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Índice "Clínica de Adultos".

Autores

Temas

Tipo

Contenidos (en orden).


Resumen combinado de las clases, audios, videos y textos del primer y
segundo cuatrimestre del 2020 (cursada virtual). Completo completísimo.

No recomiendo copiar y pegar nada textual porque hay mucha mezcla de


citas de autores textuales, audios de profesores, resúmenes dados por la
cátedra y elaboración mía.
¡Éxitos en la cursada, en el parcial o en el final!

Agus.
Temas:

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. Unidad 1

Diferencias entre psicoanálisis y psicoterapia.


El proceso diagnóstico. Unidad 2

Primeras entrevistas.

Transferencia. Unidad 3

Contratransferencia. Unidad 4
Resistencias (obstáculos a la asociación libre). Unidad 5

Compulsión de repetición.

Reacción terapéutica negativa.


Intervenciones en la neurosis. Unidad 6 1

Psiquiatría y psicoanálisis.

Intervenciones en psicosis. Unidad 6 2

Ataque de pánico.

Pasaje al acto.

Índice "Clínica de Adultos". 1


Intervenciones en pacientes borde.

Fin de análisis.

Clínica en las instituciones de salud mental.

Preguntas generales

Índice "Clínica de Adultos". 2


Fundamentos de la clínica
psicoanalítica.
Autores Duer Freud Miller

Temas Clínica Resistencias Superyó Síntoma

Tipo Práctico A Teórico

Temas de la clase. Bibliografía.


Concepto de inconsciente, Duer, E. El sujeto en la estructura.
conflicto psíquico y síntoma
Freud, S. Sobre la psicoterapia
analítico como ejes para el
de la histeria.
abordaje de la clínica.
Freud, S. Conferencia 17 El
Qué es el conflicto psíquico y el
sentido de los síntomas.
síntoma analítico.
Freud, S. Conferencia 23 Los
El sufrimiento psíquico y su
caminos de la formación de
tratamiento desde los aportes
síntoma.
freudianos.
Freud, S. 1912. Consejos al
Regla fundamental y atención
médico sobre el tratamiento
flotante: sus fundamentos.
psicoanalítico. Volumen XII. pp.
Abstinencia y neutralidad. 107120.

Freud, S. 19141915.
Puntualizaciones sobre el amor
de transferencia. Volumen XII.
pp. 159174.

Freud, S. 1913. Sobre la


iniciación del tratamiento.
Volumen XII. pp. 121144.

Freud, S. 1912. Método analítico


Regla fundamental y Atención

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 1


flotante: sus fundamentos.
Abstinencia y neutralidad.

Miller, J. A. 2005. Introducción


al método psicoanalítico.
Capítulo II Diagnóstico
psicoanalítico y localización
subjetiva. pp.2958.

Clase Gilberto Simoes.

Fundamentos de la clínica psicoanalítica.


La clínica psicoanalítica es una clínica particular, que se centra en la escucha.
Su objeto está ligado a la subjetividad de quien padece. y apunta a aliviar el
padecimiento del sujeto.

La tarea de psicoanalizar es la tarea de transformación de la problemática


psíquica de un sujeto, en una relación transferencial.

Regla fundamental de la asociación libre.


Más allá de lo que queremos decir, el inconsciente se hace presente, no puede
ser regulado a voluntad. Aparece como una discontinuidad en el querer decir,
como un corte en el discurso. Es una forma de coherencia diferente al
discurso intencional, es algo que irrumpe, con otra coherencia lógica, con
normas que le son propias.

En el discurrir de la asociación libre, aparecerán rupturas en el discurso. Para


ello, es necesaria la posición de atención parejamente flotante del analista, a
efectos de poder oír ese más de lo que se dice. En este sentido, no es posible
saber de antemano qué dirá el sujeto, pero suponemos que dirá otra cosa
diferente a lo que fue su intención consciente.

La confianza en la regla fundamental es un acto de confianza en la legalidad


del inconsciente.

El concepto de inconsciente.

Freud plantea como específico del psicoanálisis el inconsciente


reprimido. Lo que caracteriza la disposición de la neurosis es el retorno de
lo reprimido.

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 2


El inconsciente reprimido contiene básicamente sexualidad infantil (que,
además, es el motor de la represión) y aquello que se produce al final del
período de latencia, que es el complejo de Edipo.
Toda la sexualidad infantil hasta el complejo de Edipo quedará reprimida
por la Represión Primaria; esto es lo que después se llama complejo
nuclear de la neurosis. Por eso se dice que el Edipo es el complejo
nuclear de la neurosis, queda sepultado, y después juega un papel de
polo atractor de todo lo que hay que reprimir a posteriori, como una
especie de imán que atrae todo hacia sí.

El inconsciente no es un lugar, es una hipótesis, una suposición que se


infiere a partir de los datos de la experiencia. La posibilidad de darle un
sentido al síntoma neurótico por vía de la interpretación analítica es la
prueba necesaria de la hipótesis de procesos psíquicos inconscientes.

Tipos de represión.
Represión primaria/originaria: es una necesidad teórica su
formulación. Es necesario postular que hay algo que funciona como
una especie de imán que atrae lo próximamente a reprimir por la
represión secundaria o propiamente dicha.

Represión secundaria o propiamente dicha: Contenidos reprimidos a


los cuales se les niega el acceso a la consciencia por acción de esta
represión propiamente dicha.

Características del inconsciente.


Se rige por el proceso primario. La energía fluye libremente sin tener
trabas para pasar de una representación a otra; por eso se desplaza y
se condensa con facilidad.

Los contenidos son representantes de pulsiones.

En el proceso secundario todo cambia. La energía va a ser ligada, ya


no es libre. La satisfacción es aplazada, se guía por el principio del
placer, pero hay cierta posibilidad de amenazar esto. En el proceso
secundario hay atención, juicio, razonamiento, acción controlada; lo
que busca es la identidad de pensamiento, no ya identidad de
percepción como en el proceso primario. El proceso secundario solo
es posible por la construcción del Yo.

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 3


El acontecer clínico.
La clínica psicoanalítica tiene particularidades que otras clínicas no tienen; por
ejemplo, en el sentido de que la clínica psicoanalítica no es la aplicación de
una teoría.
No hay práctica sin teoría, pero la clínica no es la simple y sencilla aplicación
de una teoría. En la clínica se busca escuchar al paciente que viene, escucharlo
en su singularidad, en su particularidad.
El acontecer clínico no puede ser previsto, no sabemos qué es lo que va a
ocurrir. Podemos crear condiciones, pero no podemos asegurar que haya
interpretaciones o construcciones en cada sesión. El psicoanálisis se presenta
como un horizonte, un deseo, una intención. La clínica es y será siempre
singular.

Las sesiones tienen un orden y lo que las ordena es el método psicoanalítico.


El método es la expresión de la teoría; el instrumento es el método, no la
teoría. El conocimiento teórico debe estar ausente en la sesión. La clínica no
se reduce a la aplicación de la teoría.
En las sesiones se debe estar "sin memoria y sin deseo". Sin memoria, porque
cada sesión no es una continuación de la anterior. Sin deseo, es decir, sin
desear que algo ocurra. Dejar ocurrir, sostener lo que pase; el acontecer
clínico no puede ser previsto. En algún momento eso que está pasando va a
adquirir significación.
Esto está relacionado a la abstinencia del analista como condición de la
aplicación del método.

El Sujeto Supuesto Saber.


Quien consulta sabe, sin saber, que en su inconsciente lleva el saber
necesario para liberar su padecimiento.

La acción del analista consiste en guiarlo mediante la asociación libre. Es una


acción de guía. No es función del analista proponer ideales o buscar que se
logre una adaptación o adecuación al deseo del propio analista. No se busca
la manipulación, hay que respetar el deseo y la particularidad de quien
consulta.
Es guiarlo en la búsqueda de su deseo, dejándonos guiar por la asociación
libre, a la determinación inconsciente del mismo.

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 4


El paciente consulta ubicando en el analista que sabe algo respecto de su
padecimiento; un Otro del lenguaje que el analista va a ocupar, a quien se le
supone un saber. El paciente es en realidad quien lo tiene, pero se trata de un
saber no sabido, una verdad que habita al sujeto sin que éste lo sepa.
El paciente, entonces, supone que el analista sabe algo de lo que le pasa.

El analista conoce el funcionamiento del inconsciente, pero nada sabe de la


historia personal del sujeto.

Miller en El proceso diagnóstico. sobre el Sujeto Supuesto Saber y la


ignorancia:

Miller dice (textual): la ignorancia tiene una función operativa en la


experiencia analítica. Se trata, no de la ignorancia pura, sino de una
ignorancia docta, de la ignorancia de alguien que sabe cosas, pero que
voluntariamente ignora hasta cierto punto su saber, para dar lugar a lo
nuevo que va a ocurrir.
Miller plantea que esto es una diferencia muy importante para distinguir la
posición del analista antes y después del "umbral del análisis", de la
frontera del discurso analítico. La función operativa de la ignorancia es la
misma que la de la transferencia, la misma que la de la constitución del
Sujeto Supuesto Saber (Fundamentos de la clínica psicoanalítica. ) El
Sujeto Supuesto Saber no se constituye a partir del saber, sino a partir de
la ignorancia. A partir de esa posición, el analista puede entender que no
sabemos con anterioridad lo que el paciente quiere decir, pero suponemos
que quiere decir otra cosa.
Así, la suposición del saber no está vinculada al saber constituido (si hay
saber constituido, no hay necesidad de suposición, y sin embargo hay una
suposición de ignorancia).

Condiciones de la aplicación del método.


La aplicación del método del psicoanálisis requiere de ciertas condiciones
que lo hacen viable. La teoría psicoanalítica organiza el marco de la relación
entre paciente y analista.

Asociación libre.
Diga todo lo que se le ocurra. Implica dejar que ocurran rupturas en el
discurso. Suponemos que van a irrumpir en el discurso consciente algunas

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 5


cuestiones que tienen que ver con el inconsciente; aparecen los actos
fallidos, las fallas, diferentes cortes en el discurso.

Se le pide al paciente.

Atención parejamente flotante.


Que el analista escuche todo con la misma atención pareja y flotante, sin
seleccionar nada en particular. Dejarnos sorprender con lo que vamos
escuchando; escuchar esas rupturas en el discurso, esos cortes, esos
saltos que podrían suponer una cuestión inconsciente.

Se le pide al analista.

Abstinencia.
Relacionado al concepto de Transferencia.

Que la relación sea transferencial, lo que implica dejar subsistir necesidad


y añoranza, como fuerzas que mueven el trabajo, a las que hay dejar
"pulsionar". Significa no obturar con deseos propios, dejar que ocurra algo
en la clínica. Implica entrar en las sesiones "sin memoria y sin deseo".
Sin memoria: una sesión no es continuación de la anterior.

Sin deseo: sin esperar que nada ocurra.


Dejar que ocurra, dejar que se despliegue, no obturarlo con deseos de que
ocurra algo que el analista busca.

“La técnica analítica impone al analista el mandamiento


de denegar a la paciente menesterosa de amor la
satisfacción apetecida. La cura tiene que ser realizada en
la abstinencia; solo que con ello no me refiero a la
privación corporal, ni a la privación de todo cuanto se
apetece, pues quizás ningún enfermo lo toleraría. Lo que
yo quiero postular es este principio: hay que dejar
subsistir en el enfermo necesidad y añoranza como unas
fuerzas pulsionantes del trabajo y la alteración, y
guardarse de apaciguarlas frente a subrogados.”

Transferencia.

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 6


La clínica analítica es una clínica a través de la transferencia.
La Regla Fundamental de la Asociación Libre coloca al analista de entrada
en una posición de oyente, pero de un oyente capaz de realizar ciertas
jerarquizaciones sobre lo que escucha. Es él el que da el sentido al
discurso; el analista es el que puede garantizar la verdad de lo que le
ocurre al sujeto, que es diferente a "tener la verdad".

Consejos de Freud al analista.


Desautoriza todo recurso auxiliar, como es el tomar apuntes, dado que de
esa forma uno realiza una selección del texto del paciente.

Propone iniciar el tratamiento con un período de prueba fijado, de algunas


semanas, para tomar conocimiento del caso y decidir si es apto para el
psicoanálisis. Además, esto tiene una motivación diagnóstica. El proceso
diagnóstico.

Estipulaciones sobre el tiempo. Dice que a cada paciente se le asigna


cierta hora y permanece destinada a él, aunque luego no la utilice. Si se
pregunta cuánto durará el tratamiento, es una respuesta casi imposible,
dado que requiere de lapsos prolongados, debido a la atemporalidad de
los procesos inconscientes. Pueden interrumpir la cura cuando quieran,
aunque esto no será positivo.

Estipulaciones sobre el dinero. Freud dice que el médico debe fijar sus
pretenciones y necesidades reales. El hombre trata al dinero al igual que a
las cosas sexuales: con igual duplicidad, mojigatería e hipocresía.

Diván. Lo utiliza debido a que no tolera permanecer bajo la mirada fija de


los pacientes muchas horas al día. Además, no quiere que sus gestos
influyan en el paciente. Tiene el propósito de prevenir la contaminación de
la transferencia.

Comunicaciones. Mientras las ocurrencias y comunicaciones estén, no hay


que tocar el tema de la transferencia, hasta que haya devenido resistencia
Transferencia. Si uno le comunica al analizado aquello que ha reprimido,
mayor será la resistencia. Hay que esperar a que el paciente esté próximo
a ello.

Texto de Simoes: actualidad de la clínica psicoanalítica.

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 7


Simoes indica que la clínica cambia permanentemente. ¿Qué significa
decir que "cambia"? Significa que cambian los psicoanalistas, en tanto la
posición frente a las nuevas problemáticas, la realidad socioeconómica del
momento, y cómo esta realidad se incluye en los dispositivos terapéuticos.

¿Qué es lo que se podría pensar que no cambia? El método analítico con


sus reglas.
Respecto a los consejos de Freud, son basados en la clínica de la época y
con las problemáticas que tenían sus pacientes en ese momento, así como
sus condiciones socioeconómicas. Hoy en día, cambiaron tanto los
analistas como los pacientes y sus problemáticas (dice Simoes), así
también como cambiaron las relaciones entre ellos y la actitud que tienen
ambos frente al análisis. Los tiempos son otros.
Si bien lo que importa es el discurso analítico, también hay que tener en
cuenta que muchas veces la regulación del encuadre desde lo institucional
y la frecuencia de las sesiones afectada por lo social hacen que se
entorpezca la condición analítica en tanto la subjetividad de ambos es
involucrada en el encuentro.

No es lo mismo la atención en un consultorio de modo particular, que un


tratamiento con cantidad de sesiones asignadas por la obra social, con un
límite de tiempo. Tampoco es igual el manejo del dinero, si un paciente
consulta particular, por una prepaga/obra social, o en una institución
hospitalaria. Hay que pensar en las realidades y la subjetividad del caso
por caso, más allá de la pureza de las teorías.

Hay que pensar la clínica con cada paciente y cada vez.

Ordenamiento del material psíquico (Freud).


Freud plantea que el material psíquico de la neurosis es un producto
multidimensional de por lo menos triple estratificación, donde se halla:

Un núcleo de recuerdos patógenos (traumáticos).

Recuerdos ordenados según:

 Sentido lineal cronológico.

 Concéntricamente, a partir del núcleo patógeno. Mayor resistencia a


medida que nos acercamos a él.

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 8


 Hilos lógicos, orden según el contenido del pensamiento. Este es el
aspecto dinámico, que resulta clave en la dimensión asociativa.

Entonces, alrededor de ese núcleo patógeno habría capas, como si fueran


capas de cebolla, que son capas de resistencia creciente hacia el núcleo y
decreciente hacia la periferia.

Se debe acceder al núcleo patógeno del síntoma pasando por resistencias.


“Capas de resistencia”, alrededor de las huellas mnémicas más cercanas al
núcleo patógeno. Estas huella mnémicas están enlazadas por hilos lógicos, a
través de los cuales pasa la asociación libre.

Desde la superficie del discurso, a partir de ciertos quiebres en el mismo, el


analista puede interrogar, adueñarse de un tramo de ese hilo lógico que
aparece en la superficie (que no encaja, que es un discontinuo) y seguirlo.

Entonces, en una sesión se parte de una conflictiva actual y se piden


asociaciones. El paciente, pasando por resistencias, va a convocar los
recuerdos más profundos y dolorosos de su existencia. Estos, entramados
entre acontecimientos y distorsiones, que Freud denomina “fantasías”, son la
base fundamental del síntoma. Accediendo a ellos, algo del síntoma cobra
sentido y el malestar se alivia.
Esto tiene que ver con la múltiple determinación sintómatica. Se puede
entender el síntoma como aquello que se ve, lo que es visible, pero que está
sostenido por una múltiple determinación sintomática. Con el psicoanálisis se
busca recorrer, en sentido inverso, todas las estaciones que sostienen al
síntoma, múltiples fantasías que hay que recorrer en el sentido inverso para
llegar a levantar el síntoma.
Los "enlaces falsos" son los hilos lógicos, propios del funcionamiento del
inconsciente, de los procesos de condensación y desplazamiento. Los enlaces
falsos se dan entonces por obra del inconsciente mismo. La discontinuidad en
el discurso está escondida por enlaces falsos.

Durante el análisis, se busca cancelar las represiones y encontrar los puntos


de fijación en donde el Otro ha marcado al paciente. Las marcas son
inexcusables, nos dna mandatos siempre; el mandato se ejerce sobre todos
nosotros.

La pregunta del analista es mitad cita (de lo que dijo el paciente) y mitad
enigma (interrogando qué quiso decir con eso).

Verdad material ≠ verdad psíquica.

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 9


Lo verdaderamente acontecido es diferente a las ideas que ha tenido el
sujeto respecto a eso que ha vivido. No importa la verdad material, importa la
verdad psíquica. Llegamos al recuerdo como causa patógena, sin importar si
el recuerdo es verdaderamente acontecido o si es una fantasía.

El padecimiento del sujeto. El síntoma.


La clínica psicoanalítica apunta a aliviar el padecimiento del sujeto,
definiéndolo de un modo que le es particular. Es un padecimiento que Freud
va a llamar un "sufrir de recuerdos" y que Lacan va a asumir la forma de un
padecimiento "causado porque somos seres hablantes".

El padecimiento, para Freud, está centrado en los recuerdos, que son


captados en el discurso de una sesión, al distraer al sujeto hablante a partir
del primer "levantamiento de la crítica" de la asociación libre. Durante la
asociación libre aparecen rupturas en el discurso, que significa que aparece
el inconsciente. Es necesaria la atención parejamente flotante del analista,
para poder escuchar el "decir más de lo que se dice". No se sabe de antemano
qué va a decir el paciente, pero se supone que dirá algo más que su intención
consciente.

En el síntoma hay algo de lo pulsional que se satisface. Es diferente a otras


formaciones del inconciente, que no se repiten, sino que tienen una
temporalidad (aparecen y desaparecen). El síntoma permanece. Hay algo que
en esa permanencia se satisface, y el sujeto siente la presunta satisfacción
de la pulsión como un sufrimiento.

El síntoma del cual se queja le aporta una solución y por eso es tan difícil su
remoción.

Relacionado = resistencias).
Esto es la cara más Real del síntoma.

¿Qué es el conflicto psíquico?

Para la psiquiatría los síntomas constituyen la esencia de la enfermedad y


la curación equivaldría a la supresión de los mismos.
Para el psicoanálisis su eliminación no es la curación. La enfermedad tiene
la capacidad de formar nuevos síntomas.

Relacionado a la diferencia entre diagnósticos psiquiatría/psicoanálisis: El


proceso diagnóstico.

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 10


Los síntomas neuróticos resultan de un conflicto en torno a una nueva
modalidad de satisfacción pulsional. Las dos fuerzas que se han
enemistado se reconcilian gracias al compromiso de la formación del
síntoma. Una de las dos partes es la libido insatisfecha rechazada por la
realidad que busca otros caminos para su satisfacción. Emprende el
camino de la regresión y aspira a satisfacerse en una de las
organizaciones superadas o por medio de uno de los objetos resignados.
En el camino de la regresión, la libido es cautivada por la fijación que ha
dejado tras su desarrollo.
Unas vivencias de la infancia son capaces de dejar como secuela
fijaciones libidinales y las disposiciones constitucionales son la secuela
que dejaron las vivencias de nuestros antepasados.

La libido de los neuróticos está ligada a sus vivencias sexuales infantiles.


La libido ha vuelto a las vivencias sexuales infantiles regresivamente
después que fue expulsada de sus posiciones tardías. Estas vivencias no
tuvieron en su momento importancia alguna y solo la cobraron
regresivamente.

✔ Causa de la neurosis: predisposición por la fijación libidinal


(constitución sexual hereditaria) + vivenciar infantil (fantasía o
no) + vivenciar accidental traumático adulto (factor
desencadenante).

Los síntomas.
Crean un sustituto para la satisfacción frustrada, por medio de la
regresión de la libido a estadíoanteriores del desarrollo.

Repite aquella modalidad de satisfacción de su temprana infancia,


desfigurada por la censura que nace del conflicto y mudada en
sufrimiento que lleva a contraer la enfermedad.

Medio de satisfacción libidinosa que prescinde del objeto y resigna el


vínculo con la realidad exterior.

Reemplazan una modificación en el mundo exterior por una


modificación en el cuerpo, una acción exterior por una interior.

El síntoma figura algo como cumplido: una satisfacción a la manera de


lo infantil, por medio de la condensación esa satisfacción puede

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 11


comprimirse en una inervación única y por medio de desplazamiento
puede circunscribirse a un pequeño detalle del complejo libidinoso.

✔ El síntoma se forma debido a una frustración (satisfacción que


ha sido denegada) a la satisfacción pulsional externa e interna.
La satisfacción denegada regresa a los puntos de fijación
(regresión libidinal) y la fijación recibe un monto libidinal que lo
hace estar sobre investida, empujando para obtener la
satisfacción.

Llegado este momento, si la obtención de la satisfacción no implica un


conflicto con el yo, se produce la realización. En cambio, si hay un
conflicto con el yo, interviene la represión estableciendo una formación
de compromiso entre las exigencias pulsionales y el veto a ellas,
generando un síntoma que implica una satisfacción sustitutiva y que
expresa una fantasía inconsciente.

Enunciado y enunciación.
Miller dice que lo esencial no es lo que el paciente dice, sino cómo lo dice. Es
preciso apartarse del hecho. No importa tanto el relato, sino cómo lo cuenta.
Sin embargo, ir "de los hechos a los dichos" no es suficiente; es esencial un
segundo paso, cuestionar la posición que toma aquél que habla con relación a
sus propios dichos. Es decir, localizar el decir del sujeto.

Lo importante será ubicar quién habla en ese discurso, desde qué posición
subjetiva habla el paciente. Por lo tanto, hay que pasar del enunciado a la
enunciación, a la manera en la que habla.

El analista, a través de la distinción entre enunciado y enunciación, conduce


al paciente al encuentro del inconsciente y a reformular el deseo. Deseo, del
cual él se encuentra sujetado en los avatares de su encuentro con los Otros
significativos de su historia, y de las marcas de sus vivencias infantiles. Nada
sabemos de ellas; solo que son eficientes para la conformación del síntoma.
Por eso no hay un manual en la clínica, sino instrucciones.

(Seminario de Lacan I los escritos técnicos de Freud).

Para Freud, la dimensión propia del análisis es la reintegración por parte del
sujeto de su historia hasta sus últimos límites sensibles. La historia no es el

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 12


pasado, es el pasado historizado en el presente. Que el sujeto reviva,
rememore, los acontecimientos formadores de su existencia. No es tan
importante lo que cuenta, lo que vale es lo que reconstruye de ellos. El acento
cae cada vez más sobre la faceta de reconstrucción que sobre la faceta de
reviviscencia en el sentido afectivo.

Freud considera al discurso como una realidad en tanto tal, discursos


yuxtapuestos que se recubren unos a otros y se suceden. Él no disponía de la
noción de “soporte material de la palabra”. Hoy habría tomado como elemento
de su metáfora, la sucesión de fonemas que componen parte del discurso del
sujeto. Diría que la resistencia que encontramos es tanto mayor a medida que
el sujeto se aproxima a un discurso que sería el último y el bueno, pero que
rechaza del plano. Todo lo que suspende, destruye, interrumpe la continuidad
del tratamiento es una resistencia.

Los síntomas en la actualidad (Duer).


En la actualidad se han modificado los motivos de consulta. Vemos ataques
de pánico, toxicomanías, depresión, actings out, pasajes al acto. Hay un
incremento en las interconsultas con psiquiatras. Hallamos angustias
medicadas y no interrogadas.
Estos son síntomas que:

No son formaciones del inconciente.

No son resultado del retorno de lo reprimido.

No tienen un enlace significante.

Por lo tanto:

No se prestan al trabajo asociativo.

No son preguntas en transferencia (dirigidas al Otro).

No son fenómenos que dividen subjetivamente al sujeto.

Son formas de goce-satisfacción pulsional, con marcado componente


tanático. Su característica principal es la compulsión, su condición es
parcial y autoerótica.

La época muestra un rechazo a la castración y a la falta. Un “tenerlo todo”, un


“nada es imposible”. Discurso-amo que promueven el consumo como camino a

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 13


la felicidad. Se ve al sujeto corriendo detrás de objetos, buscando trabajar
más para producir más dinero, con un efecto de acotamiento del lazo social.
Ante la caída de la figura líder (que encarna el ideal con el cual identificarse y
sostiene los lazos libidinales de los individuos dentro del grupo), se produce
en la masa una sensación de pánico. La inconsistencia del Otro hace vacilar
los soportes, desorientado a los sujetos. El sujeto se amarra, así, a los objetos
que el mercado le ofrece.

Cae la ley paterna, por lo que se eleva la ley del mercado.


Se ubica al sujeto más allá del padre.
Por lo tanto, ubicamos al ataque de pánico como producto de la caída de las
referencias, a la depresión como el vacío y la caída del deseo.
[Metáfora paterna de Lacan: el significante del Nombre del Padre ordena la
estructura simbólica, respondiendo por el deseo del Otro y dándole una
significación fálica].

Se encuentra en el sujeto un goce mortífero, como una forma actual de


responder al malestar que evidencia una desmezcla pulsional y un Superyó
desamarrado, como cultivo puro de pulsión de muerte.

¿Por qué decimos que el Superyó es cultivo puro de pulsión de muerte?


Reacción terapéutica negativa.
La energía de investidura del Superyó proviene de las fuentes de Ello, lo
pulsional, y Freud se pregunta por el origen de la dureza del Superyó
contra el yo. Entonces, dirá que hay un componente destructivo que se
ha depositado sobre el Superyó y se ha vuelto hacia el Yo.
En la identificación en la que se genera el Superyó hay una desmezcla
pulsional, en la que un gran porcentaje de la pulsión de muerte va a
constituir a predominio el Superyó. Por eso, se considera al Superyó como
un “reservorio” o “cultivo” de pulsión de muerte.
“Lo que ahora gobierna en el Superyó es como un puro cultivo de la
pulsión de muerte, que a menudo logra efectivamente empujar al yo a la
muerte”.

Para Freud, parte de las pulsiones de muerte son inofensivas, en tanto se


desvían hacia afuera como agresión mezcladas con componentes
eróticos. Sin embargo, otra buena parte de ellas es tomada por el
Superyó, y entonces de tan hiper-moral se vuelve tan cruel con el Yo

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 14


como solo puede serlo el Ello. Justamente es de ésta desmezcla
pulsional que el Superyó extrae toda su crueldad, que lo convierte en una
instancia feroz, que exige más y más.

Mientras más agresión contenga una persona, más aumentará la


tendencia del Ideal Superyó) de agredir a su Yo.

¿Cómo orientar la tarea, para que el sujeto se pueda desprender del goce que
parasita el deseo?
Desde el Psicoanálisis, se intenta que el sujeto encuentre una respuesta
diferente al malestar, en lugar de querer borrarlo, dado que la pulsión es
imposible de satisfacer. El malestar es irreductible.

En la actualidad hallamos fuertes resistencias al saber sobre la falta.


Estamos entonces en la tarea de intento de ligadura pulsional.
Los síntomas de la época, entonces, ponen en evidencia una compulsión de
repetición entendida como un goce pulsional que está más allá del principio
del placer.

¿Qué hay más allá del principio del placer? La pulsión de muerte.
La tarea del analista es neutralizar esa compulsión.

Obstáculos a la asociación libre (resistencias).


Resistencias (obstáculos a la asociación libre).
Lo que las resistencias hacen es marcar la dificultad del paciente de adecuarse
a la Regla Fundamental de Asociación Libre. En total son 5.

Resistencias del Yo.

 Represión.

 Beneficio secundario del síntoma.

 Transferencia Transferencia.

Resistencias del Ello.

 Compulsión de repetición. Compulsión de repetición.

Resistencias del Superyó.

 Reacción terapéutica negativa. Reacción terapéutica negativa.

Fundamentos de la clínica psicoanalítica. 15


Diferencias entre psicoanálisis
y psicoterapia.
Autores Freud Galende

Temas Clínica Psicoterapias

Tipo Práctico A

Temas de la clase. Bibliografía.


Diferencias entre psicoanálisis y Freud, S. 19151916.
psicoterapia. Conferencia 16 Psicoanálisis y
psiquiatría. Volumen XVI. pp.223
234.

Galende, E. 1990. Psicoanálisis


y Salud mental. Para una crítica
de la razón psiquiátrica.
Capítulo 6 Los tratamientos
analíticos en las instituciones. pp.
263272.

Galende realiza una distinción entre psicoanálisis y psicoterapias, respecto a


diferentes puntos.

Las intervenciones.

En psicoanálisis, responden a interrogar, señalar, interpretar. Tienen


relación exclusiva con la palabra del paciente.

En las psicoterapias, son en relación a consejos al paciente o respuestas a


demandas. en general, son previstas y programadas.

El síntoma.

En psicoanálisis, se centra en lo que produjo el conflicto, en el sentido del


síntoma, en su relación con la historia del sujeto. El síntoma se disuelve
"por añadidura", por develar esa verdad. El proceso diagnóstico.

Diferencias entre psicoanálisis y psicoterapia. 1


"Por añadidura".

La escucha analítica del psicoanálisis es diferente a la de las


psicoterapias. La escucha analítica apunta “por añadidura” a tratar el
síntoma por medio de la investigación inconciente.
El psicoanálisis tiene dos aspectos:

Es una exploración del inconsciente.

Por la vía de esta exploración se pueden modificar los síntomas.


En psicoanálisis, se curan los síntomas por medio de esta
exploración del inconsciente. Esta es la diferencia central con
otras psicoterapias.

En las psicoterapias, se propone la resolución del síntoma y en eso basan


su eficacia.

Concepción del sujeto.


El psicoanálisis toma al sujeto como dividido.

Las psicoterapias tienden a la unidad del sujeto, de adaptación y equilibrio.

Demanda.

El psicoanálisis interroga la demanda, no responde a la misma, no la


satisface. Una de sus reglas es, justamente, la abstinencia. Fundamentos
de la clínica psicoanalítica.

La abstinencia como regla.

Que la relación sea transferencial, lo que implica dejar subsistir


necesidad y añoranza, como fuerzas que mueven el trabajo, a las que
hay dejar "pulsionar". Significa no obturar con deseos propios, dejar
que ocurra algo en la clínica. Implica entrar en las sesiones "sin
memoria y sin deseo".

Sin memoria: una sesión no es continuación de la anterior.

Sin deseo: sin esperar que nada ocurra.

Dejar que ocurra, dejar que se despliegue, no obturarlo con deseos de


que ocurra algo que el analista busca.

Las psicoterapias responden a la demanda del paciente y utilizan a la


persona del terapeuta para la cura.

Posición del analista.

Diferencias entre psicoanálisis y psicoterapia. 2


En el psicoanálisis, se interroga el saber del paciente, evitando una acción
pedagógica. Sujeto Supuesto Saber. Fundamentos de la clínica
psicoanalítica.

"Sujeto Supuesto Saber".

Quien consulta sabe, sin saber, que en su inconsciente lleva el saber


necesario para liberar su padecimiento.

La acción del analista consiste en guiarlo mediante la asociación libre.


Es una acción de guía. No es función del analista proponer ideales o
buscar que se logre una adaptación o adecuación al deseo del propio
analista. No se busca la manipulación, hay que respetar el deseo y la
particularidad de quien consulta.
Es guiarlo en la búsqueda de su deseo, dejándonos guiar por la
asociación libre, a la determinación inconsciente del mismo.
El paciente consulta ubicando en el analista que sabe algo respecto de
su padecimiento; un Otro del lenguaje que el analista va a ocupar, a
quien se le supone un saber. El paciente es en realidad quien lo tiene,
pero se trata de un saber no sabido, una verdad que habita al sujeto
sin que éste lo sepa.

El paciente, entonces, supone que el analista sabe algo de lo que le


pasa. sujeto (analista) con un supuesto saber

El analista conoce el funcionamiento del inconsciente, pero nada sabe


de la historia personal del sujeto.

En las psicoterapias, el psicólogo hace uso de su saber y experiencia,


como una acción pedagógica con el paciente.

Diferencias entre psicoanálisis y psicoterapia. 3


El proceso diagnóstico.
Autores Frances Freud Galende Miller Soler

Diagnóstico Neurosis Primera entrevista Psicosis


Temas
Psicoterapias

Tipo Práctico A Teórico

Temas de la clase. Bibliografía.


El proceso diagnóstico, Freud, S. 1912. Consejos al
perspectiva compleja. médico sobre el tratamiento
psicoanalítico.
Diferencia entre escucha
analítica y psicoterapéutica. Galende, E. 1990. Psicoanálisis
y Salud mental. Para una crítica
La escucha analítica como
de la razón psiquiátrica.
dispositivo que apunta “por
Capítulo 6 Los tratamientos
añadidura” a tratar el síntoma
analíticos en las instituciones. pp.
por medio de la investigación del
263272.
inconsciente.
Miller, J. A. 2005. Introducción
al método psicoanalítico.
Capítulo II Diagnóstico
psicoanalítico y localización
subjetiva. pp.2958.

Soler, C. 2009. La querella de


los diagnósticos. Capítulo I Del
diagnóstico en
psicoanálisis. 926.

Frances, A. 2014. ¿Somos todos


enfermos mentales? Manifiesto
contra los abusos de la
Psiquiatría. Cap 5. Modas del
presente. 169203.

El proceso diagnóstico. 1
Rubinstein A. 1999 “Algunas
cuestiones relativas al
diagnóstico en Psicoanálisis”. En
Revista Universitaria de
Psicoanálisis. p.p. 19.

Como para Freud los pacientes psicóticos no podían ser tratados con el
psicoanálisis, le resulta importante la realización de entrevistas preliminares
para lograr llegar a un diagnóstico, que determinará si el paciente es
analizable y puede realizarse el tratamiento.

Uno de los consejos que Freud le propone al analista es, justamente, un


"período de prueba" para tomar conocimiento del caso y decidir si el paciente
es apto para el psicoanálisis, con una motivación diagnóstica.

El diagnóstico en Psicoanálisis - recorrido (Rubinstein).


Esta autora va a realizar un recorrido histórico acerca del lugar que ocupó la
cuestión del diagnóstico para la psiquiatría y para el psicoanálisis.

El diagnóstico en la psiquiatría clásica.

Hace mención al valor que tuvo el intento de "poner orden" a los


fenómenos por parte de la psiquiatría clásica, destacando la riqueza de las
descripciones fenoménicas y las clasificaciones; al mismo tiempo, refiere
que la psiquiatría produce un modo de pensar en categorías universales.
El cuestionamiento que puede hacerse al diagnóstico en su dimensión
objetivanteno debe hacernos concluir que hay que eliminarlo; se hace
necesario, en cambio, redefinir en base a qué criterios se hace y en qué
lugar de la teoría y la práctica se ubica.

El diagnóstico como saber.

Hablar de un diagnóstico es construir saber, hacer teoría. Esta teoría tiene


consecuencias a nivel de la práctica, al mismo tiempo que surge de ella,
por lo que no es una cuestión meramente especulativa. Cada teoría
recorta el campo particular de los fenómenos clínicos de un modo
diferente; para una puede ser una estructura borderline, para otra una
estructura narcisista y para otra una neurosis grave.

El diagnóstico en psicoanálisis.

El proceso diagnóstico. 2
En psicoanálisis, el diagnóstico de un sujeto es un diagnóstico producido
en transferencia, que da cuenta de la posición del sujeto en la estructura.

Se trata de construir un saber que permite ordenar y penetrar en la


complejidad de lo real. Están las diferentes estructuras y diferenciarlas es
sumamente importante, pero eso no nos dice nada acerca de ese sujeto, ni
de sus significantes particulares, ni de sus marcas, ni de sus fantasmas.

Freud, además de crear una clasificación nosográfica, se preguntó por las


condiciones de producción de cada patología y de los mecanismos
universales; se propuso así, discernir entre las diferentes formas de
funcionamiento, estando atento a la singularidad. A la vez, descubrió que
en la variabilidad de lo fenoménico hay un orden y una legalidad.

Lacan destaca la importancia del diagnóstico de la estructura; se lo


consideró decisivo para encarar la dirección de la cura y diferenciar la
neurosis de una pre-psicosis, evitando producir un desencadenamiento.

Rubinstein destaca el valor de la obra de Freud y de Lacan en la


construcción de un saber, a partir de un pensamiento que permite
reconocer diferencias y recurrencisa producidas en las condiciones de la
experiencia analítica.

Diagnóstico y práctica analítica.

La producción teórica y la práctica analítica constituyen dos momentos


diferenciados del quehacer analítico, aunque sin duda interdependientes.
Tomar el diagnóstico como certeza anticipadamente, obtura la escucha;
pero desconocerlo puede llevar al analista a perder su orientación en la
cura. El análisis se lleva a cabo en una tensión entre experiencia y teoría.
Lacan dirá: "lo que el analista debe saber: ignorar lo que sabe". Hay que
estar atentos a la singularidad del paciente, anteponer el "saber
referencial" al "saber textual". el analista tiene que tomar el saber teorico como guia,
como orientacion de la cura una vez que parte de la
Dificultades diagnósticas. experiencia; de la escucha singular de cada paciente.

Freud planteó la necesidad de realizar un tratamiento de ensayo para


tomar conocimiento del caso y decidir si el sujeto es apto para el análisis
o no. Primeras entrevistas.
No se tratará de hacer una clasificación de superficie, sino de penetrar en
la trama de relaciones, en la posición del sujeto en la estructura. Esto no
siempre puede establecerse de entrada.

El proceso diagnóstico. 3
El diagnóstico es una conjetura que se construye a partir de lo que se
escucha y que debe ser verificada en lo que se escucha. Esto requiere
que el analista está dispuesto a reconocer sus errores, si aparece algo
nuevo o si escucha algo que antes no había escuchado.

El diagnóstico en Psicoanálisis (Soler).


Lo que se pregunta Soler en su artículo es que no podemos decir que el
psicoanálisis no es una psicoterapia. Lo que debería decirse es que el
psicoanálisis es una psicoterapia diferente a las demás. Se aceptan y se
trabaja con demandas terapéuticas, en todo caso de una manera diferente a
otras psicoterapias.

La escucha analítica: "por añadidura".


La escucha analítica del psicoanálisis es diferente a la de las psicoterapias. La
escucha analítica apunta “por añadidura” a tratar el síntoma por medio de la
investigación inconciente.
El psicoanálisis tiene dos aspectos:

Es una exploración del inconsciente.

Por la vía de esta exploración se pueden modificar los síntomas. En


psicoanálisis, se curan los síntomas por medio de esta exploración del
inconsciente. Esta es la diferencia central con otras psicoterapias.

La importancia del diagnóstico.


El diagnóstico es absolutamente necesario, para saber si la persona que se
nos presenta puede beneficiarse o no de un tratamiento analítico.

Para Freud, los pacientes psicóticos no son analizables, porque no puede


establecerse la transferencia; no es así para los pos-freudianos y para la
escuela lacaniana.
El diagnóstico es importante porque uno tiene que ver si no hay necesidad de
alguna otra cosa (por ejemplo, medicamentos). No necesariamente los
medicamentos son para pacientes psicóticos, también pueden utilizarse en
estructuras neuróticas por determinadas situaciones.

La responsabilidad de las decisiones implica en algunas circunstancias la


derivación a un psiquiatra para evaluar la necesidad de tratamiento
farmacológico. La medicación es un recurso muy útil para un tiempo

El proceso diagnóstico. 4
determinado de un paciente. También vale aclarar que el efecto de la
medicación en cada paciente es singular.
Uno tiene que saber si eso es beneficioso para un paciente. No tiene sentido,
si uno tiene la posibilidad de mandar a medicar a un psiquiatra, no hacerlo, si
eso va a mejorar la condición del paciente. Para esto se necesita un
diagnóstico.

El abuso del diagnóstico - singularidad y generalidad.


Sin embargo, también hay una cuestión de abuso del diagnóstico. La época
actual es más bien "diagnosticista", se diagnostica constantemente e incluso
los propios pacientes se buscan en una categoría.
Diagnosticar como hacer entrar lo singular en lo general.
Para la psiquiatría, hacer un diagnóstico implica hacer entrar el caso singular
en una especie mucho más general. No se buscan las huellas del sujeto en un
síntoma en psiquiatría, no se busca el caso por caso, no se busca la
singularidad de un sujeto, sino las huella de la enfermedad. Implica hacer
entrar un caso singular en lo general.
Al hablar de un cuadro psicopatológico, no se aporta nada en relación al
padecimiento del paciente que consulta en su singularidad.

El diagnóstico en Psicoanálisis (Miller).


Cuando se habla de diagnóstico, dice Miller, se piensa en el diagnóstico
psiquiátrico, caracterizado por una supuesta objetividad. En el campo
analítico, sin embargo, nos encontramos del lado del sujeto, y se plantea la
cuestión de si hay o no un diagnóstico del sujeto, constituido no solo en la
pura objetividad sino también a nivel del sujeto.

Miller dice (textual): la ignorancia tiene una función operativa en la experiencia


analítica. Se trata, no de la ignorancia pura, sino de una ignorancia docta, de
la ignorancia de alguien que sabe cosas, pero que voluntariamente ignora
hasta cierto punto su saber, para dar lugar a lo nuevo que va a ocurrir.
Miller plantea que esto es una diferencia muy importante para distinguir la
posición del analista antes y después del "umbral del análisis", de la frontera
del discurso analítico. La función operativa de la ignorancia es la misma que la
de la transferencia, la misma que la de la constitución del Sujeto Supuesto
Saber (Fundamentos de la clínica psicoanalítica. ) El Sujeto Supuesto Saber
no se constituye a partir del saber, sino a partir de la ignorancia. A partir de
Miller: Ignorancia como funcion operativa en analisis.

El proceso diagnóstico. 5
esa posición, el analista puede entender que no sabemos con anterioridad lo
que el paciente quiere decir, pero suponemos que quiere decir otra cosa.

Así, la suposición del saber no está vinculada al saber constituido (si hay saber
constituido, no hay necesidad de suposición, y sin embargo hay una
suposición de ignorancia).
Miller distingue tres niveles: el nivel de la avaluación clínica, el de la
localización subjetiva y el de la introducción al inconsciente, vinculando los
dos primeros a la subjetivación y los dos últimos a la rectificación. Dirá que la
avaluación clínica no está constituida en la objetividad; cuando hablamos de
diagnóstico, en esta perspectiva, el sujeto es una "referencia ineludible". + en
Primeras entrevistas.

El diagnóstico en psicoanálisis.
El diagnóstico en psicoanálisis está relacionado con el método analítico. La
escucha, la inversión del saber, la no aplicación de la teoría, la invitación a la
asociación libre, la transferencia: nos da la pauta para pensar la especificidad
del diagnóstico en Psicoanálisis.

Diagnosticar, en los tiempos lógicos de la escucha, sí posibilita una conjetura


para saber cómo encarar el tratamiento. No es lo mismo dar tiempo para que
se instale la transferencia en un paciente neurótico (en el que aparecen la
duda y la angustia, la cadencia del significante, el conflicto inconciente) que
en un paciente psicótico (certeza, literalidad de la palabra , desamarre de la
palabra).

El “proceso diagnóstico” no debe ser como una etiqueta nosográfica, sino un


proceso utilizado para generar las condiciones para el establecimiento de la
transferencia.
En el psicoanálisis es distinto. Primero, se aloja un síntoma, se acoge un
síntoma.

¿Qué es un síntoma?
El síntoma no es lo que se ve desde afuera, lo que los otros pueden ver.
Para el psicoanálisis, el síntoma es aquello que el sujeto define como un
síntoma. Es el sujeto el que tiene que decir que algo no marcha bien para
él.

Alguien desde afuera puede verle a ese otro algo, pero hasta que el sujeto
no defina y describa que hay algo que le molesta, esto no es abordable

El proceso diagnóstico. 6
psicoanalíticamente.
Hay una disyunción entre los síntomas buscados por un médico y aquellos
que permiten entrar en psicoanálisis. No es lo mismo.

Solo un sujeto puede decir lo que no marcha para él, aunque ignore la
causa. Solo el sujeto puede decir qué es lo que le molesta. Quizás en la
búsqueda de la causa de esto que le molesta, es que encuentre un analista
y se produzca la demanda de tratamiento.

Sino, no es abordable analíticamente.

¿Qué es el conflicto psíquico? en Fundamentos de la clínica psicoanalítica.

"Inflación diagnóstica" (Frances).


El diagnóstico no nos dice nada del sujeto que consulta y de su subjetividad.
Actualmente vivimos en un momento de “inflación diagnóstica” (en "¿Somos
todos enfermos mentales?", de Frances), mercantilización motorizada por el
marketing de las industrias farmacéuticas. Año tras año han aumentado la
cantidad de trastornos psiquiátricos en ciertas poblaciones, y por lo tanto la
venta de fármacos. Frances plantea que siempre que se produce un aumento
de frecuencia de un trastorno mental, es probable que esto se trate de una
moda. Podría ser que la mayoría de los nuevos pacientes sean bastante
normales, hayan sido calificados erróneamente y puedan ser sometidos a
tratamientos innecesarios.
Hay un aumento de los trastornos mentales, como una moda, lo que conlleva
tratamientos innecesarios. Se diagnostican y medican trastornos psiquiátricos
leves, transitorios y carentes de significación clínica. Antes una persona podía
penar por el duelo de un ser querido un largo tiempo, hoy a las pocas semanas
es diagnosticado como depresivo, y por ende medicado.

De la injuria al nombre propio (Soler).


Soler dice que ser diagnosticado es desagradable. Muchas veces produce
mucho desamparo. Hay que tener idea de que un diagnóstico es algo
complejo. Quizás a veces tomamos la cuestión del diagnóstico como si no
fuera nada, pero a veces puede ser algo difícil y que puede causar mucho
desamparo en alguien. Soler sostiene que hay un uso abusivo del diagnóstico.

Soler plantea que, si bien el análisis inicia con un diagnóstico que puede
injuriar al sujeto, debería terminar con un nombre propio. El artículo importa

El proceso diagnóstico. 7
por esta cuestión: la idea de que un análisis empieza de una manera y termina
con un nombre propio, en el sentido de encontrarnos con nuestros deseos,
con aquello que nos marca más profundamente. Quiere decir: debería terminar
con la alienación que muchos de los neuróticos tenemos con respecto a los
otros. El recorrido de un análisis debería hacer que nos encontremos con
nuestros propios deseos, con nuestros propio significantes que nos marcan,
para poder des-alienarnos, encontrar lo que verdaderamente cada uno de
nosotros, queremos, como nosotros mismos, des-alienados del otro.

De la queja a la implicación subjetiva (Psaridis).


En el análisis, se intenta ir de la queja a una implicación subjetiva; que alguien
se implique en eso que le ocurre. Si alguien no puede implicarse en eso que le
ocurre, es muy complejo que pueda comenzar o que le pueda servir un
tratamiento analítico. Uno de los primeros movimientos sería tratar de ver de
si se puede hacer un movimiento de la queja a la implicación subjetiva.
Primeras entrevistas.

El proceso diagnóstico. 8
Primeras entrevistas.
Autores Frances Freud Galende Miller

Avaluación Diagnóstico Neurosis Primera entrevista


Temas
Psicosis

Tipo Práctico A Teórico

Temas de la clase. Bibliografía.


Entrevistas preliminares. Aulagnier, P. 1992. El aprendiz
de historiador y el maestro-brujo.
Consulta. Pedido. Demanda.
Parte 3. Las entrevistas
Condiciones de posibilidad de un preliminares y los movimientos
tratamiento: diagnóstico, de apertura: A y B. pp.168185.
analizabilidad.
Freud, S. 1912. Sobre la
iniciación del tratamiento.

Rubinstein, A. 1999. Algunas


cuestiones relativas al
diagnóstico en psicoanálisis.
Pp.19.

Miller, J.A. 2005 Introducción al


método psicoanalítico Capítulo
I Introducción a un discurso del
método psicoanalítico pp 1328
Buenos Aires. Paidos

Como para Freud los pacientes psicóticos no podían ser tratados con el
psicoanálisis, le resulta importante la realización de entrevistas preliminares
para lograr llegar a un diagnóstico, que determinará si el paciente es
analizable y puede realizarse el tratamiento.

Uno de los consejos que Freud le propone al analista es, justamente, un


"período de prueba" para tomar conocimiento del caso y decidir si el paciente

Primeras entrevistas. 1
es apto para el psicoanálisis, con una motivación diagnóstica.

Las entrevistas preliminares (Miller).


Miller dirá que no hay una práctica standard: las entrevistas preliminares
pueden durar un mes, una semana, cuatro entrevistas, o pueden durar un año,
y a veces el analista se queda con un paciente durante varios años en una
situación preliminar, de manera que habría un "preliminar permanente".
Diferencia con Aulagnier, que dice que las entrevistas preliminares deberían
durar un máximo de tiempo).

Una admisión es una instancia (un tiempo) en el cual se aloja una consulta.
Puede ser un momento propicio para intentar producir algo de la subjetividad.
Ya en ese tiempo se pone en evidencia la posición ética.
Hablar de técnica en psicoanálisis implica siempre una cuestión ética. Nuestro
abordaje es ético en la medida que se dirige al sujeto. La técnica en su
vertiente del qué hacer no puede distinguirse ni estar por fuera de la
dimensión ética. Si bien no hay patrones, estándares o fórmulas de qué hacer,
podemos decir que hay principio a partir de los cuales orientamos un
tratamiento.

Una consulta está motivada por algo. Algo habrá hecho tope, algo que hasta
ese momento funcionaba, como solución para el sujeto, ya no funciona.

Por ello es importante plantear cuándo se produce una consulta y distinguir


que esa consulta no siempre coincide con la aparición de un síntoma. Alguien
puede plantear que el síntoma apareció hace años, entonces es importante
ubicar por qué se produce ahora el pedido de ayuda. Es posible suponer que
hasta ese momento el sujeto se las "arregló" de alguna manera con ese
padecimiento y ahora, momento de la consulta, algo dejó de funcionar.
Este pedido entonces se formula en una consulta; pero ese pedido no siempre
constituye una demanda.
Una demanda puede llevarnos tiempo. Un analista ofrece a quien el hace una
consulta la posibilidad de hablar de su sufrimiento. El acto analítico está ahí
desde el comienzo, en el momento en que le da la palabra y se coloca el saber
del lado de quien habla.

Ofrecer esa escucha puede convertirse en una serie de entrevistas


preliminares y en algunos casos conducir a un trabajo analítico. En estos
casos, el pedido de ayuda a partir de la pregunta que vuelve desde el analista,

Primeras entrevistas. 2
podrá transformarse en demanda de saber, dando paso a una implicación
subjetiva en relación a aquello por lo que sufre.

De la queja a la implicación subjetiva Miller) en El proceso diagnóstico.

En el análisis, se intenta ir de la queja a una implicación subjetiva; que


alguien se implique en eso que le ocurre. Si alguien no puede implicarse en
eso que le ocurre, es muy complejo que pueda comenzar o que le pueda
servir un tratamiento analítico. Uno de los primeros movimientos sería
tratar de ver de si se puede hacer un movimiento de la queja a la
implicación subjetiva.

Consulta ≠ demanda (Miller).


Miller comienza diciendo que quien consulta es alguien que aspira a ser un
paciente. ¿Esto implica que quien consulta presenta la demanda de ser
admitido? No siempre, pero esta pregunta permite deslindar dos nociones que
parecen sinónimos pero no lo son: consulta y demanda no son lo mismo.

En una consulta, alguien puede pedir algo que no necesariamente constituya


una demanda, no necesariamente el pedido coincide con la demanda.

Ejemplo:
Existen equipos institucionales y/u hospitalarios en los que se reciben
consultas que no necesariamente implican una demanda de tratamiento, ya
sea porque el pedido lo formula un familiar o porque la derivación la
realizó otro profesional de la salud que consideró pertinente la iniciación
de un de tratamiento terapéutico.

Una demanda es algo que se construye, que aunque una persona diga que
quiere analizarse, esto no implica una demanda.
Miller plantea que el primer pedido que se hace es la demanda de ser
admitido. Esa demanda tiene un fundamento anterior, que implica la
autoavaluación. Es decir, avalar su síntoma, precisamente esto que lo llevaría
a consultar. El acto analítico consiste en autorizar esa avaluación, autorizar a
entrar en la experiencia analítica.

En ese primer contacto con alguien está en juego la ética, por eso las
entrevistas preliminares ya forman parte de la experiencia analítica.

La avaluación clínica.

Primeras entrevistas. 3
Miller dirá que la avaluación clínica tiene una importancia vital cuando
llegamos a pensar que un paciente podría ser un psicótico. No es tan difícil
cuando la psicosis está desencadenada, porque la cuestión que se plantea es
si el analista puede hacer algo o no, si puede "terapeutizar" o no al paciente; la
cuestión se torna crucial cuando la psicosis aún no se desencadenó, porque el
análisis puede desencadenarla. Por esta razón, es fundamental para el analista
reconocer al prepsicótico, es decir, un psicótico con una psicosis no
desencadenada.
Implicar poder responderse en este tiempo con qué estructura (neurosis,
psicosis, perversión) estaremos trabajando.

Poder diferenciar si se trata de un paciente prepsicótico; Miller plantea recusar


esa demanda o tener una buena formación en psicosis para llevar adelante ese
tratamiento.
Implica buscar los fenómenos elementales (automatismo mental, fenómenos
del cuerpo, fenómenos respecto al sentido y a la verdad) para hacer un
diagnóstico diferencial.
Avaluación clínica: responderse sobre qué estructura estamos trabajando.

Primer momento de evaluación clínica, de diagnóstico.

El aval que el analista da a lo que el paciente presenta, que aquello por lo


que viene merece ser analizado.

Las entrevistas preliminares (Aulagnier).


Aulagnier destaca la importancia de realizar entrevistas diagnósticas previas
a la instalación de la transferencia. También le da mucha importancia al tema
del diagnóstico.
Aulagnier dirá que el psicoanálisis no es una terapia de la urgencia, aunque en
todo análisis se pueden presentar situaciones en las que se deberá responder
con urgencia. Uno de los constreñimientos del análisis es, justamente, el
tiempo que exige.
El tiempo que se dispone para decidir si aceptamos ocupar el puesto de
analista con un sujeto, y proceder así a seleccionar nuestros movimientos de
apertura, está contado. Aulagnier dirá que no es posible acrecentar demasiado
la cantidad de entrevistas preliminares sin correr el riesgo de que la negativa
se produzca demasiado tarde, con consecuencisa en la economía psíquica del
sujeto.

Primeras entrevistas. 4
Es decir, no solo hay una cuestión diagnóstica en juego, sino que, una vez que
se ha determinado (o no) un diagnóstico, el analista todavía debe decidir si
desea ser o no ser el analista del sujeto – deberá realizar un
“autodiagnóstico”, decidir si él es capaz de preservar una relación
transferencial con ese sujeto. Con ese sujeto y no con “ese diagnóstico”, sino
con ese sujeto particular y singular que se le presenta.

