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UNIDAD 2

“Naturaleza de la É tica Profesional”

La idea de que existe una ética de las profesiones se ha naturalizado, hasta cierto punto, en las sociedades
contemporá neas, suelen tener reglas de  “Deontología profesional”  normativa que regula la acció n de los
profesionales y establece sanciones disciplinarias para las conductas consideradas impropias. Estas reglas son
aplicadas por los propios profesionales, que se encuentran colegiados en asociaciones.

Rasgos de la profesió n:

 Actividad laboral mediante la cual las personas (profesionales) se ganan la vida. Es remunerado.
 Implica una cierta clase de conocimiento técnico, adquirido mediante una formació n o educació n específica.
 Tiene prestigio social. Y es controvertido.
 Atañ en a cuestiones muy fundamentales de las personas.
 Incluyen, hasta cierto punto, una relació n personal a menudo profunda y duradera entre el profesional y el
destinatario.

Estos rasgos no constituyen, desde ya, una definició n esencialista del concepto de profesió n. Se trata má s bien de rasgos
que normalmente comparten lo que llamamos “profesiones” y que les otorgan a estas actividades una suerte de
parecido de familia. Pero es posible que algunos de estos rasgos no estén presentes en todas las profesiones, o que haya
actividades en las que no resulte claro si se trata de una profesió n.

Castello: Profesió n  es empleo, facultad u oficio que cada uno tiene y ejerce pú blicamente.

Profesió n liberal  aquella que constituye el ejercicio de una de las carreras seguidas en centros universitarios,
actividad y trabajo solo intelectual.

ÉTICA UNIVERSAL VS ÉTICA DE ROL:

La ética de las profesiones es un caso de ética particular, especifica, que afecta a aquel que ejerce un determinado rol.

La ética profesional seria entonces un tipo de “MORALIDAD DE ROL”  el rol del abogado, medico, empresario, no es
diferente del rol padre, hijo, amigo. Este tipo de roles genera deberes y responsabilidades particulares (padre tiene
deber de cuidar a su hijo menor).

En contraste con este tipo de moralidad de rol, parece existir una  “ETICA GENERAL”  un conjunto de deberes,
derechos y responsabilidades que tenemos por el solo hecho de ser agentes morales. (no matar) Por ejemplo, tenemos
el deber (prima facie) de no matar, no dañ ar, ayudar a los demá s (al menos hasta cierto punto), no mentir, actuar con
equidad, entre muchos otros.

¿Cuál es la relación entre la moralidad de rol y la moralidad general? ¿Cómo se conectan los deberes que tenemos
en función de nuestros roles y vínculos particulares y los deberes que tenemos en función de nuestra agencia
moral?

El problema de la moralidad de roles es que existen muchas situaciones en las que los deberes que emanan de
desempeñ ar u ocupar un determinado rol entran en conflicto con deberes generales que tenemos por ser personas
morales. Esto ocurre con roles naturales – padre, madre - como con roles profesionales – medico, abogado, periodista -.

Ej.: un padre puede tener que elegir entre pagar una buena educació n a su hijo o destinar esos recursos para ayudar a
niñ os desconocidos para acceder a alimentació n y educació n bá sica, ej. donando esos recursos a un comedor
comunitario.

Aceptamos que los padres prevalezcan los intereses de sus hijos… pero esto no es una resolució n para la moralidad
particular de rol.

Hay roles que NO son naturales como la paternidad, sino que obedecen a la divisió n del trabajo. Ej. de Luban: el
empleado que consigue transporte para una població n en situació n de hambre. Pero el ú nico modo de hacerlo es
negociar con un líder local poderoso. Al hacerlo oye que esta por matar a alguien. Si lo denuncia su negociació n fracasa
y no conseguirá transporte, pero sino morirá una persona inocente.

En los roles profesionales se manifiesta la misma tensió n entre ser una buena persona y desempeñ ar bien un rol.
En caso de los abogados, suelen defender personas culpables o hacer que su cliente no pague a pesar de haber dañ ado a
otro. Todo esto se incrementa por el cará cter esencialmente competitivo o adversarial de la actividad.

¿Cuá l es la justificació n de la moralidad de rol, especialmente cuando el ejercicio competente de ese rol puede implicar,
en determinadas situaciones, apartarse de las reglas de la moralidad general?

