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UNIVERSIDAD DEL NORTE SANTO TOMÁS DE AQUINO

CENTRO DE ESTUDIOS DE FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA DE LA ORDEN DE PREDICADORES


FACULTAD DE FILOSOFÍA

TESIS DE LICENCIATURA

EL ASENTIMIENTO EN CUESTIONES
RELIGIOSAS
SOBRE LA POSIBILIDAD DE ADQUIRIR CERTEZAS EN
CUESTIONES RELIGIOSAS A PARTIR DE LA SUBJETIVIDAD
DESDE EL PENSAMIENTO DE JOHN H. NEWMAN

Director de tesis: Dr. Carlos Hoevel

CHRISTIAN WECHSLER
2020
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN.................................................................................................................3
1- Asentimiento nocional y real
1.1. El lugar de las creencias en el asentimiento nocional..................................................8
1.2. El asentimen real……………………………………………………………..…...…13
1.2.a-.. La imaginación………………………………………………………........…..15
1.2.b- La facultad de memoria y composición………………………………..……....18
1.2.c- La imaginación en el ámbito religioso...............................................................21
2- La Conciencia
2.1. El carácter imperativo de la conciencia......................................................................28
2.2. El carácter personal de la conciencia.........................................................................34
3- La Certeza
3.1- La certeza es posible- Nociones generales sobre el hábito........................................37
3.2- La certeza y la resistencia.......................................................................................... 38
3.3- La certeza y el error................................................................................................... 39
3.4- Educación en el conocimiento……………………………………………..……..…41
3.5- Convergencia de probabilidades antecedentes. Newman vs Hume...........................46
4- El sentido ilativo
4.1- Un juicio personal: único y definitivo.......................................................................51
4.2- Un juicio por connaturalidad………………………………………………...……...57
4.3- Un juicio por presuposición………………………………………………….……...60
4.4- Un juicio por discriminación..................................................................................... 61
5- El asentimiento en cuestiones religiosas
5.1- La religión natural…………………………………………………………………65
5.1.a- Nuestra propia mente……………………..……………………………….……66
5.1.b- La voz de la humanidad………………………..………………………….……68
5.1.c- El desarrollo del mundo………………………….………………………..……69
5.2- La religión revelada................................................................................................. 71
5.2.a- Las disposiciones morales ….………………………………………………..…77
5.2.b- Cristo, complemento y fin de la religión natural…...………………………..…78
5.2.c- Newman en primera persona…………………………………………………....83
CONCLUSIÓN........................................................................................................................ 87
BIBLIOGRAFÍA...................................................................................................................... 89

2
INTRODUCCIÓN
“Lo que una vez fue verdad será siempre verdad;
y el espíritu del hombre está hecho para la verdad
y descansa en la verdad, pero no puede descansar en la
falsedad”.1

El hombre es un ser religioso, capax dei, como decían los clásicos; por lo
menos así ha sido considerado a lo largo de los siglos no sólo por los filósofos sino
por el hombre común: los diversos ritos de expiación o reparación presentes en las
diversas culturas desde el comienzo de la civilización dan muestra de la apertura del
hombre hacia Dios. Esta constatación empírica nos abre a una pregunta frente a la
diversidad cultural ¿Es posible la certeza en materia religiosa?

La cuestión es explicar, desde la síntesis de John H. Newman, cuáles son los


presupuestos gnoseológicos y antropológicos en los cuales podría apoyarse. Sobre
todo, queremos profundizar en el proceso intelectual que cualquier persona puede
realizar para adquirir certeza en materia religiosa y no sólo opinión, queremos
destacar que el fin del hombre no es sólo la búsqueda sino el encuentro; no es
únicamente la pregunta sino también respuesta. Nuestra tesis es que es posible
adquirir certeza en materia religiosa a través de causas antecedentes y convergentes
que provocan en la conciencia del sujeto un estado de seguridad que podemos
llamar certeza y que permite asentir, esto es, no dudar sobre objeto de la fe al cual
se adhiere. Lo que una vez fue verdad será siempre verdad; y el espíritu del hombre
está hecho para la verdad y descansa en la verdad, pero no puede descansar en la
falsedad.

La obra que nos servirá de guía será la Gramática del Asentimiento, que, como
dice Ian Ker en su biografía sobre Newman, considerada por muchos la más
completa de las que se han escrito sobre él:

“Analizando la Gramática, queda patente que no se trata de un trabajo de


tipo metafísico. Pero eso no quiere decir que sea un estudio ´psicológico´. Sí es,
en cambio, un análisis filosófico del estado de la mente que ordinariamente

NEMWMAN,J.H., Gramática del Asentimiento. 2010, Madrid, Ed. Encuentro, p. 186


1

3
llamamos certeza o seguridad y de los actos asociados a ella; y como tal ha sido
reconocido como un clásico por los filósofos de la religión”2

La motivación que nos anima es el deseo de profundización filosófica frente a


una constatación de experiencias reales, de numerosas personas que consideran
imposible adquirir certezas en cuestiones religiosas. Muchas de ellas afirman que la
certeza es una empresa imposible porque argumentan explícita o implícitamente
que habiendo “tantas religiones en el mundo” cómo puede ser posible afirmar que
hay una sola verdadera; o bien ¿no será soberbia afirmar que hay una verdad?
¿Quién y cómo puede ofrecer un criterio de validación a una pretensión tan
desmedida? Este planteo se podría sintetizar en aquello que dice Pascal en sus
Pensamientos.

