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EWALD LIBIS WANDERSLEBEN

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CONTENIDO

Pág.

INTRODUCCIÓN ----------------------------------------------------- 7

Parte I
EL NOMBRE DEL PADRE

1. EL NOMBRE ------------------------------------------------------- 13
2. EL TETRAGRÁMATON ------------------------------------------ 17
3. NOMBRE Y TETRAGRÁMATON JUNTOS ------------------ 21
4. EL PADRE CELESTIAL------------------------------------------- 23
5. ¿QUÉ SIGNIFICA CONOCER EL NOMBRE? ---------------- 25

Parte II
EL NOMBRE DEL HIJO

6. ORIGEN DEL NOMBRE ----------------------------------------- 31


7. DOS FORMAS DE EXPRESARLO ----------------------------- 33
8. EL CÓDIGO OCULTO EN LA ESCRITURA ----------------- 35
9. OTRAS EVIDENCIAS ------------------------------------------- 39
10. EL NOMBRE ASOCIADO CON EL CANDELERO --------- 41

CONCLUSIONES ----------------------------------------------------- 43

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INTRODUCCIÓN
Muchos agrupaciones judíos mesiánicas insertas dentro de lo
que se conoce como “el movimiento de la restauración”,
afirman conocer la pronunciación del nombre del Eterno el
cual lo relacionan con el sagrado Tetragrámaton, en
hebreo (YHWH), que son las cuatro letras hebreas
que se pronuncian de derecha a izquierda como Yod–He–
Vav–He. Cada uno de estos grupos ha propuesto su
exclusiva fonética para el sagrado Tetragrámaton entre las
cuales tenemos: Yejová, Yajváh, Yajuéh, Yahowah, Yahu,
Yehú, Yehweh, Yeve, Yihweh, Yijwah, Yaohu-ul, Yavael,
etc. Entre estos movimientos de restauración, están los
llamados yahwistas, algunos de los cuales declaran que el
Nombre del Eterno se pronuncia Yáhweh pero hay otros que
los desmienten señalando que la verdadera fonética sería
Yahwéh. Por supuesto que también están las
denominaciones tradicionales cristianas que sin mayores
cuestionamientos señalan que el nombre del Eterno sería
Jehová.

Por otra parte, algo parecido sucede con el Nombre del Hijo
de Dios. Entre los diferentes credos cristianos es conocido
por todos el nombre Jesús. Pero entre los grupos de la
restauración algunos dicen que es Yahshua o Yahshúa, otros
dicen que el nombre es Yahoshúa o Yeshoshúa y aún otros
declaran que es Yeshúa. Se deduce que detrás de toda esta
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amplia gama de opiniones se hace muy difícil para el
buscador de la verdad descubrir quién es el que tiene la
verdadera razón.

De modo que, hoy en día hay mucha confusión y


controversia respecto fundamentalmente a la pronunciación
de los nombres sagrados tanto del Padre como del Hijo.

Toda esta confusión respecto de los nombres sagrados tiene


su raíz de origen en el primer siglo, donde la incredulidad y
el rechazo por parte del judaísmo talmúdico y rabínico llevó
al rechazo de tres aspectos claves que fueron: (1) El Mesías;
(2) La restauración del verdadero Israel predicha por los
profetas, cuando el día de pentecostés la presencia divina
volvió a habitar en su templo santo (la Iglesia o Israel
espiritual). Esto es lo que se conoce como “la futura gloria
de Sión” (véase Isaías 60); y (3) la inauguración del Reino
de los Cielos. Tres aspectos que se originaron y fueron
cumplidos en la primera venida del Mesías. Además, con la
primera venida se inicio la era mesiánica, aspectos claves
que muy pocos han reconocido porque lo ven solo como
algo futuro y no como algo ya presente.

Así, muchos grupos religiosos al no reconocer lo que es la


auténtica restauración del verdadero Israel que comenzó el
día de Pentecostés, y en el cual la presencia divina fue
restaurada y comenzó a habitar definitivamente en los
escogidos, creen que ahora, en nuestra época, supuestamente
habría llegado el momento de la “restauración (parcial) del
tabernáculo caído de David” y que ésta sólo se llevará a
cabo de manera completa con el regreso del Mesías, evento
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en que ocurrirá la supuesta restauración de Israel y la
instauración de una era dorada conocida como el milenio.

Los que se adhieren a esta falaz teoría creen en una doctrina


de la restauración física de varias cosas: la tierra prometida,
del templo de Jerusalén y todo el sistema de sacrificios de
animales, la restauración del Israel material, del idioma
hebreo, del nombre hebreo de las personas que ingresan al
pueblo de Dios, y por cierto, la restauración de los nombres
sagrados del Padre y del Hijo, etc., sin embargo, este
“tabernáculo caído de David” ya fue levantado en la
primera venida del Mesías.