Primer punto: esta justificació n NO puede ser la de la mera existencia del rol. No sería adecuado responder diciendo
que las acciones está n justificadas porque son las que realiza el que desempeñ a “bien” el rol. “esto es lo que hace un
buen abogado”. Esto es una autoafirmació n del rol, no un argumento para justificarlo.

Una justificació n habitual de los deberes ligados a un rol es UTILITARISTA INDIRECTA (el utilitarismo de reglas es un
tipo de utilitarismo indirecto). El conjunto de reglas que define un determinado rol son tales que, si todos los que
ejercen ese rol las cumplen, se maximiza el bienestar social. Ej: si los médicos siguen las reglas de confidencialidad
entonces la medicina podrá ejercerse mejor, lo cual contribuirá al bienestar social.

LUBAN hace esquema de justificació n de 4 pasos:

1) Evaluamos la acció n concreta del profesional. Por ej. la acció n del abogado de descalificar al testigo. Esta acció n
es en principio contraria a la moral general del sentido comú n (no debemos intentar refutar o descalificar
testimonios que creemos que son verdaderos).
2) Esta acció n se justifica porque sigue una regla: el abogado debe defender celosamente el interés de su cliente.
3) Esta regla de justifica porque es una regla esencial del rol del profesional.
4) Ello se justifica por la institució n de la que ese rol es parte esencial: El sistema adversarial sería la mejor
institució n que fundamente la existencia del rol del abogado y este sistema se justifica porque es socialmente
valioso para alcanzar el fin JUSTICIA.

¡Imp! Este argumento hace depender la justificació n de las acciones concretas que realiza el profesional en el valor
social de la institució n a la que sirve el rol del cual esa acció n es parte. No cualquier rol es justificable, en la medida en
que no sirve a una institució n defendible.

Por otro lado, esta justificació n indirecta de la moralidad de roles debe (ademá s de justificar la institució n que está en la
base del rol) establecer convincentemente cuales son las acciones constitutivas o reglas que definen un rol. Dado que
los roles sociales no son inmutables, el mencionar que determinado tipo de acciones pertenecen típicamente a un rol no
termina la discusió n, es posible cuestionar que ese tipo de acciones sea verdaderamente necesario para la constitució n
de ese rol y el mantenimiento de la institució n a la que pertenece. La justificació n del rol es suficiente solo para
justificar un nú cleo de deberes profesionales, pero no para determinar el contorno o alcance preciso de esos deberes.
Este contorno no es siempre discutible.

¡Imp! Esta justificació n de la moralidad de roles, basada en el consecuencialismo de reglas, adolece de las dificultades
generales que se han señ alado tradicionalmente a este tipo de teoría moral. El problema del utilitarismo de reglas es
que, si la maximizació n de la utilidad general es el ú nico valor intrínseco que debemos perseguir, no se entiende por
qué, en un caso en el que violar la regla claramente genera má s utilidad, debemos sin embargo atenernos a la regla. Aun
cuando sea cierto que la obediencia a la regla produzca generalmente mayor utilidad, si en un caso particular esto no
ocurre, no tendríamos ninguna razó n moral para obedecerla.

JOHN RAWLS  propone intento de superar esta dificultad  artículo “DOS CONCEPTOS DE REGLA”

Rawls realiza una distinció n para justificar la moralidad de los roles profesionales, distingue entre PRÁ CTICA o
institució n y una ACCIÓ N realizada DENTRO de esa prá ctica o institució n. Ej: institució n de la promesa (oblig. De
cumplir promesas) cuya justificació n es claramente consecuencialista: la existencia de esa institució n genera
consecuencias altamente beneficiosas para la sociedad. Una vez que esta institució n existe, las acciones que se realizan
dentro de esa institució n deben juzgarse por las reglas de esa institució n, no por sus consecuencias directas.

La idea entonces es que el sistema judicial se justifica en funció n de sus buenas consecuencias en términos de justicia.
Una vez que tal sistema se encuentra vigente, las acciones que los diferentes actores realizan dentro del sistema no se
juzgan en funció n de una moral general, se juzgan de acuerdo con las reglas del sistema.

