Está en la página 1de 106

9

C r i s o p e y a
Revista de Arte y Literatura
N.° 9, año II, marzo 13/22.
ISSN: 2711-4147 (En línea)
Página intencionalmente en blanco
Douleur
Alan R.
Óleo sobre lienzo
210 x 297 mm.
Crisopeya
Revista de Arte y Literatura
ISSN: 2711-4147 (en línea)
N.°9, año II, marzo 13/22
Medellín, Colombia
Marzo de 2022
Revista mensual
En línea

Director-Editor
Camilo Franco Muñoz

Comité Editorial
Camilo Franco Muñoz
Sebastián Orduz Cortés
Sergio Andrés Pérez Loaiza
Rebeca Rendón Cadavid

Corrección y Edición
Andrés Felipe Riveros Díaz
Paula Katherine Lozano Molina

Diagramación
Camilo Franco Muñoz
Rebeca Rendón Cadavid

©Alan R., por la portada.


©de los textos y las ilustraciones: cada autor y artista es propietario intelectual
de su obra y, claramente, dueño de sus derechos de autor.
©Revista Crisopeya, por la presente edición.

Depósito legal: 13 de marzo de 2022, Biblioteca Nacional de Colombia.


Código Depósito Digital: DD-008399.
Contenido

Crisopeya

Editorial
9-12
Sebastián Orduz Cortés

Tearing apart inner masks


13
Houssam Mahmoud Jbara

Decorado
14-20
César González Vélez

Visita presidencial
21-22
Alicia Fernández Gallego-Casilda

Tossa de Mar
23
Genady Arkhipau

Secondhand Trust
24
Genady Arkhipau

Bestiario
25-26
Fábulo

Chileno Valley 27
Genady Arkhipau

El perro
Gabriela Chiapa 28-37

Hipo
(versión española por Juan Fernando Mondragón) 38-42
Léon-Gontran Damas
Santa Cruz
Genady Arkhipau
43

Brief aus Rom


(Deutsche Fassung von J. P. Sepúlveda) 44-45
Meira Delmar

Operación Medina
Miguel Ángel Acquesta 46-54

El reloj de arena
55
César Martín Bazán

Fish on newspaper
56
appelsabb

Perro a sus pies


57
Graciela V. Consoli

Morir, Ensueño mío


58
Camilo Franco Muñoz

Cat painting
myself(gaurav) 59

El último cuento
60-66
Sebastián Villa Medina

Voces calladas
67-69
César Martín Bazán

371
70
Abraham Fidel Ortiz Lugo
Cefeida

Anatomía del macho


II. El macho y el problema de la imaginación 73-77
Magín García Restrepo

Confianza de segunda
(versión española por Rebeca Rendón Cadavid) 78
Genady Arkhipau

Análisis de lo traumático en Un cuento chino (2011)


79-85
Nicolás Genovecio Lucía

Ensayo sobre la tristeza


86-88
Fernando González Ochoa

Essay on sadness
(English version by Alejandro Rivera) 90-92
Fernando González Ochoa

Hoquet
Léon-Gontran Damas
94-98

Amalgama

Haz parte del Equipo Crisopeya 2022 101-104


Revista Crisopeya
Nemo legit,
hic et nunc
N.° 9, año II, marzo 13/22

EDITORIAL N.°9

Notas sobre el olvido en la Edad Media

Muchos autores han establecido la raíz de la tradición literaria


medieval en la oralidad. La aparición de los juglares y los
goliardos, de cuyas voces se escuchan los primeros mitos
nacionales europeos y las hagiografías, cumple la función de
rescatar muchas otras tradiciones en boga en ese periodo: vistas
las censuras y los olvidos provocados por la fuerte represión de la
iglesia, el juglar se convierte en una suerte de resistencia y
catalizador de la expresión popular.

Una de las consecuencias más importantes de esto es que gracias


a los juglares el latín se fue agrietando: mientras toda la literatura
clerical se escribía aún en latín, estos hombres cantaban en
lenguas vernáculas.

9
Crisopeya

Cuesta a veces imaginarse que el proceso de aprendizaje estaba


mediado tanto por la oralidad que toda lectura era en voz alta,
una costumbre que se mantuvo hasta bien entrado el
Renacimiento. No por nada el prólogo de la Gran conquista de
Ultramar (ca. 1291-1295) pondera al oído como el sentido más
importante del ser humano.

Pero antes de la Edad Media hay un grupo que también cumple


esta misión de ser los transmisores orales: los rapsodas griegos.
Estos serán protagonistas de un oficio bastante particular, pues se
les adjudica el rescate de la gran tradición homérica a través del
canto y la recitación. La diferencia es que en la Edad Media, en la
que la voz se convirtió en la materialidad exclusiva de la
literatura, gran parte del rescate de las tradiciones literarias llegó
a nosotros por contingencia, pues los olvidos de los juglares se
compensaron con la letra escrita.

Sin el humano olvido que obligaba a juglares y rapsodas a escribir


sus extensos poemas no habría literatura, pues al viento estaban

10
N.° 9, año II, marzo 13/22

condenadas estas canciones fantásticas que inauguraron este


baratillo de las letras. Me atrevo a decir que Funes el memorioso
jamás hubiese escrito a un Borges escampando en la medianera
de su melancolía.

En vista de que los referentes de los juglares eran múltiples había


un espacio creativo bastante amplio, donde los fabuladores
integraron narrativas de diverso origen. Estos tenían una carga
erótica y carnavalesca evidente, pues centraban sus relatos en
temas como la infidelidad, la hipocresía clerical, la gula y el goce
lascivo. A estas múltiples transformaciones se les adiciona
además un aclimatamiento, o en términos de la crítica, una
refundición. Ejemplo clásico de esto son las adaptaciones hechas
de estas historias en El Libro de Buen Amor (1330) del Arcipreste
de Hita.

Pero también en el oficio clerical del Medioevo había


refundiciones. Estas se daban por querer rescatar, en primer
término, la tradición grecorromana y tender un puente entre
aquel pasado épico y la vida nublinaria medieval. En ello, los
grandes baches y olvidos permitieron a los monjes medievales

11
Crisopeya

fabular y crear una tradición basada en los vacíos que las


cruzadas y la misma obstinación escatológica cristiana habían
dejado.

No recuerdo ya otros olvidos de los que quería hablar. Quise


fabularlos pero también eso olvidé. Qué digna es la mentira frente
a la empalagosa verdad.

Sebastián Orduz Cortés,


2022.
Editor.

12
N.° 9, año II, marzo 13/22

Tearing apart inner masks


Houssam Mahmoud Jbara
Grafito sobre papel Windsor
21 x 16,5 cm.

13
Crisopeya

Decorado
César González Vélez

Ese florero que está ahí sobre la mesa fue un regalo de la señora
Antonia. Lo trajo cuando su hijo y yo nos vinimos a vivir a este
apartamento, antes de que naciera Andrea. Yo quise llenarlo con
astromelias, pero como a ella no le gustan esas flores, Rodolfo me
hizo salir a la floristería a comprar media docena de rosas. Ahora
que Rodolfo fuma en el comedor y Andrea y Camilita ven la
televisión, pienso en el estruendo que haría el florero
estrellándose contra el suelo y en la rabia de mi esposo al ver
hecho pedazos el regalo que nos dio su mamá. Cosas que a una se
le ocurren. Por andar distraída se me cae la tabla de cortar las
verduras. Rodolfo se asoma a la cocina y me mira como si tuviera
que darle una explicación por el ruido. Recojo la tabla y limpio el
piso. La comida casi está lista. El mismo ajiaco de todos los
domingos.
Después de comer me quedo en la mesa del comedor, Rodolfo
agradece el ajiaco y se va al cuarto a hacer la siesta. Camilita viene
y me abraza la pierna. Luego mira el florero y se queda pensando.
Tal vez se pregunta por qué no hay flores. Hoy no hay rosas, ni
astromelias, ni nada.
14
N.° 9, año II, marzo 13/22

Hoy solo estamos esperando la llamada de Raúl, mi cuñado, para


que nos diga si la señora Antonia está bien, si subió cabeza y
finalmente le dan de alta, o si por fin se murió. Después de doce
días de estar interna y de varios años de enfermarse y mejorarse,
cualquier cosa es posible.

Este vestido me lo regaló Rodolfo la primera vez que le dije que


quería separarme. Camilita tenía dos años. Rodolfo lloraba como
un niño, pedía perdón por la mala suerte, por el trabajo de mierda
en la estación de gasolina, por los años de ropa vieja y poca
comida. «Negrita, siempre me ha ido mal, pero si usted me deja
ahí si se me jodió la vida». Claro, la vida de él, ¿pero la mía qué?
¿Yo tengo que joderme también? Me hastía ver la tela blanca,
manchada, de las camisas de Rodolfo; me lo imagino en la
gasolinera diciéndole a todos los clientes: «que vuelva, patrón»,
con esa mansedumbre que no le ha servido para nada; me
destruye verlo hacer cuenticas-con-su-platica-para-comprar-
cositas-baraticas, casi de segunda, como este vestido azul con el
que me enganchó de nuevo a esta vida que parece comprada en
una prendería, una vida usada que yo me pongo con vergüenza.
Mi hermano me dijo que si me iba de la casa me ayudaba
económicamente, pero también me advirtió que si me recibía con
las niñas tenía que ayudarle con la ropa y la cocina, que su mujer

15
Crisopeya

quería trabajar y que yo debía hacer los oficios. Eso no me gustó.


Fijo mi cuñada termina poniéndome de empleada y no voy a salir
de aquí para un lugar peor. Prefiero atender a mi esposo que
atender a mi cuñada y ver como tratan a mis hijas como si fueran
las niñas de la sirvienta.
Rodolfo volvió con este vestido metido en una bolsa de papel
regalo, un día después de que le dije por primera vez que me iba.
Al verlo temí, sentí lastima. Por eso me quedé. Esta vez es
diferente. O todo o nada. Un vestido azul no compra más años, no
quiero ver más a Camila volverse como su hermana, está mal que
hable así de Andrea, de mi propia hija, pero ella va a ser la versión
femenina de su papá: una mujer vestida con tela vieja y con frases
llenas de palabritas complacientes.

Cuando Raul, el hermano de mi esposo, viajó a Buga a ver al Señor


de los milagros, nos trajo ese crucifijo que está detrás del
comedor, el mismo en el que ahora Rodolfo lee el periódico,
esperando la llamada que podría cambiarnos las cosas. Raúl
siempre viaja; Raúl siempre llega con una buena noticia a las
reuniones familiares; Raúl pone su cara de buena persona,
siempre encuentra la palabra adecuada, pero es otro en la calle.
Hace años que lo sé, pero no he dicho nada. Mi hermano se lo
topa en otras cosas, con mujeres, con vicios, sin la mascarita que

16
N.° 9, año II, marzo 13/22

nos pone a todos los de la familia. No le digo a Rodolfo porque


después se me vuelve un problema y de pronto esa información
más adelante puede resultarnos útil.
No salgo de la cocina. Me demoro horas lavando la losa. No
quiero sentarme al lado de mi marido, no quiero cargar a las
niñas; prefiero mirar el agua llevándose los restos de la comida.
Prefiero quedarme y envenenarme pensando en Rodolfo y su
familia, en su papá muerto que dejó esa casa vieja que doña
Antonia no vende, que los hijos no reclaman, no hasta que se
mueran los dos viejos; esa casa que valdrá trescientos millones de
pesos; lo único valioso que tiene mi esposo, la casa de la familia
Andrade Cote. Las hermanas sé que no pelearán por plata. No se
van a venir de Estados Unidos a pelear por dinero, solo vienen
cada dos años a exhibir sus mariditos y sus hijos bonitos y bien
vestidos, que miran a mis hijas como si vieran personajes de un
documental a los que hay que tratar con amabilidad y distancia.
En el peor de los casos, las hermanas pedirán algo, pero la
mayoría quedará entre Raúl y Rodolfo.
Las niñas y Rodolfo se persignan cada vez que van a salir a la
calle. Lo hacen siempre mirando ese crucifijo grande —más
grande de lo que debería—, que le da al comedor ese aire de
despacho parroquial. Al principio yo hacía lo mismo y me parecía
que tener ese Cristo le daba cierto caché a nuestra casa. Ahora me
recuerda que nosotros no viajamos y que el tipo que nos regaló

17
Crisopeya

ese pedazo de madera y porcelana, en el fondo lo hizo para


humillarnos, para decirnos que necesitábamos un milagro para
salir del hueco en el que andamos. Una cruz pequeña no alcanza
para quitarles la sal, supongo que pensó, sólo un gran Jesucristo
rezado, traído de lejos, puede acabar con la mala suerte de esta
familia.