Hay que tener en cuenta que los criterios teóricos ayudan, pero siempre se
debe tener en cuenta que nos hallamos frente a un sujeto viviente y
escuchamos su singularidad. Hay que darse tiempo para ver qué hay detrás
de ese cuadro sintomático que llega para diagnosticar; escucharse, para saber
si uno quiere proponerse como analista del sujeto.

Concepto de analizabilidad/analizable.

Aulagnier dirá que un sujeto es analizable si está dispuesto a vérselas con su


propio conflicto psíquico y sus síntomas. Es preciso que las deducciones que
se realicen en las entrevistas preliminares hagan esperar que se pueda poner
luz al conflicto inconsciente. Tiene que cumplirse esto en primer lugar. Si hay
una pregunta, si viene con angustia, con ganas de "bucear" en su inconsciente.

Implica que el paciente pueda capitalizar la experiencia de análisis en su vida


en su favor. Que el sujeto pueda, una vez terminado su análisis, poner lo que
adquirió en la experiencia vivida al servicio de objetivos elegidos, siempre en
función de su singularidad. De esto dependerá de si el paciente es analizable.
Puede ocurrir que recibamos a un paciente que no esté en condiciones, en ese
momento, de realizar un psicoanálisis, de darle prioridad a la palabra; quizás
un paciente necesita otro tipo de tratamiento antes, más institucional.

El autodiagnóstico del analista.

Tiene que ver con la singularidad del analista; de si estamos dispuestos a


atender a ese paciente, ver qué nos pasa a nosotros con la singularidad de ese
paciente, más allá de su diagnóstico. ¿Estamos dispuestos a sostener esa
transferencia que va a depositar sobre nosotros el paciente?
Se trata de un autodiagnóstico sobre la capacidad de investir y preservar
una relación transferencial con la singularidad del sujeto a quien se enfrenta.
Las entrevistas preliminares, dice Aulagnier, deberán proporcionar los
elementos y el tiempo necesario para lograr ese trabajo de autointerrogación.

Los movimientos de apertura.

Primeras entrevistas. 5
¿Cómo iniciamos el análisis con este paciente particular? ¿Cómo "iniciamos
la partida"? (metáfora de Ajedrez).

Si el analista ya eligió que puede trabajar con ese paciente, si se considera


que el paciente es analizable, si ya se pudo realizar un diagnóstico presuntivo
de la estructura del paciente, se procede a determinar los movimientos de
apertura. A partir de las primeras entrevistas, podemos ofrecerle un
encuadre a ese paciente en función de lo que escuchamos en esa
singularidad, por ejemplo cada cuánto lo vamos a ver.
Parte de los movimientos de apertura implica determinar si se utilizará el
diván o la terapia será cara a cara, la frecuencia de las sesiones, los
honorarios, así como establecer la forma de diálogo. No se puede dialogar del
mismo modo con todos los pacientes.
Los movimientos de apertura son en función de lo que el analista prevé y
anticipa sobre la relación transferencial futura. Esta actitud que se tendrá
para abrir el diálogo con el paciente será muy importante para poder evitar
los movimientos resistenciales que pueden darse en el tratamiento. No se
podrá evitar de manera total la resistencia, pero sí se busca evitarlas en lo
posible, que aparezcan cuando tengan que aparecer y que motoricen el
tratamiento.

Refiere a la idea de poder darle prioridad al operativo de la transferencia y no


fomentar a una transferencia negativa y hostil; que esas primeras entrevistas
brinden indicios para poder favorecer lo máximo posible la transferencia
operativa.

Transferencia.
¿Es posible aislar dentro del discurso del sujeto, durante las entrevistas,
elementos que permitan entrever el despliegue futuro de la transferencia?
En ciertos casos, dice Aulagnier, se vislumbra por el lugar y la importancia que
el sujeto acuerda o no su historia infantil, por su relación con el tiempo
pasado, por la interpretación que proporciona espontáneamente de sucesos
responsables de aquello que lo llevó a su analista. Una escucha ideal descubre
en las primeras entrevistas información acerca de la relación del sujeto con la
realidad y, de esta manera, acerca del núcleo más duro de las resistencias con
las que se correrá el riesgo de tropezar.
La relación del sujeto con su historia infantil y el grado de investimiento o
desinvestimiento del pasado son las manifestaciones más de superficie y más
perceptibles; otras solo un prolongado trabajo analítico permite traer a luz,

Primeras entrevistas. 6
como la relación del yo con su propio ello, la relación del yo con ese "antes de
él mismo" que le precede, su relación con el tiempo presente y con los objetos
de sus demandas actuales.
Percibir desde el comienzo esas manifestaciones le va a permitir al analista
sacar el mejor partido de la cuota de libertad, limitada pero existente, que es
compatible con su función, que le permite elegir entre diferentes aperturas
de diálogo.
Más allá de las cuestiones como diván/horario/frecuencia, implica la manera
en la que el analista entablará el diálogo con el paciente. Este es un punto
interesante e importante. Implica la manera en la que el analista se va a
posicionar en ese punto de partida; actitud alentadora o silenciosa, por
ejemplo. Esto va a depender también de lo que vemos en las primeras
entrevistas.

La elección de los movimientos de apertura implica elegir la apertura más


idónea para lograr reducir, en la transferencia que se va a establecer, los
efectos de los movimientos de resistencia.

Aulagnier también habla de la apertura de la partida en psicosis:


Intervenciones en psicosis.

Primeras entrevistas. 7
Transferencia.
Autores Freud

Temas Transferencia

Tipo Práctico A Teórico

Temas de la clase. Bibliografía.


Transferencia como eje central, Freud, S. 1912. Sobre la
posibilitador del proceso dinámica de la transferencia.
analítico. Neurosis de
Freud, S. 1914. Recordar, repetir
transferencia.
y reelaborar.
Transferencia como motor y
Freud, S. 1914. Puntualizaciones
como obstáculo de la asociación
sobre el amor de transferencia.
libre. Transferencia tierna,
erótica, hostil. Freud, S. 1938. Esquema del
psicoanálisis. Parte II La tarea
Recortar, repetir, reelaborar.
práctica. Apartado VI La técnica
psicoanalítica. Volumen XXIII. pp.
173182.

Freud, S. 19151916.
Conferencia 27 La transferencia.
Parte III. pp. 392407. Volumen
XVI.

Conferencia 28 La terapia


analítica. Parte III. pp.408422.

Si seguimos ocupándonos de nuestros histéricos y


neuróticos obsesivos, pronto nos sale al paso un segundo
hecho para el cual no estábamos de ninguna manera
preparados. Pasado un tiempo, en efecto, no podemos dejar
de notar que estos enfermos se comportan hacia nosotros

Transferencia. 1
de una manera muy particular (...). Parece haberse filtrado
algo que no se había evaluado.

Notamos que el paciente (...) desarrolla un interés particular


hacia la persona del médico.

Llamamos transferencia a este nuevo hecho que tan a


regañadientes admitimos. Creemos que se trata de una
transferencia de sentimientos sobre la persona del médico
(...) conjeturamos que toda esa proclividad del afecto viene
de otra parte, estaba ya preparada en la enferma (paciente)
y con oportunidad del tratamiento se transfirió sobre la
persona del médico.

Freud Conferencia 27.

El concepto de transferencia es importante y central en la clínica


psicoanalítica. No hay tratamiento analítico sin transferencia. Solo es posible
analizar lo que está actualizado por la vía de la transferencia. La transferencia
hace que ciertos conflictos inconscientes se actualicen sobre la figura del
analista y esto es lo que hace posible su abordaje. Por eso es tan importante
el concepto de transferencia. Sin ella, nada podríamos saber sobre los
conflictos infantiles, inconscientes, etcétera.

✔ Es el proceso por el cual los deseos del inconciente se actualizan


sobre ciertos objetos. Se trata de la repetición de los prototipos
infantiles vividos con sentimiento de actualidad. Es el terreno
donde se desarrolla toda la problemática de un tratamiento
psicoanalítico.

Puntualizaciones sobre la transferencia: separación


cronológica en Freud.

✔ La transferencia es un proceso mediante el cual los deseos


inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos.

Transferencia. 2
Tiene que ver con la repetición de prototipos infantiles, vividos con un
marcado sentimiento de actualidad; es decir, cuando se repiten, no se sabe
que se está repitiendo sino que se sienten actuales.
Es el terreno en el cual se desarrolla toda la problemática de un tratamiento
psicoanalítico, y podría ser caracterizada por la instauración, las modalides,
el manejo y por la resolución de la transferencia.

Existe una separación cronológica en Freud de las concepciones acerca de la


transferencia y la experiencia efectiva en un tratamiento, la experiencia más
clínica.

Freud empieza definiendo la transferencia en Interpretación de los


Sueños, desde el punto de vista teórico; la transferencia no es nada más y
nada menos que un desplazamiento de valores.

Es un tipo particular de desplazamiento, en el cual el deseo inconsciente


se expresa y disfraza, transfiriendo su carga a una representación
previamente presente en el preconsciente o en la consciencia. Es decir,
el deseo inconsciente se disfraza y se expresa a través del material
proporcionado por los restos preconscientes de la vigilia; eso que Freud
llamó en Interpretación de los Sueños como "restos diurnos".

✔ Es un tipo particular de desplazamiento en el cual el deseo


inconsciente se expresa y disfraza a través del material
proporcionado por los restos preconscientes de la vigilia.

Una representación inconsciente, como tal, es incapaz de penetrar en la


consciencia. Solo puede ejercer su efecto entrando en conexión con una
representación anodina que pertenezca al preconsciente, transfiriendo su
intensidad a ella, y ocultándose en ella.

Los restos diurnos son formas vaciadas de contenido que el deseo del
sueño inviste.

Tiene que ver este desplazamiento con la utilización del deseo de formas
extranjeras a él, de las cuales se apodera y a las cuales dota de una nueva
significación. Se trata del disfraz del deseo, que permaneciendo
inconsciente, se expresa de las formas más anodinas de la vigilia
(insustancial, que carece de sentido).

Transferencia. 3
Según esta concepción, la transferencia es sencillamente un
desplazamiento.

Freud define luego qué son las transferencias durante el Caso Dora,
teniendo ya una experiencia más implícita respecto a la clínica. Sería la
definición de la transferencia en un sentido clínico; es en Dora en donde
emerge la transferencia en sentido clínico psicoanalítico.

✔ Las definirá como reeimpresiones, reproducciones de


emociones y fantasmas que deben ser develados y hechos
conscientes a medida que progresa el análisis.

Lo característico de ella es la sustitución de una persona anteriormente


conocida, por la persona del analista. Se revive en la transferencia la
relación del sujeto, fundamentalmente (aunque no únicamente) con sus
figuras parentales; se revive la ambivalencia emocional que caracteriza
dicha relación.

✔ Es cuando este desplazamiento, que se mencionó antes, se


aferra a un significante particular, que es la figura del analista.
Como si la figura del analista imantara las cargas que fueron
liberadas del deseo inconsciente. Como si se trasladaran allí, a la
figura del analista, las cargas liberadas de la represión.

¿Cuál es la función de la transferencia en la cura?


Por un lado, Freud dirá que la transferencia es el motor de un tratamiento
analítico; sin transfrencia no hay tratamiento. Sin embargo, por otro lado
Freud también la caracteriza como uno de los obstáculos fundamentales
que se oponen al recuerdo del material reprimido.

Planteará que la transferencia señala la proximidad del conflicto


inconsciente, cuando están por ser develados algunos contenidos
reprimidos importantes. Podría decirse que hay una especie de
contradicción con respecto a su función en la cura: por un lado es motor
del tratamiento analítico, pero por otro lado es un obstáculo. Es una de
las cinco resistencias que Freud define como las resistencias más

Transferencia. 4
importantes de un tratamiento analítico Resistencias (obstáculos a la
asociación libre).

La transferencia como motor del análisis.

La transferencia es la única manera que tenemos de captar, "en


caliente", los elementos del conflicto infantil. ¿Cómo podríamos saber
acerca de lo que está reprimido, si no fuera por la actualización por la
vía de la transferencia? Solo podemos analizar lo que está
actualizado, que está actualizado por la vía de la transferencia. Si no
fuera por la transferencia, no habría noticias del conflicto infantil.
Freud piensa que la neurosis de transferencia de un paciente
reproduce punto por punto la neurosis infantil del paciente, y que
resolviendo la neurosis de transferencia/actual se resolvería la neurosis
infantil. La única forma en la que podamos entender o captar algunos
de los elementos que están reprimidos es por vía de la transferencia.
Decir que es motor, es decir que sin transferencia no hay tratamiento
analítico. Una de las cuestiones fundamentales a la hora de recibir un
paciente, no es que a alguien le pase algo o sufra por algo que le pasa;
con eso solo no se instaura un tratamiento analítico. Habrá que ver si
de alguna manera eso entra en relación con el analista. Si no se
establece una relación con el analista (transferencia) no hay
posibilidad de instaurar un tratamiento analítico.

Mientras el paciente asocia libremente, tenemos la transferencia como


motor.
Para que alguien pueda ir desplegando su discurso y diciendo todo lo
que se ocurre, es porque algo de la transferencia se puso en marcha.
Mientras el paciente asocia libremente y no se detenga en las
asociaciones, hablamos de transferencia como motor.

La transferencia surge en el paciente desde el


comienzo del tratamiento y durante un tiempo
constituye el más poderoso resorte impulsor del
trabajo. Nada se registra de ella y tampoco hace falta
tomarla en cuenta, mientras opera en favor del
análisis.

Transferencia. 5
Freud, Conferencia 27.

La transferencia como obstáculo del análisis.

Si se compara la transferencia con la rememoración verbalizada, la


transferencia es resistencia. Se opone al recuerdo.
Si la rememoración verbalizada tiene que ver con que uno recuerde
ciertas cuestiones que ocurrieron en la vida, la transferencia se opone
al recuerdo. Tiene que ver con que se actúa en vez de recordar.

✔ Sobre la rememoración verbalizada, la transferencia es


resistencia, se opone al recuerdo. Se actúa en lugar de
recordar.

A medida que se acerca a ciertos contenidos inconcientes, se penetran


capas de resistencias y “estalla la transferencia”, lo que significa que,
en lugar de recordarlo en palabras, el paciente lo actúa.
La transferencia que permite la asociación libre no es un obstáculo. Sin
embargo, cuando nos tomamos de la punta de un hilo lógico y
penetramos las capas de resistencia, "estalla la transferencia": la
transferencia que estalla sí es la transferencia como resistencia o
como obstáculo.
En lugar de recordar, el paciente va a actuar. En vez de recordarlo en
palabras, lo actúa como si eso fuera un suceso actual.

Si después se muda en resistencia, es preciso


prestarle atención y reconocer que modifica su
relación con la cura bajo dos condiciones diferentes y
contrapuestas: en primer lugar, cuando en calidad de
inclinación tierna se ha vuelto tan fuerte, que ha
dejado ver claramente los signos de su procedencia
de la necesidad sexual, que no puede menos que
suscitar una resistencia interior contra ella; y en
segundo lugar, cuando consiste en mociones hostiles
en vez de mociones tiernas.

Transferencia. 6
Freud, Conferencia 27.

Texto otorgado por la cátedra como explicación:

En la Conferencia 27 Freud va a plantear al respecto que: “la


transferencia surge en el paciente desde el comienzo y durante un
tiempo constituye el más poderoso resorte impulsor del trabajo. Nada
se registra de ella y tampoco hace falta tomarla en cuenta, mientras
opera a favor del análisis”.
Freud ubica que ahí estará ubicado una empatía o buen rapport con la
figura del medico, que será muy estimada por quién le consulta, ya que
este depositará toda su confianza en el analista para poder sortear la
complicaciones de su neurosis.

Durante el análisis, nos vamos a encontrar con ciertas dificultades y


obstáculos. Nos vamos a encontrar con que el paciente en un
momento determinado, se queda en silencio, o dice que nada se le
ocurre, se detienen sus asociaciones. Puede molestarse o sentirse
incómodo con las intervenciones del analista, y expresarle su malestar
al respecto.

Entonces Freud va a preguntarse: ¿por qué en el análisis la


transferencia nos sale al paso como la más fuerte resistencia?

Para que tengamos una neurosis es necesario que suceda un proceso


de introversión de la libido, y esto implica que disminuya un sector de
la libido conciente, vuelta hacia la realidad y en esa misma medida se
incremente el extrañamiento de la realidad objetiva, por lo tanto,
aumenta una porción de libido inconciente, que puede hacerse
presente por medio de la fantasía.

La libido entonces comienza a realizar un camino inverso, vía la


regresión y reanima las imagos infantiles. La cura analítica, irá tras ella,
la perseguirá y buscará encontrarla, y será justamente en ese momento
en que estallará un combate, en el que dos fuerzas opuestas se van a
encontrar, el deseo del analista de liberar la libido escondida versus las
fuerzas que causaron la regresión de la libido, que se elevarán como
resistencia al trabajo analítico.

Un punto importante es que esa libido disponible para la personalidad


siempre estuvo atraída por los complejos inconcientes y para poder
liberarlos, es preciso vencer esa atracción de lo inconciente, es decir
cancelar la represión (esfuerzo de desalojo) de las pulsiones

Transferencia. 7
inconcientes, pero esto da por resultado más resistencia,
incrementando la enfermedad muchas veces.

Entonces puede darse que en medio de este combate, en el que el


analista persigue la raíz inconciente de un complejo patógeno, se
produzca la transferencia: “algo del material del complejo (o sea, de su
contenido) es apropiado para ser transferido sobre la persona del
médico”, por lo tanto la resistencia se sirve de la transferencia y la
capitaliza a su favor, por eso Freud la plantea como una de las armas
mas poderosas que tiene la resistencia.

Respecto a la otra resistencia de transferencia, la positiva de mociones


eróticas reprimidas, Freud le dedica el texto: "Puntualizaciones sobre el
amor de tranferencia". Freud comienza el texto poniendo el acento en
que las dificultades más serias, son aquellas vinculadas con el manejo
de la transferencia, decide seleccionar una de las maneras en que esta
transferencia se vuelve un obstáculo, para poder pensarla y ver como
trabajarla. Plantea una situación puntual: una mujer que se enamora del
médico que la analiza.
Se esperan ciertos desenlaces posibles: una unión legítima y
permanente de ambos (el más raro), la separación del médico y la
paciente (el más común) y se podría pensar uno más conciliable con la
prosecución de la cura, el anudamiento de relaciones de amor
ilegítimas, y no destinadas a ser eternas; pero lo vuelven imposible
tanto la moral civil como la dignidad médica.
En el caso de que el médico y la paciente se alejen, el estado del
paciente hace necesario una segunda consulta con otro profesional,
dice Freud, y se repite la misma situación, se vuelve a enamorar, se
interrumpe y recomienza, y así.

Entonces propone aquí como central, un esclarecimiento valioso en


función de la contratransferencia que puede despertarse en el analista:
“tiene que discernir que el enamoramiento de la paciente le ha sido
impuesto por la situación analítica y no se puede atribuir, digamos, a
las excelencia de su persona; que por tanto, no hay razón para que se
enorgullezca de semejante conquista, como se lo llamaría fuera del
análisis”.

Por lo tanto propone poder ubicar en que momento del análisis


aparece este amor tan intenso por el analista, y es ahí donde Freud

Transferencia. 8
afirma que semejante mudanza sobreviene con toda regularidad en un
punto temporal en que es necesario motivarla a recordar o admitir
un fragmento muy doloroso y fuertemente reprimido de su historia.
Entonces podemos decir que el enamoramiento existía desde mucho
antes, pero es ahora cuando la resistencia empieza a servirse de él
para inhibir la continuación de la cura.

¿De que modo debe comportarse el analista para no fracasar en esta


situación, si es cosa para él decidida que la cura tiene que abrirse
paso a pesar de esta transferencia amorosa y a través de ella?

Si uno se para desde lo moral debería pensar que el analista no puede


bajo ningún punto de vista aceptar la ternura que le es ofrecida, ni
responder a ella, y que además cuando sea oportuno deberá solicitarle
que consiga renunciar y abandonar a su apetencia.
Pero lo que va a plantear Freud es que exhortar a la paciente a
sofocar lo pulsional, a la renuncia y a la sublimación, no sería un
obrar analítico, si no un obrar sin sentido, ya que entonces uno habría
convocado a la reprimido a la conciencia para después volverlo a
reprimir.
Entonces propone que la cura debe ser realizada en la abstinencia,
imponiendo el mandamiento de denegar a la paciente "menesterosa de
amor" la satisfacción apetecida. Dice que hay que dejar subsistir en el
enfermo necesidad y añoranza, como fuerzas pulsionantes del
trabajo y la alteración, y guardarse de apaciguarlas frente a
subrogados.
Entonces de esta manera completamos la conceptualización de
Abstinencia que comenzamos a ver en la clase dos, que tiene que ver
con esta idea de no satisfacer la demanda de amor de los pacientes, y
poder generar una privación de esa necesidad vinculada a la
contracción de su neurosis. No se trata de callar todo el tiempo, no
darle un vaso de agua o no responder a nada de lo que pregunte,
como muchas veces se recae en ciertas ridiculizaciones del
psicoanálisis. Se trata más bien de poder ir ubicando aquellas
cuestiones que hacen a lo propio de su problemática y singularidad, y
de ahí, si poder corrernos, y no satisfacer la demanda.
Abstinencia en definitiva tiene que ver con no salirnos de nuestro
lugar de analistas.

Transferencia. 9
El enamoramiento del analista no es la única manera de pensar en
esta resistencia de transferencia, también es posible encontrar
manifestaciones del amor de transferencia como resistencia en la
clínica, como ausencias retiradas, permanentes cambios de horarios,
dificultades con el pago Freud ya advirtió que las cuestiones
relacionadas con el dinero intervenían otros factores vinculados con
cuestiones sexuales).

Freud dice sobre la transferencia:

Todo ser humano por efecto conjugado de sus


disposiciones innatas y de los influjos que recibe en su
infancia, adquiere una especificidad determinada para el
ejercicio de su vida amorosa. Para las condiciones de
amor que establecerá y para las pulsiones que
satisfacerá, así como las metas que habrá de fijarse. Esto
da por resultado un cliché, o varios, que se repite de
manera regular a lo largo de la vida.

Freud, Sobre la Dinámica de la Transferencia.

Entonces: todo ser humano adquiere una especificidad determinada para


la vida amorosa, que se repitirá como un cliché de manera regular durante
toda su vida. Una placa estereotipada, que hace que hagamos algo y no
otra cosa. No nos enamoramos de cualquiera, no somos amigos de
cualquiera; tienen que tener ciertas características. Elegimos determinadas
cosas y otras no.

¿Qué tiene que ver esto con la transferencia? Se llama "transferencia" a


cuando ese cliché se toma del analista.

No todas las mociones pulsionales hicieron el recorrido completo del


desarrollo psíquico (todos los puntos libidinales) y están disponibles para
la consciencia, no han quedado detenidas para el desarrollo, están
disponibles en la realidad para que cada uno realice lo que quiera. Freud
dice "... ha recorrido el pleno desarrollo psíquico; ese sector está vuelto
hacia la realidad objetiva, disponible para la personalidad consciente y
constituye una pieza de esta última". Freud dice que hay otras mociones
que no han recorrido todo el desarrollo, que han quedado fijadas y

Transferencia. 10
permanecen inconscientes. Ambas mociones, las que han realizado todo
el recorrido y aquellas detenidas que permanecen en lo inconsciente, se
van a volcar hacia cada persona nueva que aparezca en el horizonte, si
sus necesidades de amor no están satisfechas.

✔ Algunas mociones libidinales recorrieron todo el desarrollo


psíquico y están disponibles para la conciencia; sin embargo,
hay otras que están detenidas, que han quedado fijadas en el
desarrollo y permanecen el inconciente.

Si ponemos al analista, ambas mociones de libido, las conscientes y las


inconscientes, se van a volcar sobre la persona del analista.
¿Cuándo Freud dice que la transferencia es motor y cuándo dice que la
transferencia es obstáculo?

✔ Mientras el paciente asocia libremente, tenemos la transferencia


como motor. A medida que se acerca a ciertos contenidos
inconcientes, se penetran capas de resistencias y “estalla la
transferencia” como resistencia/obstáculo, lo que significa que,
en lugar de recordarlo en palabras, el paciente lo actúa.

Tipos de transferencia.
Freud dice que no podemos pensar en una transferencia a secas. A la
transferencia hay que dividirla en diferentes maneras, como transferencia
positiva o transferencia negativa.
Positiva o negativa no tiene que ver con algo bueno o malo en relación a
la cura. Es positiva o negativa en relación al tinte del sentimiento; no están
calificadas desde el punto de vista del tratamiento analítico. La resistencia
erótica (positiva) y la transferencia negativa (hostil) son resistencias al
tratamiento.

Transferencia positiva.

 Tierna: de mociones tiernas. Es la que se considera el motor del


tratamiento analítico. Si bien tiene una raíz en la sexualidad, ha
devenido transferencia tierna porque se le ha cambiado su meta

Transferencia. 11
sexual hacia fines de otro tipo. Se trata, de alguna manera, de
mociones pulsionales de meta sexual sublimada.

Esta transferencia jamás la va a tocar o interpretar. Son mociones


conscientes. Con ella contamos durante todo el tratamiento.

 Eróticas: obstáculo al tratamiento. Inconscientes.

Transferencia negativa.

 Transferencia hostil. Obstáculo al tratamiento. Tiene fuente en el


inconsciente, pertenecen a él.

✔ La transferencia como obstáculo (positiva erótica y


negativa) que estalla como resistencia marca la proximidad
del conflicto inconciente. Sin que estalle la transferencia
tampoco hay análisis; se trata de un fenómeno que se repite
en incontables ocasiones.

Tanto la transferencia erótica como la transferencia hostil son los dos polos
de lo que Freud llamará neurosis de transferencia. Es una neurosis que se
crea en un tratamiento analítico, artificial, que reproduce de alguna manera,
punto por punto, la neurosis del paciente. Solucionando la neurosis de
transferencia se solucionará la neurosis infantil del paciente.

La transferencia sobre el médico solo resulta apropiada


como resistencia dentro de la cura cuando es una
transferencia negativa, o una positiva de mociones eróticas
positivas.

Freud, Puntualizaciones sobre el amor de transferencia.

¿Qué hacer con la transferencia como resistencia?


Si la transferencia aparece como una resistencia, se detendrán la asociaciones;
es un obstáculo a las asociaciones. Sin transferencia no hay posibilidad de que
un paciente despliegue sus cuestiones. Cuando la transferencia aparece como
resistencia, señala la proximidad del conflicto inconsciente.
Esa transferencia que estalla como resistencia nos marca su proximidad. Sin
que ocurran estos fenómenos tampoco habría análisis. Es un fenómeno que

Transferencia. 12
se repite innumerables veces a lo largo de un análisis, cada vez que ese
fenómeno se repite hay que hacer el trabajo de despegar al analista del lugar
en el que fue puesto.

Entonces, lo que Freud dice es que uno puede intentar despegar al analista de
ese lugar en el que fue puesto, tratando de reconducir esa transferencia a la
situación o al tiempo que le corresponde. Es lo mismo que decir: reconducir la
repetición al recuerdo.

No se trata entonces de rechazar la transferencia, no sirve; hay que intentar


despegarse de ella y reconducir al paciente al pasado.

En Sobre la Dinámica de la Transferencia, Freud dirá que es indispensable que


haya una transferencia operativa instalada para poder realizar
comunicaciones, como intervenciones más propias de la neurosis como son
las interpretaciones o construcciones. Debe haber un cierto recorrido para
poder empezar. La transferencia se irá construyendo y el analista tendrá
indicios de ello.
Esto implica tener en cuenta los tiempos del paciente, para que una
intervención no sea recibida de manera violenta. A veces, muchas veces
estando ya la transferencia instalada, el paciente debe estar preparado para
recibir la intervención. Freud en ese sentido recomienda ser cuidadoso. Esto
tiene que ver con preveer lo resistencial.

Freud pone el punto en que el analista puede comenzar a realizar


intervenciones cuando una transferencia operativa (positiva - tierna) está
instalada.
A lo largo de su obra, Freud fue situando el concepto de transferencia como
central, pero al inicio no fue un concepto central. En un primer momento la
transferencia era algo contingente, que a veces aparecía y molestaba; luego
se dará cuenta de que es algo que aparece en todos los pacientes y es
justamente una condición del tratamiento.
Plantea en este texto justamente la transferencia como un fenómeno
universal, planteando lo del cliché como algo común en todos los sujetos.
Habla de una transferencia operativa, como un rappot en regla, como una
empatía con el paciente. Freud no va a hablar de una sola tranferencia, sino de
múltiples (positiva - tierna/erótica, negativa - hostil).

Relación con el concepto de abstinencia: Freud plantea cómo trabajar la


transferencia como resistencia. Dice que no hay que rechazar la demanda de

Transferencia. 13
amor (de la transferencia positiva-erótica), pero tampoco hay que satisfacerla,
sino tratarlo como algo que es provocado por la situación analítica y buscar
reconducirla a sus orígenes inconscientes. Hay que tratarlo como una
situación por la que se atraviesa en la cura y hay que reorientarla a sus
orígenes inconscientes.

Freud, de esta manera, define el concepto de abstinencia, con esta manera de


no rechazar pero tampoco satisfacer; no satisfacer la demanda del paciente.
Dice que "hay que dejar subsistir en el enfermo necesidad y añoranza" como
fuerzas pulsionantes del trabajo.

Relacionado: Fundamentos de la clínica psicoanalítica. (parte de abstinencia).


El uso del diván y las cuestiones relacionadas al inicio del tratamiento
(Primeras entrevistas.) se vinculan con el tema de la transferencia; cuando se
propone trabajar con el diván, por ejemplo, quizás algo de la transferencia
está instalado.

La paciente tiene la alternativa en este caso de renunciar al


tratamiento o de aceptar el enamoramiento como algo
inevitable dentro del tratamiento, pero que no habilita a que
el analista intente generar ese amor en “pos del tratamiento”.
Este amor de la paciente hacia el médico puede ser una
clara exteriorización de una resistencia, aprovechándose de
un amor que ya existía para inhibir el desarrollo de la cura.
Transferencia devenida resistencia.

El analista no debe corresponder ese amor ni insistir en su


sofocación o sublimación. Lo que se debe hacer es trabajar
en la abstinencia, dejar que las fuerzas pulsionales
subsistan como fuerza de trabajo y de alteración, y no como
algo a apaciguar mediante subrogados.

Si el amor fuera correspondido, se trata de


contratransferencia, por no entender que el amor surge de
la situación analítica. Perdería la cura y ganaría la paciente
en tanto lo que se le permite es actuar, repetir algo que solo

Transferencia. 14
deberían recordar, reproducir como material psíquico. Lo que
hay que hacer es retener la transferencia de amor,
tratándola como no real, como una situación que se
atraviesa en la cura y debe ser reorientada hacia sus
orígenes inconscientes permitiendo que lo consciente cubra
más terreno. Esto le permitirá a la paciente trabajar sobre el
amor exponiendo el material inconsciente y facilitando el
acceso a las formas infantiles de amor.

Relacionado con: Contratransferencia.

Una de las formas de trabajar este amor es indicarle a la


paciente que ese amor corresponde a repeticiones de
reacciones anteriores incluso infantiles, cosa que se puede
demostrar con el análisis del comportamiento. Pero esto en
definitiva es también la base de todo enamoramiento.

Lo particular del amor en transferencia entonces es que se


genera en la situación analítica, que es empujado por la
resistencia y que carece de miramiento por la realidad
objetiva. Es importante que la resistencia no genera el amor,
sino que lo encuentra y se sirve de él, exagerándolo.
Transferencia es resistencia cuando en lugar de recordar se
repite.

Freud, en Puntualizaciones Sobre el Amor de Transferencia.

Recordar, repetir, reelaborar (neurosis de transferencia -


compulsión a la repetición).
La primera formulación de Freud sobre la cura es "hacer consciente lo
inconsciente". Entonces, venciendo resistencias se adquieren nexos olvidados
(que se van a poder adquirir en la consciencia). En este texto Freud va a poner
a trabajar el tema del recuerdo y el olvido.

Transferencia. 15
Hay vivencias que están bloqueadas al acceso a la consciencia y en su lugar
encontramos recuerdos encubridores.
Puedo recordar lo que olvidé, olvidar lo que recordé, pero lo que no olvidé no
es pausible de recuerdo. Si lo no olvidado no puede ser recordado, no
podemos pensar que un paciente viene recordando, sino que su forma de
recordar será la repetición.

✔ Lo que no ha sido olvidado no es posible de recuerdo; no podemos


pensar que el paciente viene recordando. Su forma de recordar a
veces es la repetición. Se trata de un episodio actual que se va a
reeditar en la transferencia.

La transferencia es entonces una pieza de repetición. El analista como un


lugar vacante para que algo se enlace en él.
No solo lo vemos en el análisis, sino también en todos los ámbitos de la vida.

Este repetir de lo inconsciente es en transferencia. La


transferencia es solo una pieza de la repetición, y la
repetición es la transferencia del pasado olvidado, pero no
solo sobre la persona del médico sino sobre todos los otros
ámbitos de la situación presente. Por esto se habla de
compulsión de repetición.

Compulsión de repetición.
Ejemplo: en el análisis de un paciente que discute con todos su jefes es normal
que en algún momento la hostilidad aparezca en el contexto del análisis, dado
que en analista entra en la misma serie psíquica.
El analista debe reconducir al paciente al pasado, mantenerlo en lo psíquico,
evitar que pase a lo motor. El análisis, entonces, como intermediario entre la
enfermedad y la vida.

Es importante que la neurosis se convierta en una neurosis artificial, de


transferencia.

En la “compulsión a la repetición”, Freud cuestiona el lugar del recuerdo y el


olvido. Si hay una presentación actual en actos, implica que hay elementos

Transferencia. 16
que no han sido olvidados.
La herramienta que el analista tiene para operar es la de la transferencia.
“No es posible recordar lo que no ha sido olvidado”.

Freud dirá: hay que retenerlo en el terreno de lo psíquico, intentar que ese
paciente no pase a lo motor, sino que hay que reconducirlo a lo simbólico, que
quede en el terreno de lo psíquico. Cuando hablamos de la transferencia,
Freud dice: el tratamiento es el terreno entre la enfermedad y la vida.

El principal recurso para domeñar la compulsión de


repetición y transformarla en motivo para el recordar, reside
en el manejo de la transferencia. La transferencia crea un
reino intermedio entre la enfermedad y la cura. El nuevo
estado asume los caracteres de la enfermedad: neurosis de
transferencia. De las reacciones de repetición en
transferencia, los caminos consabidos llevan al despertar de
los recuerdos, que, vencidas las resistencias, reelaboradas,
sobrevienen con facilidad.

La neurosis ordinaria se tiene que convertir en una neurosis artificial, en la


que los síntomas van tomando el matiz transferencial. Es importante, porque
el único modo en el que se puede domeñar la compulsión a la repetición es
con el manejo de la transferencia Compulsión de repetición.

Una neurosis artificial es el reino intermedio, donde se va a jugar la


transferencia, donde el analista va a poder intervenir en la repetición, para
intervenir en el restablecimiento.
Pensando la patología y la repetición es como el analista tiene herramientas
para operar a partir de la transferencia, entrando en ella.

Se resignifica en esta clase todo lo aprendido en transferencia. Es el primer


texto en el cual aparece la frase "compulsión de repetición". Es un texto
bisagra entre lo que se planteó anteriormente, al cuestionar el recuerdo y el
olvido, dando lugar así a la reedición en acto y a la compulsión a repetición.

Porque, en realidad, si lo olvidado tiene una representación actual, esto


significa que hay un montón de elementos que no están en estado olvidado.

Transferencia. 17
Esto le permitirá cuestionar posteriormente qué es la Compulsión de
repetición.

Transferencia. 18
Contratransferencia.
Autores Freud Korman Lacan Paz

Temas Contratransferencia

Tipo Teórico

Temas de la clase. Bibliografía.


Diferentes concepciones de la Korman, V. 1996. El oficio de
contratransferencia. analista. Transferencias
cruzadas. pp. 87112.
Contratransferencia como
obstáculo, como punto ciego de Lacan, J. 1953. Seminario I. Los
la percepción del analista, como escritos técnicos de Freud.
indicio de procesos disociados Capítulos 1 a 4. pp.1986.
en el paciente.
Paz, R. 1995. Preliminares sobre
Transferencias cruzadas. la contratransferencia.

Deseo del analista. Freud, S. 1914. Recordar, repetir


y reelaborar.

La contratransferencia tiene que ver con el analista. Fundamentalmente, es


como una especie de punto ciego; para Freud es un obstáculo en la
percepción del analista. Sin embargo, también hay otras formas de pensarla y
de verla.

La contratransferencia para Freud.


Para Freud, la contratransferencia es la influencia del paciente sobre los
sentimientos inconscientes del analista.

A partir de Freud, el concepto de contratransferencia ha ido teniendo una


creciente atención, sobre todo porque la cura se extendió a nuevos campos. A
partir del psicoanálisis de niños y de pacientes psicóticos, se ha ido
extendiendo el concepto, porque en ambos las reacciones inconscientes del
analista pueden ser mucho más estimuladas.

Contratransferencia. 1
Freud dice que las perspectivas de la terapia analítica se basan en unas
cuestiones, como el progreso interno: el desarrollo de la noción del
simbolismo y la cuestión de la contratransferencia, a la cual describe como la
respuesta emocional del analista a los estímulos que provienen del
analizado, como el resultado de la influencia del analizado sobre los
sentimientos inconscientes del analista.

Freud la toma como un obstáculo que debe ser removido y se le exige al


analista el reconocimiento y vencimiento de su contratransferencia.

La forma de superar los puntos ciegos de la contratransferencia es el análisis


personal del analista.

Lacan no habla de contratransferencia, habla del deseo del analista, el deseo


por el psicoanálisis. Ese deseo sirve de guía para el análisis, hay que tratar de
que lo prejuicios no interfieran, de no hacer interpretaciones de ego a ego, ya
que esto obstaculiza la cura. Hay que eliminar la contratransferencia para
que ella no interfiera con la atención flotante, es un obstáculo.

Otras posturas sobre la contratransferencia.


No todas las escuelas del psicoanálisis piensan de la misma manera sobre la
contratransferencia.

La autora Paula Heimann propone que la contratransferencia es un


instrumento de investigación dirigido al inconsciente del paciente. Propone a
la contratransferencia como una respuesta emocional, herramienta importante
del análisis; propone que el inconsciente del analista entiende el inconsciente
del paciente y se acomoda a él. Por lo tanto, el inconsciente del paciente se
expresaría de manera parcial en la contratransferencia manifestada por el
analista.

Existen tres formas posibles de trabajar con la contratransferencia.

 Reducir todo lo posible sus manifestaciones mediante el análisis personal


del analista (postura propuesta por Freud y Lacan).

 Utilizar las manifestaciones de la contratransferencia en el análisis (línea


que sigue Heimann). Se toma como hipótesis de Freud que cada persona
posee en su inconsciente un instrumento con el cual puede interpretar las
manifestaciones del inconsciente de los demás.

Contratransferencia. 2
 Guiarse para la interpretación misma por las propias reacciones
contratransferenciales (criticado por Lacan).

El analista siente algo y lo interpreta. Se trata de una “interpretación de


yo a yo” como de igual a igual. Lacan dice que es algo problemático. Lo
que se hace mediante esto es devolverle el sentido de unidad al yo y no es
esto lo que busca el análisis.

Nadie dice que el analista no pueda sentir cosas, pero debe ser capaz de
ponerlas en su lugar y no ceder a ellas.

Lacan critica la “interpretación yo a yo” en el eje de lo imaginario (a-a’).


Justamente, lo imaginario bloquea el acceso a lo inconsciente. Debemos
intervenir desde SA, es decir, desde lo simbólico.

Intervenir desde la propia contratransferencia no lleva a ningún lado.

Relación imaginaria, narcisista, donde interviene el analista que Lacan


critica: a-a’. No debemos intervenir de igual a igual, no tiene sentido. No
tramita más que aquello a lo que Lacan llama como “palabra vacía”. El eje
de lo imaginario bloquea el acceso al eje de lo simbólico.

El eje simbólico está en SA, donde hallamos el inconsciente.

Lo que se busca en el análisis es la “revelación”; la que procesa los


enigmas fundamentales de un sujeto, la verdad de un sujeto. Si la palabra
se engancha al otro, solo funciona como mediación, no como revelación.

Hay dos tipos de palabras en el análisis, según Lacan.

 Palabra vacía: que solo queda enganchada al otro desde los


desprendimientos. Palabra de mediación, de enganche al otro. La
interpretación yo a yo, que queda en el eje de lo imaginario y bloquea
el acceso al inconsciente.

Contratransferencia. 3
 Palabra plena: de realización de la verdad del sujeto.

La experiencia analítica debe formularse en una relación de tres (la


palabra) y no de dos. No es ajeno a la esencia de la palabra, engancharse
en el otro. La palabra es sin duda mediación entre el sujeto y el otro, e
implica la realización del otro en la mediación misma. Un elemento
esencial de la realización del otro es que la palabra puede unirnos a él.
Pero existe otra faceta de la palabra que es revelación. Revelación y no
expresión: el inconsciente sólo se expresa mediante una deformación.
La resistencia se produce en el momento en que la palabra de revelación
no se dice, no aparece.

El campo analítico está saturado por el inconsciente del paciente y el analista


también está allí. En la conducción de una cura influye uno como sujeto; no
podemos borrarnos absolutamente del campo analítico. El inconsciente del
analista siempre está presente.
El texto “transferencias cruzadas” de Korman (más abajo) explica que tanto
analista como el paciente están presentes en el campo transferencial. Cada
uno con su propia subjetividad, fantasma, deseo y síntoma. Esto no implica
que las posiciones sean simétricas ni que se deba dar vía libre a la
subjetividad del analista.

Esto implica que no podemos pensar en el analista como una posición


separada del sujeto que la ocupa.
Sería riesgoso negar la influencia que la subjetividad del analista puede tener
en el campo analítico; es importante reconocerla, saber que está en juego,
para así poder limitarla.

Preliminares sobre la transferencia (Rafael Paz).


Siguiendo la idea de que hay tres maneras de pensar la contratransferencia,
Rafael Paz se ubica en la segunda forma: utilizar las manifestaciones de la
contratransferencia en el análisis, como un instrumento y no como un
obstáculo. Paz se escribe en esta lógica.

Critica la concepción tradicional, adjudicando que de esa forma se deja la


contratransferencia en un segundo plano. La contratransferencia es la
activación de vínculos y fantasías primarias, reconocible por sus efectos,
suscitada en el analista a partir de lo manifestado por el analizado, en un
proceso analítico constituido o en vía de gestación. Es un emergente

Contratransferencia. 4
intrínseco y constante del campo transferencial y debe ser utilizada en el
análisis de manera controlada.
Se inicia como un problema, pero depende de cómo la tramite el analista, de
su evolución, si será o no realmente un problema. No es algo a eliminar, sino a
trabajar. No toda resonancia emocional en el analista es contratransferencia.

Rafael Paz indica que la contratransferencia traba el sostenimiento de la


atención parejamente flotante. Al analista le surge algo y lo toma, de manera
que se le dificulta mantener la atención; pero supone que hay una gran masa
del material que aparece a través de la contratransferencia. Si se busca
eliminarla, se condenará esta masa del material.

Para Rafael Paz, la contratransferencia es “la activación de vínculos y fantasías


primarias reconocibles por sus efectos que se suscitan en el analista a partir
de lo manifestado por el paciente en un proceso analítico”. Para él, esto
supone varias cosas: primero, que no es algo circunstancial ni excepcional.
Además, indica que la contratransferencia siempre surge como dificultad, pero
su destino dependerá siempre de cómo se la encara en el análisis. La
contratransferencia tiene que ver con sucesivas aperturas de lo disociado y de
lo reprimido, supone que hay un material reprimido y que aparece de esta
forma, con esta perturbación.

Indica que la implicación contratransferencial puede trastocar la trama


sublimatoria y de contención que el análisis necesita; esto significa que el
análisis cursa en medio de una trama sublimatoria y de contención emocional.
La contratransferencia puede romper entonces esta trama sublimatoria, y por
lo tanto solo puede tomarse como un indicio que requiere de contención y
elaboración por parte del analista. No es posible su lectura directa.
Piensa entonces una especie de instrumentación de la contratransferencia:

Primero, una respuesta emocional profunda y enigmática por parte del


analista. Lo sentimientos y las representaciones suscitados conmueven y
perturban el lugar del analista.
Se hace necesario algún tipo de intervención para recuperarse del
involucramiento; intervención con uno mismo como analista, no con el
paciente.

De lograrse esto, probablemente haya un avance y una consolidación del


proceso analítico.

Contratransferencia. 5
Paz indica que la contratransferencia es algo profundamente inherente a la
situación analítica, pero se corre el riesgo de que por su vía haya una
liquidación de la situación analítica, debido a una personalización
simetrizante. Sabemos que la situación analítica tiene que ver con dos lugares
específicos, paciente y analista; pero no son dos lugares igualitarios. Cuando
habla de “personalización simetrizante”, habla de hablar de un igual a igual. El
riesgo es que si uno se siente muy molesto por una determinada situación con
el paciente, se puede intentar sacársela de encima al ponerla sobre el
paciente, de yo a yo. Propondrá que hay que evitar sacarse de encima lo que
le ocurre bajo esta modalidad.
La contratransferencia para Rafael Paz es fundamentalmente un indicio, indicio
de que hay un material que está apareciendo de esta forma. No es pasible de
lectura directa.

Ejemplo: paciente que viene con el mismo tema siempre y el analista está
harto. “Le hice una interpretación que le cerró la boca, como una trompada”.
El analista, molesto, realizó una interpretación basada en la
contratransferencia.

Según Rafael Paz, hay que tomar esa molestia que se generó como un indicio
de que hay algo, no hay que dejarlo pasar; es un indicio de situaciones del
paciente. Si se interpreta de manera directa, si se aborda de esta manera, se
puede liquidar la situación analítica.

No es algo circunstancial, ni excepcional: se trata de la movilización


aleatoria de aspectos disociados del analista producto de la situación y
favorecida por la atención flotante.

Siempre se inicia como una dificultad, pero el destino que tenga


obedecerá a factores que dependen del modo en que se la tramite. Es
incorrecto proponerla como algo a eliminar y concebirla como un
problema, se tiene que ubicar en el análisis y plantear en la propia terapia
con el paciente. En el paciente se da lugar a la apertura de lo disociado y
reprimido. Si no se toma la contratransferencia, ese material quedaría
sepultado. Algo que se da en el análisis y que viene del lado del pte.

Siempre somos afectados por las comunicaciones del paciente, pero no


toda respuesta emocional es contratransferencia.

Requiere contención y elaboración, y aprovechar su riqueza indicial. No se


la puede leer como es, hay que destruir la trama sublimatoria y de

Contratransferencia. 6
contenido pasional.

La instrumentación de la contratransferencia solo es posible en segunda


instancia: la respuesta a la comunicación del paciente siempre es
sorpresiva y perturba, requiere de una recuperación para que se vuelva
eficaz como intuición elemental o comprensión global interpretable.

No se trata de agregar nada, sino de permitir que lo existente dentro de


uno se manifieste también, en el ámbito peculiar de una interioridad
personal elaborativa especifica.

Evitar la perentoriedad para sacar de si aunque sea bajo formas


interpretativas, lo que pulsa a partir de impregnaciones masivas o
sutilmente penetrantes.

Recuperar la asimetría.

Transferencias cruzadas (Korman).


El psicoanálisis no es una actividad contemplativa, sino transformativa, y el
agente de esas modificaciones subjetivas es el propio analizante, mediante su
trabajo en sesión. El trabajo de movilización y puesta en marcha de la
estructura psíquica traerá aparejada una serie de modificaciones subjetivas.

Primer pasaje por la asociación libre.

El estado de asociación libre, que no es permanente en sesión, constituye


una especie de trance en el que suele haber un decir disperso,
deshilvanado, pero con anudamientos posibles en distintos niveles.
Reubicación de elementos conocidos y nuevos en una trama que se va
recreando, con la consiguiente producción de efectos de verdad que
entrañan modificaciones subjetivas. Se produce la irrupción de aquello que
no se preveía, efecto de desubjetivación.

Pedimos al paciente asociar libremente para que surja lo propio, lo


singular. Y ahí está uno de los meollos de la instrumentación de la
transferencia. El manejo de ella no puede reducirse a sugerir indicaciones
técnicas generalizadas, ya que la conducción de un análisis depende de
cada paciente y de aquél que conduce una cura. No hay normas técnicas
universales.

El análisis.

Contratransferencia. 7
Una reescritura de la novela familiar. En el seno de la relación
transferencial, el analizante escribe una nueva novela familiar, distinta de la
que el paciente trajo en las entrevistas iniciales. Se trata de una
transformación subjetiva.

El saber hacer del analista consistiría en sostener un contexto que


posibilite al analizante la escritura de los borradores de dicha novela, en
sostener el trabajo de hacer y rehacer ese texto invisible, con sus
raspaduras, borrones. Permitir, fomentar que forje nuevos mitos y leyendas
sobre sí mismo. Se trata de una elaboración permanente del material
asociativo.

Acompañar este proceso implica crear y recrear en cada caso, una forma
de estar presente que condicione lo menos posible esta tarea de
asociación y elaboración del paciente, no distorsionando el trabajo del
paciente mediante inducciones de sentido. La escucha nunca es pasiva.
El analizante supone un saber en el analista Sujeto Supuesto Saber en
Fundamentos de la clínica psicoanalítica. ). Este último supone que ese
saber reside en paciente y que será también en él mismo donde se habrán
de encontrar las fuerzas que le permitan salir de su situación actual.

El silencio del analista no es táctico, es la condición misma para que el


análisis pueda ser realizado. Con la colaboración del paciente pueden
operar fenómenos de reacomodamiento subjetivos sin que muchas
interpretaciones sean necesarias.

Marco amplio, más que encuadre rígido.

El cuadro varía con cada analizante y también con las distintas etapas de
un análisis. Así como cada paciente es absolutamente singular, también el
analista lo es, y tendremos que acuñar un estilo propio, un modo original
de ejercer psicoanálisis.

Retorno a la asociación libre.


Hay que suponer que algo ligado a la pulsión de vida, que permite la
emergencia de una bocanada de aire fresco. El psicoanalista acompaña
esa tarea, acompaña a veces con un sí o con un "ajá", hace una acotación
o señala un aspecto especifico a interpretar.

Invocando la pulsión de vida.


En un momento determinado del análisis aparece en el campo
transferencial algo que viene muy de adentro del paciente, un deseo

Contratransferencia. 8
profundo de cambiar la forma de vivir.

Interpretación y verdades subjetivas.

De tanto en tanto acontecen en un análisis aquellas situaciones


particularmente fecundadas en las que en el paciente se produce un shock
frente a lo dicho que hace que el analizante. Ya no sea el mismo que antes.
Es un estado mezcla de dolor y alborozo, cada vez que se producen
efectos de verdad subjetiva. Es un punto de no retorno, el paciente ya no
será el mismo que antes.

El pasado.

Se apunta a la resignificacion del pasado. Más que reconstruir el pasado


se trata de construir una historia que no ha tenido jamás lugar
anteriormente, se la edifica con elementos que recién ahora empiezan a
ver la luz.

Hay creación en la transferencia, no solo repetición. En la b surge algo


nuevo. La emergencia de verdades subjetivas instaura un saber, pero la
modificación del sujeto no es por ese plus de conocimientos.

Desconectar el dolor de su ligazón erógena.

El sufrimiento tiene que llegar a un punto tal que de él mismo nazca esa
fuerza que se oponga a aquella otra que encadena a las repeticiones.
Condición previa: desconectar el dolor del circuito masoquista.

El peso de la tarea analítica recae fundamentalmente sobre los


pacientes. Permitirles trabajar significa que el análisis no gira en torno a
las interpretaciones del analista. El analista debe tratar abrirles
interrogantes más que darles respuestas. La tarea analítica no consiste en
orientar la vida del analizante, sino en dirigir la cura de manera tal que,
respetando su singularidad, este tenga más posibilidades de tomar sus
propias decisiones.

Posicionamientos personales.

Dejar más espacio a la elaboración. El determinismo infantil, aunque es


importante, no es absoluto. Son más útiles las interpretaciones y
construcciones que el propio paciente haga que las del analista. Dejar
trabajar, intervenir poco, pero estar presente. Tratar de favorecer al
máximo la tarea de asociación libre del paciente y sus efectos. El
analizante requiere un tiempo de sesión para poder explayarse, para que

Contratransferencia. 9
pueda asociar, para tener una oportunidad de que algo del orden de lo
inconsciente pueda manifestarse, producirse.

Transferencias cruzadas.

El analista opera sobre las transferencia con todo aquello que ha ido
decantando de su historia como psicoanalista.

Resulta necesario el propio análisis, las supervisiones y la formación


teórica, pero en la conducción de la cura cada uno analiza con lo que es
en tanto sujeto. Es imposible borrarnos completamente del campo
analítico. Como analista me incluyo (soy incluido en la transferencia) y
opero desde dentro de ella.

Proponemos el paradigma del borramiento para que las sesiones puedan


estar saturadas por el material que aporta el analizante. Pero a ese ideal
solo podemos acercarnos asintóticamente. El análisis de un paciente con
una analista no sería igual al análisis de ese mismo paciente con otro
analista.
La subjetividad del analista tiene una implicancia en todo análisis que
conduce; el espacio queda configurado por ambos, analista y analizado.
Las particularidades del analista entran en juego, en tanto en la situación
analítica no funcionamos como puro espejo ni solo como receptores o
pantalla de lo que el analizante pone en nosotros. Nuestra presencia no es
solo en el plano consciente. La transferencia es la heredera de la
sugestión.
Lacan habla de la presencia del analista en la trama transferencial. La
transferencia se origina a partir del analista. Es este quien la provoca, la
dispara, poniendo en juego el deseo del analista, que tendría como
función hacer emerger el deseo del analizante. Cuando Lacan habla del
deseo del analista se está refiriendo a un deseo que permite sostener la
función analítica.
Al plantear la idea de "transferencias cruzadas" se sostiene que tanto
analista como analizante están en el campo transferencial, cada uno con
sus propias repeticiones, fantasmas, deseos, síntomas, y entre ambos
configuran una relación única.

La transferencia, además de producirse espontáneamente, es activada,


potenciada por el dispositivo y las interpretaciones analíticas. Hablar de
transferencias cruzadas no significa que las posiciones y funciones de
ambos sean simétricas; tampoco otorgar vía libre a la subjetividad del

Contratransferencia. 10
analista, a la sugestión, al uso de los sentimientos del analista para
precisar mejor los de su paciente, ni hacer de los afectos la brújula para
comprender al analizante.

Existe una función del analista, lo que no existe es esa función en


abstracto, disociada de un sujeto de carne y hueso que la lleva adelante.
Ella se encarna siempre en tal o cual analista.

No es indiferente de quien ocupe ese lugar, quien se hace cargo de dicha


función. Teniendo en cuenta la incidencia personal del analista es como
podrían en la práctica limitarse o controlarse estas influencias. Cada
analista está metido en el análisis de sus pacientes y lo está con sus
características propias. El analista no es jamás un observador neutro,
sino que forma parte de la situación analítica y sus vacilaciones respecto
de la neutralidad no suelen ser excepcionales. El analista, como la
transferencia misma, es bifronte: condición de posibilidad y obstáculo de
una cura.

Contratransferencia. 11
Resistencias (obstáculos a la
asociación libre).
Autores Freud Indart

Temas Ello Resistencias Superyó Síntoma Yo

Tipo Teórico

Temas de la clase. Bibliografía.


Resistencias del yo: represión, Freud, S. 19151916.
beneficio secundario del síntoma, Conferencia 19 Resistencia y
transferencia. represión.

Resistencia del ello: compulsión Freud, S. 1925. Inhibición,


de repetición. Pulsión de muerte síntoma y angustia. Capitulo XI
y Más allá del principio de placer. Addenda pp. 147150.