“Veo varias religiones contrarias, y por lo tanto todas falsas, excepto una.
Cada una de ellas quiere ser creída por su propia autoridad y amenaza a los
incrédulos. En consecuencia, no les doy crédito. Cada cual puede decir eso,
cada cual puede llamarse profeta. Pero veo la cristiana en la que encuentro
profecías, y esto es lo que no puede hacer todo el mundo”3.

Newman, al igual que Pascal percibe que la pretensión de que todas las religiones
fueran verdaderas es una contradicción lógica, pero a la vez, es testigo de que ese
razonamiento es el predominante en su querida Inglaterra. ¿Cuál era el contexto
en que vivió Newman? El racionalismo venía impregnando el pensamiento
europeo desde el iluminismo del siglo XVIII (“siglo de las Luces”),
engendrando a la vez por oposición la postura del fideísmo.

Newman, fue un hombre del siglo XIX, siglo de la conciencia histórica, en el


que casi todo se reduce a la historia. La historia, como nos recuerda Cavaller 4, es la
categoría omnicomprensiva. Hegel (1770-1831) había secularizado la visión
cristiana, remitiéndola a un despliegue de la Razón: el espíritu infinito se realiza a
través de lo finito, el ser se percibe como ser que deviene. También es el siglo del
cuestionamiento de la historicidad de los hechos bíblicos, que oponía mito e historia.
Newman conocía estas teorías. Por otra parte, desde el inicio del siglo XIX se agregó

2
KER, I. John H. Newman, Ed. Palabra, Madrid, 1998. Pág. 655
3
Pascal, Pensamientos, Ed. Losada, Buenos Aires, 2003. Pág. 34
4
Cfr. Cavaller, Fernando María. “Los Principios del Cristianismo, una Teología Fundamental según
Newman”; (Bs. As, Ed. Ágape, 2018), pág. 496-499

4
un creciente interés por las civilizaciones antiguas y lejanas que trajo la expansión
del imperio inglés, y se inauguraron instituciones para la difusión de los estudios
históricos en Londres, como la Royal Historical Association en 1906, y también
sociedades especializadas en la historia de determinados campos, como la
arqueología, los anticuarios, la genealogía, la economía y otros.

El acento de Newman era una dura crítica a la postura racionalista. El Oriel


College, donde Newman era fellow, representaba la tendencia más logicista de
Oxford donde él denuncia, no sin consecuencias, un avasallamiento de las
pretensiones de la razón sobre la fe.

Newman no niega el alcance de la razón natural, incluso su capacidad de


demostrar la existencia de Dios, pero sí niega que se pueda llegar a la certeza de la fe
solamente por inferencias y demostraciones racionales. Pensaba en las personas
sencillas y también en los intelectuales, incluso en los incrédulos. Lo suyo fue el
comienzo de lo que ya en el siglo XX se llamaría “apologética integral”, es decir,
aquella que se ocupa de las disposiciones del sujeto para la fe, de cómo conoce y
quiere, de cómo razona.

Newman combina en sí mismo subjetividad y objetividad, corazón e intelecto,


experiencia y doctrina, modernidad y antigüedad.5. Es el ser concreto el que razona
y en este sentido el método concreto corresponde a este pensar vivo. Él asume a la
razón del modo en que actúa en los hombres caídos que ´tienden a la increencia´. El
hombre ´no es un animal que razona únicamente, es un animal que ve, siente,
contempla y actúa´6 En este sentido podemos afirmar que el método que Newman
encuentra para demostrar la posibilidad de asentimiento en cuestiones religiosas es
“personalista”: por supuesto que él no conoció este “término”, pero muchos autores
consideran que en él se encuentran las bases de esta filosofía7.

El personalismo surge como respuesta a una imagen reduccionista y


naturalista del hombre. El personalismo emerge en Europa al final del siglo XVIII
en reacción a Hegel, a su panteísmo; el hombre no es para los personalistas, parte de
un todo. Los personalistas no solo insisten en que los seres humanos son personas,

5
Cfr. CROSBY J.F; El Personalismo en Newman; (Madrid, Ed. Palabra, 2017), p.22
6
NEWMAN, J. H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro. 2010, pág. 92-94
7
Ver CROSBY J.F., Op.cit. El Personalismo en Newman; véase CAVALLER, F.M Op.cit. Los Principios del
cristianismo.

5
sino también en que Dios es personal. El personalismo sostiene que cada uno de
nosotros existe como sujeto, no solo como objeto, no como algo sino como alguien.
Los personalistas prestan una especial atención al “corazón” y a la dimensión
afectiva de la existencia humana sin oponerla a las otras dimensiones. Por eso las
“razones” que utiliza Newman en su Gramática tienen una impronta subjetiva, pero
que logra evitar a su vez el “relativismo” que él tanto combatió. ¿Cómo unir
subjetividad y certeza? Este es el desafío que intentaremos desplegar en este trabajo.

Es un intento que ha hecho no sólo Newman sino otros autores en quienes los
personalistas se inspiran; uno de ellos y quizá el más célebre de todos, San Agustín.
Su método, al igual que Newman se inspira en su vida y su experiencia vital enriquece el
método.

“A cualquier parte que vaya me sigo. Tú, hombre, puedes huir a donde
quieras, pero no fuera de tu conciencia. Entra en tu casa, descansa en tu
lecho, penetra en lo interior; nada más interno puedes hallar a donde huir
fuera de tu conciencia”8

Es allí, en la interioridad del hombre donde podremos encontrar las pruebas más
persuasivas, si van acompañadas de las necesarias disposiciones morales exigidas por
nuestra conciencia. Creemos que es verdad que muchas de nuestras convicciones más
obstinadas y más razonables dependen de pruebas que no son formales, sino personales,
que trascienden nuestra facultad de análisis y no pueden someterse a una regla lógica
´porque no pueden someterse a las estadísticas de la lógica´ como sostiene Newman.

