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¿CUÁL ES LA MALDICIÓN DE LA LEY?

“Porque todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición, porque escrito
está: "Maldito todo el que no permanece en todo lo que está escrito en el Libro de la Ley"
(Gálatas 3:10)

Pablo está exponiendo aquí el evangelio a la luz del antiguo testamento, el acude
al libro de Deuteronomio para explicar la relación existente entre la ley y el evangelio
(Salmos 85:10) La paternidad bíblica que tiene el nuevo testamento nos muestra
que el evangelio no está constituido de manera dispensacional como lo ve la mente
evangélica, sino que siempre la salvación ha sido por gracia mediante la fe (Efesios
2:8 ver Génesis 6:8, 15:6, Juan 3:14)
Pero ¿Cuál es la maldición de la ley de la que Pablo habla en estos textos? ¿Es
acaso la misma ley de Dios una maldición? ¿Por qué algo que es perfecto y que
convierte el alma (Salmos 19:7) podría posteriormente convertirse en una
maldición?
Si atendemos las palabras de Pablo con detenimiento, observaremos claramente lo
que le llama maldición de la ley, observen:
"Maldito todo el que no permanece en todo lo que está escrito en el Libro de la Ley". (Gálatas
3:10)

Noten como el pasaje citado es un resumen de todo el capítulo de Deuteronomio


27, donde se mencionan las maldiciones que trae consigo el incumplimiento de la
ley. Después de señalar las maldiciones de la ley, termina sintetizando todo en las
siguientes palabras:
"Maldito el que no mantenga las palabras de esta ley para cumplirlas'. (Deuteronomio 27:26)

Entonces ¿Cuál es esa maldición? Pues, el texto contesta diciendo, “maldito los
que no permanezcan en la ley para cumplirlas”, de manera que la maldición de la
ley es, no cumplirla y la bendición de la ley es cumplirla. Entonces, ¡la maldición no
es la ley! como quieren hacernos ver algunos evangélicos antinomianistas, sino su
incumplimiento; eso es la maldición según el contexto.
"Si obedeces cabalmente la voz del Eterno tu Dios, para cumplir todos sus Mandamientos que
te prescribo hoy, también el Señor tu Dios, te exaltará sobre todas las naciones de la tierra.
"Además todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán, si obedeces la voz del
Eterno tu Dios: (Deuteronomio 28:1-2)
"El Eterno tu Dios te manda hoy que cumplas estos preceptos y normas. Cuida de ponerlos
por obra con todo tu corazón y con toda tu alma. (Deuteronomio 26:16)

Las bendiciones vienen a raíz del cumplimiento de la ley y la maldición es


consecuencia de su incumplimiento. En Jesús se hace posible las bendiciones del
pacto, que fue ratificado en Cristo, cuando no teníamos participación en ella, por
eso nos llega a nosotros como promesa y no como pacto paritario (Efesios 1:3,5,
ver Gálatas 3:17, esto lo veremos en un segundo artículo [El pacto eterno: Promesa
o contrato] para no complicar este primer estudio) es decir, es una promesa
unilateral de aquel que dijo: “No he venido para abrogar la ley, sino para cumplirla”
(Mateo 5:17) Pablo señala de manera puntual en la carta dirigida a los gálatas,
como es que podemos apreciar las promesas y las bendiciones de Dios.
"La Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles, por la fe, de antemano anunció el
evangelio a Abrahán, al decirle: Por medio de ti serán benditas todas las naciones" (Gálatas
3:8)

¿De qué manera la bendición de Abraham se hace posible en nosotros? ¿Cómo la


recibió el? Y ¿Cómo podemos recibir nosotros esa bendición?
“Abrahán creyó a Dios, y le fue contado por justicia…Así, los que viven por la fe son benditos
con el creyente Abrahán.” (Gálatas 3:6,9)

