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Lectura 2º trimestre

Contenido
1. El Cantar de Mío Cid .................................................................................................................. 2
2. Los Milagros de Nuestra Señora, Gonzalo de Berceo ............................................................... 3
3. Libro de buen amor, Arcipreste de Hita .................................................................................. 18
4. Libro de Buen Amor, Arcipreste de Hita .................................................................................. 24
5. Coplas a la muerte de su padre, Jorge Manrique .................................................................... 25

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Lectura 2º trimestre

1. El Cantar de Mío Cid

La cobardía de los Infantes de Carrión, 3º Cantar del Mío Cid

En Valencia estaba el Cid y los que con él son;


con él están sus yernos, los infantes de Carrión.
Echado en un escaño, dormía el Campeador,
cuando algo inesperado de pronto sucedió:
salió de la jaula y desatóse el león.
Por toda la corte un gran miedo corrió;
embrazan sus mantos los del Campeador
y cercan el escaño protegiendo a su señor.
Fernando González, infante de Carrión,
no halló dónde ocultarse, escondite no vio;
al fin, bajo el escaño, temblando, se metió.
Diego González por la puerta salió,
diciendo a grandes voces: «¡No veré Carrión!»
Tras la viga de un lagar se metió con gran pavor;
la túnica y el manto todo sucios los sacó.
En esto despertó el que en buen hora nació;
a sus buenos varones cercando el escaño vio:
«¿Qué es esto, caballeros? ¿ Qué es lo que queréis vos?»
«¡Ay, señor honrado, un susto nos dio el león».
Mío Cid se ha incorporado, en pie se levantó,
el manto trae al cuello, se fue para el león;
el león, al ver al Cid, tanto se atemorizó
que, bajando la cabeza, ante mío Cid se humilló.
Mío Cid don Rodrigo del cuello lo cogió,
lo lleva por la melena, en su jaula lo metió.
Maravillados están todos lo que con él son;
lleno de asombro, al palacio todo el mundo se tornó.
Mío Cid por sus yernos preguntó y no los halló;
aunque los está llamando, ninguno le respondió.
Cuando los encontraron pálidos venían los dos;
del miedo de los Infantes todo el mundo se burló.
Prohibió aquellas burlas mío Cid el Campeador.
Quedaron avergonzados los infantes de Carrión.
¡Grandemente les pesa esto que les sucedió!

La afrenta de Corpes

Quédanse solos los cuatro, todo el mundo se marchó,


tanta maldad meditaron los infantes de Carrión.
"Escuchadnos bien, esposas, Doña Elvira y Doña Sol:
vais a ser escarnecidas en estos montes las dos,
nos marcharemos dejándoos aquí a vosotras, y no
tendréis parte en nuestras tierras del condado de Carrión.
Luego con estas noticias irán al Campeador
y quedaremos vengados por aquello del león."
[…]Desfallecidas se quedan, tan fuertes los golpes son,

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los briales y camisas mucha sangre los cubrió.


Bien se hartaron de pegar los infantes de Carrión,
esforzándose por ver quién pegaba mejor.
Ya no podían hablar Doña Elvira y Doña Sol.
En el robledal de Corpes por muertas quedan las dos
. Lleváronse los infantes los mantos y pieles finas
y desmayadas las dejan, en briales y camisas,
entre las aves del monte y tantas fieras malignas.
Por muertas se las dejaron, por muertas que no por vivas.

[Álvar Fáñez y muchos hombres del Cid van a recoger a doña Elvira y doña Sol. La reunión es
emocionante. Todos vuelven a Valencia. El Cid recibe un mensaje diciéndole que están
cerca.]

Al que en buen hora nació llegaba el mensaje,


aprisa cabalga, a recibirlos sale;
iba jugando las armas, grandes gozos hace.
Mío Cid a sus hijas íbalas a abrazar,
besándolas a ambas sonriéndoles está:
«¿Venís, hijas mías? ¡Dios os guarde de mal!
«Yo accedí a vuestras bodas, no me pude negar.
«Quiera el Creador, que en el cielo está,
«que os vea mejor casadas de aquí en adelante.
«De mis yernos de Carrión, ¡ Dios me haga vengar!»
Las hijas al padre la mano van a besar.
Jugando las armas iban, entraron en la ciudad;
doña Jimena, su madre, gozosa las fue a abrazar.
El que en buen hora nació no lo quiso retardar;
de los suyos, en privado, se quiso aconsejar:
al rey Alfonso, un mensaje decidieron enviar.

El rey restablece la honra del Cid y de su familia

He aquí que dos caballeros entraron en la corte;


al uno dicen Ojarra, de Navarra embajador,
al otro Iñigo Jiménez, del infante de Aragón.
Besan las manos al rey don Alfonso,
piden sus hijas a mío Cid el Campeador,
para ser reinas de Navarra y de Aragón
y que se las diesen con honra y bendición.

2. Los Milagros de Nuestra Señora, Gonzalo de Berceo

Milago II. El sacristán fornicario.

Amigos, si quisiéssedes un pocco esperar,


aun otro miraclo vos querría contar,
que por Sancta María dennó Dios demostrar,

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de cuya lege quiso con su boca mamar.

Un monge beneíto fue en una mongía,


el logar no lo leo, decir no lo sabría,
querié de corazón bien a Sancta María,
facié a la su statua el enclín cada día.

Facié a la su statua el enclín cada día,


fincava los enojos, dicié: «Ave María»;
el abbat de la casa dio’l la sacristanía,
ca teniélo por cuerdo e quito de follía.

El enemigo malo, de Belzebud vicario,


que siempre fue e éslo de los buenos contrario,
tanto pudió bullir el sotil aversario
que corrompió al monge, fízolo fornicario.

Priso un uso malo el locco peccador,


de noche, quando era echado el prior,
issié por la eglesia fuera del dormitor,
corrié el entorpado a la mala lavor.

Siquier a la exida, siquier a la entrada,


delante del altar li cadié la passada;
el enclín e la Ave teniéla bien usada,
non se li oblidava en ninguna vegada.

Corrié un río bono de la mongía,


aviélo de passar el monge todavía;
do se vinié el loco de complir su follía,
cadió e enfogóse fuera de la freiría.

Quando vino la ora de matines cantar


, non avié sacristano que podiesse sonar:
levantáronse todos, quisque de su logar;
fueron a la eglesia al fraire despertar.