Considerando lo anterior, a través de este estudio, queremos


que nuestro apreciado lector llegue a una genuina
comprensión respecto de este tema. Pero al mismo tiempo,
este trabajo es ajeno o todo intento por generar doctrina
desde los estrechos márgenes del dogmatismo sectario y
limitado. En este estudio queremos revelar a la luz de las
Sagradas Escrituras cuales son los verdaderos nombres
sagrados tanto del Padre como del Hijo.

Esperamos que este trabajo sea de bendición para todos


aquellos que posean el espíritu de un verdadero buscador de
la verdad.

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PARTE I

EL NOMBRE
DEL PADRE

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1. EL NOMBRE
Para conocer el verdadero Nombre del Eterno debemos
llegar a una profunda comprensión para poder hacer una
clara distinción entre lo que es Su Nombre y lo que es su
significado, aspecto que muchos han pasado por alto, y de
ahí viene toda la confusión y toda la amplia gama de
opiniones y controversia al respecto.

En el libro del Éxodo se encuentra el revelador relato del


incidente que tuvo Moisés con la voz divina que salía de una
zarza ardiendo la cual le ordenaba ir a Egipto para liberar a
los israelitas de la esclavitud. Moisés le pregunto a la voz
divina que quien era aquel que lo estaba enviando. Veamos
este pasaje clave en Éxodo 3:14 pero comenzando en el
versículo 13, lo mostraremos primero en hebreo y luego su
traducción al español.

12
“Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de
Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado
a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?,
¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés:
YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los
hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros”

He aquí la clave maestra para descubrir el verdadero Nombre


del Dios: el testimonio de la propia Escritura nos está
señalando que el Nombre del Eterno es “Yo Soy el que Soy”
(su fonética es “Ehié asher Ehié”).

Es muy interesante señalar que la frase hebrea ‫אהיה אשר‬


‫“( אהיה‬YO SOY EL QUE SOY”) en gematría hebrea nos da
un valor numérico 543; lo curioso y revelador es que el
nombre hebreo ‫“( ֹמֶׁשה‬Moisés”) nos da un valor numérico de
13
345, o sea, el mismo código numeral pero invertido. De
modo que, si se observa con atención MOISÉS frente al YO
SOY vendría siendo su imagen o reflejo especular.

Esto es revelador, y nos está señalando que el verdadero


nombre del Eterno es “Yo Soy”, y este nombre está grabado
y sosteniendo todo lo que existe y por supuesto a cada ser
humano. El Yo Soy es la chispa divina, el espíritu que porta
cada persona, pero en la mayoría de los casos el pecado ha
hecho que el ego material se separe de esta identidad real
que cada uno de nosotros porta. Y no solamente los seres
humanos, sino todo lo que existe: minerales, vegetales,
animales, dioses, etc.

El nombre dado a Moisés “YO SOY EL QUE SOY” o


“YO SOY” nos habla de un presente continuo que está
íntimamente relacionado con el concepto de eternidad y no
de tiempo (éste último se manifiesta en dos polos: el pasado
y el futuro). Así por ejemplo el hombre natural es un
prisionero del tiempo porque nunca está en el presente
continuo, mentalmente siempre está, en el pasado o en el
futuro, nunca en el presente aunque ingenuamente crea que
sí. El presente real es el hilo conductor con la eternidad. Y
por eso, el Nombre del Eterno “YO SOY EL QUE SOY” o
“YO SOY” lo vincula en forma muy precisa con la eternidad
que está más allá del espacio, del tiempo, de la energía y del
movimiento.

Hay algunos estudiosos que desconociendo esto han querido


corregir esta traducción señalando que la verdadera
traducción del hebreo al español es “Seré quien Seré” o
14
“Seré el que Seré” pero aunque gramaticalmente es
permisible esta traducción, este Nombre estaría anclado más
bien al tiempo (futuro) que a la eternidad. Pero esto se
resuelve sabiendo que en hebreo “EHIÉ”, puede traducirse
tanto como “SERÉ” o como “SOY”. De modo que, la
traducción más correcta de la frase hebrea “EHIÉ ASHER
EHIÉ” es como hemos dicho “YO SOY EL QUE SOY”. Sin
embargo, si se admite el término “Seré” éste debe entenderse
en el sentido de que El Eterno ES y SEGUIRÁ SIENDO (lo
que es no puede dejar de ser) para que el que la usa no quede
como Dios, porque el Todopoderoso es el único que es
eterno, infinito y real y nadie más que ÉL lo es. Así, la frase
podría ser traducida al español también así: “Yo soy el que
soy y seré”. Y ejemplificándolo podríamos decir que, el
supremo Creador que hizo la promesa respecto a la
descendencia de Abraham es el Dios que es y que seguirá
siendo eternamente.