Esta fue una respuesta que satisfizo a Dios, por eso Abraham fue contado como
justo, se le acreditó la justicia de Dios porque creyó en él; al contrario, Israel en el
Sinaí prometió a Dios obediencia, actuando así por las obras de la ley y no por la
fe. Por eso cuando se le preguntó a Jesús, sí que deberíamos hacer para practicar
las obras de Dios, no se detuvo a corregir una pregunta cargada de la mentalidad
del viejo pacto, sino que los llevó a apreciar la bendición del nuevo pacto y señaló
implícitamente la manera como Abraham satisfizo las expectativas de Dios. El señor
respondió: “Esta es la obra de Dios, que creas en aquel que él ha enviado” (Juan
6:28-29) Es mediante la fe en Cristo que se hace posible la bendición de la ley, y
somos librados de la maldición de la ley. “Porque todos los que dependen de las
obras de la Ley están bajo maldición…es claro que por la Ley ninguno se justifica
ante Dios, porque "el justo vivirá por la fe" (Gal.3:10,11) Siendo la fe el medio para
recibir la promesa y no el fin. Señalo esto, porque hay posibilidad de que la fe se
convierta en legalismo cuando hacemos de ella meritoria para salvarnos, y
queremos colocarla como el fundamento de nuestra salvación y no como el medio
para recibir la bendición que se nos dio en Cristo antes de que creyésemos en él.
“La fe no es el fundamento de nuestra salvación … es el medio, no el fin” “La fe es la condición
… no porque haya virtud alguna en la fe por la cual se merezca la salvación, sino porque la fe
puede aferrarse a los méritos de Cristo, el remedio proporcionado para el pecado” (EGW, 6
CBA, 1073).

“Es peligroso considerar que la justificación por la fe pone mérito en la fe” (FO, 24)

Entonces la Fe no es meritoria, sino el canal que hace posible la recepción de lo


que Cristo hizo. En nuestra carne nos era imposible librarnos de la maldición de la
ley, pero “Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, al hacerse maldición por
nosotros, porque escrito está: "Maldito todo el que es colgado de un madero. Para
que, en Cristo Jesús, la bendición de Abrahán llegara a los gentiles" (Gal. 3:13,14)
Es mediante Cristo que es posible recibir la bendición; por él, se nos libró de la
maldición de la ley y ahora nos corresponde creer, responder mediante la recepción
para que la bendición sea haga efectiva en nuestra vida. Porque el fin es Cristo, la
fe solo es el medio.
“Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”. (Romanos 10:4)

Solo aferrándose a los méritos de Cristo por medio de la fe, es posible el


cumplimiento de la ley. Es mediante Cristo que es posible alcanzar justicia.
“El amor [ágape] es el cumplimiento de la Ley”. Romanos 13:10

Cuando contemplemos el amor de Dios que, “siendo aún pecadores” haya muerto
por nosotros (Romanos 5:8) seremos entonces “atraídos a la cruz” (Juan 12:32)
porque conoceremos que “Dios es amor” (1 Juan 4;8) y el que ama le conoce a él,
porque él es amor. Este evangelio no “avergüenza” (Romanos 1:16) mucho menos
“defrauda” y es “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
por el espíritu santo que nos fue dado” (Romanos 5:5) y ¿qué es ese amor de Dios
derramado en nuestros corazones? “Pues este es el amor de Dios: Que guardemos
sus mandamientos; y sus mandamientos no son difíciles de cumplir,” (1 Juan 5:3
NVI 1999) “Y sus mandamientos no son pesados” “Y sus mandamientos no son una
carga” (Biblia Jerusalén 1796 y DHH 2002) Cuando el espíritu nos convence de
pecado por la ley (ver Juan 16:8, Romanos 7:7, 1 Juan 3:4) y apreciamos su amor
y su bondad, entonces, eso mismo nos guía al arrepentimiento, (Romanos 2:4) así
que, lo que antes solía ser agraviante y pesado, ahora resulta ser fácil y ligero
(Mateo 11:30) Por lo que salvarse es fácil y resulta difícil perderse. Esto era lo que
motivaba y empujaba a Pablo a morir al yo y vivir para Cristo. El comprendió que
estaba juntamente con Cristo Crucificado y por lo tanto al ser nueva criatura no
debía vivir más para sí mismo (2 Corintios 5:14,15,17 Gálatas 2:20) porque había
hecho de su “vivir a Cristo Jesús” (Filipenses 1:21)
Por lo tanto, “lo que era imposible a la Ley, por cuanto era débil por la carne; Dios,
al enviar a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado, y como sacrificio por
el pecado, condenó al pecado en la carne;” (Romanos 8:3) Jesucristo al venir en
nuestra carne y ser tentado en todo como nosotros lo somos (Hebreos 4:15) hizo
posible que la bendición nos llegase a todos. ¿Cómo lo hizo? Antes vimos que la
maldición de la ley es no cumplirla, Entonces ser librado seria lo contrario. Sería
ilógico pensar que ser librado de la ley, es eliminarla. Observe como concluye el
apóstol en el capítulo 8 de Romanos, “Para que la justicia que quiere la Ley se
cumpla en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu.” (verso 4) de manera que la bendición llega a nosotros mediante Cristo,
haciendo posible que podamos cumplir los mandamientos de su padre. Solo hasta
entonces se hace posible aquello que resultaba difícil, (Ver Deuteronomio 30;11)
vemos a un Dios cercano y no lejano, un Dios que tomo nuestra naturaleza
pecaminosa, para que nosotros podamos ser participante de la naturaleza suya y
así huir de la corrupción (2 Pedro 1:4) Cuando el ágape o la ley que es una
descripción del amor, ha sido derramado en nuestro corazón; ha sido grabado por
medio del espíritu santo que se nos ha dado, (Ver hebreos 10:15-16) hasta ese
momento, lo que resultaba imposible se vuelve posible en respuesta a la fe, como
nuestro padre Abraham se dice que su fe le fue contada como justicia (génesis 15:6)
Cuando el entendió el ágape de Dios en la figura de su hijo, como sacrificio por el
pecado de la humanidad, cuando pudo apreciar mediante la simiente la cual es
Cristo, el valiosos don de la salvación, (Gal. 3:16) es que se hizo posible la promesa
en él, mediante la fe. Solo hasta entonces comprendió, que es vivir bajo la bendición
y no bajo la maldición, haciendo posible escribir de él, lo siguiente:
"Abrahán oyó mi voz, y guardó mi precepto, mis Mandamientos, mis normas y mis leyes"
(génesis 26:5)

