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Subtema 1:

EL CRISOL IDEOLOGICO: EL POSITIVISMO

El positivismo es una de las corrientes idealistas más difundidas en la filosofía burguesa


contemporánea. El positivismo considera su mérito en haber acabado, según él, con la filosofía
y en basar sus teorías exclusivamente sobre los hechos “positivos”, “afirmativos”, y no sobre
“deducciones abstractas”, afirmando, además, que se eleva tanto por encima del materialismo
como del idealismo, sin ser ni lo uno ni lo otro. Sin embargo, el positivismo representa en
realidad una de las variantes más superficiales y vulgares de la metafísica idealista. El rasgo
característico del positivismo es la interpretación idealista simplista del papel de la experiencia
y de la ciencia; la experiencia es para él un conjunto de sensaciones o representaciones
subjetivas, y el papel de la ciencia queda reducido a la descripción de los hechos.

El progenitor del positivismo es el filósofo francés del siglo XIX, Augusto Comte. A fines de
dicho siglo y a principios del XX, se consideraban positivistas todos los filósofos que trataban
de ubicarse entre el materialismo y el idealismo, de “superar” su antinomia.

Subtema 2:

EL PERIODO MODERNO : MARY ELLEN RICHOMOND

Mary Richmond fue una de las pioneras que teorizó y sistematizó el Trabajo Social,
formalizando y racionalizando sus técnicas, sus métodos y su cuerpo teórico. Estuvo a cargo
de la gerencia y la administración de una sociedad caritativa, y a la edad de 36 años comenzó
a organizar e impartir clases en lo que fue el primer seminario de Trabajo Social en Nueva
York. En 1905 fundó la primera Escuela de Trabajo Social, cuya sede se encuentra en la
actualidad en la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Desde su experiencia abogó por el establecimiento de escuelas profesionales para el estudio


del trabajo de casos influenciando en este sentido las orientaciones y el devenir de la profesión
del trabajo social desde sus comienzos.
Mary E. Richmond (1861- 1928) Nace en Belleville, Illinois, en Agosto de 1861. En 1889
comienza a trabajar como tesorera auxiliar para la Organización de la Caridad de Baltimore.
Dos años después fue elegida secretaria general de la organización; allí desarrolló sus ideas,
como la importancia de conocer los antecedentes de las personas que necesitaban asistencia
social. Sus aportaciones fueron fundamentales para el desarrollo del trabajo social porque dotó
a la profesión de contenido teórico y metodológico, abandonando los matices puramente
asistenciales o caritativos imperantes hasta el momento en la acción social. Sus
contemporáneos encontraron en sus reflexiones un referente para abordar las situaciones de
necesidad. Frente a las ayudas caritativas, puntuales y espontáneas, comenzó a organizarse y
racionalizarse una asistencia a los más desfavorecidos basada en procedimientos y métodos.
Este gran salto metodológico y la aplicación de un método en el campo de la acción social
originó el surgimiento de nuevas maneras de pensar la atención social en los inicios del Siglo
XX.
Subtema 3:

LABORATORIO DEL CASOS: MARY ELLEN RICHMOND

Pero, sin lugar a dudas, su notable aporte radica en su temprana contribución al método de la
disciplina que desarrolla en dos de sus libros fundamentales, “Social Diagnosis” y “What is
social case work?” en los que, en cierta medida, sienta las bases del método: El trabajo social
de casos. En su obra, la autora plantea una serie de fundamentos teóricos que han orientado
los modos de «comprender» y pensar la intervención social hasta nuestros días. No obstante,
en los avatares de la nueva cultura del capitalismo y los procesos de tecnificación y
burocratización contemporáneos se ha producido un proceso de desvalorización y retroceso de
aquellas prácticas que consideran lo genuino de cada caso, de cada persona y de cada
proceso personal.

Subtema 4 :

EL REFORMISMO HUMANISTA

una visión del ser humano como ser natural e histórico que debe realizarse en el uso de la
libertad. Tal humanismo lo podemos considerar entroncado en el de Erasmo de Rotterdam
(1467-1536).
La vida humana es comprendida por Erasmo como una cooperación del hombre con Dios. El
hombre no es malo por naturaleza (la naturaleza humana no queda corrompida por el pecado
original, nos dice Erasmo, contrariamente a lo que sostendrán los reformadores). Los
elementos bíblicos y evangélicos, junto con la gracia, permitirán al hombre aspirar a la
salvación, para lo que es necesario el uso de la libertad. El hombre ha sido privado por el
pecado original de los bienes sobrenaturales que Dios le había concedido, pero conserva las
facultades y las fuerzas que requiere una vida moral. Una de estas facultades precisamente la
libertad. La afirmación de la libertad humana es necesaria para obtener la salvación. El hombre,
ayudado por la gracia y eligiendo libremente el recto comportamiento moral puede aspirar a la
recuperación de los bienes perdidos con el pecado, puede aspirar a la salvación. La gracia sola
no bastaría. La salvación está al alcance del ser humano, pero necesita quererla y buscarla en
el ejercicio de su libertad, aunque no dependa exclusivamente de ella, ya que, sin la gracia, la
libertad sóla tampoco bastaría para conseguirla.
Entre los temas más destacados del pensamiento de la Reforma se encuentra la valoración de
la experiencia interior del hombre frente a la acción hipócrita externa, que acentuará el
subjetivismo. Ello se acompaña de una manifiesta hostilidad a la teología que será combatida
con la "lectura interior" de la Biblia y los Evangelios. Además, la suerte del alma depende
exclusivamente de Dios, lo que supondrá la afirmación del determinismo y la negación de la
libertad humana apoyándose, para ello, en la consideración de la corrupción natural del hombre
por el pecado original. Toda la pureza y bondad inicial del ser humano, con las que fue creado
por Dios, se pierde con el pecado original, por lo que no puede haber realmente una acción
moral que emane de la voluntad humana, corrompida ya por dicho pecado original.
Uno de los personajes clave de la reforma será Martín Lutero (1483-1546), en quien predomina
una concepción pesimista de la naturaleza humana: el hombre está corrompido desde el
pecado original, privado de toda rectitud, interior o exterior. Sólo con la ayuda de la gracia
puede hacer algún bien. La rectitud moral, pues, no puede ser consecuencia de la libertad del
hombre ya que esta no es más que una vana creencia. Depende exclusivamente de la voluntad
arbitraria de Dios lo que le conduce a un estricto determinismo moral. En consecuencia, ni
siquiera la ley moral puede ser cumplida, ya que la naturaleza "caída" del hombre lo impide.
Sólo hay salvación en la fe de Cristo, que ha merecido el cielo para todo el que crea en Él. El
hombre carga sus pecados a Cristo y éste nos imputa sus méritos. De modo que el hombre
está predestinado y sólo a Dios pertenece la fijación eterna de la suerte del alma en la vida
futura.

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