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7.

Terapia Gestalt

1. Historia
Frederick (Fritz) Perls nace en Berlín en 1893 y muere en California en 1970. Tras una
infancia complicada, en la que incluso llegó a abandonar los estudios, terminó Medicina.
Su carrera se inicia en Frankfurt, en un centro del ejército que se ocupa de soldados con
lesiones cerebrales. Allí entra en contacto con la psicología Gestalt de Wertheimer,
Kohler, Koffka y Kurt Lewin, quienes proponen una psicología que intenta explicar
cómo funciona la percepción humana. Después se forma en psicoanálisis en Viena y en
Berlín bajo la tutela de autores tan reconocidos como Karen Horney y Wilhelm Reich,
con quien realiza uno de sus análisis didácticos.
Huye de los nazis, que asesinan a su hermana mayor, y se traslada a Holanda y luego a
Sudáfrica. Acompañado de su mujer Laura, trabaja en Johannesburgo, en una consulta
privada, y juntos fundan el Instituto Sudafricano de Psicoanálisis. A partir de ahí,
empiezan a distanciarse de la teoría freudiana y a crear un nuevo modelo: la terapia
Gestalt. En 1946 se trasladan a Nueva York, donde crean el primer Instituto de Gestalt.
Allí Perls escribe el libro fundacional del modelo: Yo, hambre y agresión (1947).
Después de separarse de Laura, Fritz se traslada a Esalen (California) en 1964. La terapia
Gestalt llega a la California de la era hippie, donde sus ideas de volver a la simplicidad,
escuchar al cuerpo y deshacerse del encorsetamiento social tienen una gran acogida.
La terapia Gestalt recibe muchas influencias de diferentes corrientes filosóficas y de
psicoterapia que resumo a continuación (Ellis y Smith, 2012):

I. La psicología Gestalt:

El individuo es un todo que no se puede explicar por la suma de las partes. Es


un todo indivisible con capacidad de autorregulación, y para conseguirlo está
en interacción constante con su medio ambiente. Por ello, no se puede
entender a la persona sin tener en cuenta el contexto en el que actúa.
La persona está en un constante proceso de autoactualización, que la
psicología de la Gestalt entiende como un proceso de autocompletarse (similar
a nuestra necesidad de cerrar figuras cuando las percibimos). Necesitamos
completar Gestalt, terminar los proyectos que iniciamos. Una de las fuentes de
problemas psicológicos son los asuntos pendientes, las Gestalt inacabadas, las
necesidades no satisfechas del pasado que nos impiden un contacto adecuado
con la realidad en el presente.
La aspiración básica de la terapia Gestalt es el «darse cuenta» de algo que
antes no era percibido, de algo que era fondo y ahora se convierte en figura.

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II.El psicoanálisis: toda la formación inicial de Perls es psicoanalítica y trabaja con este
modelo durante casi veinte años de su vida. Aunque la terapia Gestalt es un intento de
crear un modelo diferente, algunas de las ideas de Freud están presentes en la teoría del
berlinés. El que los cambios sean producto del «darse cuenta» de algo que antes no era
percibido no deja de ser una versión simplificada del «hacer consciente lo inconsciente».
También los mecanismos neuróticos que propone la Gestalt son una versión de los
mecanismos de defensa del psicoanálisis.

III.Las filosofías orientales: Perls pasa un año en Japón estudiando budismo zen y de
allí se trae algunas ideas para entender a las personas y su proceso de cambio.

Del budismo adopta la filosofía de que para encontrar la iluminación no hay


que buscarla, sino esperar a que ocurra, aceptando lo que pueda suceder.
También asume la concepción cambiante de la vida, la importancia de la
satisfacción de necesidades y el ciclo contacto-retirada (que explicaré más
adelante).
Del budismo zen incorpora la idea de que los opuestos se complementan, no
pueden existir el uno sin el otro; así como la filosofía de estar en el presente y
experimentar cada momento porque es único.

