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DIFICULTADES Y ALTERACIONES EN LA ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE

A. TRASTORNOS DEL LENGUAJE


B. TRASTORNOS DE LA VOZ Y DEL HABLA.
C. TRASTORNOS DE LA COMUNICACIÓN.

INTRODUCCIÓN

En el proceso de adquisición y desarrollo del lenguaje, el niño debe incorporar e


integrar una serie de estructuras lingüísticas propias de su lengua que para que se consoliden
es necesario que disponga de una serie de estructuras biológicas, psicológicas y ambientales
idóneas. Una lesión o afectación de las competencias personales (desarrollo intelectual,
emocional, neurológico, anatómico-funcional) y sociales (ambiente familiar, escolar,
sociocultural) pueden afectar, leve o gravemente, las aptitudes del lenguaje oral y/o lenguaje
escrito para poder expresar y comprender.

El concepto de trastorno del lenguaje oral es muy amplio e impreciso.


Terminológicamente ha sido expresado de muy diversas maneras: dificultad, desorden,
alteración o perturbación lingüística.

Tradicionalmente, se han clasificado los trastornos del lenguaje según las causas que
los han generado, así se han distinguido por una parte trastornos producidos por causas
exógenas (exteriores al sujeto), por ejemplo un accidente, quemaduras en la cara, y por otra
parte, trastornos producidos por causas endógenas (del propio sujeto), como por ejemplo
autismo, sordera, parálisis cerebral… Sean cual sean las causas, no podemos olvidar que
cualquier trastorno va a modificar siempre la relación entre el niño y su entorno.
Generalmente, los trastornos se evidencian en principio por un retraso en el lenguaje.
Este concepto de retraso deriva casi siempre de una interpretación cuantitativa basada en la
frecuencia estadística de aparición de pautas de desarrollo. Habría que recordar que el
desarrollo normal de la expresión oral hasta los cuatro años es muy elástico. Tampoco hay
que olvida el grado de la madurez del niño. Una persona inmadura para un determinado
aprendizaje en determinadas circunstancias puede ser capaz de realizarlo en circunstancias
más adecuadas para él.
De manera que, en vez de tratar los trastornos según las causas que los han originado,
los vamos a clasificar según a lo que afecta.
Siguiendo este punto de vista tendremos principalmente:
- Trastornos del lenguaje: dificultades que afectan a la recepción, comprensión y
elaboración del discurso comunicativo de acuerdo a las reglas de la comunidad
lingüística a la que se pertenece. Afectan a la estructuración del lenguaje, a su uso
simbólico.
- Trastornos de la voz y del habla: dificultades que se manifiestan en la producción o
expresión oral; abarcan a los aspectos más externos de la comunicación, como
cuestiones de voz, ritmo y articulación. Afectan sobre todo al componente fonético
y articulatorio del lenguaje.

- Trastornos de la comunicación: se refieren a aquellas dificultades que impiden que


el niño tenga la intencionalidad de afectar la conducta del otro para que éste reciba
información y actúe en consecuencia. La existencia de problemas comunicativos
viene determinada bajo estos criterios:

- Ausencia de interés por establecer intercambios comunicativos con los demás.


- Retraso en la evolución de los intercambios hacia formas más desarrolladas.
- Fijación de los intercambios en el aquí y el ahora, sin hacer referencia al
pasado o al futuro.

A. TRASTORNOS DEL LENGUAJE.


1. RETRASO SIMPLE DEL LENGUAJE.
2. DISFASIA INFANTIL.
3. AFASIA INFANTIL ADQUIRIDA.

1. RETRASO SIMPLE DEL LENGUAJE.

Con la denominación “retraso en el desarrollo del lenguaje” se engloban aspectos tales


como la ausencia de lenguaje, la aparición tardía de éste o la permanencia de patrones
lingüísticos pertenecientes a un estadio evolutivo inferior al que correspondería al niño/a por
su edad cronológica. Afecta sobre todo a la producción -en sus dimensiones forma, contenido
y uso- y en menor grado también se observa dificultad en la comprensión, especialmente
cuando el discurso es largo.
La clasificación de los retrasos en el desarrollo del lenguaje es problemática: por una
parte, debido a la dificultad de establecer una clasificación bien fundamentada y por otra, a
consecuencia de los distintos puntos de vista que los autores tienen al respecto.

Algunos autores parten de una diferencia clara entre los distintos trastornos del
lenguaje, estableciendo clasificaciones muy detalladas. Otros lo conciben más bien como un
continuo, cuyos extremos serían el retraso simple (forma más benigna) y la afasia congénita
(forma más grave), el resto de los trastornos constituyendo formas intermedias de gravedad
variable. Sobre esa distribución continua, existe una ruptura entre lo que correspondería a un
desfase cronológico más o menos importante, pero que respetaría las pautas evolutivas
normales (serían los distintos niveles de gravedad de retraso simple del lenguaje) y lo que
sería un desfase cronológico asociado a la presencia de anomalías lingüísticas, es decir, de
pautas de lenguaje que no se observan en el desarrollo normal (se trataría de la disfasia y /o
afasia congénita).

Definición:
Se trata de un desfase cronológico del conjunto de los aspectos del lenguaje (fonética,
vocabulario, sintaxis) en un niño que no presenta alteraciones evidénciales ni a nivel mental,
ni sensorial, ni motor, ni relacional. Aparece en niños en los que no se encuentran alteraciones
de tipo intelectual, relacional, motriz o sensorial, aunque afecta a más de un módulo del
lenguaje, en especial a la fonología y la sintaxis. Lo más normal es que se presente como una
insuficiencia del aspecto lingüístico a nivel expresivo, comprensivo y articulatorio.

El retraso simple se da en niños que no presentan, por lo tanto, ningún tipo de


patología (enfermedad), pero que por cualquier circunstancia tardan más tiempo en alcanzar la
comprensión del lenguaje. Parece ser que se da más en niños con bilingüismo.