Resistencia del superyó: reacción Freud, S. 1920. Más allá del


terapéutica negativa. Sentimiento principio de placer. Capitulos I,
inconsciente de culpa y II, III y IV; PP 733.
necesidad de castigo.
Freud, S. 1923. El yo y el ello.
Resistencias del analista. Cap. III El yo y el superyó (ideal
del yo). pp. 3040. Cap. V Los
vasallajes del yo. pp. 4959.

Freud, S. 1924. El problema


económico del masoquismo. [pp.
161176.

Indart, J. C. 1998. El síntoma


charlatán. Los síntomas fuera de
la transferencia. Pp.8997.

Resistencias (obstáculos a la asociación libre). 1


✔ Se entiende por resistencia al trabajo analítico todo aquello que en
las palabras o los actos del analizado se opone al acceso de éste a
su inconciente. Es todo lo que suspende, interrumpe, destruye la
continuación del trabajo, el progreso de la labor analítica; de la
asociación libre.

Las más importantes resistencias al trabajo analítico o resistencias al trabajo


de la asociación libre no tienen nada que ver con una mala fe del sujeto, sino
que es una cuestión de estructura, algo con lo que un analista tiene que lidiar y
que tiene que desarmar de alguna manera.

Las más importantes son 5.

Resistencias del Yo: beneficio secundario, transferencia y represión.

Resistencias del Ello: compulsión de repetición.

Resistencias del Superyó: reacción terapéutica negativa.

Más adelante Freud va a desarrollar más resistencias, pero no les da la misma


importancia.

Introducción a los obstáculos al trabajo de asociación libre.


¿Qué se entiende por resistencias al trabajo analítico? Sería todo aquello que
en las palabras o el acto del analizado se opone al acceso de este a su
inconsciente. Un obstáculo al trabajo de asociación libre es todo aquello que
suspende, interrumpe, destruye la continuación del trabajo de la labor
analítica, que se basa fundamentalmente en la asociación libre.

Hay distintas formas de resistencia.

Resistencias del Yo.


Represión.

La resistencia de represión hace referencia al núcleo patógeno y las


capas de resistencia que se mencionaron en Fundamentos de la clínica
psicoanalítica. De eso se trata la resistencia de represión, de que cada
vez que se pasa de un círculo a otro, más cercano al nódulo patógeno,
aumenta la resistencia. La resistencia viene así regulada con respecto al
nódulo patógeno; a medida que se acerca al mismo, se produce más
resistencia.

Resistencias (obstáculos a la asociación libre). 2


Beneficio secundario del síntoma.

Es la integración del síntoma al Yo y la ganancia suplementaria que el Yo


puede obtener ese síntoma, o la ganancia del sujeto de eso que se
constituye como síntoma.

En todo síntoma, hay una satisfacción pulsional primaria; y un rédito que el


Yo obtiene, una ventaja que obtiene el Yo de todo síntoma, que se
tranforma en un rasgo de carácter, por lo cual el abandonarlo aparecerá
como resistencia.

Resistencia de transferencia.

Hay que aclarar: la transferencia no es en sí misma una transferencia. La


transferencia es el desplazamiento de valores, el pasaje de la carga de una
representación inconsciente a una preconsciente/consciente. Lo que
ocurre es que la resistencia utiliza la transferencia.
Transferencia.

Resistencia del Ello.


La resistencia del Ello tiene que ver con la compulsión de repetición, que no
es la misma que se ve en "Recordar, Repetir, Reelaborar", que es la repetición
de lo reprimido. No se trata de esa repetición; en ese caso lo reprimido pugna
por salir, no representa ninguna resistencia a la cura.

En este caso estamos hablando de otro tipo de compulsión repetitiva, que


tiene que ver con el Ello, con el inconsciente, con la atracción que ejercen los
prototipos inconsciente sobre el proceso pulsional reprimido.

Freud dice que para que algo sea reprimido tiene que estar la acción conjunta
del:

 Rechazo de los sistemas superiores de la vida anímica.

 Atracción de algo que ya sea inconsciente.

Freud debe postular la existencia de la represión primaria como un núcleo


que atrae lo próximamente a reprimir. Para que una representación se
reprima, tiene que tener la atracción de estos prototipos inconscientes.

Cuando se habla de la resistencia del Ello, se habla de la atracción de estos


prototipos inconscientes.

Compulsión de repetición.

Resistencias (obstáculos a la asociación libre). 3


Resistencia del Superyó.
La reacción terapéutica negativa tiene que ver con el sentimiento
inconsciente de culpa o con la necesidad de castigo. Es una reacción
paradojal, donde allí donde se esperaría que un paciente mejore, empeora.
Esto tiene que ver con el Superyó, que es el heredero del Complejo de Edipo.
Freud dice: "el Superyó es esa construcción que va desde el temor de una
catástrofe externa a una desgracia permanente". Esto quiere decir que
cuando los niños son muy pequeños, que no tienen Superyó ni consciencia
moral, dejan de hacer ciertas cosas por temor a que los padres dejen de
amarlos, que sería el temor a una catástrofe externa. Una vez que se sepulta el
Complejo de Edipo, hay que abandonar las intensas investiduras eróticas
sobre los padres, y una de las formas para hacerlo es identificarse con esos
objetos; entonces, los padres van a quedar incorporados dentro del Yo, en
calidad de Superyó, y eso es la desgracia permanente.

¿Por qué? Porque no se puede escapar de él, el Superyó está marcando


constantemente lo que debería hacerse o lo que está mal, como una fuente
innagotable de puniciones y castigos. Fundamentalmente, cuando se instala el
Superyó, aparece la culpa. Para Freud no hay culpa antes de la instauración
del Superyó.
Justamente, la reacción terapéutica negativa tiene que ver con el sentimiento
de culpa (no el consciente, sino con lo que se llama "sentimiento
inconsciente de culpa"). Freud lo relacionará luego con la necesidad de
castigo.

✔ Se trata de una “desgracia permanente”, una fuente inagotable de


puniciones, que “todo lo ve” y que siempre está allí. Y,
fundamentalmente, una vez que se instala en Superyó, aparece la
culpa. No hay culpa antes de la insaturación del Superyó.

Ambos tendrán que ver con si la pulsión de muerte se aloja en el Superyó o


en el Yo.

Reacción terapéutica negativa.

Resistencias (obstáculos a la asociación libre). 4


Compulsión de repetición.
Autores Freud

Temas Compulsión de repetición Ello Resistencias

Tipo Práctico A

Temas de la clase. Bibliografía.


Resistencia del Ello. Freud, S. 1914. Recordar, repetir
y reelaborar. Volumen XII. pp.
Diferencias entre la compulsión
145158.
repetitiva de lo reprimido
inconsciente y la compulsión Freud, S. 1920. Más allá del
repetitiva del Ello. principio de placer. Capítulos II
al IV.

En pocos años, de 1914 a 1920 se produce un viraje en el modo en que Freud


conceptualiza la compulsión de repetición.

Recordar, repetir, reelaborar.


En la primera parte de “Recordar, repetir y reelaborar” Freud hace un
recorrido sobre las modificaciones que la técnica analítica ha tenido a lo largo
del tiempo, diferenciando tres momentos diferentes:

 El uso de la hipnosis.

 Enfoque sobre las situaciones de formación del síntoma. Freud pide


asociaciones en relación a un síntoma. Ejemplo: en Dora, Freud pregunta:
“¿qué me podés decir de la tos?”.

 Se plantea la asociación libre como la conocemos. El médico renuncia a


enfocarse en un momento o problema determinado, sino que estudia la
superficie psíquica que el paciente presenta cada vez.

Luego, Freud hablará de la diferencia entre olvido y recuerdo. Hablará de la


idea de que se olvida menos de lo que uno cree; aquello que queda reprimido
tiene efectos y de alguna manera se hace presente. Se hace presente en los
recuerdos encubridores, en los sueños, en las fantasías. El olvido es represión,

Compulsión de repetición. 1
pero lo que está reprimido no se olvida jamás, sino que se hace presente
bajo otras formas. Para que pueda ser olvidado debe hacerse consciente y
seguir el desgaste natural de los recuerdos.

Idea central del texto: el analizado no recuerda en general nada de lo olvidado


y reprimido, sino que lo actúa. No lo reproduce como recuerdo sino como
acción; lo repite sin saber que lo hace.

En principio, Freud se encuentra con que en el análisis, el


analizado no recuerda todo lo olvidado, lo reprimido, sino
que lo actúa; lo repite en el seno de la transferencia como
acción. En este sentido, la compulsión de repetición plantea
una resistencia a la libre asociación y a la posibilidad de
rememorar. Lo reprimido, así, no retorna por la vía del
pensamiento (es decir en el terreno psíquico) sino por la vía
del actuar. Se trata, en la compulsión de repetición, de la
repetición de lo reprimido, de lo inconsciente. En la escena
transferencial, y tomando al analista como objeto de dicha
transferencia, el analizante repetirá todas las inhibiciones,
actitudes inviables, rasgos de carácter y síntomas relativos a
las vivencias infantiles del Complejo de Edipo. Así,
podríamos ejemplificar diciendo que un paciente no
recuerda haber sido desafiante con su padre, pero se
muestra así con el analista.

Aparece aquí por primera vez el concepto de “compulsión de repetición” en


tanto resistencia.

Desde ya, sabemos que la transferencia es una repetición sobre la figura del
analista. Sin embargo también aparece esta cuestión de la resistencia. A
mayor resistencia, menos se recuerda y más se actúa, más se repite. En este
sentido, la compulsión de repetición plantea una resistencia a la libre
asociación y a la posibilidad de rememorar.

Lo reprimido, así, no retorna por la vía del pensamiento (es decir en el terreno
psíquico) sino por la vía del actuar. Se trata, en la compulsión de repetición, de
la repetición de lo reprimido, de lo inconsciente.

Compulsión de repetición. 2
✔ Se deduce entonces la relación entre la transferencia y la
resistencia. A mayor cercanía de que lo reprimido acceda a la
conciencia, más se sustituye el recordar por el actuar.

Queda señalada entonces una doble relación de la transferencia con la


repetición. La transferencia es una pieza de repetición y a la vez, la
repetición es la transferencia del pasado olvidado.

La transferencia implica la repetición y actualización de las mociones de amor


reprimidas y en el lazo transferencial se reproducen fragmentos de la vida
sexual infantil. Es decir que el paciente vivirá con actualidad y como real algo
que en realidad pertenece a su pasado.

Por un lado se podría entender a la repetición como un mecanismo inherente


al fenómeno transferencial, en el sentido de que en ésta última se actualizan
mociones eróticas y hostiles reprimidas. Pero también la repetición puede
volverse un obstáculo, lo cual está íntimamente relacionado a los momentos
en que prevalece el actuar. De esta manera se convierte en resistencia.

La transferencia implica la repetición y actualización de las


mociones de amor reprimidas y en el lazo transferencial se
reproducen fragmentos de la vida sexual infantil. Es decir
que el paciente vivirá con actualidad y como real algo que
en realidad pertenece a su pasado. Esto indica una
operatoria posible para el analista, que es la de reconducir
lo aprontado libidinalmente en él a las figuras de origen.

Es decir que, por un lado, se podría entender a la repetición como un


mecanismo inherente al fenómeno transferencial, en el sentido de que en
ésta última se actualizan mociones eróticas y hostiles reprimidas, pero
también la repetición puede volverse un obstáculo, lo cual está íntimamente
relacionado a los momentos en que prevalece el actuar.

En la compulsión a la repetición la rememoración encuentra un límite al


desplazamiento asociativo, y de esta manera se convierte en un obstáculo,
emergiendo como resistencia.

Compulsión de repetición. 3
A mayor cercanía de que lo reprimido acceda a la conciencia, más se sustituye
el recordar por el actuar.
(Transferencia.)

La neurosis de transferencia.
Freud va a introducir con esto el concepto de “neurosis de transferencia”.
“La transferencia crea así un reino intermedio entre la enfermedad y la vida, en
la cual cumple el tránsito de aquella a esta. El nuevo estado ha asumido todas
las características de la enfermedad, pero constituye una enfermedad
artificial, asequible a nuestra intervención. Todos los síntomas adquieren
contenido transferencial”.

Dicho de otro modo, a partir de ahora la culpa de todo la va a tener el


analista; en la neurosis de transferencia todo es depositado sobre la figura del
analista, y esto justamente es lo que permite su intervención.
En la escena transferencial, y tomando al analista como objeto de dicha
transferencia, el analizado repetirá todas las inhibiciones, actitudes inviables,
rasgos de carácter y síntomas relativos a las vivencias infantiles del Complejo
de Edipo. Así, podríamos ejemplificar diciendo que un paciente no recuerda
haber sido desafiante con su padre, pero se muestra así con el analista.
Es en el terreno de la transferencia donde se desplegarán los síntomas del
paciente y a partir del lugar que el analista toma como objeto de las
transferencias del paciente, que los síntomas irán adquiriendo un nuevo
significado (transferencial) a partir del cual ir promoviendo que el paciente
pueda retener en un ámbito psíquico lo actuado y pueda de esa manera ir
tramitando mediante la palabra. Relanzamiento de la asociación libre y
surgimiento del recuerdo.
De este modo, las acciones de repetición del paciente proponen para el
analista la tarea de reconducir lo que surge en el campo de la acción al
terreno de lo psíquico, es decir de la palabra y la posibilidad de que se
restablezca el recuerdo. Así, el manejo de la transferencia, por parte del
analista, es el medio principal que permite detener la compulsión de
repetición y transformarla en una razón para recordar.

Es entonces a través de la escena transferencial que, vía interpretaciones, el


analista logrará relanzar el surgimiento del recuerdo en el paciente. Así, la
compulsión de repetición hasta aquí es repetición de lo reprimido.

Compulsión de repetición. 4
Dice Freud: “volvemos a esta compulsión inocua, y más aún
aprovechable, si le concedemos su derecho a ser tolerada
en cierto ámbito: le abrimos la transferencia como la palestra
donde tiene permitido desplegarse con una libertad casi
total, y donde se le ordena que escenifique para nosotros
todo pulsionar patógeno que permanezca escondido en la
vida anímica del analizado”.

El concepto de reelaboración.
Si para el analista Freud propone la tarea de discernir las resistencias, de
modo que se restablezca la posibilidad del recuerdo, al paciente le
corresponderá la tarea de la reelaboración. El analista comunica las
resistencias y el paciente reelabora. La reelaboración supone para el
paciente un trabajo de reconectar lo reprimido con el conjunto del
psiquismo, es decir, con el conjunto de las otras representaciones y
vivencias. Nombrar la resistencia no produce un cese inmediato, sino que
habrá que dar tiempo al paciente para ir venciendo la resistencia poco a poco.
Freud habla de la reelaboración en el duelo, donde propone esta idea de
“pieza por pieza”. Hay que pensar en la reelaboración como esto de pasar una
y otra vez por la interpretación. Esto tiene que ver con lo que al paciente le
implica reelaborar sus resistencias. Él dice que esto es una ardua tarea para el
analizado y un trabajo de paciencia para el analista.
La reelaboración es algo que le cuesta mucho al paciente, pero es justamente
aquello que provoca el mayor efecto de alteración, de modificación subjetiva
para el paciente.

A modo de cierre, podemos pensar que en “Recordar, repetir, reelaborar”


Freud piensa que es a través de la escena transferencial (y lo que del pasaje
por el Complejo de Edipo se repite allí) que vía las interpretaciones el analista
logrará relanzar el surgimiento del recuerdo en el paciente. Así, la
compulsión de repetición hasta aquí es repetición de lo reprimido.

"Vuelta de tuerca" al concepto de compulsión de repetición.


En 1914 (“Recordar, Repetir y Reelaborar”), Freud va a indicar que se repite lo
reprimido.

Compulsión de repetición. 5
Ejemplo de caso clínico:
Caso clínico: paciente que consulta por un noviazgo que se había
truncado y le había generado mucha angustia. A medida que sigue el
análisis, se ubica que tiene una problemática con su madre, una relación
muy compleja; la mamá era una mujer muy depresiva y muy hostil. Ella
recuerda su infancia con mucha angustia.
La paciente en ocasiones se pelea con la jefa y con sus amigas más
cercanas. Tras una pelea muy grande con su jefa, el analista le pregunta
“¿vos te estabas peleando con tu jefa?” (interpretando que ella repite este
malestar y conflicto con la madre en otras situaciones). La paciente se
enoja mucho (“vos querés encontrarle la vuelta a todo”) y empieza a faltar
a las sesiones, avisando a último momento. Se empieza a jugar la
resistencia, en una transferencia hostil. La paciente igualmente no deja el
análisis. El analista intenta no ir tan directo al punto resistencial, sino que
lo comienza a trabajar de a poco y con cuidado. Se tocó un punto
explosivo y hay que manejarlo con delicadeza.
Se fueron trabajando en sesiones posteriores cuestiones sobre su nueva
relación de pareja y que se vincularon con el vínculo con el padre, con su
ausencia. Eventualmente, siguiendo este hilo, se llegó nuevamente al
vínculo con la madre, pero desde otro lugar.
En una sesión ella llega y dice “sí, yo ya sé que no me estaba peleando con
esa persona, que en realidad me peleo con mi mamá”. El analista no tuvo
que decir nada más, sino que lo dijo ella sola. Reconoció que se acordaba
mucho de esa vez que se había enojado mucho con su analista; en realidad
ella no toleraba ver cómo ella estaba reproduciendo estas cuestiones con
otros y el condicionamiento que le generaba.

Se ve claramente: arduo trabajo para el analizado, tarea de paciencia para


el analista.

En el texto de 1920, “Más allá del principio de placer”, Freud le da una vuelta
de tuerca más al tema de la compulsión de repetición.

En este texto iremos viendo como Freud va situando la compulsión de


repetición no del lado de lo reprimido inconciente sino de lo pulsional que
opera mas allá del principio del placer.

Este resulta un texto clave en la teoría. Freud va a realizar muchas


modificaciones a partir del mismo, y una de las modificaciones es ampliar el
concepto de repetición.

Compulsión de repetición. 6
✔ Freud había dicho anteriormente que la repetición era provocada
por la represión. Pero ahora va a indicar que hay una repetición que
va más allá del principio del placer.

Si en un primer momento ubica la compulsión de repetición como el modo


particular de recuerdo de los neuróticos en la transferencia, la clínica lo lleva a
reformular su teoría al encontrarse con reediciones de situaciones
displacenteras y que nunca han producido placer.

Capítulo 1 hace un repaso de la teoría económica. Reitera que cuando


hablamos de displacer hablamos de un incremento de la cantidad de
excitación presente en el aparato y que cuando hablamos de placer nos
referimos a una reducción de esa cantidad de excitación.
La hipótesis que maneja Freud es que el principio del placer rige la vida
anímica, y que el aparato anímico intenta siempre mantener en un nivel bajo la
cantidad de excitación presente en él.

Freud se va a hacer una pregunta respecto de su experiencia clínica: ¿es


correcto hablar de un imperio del principio del placer? Dice que si esto fuera
así, la mayoría de nuestros procesos anímicos deberían estar acompañados de
placer o llevar a él, y la experiencia clínica demuestra que esto no es así. La
neurosis misma demuestra que esto no es así.

¿Ruptura del principio del placer respecto al principio de realidad? No.

Se pregunta entonces si en relación con el principio de realidad acaso no hay


una ruptura del principio del placer. Dice que no; justamente lo que sucede
con el principio de realidad es que pospone la satisfacción, pero de alguna
manera igual la alcanzará.

“Bajo el influjo de las pulsiones de autoconservación del Yo, es relevado el


principio del placer por el principio de realidad, que sin resignar el propósito
de una ganancia final de placer, exige y consigue posponer la satisfacción,
tolerar provisionalmente el displacer, en un largo rodeo hacia el placer”. El
placer, por lo tanto, se pospone.

¿Ruptura del principio del placer respecto a la represión? No.

Luego se lo pregunta en relación a la represión, si acaso allí no hay una


ruptura del principio del placer. También lo descarta. Indica que lo que es
displacer (el síntoma, que se vive como displacer) es en realidad placentero

Compulsión de repetición. 7
en otro nivel. Por eso va a decir que los síntomas son la satisfacción sexual
de los neuróticos. Hay algo del principio del placer que se satisface en los
síntomas.

Capítulo 2 va a situar dos ejemplos que sí contradicen el principio del placer,


los sueños de las neurosis traumáticas y el juego del Fort-Da.

La neurosis traumática.

Recorre estas experiencias de la clínica que ilustran la contradicción de la


repetición con el principio del placer. Primero, la neurosis traumática, con
mucha visibilidad en el momento de posguerra y que Freud trató mucho,
presenta una multiplicidad de síntomas con un alto padecimiento subjetivo
y la particularidad del quedarse fijado al momento traumático al que
retorna una y otra vez.

Angustia ≠ miedo ≠ terror.

Una distinción muy importante que hace aquí es entre: angustia,


miedo y terror en su relación al peligro. La angustia es un estado de
expectativa y preparación frente al peligro. El miedo es ante un objeto
determinado en presencia del cual se lo siente. El terror, por otro lado,
es el estado en el que se entra en un peligro sin estar preparado.

En las neurosis traumáticas los sujetos viven una situación que los
descoloca, los sorprende, y por lo tanto esto provoca terror. Sucede
algo frente a lo que ellos no se pudieron preparar.
Hoy podemos pensar en la neurosis traumática en situaciones de
catástrofes, accidentes, muchos episodio que suceden sin que
estemos preparados, que no necesariamente son una guerra.

Los sueños traumáticos.


Es en los sueños de estas neurosis traumáticas que Freud encuentra
una ruptura con el principio del placer, porque lo que se repite en este
caso es puro displacer. No hay un placer encubierto.

Los sueños traumáticos propios de la neurosis traumática (pesadillas)


reconducen una y otra vez al soñante a la escena traumática,
despertando cada vez renovado terror. Este hecho contradice el hecho
de que los sueños son cumplimientos de deseos y el guardián del
dormir.

Compulsión de repetición. 8
El sueño está fijado a la experiencia real, no hay desfiguración. Se
repite paso a paso lo que sucedió. No hay desfiguración en lo
traumático, no hay un proceso de inscripción en el inconsciente, que
justamente permite su desfiguración. El hecho se repite tal cual. Por
eso habla del “renovado terror”.

El Fort-Da.

En segundo lugar toma el juego infantil. Describe el juego del carretel de


su nieto y lo correlaciona con la ida de su madre y el intento de dominio
por parte del niño de esa situación traumática. El arrojar lejos el carretel
exclamando un ”ooo” (fort, se fue) representa la ida de la madre y el
acercarlo tirando del piolín diciendo “da” (acá está) representa la vuelta de
la misma. Un detalle no menor es que repetia mucho más la ida de la
madre (fort) y muchas veces sólo esto sin completar el juego con su
vuelta (da). El niño juega más a perder que a recuperarla. Esta repetición
de lo displacentero no se concilia con el imperio del principio de placer. Lo
que se repite es lo displacentero.

Lo central es cuando se pregunta retóricamente si ¿puede el esfuerzo, el


empuje a procesar psíquicamente algo impresionante, realizarse de
manera primaria e independiente del principio del placer?

Capítulo 3 va a intentar ubicar esta repetición que va más allá que el


principio del placer, que no tiene que ver con lo reprimido. Tiene que ver con
experiencias infantiles que nunca fueron placenteras para el sujeto y que se
repiten, como la sexualidad infantil traumática universal. La sexualidad
siempre irrumpe como algo traumático.
Hay ciertas experiencias en los sujetos que siempre fueron displacenteras
(como el desengaño del Edipo) y que se pueden repetir en la vida adulta,
dejando en claro que hay algo que no ha sido procesado.

Por ejemplo: personas que siempre les va mal en un trabajo, personas que se
embarcan en proyectos y nunca tienen éxito, mujer que es viuda repetidas
veces.

Freud habla de esta repetición como si tuviera un “carácter demoníaco”.

La metáfora de la vesícula: Freud propone aquí la metáfora de la vesícula para


explicar lo traumático; la necesidad del aparato de mantener un cantidad baja
de energía (homeostasis) para su adecuado funcionamiento. Aquí define

Compulsión de repetición. 9
claramente el displacer como aumento de la tensión y la tendencia a la
descarga dentro del placer.

Las excitaciones externas son las que tienen la fuerza suficiente para perforar
la “protección anti-estímulo”, la “membrana anti-estímulo” que el organismo
tiene. Lo traumático son las situaciones que nos descolocan, dejando al
organismo paralizado. Ahí es donde se da el factor terror.

En este suceso, la falta del apronte angustiado que permitiría la


contrainvestidura y reforzaría la barrera anti-estímulo es definitoria. Aparece
así la importancia del factor sorpresa (terror) que toma desprevenido al
sujeto.

El trauma externo provocará una perturbación enorme en la economía


energética del organismo y pondrá en acción todos los medios de defensa,
pero en un primer momento el principio de placer queda abolido. Esa cantidad
de estímulo excede al principio del placer, no puede responder.
Ya no puede impedirse que el aparato psíquico quede anegado con esos
enormes volúmenes de estímulo que penetraron violentamente. La tarea
planteada entonces es dominar el estímulo, ligar psíquicamente estos
volúmenes, para conducirlos finalmente a su tramitación.

La tarea del aparato anímico será ligar (a representaciones) la excitación


que lo inunda, empobreciendo el resto del funcionamiento psíquico. El fracaso
de esta ligazón generaría una perturbación análoga a las neurosis traumáticas.
La necesidad del aparato de ligar la energía libre a representaciones, para su
posterior tramitación, pone en suspenso el Principio del Placer.

Cuando el exceso viene del interior, pulsión, al no haber barrera anti-estímulo


también se produce el mismo fenómeno.

✔ Justamente, esta repetición más allá del principio del placer tendrá
que ver con aquello que no fue ligado psíquicamente, con aquello
que no pudo ser procesado por el aparato psíquico y no pudo ser
inscripto en el inconsciente.

✔ La repetición más allá del principio del placer es la repetición de lo


no ligado.

Compulsión de repetición. 10
La repetición va a buscar que esto se ligue psíquicamente. La tarea del
aparato anímico es ligarlo.

El aparato repite para generar esta angustia que no existió, porque el suceso
traumático sucedió sin que el sujeto esté preparado para ello.

¿Cómo nos damos cuenta de que esto que se repite se empieza a ligar
psíquicamente? Por ejemplo, a partir de que el sujeto empieza a tener
modificaciones en ese sueño. El sujeto empieza a decir que el sueño se
empezó a modificar. El sueño se empieza a desfigurar. Esto significa que se
está inscribiendo en el aparato, hay un registro en el inconsciente y aparecen
todas las leyes del inconsciente (condensación, desplazamiento). Ejemplo: se
sube al auto y en lugar de volcar en un accidente, el auto se levanta y empieza
a volar.

Muy importante aquí es la aclaración que hace Freud de las resistencias


inconcientes; señala la diferencia entre el inconsciente descriptivo (lo
reprimido) y el inconsciente sistémico (lo que nunca fue consciente, o sea,
no reprimido) que terminará de teorizar en el texto “El Yo y el Ello”, donde
define la segunda tópica. Señala que el Inconsciente no resiste, sino que
insiste en manifestarse.

Cuando no está ligado a representaciones, la insistencia repetitiva será en


actos, y el escenario de la transferencia será el lugar ideal para su
despliegue.
Agrega aquí que esto no es exclusivo de los fenómenos de transferencia , en
la vida “normal” aparece la repetición como un destino.

Retoma luego con estas nuevas concepciones la neurosis traumática con sus
sueños y el juego de los niños como un intento de ligazón de lo no ligado; esa
compulsión de repetición como un intento muchas veces fallido de ligar la
cantidad a las representaciones que requieren del analista un otro modo de
intervención, que es la construcción, acompañando al sujeto en ese intento
para su posterior reelaboración.

Compulsión de repetición. 11
Compulsión de repetición. 12
Reacción terapéutica negativa.
Autores Freud

Temas Resistencias Superyó

Tipo Práctico A

Temas de la clase. Bibliografía.


Resistencia del Superyo. Freud, S. 1923. El yo y el ello.
Cap. III El yo y el superyó (ideal
Sentimiento inconsciente de
del yo). pp. 3040. Cap. V Los
culpa, necesidad de castigo,
vasallajes del yo. pp. 4959.
masoquismo del Yo.
Freud, S. 1929. El malestar en la
cultura. Capítulos VII y VIII.
Volumen XXI.]

Freud, S. 1924. El problema


económico del masoquismo. [pp.
161176.

El concepto de Superyó.
Freud introduce el concepto de Superyó como una instancia inconsciente
que está en el Yo, que tiene una enorme vinculación con el Ello.

Brinda una definición muy simple: es una diferenciación en el interior del yo


que ha de llamarse “Ideal del Yo” o “Superyó”. En este momento Freud habla de
Ideal del Yo y Superyó como sinónimos (quien luego hará una diferencia entre
ellos será Lacan).
Freud indica que el Superyó se va constituyendo por identificaciones. En la
génesis del Superyó nos encontramos con el padre de la prehistoria
personal (nota al pie de página: se aclara que más que “identificación con el
padre” podemos hablar de una “identificación con los progenitores”).

Además, el Superyó es el heredero del Complejo de Edipo.

Reacción terapéutica negativa. 1


Factores importantes determinantes en la génesis del Superyó: un factor
biológico y un factor histórico.
Cuando hablamos del factor histórico nos referimos al Complejo de Edipo.

El factor biológico va a tener que ver con el desvalimiento y la dependencia


del ser humano, como algo característico de la biología del ser humano, que
para constituirse como sujeto depende de un otro.

El factor biológico.
Este aspecto del factor biológico (el desvalimiento del ser humano) es
explicado muy bien en “El malestar en la cultura”, cuando Freud habla de la
génesis de la culpa. Se pregunta si en el ser humano hay un discernimiento de
lo bueno y de lo malo innato, entre el bien y el mal; por supuesto, determina
que no es así, que se va constituyendo por influencia de un otro que va
marcando. Hay una influencia externa que va a ir constituyendo estas
categorías de lo que está bien y lo que está mal. Este “otro” son generalmente
los padres.

¿Por qué el niño acata a las órdenes del otro? Freud explica que el niño acata
por miedo a la pérdida de amor de quien depende y por miedo al castigo que
puede prevenir de este ser hiperpotente (para el niño) del cual depende.

Freud ubicará que solo luego de la represión del Edipo y con la constitución
del Superyó será posible hablar de culpa. Previo a esta etapa, no hablamos de
“culpa” sino de una “angustia social”; miedo a la pérdida de amor, miedo a que
el otro castigue, a que el otro vea que se hizo algo que no está bien.

Luego de la constitución del Superyó, ya no importa si se hizo algo malo o si


siquiera se pensó en hacer algo malo. “El Superyó todo lo sabe”. No importa si
se hizo, se deseó, se pensó; en el Superyó rige la omnipotencia de las ideas.
Una de las partes del Superyó es la conciencia moral, que va a vigilar si el Yo
cumple con sus deberes, con lo que le corresponde.

El factor histórico.
El factor histórico entonces es el Complejo de Edipo.

Hay que recordar que para Freud toda investidura de objeto resignada deja
como sedimento una identificación en el Yo, o sea, la instalación del objeto
en el Yo. Afirma que, de alguna manera, lo que llamamos el carácter del Yo es
una sedimentación de las investiduras resignadas, una historia de esas
elecciones de objeto.

Reacción terapéutica negativa. 2


Menciona Freud también que una trasposición de una elección de objeto en
una alteración del yo, como ocurre con las identificaciones, profundiza su
relación con el Ello. De hecho, intenta compensar el Ello por la investidura de
objeto perdida, asumiendo el Yo las características del objeto.

Dicha trasposición de libido de objeto en libido narcisista trae como


consecuencia una resignación de las metas sexuales, o sea una desmezcla
pulsional, con lo cual anticipa lo que desarrollará más adelante como un
cambio de meta y por lo tanto un nuevo destino pulsional.

Freud afirma que los efectos de las primeras identificaciones, las de la edad
más temprana, serán universales y duraderos, y tendrán su desenlace en el
Complejo de Edipo.

Complejo de Edipo Completo.


No es posible reducir el Edipo a algo simple y positivo o simple y negativo.
Explica que en la neurosis hay que pensar en un Complejo de Edipo completo.

Con la idea del Complejo de Edipo completo Freud indica que el niño va a
mantener ambas identificaciones, identificación con el objeto-madre y la
identificación con el objeto-padre.

“Uno tiene la impresión de que el complejo de Edipo simple no es, en modo


alguno, el más frecuente, sino que corresponde a una simplificación que, por
lo demás, a menudo se justifica suficientemente en la práctica. Una indagación
más a fondo pone en descubierto, en la mayoría de los casos, el complejo de
Edipo más completo, que es uno duplicado, positivo y negativo, dependiente
de la bisexualidad originaria del niño.

Es decir que el varoncito no posee solo una actitud ambivalente hacia el padre
y una elección tierna de objeto en favor de la madre, sino que se comporta
también, simultáneamente, como una niña; muestra una actitud femenina tierna
hacia el padre y la correspondiente actitud celosa y hostil hacia la madre.

Se hará bien en suponer en general la existencia del complejo de Edipo


completo.

Así, como resultado más universal de la fase sexual gobernada por el


complejo de Edipo, se puede suponer una sedimentación en el Yo, que
consiste en en establecimiento de estas dos identificaciones, unificadas de
alguna manera entre sí. Esta alteración del Yo recibe su posición especial: se
enfrenta al otro contenido del Yo como Ideal del Yo o como Superyó”.

Reacción terapéutica negativa. 3


El Superyó es entonces producto de estas dos identificaciones simultáneas
en el sujeto, madre y padre. Por eso aclaramos que en la génesis del Superyó
hay una identificación con los progenitores y no solo con el padre.
El Superyó como “enérgica formación reactiva”.
Aclara, además, que el Superyó no es solamente un residuo de las primeras
elecciones de objeto del Ello, sino que tiene también es una enérgica
formación reactiva frente a ellas.
La formación reactiva es una defensa, típica de la neurosis obsesiva, en
donde se encuentra una transformación opuesta, la hostilidad de transforma
en un profundo amor (estar encima del objeto, cuidarlo, quererlo, detrás de lo
cual se esconde una hostilidad).

Entonces el Superyó es una enérgica formación reactiva frente a las figuras


de los padres. El sujeto será incapaz de reconocer nada de lo erótico que
hubo frente a los padres. Solo perdurará lo tierno.

El Superyó paradojal.
También decimos que el Superyó implica una instancia paradojal. Por un lado,
habilita y por el otro prohíbe. “Así como el padre debes ser; así como el padre
no te es lícito ser”.
“Puedes ser como el padre, pero no todo te está permitido. No puedes hacer
todo lo que él hace”.

Por lo tanto, el Superyó es heredero del complejo de Edipo, y también


expresión de las más potentes mociones pulsionales del Ello.
Freud lanza una frase que encierra una paradoja, “mientras el yo es
esencialmente representante del mundo exterior, de la realidad, el Superyó se
le enfrenta como abogado del mundo interior, del Ello.” La paradoja está en
que no dice “fiscal del Ello”, sino abogado, o sea defensor del Ello.
Si el Superyó es la instancia moral, la voz de la conciencia, ¿cómo es a la vez
abogado del Ello, del reservorio de las pulsiones?
Entonces, el Superyó es paradojal.

Mientras tanto es importante considerar que el mismo es una formación


sustitutiva de la añoranza del padre, luego diferentes maestros y autoridades
irán retomando ése papel, y sus mandatos y prohibiciones vigentes en el Ideal
como conciencia moral ejercen la censura moral del individuo.

Reacción terapéutica negativa. 4


La tensión entre las exigencias de la conciencia moral y las operaciones del yo
es sentida como sentimiento de culpa.
El Superyó conservará a lo largo de la vida su característica de provenir del
complejo paterno, la facultad de contraponerse al Yo y dominarlo, y así como
el niño estaba obligado a obedecer a sus padres, así estará obligado a
someterse al imperativo categórico del Superyó.

Freud señala que el hecho de que el Superyó provenga de las primeras


investiduras del Ello y del Complejo de Edipo, tiene otras consecuencias. Lo
ilustra con una observación clínica: la de aquellas personas que se comportan
de una manera muy extraña durante el tratamiento que, cuando mejoran, en
determinado momento comienzan a empeorar.

Alguien que anhelaba terminar una carrera universitaria obtiene muy buenas
notas para alcanzar su meta, pero se deprime cuando obtiene el título; otro
que se esforzó durante mucho tiempo en alcanzar un logro económico, una
vez alcanzado, toma una decisión que lo lleva a perder todo lo conseguido.
Dice Freud, empeoran en vez de mejorar, presentan la llamada reacción
terapéutica negativa.

La reacción terapéutica negativa.


En estas personas no predomina la voluntad de curarse, sino la necesidad de
permanecer enfermos.

Se trata del empeoramiento súbito de un analizante, justamente cuando había


dado suficientes muestras de mejoría respecto de sus síntomas e inhibiciones.
Ocurre cuando, durante el análisis el paciente, tras mejorar por un momento,
luego empeora. Freud lo define como la resistencia más difícil del análisis,
dado que a medida que se tramita el paciente puede dejar el análisis.
La reacción terapéutica negativa tiene que ver con el sentimiento inconciente
de culpa.
Freud afirma que se trata de algo moral, de un sentimiento de culpa que halla
su satisfacción en la enfermedad y no quiere renunciar al castigo del
padecimiento. El sujeto no se siente culpable, sino que se siente enfermo. Por
lo tanto, le va a ser muy difícil ubicar este aspecto culpógeno; va a pensar
entonces que el análisis no sirve, porque cada vez se siente peor.

Se trata de una resistencia que proviene del Superyó.

Reacción terapéutica negativa. 5


Lo esencial es la sensación de carga, la culpa como un peso que debe llevar.
Teóricamente, es insostenible la existencia de “sentimientos inconscientes”
entonces Freud lo llamará “necesidad de castigo”.

Freud afirma que solo en algunos pocos casos es posible descubrir el origen
de éste “sentimiento inconsciente de culpa”. En la mayoría de los casos no se
puede hacer nada de manera directa. Sí se puede hacer algo de manera
indirecta, tratando de orientar y hacer conciente esa culpa inconciente.
Cuando se puede rastrear la identificación con otra persona que alguna vez
fue motivo de una investidura erótica, quizás haya una posibilidad de remontar
el tratamiento; sino, el abandono de la cura es un desenlace frecuente.

El Superyó como cultivo de pulsión de muerte.


La energía de investidura del Superyó proviene de las fuentes de Ello, lo
pulsional, y Freud se pregunta por el origen de la dureza del Superyó contra
el yo. Entonces, dirá que hay un componente destructivo que se ha
depositado sobre el Superyó y se ha vuelto hacia el Yo.
En la identificación en la que se genera el Superyó hay una desmezcla
pulsional, en la que un gran porcentaje de la pulsión de muerte va a constituir
a predominio el Superyó. Por eso, se considera al Superyó como un
“reservorio” o “cultivo” de pulsión de muerte.

“Lo que ahora gobierna en el Superyó es como un puro cultivo de la pulsión


de muerte, que a menudo logra efectivamente empujar al yo a la muerte”.
Para Freud, parte de las pulsiones de muerte son inofensivas, en tanto se
desvían hacia afuera como agresión mezcladas con componentes eróticos.
Sin embargo, otra buena parte de ellas es tomada por el Superyó, y entonces
de tan hiper-moral se vuelve tan cruel con el Yo como solo puede serlo el
Ello. Justamente es de ésta desmezcla pulsional que el Superyó extrae toda
su crueldad, que lo convierte en una instancia feroz, que exige más y más.

Mientras más agresión contenga una persona, más aumentará la tendencia


del Ideal Superyó) de agredir a su Yo.

Los vasallajes del Yo.


Freud nos habla de las tres servidumbres a las que está sometido el Yo y las
tres clases de peligros que la misma incluye: del mundo exterior, de la libido
del Ello y de la severidad del Superyó.

Reacción terapéutica negativa. 6


De las tres instancias, Freud se detiene sobre ésta última, en tanto sustituye lo
que antiguamente fue la función protectora del padre y más tarde la
providencia o el Destino. La angustia de la conciencia moral no es más que
una continuidad de la angustia frente a la amenaza de castración, que
anteriormente provenía de la figura paterna.

Eros (la pulsión de vida) y la pulsión de muerte luchan en el Ello. Allí imperan
las mudas pulsiones de muerte, que Eros se empeña en dominar a través de la
libido buscando la complejidad de nuevas uniones y lazos.
El Superyó es una instancia feroz y cruel, con una doble cara, por un lado la
instancia moral que prohíbe, por el otro la que pide más y más renuncia
pulsional. El Superyó no es una instancia que nos aplauda cuando nos
portamos bien; al contrario, exige más y más renuncia, sin límite. Enlaza
pulsión de muerte, Ello y masoquismo.

Desde la perspectiva Lacaniana hablamos del Superyó como un imperativo


al goce, concepto que alude a la satisfacción de la pulsión de muerte, o sea la
pulsión sin límite, llevada al exceso de no considerar las consecuencias, sin
diques. El exceso sin límite, el goce entendido como la satisfacción de la
pulsión de muerte. La cara insensata de la ley que ordena gozar. La persona
que renuncia a la pulsión y sin embargo se siente más culpable que antes.

La moraleja que va a desarrollar “El malestar en la cultura” es que cuando uno


más caso le hace al Superyó, peor le va en la vida. Si es el abogado del ello, si
lo defiende, defiende a la pulsión, defiende la satisfacción pulsional. El sujeto
puede cambiar su posición frente al Superyó, pero el Superyó nunca se
ablanda. Como el paciente que “elige” quedarse con su sufrimiento, no quiere
el alivio; eso es el Superyó, cultivo puro de la pulsión de muerte, es una
satisfacción pulsional.

Freud va a plantear en “El malestar en la cultura” que el precio que se paga


por el progreso en la cultura es la infelicidad por el aumento del sentimiento
de culpabilidad. Para ello describe el conflicto entre dos tendencias
antagónicas, la felicidad individual versus el progreso de la cultura a través
de la unión humana, pasando del individuo a la familia y de ésta a la
comunidad más amplia. Habla del Superyó cultural como la elaboración de
ideales y normas propias de un determinado contexto socio-histórico, que
siempre ha tropezado con el mismo obstáculo: la tendencia de los hombres de
agredirse mutuamente.

Reacción terapéutica negativa. 7


Freud se pregunta a qué recursos apela la cultura para limitar la agresión y
responde que la agresión es interiorizada, devuelta al lugar de la cual
procede; es dirigida contra el propio Yo, incorporada como una parte del Yo
en calidad de Superyó, y despliega así contra el Yo la misma agresividad que
hubiera dirigido hacia otros. La tensión entre ambos es el sentimiento de
culpabilidad que se manifiesta como necesidad de castigo. El Superyó tortura
al Yo con sensaciones de angustia y lo deja expuesto para hacerlo castigar
por el mundo exterior.

Una representación deformada de esta instancia que finalmente remite a las


figuras parentales es el destino. Si nos golpea la desgracia, dice Freud, es
porque ya no somos amados por la autoridad máxima y quedamos
amenazados a la pérdida del amor. Volvemos a estar sometidos al
representante de los padres en el súper yo. Una vez más vemos que cada
parte de la agresión a la que renunciamos es incorporada por el súper yo que
aumenta su agresión sádicamente contra el yo ubicado en una posición
masoquista. Por eso muchas veces en la tarea analítica nos vemos
necesitados de auxiliar al paciente a rebajar las exigencias del súper yo.

No en vano Freud se plantea la paradoja de cuán poderosa puede ser la


agresión como obstáculo de la cultura, que la defensa contra ella puede volver
al sujeto tanto más desdichado como la misma agresión. Dado que la cultura
solo puede avanzar en su intento de alcanzar uniones más complejas por
efecto de un impulso erótico, solo puede lograrlo acrecentando el sentimiento
de culpa para limitar la inclinación humana a la agresión, éste conflicto de
ambivalencia es efecto de la eterna disputa entre Eros y la pulsión de muerte.
Por eso para Freud el destino de la especie humana dependerá de cuánto
podrá hacer la cultura respecto de la convivencia con la pulsión de muerte.

El problema económico del masoquismo.


Con este texto, Freud ubica a la RTN como un ejemplo de un tipo de
masoquismo. No se desdice de lo que había dicho de la definición y la
interpretación de la RNT, pero sí la pone ahora como un ejemplo de uno de los
tipos de masoquismo, precisamente del moral.

Freud presenta el tema del masoquismo como un fenómeno que da cuenta


que hay algo en el humano que va más allá de la búsqueda del placer. Y toma
el masoquismo como el hecho de la satisfacción en el sufrimiento, la
satisfacción en el dolor. Se trataría entonces de alguien que goza en el dolor.

Reacción terapéutica negativa. 8


Vale la aclaración de que no necesariamente se trata de dolor físico, sino que
también incluye el dolor psíquico (como en el caso de la humillación.

¿Cuál es el problema económico? ¿Por qué el masoquismo presentaría un


problema económico? Freud había dicho que el aparato psíquico se acerca a
las vivencias placenteras y se aleja de lo displacentero. Acá el masoquismo
plantea una contrariedad. Pero, además, el problema económico es porque
Freud postulaba que el aumento de tensión originaba displacer y la baja de
tensión era algo placentero: principio placer-displacer. En este texto Freud da
como sabido que esto no es siempre así.

Principio de placer ≠ principio de Nirvana ≠ principio de


realidad.
Freud comienza el texto diferenciando el principio del placer del principio del
Nirvana. En tanto al principio del placer se lo asocia con la idea de reducir lo
máximo posible la cantidad de excitación presente en el aparato, todo
displacer debería coincidir con una elevación de la tensión, y todo displacer
con una disminución de la tensión de estímulo. Sin embargo, esto no es así. No
siempre el placer corresponde con una disminución de la excitación; el placer
sexual es el ejemplo más claro, como un incremento de la tensión que resulta
placentero. En este punto, no coinciden.

Por lo tanto, la diferenciación placer/displacer no depende de algo


cuantitativo (más o menos), sino de un factor cualitativo, que va a tener con la
frecuencia y el ritmo del estímulo.

El principio de placer no siempre gobierna al aparato psíquico. Hay que


considerar el principio de realidad donde la meta es la misma: obtener el
placer, pero soportando la espera y tomando rodeos, caminos colaterales. Y
lo que sí contraría el principio de placer es el principio de Nirvana: procesos
psíquicos que tienden a descargar la energía a cero.

Así, reformula los principios del acontecer psíquico, ubicando al principio de


Nirvana como súbdito de la pulsión de muerte, al principio de placer como
subrogado de la pulsión de vida, y su modificación (el principio de realidad)
como el influjo del mundo exterior.
Estos tres principios no se reemplazan ni se destituyen entre sí, sino que
coexisten.

El principio de placer-displacer es lo que Freud llama ”el guardián de la vida” .


En el masoquismo, este guardián de la vida está narcotizado, es decir, el

Reacción terapéutica negativa. 9


principio de placer-displacer no reina, porque justamente lo que vemos es la
búsqueda de sufrimiento.

Masoquismo erógeno ≠ masoquismo femenino ≠ masoquismo


moral.
Freud está interesado en realizar una revisión del principio del placer en
función de lo que significa el masoquismo. El masoquismo resulta un
interrogante frente al principio del placer; el dolor y el displacer dejan de ser
advertencias y se transforman en metas. ¿Qué pasa con el principio del
placer?

Freud propone realizar un análisis del principio del placer respecto al par
pulsional pulsión de vida/pulsión de muerte.

Freud ubica que existen tres tipos de masoquismo: el erógeno, el femenino y


el moral.

 El masoquismo erógeno es fundante y muy importante, llamado


“masoquismo erógeno o primario”. Lo define como el placer de recibir
dolor. Tiene bases biológicas y constitucionales. Es primario y estructural
a todos los sujetos.

Explica Freud que el individuo siempre va a vérselas con la pulsión de


muerte, que impera dentro de él. Encontrará así distintas maneras de
resolver esta cuestión de la pulsión de muerte.

En un primer momento, Freud dirá que la tarea de la libido es volver inocua


esta pulsión de muerte estructural y desviarla hacia fuera, recibiendo el
nombre de pulsión de destrucción. También va a decir que una parte de
esta pulsión se mezcla con lo erótico y sale como sadismo. Finalmente,
hay otro sector que no obedece a ese traslado hacia fuera y permanece
dentro del organismo, donde es ligado libidinosamente con la ayuda de la
excitación sexual: hallamos entonces el masoquismo erógeno o privado.
Es, entonces, la porción de la pulsión de muerte que queda en el Yo y es
ligada por la libido, dentro del Yo.

 El masoquismo femenino es el más conocido, “el más ruidoso”.

En relación a él se van a hacer referencia a las fantasías del neurótico o a


las escenificaciones reales del perverso. El contenido manifiesto de estas
fantasías o escenificaciones es el mismo; tienen que ver con ser
atado/mordido/azotado/golpeado/maltratado de cualquier modo.

Reacción terapéutica negativa. 10


Lo va a llamar “femenino” porque lo vincula con ciertas características de
la feminidad; ser castrado, ser poseído sexualmente o parir.

Freud dice que tiene un vínculo con la masturbación infantil, por la culpa
que genera.

 El masoquismo moral es el que más se relaciona con el sentimiento


inconsciente de culpa.

Se caracteriza por haber aflojado su vínculo con la sexualidad; parece no


depender de manera directa del objeto erótico. Si bien en el masoquismo
femenino el maltrato viene de la persona amada, depende del objeto
erótico, en el masoquismo moral esta restricción desaparece. Lo que
importa es el padecer como tal, no interesa quién lo inflige.

Freud va a hacer una articulación entre esto y la reacción terapéutica


negativa. Indica que esta reacción terapéutica negativa es una de las
maneras en las que se puede manifestar este masoquismo moral.

Lo que importa es pasarla mal; no importa por qué ni por quiénes.


La RTP está vinculada a un sentimiento inconsciente de culpa (mudo, el
paciente no siente culpa sino que se siente enfermo). Teóricamente, es
insostenible la existencia de “sentimientos inconscientes” entonces Freud
lo llamará “necesidad de castigo”.

Freud propone que la RTP sería una manifestación de este masoquismo


moral; el no querer despegarse de la enfermedad, porque ésta funcionaría
como castigo y aliviaría la necesidad de castigo del Yo.

¿Cómo se hace presente la culpa en el análisis?


De manera inconsciente, la reacción terapéutica negativa es una manifestación
de la necesidad de castigo. Por otro lado, en la neurosis obsesiva, la culpa
conciente es muy evidente e hiper-expresa. El sujeto se siente culpable todo el
tiempo, pero no se justifica esa culpa ante el Yo; no se cree la culpa, que sí es
lo que ocurre en la melancolía (el sujeto se siente culpable y porta la culpa).
En la histeria, la culpa prevalece como el sentimiento inconsciente de culpa,
del lado de la bella indiferencia.
Freud define a la culpa conciente como una tensión entre el Yo y el Superyó.

¿Por qué el masoquismo moral es tan complicado?

La conciencia moral y la moral misma nacen por la superación y


desexualización del Complejo de Edipo. Mediante el masoquismo moral la

Reacción terapéutica negativa. 11


moral es re-sexualizada. El Complejo de Edipo es reanimado. Se abre la vía
para una regresión de la moral al Complejo de Edipo, y ello no redunda en
beneficio de la moral ni del individuo.
Freud sitúa entonces el por qué el masoquismo moral es tan complicado. Hay
una re-sexualización del Edipo. Por eso todo obrar se vuelve tan pecaminoso
y por eso la persona anda buscando castigo todo el tiempo, por esta re-
sexualización del Edipo.

Entonces, Freud asocia esa necesidad de expiación a una resexualización del


complejo de Edipo.

Remontémonos al proceso de conformación del Superyó: las figuras


parentales se introyectan como Superyó con la finalización del Complejo de
Edipo desexualizando el vínculo con ellas. Sin embargo, todo proceso de
desexualización tiene como saldo un incremento de pulsión de muerte y
sabemos que la pulsión de muerte desligada de la libido va a parar al Superyó.

El Superyó es un imán para la pulsión de muerte, por eso Freud lo define


como “almácigo de la pulsión de muerte”. Así, el Superyó adquiere una
crueldad inusitada. Por otra parte, el Yo ha devenido masoquista en tanto se
satisface por medio de los castigos del Superyó.
Por medio del masoquismo moral, el Complejo de Edipo se ve re-sexualizado.
Las figuras edípicas son las que se re-sexualizan, se incrementa la culpa y esto
deriva en una necesidad de castigo y un yo que goza de ser castigado. El
masoquismo moral aúna un Superyó sádico con un Yo masoquista, siendo la
RTN uno de sus ejemplos.
Señalemos de paso que el texto también ejemplifica lo paradojal del Superyó,
en tanto si bien estructura y condiciona la función de la Ley en el humano, no
deja de ser fuente de los síntomas y padecimientos que lo aquejan.

Reacción terapéutica negativa. 12


Intervenciones en la neurosis.
Autores Freud Paulucci

Temas Clínica Intervenciones Neurosis

Tipo Práctico A Teórico

Temas de la clase. Bibliografía.


Modos de intervención, Freud, S. 1911. El uso de la
interpretación y construcción. interpretación de los sueños en
Lugar del analista. psicoanálisis.

Función de la interpretación, Freud, S. 1914. Recordar, repetir


alcances y límites, tiempo y y reelaborar.
destiempo.
Freud, S. 191516. Conferencia
Interpretación y transferencia: de 6 Premisas y técnica de la
la repetición en acto al manejo interpretación.
de la transferencia y el uso de la
Freud, S. 19151916.
interpretación.
Conferencia 7 Contenido
manifiesto y pensamientos
oníricos latentes.

Freud, S. 1937. Construcciones


en el análisis. Volumen XXIII. pp.
255270.

Paulucci, O. & Dujovne, I. 2013.


La interpretación y el saber en
psicoanálisis. Pp 9 17.

Fundalmente nos centraremos en las dos intervenciones más importantes que


Freud describió: la interpretación y la construcción.

Las intervenciones del analista en la clínica guardan relación con el modelo


conceptual del cual parten.

Audio de la cátedra):

Intervenciones en la neurosis. 1
La convicción de la existencia del inconsciente no se crea con la lectura ni
el estudio, sino con el análisis personal. El inconsciente hace su aparición
en diferentes fenómenos; la patología humana está sobredeterminada.
Los retoños de lo reprimido hacen su aparición en la consciencia, pero se
hallan en una conexión asociativa con lo reprimido. Los analistas crean un
dispositivo que genera las condiciones para las intervenciones a
desarrollar. El analista, al estar en abstinencia, dando lugar a su escucha,
favorece la atención flotante, generando la inversión de saber
(Fundamentos de la clínica psicoanalítica. ) y dejando un lugar vacante
para que se establezca la transferencia en sus distintas modalidades.

Nuestra escucha se forja en el malentendido que el habla produce; una


misma palabra guarda paradignas distintos. Trabajamos con la superficie
psíquica del paciente, promoviendo la asociación libre.

Al comienzo, para Freud, la meta es de hipnosis, donde recordar y


abraccionar era lo que se proponía, hasta que en la evolución del médico
Freud nota que la catarsis no es suficiente, comenzando a poner el énfasis
en el trabajo psíquico, sorteo de resistencias y trabajo de elaboración.
El término interpretación se comienza a usar en La Interpretación de los
Sueños, donde plantea que hay que tomar noticia y mantenerse orientado
respecto a los distintos complejos y resistencias. Desde el trabajo del
sueño, nos anoticiamos de desplazamientos de cargas, condensaciones y
desplazamientos, que se presentan en las diferentes formaciones del
inconsciente.

Se necesita de un método para avanzar en la exploración


de los sueños. Supuesto de que el sueño es un
fenómeno psíquico, es una operación y una
manifestación del soñante. El propio soñante debe
decirnos lo que el sueño significa, pero dice que no saber
nada. Es muy probable que, si lo sepa, solo que no sabe
que lo sabe.

Freud, Premisas y técnica de la interpretación.