El único día que vi muy feliz a Andrea fue cuando trajeron ese
televisor. Rodolfo lo compró con la prima de mitad de año.
Cuando lo vi entrar con el aparato me puse contenta, pero pensé
en la deuda que nos caía encima. Al final no importó. Fue una
pequeña revancha. Tuvimos muchos canales durante seis meses,
hasta que fue difícil pagarlos; ahora tenemos una conexión pirata,
que es casi igual, pero vale menos.
Mi hija mayor casi no me habla. Era así antes del televisor,
pero ahora es peor. Yo tampoco estoy muy pendiente de ella, la
verdad, y en los últimos años ha estado pareciéndose tanto a mi
marido que me ha sido imposible no sentir cierta frustración.
Cuando Rodolfo llega de trabajar, oliendo a gasolina, Andrea se le
abalanza y lo llena de besos. Espera a verlo salir del baño y se
sienta en sus piernas, sin decir nada, a ver televisión. A mí casi ni
me mira; las dos hemos aprendido a compartir el aparato; cada
una ve lo que quiere y en silencio nos cuidamos de gustar de la

18
N.° 9, año II, marzo 13/22

misma programación.
Rodolfo se para de la mesa y va al baño. Lo oigo caminar.
Luego vuelve al comedor, se sienta un momento y se desespera.
Se para y va a la sala, quita a las niñas y se dispone a ver
televisión. Las niñas se le sientan en las piernas. Luego mi marido
empieza a llorar. Volteo a mirar y veo a mis hijas consolándolo.
Pienso en acercarme y no puedo. Me doy la excusa y vuelvo a
mirar el arroz con leche que estoy preparando para la tarde.
Espero que el sobresalto le dure poco pero no, sigue llorando.
Camilita me mira y me llama. Andrea llora en silencio, se esconde
en el hombro de su padre para no verme. Me veo obligada a ir. Me
paro a unos centímetros, le pongo la mano en el hombro, pero no
lo abrazo. Llevamos dos días sin hablar, desde que le dije —una
vez más— que me iba, que estaba cansada, que no me retuviera…
«Mi mamá está enferma», me respondió, es el peor momento. Me
quedé callada. No tengo carácter. Siempre es lo mismo conmigo,
pero ahora es diferente, ahora es diferente. Pongo mi mano en la
cabeza de Camila. Ella me abraza. Cree que el dolor de su padre
también es mío. Me invita a sufrir con ellos, pero no quiero.
Mientras tanto alguien ríe en la televisión, tal vez burlándose de
nosotros.
Vuelvo a la cocina. Rodolfo se tranquiliza. Va a la ventana.
Prende otro cigarrillo. Aún nadie llama del hospital. El silencio en
estos casos no dice mucho, podría significar que la señora

19
Crisopeya

Antonia mejoró o que Raul va a cuadrar todo sin Rodolfo para


salir como siempre triunfante y para humillar sin que se de
cuenta al despistado de mi marido.

Sirvo la comida y llevo los platos a la mesa. Nos sentamos y


Rodolfo reza por la salud de su mamá. Camila y yo miramos el
crucifijo. Cuando empezamos a comer suena el teléfono. El
teléfono lo compré con un dinero que me regaló mi hermano, a
principios de este año. Lo hice porque el anterior, el que Rodolfo
trajo, se entrecortaba y a veces tenía que jalar el cable para poder
seguir hablando. Por ahí hablo con mi prima, cuando me llama de
Armenia; por ese teléfono pagué veinte mil pesos que pudieron
servirme para algo mío, pero que usé para ayudar al hombre que
ahora mira el plato mientras escucha lo que su hermano tiene que
decirle. Las niñas siguen comiendo. El televisor sigue su bulla. El
florero sigue vacío. Mi vestido está manchado de la sopa color
tierra. Mi esposo cuelga el teléfono y rompe a llorar. Las niñas lo
abrazan. Yo también me paro y voy hacia él; ya sé que por el
momento no voy a irme, no ahora que nuestra vida podría tener
una nueva oportunidad.

20
N.° 9, año II, marzo 13/22

Visita presidencial
Alicia Fernández Gallego-Casilda

Ese día, el jardinero jefe del Palacio llega temprano


cargando bolsas de plástico de las que asoman
texturizados semicírculos al borde de la caída.
Una docena de funcionarios en monos azules
forman círculos de alambre diligentemente con alicates,
para colgar las naranjas de las ramas de los árboles
en el patio trasero de La Moneda. Las manipulan
como si fueran delicadas decoraciones navideñas,
camafeos de una mentira perfumada, esquivando
la centenaria fuente en el centro según se mueven de acá para
[allá.]
Como curadores de arte, el encargado del personal y su esposa
pasan el día dando órdenes hasta que se completa la instalación.
¡Apúrense! gritan, sacándose la chucha de un lado a otro.
Solo cuando el trabajo está terminado, cuando se ha enmascarado
[el vacío,]
El Presidente de la República aparece para llevar a cabo la
[auditoría final.]
Orgulloso del espectáculo, se golpea el pecho con una mano
mientras inspecciona los artefactos cítricos con la otra.

21
Crisopeya

Como buen anfitrión, también ha exigido que se enceren los


[suelos]
dentro del edificio antes de que su contraparte llegue de España.

Tan regio ese Pedro —balbucea su esposa. La visita se desarrolla


sin incidencia para tranquilidad de todos, los alambres retienen
[su posición]
estoicamente sin ningún siniestro. Una farsa de manual.
A la mañana siguiente, al desatar cada uno de aquellos rígidos
[nudos]
para desterrar a la basura todas esas jugosas impostoras,
el encargado piensa esperanzado que ojalá hayan servido al
[menos]
para cubrir el olor de la nube tóxica de neumáticos ardiendo en
[Plaza Italia.]

22
N.° 9, año II, marzo 13/22

Tossa de Mar
Genady Arkhipau
Acuarela sobre papel
21 x 14 cm.

23
Crisopeya

Secondhand Trust*
Genady Arkhipau

Horrified of happiness
—a perpetual state of rain
fill your wallets with paper
do damn thick and absorbing!
Don't show any weakness or joy,
don't draw neither attention,
nor straws, and no sketches!
Smiles —attract only jealousy,
hope —brings bad luck and grief.
In the darkness losers hate all,
dnd winners run fast, not enough.
One day one does get tired
of calling white black, and black white.
Trying their hard earned, thin stretched luck
on a secondhand trust,
validation —external, impressions in bulk
doomed to find peace in the woodlands, at last...

*La traducción al español se publicó en este mismo número en la página 78.


(Nota de la Revista).

24
N.° 9, año II, marzo 13/22

Bestiario
Fábulo

Dígame, tenaz monarca,


¿ama usted a la bandera?
¿Es «España la primera»
cuando huye con su barca?

Dígame, noble Ministro,


¿qué verdad hay en lo dicho
por las lacras de su nicho;
cuántas B guardan registro?

Dígame, señor banquero,


¿cuántos pisos necesita,
cuántas vidas; cuánta guita
roba usted al basurero?

25
Crisopeya

Dígame, pío pastor,


¿cuántos seres culpa infiel,
mientras vos en el burdel
bautizáis a algún menor?

Dígame usted, policía,


¿es acaso su deber
el hostiarme menester,
mientras ríe a sangre fría?

Calma, calma, Señoría,


no se apure en contestar;
no apresure a la justicia,

si total, libre saldría


de este juicio en solo dar
a mi mano, la avaricia.

26
N.° 9, año II, marzo 13/22

Chileno Valley
Genady Arkhipau
Acuarela sobre papel
21 x 14 cm.

27
Crisopeya

El perro
Gabriela Chiapa

De cuando en cuando ocurría que las


palabras de los muertos coincidían con lo que
estaban pensando los vivos.
—Julio Cortázar.

Aún los restos de la noche no se marchaban. Apenas se


vislumbraba a lo lejos los primeros rayos del amanecer, casi
tímidos, que lamían las lápidas alejadas.
Héctor había regresado a aquel lugar como siempre, el mismo
día, a la misma hora, durante demasiados años. Tal vez la
costumbre lo obligaba a recorrer los kilómetros que
desembocaban en ese viejo cementerio. Muchas insignias estaban
desgastadas por el viento, la lluvia y la desidia. Un solo nombre
resaltaba en su memoria, era todo lo que le quedaba de una época
casi extinta de la cual había logrado escapar gracias al olvido. Ese
nombre y ese rango, y tal vez, casi borrosa, la acción que lo llevó a
estar bajo esos metros de tierra, con una lápida de mármol
encima. Todo lo demás se esfumaba con cada amanecer. Solo ese
nombre, ni siquiera podía recordar el suyo, solamente el de su
Sargento. ¿O tal vez era su apodo? Se le aparecían algunas letras,
28
N.° 9, año II, marzo 13/22

un poco revueltas. En su mente no existía el recuerdo del tiempo


ni la memoria de aquellos cruentos momentos; solamente, cada
tanto, atisbos fugaces, que de vez en cuando lo volvían a la
frialdad de sus nostálgicos días.
El ritual terminó como en cada fecha, haciendo honor a la
última orden demandada por el Sargento: —No me lloren.
Dejó el clavel rojo, elevó una plegaria por el alma de quién
había muerto en combate y se retiró en silencio.
Aunque sus huesos desgastados por los años no le permitie-
ran caminar derecho, aunque su rostro desfigurado por los daños
del tiempo no fuera el más fuerte, había alcanzado a dar unos
cuantos pasos cuando un haz de luz solar hizo brillar algo en el
suelo. Se acercó tambaleando, apoyado en su bastón y recogió el
objeto que había en la tierra. Era una moneda antigua, no parecía
raro dado que estaba en un viejo cementerio. La tomó entre sus
dedos, ateridos y temblorosos, no le prestó demasiada atención y
la guardó en el bolsillo de su chaqueta verde militar que ya estaba
un poco agujereada, bastante gastada, pero era parte del ritual
portarla de la manera más honorífica.
El bar quedaba a pocas cuadras, lo hacía casi por instinto.
Después del ritual, necesitaba cruzar ese portal entre los
recuerdos y la realidad. El mesero le tenía reservada la misma
silla, y el café estaba humeante y lo invitaba a relajarse. Por un
momento cerró los ojos, descansando del peso de su propia

29
Crisopeya

historia. Pensó en su Sargento, en las últimas palabras antes de


que lo acribillaran con las balas enemigas. Fue el mejor soldado
que conoció, un gran amigo y compañero en esos momentos
crueles de la batalla. Los proyectiles les pasaban por los costados
y aún así, se daba el lujo de bromear con sus camaradas,
ayudando a mitigar el miedo de los más jóvenes. Una leve sonrisa
se le dibujó en el rostro cuando una voz lo sacó de su ensoñación:
—Señor, ¡le estoy hablando!
Delante de él había un hombre mayor, con barba larga y
tupida, el sombrero le tapaba el rostro casi hasta los ojos. No
podía distinguir a quien tenía delante ni cuándo se había sentado
frente a él.
—Señor, usted tiene algo que me pertenece. Lo tomó hace un
rato en el cementerio.
Tocó instantáneamente su bolsillo como recordando algo.
Sacó del interior la moneda brillante que recogió cerca de la
tumba de su Sargento. Se la mostró al extraño en modo de
ofrecimiento, este dejó escapar una lágrima pero no se atrevió a
tocar el objeto que tenía delante.
—Si esto es lo que busca… — insistió Héctor.
—No puedo tocarlo, señor, quédeselo. Es muy doloroso para
mí. Mejor que se lo quede usted.
El extraño anciano se levantó, con la mirada fija en la moneda,
tocó el ala de su sombrero y se marchó. El mesero se quedó con la