Características.
Este desfase cronológico se manifiesta generalmente:

1. A nivel de producción:
 La aparición de las primeras palabras se retrasa hasta los dos años en vez de los
12/18 meses.
 La unión de dos palabras no aparece hasta los tres años en vez de a los dos.
 El uso de los pronombres, fundamentalmente el personal “yo”, aparecen sobre
los cuatro años
 Ausencia del artículo y de los marcadores de posesión.
 Utilización de un vocabulario reducido.
 Uso de frases simples, palabras yuxtapuestas sin empleos de nexos, rellenando
los espacios vacíos con sonidos indescifrables, dando la sensación de frases
largas.
 Poca utilización de los plurales y uso de frases mal estructuradas
sintácticamente.
 Muchos de esos sujetos compensan su déficit de expresión con un uso masivo
de gestos, que generalmente son bien comprendidos en su entorno, provocando
un reforzamiento de la expresión gestual en detrimento del lenguaje oral.
 Habla infantilizada, con omisión de consonantes iniciales y sílabas iniciales.
 La estructura silábica es: v, c+v, y no realiza c+c+v, o v+c.
Este modo de expresión considerado normal a una determinada edad, se convierte
en patológico cuando permanece en niños/as que han superado los cinco años.

2. A nivel de comprensión:
 La comprensión verbal es mejor que la expresión de estos sujetos, lo que hace
pensar que son normales a este nivel. No obstante, si se explora
cuidadosamente su nivel de comprensión, se observan algunas alteraciones: los
enunciados referentes a conceptos espaciales, temporales, cromáticos...son
difícilmente comprendidos y no están integrados en su lenguaje normal.

3. A nivel de imitación provocada: se observan deficientes resultados en la repetición de


palabras o frases. Parece que son incapaces de repetir estructuras lingüísticas que aún
no tengan integradas.
 La repetición de frases, palabras o sílabas sin significado resulta muy difícil.
En la repetición de frases se limitan a reproducir algunos elementos de la
misma.

4. Síntomas de acompañamiento:
Al retraso leve del lenguaje le acompañan otros síntomas no lingüísticos entre los que
destacamos:

 Retraso motor con dificultad en la precisión y coordinación de movimientos y


con frecuencia, un retraso en la aparición de la marcha.
 Dificultad en la realización de dibujos libres o copiados y para respetar los
límites en el coloreado de dibujos.
 Problemas psicoafectivos: baja autoestima, dificultades en las relaciones con
los iguales (Inhibiciones).
 Dificultades en el aprendizaje de la lecto-escritura y otros aprendizajes
escolares.

Generalmente, el retraso leve de lenguaje evoluciona hacia la constitución de un


lenguaje normal; en esto precisamente se distingue de las demás formas de retraso. Un dato
comúnmente señalado es la falta de apetencia lingüística, que no comunicativa, en los
primeros años, una mayor proporción de utilización instrumental del lenguaje a detrimento de
una utilización más lúdica e imaginativa.

Etiología:
Entre las causas exógenas, se suelen mencionar la insuficiencia de la estimulación
familiar, el escaso nivel socio-cultural del entorno o una situación de bilingüismo mal
integrado. Las causas endógenas se describen en general de forma bastante imprecisa: algunos
autores apuntan a déficits lingüísticos específicos de origen hereditario, otros se centran en las
dificultades para establecer pautas normales de comunicación y extraer de ellas modelos
lingüísticos correctos, algunos integran el retraso lingüístico en un conjunto de trastornos
instrumentales. Otros consideran como causas el retraso mental, la sordera, el retraso
intelectual, el retraso psicosocial (no han sido estimulados), alteraciones madurativas del
lenguaje, autismo infantil, alteraciones neurológicas o el mutismo electivo.
Como conclusión, sabiendo que no todos los niños no desarrollan su expresión oral
con el mismo ritmo, sin embargo, se debe estar muy atento a los retrasos más importantes,
generalmente acompañados de trastornos fonéticos y fonológicos que son los que más llaman
la atención, pero no deben esconder la verdadera amplitud del problema. En este sentido, para
el maestro/a recordemos que presentan un retraso suficiente como para necesitar una
exploración especializada:

 El niño que entre los 12 y los 24 meses no presenta jerga espontánea ni


aparente comprensión de palabras y órdenes sencillas;
 El niño que no ha empezado a pronunciar sus primeras palabras a los 24 meses.
 El niño que no construye pequeños enunciados de dos o tres palabras a los tres
años.

2. DISFASIA INFANTIL

Definición:
Este cuadro se describe también bajo los nombres de retardo severo, retraso grave,
perturbación grave de la elaboración del lenguaje. Se trata de un déficit, sin sustrato lesional
evidenciable, que añade al retraso cronológico importantes dificultades específicas para la
estructuración del lenguaje. Se trata de una elaboración tardía e imperfecta del lenguaje, un
trastorno global de la expresión, con locuciones automáticas, vocabulario pobre, palabras
simples y frases cortas. Se aplica en general a los niños que presentan un trastorno severo del
lenguaje, y cuyas causas no se deben a razones obvias como pueden ser: sordera, retraso
mental, alguna dificultad motora, desórdenes emocionales o alteraciones de la personalidad.

Características:
Las disfasias se caracterizan por un desarrollo del lenguaje severamente alterado en
niños intelectualmente normales mayores de 5 años, tanto en la comprensión como en la
emisión del lenguaje, no es posible de explicar por problemas intelectuales, sensoriales,
motores o a lesiones neurológicas, acompañado de problemas asociados (atención dispersa,
aislamiento, labilidad emocional). Este déficit en el lenguaje oral se caracteriza, además por
un retraso cronológico en la adquisición del lenguaje.

Suelen aparecer algunos de los siguientes síntomas:

a. En la expresión:
 Intencionalidad comunicativa pobre y grandes dificultades para adaptarse al
interlocutor.
 Expresión muy baja, casi nula o constituida por emisiones que pueden ir desde
la palabra-frase hasta la expresión telegráfica.
 Las frases o palabras se dicen en el orden impuesto por el pensamiento que lo
suscita. En algunos casos la expresión se reduce a jerga.
 Agramatismo: dificultades variables en la estructuración sintáctica.
 Dificultad para manejar pronombres personales más allá de los 4 años.
 Ausencia total de partículas de relación (preposiciones, etc.).
 Empleo persistente del verbo en forma atemporal: infinitivos y perífrasis
verbales.

b. En la comprensión:
 Grave alteración de la comprensión pudiéndose observar conductas ecolálicas.
 Dificultad para repetir y recordar enunciados largos.
 Problemas de evocación: expresiones interrumpidas con sustituciones de
palabras, uso de perífrasis y muletillas.

c. Sintomatología asociada.

