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El derecho a la vivienda y la Corte Interamericana de Derechos Humanos:


tensiones y desafíos

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Alejandro Díaz Pérez


Universidad Nacional Autónoma de México
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El derecho a la vivienda y la Corte
Interamericana de Derechos Humanos:
tensiones y desafíos

Alejandro Díaz Pérez *

Introducción

De forma extendida, en las décadas recientes se ha reflexio-


nado sobre las dificultades, los déficits y los retos que han
enfrentado los derechos económicos, sociales, culturales y
ambientales (desca) —entre ellos el derecho a la vivienda—
sobre su protección efectiva y su justiciabilidad directa. En
este contexto, en estricto sentido, la Corte Interamericana
Derechos Humanos nunca ha emitido una condena especí-
fica a algún Estado por violaciones al derecho a la vivienda;
sin embargo, dicha Corte ha producido su aproximación a

* Maestro en gobernanza y derechos humanos por la Universidad Autónoma de


Madrid y doctorando en derecho por el Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la Universidad Nacional Autónoma de México.

15
DIÁLOGOS EN DH 18

este derecho social de diversas maneras que es fundamental


analizar.
De esta forma, en el presente artículo se describen las
fuentes normativas que constituyen el marco de referencia
en el sistema interamericano de derechos humanos sobre el
derecho a la vivienda; enseguida, se realiza un revisión de la
jurisprudencia interamericana y su incipiente abordaje del
derecho a la vivienda, y posteriormente se cuestiona el cami-
no que predominantemente se ha emprendido en el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos en relación con ese
derecho social, considerando que de mantenerse esa direc-
ción resultaría contraproducente para conseguir los efectos
de protección efectiva del derecho a la vivienda en la región.
Para el análisis de esa problemática, la cuestión se abor-
da en tres niveles centrales: 1) el problema de la conexidad y
la tensión aparente entre vivienda y propiedad, 2) el déficit
argumentativo de la protección de la vivienda vía jurispru-
dencia de reparaciones y 3) la compleja arquitectura del sis-
tema interamericano, que sería especialmente adverso para
el derecho a la vivienda.

Situación normativa del derecho a la vivienda


en el sistema interamericano

La inclusión del derecho a la vivienda en los marcos nor-


mativos, especialmente en el sistema interamericano, posee
tres principales niveles de reconocimiento: uno referido a
su establecimiento literal o textual; después un cúmulo de
normas que si bien se refieren a la vivienda, se vinculan con
otros derechos u obligaciones estatales, y, finalmente, nor-

16
VIVIENDA Alejandro Díaz Pérez

mas que no incluyen ninguna referencia textual a la vivien-


da, pero cuya protección se entendería por virtud de inter-
pretación jurisprudencial.
Inicialmente, en el marco del derecho internacional de
los derechos humanos, el derecho a la vivienda se encuentra
reconocido en el artículo 25.1 de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos.1 Asimismo, el artículo 11.1 del
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales de las Naciones Unidas reconoce el derecho de
toda persona a un nivel de vida adecuado, formulación en la
cual se incluye al derecho a la vivienda.2
En la región de las Américas, el artículo 34.k de la Car-
ta de la Organización de los Estados Americanos incluye la
vivienda adecuada como uno de los objetivos básicos del de-
sarrollo integral de los países. Por su parte, el artículo xi de
la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre considera a la vivienda como un medio para garan-
tizar el derecho a la preservación de la salud y al bienestar.
Asimismo, además de estos instrumentos fundantes del
sistema interamericano de derechos humanos, múltiples

1
Este precepto sostiene lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a un nivel
de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar,
y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los
servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de
desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus
medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”.
2
Esa disposición contempla lo siguiente: “Los Estados partes en el presente pac-
to reconocen el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y
su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a una mejora
continua de las condiciones de existencia. Los Estados partes tomarán medidas
apropiadas para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este
efecto la importancia esencial de la cooperación internacional fundada en el
libre consentimiento”.