30
N.° 9, año II, marzo 13/22

taza de café en la mano sin alcanzar a ofrecérsela al hombre de


sombrero.
Los días iban sucedidos de sus noches y Héctor no dejaba de
pensar en ese misterioso anciano de sombrero, mientras
acariciaba la moneda que aún mantenía en sus manos. Llegó a
pensar, extrañamente, que había sido un fantasma, que su
Sargento se le había presentado mientras dormitaba en la silla del
café. Su cabeza le estaba jugando una mala pasada, producto del
cansancio, de la nostalgia, de los recuerdos, de algún deseo
incumplido. Durante esa semana, lo único que sacaba a Héctor de
la cama era la necesidad de encontrar a ese anciano y tener una
respuesta. No iba a ofrecerle de nuevo la moneda, pero al menos
merecía una respuesta sobre lo que significaba ese objeto. El
brillo en sus ojos, el deseo de tomarla cuando se vieron esa
primera vez, debía de representar algo más que un simple
amuleto.
Al dar vuelta a la esquina, Héctor chocó violentamente con
una persona. Entre el aturdimiento y la vergüenza le costó darse
cuenta de que delante de él estaba quien él iba buscando por las
calles. Reconoció primero el sombrero, luego esa mirada
penetrante le sostuvo el rostro por un momento. El hombre del
sombrero se alisó el traje blanco y le habló a Héctor por lo bajo,
invitándolo a tomar el café que no sucedió en el primer
encuentro. El café no se hizo esperar, pero el silencio entre los

31
Crisopeya

dos hombres hacía parecer eterno cada segundo. Héctor sacó la


moneda y la dejó arriba de la mesa, como invitando al a otro a
tomarla. Pero solo sus ojos se movieron, con el mismo brillo que
la vez anterior. Confundido, un poco tembloroso en sus palabras,
le increpó a darle la respuesta que le debía desde esa mañana en
el café.
—¿Por qué dice que esta moneda le pertenece? —El silencio se
mantenía entre los dos.
Y continuó diciendo:
—¿Sabe? Ahí está enterrado mi Sargento y no puedo ubicar su
cara entre el batallón que tenía de compañeros. Usted no es
militar, no tiene la pinta de ser uno. Entonces ¿por qué estaba en
esa tumba?
En ese momento el hombre levantó su sombrero, con asom-
bro lo miró fijo, tratando de buscar las palabras adecuadas.
—No sé de qué guerra me habla amigo, allí está Rolando, mi
viejo amigo. Murió de un cáncer que lo fulminó en pocos meses.
No sabe el dolor que me causa esto… ¿Y usted me viene con esta
estupidez de una guerra?
El hombre del sombrero tenía lágrimas en sus ojos y su rostro
se había convertido en el de un anciano nostálgico. Todo era muy
confuso y disparatado, ninguno de los dos bajaba la mirada, como
si de eso dependiera la verdad que se jugaba sobre la mesa a
través de una moneda.

32
N.° 9, año II, marzo 13/22

Esa frase penetró en los recuerdos de Héctor, esa cajita


oscura de tristezas, muertes e injusticias que se habían
acumulado durante tantos años. ¡Nadie podía venir a decirle que
eso que él había vivido era una mentira! Podrían negarla, pero las
marcas en su piel daban cuenta de que una guerra sí había pasado
por su cuerpo. El extraño hombre volvió a insistir en su historia,
remarcando bien las frases donde negaba la existencia de un
Sargento. Entonces, sin poder soportar más esa humillación,
Héctor salió a la calle empujando a quienes tenía al paso. De vez
en cuando, paraba a un hombre y le preguntaba:
—¿Usted recuerda la guerra? —Ante la negativa, seguía
corriendo. Frenaba a una mujer con un carrito y su bebé, luego le
hacía la misma pregunta:
—¿Usted recuerda la guerra?
Así corrió por calles, sin tener noción de hacia dónde se
dirigía, preguntando cada tanto a cualquier persona que chocaba
por sus pasos acelerados. La desesperación le iba ganando a la
cordura y comenzaba a creer que los demás tenían razón. Su
enloquecida carrera se cortó de manera abrupta delante de una
lápida. Había llegado hasta el cementerio sin darse cuenta,
deteniéndose ante la misma lápida que semanas atrás había
visitado. Con las manos temblando de pavor, rompió las flores
secas que tapaban el nombre de quien estaba sepultado bajo esa
tierra.

33
Crisopeya

—Está recuperando la conciencia, sus signos son estables, avisen


al doctor Fuentes —dijo una de las enfermeras.
Los sonidos le llegaban casi como cuchillos introduciéndose
por sus oídos. Héctor abrió sus ojos, unas luces blancas lo
enceguecían. Tardó en entender las imágenes a su alrededor.
Parecía una sala de hospital, olía a cloro y desinfectante, se
escuchaban algunas sirenas a lo lejos, las voces llamando a
doctores. Era evidente que se había desmayado, un dolor
punzante detrás de su cabeza lo traía a la realidad. Quiso
incorporarse pero unas amarras sostenían sus manos de la
camilla. Llamó pidiendo ayuda y un tipo musculoso se le acercó,
con la cara tapada por un barbijo hasta la mitad, trató de
tranquilizarlo explicándole que se encontraba en el Hospital
Psiquiátrico del Dr. Fuentes. Lo habían encontrado desmayado en
el cementerio y el mismo doctor lo hizo traer hasta allí. Sin más
explicaciones, lo dejaron solo y amarrado. De reojo observó cómo
ese tipo se acercaba a un señor de sombrero, el mismo con el que
había hablado y le había hecho creer que sus recuerdos eran
falsos. Cruzaron miradas, pero el anciano solo se dignó a emitir
una sonrisa falsa y lastimosa.
Pasaron dos días, o eso parecía. Dentro de su habitación no se
distinguían las horas, ni si era de día o de noche, más que por el

34
N.° 9, año II, marzo 13/22

momento de la comida y algún cambio de guardia. El viejo del


sombrero se acercaba a la puerta, y desde la pequeña ventana, le
hacía la misma mueca de una sonrisa apenas visible, se marchaba
y Héctor volvía a quedar solo. Comenzó a dudar de muchas cosas.
Se sentía abandonado por la vida, su memoria le estaba fallando,
sus pensamientos eran borrosos. Nadie le hablaba, sus quejidos
eran ignorados, llegó hasta el punto de no emitir más sonidos.
Solo su respiración le dejaba saber que estaba vivo.
Un día, por fin, el doctor Fuentes apareció, le abrió la puerta y
lo animó a salir de su encierro. Lo tomó del brazo y lo guio hasta
una sala donde se sentaron uno frente al otro.
—Cuando lo conocí, supe que debía ayudarlo. Usted no está
bien, por eso tuve la sospecha de que algo no funcionaba bien en
su cabeza. Está aquí por su propia salud y yo voy a ayudarlo a
recobrar su vida.
El doctor le entregó la moneda mientras le daba una explica-
ción de lo sucedido antes de llegar al hospital. Le dijo que él
mismo tomaba este asunto como personal, puesto que lo
encontró frente a la tumba de su amigo, no podía dejarlo vagar
solo y sin cordura. Sin poder emitir palabra, Héctor lo miraba, o
tal vez miraba un punto entre ese hombre y lo que recordaba
vagamente de una conversación. La moneda en su mano le
pesaba, se sentía agotado, y la charla de ese sujeto solo hacía que
quisiera irse a dormir.
35
Crisopeya

—Es normal esto que siente, amigo, son los medicamentos


que le hemos dado para tranquilizarlo. Pero si usted responde
bien al tratamiento, pronto podrá estar más lúcido. —El doctor le
hizo una seña a alguien detrás de Héctor y unos brazos fuertes lo
obligaron a pararse, llevándolo casi a rastras hasta el patio del
hospital psiquiátrico.
Todos a su alrededor se comportaban de la misma manera, un
poco idiotizados, algunos babeaban en un asiento de madera,
otros deambulaban tocando las flores del jardín. Héctor solo
observaba, en silencio, cómo todo eso parecía un macabro sueño,
y deseaba despertar, volver a sentirse en casa.
Poco a poco le fueron sacando algunas pastillas y podía
sentirse más libre. Le daban tiempo para pasar en el patio del
hospital y así fue conociendo algunas de las personas internadas
allí. Algunas caras le parecían conocidas, pero el paso de los años
transformaba los rostros, y la locura los hacía parecer fantasmas.
Aun así creía reconocer, en alguno de ellos, a sus viejos
compañeros de batalla. Pero había terminado por creer que solo
habían sido alucinaciones de su mente enferma. Nunca hubo una
guerra, le habían dicho, y terminó por creer la palabra del doctor.
En su cabeza se mezclaban nuevamente los días, las fechas, los
momentos vividos. No sabía cuáles habían sido reales ni cuales
invención de su cabeza. Y esa moneda que seguía en su bolsillo
era su único anclaje a la realidad.

36
N.° 9, año II, marzo 13/22

La mirada fría del doctor y esa mueca falsa de una especie de


risita se parecían más a una burla; una sonrisa macabra no dejaba
de seguirlo desde la ventana del segundo piso. Tantas veces había
estado en esa habitación y todavía no se daba por vencido. Había
cosas que lo obligaban a creer en esa especie de historia del
doctor. Nada lo perturbaba, pero las imágenes pujaban por salir a
la luz de su razón, la misma que le decían que había perdido.
Sentado en el banco de madera, le devolvía la mirada al doctor,
tratando de ganarle en una guerra de verdades. Su instinto le
golpeaba el pecho.
Fue esa misma tarde que uno de los pacientes se sentó junto a
él. Lo había visto varias veces, casi siempre en cuclillas detrás de
un banco. Uno más en ese mar de rostros familiares
transformados por el tiempo. El sujeto también clavó la mirada en
el doctor y le regaló la misma risita falsa y lo saludó con un guiño
y una venia militar.
De golpe el doctor desapareció a la vista y el paciente tocó el
hombro de Héctor, señalando un perro acostado en el jardín, casi
imperceptible, detrás del asiento. Un perro viejo, con el cuerpo
cansado, resoplaba suave con los rayos del sol dándole en el
hocico.
—¡Mire! ¡Dígame si no se parece al Sargento! —Y una risa
esquizofrénica le aturdió los oídos… y la cabeza.

37
Crisopeya

Hipo*
Léon-Gontran Damas
traducido al español por
Juan Fernando Mondragón

Para Vashti y Mercer Cook

Por más que beba siete tragos de agua


tres o cuatro veces al día
mi infancia regresa
en un hipo
que sacude mi instinto
como el poli al matón

Desastre
háblame del desastre
háblame

Mi madre quería un hijo de muy buenos modales en la mesa

*La versión original en francés se publicó en este mismo número en las páginas 94-98.
(Nota de la Revista).