Los disfásicos suelen presentar dificultades en la estructuración espacial, trastornos en el


ritmo y dificultades psicomotrices, repercutiendo esas dificultades en un retraso en los
aprendizajes básicos, en su equilibrio afectivo emocional, baja estima y ansiedad situacional
varias, si como consecuencia de sus dificultades se produce un fracaso en sus aprendizajes
escolares, este traerá consecuencias personales, familiares y de relación.

 Problemas en la memoria secuencial de estímulos visuales, auditivos y de


acontecimientos.
 Trastornos de tipo perceptivo: integración auditiva fonética.
 Dificultades a la hora de responder correctamente al cambio de consigna,
probablemente debido a perseveraciones de las imágenes auditivas.
 Falta de programación en su actividad lúdica (juego simbólico).
 Alteraciones de la conducta social y afectiva, con rasgos de ansiedad.
 Graves dificultades para el aprendizaje de la lecto-escritura.

Etiología:
La etiología de la disfasia parece endógena, aunque no se haya podido aún determinar
su naturaleza. Algunos autores piensan que su origen está en aspectos relacionales y
ambientales y otros piensan que sus causas son aspectos constitucionales de base.

Resumiendo, son niños que necesitan de una reeducación logopédica que acelere su
evolución espontánea excesivamente lenta poniendo en peligro su escolaridad y su integración
social. El pronóstico con reeducación temprana es positivo, pero las secuelas, tanto en el
lenguaje oral como en el lenguaje escrito, se extienden más allá del período preescolar.

3. AFASIA INFANTIL ADQUIRIDA

Definición:
Etimológicamente el término afasia proviene del griego a-phásis y viene a significar
privación de la palabra, entendiendo esta en su sentido menos constrictivo, es decir privación
no sólo de la palabra como lenguaje, sino del lenguaje como comunicación.

Podríamos usar dicho término para el trastorno del lenguaje que tiene como
características esenciales el aparecer como consecuencia de una lesión del sistema nervioso
central y en un momento en que el lenguaje existía ya en el individuo que padeció la afección
cerebral. O bien para indicar el trastorno, defecto o pérdida de la facultad de expresión,
hablada, escrita o mímica, a causa de una lesión de los centros cerebrales. Imposibilidad, por
consiguiente, de comprender las imágenes receptivas (auditivas y escritas) de la palabra y de
encontrar las imágenes motoras y gráficas de la palabra, aun conservándose las funciones de
los aparatos periféricos sensoriales (vista y oído) y motores (manos, lengua, labios, etc.)

Podríamos describir esta perturbación como: Trastorno, por pérdida, deterioro o


disminución, de la capacidad comunicativa previamente poseída, afectando de forma
específica a los aspectos codificativos y/o decodificativos del lenguaje.

Definición de afasia infantil adquirida:


La afasia infantil adquirida es una pérdida total o parcial del lenguaje en niños después
de los dos o tres años de vida (posterior a la adquisición de los elementos básicos del
lenguaje) por culpa de una lesión cerebral adquirida (generalmente a consecuencia de un
traumatismo craneal o enfermedades como la meningitis) que afecta áreas relacionadas con
algún aspecto del lenguaje.

Se diferencia de la afasia adulta por el tipo de desórdenes que produce y no tanto por
la lesión en sí, ya que en el niño (dependiendo de la edad), al no estar totalmente elaborados
los esquemas neuro-lingüísticos, la lesión no produce tanta alteración como en el adulto. La
afasia puede afectar tanto a la comprensión como a la expresión del lenguaje, dependiendo de
la naturaleza de la lesión cerebral.

Etiología:
Como causa de las lesiones cerebrales causantes de la afasia infantil encontramos la
encefalitis, meningitis, accidentes cerebro-vasculares o tumores cerebrales. El pronóstico será
más favorable mientras menos definida estuviese la lateralización hemisférica de la zona del
lenguaje en el momento de producirse la lesión.

Características:
1. A nivel de producción:

Las dificultades a este nivel van desde los sujetos que no tienen ninguna producción
verbal (repiten sonidos que imitan el ritmo del discurso) hasta aquellos que alcanzan un cierto
nivel de expresión verbal, pasando por los que presentan alteraciones en la organización del
desarrollo temporal del lenguaje junto a una articulación muy defectuosa (estereotipias y
agramatismo)

2. A nivel de comprensión:

También aquí se presentan diferencias notables entre unos sujetos y otros. Podemos
encontrarnos niños o niñas cuya comprensión verbal es prácticamente nula, pudiendo creer
incluso que son sordos por la indiferencia que manifiestan ante la voz humana. En cambio,
otros sujetos pueden tener una comprensión verbal casi normal.

3. Síntomas de acompañamiento:

 Retraso motor considerable.


 Importante retraso escolar
 Alteraciones psicoafectivas, alto grado de dependencia familiar,
manifestaciones de ansiedad y de angustia, tanto en los padres como en el
niño/a, y actitud sobreprotectora.

La inteligencia se ve afectada por esta ausencia de lenguaje y por tanto, no puede ser
comparable a la de un niño/a que habla encontrándose alterada su capacidad de simbolización
y de abstracción.

Concluyendo, gracias a la “plasticidad” del cerebro infantil, este trastorno presenta


casi siempre un proceso rápido de recuperación espontánea post-lesional, sobre todo si la
afasia ocurre antes de los 5 años; vuelven a aparecer progresivamente las distintas funciones
lingüísticas en un espacio de tiempo comprendido entre 1 y 6 meses. Cuanto mayor es el niño
en el momento de la lesión, más lenta es la recuperación y más importantes pueden ser las
secuelas.