Abrieron la eglesia como mejor sopieron,


buscaron al clavero, trobar no lo podieron;
buscando suso e yuso atanto andidieron,
do yazié enfogado, allá lo enfirieron.

Qué podrié seer esto no lo podién asmar,


si’s murió o’l mataron no lo sabién judgar;
era muy grand la basca e mayor el pesar,
ca cadié en mal precio por esto el logar.

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Mientre yazié en vanno el cuerpo en el río,


digamos de la alma en qual pleito se vío:
vinieron de dïablos por ella grand gentío,
por levarla al váratro, de deleit bien vazío.

Mientre que los dïablos la trayén com a pella,


vidiéronla los ángeles, descendieron a ella,
ficieron los dïablos luego muy grand querella,
que suya era quita, que se partiessen d’ella.

Non ovieron los ángeles razón de vozealla,


ca ovo la fin mala e asín sin falla;
tirar no lis podieron valient una agalla,
ovieron a partirse tristes de la vatalla.

Acorrió’l la Gloriosa, reína general,


ca tenién los dïablos mientes a todo mal;
mandólis atender, non osaron fer ál,
moviólis pletesía firme e muy cabdal.

Propuso la Gloriosa palabra colorada,


«Con esta alma, foles, -diz- non avedes nada;
mientre fue en el cuerpo fue mi acomendada,
agora prendrié tuerto por ir desamparada.»

De la otra partida recudió el vozero,


un savidor dïablo, sotil e muy puntero:
«Madre eres de Fijo, alcalde derechero,
que no’l plaze la fuerza nin es end plazentero.

Escripto es que el omne allí do es fallado


o en bien o en mal, por ello es judgado:
si esti tal decreto por ti fuere falssado,
el pleit del Evangelio todo es descuiado.»

«Fablas -diz la Gloriosa- a guis de cosa nescia,


non te riepto, ca eres una cativa bestia;
quando ixió de casa, de mí priso licencia,
el peccado que fizo yo’l daré penitencia.

Serié en fervos fuerza non buena parecencia;


mas apello a Christo, a la su audïencia,
el que es poderoso, pleno de sapiencia,
de la su boca quiero oír esta sentencia.»

El Reï de los Cielos, alcalde savidor,


partió esta contienda, non vidiestes mejor:

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mandó tornar la alma al cuerpo el Sennor,


dessent qual mereciesse, recibrié tal onor.

Estava el convento triste e desarrado,


por esti mal exiemplo que lis era uviado;
resuscitó el fraire que era ya passado,
espantáronse todos ca era aguisado.

Fablólis el buen omne, díssolis: «Companneros,


muerto fui e so vivo, d’esto seet bien certeros,
¡Grado a la Gloriosa que salva sos obreros,
que me libró de manos de los malos guerreros!»

Contólis por su lengua toda la ledanía,


qué dizien los dïablos e qué Sancta María;
cómo lo quitó ella de su podestadía,
si por ella non fuesse, serié en negro día.

Rendieron a Dios gracias de buena boluntat,


a la sancta reína, madre de pïadat,
que fizo tal miraclo por su benignidat,
por qui está más firme toda la christiandat.

Confessóse el monge e fizo penitencia,


mejoróse de toda su mala contenencia,
sirvió a la Gloriosa mientre ovo potencia,
finó quando Dios quiso sin mala repindencia,

requiescat in pace cum divina clemencia.


Muchos tales miraclos e muchos más granados
fizo Sancta María sobre sos aclamados;
non serién los millésimos por nul omne contados,
mas de lo que sopiéremos, seed nuestros pagados.

Español actual:

Amigos, si quisierais un poco esperar,


Aún otro milagro os querría contar
Que por Santa María se dignó Dios mostrar,
De cuya leche quiso con su boca mamar.

Hubo un monje bendito en una mongía,


El lugar no lo leo, decir no lo sabría.
Quería de corazón bien a Santa María,
Ante su imagen se inclinaba cada día.

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Ante su imagen se inclinaba cada día:


Se arrodillaba, decía Ave María.
El abad del monasterio le dio la sacristanía,
Pues por libre de locura, por cuerdo, lo tenía.

El enemigo malo, de Belcebú vicario,


Siempre ha sido y es de los buenos contrario.
Tanto maquinó el sutil adversario
Que corrompió al monje, lo hizo fornicario.

Tomó un mal hábito el loco pecador:


De noche, cuando se había acostado el prior,
Cruzando la iglesia dejaba su habitación.
Corría el deshonesto a la mala labor.

Tanto a la salida como a la entrada,


Por delante del altar pasaba.
La genuflexión y el Ave acostumbradas
Nunca se le olvidaba.

Corría un caudaloso río cerca de la mongía.


Lo tenía que pasar el monje cada día.
Cuando de cumplir su locura venía,
Se cayó y se ahogó fuera de la freiría.

Cuando llegó la hora de maitines cantar,


No había sacristán que pudiese llamar.
Levantáronse todos de su lugar,
Fueron a la iglesia para al fraile despertar.

Abrieron la iglesia como mejor supieron,


Buscaron al sacristán, encontrarlo no pudieron.
Para arriba y para abajo tanto anduvieron
que donde yacía ahogado, allí lo vieron.

Lo que había ocurrido no lo podían imaginar.


Si murió o lo mataron no lo sabrían determinar.
Era muy grande la angustia y mayor el pesar,
pues por esto mala fama ganó el lugar.

Mientras yacía muerto el cuerpo en el río,


Digamos del alma en qué pleito se vío:
Vinieron de diablos por ella gran gentío
Para llevarla al infierno, de deleites bien vacío.

Mientras que los diablos la traían como a pella,


La vieron los ángeles, descendieron hasta ella.

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Hicieron los diablos muy gran querella:


Que suya era, que se alejasen de ella.

No tenían los ángeles razón para disputarla,


pues tuvo un mal fin, como fue sin falla.
Quitársela no pudieron. Valía una agalla.
Tuvieron que dejar, tristes, la batalla.

La socorrió la Gloriosa, reina universal,


pues tenían los diablos en mente toda clase de mal.
Les mandó esperar. No osaron continuar.
Les movió pleitesía firme y muy cabal.

Dijo la Gloriosa, palabra adornada:


"Con este alma, locos, no tenéis que ver nada.
Mientras estuvo en su cuerpo, a mí se encomendaba.
Sería una injusticia que ahora la desamparara."