Es propio de la interpretación ser fragmentaria. Es inseparable del


principio de a posteriori, da indicios y siempre será el sujeto el que decide

Intervenciones en la neurosis. 2
qué bifurcación seguir. Nunca sabremos de antemano qué efectos tendrá
alguna intervención.

Habrá un primer tiempo en el análisis en donde se van a conmover


sentidos. Entonces, un señalamiento, una pregunta, un pedirle al paciente
que repita una palabra, un tono diferente, pueden tener el valor de una
interpretación.

Las modificaciones subjetivas implican poner a trabajar el padecimiento


del paciente. Es necesario pasar una y otra vez por los mismos lugares.

Las resistencias acompañan todas las etapas del tratamiento, los distintos
momentos de un análisis. Es pensable que frente a resistencias mayores, la
libertad del análisis inverso en un análisis, puede colaborar con la
destrucción de las mismas. Si la transferencia es una pieza de repetición,
la compulsión a la repetición entra en el análisis, ya que este es un modo
de recordar. Al plantea que al "enemigo hay que vencerlo en presencia", es
importante entender que el padecimiento del paciente es actual,
amarrado en versiones fantasmáticas que lo condicionan. Lentamente hay
que ir transitando las diferentes marcas tiránicas que sostienen al paciente.

Otro tipo de intervención puede ser el humor, para sortear al Superyó.

Las intervenciones no valen una a una, sino que van generando un terreno
fértil, que implica familizarse con el inconsciente, sorprendiéndose cada vez.
Un analista puede sorprenderse tanto como el paciente, cuando en un
momento determinado, vía la atención flotante, frente a un decir del paciente,
retoma una asociación del paciente. Esto entonces tiene valor de
interpretación y se anuda en un momento particular. El analista no lo tiene
consciente; eso que el paciente dijo, activa en el analista ese decir, que tanto
tiempo antes había sido contado, y al momento de unirse tiene valor de
interpretación.

Recorrido de la técnica de Freud.


Al principio, en la fase de la catarsis breueriana, Freud se enfocó
directamente el momento de la formación del síntoma y hubo un empeño por
hacer reproducir los procesos psíquicos de aquella situación, a fin de guiarlos
para que tuvieran su decurso a través de una actividad conciente. Rercordar y
abreaccionar eran las metas que se procuraban alcanzar con auxilio del
estado hipnótico. Se usaba la hipnosis para rastrear el origen de los síntomas.
Pero Freud no era un buen hipnotizador.

Intervenciones en la neurosis. 3
Desarrolló luego el método de coerción asociativa, conocido también como la
técnica de presión sobre la frente; los pensamientos inconscientes y
recuerdos reprimidos podían ser llevados a la consciencia venciendo cierta
resistencia.
Por último se plasmó el método que hoy empleamos: se trata de estudiar la
superficie psíquica que al analizado presenta cada vez, y se vale del arte
interpretativo, en lo esencial, para discernir las resistencias que se encuentran
en el paciente y hacérselas concientes.

Se establece así una nueva división del trabajo: el analista pone en


descubierto las resistencias desconocidas por el paciente y el analizado narra
con toda facilidad las situaciones y nexos olvidados.
La meta ha permanecido la misma:

En términos descriptivos, es llenar las lagunas del recuerdo.

En términos dinámicos, es vencer las resistencias de represión.

Vinculación con Recordar, repetir, reelaborar, visto en Compulsión de


repetición.
En el artículo, Freud tiene que hacer consideraciones respecto al recuerdo y al
olvido.

El olvido de impresiones, escenas vivencias, se reduce las más de las


veces a un “bloqueo”de ellas. Cuando el paciente se refiere a este olvido,
en general dice: “en verdad lo he sabido siempre, solo que no me pasaba
por la cabeza”.

El olvido experimenta otra restricción al apreciarse los “recuerdos


encubridores”, de tan universal presencia. La consabida amnesia infantil,
tan sustantiva para nuestra teoría, está contrabalanceada en su totalidad
por los recuerdos encubridores. En ellos se conserva todo lo esencial de la
vida infantil. Sólo hace falta saber desarrollarlo desde ellos por medio del
análisis. Representan tan acabadamente a los años infantiles olvidados,
como el contenido manifiesto del sueño a los pensamientos oníricos.

Para un tipo particular de importantísimas vivencias, sobrevenidas en


épocas muy tempranas de la infancia y que en su tiempo no fueron
entendidas, la mayoría de las veces es imposible despertar un recuerdo.
Se llega a tener noticias de ellas a través de sueños, y los más probatorios
motivos extraídos de la ensambladura de la neurosis lo fuerzan a uno a
creer en ellas.

Intervenciones en la neurosis. 4
En este punto Freud se está refiriendo a lo que se conoce como fantasías
primordiales, como la observación del comercio entre los padres o
"escena primaria", la seducción, la amenaza de castración. Estos hechos
pertenecen al patrimonio indispensable de la neurosis. Se los establece
mediante indicios y se los completa con la fantasía.
Son un patrimonio filogenético. En ellas el sujeto rebasa su vivenciar
propio hacia el vivenciar de la prehistoria. Todo esto fue una vez realidad
en los tiempos originarios de la familia humana, y que el niño fantaseador
no ha hecho otra cosa que llenar las lagunas de la verdad individual con
una verdad prehistórica.

El signo distintivo de esta nueva forma de trabajo es: el analizado no


recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa.
No lo reproduce como recuerdo, sino como acción, lo repite sin saber
que lo hace.

El analizado se entrega a esta compulsión de repetir, que le sustituye el


impulso a recordar, no solo en la relación con el analista, sino en todas las
actividades y vínculos de su vida.
En Más Allá del Principio de Placer, Freud presenta nuevos hechos
clínicos: la neurosis traumática y el juego infantil.

Va a postular una compulsión de repetición más pulsional, más elemental,


que el principio de placer que destrona. Es la repetición de lo no ligado.
Hay un inconsciente más allá de la palabra, un sistema que está bajo el
imperio de la mudez, del silencio de las pulsiones de muerte.

La aparición de estas dificultades respecto del recordar, impulsan a


Freud a crear otros recursos, que se ven en "Construcciones en el
análisis".

Construcciones en el análisis.
En el inicio del texto, Freud recuerda el propósito del trabajo analítico, que es
mover al paciente para que vuelva a cancelar las represiones de su desarrollo
temprano y las sustituya por unas reacciones, como las que corresponderían a
un estado de madurez psíquica.
Se tratará de lograr: “una imagen confiable e íntegra en todas sus piezas
esenciales, de los años olvidados de la vida del paciente”. Sabemos que sus

Intervenciones en la neurosis. 5
síntomas e inhibiciones presentes son las consecuencias de esas represiones,
el sustituto de eso olvidado.

¿Qué material provee el paciente, cuya exploración permite ponerlo en el


camino de recuperar sus recuerdos perdidos?

Jirones de esos recuerdos en sus sueños, de incomparable valor, pero


por regla general desfigurados por todos los factores que participan en la
formación del sueño.

Ocurrencias que produce cuando se entrega a la asociación libre, de las


que podemos entresacar alusiones a las vivencias reprimidas, retoños de
las mociones de afecto sofocadas, así como de las reacciones contra
éstas.

Indicios de repeticiones de efectos pertenecientes a lo reprimido en la


acciones más importantes o ínfimas del paciente, tanto dentro de la
situación analítica como fuera de ella. La relación transferencial es
particularmente apta para favorecer el retorno de tales vínculos afectivos.
En todos estos fragmentos, el modo de emergencia de la repetición es de
"indicios". Estos "indicios" dados por las acciones del paciente es lo que
pone al analista en la pista de las repeticiones.

El propósito del trabajo analítico es mover al paciente para


que cancele las represiones y las sustituya por reacciones
que correspondan a un estado de madurez psíquica. Los
síntomas e inhibiciones son las consecuencias de esas
represiones, el sustituto de eso olvidado.

El trabajo analítico consta de dos piezas: 1 el analizado


debe ser movido a recordar algo que ha sido experimentado
por él y reprimido; y 2 el analista debe construir lo olvidado,
colegir lo olvidado desde los indicios que esto ha dejado tras
sí.

La tarea del analista.

El trabajo sobre estos fragmentos, proporciona al analista la parte que le es


propia en la tarea de elaboración que comparte con el paciente. “El analista no

Intervenciones en la neurosis. 6
ha vivenciado ni reprimido nada de lo que interesa, su trabajo no puede ser
recordar algo. ¿En qué consiste su tarea?".
Tiene que colegir lo olvidado desde los indicios que esto ha dejado tras de sí,
mejor dicho: tiene que construirlo”.

Freud compara en este texto la labor del analista con la del arqueólogo.
Sabemos que a sus ojos la arqueología siempre fue una ciencia afín, próxima y
particularmente rica en similitudes. Pero si bien Freud desliza la comparación
es también para señalar su distancia.

Entonces, en el texto "Construcciones en el Análisis", Freud introduce una


herramienta clínica más abarcativa que la interpretación. Apela a una
metáfora con la arqueología, dado que ambos trabajan con restos
conservados, con la diferencia de que el analista trabaja con restos vivos
tratando indicios de restos vistos y oídos, para intentar su ensambladura. El
analista, dice Freud, trabaja en condiciones favorables, porque trabaja con un
objeto vivo frente a lo no ligado. El objeto psíquico es mucho más complejo
que lo que se plantea para la arqueología.

El trabajo de construcción (o de reconstrucción), se parece


al de un arqueólogo en una excavación arqueológica,
excepto que el psicoanalista trabaja en mejores condiciones
y dispone de más material en cuanto que no trata con algo
destruido, sino con algo que todavía se halla vivo; deduce
sus conclusiones de los fragmentos de recuerdos, de las
asociaciones y de la conducta del sujeto.

Ambos reconstruyen mediante el completamiento y


ensambladura de los restos conservados. Para el analista la
construcción es solamente una labor preliminar, en cambio,
para la arqueología la reconstrucción es la meta.

El analista da cima a una pieza de reconstrucción y la


comunica al analizado para que ejerza efecto sobre él.
Luego construye otra pieza a partir del nuevo material que

Intervenciones en la neurosis. 7
afluye, procede con ella de la misma manera, y en esta
alternancia sigue hasta el final.

El camino de la construcción tiene que terminar en un recuerdo.

✔ Para la arqueología la reconstrucción es su meta y el término de su


esfuerzo. Para el análisis la construcción es una labor preliminar.

Preliminar, no porque deba tramitarse primero; tampoco porque se acerque


cada vez más a una reconstrucción definitiva. Al contrario, preliminar, porque
está destinada a ser siempre una labor preliminar en la interlocución de la
transferencia, intercambiada, retomada y transformada en función de lo que
ella misma hizo avanzar.

Por lo tanto, no hay punto donde la construcción como tal deba acabarse y
totalizarse. Más bien se define por un verdadero “teorema de la incompletud”:
toda construcción de esta naturaleza es incompleta, no abarca más que un
fragmento del acontecimiento olvidado.

Precisamente, por ser incompleta, es que puede actuar analíticamente. No está


hecha para ser archivada, registrada, perpetuada, sino por el contrario, para
ser impugnada y superada a través que el trabajo analítico avanza.
Se concibe en el análisis de manera casi inversa a como la concibe la
arqueología: para el arqueólogo, la reconstrucción debe inmortalizar los
restos de un objeto destruido. Para el analista la construcción debe ser
modificada a medida que hace surgir un objeto vivo, algo nuevo.

Debe tomar indicios y con ellos construir. Hoy diríamos que se trata de una
reescritura, como una conjetura a examinar, que aguarda ser confirmado o
desestimado.

Diferenciar interpretación de construcción.


La interpretación se refiere a lo que uno emprende con un elemento singular
del material, una ocurrencia, un fallido. Interpretación, como explicar el sentido
de una cosa, en lo falto de claridad. Con la construcción se le presenta al
analizado una pieza de su prehistoria olvidada.

Las construcciones son una manera diferente de tratar los fragmentos que
componen el material analítico. La interpretación recae sobre la singularidad

Intervenciones en la neurosis. 8
del significante analítico: “Interpretación se relaciona con lo que se hace con
un elemento aislado del material, una idea súbita, un acto fallido, etc”.

Para que la interpretación sea eficaz es condición necesaria el


establecimiento de la transferencia analítica. de no lograr una implicación
subjetiva, el análisis podría derivar en un "tratamiento por encargo", donde el
analista queda convocado a interpretar desde un saber propio, desde la teoría
y la contratransferencia, sin que la transferencia esté establecida Paulucci y
Dujovne). Según Laplanche, la interpretación es la deducción, por medio de
la investigación analítica, del sentido latente que existe en las manifestaciones
verbales y de comportamiento de un sujeto. La interpretación en la cura es la
comunicación hecha al sujeto con miras a hacerle accesible este sentido
latente. Esta interpretación es una información veraz, desinteresada y
pertinente.

Lowenstein afirma que la interpretación es una explicación que el analista da


al paciente para aportarle un nuevo conocimiento de sí mismo.

Dos concepciones chocan, según se entienda a la interpretación como una


decodificación relacionada con el saber referencial o como un efecto a
advenir. Se rescata para ello el valor del decir; saber textual que no es del
analista, sino del inconsciente a producir.
El efecto de producción de una verdad analítica como algo nuevo puede
introducir un cambio en la posición subjetiva, acotando el goce repetitivo del
síntoma. El efecto no está garantizado por el modo de decir del analista, sus
palabras solo serán categorizadas como interpretación cuando produzcan,
por un cambio de la vía discursiva, una transmutación en la posición subjetiva
que únicamente puede ser leída a posteriori.
La interpretación como un entre: entre el decir de analizante y el de analista.
El analista pasa a tomar una posición oracular, en la medida en que sus
palabras empujen al analizante a la producción de respuestas, como efecto de
un decir que puede resultar enigmático. Así, en vez de estar ligada a un
aumento del conocimiento del yo, es un efecto ligado a un movimiento posible
en las fijaciones del sujeto; lugar donde anidan las fuentes de su padecer, que
reflejan la inercia y la viscodidad libidinal.

Una construcción, en cambio, apunta la ensamblado de una pluralidad de


fragmentos. Con este ensamblado lo que se persigue no es la imagen de un
todo, sino la posibilidad de enunciar dialécticamente una significación, según
la disposición de la transferencia.

Intervenciones en la neurosis. 9
La propia imagen que el analista se forja y lanza al juego de la transferencia
no está destinada a decir el sentido, sino a producir un efecto dialéctico: a
suscitar la réplica, a hacer surgir un material nuevo, etc. El analista comunica
al analizante su construcción: a fin de que él actúe sobre ella.

Más aún que la interpretación, la construcción supone el tiempo, el


momento oportuno. Y más que ella también, depende de la significación que
le confieran a posteriori los efectos que haya engendrado.

No produce daño alguno equivocarnos y presentar al paciente una


construcción incorrecta. Lo que sucede es que el paciente no reacciona a ello
ni por sí, ni por no. Si la construcción es falsa no modifica nada en el paciente,
pero si es correcta, aporta una aproximación a la verdad, reacciona frente a
ella. Solo la continuación del análisis puede decidir si nuestra construcción es
correcta o inviable.

El camino que parte de la construcción del analista debía culminar en el


recuerdo del analizado, ahora bien, no siempre lleva tan lejos. Con frecuencia,
no consigue llevar al paciente hasta el recuerdo de lo reprimido. En lugar de
ello, uno alcanza en él una convicción cierta sobre la verdad de la
construcción, que en lo terapéutico rinde lo mismo que un recuerdo
recuperado. ¿Bajo qué condiciones acontece esto?

El valor del sí, el valor del no.


“El sí franco del analizado, escribe Freud, tiene más de un sentido:

Puede indicar que reconoce como exacta la construcción.

Puede estar desprovisto de significación.

O ser incluso lo que llamamos “hipócrita”, por lo mismo que su resistencia


se aviene a seguir escondiendo, mediante este asentimiento, la verdad no
descubierta.

El sí solo tiene valor por sus consecuencias, por lo que introduce de nuevo
para decir. El sí solo tiene valor si le suceden confirmaciones indirectas.
Cuando el paciente, en conexión inmediata con su sí, produce nuevos
recuerdos que completan o ensanchan la construcción.

El “no” tiene también más de un sentido, y para decirlo todo, es menos


utilizable aún que su sí.

En raros casos muestra ser la expresión de un rechazo justificado.

Intervenciones en la neurosis. 10
Con mucha mayor frecuencia es la expresión de una resistencia
convocada por el contenido de la construcción que se le comunica, pero
esta resistencia puede provenir de otro factor de la situación analítica
compleja.

Si exceptuamos esos raros casos “en que muestra ser la expresión de un


rechazo justificado”:

Resta un área imprecisa donde el “no” está en relación con la


incompletud de la construcción. Si algo puede significar el “no” de manera
indubitable, es exclusivamente, la incompletud de la construcción. “La
construcción no le ha dicho todo”.

También existen variedades indirectas de corroboración que se


reconocen por un giro específico: “No he pensado nunca en ello”.

✔ Mientras que el sí no adquiere su significación de asentimiento más


que por la producción de elementos nuevos que indican que se ha
alcanzado el blanco, el no empalma con un juego de significación
más complejo aún.

Entonces: podemos estar seguros de haber dado en el blanco: en este giro, y


sólo en él, el decir de lo inconciente se revela de manera irrefutable. Freud
señala "podemos traducir esta expresión, sin vacilar, como "sí, en este caso ha
tocado usted exactamente en lo inconsciente" (el "no he pensado nunca en
eso").
Cuando en análisis está bajo presión de factores intensos que arrancan una
RTN, como conciencia de culpa, necesidad masoquista de padecimiento,
revuelta contra el socorro del analista, la conducta del paciente puede
facilitarnos mucho la decisión buscada, luego de comunicarle la construcción.
Si es falsa, no modifica nada en el paciente, pero si es correcta, él reacciona
frente a ella con un inequívoco empeoramiento de sus síntomas y de su
estado general.

✔ Solo la construcción del análisis, la aparición de nuevos síntomas


materiales, puede decidir si la construcción es correcta o inviable.

Intervenciones en la neurosis. 11
Cada construcción se considera como una conjetura, que aguarda a ser
examinada, confirmada o desestimada.

El camino que parte de la construcción del analista, debería culminar con el


recuerdo del analizado.

Muchas veces, sin embargo, no lleva al paciente al recuerdo de lo reprimido;


pero se puede alcanzar una convicción sobre la verdad de la construcción,
que en lo terapéutico rinde lo mismo que un recuerdo recuperado.

La construcción debe ser pensada como algo que toma su valor en el análisis
mismo, porque viene a ligar los elementos esenciales y singulares que se
desprenden de él, y que se actualizan en la transferencia.

Lo esencial aquí no es la exactitud del acontecimiento, sino el hecho de que el


analizante perciba mejor lo que en su vida tiene valor estructural, lo que no
deja de repetirse en ella y que, sin embargo, hasta entonces desconocía.

Diferencias entre interpretación y construcción (Prácticos A).


En el texto de Freud de "Construcciones en análisis", encontramos dos de las
intervenciones más utilizadas en la clínica analítica de neurosis: Interpretación
y Construcción.

Por un lado, la interpretación se refiere a lo que uno emprende con un


elemento singular del material, con un elemento que aparece en el discurso del
paciente, una ocurrencia, un lapsus.
La interpretación no necesariamente tiene que ser un parlamento por parte
del analista, puede ser una pregunta, o citar lo que dijo el paciente
interrogando que quiso decir con eso, y muchas veces eso tiene un efecto de
interpretación. Para Freud la interpretación era el descubrimiento de una
nueva significación sobre el discurso del paciente. Aporta un sentido
distinto. Lo compara con la interpretación de los sueños en el sentido de un
descubrimiento de lo latente detrás de lo manifiesto en el discurso del
paciente.
Es importante destacar, que las interpretaciones solo tienen lugar si el
paciente está en transferencia, es condición para utilizar esta herramienta.
Además recomienda hacerlo cuando algo del material se traba, cuando hay
resistencia y cesan las asociaciones, cuando algo no avanza; de otra manera
no debe interrumpirse el discurso del paciente.

Intervenciones en la neurosis. 12
Por otro lado, la construcción se refiere a presentarle al paciente una pieza
de su prehistoria olvidada. Se diferencia de la interpretación, porque aquí es
el analista es el que hace una conjetura, una hipótesis, con el material que
trae el paciente y se la presenta. Esta conjetura, es un punto a partir del cual
se explican otras cosas, como una pieza faltante en un rompecabezas.

Freud compara esta tarea con la de un arqueólogo, plantea que así como el
arqueólogo restablece adornos o pinturas a partir de restos que han quedado,
el analista extrae sus conclusiones a partir de recuerdos, asociaciones y
material que trae el paciente; con la diferencia de que su empeño se dirige a
algo vivo y no a un objeto destruido. Sin embargo hay una diferencia que
Freud marca como principal: para la arqueología la reconstrucción es la meta
y el término del trabajo, mientras que para el análisis la construcción es solo
una labor preliminar.

Freud se preguntaba qué tanto daño puede hacer al tratamiento si


presentamos al paciente una construcción errónea; responde que no es algo
por lo cual preocuparse, pues en todo caso el paciente lo pasará por alto. Lo
que sucede, dice, es que el paciente queda como no tocado, no reacciona a lo
presentado ni por sí, ni por no.
En cambio, si la construcción es correcta, ensambla tan bien con la historia
del paciente, que a menudo sucede que con el tiempo el paciente no distingue
si fue un verdadero recuerdo o una construcción.

El autor plantea que vale la pena explicar cómo se suele apreciar en el curso
del tratamiento, el sí y el no del paciente ante una intervención; y dirá que no
podemos quedarnos solo con esa primera respuesta por la siguiente razón:

El sí directo es multívoco: puede reconocer la construcción como correcta


o puede ser resistencial.

El no también es multívoco: mucho más a menudo, expresa una resistencia


provocada por el contenido de lo comunicado.

Multívoco: que tiene muchos sentidos.


¿Cómo sabemos si una interpretación fue acertada? Con el material que
sigue a esa intervención.
Freud menciona variedades indirectas de corroboración, plenamente
confiables.

Corroboraciones de expresión negativa: cuando el paciente responde


con frases tales como “no se me ha pasado nunca eso por la cabeza”,

Intervenciones en la neurosis. 13
“jamás lo pensaría eso”, etc, frases que Freud relaciona con la negación.

Corroboraciones de expresión positiva: cuando el paciente trae un nuevo


recuerdo, un sueño, una asociación.

Por supuesto tenemos en cuenta la reacción del paciente, pero solo a


posteriori, solo la continuación del análisis puede corroborar si la construcción
era correcta o inviable. A cada construcción la consideramos apenas una
conjetura, que aguarda ser examinada, confirmada o desestimada. No
debemos demandar o esperar asentimiento inmediato por parte del paciente,
pues solo con el curso del análisis todo se irá aclarando.
Podemos ver un ejemplo de esto mismo en la conf 17 "El Sentido de los
Síntomas" (pp.243. Allí, Freud cuenta parte del trabajo con una joven paciente
de 19 años “tuve que hacerle a la muchacha unos señalamientos y unas
propuestas de interpretación que en cada caso ella desautorizó con un "no"
terminante, o aceptó con duda desdeñosa. Pero a esta primera reacción
desautorizada siguió una época en que ella misma (…) produjo recuerdos,
estableció nexos, hasta que hubo aceptado todas las interpretaciones por su
propio trabajo".

Intervenciones en la neurosis. 14
Psiquiatría y psicoanálisis.
Autores Freud

Temas Clínica Psicosis

Tipo Práctico B

Temas de la clase. Bibliografía.


Psiquiatría, psicosis y Freud, S. 19151916.
psicoanálisis. Conferencia 16 Psicoanálisis y
psiquiatría. Parte III. Volumen XVI.
pp. 223234.

Al comienzo, Freud describe una acción sintomática repetida que observa en


muchos de sus pacientes: cuando entran a su consultorio y no hay otros
pacientes en la sala de espera, dejan la puerta abierta. Esto no sucede cuando
hay otras personas afuera, esperando.

Refiere que esta acción sintomática no es contingente, tiene un sentido y un


propósito, inconsciente para sus pacientes. Ninguno admitiría que quisieron
testimoniarle menosprecio, desconocido para su conciencia.
Más adelante relata el caso de una señora, que comienza tratamiento por
pedido del yerno de la misma. La señora tenía una buena vida de casada, con
un marido que le era fiel. Ella charlaba todos los días con su mucama. Esta
última odiaba a una joven que le había ido mejor que a ella en la vida,
trabajando de empleada para el marido de la señora. Un día, la señora le
cuenta a la mucama que sería muy desdichada si se enterase de una
infidelidad de su marido y al día siguiente le llega una carta anónima
diciéndole que el marido la engaña con esa misma joven, odiada por su
mucama. Sabiendo la señora de esto y sin pruebas del marido infiel, de todos
modos se martirizaba. Tenía ataques de desconfianza, dolor y reproches. La
mucama había sido despedida, no así esta joven empleada de ellos.

Entonces, con este caso, Freud se interroga el lugar de la psiquiatría y el del


psicoanálisis. Dice que no hay una contradicción y una oposición, sino un

Psiquiatría y psicoanálisis. 1
completamiento. Desde la psiquiatría, el factor hereditario y desde el
psicoanálisis, la importancia de la vivencia. No se contradicen.
¿Qué hace la psiquiatría con este caso? Intentará clasificar al síntoma, dirá
que tiene un delirio de celos. Intentará investigar una causa hereditaria. Hará
un diagnóstico y un pronóstico del desarrollo ulterior.

¿Y desde el psicoanálisis? Se buscará el sentido a esa idea delirante, dirá que


pertenece a una trama de una vivencia de la enferma. Escuchando un poco
más a Freud, ya no le parece incomprensible lo que ocurrió dado que al
parecer la señora tenía un enamoramiento con el yerno y se desplazó
inconscientemente a celos por el marido con una mujer joven. Dirá que es
reacción a un proceso anímico inconciente y que la idea delirante de celos
está determinada por la vivencia que hay tras la contracción de la
enfermedad.

Acción sintomática: no es contingente, posee un motivo, un sentido. La


consciencia de quien la consuma ignora el proceso cuya marca es la acción
misma.
Psiquiatría: la declara la acción sintomática una contingencia sin interés
psicológico, no le da importancia. La acción sintomática parece algo
indiferente, pero el síntoma se impone como importante, conectado a un
intenso sufrimiento subjetivo. Ideas delirantes por predisposición, a causa de
una trasmisión hereditaria. La psiquiatría no aplica los métodos técnicos del
psicoanálisis.

Psicoanálisis: mecanismo de desplazamiento en la génesis de los celos


delirantes. La idea delirante posee pleno sentido, no son disparatadas. Es
necesario como reacción frente a un proceso inconsciente que hay una
resistencia. La vivencia que hay tras la contracción de la enfermedad
determina unívocamente que habría de engendrarse una idea de celos
delirantes.

Psiquiatría y psicoanálisis. 2
Intervenciones en psicosis.
Aulagnier Belucci Fernandez Freud Iunger Lacan
Autores
Muñoz Soler

Temas Clínica Intervenciones Psicosis

Tipo Práctico B Teórico

Temas de la clase. Bibliografía.


Diferencias con respecto a la Aulagnier, P. 1992. El aprendiz
analizabilidad en distintos de historiador y el maestro-brujo.
autores. Apartado: La apertura de
partida en la psicosis. pp. 178
Psicosis subclínicas.
185.
Descompensación, delirio, pasaje
Freud, S. 1923. Neurosis y
al acto.
psicosis. Volumen XIX. pp. 151
El soporte del diálogo 160.
terapéutico.
Freud, S. 1924. La pérdida de
Transferencia e intervenciones. realidad en neurosis y psicosis.
Uso de psicofármacos. Volumen XIX. pp. 189 198.

Freud, S. 19101911.
Puntualizaciones psicoanalíticas
sobre un caso de paranoia
descrito autobiográficamente.
Parte III. Acerca del mecanismo
paranoico. Volumen XII. pp.55
73.

Fernández, E. 1999.
Diagnosticar la Psicosis. Teórico
1 Fenómenos elementales. De
Clerambault. Puntuaciones
freudianas. Lacan en el Seminario
3. pp. 2546.

Intervenciones en psicosis. 1
Fernández, E. 2005. Algo es
posible. Clínica Psicoanalítica de
locuras y psicosis. Capítulo 7.
Estabilizaciones y suplencias. pp
113127. Capítulo 8. Intervenir en
el delirio. pp. 133140.

Lacan, J. 1984. Seminario 3. Las


psicosis. Capítulo 16, apartado 1.
pp. 294299. Capítulo 20,
apartado 1. pp. 356361.

Muñoz, P. D. 2009. La invención


lacaniana del pasaje al acto: de
la psiquiatría al psicoanálisis.
Tercera parte. Capítulo XIV El
pasaje al acto en la obra
freudiana. pp.179 188.

Iunger, V. 1993. Clínica del


pasaje al acto en la neurosis.

Soler, C. 1991. Estudios sobre


las psicosis. Apartado: ¿Qué
lugar para el analista? pp.7 14.

Atzori, S. 2017. Ficha de


Cátedra: Hospital de día: Al
encuentro de la subjetividad.

Belucci, G. 2015. El tratamiento


de las psicosis. pp 5776.

Se trabajarán artículos de Freud sobre psicosis, intervenciones en psicosis.


Entender el funcionamiento de la psicosis dará las bases para pensar en
cómo intervenir.

Si pensamos que hay una cuestión que reviste, por la estructura misma de la
psicosis, cierta dificultad para la interpretación de los hechos, seremos
advertidos de que no será por la vía de ofrecer interpretaciones al paciente,
sino que la posición del analista será diferente y novedosa, que se intentará
definir a continuación.

Intervenciones en psicosis. 2
No tiene que ver con las intervenciones prototípicas del psicoanálisis de la
neurosis, que son las más conocidas.

Para que podamos comenzar a dar cuenta de los fundamentos de la clínica en


psicosis, es necesario que comencemos con un acuerdo de base, que es
pensar a las psicosis como una estructura distinta de la neurosis (y de la
perversión), y no como un déficit de una supuesta normalidad.

Freud investigó, teorizó, pero hasta él no podemos hablar de tratamiento o de


práctica clínica en la psicosis. Sí podemos decir que es a partir de él que el
psicoanálisis intentará darle una lógica a lo que la psiquiatría se propone
poner en orden, clasificando, nombrando la “locura” en base a lo que desde la
observación del que se pone a mirar ve: el síntoma como aquello que
desborda lo esperado. El diagnóstico es un punto de partida, es una conjetura,
requiere de una concepción teórica y anuda lo universal con lo singular, lo
universal de la estructura del síntoma con la particularidad del sujeto. La
psiquiatría nos dirá cómo es el loco, el psicoanálisis se propone dar cuenta de
la verdad en juego en un texto psicótico. Desde el comienzo el psicoanálisis
intenta aislar el mecanismo productor de la enfermedad.

Freud muy tempranamente, en Neuropsicosis de Defensa 1894 diferenció los


mecanismos de defensa de la histeria y de la neurosis obsesiva frente a la
representación intolerable, y aisló otra forma propia para la psicosis. Para ellas
ubicó una modalidad defensiva consistente en que el Yo desestima
(Verwerfen) la representación intolerable junto con su afecto y se comporta
como si la representación nunca hubiera existido.

La representación que amenaza al Yo es intolerable porque recae sobre un


fragmento de realidad demasiado investido, ligado a la experiencia de la
castración. De la castración del Otro, de la madre. Para el niño, lo doloroso de
la experiencia de la castración, es constatar y percibir en el cuerpo femenino
la ausencia de pene que la madre posee. Dolorosa, porque ella significa que
también el niño puede ser despojado del pene, y dolorosa además porque esta
percepción viene a confirmar la seriedad de la prohibición paterna del incesto.
Para Freud, la representación rechazada vuelve desde el exterior y se
transforma en algo alucinado (imagen alucinada del dedo meñique cortado).
Se trata de una defensa mórbida e inapropiada: el peligro que se echó por la
puerta, vuelve obstinadamente por la ventana.

Ahora bien, la concepción freudiana de la defensa psicótica, entendida en un


momento como una expulsión de la representación, se va a ir modificando de

Intervenciones en psicosis. 3
un modo progresivo. Más adelante en su obra dirá que se trata de una acción
aún más brutal que consiste en la "abolición" pura y simple del peligro de la
representación. “No era exacto decir, (escribe Freud en 1911 que la sensación
interiormente reprimida es proyectada al exterior, pues ahora vemos más bien
que lo interiormente reprimido (abolido) retorna desde el exterior”.
Freud endurece notoriamente su posición teórica: la representación no es ya
rechazada, sino literalmente suprimida del interior. Entonces la abolición de la
representación peligrosa es tan radical, que uno se puede preguntar si la
experiencia de castración estuvo inscripta alguna vez en el inconciente, e
incluso, si fue vivida alguna vez. La abolicón es una acción tan neta y tan
definida que tenemos derecho a pensar que el sujeto psicótico no conoce el
dolor de la castración, no fue alcanzado jamás por esta experiencia crucial y
decisiva.
Más tarde, en 1924, en "Pérdida de Realidad en Neurosis y Psicosis", dirá que
el problema no es la pérdida de la realidad, sino el cómo se la sustituye, cuales
son los resortes. También, de acuerdo a Freud, el psicótico no cede la
posición de intérprete, ni tampoco, a causa de su regresión al narcisismo, ama
lo suficiente como para conferir autoridad sugestiva a la palabra del analista.
Transferencia.

✔ Mientras el neurótico asombrado, admite que su inconciente habla


por su intermedio y que él es su agente involuntario, el psicótico por
su parte, conmovido por la certeza, tiene la dolorosa e
inquebrantable convicción de ser víctima de una voz tiránica que lo
aliena.

Se ponen en juego en el dispositivo analítico una serie de operaciones lógicas


que van a posibilitar la pregunta por el deseo, a partir de la instauración del
Sujeto Supuesto Saber. El neurótico padece de preguntas.

Las características del diálogo inicial con el psicótico son diferentes. No va a


suponer en analista el saber inconciente. No nos va a interrogar acerca de
ese saber, sino que se a dirigir a nosotros a fin de hacerse reconocer como
portador de una verdad. La verdad constituye su certeza, y es él quien
pretende hacerla saber al Otro.

Elaboración freudiana de la psicosis.

Intervenciones en psicosis. 4
Freud buscó a lo largo de toda su vida un mecanismo específico de la
psicosis, sin llegar a encontrarlo definitivamente, pero sí dejando indicios que
Lacan va a retomar. Es a partir de las elaboraciones de Lacan que podemos
pensar en una conceptualización de la psicosis y de un abordaje posible.
Podemos ubicar, de un modo esquemático, tres tiempos en la concepción de
Freud sobre psicosis.

Primer tiempo: las neuropsicosis de defensa.

Un primer tiempo se relaciona con los primeros escritos, los llamados "de la
psicopatología primitiva", como son "Las neuropsicosis de defensa" y "Nuevas
conceptualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa". Freud trabaja allí la
histeria, la neurosis obsesiva, la confusión alucionatoria y la paranoica.

Freud no tenía en este momento desarrollados los conceptos de inconsciente,


represión o de sexualidad infantil; se trata, para Freud, de un conflicto entre el
Yo y la representación inconciliable. La manera que opera con esta
representación inconciliable es debilitándola, separando representación y
afecto; esto lo aplica con la histeria y la neurosis obsesiva, pero cuando se
refiere a la confusión alucinatoria, dice que el Yo no se defiende de la
representación debilitándola, sino que se rechaza la representación junto a
su afecto. Aquí es cuando utiliza por primera vez el término Verwerfung, que
luego Lacan tomará para la forclusión. En este mecanismo, dice Freud, se
rechaza una parte de la realidad, como una defensa más radical.

Intervenciones en psicosis. 5
"Existe una modalidad defensiva mucho más enérgica y
exitosa (...) El Yo se arranca de la representación
insoportable". Freud, Las Neuropsicosis de Defensa.

Por otro lado, cuando habla de la paranoia, el mecanismo que opera según
Freud en este momento es la proyección; se rechaza la representación y la
misma luego retorna desde afuera. La proyección como concepto que nace,
luego entra en cuestión y posteriormente no alcanza para explicar a la
psicosis.
Se pregunta Freud cómo las neuropsicosis de defensa tienen síntomas
distintos; histeria (es por conversión) y neurosis obsesiva (es por falso enlace)
- la proyección daría cuenta de los síntomas de la paranoia.

La paranoia tiene, entonces, el propósito de defenderse de un representación


inconciliable para el yo, proyectando al mundo exterior el sumario de la causa
que la representación misma establece, mediante el abuso del mecanismo
psíquico de la proyección.
En todos los casos, la idea delirante se sustenta con la misma energía con la
que el yo se defiende de la idea penosa insoportable. “Los paranoicos aman
a su delirio como a sí mismos”. A diferencia de la neurosis obsesiva, el
paranoico se sostiene fuertemente en su delirio. El delirio no le molesta al
paranoico, al contrario, busca sostenerlo.

Freud encuentra un origen común para la histeria, neurosis obsesiva,


confusión alucinatoria y la paranoia; en todos los casos, busca el episodio que
originó el síntoma y encuentra que el mismo está vinculado a un hecho de
carácter sexual. Tienen en común estas formaciones patológicas ser el
resultado de la acción de una defensa. Freud todavía no distingue psicosis de
neurosis en esta primera formulación de las estructuras clínicas.

"Es preciso que la paranoia posea un particular camino o


mecanismo de represión, así como la histeria o la neurosis
obsesiva". Freud, Nuevas puntualizaciones de las
neuropsicosis de defensa.

“En la paranoia, el reproche es reprimido por un camino que


se puede designar como proyección, puesto que se erige el

Intervenciones en psicosis. 6
síntoma defensivo en la desconfianza hacia otros; con ello
se le quita reconocimiento al reproche y, como
compensación de esto, falta luego una protección contra los
reproches que retornan dentro de las ideas delirantes”.
Freud, Nuevas puntualizaciones de las neuropsicosis de
defensa.

Por lo tanto, desde un principio a Freud se le hace necesario marcar una


diferencia entre las neurosis y lo que luego serán psicosis, como la
necesidad de marcar un mecanismo específico para la psicosis. En este
momento, no hay distinción entre neurosis y psicosis, ambas son
neuropsicosis de defensa NPD. Este es el primer momento de su elaboración.

Compara a la paranoia (síntoma primario: desconfianza de los otros, le quita


reconocimiento al reproche) con la neurosis obsesiva (síntoma primario:
desconfianza de sí mismo, reconoce el reproche). En la paranoia, el enfermo
no se defiende de su delirio, el Yo se altera en función del delirio, para
mantenerlo. En la neurosis obsesiva, el obsesivo trata de defenderse de sus
ideas obsesivas. F

Freud ubica en todo caso de una neuropsicosis de defensa distintos


momentos lógicos de la defensa: los síntomas primarios (que sirven para la

Intervenciones en psicosis. 7
defensa), luego el retorno de lo reprimido (el fracaso de la defensa) y los
síntomas secundarios (un nuevo intento de defensa luego del retorno de lo
reprimido).

Segundo tiempo: Schreber/introducción del narcisismo.

El análisis del historial de Schreber constituye un segundo momento de la


elaboración freudiana de la psicosis. Pone en cuestión la idea de la
proyección como mecanismo de la paranoia. Freud va a analizar un historial
clínico, lo va a interpretar. Schreber da un testimonio de su enfermedad con la
idea de promover el conocimiento científico.

En todo el análisis que hace del historial de Schreber, Freud sigue pensando
a la psicosis como una neurosis. Sostiene la idea del ocasionamiento de la
enfermedad a partir de la defensa contra una moción homosexual reprimida.
En este sentido, Freud despliega la interpretación, interpretando como una
neurosis, vinculando a lo reprimido.

Intervenciones en psicosis. 8
La proyección se le revela como insuficiente, entonces se pasa de la
proyección a la represión. Freud brinda un desarrollo de la represión, donde
plantea por primera vez los tiempos de la represión: la fijación, la represión
propiamente dicha y el fracaso de la represión, el retorno de lo reprimido.
Cuando Freud cuestiona el concepto de la represión, se presenta esa
enigmática frase de Freud, en lo que "lo interiormente cancelado o abolido,
retorna desde lo exterior" que luego tomará Lacan.

Freud deja así de lado el camino de la formación del síntoma y se dedica a la


modalidad del proceso de la represión en la paranoia. Descompone dicho
proceso en tres fases:

 La fijación, como precursora de condición de cada represión. Una pulsión


o componente pulsional no recorre el desarrollo previsto como normal y
permanece en un estadio más infantil. Aquí reside la predisposición
patológica. Se trata de un proceso más bien pasivo. Las diversidades de la
fijación son tantas cuantos estadios hay en el desarrollo de la libido.

 La represión propiamente dicha. Se trata de un proceso más bien activo,


a diferencia de la fijación. Los retoños psíquicos de aquellas pulsiones que
entran en conflicto con el yo sucumben a la represión.

 El fracaso de la represión, el retorno de lo reprimido. Es la fase más


sustantiva para los fenómenos patológicos.

Visto desde Schreber: no habla del primer tiempo de la represión que sería la
fijación, sino desde la represión propiamente dicha.
Como segundo momento, “represión propiamente dicha” - la pérdida de la
realidad, el sepultamiento del mundo de Schreber.
Como tercer momento, el retorno de lo reprimido, hallamos el delirio como
intento de restablecimiento (la reconciliación). El delirio es un intento de
curación, dicho en el sentido de intento de reconexión libidinal con los
objetos. Esto quiere decir, es un intento fallido de curación, porque se
revincula con el otro, pero de un modo delirante.

A partir de aquí, Freud hablará de "psiconeurosis de transferencia", donde la


investidura libidinal va a los objetos, y por otro lado las "psiconeurosis
narcisistas", como la paranoia y la esquizofrenia, dejando claro que estas
últimas no son abordables por el psicoanálisis. Está pensando ya en libido
yoica y libido objetal. Freud está pensando aquí en la psicosis en términos
económicos, en términos del destino del quantum libidinal. La retracción

Intervenciones en psicosis. 9
libidinal que Freud encuentra en varias manifestaciones de la psicosis se
vincula con esto.

✔ Lo principal, es que Freud entiende que en la paranoia opera la


represión, entendida como un quite de la inestidura libidinal de los
objetos del mundo y la retracción de esa libido al Yo.

En el caso Schreber, Freud halla una referencia de la modalidad de la


represión en la paranoia, y la sitúa en la “catástrofe del fin del mundo” en el
apogeo de la enfermedad. Voces le decían a Schreber que el mundo estaba
perdido, él estaba seguro que era el único hombre real que quedaba y el resto
eran “hombres improvisados en el apuro”. El sepultamiento del mundo, dice
Freud, es la consecuencia del conflicto que se había estallado en él. El
enfermo ha sustraído de las personas de su entorno y del mundo que lo
rodea la investidura libidinal que hasta entonces les había dirigido. Con ello,
todo se ha vuelto indiferente. El sepultamiento del mundo es la proyección de
esta catástrofe interior; su mundo subjetivo se ha sepultado desde que él le
ha sustraído su amor.
Además, ubica a la formación delirante como el intento de restablecimiento,
de reconstrucción. Lo que nosotros consideramos la producción patológica
no es más que el intento de reconstrucción tras la catástrofe, que se logra
más o menos bien y nunca por completo. Pero gracias a ella el hombre
recupera el vínculo con las personas y cosas del mundo, y puede vivir en él.

✔ En la paranoia, dice Freud, la libido liberada se vuelca al yo, se


aplica a la magnificación del yo. Así se vuelve a alcanzar el estadio
del narcisismo, conocido por el desarrollo de la libido, en el cual el
yo propio es el único objeto sexual. Freud supone entonces que los
paranoicos conllevan una fijación en el narcisismo y declara que el
retroceso desde la homosexualidad sublimada hasta el narcisismo
indica el monto de la regresión característica de la paranoia.

El objeto concentra toda la libido del sujeto, y cuando se retira de nuevo


ocurre el sepultamiento del mundo. Se ubica al sepultamiento del mundo
como la represión propiamente dicha. El fracaso de la represión reconduce la
libido a los objetos y el mundo se reconstruye en el delirio. Lo que

Intervenciones en psicosis. 10
consideramos la producción patológica es en realidad el intento de
restablecimiento de la realidad.

Otra referencia importante que Lacan va a tomar de Freud está en el historial


del hombre de los lobos, cuando refiere a la alucinación del dedo cortado.
Freud hablará de la presencia de tres corrientes psíquicas, mencionando
nuevamente el concepto de Verwerfung. Esta tercer corriente psíquica de la
que habla Freud, dice "esta corriente no quiere saber nada de la castración
en el sentido de lo reprimido".

Dice textual Freud: "una represión es algo diverso de una


desestimación (Verwerfung) (...) cuando dije que la
"desestimó", el significado más inmediato de esta expresión
es que no quiso saber nada de ella, en el sentido de la
represión. Con ello, en verdad, no se había pronunciado
ningún juicio sobre su existencia".

Freud nunca había expresado con esta claridad que las respuestas a la
castración fueran la represión, la desmentida o la desestima, como la nombra
en este historia, y nunca más retoma este concepto, que será una de las
referencias que va a tomar Lacan.

Freud recuerda la alucinación del dedo cortado y utiliza el término


Verwerfung para subrayar que el mecanismo que ha operado es diferente
de la Verdrangung (represión). La escena implica que el sujeto ve su dedo
cortado y colgando, a punto de caerse, en un momento de suspensión de la
realidad. La teoría de Freud es que el niño rechazó (y utiliza el término
Verwerfung), desestimó la castración, “el niño no quiere saber nada de la
castración, ni en el sentido de lo reprimido”. No es no querer saber y reprimir,
sino una negación, una verwerfung.

Tercer momento: introducción de la segunda tópica/la pérdida de la


realidad.

Intervenciones en psicosis. 11
Los textos de referencia con "Neurosis y Psicosis" y el de "Pérdida de la
Realidad en Neurosis y Psicosis".

Freud vincula a la neurosis y psicosis con la realidad, hablando de una pérdida


de la realidad. Esto quiere decir: la realidad se construye, y si la realidad se
construye es que se puede perder.

Menciona la diferencia más importante entre neurosis y


psicosis Freud, "Neurosis y psicosis": “La neurosis es el
resultado de un conflicto entre el yo y su ello, mientras que
la psicosis es el desenlace análogo de una similar
perturbación entre el yo y el mundo exterior”.

Pregunta que Freud se plantea al final en Neurosis y


Psicosis: "para concluir, cabe apuntar un problema: ¿cuál
será el mecanismo, análogo a una represión, por cuyo
intermedio el Yo se deshace del mundo exterior?"

Esta pregunta pone en evidencia cómo a Freud le resulta insuficiente el


mecanismo de la represión para dar cuenta de los fenómenos clínicos de la
psicosis. En "Pérdida de la realidad en neurosis y psicosis", Freud ya propone

Intervenciones en psicosis. 12
un nuevo mecanismo, la "desmentida", cuyo efecto va a ser una escisión en
el Yo.
Freud plantea que en la neurosis hay una hiperpotencia del influjo objetivo de
la realidad, y en la psicosis hay una hiperpotencia del ello. La pérdida de la
realidad estaría dada de antemano en la psicosis, pero la neurosis también
tienen pérdida de la realidad y perturbado el vínculo con la realidad.

En la neurosis la pérdida de la En la psicosis, la pérdida de la


realidad estaría en un segundo realidad se da en un primer tiempo.
tiempo: el estallido de la neurosis, El delirio como intento de
cuando un fracaso de la represión y reconstrucción. La psicosis
retorno de lo reprimido. La neurosis desmiente la realidad y procura
no desmiente la realidad, sino que no sustituirla, se procura nuevas
quiere saber nada de ella. percepciones que corresponden a
una realidad nueva, por vía
alucinatoria.

Neurosis:
Las neurosis de transferencia se caracterizan porque el yo no quiere dar
trámite a una moción pulsional del ello, y el yo se defiende de aquella
mediante el mecanismo de la represión; lo reprimido se vuelve contra ese
destino y se procura una formación de compromiso, que se le impone al
yo; el síntoma. El yo encuentra en el síntoma un intruso, y prosigue la lucha
contra él tal como se había defendido de la lucha pulsional originaria.
En la neurosis, el yo, en vasallaje a la realidad, sofoca un fragmento del
ello (vida pulsional) mientras que en la psicosis ese mismo yo, al servicio
del ello, se retira de un fragmento de la realidad. Por lo tanto, lo decisivo
para la neurosis sería la hiperpotencia del influjo de la realidad, y para la
psicosis la hiperpotencia del ello.

Cuando el yo emprende la represión, obedece en el fondo a los dictados


de su superyó, que tienen su origen en los influjos de la realidad. El yo se
pone así del lado de estos poderes, cuyos reclamos poseen más fuerza
que las exigencias pulsionales del ello, y es el yo el que efectúa la
represión del ello. El yo entra en conflicto con el ello al servicio del
superyó y de la realidad; esto es válido para todas las neurosis de
transferencia.

Intervenciones en psicosis. 13
La neurosis se conforma con evitar el fragmento de la realidad
correspondiente y protegerse del encuentro contra él. Sin embargo, en la
neurosis no faltan intentos de sustituir la realidad indeseada por otra más
acorde al deseo, la posibilidad de esto dada en la fantasía.

Psicosis:
En la forma de la psicosis conocida como esquizofrenia, se sabe que
tiende a desembocar en la apatía efectiva, la pérdida de toda
participación en el mundo exterior. El delirio se presenta como un parche
colocado en el lugar donde originalmente se produjo una desgarradura
en el vínculo del yo con el mundo exterior; los fenómenos del proceso
patógeno a menudo están ocultos por los de un intento de curación o
reconstrucción.

En la psicosis por lo tanto la segunda instancia presenta característica de


reparación. El segundo paso de la psicosis sin embargo, si bien quiere
compensar la pérdida de la realidad, no es a expensas de una limitación
del ello, sino a través de la creación de una realidad nueva, que ya no
ofrece el mismo motivo de escándalo que la abandonada.

✔ Conflicto en la neurosis: entre el yo y el ello (bajo el influjo de la


realidad), conflicto en la psicosis: entre el Yo y el mundo exterior
(bajo el influjo del ello).

En el resultado final, la neurosis se evita un fragmento de la realidad,


mientras que en la psicosis se lo reconstruye. En la psicosis, a la huida inicial
sigue una fase activa de reconstrucción, mientras que en la neurosis la
obediencia inicial es seguida por intento de huida. La neurosis no desmiente
la realidad sino que se limita a no querer saber nada de ella; la psicosis la
desmiente y procura sustituirla.
En ambas, la tarea que debe sucederse en el segundo paso fracasa, al menos
parcialmente, puesto que no puede crearse un sustituto cabal para la pulsión
reprimida (neurosis) y a la subrogación de la realidad no se deja verter en los
moldes de formas satisfactorias.
Resumiendo: en la neurosis también está perturbado el vínculo con la
realidad, pero no en el primer tiempo sino en el segundo. En la psicosis
también hay dos momentos (se rompe el nexo con la realidad/se restablece
con la creación de una nueva realidad). En ambos casos, la realidad produce

Intervenciones en psicosis. 14
displacer (en la neurosis se evita un fragmento y en la psicosis se desmiente
la realidad y se busca reconstruirla).

Freud subrayó que las relaciones del sujeto con la realidad no son las mismas
en la neurosis y en la psicosis. Esta gran diferencia debe tener, dice Freud, una
profunda razón estructural. Cuando hablamos de neurosis, hacemos cumplir
cierto papel a una huida, una evitación, donde un conflicto con la realidad
tiene su parte. Se produce en el sujeto cierta ruptura con la realidad. La
realidad sacrificada en la neurosis es una parte de la realidad psíquica.
Realidad no es homónimo de realidad exterior. En el momento en que se
desencadena la neurosis, el sujeto elude una parte de su realidad psíquica.
Esta parte es olvidada, pero continúa haciéndose oír. ¿Cómo? De manera
simbólica. La realidad que el sujeto eludía en determinado momento, intenta
hacerla volver a surgir prestándole una significación particular, un sentido
secreto, que llamamos simbólico.
A la neurosis le opone la psicosis, donde en un momento hubo ruptura,
agujero, desgarro, pero con la realidad exterior. En la neurosis, es en un
segundo tiempo, y en la medida en que la realidad no está rearticulada
plenamente de manera simbólica en el mundo exterior, cuando se produce en
el sujeto la huida parcial de la realidad, incapacidad de afrontar esa parte de
la realidad secretamente conservada. En la psicosis, en cambio, es
verdaderamente la realidad misma la que está primero provista de un agujero,
que luego el mundo fantasmático vendrá a colmar.

Conceptos que introduce Lacan.

Intervenciones en psicosis. 15
Corresponde a Lacan haber ubicado un mecanismo particular y específico
para la psicosis, así como le corresponde haber definido las tres estructuras
clínicas de neurosis, psicosis y perversiones, situando los mecanismos
correspondientes a cada una de ellas.
Neurosis, psicosis y perversiones serían posicionamientos respecto de la
castración, respecto de la falta. Las estructuras clínicas serían, desde este
punto de vista, modos de defensa.

La represión como mecanismo de la neurosis, consiste en no querer saber


sobre la falta. Las formaciones del inconsciente indican el fracaso de la
represión y el retorno de lo reprimido.
Lo reprimido siempre está ahí y se expresa de modo perfectamente articulado
en los síntomas y otros fenómenos. Que lo reprimido se exprese en modo
articulado indica que no fue expulsado de lo simbólico, sino que se articula en
una cadena de significantes. Lo que se inscribió en lo simbólico, lo que tomó
el camino de la Bejahung, pudo ser reprimido, pero como la represión es una
operación en el plano de lo simbólico, podrá retornar en ese campo también,
en lo simbólico.

La forclusión o rechazo de la psicosis tiene que ver con la no inscripción de


la castración. Así como en la neurosis podemos decir que lo reprimido retorna
en lo Simbólico, podemos decir que en la psicosis lo forcluido retorna en lo
Real.

Lo que cae bajo la acción de la Verwerfung tendrá un destino totalmente


diferente, ya que se trata de una expulsión, de una no admisión al registro
simbólico, y por lo tanto el retorno no se va a producir en lo simbólico. Para
Lacan, aquello que ha sido expulsado de lo simbólico va a retornar en lo real.

El mundo simbólico de un sujeto está constituido, por lo tanto, de los


significantes que se han inscripto originariamente en la Bejahung, mientras que
aquellos que han quedado por fuera de lo simbólico retorna en lo real.

✔ Lo que caracteriza a la psicosis es la forclusión de un significante en


particular, el significante del Nombre del Padre.

Intervenciones en psicosis. 16
¿Qué consecuencias tiene que la falta no esté inscripta? ¿Qué implica que el
significante del Nombre del Padre que ordena la estructura no opere?

Para Lacan, la forclusión o rechazo en la psicosis opera sobre un significante


primordial, el significante del Nombre del Padre, a partir del cual se ordena la
estructura. Es el significante fundamental, que otorga identidad al sujeto, lo
nombra, lo posiciona en el orden simbólico. El significante del Nombre del
Padre nunca se inscribió.
Además de ser ordenador de la estructura, es también mediador en la relación
con el otro y con la realidad. Este significante permite una operación que se
denomina "metáfora paterna", que articula Edipo y castración. El resultado de
la metáfora paterna es un sujeto afectado por la castración, en tanto no se es
el objeto que completa al otro.