B. TRASTORNOS DE LA VOZ Y DEL HABLA

1. Dislalias.
2. Disfemias.
3. Disfonías.
1. DISLALIAS

Definición:

Son los trastornos en la articulación de los fonemas, o bien por ausencia o alteración de
algunos sonidos concretos o por la sustitución de éstos por otros de forma improcedente. Se
trata pues de una incapacidad para pronunciar o formar correctamente ciertos fonemas o
grupos de fonemas. La dislalia puede afectar a cualquier consonante o vocal. Así puede
presentarse el defecto referido a un sólo fonema o a varios en un número indeterminado, o
afectar tan sólo a la asociación de consonantes, cuando éstas aparecen unidas en una sola
sílaba, omitiendo en este caso una de ellas. El sigmatismo, alteración en la articulación de las
consonantes sibilantes.
Las dislalias son más frecuentes en la juventud y en la niñez que en los adultos; más
frecuentes en las palabras largas, en las fricativas que en las oclusivas y nasales. También se
presenta con más frecuencia en el sexo masculino. El defecto no tiene relación con el estado
social del niño antes de los cinco años, pero luego sí, es decir, no hay más dislalias en las
capas sociales más bajas que en las altas, pero en las primeras se alargan y persisten, en
cambio, las clases altas tienen más interés en corregirse.

Sintomatología:

Podemos encontrar varios tipos de errores articulatorios:

- Sustitución: es un error de articulación en que un sonido de reemplazado por otro, El


niño se siente incapaz de pronunciar una articulación concreta y en su lugar emite otra
que le resulta más fácil y asequible, también se da por la dificultad en la percepción o
en la discriminación auditiva donde el niño percibe el fonema tal como él lo emite. La
sustitución puede darse al principio, en medio, o al final de la palabra. Por ejemplo: el
fonema /r/ es sustituido por /d/ o por /g/, diciendo “quiedo” por “quiero”, etc.
- Omisión: el niño omite el fonema que no sabe pronunciar, sin ser sustituido. A veces
omite tan sólo la consonante que no sabe pronunciar, como “apato” por “zapato”, pero
también suele omitir la sílaba completa que contiene dicha consonante, como”
camelo” por “caramelo”.
- Inserción: el niño intercala junto a un sonido que le resulta dificultoso, otro sonido que
no corresponde a esa palabra y, sin conseguir con ello salvar la dificultas, se convierte
en un vicio de dicción, dirán “aratón” en vez de “ratón”.
- Distorsión; un sonido distorsionado es aquel que se da de forma incorrecta o
deformada, es decir, que su articulación se hace de forma aproximada a la correcta,
pero sin llegar a serlo. Generalmente es debido a una imperfecta posición de los
órganos de la articulación, a la forma de salida del aire, a la vibración o no vibración
de las cuerdas vocales, etc.

Clasificación:
Atendiendo a sus causas podemos clasificar las dislalias en:
Dislalia funcional:

Trastornos de la articulación que no presentan malformación anatómica, pérdida de


audición o lesión neurológica, sino tan sólo una incapacidad funcional. Las confusiones más
habituales son en aquellos sonidos que exigen una mayor competencia articulatoria, como son
/r/, /s/, /ch/, /z/, /l/ y /k/. En algunos casos, el niño dislálico sabe que articula mal y él quisiera
corregirse y trata de imitarnos, pero sus órganos no obedecen con la facilidad que él desea, y
no encuentran el movimiento concreto que debe ser realizado para pronunciar un sonido
correctamente. El fonema es el resultado final de la respiración, de fonación y de la
articulación. Pero en estos casos existe una incapacidad o dificultad funcional en cualquiera
de estos aspectos que impide la perfecta articulación. En otras ocasiones, aunque la dificultad
sea la misma, el niño no percibe su defecto por la fijación que tiene del mismo, no pudiendo
él distinguir las articulaciones que emite bien y las que emite mal.
Causas:

Vamos a presentar una serie de causas que pueden ser determinantes de la dislalia
funcional, siguiendo el orden con el que aparecen de mayor a menor frecuencia.

 Escasa habilidad motora, existe una relación directa entre el grado de retraso motor y
el grado de retraso del lenguaje en los defectos de pronunciación.
 Dificultades en la percepción del espacio y el tiempo, el lenguaje comienza a surgir en
el niño por imitación de movimientos y sonidos. Es muy difícil que puedan darse los
primeros si el niño no es capaz de percibirlos tal y como son, sino tiene interiorizadas
las nociones de espacio y tiempo.
 Falta de comprensión o discriminación auditiva, algunos niños tienes dificultades en
cuanto a la discriminación acústica de los fonemas por capacidad insuficiente de
diferenciación de unos y otros. Estas causas aparecen, no porque el niño no oiga, sino
por una falta de comprensión auditiva.
 Factores psicológicos, cualquier trastorno de tipo afectivo puede incidir sobre el
lenguaje del niño haciendo que quede fijado en etapas anteriores, impidiendo una
normal evolución de su desarrollo. Pueden provocar un trastorno en el desarrollo de la
personalidad del niño que se refleje en la expresión de su lenguaje, ya que existe una
interacción continuada entre el lenguaje y el desarrollo de la personalidad.
 Factores ambientales, la carencia de ambiente familiar se refleja en muchos casos en
su expresión hablada. Es muy importante el nivel cultural del ambiente en que se
desenvuelve el niño, se hace notar en el vocabulario empleado y en la fluidez de
expresión en el modo de articulación. Uno de estos problemas se da en el bilingüismo
existente en el ambienten que se desenvuelve el niño, que puede crear
desorientaciones en la etapa de fijación de su lenguaje. La superdotación materna que
impide la debida maduración del niño.
 Factores hereditarios, se ve forzado por la imitación de los errores que cometen al
hablar los familiares, si es que estas deformaciones articulatorias persisten en ellos.
 Deficiencia intelectual, en estos casos no se puede hablar tan sólo de dislalia
funcional, sino que son problemas más complejos.