De la otra parte respondió el vocero,


Un diablo sabio, sutil y muy puntero:
"Eres madre de un juez derechero
a quien no le gusta la violencia y que es justiciero.

Escrito está que el hombre, cuando ha finado,


por las cosas buenas o malas debe ser juzgado.
Si este decreto por ti fuere quebrantado,
El meollo del Evangelio queda destrozado."

Respondió la Gloriosa: "Dices cosas necias.


Nada te reprocho, pues eres una cautiva bestia.
Cuando salió de casa, me pidió licencia.
Por el pecado que cometió, yo le pondré penitencia.

Obligaros sería una inconveniencia,


Mas apelo a Cristo, a su audiencia,
Que es poderoso y está lleno de sapiencia.
De su boca quiero oír su sentencia."

El Rey de los cielos, juez sabedor,


Decidió esta contienda, no lo veréis mejor:
Mandó devolver el alma al cuerpo el Señor.
Recibiría de lo que fuese merecedor.

Estaba el convento triste y turbado


Por este mal ejemplo que les había pasado:
Resucitó el fraile aunque ya había finado.
Como era de esperar, todos se espantaron.

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Les habló el buen hombre. Les dijo: "Compañeros,


Muerto estuve y vivo estoy. De esto sed bien certeros.
Alabada sea la Gloriosa, que salva a sus obreros,
Que me libró de manos de malos guerreros."

Contoles por su lengua toda la letanía,


Qué dijeron los diablos, qué Santa María,
Cómo ella lo libró de su podestadía:
Si por ella no fuese, habría sido un negro día.

Dieron a Dios gracias de buena voluntad,


A la santa Reina, madre de piedad,
Que hizo tal milagro por su benignidad,
Por quien está más firme toda la cristiandad.

Confesose el monje e hizo penitencia,


Se curó por completo de su incontinencia,
Sirvió a la Gloriosa mientras tuvo potencia,
Murió cuando Dios quiso sin ninguna pendencia.

Requiescat in pace cum divina clementia.


Muchos milagros y mucho más granados
Hizo Santa María con sus encomendados.
Ni una milésima parte por ningún hombre podría ser contados,
Mas de los que sepamos quedaréis bien pagados.

Milagro XXI. La abadesa preñada

Señores e amigos, compaña de prestar,


de que Dios se vos quiso traer a est logar,
aún si me quissiésedes un poco esperar,
en otro miraclo vos querría fablar.

De otro miraclo vos querría contar


que fizo la Gloriosa, estrella de la mar;
si oírme qusiéredes, bien podedes jurar
que de mejor bocano non podriedes tastar.

Ennos tiempos derechos que corrié la verdat,


que non dicién por nada los omnes falsedat,
estonz vivién a buenas, vinién a vegedat,
vedién a sus trasnietos en séptima edat.

Facié Dios a los omnes miráculos cutiano,


ca non querié ninguno mentir a su christiano;
avién tiempos derechos ivierno e verano,

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semejaba el sieglo que todo era plano.

Si pecavan los omnes, fazién bien penitencia,


perdonávalis luego Dios toda malquerencia;
avién con Jesu Christo toda su atenencia;
quiérovos dar a esto una buena sentencia.

De una abitissa vos quero fer conseja,


que pecó en buen punto como a mí semeja;
quissiéronli sus dueñas revolver mala ceja,
mas no l empedecieron valient una erveja.

En esta abadessa yazié mucha bondat,


era de grand rebdo e de grand caridat,
guiava su conviento de toda boluntat,
vivién segund la regla en toda onestat.

Pero la abadesa cadió una vegada,


fizo una locura que es mucho vedada,
pisó por su ventura yerva fuert enconada,
cuando bien se catido fallose embargada.

Fo lo creciendo el vientre encontra las terniellas,


fuéronseli faciendo pecas ennas masiellas,
las unas eran grandes, las otras más poquiellas,
ca enza primerizas caen estas cosiellas.

Fo de las compañeras la cosa entendida,


non se podié ceclar la flama encendida;
pesava a las unas que era mal caída,
mas placielis sobejo a la otra partida.

Apremiávalas mucho, tenielas encerradas


e non les consintié fer las cosas vedadas;
querrién veerla murta las locas malfadadas,
cunte a los prelados esto a las vegadas.

Vidieron que no era cosa e encobrir,


si non podrié de todas el diablo reír;
embiaron al obispo por su carta decir
que non las visitava e devielo padir.

Entendió el obispo enna mesagería


o que avién contienda o fizieron follía;
vino fer su oficio, visitar la mongía,
ovo a entender toda la pletesía.

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Dessemos al obispo folgar en su posada,


finque en paz e duerma elli con su mesnada;
digamos nós qué fizo la dueña embargada,
ca savié otro día que serié porfazada.

Cerca de la su cámara do solié albergar


tenié un apartado, un apuesto logar;
era su oratoiro en qu esolié orar,
de la Gloriosa era vocación el altar.

Ý tenié lla imagen de la sancta Reïgna,


la que fue pora´l mundo salut e medicina;
teniela afeitada de codrada cortina,
ca por todos en cabo Essa fue su madrina.

Savié que otro día serié mal porfazada,


non avie nul´ escusa a la cosa provada;
tomó un buen consejo la bienaventurada,
esto fue maravilla cómo fue acordada.

Entró al oratorio ella sola, señera,


non demandó consigo ninguna compañera;
parose desarrada luego de la primera,
mas dios e su ventura abriéronli carrera.

Devatiose en tierra delante del altar,


cató a la imagen, empeçó d eplorar;
«Valme –dixo- Gloriosa, estrella de la mar,
ca non he nul consejo que me pueda prestar.

Madre, bien lo leemos, dizlo la escriptura,


que eres de tal gratia e de tan grant mesura
que qui de voluntad te dice su rendura
Tú luego li acorres en toda su ardura.

Acorrist a Theóphilo, que era desperado,


que de su sangre fizo carta con el Pecado;
por el tu buen consejo fue reconcilïado,
onde todos los omnes te lo tienen a grado.

Tú acorrist, Señora, a la Egiptïana,


que fue pecador mucho ca fue mugerr liviana;
Señora benedicta, de qui todo bien mana,
dame algún consejo ante de la mañana.