Este trabajo está dividido en cinco partes. En la primera se ofrece un marco


teorético que sirve de fundamento para todo el resto del análisis, introduciendo aquello
que Newman considera más relevante para que algo sea verdadero: el asentimiento real.
En la segunda parte abordaremos específicamente el tema de la conciencia cómo ámbito
privilegiado donde Dios se revela a todos adquiriendo un carácter personal. En la tercera
parte se entra en la cuestión de si es posible la certeza y cuáles son las condiciones para
“adquirirla” o mejor dicho “percibirla”. En cuarto lugar, desarrollaré lo que Newman
entiende por sentido ilativo, una idea original y capital en su pensamiento. Por ultimo y
como una síntesis de los capítulos anteriores me adentraré en el tema de asentimiento en

8
Obras de San Agustín, XIX: Enarraciones sobre los salmos (1°), BAC, Madrid, 1964, pág. 338

6
cuestiones religiosas poniendo en juego todo lo visto en capítulos anteriores para
demostrar la posibilidad de dicho asentimiento.

No puedo dejar de incluir aquí nuestro profundo agradecimiento hacia todos los
que han colaborado con esta tesis. En primer lugar al Dr. Héctor del Bosco, que en un
encuentro “fortuito” en la Universidad y sabiendo que había quedado inconcluso mis
estudios de licenciatura, me alentó para poder concluirla, veinticinco años después de
haber cursado quinto año; Le doy gracias también al Dr. Juan Francisco Frank, actual
decano de la facultad, por su permanente disponibilidad académica y buen consejo en
este tiempo, también al Dr. Carlos Hoevel por su acompañamiento en este trabajo; por
haberme dado confianza para poder ser fiel a la intuición recibida y por un consejo que
fue clave en momentos de perplejidad “buscá adentro”. Esas palabras fueron de mucha
claridad que apelaron a mi propia subjetividad en el modo de realizar esta tesis. Por
último, a la Sociedad San Juan por permitir y alentar la elaboración de la misma.

7
CAPÍTULO 1

ASENTIMIENTO NOCIONAL Y ASENTIMIENTO


REAL

Newman define "asentimiento" como el acto de la mente que sostiene algo en un


sentido absoluto, en contraposición a una afirmación condicional o probable. La idea de
la primera parte de la Gramática no es probar la validez del asentimiento al cristianismo,
sino determinar que el asentimiento, de hecho, tiene lugar; y determinar qué tipo de acto
mental es. La mente humana sostiene algunas verdades de manera absoluta: que
existimos, que nos hemos despertado esta mañana, que las acciones malignas deben ser
rechazadas, que podemos confiar en tal o cual amigo, etc. Para Newman, hay dos
categorías básicas de asentimiento. El asentimiento nocional es el que se da a las ideas y
proposiciones abstractas. El asentimiento real es el asentimiento a las cosas y a cualquier
cosa aprehendida como una realidad concreta.

Los asentimientos reales, por un lado, son vívidos, profundos y duraderos. Su


objeto es siempre algo concreto, o algo que ha causado una cierta impresión en la
imaginación. Como tal, los asentimientos reales tienen la capacidad de encender
pasiones e influir en el comportamiento. El asentimiento real es profundo, pero no es
fácil de comunicar a otros o de aplicar a diferentes situaciones, estando ligado a una
imagen concreta o a circunstancias específicas.

Los asentimientos nocionales, en cambio, son los que se dan a las abstracciones o
a las conclusiones de la argumentación. Pueden adquirirse fácilmente y transmitirse
mediante la conversación, la lectura o la inferencia racional. No impresionan
profundamente la mente como lo real, pero pueden ampliar considerablemente el alcance
en todas las direcciones, precisamente porque no se limitan a nuestra experiencia directa
de las cosas.

Cabe señalar que, para Newman, las proposiciones pueden ser aprehendidas de
manera nocional o real. La verdadera aprehensión tiene lugar cuando la proposición es
aprehendida de tal manera que causa una profunda impresión en la imaginación.

8
1.1. EL LUGAR DE LAS CREENCIAS EN EL ASENTIMIENTO NOCIONAL

Vemos en la primera parte de la Gramática que Newman explicita con detalle el


significado de la creencia como ´un asentimiento nocional a una proposición´9; esto
quiere decir que primeramente tengo un aserto de ella, pero no conozco necesariamente
los motivos del asentimiento ni tiene una fuerza vital en mí. Newman no hace un juicio
de valor, sino que simplemente describe el modo habitual en que los hombres tenemos
creencias. Por ejemplo, alguien puede creer que la religión anglicana es la verdadera y
que la romana es gobernada por el anticristo: esta creencia es nocional porque así lo
enseñaron los padres a un niño, porque así lo aprendió en la escuela, porque así lo
escuchó en un sermón, por esta razón cree esto. Un católico (romano) creerá que el
protestantismo tiene su origen en un cisma y, por lo tanto, deducirá que ésta no es una
religión verdadera: así se lo enseñaron cuando estudiaron el origen de la Reforma o bien
cuando le enseñaron su catecismo donde aprendió que la Iglesia es Una y las demás son
separaciones de la única iglesia verdadera. Vemos aquí un ejemplo de cómo respecto a un
mismo tema hay dos creencias distintas.