La no inscripción del Nombre del Padre es lo que constituye a la psicosis


como estructura. El sujeto psicótico no ocupa el lugar del falo, sino de objeto
de goce.
El síntoma psicótico, que no es resultado de un saber no sabido, por lo tanto
no es interpretable, no remite a un saber inconsciente, no hay un sentido por
develar; la interpretación es un recurso fundamental y solo de la neurosis.
Así como la estructura del síntoma neurótico es represión y retorno en lo
simbólico, la estructura del síntoma de la psicosis es forclusión y retorno en
lo real. No se trata de un saber inconsciente que insista y que se pueda
articular en significantes.
Si el Nombre del Padre actúa regulando cómo funcionan los significantes, en
la psicosis éstos ya no van a tener esa regulación. El Nombre del Padre
regulaba, a su vez, el goce: por lo tanto, el sujeto psicótico va a experimentar
una irrupción del goce no regulado. El sujeto experimenta estados de
excitación en el cuerpo que pueden tornarse insoportables. Perturbador,
desgarrador, puede llevar a intentos de suicidio. Esto nos habla de un goce
que no está regulado en la psicosis.

[Entonces: por la forclusión del significante del nombre del padre, en la


estructura psicótica no hay Edipo sostenido en la metáfora paterna. Que el

Intervenciones en psicosis. 17
Edipo falte en lo simbólico no implica que no se pueda compensar en lo
imaginario. La compensación se trata entonces de una identificación que se da
como las llamadas “muletas imaginarias”, compensa esa falta en lo simbólico
que es la forclusión del nombre del padre.

“Compensación imaginaria del Edipo ausente”. El Edipo tiene como resultado


la significación fálica. Como en la psicosis no hay inscripción del nombre del
padre, no hay respuesta a la x del deseo del otro, que es esta significación
fálica. Si no tiene esta orientación fundamental, debe orientarse mediante
compensaciones imaginarias. Sustituyen eso que el Edipo le da al neurótico,
que el psicótico no tiene.]

Fernández.
La autora dirá que allí donde la psiquiatría se propone poner orden en lo que
desordenaba, el psicoanálisis intenta darle una lógica. Hace un recorrido
desde la psiquiatría, tomando a Clèrambault y el concepto de fenómenos
elementales.

Los fenómenos elementales son neutros, atemáticos y anideicos. Se separan


en sutiles y en ideo-verbales. Son experimentados como fenómenos
impuestos.
Para Clèrambault hay un triple automatismo: verbal, motor y sensitivo. Dirá
que el delirio se edificará como modo de explicar y dar cuenta de estos
fenómenos que se le imponen al sujeto. Agrega que el automatismo mental
tendrá un carácter persecutorio al volverse temático. Por el delirio, se torna
peyorativo, irritante, vejatorio contra el sujeto.

Dirá la autora, entonces, que el sujeto se descubre continuamente doblado por


una emisión paralela que lo emancipa, lo acompaña o lo sigue, y que incluso
puede no decirle nada. Este decir insensato es el que se transformará en el
delirio.
Lacan va a jerarquizar la teoría del fenómeno elemental elevándolo a
característica de esencial en la estructura psicótica. Se marca una diferencia
fundamental entre Clèrambault y Lacan: mientras que para el primero el
delirio es la manera de darle un sentido posible a esta irrupción sin sentido del
fenómeno elemental, para Lacan, el delirio es también un fenómeno elemental.
Dirá Lacan: "“El delirio no es deducido, reproduce la misma fuerza
constituyente, es también un fenómeno elemental”.

Intervenciones en psicosis. 18
Fernández también hará una diferenciación entre la proyección paranoica y
otras proyecciones. Freud dice que "la libido abandona la representación del
objeto, la cual, precisamente, por ser despojada de la ocupación, que la ha
caracterizado como interior, es tratada como una percepción y puede ser
proyectada hacia afuera". Este tratamiento de la representación del objeto
como percepción que proviene de afuera determina que sea vivida por el
sujeto como que le concierne, está dirigida a él.

Lineamientos de la psicosis.
Coordenadas teóricas de la psicosis para poder pensar cómo intervenir en
una estructura psicótica.
Sobre la realidad: Freud va a decir que el neurótico va a evitar la realidad,
huyendo de ella, no queriendo saber nada de ella; pero dirá que el psicótico va
a negar la realidad y va a procurar sustituirla. Es una defensa mucho más
enérgica; crear una nueva realidad para sustituirla.
El conflicto, Freud dirá que en la neurosis es entre el Yo y el Ello, y en la
psicosis que es entre el Yo y el mundo exterior; el conflicto es más con la
realidad en la psicosis.

Mecanismo fundamental: el mecanismo es totalmente diferente en una


estructura que en otra. En la neurosis hablamos de represión, en la psicosis
hablamos de la forclusión del significante del Nombre del Padre, lo cual
provoca un agujero en lo simbólico, una ausencia de inscripción simbólica.
Desde esta ausencia de inscripción simbólica, el trabajo en una y otra
estructura se piensan de maneras diversas.
La transferencia será diferente. Freud decía que le interesaba realizar
primeras entrevista para lograr, en un diagnóstico diferencial, saber si el
cuadro era de una neurosis y de una psicosis; si era una psicosis, no iba a
realizar el tratamiento, porque no era una neurosis de transferencia. Freud
sostenía que no era opsible tratar la psicosis con psicoanálisis.

En la neurosis, el analista se posiciona en un lugar de saber, como Sujeto


Supuesto Saber. Esto no sucede en la psicosis. El que sabe es el psicótico,
no el analista. El saber lo tiene el psicótico.
Entonces, la transferencia característica de la psicosis es una transferencia
masiva, total, como sin límite. Por eso es tan riesgoso que el analista quede
ubicado en el lugar del otro perseguidor o que se provoque o se transforme

Intervenciones en psicosis. 19
en una erotomanía, en una transferencia erotómana. "El analista me ama". Los
autores posfreudianos van a hablar de esta característica de la transferencia
en la psicosis, una transferencia más total, al haber esta ausencia de lo
simbólico.

Belucci toca el tema de la transferencia en la psicosis, haciendo referencia al


analista como semejante, al analista que funciona como terceridad.

El lenguaje es distinto en la neurosis y en la psicosis. En la neurosis, se


propone al paciente la asociación libre; en la psicosis esto no es algo que
haremos. En la neurosis habla un simbólico, por lo tanto vamos a encontrar
metáfora; en la psicosis, vamos a decir que no hay metáfora, que hay
fenómeno elemental, por lo tanto hay certeza, autoreferencia, delirio,
neologismos, lenguaje con sentido propio y único para esa persona, que no
tiene un consenso social. No hay metáfora, hay literalidad.
El deseo se piensa distinto en la neurosis y en la psicosis. En principio, en la
neurosis hablamos de represión, por lo tanto hablamos de sepultamiento del
Complejo de Edipo, hablamos de Superyó, y por lo tanto hablamos de la
habilitación del deseo. Hay una falta instaurada que habilita el deseo. En
cambio, en la psicosis, falta la falta, entonces - como el deseo se instaura a
partir de una prohibición, a partir de una falta, no hablamos de una
habilitación del deseo en la psicosis, no en términos teóricos. Desde lo
teórico decimos que no hay deseo, en este punto, en la psicosis.
La angustia también se piensa de manera diversa en la neurosis y en la
psicosis. En la neurosis pensamos la angustia como una indicación de la
proximidad del sujeto con el deseo, una angustia de castración, angustia
como señal; en cambio, en la psicosis, vamos a hablar de una angustia de
fragmentación, en tanto una fragmentación corporal, una vivencia de
despedazamiento, una angustia mortal para el sujeto. En este punto, la
angustia queda más del lado del analista. Claramente, esto se percibe en el
caso R que se brinda de ejemplo. Psicosis: Caso R.
Otro punto a pensar es el lugar del Otro. En la neurosis podemos pensar que
el otro se ubica cubriendo la falta, para no encontrarse el sujeto con la falta
propia. En la psicosis, podemos decir que el sujeto queda totalmente tomado
por el otro, a merced del otro, a merced de este otro que lo goza.
Justamente, a partir de todo esto se puede pensar en las intervenciones en la
clínica de la psicosis. En la neurosis, si hablamos de esta línea de lo simbólico,
podemos pensar en una intervención desde la interpretación y de la

Intervenciones en psicosis. 20
construcción; sobre todo, la interpretación como propia de la neurosis, la idea
de lo simbólico, de descifrar el mensaje inconsciente.

En cambio, en la psicosis, desde la ausencia de lo simbólico, nunca vamos a


poder hablar de interpretación. Las intervenciones van a tener que ver con el
lugar del analista en la psicosis.
Lacan hablará de ser "secretario del alienado", como una intervención
relacionada con el poder llevar la agenda del psicótico, poder organizar una
estructura desorganizada, esta estructura desarmada, donde no hay tiempo,
no hay espacio; poder generar una línea de acontecimientos ordenada, ir
generando ese orden que el sujeto vive como un caos.

Aulagnier habla de ser "el oído del que habla", lo que tiene que ver con el
investir el discurso del paciente, ese discurso que es rechazado. Será muy
importante la escucha invistiente, que el sujeto pueda sentirse alojado por el
analista. Esto provoca una diferencia frente a la vivencia de rechazo de los
otros, poder escuchar ese delirio, eso que el sujeto vive como rechazo por
parte del otro.

Soler hablará del "lugar del testigo", testigo en tanto poder alojar el
testimonio de ese sujeto. Poder generar un espacio vacío de goce; el ser
gozado por el otro es algo que le genera mucho sufrimiento al sujeto. De ahí,
la idea de generar un espacio vacío de goce tiene que ver con la posibilidad
de generar una intervención que propicie el acotamiento del goce - poder
ubicarse como semejante, poder ubicarse del lugar del otro barrado, como
este sujeto que no sabe y que no entiende, que de alguna manera no tiene el
saber total.

Es importante presentarnos como barrados frente a la idea del otro gozador;


muchas veces, el paciente psicótico va a querer ubicar al analista en ese lugar
de otro absoluto y el analista deberá correrse, "eso yo no lo sé", "lo estás
diciendo vos", "yo la verdad no sé nada de eso que me estás diciendo". Si el
paciente quiere ubicarnos en ese lugar, nosotros nos vamos a correr.

Intervenciones posibles del analista en la psicosis.


Lacan.
Lacan dirá que “nos contentaremos con hacer de Secretarios del Alienado, y
que tomaremos su relato al pie de la letra”. Aquí Lacan hace alusión al modo
en que el sujeto psicótico se relaciona a la palabra, a su certeza, a la no

Intervenciones en psicosis. 21
posibilidad de dialectizar su discurso y de hacer metáfora. También hace
alusión en este modo de escucha, que más que escuchar si la alucinación es
verbal, sensorial, etcétera, se trata de simplemente escuchar al sujeto.
Lacan nos dice en el texto "El llamado, la alusión" que “si el neurótico habita el
lenguaje, el psicótico es habitado, poseído por el lenguaje". Nos está diciendo
de la posibilidad de juego dialectico que aparece en la neurosis, en tanto hay
un significante que falta. En la psicosis, al haber falta de la falta, el sujeto
queda sujeto, poseído por el lenguaje, no habrá un discurso latente pasible de
ser interpretado por parte del analista. Las palabras serán tomadas como
cosas.

A partir de aquí plantea la pregunta de si el psicótico entró o no en el


lenguaje. Dirá Lacan a modo de advertencia: “sucede que tomamos pre-
psicóticos en análisis, y sabemos cuál es el resultado: el resultado son
psicóticos”. Esto sucede cuando se le propone al sujeto “tomar la palabra”, es
decir responder desde el lugar donde no hay respuesta posible, desde el
agujero, desde la forclusión significante. Agrega Lacan: “la clínica nos muestra
que es justamente en ese momento, si se sabe detectarlo en niveles muy
diversos, cuando se declara la psicosis.”

Aulagnier.
Aulagnier habla sobre los movimientos de apertura en la psicosis. La autora
comienza caracterizando la psicosis como un lugar de cristalizaciones
inconmovibles, tanto del otro como propias del sujeto. Plantea que para el
sujeto psicótico no hay otra cosa que lo ya conocido, que todo es una
repetición. Marca las diferencias entre neurosis y psicosis desde el punto de
vista transferencial y los movimientos posibles (o no) en el sujeto.
Para la psicosis, las cosas son como son y no pueden ser de otra manera,
todo está anunciado, predicho, previsto y escrito. Está instalada una idea de
que las cosas son inmodificables, de un sin salida. En ese marco, Aulagnier
concluye con algunas consideraciones sobre la apertura de la partida en la
psicosis.

En los movimientos de apertura en la psicosis son importantes dos lugares.

El paciente psicótico puede ubicar al analista en diferentes lugares:

 Lugar de lo ya conocido.
No se puede evitar que el sujeto nos haga ocupar el lugar de lo ya
conocido.

Intervenciones en psicosis. 22
 Lugar del objeto omnipotente.
Inicialmente podemos valernos de la proyección de un objeto
omnipotente, protector, idealizado para favorecer el investimiento de la
relación, pero rápidamente trataremos de corrernos de ese lugar

 Lugar del perseguidor.


La partida se hace imposible si nos asigna de entrada el papel exclusivo
de perseguidor. Si, en cambio, pudimos ocupar antes otras posiciones,
intentaremos utilizar esas experiencias para que el sujeto pueda percibir la
diferencia entre el perseguidor proyectado y el personaje que lo escucha.

Este lugar es heredero del que tuvieron los padres en la infancia del sujeto.
Ellos le prohibieron, y el psicótico lo aceptó, creer que otro pensamiento
que el de ellos pudiera saber lo que se refiere al deseo, la ley, el bien, el
mal.

Cuando la realidad le fue mostrando al sujeto las debilidades de los


padres, ese omni-saber quedó ubicado en el perseguidor.

Lugares en que el analista intentará ubicarse para que la partida sea


posible.

 El lugar de lo no experimentado todavía.


Si en la neurosis podemos favorecer la proyección y detectar lo que se
reactualiza en transferencia, en la psicosis el trabajo consiste en hacer
sensible al sujeto respecto de lo que dentro de esta relación no se repite,
de lo diferente que ella ofrece.
Tenemos que intentar probarle al sujeto que en ciertos momentos
podemos también estar en “otro lugar”.

 El lugar del escuchante invistiente.


Los delirios, que no tenían destinatario (en general, el entorno no escucha
los delirios), encuentran uno en el analista, quien inviste el discurso
delirante. Es importante dar muestras de ese interés al paciente. Este es un
modo, también, de intentar poner en evidencia que se trata de otro tipo de
relación de las ya conocidas por el sujeto.

Respecto del lugar del Sujeto Supuesto Saber, dirá que este lugar ya está
ocupado por los padres, ellos son los que saben sobre el deseo, el bien, el mal
y la ley. Hay una imposibilidad estructural de verlos barrados. Tener presente
en este punto que una gran parte del padecimiento de la psicosis es

Intervenciones en psicosis. 23
confrontar con un Otro no atravesado por la falta, con un otro sin barrar. El
sujeto psicótico queda a merced de un otro no atravesado por la ley.
Eventualmente, si pudieron ser destituidos, va a atribur ese saber a un
perseguidor exterior.
Por otro lado, también está ocupado el lugar del investimiento, establece
vínculos de investimiento masivo con esos representantes del poder, que son
sus padres. Con ellos se da un diálogo que siempre se reitera pero, dice
Aulagnier, nos queda una posibilidad; se refiere a que, cuando una psicosis se
desencadena, cuando un psicótico se desencadena, indica allí el fracaso de
ese diálogo. Que aparezca un delirio sería el testimonio de que el sujeto o no
quiere o no puede seguir creyendo en la presencia de la escucha del otro. En
ese caso, plantea, puede llegar a ocurrir, si bien es algo infrecuente, que
invista una relación con un otro y que eventualmente ese lugar pueda ser
ocupado por el analista.
Se abriría allí la posibilidad de llegar a ocupar lo que Aulagnier llama como
"ser el oído del que habla". En ese quiebre, en esa ruptura, ahí puede llegar a
operar el analista, en un movimiento de apertura y de transformación posible,
de un pensamiento sin destinatario en un discurso que uno puede oír y que el
propio paciente pueda oír. Se pondría en juego la presencia de una escucha
nueva, que pueda garantizar que eso que dice forma parte de lo que el otro
puede oír e investir.

La relación transferencial es reemplazada en la psicosis por una relación de


investimiento de un escuchante, que es el analista, pero que tiene como
condición una función en el propio sujeto, que es la de ser escuchante de su
propio discurso. En este punto, el analista acompañaría este proceso del
propio sujeto. Se pone en juego una escucha que le permite separar lo que él
piensa de lo que él fue obligado a pensar. Se trata, entonces, del lado del
analista, de esto que Aulagnier define como "una escucha invistiente". Se
apunta a crear la posibilidad de una relación que no sea repetición de la ya
vivida. Se trata, entonces, de un primer movimiento de investidura de la
relación.

Ahora bien, el analista deberá estar preparado para el fracaso de este


propósito. De ahí, desprende otro rasgo, propio de la relación analítica en la
psicosis y que Aulagnier ubica del lado del analista: poder soportar la espera
de, siempre prolongada en la psicosis, de una modificación que puede no
ocurrir o que puede ser mínima. Da el ejemplo de un paciente que pasa
largos períodos de sesiones repetidas, donde se reiteraban las mismas

Intervenciones en psicosis. 24
cuestiones. La fragilidad y la vulnerabilidad de la estructura psicótica hace que
ante la aparición de alguna vivencia en la realidad o en la realidad psíquica, se
conmueva al sujeto, y frente a esta vivencia el sujeto responde con los
patrones ya conocidos, a una causalidad que es siempre la misma.

Por eso, dice Aulagnier, será fundamental y no conseguiremos nada si no


logramos "convencer" primero al sujeto que lo que se propone es un espacio y
un tiempo diferentes, que no son una reiteración del modo en que se ha
relacionado con esas categorías. Califica esta tarea como difícil, pero también
necesaria, para que pueda advenir un vínculo analítico.

Soler.
Soler fue discípula de Lacan y trabajó mucho sobre psicosis. Escribió un libro
donde muestra su clínica con la psicosis, lo cual no es usual, en "Estudios
sobre la psicosis".

¿Qué lugar para el analista? El desarrollo de este artículo incluye una viñeta
clínica, que le da "subtítulo" al trabajo, dado que se trata de la estabilización
de una psicosis bajo transferencia. Es una psicosis que desencadenó doce
años antes de que se tomara el caso, que presentaba en ese momento fuertes
indicios de automatismo mental, una paciente que ha presentado episodios
delirantes agudos que necesitaron intervenciones y tratamiento
farmacológico.

Dice Soler que la paciente se encuentra en el momento del tratamiento de una


relación con la realidad bastante establecida; es decir, que puede dirigir sus
actos. Recordar que Freud piensa que la psicosis es un conflicto entre el Yo
y la realidad.
Soler se pregunta ¿de qué se quiere curar esta paciente? Responde que no se
quiere curar solo de su delirio, que la sustenta y libera, sino que se quiere
curar de una vivencia, de una falla íntima: "yo no existo, floto o duermo, soy
una pura ausencia, no tengo roles, no tengo funciones, ¿qué soy?". Este es
un discurso textual de la paciente. Se quiere curar de un estado que describe
como una especie de muerte subjetiva: siente que no existe, que es una pura
ausencia, que no tiene roles ni funciones. Ese estado surge cuando la
medican y frenan el empuje del delirio. Soler se refiere a ese estado como
“falta de subjetivación” y lo distingue de la depresión psicótica.

Soler recorre distintos momentos de la evolución de esta paciente, para llegar


al momento en el cual ella es convocada, tras el estallido del primer delirio.

Intervenciones en psicosis. 25
Dice que el analista es llamado a suplir ese vacío de la forclusión, que
aparece súbitamente. La paciente demanda que el analista haga de oráculo y
de ley, entendiendo esto como convocar al analista a constituirse como
suplente y competidor de las voces que hablan de ella y que la dirigen. Esto
es, la paciente ofrecerá al analista el lugar de aquél que totaliza saber y goce -
es decir, se llama al analista al lugar de perseguidor, al lugar del que sabe
(oráculo) y al mismo tiempo goza.
Aclara Soler que el analista debe correrse de este lugar, para evitar caer en
la "erotomanía mortífera". Pasa a explicar qué maniobras, en la transferencia,
le permitieron evitar la emergencia de esa erotomanía mortífera; expone
cuáles fueron las intervenciones que permitieron evitar quedar ubicada en el
lugar del que sabe y al mismo tiempo goza. ¿En qué consistieron estas
intervenciones? ¿Qué efectos tuvieron en la paciente?

✔ Cada vez que era convocada al lugar del oráculo, respondía con un
silencio de abstención. Se ubicaba como testigo: es alguien que no
sabe y no goza. Y en ese lugar el paciente puede ubicar su
testimonio.

Deja claro que la intervención posible estaba lejos de ser una interpretación;
la interpretación es siempre interpretación de la castración y de lo reprimido,
por lo cual la interpretación no es un recurso válido para el tratamiento de la
psicosis.
Dice Soler que el primer modo de intervención que usó fue un silencio de
abstención cada vez que en analista era solicitado como el Otro Primordial
del Saber; maniobra que, con ese silencio de abstención, busca correrse del
lugar que el paciente le propone como aquél otro que totaliza saber y goce,
aquel otro que ocupa el lugar de perseguidor. Este silencio-abstención permite
dejar libre el campo para el armado del delirio. Allí, el analista queda ubicado
lejos del rol de perseguidor, es un lugar de testigo, al que define como un
sujeto al que se le supone no saber, no gozar y ofrecer por tanto un vacío en
el que el sujeto va a poder dejar su testimonio.

✔ El "lugar de testigo" tiene referencia en Lacan como "secretario del


alienado", referencia en Aulagnier como "escucha invistiente".

Intervenciones en psicosis. 26
Este silencio de abstención habilita, así, un lugar de testigo.
Un segundo tipo de intervención es lo que Soler llama "orientación de goce".
Hay una orientación de goce limitativa, que funciona como una prótesis de la
prohibición faltante, que consistió en decir que "no" en relación a que esta
mujer estaba tentada a dejarse estrangular por el hombre que decía que la
pretendía. Aquí el analista interviene prohibiendo.

Esta es una orientación de goce que Soler plantea como limitativa; hay otra,
que define como positiva, que en este caso fue la de sostener el proyecto
artístico de la paciente.
Respecto a la orientación del goce, la analista también sostuvo y alentó a la
paciente a avanzar con su proyecto artístico.

✔ Se trata de intervenciones limitativas que intentan remedar la


prohibición faltante. El analista apuntala la posición del propio
sujeto, por ejemplo, cuando habla de “abuso” o utiliza la expresión
“no hay derecho”. En algunos casos la intervención consiste en decir
un “no”.

Una tercera intervención que plantea tuvo un alcance y efecto decisivo, que
produjo un viraje en la relación transferencial y en el proceso de la cura. Dice
que en primer lugar, en un primer tiempo, sostuvo la negativa a trabajar de la
paciente, a pesar de los reclamos de la familia, y sostuvo también el reclamo
de que obtuviera una pensión; este viraje que Soler detecta consistió en dejar
de convocar al analista en el lugar del Otro (con mayúscula) y comenzar a
construir su delirio, al mismo tiempo que lo iba depurando y lo iba
reduciendo. Para la paciente trabajar tenía una significación que la equiparaba
con un abuso, con un asesinato. La analista apoyó que era un abuso exigirle
que se ganara la vida. Esta intervención permitió que desaparecieran, duranta
al menos cinco años, los episodios agudos que la paciente presentaba
periódicamente.
La idea de nuestro trabajo es correlacionar qué plantean distintos autores
sobre el tema.
Esto se relaciona con lo que Aulagnier dice de mostrar una otra salida
posible, que no se está necesariamente condenado a una repetición, en
relación a poder abrir un tiempo y espacio diferentes. Dice Soler que "no entré
en el concierto de las personas que querían hacerla trabajar", que se trata de

Intervenciones en psicosis. 27
ser "guardián de los límites del goce, sin los cuales, como dice la paciente, lo
que hay es el horror absoluto, y que esta tarea el analista solo puede hacer
sosteniendo la única función que queda, de hacer de límite al goce, la del
significante ideal, único elemento simbólico que a falta de la ley paterna
puede constituir una barrera al goce".

Cuenta la autora que atendió a la paciente por doce años y que el tratamiento
alcanzó una "estabilización". ¿Qué destino tuvo ese goce demasiado real, que
aparecía al principio de la cura, en qué se transformó? Soler ubica la
estabilización en tres términos:

La ficción del delirio.

Poder construirlo tiene un efecto tranquilizante.

La fijación del goce.

La paciente se encuentra con cierta periodicidad con un hombre en una


cena, un encuentro en el que se come, encuentro que fue por muchos años
ritualizado y al cual Soler le adjudica un efecto estabilizador, con fijación
de un goce oral.

La fixión del ser (con equis).

Se trata de una obra plástica, que implica un corte respecto del Otro (con
mayúscula) y del otro (con minúscula). Se trata de fijar una parte de su
goce en una obra plástica.

Finalmente, Soler habla de la fragilidad de esta estabilización, porque dice que


se encuentra muy ligada a la función de la presencia, tanto del analista como
la del hombre con el que se encuentra a cenar, a pesar del componente de
sublimación artística.

Un artículo posterior de Soler, "El sujeto psicótico en el psicoanálisis", retoma


el lugar posible del analista en la psicosis. Plantea allí que el lugar que pueda
ocupar el analista no depende de su mero querer y ni siquiera de su exclusiva
maniobra, sino de puestos ofrecidos posibles por la estructura. Distingue tres
lugares posibles:

El analista como el Dios de Schreber, el otro de la voluntad de goce, que


toma al sujeto como objeto en la forma de persecusión o de erotomanía.

Ubicado bajo el significante del ideal, esto es, ocupar el lugar de la ley
inconsciente que falla.

Intervenciones en psicosis. 28
El lugar del semejante, del testigo que escucha, que toma nota, que
supuestamente comprende y se apiada.

Habla también de la función del delirio, retomando a Freud y diciendo que es


una "tentativa lograda de solución". Dice que el delirio es un proceso de
significación, por reducido que sea, mediante el cual el sujeto logra reelaborar
y fijar una forma de goce aceptable para él.

Finalmente, se pregunta qué puede hacer el psicoanalista: responde, el


psicoanalista puede prestar su significante, su nombre de psicoanalista, su
presencia y su capacidad para soportar la transferencia delirante. Sin
embargo, de él se espera también una maniobra, que apunta a orientar la
construcción persecutoria o las exigencias erotomaníacas por las sendas de lo
soportable.

Belucci.
Si bien Lacan piensa nuestra práctica como una táctica y una estrategia, en
este caso Belucci subraya el concepto de deseo del analista, sin el cual no es
posible concebir absolutamente nada en lo relativo a la eficacia del
psicoanálisis.

El texto nos lleva a pensar en cómo es la dimensión del Otro en la psicosis, y


en cuál de estas dimensiones se ubica el analista:

El Otro del goce.

otro en tanto destinatario.

otro semejante.

Belucci propone ideas sobre cómo se puede sostener la transferencia de la


psicosis, como un lugar ortopédico para el psicótico, un lugar donde el cual el
paciente pueda sostenerse. Dirá que la transferencia en la psicosis tiene una
función de terceridad, que opera en acto de una separación del otro. Por eso,
también hablará de la idea del analista como semejante, en tanto funciona al
modo de una superficie especular, que hace de barrera al goce invasivo del
otro. Esto tiene que ver con las intervenciones que se proponen en la psicosis.

Ubica las tres dimensiones en la que Lacan ordenó la práctica con la


psicosis. Estas tres dimensiones tienen que ver con las intervenciones, con la
transferencia y con lo que nombra como "deseo del analista".

Intervenciones en psicosis. 29
Esta noción de "deseo del analista" alude a una posición de apertura del
analista, ocupando el lugar del no saber, idea de apertura que es solidaria de
la pasión por la ignorancia. También es parte de esta función hacer lugar a
que el saber, que en principio esté en el otro, pueda pasar al sujeto, en ese
tránsito por la transferencia.

Respecto de la transferencia, parte de las distintas formas en las que se


aparece el otro, según plantea Lacan en Una Cuestión Preliminar. Son tres
dimensiones del otro: el otro del goce, el otro como destinatorio y el otro
como semejante.
Respecto del Otro del goce, quien ocupa ese lugar deviene perseguidor o
despierta una respuesta erotómana. Esa dimensión persecutoria surge de un
otro que totaliza goce y saber, de un otro absoluto al que el sujeto queda
expuesto.

La vertiente del analista como semejante, plantea Belucci, hace de barrera a


un goce invasivo del otro. Ilustra con los aportes de Fernandez, Winnicott,
donde el concepto fundamental es la introducción de un objeto que cumple la
función de terceridad que sostiene el vínculo entre paciente y analista.
Sobre el otro/analista como destinatario, se refiere a aquél que aloja el
testimonio del sujeto. Esto tiene que ver con la posición de testigo, de
secretario del alienado, de escuchante, todo lo planteado en otros autores.
Si el analista se ubica como otro en tanto destinatario, el paciente se va a
dirigir a nosotros dando un testimonio de su padecimiento.

Es aquí donde es posible hacer una articulación de las diferentes dimensiones


de la transferencia en la psicosis: con el analista en tanto otro semejante y su
relación imaginaria, y la vertiente que toma al analista como destinatario del
testimonio del paciente.

Ahora bien, plantea Belucci, cuando el goce del otro no puede ser neutralizado
por ninguno de los posicionamientos anteriores y aparece el riesgo del pasaje
al acto, introduce lo que Soler denominó "orientación de goce", en tanto
suplencia en acto de la ley paterna y que incluye una orientación limitativa y
una orientación positiva. Colette Soler llamó “orientación de goce” a una
torsión que supone una suplencia en acto de la Ley Paterna.

Respecto de las intervenciones, Belucci fundamenta los límites con los que
Freud se tomó respecto de lo no interpretable y cómo fue necesario recurrir a
la construcción. Toma de Lacan la dimensión del acto y lo refiere a aquellas

Intervenciones en psicosis. 30
intervenciones que ponen de manifiesto el deseo del analista, más allá de la
interpretación y más allá de la construcción.

Belucci fundamenta la imposibilidad absoluta de interpretar y toma entonces


la vía de la construcción.

En la psicosis es absolutamente imposible la interpretación. ¿Por qué?

En principio, porque el propio sujeto ocupa la posición de intérprete.

Porque interpretar puede llevar al analista a encarnar el Otro del saber, que
es también el Otro del goce.

La transferencia se volvería de carácter persecutoria o virar en esa


dirección.

Al interpretar evocamos un enigma, que pone en juego una falta. Falta que
al no haber sido legalizada por la Ley del Padre, puede ser peligroso en
una estructura no desencadenada.

Pero además de los riesgos, el recurso de la interpretación es ineficaz.


Como en la psicosis no funcionó el mecanismo de la represión, no hay un
”no dicho” o un signifcado inconsciente que es a los que apunta a develar
una interpretación.

Frente a la imposibilidad de interpretar, es que tiene cabida la Construcción:

Da un marco: localización de circunstancias, (cómo, cuándo, dónde


sucedió un acontecimiento). Funciona para darle una lógica, alguna lectura
de un real en juego. Para poder enmarcar al paciente, frente a la ausencia
de ese marco.

Permite una anticipación en Acto, mediatizando lo real (dado que no se


cuenta con la temporalidad anticipatoria, que se anuda a la condición de
peligro que sí hay en la neurosis).

Permite la producción de un relato. Construyendo otra versión posible


de la realidad. Sin intentar desarmar la verdad delirante. En cambio
intentando situar al delirio como un no-todo.

Localización de condiciones como un acuerdo entre el paciente y el


analista. Por ejemplo, condición del tratamiento es la suspensión del
pasaje al acto violento, incluido dentro de una necesidad lógica. Suple la
inoperancia de la ley.

Intervenciones en psicosis. 31
Respecto de la construcción, ubica dos dimensiones: por un lado, lo que llama
un "entramado lógico" y por otro lo que llama un "marco escénico".

Entramado lógico.

Ubica allí lo que nombra "localización de condiciones". Se trata de


intervenciones del analista que intentan suplir la ausencia de la ley paterna,
que se formulan como acuerdos entre paciente y analista, que tienen como
objetivo la evitación, la suspensión de pasajes al acto.
Respecto a intervenciones del analista vinculadas al acto, vuelve a
retomar los planteos de Soler, y es allí donde se pone en juego el deseo
del analista más allá del saber y retoma las intervenciones de
"orientaciones de goce"

Marco escénico.

Plantea que la psicosis carece por estructura de esa dimensión. Apunta a


poder ubicar las circunstancias, la "localización de las circunstancias",
esto es aquello que le permita situarse respecto de algún acontecimiento.
Le aportan al sujeto coordenadas que le permitan situarse respecto de un
real.

La construcción permite también la construcción de un relato, no tanto


como sustitución de la verdad delirante que sostiene al sujeto, sino a
construir otra versión posible.

Fernández.
Con respecto a las intervenciones en las psicosis, Fernández hablará de tres
grandes grupos de intervenciones en la psicosis, y las ordena tomando en
cuenta diferentes criterios.

 ¿De qué psicótico se trata?

Armar alguna historia del paciente ya que lo que hay es una historia
desarmada, hecha de retazos. Esto puede permitir escuchar el punto de
verdad del delirio Bion); dibujar el perfil singular y único que tiene ese
Otro que arrasa al paciente y el sujeto o retazo de sujeto que enfrente a
ese Otro.

 ¿En qué momento operamos?

Puede ser antes, durante o después del brote. ¿A quién le hablamos?


¿Quiénes somos en ese momento para ese paciente?

Intervenciones en psicosis. 32
 ¿En qué momento de la transferencia intervenimos?

Es importante tener alguna idea del lugar que ocupamos para el paciente.

Las tres grandes intervenciones que menciona son:

 Las que apuntan al tejido de lo imaginario y prestan representaciones.

Como ser prótesis de la ausencia de lo simbólico.

 Las intervenciones que apuntan a diferenciar un adentro (íntimo) de un


afuera (público).
Como construcción de una identidad, como diferencia y discriminación.

 Las intervenciones que tienen como función la de servir de negación


ante el Otro. Operan como separación del Otro.

Las primeras dos se han visto en algunos casos clínicos durante la cursada,
como en el Psicosis: Caso R.
¿Qué tipo de intervenciones propone Fernández respecto del delirio?
¿Cuáles son las finalidades de las mismas?

Intervenciones que sitúan una contradicción o una imposibilidad


intentando generar un punto de inconsistencia que pueda hacer vacilar al
paciente.
Fernández aclara que no se trata de hacerlo desde la lógica de los
neuróticos).

Intervenciones que produzcan algún remedo de lazo social a partir del


delirio.

Intervenciones que acoten el delirio para que deje de ser la teoría que
explica todo lo que le sucede al sujeto en su vida.

Estabilizaciones y suplencias.
Fernández distingue diferentes tipos de estabilizaciones en la psicosis.
Justamente, a la estabilización es a lo que se apunta en la clínica con
pacientes psicóticos.

"Estabilización", según Fernández, se entiende como la posibilidad del sujeto


de encontrar recursos para no enloquecer, para jugar con lo mismo que posee
sin desencadenarse, para lo cual es necesario que opere algún tope, alguna
prótesis, que mantenga el goce encauzado. Es decir, que haya menos "locura",

Intervenciones en psicosis. 33
que el sujeto si se desencadenó se vuelva a encauzar, que se calme de alguna
manera la locura, el delirio, que haya cierta estabilización.
Distingue diferentes tipos de estabilizaciones en la psicosis:

En las psicosis no desencadenadas o prepsicosis.

Espontáneas entre brotes.

Las que se producen por efecto de la intervención del tratamiento “psi”.

Señala que el lugar desde el cual es conveniente que opere el analista es


desde el otro con minúscula, desde el semejante, desde el lugar de testigo.

Fernández diferencia estabilización de suplencia, porque una suplencia


implica una estabilización, pero no toda estabilización implica una suplencia.
Ella aclara que la suplencia implica un trabajo mucho más arduo, que son
escasas la suplencias en el trabajo con la psicosis, no es algo que se obtenga
de manera tan sencilla. Cuando hablamos de "suplencia", nos referimos a
suplencia del Nombre del Padre, como compensación imaginaria del Edipo
ausente. Hablamos entonces de esta ausencia de significante que provoca
tantas dificultades en esta estructura. La suplencia, en todo caso, será efecto
del trabajo del analista y del paciente, en esta "insistente ida y vuelta en telar,
en el intento de coser, cortar y tejer en la trama desgarrada". En todo caso,
que se alcance una suplencia será una tarea ardua que va a implicar un gran
trabajo de parte del analista. Por eso, que haya una estabilización no implica
que haya una suplencia.
Fernández indica un tipo de estabilización que se produce cuando el psicótico
puede producir o hacer circular un objeto (vinculado con un arte, oficio u
ocupación: puede ser desde la venta de encendedores, tareas de cadetería
hasta una pintura o un escrito) que, proviniendo de él, circule para otros con
valor de cambio y reconocimiento (y no falso reconocimiento). Esa
producción o circulación lleva a que sea reconocido y esperado dentro del
lazo social y que esto le permita producir un significante que lo nombre, lo
represente, que le permita inscribir su nombre como propio.

Intervenciones en psicosis. 34
Ataque de pánico.
Autores Belucci Freud

Temas Ataque de pánico Bordes Clínica

Tipo Práctico B

Temas de la clase. Bibliografía.


¿Qué es un ataque de pánico? Belucci, G. 2017. Ataque de
pánico: ¿categoría diferencial o
Intervenciones.
nombre de la época?

Freud, S. 1895. Sobre la


justificación de separar la
neurastenia de un determinado
síndrome en calidad de "neurosis
de angustia". Cap. I.
Sintomatología Clínica de la
Neurosis de Angustia. 9299.

Iunger, V. 2013. Pánico.


Recuperado de:
http://www.elsigma.com/introduccio
alpsicoanalisis-pánico/1254

Entre ambos autores, Belucci y Iunger, hay un desarrollo interesante, que es el tema
de la nominación, no solo como nombre de época, manifestación de la cultura y
posibilidad de identificarse con otros a través de la nominación, sino como el
efecto eficaz y tranquilizador que tiene la palabra y el ponerle un nombre al
padecimiento. Ambos autores recorren en sus teorizaciones este aspecto, que no
es menor.

Belucci.
El texto de Belucci sitúa algunos antecedentes respecto a la idea de pánico y
angustia de Freud, retomando a la angustia como afecto y en función de eso
trabaja las manifestaciones corporales descriptas por Freud en las neurastenias y
en las neurosis de angustia, como neurosis actuales, haciendo un paralelo con
aquellas descriptas en el DSM IV.

Ataque de pánico. 1
Dirá que los "ataques de pánico" del DSM coinciden hasta en sus mínimos detalles
con la caracterización freudina de los "ataques de angustia". Freud denominó
neurosis de angustia a un complejo de síntomas los cuales se pueden agrupar
todos en torno del síntoma principal: la angustia, como afecto.
Caracterizando la angustia dentro del campo de la afectividad, Freud la diferencia
de otros afectos que pueden transformarse unos en otros, dado que la angustia
tiene una cualidad especial. Lacan dirá de ella que es "lo que no engaña". Definir la
angustia como afecto también permite situar que nos afecta, somos afectados por
ella, y en tanto nos afecta nos moviliza.
Particularmente, en el momento de la angustia, experimentamos el cuerpo como
presencia. Sontag dice que vivimos habitualmente inmersos en "el silencio del
cuerpo", sabemos que tenemos un cuerpo pero no lo registramos como presencia,
salvo cuando el silencio se quiebra ante el dolor, el acto sexual y la angustia.
En el texto de 1895, Freud relevó una serie de manifestaciones corporales como
parte de la fenomenología de la angustia: alteraciones respiratorias, tales como
agitación o disnea, alteraciones cardíacas como palpitaciones, alteraciones
gastrointestinales como diarrea, pérdida del apetito o apetito voraz, oleadas de
calor y sudoración, temblores y parestesias, sensaciones corporales extrañas que
pueden llegar a la desrealización.
Además de las afectaciones en el cuerpo, en el momento de la angustia se
suspenden las coordenadas del tiempo y espacio. El tiempo se halla reducido a un
"presente continuo" o bien a la temporalidad de la inminencia, como una
"expectativa angustiada". El espacio, por su parte, también pierde las coordenadas
que orientan y permiten diferenciar entre lugares seguros y lugares peligrosos.
En su punto extremo, la angustia lleva a experimentar el cuerpo propio como un
cuerpo extraño…. Lo que paradojalmente dificulta el enunciado “estoy angustiado”,
momento de extrañeza corporal, donde además las coordenadas temporales ceden
ante la sensación de un presente continuo que no cesa de ocurrir. Se comprende
entonces porque es un más allá del “estoy angustiado”, no se trata de la angustia
de la escena neurótica. Lacan permite pensar, más allá de Freud, cómo el afecto de
la angustia traduce el encuentro con la ausencia, en el lugar del Otro, de algún
significante que de cuenta del propio ser. Entonces, es el terrible encuentro con la
ausencia de un significante que dé cuenta del propio ser.

La teoría económica.
En el cuadro clínico, Freud incluye en primer lugar la irritabilidad general, que
indicaría una acumulación de excitación (una cantidad) o una incapacidad
para tolerarla. La expectativa angustiada es, según Freud, el "síntoma nuclear
de la neurosis" y se enlaza fácilmente a cualquier representación que pueda

Ataque de pánico. 2
remitirla a un peligro concreto. El ataque de angustia, por el contrario, irrumpe
súbitamente y sin motivo claro, con el conjunto de manifestaciones corporales
ya mencionadas.
Carece de representación, pero suele ligarse a la idea de una muerte inminente
o de volverse loco. Aquello que irrumpe intempestiva e inmotivadamente deriva
hacia la sensación de muerte o de pérdida de la cordura.
Lo fundamental en la primera elaboración de Freud sobre la angustia es que no
hay una relación directa entre represión y angustia, por lo que la neurosis de
angustia no guarda relación con la neurosis de transferencia. En esta última,
calidad más cantidad. En la primera, un quantum.
En esta primera conceptualización la angustia está vinculada a una cantidad
(exceso de excitación), de origen sexual (que no tiene descarga), y con una
insuficiente ligadura psíquica. No hay neurosis de transferencia, ni represión, ni
defensa, ni mecanismo psíquico. Hay una cantidad, que desde Lacan se podría
decir que es un "goce no ligado, un exceso". Su explicación es netamente
económica, se hace depender de una cantidad sexual de origen somático; y si
bien Freud luego articulará la angustia a la operatoria de la represión, y la
pondrá en relación al nudo de la castración, nunca baandonará la teoría
económica.

"Ataque de pánico".
Como anticipamos, lo que hoy denominamos ataque de pánico, siguiendo los
criterios del DSM, coincide en su caracterización clínica con el ataque de
angustia presentado por Freud en 1895. El "ataque de pánico" podría entonces
considerarse un equivalente del desarrollo de angustia, también llamado
angustia traumática o automática. Es decir, se trataría de una angustia masiva,
no parcializada, que implica un exceso económico y reconduce al desamparo
inaugural ante el Otro.
Entonces: ¿se trata solo de un cambio de nombre y nada más?
Belucci habla de algunas cuestiones respecto a la pregunta si la nominación
implica un cambio en términos conceptuales. Es interesante contraponer aquí la
mirada del psicoanálisis, con la mirada que tiene que ver con lo orgánico, las
neuraciencias y otras líneas y escuelas teóricas de la psicología.
Dice Belucci que hay algo propio del psicoanálisis en este campo, que hay al
menos tres direcciones posibles desde las que puede indagarse esta
cuestión.

Discusiones teóricas dentro del campo "psi", por ejemplo, el psicoanálisis,


la teoría cognitivo conductual, la psiquiatría contemporánea centrada en el

Ataque de pánico. 3
uso de fármacos y otras posiciones teórico-clínicas
Subyacente a la discusión formalmente teórica encontramos a los intereses
sectoriales de empresas farmacológicas, instituciones públicas y privadas,
dentro del contexto desregulado que propone el concepto neoliberal del
mercado.
Dirá Belucci que el cambio de denominación no es neutro, sino que implica
un cambio conceptual. No se trata de una concepción económica de la
angustia y de poner en tensión su relación con la palabra y la represión,
sino de reconducir el "ataque de pánico" a determinados circuitos neurales
o al procesamiento de la información. Sostener la denominación freudiana
implica, dice, una toma de posición.

El espacio social. La nominación y su eficacia como efecto tranquilizador


de masa. Sabemos que es un campo de tensiones entre representaciones
instituidas e instituyentes ligadas a diversos intereses. El lenguaje dice; no
solo el enunciado (contenido), sino también dice en la posición de
enunciación del Otro social (el “cómo cada quién” lo dice).

¿Qué eficacia tiene para los seres hablantes tomar determinadas


nominaciones del Otro social? No es sólo el tomar alguna denominación,
como aquello que permite acotar la angustia y representarse un objeto; se
trata, específicamente, de por qué esta nominación particular tuvo esta
eficacia, al punto de hacer pasa. Para muchos, puede haber resultado
accesible y tranquilizadora.
¿Qué función cumple este nombre de época con respecto a un goce que se
ha tornado excesivo y abrumador? Que los autodenominados "panicosos"
hayan constituido una suerte de masa artificial, nos hace por otra parte
preguntarnos a qué corresponde esta formación.

En el interior del propio campo del psicoanálisis, incomodando en la


indagación a los nombres de la época.
Freud destaca del ataque de angustia el hecho central que el afecto que se
presenta carece de representación. Se presenta con sus manifestaciones
corporales (y psíquicas) pero aisladas de sentido, de una representación
simbólica que diga, “le diga” a la persona “algo” respecto a “eso”.
Demasiadas hiancias para poder tolerar son las que en definitiva van a
hacer derivar la angustia en el pánico de la locura o de la sensación de
muerte.

Dice Belucci que en este punto se pueden retomar difernetes líneas: la


primera remite a ceierta relación con la muerte, que se puede leer con
bastante claridad en muchos relatos clínicos, y que hace pensar en una

Ataque de pánico. 4
relación lógica entre los "ataques de pánico" y la imposibilidad de
simbolizar la muerte, es decir, de duelar.

Otra línea de pensamiento pone en relación el pánico con el campo


narcisista y con los avatares sociales del ideal del yo.
Una última vertiente plantea el nexo entre el pánico y el exceso de goce,
retomando la orientación freudiana de la neurosis de angustia, pero
poniéndola en relación con la época del declive del padre.

 La muerte, el duelo imposible.


La angustia respondiendo al terreno de la sexualidad y al pánico ante la
muerte. La importancia clínica en cuanto a la instalación del dispositivo
analítico, que pueda favorecer el recorrido de ese duelo, como una
contraposición a la emergencia del ataque de pánico.
Existe en los relatos clínicos esta referencia constante a que, en el
episodio, quien lo padece pensó estar muriendo. Laznik refiere que,
además en los relatos de los pacientes aparecían recurrentemente
muerte de personas queridas y cercanas. Indicio que, no habiendo
pasado por la elaboración del duelo, el proceso simbólico no había
recubierto tales experiencias, es decir, por el modo en que eran
presentadas se podía conjeturar que no habían sido simbolizadas. Se
presentaban, de este modo, en el plano de la muerte real, como
experiencia en el propio cuerpo.

De diversos modos, se nota que se repite la presencia de “un exceso”


que impide el procesamiento simbólico y que, por ende, afecta la
significación fálica.

Si Freud afirma que la angustia remite a la sexualidad, en el pánico la


referencia es a la muerte. Reaparecen los dos términos que para Freud
no tienen una significación dada a priori.

“Por otra parte, el interés de este planteo radica en


que pone en relación el «ataque de pánico» con un
impasse del duelo. Si el pánico reconduce a una
muerte no simbolizada, entonces se trata de auspiciar,
en la instalación del dispositivo analítico, que el camino
del duelo se pueda recorrer”.

 El campo narcisista.

Ataque de pánico. 5
Son muchos los autores que trabajan la línea del narcisismo para hablar
del ataque de pánico o el trastorno de pánico. En ese punto, aparecen
cuestiones interesantes para pensar en términos de lo imaginario.
Amalia Baumgart teoriza la cuestión en relación al narcisismo.
Apoyándose en su clínica, piensa la existencia de una particular rigidez
en la relación entre el yo y el ideal del yo, donde el primero queda
capturado en una relación unilateral al ideal.

“Cuando por algún motivo esa relación al ideal se ve


amenazada, es la propia existencia del yo la que
resulta en peligro”.

Entonces el quantum, que afecta al cuerpo, sería el producto del


desasimiento de los lazos libidinales. Sería entonces una modalidad
particular de la angustia, relacionada con patologías narcisistas.
Por otra parte, nótese que “desasimiento de los lazos libidinales” nos
remite también al efecto de descabezamiento de la masa que se
produce en virtud de la caída del líder en “Psicología de las masas y
análisis del yo”; Freud relaciona a la disolución de la masa la caída de
quien ocupaba el lugar del ideal.

En los casos presentados por Baumgart el elemento común es la fuerte


adhesión a ciertos ideales familiares y/o sociales, que cuando por algún
motivo es cuestionada o no se puede sostener, confronta al yo con la
caída de la referencia que le daba sostén hasta entonces, sin contar en
lo fundamental con otros puntos de apoyo.

Por otra parte, el trabajar con el Ideal permite también pensar la


incidencia de las representaciones de la época, más precisamente los
años 90. La cuestión de la nominación de una entidad clínica y la lógica
de los marcos teóricos que sustentan los tratamientos.

 Nombres del Padre.

La tercer línea de desarrollo conceptual tiene que ver con los Nombres
del Padre y cómo habla de un Nombre del Padre supletorio.
Otra relación con la época puede extraerse de algunas situaciones
clínicas, en las que la aparición de los "ataques de pánico" puede leerse
como la introducción de un límite allí donde hasta entonces se
registraba un exceso. En la época signada por el declive del Nombre
del Padre, podríamos penar que, en ciertas circunstancias, el "ataque de
pánico" funcionaría como una suerte de "Nombre del Padre supletorio",

Ataque de pánico. 6
al menos hasta tanto alguna versión paterna, o algo que haga sus
veces, pueda advenir a ese lugar.

Es importante situar al final del texto de Belucci cuál es el efecto


analítico que tiene la intervención del psicoanálisis frente a estas
situaciones, retomando esto del nombre en tanto una pregunta que se
hace sobre los "usos subjetivos de la nominación". Como psicoanalistas,
interrogaremos allí, en el caso por caso, qué es un ataque de pánico
para cada quien.

Belucci concluye que no hay nada parecido a una concepción unificada de


lo que el "ataque de pánico" significa para el psicoanálisis; lo que hay son
una serie de líneas que parten de la clínica e invitan a la investigación. El
punto es para nosotros, los practicantes del psicoanálisis, cuáles son los
usos subjetivos de esta nominación; es siempre un buen comienzo
suspender nuestro saber para habilitar que sea un otro saber el que se
despliegue.

Iunger.
Víctor Junger desarrolla precisiones teóricas y señalamientos clínicos, a la vez que
interroga la aparición de “nuevas patologías” a la luz de las sucesivas ediciones del
DSM.

En el texto de Iunger aparece un recorrido interesante sobre las


conceptualizaciones freudianas y empieza a pensar una adecuación clínica, una
adecuación de la técnica del psicoanálisis respecto a la necesidad de tener
intervenciones eficaces frente a un sufrimiento que invade al sujeto de forma
masiva y que requiere de una respuesta frente a la urgencia. También hablará del
cuadro corporal, de cómo se juega la cuestión corporal y cómo aparece un circuito
de retroalimentación, en un par pánico-proceso de introversión-pánico,
replicándose a un circuito que hace que los pacientes lleven largos años de
padecimiento.
Retoma las conceptualizaciones freudianas de la angustia para, basándose en ellas,
formular una relectura diferenciando la angustia del pánico; la angustia se definirá
en función de las vicisitudes del objeto a, mientras que el pánico tendrá su eje en
relación con las vicisitudes de la instancia del padre.

"Hay una diferencia radical. La angustia se define en función de


las vicisitudes del objeto a, mientras que el pánico tiene su eje
en relación a las vicisitudes de la instancia del padre en la
estructura del sujeto".

Ataque de pánico. 7
Trae la idea de que el ataque de pánico o el trastorno de pánico tiene una
estructura propia, es decir, una lógica y un modo particular de comportarse. Se
trata, dirá, de una estructura (la del ataque de pánico) que puede aparecer dentro
de cualquiera de las estructuras, neurosis, psicosis o perversión. Se trata de una
estructura dentro de otra estructura metapsicológica.

"Frente a la recurrencia en la presentación de los fenómenos de


pánico, sus particularidades clínicas en cuanto a la intensidad
del terror en juego, terror intensísimo y sin justificación
fenoménica, es decir, terror brutal e inmotivado, la premura y
urgencia de la demanda de ayuda frente a él y otras
características (...) nos llevaron a pensar que no era adecuado
considerarlo una modalidad de la angustia como lo habíamos
hecho, siguiendo a lo que Freud planteaba (...). Estamos frente
a una entidad específica, diferenciada de la angustia y del
ataque de angustia, con sus propio parámetros clínicos y
teóricos".

Iunger dirá que la urgencia nos presenta una demanda paradojal. En tanto la clínica
del ataque de pánico posee sus propias características, la urgencia del cuadro no
nos permite tomarnos “los tiempos del psicoanálisis”. Necesitamos un tiempo, dice
Iunger, un tiempo que este tipo de fenómenos no nos ofrece. Pero, al mismo
tiempo, la habitual necesidad que se tiene del tiempo para investigar con precisión
clínica y teórica, los tiempos del psicoanálisis para situar la cuestión que se
presenta, se ve extremada.

"La intensidad del padecimiento y del sufrimiento del sujeto se


dan en un grado tal que exige una rápida intervención eficaz".

Por lo común, el paciente acompaña a una urgencia subjetiva un descreimiento en


la cura, producto de su paso por la medicina y la psiquiatría que ha experimentado
como ineficaces para resolver su síntoma. Si la psiquiatría acalla el síntoma,
entonces renunciar a la intervención psicoanalítica sería redoblar tal circunstancia.
Ya nos ubicamos en un plano ético. Esto no implica que según el caso podamos (y
debamos) recurrir a la concomitancia de un tratamiento farmacológico que permita
al paciente no rebasar los límites de lo soportable, por ende, impidiendo el trabajo
con la palabra. En esta clínica puede coexistir una demanda urgente y una dosis de
escepticismo respecto al tratamiento psicoanalítico.

Ataque de pánico. 8
La urgencia subjetiva, el sufrimiento subjetivo que implica esta circunstancia,
apremia nuestros tiempos y nuestra eficacia. Se podría tomar la vía de derivar al
paciente al psiquiatría, renunciando a la instancia de la palabra; no intervenir
implicaría una claudicación ética. La alternativa es abordar el pánico desde la
clínica psicoanalítica, aún dentro de la premura de una demanda de solución
inmediata y un contexto que la exige, operando con los instrumentos del
psicoanálisis.

"Si falta el tiempo, hay que introducir el tiempo en la cuestión


(...). Debemos hacernos cargo de lo que se nos plantea como
hecho de discurso, en tanto se trata del sufrimiento del sujeto,
sujeto que es el objeto del psicoanálisis" (...). El recurso a la
psiquiatría renunciando a la interpretación analítica implica
acallar el síntoma y, en el mejor de los casos, aniquilar la
molestia, sin interrogarla".

El autor aclara que esto no implica no tomar el recurso de la psiquiatría cuando


hace falta, porque el nivel de sufrimiento implica que se debe recurrir a la
psiquiatría para regular el síntoma, para mitigar lo insoportable del sufrimiento y
posibilitar el discurso.

Iunger se propone "rescatar el concepto de pánico", como un fumdaneot de


entidad clínica definible como tal, fenoménica y teóricamente,desligándolo de la
angustia, donde había sido abordado de un modo poco específico por Freud. La
tesis es postular la existencia de algo que sería el pánico, propiamente dicho,
como hecho clínico situable de manera fenomenológica dentro del psicoanálisis.

Para deslindar los conceptos de pánico y angustia, y darle entidad específica,


debemos sostener la existencia del pánico propiamente dicho y fundamentarlo
teóricamente.