38
N.° 9, año II, marzo 13/22

Las manos sobre la mesa


el pan no se corta
el pan se parte
el pan no se tira
el pan de Dios
el pan del sudor de la frente de nuestro Padre
el pan del pan

Un hueso se come con discreción y mesura


el estómago debe ser sociable
y todo estómago sociable
se cuida de los eructos
el tenedor no es un mondadientes
prohibido sonarse
a la vista
a los ojos de todo el mundo
y luego mantente derecho
una nariz bien educada
no barre nunca el plato
Y además además
claro en el nombre del Padre
del Hijo
del Espíritu Santo
al final de todas las comidas
Y además además
claro el desastre
háblame del desastre
háblame
39
Crisopeya

Mi madre quería un hijo memorándum

Si no sabes tu lección de historia


no irás a misa
el domingo
con tus galas de domingo

Este niño será la vergüenza de nuestro nombre


este niño será nuestro válgame Dios
Cállate
o no te he dicho que debes hablar francés
el francés de Francia
el francés de los franceses
el francés francés

Desastre
háblame del desastre
háblame

Mi madre quería un hijo


orgullo de su vida

No has saludado a la vecina


otra vez los zapatos sucios
y no quiero encontrarte en la calle
sobre el pasto o la Savane
a la sombra del Monumento a los Muertos

40
N.° 9, año II, marzo 13/22

jugando
a revolcarte con un Menganito
o un Fulanito sin bautizar

Desastre
háblame del desastre
háblame

Mi Madre quería un hijo muy do


muy re
muy mi
muy fa
muy sol
muy la
muy si
muy do
re-mi-fa
sol-la-si
do

Escuché que no has ido


a tu lección de vio-lín
Un banjo
dijiste un banjo
cómo dices
un banjo
eso dijiste

41
Crisopeya

un banjo
No señor
Bien sabes que aquí no aguantamos
ni ban
ni jo
ni gui
ni ta-rra
los mulatos no hacen eso
eso ya déjaselo a los negros

Léon-Gontran Damas, «Pigments» [«Pigmentos»], 1937.

42
N.° 9, año II, marzo 13/22

Santa Cruz
Genady Arkhipau
Acuarela sobre papel
21 x 14 cm.

43
Crisopeya

Brief aus Rom*


Meira Delmar
Ins Deutsche übersetzt von
J. P. Sepúlveda

Ich schreibe dir, Schatz, aus dem Frühling.

Ich habe das Meer überquert, um Ihnen sagen zu können,


dass Rom, unter dem Abendhimmel,
einen anderen Himmel aus Schwalben hat,
und ein goldener Engel tanzt zwischen
den beiden.

Der steinerne Wasserfall, der von der


Trinitá dei Monti zum Platz hinunterfließt,
ist plötzlich stehen geblieben, und jetzt klettern
rosa Azaleen an ihm empor.

*Titel auf Spanisch: „Carta de Roma‟.

44
N.° 9, año II, marzo 13/22

Die Bäume wiederholen siebenmal


die Musik des Windes auf den Hügeln,
und der feuchte Ruf der Brunnen
leitet meine Schritte.

Schöner als in der Luft ist


eine zerbrochene Säule, die ich im Gras fand,
gefallen in der Umarmung einer Rose.

Wenn das Licht fließt,


wenn die Zeit
stillsteht,
Rom, das sich über die Brücken beugt,
sucht sein Bild am Tevere,
und anstelle seines Namens sieht er deinen Namen
zitternd, Schatz, im rollenden Spiegel.

45
Crisopeya

Operación Medina
Miguel Ángel Acquesta

Todos los asesinatos son intencionados…


La diferencia está en el grado de estupidez.
—Arnaldur Indridason, El hombre del lago.

Llevaban algunos meses de reunirse en forma secreta, general-


mente en la casa de Walter, cercana a la Estación Boulogne.
Extremaban los recaudos para no generar sospechas en los
vecinos. Evitaban toda forma de comunicación entre ellos que
resultara detectable. Habían pasado a la clandestinidad a
comienzos de julio, cuando se anunció la quinta ola de la
Pandemia con sus secuelas de nuevos encierros, limitaciones al
movimiento de las personas y sobre todo a las actividades
económicas con cierres que aumentaban la crisis crónica. La
causante era esta vez la cepa keniata, que se trasmitía con mayor
rapidez que las anteriores y resultaba sumamente letal. Los países
con mayor poder económico habían instrumentado un plan de
revacunación consistente en la cuarta dosis de vacunas de ARN
mensajero. Los países más pobres a duras penas trataban de
completar el primer esquema de dos dosis y los menos pobres
avanzaban con una tercera dosis de las vacunas que disponían. El
derrumbe de la economía mundial no tenía fin y sumía a gran
46
N.° 9, año II, marzo 13/22

parte de la población en la pobreza, provocando también una


catástrofe alimentaria a nivel mundial. Tal situación provocó en
un trienio una disminución de la población mundial cercana al
diez por ciento. Los lineamientos anunciados por BG en la
conferencia TE2010 en Long Beach, California, se venían
cumpliendo al pie de la letra. La Agenda 2030 para un mundo
sustentable se cumplía a rajatablas, las desigualdades se
cristalizaban, el modo de vida humana cambiaba de modo
irreversible y «los sobrantes»​ en el nuevo orden iban dejando de
estar.
Ellos eran sobrevivientes de los setenta, habían combatido en
su juventud, creían con firmeza que era posible un cambio social
y la creación de un mundo más justo. Arriesgaron la vida por sus
ideas. No querían terminarlas, descartados por el nuevo sistema,
de brazos cruzados esperando ser víctimas de alguna de las
acciones de «cuidado»​instrumentadas por los gobiernos.
En la reunión de comienzos de julio decidieron que volverían
a la lucha. El objetivo: cortar la cabeza de la serpiente. Matar al
propio Bill G., el ideólogo del plan. Para ello viajarían a
Washington en septiembre. Tenían experiencia en atentados, el
de mayor repercusión fue el de la Chrysler de avenida Libertador
y Perú, en el setenta y cinco. Los hijos de puta de inteligencia no
les dijeron nada del sereno. Ese muchacho de Villa Adelina había
empezado a trabajar un mes antes. Manuel, que estaba a cargo de

47
Crisopeya

la operación, nunca se lo pudo borrar de la cabeza. Lo que pasó


después es conocido por todos, tuvieron que protegerse de
propios y extraños. Varios no sobrevivieron. Lorena vivió varios
años en el interior de una provincia mediterránea sin mayores
sobresaltos. Se casó, tuvo dos hijos. Se separó y volvió a la Capital
a fines de los noventa. Al tiempo abrió un pequeño negocio de
ropa que aún atendía. Walter pudo llegar a Brasil y trabajó unos
años en la Posada de unos amigos en Torres, Río Grande do Sul;
volvió a Buenos Aires a fines de los ochenta. Deambuló por
distintas ocupaciones hasta que ingresó a una dependencia del
Gobierno de la Ciudad donde trabajó hasta su jubilación el año
anterior. Manuel estuvo varios años en la zona de Encarnación
donde un familiar tenía plantaciones de soja. Volvió ese mismo
1983, finalizó la carrera de Sociología que había empezado a
comienzos de los setenta y se dedicó a la docencia. Se había
jubilado también un par de años antes. Los tres se reencontraron
causalmente por intermedio de Facebook alrededor de 2010 y se
volvieron inseparables. Las aventuras vividas juntos en el pasado,
el coqueteo con la muerte, las ilusiones compartidas, y la soledad
actual los unió mucho. Los tres vivían solos. Los hijos de Lorena
estaban radicados en Córdoba y se comunicaban
esporádicamente. Walter, separado hacía tiempo, también tenía
dos hijos a los que no veía desde varios años atrás ya que se
habían radicado en Europa. Manuel había enviudado hace veinte

48
N.° 9, año II, marzo 13/22

años, tenía una hija que se casó con un empresario salteño y vivía
en la capital provincial; no mostraba interés alguno en vincularse
con su padre.
Encerrados, solos, con pocos contactos sociales, así pasaban
sus días. Recordaban con pasión esa época de militancia en la
juventud, que los unía. El resto era un rosario de broncas y
frustraciones. Los ex, los jefes, los clientes, los distintos
gobiernos, las crisis, la jubilación, los alumnos, el tránsito, la
gente, los ruidos, los precios siempre en aumento y en especial el
tiempo, cada día más apresurado para llevarlos al predecible
final.
En tales circunstancias, ¿quién les iba a decir que el plan
estaba plagado de errores y a todas luces era inviable? De modo
que lo fueron armando, se lo creyeron, y en un momento pasó a
ser lo único que los mantenía vivos, los entusiasmaba y los
transportaba a esos tiempos de lucha épica, a la añorada
juventud. Se imaginaban héroes mundiales. En los setenta
combatieron para salvar a la Argentina, pero ahora el objetivo era
más amplio. Rescatar a la humanidad del plan satánico, evitar que
se elimine a un tercio de la humanidad, que los sobrevivientes
quedaran despojados de todo y a merced del Estado global,
manejados por las ondas del 5G y controlados por medio de un
chip. Millones de seres atemorizados, entre encierros y vacunas.
Viviendo en la red. Inmersos en el internet de las cosas. Borrando

49
Crisopeya

todo rastro de trabajo humano, a paso rápido para cumplir el


paradigma: «en 2030 no tendrás nada, pero serás feliz». El look
step.
Matando al ideólogo del plan y de ser posible a otros mega
millonarios provocarían una reacción masiva a nivel mundial de
las personas, ahora adormecidas, que pondría fin a su
instrumentación.
Manuel, que conocía USA por haber viajado en varias
ocasiones, diseñó el aspecto operativo. BG y varios
supermillonarios vivían en Medina, una ciudad a orillas del lago
Washington, cerca de Bellevue en el estado del mismo nombre.
Había logrado contactarse en la red de anonimato Tor con un
pequeño grupo de norteamericanos disidentes que se reunían en
la Librería City Lights de la Av. Columbus 261 en San Francisco. El
que fuera lugar de reunión de la generación beatnik estaba en
manos ahora de un sobrino de Ferlinghetti. Quien, más
anarquista que su tío, al mando de un pequeño grupo de
escritores y poetas de la zona de la Bahía estaba planificando
atacar las oficinas centrales de Microsoft, también ubicadas en el
estado norteño de Washington, más precisamente en Redmond, a
unas millas de Medina. En sus conversaciones, lo alertaron de que
era muy peligroso ingresar al Estado por Seattle ya que era el
aeropuerto más vigilado de los Estados Unidos. Ellos lo harían por
tren, a bordo del Coast Starlight, que cubre diariamente el

50
N.° 9, año II, marzo 13/22

servicio Los Ángeles-Seattle. La terminal ferroviaria estaba muy


poco vigilada. Desde la ciudad por la ruta estatal 520 se llegaba sin
dificultad tanto a Medina como a Redmond.
Los tres complotados decidieron hacer lo mismo, aunque el
viaje demorara más. La única empresa que operaba con dos
frecuencias semanales era Aerolíneas, que solo llegaba a Miami o
Nueva York, por lo cual deberían combinar un vuelo desde Miami
a San Francisco. Manuel quedó a cargo de adquirir los pasajes y
alojamientos para la primera semana de septiembre. Una vez en
Seattle, antes de emprender el viaje hacia Medina, la meca de los
hiper millonarios, comprarían por internet los elementos
necesarios para armar los explosivos. La gente de City Lights les
habían dicho que era muy sencillo hacerlo, aún para los
extranjeros sobre todo en una ciudad grande como la capital de
Washington. Con el material listo viajarían en un vehículo
alquilado, preferentemente una camioneta de buen porte, por la
autopista hasta la ciudad de los hiper millonarios y darían el golpe
mortal al Gran Reinicio.
Estaban seguros de poder lograrlo, Walter insistía en que los
Estados Unidos vivía una época de franca decadencia y que su
sistema de defensa hacía agua.
Circulan locos armados por todas partes, matan gente con
total impunidad en escuelas o recitales, se les llenó la Casa Blanca
de manifestantes, y miren cómo huyeron de Kabul dejando

51
Crisopeya

abandonado todo el armamento. Están terminados.» Sostenía con


insistencia.
El día antes de viajar no cabían en sí de la mezcla de
emociones, alegría, ansiedad, orgullo, en medio de una gran
energía que ninguno de los tres experimentaba desde hacía
mucho tiempo. Se reunieron a cenar en la casa de Manuel, desde
donde saldrían a la mañana siguiente para Ezeiza. Revisaron la
documentación. Todo estaba en orden. Los pasajes Buenos Aires-
Miami para el martes siete de septiembre. La combinación en
American Airlines Miami-San Francisco con escala en Los
Ángeles. Una noche de hotel en el The Inn at Unión Square.
Pasajes de tren San Francisco-Seattle para el ocho de septiembre.
Dos noches en el Days Inn de esa ciudad. Alquiler de una
camioneta en la Estación de trenes para el día nueve. Pasaportes
al día. Tarjetas de crédito. Dólares y los pequeños equipajes.
Se acostaron temprano, al otro día debían madrugar. El
automóvil que habían contratado para ir al Aeropuerto estaba
esperándolos en la puerta a las 7 de la mañana tal como lo habían
convenido. Partieron rumbo a Ezeiza. Llegaron con tiempo para
hacer los trámites de migraciones que se extendían mucho en
función de los protocolos vigentes. Al acercarse al mostrador
surgió un problema grave. El pasaje de Manuel había sido
cancelado, sin fecha de reprogramación. Le dijeron que el día
anterior habían enviado un mail informando la novedad.

