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"Lugares Encantados y Misterios de Lima", de Irene Corzo Buendía
"Lugares Encantados y Misterios de Lima", de Irene Corzo Buendía
Cada leyenda o mito urbano se presenta al lector de un modo muy ameno gracias a
una buena estrategia discursiva: primero se ubica el lugar de los hechos en un mapa;
se brinda una reseña histórica que explica el contexto y los sucesos que rodearon la
leyenda; luego se comparten las diversas versiones que han circulado sobre el
misterio; y, finalmente, se brindan instrucciones al lector para que pueda hacer su
propio recorrido por estos lugares encantados. Cada capítulo está dividido en
secciones cortas y fáciles de leer, encabezados por unos subtítulos muy
sugerentes. Además, cada texto se encuentra acompañado por fotografías de
Carlos Cárdenas y dibujos muy expresivos de Miguel Det y Javier Quijano. Todo
esto contribuye a cierta atmósfera de realismo mágico que puede inquietar al
lector.
Conocer la historia detrás de cada mito urbano suele aportar mucho para entender
nuestra idiosincrasia. Por ejemplo, una leyenda muy emblemática es “La piedra
horadada o la piedra del Diablo” (p. 65) la cual busca explicar el peculiar orificio que
aún se puede encontrar en una enorme piedra que emerge del suelo entre las calles
Peña Horadada y la calle Suspiro en Barrios Altos. La versión más difundida fue
recogida por Ricardo Palma en una de sus tradiciones, según la cual el Diablo se
encontraba haciendo de las suyas por las calles señaladas, hasta que de repente se
encuentra acorralado entre dos procesiones religiosas. Era tal el fervor de los
creyentes que al Diablo no le quedó otra más que huir atravesando la piedra,
dejando un misterioso orificio en medio. Muchos aún comentan, hasta el día de hoy,
que el Diablo suele salir por ese agujero para asustar y causar muertes en la
Maternidad de Lima o suicidios en la casona El Buque. Algunos todavía escuchan
fuertes golpes que provienen del subsuelo.
Diversos estudios han comprobado que esta piedra en realidad es de origen incaico
y que incluso funciona como un marcador astronómico. En este sentido, la versión
recogida por Ricardo Palma podría responder a intereses de la Colonia en la cual
todo lo relacionado a las divinidades andinas era presentado como algo diabólico.
Así como esta historia de origen colonial, también podemos encontrar en el libro de
Irene Corzo casos más recientes como el de la Casa Matusita (p. 23). A muchos
lectores de seguro les sorprenderá saber qué tanto de cierto y falso rodea a esta
leyenda urbana que aún está vigente desde los años sesenta. También se presentan
las investigaciones en torno a los espectros de lo que fue el Colegio Militar Leoncio
Prado (p. 91). A los más escépticos les sorprenderán los testimonios que dan cuenta
de la existencia de un “cadete fantasma” que hacía guardia durante las noches en los
pabellones más fríos y oscuros del colegio. Algunos sufrirán la tentación de
reconocer en la historia de este cadete a Ricardo Arana “El Esclavo” de La ciudad y
los perros de Mario Vargas Llosa.