IV.Al mismo tiempo que Perls desarrolla la terapia Gestalt, otros autores humanistas
desarrollan sus modelos, y hay un gran intercambio de ideas con ellos. Veamos algunos
ejemplos:

De la terapia existencial Perls recoge las siguientes ideas: a) cada persona es


única y experimenta la realidad a su manera, y lo importante es la vivencia
que se tiene en cada momento, en el «aquí y ahora»; y b) las personas son
responsables de sus vidas.
Perls es estudiante de teatro en su juventud. Además, le interesa el psicodrama
de Moreno, que asume que las personas adquieren una mayor conciencia de la
situación si la representan en vez de únicamente describirla. Por eso, la
dramatización de la realidad para intentar comprenderla está en la base de
muchas técnicas Gestalt, como la famosa silla vacía, por ejemplo.
Uno de sus primeros maestros es Wilhelm Reich, quien proponía que los
conflictos inconscientes se reflejan en el cuerpo. Lowen, un discípulo de
Reich, desarrolla la bioenergética, otra de las corrientes humanistas que
influyen sobre la Gestalt. Según los bioenergetistas, el procesamiento de la
realidad es corporal, nuestras emociones son una información valiosa para la
supervivencia, por eso escuchar al cuerpo ayuda a recuperar el equilibrio con
el entorno.
La terapia Gestalt comparte con la terapia centrada en la persona de Rogers la
idea de que los humanos tendemos a la autoactualización (a autocompletarse,
diría Perls), a desarrollar nuestros recursos en contacto con el ambiente.

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2. Visión de la persona
La Gestalt propone un modelo complejo para entender al ser humano que fusiona
algunas ideas del psicoanálisis con las nuevas perspectivas de autorrealización que
caracterizan las terapias humanistas. A continuación resumo los conceptos
fundamentales del modelo (Corey, 2009; Martin, 2006; Perls, 1947; Perls, Goodman y
Hefferline, 1951; Sanjuán y Saúl, 2005; Yontef y Jacobs, 2011).
Las personas somos un todo indivisible y el todo no se puede explicar por la suma de
las partes (sensaciones, emociones, cognición, espiritualidad). Somos además un todo en
interacción con el ambiente y no se puede entender el comportamiento humano sin la
referencia del contexto en el que este actúa.
Ese todo indivisible es esencialmente un organismo biológico que, como tal, necesita
satisfacer sus necesidades básicas (comida, refugio, sexo, cariño) a través de lo que Perls
denomina un ajuste creativo con el ambiente. Conseguir satisfacer las necesidades era
relativamente fácil cuando los humanos vivíamos una vida simple, en contacto con la
naturaleza y escuchando la información proveniente de nuestro cuerpo (sensaciones,
emociones). Pero luego construimos una sociedad y establecimos normas. La cultura
aumenta nuestra posibilidad de sobrevivir como especie, pero constriñe a los individuos.
Nos obliga a desempeñar roles, a relacionarnos cumpliendo reglas, a trabajar para
conseguir dinero, poder y reconocimiento que nos permita satisfacer nuestras
necesidades. Los roles que desempeñamos en la sociedad no son más que medios que
nos sirven para satisfacer necesidades (trabajamos, tenemos parejas o hijos), pero las
metas-finales son puramente biológicas (comer, tener cariño, sexo o poder). En nuestra
sociedad altamente cultural tendemos a confundir los roles sociales con metas-finales:
tendemos a pensar que lo importante es ser buenas trabajadoras o buenos padres, y
transformamos nuestra existencia natural en una existencia pseudosocial. Un ser humano
sano no se preocupa por adaptarse a una sociedad que es insana por naturaleza, se niega
a repetir los viejos hábitos que dan seguridad, pero nos convierten en infelices.
Las necesidades aparecen y desaparecen en una dinámica de figura/fondo. Los seres
humanos estamos programados para establecer una figura frente a un fondo. Un día lo
más relevante para nuestra vida puede ser la necesidad de conseguir amor y esta ocupa el
primer plano (figura) de nuestra existencia. Y poco después esta necesidad puede pasar a
un segundo plano porque otra necesidad —conseguir trabajo para poder comprar comida
—, que antes era fondo, de repente se convierte en nuestra mayor preocupación. Esta es
la dinámica de la autorregulación, las necesidades aparecen y desaparecen en un proceso
cambiante en el que lo que es fondo se convierte en figura, y viceversa.
Las personas interaccionan con el entorno en ciclos contacto-retirada. Hay una fase
de contacto en la que la persona entra en conexión con el ambiente para ver, oler, tocar,
escuchar y conectar con otras personas. Un buen contacto implica energía, conciencia
(«darse cuenta») y habilidades comunicativas. El contacto permite satisfacer las
necesidades físicas (comida) y las emocionales (buscar cariño, protección, amor). En la

