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TEMA 2.

LA POESÍA ESPAÑOLA EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX


I. INTRODUCCIÓN

La poesía de la segunda mitad del siglo XIX, exceptuando las obras de Bécquer y de Rosalía
de Castro, era una poesía prosaica y vacía. Los poemas de Campoamor o Núñez de Arce se
caracterizaban por tratar temas banales en un tono ligero y una retórica desprovista de lirismo,
todo ello en consonancia con el espíritu burgués, acomodado y práctico de la época.

En medio de una crisis espiritual como la que sobreviene por toda Europa a finales del siglo
XIX, la poesía española tendrá que aguardar la llegada de Rubén Darío, el poeta nicaragüense
iniciador del Modernismo, para encontrar de nuevo el rumbo perdido de la lírica.

II. EL MODERNISMO. CARACTERÍSTICAS.

Se denomina MODERNISMO al movimiento literario nacido en Hispanoamérica a


finales del siglo XIX y difundido en España por Rubén Darío a raíz de la publicación de su libro
Prosas profanas.

Debemos recordar que entre el Modernismo y la Generación del 98 no se da una


separación absoluta y tajante. Durante los primeros años del siglo, al menos, se pueden encontrar
características comunes a los escritores de ambos movimientos. Por eso, se puede hablar de
Modernismo, en una acepción general, como la versión hispánica de la crisis artística y espiritual
europea de finales del siglo XIX, dentro de la cual podemos hallar orientaciones diversas: una que
se inclina hacia una literatura de evasión y elitismo –el Modernismo en sentido estricto- y otra
que caracteriza por un temperamento más crítico y radical –la Generación del 98.

Las consecuencias de este movimiento para la poesía española son de diversa índole:

1.- Con el Modernismo se dan a conocer en España los movimientos literarios extranjeros:
principalmente el Parnasianismo y Simbolismo franceses. Rubén había logrado hacer una síntesis
de todas esas influencias, junto con elementos de la poesía romántica española y francesa de
autores como Bécquer y Víctor Hugo.

2.- La literatura adquiere así un aire aristocrático, que desdeña lo vulgar y cotidiano y se consagra a
la exaltación de la Belleza. Ello se muestra en la elección de los temas, en el cuidado de la forma y
en el despliegue de elementos sensoriales en que se va a convertir el poema.

3.- El escritor adopta un estilo de vida acorde con su concepción del arte: la bohemia. Su mundo es
el de los cafés, las tertulias, la noche; lo que lleva aparejado el desprecio del sentido comercial y
burgués de la vida.

4.- Dos líneas principales se distinguen en los temas más frecuentes del Modernismo, de clara raíz
romántica:

a) La línea escapista: lugares exóticos y épocas antiguas. No hay límite geográfico si admiten la
ambientación de algo hermoso. Construye palacios, jardines, castillos, como un decorado por el
que desfilan caballeros de títulos nobiliarios, princesas tristes, guerreros legendarios, cisnes, ninfas,
etc. El erotismo, las conductas amorales aparecen con frecuencia, como demostración del espíritu
rebelde y antiburgués que late en el fondo de la actitud modernista.

b) La línea íntima. El amor y el mundo son vistos con ojos melancólicos y llenos de tristeza. Hay un
deseo de plenitud que resulta irrealizable. En los poemas, esta nostalgia y este desasosiego se
enmarcan en paisajes otoñales o despoblados jardines.

5. El estilo y la métrica. Los poetas modernistas explotan todas las posibilidades que el lenguaje les
ofrece para conseguir la ansiada belleza. El poema es también causa de sensaciones: el color, la
musicalidad, un léxico rico, abundantes aliteraciones, sinestesias, imágenes, símbolos o habilidad
en el uso de la métrica. Los versos tradicionales, como el octosílabo o el endecasílabo, se emplean
habitualmente; pero, las preferencias modernistas se inclinan por el alejandrino, el dodecasílabo o
el eneasílabo, poco usado hasta entonces. En cuanto a las estrofas, se busca la variedad,
modificando las estructuras tradicionales o introduciendo estrofas innovadoras.

III. AUTORES Y OBRAS.

A pesar de ser nicaragüense, se incluye a Rubén Darío en las historias de la literatura


española por su decisivo papel en la implantación del Modernismo en España. Junto a éste, las
figuras principales que aparecen son Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, dos poetas que
después evolucionarán hacia líneas distintas y alejadas del movimiento. Otros representantes son:
Manuel Machado, Francisco Villaespesa o Eduardo Marquina, los cuales evitan los excesos
modernistas. Su poesía adquiere un tono más intimista y se expresa con modos más cercanos al
Simbolismo.

A) RUBÉN DARÍO. El primer libro del poeta fue Azul, mezcla de verso y prosa, el cual refleja todas
las características del Modernismo y supone un rechazo de la sociedad burguesa. Con Prosas
Profanas, Rubén creó el modelo de poesía que imitarán sus seguidores modernistas. Sus temas son
la evasión aristocrática de la realidad y el exotismo, junto al tema amoroso y otros como el sentido
del arte, del tiempo, la vida o la muerte. Esta línea sigue presente en Cantos de vida y esperanza,
su obra cumbre, aunque hay ya muchas composiciones que se separan de la tendencia frívola y
escapista del movimiento para ahondar en problemas humanos universales.

B) ANTONIO MACHADO. Dentro de la estética modernista, destacan: Soledades, galerías y otros


poemas; Campos de Castilla y Nuevas canciones. En la primera obra, se aprecia su preocupación
por el ritmo, la musicalidad y el cromatismo. El simbolismo representa los estados de ánimo y las
obsesiones del autor: tarde (decaimiento), el agua (la vida) , el huerto y el jardín (ilusión, recuerdo
infantil). En las dos siguientes, el autor es más comedido en el lenguaje, pero siempre hondamente
expresivo. Enlaza aquí con las preocupaciones de la Generación del 98. Aparecen recuerdos
autobiográficos de un pasado reciente y doloroso, junto a poemas que reflejan el paisaje andaluz y
castellano.

C) JUAN RAMÓN JIMÉNEZ. Su obra estuvo siempre en un proceso continuo de búsqueda y


creación de la belleza plena mediante la palabra poética. Entiende la poesía como un arte
minoritario y por ello dedica su obra, cada vez más compleja y difícil, a “la inmensa minoría”. Va a
influir decisivamente en los poetas de la Generación del 27. Se suelen distinguir tres etapas:

− Poesía modernista, sensitiva. Los poemas de las obras de esta primera etapa (Arias Tristes,
Jardines lejanos, La soledad sonora y su libro de prosa poética Platero y yo) expresan estados
de ánimo típicamente modernistas (la melancolía, el hastío…) mediante una lengua poética en
la que se aprecian las huellas de Rubén Darío (metros breves, musicalidad, ambientación,
jardines, crepúsculos, etc.)

− Poesía pura, intelectual. En estas obras (Diario de un poeta recién casado, Eternidades) el
autor postula la existencia de dos planos de realidad: la realidad material, perecedera, de las
apariencias, y una realidad invisible, inmutable, esencial, que el poeta debe nombrar y
descubrir. Predominan los poemas breves, en verso libre, desprovistos de los recursos
sensoriales propios del Modernismo.

− Últimos libros, etapa desarrollada en el exilio. En estas composiciones (La estación total,
Espacio) el poeta presiente la llegada de la muerte, entendida como un tránsito en el que la
conciencia –el yo más profundo y verdadero- se funde con el cosmos, con la totalidad de lo
real, haciéndose eterna.

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