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Terapia Gestalt
1. Historia
Frederick (Fritz) Perls nace en Berlín en 1893 y muere en California en 1970. Tras una
infancia complicada, en la que incluso llegó a abandonar los estudios, terminó Medicina.
Su carrera se inicia en Frankfurt, en un centro del ejército que se ocupa de soldados con
lesiones cerebrales. Allí entra en contacto con la psicología Gestalt de Wertheimer,
Kohler, Koffka y Kurt Lewin, quienes proponen una psicología que intenta explicar
cómo funciona la percepción humana. Después se forma en psicoanálisis en Viena y en
Berlín bajo la tutela de autores tan reconocidos como Karen Horney y Wilhelm Reich,
con quien realiza uno de sus análisis didácticos.
Huye de los nazis, que asesinan a su hermana mayor, y se traslada a Holanda y luego a
Sudáfrica. Acompañado de su mujer Laura, trabaja en Johannesburgo, en una consulta
privada, y juntos fundan el Instituto Sudafricano de Psicoanálisis. A partir de ahí,
empiezan a distanciarse de la teoría freudiana y a crear un nuevo modelo: la terapia
Gestalt. En 1946 se trasladan a Nueva York, donde crean el primer Instituto de Gestalt.
Allí Perls escribe el libro fundacional del modelo: Yo, hambre y agresión (1947).
Después de separarse de Laura, Fritz se traslada a Esalen (California) en 1964. La terapia
Gestalt llega a la California de la era hippie, donde sus ideas de volver a la simplicidad,
escuchar al cuerpo y deshacerse del encorsetamiento social tienen una gran acogida.
La terapia Gestalt recibe muchas influencias de diferentes corrientes filosóficas y de
psicoterapia que resumo a continuación (Ellis y Smith, 2012):
I. La psicología Gestalt:
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II.El psicoanálisis: toda la formación inicial de Perls es psicoanalítica y trabaja con este
modelo durante casi veinte años de su vida. Aunque la terapia Gestalt es un intento de
crear un modelo diferente, algunas de las ideas de Freud están presentes en la teoría del
berlinés. El que los cambios sean producto del «darse cuenta» de algo que antes no era
percibido no deja de ser una versión simplificada del «hacer consciente lo inconsciente».
También los mecanismos neuróticos que propone la Gestalt son una versión de los
mecanismos de defensa del psicoanálisis.
III.Las filosofías orientales: Perls pasa un año en Japón estudiando budismo zen y de
allí se trae algunas ideas para entender a las personas y su proceso de cambio.
IV.Al mismo tiempo que Perls desarrolla la terapia Gestalt, otros autores humanistas
desarrollan sus modelos, y hay un gran intercambio de ideas con ellos. Veamos algunos
ejemplos:
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2. Visión de la persona
La Gestalt propone un modelo complejo para entender al ser humano que fusiona
algunas ideas del psicoanálisis con las nuevas perspectivas de autorrealización que
caracterizan las terapias humanistas. A continuación resumo los conceptos
fundamentales del modelo (Corey, 2009; Martin, 2006; Perls, 1947; Perls, Goodman y
Hefferline, 1951; Sanjuán y Saúl, 2005; Yontef y Jacobs, 2011).
Las personas somos un todo indivisible y el todo no se puede explicar por la suma de
las partes (sensaciones, emociones, cognición, espiritualidad). Somos además un todo en
interacción con el ambiente y no se puede entender el comportamiento humano sin la
referencia del contexto en el que este actúa.
Ese todo indivisible es esencialmente un organismo biológico que, como tal, necesita
satisfacer sus necesidades básicas (comida, refugio, sexo, cariño) a través de lo que Perls
denomina un ajuste creativo con el ambiente. Conseguir satisfacer las necesidades era
relativamente fácil cuando los humanos vivíamos una vida simple, en contacto con la
naturaleza y escuchando la información proveniente de nuestro cuerpo (sensaciones,
emociones). Pero luego construimos una sociedad y establecimos normas. La cultura
aumenta nuestra posibilidad de sobrevivir como especie, pero constriñe a los individuos.
