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En el período monárquico romano, las fuentes del derecho incluían la costumbre

(mores maiorum), que consistía en prácticas reiteradas transmitidas oralmente de


generación en generación. Además, las Leyes Regias, consideradas leyes reales, fueron
compiladas en el Ius Papirianum por Papirio, aunque su autenticidad es cuestionada.
Estas leyes abordaban temas como las relaciones entre clientes y patronos, así como los
derechos de los jefes de familia. Sin embargo, fueron abolidas con la instauración de la
Ley Tribunicia tras la expulsión de los reyes.
Durante la época Republicana, las fuentes del derecho romano incluían la Ley de las
XII Tablas, las mores maiorum, leyes y plebiscitos, edictos de magistrados,
jurisprudencia y derecho derivado de esta. La ley, desde un punto de vista político,
representaba la voluntad del pueblo y su proceso de formación implicaba la proposición
por un magistrado, votación en comicios legislativos y aprobación del Senado. Las leyes
se clasificaban según su eficacia de sanción y su origen, como lex rogata o lex data. Los
plebiscitos, nacidos de la plebe, adquirieron fuerza legal y obligatoriedad mediante
leyes como la Lex Valeria Horatia y la Lex Publilia Philonis.
La crisis de la constitución republicana romana se intensificó debido a tensiones entre
las clases sociales y conflictos militares. Las guerras sociales llevaron a la redistribución
de la ciudadanía y el poder político, mientras que las luchas civiles vieron el
surgimiento de líderes como Mario y Sila. Sila, después de derrotar a Mitríades, se
convirtió en dictador, pero no logró establecer una república aristocrática duradera
debido a la corrupción y la ineptitud política. Pompeyo, César y Craso formaron el
Primer Triunvirato para enfrentarse al Senado, pero las tensiones llevaron a una guerra
civil entre César y Pompeyo, con la victoria final de César. César consolidó su poder
como dictador, recibiendo extensiones de mandato y poder militar supremo. La crisis
republicana culminó con el ascenso de César al poder absoluto y la transformación de
Roma en un imperio.
El Principado fue una etapa en la historia del Imperio Romano caracterizada por el
poder concentrado en manos del emperador. El título de Imperium se otorgaba a quienes
ostentaban el poder, y Augusto, el primer emperador, adoptó el título de Imperator Cesar
Augustus Divini Filius, refiriéndose a su relación con los dioses. Además del título de
Imperator, los emperadores también recibían el título de Princeps, que implicaba
liderazgo y autoridad. Aunque el cargo de emperador no era oficialmente hereditario, en
la práctica se estableció como tal. El poder del emperador se basaba en dos
magistraturas: la Potestad Tribunicia, que lo hacía inviolable y le permitía vetar
decisiones, y el Imperio Proconsular, que le daba control militar. La historia del Imperio
se puede dividir en dos etapas: el Principado, donde los senadoconsultos eran la fuente
principal del derecho, y el Imperio, donde las Constituciones Imperiales eran más
importantes.