52
N.° 9, año II, marzo 13/22

Él no lo había leído, no usaba su correo desde el día anterior


para evitar ser rastreado. De acuerdo con las normas
presidenciales vigentes, que fijaban un número diario de
pasajeros autorizados para ingresar al país, un sistema aleatorio
determinaba quién podría viajar y quién no. Discutió, insultó,
gritó, se descompuso, pero la situación era esa, inmodificable. Su
pasaje estaba cancelado y no podía viajar. Le indicaron que se
comunicara por teléfono a la empresa para buscar una solución.
A las apuradas decidieron que Walter y Lorena viajaran y se
encontrarían en Seattle cuando él pudiera llegar. Intentaría
hacerlo vía Santiago de Chile, les dijo. En el taxi que lo traía de
vuelta a la ciudad, tomó conciencia que seguramente habían
cancelado su pasaje y el de algunos pocos pasajeros más porque
no lo había comprado, sino que lo obtuvo por un cambio de millas
del programa de pasajero frecuente. En realidad, estaba pasando
un momento económico algo complicado y no disponía de dinero
para viajar vía Santiago como les dijo a sus compañeros. Se
perdería de participar en el acto heroico más importante del siglo
XXI. Justo él que con ese Bill tenía un tema personal, «cuando te
acostumbras a un sistema operativo el tipo saca una nueva
versión y a volver a empezar y pagar, además ahora quiere que
comamos carne artificial», pensó entre enojado y deprimido.
«Pero nadie me va a quitar el orgullo de haber sido el cerebro
organizador de la operación», se consoló.

53
Crisopeya

Tras un vuelo tranquilo, Walter y Lorena arribaron al


Aeropuerto de Miami. Deseaban hacer los trámites de
migraciones rápido para no tener problemas con el vuelo a San
Francisco. Desde allí se comunicarían con Manuel para saber
cómo estaba organizando su viaje. Siguiendo las indicaciones de
los carteles arribaron al lugar de migraciones que les
correspondía. Por otras puertas aparecían grupos de pasajeros
provenientes de un vuelo proveniente de Brasil. Se sumaron a una
de las filas donde debían ubicarse los pasajeros de Sud América,
cuando fueron sorprendidos por varias personas vestidas con
camperas oscuras. Uno de ellos les mostró una insignia que no
llegaron a ver diciendo «¿Walter Gómez? ¿Lorrena Brandán?».
Asintieron atemorizados.
«You're under arrest», anunció mirándolos fijo.
El resto de los hombres se abalanzaron sobre ellos,
tomándolos de los brazos y casi a la rastra los condujeron
rápidamente a una dependencia cercana. Les sorprendió que sus
valijas ya estaban allí, abiertas y todas sus pertenencias
desparramadas en el lugar. Minutos después una camioneta
blindada seguida por varios vehículos del FBI salía del Aeropuerto
con rumbo al 2030 SW 145th Ave, Miramar, Florida, llevando dos
terroristas argentinos a bordo.

54
N.° 9, año II, marzo 13/22

El reloj de arena
César Martín Bazán

Al lado de mi oído hay un reloj que me dice:

«Ya te queda poco tiempo».

La verdad es que me lo lleva diciendo hace tanto que no tomo en


serio sus advertencias. Tal vez sea porque su arena la utilicé hace
años para que en ella pudiera orinar mi gato.

55
Crisopeya

Fish on newspaper
appelsabb
Óleo sobre periódico
25 x 25 cm.

56
N.° 9, año II, marzo 13/22

Perro a sus pies


Graciela V. Consoli

Mientras sus bellísimas manos


son dulces con mi perro,
ella me dice que no,
que no, que nunca.
Sus bellísimas manos
toman mi corazón y lo estrujan;
mi sangre densa
en el pelaje de los dos.
Le ofrezco té o café
mientras pergeño
como no verla nunca más,
y odio pensar así
y odio al perro a sus pies.

57
Crisopeya

Morir, Ensueño mío


Camilo Franco Muñoz

Morir, Ensueño mío, que la muerte


ya no es de fe, de gloria o de portentos;
que no tendrá jamás de tus alientos
los versos libres do se desconcierte.

Lloré de amargas lágrimas inerte;


andando, dócil, prados de fragmentos;
conforme tuve en boca los lamentos,
calmé la virgen sombra de tu Muerte.

Y en ríos forman almas las palabras,


rumor de sí en fugaz melancolía,
de aquel viril clamor de mi Ilusión.

¡Ardor!, suspiros arden si los labras;


la noche en mil sosiegos nos diría:
¡serás latido mío, Corazón!

58
N.° 9, año II, marzo 13/22

Cat painting
myself(gaurav)
Ilustración digital
1080 x 1080 px.

59
Crisopeya

El último sueño
Sebastián Villa Medina

Después de haber trabajado durante todo el día en el penúltimo


capítulo de su próxima novela, confinado en su estudio desde el
alba hasta el ocaso, Darwin Merkalowitz alza la vista de su obra e
inhala y exhala despacio, y lo vuelve hacer dos veces más,
aclarando al final su mente. Se levanta de su silla y camina hasta
la ventana.
Del otro lado del cristal contempla el bello atardecer con sus
frescos tonos veraniegos, que se le reflejan en sus pupilas café
oscuro. No demora ni un minuto en esbozar una sonrisa apacible
por esa bella escena que él está viendo ahora. Abre la ventana y
deja entrar el aire fresco de los árboles del parque a su estudio,
que antes había estado mal ventilado por el calor de la tarde.
Se aleja de la ventana y coge un libro de su biblioteca, ubicada
en un rincón dentro del estudio, y vuelve a sentarse en la silla de
antes. El libro que tomó tiene como título Frutos del Averno del
autor Sebastián Villa Medina, siendo este una recopilación de
trece cuentos del género de terror. Esta edición no albergaba
ningún dato biográfico de su autor.

60
N.° 9, año II, marzo 13/22

Aunque a Darwin no le interesó ese detalle desde el primer


momento que lo compró ese jueves de hace dos semanas, en una
pequeña librería del centro del pueblo. Lo que le llamó la atención
fue su clásica presentación, nada de colores extravagantes ni
iconografía alguna. Pero cuando estaba a punto de comprarlo, el
librero que lo atendió le dijo que el libro ha estado envuelto en
una especie de hechizo que lo protege de todo mal. Darwin lo
acató con sinceridad, y desde entonces lo ha estado leyendo
tranquilamente en el estudio de su casa.
Volviendo al presente, Darwin empieza a leer el decimotercer
cuento. Lee con cuidado el título antes de empezar con el
contenido como lo ha hecho con los doce anteriores. Se deja
envolver por la complejidad de la trama y los personajes que
están dentro de ella en los primeros párrafos de la obra.
El cuento trata de dos hombres que caminan a lo más profun-
do de un bosque de olmos hasta llegar a una zona apartada, donde
nadie más los ve y hacen el amor con bastante pasión. Luego,
vestidos, uno convence al otro de matar a su pareja. El segundo se
niega, pero el primero sabe cómo mover las fichas hasta que el
segundo cede y lo acepta sin regañadientes. Después vuelven por
donde habían venido hasta llegar al parque. Allí vuelven a repasar
su vil plan de forma susurrada para que nadie sepa lo que iban a
cometer...

61
Crisopeya

Llegan a la casa donde vive la pareja del primer hombre, y


justo cuando Darwin estaba experimentando un auténtico
suspenso, en la parte que el primer hombre está a punto de tocar
la puerta, alguien toca la de la entrada principal de la casa de
Darwin. Su corazón late rápidamente, y con el sonido del segundo
golpe , Darwin contiene el aliento y se levanta de la silla.
Abre la puerta del estudio, recorre el pasillo del segundo piso
y baja las escaleras hasta llegar al primero. Llega al vestíbulo
antes de que empiece a sonar el tercer golpe. Los latidos de su
corazón le resuenan en sus oídos, pero logra tener una firme
compostura cuando gira la llave y el pomo, y abre lentamente la
puerta.
Con una sonrisa en sus labios, Darwin le da la bienvenida a su
pareja sentimental Oskar Skyrsjenson. Lo hace pasar al interior y
le ofrece a Oskar alguna bebida o algún postre mientras cierra la
puerta y llegan hasta la sala.
—Puedes sentarte en el sillón o el sofá, según a cómo te sien-
tas cómodo —le dice Darwin a Oskar, galante. Pero antes de que
diera un paso a la cocina y diera por supuesto que Oskar estaba
sentado en algún mueble, Darwin recibe una puñalada por detrás,
de un cuchillo afilado empuñado por Oskar, justo en su corazón. Y
cuando Oskar retira el objeto del cuerpo de su expareja, Darwin
Merkalowitz se desploma al suelo. Ahora Oskar Skyrjenson es un
asesino y en su mano sostiene el arma homicida.

62
N.° 9, año II, marzo 13/22

Oskar atraviesa corriendo el vestíbulo y abre la puerta princi-


pal, tratando de controlar los latidos frenéticos de su corazón, y
oculta el cuchillo ensangrentado detrás de su espalda. Llama a su
amante David Bithegarl, que antes estaba escondido al otro lado
de un arbusto alto donde Darwin no lo vio.
Los dos hombres atraviesan el vestíbulo, y en la sala mueven
el cuerpo sin vida de Darwin hacia un rincón. Luego esparcen
aceite de cocina y gasolina en todos los cuartos de la casa, y con la
ayuda de una cerilla le prenden fuego.
En el antejardín, Oskar ve cómo las llamas rápidamente
consumen gran parte de su vida anterior. Luego huye junto a
David hasta el parque. Por suerte para ambos nadie los ha visto
desde el momento que iniciaron el fuego, ni tampoco cuando
atraviesan el parque hasta la casa de David.
La policía y los bomberos llegan aproximadamente una hora
después a lo que era antes la residencia del señor Merkalowitz.
Después de combatir las llamas, los bomberos inspeccionan las
ruinas chamuscadas y encuentran un cuerpo totalmente quemado
en un rincón que supuestamente era la sala. Pero lo que
descubren en el segundo piso los deja anonadados, y era el del
libro Frutos del Averno del autor Sebastián Villa Medina, que
permanece intacto y sin manchas de hollín o de ceniza en la pasta
y en las páginas.

63
Crisopeya

Luego salen de las ruinas y se reúnen con los policías y los


investigadores en el antejardín, y les muestran el único libro que
sobrevivió al incendio. Pero al abrirlo descubren que todas las
páginas están en blanco, a excepción de unas pocas que
componen la pequeña obra del decimotercer cuento. El título del
cuento es El final de un escritor, y lo que desconcierta a los
investigadores son los nombres de los personajes y la trama hasta
el desenlace abrupto de la obra.
Para cerciorarse de que el cuento es solo ficción, y no la rea-
lidad, los investigadores se van al domicilio del señor Bithegarl.
Llegan en menos de media hora. Sin embargo, cuando cruzan el
antejardín, sienten que no son capaces de distinguir la ficción de
la realidad, aunque fuese momentáneo mientras la investigadora
Jen Wyrlforth y el investigador Brandon Kalerynfield tocaban a la
puerta que nadie les abre.
No obstante, sin dejar de sentir que están invadiendo una
propiedad sin ninguna orden de jurisdicción, los investigadores
entran con sigilo por una de las ventanas abiertas de la sala. En un
primer vistazo de la sala, no ven nada inusual. Para Jen no le
resulta incómodo sostener el libro, que los bomberos
encontraron entre las ruinas de la residencia del señor
Merkalowitz, en la mano izquierda, y en la derecha, el arma, por
si la situación se torna difícil o complicada con los supuestos
sospechosos.

