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Y hoy les invito a conversar sobre un aspecto muy sencillo de la oración, que es nuestro cuerpo. (preguntar a la
gente).
Jacob, luego de esa noche santa, en que vio en sueños la escalera, por la cual Dios descendía y él también podía
subir a Dios… se dio cuenta: DIOS VIVE, y ESTA AQUÍ. (VOLVER A LEER GENESIS 28)
Cuando nos damos cuenta de que Dios vive… Imagínense… captar a Dios, ver a Dios… Tener fe es caminar en
la vida como si lo estuviese viendo (Cfr. Hebr. 11,27). Y el que tiene fe, el que se abre a ese mundo fantástico,
maravilloso, que está a tu lado, a Dios con nosotros… empieza a comportarse en su Presencia de un modo
nuevo… Al darme cuenta que no estoy solo sino con El, me empiezo a ubicar.
Primera lección: PIDAMOS MAS FE… cada vez más FE, para poder percibir el mundo invisible.
Ahora bien, la fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se
ven.
Jacob, esa madrugada, al despertar, percibió: DIOS ESTÁ AQUÍ y YO NO LO SABIA… Claro, estaba a su
lado, pero él no se daba cuenta…. El Señor le regaló la fe, y empezó a percibirlo… es progresivo…
Cuentan que antiguamente en las casas de los grandes reyes, de vez en cuando nacía alguno que era ciego… y
como no se comportaban por mucho tiempo bien… al no ver al Rey, siempre tenían que tener alguien al lado
(un lazarillo) que les recuerde que estaba el Rey… Nosotros también. Cuando estamos en casa, cuando estamos
en la obra, cuando estamos en el colectivo, cuando vamos por la calle, en un asado… siempre tendríamos que
tener a alguien al lado que nos pellizque y nos diga: OJO: DIOS ESTÁ A TU LADO… EN ESTE
MOMENTO…
Y una vez que percibimos que estamos junto a Dios, le respondemos con el corazón y con el cuerpo. Con el
cuerpo, arrodillándonos… ¿Por qué arrodillarse? 3 motivos:
● Arrodillarse es hacerse pequeño. De hecho, cuando estamos de rodillas, bajamos de altura, medimos
como 60 centímetros menos… nos hacemos más pequeños. Nos hacemos humildes. Es como reconocer
que Dios es grande y yo soy pequeño. Y cuando nos hacemos humildes Dios se empieza a acercar a
nosotros…
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● Arrodillarse es acercarse a la tierra: somos tierra. De hecho, todos nosotros nos vamos a morir y a los
pocos días seremos tierra… si bien Dios tanto nos ama, y nos dio un alma maravillosa, nunca nos
agrandemos… somos tierra… y a la tierra volveremos (así se dice en el Genesis, y al inicio de la
cuaresma). Recuerda que eres polvo, y al polvo volverás.
● Al arrodillarnos, seguimos a Jesús que al llegar al Huerto, el lugar de oración más fuerte de su vida,
donde Él derramó Sangre por vos, Él se arrodilló… y nosotros también nos arrodillamos… si bien no es
el único modo de orar (podemos orar parados… lo cual es muy bueno, y también podemos orar sentados
y postrados). Así lo dice LUCAS 22,40-42
Cuando llegaron, les dijo: «Oren, para no caer en la tentación». Después se alejó de ellos, más o menos a la
distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba: «Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no
se haga mi voluntad, sino la tuya».
1. ARRODILLARNOS AL DESPERTAR: Qué gran modo es empezar el día rápido, con energía, sin dar
vueltas en la cama… Hacerle la primera ofrenda de amor a Jesús. Arrodillarnos apenas nos levantamos.
Salimos de la cama, y junto a la cama, mirando una imagen de Él, de la Virgen, empezamos el día de
rodillas.
CONCLUSION
Entonces… Jacob se abrió a Dios por la fe. Se dio cuenta de que Dios estaba a su lado, por esos anteojos
magníficos que son la fe. Y una vez que lo reconoció se puso a orar… seguramente se puso de rodillas.
Arrodillémonos ante Dios… cuando nos hacemos pequeños ante Él, empezamos a ser grandes a sus ojos:
Arrodillémonos cada mañana al despertar, y cada noche al descansar.
Arrodillémonos al entrar a la Iglesia y saludar a Jesús.