Nos obliga a desempeñar roles, a relacionarnos cumpliendo reglas, a trabajar para
conseguir dinero, poder y reconocimiento que nos permita satisfacer nuestras
necesidades. Los roles que desempeñamos en la sociedad no son más que medios que
nos sirven para satisfacer necesidades (trabajamos, tenemos parejas o hijos), pero las
metas-finales son puramente biológicas (comer, tener cariño, sexo o poder). En nuestra
sociedad altamente cultural tendemos a confundir los roles sociales con metas-finales:
tendemos a pensar que lo importante es ser buenas trabajadoras o buenos padres, y
transformamos nuestra existencia natural en una existencia pseudosocial. Un ser humano
sano no se preocupa por adaptarse a una sociedad que es insana por naturaleza, se niega
a repetir los viejos hábitos que dan seguridad, pero nos convierten en infelices.
Las necesidades aparecen y desaparecen en una dinámica de figura/fondo. Los seres
humanos estamos programados para establecer una figura frente a un fondo. Un día lo
más relevante para nuestra vida puede ser la necesidad de conseguir amor y esta ocupa el
primer plano (figura) de nuestra existencia. Y poco después esta necesidad puede pasar a
un segundo plano porque otra necesidad —conseguir trabajo para poder comprar comida
—, que antes era fondo, de repente se convierte en nuestra mayor preocupación. Esta es
la dinámica de la autorregulación, las necesidades aparecen y desaparecen en un proceso
cambiante en el que lo que es fondo se convierte en figura, y viceversa.
Las personas interaccionan con el entorno en ciclos contacto-retirada. Hay una fase
de contacto en la que la persona entra en conexión con el ambiente para ver, oler, tocar,
escuchar y conectar con otras personas. Un buen contacto implica energía, conciencia
(«darse cuenta») y habilidades comunicativas. El contacto permite satisfacer las
necesidades físicas (comida) y las emocionales (buscar cariño, protección, amor). En la
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fase de retirada la persona se separa del entorno para asimilar lo incorporado (física o
mentalmente), quedándose con lo que es útil y desechando lo demás. Después, se vuelve
a preparar para el siguiente contacto. Cada ciclo implica la formación de una nueva
Gestalt y requiere un ajuste creativo.
Se ha señalado anteriormente que la autorregulación se produce necesariamente en
contacto con el contexto del que formamos parte. Para los gestálticos las personas están
en constante proceso de autoactualización, entendida como una tendencia a
autocompletarse, a cerrar las Gestalt, similar a nuestra necesidad de cerrar figuras
cuando las percibimos. Necesitamos completar Gestalt, terminar los proyectos que
iniciamos, satisfacer nuestras necesidades. Una de las fuentes de problemas psicológicos
son los asuntos inconclusos, las Gestalt inacabadas, las necesidades no satisfechas del
pasado que nos impiden un contacto adecuado con la realidad en el presente.
Todo este proceso de autoactualización y satisfacción de necesidades transcurre en el
presente; el pasado ya no existe y el futuro todavía no es nada. Lo que importa es la
experiencia vivida en cada momento, en el «aquí y ahora». Y la información más
relevante para nuestra supervivencia (para la satisfacción de necesidades) son las
sensaciones y emociones físicas que experimentamos; el ser humano sano escucha a su
cuerpo. En nuestra sociedad tendemos a intelectualizar la experiencia, a buscar
explicaciones. Para los gestálticos las palabras deben servir para simbolizar la
experiencia y no lo contrario, no debemos permitir que nuestras interpretaciones
cognitivas falseen nuestra experiencia. Hay que regresar a la sabiduría del organismo.
Lo que permite el crecimiento es lo que los gestálticos denominan el «darse cuenta»
(una traducción difícil de la palabra inglesa awareness), que hace referencia
precisamente a ese tomar conciencia de lo que nos ocurre. El «darse cuenta» supone
entrar en contacto con el mundo, pero de la manera que antes se explicaba, desde la
experiencia y no desde la interpretación sesgada por nuestros prejuicios, creencias y
expectativas. La toma de conciencia aumenta el autoconocimiento que permite que se
mantenga en marcha todo el flujo de autorregulación y el desarrollo de las
potencialidades. Hay tres tipos de «darse cuenta»: a) el «darse cuenta» del mundo
exterior; b) el «darse cuenta» del mundo interior (sensaciones, emociones); y c) el «darse
cuenta» de la fantasía, que tiene que ver con toda la actividad mental que va más allá del
presente (objetivos, planes, expectativas) (Stevens, 1971).