Dislalia audiógena:

Es la alteración de la articulación producida por una audición defectuosa, la “hipoacusia,


en mayor o menor grado impide la adquisición y el desarrollo del lenguaje, dificulta el
aprendizaje de conocimientos escolares, trastorna la afectividad y altera el comportamiento
social”1

Un elemento fundamental en la percepción del lenguaje es la percepción auditiva. El niño


que no oye nada, no hablará nada espontáneamente, y el niño que oye incorrectamente,
hablará con defectos y estos se denominan dislalia audiógena. Por ejemplo, la hipoacusia
impide la adquisición y el desarrollo del lenguaje. El niño tendrá dificultad para reconocer y
reproducir sonidos que ofrezcan entre sí una semejanza, al faltarle la capacidad de
diferenciación auditiva. Las alteraciones que presente en el habla el niño hipoacúsico,
dependerán de la intensidad de la pérdida de oído que tenga y de la capacidad del niño para
compensarla.
Generalmente en estos casos, junto a la dislalia, se presentarán alteraciones de la voz y del
ritmo, que modificará la cadencia normal del habla

Dislalia orgánica:

Son los trastornos de la articulación que están motivados por alteraciones orgánicas.
Cuando estas alteraciones orgánicas se refieren a lesiones del sistema nervioso que afectan al
lenguaje se denominan disartrias. Y cuando la alteración afecta a los órganos del habla por
anomalías anatómicas se llaman disglosias.

Diglosia:
Es una alteración articulatoria en la producción oral producida por una causa
anatómica y/o fisiológica de los órganos periféricos articulatorios, y de origen no neurológico.
Sus causas están en las malformaciones congénitas, pero también pueden ser ocasionadas por
parálisis periféricas, traumatismos, trastornos del crecimiento, etc.

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Disartria:

Las disartrias pueden ser de origen muy variado dentro del trastorno neurológico,
desde el nacimiento o como consecuencia de enfermedad o cadente que desencadena una
lesión cerebral. Son alteraciones motrices del habla, es decir, provocadas por lesiones del
sistema nervioso que generan trastornos en el movimiento de los músculos que intervienen en
la fonoarticulación. El trastorno motriz que provoca una disartria puede ser bastante complejo
y una definición que recoja esta complejidad podría ser: “las dificultades de la expresión del
lenguaje debido a trastornos del tono y del movimiento de los músculos fonatorios,
secundarios a lesiones del sistema nervioso”. Los autores Love y Vvebb la definen como:
“alteración de la actividad articulatoria de las unidades fonéticas., es una deficiencia de la
propia ejecución neuromuscular del habla provocada por una lesión en los conductos
neuronales y caracterizada por la debilidad, parálisis o incoordinación de la musculatura del
habla”.
El disártrico puede manifestar problemas de respiración, de fonación, de articulación,
de resonancia, de ritmo y de prosodia.
La disartria se presenta más frecuentemente en niños a los que se ha diagnosticado una
parálisis cerebral. Una lesión en las estructuras del sistema extrapiramidal y el cerebelo
induce a alteraciones del habla que son el resultado de trastornos del control muscular.

Dislalia evolutiva:

Se denomina dislalia evolutiva, aquella fase del desarrollo del lenguaje infantil en la
que el niño no es capaz de repetir por imitación las palabras que escucha, de formar los
estereotipos acústico-articulatorios correctos. A causa de ello repite las palabras de forma
incorrecta desde el punto de vista fonético. Los síntomas que aparecen son, por tanto, los de la
dislalia, al darse una articulación defectuosa.
Dentro de una evolución normal en la maduración del niño, estas dificultades se van
superando y sólo si persisten más allá de los cuatro o cinco años, se pueden considerar como
patológicas.

Aunque la dislalia evolutiva no precisa un tratamiento directo al formar parte de un


proceso normal, es necesario mantener con el niño un comportamiento adecuado que ayude a
su maduración general para evitar posteriores problemas, y que no permita una fijación del
esquema defectuoso, que en ese momento es normal para él. Por ello, es conveniente siempre
hablarle de forma clara y adulta, no imitándole en sus defectos, ni tomárselos como una
gracia, lo que puede reforzarle la pronunciación defectuosa e impedir su evolución.

DISFEMIA:

Conceptualmente podemos definir la disfemia como un trastorno de la fluidez verbal


en el cual no se dan anomalías orgánicas y se caracteriza por las interrupciones bruscas,
bloqueos y espasmos musculares que afectan, con distinta intensidad, a la coordinación fono-
respiratoria y a los movimientos articulatorios.

Clasificación de la tartamudez:

a) Tartamudez tónica: se caracteriza por un habla entrecortada con espasmos provocando


bloqueos en el habla. El bloqueo se produce en el inicio de ciertos grupos fónicos y salida
repentina de la emisión.
b) Tartamudez clónica: producida por breves y rápidas contracciones bucales que dan lugar a
una repetición compulsiva de sílabas.
c) Tartamudez tónica – clónica: se dan las características de las dos anteriores. Es la más
frecuente.

Incidencia y evolución: La tartamudez es más frecuente entre los niños de menor edad que
en los mayores. Su inicio ocurre antes de los ocho años en nueve de cada diez casos y,
respecto al sexo afecta a una hembra por cada tres ó cuatro varones. La aparición y evolución
de la disfemia pasa por tres fases:

 Fase primaria: la tartamudez comienza más o menos a los tres años. El niño en esta
fase no es consciente del problema hasta que la familia y el entorno lo hacen
evidente, por lo general, tratando de que el niño corrija el defecto.
 Fase transicional: el niño toma conciencia del problema y muestra un displacer por
la comunicación verbal, pasando a ser el habla una fuerte frustración.
 Fase secundaria: el tartamudeo se le asocian otros signos anormales, reacciones
emocionales negativas y otras anomalías de la conducta verbal y motora que se
convierten en poderosos determinantes de la persistencia y agravamiento del
medio.

Estas manifestaciones secundarias son:

- Reacciones de ansiedad ante situaciones verbales.