64
N.° 9, año II, marzo 13/22

Caminan con sigilo hasta el vestíbulo, y allí acuerdan dividirse


para cubrir los demás cuartos de la casa. Acuerdan lo siguiente:
Jen explorará el resto de cuartos del primer piso, y Brandon, el
segundo.
Jen llega hasta la cocina, no viendo nada inusual o por fuera
del lugar.
—Voy a ir al sótano —se lo comunica a su compañero antes de
girar el pomo de la puerta que comunica al sótano de la casa—.
Tengo una alta sospecha de que hay algo allí dentro.
Explora el sótano con cautela. —No sabemos que hay ahí
dentro —le aconsejaba Brandon en la otra línea de su radio
auricular—. Estuve en el baño, y no encontré nada sospechoso.
—Así lo haré, Brandon —Jen gira el pomo, abre despacio la
puerta y oprime el interruptor antes de descender por las
escaleras hasta el sótano. Pero lo que ve allí la deja anonadada en
un principio, y luego se lo comunica a su compañero. —Tienes
que venir de inmediato al sótano. Ya encontré a los sospechosos.
Lo que veía Jen tenía una gran semejanza con el final del
cuento: Oskar Skyrjenson y David Bithegarl estaban ahorcados
desde hace un buen rato, en medio del cuarto. Al parecer no
tienen ninguna señal de vida. Y sus pies están aproximadamente a
unos cincuenta centímetros del suelo.

Después de que el médico forense hiciera la autopsia a los cuer-

65
Crisopeya

pos de los tres hombres, y el servicio fúnebre los enterraran en el


cementerio del pueblo, Jen entregó el libro Frutos del Averno al
alcalde del pueblo Jason Lokmort y le contó cómo los guió hasta
los sospechosos, tres días después del suceso.
Dos días después el alcalde Lokmort decide mostrar el libro a
la gente presente en la reunión que se desarrollaba dentro del
museo del pueblo, donde la obra del supuesto escritor Sebastián
Villa Medina prevalecerá herméticamente sellada en una vitrina
de vidrio a prueba de balas y del fuego.
La investigadora Jen se acerca a la vitrina después de que el
alcalde Lokmort y la demás gente se disperse a sus respectivos
destinos. Se mantiene a una cierta distancia, tratando de empañar
el vidrio ni de tocarlo.
—¿Acaso existe alguna relación con Darwin Merkalowitz y ese
supuesto Sebastián Villa Medina? —Jen había estado investigando
por medio de informes policiales e Internet acerca de la
existencia del autor de aquella obra, y nada—. ¿O acaso es alguien
que utilizó esa especie de seudónimo para poner en la obra su
nombre verdadero? ¿O es alguien omnisciente que escribió ese
cuento en un pasado remoto, y que su imaginación juega con azar
a la realidad como una especie de profeta o clarividente? —Luego
Jen clasifica esas preguntas como absurdas y se aleja de la vitrina.
Sale del museo y camina directo al departamento policial del
pueblo para seguir con sus obligaciones de investigadora.

66
N.° 9, año II, marzo 13/22

Voces calladas
César Martín Bazán

Cuando tu boca

Cuando tu boca devore la mía en un día sin labios


te contaré el viaje sin retorno
voz queda
susurros de argonauta

Tomaré tu mano
esa que altera mi tiempo y mis espacios
la masticaré sintiendo el sabor del presente
hasta que mi lengua coja el calor del otoño
Entonces convertiré el pan en vino
me embriagaré en tus palabras de mujer
reclinaré mi orgullo en tu regazo
bendiciendo tu vientre y su momento

Hay en tu voz un algo de sirena


un canto agudo que arrastra mi piel
y se estrella en las rocas de tus dedos agitados

67
Crisopeya

Tu mano busca mi mano de marino


logrando que mi nave permanezca en tus orillas
meciéndose en aguas sin verbo
Mi mano monta con ansia la tuya
porque sin ella hay un suave frío de otoño
manos, animales ciegos
movidos solo por el calor intuido
con sus tendones construyen puentes
que soportan su fe de invidentes

Sentidos

En un recodo del desierto


si el verbo amar sajara su pecho eterno
vería mis sentidos correr entre árboles sin ramas

vería mis ojos sedientos de palabras


¡Qué abismo entre mi nombre y el apelativo!

mis oídos secos por desear tener tu alma

68
N.° 9, año II, marzo 13/22

¡Qué oscuridad de manos ateridas!

mis dedos ciegos de tu carne


¡Qué aroma a arena de amapolas!

mi lengua sorda de luces


¡Qué piel arrebolada de sonidos!

Mi nariz en la hierba
humedecida de sencillos anhelos de madrugadas
bañadas de respiraciones de viento compartido
mi ser nadando en el cristal de tu espalda.

69
Crisopeya

371
Abraham Fidel Ortiz Lugo
Acrílico sobre cartulina de 300 gr.
29,7 x 42 cm.
70
Página intencionalmente en blanco
Nemo legit,
hic et nunc
N.° 9, año II, marzo 13/22

Anatomía del macho*


Magín García Restrepo

II. El macho y el problema de la imaginación

Tener una imagen del mundo y de sí mismo es propio de los seres


humanos. Tenemos ideas como tenemos órganos, y de estos como
de aquellos no podemos prescindir si queremos seguir vivos,
sobre todo para actuar con alguna soltura en el mundo. Es como
si dijéramos que un pobre ser, además de cargar con el peso
acumulado a lo largo de los años de sus propias carnes, tiene que
echarse al hombro las ideas que sobre él y todo lo demás se ha
formado en el transcurso de su vida. De este fardo de fantasías va
sacando lo que necesita para sostenerse en la existencia, como si
fuera un almacén de provisiones o un arsenal. Aunque no todo lo
que guarda sea útil y quizás en algún momento de desespero
desearía tirar a la basura más de una idea que no sirve, pero sí
estorba. Pero todo, lo bueno y lo defectuoso, pesa enormemente,
y no hay manera de liberarse de la carga imaginaria, pues es un
esqueleto y una musculatura tan necesarias como las del cuerpo.

*Cf. a la primera parte en Crisopeya, N.°8, año II, pp. 63-65.

73
Crisopeya

La importancia de la imaginación en la existencia se puede


ver con evidencia en las relaciones interpersonales. Tener
fantasías en común es lo que une a los hombres a un nivel íntimo.
Dos individuos pueden estar cerca día y noche, y aun compartir
intereses y, sin embargo, carecer de verdaderos lazos de unión. Si
dos son aficionados al futbol con igual pasión, lo cual quiere decir
que se imaginan que su vida depende del resultado de un partido,
estarán unidos por una cadena fortísima hecha de las comunes
ilusiones. En cambio, puede que dos miembros de una familia se
hayan criado juntos y, sin embargo, sostener una relación
meramente oficial, unidos por intereses, podría decirse,
únicamente políticos: sentido de la responsabilidad,
agradecimiento o, en última instancia, la necesidad económica.
Por otra parte, las más grandes enemistades se generan por
efecto de la inoportuna imaginación de agravios recibidos. Los
problemas reales son más susceptibles de resolverse apelando a
la razón, o simplemente por la acción sanadora del tiempo. Pero
el insulto producto de la fantasía del agraviado se niega a
borrarse de la mente, precisamente por ser obra del propio
ofendido. Cuida y cultiva la maldad que cree haber padecido
como si fuera una planta de su jardín.
En verdad, se podría decir mucho de los efectos de la imagi-
nación en la vida, buenos y malos. Se dice, por ejemplo, que la
imaginación es la base de la actividad literaria, lo que hace que

74
N.° 9, año II, marzo 13/22

algunos poetas vivan en otro mundo, alejados de la realidad. Es


posible que tal cosa sea una leyenda, probablemente alentada por
algunos poetas. Quizás no sea cierto que la principal cualidad de
los poetas es una imaginación poderosa. La poesía es una
actividad que tiene una dimensión técnica, digamos que
artesanal, muy importante, además de un componente de estudio
y lectura, que hace que la imaginación sea más bien un insumo,
entre otros, para la producción literaria. Pero este es un tema
complicado. Mejor dejarlo de lado y observar un tipo humano en
el que la imaginación sí es predominante, sí es el elemento
central. Este espécimen, esclavo de su fantasía, es el macho. Y
esto aun en los aspectos más cotidianos de su existencia.
Ninguna ley escrita en un código le dice al macho que él es el
guardián de las mujeres de su entorno, o incluso de todas las
mujeres. Pero él vive en la fantasía de ser inspector de las
hembras, y cree que la naturaleza le ha dado esta misión, lo
mismo que le dio testículos y barba. La actitud agresiva y
controladora de los machos con las mujeres no se debe a que sean
misóginos. No es el odio lo que los mueve. La verdadera razón
está en que han cosido para sí un traje de héroe protector, tan
pegado al propio cuerpo que es casi una piel. Este papel de
defensor es tan importante que supera incluso al deseo sexual.
Quizás el macho sea en realidad más bien frío, y en todo caso su
comportamiento posesivo incluye también a hombres, por

75
Crisopeya

ejemplo sus propios padres. Quizás no se ve a sí mismo como una


figura violenta, como un gendarme o un soldado. Es probable que
su autoimagen sea la de un ángel guardián, con sus alas blancas y
tez sonrosada.
Pero no solo el papel de guardia perpetuo y obsesivo mantie-
ne ocupada la mente del macho. El macho es también un
competidor, que ve un retador en cuantas personas se encuentra.
Todos serán sus enemigos. La vida es un brumoso campo de
batalla donde solo logra ver las lanzas amenazantes sin ningún
rostro humano detrás. Parece un despropósito hablar en
términos épicos o legendarios acerca de un tipo tan vulgar como
el macho, pero es en este mundo de figurones fantásticos, lleno
de ángeles y guerreros donde vive en verdad el pobre hombre.
Estas imágenes que crea en su mente son lo más preciado
para él. Siempre que encontremos un macho lo veremos amar u
odiar con furor ciertas cosas. En principio juzgaríamos que los
objetos de sus sentimientos son realidades. Nada de esto. El
macho gasta su caudal sentimental en puras creaciones de su
fantasía. Tal vez todo el problema del machismo sea una
enfermedad de la imaginación. Una especie de relación poco
higiénica con ciertas creaciones de la mente. Puede que tales
absurdos fantásticos sean inevitables, pues son fabricados por el
cerebro machista con materiales extraídos del medio social, pero
al menos pueden ponerse a una respetable distancia que permita

76
N.° 9, año II, marzo 13/22

verlos separados de los objetos reales. De ahí que sea la disciplina


realista la única que puede salvar al macho. El combate al
machismo no debe darse en el terreno moral sino en el filosófico.
Si pudiera tomar conciencia de los límites de su cuerpo, por
ejemplo de sus limitadas capacidades físicas e intelectuales, se
detendría un momento antes de asumir como ciertas las
creaciones de su mente machista. En últimas, la situación del
macho y de su salvación es un problema ontológico: qué es y qué
no es.

77
Crisopeya

Confianza de segunda*
Genady Arkhipau
traducido al español por
Rebeca Rendón Cadavid

Horrorizado de la felicidad
—un estado perpetuo de lluvia
llena tus billeteras de papel
¡tan malditamente grueso y absorbente!
No me muestres ninguna debilidad o felicidad,
¡no la llames a la atención,
no lo dejes a la suerte y no lo dibujes!
Las sonrisas —atraen solo celos,
la esperanza —solo trae mala suerte y penas.
En la oscuridad los perdedores odian todo,
y los ganadores corren rápido, no lo suficiente.
Un día uno se cansa
de gritar blanco negro, y negro blanco.
Probando su estirada y delgada suerte, ganada con esfuerzo,
en confianza de segunda mano,
validación —externa, impresiones en bloque
condenados a encontrar la paz en el bosque, al fin…

*La versión original en inglés se publicó en este mismo número en la página 24.
(Nota de la Revista).