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DIÁLOGOS EN DH 18

tratados regionales incluyen, en menor o mayor grado, el


derecho a la vivienda. En un primer nivel, de una forma tex-
tual, el artículo 24 de la Convención Interamericana sobre
la Protección de los Derechos Humanos de las Personas
Mayores reconoce que “la persona mayor tiene derecho a
una vivienda digna y adecuada, y a vivir en entornos segu-
ros, saludables, accesibles y adaptables a sus preferencias y
necesidades”.
En una escala menor de referencia, el artículo iii.1a de
la Convención Interamericana para la Eliminación de Todas
las Formas de Discriminación contra las Personas con Dis-
capacidad considera la vivienda como destinataria del des-
pligue de deberes estatales para “eliminar progresivamente
la discriminación y promover la integración por parte de las
autoridades gubernamentales y/o entidades privadas en la
prestación”.
Por otra parte, con formulaciones más complejas que
implican realizar interpretaciones sobre el alcance de la
disposición vía jurisprudencial, en tanto no hay inclusión
textual del derecho, se encuentra la Declaración Americana
sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas que a través
del ejercicio del derecho colectivo sobre sus tierras, sus te-
rritorios y sus recursos3 tiene contemplado implícitamente

3
“Artículo vi. Derechos colectivos. Los pueblos indígenas tienen derechos co-
lectivos indispensables para su existencia, bienestar y desarrollo integral como
pueblos. En este sentido, los Estados reconocen y respetan el derecho de los
pueblos indígenas a su actuar colectivo; a sus sistemas o instituciones jurídicos,
sociales, políticos y económicos; a sus propias culturas; a profesar y practicar
sus creencias espirituales; a usar sus propias lenguas e idiomas, y a sus tierras,
territorios y recursos. Los Estados promoverán, con la participación plena y
efectiva de los pueblos indígenas, la coexistencia armónica de los derechos y los
sistemas de los grupos poblacionales y culturas.”

18
VIVIENDA Alejandro Díaz Pérez

el derecho a la vivienda. Lo anterior, avalado por la intensa


jurisprudencia emitida por la Corte Interamericana de De-
rechos Humanos en la interpretación evolutiva del derecho
a la propiedad contenido en el artículo 21 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos.4
En la misma medida, la Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mu-
jer (Convención de Belém Do Pará) remite la protección
a una formulación general sobre el ejercicio libre y pleno
de derechos económicos, sociales y culturales consagrados
en los instrumentos regionales e internacionales sobre dere-
chos humanos.5 De esta forma, se presume un sobreenten-
dimiento del derecho a la vivienda como un derecho social
contenido en ese precepto.
Por su parte, el Protocolo Adicional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Dere-
chos Económicos, Sociales y Culturales (Protocolo de San
Salvador) no contiene ninguna referencia expresa sobre el
derecho a la vivienda.
En ese sentido, la posibilidad de contemplar el derecho
a la vivienda como un derecho protegido por la Convención
Americana de Derechos Humanos sería a través de una in-

4
Cf. Alejandro Díaz y Daniela Aguirre, “Análisis de la evolución jurispruden-
cial del artículo 21 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos”,
Revista del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, núm. 67, Costa Rica,
2018.
5
Al respecto, el artículo 5º señala que “toda mujer podrá ejercer libre y plena-
mente sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales y con-
tará con la total protección de esos derechos consagrados en los instrumentos
regionales e internacionales sobre derechos humanos. Los Estados partes re-
conocen que la violencia contra la mujer impide y anula el ejercicio de esos
derechos”.