Un segundo aspecto, unido al anterior, es que la creencia es «un asentimiento que


damos o bien a opiniones o bien a hechos que se nos presentan sin ningún esfuerzo de
nuestra parte»10. No siempre somos conscientes de las creencias que tenemos; las
adquirimos, podríamos decir, pasivamente, bajo la influencia del mundo circundante, y
llegan a nosotros sin ninguna lógica común, ni tampoco bajo un único modo. Varían de
acuerdo a cada persona, puesto que cada uno la recibe a su manera. Las creencias se
pueden adquirir muy habitualmente por influencias de personas, pero también a través de
diversas causas que convergen para que yo crea esto y no lo otro: una lectura, una
película que vi, la muerte de un ser querido, un sermón, la instrucción escolar (que, por
supuesto, tiene un lugar de privilegio como generador de nuestras creencias). Por eso,

Newman dice que la creencia es «el medio por el cual nuestra naturaleza desnuda y
estéril, en el hombre de alta o de baja posición, en el que vive en el mundo y en el que

vive recluido, se cubre y se diversifica con un vestido rico y vivido »11. Vemos, pues,
cómo Newman tiene una valoración muy positiva de la creencia al considerarla un
«vestido rico y vivido». Este ropaje es, para él, el modo en que el Creador ha querido que
9
NEWMAN, J. H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro. 2010, pag 59
10
Idem
11
Íbidem, pág. 60

9
nos desarrolláramos. Este desarrollo tiene que ver con lo que Newman llama ley del
progreso y autodeterminación: nacemos sin ningún capital y a través del ejercicio de las
facultades humanas vamos hacia nuestra plenitud, «Cada uno de nosotros tiene la
prerrogativa de completar su naturaleza, inicial y rudimentaria, y desarrollar su propia
perfección a partir de los elementos vivos con los que nuestra inteligencia comenzó a
existir»12. Podemos decir que la creencia es el punto de partida desde donde cada uno, a

través de los esfuerzos personales, va avanzando hacia «la plenitud de su destino


original»

Un tercer aspecto es que la creencia llega a convertirse en nuestro lenguaje moral;

por eso dice él ; «las aprendemos como se aprende nuestra lengua madre; nos
distinguen de los extranjeros y son en cada uno de nosotros características, no

personales, sino nacionales».13 Cuando Newman dice “lenguaje moral” no está haciendo
referencia todavía al ámbito religioso sino al profano: toda persona posee una moralidad
basada en sus creencias, a partir de las cuales se comunica y obra de un modo y no de

otro. Según sus propias palabras, tanto un «pobre como un rico»: no hay persona que no
obre según creencias. Aquí también podemos hacer referencia a lo que él llama
“peculiaridad”, que es «el aspecto bajo el cual consideramos las cosas (…) a menudo

intensamente personal, terriblemente personal»14. Esta peculiaridad hace que cada uno
considere el mundo a su manera y esa manera es, justamente, algo que lo caracteriza: la
creencia es, entonces, algo propio, que nos distingue de los demás y que posee sus
propias “peculiaridades”.

Un último aspecto respecto de las creencias referidas a lo religioso: muchas de las


creencias que nosotros tenemos nos vienen a partir de doctrinas, y estas están fundadas en
“hechos”. Cuando Newman se convierte al catolicismo, uno de los puntos controversiales
que le criticaban sus antiguos amigos anglicanos era el tema de las “reliquias”: ¿cómo
justificaría esta creencia que para los anglicanos era absurda y antievangélica? Newman
no tiene ninguna dificultad en responder que la creencia en las “reliquias” tiene un
fundamento profundo en una doctrina o principio que sostiene que «la materia es
susceptible de gracia, o capaz de unión con una presencia e influencia divina» 15

12
NEWMAN, J. H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro. 2010. Pag. 285
13
Ibíd., Pág. 60
14
Ibíd. Pág. 103

10
Newman, conocedor como pocos de la historia de la Iglesia, explicita que esta
doctrina fue sostenida con mucha energía en los primeros tiempos, en especial para
contrarrestar las influencias gnósticas y maniqueas emergentes en ese momento que
menospreciaban el valor de la materia: el culto a las reliquias, apoyada en la doctrina
antedicha, fue una respuesta de la Iglesia a estas sectas, y los cristianos de ese momento
no tuvieron ninguna dificultad en esta “creencia”. Y dice Newman magistralmente
respecto a las “reliquias”, «que el silencio en un período determinado no implica el que
no fuese sostenida entonces, sino que no estaba en duda».16

1.1.a. LAS CREENCIAS PUEDEN CAMBIAR POR FALTA DE ARRAIGO

En uno de los sermones universitarios, Newman profundiza el tema de las creencias


y se pregunta por qué razón a muchos jóvenes que poseen creencias aparentemente firmes
se les debilitan o incluso las pierden cuando, por ejemplo, se hacen mayores y —según
termino de Newman— “entran en el mundo”. Por un lado, él reconoce que hay un
choque; porque al ser los principios o creencias “nociones”, nunca han tenido
oportunidad de ponerse a prueba. Por lo tanto, cuando estos jóvenes permanecen muchos
años estudiando o trabajando, por ejemplo, en Londres, empiezan a tener contacto con
personas y ambientes donde las creencias son otras, donde se manifiesta de un modo más
patente el “Espíritu del mundo” con toda su virulencia. ¿Cuál es la razón? Él lo dice

claramente «los sistemas que se organizan según principios humanos se desvían tanto de
la verdad promulgada en la Escritura que el simple hecho de que existan ante nosotros
se convierte en un argumento efectivo contra la misma Escritura»17.