El “YO SOY” es el que escuchó y obedeció Moisés. Y es


precisamente a quien también nosotros debemos escuchar y
obedecer. Nuestro ESPÍRITU o YO SOY es precisamente la
presencia individualizada de Dios en nosotros y como tal
ésta sagrada presencia es vida, inteligencia, amor, verdad y
perfección en grado máximo que no peca, no lucha, no
envejece, no teme, no tiene carencias ni muere, porque es la
presencia eterna de Dios mismo en nosotros. De modo que,
el Yo Soy es el sagrado nombre de la Deidad del que emana
la corriente de chispa divina en cada uno de nosotros.

Del Eterno Dios la Escritura ha revelado:

15
“…el único que tiene inmortalidad, que habita en luz
inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha
visto ni puede ver, al cual sea la honra y el
imperio sempiterno. Amén”
(1º Timoteo 6: 16)

2. EL TETRAGRÁMATON
Muchos hebraístas se han puesto de acuerdo en
señalar que la pronunciación más probable del
sagrado Tetragrámaton (YHWH) es Yahwéh, sin embargo,
realmente su verdadera pronunciación, desapareció por un
mal entendimiento del tercer mandamiento que prohíbe
usarlo en vano, y que derivó, por tradición, a tener un
excesivo respeto por parte de los hebreos en no pronunciar el
nombre de Dios. Siglos de desuso y por la costumbre hebrea
de no colocar vocales en su forma escrita, muy
probablemente generaron que la pronunciación exacta se
haya perdido.

Las cuatro letras sagradas que forman el sagrado


Tetragrámaton junto con las vocales posibles pueden

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generan cientos de fonéticas diferentes. De modo que, es
prácticamente imposible conocer cual fue en el pasado la
verdadera fonética de estas cuatro letras sagradas.

Generalmente se cree que las cuatro letras hebreas


corresponden al Nombre del Creador, a veces
aparece en la forma abreviada (YH) que es la
simplificación hebrea del mismo Tetragrámaton utilizando la
primera y última letra (y no la primera y segunda letra que es
lo que comúnmente se cree), esto sucede especialmente en el
libro de los Salmos; sin embargo, las cuatro letras sagradas
hebreas si bien es cierto están relacionadas con el Nombre de
Dios, en realidad no corresponden a su Nombre sino al
código divino que nos revela el significado o explicación de
su Nombre.

Acerca del significado del Tetragrámaton, se trataría de una


combinación de las formas de pasado (‫היה‬: era), presente (
‫הוה‬: es) y futuro (‫היהי‬: será) de la raíz del verbo SER que es
exclusivo del Creador porque el SER en términos absolutos
es auto-realidad ilimitada sin principio ni fin, lo que indica
que ÉL SOLO ES, todo lo demás no es, pues tiene su raíz de
origen en ÉL. Por lo tanto, el Eterno es la causa de todo lo
que existe en la creación. Por lo tanto, las cuatro letras
hebreas que forman el Tetragrámaton forman el acróstico de
era, es y será, que Dios utiliza para referirse a sí mismo
como «el que era, el que es, y el que siempre será », o sea,
“El Eterno”. Este acróstico formado por las cuatro letras no
debería tener pronunciación, pero si alguna vez la tuvo,
como comúnmente se cree, en realidad ello no sería lo
verdaderamente relevante, porque, reiteramos, lo relevante
17
es su significado y no su pronunciación. Por eso el Eterno a
través del Mesías habla y se manifiesta en los siguientes
términos:

“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice Yhwh, el


que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”
(Apocalipsis 1: 8)

El pasaje de Filipenses 2: 9-11 es muy revelador, hablando


del Mesías dice: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo
sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para
que en el nombre de Yeshúa se doble toda rodilla de los que
están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y
toda lengua confiese que Yeshúa el Mesías es el Soberano,
para gloria de Dios Padre”. Esto no quiere decir que el
Eterno le dio un nombre al Mesías sino que le confirió o le
encargo Su Nombre, es decir, el nombre que es sobre todo
nombre: EHIÉ (SOY). El Padre le confirió Su Nombre para
que en el nombre de Yeshúa el Mesías se postren todos,
porque en el Mesías está el Creador, la revelación, la
autoridad, la salvación y la presencia del Todopoderoso. Y
cuando la persona acude al Mesías tiene la entrada al Padre.

De modo que, la realidad de la Deidad está indisolublemente


ligada a la eternidad y no a la temporalidad existencial de
cualquier tipo de creación. Dios o el Eterno Y Todopoderoso
ES y todo lo demás parece ser pero en realidad no es.

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3. NOMBRE Y TETRAGRÁMATON
JUNTOS
Ahora vamos a analizar brevemente en la Escritura unos
pocos pasajes donde el Nombre de Dios (“Yo Soy”) y el
Tetragrámaton (“El Eterno”) que es el significado del
nombre aparecen juntos.