- Conducta de evitación o huida de la situación verbal.
- Miedo a hablar (logobofia).
- Movimientos parásitos (tics) compulsivos que afectan a la musculatura orifacial y
del cuello.
- Alteración funcional fono-respiratoria al tartamudear, en forma de respiración
paradójica emitiendo el habla en inspiración.
- Entonación monótona al hablar.
- Abuso de sinónimos: sustitución de palabras que al disfémico le resultan difíciles y
a las que teme.
- Uso de muletillas verbales que ayudan al disfémico a enlazar las frases.
- Uso de expresiones grandilocuentes y perífrasis y lenguaje redundante.
- Frases inacabadas.
- Retraso en la emisión de la palabra, prefiere esperar antes de hablar; piensa
intensamente antes de responder.
- Reacciones internas:
o Miedo a situaciones específicas (hablar por teléfono, ir a comprar…).
o Malestar, vergüenza y culpabilidad.
o Síntomas neurovegetativos: palpitación, sudoración, temblor y rubor.

Etiología:
Existen grandes discrepancias a la hora de explicar las causas y los mecanismos de la
tartamudez. Las teorías acerca del trastorno pueden agruparse en dos corrientes:

 La primera insiste en la precisa de una dificultad funcional inicial que puede ser
directa [debilidad del aparato de articulación; dificultad lenguoespeculativa
(dificultad para formular el pensamiento en el lenguaje)] o indirecta (lateralización
inadecuada, disfunción cerebral). A partir de esta dificultad funcional, el sujeto
empieza a presentar estados psiquicos depresivos y a elaborar una construcción
neurótica respecto al lenguaje.
 La segunda presenta la tartamudez directamente como un trastorno esencialmente
afectivo y relacional que se centra en el lenguaje por su función simbólica.

Actualmente, se busca una aproximación integradora que relacione factores somáticos


de carácter hereditario con factores psicológicos responsables de la persistencia y
complicación del problema.

Diagnóstico diferencial:

Es preciso hacer un diagnóstico diferencial respecto a:

1) Habla vacilante de la primera infancia que tiene lugar hacia los tres años cuando el
niño pasa de la fase simple a la fase compleja, a producir oraciones más largas. Se
produce pausas en el discurso y repeticiones de sílabas y palabras porque el niño está
aprendiendo a expresarse. Esta “tartamudez fisiológica” suele remitir al cabo de un
año y permite diferenciarlo del tartamudeo patológico por la ausencia de bloqueos.
2) Los procesos del retraso evolutivo del lenguaje, pues debido a la dificultad de
representar el pensamiento a través del lenguaje dará lugar a un habla discontinua, con
grandes pausas y repeticiones de palabras.
3) Los trastornos de la fluidez asociados a causas neurológicas: párkinson, depresión,
afasias.
(1) Repeticiones de sonidos y sílabas,
(2) Prolongaciones de sonidos.
(3) Interjecciones.
(4) Palabras fragmentadas (p. ej. pausa dentro de una palabra)
(5) Bloqueos audibles o silenciosos.
(6) Circunloquios (sustituciones de palabras para evitar palabras problemáticas)
(7) Palabras producidas por un exceso de tensión física.
(8) Repetición de palabras monosilábicas (p. ej., “Yo, yo-yo le veo)

A. La alteración de la fluidez interfiere el rendimiento académico o laboral, o a la


comunicación social.
B. Si hay un déficit sensorial o motor del habla, las deficiencias del habla son
superiores a las habitualmente asociadas a estos problemas.

3. DISFONÍAS

Es una alteración de la voz, en cualquiera de sus cualidades (tono, intensidad y timbre)


que sobreviene a una alteración orgánica o a una disarmonía o incoordinación de los músculos
respiratorios, laríngeos y las cavidades que intervienen en el acto vocal.

Clasificación de las disfonías:


Son varias las clasificaciones que se pueden establecer sobre las alteraciones de la voz.
Sin embargo, la mayoría de los autores coinciden en dividirlas en cuanto a la etiología, en dos
grandes grupos: orgánicas y funcionales.

A. Disfonías orgánicas.
Es la alteración de la voz producida por una lesión anatómica en los órganos de la
fonación. Las disfonías orgánicas presentan en la imagen laringoscópica una patología visible
y tienen un componente anatómico o neurológico.
Puede estar producida por:
 Malformaciones de la laringe.
 Alteraciones laríngeas
 Disfunción de origen hormonal.
 Disfunción de origen neurológico.
 Alteraciones de origen traumático y quirúrgico.
B. Disfonías funcionales.
La disfonía funcional se define como una alteración de la función vocal, provocada
esencialmente por una perturbación de la actitud vocal. Se caracterizan por una utilización
defectuosa del órgano vocal a causa de la instalación progresiva del círculo vicioso del
sobreesfuerzo vocal, bajo la influencia de factores variados: psicológicos, sociológicos y
también orgánicos. Perelló y Salva nos explica que “el término funcional es empleado por los
laringólogos para denominar la disfonía psicosomática, y por los logopedas para designar las
disfonías que se producen por un abuso, sobreesfuerzo o agotamiento del mecanismo vocal”.
Son factores desencadenantes de esta disfonía: patología otorrinolaringológica
(laringitis aguda, traumatismos, alergias); enfermedades sistémicas; hábitos tóxicos
(alcoholismo, tabaquismo); labilidad psicológica; alteraciones posturales; antecedentes
pulmonares; ambiente familiar.
Son factores favorecedores: obligación socioprofesional de hablar o cantar;
características psicológicas personales o situaciones difíciles; hábitos tóxicos; afecciones
crónicas ORL; mal control audiofonatorio; técnica vocal defectuosa; exposición a ruido,
polvo, vapores irritantes o aire acondicionado, etc.

Las disfonías infantiles .