El mundo es para Newman un lugar de prueba porque es el lugar donde tiene su


influencia, de un modo especial, el “príncipe de este mundo”: por lo tanto, es
comprensible que haya un choque entre las propias creencias recibidas y las nuevas
creencias que flotan en el nuevo ambiente y que se transmiten de múltiples maneras. Este
choque tiene como consecuencia que muchos jóvenes pongan en crisis su fe, algunos la
pierdan y otros la acrecienten: nadie quedará indiferente. Veamos ahora dos ejemplos que
Newman nos ofrece y que ilustran el modo en que operan las creencias en las personas;
sus ejemplos, como es esperable de un clérigo, son habitualmente sobre temáticas
15
Cavaller, Fernando María. “Los Principios del Cristianismo, una Teología Fundamental según Newman”;
(Bs. As, Ed. Ágape, 2018), pág. 400
16
Idem.
17
Sermones universitarios (SU), VII, prg. 2, pag. 175

11
religiosas, lo que no afecta en nada las conclusiones filosóficas que abordaremos al final
de este capítulo.

Respecto al choque de los jóvenes con el mundo y sus propios principios,


Newman ofrece varios ejemplos. Me detendré en dos que, creo, percibiremos muy
cercanos: el primero sobre la Sagrada Escritura y el segundo sobre las “doctrinas”.

Por un lado, respecto a la Biblia, ¿qué es lo que sucede? Un niño ha aprendido


muchas enseñanzas de la misma: se la han enseñado primeramente sus padres, luego las
ha profundizado en el catecismo; las cree, asiente a ellas sin dificultad, pues está
predispuesto a creer, es lo natural para un niño y esto habla también de su instinto
religioso que lo lleva a creer y no a desconfiar; tiene una conciencia verdadera, acorde a
su edad, de que existe un “Otro” distinto de sí. Cree, entonces, las enseñanzas que la
Palabra de Dios le transmite y todas sus doctrinas contenidas en ella; ha leído en la Biblia
sobre los peligros del “mundo” pero no ha tenido experiencia de lo que eso significa; sabe
que el mundo es peligroso, pero no se imagina todavía cuál puede ser el modo que tiene
de desencaminarlo. Y Newman ofrece una razón profunda por la cual ese choque es tan
persuasivo en las mentes:

“La Biblia, inscrita por inspiración divina, representa las cosas tal como son en
realidad a los ojos de Dios, y tal como nosotros las veremos a medida que
aprendamos a juzgar correctamente sobre ellas, pero no tal como aparece a aquellos
18
“cuyos sentidos” no tienen aún la “práctica de distinguir entre el bien y el mal”

Dicho en otras palabras, se podría decir que la Biblia no ofrece “fórmulas” concretas
para cada ocasión a modo de menú, no ha sido esa la Voluntad Divina respecto a la
Sagrada Escritura; ofrece principios sobrenaturales basados en el modo en que Dios obró
en la historia. Esos principios, en muchos casos, se han recibido solo nocionalmente y por
eso corren el riesgo de debilitarse poco a poco en contacto con otros nuevos. Newman
expresa de un modo crudo las tristes consecuencias que padecen los jóvenes al no saber
cómo aplicar los principios aprendidos en contraste con los nuevos principios del
“mundo” adulto. Lo dice así:

“…no saben cómo aplicar los principios aprendidos en el mundo y terminan


pensando que las Sagradas Escrituras son aburridas lo mismo que las doctrinas
aprendidas. La Biblia dice muy poco de los temas del “mundo” y al no verlos

18
SU. VII, prg. 3, pág. 176

12
tratados allí los pone a prueba. La Biblia da la impresión de contener un mundo, pero
no el mismo mundo en que habitamos”.19

Vemos en este ejemplo de qué modo las creencias o principios aprendidos, si no son
suficientes para producir un arraigo vital, permanecen mientras no son confrontados con
el mundo y corren el riesgo de debilitarse o perderse en ese choque.

El segundo ejemplo es respecto a las “Doctrinas”. Aquí vemos como Newman da un


paso más respecto al ejemplo anterior: ¿qué sucede cuando la persona se encuentra con
doctrinas que podríamos denominar “duras” o “exigentes”? Él se refiere, particularmente,
al “castigo de los malvados”. Podríamos hacer una analogía con algunas doctrinas
particularmente incómodas para muchas personas, como puede ser la doctrina de la
“pureza” o la “indisolubilidad matrimonial”. ¿Qué hará, entonces, cuando aparezcan estas
doctrinas? La respuesta de Newman es terminante:

“… Entonces se empeñará en quitarlas de en medio, como si fueran anexas por


casualidad al credo de la Escritura, sin apenas pensar que se trata precisamente de
“peculiaridades esenciales”, y sin tomar en consideración que el hecho de su tropiezo
contra aquellas doctrinas comprueba que sus ideas coinciden sólo en apariencia con
la totalidad de la revelación… Este permanecerá a las puertas de la Iglesia,
testificando contra sí mismo por el hecho de quedarse allí; y perderá la recompensa
otorgada incluso a los prosélitos de la puerta en tiempos del paganismo” 20

Aquí Newman realiza con crudeza y sencillez una fenomenología de un hecho


religioso y acentúa la influencia que tienen las disposiciones morales respecto a las
creencias o principios. El hecho de quitarse de encima una doctrina deja en evidencia,
para Newman, que sus principios no estaban bien arraigados y sólo en «apariencia»
estaban acorde con la totalidad de la revelación, ¿cuál es el saldo entre la lucha de
principios que traían los jóvenes y los que recibieron al “entrar en el mundo”? El saldo,
para él, es claramente negativo. Puede ser desalentador este panorama planteado, pero en
realidad no lo es; Newman quiere advertir a sus jóvenes oyentes de los peligros del
mundo y de la necesidad de que estos principios, recibidos con “asentimiento” nocional,
puedan tener un mayor “arraigo”: dicho de otro modo, pasar del asentimiento nominal al
real. Será motivo del próximo apartado dejar a Newman que nos enseñe el cómo.