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Señora benedicta, non te podí servir,


pero amete siempre laudar e bendecir;
querría ser muerta si podiesse morir.

Madre del Rey de Gloria, de los cielos Reïgna,


mane de la tu gracia alguna medicina;
libra de mal profazo una mujer mezquina,
eso si tú quieres puede ser aína.

Madre, por el amor de tu Fijo querido,


Fijo tan sin embargo, tan dulz e ta complido,
non finque repoyada, esta merced te pido,
ca veo que m segudan sobre grant apellido.

Si non prendes, Señora, de mí algún consejo,


seo mal aguisada de salir a concejo;
aquí quiero morir en esti logarejo,
ca si allá salliero ferme an mal trebejo.

Reïgna coronada, tempo de castidadt,


fuent de misericordia, torre de salvedat,
fes en aquesta cuita alguna pïadat,
en mí non se agote la tu grant pïadat.

Quiero contra tu Fijo dar a Ti por fianza,


que nunca más no torne en aquesta erranza.
Madre, si fallesziero, fes en mí tal venganza
que tod el mundo fable de la mi malandanza».

Tan afincadamente fizo su oración


que la oyó la Madre plena de bendición;
com qui amodorrida vïo grant visïón,
tal que devié en omne fer edificación.

Traspúsose la dueña con la grant cansedat,


Dios lo obrava todo por la su pïadat;
apareció l Madre del Rey de magestat,
dos ángeles con Ella de muy gran claridat.

Ovo pavor la dueña e fo mal espantada


ca de tal vissïón nunca era usada;
de la grand claridad fo mucho embargada,
pero de la su cuirta fo mucho alleviada.

Díssoli la Gloriosa: «Aforzad, abadessa,


bien estades conmigo, non vos pongades quessa;
sepades que vos trayo mucho buena promessa,

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Lectura 2º trimestre

mejor que non querrié la vuestra prioressa.

Non ayades nul miedo de caer en porfazo,


bien vos ha Dios guardada de caer en es lazo;
bien lis id a osadas a tenerlis el plazo,
non lazrará por esso el vuestro espinazo».

Al sabor del solaz de la Virgo preciosa,


non sintiendo la madre de dolor nulla cosa,
nació la creatura, cosiella muy fermosa;
mandola a dos ángeles prender la Glorïosa.

Díssolis a los ángeles: «A vós ambos castigo;


levad esti niñuelo a fulán mi amigo;
dizidle que m lo críe, yo assín gelo digo,
ca bien vos creerá; luego seed comigo».

Moviéronse los ángeles a muy grand ligereza,


recabdaron la cosa sin ninguna pereza;
plógo l al ermitaño más que con grand riqueza,
ca de verdad bien era una rica nobleza.

Recudió la parida, fízose santiguada,


dizié: «¡Valme, Gloriosa, Reïna coronada!,
si es esto verdad o si só enagañada,
¡Señora beneíta, val a esta errada!».

Palpose con sus manos cuando fo recordada,


por vientre, por costados e por cada ijada;
trobó so vientre llacio, la cinta muy delgada,
como mujer que es de tal cosa librada.

No lo podié creer por ninguna manera,

cuidava que fo sueño, non cosa verdadera;


pálpose e catose la begada tercera,
fízose de la dubda en cabo bien certera.

Cuand se sintió delivre la preñada mesquina,


fo el saco vacío de la mala farina,
empezó con gran gozo cantar Salve Regina,
que es de los uitados solaz emedicina.

Plorava de los ojos de muy grand alegría,


dicié laudes preciosas a la Virgo María,
non se temié del bispo nin de su cofradía,
ca terminada era de la fuert malatía.

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Plorava de los ojos e facié oraciones,


dicié a la Gloriosa laudes e bendiciones,
dicié: «Laudada seas, Madre, todas sazones,
laudarte deben siempre mugieres e barones.

Era en fiera cuita e en fiera pavura,


caí a los tos piedes, díssite mi ardura,
acorriome, Señora, la tu buena mesura,
debes ser laudada de toda creatura.

Madre, yo sobre todos te devo bendecir,


laudar, magnificar, adorar e servir,
que de tan grand infamia me deñesti guarir
que podrié tod el mundo siempre de mí reír.

Si esta mi nemiga issiesse a concejo,


de todas las mugieres serié riso sobejo;
cuánd grand es e cuánd bono, Madre, el to consejo
no lo asmarié omn ni grand ni poquellejo.

La merced e la gracia que me deñesti fer


no lo sabría, Madre, yo a Ti agradecer
nin lo podría, Madre, yo nunca merecer;
mas non cessaré nunca gracias a Ti render».

Bien fincarié la dueña en su contemplación,


laudando la Gloriosa, faziendo oración,
mas vínoli mandado de la congregación
que fuesse cabillo facer responsïón.

Como en el porfazo non se temié caer,


fo luego a los piedes del obispo ser;
quíso l besar las manos, ca lo devié facer,
mas él non gelas quiso a ella ofrecer.

Empezola el bispo luego a increpar


que avié fecha cosa por que desvié lazrar
e non dvié por nada abadessa estar
nin entre otras monjas non devié abitar:

«Toda monja que face tan grand desonestat,


que non guarda so cuerpo nin tiene castidat,
devié ser echada de la socïedat;
allá por do quisiere faga tal suciedat».

«Señor –díssoli ella-, ¿por qué me maltraedes?

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Lectura 2º trimestre

Non só por aventura tal como vós tenedes»-


«Dueña –disso el bispo-, porque vós lo neguedes,
non seredes creísda, ca a provar seredes»

«Dueña –disso el bispo-, essit vós al ostal,


non avremos consejo, después faremos ál».
«Señor –disso la dueña-, non decides nun¡l mal:
yo a Dios me comiendo, al que puede e val».

Issió la abadessa fuera del consistorio,


como mandó el bispo fo pora´l diversorio;
fizieron su cabillo la ira e el odio,
amasaron su massa de farina de ordio.

Díssolis el obispo: «Amigas, non podemos


condepnar esta dueña menos que la provemos».
Díssoli el conviento: «De lo que bien savemos,
señor, en otra prueba nós ¿por qué entraremos?».

Díssolis el obispo: «Cuando fuere vencida,


vós seredes más salvas, ella más cofondida;
si non, nuestra sentencia serié mal retraída,
no li puede en cabo prestar nulla guarida».