Toma el tema de la eficacia del nombre, de la eficacia de que haya algo que le de
un nombre a semejante magnitud de sufrimiento, y se centra en la línea del colpaso
de la función del significante del Nombre del Padre, más del lado del tercer punto
que plantea Belucci.

El "ataque de pánico".

El pánico propiamente dicho va acompañado, por lo general, de un cuadro


corporal que nos recuerda esa neurosis de angustia; palpitaciones, agitación,
opresión en el pecho, sudoración. Frecuentemente, sensaciones de
despersonalización, como una alteración en la percepción del yo y de

Ataque de pánico. 9
extrañeza de sí mismo, con impresión de estar en un sueño, y de
desrealización, una perturbación de la percepción del medio ambiente.

También la percepción del propio yo está alterada, hay una presentación del yo
como algo que se desmorona, que posee una inmensa fragilidad, incapaz de
ser el soporte desde el cuerpo. Hay una catástrofe o una amenza de catástrofe
de la imagen especular.

La alteración de la ludicez de la conciencia no es una experiencia ocurrente en


neuróticos bien constituidos como tales, sin embargo, ocurren en el plano de la
neurosis presentando un punto de fragilidad en la experiencia, al punto de
invalidar la instancia del fantasma como sostén de la experiencia del sujeto.

Cuando esto ocurre de un modo puntual, no permanente, se trata de un ataque


de pánico. Esto dura un tiempo determinado 15 o 30min), luego de lo cual la
experiencia cede, dejando al sujeto agotado, desorientado, lleno de ansiedad.

Cuando el ataque se repite, la cuestión adquiere un dramatismo potenciado; la


consecuencia es que el sujeto sufre un proceso de introversión. El pánico deja
secuelas y la reacción del sujeto frente a ellas suele ser una nueva instancia de
pánico.

Si ninguna circunstancia interrumpe el circuito que se instala, el ataque de


pánico se hace trastorno de pánico.

La eficacia del nombre.


Dice Iunger que es normal que el paciente consulte reiteradamente a médicos
con la idea de que padece una enfermedad orgánica; tras investigar, la lectura
que el paciente venía haciendo desde su cuerpo será de un modo, que
podemos pensar como eficaz, sustituida por la nominación "pánico", que le
advendrá desde el discurso médico o psiquiátrico. Eficaz, en tanto le ofrece
alguna coordenada desde la cual nombrar su sufrimiento, coordenada que le
viene desde un discurso con el prestigio suficiente como para que el sujeto
inscriba esta experiencia en el limbo, en una instancia simbólica donde se
inscribe.

La introducción del término pánico como nominación de lo que ocurre es


bastante mejor que el colapso físico y/o psíquico que experimentaba sin poder
darle lectura, o dándosela de una manera totalmente errada (muerte o locura).
A pesar de lo complicado del contexto de discurso médico o psiquiátrico,
caundo se trata de las vicisitudes de la subjetividad, es mejor que haya un
nombre. Que haya un nombre es una míni,a epero eficaz, referencia para
situarse en ese vacío. Ubicar la cuestión bajo el nombre de pánico tiene un
efecto ordenador.

Ataque de pánico. 10
Toma de Freud 1984 una modalidad del ataque de angustia, el terror nocturno,
que por sus características ubica como la primera aproximación al tema del pánico.
Frente a lo que Freud considera una modalidad de la angustia, Iunger ubica una
entidad clínica diferente. La conceptualización teórica toma al Freud de las
neurosis actuales (los correlatos somáticos carecen de elaboración psíquica) para
recalar en “Psicología de las masas” donde el padre del psicoanálisis refiere
explícitamente al término “pánico”, en el momento en que la masa es
“descabezada” de su líder (o ideal principal”). Líder caído, muerto.
Ante el vacío de autoridad se produce una anomia donde cada individuo apenas
llega a cuidar de sí mismo, poseído por un miedo tan inmenso como insensato
que no guarda relación con peligro real alguno. Del mismo modo se produce el
pánico; independientemente de la magnitud del peligro real, y precipitando la
ruptura del lazo afectivo, sostenido por la existencia del líder.
Entonces: "podemos definir al pánico como la experiencia aterrorizante excesiva
e inmotivada, que resulta de la pérdida repentina de los parámetros simbólicos
que ordenan la experiencia subjetiva y que dejan al sujeto en una situación de
indefensión que amenaza con la desaparición de los soportes del anclaje del ser.
Amenaza que lo excede y que no puede, en ese contexto, ser tramitada".

Para Iunger, la clínica nos orienta en relación a la causación, demuestra la íntima


conexión del ataque de pánico con el verdadero peligro o la verdadera situación
catastrófica y traumática con la que se encuentra, “el colapso de la función del
nombre del padre”, no de la forclusión del significante, sino en dirección al
desfallecimiento de la función, en relación de la función del padre real, quedando el
acento puesto en el registro imaginario. En principio, esa función podría
suspenderse y en algún momento trabajosamente quizás volver y suspenderse con
respecto a una zona de la experiencia, no a toda la experiencia sino frente a una
zona de la experiencia fantasmática. Mediante un análisis bien conducido, dice
Iunger, con el tiempo necesario, el sujeto logra construir los parámetros
simbólicos que le permiten ordenar la experiencia.

Hablamos de un colapso que ocurre de manera repentina, abrupta, inconciente e


inesperada en un momento puntual o en un período de tiempo, que resulta de la
precipitación en ese tiempo del resultado de la degradación progresiva de las
figuras que sostienen al "Nombre del Padre" en la realidad, por lo general, del
padre mismo. Se trata de un padre degradado, amado pero al mismo tiempo
desvalorizado. Por ejemplo, la muerte de un padre amado que viene siendo
degradado por una larga enfermedad deteriorante. Es un deterioro físico o
económico de ese padre, que culmina con una quiebra que lo deja sin su sostén
corporal.

Ataque de pánico. 11
Desfallecimiento pensando en sucesos realmente acaecidos (material o
psíquicamente), pero no en relación a una afectación estructural como la
forclusión. Por eso hablamos de “una estructura dentro de la estructura”. Por ende,
esta no es pensada como definitiva o inconmovible.

✔ Iunger piensa en el origen del ataque de pánico a un padre real


degradado y todas las ecuaciones equivalentes, un padre muerto luego
de una enfermedad invalidante, un padre degradado por el discurso de
una madre, quiebra económica, etcétera.

En todos los casos, se trata de un colapso fálico, que puede o no terminar con la
muerte efectiva. Fracasos laborales y amorosos del propio sujeto en cuya trama
ocupa un lugar central la caída de esa función del Nombre del Padre, esa función
soporte del Nombre del Padre, función fálica soporte del as coordenadsa de
lespacio subjetivo de la experiencia; soporte anudado de lo real, lo simbólico y lo
imaginario.

Muerte de un padre que ha sufrido una degradación.

Sus ecuaciones equivalentes imaginarias, reales y simbólicas.

Estamos ante la emergencia de un colapso fálico, de la suspensión de una


función (paterna) que organiza la experiencia. Este es el precedente que, según el
autor, prepara las condiciones de posibilidad para la emergencia del ataque.

En la teoría de los afectos de Freud, faltando las representaciones


preconscientes que dan sentido (consciente) a los afectos, estos pasan a la
conciencia como plena “carga cuantitativa” y adquiriendo, secundariamente, el tinte
angustiado.

Para hablar de pánico, falta un segundo corte, que se sitúa entre la experiencia
psíquica (cuantitativa) y los fenómenos corporales, característicos del ataque de
pánico, lo cual ni siquiera permite la experiencia de la angustia, que es una
experiencia psíquica. En la hiancia entre la experiencia psíquica (que ya venía
desprovista de su carácter cualitativo) y la experiencia corporal, ubicamos este
segundo corte que, aboliendo toda posibilidad de producción de sentido, aún en
relación a la angustia, produce el estado de pánico. El paciente en la emergencia
del ataque no puede servirse ni siquiera de los recursos que provee la angustia. En
el pánico, se pierde el registro de la angustia como experiencia psíquica, solo
queda de ella el registro de sus correlatos somáticos nominados desde los
discursos.

Ataque de pánico. 12
“Cuando ocurre el ataque de pánico, lo primero que se produce
es una debacle en su aparato simbólico, una pérdida de las
coordenadas simbólicas que ordenan la experiencia. Se trata
de una verdadera sensación de catástrofe psíquica, que
consiste en que se produce una desconexión del nombre del
afecto el nombre que le da en tanto palabra registro cualitativo
a la experiencia cuantitativa.

En esta instancia el afecto va a parar a la bolsa común de la


angustia, es decir, el afecto pierde su nombre, lo que lo
diferencia de los otros, su cualidad, y entonces ocurre la
circunstancia del desarrollo de angustia directamente desde la
carga pulsional inconsciente. Con la pérdida de la
representación preconsciente de palabra en tanto nombre que
da cualidad al afecto, se pierde una instancia fundamental de la
ubicación de la experiencia subjetiva en el lazo social.

Cuando se pierde, eso todo va a parar a la bolsa común de la


angustia. Ahora, en estos fenómenos se produce todavía una
desconexión mayor, una segunda desconexión, porque a su
vez la angustia pierde su condición de estar en la trama de la
causalidad psíquica. La trama de la causalidad psíquica, entre
pulsión y representantes pulsionales, entre pulsión y angustia,
es una instancia de alta determinación simbólica.

Se da una doble desconexión de los nombres de los afectos


con respecto al afecto y por lo tanto el afecto volcándose en
angustia, desconexión de lo psíquico de la angustia por lo cual
el sujeto ni siquiera dispone de eso para nominar lo que le pasa
y ahí va a parar a las lecturas del cuerpo, cuando no
desconexión de la experiencia psíquica que podría dar cuenta
de lo que ocurre, del cuerpo sintomático, cuando el síntoma
corporal está, y junto con esta desconexión, o si no hay

Ataque de pánico. 13
síntomas somáticos, desconexión del psiquismo como
estructura, de la vivencia de terror.

Los umbrales bajan, el sujeto se aterroriza, eso aumenta a su


vez los fenómenos somáticos y se instaura entonces una teoría
de la experiencia alrededor de estos estímulos y de estas cosas
y ese es el problema con el que hay que enfrentarse.”

Por otra parte, si bien la característica principal del ataque de pánico termina
siendo la ausencia de nexo asociativo, de fantasmática, el sujeto puede en el
transcurso de un tratamiento construir (sic) los parámetros simbólicos que
concurran a brindar sentido (a prima facie ausente) a la experiencia.
Retomando el, concepto de “estructura dentro de la estructura” (que ya se ha
explicado precedentemente), clínicamente deberá, entonces, tenerse en cuenta el
diagnóstico estructural con miras a establecer las modalidades de las acciones del
terapeuta no solo en relación a la clínica del ataque de pánico debiéndose pensar a
la sintomatología situada en el contexto de la singularidad que alberga una
estructura psíquica. (neurosis obsesiva, psicosis…) Todo esto conformará “la
dirección de la cura”. Por ejemplo, las experiencias de pánico refuerzan los
procesos melancólicos, obviamente reforzarían una agorafobia, una fobia social,
etc.

Asimismo, en algunos casos suele aparecer un fenómeno de levantamiento radical


de la represión secundaria propiciando fantasmáticas siniestras para el sujeto,
muchas veces referidas a la sexualidad, una suerte de retorno al perverso
polimorfo, solo que ahora en una fase de desarrollo libidinal inadecuada. O temor
de ocasionar daño a terceros, cuestiones que devienen de la experiencia de
pérdida del control.
Al persistir, al “cronificarse” los ataques de pánico suele desarrollarse la sensación
de extrañamiento de la pertenencia que hace lazo social. Es ahí cuando el paciente
puede sentirse dentro del discurso o fuera de él. Aún entre la emergencia de un
ataque y otro. Bien dice el autor: “como ser de otro planeta”. No es el estado de
perplejidad de la psicosis, pero la angustia señal es inexistente, también su faz
protectora. Porque La angustia está en el discurso. Puede que la cronificación de
los ataques haga que en la hiancia entre ellos también se afecten las coordenadas
temporales donde el discurso se despliega.

¿En el ataque de pánico, hay una cierta inscripción no del todo acabada, o
insuficiente o fallida, del significante del Nombre del Padre, o se trata más bien de
la caída del sujeto a partir de cierto colapso fálico, y allí pierde las coordenadas?

Ataque de pánico. 14
La inscripción entre el significante del Nombre del Padre como operatoria psíquica
nunca es completa, nunca es acabada, siempre hay fallas, siempre hay un déficit, y
es allí donde el sujeto tiene que encontrar cierta manera de vérselas, de entramar
estos déficit. Iunger apunta más al colpaso fálico y a la cuestión de caída de las
coordenadas temporo-espaciales y a la pérdida de las coordenadas que sostienen
al sujeto.
¿Cuál es la operatoria que se pone en juego respecto al Nombre del Padre y cómo
eso podría operar dentro del ataque de pánico de un modo supletorio, tal cual lo
plantea Belucci?

Hay que situar en el caso que propone Belucci, algo que dirá al final: justamente,
es en la adolescencia y en la transición adolescente donde se trata de retomar y
poner en forma lo inscripto de un padre, retornarán también los impasses de dicha
escritura; de ahí la idea de Iunger de una inscripción del Nombre del Padre quizás
no del todo acabada y completa. En esos impasses en dicha escritura se llama a la
inventiva del sujeto. No es descabellado pensar que, para este adolescente del
caso de Belucci, apuntar ese movimiento fue la función que tuvo el análisis;
tomando el relevo del ataque de pánico, el análisis terminó cuando un otro relevo
lo hizo posible. Es aquí donde lo que opera como límite va a tener que ver con
aquél ordenamiento imaginario que se pudo hacer.
Para este paciente, el "respeto" sería una segunda instancia en la producción de un
límite y de un ordenamiento. Es ahí el efecto analítico que genera el ordenamiento
imaginario, que es la producción de un límite, allí donde algo estaba en pleno
declive, en un momento de impasse de esta escritura del significante del Nombre
del Padre y del ordenamiento simbólico aparece el ataque de pánico, y el análisis
reconduce hacia el ordenamiento imaginario que permite producir este nuevo límite
donde el sujeto puede seguir, puede continuar.
Es importante hacer dialogar estos dos textos, de Iunger y Belucci, porque no son
contradictorios, dado que vienen a completarse y descompletarse, respecto a
dónde pensar la angustia, el narcisismo y el significante del Nombre del Padre en
tanto ordenamiento simbólico. Cuando justamente se pierden las categorías, el
sujeto queda en un espacio de absoluto decaimiento, y es allí donde el colpaso
se hace presente.

¿Cuál es la metapsicología de estos casos? ¿Dónde se advierte el déficit?

¿Cómo se presentan estos pacientes, qué les pasa, cómo se comportan, qué
sienten?

A partir de esta metapsicología y del modo de presentación que tienen los


casos, ¿cuál es la posición del analista, desde qué lugar intervenir?

Ataque de pánico. 15
La clínica del pánico, dice Iunger, requiere de intervenciones que se sitúan en los
tres registros.

Con frecuencia, la experiencia transferencial sostenida es una excelente protección


contra el pánico. Está el plus de eficacia que se produce por el ordenamiento
básico que se produce en las coordenadas de la experiencia del sujeto, como
consecuencia del funcionamiento de la transferencia.
Iunger dirá que la clínica del pánico es artesanal, dentro de lo artesanal que ya es
la clínica psicoanalítica en general. No es lo mismo cuando el pánico bordea la
psicosis a cuando se está frente a una neurosis con esta zona de dificultad. Se
trata de una tarea difícil, justamente porque hay que operar sin la presencia de
parámetros fundamentales que ordenan la experiencia del sujeto, ya que
justamente estos parámetros deberán reconstituirse a partir del trabajo del análisis.

Frecuentemente, el abordaje del análisis implica un primer tiempo en el que se le


hace frente al pánico, mediante instancias que operan como corte con respecto al
goce en el que se localiza el sujeto en la experiencia del pánico. A veces son
necesarias fuertes intervenciones de corte, para cortar lo que alimenta la
sintomatología, sosteniéndola en un nivel que le hace al paciente la vida imposible.
Algo que Iunger dice que se produce en varias circunstancias analíticas es que el
sujeto cede al síntoma, "si estoy mal, bueno, estoy mal". Esta posición, esta
instalación en el goce del síntoma, no calma la angustia ni el malestar, ni siquiera el
pánico, sino todo lo contrario, incrementa el malestar, lo amplifica. De un modo
tranferencialmente sostenido y dosificado, dice Iunger, hay que no hay que ceder
respecto a insistir con operaciones de corte. Se trata de la intervención discursiva
sobre los actos del sujeto, desde instancias del corte y la interpretación, de sus
eficacias frente al síntoma y frente a la pulsión.

Se trata, en principio, de que frente a la angustia, frente a la fobia, frente a la


depresión, no hay que ceder frente al síntoma. Acotadamente y en determinadas
circunstancias, en la cuales no hay eficacia de la palabra, siempre bajo la instancia
de la transferencia, primero se corta y después se puede acceder al despliegue
de la palabra y de la interpretación.
Esta es una estrategia en la cura, en instancias donde solo la palabra interpretativa
no es eficaz. Son intervenciones que se sitúan en los tres registros; no pueden
ser arbitrarias, sin soporte legal, legalidad del discurso, legalidad de la producción
significante propia del orden simbólico, no pueden prescindir del sentido y de la
imagen, instancia de lo imaginario, y operan sobre la pulsión, o sea sobre lo legal
del goce.
Cuando se logra que la experiencia de sufrimiento entre en el plano de la angustia,
estamos en una instancia de eficacia del análisis, porque se logra poner un marco

Ataque de pánico. 16
discursivo al exceso de goce. La angustia está en el discurso, en el marco del
discurso. El pánico no se trata solo de una instancia fenoménica, no es algo que se
sitúa solo en un plano descriptivo; el encierro que se suele dar en la experiencia del
pánico no resulta solo de que el sujeto no puede sostenerse frente al malestar
que le genera la confrontación con la instancia del otro, sino que se encierra
porque se produce un hecho en un plano más estructural: al fallar la relación al
Nombre del Padre, el sujeto queda en los bordes de lo que es el lazo social y
discursivo.
Si el pánico persiste como una presencia constante, el sujeto se siente como
perteneciente a otro planeta. Como en la melancolía el melancólico siente que
perdió su relación con el lazo social; como en el registro de la psicosis podemos
pensar el experiemntar el estar fuera del discurso. Esta cuestión de estar dentro del
discurso el pleno derecho o de estar fuera del discurso es algo muy importante
como experiencia subjetiva. Cuando puede haber alguna captación subjetiva de
estar fuera del discurso, se trata de que alguien tenga la experiencai de estar caído
del mapa; tiene que ver con la condición que se da a partir de la pérdida de los
ejes de coordenadas que orientan la experiencia subjetiva.

Ataque de pánico. 17
Pasaje al acto.
Autores Iunger Muñoz

Temas Bordes Clínica Pasaje al acto

Tipo Práctico B

Temas de la clase. Bibliografía.


Tema. Iunger, V. 1993. Clínica del
pasaje al acto en la neurosis.

Muñoz, P. D. 2009. La invención


lacaniana del pasaje al acto.
Tercera parte. Capítulo XIV. El
pasaje al acto en la obra
freudiana. pp. 179188.

Lineamientos.
Iunger va a diferenciar, además de acting out y de "pasaje al acto", otro
concepto que denomina "pasar al acto". Pasaje al acto y pasar al acto son
cosas totalmente diferentes.
Iunger habla mucho de un concepto lacaniano, que es el de la "escena", que se
"sostiene la escena" o que se "cae la escena". Es importante entender qué es la
escena: es la articulación entre el significante y la imagen, es decir, la
imagen incluyendo lo real. ¿Qué quiere decir esto? En un comienzo, va a decir
Lacan, existe el mundo, los objetos, y el sujeto va a comenzar a libidinizarlo, a
crearlo, para que eso signifique algo. Entonces, vamos a encontrarnos con lo
imaginario; pero para completar esto, Lacan va a decir que es necesario que
eso venga a decirse, es decir que esto esté entramado con un significante
particular que el sujeto irá armando. Podemos decir la escena siempre
contiene un sentido, que va armando el sujeto.
Esto es importante para poder entender a qué se refiere el autor cuando
empieza a diferenciar acting out de pasaje al acto. Justamente, cuando
hablamos de un pasaje al acto, vamos a decir que la escena se desarticula, el

Pasaje al acto. 1
sujeto cae de la escena y por eso hay un "efecto de aniquilación del sujeto",
dirá Iunger; el Otro se vuelve absoluto, no castrado, el sujeto es como un títere
del Otro.

Muchas veces pensamos que el pasaje al acto está vinculado al suicidio o al


homicidio; teóricamente, es así, pero también podemos pensar que no
necesariamente el pasaje al acto está vinculado con estas situaciones.
Podemos pensar en algo en donde al sujeto también se le desarticule la
escena. Por eso Lacan da como ejemplo el caso Dora, en donde cuando Dora
le pega una cachetada al Sr. K, e indica que ahí hay un pasaje al acto; el Sr. K
le dice a Dora que la Señora K no significa nada para él, y ahí algo se le
desarma a Dora, porque había puesto todo sobre la Señora K. Ahí tenemos
entonces una escena que se le desarma y Lacan dirá que en esa cachetada
hay un pasaje al acto.

Iunger trae otro concepto que es el pasar al acto. El pasaje al acto es un


efecto de aniquilación del sujeto; el pasar al acto es todo lo contrario, es un
efecto de máxima subjetividad, como un efecto de sujeto. Algo del orden de
un cambio de posición subjetiva. Es algo que se puede lograr y puede
pensarse por medio del análisis, un cambio de posición del sujeto, una
reubicación del sujeto. El pasar al acto tiene que ver con un cambio de
posición subjetiva del sujeto, un reposicionamiento que relance su vida, que
puede lograrse, por ejemplo, en relación al final del análisis y vía el análisis.

Otro concepto que se presenta es el acting out; Lacan lo califica como una
transferencia salvaje, una transferencia sin análisis. Sobre todo es importante
poder diferenciarlo del pasaje al acto, en tanto es una escena que se sostiene
y es una mostración al Otro. Iunger dirá que es una mostración porque hay un
fracaso en la articulación significante del deseo, el deseo le es señalado al
Otro, a través de esta mostración. Este es un punto importante.
El sujeto está separado del objeto, porque Iunger dirá que en el pasaje al acto
hay una identificación al objeto a como resto, el sujeto queda como atrapado
por el Otro; esto no pasa en el acting out, por eso dirá que está separado del
objeto.

Respecto a la clínica de bordes, en los pacientes borderline nos encontramos


con una tendencia a los actings. Esta es una de las tres características que
propone Henrich en relación a estos pacientes. Habla de:

Dificultades en la transferencia.

Tendencia al acting out.

Pasaje al acto. 2
Un trauma siempre presente, siempre actual.

Justamente, se habla "out" como fuera de lo simbólico, que es justamente


también una de las características que tienen estos pacientes borde, como
dificultades con respecto a la simbolización; por eso hablamos de una
tendencia a los acting.

Iunger también aclara que podemos hablar de "pasaje al acto" en las tres
estructuras, pero no así de acting. En todo caso hablaremos de acting en la
neurosis o en los bordes de la neurosis, no en la psicosis, porque justamente el
psicótico está por fuera de lo simbólico, y por eso no hablaremos de acting.
Otro punto importante del texto tiene que ver con lo que Iunger planteará
como clínica en relación al pasaje al acto. Tiene que ver con cómo intervenir
con clínica de bordes, está muy vinculado.

Intervenciones en pacientes borde.


Iunger hablará fundamentalmente de tres intervenciones, respecto a cómo
abordar a un paciente que está en una situación cercana al pasaje al acto o
que se vio afectado. Hablará de cómo llevar adelante la dirección de la cura.

Operación de ser semblante del Otro barrado.

Tiene que ver con, ahí donde el Otro está totalizado, el analista debe
sostener su presencia barrada, dando un lugar para el analizante como
sujeto. El analista también se barra a través de su preocupación, de
mostrarle preocupación al sujeto por lo que le pasa. La idea justamente
tiene que ver con esto, con poder barrarse frente a esta presencia de este
Otro perseguidor y absoluto en esta situación de pasaje al acto, en donde
el sujeto siente que no tiene otro recurso más que el pasaje al acto; por
eso el Otro se vuelve totalmente gozador y el sujeto se siente como títere
del Otro.

Operación de mantenimiento de la transferencia.

Tiene que ver con que el analista se haga cargo de la transferencia, por lo
menos provisoriamente; de sostener y activar la transferencia. Esto se
relaciona con lo postulado por Henrich de que los pacientes borderline
tienen dificultades en la transferencia; entonces aquí esto que dice Iunger
de ser sostén en la transferencia está relacionado con algo de lo que
dice Henrich.

Operación de poner en juego al objeto.

Pasaje al acto. 3
Por eso dice que el analista debe hacerse cargo también de poner en
juego al objeto; pone el acento en la mirada y la voz del analista, que dice
que son particularmente aptas para esta operación. Habla de que en estos
momentos es importante, por ejemplo, ofrecerle un análisis frente a frente,
para que el sujeto pueda tener la mirada del analista como contenedora,
sostenedora, o esto de poder llamar al paciente.
Ulanosky, dentro de la clínica de bordes, también plantea esto de prestar
representaciones al sujeto, como una especie de sostén para el sujeto.

Iunger.
Este autor marca la diferencia fundamental entre el "pasar al acto" y el "pasaje
al acto". Si bien las dos instancias clínicas tratan de una escena, de la
conclusión de la misma, donde no media lo simbólico, ambas son radicalmente
diferentes en relación a la posición del sujeto.
El "pasar al acto" representa una máxima expresión de subjetividad, hay un
efecto de sujeto. Pueden pensar en ese momento que uno da su última
materia, donde hay un punto que es sin pensar, ya que tal vez si uno lo
pensara demasiado no habría un momento ideal para darlo, por lo que implica,
un cambio de posición, de estudiante a Licenciado.
En el "pasaje al acto" es exactamente lo opuesto, hay una aniquilación del
sujeto en ese acto, hay una caída del sujeto de la escena. La caída más
temida es caerse de la vida, un suicidio, también un homicidio, pero podemos
pensar en otras caídas, no tan terminales, una pérdida de un trabajo, por
ejemplo.

El Acting Out es una escena que se sostiene, que no concluye, a diferencia


de las otras dos. “Out” significa hacia afuera, una “actuación para afuera”. En
las dos anteriores no hay Otro, en esta última sí. Esto será muy importante
para pensar la clínica.

Lacan dirá que el Acting Out es transferencia sin análisis, transferencia


salvaje.
¿Qué le muestra el sujeto al Otro? Le muestra su deseo. Si hay deseo, hay
falta. Podemos pensar en cierto pedido al Otro: ¿hay un lugar en vos para mí?
¿Algo te falta?

Si este movimiento subjetivo aparece, podemos pensar que el analista


declinó en su función de lectura e interpretación. El analista no estuvo a la

Pasaje al acto. 4
altura, es por eso que el paciente actúa. ¿Qué quiere decir esto? Que no
escuchó al sujeto, no lo alojó. Es así que el paciente tratará de hacer entrar
en la escena del análisis lo que el analista se resistió a escuchar. Es una
advertencia para el analista. Cuando Iunger dice: “el deseo le es señalado al
Otro, a través de esta mostración del objeto señuelo”, quiere decir que el
paciente actúa donde no hubo lugar para la palabra.

Pasaje al Acto: una escena que concluye, no se sostiene, a diferencia del


Acting out, donde sí lo hace para un Otro.
Iunger distinguirá dos tiempos en el Pasaje al Acto, diferenciación importante
para pensar en cuál de los dos el analista tendrá un lugar para poder
intervenir.

Pensemos en ese primer tiempo, donde el sujeto va gestando la escena, va


desinvistiendo los objetos, se identifica a un objeto resto, en posición de
desecho (el paciente podrá decir: “ya nada me importa, no sirvo para nada, no
encuentro ningún sentido en esta existencia”). El Otro va tomando mayor
consistencia, quedando en el lugar de absoluto, sin falta, perfecto (el paciente
dirá, por ejemplo: “mi padre es tan perfecto, siempre le fue bien, nunca un
defecto, en cambio yo, soy realmente un desastre).
En el segundo tiempo se corta la escena. Será en el primer tiempo,
entonces, que podremos intervenir, alojando la palabra del paciente,
dándole un lugar.
Dichas instancias clínicas implican una variación al dispositivo clásico del
psicoanálisis. Convoca al analista a pensar maniobras en la transferencia. En
palabras del autor. “no hay oposición entre la necesidad humana, de proteger
al analizante frente al peligro inminente en el que se encuentra, que surge
espontáneamente en el analista, y el deseo del analista, y su compromiso en la
dirección de la cura”.

Para eso Iunger marcará tres operaciones que hacen a una estrategia de la
dirección de la cura:

Semblante del Otro Barrado.

La primera tiene que ver con una preocupación inevitable, natural de


querer salvar al sujeto. Estar en una posición de Otro absoluto, puede
provocar el pasaje al acto. Precisamente, una modalidad de ejercicio de la
regla de abstinencia, lamentablemente extendida. El analista deberá
sostener su presencia atravesada por la falta, dando un lugar al analizante.

Pasaje al acto. 5
Operación mantenimiento de la transferencia.
La segunda implica que será el analista el responsable de mantener la
transferencia, mostrando de su lado las ganas de que el tratamiento se
sostenga, activando y sosteniendo la transferencia.

Operación que tiene que ver con el objeto: la voz y la mirada del analista.
La última operación va a comprometer al analista con su voz y su mirada,
sosteniendo al paciente mediante ambos objetos. El uso del diván no será
recomendable en estas situaciones clínicas. Incorporar la voz fuera del
espacio analítico, una llamada de teléfono.
Dirigir la cura en una vertiente del plano imaginario y real, hasta que
lentamente se pueda recuperar la palabra. Muchas veces la palabra, poder
ir hablando de esas escenas mortíferas hacen una especie de corte a las
mismas. Restituir la eficacia de la palabra será un objetivo, pero soportar
el tiempo que sea necesario, será un trabajo del analista en la dirección de
la cura y el manejo de la transferencia.

Muñoz.
El texto de Muñoz es un rastreo del término acto, “agieren” en la obra
freudiana para luego llegar al concepto de "Pasaje al acto" en Lacan. El autor
dará cuenta que dicho concepto no integra el corpus teórico de Freud, será
Lacan quien lo instaure como concepto psicoanalítico, distinguiéndolo del
Acting Out.
El término agieren se aplica al “actuar” por consecuencia de algo que no pudo
ser dicho.
Muñoz mostrará como el agieren freudiano recubre ambos conceptos, el de
Acting Out y Pasaje al Acto. Recordemos la diferencia entre uno y otro, el
Acting Out es una escena sostenida, el Pasaje al Acto, una escena que
concluye. La distinción entre ambas instancias clínicas es un desarrollo de
Lacan.
Vamos a ir punto por punto del texto para acompañar el rastreo que realiza
Muñoz.

El concepto freudiano de agieren.

El agieren en Freud se relaciona con el actuar: puesta en acto. Se ve por


primera vez en el caso Dora 1905. Luego en “Recordar, Repetir y
Reelaborar” 1914 “el analizado no recuerda, en general, nada de lo

Pasaje al acto. 6
olvidado y reprimido, sino que lo actúa. No lo reproduce como recuerdo,
sino como acción, lo repite, sin saber desde luego que lo hace”.
Para Freud tiene estrecha relación con la resistencia, a mayor resistencia,
menor recuerdo, y entonces, repetición y actuación: llegadas tardes, faltas
a sesión, el paciente se enferma, no asocia. Freud dirá: “Esta compulsión
de repetición es su manera de recordar”. Entonces, el agieren es una
manera de recordar, no ausencia de recuerdo, sino otro modo.
Para este recordar en acto, Freud propone especial atención en el manejo
de la transferencia.

En conclusión el agieren freudiano aparece como una resistencia al


recuerdo.

Pero, nos aclarará Muñoz, que el concepto abarca más que lo entendido
hoy por Acting Out; engloba también el Pasaje al Acto. Es decir, por un
lado, conlleva la acción (aquí ya podemos ir pensándolo del lado del
Pasaje al acto, donde no se realiza la escena para otro, es una caída de la
misma) y por otro el de la reactualización en transferencia (donde se
incluye a otro, una escena para Otro, una escena sostenida).

El pasaje al acto lacaniano en el agieren freudiano.

Hay una tendencia a reconocer que lo Freud llama agieren es lo mismo


que Acing Out, pero luego del giro conceptual de 1920 de “Más allá del
principio del placer”, muchas formas del agieren freudiano adquieren un
matiz más próximo al concepto de Pasaje al Acto lacaniano.

El autor nos propone revisar ciertos fenómenos en la clínica freudiana que


dan cuenta de esto.
El caso de analizantes mujeres que declaran su amor al analista e
interrumpen el tratamiento; este enamoramiento es compulsivo, dirá Freud,
y lleva a la culminación del tratamiento, es la salida de una escena, por eso
lo debemos pensar del lado de un Pasaje al Acto ya no hay un Otro. Se
culmina una escena, este agieren es más abarcativo que el Acting Out (es
una escena que se realiza para el analista).
Muchos autores relacionaron el Out con una referencia espacial, como si
tuviera que ver con “fuera” de la sesión, del consultorio o del tratamiento.
Eso sería una lectura superficial. Lo Out de los actings no tienen que ver ni
con un espacio físico ni con un marco de trabajo, sino con un “fuera del
recuerdo”, fuera de lo que se dice, fuera de lo simbólico.

Pasaje al acto. 7
Hay un punto importante a destacar: para Lacan, la definición del Acting
Out ligada a la imposibilidad de rememorar, si bien es correcta, es
incompleta, ya que no contempla la dimensión del Otro. Recordar no es
sólo traer un recuerdo a la conciencia, sino comunicarlo, no es la memoria
como función psicológica sino la transmisión en acciones de un mensaje
que no se expresa en palabras.

Es decir, Freud no hacía distingo de los fenómenos de repetición dentro y


fuera de sesión, ambos los ordena dentro del término agieren, abarcativo
de estas formas de acción:

Actuaciones fuera de la transferencia que luego el paciente relata al


analista Acting out fuera de la sesión)

Enamoramientos dirigidos al analista que dificultan el tratamiento


Acting out dentro de la sesión)

Ruptura del vínculo analítico Pasaje al Acto)

¿Acting out fallido o pasaje al acto?

Freud reconoce que en estas constelaciones psíquicas conducen no solo a


la enfermedad, sino a la muerte. Lo interesante es que en muchas hay una
determinación inconsciente de la muerte.
Freud reconoce la compulsión del autocastigo en la muerte por
“accidente”. Son distintas acciones con un propósito inconsciente y se
enmascaran como accidentes: dejarse caer, dar un paso en falso, resbalar,
lesiones autoinferidas. Junto al suicidio, podemos encontrar diferentes
lesiones semideliberadas.
Muchas veces podemos encontrar una Acting Out fallido que conduce
involuntariamente a la muerte (la ingesta de medicación, por ejemplo, que
sólo pretendía ser un llamado de atención y el sujeto falló y tomó más
pastillas de lo que debía para que solo fuera un llamado de atención, y
terminó siendo fatal, un suicidio). También se puede pensar en una
tentativa suicida ineficaz (hubo determinación, pero no salió bien, al
contrario que el caso anterior).
Tanto Freud como Lacan, reconocen en el pasaje al acto suicida y en el
heteroagresivo, un elemento común: “si tras una aparente torpeza casual y
una insuficiencia motriz, puede esconderse una furia contra la propia
integridad y la propia vida, no hará falta un gran paso para transferir esta

Pasaje al acto. 8
misma concepción a yerros que pongan en serio peligro la vida y la salud
de otros”.

Pasaje al acto. 9
Intervenciones en pacientes
borde.
Autores Henrich Ulanosky

Temas Bordes Clínica Intervenciones

Tipo Práctico B Teórico

Temas de la clase. Bibliografía.


Intervenciones en pacientes de Ulanosky, P. 2009. Fronteras,
borde, narcisistas, fronterizos. bordes, límites. pp. 91111.

Henrich, H. 1993. Bordes de la


neurosis. Capítulos I al IV.

Los casos "borde".


Muchas veces, son sujetos "inclasificables", no pueden ser ubicados dentro de
una categoría de neurosis o de psicosis. Por su cuadro "polibalente" en cuanto
a la sintomatología, suele resultar muy difícil ubicarlos.

Nos ubica como analistas en el límite de la analizabilidad. Nos implican


convocando no solo nuestro saber, sino también nuestro funcionamiento
mental.

✔ Patologías fronterizas: se denominan “fronterizos, borders, límites”


aludiendo a su organización psíquica y a las fronteras de la
analizabilidad con las que se topa el analista y hasta las cuales ellos
acceden.

Henrich caracteriza a los pacientes borderline con las siguientes


características:

Dificultades en el establecimiento de la transferencia, derivado de su


estructural falta de confianza en el otro.

Intervenciones en pacientes borde. 1


Trauma infantil no reprimido, producto, resto de la intensidad pulsional que
no ha podido ser simbolizada por el otro. Relato dolido con actualidad
acuciante. Se trata de un trauma que no se constituye como recuerdo, en
tanto no ha entrado en el registro de la represión y su retorno.

Acting out como modo de conducirse en la vida, como modo de llamado a


otro que ha fracaso en su función.

Falla la función interpretante de otro y de este modo frac asa la inscripción


simbólica de la irrumpción pulsional, la represión falla en su función y ese
resto pulsional no reprimido retorna bajo la modalidad de actaciones,
irrupciones somáticas, alucionaciones, delirios.

En la clínica con estos pacientes se trata de armar un marco que pueda


contener el desborde pulsional, otorgando significación a lo que no lo tiene,
otorgando representaciones que posibiliten la construcción de un tejido por
donde se derive la cantidad, que de otro modo concluye en el cuerpo o en el
acting out.

Actualidad de las "patologías fronterizas":

Es algo que Ulanosky ubica en la demanda clínica actual con mayor


frecuencia, trastornos que va a llamar "trastornos narcisitas" o "patologías
fronterizas". Indica que, si bien a veces se las denomina "patologías actuales",
porque hay algo del momento sociohistórico cultural que provoca mayor
frecuencia de estas patologías en el consultorio, no quiere decir que no hayan
existido desde siempre; solo que hay determinados factores en la actualidad
que hacen que se presenten con mayor frecuencia.

✔ Nueva modalidad de malestar en la cultura a partir de un giro


histórico, produciéndose desequilibrios subjetivos por
resquebrajamientos de referencias, modelos e ideales. Trastornos
narcisistas, dentro de ellos: las patologías fronterizas.

Diferencia con la psicosis - ubicación al borde de la neurosis.

Ulanosky dirá que estas patologías se diferencian de la psicosis, en que si


bien de repente pueden presentar casos confusionales, no está comprometido
de ninguna manera el juicio de la realidad. La psicosis afecta el juicio de
realidad; el neurótico se refugia en la fantasía, pero no aparece desgarrado de

Intervenciones en pacientes borde. 2


la realidad. En las patologías de borde ese juicio de realidad no está
comprometido, aunque se pueden presentar casos confusionales.

✔ No ubicamos a los "borders" entre las neurosis y las psicosis, como


una cuarta estructura. Todo lo que ubicamos respecto de los borders
aparece esencialmente del lado de la neurosis, en el borde la
neurosis.

Las fronteras entre cuadros o estructuras psicopatológicas


se desdibujan a la hora de escuchar a un paciente. Los
límites no son puros.

Fallas primarias en la constitución psíquica.

Se pregunta: ¿puede haber un borde en la neurosis que


tenga que ver con una falla en este segundo tiempo de
elaboración psíquica de la ligadura de la simbolización, que
dejara como resto el trauma siempre? ¿Cuál podría ser el
destino de esta energía traumática, no ligada a una
representación simbólica? ¿Podría ser que intente ligarse
mediante la inscripción en el cuerpo o mediante la actuación
en el acting out, como un llamado al otro? Henrich?.

La sensación de vacío, las depresiones, los desbordes, las


impulsiones, la intolerancia, no los definen, sino que están
enraizados en las fallas primarias de su constitución
psíquica. La dependencia a un objeto la viven como una
herida contra su integridad narcisista. Ulanosky).

Son sujetos que han tenido fallas primarias en la


constitución de su psiquismo por defecto, de lo que no se
inscribió, o por exceso, de lo que no pudo tramitarse

Intervenciones en pacientes borde. 3


adecuadamente, en quienes el proceso secundario de
pensamiento se ve interferido por el funcionamiento
primario. Ulanosky).

Escisión psíquica, narcisismo, fenómenos forclusivos.

Ambos autores coinciden en la característica esencial de la escisión psíquica:


hay algo allí de un Yo escindido, un narcisismo que no aparece configurado
de la mejor manera.

Un narcisismo aceptablemente configurado tiene los recursos necesarios para


reconstituirse; se desquilibria produciendo síntomas, pero sin desorganizarse.
En estos otros casos, donde el narcisismo no ha operado de la mejor manera,
los conflictos yoicos van a tener mayor preponderancia (como que los
pacientes han sido privados de un espejo que les devuelva una imagen
cohesiva y afirmada dentro de sí, a partir de la mirada del otro). Dirá Ulanosky
como metáfora: "madres presentes en cuerpo, pero no en alma", es decir,
madres que cumplen con las necesidades biológicas, pero sin investirlo
libidinalmente.

En la primera infancia, explica Ulanosky, es la madre la que se encarga de


darle sentido al llanto del niño y a sus gestos, cumpliendo con la función
para-estímulos, ayudando así a su hijo a metabolizar los estímulos y
significarlos según sus posibilidades. Esto es, hasta que el niño pueda cumplir
esta función por sí mismo.
Es en esta decodificación de los signos y la codificación que se irán
generando y entramando significantes y sentido, con las cuales el niño se va a
identificar, para luego en su desarrollo poder cuestionarlas y generar propias.
En los pacientes borderline, el Yo no ha podido internalizar estas funciones
[para-estímulo]; "han quedado a expensas de la intensidad de los estímulos
sin mediación satisfactoria".

✔ El Yo no ha podido internalizar la función para-estímulo y el sujeto


queda a expensas de la intensidad de los estímulos sin mediación
satisfactoria.

Se requiere en una madre el "deseo de ser madre de ese hijo", dirá Ulanosky,
lo cual implica poder identificarse con ese bebé, en su sentir, tener una

Intervenciones en pacientes borde. 4


capacidad de empatía, de contención, de tolerancia. "Estas capacidades
pueden fallar en madres que están sumidas en duelos, traumatismos o fallas
en su propia narcisización. El espectro es amplio".
Es necesario en esta etapa la devolución de una mirada, que confirme la
existencia del niño, de su valor, y un discurso identificatorio necesario para
que el niño conforme poco a poco su incipiente identidad. Todo esto es
imprescindible para la estructuración del narcisismo del niño. En los casos
de sujetos borderline, esto falla o está ausente.

En aquellos cuyo narcisismo ha logrado una conformación


más estable, el conflicto edípico tendrá más resonancia. En
otros, los reclamos del "yo" tendrán prioridad. Ulanosky).

Henrich dirá que coexisten en determinados momentos y coyunturas una gran


variedad de defensas, no solo la represión como en el caso de las neurosis,
sino que aparecen algunos fenómenos forclusivos, pero que no responden
esencialmente al significante del Nombre del Padre, sino a significantes que
no figuran en la dinámica estructural de la configuración psíquica de un sujeto.

Consecuencias de la privación del espejo: angustia de fragmentación,


abandono.

Son sujetos que acarrean un enorme sufrimiento por


sentirse inconsistentes, con poco valor, con dudas acerca
de su propia existencia e identidad. Desde su infancia han
sido privados de un espejo, de una mirada y de un discurso
que les devolviera una imagen cohesiva y deseada de sí
mismos con la cual identificarse, reconocerse y quererse.
Se han visto en la necesidad de sobrevivir y para ello han
convocado a sus objetos, entre ellos al analista, anhelando
hallar una prótesis de sí mismos, incondicionalidad, sostén y
un aparato para pensarse. Ulanosky).

Frente a esta ausencia de la devolución de una mirada que confirme la


existencia de una psiquis en constitución, en gestación, lo que va a aparecer
afectado es el valor de lo identificatorio.

Intervenciones en pacientes borde. 5


Las consecuencias que esto trae aparejado en el niño son la desconfianza en
sí mismo, una necesidad permanente de configuración y aprobación de los
otros, incertidumbre respecto a la realidad de la propia existencia, "a mí nadie
me quiere", "yo no existo para los demás".

Cuando solo hay respuesta del campo de las necesidades, pero no hay una
erotización del lazo de ese sujeto en formación, aparece esto, una baja
valoración y sensaciones que aparecen constantemente, de angustia, de
angustia de fragmentación (en el sentido de volver a ese estado previo a la
configuración del Yo) y sensaciones de abandono.

✔ El paciente borderline siente que está amenazada su existencia


psíquica. Cuando se presentan perturbaciones en la organización del
Yo, la angustia no puede ser procesada como señal, sino que se vive
como amenaza de aniquilación y no logra ser canalizada por la
simbolización. En dicha angustia está comprometido su sentimiento
de existencia.

Entonces: desconfianza de sí mismo, la necesidad permanente de


confirmación y aprobación del otro, la incertidumbre acerca del propio
sentimiento de existencia, baja autovaloración, duelos de difícil resolución y
angustias de fragmentación, fusión y abandono.

La intolerancia a estar solo convoca al afán de aferrarse a la


voz o a la presencia física del otro. La soledad es vivida
como aniquiladora. Ulanosky).

Por eso, necesita constantemente una reafirmación que venga del campo
del otro.

Falta de confianza en el significante - trauma sin represión.

Henrich plantea que esencialmente, en estos sujetos, se padece de una falta


de confianza en el significante; como si ese segundo posterior a la
constitución efectivamente imaginaria no hubiese acontecido en el desarrollo.

Lo que aparece ahí es que el trauma (como contingencia necesaria, que va


más allá de lo accidental, que remite a una ralidad psíquica) no parece estar
reprimido; el trauma tiene una actualidad que es acuciante (que se manifiesta

Intervenciones en pacientes borde. 6


con fuerza, viveza y pasión) para el sujeto. En ese sentido, ese como una
herida en carne viva, una herida que no pudo cicatrizar, sigue sangrando y
sigue doliendo, no termina de elaborarse. Como una fala en la represión del
trauma, que aparece desde lo real como los acting out, pasajes al acto o
inscripciones en el cuerpo.

Si hay un trauma y una represión del trauma: acontece el retorno de lo


reprimido, como síntoma que se trabajará en transferencia. Si el trauma
aparece sin represión: tendrá una actualidad constente, generará conductas
impulsivas y se va a dificultar la instauración de la transferencia (porque
aparece una falta de confianza en el otro, por ese otro que no estuvo
habilitando esa confianza).
Ulanosky dirá que estos pacientes presentan, también, una dificultad en
traducir las cantidades de apremio en significaciones que adjudiquen un
sentido a través de metáforas y simbolizaciones.

Relación con los objetos.

Ulanosky dirá que el paciente border "vive el objeto en función de la


satisfacción de sus necesidades". No alcanzan la "constancia objetal", que
sería la carga de representante psíquico constante de objeto, que es
independiente del estado de necesidad. Dirá Ulanosky que un rasgo que
presentan es la "manipulación del otro, para así intentar dominarlo y que el
objeto haga lo que ellos necesiten". Provocan y manipulan, dado que están
atentos de forma permanente a los vaivenes y reacciones del objeto.
Las relaciones interpersonales de estos pacientes son inestables, porque no
están al servicio de satisfacer deseos, sino al de paliar necesidades; los
objetos son objetos de la necesidad, objetos que deben calmar y sostener,
debiendo ser, para el sujeto, incondicionales. El paciente borderline va a
esperar esto mismo del analista, lo cual tiene su propia dificultad durante el
tratamiento.

Un tema delicado es que estos pacientes pueden presentar el síndrome de


difusión de la identidad. Sus valores y opiniones pueden mimetizarse con los
que los rodean. En la relación terapéutica las intervenciones pueden ser
vividas como órdenes, por ende, su formulación debe ser cuidadosa,
intentando no aseverar ya que tienden a darle un carácter de certeza al
discurso del otro.

Intervenciones en pacientes borde. 7


Ulanosky explica que hay en estos pacientes una escisión entre lo psíquico y
lo somático que los protege contra la destrucción absoluta, pero les impide el
libre funcionamiento de la simbolización, la creatividad y la imaginación. Se
instala el vacío. Parte de su actuación es para paliar este sentimiento. Anhelan
experimentar emociones genuinas, pero no las toleran, es por eso que sus
relaciones son inestables.

Estos pacientes poseen "una insatisfacción permanente, frustración


constante" Ulanosky). Sus objetivos son inalcanzables y si los alcanzan
pierden valor inmediatamente. Sus logros no son vividos como propios, los
invade una sensación de extrañeza. La tendencia a evitar el displacer es más
fuerte que la búsqueda de placer.

Manifestaciones clínicas.
¿Cómo se nos manifiestan estos casos en la clínica, casos que tienen una
temporalidad diferente a la neurosis?

Ulanosky dice que este tipo de casos llevan a un replanteo del dispositivo
analítico tradicional y clásico. Dirá que esta idea de "pacientes fronterizos" no
solo clasifican y refieren a los pacientes mismos, sino que también se refiere a
la posición del analista, porque nos convocan a una frontera de la
analizabilidad, hasta qué punto podemos y no podemos hacer cosas con ellos.
Son pacientes impulsivos, con una impulsividad crónica y repetitiva, que
tienen un potencial auto-agresivo o hetero-agresivo físico o psíquico grande,
que generan cierta peligrosidad. En el momento del impulso, esto aparece
como algo ego-sintónico en el momento del impulso, pero una vez que
finalizan podrían percibirse como ego-distónicos y entonces el analista podría
tener alguna injerencia. Estos impulsos serían una manera del paciente de
defenderse de la fragmentación del Yo.
El profesor explica que una intervención que hizo con un paciente borderline
fue decirle "a muchos nos ha pasado eso", incluyéndose en la oración, como
un intento de ofrecerle un espejo de alguien que ha atravesado por algo
similar y puede estar hablando frente a él, como darle un espejo en donde
identificarse en una dinámica yoica; como un paso primero para que aparezca
un Yo, que estaba totalmente desvanecido y desgarrado, posibilitando que
algo de ese Yo se pueda rearmar, como condición básica y necesaria para
poder pasar a un segundo momento en donde aparecería la posibilidad de
entablar una responsabilidad subjetiva en aquello que le acontece].

Intervenciones en pacientes borde. 8


Excesos, impulsos - el acting out. Temor a la fragmentación del Yo.

Cuando la angustia es demasiado intensa, inunda al


psiquismo, impotentizando y paralizando su capacidad de
discernir. La distancia óptima que se quiere para poner en
práctica el juicio de atribución, que les permite evaluar y
contrastar, así como la tolerancia a la espera y demora en
dar una respuesta, desaparecen. Las impulsiones y la
descarga inmediata sustituyen al poder de decisión.
Ulanosky).

Ulanosky dirá que el hecho de que un apremio sea demasiado intenso no


tiene que ver con el valor del mismo en sí, sino con las fallas que el sujeto
presenta en los mecanismos de metabolización, como son el proceso
secundario, una matriz identificatoria de base y la internalización de los
vínculos objetales sostenedores, que lo protejan de la desorganización. Así,
estos sujetos se defienden de una fragmentación del yo.

Se defienden de un temor a la fragmentación del yo: un Yo con grietas


profundas y fallas en su constitución, que le impiden defenderse y hacer frente
satisfactoriamente a los vasallajes a los que está sometido.

Son seres que sufren de excesos, tanto del orden interno


pulsional, como del afuera, de la realidad exterior. La manera
que encuentran de tramitarlos es por medio de descargas,
en el cuerpo, como actuaciones en el afuera y con los otros.
(...) Los fines de estas impulsiones son diversos, van desde
aliviar estados afectivos intolerables hasta castigarse, sentir
dolor, enojarse.

El descontrol impulsivo suele ser crónico, repetitivo y con


gran potencial autoagresivo, físico y/o psíquico.
Generalmente es vivido como egosintónico durante el
episodio mismo. Ulanosky).

Intervenciones en pacientes borde. 9


Pensar que el acting out es un llamado dirigido al otro, a una intervención al
otro, en donde esa intervención aparece fallida.

Henrich dirá que el acting out es definido por Lacan como una una llamada
de atención que se realiza al analista, allí donde ha fallado en su función, que
le está indicando al analista, como indirecta, que erró en el blanco, que la
interpretación que hizo no fue correcta. Por lo general, el término refiere a una
respuesta que se produce en el análisis; aun en los casos en los que se
produce fuera del análisis, Lacan lo conduce al mismo, en tanto el acting out
puede desembocar en una entrada en análisis. El acting out puede tener así
dos salidas posibles: un pasaje al acto, "en donde la escena mostrada se
desgarra y el sujeto se arroja fuera de la misma", o bien una entrada en lo
simbólico del análisis.

Sin embargo, se puede pensar en el acting out por fuera del análisis; Henrich
se pregunta si pueden existir pacientes que viven de acting en acting,
independientemente del análisis, en cuyo caso quien falló no es el analista,
sino un Otro instituyente.

✔ Acting out, como modo de conducirse en la vida como modo de


llamado a otro que ha fracasado en su función.

En el análisis, si el analista interviene en la realidad, en lugar de en la realidad


psíquica, fantasmática, están dadas las condiciones para provocar un acting
out; esto revela de parte del analista, provocando en el analizante una "falta
de confianza en el significante", que hace que "elija otra forma de expresión,
dado que allí no hay un Otro dispuesto a escucharlo". Cuando hay
transferencia sin que haya un analista que la sostenga, se produce el acting
out. Lacan dirá que el acting out es, justamente, transferencia sin análisis.

Introducimos que si hay una falta de afirmación en sí mismo, si hay una falta
de confianza en el otro, que le haya aportado cierta dinámica estable,
particularmente deseante, se van a formular sujetos que aparecen con una
demanda acuciante (fuerza, viveza) de respuesta al otro, para que lo
reafirme en su existencia, en su posición y en sus atributos. Por lo tanto, la
clínica, con este tipo de casos, se hace bastante compleja - porque tienen una
temporalidad diversa a la que aparece en la neurosis.

Intervenciones en pacientes borde. 10


Es frecuente que estos pacientes hagan uso del discurso
como acto, sin tener conciencia de ello. Que el fin sea
provocar sensaciones en el analista, para que sienta lo que
no pueden sentir o representar. Ulanosky).

La realidad los excede, los desorganiza y les provoca


intensas angustias, no solo por la dificultad que encuentran
en metabolizar y simbolizar las grandes magnitudes de
estímulo, que les provoca un efecto traumático, sino que
eso conlleva, en muchos casos, el no poder hacerse
responsables de sus propias acciones y las consecuencias.
Ulanosky).

Es frecuente que este tipo de pacientes haga uso del discurso como acto, sin
tener conciencia de ello. Que el fin sea provocar sensaciones en el analista,
para que sienta lo que no pueden sentir o representar, más que el propósito de
comunicar contenidos, ya que lo que se pone en juego en la sesión ocurre
entre dos objetos más que entre dos personas.

Manifestaciones clínicas generales.

Los pacientes se presentan con mucho sufrimiento, poco inconsistentes, con


poco valor, con dudas respecto a sus capacidades, de la identidad (sexual, en
relación a los amigos, etcétera). Se sienten dejados constantemente. Muchas
veces, tramitan estas fragmentaciones yoicas por medio de descargas, que
pueden ser en el cuerpo (amenzas o intentos de suicidio, autolesiones, todo
de una manera impulsilva) o como actuaciones, dentro o en el afuera del
consultorio y con los otros.

Henrich dirá que cuando los sujetos no pueden disponer de los recursos en la
dimensión de esta falta de confianza en el significante, lo que va a aparecer es
una preponderancia de los acting out y de las impulsiones.