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DIÁLOGOS EN DH 18

terpretación de la obligación de desarrollo progresivo pre-


visto en el artículo 26 de ese instrumento.6

Aproximación jurisprudencial de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos
al derecho a la vivienda

Considerando el bagaje normativo existente en el sistema


interamericano de derechos humanos, estos instrumentos
dan cuenta de la existencia de una base normativa funda-
mental que contempla el derecho a la vivienda. De esta
forma, corresponde analizar la manera en que la Corte In-
teramericana de Derechos Humanos ha abordado las viola-
ciones a diversos derechos económicos, sociales y culturales
y, particularmente, al derecho a la vivienda.
La aproximación de justiciabilidad directa de diversos
derechos económicos, sociales y culturales por parte de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha pro-
ducido a través de la aplicación del artículo 26 de la Con-
vención Americana de Derechos Humanos. Un elemento
central que ha permitido que ese tribunal evite posibles obs-
táculos de competencia para pronunciarse sobre este tipo de
derechos ha sido la alusión al principio iura novit curia “para

6
Ese precepto establece que “los Estados partes se comprometen a adoptar
providencias, tanto a nivel interno como mediante la cooperación internacio-
nal, especialmente económica y técnica, para lograr progresivamente la plena
efectividad de los derechos que se derivan de las normas económicas, sociales
y sobre educación, ciencia y cultura, contenidas en la Carta de la Organiza-
ción de los Estados Americanos, reformada por el Protocolo de Buenos Aires,
en la medida de los recursos disponibles, por vía legislativa u otros medios
apropiados”.

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VIVIENDA Alejandro Díaz Pérez

estudiar la posible violación de las normas de la Conven-


ción que no han sido alegadas en los escritos presentados
ante ella, en la inteligencia de que las partes hayan tenido la
oportunidad de expresar sus respectivas posiciones en rela-
ción con los hechos que las sustentan”.7
Aunado a lo anterior, ha zanjado cualquier tipo de duda
sobre la interdependencia e indivisibilidad prevaleciente
entre los derechos económicos sociales y culturales y los
derechos civiles y políticos en el marco del sistema inter-
americano.8
En la misma línea, la Corte Interamericana, al pronun-
ciarse sobre los desca, ha hecho explícita la forma en que se
aproxima a éstos a través de los métodos de interpretación
estipulados en los artículos 319 y 32 de la Convención de
Viena sobre el Derecho de los Tratados y de las normas
de interpretación que se desprenden del artículo 29 de la
Convención Americana. De esta forma, desarrolla porme-
norizadamente la interpretación literal, sistemática y teleo-
lógica, así como los métodos complementarios de interpre-
tación.10 Estos elementos conectados le han permitido abrir
paso para emitir sentencias que involucran diversos dere-
chos económicos, sociales y culturales; sin embargo, aún no
ha pronunciado alguna condena específica sobre el derecho
a la vivienda.

7
Corte idh (2017), Caso Lagos del Campo vs. Perú, Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas, párr. 139.
8
Ibid., párr. 141.
9
“Regla general de interpretación. i. Un tratado deberá interpretarse de buena fe
conforme al sentido corriente que haya de atribuirse a los términos del tratado
en el contexto de éstos y teniendo en cuenta su objeto y fin…”
10
Corte idh (2918), Caso Cuscul Pivaral y otros vs. Guatemala, Excepción Prelimi-
nar, Fondo, Reparaciones y Costas, párrs. 72 y 73.

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DIÁLOGOS EN DH 18

En este contexto, la aproximación al derecho a la vi-


vienda ha estado presente en diferentes niveles. En los casos
Yakye Axa y Sawhoyamaxa vs. Paraguay, la Corte estimó que
la falta de acceso a los territorios ancestrales (por estar en
asentamientos temporales) constituyó la imposibilidad de
acceso a una vivienda adecuada.11
Asimismo, como resultado de la destrucción de múlti-
ples viviendas ocurrida en los casos Familia Barrios y Uz-
cátegui y otros y Comunidad Campesina de Santa Bárbara, el
Tribunal Interamericano condenó al Estado venezolano por
la vulneración del derecho a la propiedad contenido en el
artículo 21 de la Convención Americana.12 En un sentido si-
milar (quema de viviendas), pero en el contexto del conflicto
armado interno del caso Masacres de El Mozote y lugares ale-
daños vs. El Salvador, fue declarada la violación del derecho a
la propiedad privada.13
Por otro lado, en los casos relacionados con el des-
plazamiento forzado interno, habida cuenta de los efectos
pluriofensivos a los derechos humanos que produce este fe-
nómeno, la pérdida material de viviendas también ha sido
considerada por la Corte Interamericana como una viola-
ción del derecho a la propiedad.14