Comenzaremos con la siguiente frase de la Escritura


proveniente del libro de Éxodo:

“Yo soy Yhwh tu Dios …”


(Exodo 20: 2)
20
Esta frase traducida al español nos señala:

1. El Nombre de Dios: “Yo Soy”.


2. El Tetragrámaton (Yhwh) que expresan el significado
del Nombre que es: “El Eterno”.

De modo que, la frase puede ser traducida y pronunciada al


español como sigue:

“Yo soy el Eterno tu Dios…”

Algunos consideran que el término “Dios” no es el más


adecuado y que en hebreo quedaría mejor expuesto como
“Todopoderoso”, además el Tetragrámaton puede ser
traducido también como “el que era, es y será”. De modo
que, la frase citada podría también ser traducida como:

“Yo soy el que era es y será tu Todopoderoso”

Veamos dos ejemplos más donde la Escritura utiliza tanto el


Nombre de la Deidad como su significado (explicación
sintética del Nombre).

“Porque yo soy Yhwh vuestro Dios”


(Levítico 11: 44a)

“Para que supierais que yo soy Yhwh vuestro Dios”


(Deuteronomio 29:6b)

21
Como explicamos, en ambos casos la frase a considerar “…
yo soy Yhwh vuestro Dios” podría ser traducida
correctamente como: “…yo soy el Eterno (el que era, es y
será) vuestro Dios (Todopoderoso)”.

4. EL PADRE CELESTIAL
Debemos darnos cuenta que en el Nuevo Testamento no hay
ninguna controversia respecto a la pronunciación del nombre
de Dios. De los apóstoles no leemos la más mínima
referencia de discusión respecto a la fonética del Nombre del
Eterno. Esta controversia sólo surge con el movimiento ya

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señalado de la restauración desde mediados del siglo 20, en
donde aparecen gradualmente una serie de grupos judío
mesiánicos que dicen tener la verdadera pronunciación del
Tetragrámaton al cual consideran como el Nombre de Dios
pero cuyas posiciones son contrarias unos con otros y no
logran ponerse de acuerdo.

En contraposición con el párrafo anterior, debemos


comprender que en ninguna parte de la Escritura aparece que
el Mesías se haya dirigido al Eterno utilizando alguna
fonética específica, sino que simplemente se dirigía al Eterno
como su Padre. Y es también lo que nosotros debemos hacer.
En Mateo 6:9-13, el Mesías enseña a orar a sus discípulos y
simplemente señala que al Eterno debemos dirigirnos como
nuestro Padre.

Por lo tanto, la comunicación del devoto del Eterno para ser


efectiva no está condicionada con una pronunciación
específica o clave fonética del Tetragrámaton que como
hemos visto es sólo el significado del Nombre de Dios y no
Su Nombre. En todo caso, si obedeciera a la pronunciación
de Su Nombre, éste como hemos visto sería en hebreo
“EHIÉ” (“YO SOY”). Sin embargo, queda patente por lo
enseñado por el propio Hijo de Dios que al Eterno nuestro
Dios nos debemos dirigir en forma estrecha e íntima
simplemente como nuestro Padre. Lo importante no es
conocer y pronunciar la fonética de ningún mantram o
fórmula lingüística secreta sino esencialmente hacer justicia,
ejercer misericordia y tener siempre una actitud humilde ante
el Eterno Todopoderoso (Miq.6:8).

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Por lo tanto, las frases “conocer” o “invocar” el Nombre del
Eterno que aparece en algunos pasajes de la Escritura, deben
tener necesariamente un significado distinto al de saber la
verdadera fonética del Tetragrámaton que es lo que los
grupos asociados con el movimiento de la restauración
generalmente afirman.

Por eso en el próximo capítulo vamos a analizar brevemente


esta cuestión.

5. ¿QUÉ SIGNIFICA CONOCER EL


NOMBRE?

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¿Qué significa invocar o conocer el Nombre de Dios?

En la Escritura hay pasajes que hablan de conocer e invocar


el Nombre de Dios. Veamos al respecto sólo unas cuantas
referencias en la Escritura. Ya desde Génesis en el Antiguo
Testamento tenemos el siguiente pasaje: “Y a Set también le
nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los
hombres comenzaron a invocar el nombre de Yhwh”
(Génesis 4:26). “Y todo aquel que invocare el nombre de
Yhwh será salvo…” (Joel 2: 32a). También en el Nuevo
Testamento el propio Mesías declaró: “He manifestado tu
nombre a los hombres que del mundo me diste…Y ya no
estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a
ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu
nombre, para que sean uno, así como nosotros…Y les he
dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para
que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en
ellos” (Juan 17: 6, 11, 26).