En los primeros años del Imperio Romano, los comicios tenían el poder de establecer
leyes, pero gradualmente este poder pasó al Senado, que comenzó a legislar mediante
los SENATUSCONSULTUM. A partir de Septimio Severo, el poder del Senado
disminuyó y pasó al emperador, convirtiendo las constituciones imperiales en la
principal fuente del derecho. Las últimas leyes importantes dictadas por los comicios
fueron la Lex Julia de Maritandis Ordinibus y la Lex Iulia de Adulteriis, propuestas por
Augusto, pero reformuladas debido a críticas y presentadas por los cónsules como la
Lex Iulia et Pappia Poppea. Estas leyes abordaban asuntos sociales, como el matrimonio
y el divorcio, imponiendo requisitos para el matrimonio y estableciendo sanciones para
quienes no cumplieran. Otras leyes relevantes de la época incluyen la Lex Aelia Sentia,
Lex Fuffia Caninia y Lex Iunia Norbana sobre manumisión de esclavos, y la Lex
Claudia sobre la tutela de las mujeres.
En el Bajo Imperio romano, el derecho como ciencia experimentó un estancamiento.
Las fuentes del derecho se redujeron a la costumbre y las constituciones imperiales, lo
que llevó a la necesidad de ordenar y compilar las leyes dispersas. Esto culminó en la
creación del Corpus Iuris Civilis de Justiniano. En cuanto a la enseñanza del derecho,
durante la República se enfocaba en el estudio de las obras de jurisconsultos
importantes, mientras que en el Imperio se dio más importancia a la doctrina y aumentó
la lectura de obras. Se establecieron escuelas de derecho, tanto privadas como públicas,
y en tiempos de Justiniano, se organizó el plan de estudios en la escuela de
Constantinopla, que abarcaba cinco años de estudio progresivo, desde las Instituciones
de Justiniano hasta el estudio del código.
Justiniano, tras asumir como Emperador en 527, priorizó la reforma legal debido a la
dispersión y contradicciones de las normativas existentes. Su labor compilatoria dividió
el derecho en Código, Digesto, Institutas y Novelas. El Digesto, completado en el 530,
recopiló tratados extensos y se dividió en 50 libros por una comisión liderada por
Triboniano. El Codex Justinianus, publicado en 529, compiló códigos anteriores, pero
fue reemplazado por el Cordi Novis en 534. Las Institutas, promulgadas en 533,
reformaron la enseñanza del derecho, mientras que las Novelas fueron dictadas entre
535 y 545, tratando asuntos públicos y privados. Aunque criticadas por defectos, las
obras de Justiniano tuvieron un impacto duradero en el derecho romano y su legado
perduró a través de la Edad Media.
El desarrollo de las fuentes de producción del derecho romano se divide en dos etapas
claras: la primera abarca desde la fundación de Roma hasta la creación del Corpus Iuris
Civile de Justiniano, mientras que la segunda va desde la entrada en vigencia del Corpus
hasta la actualidad. En la primera etapa, se distinguen tres períodos: “Quietud”,
“Dinámica” y “Estática”. La “Quietud” se refiere al predominio de la costumbre jurídica
hasta la creación de la ley de las XII Tablas. La “Dinámica” se caracteriza por la labor
del pretor y la creación del derecho honorario. La “Estática” marca el inicio de la
compilación del derecho bajo el gobierno imperial. En la segunda etapa, se encuentran
los períodos de “Sobrevivencia”, “Renacimiento” y “Transfiguración”. La
“Sobrevivencia” abarca desde la compilación justinianea hasta la Escuela de Bolonia,
donde el derecho romano se mantiene en diversas recopilaciones. El “Renacimiento” va
desde la Escuela de Bolonia hasta el Código de Napoleón, momento en el cual el
derecho romano resurge con fuerza. La “Transfiguración” abarca desde el Código de
Napoleón hasta la actualidad, donde el derecho romano se transforma y adapta en las
codificaciones modernas, manteniendo su influencia en el derecho contemporáneo.
La influencia del derecho romano en Latinoamérica se remonta a la recepción de la
legislación hispánica, seguida por la adopción del Código Civil francés en 1804,
marcando el inicio del sistema de codificación moderno. Desde entonces, el derecho
romano ha influido en la legislación de varios países latinoamericanos, incluida
Argentina, donde el Código de Vélez Sarsfield es considerado uno de los más
romanistas. Vélez Sarsfield, junto con otros juristas como Augusto Texeira de Freitas y
Andrés Bello, ha sido clave en la incorporación del derecho romano en la legislación
positiva de la región. Sus obras, incluyendo el Código Civil, reflejan una profunda
influencia del derecho romano, tanto en su contenido como en sus fundamentos
teóricos. El actual Código Civil y Comercial continúa esta tradición, reconociendo la
importancia del derecho romano en el derecho argentino y manteniendo sus principios
en la legislación vigente.

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