Hasta entonces se hizo posible cumplir la ley, porque su incumplimiento es estar


bajo maldición, pero Abraham fue bendito y con ellos todos aquellos que creen como
Abraham creyó a las promesas de Dios.
“Pues, ¿qué diremos? Que los gentiles que no buscaban la justicia, la alcanzaron, a saber, la
justicia que procede de la fe; mientras que Israel, que seguía la ley de justicia, no alcanzó la
justicia. ¿Por qué? Porque no la seguían por la fe, sino por las obras. Por eso tropezaron en
la piedra de tropiezo. Como está escrito: "Pongo en Sión una piedra de tropiezo, y roca de
caída. El que crea en él, nunca será avergonzado. Hermanos, el anhelo de mi corazón, y mi
oración a Dios por Israel, es para salvación. Porque testifico en favor de ellos, que tienen celo
por Dios, pero sin pleno conocimiento. Por ignorar la justicia de Dios, y procurar establecer la
suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios. Porque la finalidad de la Ley es
conducirnos a Cristo, para justificar a todo el que cree. Porque Moisés describe la justicia de
que habla la Ley: "El que hace estas cosas, vivirá por ellas" Pero la justicia que procede de la
fe dice: "No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo?" Esto es, para bajar a Cristo. Ni digas,
"¿quién descenderá al abismo?" Esto es, para volver a traer a Cristo de los muertos. Entonces,
¿qué dice? "La Palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón". Esta es la Palabra de la
fe, que predicamos: Así, si con tu boca confiesas que Jesús es el Señor, y en tu corazón crees
que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.” (Romanos 9:30-32, 10:1.9)

“Bajo el nuevo pacto, las condiciones necesarias para obtener la vida eterna son las mismas
que las del antiguo pacto, obediencia perfecta.” Ellen White CBA, 7, 931

Pero ¿Cómo es posible esa obediencia perfecta? El antiguo pacto la busca por las
obras de la ley, es decir, su propia justicia, pero no la alcanza, y apenas Moisés se
tarda en llegar y caen bajo la maldición del incumplimiento; mientras que en el nuevo
pacto esto se obtiene por la fe, confiando en los méritos de Cristo. Y aquí no hay
posibilidad de fracaso, porque no se basa en las promesas de obediencia del
hombre, sino en las promesas de aquel que no miente y que "Si fuéremos infieles, él
permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo.” (2 Timoteo 2:13) por eso….
“No hay mejor manera de agradar al salvador que teniendo fe en sus promesas” DNC, 309

Escrito por: Esaú Jiménez L.

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