Cuando se habla en la cultura hebrea y en la Escritura de


“invocar”, “conocer” y “manifestar” el NOMBRE del
Eterno no se está refiriendo a una fonética específica que se
pronuncia sino que se está haciendo referencia a todo lo que
Su Nombre representa o significa, como algo que está más
allá de nuestra comprensión y que es eterno, infinito,
omnipotente, omnisapiente, omnipresente y real, y que por lo
tanto tiene la autoridad y la soberanía absolutas y no puede
asemejarse ni puede compararse con nada de carácter
creacional. Y este Nombre, que es sobre todo nombre, debe
estar grabado y debe expresarse o manifestarse
vivencialmente en cada uno de los santos escogidos de Dios.
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Los elegidos están llamados a manifestar al Eterno (Su
Nombre) en cada aspecto de la vida.

En el pasaje citado del profeta Joel que señala que, el que


invocaré el nombre de Yhwh será salvo, no se puede estar
refiriendo a la fonética de Yhwh porque en el Nuevo
Testamento se afirma que es a través del nombre del Mesías
y no del Tetragrámaton como el hombre puede alcanzar
realmente la salvación (véase Hch.4:12). Por su parte, las
palabras del Mesías “he manifestado tu nombre” se refieren
a que el Hijo de Dios había reflejado la palabra, la autoridad
y el poder del Eterno Dios. Por otra parte la frase del mesías
“guárdalos en tu nombre” no tendrían ningún sentido si se
refirieran a una fonética clave, pero si cobran especial
significado cuando se comprende que “guardarlos en tu
nombre” apunta a que sean protegidos por Su autoridad o
poder. También la idea del Mesías de “dar a conocer su
nombre” quieren decir publicar o dar a conocer todo lo que
es el Eterno en cuanto a su presencia, su poder, su fuerza, su
inteligencia, su sabiduría, etc., es decir, sus cualidades y
atributos que están concentrados y representados en su
Nombre eterno “YO SOY” que representa su condición de
eternidad e infinitud, sin comienzo y sin final.

Es muy revelador el pasaje de la Escritura en el que el


Mesías señala lo siguiente: “Yeshúa les dijo: De cierto, de
cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:
58). Aquí el Mesías se está identificando totalmente con el
Nombre del Eterno Dios, que como hemos señalado es “Yo
Soy” (Ehié). Por eso el mismo Mesías declaró: “Yo y el
Padre uno somos” (Juan 10: 30).
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Y así como el Mesías, cada uno de los santos escogidos de
Dios debe llegar también a identificarse totalmente con el
Nombre del Eterno y llegar a afirmar como Yeshúa: “Mi
Padre y yo somos uno”. Esto es lo que verdaderamente
significa CONOCER Su Nombre.

El Eterno como creador absoluto está por encima de todo lo


que existe (la creación) y al mismo tiempo sostiene todo lo
existente, incluido nosotros. Por eso un verdadero siervo del
Eterno debe llegar a conocer a Dios en profundidad, es decir,
en el más amplio sentido de la palabra, tal como Job
finalmente llegó a conocerlo cuando señaló arrepentido: “De
oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:5).

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PARTE II

EL NOMBRE
DEL HIJO

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6. ORIGEN DEL NOMBRE
Conocer el nombre verdadero del Hijo de Dios en cuanto a
su grafía y fonética es muy importante porque este nombre
está consagrado (lo mismo que el nombre del Eterno) y por
lo tanto todo devoto del Eterno debe conocerlo y usarlo
correctamente.

Comenzaremos señalando que el nombre del Mesías, el Hijo


de Dios, tiene su raíz de origen del nombre Hoshea uno de
los 12 espías que fueron a reconocer la tierra prometida en el
tiempo de Moisés. Diez espías fueron cobardes y faltos de fe,
pero sólo dos fueron valientes y tuvieron fe para la
conquista, entre estos dos estaba Hoshea (pronunciado
Joshea), nombre que significa libertador o salvador.

Las Biblias han traducido el nombre de Hoshea al español


como Oseas. Este nombre deletreado en hebreo es: hei ( ),
vav (), shin (), y ayin (). De modo que, el nombre de
Hoshea se escribiría en hebreo  (debe ser leído de
derecha a izquierda).

Al nombre Hoshea Moisés le agregó una yud ( ) al


principio del nombre, y quedo así: , siendo las tres
primeras letras (leído de derecha a izquierda), coincidente
con las 3 primeras letras del Tetragrámaton, y con esa
adición de la yud () el nombre se pronuncia Yahoshúa ó
también Yahushúa.

31
De modo que, aquí tenemos el primer aspecto importante a
considerar para establecer cuál es el verdadero nombre del
Mesías: el nombre del Hijo de Dios quien es el Mesías se
deriva del nombre hebreo Hoshea el que luego con el cambio
que le hace Moisés quedó como Yahoshúa.