Las disfonías funcionales son las que se dan con mayor frecuencia en los niños.
Afectan a cerca de la mitad de los niños en edad escolar, desde los 5 o 6 años hasta la edad
puberal. En el niño disfónico, sea cual sea su edad y la gravedad de su trastorno, todas las
características acústicas están alteradas y modificadas poco o mucho, igual que en el adulto.
El timbre normal está reemplazado por otro patológico que en las hipercinesias da la
impresión de esfuerzo vocal.
Casi siempre el tono es demasiado grave en relación con la constitución y edad del
niño. La intensidad es siempre demasiado fuerte y el sujeto no puede hablar con voz queda.
Más raramente, el niño está afecto de una disfonía hipocinética. La voz es grave, sin timbre,
sin intensidad o, por el contrario, muy aguda y sin alcance por falta de tonicidad. Las
disfonías modifican, pues, los elementos melódicorítmicos del mensaje y dan a la voz y a la
palabra de estos niños un aspecto monótono y particular. Entre los tipos de voz disfónica más
frecuentes en el niño en edad escolar son:
* Voz fuerte o chillona; voz estridente con una intensidad aumentada a consecuencia del
abuso vocal.
* Voz débil; tipo de voz con poca intensidad y alcance debido a falta de tono muscular
en la laringe. La convalecencia de enfermedades graves se acompaña de un estado
depresivo con voz débil.
* Voz ronca; voz áspera de poca extensión y consecuencia de un mal uso vocal o por
laringitis.
* Voz nasal; tipo de voz con resonancia de la fosa nasal que se produce por una
obstrucción nasal o/y por una lesión, paresia o incoordinación del velo del paladar 2. Esta
alteración del timbre se llama rinofonía por escasa o excesiva salida de aire por la nariz
durante la emisión vocal. Nos encontramos con dos tipos de rinofonía: En la rinofonía
cerrada hay una obstrucción del paso del aire por las cavidades nasales, impidiendo la
emisión de los fonemas nasales (m, n, ñ) dando lugar a la típica voz del resfriado. En la
rinofonía abierta hay un insuficiente cierre del velo del paladar deformando los fonemas
bucales imprimiendo el clásico tono “gangoso” a la voz del niño. Esta rinofonía abierta
suele ir acompañada de rinolalia que es la pronunciación inadecuada de las fricativas (f, z,
s, y, x) con expulsión nasal en vez de oral y la articulación hipotónica de las oclusivas (p,
b, t, d, k, g).
* Voz entrecortada; voz unida a trastornos de la fluidez verbal que se manifiesta
bajo la forma de espasmos en los órganos de la fonación y la respiración.

2
En cuanto a la fluidez, es demasiado rápida y frecuentemente con sacudidas. La
articulación se aprieta hasta tal punto que dificulta las vibraciones laríngeas y la sonorización
de ciertas consonantes. Además, la duración de las frases está anormalmente reducida y la
intensidad excesiva exige esfuerzos laríngeos y respiratorios tan desproporcionados, que no
pueden sostenerse hasta el fin y la terminación de las frases resulta inaudible. O bien, el sujeto
se precipita en una serie de oraciones demasiado numerosas, que terminan sin aliento y sin
voz.
A todo esto, se le añaden los ataques duros o demasiado blandos, los agujeros en la voz,
los “gallos”, los sonidos inaudibles o demasiado forzados, las respiraciones ruidosas y los “si”
emitidos en inspiración, que es una particularidad de los niños disfónicos.

Perfil del niño disfónico:


Muy inteligente y despierto, vivaz, locuaz, persuasivo, con tendencia a la
hiperactividad física; fuerte carácter, a veces dominante y con cierta tendencia a ser líderes y
rebeldes. Su estilo comunicativo habitual es la voz gritada, a la que se asocia una fuerte
congestión de la musculatura del cuello y, a veces, hasta la cara. Sus movimientos son
rápidos, su musculatura frecuentemente hipertensa y con tendencia a pasar de la contracción a
la distensión, sin poder regular un grado intermedio de tono muscular que sea más adecuado y
eficaz.
Evidentemente, no todos los niños afectados de disfonía son iguales, pero en la
práctica es frecuente detectar en ellos este tipo de características psíquicas y físicas. Es
importante indagar, la posición psicológica que ocupa el niño dentro de la unidad familiar en
relación a cada uno de sus componentes. Puede ser que el niño/a sienta que no es
suficientemente escuchado/a o que tenga celos de otros hermanos e intente taparlos con su
voz.

C.TRASTORNOS DEL LENGUAJE Y LA COMUNICACIÓN.

Mutismo:
En la revisión histórica se constata que el mutismo ha sido definido por los autores de
muy diversas formas, lo cual ha provocado que se diagnosticara mutismo cuando el sujeto
presentaba retrasos en el lenguaje, retraso mental o trastornos psicóticos. Son muy escasos y
poco claros en su diagnóstico los casos de mutismo total. El primer trabajo se debe a Gordon
(1921) y en su descripción de los sujetos les caracteriza como psicóticos, lo cual demuestra
que no estamos ante casos de mutismo como trastorno específico sino ante trastornos
psicóticos en los que aparece dentro del cuadro clínico una falta de comunicación oral. A
través de la historia vemos como el trastorno de mutismo parcial es denominado en principio
como afasia voluntaria. Tramer (1934) es el primero en llamarlo mutismo electivo, siendo
Reed (1963) el que lo define como una conducta aprendida con origen en variables que
provocan ansiedad en el sujeto, descartando el trauma infantil como explicación del trastorno.
Friedman y Karagan (1973), Bauermeister y Jemair (1975) coinciden en la necesidad de
ausencia de retraso mental profundo o déficit motor, mientras que Wright (1968) acota la
definición argumentándola independencia entre mutismo y nivel intelectual. Willianson,
Sewell, Sanders, Sanea y AITE (19779 diferencian el mutismo electivo de la aversión a
hablar.
El mutismo es un trastorno adquirido que consiste en la desaparición del lenguaje
existente sin que exista agresión cerebral (Launay, 1989). Este autor sitúa este trastorno como
una manifestación mental, psiconeurótica o psicótica y advierte de la existencia de dos clases
de mudos:
a) Los de base psicótica: el mutismo aparece como una manifestación de la psicosis,
siendo estos más psicóticos que mudos. Se diferencian según la edad. Desde los 6 años
a la pubertad se consideran un problema psiquiátrico caracterizado por un modo de
pensar con cierta irrealidad e incapacidad de establecer relaciones con los demás.
b) Los de base emocional o neurótica: el sujeto conserva un comportamiento
aparentemente normal y son, ante todo, mudos. Se diferencian dos tipos de mutismo
aquí: parcial o electivo, que aparece en un contexto determinado o ante ciertas
personas y persiste más allá de los 6 años, y total; en casos excepcionales.