78
N.° 9, año II, marzo 13/22

Análisis de lo traumático en
Un cuento chino (2011)
Nicolás Genovecio Lucía

En el presente escrito llevaré a cabo un análisis de la dimensión


traumática en la película argentina Un cuento chino (2011) de
Sebastián Borensztein.
Partiendo del texto Lo traumático: clínica y paradoja (2005), de
Moty Benyakar y Álvaro Lezica, pensé desde un inicio en que
debía centrar el análisis en el personaje de Jun Hio Qian, debido al
episodio de la trágica muerte de su novia. Sin embargo, al
finalizar la misma, concluí que pueden encontrarse relaciones
con el texto respecto a tres personajes distintos. El primero de
ellos refiere al mencionado suceso concerniente a Jun Hio Qian
(situación A); el segundo refiere a Roberto, su participación en la
Guerra de Malvinas y la vuelta al hogar (situación B); en tercer
lugar, el padre de Roberto, respecto a la lectura del periódico y su
posterior muerte (situación C).
Con el objetivo de otorgarle especificidad al concepto de lo
traumático, Benyakar y Lezica proponen la noción de «lo fáctico».

79
Crisopeya

Esta noción refiere a aquellos estímulos provenientes del mundo


externo, aquello que efectivamente aconteció, independiente-
mente de la representación psíquica de los sujetos, es autónomo y
tiene sus propias leyes. «Lo fáctico» se clasifica en interno y
externo.
En la película podemos identificarlo: en la situación A, en la
muerte de la novia de Jun; en la situación B en la Guerra de
Malvinas, donde Roberto manifestó que vio morir compañeros y
quitó más de una vida; en la situación C en la fotografía de
Roberto, él aparece en una noticia del periódico que reza
«Argentina está en guerra con Inglaterra». Los tres hechos son de
naturaleza externa.
A su vez, los autores señalan que «lo fáctico externo» debe ser
ordenado de acuerdo a los diferentes tipos de eventos. Si
tomamos la situación A, la muerte de la novia de Jun implica un
fenómeno fáctico distónico disruptivo, que conmueve al
psiquismo generando disfunciones. En este caso Jun deja su vida
en China, donde tenía un trabajo que le permitía satisfacer sus
necesidades, para emigrar a un país donde no conoce siquiera el
idioma, solo por perseguir la expectativa de encontrarse con su
tío. Este hecho se corresponde con la intervención humana
accidental, pues la novia del protagonista muere a causa de que
unos contrabandistas de vacas recibieron disparos en su avión, lo
cual ocasionó una ruptura del mismo dejando caer a una de sus

80
N.° 9, año II, marzo 13/22

presas sobre la desafortunada víctima. Finalmente, podemos


decir que la cualidad del evento fue sorpresiva, ya que el
incidente se sucedió en cuestión de segundos.
Considerando la situación B, podemos afirmar que nueva-
mente es de naturaleza distónica, aunque en esta ocasión es, a su
vez, desestabilizadora, no disruptiva. Terminada la guerra,
Roberto vuelve a su casa para seguir con su vida normalmente,
sin presentar signos de disfunción psicológica (no obstante,
podríamos afirmar que lo disruptivo estaría del lado de la muerte
de su padre, generando disfunciones como la falta de confianza
en las otras personas o la precariedad de sus relaciones
interpersonales, especialmente las amorosas). La Guerra, el
fenómeno fáctico, debe su causa a la intervención humana
voluntaria, lo que implica una complejidad propia, ya que
proviene del entorno social, generando sentimientos/pensamien-
tos tales como que el país le falló al mandarlo a combatir contra
soldados que los superaban en cantidad y en nivel de instrucción.
Por ende, la cualidad del evento es previsible. Pensándolo en el
escenario alternativo, ubicando el trauma en la muerte de su
padre, esto sería por fenómenos naturales accidentales de
cualidad sorpresiva.
La situación C es distónica, disruptiva —al nivel de conmoción
psíquica que lleva a la muerte—, por intervención humana
accidental, en el sentido de que los redactores de L’Unità no eran

81
Crisopeya

conscientes de que la elección de esa fotografía generaría el


efecto que, de hecho, ocasionó. La cualidad del evento es
sorpresiva.
Mientras que la muerte de la novia de Jun y la noticia en el
periódico fueron situaciones disruptivas por evento, se
produjeron en un período determinado de tiempo, generando un
impacto extraño e inesperado en la persona. La situación de
Roberto en la guerra fue una situación disruptiva por entorno,
dada por un proceso prolongado, adquiriendo una cierta sintonía
con la persona. Desde la entrada al servicio militar obligatorio
hasta el momento del comienzo de los conflictos con Inglaterra,
Roberto era consciente de que un enfrentamiento bélico era
posible, ante la confirmación del mismo, fue avisado y trasladado,
no fue sorpresivo.
Si tenemos en cuenta la diferencia entre las situaciones
problemáticas y las disruptivas, tanto la situación A, C y B
alternativa —que ubica el comienzo de lo traumático en la muerte
del padre— serían disruptivas, pues impactan en el psiquismo
generando efectos desestabilizadores (la mudanza repentina al
otro lado del Planeta, la muerte y la reserva extrema en las
relaciones interpersonales). Sin embargo, la situación B original
sería problemática, ya que contraría la voluntad de Roberto al
situarlo en un conflicto bélico, pero no se dan indicios de que esto
generara efectos desestabilizadores.

82
N.° 9, año II, marzo 13/22

Esto puede justificarse a partir del concepto de vivencia, la cual se


explica desde la articulación de lo psíquico y lo fáctico. La
situación de guerra no generaría los mismos efectos en todos los
soldados. El núcleo de lo traumático es la vivencia y no la
situación que lo desencadena, en consecuencia, no es adecuado
hablar de situaciones traumáticas, sino de vivencias traumáticas.
La distinción esbozada en el párrafo anterior es meramente
pedagógica/teórica, pero los autores plantean que nunca se
presentan estas situaciones de forma pura, sino en una
combinación de ambas. Siguiendo esta línea de pensamiento, no
me atrevo a pensar que la participación de Roberto en la guerra
carezca de matices disruptivos. Estos se identifican con mayor
claridad en las situaciones que conciernen a Jun y a su padre;
también en la otra situación que lo envuelve a él, la muerte de su
padre; así como en la muerte de su madre, a quien, si bien nunca
conoció, visita asiduamente en el cementerio presentando
obsequios, como en una suerte de altar a su memoria.
En estos tres personajes podemos apreciar tres tipos distintos
de psiquización por medio de la cual se transforma o traduce los
fenómenos fácticos perceptuales en psíquicos. En Roberto se da
un proceso de introyección en el cual lo fáctico externo es tomado
de forma activa por el psiquismo, pues este asimila la situación de
guerra. En Jun se da un proceso de incorporación por el cual le
cuesta elaborar y metabolizar lo fáctico, la muerte de su novia,

83
Crisopeya

pero finalmente puede hacerlo. Y en el padre de Roberto se da


una incrustación en la que el psiquismo permanece pasivo ante el
impacto del fenómeno fáctico, no pudiendo metabolizarlo de
forma adecuada, llevando a la consecuencia más extrema: la
muerte.
Benyakar y Lezica teorizan sobre el vivenciar y la vivencia, y
postulan que los humanos pasan por distintas —se podría decir
que infinitas— vivencias, que conforman un entramado. En ese
sentido, la función articuladora es un proceso continuo en el cual
los otros cometabolizadores tienen un rol fundamental. A este
proceso articulador es al que se lo denomina vivenciar. Para
comprender el vivenciar se indaga sobre qué pasa con los
vínculos que se dan entre las diferentes vivencias, sobre todo los
de las vivencias de la primera infancia, que son las que se
conforman en los períodos de la organización psíquica. Aquí es
pertinente hacer alusión a la situación de Roberto, que perdió a
su madre en el momento de su nacimiento, pudiendo implicar
distorsiones en las vivencias de la primera infancia y, por ende,
en la organización psíquica. Este personaje presenta a su vez
dificultades en la función articuladora de vivencias, pues vive una
vida casi de ermitaño con escasa interacción con los otros
cometabolizadores. Estos dos elementos no son azarosos, sino
que están relacionados. Sin embargo, no planteo una causalidad
lineal que ubique la muerte de la madre como la causa de las

84
N.° 9, año II, marzo 13/22

perturbaciones de las relaciones interpersonales de su hijo en la


adultez, pero ciertamente es un elemento relevante que, en
concordancia con otros, como la muerte de su padre, cobran
sentido.
A modo de conclusión, y tomando los aportes teóricos de
estos autores, se puede afirmar que los acontecimientos fácticos
de las tres situaciones provocaron una desarticulación entre el
afecto y la representación que dañaron o alteraron el
funcionamiento psíquico de los personajes. No obstante, lo
traumático no fueron los hechos en sí, sino la interpretación que
los sujetos tuvieron de los mismos.

85
Crisopeya

Ensayo sobre la tristeza*


Fernando González Ochoa

«EL HOMBRE DESPUÉS DEL COITO ES ANIMAL TRISTE».


Porque es la entrega de nuestra fuerza vital. Ella, mientras
estaba en nosotros, nos hacía desear; hermoseaba el universo,
pues de no ser así no desearíamos.
Entregamos la vida en potencia para la formación de otros
seres. Somos entonces la imagen del saco vacío. El organismo
queda flácido. Por eso dice la Biblia que es animal triste; es una
tristeza orgánica, de cada célula, diferente a la que causa una
emoción concreta, espiritual. ¡Los viejos de Voronoff! A la
flacidez, a los músculos vacuos, tristes, sucede la plétora, brillo e
inervación. «Es un animal triste», o sea un enervado. Eso no es
tristeza; eso lo tienen los otros animales. Verdadera tristeza no
hay sino en el hombre; el resto del cosmos es energía armoniosa.
Así, pues, don Benjamín apenas está enervado, a causa del
insomnio producido por los hombres gordos de Antioquia.

*Este ensayo hace parte del libro Viaje a pie de Fernando González Ochoa, publicado
en Medellín en 1929. (Nota de la Revista).

86
N.° 9, año II, marzo 13/22

En el universo, solo en el hombre se encuentra la irregulari-


dad y la tristeza de estar perdido, de la contradicción de sus
múltiples deseos. ¡La irregularidad! Todos los otros seres
cumplen su destino dentro de la regla inmutable y están
contentos; de todo el universo, menos del hombre, sale una
armonía que es como canto de alabanza a la suprema energía o
suprema ley que se llama Dios.
Esta observación nos ha llevado a colocar la causa de la triste-
za humana en la irregularidad del vivir del hombre; y es irregular
porque el hombre de hoy es apenas un ensayo, complicado como
todo lo que es ensayo.
Los datos del problema son estos: todo es alegre y en el hom-
bre hay tristeza; todo vive según medida y normas, menos el
hombre, que es irregular y desmedido. Debe haber una relación
de causa a efecto entre estos factores.
De esta inconformidad humana nació el misticismo, que
consiste en colocar nuestros destinos en otra existencia que
vendrá después de la muerte. Dicen los místicos: «El hombre está
triste porque la tierra no es su patria, porque aquí está
desterrado, porque aquí no es su medio ambiente». Esta es la
explicación más antigua que se ha dado de la tristeza del hombre.
Es una explicación que tiene por complemento la hipótesis de una
dualidad: cuerpo y espíritu. Este, que no forma parte del universo
corporal y visible, está llamado a satisfacerse, o sea a cumplir su

87
Crisopeya

fin, en otra existencia, cuando abandone su unión con el cuerpo.