Otra cualidad básica del ser humano es la responsabilidad. El proceso de desarrollo
consiste en que pasamos de depender de nuestros progenitores para convertimos en
independientes. Y el aspecto esencial para que se produzca esta transición es que
aprendemos a asumir responsabilidad en todos los niveles: sobre lo que hacemos,
pensamos, sentimos, o a dónde vamos. «Yo soy yo, y yo soy lo que soy», dice la máxima
gestáltica. Al mismo tiempo, asumimos que los otros son seres responsables, capaces de
dirigir sus vidas, por lo que no debemos controlarles para que satisfagan nuestras
expectativas.
Además, el mundo se organiza en torno a opuestos, la experiencia humana está repleta
de polaridades. Somos racionales o emocionales, altos o bajos, simpáticos o antipáticos,
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cercanos o lejanos. Nuestro autoconcepto se conforma como una elección entre polos. El
problema es que las personas podemos ser un polo y el opuesto, así que renunciar a
alguno de los aspectos nos limita. El proceso sano es el de conseguir integrar las
polaridades, aceptándonos como seres cambiantes.
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3. Patología
La patología es la consecuencia de la incapacidad para adaptarse al entorno. La persona
no puede formar figuras claras en contacto con el «aquí y ahora» de la experiencia. El
proceso de desarrollo natural del ser humano, basado en ciclos contacto-retirada, se ha
bloqueado porque algún tipo de barrera personal impide la satisfacción de necesidades.
Estas barreras son el producto de aprendizajes tempranos, en ambientes empobrecidos,
que determinan la manera en que las personas «contactan» con su entorno. Por ejemplo,
los neuróticos no quieren arriesgarse al contacto con el mundo exterior y se encierran en
sí mismos, impidiendo que sus sentidos les den la información que necesitan para
autorregularse y satisfacer sus necesidades. La consecuencia es que la autorregulación
neurótica sustituye a la autorregulación organísmica y se crean los síntomas que se
manifiestan en nuestro cuerpo con tensiones musculares, por ejemplo.
Ya he dicho que la Gestalt entiende que las personas se relacionan con el entorno en
ciclos de contacto-retirada. Contactar implica entrar en conexión con el ambiente para
satisfacer una necesidad (física o emocional) y la retirada permite la asimilación de lo
obtenido. En las neurosis estos procesos de contacto-retirada están alterados porque las
experiencias tempranas actúan como Gestalt inacabadas. El resultado es que la relación
con el entorno está mediatizada por una serie de mecanismos neuróticos (Perls, 1947;
Perls, Goodman y Hefferline, 1951):
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ambiente, por lo que es incapaz de percibir sus necesidades. La persona busca
la aceptación por encima de todo porque el rechazo le produce mucha
ansiedad; por ello, diluye sus propios límites y se mimetiza con las ideas de
los otros. Recibe pasivamente lo que otros imponen, no toma decisiones,
abdica de sus responsabilidades. «Acéptame, no discuto», parece querer
comunicar al mundo.
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4. Tratamiento
Decía Perls (Perls, Goodman y Hefferline, 1951) que algunas personas no tienen corazón
ni intuición, otras no tienen piernas sobre las que mantenerse, otras no tienen genitales o
confianza, o no tienen ojos ni oídos. El objetivo final de la psicoterapia es buscar las
partes perdidas, encontrar las formas de ser a las que hemos renunciado. Para ello, el
terapeuta busca señalar al paciente durante las sesiones toda la información que es
«fondo» —como emociones, gestos, sensaciones, silencios, resistencias al contacto—
para ayudarle a crear una nueva conciencia que le permita formar «figuras» nuevas.
4.1. Objetivos
Se pueden resumir en tres:
4.2. Terapeuta
El gestáltico es ante todo un terapeuta auténtico, es él mismo y usa sus cualidades para
propiciar el cambio de la gente. Para ello, puede expresar sus emociones abiertamente al
cliente, hasta la rudeza, incluso haciendo llorar a la gente. Perls decía de sí mismo que
era un excelente «detector de mierda». La idea es que, además de escuchar al otro, el
terapeuta se oye a sí mismo, usa sus intuiciones en beneficio del paciente.