A partir de la clasificación anterior, en este capítulo vamos a considerar el mutismo


cuando aparece como trastorno en sí y no en los casos en los que el mutismo es parte de un
cuadro clínico de otros trastornos como sería el caso de los trastornos generalizados del
desarrollo, esquizofrenia u otros trastornos psicóticos. Estamos hablando del mutismo
selectivo.

Mutismo selectivo:

Olivares, Maciá y Mendez (1993) lo definen como el descenso generalizado de la


frecuencia de ocurrencia verbal en todas las situaciones sociales y, así mismo ante personas
ajenas al ámbito íntimo, sin que exista otro problema de orden psicológico o somático que
pueda justificarlo. La asociación de psiquiatría Americana, en su manual de diagnóstico
estadístico de trastornos mentales (DSM-IV), recoge el mutismo selectivo como una categoría
diagnóstica específica, definiendo como su característica esencial la incapacidad persistente
de hablar en situaciones sociales específicas, pese a hacerlo en otras situaciones ( en casa).
El mutismo selectivo debe considerarse como un trastorno persistente de
comunicación circunscrito a situaciones contextuales específicas. La evaluación diagnóstica
del trastorno debe contemplar el estudio de variables lingüísticas y psicológicas. Con la
primera se trata de evaluar si, además del mutismo, el niño presenta alguna otra alteración del
lenguaje y establecer la relación existente. Con la segundo, se evalúa si el mutismo es un
trastorno en sí o si se presenta como una manifestación que aparece en el transcurso de otros
trastornos psicológicos.
Criterios para el diagnóstico del mutismo selectivo:
A. La incapacidad persistente a hablar en situaciones sociales específicas a pesar de
hacerlo en otras.
B. Esta alteración interfiere en el rendimiento escolar o laboral o de la comunicación
social.
C. La duración de esta alteración como mínimo un mes.
D. Que esta incapacidad para hablar no se deba a una falta de conocimiento o fluidez
del lenguaje hablado requerido en la situación social.
E. Que no aparezca en el transcurso de un trastorno generalizado del desarrollo,
esquizofrenia o psicosis.
Según Polaino: “El mutismo constituye, fundamentalmente, un problema de
interacción social. Es una respuesta afectiva más que un trastorno del lenguaje”. Como señala
Polaino (1982) las características más relevantes son:
A. Inicio del problema en el período de los 3 a los 7 años. En ocasiones coincide con
la incorporación del niño a la vida escolar.
B. El trastorno se manifiesta de forma aislada, sin que se evidencien otras alteraciones
salvo la negativa a ingerir alimentos.
C. Estrecha vinculación afectiva con la madre; lo que genera, con frecuencia,
dependencia mutua.
D. Inteligencia normal.
Etiología:
Este trastorno responde a conductas de evitación/escape como respuesta a situaciones
de interacción social a las que se ve sometido el individuo. Es por ello una conducta
aprendida, con origen en los pequeños, en el miedo a contacto con personas o situaciones
extrañas para ellos. Como consecuencia estos niños (que en su entorno familiar hablan
perfectamente) son reticentes a hablar, conducta que se puede mantener, dependiendo del
contexto, desde un día hasta un mes. Este tipo de conductas se manifiestan en la presentación
de personas extrañas al niño y en contextos elegidos por el sujeto (escuela y hospitales).
Olivares, Mendez y Maciá (1996) proponen la existencia de una serie de variables
biológicas, psicológicas y contextuales que incrementan la vulnerabilidad del niño y facilitan
la aparición de mutismo selectivo:
1. Variables biológicas; respuestas de ansiedad ante la situación de separación de seres
queridos que experimenta el niño en su incorporación al sistema educativo, de ahí que
este trastorno aparezca en los primeros cursos de escolarización del sujeto en de.
Infantil o primaria.
2. Variables psicológicas; los niños, ante la presencia de personas extrañas en
situaciones de interacción, suelen reaccionar con respuestas de evitación. Cuando esto
se une a que el niño posee pocas experiencias de interacción con personas extrañas,
resulta más difícil que el niño sienta interés por la relación con personas diferentes de
las de su contexto habitual.
3. Variables contextuales; familia, escuela y otros contextos (inmigración y
hospitalización).
3.1. Contexto familiar; existen evidencias que relacionan el mutismo selectivo con
entornos familiares en los que se enseña a evitar la interacción con personas extrañas.
Variables pertenecientes al contexto familiar serían:
 Falta de estimulación lingüística: muchos niños y niñas que no hablan han
vivido o viven en situaciones de privación lingüística, no tienen una persona que
interactúe con ellos, les estimule a expresarse, gratifique sus primeras conductas
verbales. Son los casos de los niños y niñas abandonados, aislados, de padres
sordos o deficientes, de hospitales…
 Trastorno familiar: un divorcio, la muerte de algún familiar, padres
ambivalentes (el niño puede ser premiado un día por el mismo hecho que al día
siguiente es castigado), el niño no hablaría como protesta a esta situación en la
que se siente inseguro.
 Sobreprotección familiar: el lenguaje no adquiere una dimensión funcional para
el niño, es decir, el niño no necesita hablar porque su madre se le adelanta a
satisfacer sus necesidades, deseos o caprichos. Por otro lado, apenas el niño ha
comenzado a producir algún sonido, es comprendido inmediatamente por ella
con lo que el niño no siente la necesidad de aprender a hablar.
 Padres autoritarios y exigentes: exceso de preocupación por el hecho de que su
hijo no hable, que conduce a una postura negativista por parte del niño. Un
ambiente muy autoritario, donde se dan las amenazas, el refuerzo negativo, un
alto nivel de exigencia respecto al comportamiento del niño, recriminándole en
el momento los errores y exigiendo su corrección inmediata hace que el niño no
hable
 Trastornos de la conducta y de la personalidad del padre y de la madre.
 Abusos deshonestos y rechazo parental.
 Aislamiento social de la familia.
 Bilingüismo.

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