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7. DOS FORMAS DE EXPRESARLO
En el cuarto libro de la Toráh está consignado el incidente
cuando Moisés le cambió el nombre a Hoshea (Oseas) por
Yahoshúa (Josué):

“… y a Hoshea hijo de Nun le puso Moisés


el nombre de Yahoshúa”
(Números 13: 16)

El nombre se escribe en hebreo  y como hemos


dicho se pronuncia Yahoshúa o Yahushúa. Este nombre con
el paso del tiempo los Israelitas lo abreviaron escribiéndolo
en hebreo Este Nombre abreviado o corto se
pronuncia Yeshúa.

Un antiguo texto judío que constituye un importante


testimonio histórico, llamado Toldot Yeshu, declara del
Nazareno que “su nombre era Yehoshúa pero después se le
cambió a Yeshúa”. Yeshúa es entonces una forma tardía del
nombre de “Josué”, o sea, Yahoshua.
= YAHOSHÚA/YAHUSHÚA/YESHOSHÚA

= YESHÚA

33
Estas son las dos formas posibles y correctas para escribir y
pronunciar el nombre del Mesías: El nombre completo
Yehoshúa y el abreviado o corto Yeshúa.

En la Escritura hebrea del Antiguo Testamento aparecen de


manera intercambiable el nombre Yehoshúa y su nombre
abreviado Yeshúa para referirse a la misma persona
(compárese Núm.13:16 con Neh.8:17; Zac.6:11 y Hag.1:1
con Esd.3:8).

Yeshúa era el nombre del Sumo Sacerdote Yehoshúa


(Esd.3:2, Zac.6:11-12). Después de su muerte, el Sumo
Sacerdote Yehoshúa se convirtió en un personaje simbólico
(Zac.3:8) del Renuevo (Zac.6:11-12). El título "el Renuevo"
dado al Sumo Sacerdote Yehoshúa era un título mesiánico,
por lo que se comprendió que el nombre del Mesías seria
Yeshúa.

Por otra parte, se sabe que Yehoshú/Yeshú era la manera


como se pronunciaba la palabra Yeshúa por parte de los
judíos galileos del siglo primero (tenían un acento diferente a
los de Judea y estos no pronunciaban la letra hebrea Ayin al
final de las palabras). Es probable que por eso los
manuscritos hebreos de Matityah (Mateo) preservados por
Shem Tov, aparezca en casi todo el texto el nombre corto
Yeshu, excepto en Mat. 1:21 y 25, donde pone Yeshúa, y en
Mat 6:5 donde dejó la forma completa Yahoshúa.

El significado de Yahoshúa es “El Eterno es salvación”. Y el


significado de Yeshúa es “Salvador”.

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8. EL CÓDIGO OCULTO EN LA
ESCRITURA
De acuerdo a lo que se conoce como los códigos ocultos de
las Sagradas Escrituras hebreas, el Eterno ha revelado que el
nombre verdadero del Mesías es YESHÚA.

Destacados matemáticos, científicos e investigadores han


hecho un asombroso descubrimiento en el que se concluye
que existen códigos ocultos en las Sagradas Escrituras
hebreas que sólo son legibles por medio de reglas de
decodificación que únicamente pueden aplicarse utilizando
programas informáticos. Estos códigos ocultos de la
Escritura relatan eventos y personajes del pasado, presente y
futuro.

Hasta la fecha se han encontrado más de 40 códigos que


comprueban que el nombre del Mesías es parte intrínseca del
Tetragrámaton YHWH cuyas 4 letras son las iniciales de:

“YESHÚA HaMashíaj VeRúaj HaKódesh”

35
YESHÚA el Ungido y el Espíritu Puro

En este caso debemos hacer una equivalencia entre la V y la


W. También estas mismas iniciales fueron escritas en el
título sobre el madero del Mesías (Juan 19:19)

“YESHÚA HaNotzrí VeMélej HaYehudím”


YESHÚA el Nazareno y Rey de los Judíos

Las Sagradas Escritura hebreas están llenas de mensajes


codificados que están en varios libros y pasajes. El código
Yeshúa está encriptado en la Escritura hace miles de años,
antes de que Yeshúa el Mesías viniera a este mundo, lo que
confirma la autoría del Eterno, es decir, de aquel que conoce
el final desde el principio.

Por ejemplo, sin entrar en mayores análisis, en Proverbios


30:4 aparece una pregunta trascendental que corresponde
precisamente al tema de este trabajo, el versículo dice:
“¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?”.
Asombrosamente la respuesta al nombre del hijo está
codificada en el mismo versículo como “Yeshúa shai”, es
decir, “Yeshúa es el regalo”.