Envïó de sos clérigos en qui el más fïava,


que provassen la cosa de cuál guisa estaba;
tolliéronli la saya maguer que li pesava,
falláronla tan seca que tabla semajava.

Non trovaron en ella signo de peñedat,


nin leche nin batuda de nulla malveztat;
dissieron: «Non es esto fuera grand vanidat,
nunca fo levantada tan fiera falsedat».

Tornaron al obispo, dissiéronli: «Señor,


savet que es culpada de valde la seror;
quiquier que ál vos diga, salva vuestra onor,
dizvos tan grand mentira que non podrié mayor».

Cuidose el obispo que eran decebidos,


que lis avié la dueña dineros prometidos:
dixo: «Doños maliellos, non seredes creídos,
ca otra quilma tiene de yuso los vestidos».

Disso: «Non vos lo quiero tan aína creer,


o sobes bergonçosos o prisiestes aver;
yo quiero esta cosa por mis ojos ver,

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Lectura 2º trimestre

si non, qui lo apuso lo debe padecer».

Levantose el bispo ond estaba posado,


fo pora l´abadessa sañoso e irado;
fízoli despujar la cogulla sin grado,
provó que l aponién crimen falsso provado.

Tornase al conviento bravo e muy fellón.


«Dueñas –disso-, fiziestes una grand traición;
pussiestes la señora en tan mala razón
que es muy despreciada vuestra religión.

Esta cosa non puede sin justicia passar;


la culpa que quissiestes vós a ella echar,
el Decreto lo manda, en vós deve tornar:
que devedes seer echadas d´est logar».

Vïo la abadessa las dueñas mal judgadas,


que avién a seer de la casa echadas;
sacó apart al bispo bien a quinze passadas,
«Señor –disso-, las dueñas non son mucho culpadas».

Díssoli su facienda por qué era pasada,


por sos graves pecados cómo fo engañada;
cómo la acorrió la Virgo coronada,
si por Ella no fuesse, fuera mal porfazada;

e cómo mandó Ella el niñuelo levar,


cómo al ermitaño gelo mandó criar:
«Señor, si vós quisiérdes, podédeslo provar,
¡por caridat, non pierdan las dueñas el logar!

Más quiero yo señera seer embergonzada


que tanta buena dueña sea desamparada.
Señor, merced vos pido, parcid esta vegada,
Por todas a mí sea la penitencia dada».

Espantose el bispo, fo todo demudado:


Disso: «Dueña, si esto puede seer provado,
veré don Jesu Christo que es vuestro pagado,
yo mientre fuero vivo, faré vuestro mandado».

Envïó dos calonges luego al ermitaño


provar esto si era o verdat o engaño:
trovaron al bon omne con ábito estraño,
tiendo al niñuelo envuelto en un paño.

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Lectura 2º trimestre

Mostrolis el infant rezién nado del día,


disso que lo mandara criar Sancta María;
qui en esto dubdase farié grant bavequía
ca era verdat pura e non vallitanía.

Tornaron al obispo luego con el mandado,


dissiéronli por nuevas lo que avién provado,
«Señor, -dissieron-, d´esto seÿ certificado,
si non, farás grand yerro, ganarás grand pecado».

Tóvose enna dueña el bispo por errado,


cadioli a los piedes en el suelo prostrado,
«Dueña –disso-, mercet, ca mucho só errado;
ruégovos que me sea el yerro perdonado».

«Señor –disso la dueña- por Dios e la Gloriosa,


catat vuestra mesura, non fagades tal cosa;
vós sodes omne sancto, yo pecadriz doliosa;
si en ál non tornades, seré de vós sañosa».

La dueña con el bispo avié esta entencia,


mas fináronolo todo en buena avenencia;
jamás ovieron ambos amor e bienquerencia,
encerraron su vida en buena pacïencia.

Metió paz el obispo enna congregación,


amató la contienda e la dissenssïón;
cuand quiso despedirse, diolis su bendición,
fo bona para todos essa vissitación.

Embïó sus saludes al sancto ermitaño,


como a buen amigo, a cuempadre fontano,
que crïasse el niño hasta´l seteno año,
desend él pensarié de ferlo buen christiano.

Cuando vino el término, los siet años passados,


envïó de sos clérigos dos de los más onrados
que trsquiessen el niño del mont a los poblados;
recabdáronlo ellos como bien castigados.

Adussieron el niño en el yermo criado,


de los días que era bien enseñado;
plógoli al obispo, fo ende muy pagado,
mando l poner a letras con maestro letrado.

Issió mucho bon omne, en todo mesurado,


parecié bien que fuera de bon amo crïado;

17
Lectura 2º trimestre

era el pueblo todo d´elli mucho pagado,


cuando murió el bispo, diéronli el bispado.

Guïolo la Gloriosa que lo dio a criar,


savié su obispado con Dios bien governar,
guiava bien las almas como devié guiar,
sabié en todas las cosas mesura bien catar.

Amávanlo los pueblos e las sus clerecías,


amávanlo calonges e todas las mongías;
todos, por ond estavan, rogavan por sos días,
fuera algunos foles que amavan follías.

Cuando vino el término que ovo de finar,


no lo dessó su ama luengmiente lazrar;
levolo a la Gloria, a seguro logar
do ladrón nin merino nunca puede entrar.

A la Virgo gloriosa todos gracias rendamos,


de qui tantos miraclos leemos e provamos;
Ella nos dé su gracia que servirla podamos,
e nos guíe fer cosas por ond salvos seamos.
(Amén.)

3. Libro de buen amor, Arcipreste de Hita


Libro de buen amor
Episodio de don Melón y doña Endrina

¡Ay Dios! ¡Y qué hermosa viene doña Endrina por la plaza!


¡Qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garza!
¡Qué cabellos, qué boquita, qué color, qué buenandanza!
Con dardos de amor hiere cuando sus dos ojos alza.

Pero tal lugar no era para conversar de amores;


acometiéronme luego muchos miedos y temblores,
los mis pies y las mis manos no eran de sí señores,
perdí seso, perdí fuerza, mudáronse mis colores.

Unas palabras tenía pensadas para decir,


la vergüenza ante la gente otras me hace proferir;
apenas era yo mismo, sin saber por dónde ir;
mis dichos y mis ideas no conseguían seguir.