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fase de retirada la persona se separa del entorno para asimilar lo incorporado (física o
mentalmente), quedándose con lo que es útil y desechando lo demás. Después, se vuelve
a preparar para el siguiente contacto. Cada ciclo implica la formación de una nueva
Gestalt y requiere un ajuste creativo.
Se ha señalado anteriormente que la autorregulación se produce necesariamente en
contacto con el contexto del que formamos parte. Para los gestálticos las personas están
en constante proceso de autoactualización, entendida como una tendencia a
autocompletarse, a cerrar las Gestalt, similar a nuestra necesidad de cerrar figuras
cuando las percibimos. Necesitamos completar Gestalt, terminar los proyectos que
iniciamos, satisfacer nuestras necesidades. Una de las fuentes de problemas psicológicos
son los asuntos inconclusos, las Gestalt inacabadas, las necesidades no satisfechas del
pasado que nos impiden un contacto adecuado con la realidad en el presente.
Todo este proceso de autoactualización y satisfacción de necesidades transcurre en el
presente; el pasado ya no existe y el futuro todavía no es nada. Lo que importa es la
experiencia vivida en cada momento, en el «aquí y ahora». Y la información más
relevante para nuestra supervivencia (para la satisfacción de necesidades) son las
sensaciones y emociones físicas que experimentamos; el ser humano sano escucha a su
cuerpo. En nuestra sociedad tendemos a intelectualizar la experiencia, a buscar
explicaciones. Para los gestálticos las palabras deben servir para simbolizar la
experiencia y no lo contrario, no debemos permitir que nuestras interpretaciones
cognitivas falseen nuestra experiencia. Hay que regresar a la sabiduría del organismo.
Lo que permite el crecimiento es lo que los gestálticos denominan el «darse cuenta»
(una traducción difícil de la palabra inglesa awareness), que hace referencia
precisamente a ese tomar conciencia de lo que nos ocurre. El «darse cuenta» supone
entrar en contacto con el mundo, pero de la manera que antes se explicaba, desde la
experiencia y no desde la interpretación sesgada por nuestros prejuicios, creencias y
expectativas. La toma de conciencia aumenta el autoconocimiento que permite que se
mantenga en marcha todo el flujo de autorregulación y el desarrollo de las
potencialidades. Hay tres tipos de «darse cuenta»: a) el «darse cuenta» del mundo
exterior; b) el «darse cuenta» del mundo interior (sensaciones, emociones); y c) el «darse
cuenta» de la fantasía, que tiene que ver con toda la actividad mental que va más allá del
presente (objetivos, planes, expectativas) (Stevens, 1971).
Otra cualidad básica del ser humano es la responsabilidad. El proceso de desarrollo
consiste en que pasamos de depender de nuestros progenitores para convertimos en
independientes. Y el aspecto esencial para que se produzca esta transición es que
aprendemos a asumir responsabilidad en todos los niveles: sobre lo que hacemos,
pensamos, sentimos, o a dónde vamos. «Yo soy yo, y yo soy lo que soy», dice la máxima
gestáltica. Al mismo tiempo, asumimos que los otros son seres responsables, capaces de
dirigir sus vidas, por lo que no debemos controlarles para que satisfagan nuestras
expectativas.
Además, el mundo se organiza en torno a opuestos, la experiencia humana está repleta
de polaridades. Somos racionales o emocionales, altos o bajos, simpáticos o antipáticos,