Pero esto no es todo, sino que en varios libros de las


escrituras hebreas aparecen en diferentes pasajes codificados
(SEL: secuencia de letras equidistantes) tanto el título del
Mesías como su nombre. Respecto sólo al nombre Yeshúa,
éste está codificado ocultamente en muchísimos pasajes de la
Escritura. No en vano el propio Yeshúa cuando estuvo en
este mundo señaló:“Escudriñad las Escrituras; porque a
36
vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas
son las que dan testimonio de mí” (Juan 5: 39). Y
precisamente, en Génesis 1, en el primer texto sagrado, se
encuentra codificado “Yeshúa shemi” (Yeshúa es mi
nombre). Sólo como dato referencial, nombraremos unos
pocos pasajes más donde aparece codificado el nombre de
Yeshúa: 2ºSam.7:12; Dn.1:10-2:22; 7:4-8:8; 9:25-27;
Lm.1:16-3:5; Ez.17:9-18:27; Is.4:2-8:4; 8:17-11:1; 10:18-
14:13; 28:16-30:4; 41:22-42:11: 51:16-17; 52:5-15; 63:9-17.

Yeshúa es mi nombre (Isaías 53: 8-10)

El profeta Isaías no reveló explícitamente el Nombre del


Mesías, sin embargo, el Eterno a través de este profeta, lo
dejó encriptado en el capítulo 53 de su libro, capítulo que
profetiza al Mesías Salvador. Para conocimiento del lector y
como ejemplo, analizaremos el código que aparece
encriptado allí.

En el capítulo 53 del libro de Isaías aparece cada una de las 7


letras hebreas de la frase: (Yeshúa shemí)
que significa “Yeshúa es mi nombre”.

Estas letras están encriptadas en los versículos del 8 al10 y


se encuentran a intervalos regulares. Este código debe
empezar a contarse de izquierda a derecha, a partir de la
sexta yud desde el término del versículo 10 terminando en el
versículo 8 contando cada 20 letras.

37
En el principio y fin de la frase codificada aparece la letra
hebreo Yud que expresa sintéticamente el nombre inefable
del Eterno, es decir, la frase codificada de “Yeshúa es el
Mesías” es un mensaje que posee el sello o la autoridad del
Eterno nuestro Dios.

Los expertos matemáticos dicen que la probabilidad de que


esto quedara escrito fortuitamente en las Escrituras, sería de
de 1 es a 50 trillones, algo verdaderamente inconcebible si se
llegara a creer que esto es algo meramente casual.

Estos mensajes codificados del Eterno revelan eventos


históricos que están en el tiempo y comprueban que el
Eterno nuestro Dios es el creador y el amo del tiempo. El
pasado, presente y futuro ya existen para el Eterno, pero para
el ser humano el futuro no existe hasta que se hace presente.
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El Creador sabía que sólo en los últimos tiempos se
encontraría el programa de computación que lograría
descifrar Sus Códigos y verdaderamente demostrar
concretamente que el Eterno verdaderamente es Dios. Por
eso David maravillado exclamó:

“Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas


todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin
faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios,
tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!”
(Salmos 139: 16-17)

9. OTRAS EVIDENCIAS
Aparte de la sólida evidencia de los códigos de la Escritura
hebrea hay también evidencias históricas, lingüísticas,
literarias y arqueológicas que corroboran fehacientemente
que el nombre del Mesías, el Hijo de Dios es Yeshúa.

Por ejemplo, los textos de Qumrán, las Sagradas Escrituras,


el Mateo hebreo, descubrimientos arqueológicos recientes
como el descubrimiento de la tumba de Jacobo cuya
inscripción decía: “Jacobo hermano de Yeshúa”, entre otras

39
evidencias nos demuestran sólidamente que el verdadero
nombre del Mesías es realmente YESHÚA.

Considerando ahora los estudios de la gematría hebrea, ésta


nos revela que las letras hebreas del nombre “YESHÚA”
suman 386 y asombrosamente este código numérico es
coincidente con las frases hebreas: “ÉL ES EL MESÍAS”,
“NOMBRE DE MI DIOS”, y “YHWH EN MESÍAS”.

Por otra parte, de generación en generación de acuerdo a la


tradición hebrea, el nombre que está prohibido pronunciar
por los judíos ultraortodoxos que niegan al Hijo de Dios
como el verdadero Mesías, es el de precisamente Yeshúa,
nombre que ellos reconocen abreviadamente como Yeshu.

A cualquier persona que en la presencia de estos


ultraortodoxos pronuncie este nombre ellos lo hacen callar
inmediatamente señalándole que no lo vuelva a hacer.

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Vemos entonces, que las evidencias no sólo se encuentran en
la Escritura sino también en otras fuentes de información,
algunas dispersas, pero que en conjunto nos dan fiel
testimonio de que el verdadero nombre del Mesías es
Yeshúa.

10. EL NOMBRE ASOCIADO CON EL


CANDELERO
En Yeshúa están los siete espíritus (simbolizados en siete
lámparas de fuego) del Padre (Ap.4:5) los cuales trasfiere a
su Iglesia que está simbolizada magistralmente por el
candelero de siete lámparas. Cada letra hebrea del nombre
del Mesías porta siempre una Yud () que representa a cada
uno de los siete espíritus del Eterno.