Tenemos así que, según esta explicación, la tristeza, ese
fenómeno humano, proviene de la incompatibilidad del espíritu y
del mundo material; no es otra cosa que la inadaptabilidad del
hombre al medio impropio en que vive transitoriamente.
De aquí el concepto de Job: «Guerra es la vida del hombre so-
bre la tierra»; y de aquí el método místico de contradecir el
cuerpo y de hipertrofiar una sola idea y un solo deseo: la idea y el
deseo de Dios.
Nuestra hipótesis para explicar la tristeza del hombre es que
somos un ser nuevo en el universo; y como ser nuevo, imperfecto
y complicadísimo en su funcionamiento, como el primer telar que
se inventó. ¡Cómo se enredaban y se contradecían las múltiples
partes de ese primer telar!
Somos un ser nuevo. Esta extraña modalidad de la materia
que llamamos espíritu aún no ha aprendido a vivir, a obrar; desea
contradicciones; no sabe de dónde viene ni para dónde va y se
admira al ver que posee ese don raro de volver sobre sí misma. En
fin, esta es una hipótesis que si la continuamos puede dañar este
libro. ¿Quién puede soportar hoy la seriedad de un tratado de
metafísica, por más que tenga su origen en la consecución de un
caballo manso?

88
N.° 9, año II, marzo 13/22

Fernando González en el Nevado del Ruiz


(Fernando González at the Nevado del Ruiz), 1929.

89
Crisopeya

Essay on sadness*
Fernando González Ochoa
translated into English by
Alejandro Rivera

“MAN AFTER COITUS IS A SAD ANIMAL”.


Because it’s the conveyance of our vital force. The former,
while being inside us, made us desire; it embellished the universe,
for otherwise we would not desire at all.
We give the potential life for the shaping of other beings. We
are by then the picture of an empty bag. The organism stays
flaccid. That is why the Bible says he is a sad animal; it is an
organic sadness, of each cell, different to the one which causes a
concrete, spiritual emotion. Oh, Voronoff’s elders! To flaccidity,
to vacuous, sad, muscles there comes plethora, brightness and
innervation. “He is a sad animal”: that is, an enervated one. That’s
not sadness; that’s what other animals have. True sadness there is
none but within man; the rest of the cosmos is harmonious
energy. Hence, Mr. Benjamín is just enervated, due to the
sleeplessness produced by the fat men in Antioquia.

*Spanish title: Ensayo acerca de la tristeza. This essay forms part of the book Viaje a
pie, (Journey on foot), by Fernando González Ochoa, published in Medellín in 1929.
(Translator’s Note).

90
N.° 9, año II, marzo 13/22

In the universe, only in man can be found the irregularity and


sadness of being lost, of the contradiction of his countless desires.
Irregularity! Every other being fulfills its destiny inside the
immutable rule and is well pleased; out of the whole universe,
except for man, comes up a harmony that is like a hymn of praise
to the supreme energy or supreme law called God.
This observation has made us place the cause of human sad-
ness in the irregularity of man’s living; and it is irregular because
man today is barely an assay, complicated as everything that’s an
assay.
The problem’s data are as follows: everything is cheerful and
in man there is sadness; everything lives according to some rules
and proportions, except man, who is irregular and
disproportionate. There must be some cause-and-effect
relationship between these factors.
Out of this human nonconformity was mysticism born, which
entails putting our destinies in another existence that shall come
after death. Mystics say: “Man is sad because Earth is not his
homeland, for he is banished here, for his environment is not
here”. This is the most ancient explanation that has been given to
man’s sadness. It’s an explanation that has, as a complement, one
duality’s hypothesis: body and soul. The latter, not making up the
bodily, visible universe, is called to satisfy, or rather fulfill its
purpose in another existence, when it abandons its bond with

91
Crisopeya

the body. Thus, we get that according to this explanation,


sadness, this human phenomenon, comes out of the
incompatibility of the spiritual and material worlds; it is nothing
but the inadaptability of man to the alien milieu where he is
transitory dwelling.
From here the concept of Job: “War is the life of man upon the
earth”; and from here the mystical method of contradicting the
body and hypertrophying a single idea and a single desire: God’s
idea and desire.
Our hypothesis to explain man’s sadness is that we are a new
being in the universe; and as a new being, imperfect and much
complicated in its functioning, just like the first loom ever
invented. Oh, how they messed up and contradicted each other,
the multiple parts of that first loom!
We are a new being. This strange modality of matter which we
call spirit has not learned yet how to live, how to act; it desires
contradictions; it doesn’t know whence it comes nor where it’s
going, and it is amazed after seeing how it owns that bizarre gift
of addressing itself. All in all, this is a hypothesis that, if
continued, might spoil this book. Who could bear the seriousness
of a treaty on metaphysics nowadays, however much it had its
origin in the acquisition of a docile horse?

92
N.° 9, año II, marzo 13/22
N.° 9, año II, marzo 13/22

Hoquet*
Léon-Gontran Damas

Pour Vashti et Mercer Cook

Et j’ai beau avaler sept gorgées d’eau


trois à quatre fois par vingt-quatre heures
me revient mon enfance
dans un hoquet secouant
mon instinct tel le flic le voyou

Désastre
parlez-moi du désastre
parlez-m’en

Ma mère voulant d’un fils très bonnes manières à table

Les mains sur la table


le pain ne se coupe pas
le pain se rompt
le pain ne se gaspille pas
le pain de Dieu
le pain de la sueur du front de votre Père
le pain du pain

*La traducción al español se publicó en este mismo número en las páginas 38-42.
(Nota de la Revista).

94
Crisopeya

Un os se mange avec mesure et discrétion


un estomac doit être sociable
et tout estomac sociable
se passe de rots
une fourchette n’est pas un cure-dents
défense de se moucher
au su
au vu de tout le monde
et puis tenez-vous droit
un nez bien élevé
ne balaye pas l’assiette
Et puis et puis
et puis au nom du Père
du Fils
du Saint-Esprit
à la fin de chaque repas
Et puis et puis
et puis désastre
parlez-moi du désastre
parlez-m’en

Ma mère voulant un fils mémorandum

Si votre leçon d’histoire n’est pas sue


vous n’irez pas à la messe
dimanche
avec vos effets des dimanches

95
N.° 9, año II, marzo 13/22

Cet enfant sera la honte de notre nom


cet enfant sera notre nom de Dieu
Taisez-vous
vous ai-je dit ou non qu’il vous fallait parler français
le français de France
le français du français
le français français

Désastre
parlez-moi du désastre
parlez-m’en

Ma Mère voulant d’un fils


fils de sa mère

Vous n’avez pas salué voisine


encore vos chaussures de sales
et que je vous y reprenne dans la rue
sur l’herbe ou la Savane
à l’ombre du Monument aux Morts
à jouer
à vous ébattre avec Untel
avec Untel qui n’a pas reçu le baptême

Désastre
parlez-moi du désastre
parlez-m’en

96
Crisopeya

Ma Mère voulant d’un fils très do


très ré
très mi
très fa
très sol
très la
très si
très do
ré-mi-fa
sol-la-si
do

Il m’est revenu que vous n’étiez encore pas


à votre leçon de vi-o-lon
Un banjo
vous dites un banjo
comment dites-vous
un banjo
vous dîtes bien
un banjo
Non monsieur
Vous saurez qu’on ne souffre chez nous
ni ban
ni jo
ni gui
ni tare
les mulâtres ne font pas ça
laissez donc ça aux nègres
97
N.° 9, año II, marzo 13/22

Léon-Gontran Dama en 1972.

Léon-Gontran Damas (1912-1978) nace en Cayena, Guayana Francesa.


Es, junto a Aimé Césaire y Léopold Sédar Senghor, uno de los
fundadores de la corriente francófona de la Negritud. Los tres
publican, en 1935, la revista L’Étudiant Noir, que sirve de base literaria
para la gestación y el desarrollo de dicho movimiento. Su primer
poemario, Pigments (1937), encontró una recepción muy entusiasta por
parte del medio literario francés. Como anticolonialista, antimilitarista
y antifascista, recorrió África, Francia, Estados Unidos, Latinoamérica y
el Caribe. De 1964 a 1969 trabaja como investigador en la UNESCO, y
llega a convertirse en editor de la revista Présence Africaine, de la
misma organización. Muere en Washington, siendo profesor de la
Universidad de Harvard y embajador de la Negritud y el Caribe
francófono.

98
Página intencionalmente en blanco
Nemo legit,
hic et nunc
Crisopeya

AMALGAMA

¡Haz parte del Equipo Crisopeya 2022!

Crisopeya, revista de Arte y Literatura, de circulación digital y


publicación mensual, invita a todas las mujeres mayores de
edad, sin restricción por nacionalidad o residencia, a participar
en esta nueva convocatoria para hacer parte del Equipo de
trabajo de Crisopeya.
Esta convocatoria, dirigida únicamente a mujeres, busca
ampliar el Equipo en las áreas de: Corrección y Edición de
textos, Ilustración, Traducción, Diseño Gráfico y Publicidad.
Para postularse a una o más áreas solo debe llenar el
formulario relacionado más adelante.
El formulario está habilitado desde el DOMINGO 13 de
FEBRERO a las 13h COT y lo estará hasta el MIÉRCOLES 13 de
ABRIL a las 23:59h COT.

Revista Crisopeya.

101
N.° 9, año II, marzo 13/22

Aclaraciones

1. La revista Crisopeya es un proyecto cultural sin ánimo de lucro.


2. La Revista no recibe financiación alguna por parte de terceros.
3. Crisopeya no ofrece ningún tipo de pago con valor monetario a
sus miembros y colaboradores.
4. La revista Crisopeya no tiene ningún tipo de filiación con
universidades, empresas, grupos o movimientos.
5. La postulación de su candidatura a través de este formulario no
garantiza su ingreso al equipo de Crisopeya.
6. De ser seleccionada es posible que tenga que realizar algún tipo
de prueba para nosotros conocer mejor sus habilidades, así como
enfrentarse a una pequeña entrevista.
7. El formulario estará habilitado hasta el MIÉRCOLES 13 de
ABRIL a las 23:59h COT. Finalizado el plazo se cerrará
automáticamente.
8. Una vez cierre la convocatoria la Revista procederá a
seleccionar a las candidatas y, en su debido momento, se
comunicará con todas ellas.
9. Todas las mujeres que se hayan postulado recibirán un
mensaje. Sea para indicarles acciones futuras o para informarles
que su candidatura ha sido rechazada.

102
Crisopeya

9. Todas las mujeres que se hayan postulado recibirán un


mensaje. Sea para indicarles acciones futuras o para
informarles que su candidatura ha sido rechazada.
10. Información más detallada sobre cada labor será entregada
solo a las seleccionadas.
11. En cualquier momento podrá retirar su candidatura. De ser
así, deberá informarlo al correo de la revista:
revistacrisopeya@gmail.com.
12. Se recomienda encarecidamente registrarse con su correo
personal.
13. La afinidad que sienta hacia Crisopeya, los objetivos, metas y
valores que comparta con ella, será tenida muy en cuenta.

103
N.° 9, año II, marzo 13/22

Enlace al formulario
de postulación

https://forms.gle/Rd
gnNdmQA83tBnpT9

104
Sígannos en nuestras redes sociales para conocer
más de la Revista y su quehacer cultural. Así como
para saber detalles de este noveno número.

@crisopeya.arte

@crisopeya_arte

Crisopeya: revista de Arte y Literatura

u/RevistaCrisopeya

revistacrisopeya@gmail.com

my.bio/revistacrisopeya
NÚMEROS
Ahora puedes encontrar todos los números
publicados por Crisopeya en un solo enlace.
Ingresa a este enlace o escanea el código.

Now you can find all the issues published by


Crisopeya in a single link. Enter this link or
scan the code.

Vous pouvez désormais retrouver tous les


numéros publiés par Crisopeya en un seul
lien. Entrez ce lien ou scannez le code.

Jetzt können Sie alle von Crisopeya


veröffentlichten Ausgaben unter einem
einzigen Link finden. Geben Sie diesen
Link ein oder scannen Sie den Code.

my.bio/revistacrisopeya

También podría gustarte