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Los procesos cognitivos son las operaciones mentales que realiza el cerebro para procesar
información. Mediante estas operaciones, el cerebro trabaja con la información que le
rodea, la almacena y la analiza para tomar las decisiones corresndientes.
En este sentido, se define como aprendizaje cognitivo al cúmulo de conocimientos
adquiridos a lo largo de la vida, esto mediante el estudio, los sentidos, los pensamientos, las
experiencias propias y la forma en que se procesa la información.
La atención es una capacidad cognitiva que permite atender tanto a los estímulos
ambientales como a los estados internos de cada uno, siendo un gran número los estímulos
y eventos que solicitan nuestros recursos atencionales al mismo tiempo.
Según Gardner (1993) para que una capacidad sea denominada inteligencia han de
observarse en ella al menos las cuatro características siguientes:
a. Ha de servir para solventar algún tipo de problema propio de su entorno social.
b. Debe ser una capacidad innata, que se pueda observar de forma genérica, o
incluso en su estadio de desarrollo más primitivo, en toda la especie humana.
c. Debe poseer su propio conjunto de operaciones cognitivas representables
neurológicamente y activables a partir de estímulos internos o externos.
d. Debe ser un sistema de símbolos que contenga un conjunto de significados
culturales y que se pueda desarrollar y potenciar en cada individuo.
Gardner (1983) afirma que todas las inteligencias que a continuación brevemente se
explican existen de forma potencial en todas las personas y todas las culturas. Insiste
además en que todas se interrelacionan para la resolución de problemas cotidianos.
La construcción de los conocimientos exige tiempo, por ello muchos pensadores han estado
promulgando la filosofía de “menos es más”. El aprendizaje efectivo de unas cuantas ideas
y conceptos importantes es más valioso que un currículo de duración extensa pero
superficial.
Menos y más despacio, como dogma central de una educación más coherente con las
necesidades de un ser humano sano. En el éxtasis de la rapidez, cualquier demora que
implique pensar, debatir o crear incomoda a la comunidad educativa, espolvoreando una
sensación de pérdida del tiempo.
El minimalismo se ha convertido en una filosofía de vida cada vez más popular en los últimos años,
y su enfoque en la simplificación y la eliminación de lo innecesario también se ha aplicado en el
campo de la educación.
El minimalismo puede ayudar a los estudiantes a enfocarse en lo esencial. Con tantos estímulos y
distracciones en el mundo de hoy, es fácil perderse en información irrelevante y perder de vista lo
que realmente es importante en el aprendizaje. El minimalismo en la educación implica identificar y
eliminar esas distracciones, permitiendo que los estudiantes se concentren en los conceptos
fundamentales y desarrollen una comprensión más profunda de los temas.
Además, el minimalismo puede ayudar a los maestros a simplificar su enseñanza y hacerla más
efectiva. A menudo, los maestros se sienten presionados para cubrir una gran cantidad de contenido
en un corto período de tiempo, lo que puede llevar a una sobrecarga de información para los
estudiantes. Al adoptar un enfoque minimalista, los maestros pueden identificar los temas más
importantes y enseñarlos de manera clara y concisa, lo que facilita la comprensión y la retención de
los estudiantes.