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cercanos o lejanos. Nuestro autoconcepto se conforma como una elección entre polos. El
problema es que las personas podemos ser un polo y el opuesto, así que renunciar a
alguno de los aspectos nos limita. El proceso sano es el de conseguir integrar las
polaridades, aceptándonos como seres cambiantes.

Figura 7.1. Teoría de la persona de la terapia Gestalt

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3. Patología
La patología es la consecuencia de la incapacidad para adaptarse al entorno. La persona
no puede formar figuras claras en contacto con el «aquí y ahora» de la experiencia. El
proceso de desarrollo natural del ser humano, basado en ciclos contacto-retirada, se ha
bloqueado porque algún tipo de barrera personal impide la satisfacción de necesidades.
Estas barreras son el producto de aprendizajes tempranos, en ambientes empobrecidos,
que determinan la manera en que las personas «contactan» con su entorno. Por ejemplo,
los neuróticos no quieren arriesgarse al contacto con el mundo exterior y se encierran en
sí mismos, impidiendo que sus sentidos les den la información que necesitan para
autorregularse y satisfacer sus necesidades. La consecuencia es que la autorregulación
neurótica sustituye a la autorregulación organísmica y se crean los síntomas que se
manifiestan en nuestro cuerpo con tensiones musculares, por ejemplo.
Ya he dicho que la Gestalt entiende que las personas se relacionan con el entorno en
ciclos de contacto-retirada. Contactar implica entrar en conexión con el ambiente para
satisfacer una necesidad (física o emocional) y la retirada permite la asimilación de lo
obtenido. En las neurosis estos procesos de contacto-retirada están alterados porque las
experiencias tempranas actúan como Gestalt inacabadas. El resultado es que la relación
con el entorno está mediatizada por una serie de mecanismos neuróticos (Perls, 1947;
Perls, Goodman y Hefferline, 1951):

Introyección. Caracteriza a las personas que aceptan acríticamente y sin


elaboración la información que procede del entorno (lo que dicen padres,
educadores, medios de comunicación). En Gestalt denominan a este estilo
«tragar sin masticar». La consecuencia es que la persona debe aceptar muchos
mandatos externos que impiden su propia autoactualización.
Proyección. Tomado del psicoanálisis, este mecanismo consiste en atribuir a
alguien externo cualidades, emociones, pensamientos o acciones que son de la
propia persona, pero que el individuo es incapaz de aceptar. En términos
gestálticos se habla de «escupir» y la frase en la que se refleja el estilo es: «por
tu culpa…».
Retroflexión. Es un estilo de relación con el entorno en el que el individuo
dirige hacia sí mismo lo que debería sacar hacia fuera. El resultado es que
bloquea la salida de las propias conductas (y emociones) hacia fuera, lo que
permitiría cambiar el ambiente, y las dirige hacia sí mismo, en ocasiones en
forma de culpa o ira. Implica hacerse a uno mismo lo que querría hacerle a
otros. Por ejemplo, una madre que no puede sentir rencor por el hijo que la
agrede y dirige su ira contra sí misma. «Me odio para no odiarte» es la frase
en la que se plasma este mecanismo.
Confluencia. La persona no tiene límites claros entre ella y el entorno. Ha
perdido la capacidad de vivenciarse a sí mismo como algo distinto del

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ambiente, por lo que es incapaz de percibir sus necesidades. La persona busca
la aceptación por encima de todo porque el rechazo le produce mucha
ansiedad; por ello, diluye sus propios límites y se mimetiza con las ideas de
los otros. Recibe pasivamente lo que otros imponen, no toma decisiones,
abdica de sus responsabilidades. «Acéptame, no discuto», parece querer
comunicar al mundo.