11
Corte idh (2005), Caso Comunidad Indígena Yakye Axa vs. Paraguay, Fondo, Re-
paraciones y Costas, párr. 164, y Corte idh (2006), Caso Comunidad Indígena
Sawhoyamaxa vs. Paraguay, Fondo, Reparaciones y Costas, párr. 168.
12
Corte idh (2011), Caso familia Barrios vs. Venezuela, Fondo, Reparaciones y
Costas, párrs. 148 a 150, y Corte idh (2012), Caso Uzcátegui y otros vs. Venezuela,
Fondo y Reparaciones, párr. 203.
13
Corte idh (2012), Caso Masacres de El Mozote y lugares aledaños vs. El Salvador,
Fondo, Reparaciones y Costas, párr. 202.
14
Corte idh (2013), Caso de las comunidades afrodescendientes desplazadas de la Cuen-
ca del Río Cacarica (Operación Génesis) vs. Colombia, Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas, párr. 352.

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VIVIENDA Alejandro Díaz Pérez

En el caso Vereda La Esperanza vs. Colombia, reafirmó el


sentido de su línea jurisprudencial, tomando en cuenta que
la destrucción de hogares constituye una violación “grave”
del derecho de propiedad; sin embargo, consideró “que si
bien toda vivienda es susceptible de ser protegida mediante
el derecho de propiedad, no toda propiedad es necesaria-
mente una vivienda”15 y, en consecuencia, realizó precisio-
nes adicionales sobre la inviolabilidad del domicilio y la vida
privada, desde la perspectiva del artículo 11.2 de la Conven-
ción Americana.
Más allá del ámbito considerativo o de razonamientos
de fondo de la sentencia, la Corte Interamericana se ha re-
ferido en algún grado al derecho a la vivienda al momento
de ordenar reparaciones en aplicación del artículo 63.1 de la
Convención Americana. Sobre ello, en el caso Masacre Plan
de Sánchez, como consecuencia de los hechos, ordenó al Es-
tado guatemalteco implementar un programa habitacional
mediante el cual se provea vivienda adecuada.16
Por otra parte, en el marco de la sentencia del caso Yar-
ce y otras vs. Colombia, el juez Eduardo Ferrer Mac-Gregor
Poisot, al emitir un voto concurrente, adoptó una postura
crítica con la forma en que la Corte ha abordado el dere-
cho a la vivienda. Al analizar la cuestión de la protección
por conexidad, entiende que esta postura “no abona al en-
tendimiento pleno de la interdependencia e indivisibilidad
de todos los derechos, sean civiles y políticos, económicos,
sociales y ambientales, sin jerarquía entre ellos, provocan-

15
Corte idh (2017), Caso Vereda La Esperanza vs. Colombia, Excepción Preliminar,
Fondo, Reparaciones y Costas, párr. 242.
16
Corte idh (2004), Caso Masacre Plan de Sánchez vs. Guatemala, Reparaciones,
párr. 105.