19
NEWMAN, J.H. Sermones Universitarios; VII, (Madrid, Ed. Encuentro, 1993) prg. 4, pag.176
20
Ibídem. XII, prg.10, pág.181

13
1.2. ASENTIMIENTO REAL

Hemos visto en la sección anterior cómo obran las creencias dentro del asentimiento
nominal y también cuál es su límite: al haberse recibido como nociones y, en muchos
casos, no haber sido asimiladas como propias, no tienen arraigo profundo y son
fácilmente cambiables. Sorpresivamente, cuando Newman aborda el tema del
asentimiento real, él utiliza nuevamente la palabra creencia, pero de un modo distinto. En
este capítulo comenzaré recordando brevemente lo que Newman llama asentimiento real
en contraste con el nominal; al comienzo veremos por qué la misma palabra creencia
puede tener dos connotaciones diferentes; luego expondré el lugar de privilegio que
ocupa la “imaginación” dentro de este asentimiento, que es su marco propio. Observemos
ahora lo que nos dice el autor respecto al asentimiento real y la creencia:

“Hasta que no tenemos asentimiento real, por más que tengamos plena
aprehensión y asentimiento en el campo de las nociones, no tenemos agarradero
intelectual y estamos a la merced de impulsos, caprichos y 1uces errantes, tanto en lo
que se refiere a la conducta personal, como en la acción social o política, o en
religión. Tales creencias, sean o no verdaderas en cada caso particular, forman la
mente en la cual arraigan y le confieren una seriedad y convicción que inspira en
otros, confianza en sus opiniones y es un secreto de persuasión e influencia en el
escenario del mundo. Ellas crean, según sea el caso, los héroes y los santos, los
grandes dirigentes, los hombres de Estado, los predicadores, los reformadores, los
pioneros de los descubrimientos científicos, los visionarios, los fanáticos, los
caballeros. Ellas son el principio de su existencia política, y le confieren
homogeneidad de pensamiento y comunión de fines. Ellas han dado forma a la
teocracia medieval y a la superstición mahometana, y son ahora la vida tanto de la
«Rusia santa» como de la libertad de palabra y acción que constituyen el orgullo
especial de los ingleses.”21

Vemos aquí con mucha claridad que el asentimiento real es un agarradero que ofrece
no solamente seguridad intelectual, sino que permite posicionarse de un modo firme en
cualquier ámbito de la vida. No son las circunstancias las que definen mi modo de obrar
hacia un lado o hacia otro; no son los estados de ánimo los que conducen mis opciones
morales o políticas; sino que es algo más profundo y duradero. Y aquí aparecen
nuevamente las creencias que, «sean o no verdaderas en cada caso particular, forman la

21
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 86.

14
mente en la cual arraigan y le confieren una seriedad y convicción» 22. Vemos aquí que
estas creencias, que antes eran nocionales, ahora que tienen arraigo producen un
asentimiento real «que inspira en otros, confianza en sus opiniones y es un secreto de
persuasión e influencia en el escenario del mundo». Ahora sí, gracias al asentimiento real
esas creencias influencian en el escenario del mundo produciendo héroes o santos,
homogeneidad de pensamientos. Es una creencia que tiene vida y que produce vida. No
es excluyente del ámbito religioso, sino que puede extenderse, como vemos en esta cita, a
diversos campos del saber.

Vemos entonces que la creencia que antes era una proposición muerta, de repente
toma vida; se transforma de nocional y real; como dice Mons. Cavaller en su libro
Principios del Cristianismo:

“El pensamiento de Newman tiene una característica general que imprime en


todas sus consideraciones teológicas. No hace dialéctica excluyente cuando mira la
realidad, sea a Dios, del mundo o del hombre. Es decir que, frente a las polaridades,
elementos contrastantes, opuestos entre sí, distingue con buena lógica entre los que
son contradictorios y los que no lo son. Y cuando esos opuestos no son
contradictorios los ve coincidentes de modo real. Es lo que hemos llamado
«coincidentia oppsitorum»”23

Es claro, por lo que venimos viendo, que una de estas “polaridades coincidentes”, la
encontramos en Newman entre el asentimiento nocional y real, es también evidente como
él se posiciona a favor del “asentimiento real”, pero, cuando pareciera que infravalorase
el “asentimiento nocional”, en uno de los capítulos del libro —en particular cuando trata
el tema de la Religión y la Teología— pone de relieve lo necesarias que son también las
“fórmulas” teológicas expresadas en los “credos” para la vida de la Iglesia: si bien de los
credos en su totalidad podemos tener sólo asentimiento nocional, él claramente se da
cuenta que éstas nociones preservan a lo largo de los siglos la pureza de la fe.

