportunidad de pensar ficción – realidad.


LUTERAU, Luciano (2014) Los niños y los videojuegos, en EL LITORAL.COM
https://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2014/02/22/opinion/OPIN-03.html

Bibliografía optativa (ampliatoria)

A continuación compartimos algunas invitaciones de Graciela Kait:

Sugiero la lectura de la no muy extensa novela de Paul Auster, El país de las últimas cosas; allí se nos
describe un mundo descarnado donde lo real ha irrumpido, el lazo social está quebrado, la pulsión de
muerte comanda y entonces, más que de mundo se trata de lo inmundo.

Y sugiero que se vea la película Los coristas —con poner el título en el google se tiene acceso a ella—. La
película da cuenta de cómo en el medio del la orfandad y del horror de la guerra, un maestro de música
puede hacer una oferta que aloje al ser hablante, puede ofertar a la música misma como uno de los
Nombres del Padre que marcan camino en una vida, la música que acalla la vociferación del superyo y saca
a los niños del lugar de objeto de la maldad; y esto es lo opuesto, lo que hace diferencia respecto del
maestro autoritario que por serlo no es digno ni de amor ni de respeto.

Graciela Kait

¿Cómo citar esta clase?

Kait, G. (2014). “Tres registros para leer la estructuración del sujeto: imaginario, simbólico y real”, Clase 1,
Seminario I. Especialización “Psicoanálisis y prácticas socioeducativas”, FLACSO Argentina, disponible
en: flacso.org.ar/flacso-virtual

https://virtual.flacso.org.ar/mod/book/tool/print/index.php?id=938521 19/19

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