La relación es de «tú a tú». Perls prefiere hablar de simpatía más que de empatía
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para subrayar la relación de igualdad en el sentido de dos personas trabajando juntas,
aunque cada una desempeñe diferentes papeles. Desde esta perspectiva, la posición no es
tanto la de un experto como la de un compañero que ayuda a la persona a volver a
«contactar» con la información perdida.
Trabajan desde una posición activa, sin llegar a ser directivos porque es la experiencia
del paciente lo que importa. Los gestálticos acompañan al cliente hacia donde este quiera
ir, sirviendo como facilitadores del proceso. Pueden, además, ser muy creativos y buscar
técnicas nuevas para que la persona amplíe su «darse cuenta».
4.3. Técnicas
La terapia gestáltica persigue más el crecimiento personal, a través del aumento de la
conciencia, que el cambio conductual. Partiendo de la teoría contacto-retirada, la terapia
se convierte en un momento de contacto con un terapeuta acogedor, que trabaja para
fomentar la conciencia del usuario, devolviéndole información constantemente. Este
proceso se concreta en una serie de técnicas que se resumen a continuación siguiendo el
esquema propuesto por Martín (2006):
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la recomendada, es el existencialismo: el darse cuenta en el «aquí y
ahora», trabajando con la experiencia del momento, con lo que las
personas sienten o necesitan.
Hablar en primera persona. Se solicita a las personas que utilicen
la primera persona como una forma de asumir responsabilidad y que
miren a los ojos cuando hablan, evitando el lenguaje impersonal. En
vez de: «Creo que todos deberíamos», expresiones como: «Yo
soy…, yo siento…, yo pienso…, yo quiero…, yo me comprometo».
Convertir las preguntas en afirmaciones. Hay personas indecisas
que preguntan sobre todas las cosas, para evitar posicionarse y
sentirse rechazados. En esos casos el terapeuta las invita a sustituir
preguntas por afirmaciones. Por ejemplo, cambiar «¿podrías
ayudarme un poco?» por «necesito que me ayudes».
Los «sí… pero» son otra fórmula lingüística que usamos para evitar
responsabilidad. Hay gente que la usa sistemáticamente para
devolver la responsabilidad hacia fuera: «Me dices que tengo que
cambiar, pero tú no haces nada»; o para buscar excusas en vez de
posicionarse: «Debería ir, pero tal vez le parezca mal a alguien».
Las expresiones con las que se asume la responsabilidad son: «He
decidido no hacer nada» o «Elijo no ir».
2. Para aumentar la conciencia y favorecer el «darse cuenta». Son técnicas
que el terapeuta usa para ayudar a que las personas tomen conciencia de su
momento, de sus emociones, de sus pensamientos.
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diferentes partes del individuo o a otras personas significativas con
las que tiene que comunicarse imaginariamente. Un diálogo muy
habitual es el que se propicia entre el «perro de arriba», nuestra
parte moralista y autoritaria que nos dicta lo que debemos hacer, y
el «perro de abajo», nuestra parte sumisa.
Asuntos pendientes. Son todos aquellos temas que van saliendo
durante la terapia que la persona ha dejado sin terminar y que
parecen estar causándole ansiedad. A veces son duelos, o
conversaciones que no se llevaron a cabo, o asuntos que no se
cerraron bien. El terapeuta invita a la persona a expresar todos los
sentimientos y a decir todo lo que le gustaría haber dicho, hasta que
esté preparado para despedirse de la situación.
El juego de las proyecciones. Se pide a la persona que se comporte
como el otro al que critica. Criticamos en los demás lo que no
queremos reconocer en nosotros mismos. Así que la técnica invita a
escenificar ese papel para que la persona tome conciencia de su
parte negada y proyectada. Para ello, al final se le pregunta
directamente si tiene alguno de esos rasgos, si había algo suyo en la
escenificación.
Juego de roles de la antítesis. Se solicita al usuario que represente
el rol contrario de aquel que usa para describirse. A las personas
tímidas se les pide que hagan de descaradas, y a los inseguros, que
se muestren como arriesgados.
4. Técnicas para facilitar el contacto con la emoción:
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parecido a ir pelando las capas de una cebolla. Cinco son las capas de la neurosis
(Martín, 2006):
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