En este punto, del impulso pasan al acto sin una dinámica de elaboración por
medio de la palabra, con lo cual son cuadros que en este sentido se sitúan por
fuera de la transferencia. El acting out está tematizado como una
transferencia sin análisis, es decir, por fuera de la transferencia analítica. ¿Qué
sucede, entonces, con la transferencia?

Intervenciones en pacientes borde. 11


Síntomas neuróticos que pueden aparecer: fobias diversas (especialmente
aquellas que se refieren al cuerpo y a la percepción del sujeto por el otro,
como una fobia a hablar en público); síntomas obsesivo-compulsivos que
tienden a ser racionalizados y se vuelven sintónicos con el Yo; conversiones
carentes de erotización y fantasmatización, asociadas a situaciones de
agresión y manipulación; temores hipocondríacos, como preocupación
invasiva respecto a la salud.
DIferencia con la psicosis: el juicio de realidad no está comprometido. En
estados de confusión presentan la incapacidad de comunicarse con el otro y
consigo mismo, ante una imposibilidad de ordenar sus ideas; en estos
momentos, el discurso está al servicio de proyectar en el otro. Se pueden vivir
en estas situaciones de gran tensión alteraciones perceptuales y cognitivas,
episodios paranoicos y despersonalización. Son síntomas transitorios.
Las defensas que utilizan son más bien primarias, como la escisión. Al
disociar así las representaciones antagónicas, se protegen de ponerse en
contacto con las que les resultan intolerables. La idealización es otro
mecanismo defensivo usual, que se presenta como la tendencia a ver los
objetos como totalmente buenos, para protegerse de otros totalmente malos;
sin embargo, no hay una verdadera estima al objeto, sino que cumple
simplemente una función de protección. Estos pacientes preentan un
aferramiento y exigencias a un objeto idealizado, variando entre la indefensión
y la omnipotencia. Crean una dependencia intensa con el otro, en la medida
que no hay una preocupación o estima real. Al mismo tiempo, temen quedar
atrapados.

Impacto en la transferencia.
Esta clase de patologías convocan al analista casi como una prótesis de sí
mismos, como un punto desde el cual están pidiendo constantemente sostén,
en una dinámica de la incondicionalidad. Estos pacientes nos pueden llamar a
cualquiera hora porque se sienten desbordados o angustiados, pueden mandar
mensajes constantemente; aparece esa impulsividad y ese desborde, en donde
necesita constantemente estar con el analista, aunque el analista no les
responda. Es una cuestión de simplemente haber podido decir algo, sacárselo
de encima por medio de un impulso. Es el analista el que tiene que ofrecerse
para hacer de interlocutor, que no quede como un monólogo, como alguien
que lo escucha y que lo puede sostener.

Intervenciones en pacientes borde. 12


Muchas veces, dice Ulanosky, aparece una relación entre dos objetos, no
como entre dos personas. A veces el analista puede sentirse manipulado; y
cuando estos sujetos no pueden manejar la transferencia, pueden aparecer
reacciones muy agresivas. Por eso Ulanosky dice: ojo con la contra-
transferencia.

Ulanosky explica que el sujeto borderline es dependiente del objeto y vive el


objeto en función de la satisfacción de sus necesidades. Un rasgo que
presentan es la manipulación del otro para intentar dominarlo y que el objeto
haga lo que él necesita. En la transferencia, esto se repite con diversas
técnicas: victimismo, conductas psicopáticas, seducción, etc. Cuando no lo
logran pueden aparecer reacciones agresivas. Esto pone a prueba la
tolerancia a no “contra-actuar” y la plasticidad del analista, para no permitir
ser manipulado y así poder dirigir la cura.

En este sentido, los analistas tienen que poder manejar los efectos
contratransferenciales, porque ponen también al analista en un borde
complejo. Muchas veces estos pacientes pueden hacer que el analista pierda
la paciencia, pero no es algo que se deba trasladar al análisis.

En estos pacientes, la transferencia se puede instalar rápidamente,


activándose de manera prematura las relaciones objetales conflictivas y
ambivalentes. Aparece una alternancia entre la idealización y la devaluación.
Henrich dirá que estos pacientes presentan dificultades en el establecimiento
de la transferencia, derivado de su estructual falta de confianza en el otro.
Aparecen muchas veces transferencias muy masivas y exigentes; pero
también pueden aparecer modalidades en donde la transferencia parece que
no llega a instaurarse nunca (por ejemplo, si el paciente falta seguido, aparece
en los últimos minutos de la sesión, abandone y retome constantemente,
etcétera).
El análisis de la contratransferencia resulta de gran importancia, con la
finalidad de prevenir el acting out del terapeuta.
A estos pacientes les suele costar aceptar los límites del encuadre terapéutico.
En la transferencia, es marcado el intento por trasgredirlo.
A veces, el paciente se presenta en una sesión como si la anterior nunca
hubiera ocurrido, como si todo el trabajo realizado jamás hubiese existido,
casi como un efecto de renegación, como si estuviera renegando de aquello
que habría sido trabajado la sesión anterior. Por eso, el analista puede estar

Intervenciones en pacientes borde. 13


siempre en la duda sobre si se pudo establecer alguna demanda de análisis en
este sujeto.
Si en estos pacientes hay algo de la falta de confianza en el significante en el
que el otro pueda ser sostén y soporte, es muy difícil que se instaure el
Sujeto Supuesto Saber; y sin esta suposición de que hay un otro que puede
ser garante de alguna modificación en el sujeto, el sujeto podría pensar que
hablar no tiene sentido, y en su lugar aparecen impulsos, abandonos, llegadas
a último momento.
Para poder trabajar, el sujeto tiene que tener una mínima confianza en que allí
habrá un otro que pueda escuchar lo que él tiene para decir, y si esto falta el
analista debe procurar, en el espacio analítico, conducir siempre al sujeto y
tratar de habilitarle ese espacio de ser "un otro" que puede escuchar lo que
tiene para decir.

✔ Los pacientes borderline presentan una falta de confianza en el


significante, lo que dificulta la ubicación del analista en un lugar de
Sujeto Supuesto Saber, y por lo tanto dificulta el dirigirle una
pregunta en torno a su padecimiento. De esto, se deduce que no hay
demanda de análisis, al modo en que la entendemos en el cuadro de
la neurosis.

Las intervenciones en pacientes borde.


Ulanosky dice que, generalmente, con este tipo de pacientes, cuando se
presentan separaciones largas, les propone que pueden llamarla si lo
necesitan. Esto es algo que se puede proponer con cualquier paciente; sin
embargo, en estos pacientes borderline es mucho más probable que
necesiten. Muchas veces ni siquiera llaman; con saber que hay un otro que
puede escucharlo, se tranquilizan y es suficiente.

También dice Ulanosky que es importante tener en cuenta cómo intervenimos;


pueden interpretar una pregunta como una orden, o una sugerencia casi como
algo a lo cual están impelidos (impulsionado) a responder. Hay que ser muy
cautos respecto a cómo se aseveran ciertas cuestiones, dado que son muy
proclives a darle valor de certeza a lo que el analista les dice.
Respecto a la escisión como defensa que se presenta en estos casos, a esta
disociación entre objetos totalmente buenos o totalmente malos, que
presentan estos pacientes, la intervención del analista debe equilibrarse. Si se

Intervenciones en pacientes borde. 14


interpreta demasiado rápido, se puede ser confundido como una intrusión de
un objeto considerado malo; si se mantiene el silencio, se repite la
inaccesabilidad del objeto idealizado, anhelado y frustrante.

Nuestro trabajo, en principio, es crear representaciones con las cuales el Yo


del paciente pueda ir adquiriendo cierta consistencia, pueda identificarse,
puede ubicarse en un "Yo soy esto", lo cual empieza a pacificar y es una
cuestión preliminar al trabajo analítico. Muchas veces la locución del paciente
puede introducir un "Yo no soy nada". Aparecen grandes heridas narcisistas,
de difícil cicatrización, o traumas con efectos intactos. Entonces, es necesario
tratar de rescatar al sujeto de este lugar.

✔ Lo que está en juego en estos casos son "heridas narcisistas de


difícil cicatrización o traumas que mantienen intactos sus efectos". El
trabajo terapéutico, más que analítico, tiene el sentido de reformular
un discurso, ir construyendo una relación objetal posible y diferente,
lograr un cambio en la organización psíquica.

En un primer momento del tratamiento, dice Ulanosky, el modelo de


"asociación libre-atención flotante" no funciona; las interpretaciones no van
dirigidas a los contenidos reprimidos, sino directamente al Yo débil. El trabajo
del analista es crear representaciones, con la cuales el Yo del paciente
borderline pueda lentamente identificarse y adquirir consistencia. Lo que en un
principio sostiene el tratamiento es la presencia del terapeuta, como objeto y
como forma de crear una nueva modalidad vincular.

Henrich dirá que en la dinámica de la impulsividad, aparecen muchos acting


en las sesiones con estos pacientes. Esencialmente, esto implica que el
analista debe intentar reconduir ese acting al entramado de una lógica
significante. Si un acting tiene dos salidas posibles: llegar al pasaje al acto
(quedar en las actuaciones) o a la entrada en lo simbólico o el análisis. Esto
último es lo que el analista debe proponer.

Si uno interviene en la lógica de la realidad, generalmente va a provocar en el


paciente acting out, al no ubicar qué acontece con la realidad psíquica.

Fundamental: si se presentan acting out por fuera del análisis, el analista debe
ver que hay algo de una mostración que está ubicando al paciente; si
aparecen adentro del análisis, tiene que ver con algo de un llamado de

Intervenciones en pacientes borde. 15


atención, en el cual se está posicionando al analista en un lugar en el cual no
entiende verdaderamente qué le pasa al paciente.
Debemos intentar recondur al paciente al campo de las formaciones del
inconsciente, al campo de lo simbólico. Acting "out": out de lo simbólico, por
fuera de lo simbólico, no de la escena analítica.

Actuar es algo que está formulado, desde los inicios en Freud, como algo que
se realiza porque no consigue ser puesto en palabras. Algunos autores
posfreudianos han tomado el concepto de acting out confundiéndolo con los
pasajes al acto. No es lo mismo. Lo "out" del acting, en este sentido más
freudiano, es un fuera del recuerdo, fuera de lo que se dice, porque la
posibilidad o la imposibilidad de rememorar o recordar el pasado, si bien es
correcta en el sentido de lo que se puede entender como un acting, hay que
completarla en el sentido de que en el análisis la imposibilidad de rememorar,
y por tanto actuar, tiene que ver con no ignorar la dimensión del otro. Cuando
uno rememora es porque transmite esa rememoración al otro, en este caso el
analista; por lo cual, el acto, si hay un punto de falta de puesta en palabras, de
falta de confianza en el significante, un puro impulso, aparece en el punto de
que hay algo de esa transmisión que no se puede hacer.

(+) Acting out y pasaje al acto.


Iunger ubica de manera diferencial el acting out y el pasaje al acto, según:

 Qué acontece con la escena.


El acting out es una escena que se sostiene en el tiempo; no es el analista
el que tiene que ofrecerse a sostenerla, el paciente está en la escena.
La escena del pasaje al acto se corta. Se puede ubicar que es una escena
que se fue gestando, pero se caracteriza por un corte abrupto.

 Qué papel juega el otro.


En el acting out, el otro en la escena aparece desfalleciente en su función
de interpretación. El acting es como un llamado a la interpretación. "No
entendés lo que está pasando, entonces te lo actúo, porque decirlo no
puedo, reubicate".
En el pasaje al acto, el otro aparece totalizado en su función de saber y
goce. Es decir, hay un punto donde cualquier manifestación del sujeto no
va a tener lugar, porque el Otro ya se las sabe todas; el otro no necesita

Intervenciones en pacientes borde. 16


de ese sujeto en la escena. El Otro está completo, aparece totalizado; por
lo tanto, no hay lugar para el sujeto en la escena.

 En qué lugar se encuentra el sujeto en cada uno de ellos.

Del lado del sujeto aparece esta mostración, intenta mostrar algo en el
sentido de reintroducirlo en el campo significante, pero ese intentar no es
un intentar consciente. No es un "como no te lo puedo decir te lo muestro".
Algo se da a ver. Eso que se muestra es el objeto señuelo del deseo; esta
mostración que produce el acting es más allá de la voluntad consciente
del sujeto.
El sujeto aparece identificado al objeto, en tanto resto, es decir, caído del
otro; sin lugar en el campo del Otro.
Por eso, la salida por la vía del pasaje al acto frente a eso que lo angustia,
que es un Otro totalizado, se produce por una eyección abrupta y una
caída subjetiva; este es el punto dificultoso. No tiene tiene que ver con el
viraje melancólico del suicida, puede ser una escena que se corta
abruptamente de "no puedo con esto, me voy".

La cuestión principal del pasaje al acto es que el Otro aparece totalizado y


el sujeto aparece caído.

Operaciones posibles (que se corresponden con cada


elemento/característica que hace de parámetro).

 Si hay un corte abrupto de la escena: sostenimiento de la


transferencia. Que el analiste esté allí, "que ponga el cuerpo",
sosteniendo una transferencia que amenaza con cortarse. Ahí
aparecen llamados, "llamame antes de hacer esto", "llamame antes
para ver cómo estás". El analista situándose de una manera más
presente, como sosteniendo a un sujeto que puede caerse.

 Si el otro aparece totalizado: el analista tiene que hacer el semblante


del Otro barrado. Cuando un analista aparece preocupado, convoca a
un paciente para que vaya nuevamente en la semana a otra sensación.
La preocupación del analista lo ubica como un Otro barrado, lo cual
incluye al sujeto dentro de la escena.

 "Operación clivaje del sujeto y del objeto": tiene que ver con la
separación del sujeto, en esa identificación al objeto en tanto resto.
Muchas veces, las operatorias de alguien en análisis con estas
características, tienen que ver con que uno pueda rescatarlo de ese

Intervenciones en pacientes borde. 17


lugar de pura caída. Muchas veces, las sesiones lejos de ser en diván
son cara a cara, el llamado instala la voz del analista sosteniendo al
paciente.

Tenemos que ver justamente qué dinámica se va dando, si la de un acting o la


de un pasaje al acto. Son dinámicas bastante diferentes, hay que ver en qué
posición se ubica en sujeto y en qué posición el analista.
Por estructura, acting hay solamente dentro de las neurosis y de los bordes,
porque lo otro aparece fallado. No lo hay en la psicosis, en el sentido de que
no hay un llamado al otro.

En cambio, el pasaje al acto puede aparecer en todas las estructuras, pero


en el caso de las psicosis va a aparecer de otra manera. Esta "totalización del
otro" no va a aparecer en lo que se configura como la escena, sino
ocasionado por las voces, en las alucionaciones o el impacto del otro sobre el
sujeto.
Tenemos entonces tres operaciones que tienen que ver con una forma de
arrancarle la certeza a la angustia y producir un movimiento subjetivo, en
donde pueda interrogarse por algo del deseo. Si el sujeto sale de una
identificación al objeto caído y aparece un objeto que uno puede poner en la
escena como deseable, ahí se va a producir un movimiento.
Si bien vamos a apuntar a la simbolización como puesta en juego, muchas de
estas intervenciones tienen que ver como un sostén imaginario, que es lo que
normalmente hacemos muchas veces con la psicosis. Ahí donde las patologías
no se organizan por la vía del retorno de lo reprimido (propio como aparecen
en los acting o en los pasajes al acto), en las neurosis narcisistas es el
analista el que se va a proponer allí como sostén yoico.
Esto es, como un tiempo preparatorio para que la dirección de la cura (más
tradicional) retome su nivel, para poder, eventualmente después, convocar al
sujeto a una responsabilización subjetiva. Primero tiene que haber un Yo que
se instale, con virtudes y defectos, para luego ponerse a pensar qué
implicación tienen sus propio actos y su forma de ser en los padecimientos
que trae.

¿De qué tipo de intervenciones se trata, el lugar del analista? Hay algo
similar al lugar del analista en la psicosis.

En la clínica de bordes hay cierta masividad característica de la


transferencia, pero no corremos el peligro de transformarnos en

Intervenciones en pacientes borde. 18


perseguidores ni de favorecer delirios erotomaníacos, sino más bien de
seguir favoreciendo o contribuyendo a una situación de profunda
dependencia. Los pacientes fronterizos o de bordes tienen una profunda
proclividad a la dependencia y a tomar al otro en una categoría objetal, de
la cual se nutren y los constituye; si el otro me falta, me muero,
desaparezco, no existo.

Esto, tal cual lo plantea Ulanosky, tiene que ver con el déficit en cuanto a
lo identificatorio en el estadio del espejo, tenemos pacientes con un yo
totalmente lábil y vulnerable.
¿Cuál será entonces el lugar del analista? El analista tendrá que pasar a de
una manera progrediente, desde un lugar de cierta dependencia hacia la
autonomía. Se trata de una clínica que tiene como horizonte el poder
fortalecer a este yo, vía representaciones, vía aportarle palabras. Muchas
de las intervenciones tienen que ver con el yo auxiliar que es el analista
para el paciente al inicio del tratamiento; es el analista el que habla, les
habla, les construye una trama, desde la cual pueden situar algo de lo que
cuenta el sujeto sobre lo que podría estar pasándole. Aportan palabras,
aportan representaciones, que permiten constituir un yo desde un lugar
más armado.
No solo el analista entra a funcionar en esta lógica, sino que es una clínica
que muchas veces va a necesitar que tomemos referentes para estos
pacientes, parejas, amigos, familiares, que puedan ofrecerse como sostén.
Hay algo que Winnicott marcaba, de la falla en el momento de frustración
y de la necesidad de un holding, un sostenimiento; ese va a ser el lugar del
analista, el de sostener, el de ser una madre lo suficientemente buena, una
madre que puede darlo todo simbióticamente y al mismo tiempo puede
empezar a frustrarlo. Hay en estos pacientes un profundo déficit y una
falla en el proceso que va de la alienación y a la separación, por lo tanto
será ese el modelo de intervención clínica desde el psicoanálisis. Desde un
primer momento, desde el que son hablados y se los ayuda a pensar y
pensarse, cuestión que se les dificulta mucho por sí mismos, el situar sus
emociones, el concatenar causas y efectos, seremos auxiliares de eso
también; pero siempre teniendo como horizonte la posibilidad de que
puedan hacerlo por sí mismos, con un yo fortalecido.

Intervenciones en pacientes borde. 19


Fin de análisis.
Autores Freud Korman Nasio

Temas Clínica Fin de análisis Intervenciones

Tipo Teórico

Temas de la clase. Bibliografía.


Acerca de la terminación de un Freud, S. 1937. Análisis
análisis, eficacias y límites. terminable e interminable.
Volumen XXIII. pp.211 254.
Obstáculos a la finalización:
hiperintensidad pulsional, Korman, V. 1996. El oficio de
alteración del yo, roca base de la analista. Consideraciones sobre
castración. el final de análisis. [pp. 245284.

Nasio, J. D. 1992. El dolor de la


histeria. Apartado: El
tratamiento psicoanalítico de la
histeria y el fin de análisis. pp.
87118.

El texto "Análisis terminable e interminable" es uno de los últimos textos de


los conocidos como “Escritos técnicos” y, en sí mismo, uno de los últimos
textos de Freud.

En este texto, Freud se pregunta todas las cuestiones referidas a un final de


análisis.

Lineamientos para la lectura, capítulo por capítulo (+ explicado luego).

Capítulo 1 Freud ubica la característica del psicoanálisis, que en


general el tiempo que demanda es largo. Se pregunta si se puede
abreviar de manera efectiva los tiempos de un análisis. Menciona a
Otto Rank (trauma del nacimiento), propuesta que considera inviable.

Cuenta un propio ejemplo sobre un caso clínico emblemático, del


"joven ruso" o "el hombre los lobos". Con este paciente Freud fija un
plazo, como una técnica, para ver si podía avanzar en el análisis,

Fin de análisis. 1
generar un movimiento, dado que percibe que el mismo estaba
estancado. Esto sucede, puede trabajar muy bien con ese plazo; dice
Freud que si se fija un plazo hay que cumplirlo sí o sí, se llega hasta
donde se pudo.

Dice entonces que fijar un plazo puede ser eficaz, pero esto no puede
dar garantía de la tramitación completa de la tarea. Puede ser efectivo,
pero no sabemos si esto va a dar cuenta que se completó
exitosamente la tarea del análisis.

Capítulo 2 va más puntualmente a lo que considera lo que es el título


del texto, el "análisis terminable". ¿Cuándo podemos considerar que un
análisis terminó? Dice que de manera práctica es muy fácil: cuando
paciente y analista ya no se encuentran. Sin embargo, de manera más
teórica y formal, Freud considera que el análisis termina cuando se
cumplen dos condiciones:

 El paciente ya no sufre a causa de sus síntomas, que haya


superado sus angustias e inhibiciones.

 Que el analista juzgue haber hecho consciente en el enfermo todo


lo reprimido en él, esclarecido todo aquello incomprensible, y haya
podido eliminar las resistencias. Que ya no quepa temer que se
repitan los procesos patológicos en cuestión.

Después agrega, que si se está impedido de alcanzar esta meta por


cuestiones externas, es mejor hablar de un "análisis imperfecto".

Entonces, está aquello que vemos en el paciente, y algo que el analista


juzga del trabajo que él ha realizado con ese paciente, que él
considere que el paciente esté en condiciones de poder prescindir del
espacio analítico.

[Comentario del profesor: Acá Freud es bastante exigente con estas


dos condiciones que pone; "no sé si podemos dar cuenta de que un
paciente no va a volver a repetir". Sí podemos pensar que con los
pacientes podemos trabajar ese final del análisis. Se puede charlar con
el paciente si él se considera llegado al final del análisis o no, listo para
terminar o no].

Freud va a hablar de tres factores fundamentales que van a considerar


el final del análisis.

 Factor traumático.

Fin de análisis. 2
 Hiperintensidad de las pulsiones.

 Alteración del Yo.

La "Hiperintensidad de las pulsiones" y la "alteración del Yo" son


explicadas en los capítulos siguientes.

El "factor traumático" se refiere a lo accidental, lo azaroso, aquello que


puede ocurrir o no en la vida de una persona. En el sujeto en el cual
predomina el "factor traumático", es más fácil llegar al final del análisis,
es procesar eso traumático. Sin embargo, si lo que predomina es la
"hiperintensidad de las pulsiones" o la "alteración del Yo", estamos más
complicados para llegar al final del análisis, porque son cuestiones más
fuertes que pueden hacer que el paciente no pueda llegar al final o que
tenga que volver en un futuro.

Capítulo 3 Freud se plantea una pregunta: ¿es posible traminar de


manera duradera un conflicto pulsional?

Freud dirá que no se trata de "hacer desaparecer" el conflicto


pulsional, sino que lo que se intentará realizar con la pulsión es
domeñarla, poder lograr un "domeñamiento de lo pulsional". ¿Qué
quiere decir esto? Explica que esto, el domeñamiento de la pulsión,
significa que la pulsión es admitida en su totalidad dentro de la
armonía del Yo. En este sentido, la pulsión ya no sigue su camino
propio hacia la satisfacción, sino que se integra a la armonía del Yo.

Esto es punto al que le da mucha importancia, dado que va a hablar


sobre la relación entre la robustez de la pulsión y la robustez del Yo. El
análisis, justamente, va a apuntar a que se pueda fortalecer al Yo, por
sobre la pulsión. Es decir, un Yo fortalecido es un Yo que logra
domeñar lo pulsional; pero puede pasar que, por distintas
circunstancias de la vida, este Yo se relaje, esta robustez se relaje (por
enfermedad, por agotamiento, etc), entonces todas las pulsiones
domeñadas con éxito hasta ese momento pueden volver a
"descontrolarse", se puede volver a incrementar lo pulsional.

Freud en este capítulo sitúa dos momentos o episodios en el curso de


la vida donde aparecen refuerzos considerables de la pulsión: la
adolescencia, justamente por toda la cuestión hormonal intensa, y la
menopausia [el profesor agrega: también podemos pensar hoy en el
hombre, la andropausia]. Tiene que ver, dice Freud, con el fin de la
maternidad.

Fin de análisis. 3
Capítulo 4 Freud se va a preguntar si se puede proteger al paciente
de conflictos futuros. Dará un ejemplo en lel que un paciente
importante le reclama a su analista que no le había analizado la
transferencia negativa; este analista era Ferenczi que le reclamaba a
Freud.
Freud dirá que si un conflicto pulsional no es actual, no se exterioriza,
es imposible influir sobre él mediante el análisis. Si algo no aparece, no
lo vamos a poder trabajar con el paciente. Si lo traemos nosotros,
sería forzarlo. Crear un conflicto no haría más que prolongar y
dificultar el trabajo analítico.

Freud dirá también que el analizado no puede colocar todos sus


conflictos dentro de la transferencia ni el analista puede despertarlos.
Justamente, si el analista dice "vamos a tratar de generar que
aparezca la transferencia negativa", esto podría afectar a la
transferencia tierna. Esto no se puede hacer bajo ningún punto de
vista.

Capítulo 5 Freud va a explicar el factor de la "alteración del Yo"


mencionado anteriormente.
Dirá que como terapeutas, vamos a tener que aliarnos con el Yo de la
persona, a fin de poder someter (término que utiliza Freud) sectores
no gobernados de su Ello, lograr que el sujeto pueda hacer una síntesis
en el Yo. Por eso será importante que el analista se alíe con el Yo de su
paciente. Sin embargo, este Yo tiene sus particularidades.

Freud dice que tedríamos que pensar que ese Yo con el que nos
aliamos es un Yo normal, pero ese Yo normal es una ficción, porque la
normalidad no existe, es una construcción; por más que la busquemos
no la vamos a encontrar. Pensar en la normalidad es pensar en una
ficción ideal. Entonces, el Yo "anormal", inutilizable para nuestros
propósitos, "no es por desdicho una ficción"; eso sí es una realidad, la
existencia de este Yo anormal. Dirá que cada persona es normal pero
en un promedio, en menor o mayor grado.

Es importante ubicar entonces que vamos a aliarnos con un Yo que


tiene estas características, es un Yo afectado, anormal, con
deficiencias, con ciertas dificultades. Por eso hablaremos de un "Yo
alterado".

Fin de análisis. 4
¿Por qué este Yo está alterado? ¿Qué quiere decir "la alteración del
Yo"? Freud responderá la consulta al final del capítulo: dirá que la
alteración del Yo se trata de los efectos que se generan en el interior
del Yo, por defenderse. Esto va a tener que ver con los efectos que
producen los mecanismos de defensa en el Yo. Entonces, esta
alteración del Yo está vinculada con los mecanismos de defensa.

Justamente, los mecanismos de defensa están al servicio de apartar


peligros, el sujeto los utiliza para defenderse. Lo consiguen, pero ellos
mismos pueden convertirse en peligros. Es decir que el Yo termina
pagando un precio muy alto por los servicios que le prestan los
mecanismos de defensa; muchas veces los mecanismos de defensa
ganan cada vez más y más terreno en el Yo del sujeto, y el Yo queda
como "sin espacio", justamente por el efecto de estos mecanismos de
defensa. Por eso hablaremos de una "alteración del Yo".
La alteración del Yo puede tener distintos grados. El carácter, por
ejemplo, sería una alteración del Yo, provocado por un mecanismo de
defensa como es la formación reactiva. Podemos hablar también de un
Yo escindido, que también es una alteración; o podemos hablar de un
tercer grado de alteración, más alto y grave, como un "avasallamiento
del Yo", provocado en una psicosis, en un Yo arrasado.
Recordar que Freud está hablando de aquello que puede condicionar el
final de un análisis, entonces justamente un grado grave de alteración
del Yo va a dificultar esta llegada a un final de análisis.

Dirá entonces que de la profundidad, intensidad y arraigo de estas


resistencias, de la alteración del Yo, va a depender el desenlace de la
cura analítica; justamente dependerá del arraigo que tenga esta
alteración.

Capítulo 6 en este capítulo Freud hablará de otro tipo de resistencias


que pueden estar vinculadas, otras resistencias particulares, como
obstáculos que no nos permiten avanzar en el análisis.

"Nos encontramos con personas en donde podemos observar una


característica particular" dirá Freud, refiriéndose a la viscocidad de la
libido, como algo pegajoso, algo de lo que el sujeto no se puede
desprender; justamente, a estas personas les atribuye esta viscocidad
de la libido porque dice que los procesos en estas personas son
mucho más lentos, son sujetos para los que hacer un cambio les

Fin de análisis. 5
parece una misión imposible, algo de mucha exigencia. No quiere decir
que no puedan hacerlo, pero los procesos son muy lentos; justamente
lo que les pasa es que no pueden decidirse a deshacir investiduras
libidinales de un objeto y desplazarlas a uno nuevo. Dirá que no se
encuentran particulares razones para tal fidelidad a las investiduras.

Dice que a veces nos podemos encontrar con lo opuesto, con


personas que realizan cambios automáticos, impresionantes, ni bien
arrancan el análisis; pero advierte no confiarse, porque a veces lo que
pronto se gana más rápido se pierde, hay que ver la validez de esos
movimientos, porque rápidamente esos logros que el sujeto comienza
no se sostienen. Por eso dice que lo que pronto se gana más rápido se
pierde.

Finalmente, hablará de otro grupo de casos, en donde lo que nos


encontramos es como un agotamiento de la plasticidad, de la
capacidad para variar y seguir desarrollándose. Habla en este caso de
una cierta "inercia psíquica", refiriéndose por sobre todo a personas
jóvenes; lo llamativo es justamente que esta inercia psíquica se
encuentre en personas jóvenes. Dice que si esto se encuentra en
personas mayores, esto sería más entendible y razonable. Es lógico
pensar en un agotamiento de la plasticidad a cierta edad.

Capítulo 7 Freud dirá que llegar a un fin de análisis también tendrá que
ver con la persona del analista. Toma una frase de Ferenczi, de que el
análisis no es un proceso sin término, sino que puede ser llevado a un
cierre natural si el analista tiene la pericia y paciencia debidas. Habla
entonces de la capacidad que tenga el analista para llevar al paciente
al final del análisis.
Freud dirá que al analista se le va a exigir un grado mayor de
normalidad. ¿Qué podrá hacer el analista para adquirir esa aptitud, esa
medida más alta de normalidad? Mediante el análisis propio, el análisis
personal del analista. Dice que muchas veces el laburar con estas
cosas puede despertar conflictos en el analista, por eso es
fundamental el propio análisis y la supervisión. Son como dos pilares
claves para el buen desempeño del analista. En "Consejos al médico"
se ve algo parecido a esto, cuando habla de los puntos ciegos;
cualquier represión no solucionada para el analista es un punto ciego
en su percepción analítica.

Fin de análisis. 6
Capítulo 8 llegamos a lo "interminable" del análisis. Podemos trabajar
muchas cosas en el análisis, podemos juzgar que el paciente no
volverá a repetir, que hay determinadas cosas que el paciente tiene
manejadas, pero dirá que nos vamos a encontrar con un límite en el
análisis, con "una roca que subyace".

Hablará entonces de que cada sexo va a tener su límite, en el caso del


varón hablará de la "protesta masculina" (como no poder aceptar una
actitud pasiva ante otro varón) y en el caso de la mujer de la "envidia
del pene".
El profesor recomienda leer a Melanie Klein, dado que tiene una
mirada más amplia de estos conceptos].

Freud dirá que cuando trabajemos con un paciente, vamos a poder


llegar a cierto punto, nos encontraremos con un límite en ambos
sexos. Ferenczi sostiene que dominados estos complejos llegamos al
fin del análisis, Freud dice que él no es tan exigente, no cree que
podamos dominar estos complejos. Se pueden, sí, revisarlos,
contentarnos con haberle dado varias vueltas y haber podido
revisarlos, pero dice que "dominarlos" no es posible.

Esta roca que subyace, dice Freud, es la castración, como un "ambos


sexos", más allá de que diferencia para cada sexo distintas cuestiones;
en definitiva tienen que ver con un límite, que es la castración, y que es
esto de que "todo no se puede" y que por más que queramos trabajar
y trabajar, hay cosas que vamos a poder llegar hasta cierto punto. No
dejamos de ser neuróticos, quizás pasamos a ser neuróticos
analizados, con la capacidad de resolver mejor algunas cuestiones,
pero no podemos resolver todo. Freud dirá que hay que contentarse
con haber podido trabajar lo máximo posible estas cuestiones, que nos
hacen entrar en lo interminable de un análisis. Son cuestiones que se
van a trabajar toda la vida y tampoco la vida nos alcanza para poder
dominarlas. Esto es lo interminable del análisis.

Desarrollo del texto.


Freud avanza algunas cuestiones antes de comenzar a desarrollar lo que va a
ser el eje central del texto:

El análisis demanda un tiempo, el tiempo que le es propio. Plantea que es


un trabajo largo. Se han realizado algunos intentos para abreviar este

Fin de análisis. 7
trabajo (como Otto Rank).

En tal caso, cada análisis define su propia duración (hay aquí una crítica a
la abreviación que responde al acompasamiento de los análisis al ritmo de
la "American way of life").
Relacionado con Aulagnier en Primeras entrevistas.)

El análisis corre el riesgo de fracasar por sus propios éxitos parciales. Es


decir, se trata del riesgo de que el paciente se crea curado al encontrar
levantados prontamente algunos síntomas. La cura es otra cosa y la
supresión de los síntomas viene “por añadidura” al trabajo de análisis.
Relacionado a las diferencias con las psicoterapias en Diferencias entre
psicoanálisis y psicoterapia.)

¿Existe un término natural para un análisis?


Entonces, el fin de un análisis puede definirse de diferentes modos:

En la “práctica”: cuando analista y paciente ya no sostienen sesiones.


Uno podría pensar que un análisis se termina de una manera práctica; es
decir, cuando el paciente y el analista ya no se encuentran más para las
sesiones, lo que supuestamente ocurre cuando el paciente ya no sufre de
sus síntomas neuróticos, sus inhibiciones y anormalidades de carácter; y
cuando el analista juzgue haber hecho consciente tanto de lo reprimido,
esclarecido tanto de lo incomprensible, que ya no quepa esperar que se
repitan los procesos patológicos en cuestión.
Esto en base a dos condiciones: “que el paciente ya no padezca a causa
de sus síntomas y haya superado sus angustias así como sus inhibiciones,
y … que el analista juzgue haber hecho conciente en el enfermo tanto de lo
reprimido, esclarecido tanto de lo incomprensible, eliminado tanto de la
resistencia interior, que ya no quepa temer que se repitan los procesos
patológicos en cuestión” Freud 1937,p. 223.

La otra manera de contemplar el “final” se refiere a que se ha llegado a un


punto tal que, de continuar el análisis, no se avanzaría más. Algo así
como una cierta “eliminación” de la neurosis y de cualquier posible
“recaída”.
Esta manera de pensar el término de un análisis es más ambiciosa, que
implica pensar si es posible a través de un análisis alcanzar un grado de

Fin de análisis. 8
"normalidad psíquica absoluta", y que por otro lado se tenga la posibilidad
de mantenerse estable.

En relación al último punto, va a haber cierta insistencia de Freud en


relación a la pregunta por si es posible la profilaxis (conjunto de medidas
que se toman para proteger o preservar de las enfermedades, tratamiento
preventivo de la enfermedad) o, incluso, si puede el análisis generar el
“despertar” de ciertos elementos latentes. Para ambas cuestiones, Freud
se pronuncia poco optimista.

Freud va a analizar la teoría y la experiencia para ver si esto es posible,


contando la etiología de la neurosis.

Sabemos que la etiología de la neurosis es mixta. Esto quiere decir que, por
un lado, se trata de pulsiones hiperintensas, refractarias, que tiene que ver con
factores constitucionales, o efectos de traumas tempranos prematuros con
los que el Yo no pudo enseñorarse (hacerse dueño, dominar), que sería el
factor accidental. La neurosis se produce por la acción conjugada de ambos
factores, el constitucional y el accidental.

Puntos centrales que Freud considera a la hora de pensar en un fin de


análisis:

El factor traumático.
Se trata de los traumas tempranos que el yo no ha podido dominar por su
inmadurez. Parecería que el verdadero fin de análisis se consigue en estos
casos.

La etiología traumática es la más favorable para el análisis.

Sin embargo, la génesis de la neurosis es siempre mixta, es decir, se da


por la acción combinada del factor traumático y de:

La intensidad constitucional de las pulsiones.

Son los factores más desfavorables para el análisis, capaces de prolongar


su duración hasta lo "inconcluible".
La hiperintensidad de las pulsiones es constitucional; puede ser
constitucional, pero también hay momentos en los cuales la intensidad
pulsional de cada uno se aumenta. Por ejemplo, en la pubertad hay un
aumento de la cantidad pulsional. Dado que la pulsión puede sufrir
"refuerzos" en diferentes momentos de la vida, habría que hablar de
“intensidad pulsional ‘por el momento’” Freud 1937,p. 227.

Fin de análisis. 9
Freud se pregunta si es posible tramitar de manera duradera y definitiva,
mediante la terapia analítica, un conflicto de la pulsión con el Yo o una
demanda pulsional patógena dirigida al Yo. ¿Qué quiere decir una
"tramitación duradera de una exigencia pulsional? Se trata de su
domeñamiento.

Se trata entonces del logro de “una tramitación duradera de una


exigencia pulsional” Freud 1937,p. 227, es decir, de su “domeñamiento”:
que no siga un camino propio hacia la satisfacción, que pueda ser influida
por otras aspiraciones, que ocupe un lugar en la “armonía del yo”. Es decir,
que se la pueda integrar a la síntesis del Yo y que no siga su camino
propio hacia la satisfacción. El desenlace va a depender de la robustez del
Yo y de la robustez de la pulsión.

Es aquí donde Freud recurre a la intervención de la metapsicología, dado


que lo que está en juego es un equilibrio de fuerzas (entre la intensidad
pulsional y el yo), la salud sólo puede ser descripta en términos
metapsicológicos, “por referencia a proporciones de fuerzas entre las
instancias del aparato anímico” Freud 1937,p. 228.

Hay que considerar entonces que este equilibrio es relativo y que un


relajamiento de la fuerza de yo o un aumento de la intensidad pulsional
pueden resquebrajarlo. Es así que resulta definitivo el factor cuantitativo
en la determinación de la salud o de la enfermedad.

Las represiones, dice Freud, ocurren en la primera infancia, como la forma


de defenderse de un Yo endeble, inmaduro, infantil. En la madurez, no se
realizan nuevas represiones, sino que se mantienen la antiguas y el Yo
recurre a sus servicio para gobernar las pulsiones. En todo caso, los
conflictos nuevos son tratados por una pos-represión.
El análisis hace que el Yo madurado y fortalecido emprenda una revisión
de las antiguas represiones. Algunas van a ser liquidadas, otras serán
reprimidas y otras se pondrán como diques, con un material distinto y más
sólido. En todo caso, plantea Freud, la operación genuina de la terapia
analítica es la rectificación del proceso represivo. La rectificación con
posterioridad del proceso represivo; esto es lo único que pone límite al
hiperpoder cuantitativo.
(El Yo madurado es aquel que puede revisar represiones y resignar
resistencias).

Fin de análisis. 10
El trabajo del análisis revisará las maneras en las que fue utilizada la
represión: algunas represiones se levantarán y otras se reforzarán con
miras a que resistan el embate pulsional. Se suscitará, así, una
rectificación del proceso represivo.

Aun así, Freud ubica dos cuestiones nodulares sobre este tema para
pensar la “naturaleza” de la pulsión y el trabajo que representa en la
clínica. Dirá "no hemos alcanzado siempre en toda su extensión, o sea, no
lo bastante a fondo, nuestro propósito de sustituir las represiones
permeables por unos dominios Bewaltigung) confiables y acordes al yo.
La trasmudación se consigue, pero a menudo sólo parcialmente;
sectores del mecanismo antiguo permanecen intocados por el trabajo
analítico” Freud 1937,p. 232.

“… el título reivindicado por el análisis, de que él cura las neurosis


asegurando el gobierno sobre lo pulsional, es siempre justo en la teoría,
pero no siempre lo es en la práctica” Freud 1937,p. 232.

✔ Se trata, en todo caso, de domeñar las pulsiones. En la infancia


se usó la represión contra las pulsiones; esto no es beneficioso y
está directamente vinculado a la neurosis. Se busca rectificar el
proceso represivo y ver si esas pulsiones pueden ser integradas
a la síntesis del Yo. Eso sería "domeñar las pulsiones", pero no
siempre es posible la total transmudación de estas cuestiones.

La alteración del yo en el proceso de defensa.


Por su posición de mediador entre el Ello y el mundo exterior, el Yo trata
las exigencisa del Ello como si fueran peligros externos; las exigencias
pulsionales, de ser satisfechas, podrían generar un conflicto con el mundo
externo.

En esta lucha que se desarrolla en el frente “externo” (mundo exterior) y en


el frente “interno” Ello), el Yo utiliza diferentes medios de evitación del
displacer, el peligro y la angustia. El Yo se vale de distintos
procedimientos para cumplir su tarea; se vale de los mecanismos de
defensa.

Sirven en determinado momento para apartar peligros, pero el problema


es que ellos mismos pueden convertirse en peligros, porque el yo paga
un costo demasiado alto para su mantenimiento. Si bien le sirvieron a un

Fin de análisis. 11
Yo endeble e infantil que no tenía recursos frente a las pulsiones, ellos
mismos pueden convertirse en peligros y es muy alto el precio que se
paga para sostenerlos.
Son pesados lastres para la economía psíquica; se convierten en peligro
porque se fijan en el Yo. Al fijarse, incrustarse dentro del Yo, el Yo se
acostumbra a usarlos; devienen modos usuales de reacción de carácter.
Incluso dice Freud que a veces, aunque no hace falta ya usarlos, el Yo
puede crear situaciones para poder seguir usándolos.

Lo que llama "alteración del Yo" es el efecto que el defender tiene en el


interior del Yo.

En relación al Ello, estos mecanismos actúan viciando la percepción,


deformándola, con lo que generan una noticia falseada del Ello. Esto va a
limitar al Yo, que queda así “enceguecido” por su lazo al Ello. De esta
manera, los mecanismos de defensa, erigidos para defender de un
peligro, se convierten ellos mismos en peligros: generan, para ser
sostenidos, un aporte constante de carga que limita al Yo y quedan
fijados, como rasgos de carácter, aún cuando la situación de peligro
original ya no existe, tediéndose a repetir cuando se acerca una situación
análoga a la original.

Sucede, sin embargo, que el Yo no sólo va a seguir defendiéndose de


peligros que ya no existen (tomando así una modalidad “infantil”), sino que
va a percibir la realidad de acuerdo con el dictado de estos mecanismos:
generará las situaciones de peligro sustitutivas de la original que son
necesarias para seguir utilizando esos mecanismos.

Interesante es el punto en el que Freud enlaza esta situación a la


transferencia: la cura es vista como un nuevo peligro y el yo se alza
contra ella sirviéndose de la transferencia.
(Transferencia.)

¿Cuál es la influencia de estos mecanismos de defensa en nuestro


empeño terapéutico? Estos mecanismos de defensa retornan como
resistencia a la curación; la curación misma es tratada por estos
mecanismos de defensa como un peligro y producen resistencia al
levantamiento de las resistencias.

Los mecanismos de defensa entonces no serán solo resistencias a hacer


consciente lo inconsciente, sino que serán resistencia contra el análisis

Fin de análisis. 12
en general y contra la curación.

Tratándose del desenlace de una cura analítica, esto va a depender de la


profundidad del arraigo de estas resistencias de la alteración del Yo.

El análisis oscila todo el tiempo, dice Freud, entre hacer consciente lo


inconsciente y el modificar algo en el Yo - justamente, quiere decir tratar
de que el Yo pueda resignar mecanismos de defensa.
Es a todo este efecto en el Yo de la puesta en juego de los mecanismos
de defensa a lo que Freud llama "alteración del yo".

✔ Resumiendo: el fin de análisis depende del interjuego de estos tres


elementos: ✔ traumas tempranos, ✔ intensidad de las pulsiones,
✔ alteración del Yo.

Sobre las resistencias.


En este texto Freud va a hacer también un repaso de las resistencias. Aquí
hay algo que es muy importante para entender cómo está pensando Freud al
Yo en este tiempo. Recordemos que hay en Freud varias maneras de
conceptualizar al Yo en distintos momentos de su obra.

“Cuando hablamos de «herencia arcaica», solemos pensar


únicamente en el Ello y al parecer suponemos un Yo que no
está todavía presente al comienzo de la vida singular. Pero
no descuidemos que Ello y Yo originariamente son uno, y no
significa ninguna sobrestimación mística de la herencia
considerar verosímil que el Yo todavía no existente tenga ya
establecidas las orientaciones del desarrollo, las tendencias
y reacciones que sacará a la luz más tarde” Freud, 1937, p.
242.

Freud escribe al año siguiente de este texto “La escisión del Yo en el proceso
de defensa”, donde plantea, justamente, un Yo escindido, desgarrado, de una
manera que va a resultar insoldable. En ese To está pensando Freud cuando se
refiere al Yo en “Análisis terminable e interminable” como el modelo del Yo

Fin de análisis. 13
usual. Entonces: Yo escindido y que guarda en sí las trazas de la “herencia
arcaica”. Por lo cual, fíjense qué interesante cómo concluye:

“Con la intelección de que las propiedades del yo que


registramos como resistencia pueden ser tanto de
condicionamiento hereditario cuanto adquiridas en las
luchas defensivas, el distingo tópico entre Yo y Ello ha
perdido mucho de su valor para nuestra indagación” Freud,
1937, p. 242.

Esto va a generar una especificidad -o novedad- respecto de la resistencia.


Como Freud lo dice:

“Un paso ulterior en nuestra experiencia analítica nos lleva a


resistencias de otra índole, que ya no podemos localizar y
que parecen depender de constelaciones fundamentales
dentro del aparato anímico” Freud, 1937, p. 243

Freud habla, entonces, de unas resistencias diferentes que encontró. Se va a


referir especialmente a algunas que puede circunscribir:

La viscocidad de la libido, es decir, la dificultad de desplazarse de la libido


para investir nuevos objetos. Hay personas en las cuales los procesos de
la cura transcurren más lentamente, les cuesta desasir, a desarmar
inestiduras libidinales y desplazarlas sobre objetos nuevos. Todo es más
lento, más difícil.

La hipermovilidad de la libido o excesiva movilidad de la libido, como caso


opuesto al anterior. Sería el caso en el que la libido inviste todo el tiempo
objetos nuevos; todos los procesos que se ganan rápidamente se pierden.

La pérdida o agotamiento de la platicidad de los procesos psíquicos/de la


libido. Parece en estas personas que todos los procesos son inmóviles,
que están petrificados; sería normal en sujetos más viejos, pero Freud lo
encuentra también el sujetos jóvenes.

La inclinación al conflicto, como una especie de injerencia a una porción


de agresión que ha quedado suelta, Freud subraya el valor central de la

Fin de análisis. 14
resistencia como aquello que revela el aferramiento a la enfermedad y la
dificultad para curar.

El análisis del (candidato a) analista.


Un apartado especial le dedica Freud al análisis del candidato a analista, dado
que cuestiones del análisis del analista aparecen también como elementos
resistenciales que se ponen a jugar en relación a la posibilidad de llegar al fin
de los análisis que conduce.
Es en el análisis propio en donde el analista va a encontrar algo que tiene que
ver con su profesión futura.
Freud piensa que un analista, por la tarea que tiene, debe hacerse objeto de un
análisis durante determinado tiempo. Plantea que los analistas deberían re-
analizarse cada cinco años.

Entonces, si bien el analista no es diferente de cualquier persona, es cierto que


debe haber atravesado un análisis de tal modo que alcance, allí:

La aptitud para ejercer una de las tres profesiones "imposibles" (gobernar,


educar, analizar", a consideración del analista que lo toma en "análisis
didáctico".

La firme convicción en la existencia del inconsciente.

El trabajo sobre lo reprimido, de modo que no opere como "puntos


ciegos".

El aprendizaje de la técnica psicoanalítica.

Todo esto requiere de una puesta al trabajo analítico que parecería, ella
misma, interminable: el analista (sugiere Freud) deberá volver al análisis
periódicamente.

Sin embargo, esto nos hace considerar que el análisis no termine ni que no
haya conclusión posible para los análisis. Incluso, no hay una suerte de
“normalidad” posible como horizonte; en palabras de Freud: "No tengo el
propósito de aseverar que el análisis como tal sea un trabajo sin conclusión.
Como quiera que uno se formule esta cuestión en la teoría, la terminación del
análisis es un asunto práctico. Todo analista experimentado podrá recordar
una serie de casos en que se despidió del paciente para siempre y las cosas
anduvieron bien. Mucho menos se distancia la práctica de la teoría en los
casos llamados "análisis de carácter". Aquí no se podrá preveer fácilmente un

Fin de análisis. 15
término natural, por más que uno evite expectativsa exageradas y no pida del
análisis unas tareas extremas".
“Uno no se propondrá como meta limitar todas las peculiaridades humanas en
favor de una normalidad esquemática, ni demandará que los “analizados a
fondo” no registren pasiones ni puedan desarrollar conflictos internos de
ninguna índole. El análisis debe crear las condiciones psicológicas más
favorables para las funciones del Yo; con ello quedaría tramitada su tarea”
Freud, 1937, p. 251.
Los análisis terminan, deben terminar, no son interminables, aunque uno vuelva
a analizarse en otro momento, aunque el inconsciente no se agote.

"Roca de base".
Un último tema a considerar es el enlazado al “complejo de castración”, aquel
que Freud ha denominado “roca de base”.
Tanto en los análisis terapéuticos como en los análisis de carácter, hay dos
temas que dan "guerra" al analista, dos temas que tienen que ver con la
diferencia de los sexos.

Se trata de lo que para cada sexo supone la represión de “lo propio del sexo
contrario” Freud, 1937, p. 251. En tal caso, se trata de los avatares sufridos
para cada quien en el atravesamiento de la castración.
Según Freud lo considera serán:

Para el varón, la revuelta contra la actitud pasiva frente a otro varón, la


represión de la pasividad.

Para la mujer, la "envidia del pene".

Ambos se han destacado, entonces, como conducta frente al Complejo de


Castración.
Tanto las niñas como en los niños parten de la Premisa Universal del Pene:
solo existe un órgano genital y es de naturaleza masculina. Cuando, con el
tiempo, descubre que hay dos sexos, que anatómicamente hay seres que
carecen de pene, surge el Complejo de Castración.

El varón, ante la confrontación de la diferencia, se siente amenazado, piensa


que puede perderlo; la mujer no lo tiene y lo envidia. Son términos que
nombran el caso de la mujer y del varón en el interior de esa estructura que
Freud llamó "Complejo de Castración".

Fin de análisis. 16
La estructura freudiana del complejo permite percibir la función de la falta en
la constitución sexual del sujeto humano, en ambos casos, tanto en la mujer
como en el hombre. Se trata de la falta.
Sería esto el "hecho rocoso" del análisis. En todos los análisis se llega a este
hecho rocoso, al complejo de castración.

"Difícil es decir si en una cura analítica hemos logrado


dominar ese factor y cuánto lo hemos logrado. Nos
consolamos con la seguridad de haber ofrecido al analizado
toda la incitación posible para reexaminar y variar su actitud
frente a él".

En la consideración freudiana, es muy difícil conmover estas posiciones


(muchas veces entramadas en la trama transferencial), por lo que se tratará de
que el paciente pueda “reexaminar y variar su posición” Freud, 1937, p. 254
en relación a estas cuestiones.

Korman: "Consideraciones sobre el final del análisis".


Este autor introduce un término nuevo, que es la "neurosis de temple
analítico". La neurosis de inicio, pasada a la neurosis de transferencia, en el fin
del análisis se va a denominar "neurosis de temple analítico", como una
neurosis de salida, de final del análisis.

La operación analítica produce la metamorfosis de la


neurosis inicial, que conduce a la neurosis de salida, la
neurosis de fin de análisis: la Neurosis al Temple Analítico.
Dicho concepto propone nominar un estado peculiar de la
psiquis que surge como producto de una tarea psicoanalítica
efectiva. El fin de análisis sigue siendo una neurosis, aunque
ahora analizada. Neuróticos no dejamos ser nunca.

Hay muchos pacientes que atraviesan un análisis, pero que no llegan al fin del
análisis, que por más que se haya trabajado, ellos al sentir cierto alivio, cierto
alivio del padecimiento, consideran que es suficiente. Llega un momento en
que la sensación de alivio de padecimiento y el deseo de poner un punto al

Fin de análisis. 17
análisis lleva a una interrupción del mismo; a veces, muchos vuelven luego de
varios años en el mismo tiempo en el que se detuvieron. Es importante decir,
así, que no todos los pacientes llegan a un fin de análisis; otros sí].
El autor va a postular distintos ángulos pedagógicos para pensar qué es lo
que se moviliza en un análisis. Esos ángulos son: los síntomas, el Superyó, las
identificaciones, la pulsión y la sublimación, los ideales del Yo, el Yo ideal, el
tema del tiempo, los duelos. La movilización es, en general, en la vida
psíquica del paciente.
Llegando al fin del análisis, suele suceder algo ligado a la pulsión de vida.
Cierta fertilidad del terreno psíquico del analizante permite la emergencia de
un soplo nuevo: rebrotamiento de Eros o activación de la dimensión deseante.
Estos efectos conllevan una serie de modificaciones subjetivas, entre ellas,
una desaparición o mutación de los síntomas iniciales. Se asocia a esto cierto
alivio del sufrimiento y una mejor relación consigo mismo y con los demás. No
es éste el momento del fin del análisis.

[sobre la neurosis de transferencia] "entonces, como suelo


decir, aparece el barrio chino de cada quien, con las navajas
y golpes bajos, lo criminal y lo homicida de cada uno, las
violaciones sufridas y realizadas, los placeres y goces
recónditos, las delicias de la endogamia, la sangre, sudor y
láminas, lo masoquista y lo exhibicionista (...) los hilos y la
trama de hilos que armaron la historia de cada quién".

Korman elige una serie de ítems para dar cuenta de lo que acontece en el
período medio del análisis y que permite vislumbrar las transformaciones
subjetivas que van aconteciendo, y que hacen posible la neurosis de salida.
Ellos son:

Los síntomas.

Suelen ser los determinantes iniciales de la demanda inicial y, aunque se


trabaje sobre ellos hasta en las últimas sesiones, en los períodos finales
del análisis al analizante se le impone la tarea de hacer algo con los
síntomas que persisten. El humor y la ironía suelen ser de ayuda para esto.
No es poca cosa que el analizante se descubra viviendo mejor al haber
cambiado unos síntomas insufribles por otros más tolerables.

Fin de análisis. 18
Los síntomas conforman la hendidura por donde se cuela la transferencia,
posibilitando iniciar una tarea de largo aliento sobre el terreno psíquico.
Operamos sobre la neurosis de transferencia creada y propenderemos a
la desaparición o mutación de los síntomas, mediante la transformación
de la dinámica psíquica del sujeto.
El síntoma es hipócrita: la cara que más muestra (la sufriente) clama
desesperación, pero sus otras facetas se oponen a ella. Esta impostura del
síntoma pide una cierta credulidad en la escucha. Los síntomas están
sobredeterminados; hay una cara del síntoma de la que el paciente quiere
desprenderse rápidamente, pero también en esta sobredeterminación hay
cuestiones fantasmáticas, cuestiones de más allá del principio de placer,
cuestiones de la repetición, con lo cual hay que hacer un largo camino
para que en algún momento ciertos síntomas puedan soltarse.
El más allá del principio de placer que habita en cada síntoma hace que la
tarea sobre ellos no sea fácil. Se busca transformar en analítico un
síntoma, para luego hacerlo desaparecer operando sobre el goce y los
determinantes inconscientes de los mismos.