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Y precisamente, en el nombre de Yeshúa el Mesías aparecen
siete Yud que se corresponden con cada una de las siete
lámparas del candelero donde deben arder los siete espíritus
del Eterno, lo que significa que al unirse, Yeshúa con la
Iglesia, da como resultado la iglesia de Dios encendida por el
fuego sagrado emanado del Padre a través del Mesías.

Por lo tanto, Yeshúa el Mesías no sólo emana del supremo


Creador sino que además porta toda la autoridad del Eterno,
y por cierto, porta la luz del Eterno Dios que comunica a su
verdadera iglesia.

Yeshúa le dijo a su iglesia: “Vosotros sois la luz del mundo;


una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino
sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.

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Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que
vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre
que están los cielos” (Mateo 5: 14-16). En este pasaje
aparecen precisamente elementos tales como: la luz, el
candelero, y el cometido para la iglesia de manifestar la luz
divina delante de este mundo. Pero este cometido sólo puede
llevarse a cabo cuando la iglesia (simbolizada en el
candelero) está unida a la luz del Eterno que emana del
Mesías (los siete fuegos), porque, tal como Yeshúa mismo lo
dijo: “separados de mi nada podéis hacer” (Juan 15:5).

CONCLUSIONES
De este trabajo podemos extraer siete importantes
conclusiones y que son las siguientes:

1. En el libro de Éxodo 3: 14 aparece claramente revelado


que el Nombre de Dios en hebreo es ‫( אהיה‬su

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pronunciación es EHIÉ) que traducido al español es
“YO SOY” o “SOY”.

2. El Nombre de Dios no es un nombre personal o


creacional sino que es un nombre que nos habla de un
presente continuo que está vinculado indisolublemente
con la eternidad, porque apunta al verbo SER que
sostiene al tiempo y todo lo que existe.

3. El Tetragrámaton, es decir, las cuatro letras hebreas


(YHWH) no son el Nombre de Dios sino que
expresan el significado o explicación de Su Nombre. Es
un acróstico divino, cuya combinación de letras forman
tres palabras claves que expresan al verbo SER en todo
el espectro temporal como el que “era, es, y será”. Por
lo tanto, el conocer o no su pronunciación no es
relevante, su importancia radica fundamentalmente en
lo que significa: “El Eterno” y no en su fonética. Por
eso Dios es el SER INFINITO o PRESENCIA REAL
que, tal como dice la Escritura, habita la eternidad
(Is.57:15) y sostiene la existencia en todas sus formas.

4. Conocer el Nombre del Eterno Dios en su significación


máxima es llegar a expresarlo o manifestarlo
vivencialmente de manera tanto interna como externa
en todo lo que el Eterno realmente es. Los elegidos
tienen Su Nombre grabado en ellos y están llamados a
manifestarlo lo mejor que se sea capaz en este mundo y
en el venidero en toda su plenitud.

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5. Las evidencias históricas, arqueológicas, lingüísticas,
literarias, de las Sagradas Escrituras (la secuencia de
letras equidistantes de los códigos hebreos encriptados
en la Escritura, y los estudios de gematría), no dejan
lugar a dudas y nos señalan de manera sólida y
concluyente que el verdadero nombre del Mesías es
YESHÚA, nombre que significa
“SALVADOR”.

6. En las cuatro letras hebreas del nombre Yeshúa


encontramos siete yud que tienen una perfecta y
hermosa correspondencia con el candelabro hebreo de
siete lámparas, símbolo de la iglesia. Esto nos señala
que la luz de la iglesia emana totalmente del Yeshúa el
Mesías, y la iglesia debe poseer una dependencia total
con él, porque él posee los siete espíritus (fuegos) del
Padre que los manifiesta a su verdadera iglesia. Por eso
Yeshúa señaló que separados de él nada podríamos
hacer (Jn.15:5).

7. El Eterno Dios le ha conferido a Yeshúa Su Nombre (su


poder y su autoridad) para que en el nombre de Yeshúa
los hombres puedan alcanzar la salvación. Él es la
puerta y el camino que conduce al Padre y no existe
otro nombre bajo el cielo en que los hombres puedan
ser salvos (Fil.2:9-11; Jn.10:7,9; Mt.7:13; Jn.14:6;
Hch.4:12).

Ahora usted apreciado lector, ha tomado conocimiento de


una información trascendental para su vida, analícela,

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medítela, compréndala, y sobre todo, aplíquela, actuando
consecuentemente con esta verdad.

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Este libro no es para la venta.
Se distribuye gratuitamente por la Congregación de
YHWH a todos aquellos que lo solicitan. Es un
servicio educativo para el beneficio
de la humanidad.

TETRAGRAMATON
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Título original: TETRAGRÁMATON Los Nombres Sagrados
Copyright © 2013 Ewald Libis W. Reservados todos los derechos

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