1.2.a. LA IMAGINACIÓN
Habiendo realizado esta aclaración, me adentraré en la valoración de privilegio que
otorga Newman a la imaginación dentro del asentimiento real. Una de las razones que él

22
Idem
23
CAVALLER, Fernando María. “Los Principios del Cristianismo, una Teología Fundamental según
Newman”; (Bs. As, Ed. Ágape, 2018), pág 515

15
encuentra, y quizá la principal, es que «no andaremos muy errados si damos la
explicación de que los actos de asentimiento nocional y de inferencia no afectan a
nuestra conducta y que los actos de asentimiento real, la afectan de hecho, aunque no
necesariamente»24. Es muy interesante como Newman coloca a la “moralidad” como la
bisagra que separa a uno de otro, ¿Cuál es el puente, entonces, entre un asentimiento y
otro? La imaginación: «la mente está dirigida hacia las cosas representadas por las
impresiones que han dejado en la imaginación. Estas imágenes, si se les concede el
asentimiento, tienen tanto en el individuo como en la sociedad una influencia que no
pueden tener las simples nociones»25

Fijémonos que la influencia de estas imágenes puede darse no solo en los individuos
sino también en las sociedades, en especial respecto a las verdades de orden práctico.
Newman lo explica con un ejemplo muy elocuente, la esclavitud: esta práctica injusta,
dice, tendría que haber sido rechazada por todos desde el principio, pero no sucedió así.
Se pregunta entonces: ¿qué produjo un cambio sobre el mismo hecho antes aceptado y
luego no? Newman profundiza en tres causas: nuevas circunstancias, un accidente o la
presión continua de los que defienden la verdad fuerzan la atención del público. En el
caso de la esclavitud, la persistente y elocuente lucha del Sr. Wilberforce a través de una
agitación organizada con innumerables folletos y discursos terminó por “tocar la
imaginación de los hombres de manera que el reconocimiento de esta injusticia
produjera sus efectos”26 Vimos un ejemplo de cómo cuando una verdad toca la
imaginación de los hombres, se producen consecuencias prácticas.

Yendo a nuestra patria, podemos recordar el encendido debate sobre la legalización


del aborto; hemos visto durante todos los meses de debate que la sociedad se despertó y
muchas personas que estaban dormidas, que siempre consideraron nocionalmente que el
aborto era algo malo pero nunca se involucraron en acciones en favor de la vida o se
animaron a defender una postura públicamente, frente a amigos o en ámbitos
universitarios, de repente se encontraron varios de ellos en una sana militancia, al intentar
persuadir a otros con videos, testimonios y otros recursos. ¿Qué sucedió? Quizá, el firme
convencimiento de grupos Pro-Vida despertó en muchos católicos una nueva conciencia,
una imagen viva que los movilizó. Por supuesto, de la otra parte sucedió lo mismo. A
Newman no le interesa en un primer momento realizar una cualificación moral o una
24
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. pág. 86
25
Ibidem, pag. 76
26
Ibidem, pág. 77

16
aplicación práctica, lo hará solamente al final de cada capítulo, donde ahí sí titula
“Asentimiento en Cuestiones Religiosas”: aquí, le interesa realizar una descripción
gnoseológica de cómo algunas nociones “muertas” de repente cobran vigor y se
transforman en una imagen viva que moviliza a una sociedad.

Recordemos lo que decía Newman sobre las imágenes: “si se les concede el
asentimiento, tienen tanto en el individuo como en la sociedad una influencia que no
pueden tener las simples nociones”. Hemos visto cómo influyen en la sociedad, veamos
ahora cómo lo hacen en las personas.

Cuando Newman adopta el término imaginación no se refiere exclusivamente a la


imagen sensorial, sino que busca ampliar su alcance a la dimensión espiritual del hombre.
Respecto al modo en que conocemos, tenemos un conocimiento directo, pero mediado:
podemos conocer las cosas en sí mismas, porque hay una intencionalidad en nuestras
mentes que nos permite conocer las cosas tal como son. Esas cosas particulares nos dejan
una impresión: podemos pensar en cualquier tipo de experiencias que tengamos:
cualquiera de ellas será siempre particular; será una experiencia de algo, con alguien o
Alguien, no existen experiencias genéricas. La imaginación es el “lugar” propio donde
habitan esas experiencias vividas: ¿qué sucede con ellas? Podemos, o no, conceder
“asentimiento” a estas “imágenes”; si se les concede comienzan a tener un impacto en
nuestra vida y son capaces de movilizarnos incluso hasta dar la vida; también es posible
no dejarse influir por ellas. ¿De qué depende? En primer lugar, de ser fieles al modo en
que funciona para Newman la naturaleza humana; lo expresa de un modo tan simple que
pareciera obvio «El que lo concreto nos afecte más que lo abstracto, proviene de nuestra
misma naturaleza humana»27. Muchas veces dejarse llevar por abstracciones sin apoyo en
realidades puede ser el riesgo de muchos filósofos y también teólogos, por eso advierte
«por otra parte, cuanto más ocupada esté en una abstracción, tanto más muerto y menos
activo será su asentimiento». En cambio, a quienes se ocupan de realidades les sucede lo
contrario; «cuanto más plenamente esté la mente absorbida en una experiencia, tanto
más vivo será su asentimiento a ella». 28 La imaginación es de gran ayuda para
absorbernos en una “experiencia”; veamos cómo: nos sirve una vez más ver el contraste
entre el asentimiento nocional y real. A Newman le dolía ver en su querida Inglaterra la
falta de influencia que tenían en la mayoría de sus contemporáneos las verdades

27
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. pág. 30
28
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. pág. 28

17
religiosas: «Tal es el asentimiento de miles de personas, cuyas imaginaciones no se
encienden, cuyos corazones no se inflaman, cuya conducta no queda afectada por la
consideración de las más augustas verdades que pueden concebirse». Vemos acá que
una de las causas por las cuales las personas no quedan afectadas en su conducta es que la
“imaginación” permanece inactiva o apagada.