Las personas neuróticas no viven en el presente porque se enfrentan constantemente con


los asuntos pendientes del pasado. No asumen responsabilidad sobre sus vidas, ni son
capaces de percibir sus necesidades, o diferenciarse del medio. Han bloqueado o están
evitando el «darse cuenta», que es la capacidad que nos permite mantener en marcha el
crecimiento personal (Sanjuán y Saúl, 2005).

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4. Tratamiento
Decía Perls (Perls, Goodman y Hefferline, 1951) que algunas personas no tienen corazón
ni intuición, otras no tienen piernas sobre las que mantenerse, otras no tienen genitales o
confianza, o no tienen ojos ni oídos. El objetivo final de la psicoterapia es buscar las
partes perdidas, encontrar las formas de ser a las que hemos renunciado. Para ello, el
terapeuta busca señalar al paciente durante las sesiones toda la información que es
«fondo» —como emociones, gestos, sensaciones, silencios, resistencias al contacto—
para ayudarle a crear una nueva conciencia que le permita formar «figuras» nuevas.

4.1. Objetivos
Se pueden resumir en tres:

Fomentar el «darse cuenta», la conciencia. Lo que nos devuelve la salud


mental es reconectar con nuestros sentidos, con nuestras emociones, con las
sensaciones corporales. Hacernos conscientes de los hábitos automáticos en
los que vivimos. Hay un «darse cuenta» contenido (por ejemplo: tomar
conciencia de que apenas dedicas tiempo para cuidarte); y una toma de
conciencia de proceso —un «darse cuenta» del «darse cuenta»—, que implica
un reconocimiento más profundo, tomar conciencia de que en general vives en
automático y se te olvida disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. El «darse
cuenta» (contenido o proceso) implica conexión con el medio,
autoconocimiento, conocimiento del entorno, autoaceptación y
responsabilidad (Yontef y Jacobs, 2011).
Una variante del «darse cuenta» es traer al presente el pasado inconcluso
para apropiarnos de él, porque ignorarlo solo sirve para darle más poder.
Ayudar a que la persona asuma responsabilidad sobre su vida. Pero, a
diferencia de la terapia existencial, la responsabilidad es entendida en un
sentido más lúdico: desde una posición ingenua, asumiendo la espontaneidad
y curiosidad de los niños.

4.2. Terapeuta
El gestáltico es ante todo un terapeuta auténtico, es él mismo y usa sus cualidades para
propiciar el cambio de la gente. Para ello, puede expresar sus emociones abiertamente al
cliente, hasta la rudeza, incluso haciendo llorar a la gente. Perls decía de sí mismo que
era un excelente «detector de mierda». La idea es que, además de escuchar al otro, el
terapeuta se oye a sí mismo, usa sus intuiciones en beneficio del paciente.
La relación es de «tú a tú». Perls prefiere hablar de simpatía más que de empatía

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para subrayar la relación de igualdad en el sentido de dos personas trabajando juntas,
aunque cada una desempeñe diferentes papeles. Desde esta perspectiva, la posición no es
tanto la de un experto como la de un compañero que ayuda a la persona a volver a
«contactar» con la información perdida.
Trabajan desde una posición activa, sin llegar a ser directivos porque es la experiencia
del paciente lo que importa. Los gestálticos acompañan al cliente hacia donde este quiera
ir, sirviendo como facilitadores del proceso. Pueden, además, ser muy creativos y buscar
técnicas nuevas para que la persona amplíe su «darse cuenta».