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DIÁLOGOS EN DH 18

do en muchas ocasiones desnaturalización de los derechos y


confusiones conceptuales importantes”.17
Ahondando en el punto, el juez estimó que pueden ocu-
rrir “múltiples afectaciones al derecho de propiedad que en
nada se relacionen con una vivienda […] [y] afectaciones a
la vivienda que no se relacionen con la propiedad. De ahí
que la noción de ‘vivienda’ y el derecho a tal […] son inde-
pendientes del de propiedad, y pueden presentarse incluso
en ausencia de todo vínculo patrimonial”.18 Desde su pers-
pectiva, el derecho a la vivienda debe “interpretarse a través
del artículo 26 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y de lo dispuesto en el artículo 34.k de la Carta de
la Organización de los Estados Americanos, reformada por
el Protocolo de Buenos Aires”.19
En suma, la Corte Interamericana de Derechos Huma-
nos se ha aproximado al derecho a la vivienda en sus análisis
de fondo, en ordenamientos de reparación del daño y en
algún caso en la emisión de votos particulares.
Ese acercamiento se ha producido de manera indirecta
por vía de conexidad, esencialmente mediante el derecho
a la propiedad y el derecho a la vida, ambos en contextos
de desplazamiento forzado interno, conflictos armados y
en casos de tierra y territorio de pueblos y comunidades
indígenas.

17
Corte idh (2016), Voto concurrente del juez Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot en
el caso Yarce y otras vs. Colombia, Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas, párr. 46.
18
Ibid., párr. 65.
19
Ibid., párrs. 98 a 105.

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VIVIENDA Alejandro Díaz Pérez

Problemas y tensiones del abordaje del derecho


a la vivienda por la Corte Interamericana
de Derechos Humanos

Considerando la forma en que la Corte Interamericana ha


realizado su acercamiento en diversos niveles al derecho a
la vivienda, habría al menos tres temas centrales: 1) el pro-
blema de la conexidad y la tensión aparente entre vivienda y
propiedad, 2) el déficit argumentativo de la protección de la
vivienda vía jurisprudencia de reparaciones y 3) la compleja
arquitectura del sistema interamericano, que sería especial-
mente adverso para el derecho a la vivienda.
Un primer problema tiene relación con el abordaje del
derecho a la vivienda por vía de conexidad, particularmen-
te con el derecho a la propiedad. La cuestión implica una
imprecisión conceptual y una deficiente comprensión de la
magnitud y la particularidad del derecho a la vivienda.
El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Cul-
turales de la Organización de las Naciones Unidas ha pre-
cisado que el derecho a una vivienda adecuada tiene siete
elementos esenciales: a) la seguridad jurídica de la tenencia,
b) la disponibilidad de servicios, materiales, facilidades e in-
fraestructura, c) los gastos soportables, d) la habitabilidad,
e) la asequibilidad, f) el lugar y g) la adecuación cultural.20
Asimismo, sobre la seguridad de la tenencia de la vivien-
da ha insistido en que “la tenencia adopta una variedad de
formas, como el alquiler (público y privado), la vivienda en
cooperativa, el arriendo, la ocupación por el propietario, la vi-

20
onu (1991), Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Observa-
ción general 4. El derecho a una vivienda adecuada (art. 11, párr. 1), párr. 7.

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DIÁLOGOS EN DH 18

vienda de emergencia y los asentamientos informales, inclui-


da la ocupación de tierra o de propiedad. Sea cual fuere el tipo
de tenencia, todas las personas deben gozar de cierto grado de
seguridad de tenencia que les garantice una protección legal
contra el desahucio, el hostigamiento u otras amenazas”.21
De esta forma, la garantía y la protección del derecho a
la vivienda debe realizarse con independencia de la tenencia
que adopte. Cualquier forma exige el mismo nivel de protec-
ción y, en realidad, resultaría irrelevante la forma de tenencia
asumida. En esta misma línea, resulta importante compren-
der que no existe algún tipo de seguridad de tenencia especí-
fica que resulte “mejor” que otra, por lo que materialmente
deben reconocerse todos los sistemas de tenencia existentes.
El hecho de centrar el análisis de la vivienda por vía de
conexidad con la propiedad remite a una noción de la te-
nencia jurídica o legal que proviene de una concepción clá-
sica de los derechos de propiedad que tiene como finalidad
—casi exclusiva— reducir la incertidumbre con respecto a
la propiedad.
Esa visión deja en la sombra que la tenencia de la vi-
vienda es un concepto compuesto complejo que involucra
no sólo a la simple titulación sino a aquellas circunstancias
reales de una situación de tenencia, al control de facto y a la
percepción de la misma.22 Por eso, en múltiples situaciones
la seguridad de tenencia de facto o de hecho y la perceptiva
(situación en que se estima peligro o amenaza de pérdida de
vivienda) son tan o más relevantes que su estatus legal.