18
Lectura 2º trimestre

Hablar con mujer en plaza es cosa muy descubierta


y, a veces, mal perro atado está tras la puerta abierta;
es bueno disimular, echar alguna cubierta,
pues sólo en lugar seguro se puede hablar cosa cierta.

—“Señora, la mi sobrina, la que en Toledo vivía


a vos se encomienda mucho, mil saludos os envía;
si hubiese lugar y tiempo, por cuanto de vos oía,
tendría placer en veros y conoceros querría.”
[…]
Luego, hablando en voz baja, dije que disimulaba
porque toda aquella gente de la plaza nos miraba;
cuando vi que se marchaban y que ya nadie quedaba
comencé a decir la queja de amor que me lastimaba.
[…]
—“No existe nadie en el mundo a quien ame como a vos;
el tiempo va transcurrido de los años, más de dos,
que por vuestro amor padezco, pues os amo más que a Dios;
no quiero que otra persona medie entre nosotros dos.

Con la gran pena que paso vengo a deciros mi queja:


vuestro amor y mi deseo que me hiere y que me aqueja;
no se alivia, no se marcha, no me suelta, no me deja,
tanto más me da la muerte cuanto más de mí se aleja.

Recelo que no escucháis nada de lo que he hablado,


hablar mucho con un sordo es locura, error probado.
Creedme; el amor que os tengo es mi único cuidado,
tan sólo, por este amor estoy triste y amargado.

Señora, yo no me atrevo a deciros más razones


hasta que vos respondáis a mis consideraciones;
decidme vuestro querer, veamos los corazones.”
Ella dijo: —“Tal discurso no aprecio ni en dos piñones.

Así es como engañan muchos a muchas otras Endrinas,


los hombres son engañosos y engañan a sus vecinas;
no penséis que estoy tan loca que escuche vuestras pamplinas.
Buscad a quien engañéis con vuestras falsas espinas.”

Yo le dije: —“¡Oh, cruel, hablaremos con gracejos!


los dedos son de una mano mas no todos son parejos;
no todos los hombres somos de unos hechos y consejos.
De piel blanca y negra piel hay, pero todos conejos.

A veces son castigados los justos por pecadores,

19
Lectura 2º trimestre

muchos sufren perjuicios por los ajenos errores;


la culpa del malo daña a los buenos y mejores,
sobre éstos cae el castigo, no sobre los malhechores.

El pecado que otro hizo no sea para mí mal.


Permitid que hable con vos allí, bajo aquel portal;
si os ven hablar en la calle, quizá alguno piense mal,
en cambio allí, sin rodeos, os diré mi amor leal.

Paso a paso, doña Endrina bajo el portal es entrada,


bien lozana y orgullosa, bien serena y sosegada,
los ojos bajó a la tierra, en el poyo fue asentada;
yo volví a la explicación que tenía comenzada.

Como la voluntad de Doña Endrina no es del todo favorable a don


Melón, éste decide buscar una ayudante.

Busqué trotaconventos, cual me mandó el Amor,


de todas las maestras escogí la mejor.
¡Dios y la mi ventura guiaron mi labor!
Acerté con la tienda del sabio vendedor.

Pude dar con la vieja que había menester,


astuta y muy experta y de mucho saber;
ni Venus por Pánfilo más cosas pudo hacer
de las que hizo esta vieja para me complacer.

Era una buhonera de las que venden joyas;


éstas echan el lazo, éstas cavan las hoyas.
Son estos viejos sapos, con sus sabias tramoyas,
quienes dan el mazazo: te conviene que oyas.

Siguiendo su costumbre, estas tales bufonas


andan de casa en casa vendiendo muchas donas;
nadie sospecha de ellas, están con las personas,
mueven, con sus soplidos, molinos y tahonas.

Tan pronto fue a mi casa esta vieja sabida,


díjele: —“Buena madre, seáis muy bien venida,
en vuestras manos pongo mi salud y mi vida,
si no me socorréis, mi vida está perdida.

Mucho bien de vos dicen, todo justificado,


de favores que hacéis al que os llama, ¡cuitado!,
del triunfo que consigue el por vos ayudado;
por esta vuestra fama, por eso os he llamado.

20
Lectura 2º trimestre

Quisiera confesarme con vos, en confidencia,


toda cosa que os diga, oídla con paciencia;
que nadie más que vos conozca mi dolencia”.
Dijo la vieja: —“Hablad, tened en mí creencia.

Conmigo, tranquilamente, el corazón destapad;


haré por vos cuanto pueda, os guardaré lealtad.
Oficio de recadera es de gran intimidad,
más tapadas encubrimos que mesón de vecindad.

Si a cuantos en esta villa les vendemos sus alhajas


supiesen unos de otros, habría grandes barajas;
reacias bodas unimos en un quita allá esas pajas,
muchos panderos vendemos sin que suenen las sonajas”.

Yo le dije: —“Amo a una dama más que a todas cuantas vi.


Ella, si es que no me engaña, parece que me ama a mí;
para evitar peligros, hasta hoy mi amor escondí.
Todo lo temo en el mundo y mucho siempre temí.
[...]
Aquí vive, es mi vecina; os ruego que allá vayáis
y que habléis con ella a solas lo que mejor entendáis;
encubrid este negocio todo lo más que podáis,
esmeraos en el acierto cuando nuestro amor veáis.”

Dijo: —“Acudiré a la casa donde mora la vecina;


le hablaré con tal encanto, con labia tan peregrina,
que sanará vuestra llaga gracias a mi medicina.
Decidme quién es la dama”. Yo dije: —“Doña Endrina”.

La trotaconventos da esperanzas al amante:

“La cera, que es cosa dura, muy desabrida y helada,


después de que, entre las manos, mucho tiempo es amasada,
cederá con poco fuego, cien veces será doblada;
toda mujer se doblega cuando está bien hechizada.”

Pero también le advierte:

“—No hay que dormir, buen amigo; la dama de quien habláis


otro quiere desposarla y ruega lo que rogáis;
es hombre de buen linaje, intenta lo que intentáis.
Haced que antes que sus ruegos lleguen los que vos hagáis.

Para él seré un estorbo, a su ayuda no me aplico


porque es hombre muy avaro a pesar de que es muy rico;
me dio para el guardarropa una piel y un pellico

21
Lectura 2º trimestre

mas fue regalo tan justo que no está grande ni chico.