4.3. Técnicas
La terapia gestáltica persigue más el crecimiento personal, a través del aumento de la
conciencia, que el cambio conductual. Partiendo de la teoría contacto-retirada, la terapia
se convierte en un momento de contacto con un terapeuta acogedor, que trabaja para
fomentar la conciencia del usuario, devolviéndole información constantemente. Este
proceso se concreta en una serie de técnicas que se resumen a continuación siguiendo el
esquema propuesto por Martín (2006):

1. Técnicas para trabajar sobre la expresión verbal. Hay dos indicaciones


generales que guían el discurso del terapeuta gestáltico:

Hacer énfasis en el qué y el cómo, excluyendo los porqués que


llevan a la intelectualización y a la búsqueda de explicaciones. Las
preguntas gestálticas invitan a la persona a reconectar con el
ambiente y con su propia conciencia corporal, informaciones que
permitirán que surjan nuevos ajustes creativos («¿qué sientes?,
¿cómo lo sientes?, ¿dónde lo sientes?, ¿qué te pide esa
sensación?»).
El terapeuta gestáltico está muy atento a las imágenes y metáforas
que usa la gente para incluirlas en el proceso terapéutico y usarlas
para fomentar el «darse cuenta».
Además, el terapeuta ofrece al paciente indicaciones sobre cómo usar el
lenguaje, la finalidad última es fomentar un uso de la expresión verbal
que ayude a que las personas se responsabilicen de su vida. A
continuación se ofrecen algunos ejemplos:

Trabaja en el «aquí y ahora». Para fomentar que las personas


experiencien el momento se les pide que hablen del momento
presente, de lo que sienten en ese momento, de lo que necesitan. Se
trata de evitar las intelectualizaciones, lo que Perls denomina el
sobreísmo (hablar sobre las cosas), el debeísmo (hablar sobre cómo
deberían ser las cosas desde un enfoque moral). La tercera actitud,

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la recomendada, es el existencialismo: el darse cuenta en el «aquí y
ahora», trabajando con la experiencia del momento, con lo que las
personas sienten o necesitan.
Hablar en primera persona. Se solicita a las personas que utilicen
la primera persona como una forma de asumir responsabilidad y que
miren a los ojos cuando hablan, evitando el lenguaje impersonal. En
vez de: «Creo que todos deberíamos», expresiones como: «Yo
soy…, yo siento…, yo pienso…, yo quiero…, yo me comprometo».
Convertir las preguntas en afirmaciones. Hay personas indecisas
que preguntan sobre todas las cosas, para evitar posicionarse y
sentirse rechazados. En esos casos el terapeuta las invita a sustituir
preguntas por afirmaciones. Por ejemplo, cambiar «¿podrías
ayudarme un poco?» por «necesito que me ayudes».
Los «sí… pero» son otra fórmula lingüística que usamos para evitar
responsabilidad. Hay gente que la usa sistemáticamente para
devolver la responsabilidad hacia fuera: «Me dices que tengo que
cambiar, pero tú no haces nada»; o para buscar excusas en vez de
posicionarse: «Debería ir, pero tal vez le parezca mal a alguien».
Las expresiones con las que se asume la responsabilidad son: «He
decidido no hacer nada» o «Elijo no ir».
2. Para aumentar la conciencia y favorecer el «darse cuenta». Son técnicas
que el terapeuta usa para ayudar a que las personas tomen conciencia de su
momento, de sus emociones, de sus pensamientos.

Repetición. Se solicita al cliente que repita un gesto o una palabra


para que tome conciencia de él.
Imitación. Es el terapeuta el que repite la conducta que se quiere
poner en evidencia.
Identificación. El terapeuta solicita que el cliente se concentre en
alguna experiencia sensorial y hable de ella.
Continuo de conciencia. Se pide al usuario que esté atento a lo que
experimenta en un momento concreto: sus sensaciones, sus flujos de
pensamiento y cómo lo cognitivo dificulta el contacto con el cuerpo.
Hacer la ronda. Trabajando en grupo se hace que todos los
miembros repitan una frase o una conducta de una persona para
hacerla plenamente consciente de lo que ha dicho o hecho.
3. Técnicas para integrar aspectos conflictivos. Van dirigidas a que las
personas tomen conciencia y se apropien de algún aspecto de su personalidad.