21
Idem.
22
J.-L. Van Gelder, “What Tenure Security? The Case for a Tripartite View”,
Land Use Policy, 27(2), 2010, pp. 449-456.

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VIVIENDA Alejandro Díaz Pérez

Además, esa posición refuerza la idea de que la forma


dominante de tenencia de la vivienda sea la propiedad y
puede llegar a produndizar un planteamiento erróneo del
derecho a la vivienda en términos de una disputa o una ten-
sión “natural” entre vivienda y propiedad. Detrás de esta
idea se encuentran las formulaciones de normas de alquiler
o arrendamiento que a menudo dan prioridad a títulos de
propiedad sobre la posesion de la vivienda. Esa lógica ha
producido en la práctica numerosos desalojos forzados de
vivienda en alquiler para protección de la propiedad en abs-
tracto (de quien la pone en renta).
Asimismo, esta noción que prioriza a la propiedad se
conecta con una serie de problemáticas profundas como la
mercantilización o la financiarización de la vivienda que es-
tán generando diversos efectos adversos en el derecho a la
vivienda.23
Habida cuenta de este cúmulo de razones, la vía de lle-
gada al derecho a la vivienda por interconexión del derecho
a la propiedad, hasta ahora utilizada por la Corte Interameri-
cana, no sería la forma más eficaz de aproximación e, inclu-
sive, podría resultar en efectos no deseados.
Un segundo nivel del problema se hallaría en el défi-
cit argumentativo de la protección de la vivienda vía juris-
prudencia de reparaciones ordenadas por la Corte. Como
hemos visto, éstas se encuentran pensadas en la dotación
de vivienda social —consecuencia de destrucciones de vi-
vienda— y en la remoción de los obstáculos para procesos

23
Para más información acerca de este tema, véase A. Díaz y A. Orizaga, “Los me-
canismos de exclusión al derecho a una vivienda adecuada en México”, Revista
Especializada en Investigación Jurídica, año 3, núm. 4, 2019.

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DIÁLOGOS EN DH 18

de titulación y entrega de títulos de propiedad a favor de


comunidades indígenas.
Aunque estas razones más bien estuvieron pensadas en
clave del derecho a la propiedad, en algún caso la implicación
sobre el derecho a la vivienda era muy clara; sin embargo, el
abordaje de reparación sobre los impactos en la vivienda fue
sumamente ambiguo. Esas razones no incluyeron algunas
argumentaciones que tuvieran una mejor comprension del
nexo causal; por ejemplo, pensar en reparaciones con mayor
conexión sobre el derecho a la vivienda en la proporción de
vivienda alternativa (a la pérdida) a través de la operación
de cooperativas sociales de vivienda, formas de autogestión
o de autoproducción de vivienda o medidas específicas que
cumplan con el principio de adecuación cultural de la vi-
vienda (en el caso de pueblos y comunidades indígenas).
La cuestión parece producirse por la imposibilidad de
desvincular el abordaje del derecho a la vivienda de la
noción clásica de propiedad como único y dominante modo
de aproximación al problema.
Aquí se puede vincular un tercer nivel del problema que
tiene que ver con la compleja arquitectura del sistema inter-
americano, que sería especialmente adverso para el derecho a
la vivienda. Esto no sólo sería un problema de diseño proce-
sal del sistema sino la acumulación de problemas que orillan
a una hipotética imposibilidad —o al menos alta dificultad—
material de protección directa del derecho a la vivienda.
La imprecisión normativa que prevalece sobre el de-
recho a la vivienda en el sistema representa una dificultad
latente; no obstante, puede ser salvada por vía de interpre-
tación extensiva. Sin embargo, esa disposición del sistema
ayuda poco a la justiciabilidad directa, en la medida en que