ÉTICA PROFESIONAL Y REGULACIÓN PROFESIONAL:

La É tica Profesional consiste en obedecer las reglas emanadas de la regulació n vigente en el lugar y tiempo en el que se
ejerce esa profesió n. Por ejemplo, si un abogado ejerce en la Ciudad de Buenos Aires en nuestros días, la ética
profesional de ese abogado consiste en cumplir con las normas éticas vigentes, que, en su caso, son las normas
contenidas en el Có digo de É tica del Colegio Pú blico de Abogados de la Capital Federal (CPACF). Cualquier situació n
problemá tica o cualquier duda respecto de có mo debe actuar un profesional debería poder aclararse recurriendo a esa
normativa.

Identificar la EP con un conjunto de reglas positivas sería reduccionista. Las reglas disciplinarias y los có digos de ética
son solamente un instrumento para incentivar a los profesionales a comportarse de un modo má s acorde con la EP. Hay
problemas que NO pueden ser resueltos mediante la aplicació n automá tica de un có digo de ética, así como hay reglas de
estos có digos que dudosamente sean parte integral de lo que justificadamente podríamos considerar la ética
profesional de la abogacía.

En la sociedad contemporá nea se han creado instrumentos jurídicos para forzar a los profesionales a cumplir con
mínimas pautas de conducta. El mecanismo má s habitual  “una parcial autorregulació n”.

En la Argentina (así como en casi todas las jurisdicciones), el Estado ha creado mediante la ley colegios que poseen la
tarea velar por el buen comportamiento de sus miembros. Así, la ley 23.187, de 1985, crea el CPACF, y existen
legislaciones similares en todas las provincias.

Cuestionan la constitucionalidad de la colegiación…

La objeció n que se planteó judicialmente y llegó a la CSJN y a la Comisió n IDH se refiere a la obligació n de colegiarse
para poder ejercer la profesió n.

 Argumento: esto viola el dcho a la libre asociació n.

 CSJN y CIDH desestimaron estos argumentos. Sostuvieron que la colegiació n obligatoria no violaba el dcho a la libre
asociació n. Los colegios profesionales no constituyen asociaciones, sino que se trata ú nicamente de un ó rgano delegado
de control y policía por parte del Estado hacia un organismo pú blico no estatal. Este poder de control queda en manos
del Estado, en la medida en que las decisiones del colegio son apelables en la justicia y el poder legislativo puede
modificar la ley de colegiació n. Hoy en día no se encuentra cuestionada.

La colegiación obligatoria posee 2 elementos:

 Sistema de colegiació n obligatoria: regula el ejercicio de la profesió n mediante el otorgamiento de una


matrícula que habilita para ejercer la profesió n. Establece una barrera de entrada.
 Regula a los profesionales matriculados durante su actuació n. La propia profesió n ejerce el poder de policía
sobre sus miembros, al menos parcialmente.

Ambos elementos son independientes.

Argumentos que justifican la colegiación obligatoria:

La Colegiació n Obligatoria reduce los costos de informació n de los potenciales usuarios del servicio profesional y por lo
tanto sus intereses. (si no regulamos el mercado, cualquiera puede ofrecer sus servicios profesionales y si ocurre un
dañ o el costo de info para adquirir servicios de calidad seria altísimo). No es convincente este argumento, pero está má s
cerca de justificar el primer elemento, pero es menos claro que sea suficiente para justificar el auto control posterior de
los profesionales.

La crítica + fundamental que se suele dirigir a la justificació n de la colegiació n obligatoria es econó mico: este sistema,
lejos de beneficiar a la sociedad, solo beneficia a la propia profesió n mediante el otorgamiento de un monopolio. Al
crear un monopolio, el precio del servicio es mayor, perjudica al consumidor.

Respecto del autocontrol de la CO, la relativa independencia del estado permitiría preservar la profesió n de influencias
políticas circunstanciales.

El sistema de CO en nuestro país es discutible pero no irrazonable. Una vez que el sistema existe, es importante advertir
cuales son los requisitos para que su justificació n sea má s convincente. Teniendo en cuenta los costos que la existencia
de un monopolio en el servicio profesional trae aparejados para los usuarios parece ló gico inferir que los controles de
un colegio profesional hacia sus miembros deben ser muy estricto. La autorregulació n debe garantizar la idoneidad
moral y técnica de los servicios profesionales. El colegio profesional obligatorio debe funcionar como un guardiá n que
defiende intereses de los que contratan a sus socios, es decir sus clientes.

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