[…]
No he de daros más razones, pues bastante os he hablado;
yo vivo de aqueste oficio y no tengo otro cuidado.
Muchas veces me entristezco porque el trabajo pasado
no me ha sido agradecido ni me ha sido bien pagado.

Si me diereis una ayuda para que viva un poquillo,


a esa y a otras mocetas de las de cuello blanquillo
haría que con mi labia viniesen, paso a pasillo;
en aqueste mi cedazo las traeré al zarandillo.”

—“Madre, señora —le dije—, no dejaré de pagar


toda mi hacienda y mi casa están a vuestro mandar.
Tomad, por lo pronto, un manto; partid, no hay que demorar;
mas antes de que marchéis, de algo os quiero informar.

Que todo vuestro cuidado se ponga en aqueste hecho;


trabajad bien: es el modo de que tengáis más provecho.
De todo vuestro trabajo será el pago satisfecho;
pensad en lo que hablaréis, con sentido y con derecho.”

Trotaconventos se dispone, pues, a emprender su trabajo.

La buhonera con su cesto va tocando cascabeles,


pregonando sus joyas, sortijas y alfileres.
Decía: “—¡Llevo toallas! ¡Compradme estos manteles!”
Doña Endrina la vio y dijo: “—Entra aquí, no receles.”

Entró la vieja en casa; díjole: “—Mi señora, hija,


para esa mano bendita, acepta esta sortija.
Dejadme que, en secreto, una ocurrencia os diga
que he pensado esta noche.” Poco a poco la aguija.

“—Hija, siempre estáis en la casa encerrada.


Envejecéis a solas, sin ser vista ni admirada:
salid, mostrad en la plaza vuestra beldad loada;
entre cuatro paredes, no vais a ganar nada.

En esta villa vive gallarda mancebía,


muy apuestos mancebos de mucha lozanía,
en todas las costumbres mejoran cada día,
nunca se ha reunido tan buena compañía.

Aunque soy pobre, me acogen con cordialidad;


el mejor y el más noble de linaje y beldad
es don Melón de la Huerta, buen chico de verdad:

22
Lectura 2º trimestre

a los demás supera en hermosura y bondad.

Ambas mujeres intercambian en este diálogo un par de fábulas con las que pretenden
reforzar sus respectivos argumentos. Doña Endrina no cede fácilmente a los
requerimientos que don Melón le hace llegar a través de la vieja Trotaconventos. Como
era de esperar en mujer honrada y virtuosa, aparenta resistirse antes de consentir
abiertamente tales amoríos. Cuando don Melón se entera de que la primera entrevista
de la celestina con su amada ha sido infructuosa, maldice su suerte y a la alcahueta:

—“Hijo, el mejor camino de cuantos vos tenéis


es olvidar aquello que tener podéis,
lo que no puede ser, nunca lo porfiéis,
por lo que pueda hacerse, por eso trabajéis.”

—“¡Ay de mí! ¡Con qué encargo tan malo me vinisteis!


¡qué noticias tan malas, tan tristes me trajisteis!
¡Ay, vieja mata-amigos!, ¿por qué me lo dijisteis?
¡Nunca será el bien tanto como el mal que me hicisteis!

¡Ay, viejas pitofleras, malhadadas seáis!


El mundo revolviendo a todos engañáis,
mintiendo, calumniando, vanidades habláis;
mentiras por verdades a necios contáis.
[…]
¡Ay, corazón doliente, cosa desatinada! 786
¿Por qué matas el cuerpo, do tienes tu morada?
¿Por qué quieres a aquella que no te aprecia nada?
Corazón, por tu culpa tendrás vida penada.

Sin embargo, con su astucia característica, la vieja tranquiliza a don Melón y vuelve a
insistir con doña Endrina hasta arrancarle una confesión:

“Muchas cosas haría por amor del de Hita,


Mas guárdame mi madre, de mí nunca se quita.”
Dijo Trotaconventos: (—“¡Ay, la vieja pepita!
¡Así se la llevasen con cruz y agua bendita!”)

Al fin, Trotaconventos consigue que doña Endrina vaya a su casa:

Sabido es que los placeres confortan las languideces,


por tanto, hija señora, visitadme algunas veces;
jugaremos la pelota y con otras pequeñeces
jugaréis, reiréis y, además, ¡veréis qué nueces!
[...]
Prometiole doña Endrina que con ella iría a holgar,
a comer de la su fruta y a la pelota jugar.
—“Señora —dijo la vieja—, mañana será el vagar;

23
Lectura 2º trimestre

a buscaros vendré yo cuando vea que hay lugar.”

De esta manera, concierta con don Melón un encuentro aparentemente casual.


Siguiendo el plan convenido, Melón de la Huerta entra en casa de Trotaconventos y, al
ver a Doña Endrina (en un lugar, por cierto, tan poco respetable), finge sorprenderse:

¡Señora doña Endrina, por mí tan bien amada!


Vieja, ¿por eso me tenías la puerta cerrada?
¡Gran día es este en que hallé tal dama celada!
Dios y mi buena ventura me la tuvieron guardada.

Pese al enfado inicial de la dama, los deseos lascivos de don


Melón se cumplen. En realidad, faltan en los códices las treinta y dos
cuartetas en las que esto sucedería, pero las conservadas nos dan pruebas
fehacientes de que ha habido contacto carnal entre los personajes, con
elocuentes expresiones de desesperación por parte de doña Endrina (que
se reconoce “deshonrada” y calumnia a la vieja). Por eso Trotaconventos
propone como solución la unión marital de los amantes:

Menos mal resultará que la cuestión ocultéis


que no que la descubráis y que el caso pregonéis;
si un casamiento se ofrece, así no lo perderéis,
mejor esto me parece que no que así os difaméis.
[…]
Pues que por mí, según dices, el daño ha venido,
Por mí quiero que el bien os sea restituido:
Sed vos su mujer; sea él vuestro marido;
Todo vuestro deseo lo dejo así cumplido.

Y, en efecto,

Doña Endrina y don Melón, mujer y marido son;


En la boda, los amigos se alegran con razón.
Si es malo lo contado, otorgadme perdón,
Que lo feo de esta historia es de Pánfilo y Nasón.

4. Libro de Buen Amor, Arcipreste de Hita


Libro de Buen Amor, Arcipreste de Hita

2. De cómo, por naturaleza, humanos y animales desean la compañía del sexo


contrario, y cómo se enamoró el Arcipreste.