28
VIVIENDA Alejandro Díaz Pérez

necesariamente orilla a que los esfuerzos interpretativos


sean más complejos.
Sumado a lo anterior, los esfuerzos argumentativos para
abordar al derecho a la vivienda se guiarían estrictamente
por la noción de propiedad impregnada a tal grado que nu-
bla el abordaje óptimo sobre este derecho social.
Finalmente, tampoco puede obviarse el hasta ahora dé-
bil papel de la Comisión Interamericana de Derechos Hu-
manos en los eventuales obstáculos de la arquitectura del
sistema. Este órgano esencial de la Organización de los Es-
tados Americanos representa un escaño inicial para la justi-
ciabilidad directa de los derechos humanos, pero también es
un importante “filtro” de los casos que son sometidos a la
jurisdicción de la Corte Interamericana.
En este aspecto, además de la casi inexistente emisión
de informes de fondo por parte de la comisión sobre el
derecho a la vivienda —bajo el sistema de peticiones o de
casos individuales—, a pesar de contar con una Relatoría
sobre Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Am-
bientales (Redesca), no habría emitido algún informe espe-
cial sobre la situación de la vivienda en la región, e inclusive
en un periodo en que han sido especialmente intensas las
vulneraciones al derecho a la vivienda (por la emergencia
sanitaria por Covid-19) su abordaje fue inesperadamente
residual.24

24
Recientemente la cidh emitió un amplio informe sobre la “Implementación
e impactos de la resolución 1/2020: pandemia y derechos humanos en las
Américas”; sin embargo, a pesar de que por el contexto de confinamiento por
Covid-19 el contar con una vivienda adecuada era el presupuesto necesario
para el ejercicio de los demás derechos humanos, inexplicablemente la comi-
sión no se refirió de forma amplia a las numerosas afectaciones producidas a
este derecho.

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DIÁLOGOS EN DH 18

Conclusiones

El abordaje normativo existente en el corpus iuris interameri-


cano sobre el derecho a la vivienda se encuentra previsto de
diversas maneras. Está contenido en normas que incluyen
textualmente el derecho a la vivienda, otras que se refieren
a él, pero de una manera interconectada o como un medio
instrumental para acceder a otro derecho, y normas que, a
pesar de no hacer ninguna referencia al derecho, puede pen-
sarse que su inclusión se incorpora por vía de interpretación.
Considerando esos instrumentos normativos, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, no obstante que no
ha emitido ninguna condena específica por violaciones al
derecho a la vivienda, se ha aproximado por vía de conexidad
con el derecho a la propiedad y a la vida en contextos como
el desplazamiento forzado interno, los conflictos armados
internos y en los casos de pueblos y comunidades indígenas.
A pesar de lo anterior, estos acercamientos jurisprudenciales
tendrían diversos problemas relacionados con la visión que
coloca a la vivienda cercana a la noción clásica de propie-
dad, acompañado también de un abordaje muy impreciso
de reparación integral por los impactos en la vivienda, y los
obstáculos que ciertos elementos puntuales de la arquitectu-
ra del sistema interamericano presumiblemente dificultan la
justiciabilidad directa del derecho a la vivienda.
Todas estas cuestiones, conectadas entre sí, auguran se-
rios desafios para el derecho a la vivienda en el sistema in-
teramericano, en contraste con otros derechos sociales que
lo han conseguido y plantean diversas interrogantes sobre
una eventual aplicación directa de este derecho por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.

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