Los diálogos, la silla vacía y la silla caliente. La técnica está


pensada para establecer conversaciones entre los diferentes aspectos
de la personalidad que hay que integrar. La silla en la que está
sentado el cliente es la silla caliente, en la vacía podemos sentar a

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diferentes partes del individuo o a otras personas significativas con
las que tiene que comunicarse imaginariamente. Un diálogo muy
habitual es el que se propicia entre el «perro de arriba», nuestra
parte moralista y autoritaria que nos dicta lo que debemos hacer, y
el «perro de abajo», nuestra parte sumisa.
Asuntos pendientes. Son todos aquellos temas que van saliendo
durante la terapia que la persona ha dejado sin terminar y que
parecen estar causándole ansiedad. A veces son duelos, o
conversaciones que no se llevaron a cabo, o asuntos que no se
cerraron bien. El terapeuta invita a la persona a expresar todos los
sentimientos y a decir todo lo que le gustaría haber dicho, hasta que
esté preparado para despedirse de la situación.
El juego de las proyecciones. Se pide a la persona que se comporte
como el otro al que critica. Criticamos en los demás lo que no
queremos reconocer en nosotros mismos. Así que la técnica invita a
escenificar ese papel para que la persona tome conciencia de su
parte negada y proyectada. Para ello, al final se le pregunta
directamente si tiene alguno de esos rasgos, si había algo suyo en la
escenificación.
Juego de roles de la antítesis. Se solicita al usuario que represente
el rol contrario de aquel que usa para describirse. A las personas
tímidas se les pide que hagan de descaradas, y a los inseguros, que
se muestren como arriesgados.
4. Técnicas para facilitar el contacto con la emoción:

Dramatización. Consiste en utilizar la técnica de la silla para hacer


que las personas escenifiquen la situación en la que se produce la
emoción y la «reviva en el aquí y ahora» sin intelectualizaciones.
Quedarse con el sentimiento. El terapeuta solicita a la persona que
mantenga la emoción, que no la evite, que se enfrente a ella para
averiguar qué significa para aprender a soportarla.
5. Trabajo con sueños. La persona debe contar su sueño como si lo estuviera
viviendo en el presente. Por ejemplo: «Estoy mirando desde un edifico muy
alto y fuera hay muchos árboles». Luego debe identificarse con cada uno de
los elementos del sueño (el edificio, los árboles) y expresar cómo se siente. El
terapeuta trabaja con lo que va saliendo con cualesquiera de las técnicas
descritas anteriormente.

4.4. Proceso terapéutico


La terapia gestáltica se puede entender como un proceso para llegar a ser más auténticos
que implica ir pasando por una serie de estadios que, metafóricamente, implican algo

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parecido a ir pelando las capas de una cebolla. Cinco son las capas de la neurosis
(Martín, 2006):

1. Clichés. Capa de contacto con el exterior, basada en estereotipos que nos


permite un contacto superficial pero seguro con los demás.
2. Roles. Un poco más profunda, constituida por los papeles que desempeñamos
de cara a los demás y a nosotros mismos. Normalmente la asumimos como
nuestra verdadera identidad.
3. Impasse. Es una etapa de parada; roles y clichés no valen pero las personas
sienten el miedo de deshacerse de eso, de arriesgarse al cambio. La persona la
experimenta como un vacío, caracterizado por la evitación de la experiencia.
Es el momento en el que el terapeuta ayuda a la persona a enfrentarse con su
propio vacío, a «darse cuenta» de lo que evita, de los asuntos inconclusos.
4. Implosión. Una explosión hacia dentro, para hacerse consciente de sus
propios problemas, de sus evitaciones; buscando su verdadero Yo y
abandonando sus viejos patrones.
5. Explosión. Se manifiesta hacia fuera de distintas formas (ira, risa), implica el
contacto con nuestras emociones y el deshacerse de estereotipos y roles para
ser auténticos. La explosión completa la Gestalt y soluciona las situaciones
inconclusas.

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