Aristóteles dijo, y es cosa verdadera,


que el hombre por dos cosas trabaja: la primera,

24
Lectura 2º trimestre

por el sustentamiento, y la segunda era


por conseguir unión con hembra placentera.
Si lo dijera yo, se podría tachar,
mas lo dice un filósofo, no se me ha de culpar.
De lo que dice el sabio no debemos dudar,
pues con hechos se prueba su sabio razonar.
Que dice verdad el sabio claramente se prueba;
hombres, aves y todo animal de cueva
desea, por natura, siempre compañía nueva
y mucho más el hombre que otro ser que se mueva.
Digo que más el hombre, pues otras criaturas
tan sólo en una época se juntan, por natura;
el hombre, en todo tiempo, sin seso y sin mesura,
siempre que quiere y puede hacer esa locura.
Prefiere el fuego estar guardado entre ceniza,
pues antes se consume cuanto más se le atiza;
el hombre, cuando peca, bien ve que se desliza,
mas por naturaleza en el mal profundiza.
Yo, como soy humano y, por tal, pecador,
sentí por las mujeres, a veces, gran amor.
Que probemos las cosas no siempre es lo peor;
el bien y el mal sabed y escoged lo mejor.

5. Coplas a la muerte de su padre, Jorge Manrique


Coplas a la muerte de su padre

[XXIV]

Las huestes innumerables,


los pendones y estandartes
y vanderas,
la caba honda, chapada,
o cualquier otro reparo
¿qué aprovecha?
Que si tú vienes airada
todo lo pasas de claro
con tu fecha.

[XXV]

Aquél de buenos abrigo,


amado por virtuoso
de la gente,
el maestre don Rodrigo

25
Lectura 2º trimestre

Manrique, tanto famoso


y tan valiente,
sus grandes hechos y claros
no cumple con los alabe,
ni los quiero hazer caros,
pues el mundo todo sabe
cuáles fueron.

[XXVI]

Amigo de sus amigos,


¡qué señor para criados
y parientes!
¡Qué enemigo de enemigos!
¡Qué maestro de esforçados
y valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benigno a los subjetos!
Y a los bravos y dañosos,
¡un león!

[XXVII]

En ventura, Otaviano,
Julio César en vencer
y batallar;
en la virtud, Africano,
Anibal en el saber
y trabajar;
en la bondad, un Trajano,
Tito en liberalidad
con alegría;
en su braço, Aureliano,
Marco Atilio en la verdad
que prometía.

[XXVIII]

Antonio Pio en clemencia.


Marco Aurelio en igualdad
del semblante;
Adriano en elocuencia,
Theodosio en humanidad
y buen talante;
Aurelio Alexandre fue

26
Lectura 2º trimestre

en disciplina y rigor
de la guerra;
un Costantino en la fe,
Camilo en el grand amor
de su tierra.

[XXIX]

No dexó grandes tesoros


ni alcançó grandes riquezas
ni baxillas,
mas hizo guerra a los moros
ganandos sus fortalezas
y sus villas;
y en las lides que venció,
muchos moros y caballos
se perdieron,
y en este oficio ganó
las rentas y los vasallos
que le dieron.

[XXX]

Pues por su honra y estado,


en otros tiempos pasados,
¿cómo se uvo?
quedando desamparado,
con hermanos y criados
se sostuvo.
Después de hechos famosos
hizo en esta dicha guerra
que hazía,
hizo tratos tan honrosos
que le dieron aun más tierra
que tenía.

[XXXI]

Estas sus viejas estorias


que con su braço pintó
en juventud,
con otras nuevas vitorias,
agora las renovó
en senectud;
por su grand abilidad,
por méritos y ancianía
bien gastada,

27
Lectura 2º trimestre

alcançó la dignidad
de la grand caballería
del espada.

[XXXII]

Y sus villas y sus tierras


ocupadas de tiranos
las halló,
mas por cercos y por guerras
y por fuerça de sus manos
las cobró.
Pues nuestro rey natural,
si de las obras que obró
fue servido,
dígalo el de Portugal,
y en Castilla, quien siguió
su partido.

[XXXIII]

Después que puso la vida


tantas vezes por su ley
al tablero,
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero,
después de tanta hazaña
a que no puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa de Ocaña,
vino la muerte a llamar
a su puerta,

[XXXIV]

diciendo: -Buen caballero,


dexad el mundo engañoso
y su halago;
vuestro coraçon de azero
muestre su esfuerço famoso
en este trago.
Y pues la vida y salud
hizistes tan poca cuenta
por la fama,
esfuércese la virtud
para sofrir esta afruenta

28
Lectura 2º trimestre

que os llama.

[XXXV]

-No se os haga tan amarga


la batalla temerosa
que esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama tan gloriosa
acá dexáis;
aunque esta vida de honor
tampoco es eternal
ni verdadera,
mas con todo es muy mejor
que la otra temporal
pereçedera.

[XXXVI]

-El bevir que es perdurable


no se gana con estados
mundanales
ni con vida deleitable
en que moran los pecados
infernales;
mas lo buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros,
los cavalleros famosos,
con trabajos y afliciones
contra moros.

[XXXVII]

-Y pues vos, claro varón,


tanta sangre derramaste
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganastes
por las manos;
y con esta confiança
con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperança,
que esta otra vida tercera
ganaréis.

29
Lectura 2º trimestre

[XXXVIII]

-No gastemos tiempo ya


en esta vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo.
Y consiento en mi morir
con voluntad plazentera,
clara y pura,
que querer ombre vivir
cuando Dios quiere que muera
es locura.

[XXXIX]

-Tú, que por nuestra maldad


tomaste forma cevil
y baxo nombre.
Tú, que a tu divinidad
juntaste con tan vil
como es el ombre.
Tú, que tan grandes tormentos
sofriste sin resistencia
en tu persona,
no por mis merescimientos,
mas por tu sola clemencia
me perdona.

[XL]

Así, con tal entender,


todos sentidos humanos
olvidados,
cercado de su mujer
y de hijos y de hermanos
y criados,
dio el alma a quien ge la dio,
el cual la ponga en el cielo
y en su gloria;
y aunque la vida murió,
nos dexó harto consuelo
su memoria.

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