Fantasma.
Lo que genera una modificación psíquica en el analizante no sólo es el
conocimiento del argumento básico del fantasma. A ello se debe agregar
un cambio en la posición subjetiva en el fantasma. Uno de los efectos del
análisis sería un relajamiento de la fijeza del fantasma, que el analizante
pueda dejar de estar capturado, sometido y obligado a “actuar” por el
fantasma siempre e inexorablemente de la misma manera.
Cuando hablamos de lo "fantasmático", nos situamos en que los pacientes
cuando vienen tienen como una "versión" de ciertas cuestiones, "cuentos",
un "guión" con el cual se manejan en la realidad. Muchas veces hay mucha
fijeza en cuestiones fantasmáticas; uno va trabajando en el análisis capa
por capa, hasta que esa fijeza empieza a desvanecerse, cuando
empezamos a darnos cuenta de que el paciente lentamente comienza a
considerar otros circuitos posibles para abordar este "guión".

Identificaciones.

Los efectos del análisis sobre la trama identificatoria consisten en una


reorganización de la misma como producto del desprendimiento de los
aspectos alienantes de algunas identificaciones y de haber logrado

Fin de análisis. 19
establecer nuevas relaciones intrapsíquicas con los rasgos y detalles de
los objetos hechos propios.

Sabemos que en principio "somos hablados", muchas cuestiones que nos


parecen propias, en la deconstrucción, nos damos cuenta que son
cuestiones identificatorias. El paciente puede empezar a darse cuenta que
aquello que le resultaba tan íntimo empieza a ser ajeno, a ser algo fuera de
él, y puede así empezar a emerger la voz propia. Decimos "identificaciones
alienantes", para referirnos a que en este proceso, que comienza con la
transferencia en el análisis, los síntomas tienen que tener valor
transferencial y entran uno con uno en el análisis. Tiene que ver con que la
neurosis de transferencia entra en escena.
No hay renacimiento del sujeto, sino una recomposición del mosaico
identificatorio. Siniestrar es hacer que lo propio comience a devenir
extraño.

Las identificaciones narcisistas se caracterizan por la soldadura del Yo al


objeto de identificación. La operación analítica hace posible la separación
de este objeto incorporado con el que se sostenía ese vínculo narcisista.
Esta labor suele tener efectos desalienantes, se va creando un espacio
para nuevas ópticas, se va armando otro andamiaje simbólico que da al
sujeto una consistencia distinta. Se elabora, se escribe una historia con
elementos que recién ahora empiezan a surgir.

El Ideal del Yo.


Aproximándose al fin de análisis, parte de la energía robada por la
neurosis de transferencia comienza a estar más disponible para empresas
y proyectos personales. Se está elaborando silenciosamente el duelo del
fin de análisis. Lo esencial de todo trabajo de duelo (el retiro de catexias
para dedicarlas a otros objetos) ya está en marcha.

Cuando hablamos del "duelo de fin análisis", estamos diciendo que ese
paciente, que en realidad en un momento no podía vivir sin ir a análisis, se
puede decir que el analista deja de ser la causa del dispositivo, porque el
paciente puede ser causa en su propia vida.
Estamos hablando de la ampliación de lo sublimatorio; se amplía la
capacidad sublimatoria, tema muy importante. Freud dirá que esto no
significa que el paciente se quede sin pasiones; justamente, a medida que
se amplía la capacidad sublimatoria, la sublimación puede encauzar
(conducir) proyectos, que el paciente nunca creía poder haber hecho.

Fin de análisis. 20
Sublimación.
En los períodos de terminación del tratamiento, entonces, se produce un
aumento de la capacidad de sublimar.

Transformación de las instancias narcisistas en el registro de la


castración.

La idealización es un proceso subjetivo que produce una sobrevaloración


del objeto. Sostiene a un Otro omnipotente, todopoderoso, no castrado.
Reconocer al Otro castrado sería aceptar la propia castración, sería dejar
de buscar culpables externos. No se trata de una abolición de los ideales,
sino de un pasaje de ellos por el registro de la castración. Estos
movimientos implican duelos importantes, ídolos caídos, incluido el
analista.
"Sacarle la corona al Yo Ideal" hace que se pueda, a partir de la inscripción
de la castración, devengan ideales no aplastados por el Superyó.
Dos aspectos polares marcan el pasaje del narcisismo por la castración
simbólica, son: el humor (reírse de uno mismo y de los demás, dejar que
los demás se rían de uno mismo) y la muerte (el tener conciencia de la
muerte nos aporta una nueva visión de la vida, la modifica, la amplía).

Superyó.
Las relaciones imaginarias del Superyó (esas figuras severas,
persecutorias y cargadas de autoridad) van adquiriendo rostros más
benévolos, más permisivos. Se abre la posibilidad de actuar sin tanta
necesidad de aprobación ajena. La culpa cede y puede ser reemplazada
por la responsabilización de los actos.

Recordamos que de alguna manera el Superyó es la incorporación de la


ley; y tiene otra cara que nos lleva a gozar, que nos hace sentir en falta,
que nos hace sentir la culpa (consciente e inconsciente), las
autoincriminaciones o la sensación de estar en falta constantemente. Con
el análisis empieza la posibilidad de deconstruir todo lo que mencionamos,
empezando a aparecer recursos antes impensados. Es interesante ver
cómo la neurosis en algunos pacientes llega a inhibir recursos propios; el
paciente se enfrentará así con algo propio que antes no sabía que
disponía.

Relación con el tiempo.

Fin de análisis. 21
El pasado resignificado se aligera y pierde su carácter de pesada carga.
Puede entonces pasar de la represión al olvido. Simultáneamente, la
dimensión del futuro queda abierta. Se percibe la diferencia entre luchar
contra el tiempo y dejarse llevar por él, acompañándolo. Se rompe en
parte el querer dominarlo. Suele haber una mejor relación del sujeto con la
soledad.
En el pasaje de la Neurosis de Transferencia a la fase de finalización, se da
una disminución en el analizante de su necesidad de venir y hacerse
escuchar en sesión, cosa que va asociada al reconocimiento de la falta
en el propio analista.

Se produce lo que Korman denomina “Centrifugaciones de la


Transferencia”: el círculo de interés y de investimentos libidinales del
analizante se ha ido alejando del analista. Esta modificación cuanti y
cualitativa de la Transferencia es un elemento fundamental para la
confirmación del Temple Analítico.
¿Cómo se llega a fin de análisis? Si toda la energía estaba puesta en el
analista en la neurosis de transferencia y el paciente empieza a recuperar
su energía, el paciente empieza a sentir que tiene recursos, ganas de hacer
cosas que antes no tenía; de a poco, el analista deja de tener el lugar tan
central, como tuvo en algún momento.

Temple analítico: nombre que da a la neurosis de fin de análisis. Los


efectos del psicoanálisis en un sujeto pueden expresarse sintéticamente
como el movimiento que transforma la neurosis inicial (con la que vino el
analizante) en “Neurosis de Temple Analítico”.

Es un estado peculiar de la psique, que surge como producto de una tarea


psicoanalítica efectiva, exitosa. Expresión que intenta reflejar la
configuración de la subjetividad y de la dinámica psíquica en los finales de
análisis, que se espera que pueda conservarse de manera duradera aunque
contempla la idea de una oscilación, de variación, de sufrir modulaciones.
Esta expresión tiene la ventaja de subrayar que el producto del fin de
análisis sigue siendo una neurosis, aunque sea una neurosis analizada.
Supone remarcar que de la escisión que nos hace sujetos no es posible
curarnos, sino que, después del análisis se la percibe más claramente.
La idea de Metamorfosis de la Neurosis implica que lo terapéutico, es
decir la modificación favorable de los sufrimientos ligados a los síntomas,
es consecutiva a la transformación global de la dinámica psíquica del

Fin de análisis. 22
analizante. Es por el largo rodeo de la conmoción del sujeto que lo
terapéutico se alcanza.
Elementos del temple analítico:

Relación del sujeto con la asociación libre: ante la emergencia de un


material que retorna de lo reprimido, el analizante puede reconocerlo
como algo propio y establecer otro tipo de vínculo con lo inconsciente
(a esta mayor porosidad para la emergencia de lo inconsciente se le
puede responder, quizás, mediante procedimientos psíquicos que no
impliquen necesariamente la represión).

Capacidad para la acción: actitud más resuelta para actuar. Se


produce el desvanecimiento de la duda, las vacilaciones e inhibiciones.
Hay mayor capacidad de decisión. El saber un poco más sobre el
propio deseo amplía la aptitud para el acto.

Talento para vivir: capacidad para precisar las actitudes, personas o


cosas acordes al talento; y saber luchar para conseguirlas sorteando
los obstáculos propios y ajenos en la obtención. Es distinto para cada
sujeto.

"Me duele la vida/me gusta la vida": El dolor de vivir se hace más


soportable. El sufrimiento no desaparece, pero es más tolerable, se
puede maniobrar mejor con él. Hacer algo creativo, productivo con el
sufrimiento.
El tema de los duelos reprimidos es otro. Muchas veces llegan
pacientes con vidas muy acotadas, que no tienen idea cómo hay
duelos pendientes que tienen que atravesar para poder sentir que ese
aplastamiento se levante. A medida que uno comienza a descomponer
los duelos, se empieza a poder hablar de ellos y decir cosas que no se
pudieron decir en su momento, enojarse y tomar distancia, se permite
finalmente soltarlos.

Lentamente, a medida que el paciente va recuperando su voz, su


capacidad simbólica, (a veces dicen "se me despejó la cabeza, puedo
pensar mejor"), se aliviana el peso de la vida, a partir de que el tiempo
empieza a ser diferente, la capacidad de acción empieza a
posibilitarse, la posibilidad de sentir que la vida vale la pena surge, a
pesar de la complejidad que tiene. Cuando decimos "recursos
inéditos", decimos que hay pacientes que se encuentran en el análisis
con recursos que tienen que no sabían.

Fin de análisis. 23
Muchas veces llegan pacientes muy defendidos, muy rígidos, que
puestos a trabajar nos enfrentan con desamparos muy grandes, con
injurias narcisitas muy tempranas. Cada quien hace lo que puede con
eso. A llegar a esos efectos, a esas injurias, esas agonías primitivas en
las que cada quien hizo lo que pudo, uno tiene que tener mucho
cuidado e intervenir cautelosamente, porque es posible que vuelvan a
reactivarse. Probablemente, cuando decimos que el trabajo es "pieza
por pieza" y "muy lentamente", en pacientes donde estas injurias
fueron muy fuertes, esto va a traerse en la transferencia y el analista
no puede "lavarse las manos". Al enemigo hay que vencerlo en
transferencia].

Fin de análisis. 24
Clínica en las instituciones de
salud mental.
Autores Galende Gamsie Rubinstein Ulloa Zuberman

Temas Clínica Instituciones

Tipo Práctico B

Temas de la clase. Bibliografía.


Psicoanálisis en un hospital, Rubinstein, A. (comp.) 2004. La
tratamientos psicoanalíticos en práctica del psicoanálisis en el
instituciones. hospital. En: Un acercamiento a
la experiencia. Pp. 2736.
La interconsulta.
Galende, E. 1990. Psicoanálisis
y Salud Mental. Para una crítica
de la razón psiquiátrica.
Capítulo 6 Los tratamientos
analíticos en las instituciones. pp.
263272.

Ulloa, F. O. 1995. Novela clínica


psicoanalítica. Tercera parte.
Capítulo V. pp.231256.

Zuberman, J. 2002.
Psicoanálisis y hospital.

Gamsie, S. 2009. La
interconsulta: una práctica del
malestar. [pp.5862.

Los autores se preguntan si es posible llevar la clínica psicoanalítica a una


institución, y dicen que sí, es posible, pero que habrá que tener en cuenta
ciertas cuestiones.

Clínica en las instituciones de salud mental. 1


Hay que poder pensar la dimensión que el psicoanálisis tiene para ofrecer en
las instituciones, que va más allá del método y técnica psicoanalítica en tanto
terapia y tratamiento. Hay una cosmovisión que devuelve a un sujeto paciente
en el lugar de la singularidad; este es un aporte que los psicoanalistas
podemos hacer dentro de los equipos, dentro de las instituciones, que tienden
a la generalización, a la universalidad. Nuestro lugar, en ese punto, es un lugar
diferente.

Freud dice que habrá que mezclar el oro puro de la teoría con el cobre de la
práctica. Ahí nos da la idea de una apertura para poder adaptar la técnica.

Hay cuestiones variables en el método; lo que sin duda alguna debe perdurar
para poder hablar de un psicoanálisis, es una escucha particular. El
psicoanálisis ofrece una mirada particular respecto a la institución, se habilita
la posibilidad de establecer intervenciones psicoanalíticas que no son un
tratamiento en sentido estricto, y también un tratamiento en un sentido más
bien estricto, sin dejar de tener en cuenta el atravesamiento normativo
institucional, tanto para el paciente como para el analista.

Galende: transferencia institucional.


Importante entender el concepto de transferencia institucional. Galende va a
decir que las instituciones tienen requerimientos de diagnósticos,
jerarquizaciones y generalizaciones, que suelen hacer conflictos con los
requerimientos de singularidad de un análisis. Hay requerimientos
diagnósticos, clasificaciones, tiempos institucionales.

Galende dirá que lo que agrega la institución a los tratamientos psicoanalíticos


es justamente la presencia de la institución en la transferencia. Habrá que
tener en cuenta, si se trabaja en una institución como analistas, que previo a la
transferencia analítica está la transferencia institucional, que suele
permanecer de fondo como obstáculo en todo tratamiento de las instituciones
(hospital, clínica, centro de salud, etc).

Podemos pensar que lo mismo ocurre en las obras sociales; hay que pasar
antes por una derivación, como una especie de filtro. Además, uno tiene cierta
cantidad de sesiones para trabajar con el paciente.

La transferencia analítica:

Es previa a la transferencia analítica.

Clínica en las instituciones de salud mental. 2


Suele permanecer como obstáculo, telón de fondo, en todo tratamiento en
las instituciones.

Configurada por la relación "regresiva" que el paciente mantiene con la


institución.

Afecta también al analista.

La transferencia institucional está configurada por la relación regresiva que


el paciente mantiene con la institución médico-asistencial, y suele expresarse
tanto por formas de sometimiento como por exigencias despóticas
(desmedidas, abusivas) de cuidados y atenciones. Habla de relación regresiva
del paciente con la institución, en donde el sujeto se somete o exige de
manera desmedida. "Lo que el médico dice está siempre bien, porque es un
médico" o esta cuestión de "sálveme ya", que puede llegar a un extremo de
agresión al médico.

Regresiva, pero hay un vínculo; y es previa a la transferencia analítica. Hay un


vínculo particular con la institución. "Acá te atienden bien, andá a tal lugar
porque te atienden bien, son buenos". Hay un punto de vinculación.

✔ Habla de una relación regresiva, porque el sujeto busca repetir de


forma compulsiva el vínculo simbiótico materno sostenido en el Yo
Ideal y difícilmente analizable.

Vínculo simbiótico, vínculo de totalización que provoca la institución; por eso


es tan difícilmente analizable.

De este modo la exigencia del paciente de ser atendido y curado en su


condición de enfermo, aplasta las singularidades de su historia personal. En
este sentido tanto la institución como la transferencia del sujeto se
constituyen en resistencia, ya que el análisis requiere del despliegue de una
singularidad plena.

Galende dirá que es necesario que tengamos en cuenta que existe esta
transferencia a la institución, porque para trabajar analíticamente hace falta
despejarla lo máximo posible, para poder darle lugar a la transferencia
analítica. Para poder trabajar y despejarla, es necesario reconocer su
existencia.

Clínica en las instituciones de salud mental. 3


Paciente que llama a una institución y pide cancelar el turno
porque no llega; le preguntan con quién se atiende, pero el
paciente no sabe el nombre de su analista. “No sé, yo tengo
el turno de las 3”.

Dirá también que el psicoanalista tampoco está exento de su propia


identificación con la institución y de establecer aquello que Freud denominó
“transferencia recíproca”.

Galende agrega que el analista tampoco está exento de un vínculo con la


institución. Muchas veces ocurre que el analista recurre a la institución como
defensa. El analista mismo puede refugiarse en la institución y tener un rol
puramente asistencial, centrarse en el diagnóstico y no escuchar la
singularidad del paciente, quedándose en una generalidad. Explica Galende
que con frecuencia los analistas depositan en la institución sus propias
demandas regresivas de protección, seguridad y cuidados.

Entonces, si la institución sirve al analista para protegerse de


la transferencia del paciente, y si al mismo tiempo, sirve al
paciente como resistencia para el análisis, la institución en
su reinado absoluto logra impedir el análisis. Se instala, en
plenitud, una relación de asistencia.

Es similar a la cuestión de los psiquiatras, que pueden quedarse solo en la


cuestión de recetar y no escuchar la singularidad del paciente.
Sugiere en torno a este tema, el poder abrir en el espacio clínico mismo un
interrogante sobre la institución para poder tomarla como síntoma, tanto en el
paciente como en el terapeuta e incluso en el personal no asistencia.

En cuanto al encuadre, Galende planeta que no sería lo esencial el pago al


analista, el número de sesiones, la disponibilidad del ligar, el uso del diván,
horarios, etc. Sí lo serán la privacidad, la singularidad de cada análisis, la
elección mutua del analista y el paciente.

Hacia el final del apartado, el autor afirma que el modelo de intervención


analítica no tiene por qué ser diferente al que se realiza en la práctica
privada, ya que los sujetos para el analista no son diferentes porque
pertenezcan a niveles sociales diferentes.

Clínica en las instituciones de salud mental. 4


✔ Como conclusión y para reflexionar acerca del aporte que los
analistas generan en las instituciones dirá que el manejo que los
analistas realicen de la transferencia y el modo de relación
diferente hacia los pacientes será lo que repercuta en el conjunto
de la institución y posee en sí un valor crítico sobre los vínculos que
la institución propone.

Ulloa: encerrona trágica/cultura de la mortificación.


Ulloa plantea lo que implica trabajar dentro de una institución y lo que puede
ocurrirle a un analista que está inserto dentro de una institución. Va hablar de
la cultura de la mortificación, de la encerrona trágica, del síndrome de
violentación institucional y va a hablar de la institución de la ternura.

Ulloa plantea de modo axiomático que un analista comprometido en una


práctica social es una persona no neutralizada en su condición política, como
un aspecto constitutivo de su subjetividad. En este sentido, afirma que un
psicoanalista que pretenda trabajar con sectores sociales empobrecidos habrá
de operar sobre el tríptico salud mental/ética/derechos humanos. Se encarga
de aclarar que de ningún modo se deberá tratar de un psicoanálisis de la
pobreza, que implicaría una psicologización totalmente ilegítima de la
marginación, sino del psicoanálisis en la pobreza.

Ulloa va a situar la institución del manicomio como el extremo de la cultura


de la mortificación, por eso hablará de la "manicomización" y de cómo
muchas veces la locura promueve el maltrato, que a su vez acrecienta la
locura. Por eso, se provoca un círculo del cual es muy difícil salir. Por eso,
hablará del concepto de "encerrona trágica", considerada causante de la
mortificación, y como toda situación donde alguien para vivir o recuperar la
salud depende de alguien que lo mal-trata o des-trata, sin tomar en cuenta su
situación de invalidez.

Esta "encerrona trágica" tiene mucho que ver con lo que Ulloa dirá con
respecto a las instituciones, de que son las instituciones más empobrecidas la
que tienen que hacerse cargo de los sectores más empobrecidos, algo que
parece poco lógico, porque justamente no tienen recursos para ayudar a los
que más necesitan. Esto se vincula con el Estado, con los recursos, con lo que
una institución pública tiene para atender o no.

Clínica en las instituciones de salud mental. 5


La cultura de la mortificación.
En este capítulo Ulloa propone la noción de mortificación como una
producción cultural, ligada al efecto de lo mortecino, la falta de fuerza, el
agobio corporal y lo asocial al cuadro de la neurastenia.
Cuando habla de la cultura de la mortificación se refiere a un matiz del
sufrimiento social contemporáneo, que afecta a los sectores “aún del
todo no sumergidos en la mudez sorda de la mortificación”. Habla de la
mortificación como lo mortecino, como falta de fuerza, cercano al viejo
cuadro clínico de las neurosis actuales (neurosis de angustia, hipocondría
y neurastenia). Está hablando de determinados afectos (estar apagado,
falta de fuerza, no tener ganas).

Él dice que una vez que se instala la cultura de la mortificación, el


individuo se encuentra coartado al borde de la supresión como individuo
pensante. Por eso Ulloa hace cierta diferenciación entre el “estar del todo
sumergido” o “no estar del todo sumergido”. Ubicará estos dos grados;
estar afectado o estar sumergido del todo en esa cultura.

Ulloa va a situar a la institución manicomnial como el extremo de la


cultura de la mortificación. Por eso, hablará de una “manicomización” y
cómo muchas veces la cultura promueve el maltrato, que a su vez
acrecienta la locura.

Encerrona trágica.

Por esto (cultura de la mortificación), se provoca un círculo del cual es


muy difícil salir. Hablará de la “encerrona trágica” como la causante de la
mortificación, y la definirá como toda situación donde alguien para vivir,
trabajar, recuperar la salud, depende de alguien o algo que lo maltrata o
destrata, sin tomar en cuenta su situación de invalidez.
Se trata de la situación sin salida, en tanto no se rompa el cerco de los dos
lugares por el accionar de un tercero que habrá de representar lo justo. El
paradigma de la encerrona trágica es la mesa de torturas, justamente
porque la víctima depende del victimario, del torturador; es quien le da de
comer y quien lo maltrata.
Muchas veces resulta contradictorio que son las instituciones más
empobrecidas las que tienen que hacerse cargo de los sectores más
empobrecidos. Justamente, porque no tienen los recursos para ayudar a
los que más lo necesitan.

Clínica en las instituciones de salud mental. 6


La institución de la ternura.
Contrasta la figura de la mortificación con otra fundamental en el
desarrollo cultural humano como la “institución de la ternura”. El autor
polariza las ideas de tratamiento proveniente de “buen trato” en contraste
al paradigma del maltrato, ubicando en este último determinadas prácticas
manicomiales (que van más allá de la institución psiquiátrica),
estandarizaciones y etiquetamientos.
Ulloa refiere cómo este tipo de encierros van más allá del manicomio y
tienen inicio en la familia, la escuela, el trabajo, las relaciones políticas,
extendiéndose hacia una práctica político administrativa que ubica los dos
lugares clásicos de marginadores y marginados.

Siguiendo la misma línea, va a diferenciar la queja de la protesta. Ubicará


la queja como una posición más bien pasiva y de resignación, al orden de
“no se puede hacer nada”, y la protesta como una actitud más activa del
sujeto, en busca de cierta transformación. La protesta tiene que ver con
una entidad de acción.

El autor ubicará la ternura como aquello que permite el pasaje del ser
humano al ser sujeto. Está vinculado con el poder dar abrigo y sostén al
otro. Justamente, la palabra “tratamiento” viene del buen trato, del tratar
bien; lo opuesto a la manicomialización, al maltrato, al círculo maltrato-
locura.

Muchas veces ocurre que una persona viene sorprendida de que en una
institución lo han tratado bien, que lo atendieron, lo escucharon. Que
alguien tenga un buen trato, que lo atiendan y respeten, es lo que
corresponde. Sin embargo, en relación con esta mortificación, a veces
encontramos situaciones de atención con desgano.

Síndrome de violentación institucional.

Conceptualiza la noción de síndrome de violentación institucional SVI


para explicar cuando la cultura institucional se hace arbitraria, más allá de
las normas de funcionamiento acordadas y concensuadas, tomando
diferentes niveles de gravedad y afectando la modalidad y el sentido del
trabajo, degradando a funcionarios síntomáticos a los operadores
institucionales, empobreciéndolos y alienándolos, con efectos
significativos tanto en lo psíquico como el lo físico

Hablará del síndrome de violentación institucional como un punto clave.


Ubicará tres síntomas en relación a este síndrome. Dirá que la constitución

Clínica en las instituciones de salud mental. 7


de toda cultura institucional supone cierta violentación legítimamente
acordada, que permite establecer las normas propias de la institución y
facilitarán su funcionamiento.

Sin embargo, cuando esta violentación se hace arbitraria y ocurre en


grados diferentes, se configura el síndrome de violentación institucional.
Es decir, cuando se va más allá de lo acordado, cuando alguien impone
ciertos criterio en pos de intereses personales u otros motivos; es decir,
cuando algo se vuelve arbitrario.
Los tres síntomas serán: la fragmentación del entendimiento, la
alienación y el desadueñamiento del cuerpo.
La fragmentación del entendimiento estará vinculada con la
comunicación que queda fragmentada, coartada, en la institución. Hay una
comunicación muy interferida. El autor hablará de “oídos sordos”, ciertos
enfrentamientos. La alienación estaría vinculada a la negación del clima de
hostilidad que se está viviendo; por eso habla de una renegación. Y
finalmente el desadueñamiento del cuerpo tiene que ver con lo
mortecino, el cuerpo agobiado por la astenia, cansado, sin ganas, sin
posibilidad de proyectar o pensar nuevas ideas.

Para concluir, Ulloa ubicará como objetivo perentorio entonces el romper la


anestesiada ideología manicomial y dirá que es precisamente aquí donde el
psicoanálisis tendrá un lugar privilegiado.

Afirma que, siendo el psicoanálisis una disciplina idónea para abordar la


subjetividad, lo es más aún justamente donde el sujeto esta en emergencia.

Nos advierte también de las consecuencias que la renovada actividad


pensante pueda tener perturbando el orden establecido, siendo éste un
profundo desafío.

Belucci: individual/colectivo, la internación.


Belucci se referirá a los dispositivos que se arman para los tratamientos.

Pluralidad de espacios, (al menos dos). Psicológico y Psiquiátrico.


Operando para que esos dispositivos funcionen del modo más articulado y
eficaz posible. Dispositivo familiar, asamblea, talleres.

Dimensión institucional y legal.

Pluralización de dispositivos, que:

Clínica en las instituciones de salud mental. 8


Delimitan los espacios. Tiene función de límite. Posibilita acotar en el
marco individual la aparición de por ejemplo algo de orden delirante en un
ámbito colectivo. Delimitando espacios de lo íntimo y lo público.
Distribución de goce. El exceso de goce que el sujeto padece, no se va a
concentrar en un único dispositivo y en una única transferencia.

En el espacio individual se apuntará a la producción de lo íntimo, aquello que


ese sujeto tiene de singular, de diferente, mientras que los dispositivos
colectivos apuntalan la dimensión del semejante y alguna posible circulación.

Se pone de relieve la legalidad, las reglas, las pautas que hacen posible su
funcionamiento.

Un ejemplo que toma, en el dispositivo del taller, que se caracteriza por la


producción de un “objeto”. Ese objeto puede eventualmente operar como
sustracción con respecto al goce del Otro. Localiza y condensa ese goce.
Movimiento que instituye la dimensión de un semejante. Legaliza la relación
con pares.

Dispositivo familiar.

Muchas veces suele presentarse como un obstáculo a la producción de


una salida. La intervención o trabajo en estos campos, apuesta a la
posibilidad de leer ciertas coordenadas del funcionamiento de esa
constelación familiar, ubicar la lógica de sin salida de lo endogámico que
rige y poder encontrar una salida. Contando con los mismos miembros de
la familia, o con lazos amistosos o pares.

La internación.

El último punto que aborda el texto es de la internación, intentando no


abordar la cuestión como una posición filosófica o ideológica.

Desde el psicoanálisis, se propone pensar la necesidad tanto de


internación como de externación, acompañando al paciente en ambas
instancias. Y considerando que la posición de la salida, no es solo un gesto
administrativo de alta.

El tratamiento en la psicosis consiste en la producción de una salida, ahí


donde la estructura no lo aporta. El sin salida es consecuencia directa de
la forclusión de la ley del Padre, que no garantiza la exogamia y es el
analista el que acompañará al paciente en esa operatoria.

En ese acompañamiento, muchas veces uno de esos dispositivos es la


internación.

Clínica en las instituciones de salud mental. 9


Para establecer una barrera al goce del Otro.

Alojar y ordenar algo de lo que va a la deriva.

Inscribir como un acontecimiento subjetivo, lo que inicialmente le viene


del Otro.

En base a esto, pensar el alta, ver qué de esos motivos de internación


produjeron un movimiento.

Si se establecieron instancias de separación del otro, si se logran


establecer lazos con semejantes.

Pensar la “obra”, algún quehacer, alguna producción.

Haber logrado alguna operación con respecto al saber. Saber acerca


de los soportes con los que cuenta.
A veces puede ser necesaria, luego de la externación, una instancia
intermedia entre “adentro” y “afuera”. Por ejemplo, el hospital de día,
de modo de articular la desmanicomialización, con la descronificación,
lo cual no equivale a decir el cierre de los hospitales de Salud Mental.

Y con este cierre, es que se articula el texto Silvia Atzori, quien brinda
un testimonio de su experiencia en el Centro de Salud Mental número
3 Dr. Arturo Ameghino, ubicando un modo particular de concebir el
abordaje de las psicosis, en el marco del Hospital de Día.

Atzori: hospital de día.


La autora relata su experiencia al trabajar en un centro de salud mental. La
modalidad del Hospital de Día es de media jornada y se desarrollan
actividades que incluyen terapia individual, control individual de la medicación,
asamblea comunitaria, y diversos talleres: literario, huerta, cocina, fotografía,
música, cine, radio, merienda, grupo.

La propuesta surgió del mismo equipo de profesionales, con el objetivo de


cubrir aquellos casos cuando algunas sesiones individuales semanales no son
suficientes, pero no son pacientes que requieren internación, para pensar la
posibilidad de un espacio particular e investigar sobre el tratamiento de la
psicosis y su dispositivo.

Los talleres están a cargo de los analistas, ya que no es un lugar pedagógico,


ni se trata de hacer el bien, ni decidir qué es lo mejor para alguien. Se
requerirá y se planteará una estrategia adecuada para cada paciente.

Clínica en las instituciones de salud mental. 10


Las actividades están pensadas como espacios significantes.

La diversidad de espacios favorece la desmultiplicación transferencial.


Cada espacio funciona en falta, descomplentando al Otro absoluto.

Organizar un dispositivo implica una terceridad, la introducción de un


orden simbólico, dentro de las cordenadas espacio y tiempo.

No se trata de encuentros interdisciplinarios con vectores propios, sino


que se supedita a una estrategia clínica que surge de la escucha de cada
paciente.

El marco teórico de dicha propuesta es el psicoanálisis. Pero, ¿qué


psicoanálisis? ¿qué del psicoanálisis?
Articulado con la concepción lacaniana de que la psicosis es un fuera de
discurso, se plantea aquí una estrategia que promueva que el sujeto
psicótico se apropie de algún discurso que le sirva para establecer algún
lazo social.

No pensar este dispositivo como lugar de tiempo libre no ocupado, o


resocialización u ortopedia del yo.

El alta del hospital de día sería un homólogo al final de análisis en la


neurosis y es también un criterio en la admisión.

Este dispositivo aloja cierta subjetividad y requiere de ciertas condiciones de


agrupabilidad. Consiste en:

Admisión. Entrevistas. Apuntando a que algo los implique.

Se plantea como una oferta, ya que se parte de una demanda invertida, lo


cual es esperable en la estructura. Es el hospital de día el que ofrece los
espacios; si bien la demanda en la psicosis es diferente que en la neurosis,
es posible un lazo transferencial, de características y estructura
diferentes.

Es el analista quien permitirá apuntar a un objeto que pueda tener una


inserción social, que tenga algo creativo.

No hay tiempo a priori de cuánto durará su transcurrir en el hospital de


día. Tampoco es condición sine qua non del ingreso (expresión latina que
significa "sin la cual no", se aplica a una condición que necesariamente ha
de cumplirse o es indispensable para que algo suceda).

Clínica en las instituciones de salud mental. 11


La admisión y la apuesta a la singularidad y a la diferencia es lo que
permite la salida del anonimato.

La escucha analítica permitirá ubicar aquello que represente al sujeto


psicótico (un arte, un oficio u ocupación), permitirá que pueda inscribir su
nombre como propio. Inscribir un significante que lo nombre, que supla su
carencia original, que lo ancle a un abordamiento subjetivo y le permita
hacer un lazo social. Admitir una particularidad del sujeto rompiendo el
aislamiento y su segregación.

Zuberman.
En consonancia con los textos anteriores en el articulo Psicoanálisis y
Hospital, Zuberman historiza cómo se fue dando la relación entre los
psicoanalistas y la institución hospitalaria desde las tempranas experiencias de
Enrique Pichón Riviere, en las décadas del 60 y 70, ubicando como
consecuencia de las mismas el surgimiento de un diálogo intenso que produjo
consecuencias tanto para el Psicoanálisis como para el Hospital. Refiere que
esta relación dependió en gran medida de la mayor o menor tolerancia de los
médicos a un saber que excede el discurso en que se sostienen.

El autor también ubica la práctica analítica en los hospitales más allá del
encuadre, definiendo al analista por el poder ocupar un lugar que permita
interrogar el saber del Otro, causando su palabra. La pregunta que sostiene
es ¿qué hacer con aquellos pacientes que consultan en el hospital y que no se
presentan como síntoma neurótico?

No todos los pacientes llegan con una pregunta, sino que también aparecen
problemas de carácter, adicciones, inhibiciones, etc., con un padecer que no
les hace pregunta.

Afirma que al hospital llega aquello de la sociedad que no anda bien, que no
funciona, el resto, y sostiene que al analista que decida atender allí será
porque le interesa interrogar esos restos, eso lo causa, así como a Freud lo
causó interrogar el síntoma histérico.

Zuberman concluye tomando las palabras de Héctor Braun que: “no se trata
ya de discutir si hay o no psicoanálisis en el Hospital, sino de discutir la
práctica de los analistas que deciden sostenerla en ese preciso lugar”.

Rubinstein.

Clínica en las instituciones de salud mental. 12


Rubinstein intenta poder mostrar esta propuesta freudiana, de "Nuevos
caminos en la terapia analítica", donde justamente va a ubicar la posibilidad de
repensar algunas cuestiones de la técnica y repensar el lugar del analista,
respecto al sufrimiento allí donde la "urgencia subjetiva" tiene lugar. En este
sentido, hay algo que opera en términos de la ley, en función de la terceridad y
lo que organiza un espacio posible de trabajo entre paciente y analista.
También, de un analista donde pueda ubicarse en un lugar de referencia
donde, atravesado por la ley, logre el acotamiento o límite respecto al Otro.
Es fundamental poder pensar el lugar del analista en un equipo, frente a un
consultante, posible paciente o no.
Lo primero que resalta Adriana Rubistein en su texto y es importante tener en
cuenta, es que en las instituciones y sobre todo en un Hospital nos
encontramos con la coexistencia de distintos discursos. Debemos soportar y
convivir con esa coexistencia y a su vez mantener la especificidad del
psicoanálisis, dado que es función del psicoanalista abrir un espacio a la
dimensión subjetiva, que será vapuleada por los constantes intentos de
objetivación que muchas veces y necesariamente la institución demanda, pero
nuestra tarea será dar cabida a una demanda de saber por parte del sujeto y
con ello al deseo.

Las demandas hospitalarias tienen una gran variabilidad y es necesario


esclarecerlas y decidir qué tipo de intervención se requerirá en cada caso. El
analista ofrece la posibilidad de hablar de su sufrimiento, da al sujeto la
palabra y coloca al saber de su lado. Esta oferta puede convertirse en
entrevistas preliminares y en algunos casos conducirá a un tratamiento y un
por ende a un trabajo analítico posterior. En otros, sólo tendrá lugar algún tipo
de alivio, lo cual en ciertas situaciones donde nunca se le ha dado la
posibilidad de ser escuchado y alojado el sufrimiento, no es poco.

Otras veces, será necesario recurrir o incluir otro tipo de intervenciones, como
interconsultas, medicación, asistencia social, información, muchas de ellas
pasos previos o necesarios para facilitar una posterior instalación de la
transferencia.

Es aquí que la autora hace referencia a la cita de Freud en su texto “Nuevos


caminos de la terapia psicoanalítica” cuando propone que tal vez en algunos
casos sea necesario “aunar la terapia anímica con un apoyo material (...) alear
el oro puro del análisis con el cobre de la sugestión directa…” aludiendo a las
psicoterapias.

Clínica en las instituciones de salud mental. 13


Yo agregaría una cita de Juan Pablo Jimenez (psicoanalista chileno) que en
relación al mismo texto de Freud, destaca: “El oro puro solo existe en los
museos, la verdad es que todos los objetos de oro efectivamente usados
contienen diversas proporciones de cobre, pues esta aleación ha demostrado
ser más dura y resistente al uso y al paso del tiempo. El problema técnico
radica, precisamente, en los procedimientos para producir la mejor aleación,
es decir, aquella que destaca de mejor manera las cualidades deseables de
ambos metales.”
Esto quiere decir que habrá que continuar adaptando la técnica a las nuevas
situaciones y realidades, más allá que las invariantes del método
psicoanalítico se sostienen, pero no aplicándolo de un modo universal y
estandarizado.
En relación a la demanda de análisis en el hospital, la misma suele darse en
forma distinta, dado que son pocos los pacientes que llegan con una pregunta
formulada o con “deseo de analizarse”.

Muchas veces, quienes consultan en instituciones están en una situación más


bien límite, en donde la urgencia forma parte del modo de presentación,
donde será necesario poder deslindar algunas cuestiones para ver si uno
puede ser operativo, eficiente y eficaz, brindándole una respuesta
psicoanalítica, o si será la mejor práctica el repensar el problema en términos
de un equipo, un espacio de interconsulta, una derivación a quien
corresponda.
El psicoanálisis solo tendrá una razón de ser y un lugar de eficacia en el
sentido estricto de su método y técnica, allí donde pueda devolverle al sujeto
una respuesta, donde pueda realmente tomar esa demanda. Cuando
tomamos demandas que no podemos abarcar, lo que hacemos muchas veces
es frustarnos y llegar a tener respuestas diatrogénicas (daño a la salud de
una persona, causado o provocado por un acto médico involuntario).
Muchas veces hay un sufrimiento y algo que se torna insoportable, que
funciona como empuje para comenzar a trabajar. En cambio, otras veces los
pacientes son “mandados” por el médico, por la escuela, por los juzgados,
defensorías, entre otros. Allí las entrevistas preliminares resultarán clave, para
ver si es posible que se produzca alguna modificación en la posición subjetiva
inicial, dando lugar a una reformulación de la demanda, en la que se pueda de
a poco abrir paso a un trabajo analítico y cierta implicancia subjetiva. Si esto
sucede, y se instala la transferencia, el funcionamiento del dispositivo dará

Clínica en las instituciones de salud mental. 14


lugar a la apertura del inconsciente, lo cual no depende en nada del pago con
dinero.
Es allí donde diferencia entre el pago como cesión de goce y la
materialización de ese pago necesariamente en dinero. El analizante debe
pagar con su goce, y el modo en que esto se produce debe ser tomado en la
singularidad de cada caso.
Otro tema es el del tiempo, ya que en las instituciones tenemos un límite
temporal y si bien este límite es definido por criterios institucionales y es ajeno
a la singularidad del caso por caso, en palabras de Rubistein, introduce un
real, anticipa un efecto de castración, un tope, que si es adecuadamente
trabajado puede operar analíticamente. Desde el comienzo del trabajo
analítico, analista y paciente, saben que cuentan con un tiempo acotado de
trabajo y muchas veces esto sirve como motivador para poder aprovecharlo.

Cabe aclarar también que las más de las veces los tratamientos son en el
mejor de los casos de una vez por semana, lo cual suele requerir mayor
esfuerzo por parte del analista, que debe tener presente la problemática de
los pacientes, más transferencias simultáneamente y también mantener una
posición más activa en su labor en relación a las intervenciones. Otros autores
destacan, por ejemplo, poder definir el problema a trabajar con el paciente,
idear un plan de tratamiento, la posición cara a cara para no favorecer
estados regresivos difíciles de contener. Hacer un esfuerzo por enlazar los
comentarios iniciales con los finales de la sesión y dentro de lo posible, no
finalizar la sesión con un monto de angustia mayor con la que se inició.

Nos parece importante considerar todas estas particularidades de la práctica


institucional y aclarar que las distinciones no establecen jerarquías.

El texto finaliza con la pregunta ¿qué sostiene el deseo de los analistas de


permanecer en las instituciones? Esperemos que con el recorrido de la
cursada puedan acercarse a una respuesta, o a esta otra: ¿qué sostiene el
deseo de los analistas de ingresar en las instituciones?

Gamsie.
La autora indica que, las más de las veces, el psicoanálisis surge en el límite de
la medicina, y los médicos llaman en su límite al analista “cuando algo no
funciona, no cierra”, llamados como “especialistas”, no como analistas.

Clínica en las instituciones de salud mental. 15


Otras veces, el médico mediatiza un pedido de los pacientes, de los familiares.
Como psicoanalistas, lo primero que debemos hacer es escuchar quién, qué y
para quién demanda. Introducir una pausa, un momento para poder pensar,
reflexionar. Mostrarle al paciente que hay tiempo, para escucharlo, para sentir,
para entender, y después se verá cómo se sigue con lo que “hay que hacer”.
En la interconsulta está también en juego la reinstauración de un saber,
reisntalar al médico en su función, contribuir ahí donde algo no funciona para
que el médico pueda tomar las decisiones que le competen.
Muchas veces, los equipos de interconsulta reciben demandas de respuestas
imposibles. Esto es más visible en los llamados “casos sociales”, donde el
maltrato, la violencia, las familias de alto riesgo y la profunda miseria
angustian tanto al médico que le impiden sostenerse en su posición.
Más allá de lo que se espera de nosotros y no podemos proporcionar ¿cuál
debería ser nuestra posición frente a este tipo demandas? En principio, la
autora plantea que debemos negarnos a resolver este tipo de situaciones que
escapan a nuestras posibilidades. No intervenimos allí de un modo
puramente asistencial, sino intentamos operar sobre el pedido que los
médicos nos formulan, resituando ese pedido, dando paso a su pregunta
comprometida. Interrogar lo que no funciona no significa identificarse a ello, lo
cual no haría más que impotentizarnos y frustrarnos.
Esto último, a mi entender y por mi experiencia, muchas veces es inevitable,
pero lo importante es poder rescatarse de ese malestar.
Para ello, el trabajo en equipo es indispensable: las reuniones, las
supervisiones, el intercambio entre colegas y el trabajo en interdisciplina del
equipo de salud mental. La producción escrita ayuda para visibilizar los logros
conseguidos entre tantas batallas luchadas y perdidas.
Por último, acentuaría en poder respetar los propios límites y dividirse, en lo
posible con los propios compañeros, las salas que se interconsultarán, en
relación a lo que cada analista puede, y conoce de sus propios puntos ciegos,
y por ende va a trabajar mejor en relación a su propio deseo.

Ley de salud mental.


Para mencionar sólo algunos puntos: es una ley que hace foco en la
interdisciplina (creación de equipos de guardia).

Clínica en las instituciones de salud mental. 16


Incorpora a las adicciones al campo de la salud mental. Propone la internación
como último recurso terapéutico y en hospitales generales (creación de salas
en hospitales generales), prohibiendo la creación de nuevos hospitales
monovalentes. La internación involuntaria es un recurso excepcional. Los
profesionales con título de grado están en igualdad de condiciones de ejercer
cargos jerárquicos.

Clínica en las instituciones de salud mental. 17


Preguntas generales
Autores

Temas

Tipo Elaboración

Describa la dinámica de la transferencia y relacione con el principio de


abstinencia.
El concepto de transferencia es importante y central en la clínica
psicoanalítica, dado que no es posible hablar de tratamiento analítico sin
transferencia; solo es posible analizar en la clínica lo que se actualiza por
la vía de la transferencia; mediante ella, ciertos conflictos inconscientes se
actualizan sobre la figura del analista y esto hace que sea posible su
abordaje. La transferencia es el terreno en donde se desarrollará toda la
problemática durante un tratamiento psicoanalítico.
Se trata, en términos teóricos desde Freud, de un desplazamiento de
valores, en el cual el deseo inconsciente se expresa disfrazado,
transfiriendo su carga a otra representación consciente; dado que una
representación inconsciente no puede penetrar en la consciencia como tal,
solo puede ejercer un efecto al entrar en conexión con una representación
que pertenezca al preconsciente, ocultándose de esta manera en ella y
transfiriéndole su intensidad. Así el deseo, permaneciendo inconsciente, se
expresa.

Entonces, la transferencia es el proceso mediante el cual los deseos


inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos; en la clínica, se
actualizan sobre el analista, es decir, en este desplazamiento se aferra a un
significante particular, a una representación particular, que es la figura del
analista. Freud dirá que algo del material es apropiado para ser transferido
sobre el analista. Se actualizan con un sentimiento de actualidad, lo que
significa que el paciente siente que son actuales, no sabe que se está
repitiendo algo. Se trata de la repetición de prototipos infantiles; es decir,
se revive en la transferencia la relación del analizado con sus figuras
parentales (aunque no únicamente), sustituyéndolas por la figura del
analista.

Preguntas generales 1
Freud dirá que la transferencia es el motor del tratamiento analítico, por lo
que ya se dijo que sin transferencia no hay tratamiento. De no ser por la
actualización mediante la transferencia, no podríamos captar nada; solo
podemos analizar lo que está actualizado por ella. Mientras el paciente
pueda asociar libremente durante el tratamiento, la transferencia
funcionará como motor. Si puede desplegar su discurso y cumplir con la
regla fundamental de decir todo lo que se le ocurra, es porque la
transferencia se ha puesto en marcha. Freud dirá que durante este
momento la misma constituye el más poderoso resorte que impulsa el
trabajo y que es necesario que se haya instalado una transferencia
operativa entre paciente-analista para poder comenzar a realizar
intervenciones.
Sin embargo, también dirá que es un obstáculo, dado que se opone al
recuerdo del material reprimido. Se trata de una de las cinco resistencias
que Freud distingue como las más importantes en un tratamiento analítico.
La transferencia señala la prximidad del conflicto inconsciente: a medida
que nos acercamos a ciertos contenidos, se penetran capas resistencia y
en algún momento "estalla la transferencia", lo que significa que el
paciente en lugar de recordar en palabras, empieza a actuar, estallando así
la transferencia como resistencia. En lugar de recordar, el paciente va a
actuar; en lugar de recordarlo en palabras, lo actúa como si eso fuera un
suceso actual.

Freud diferencia que hay mociones libidinales que hay recorrido el


desarrollo psíquico en su totalidad y que están disponibles para la
consciencia, mientras que otras han quedado detenidas y fijadas,
permaneciendo en el inconsciente. Ambos tipos de mociones, conscientes
e inconscientes, se volcarán sobre la figura del analista.

Vale aclarar que no es posible hablar de una transferencia a secas, sino


que Freud presenta diferentes tipos de resistencias. Dentro de la
"transferencia positiva" encontramos la transferencia de mociones tiernas,
que es la que considera el motor del trabajo analítico, mociones
conscientes de meta sexual sublimada. Sería la transferencia operativa que
se mencionó previamente. También dentro de la "transferencia positiva" se
encuentra la transferencia erótica, mientras que dentro de la "transferencia
negativa" ubicamos a la transferencia hostil. Tanto la transferencia positiva
erótica como la transferencia negativa hostil actúan como obstáculo al
tratamiento y tienen fuente en el inconsciente. Son los dos polos de lo que

Preguntas generales 2
Freud llamará neurosis de transferencia, que se crea en un tratamiento
analítico, una neurosis artificial que reproduce, punto por punto, la
neurosis del paciente; solucionando la neurosis de transferencia, dice
Freud, se va a solucionar la neurosis infantil del paciente.

A veces esa transferencia como obstáculo puede presentarse como un


enamoramiento al analista; frente a esto, Freud dirá que el analista debe
tener en cuenta que ese enamoramiento se debe a la situación analítica y
no a su propia persona.

Entonces, recapitulando, si la transferencia aparece como una resistencia


se detendrán la asociaciones, por lo cual actúa como un obstáculo.
Cuando la transferencia aparece como resistencia, señala la proximidad
del conflicto inconsciente. Sin embargo, sin que ocurran estos fenómenos
tampoco podríamos hablar de un análisis. Cada vez que este fenómeno se
repite, es importante despegar al analista del lugar en el que fue puesto, y
aquí se introduce el concepto de abstinencia, de las reglas fundamentales
que Freud presenta en su obra.

Es importante reconducir esa transferencia al recuerdo; no se trata de


rechazarla, sino de despegarse de ella y recondurila al tiempo que le
corresponde, al pasado, al recuerdo. No hay que satisfacer esta demanda
de amor que viene del paciente, pero tampoco hay que rechazarla, sino
que es necesario tratarla como algo provocado por la propia situación
analítica y reconducirla así a sus orígenes. Se define así el concepto de
abstinencia, de no rechazar pero tampoco satisfacer la demanda del
paciente. Dirá Freud que hay que dejar subsistir en el enfermo necesidad y
añoranza, como fuerzas pulsionantes del trabajo en el análisis.

Entonces, que la relación sea transferencial en un análisis implica que


tengamos que dejar subsitir necesidad y añoranza, como fuerzas que
mueven el trabajo; no obturar con deseos propio el trabajo, sino dejar de
que en la clínica ocurra algo; estar sin memoria y sin deseo, lo que
significa estar sin esperar que ocurra nada, sin intentar que ocurra nada,
dejar que se despliegue. En definitiva, la abstinencia se relaciona con no
salir del lugar de analista.

Define el concepto de transferencia y su articulación con la resistencia y


la repetición.
Como arriba.

Preguntas generales 3
Defina y desarrolle desde Freud las cuatro reglas imprescindibles del
método psicoanalítico.

¿A qué denomina Ulloa "encerrona trágica" y "mortificación"?

Explique a qué se denomina RTN, cómo se manifiesta. Describa cómo


puede manejarse el analista con esta resistencia.
El Superyó, como instancia inconsciente, se va constituyendo por
identificaciones y es el heredero del Complejo de Edipo. Podemos
distinguir factores determinantes en su génesis, un factor histórico, que
sería el referido al Complejo de Edipo, y un factor biológico, que se
relaciona con el desvalimiento y la dependencia del ser humano en las
primeras épocas de su vida, como algo característico de la biología
humana.
Respecto al factor biológico, Freud dirá que el niño acata en un principio
las órdenes del otro porque tiene miedo a la pérdida de su amor, pérdida
del amor de la persona de quien depende, y por miedo al castigo. Solo
luego de la represión del Edipo y con la constitución del Superyó es
posible hablar de una "culpa"; previo a esta etapa, Freud se refiere a una
angustia social, que se relaciona con este miedo a la pérdida de amor y
miedo al castigo. Entonces, no hay un discernimiento entre el "bien y el
mal" innato en el ser humano, sino que esto se va constituyendo por
influencia de un otro. Generalmente, este "otro" son los padres - o las
personas que ocupen este lugar.
Tras la constitución del Superyó, tras la represión del Complejo de Edipo,
será posible hablar de culpa; el Superyó se constituye como la conciencia
moral, que va a vigilar constantemente al Yo.

Respecto al factor histórico, se mencionó que es el Complejo de Edipo.


Para Freud toda investidura de objeto resignada deja como resto una
identificación. Entonces, las primeras identificaciones en la edad más
temprana del ser humano, que tendrán su desenlace en el Complejo de
Edipo, al ser resignadas se convertirán en identificaciones.
Freud postula que el Complejo de Edipo más común es el Edipo completo;
es decir, el niño va a tener una actitud ambivalente hacia el padre, dado
que lo ama, pero al mismo tiempo le es hostil dado que desea ocupar su
lugar frente a la madre, y simultáneamente mostrará una actitud tierna
hacia el padre y la correspondiente actitud celosa hacia la madre. Por lo
tanto, como resultado, es posible determinar que el resultado será una

Preguntas generales 4
sendimentación en el Yo de dos identificaciones simultáneas, madre y
padre.
Además, el Superyó no es solo un residuo de las primeras elecciones de
objeto, sino que también es una "formación reactiva" frente a ellas, como
una defensa, mecanismos de la neurosis en donde se encuentra una
transformación opuesta; la hostilidad se transforma en un profundo amor.
Entonces, el Superyó es una formación reactiva frente a las figuras de los
padres, siendo incapaz el sujeto de reconocer nada de lo erótico que hubo
en esa relación y perdurando solo la dimensión tierna.
El Superyó es paradojal, dado que habilita tanto como prohíbe, de la
misma manera que el padre. El Superyó tiene la facultad de contraponerse
al Yo, dominarlo, y el sujeto tendrá que someterse a él de la misma manera
que se sometía a la autoridad de los padres; el Superyó proviene de las
primeras investiduras del Ello. La energía, entonces, del Superyó, proviene
de las fuentes del Ello, y existe una gran dureza del Superyó frente al yo.
Freud dirá que hay un componente destructivo que se deposita sobre el
Superyó y se vuelve hacia el Yo. Esto se debe a que en la identificación en
la que se genera el Superyó hay una desmezcla pulsional, por lo que hay
un alto porcentaje de pulsión de muerte; de este modo, se considerará al
Superyó como un reservorio o como un cultivo de la pulsión de muerte. Es
justamente de esta desmezcla pulsional que el Superyó extra toda su
crueldad hacia el Yo.
La tensión que se presentan entre las exigencias de la conciencia moral y
las operaciones del yo es sentida por el sujeto como sentimiento de culpa.
La "reacción terapéutica negativa", una resistencia que se presenta durante
el tratamiento analítico, tiene que ver con el sentimiento inconsciente de
culpa. Ocurra cuando, durante el análsiis, luego de que el paciente hubiera
dado muestras de mejoría, empeora. Freud lo define como la resistencia
más difícil del análisis, porque puede provocar que el sujeto abandone el
tratamiento.
Freud dirá que se trata de un sentimiento de culpa que encuentra
satisfacción en la enfermedad, que no desea renunciar al sufrimiento y al
castigo, pero que el sujeto no se siente culpable, sino enfermo; pensará
que el análisis no sirve, porque se siente peor, y puede abandonar. Como
un "sentimiento inconsciente" es teóricamente insostenible, Freud llamará a
esto una "necesidad de castigo".

Preguntas generales 5
El Superyó es entonces, como se dijo, una instancia con una doble cara:
por un lado, la instancia moral que prohíbe y por otro lado la instancia que
exige más y más renuncia pulsional. El Superyó siempre exige más, sin
límite, enlazando pulsión de muerte, Ello y masoquismo.

¿Qué sería el masoquismo? Freud ubicará a la reacción terapéutica


negativa como un ejemplo de un tipo de masoquismo.

¿Cómo reelabora Freud la RTN en el texto "El problema económico del


masoquismo"?

Malestar en la cultura, interiorización de la agresión, masoquismo,


incorporada como parte del Yo como Superyó, necesidad de castigo.

Distintos principios (placer, Nirvana, realidad).

Distintos tipos de masoquismo.

El problema económico, ¿cuál es? ¿Por qué el masoquismo moral es


tan complicado?

Lo paradojal del Superyó.

Diferencie la interpretación de las construcciones en el análisis.

Describa la resistencia de la transferencia, precisando principalmente a


qué responde, cómo y en qué momento se manifiesta, y qué movimientos
puede realizar el analista para resolverla.

Desarrolle y fundamente cuál es el lugar del analista en la psicosis.


Describa qué intervenciones son pertinentes.

La interpretación con pacientes psicóticos tiene su particularidad.


Desarrolle en qué consisten, en qué se diferencian las intervenciones en
neurosis y cuál es la posición posible del analista.

Defina el concepto de contratransferencia y explique, según los autores


trabajados, las diferentes posiciones respecto a ella. ¿Cómo opera
entonces el analista, según estas formas de conceptualizarla?

Defina el concepto de contratransferencia, explique por qué puede ser


considerada obstáculo y herramienta de la clínica. Incluir los desarrollos de
al menos dos autores.

Describa cuál es el lugar que asume el analista en la llamada "clínica de


border" y ubique hacia dónde apuntan sus intervenciones.

Preguntas generales 6
Señale algunas particularidades en el tratamiento de pacientes borders
en relación a las características de los mismos.

Nombra los tres factores que Freud considera necesarios evaluar para
considerar el fin del análisis. Desarrolla la "alteración del yo".

¿Cuáles son, desde la perspectiva de Freud, los obstáculos


fundamentales para hablar de "fin de análisis"?

Preguntas generales 7

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