Una vez más, cuando la imaginación es tocada tiene, habitualmente, una influencia
en la conducta, pues moviliza, como diría Newman, no sólo el intelecto sino el corazón,
ya que “Al corazón se llega comúnmente no por la razón sino por la imaginación, por las
impresiones directas, por el testimonio de hechos y de sucesos, por la historia, por la
descripción.29

A modo de síntesis de lo visto respecto al lugar de la imaginación es muy luminoso


este texto de Crosby en su libro El Personalismo en Newman:

“Newman a menudo llama al asentimiento real, asentimiento «imaginativo». En


los borradores iniciales de la Gramática, esta era al parecer su denominación para lo
que él más tarde llamaría asentimiento real. Dice que con el asentimiento real
tenemos una «imagen en la imaginación», mientras que con el asentimiento nocional
tenemos una «noción en el intelecto». Por tanto, el contraste entre real y nocional
puede ser expresado como el contraste entre una aprehensión imaginativa y una
puramente intelectual.”30

Newman dice claramente que estas imágenes en las que vive el asentimiento que da
la persona no necesariamente llevan a la acción, pero sí lo hacen habitualmente; como por
ejemplo el caso de un poeta que pueda captar vívidamente el genio militar de Napoleón
sin querer ser militar, pero podría decirse también que muchas personas que captaron
vívidamente ese mismo genio militar, quisieron ser militares. Por de pronto, lo que es
seguro es que la acción enérgica proviene siempre de una idea viva, real y no nocional.
Esta última tendría que despertar para hacerse real.

1.2.b. FACULTAD DE LA MEMORIA Y COMPOSICIÓN, DOS


ALIADAS DE LA IMAGINACIÓN

29
Ibidem, pag. 89
30
CROSBY, J.F. El Personalismo en Newman; (Madrid, Ed. Palabra, 2017)

18
Newman da un lugar destacado a la facultad de la memoria: ¿qué sucede cuando
un objeto de conocimiento del cual hemos tenido aprehensión real desaparece? Es la
memoria la que interviene. Newman define a esta como la “imaginación presente de
cosas que son pasadas; la memoria retiene la impresión y la imagen de lo que eran
cuando estaban delante de nosotros”31. Vemos aquí cómo las imágenes permanecen en
nosotros a través de la memoria y es posible traerlas al presente con el poder de darles un
nuevo sentido: “cuando usamos una proposición que se refiere a cosas pasadas, nos
proporciona el objeto con el que podemos interpretarla”32. Esto quiere decir que, para
Newman, todas las experiencias pasadas pueden ser aprovechadas o bien para confirmar
o para reorientar su significación. En su Apología, tenemos la impresión permanente de
que Newman practica, una vez más, lo que escribe en la Gramática, ya que la memoria
retiene la impresión y la imagen de lo que eran cuando estaban delante de nosotros:
cuando Newman realiza su defensa sobre sus ideas religiosas es conocida aquella frase
que dice sin ninguna presunción:

“Cuando tenía quince años (en el otoño de 1816) se produjo en mí un gran


cambio interior. Caí bajo la influencia de un credo definido y recibí en mi intelecto
la marca de lo que es un dogma, que gracias a Dios nunca se ha borrado ni
oscurecido”33

Vemos en este testimonio cómo, casi cincuenta años después, él retiene en su


memoria esa idea de que existía un dogma y que permaneció viva en su imaginación, y
ahora la reinterpreta como un hecho fundante en su largo proceso de conversión.

Encontramos también en la Gramática otro aspecto asociado a la imaginación que es


la facultad de composición: Newman se pregunta si es posible tener imágenes de algo que
no vimos. Su respuesta es afirmativa; recordemos, una vez más, que la imagen no se
identifica exclusivamente con lo sensorial.

“Además, por una facultad inventiva que podría llamarse la facultad de composición,
podemos seguir la descripción de cosas que nunca se nos han presentado, y formar
con las impresiones pasivas que la experiencia ha dejado en nuestra mente imágenes
nuevas que, aunque son invenciones mentales, sin embargo no son abstracciones, y,
aunque son ideales, no son nocionales…(una palmera, banano)…..Así podemos vivir
en lo pasado y en la lejanía por medio de nuestra capacidad de interpretar las
31
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. pág. 37
32
Ídem.
33
NEWMAN, J.H. Apología Pro Vita Sua. Madrid, Ed. Encuentro, 1996. pág. 31

19
afirmaciones de otros sobre hechos pretéritos y sobre tierras lejanas, a la luz de
nuestra propia experiencia.”34

Es posible, para Newman, tener “imágenes” de cosas que nunca se nos han
representado y, sorprendentemente, estas imágenes no son nocionales sino reales, incluso
cuando sean invenciones mentales. Justamente la facultad de composición logra algo que
pareciera tan habitual, pero que es sólo accesible para los hombres, volver al pasado para
incidir en el presente. Algo muy importante para Newman es que esta facultad de
composición, incluso cuando el objeto fuese irreal, puede producir ideas verdaderas en la
imaginación y perdurables. Siguiendo con la Apología, en la primera página narra algo
curioso que podría pasar desapercibido:

“Acostumbraba a desear que las “Mil y una noches” fueran verdad: mi imaginación
revoloteaba en torno a influencias misteriosas, poderes mágicos y talismanes…
Pensaba si la vida sería un sueño, o yo un ángel, y todo este mundo un espejismo, y
que mis compañeros ángeles se escondían de mí mediante un truco juguetón, y me
engañaban con la apariencia de un mundo material” 35

¿Cuántos años tendría Newman cuándo leía o le leían las Mil y una noches? Solo
sabemos que era un niño, pero la influencia que dejó en la imaginación esta lectura, fue
muy real; se podría decir que gracias a la facultad de composición él pudo recrear como
niño ese mundo mágico en su interior, y que, en medio de esas historias ficticias, se creó
en él una imagen viva y real; y que fue el antecedente de lo que llamó principio
sacramental, que sostiene que el mundo visible es símbolo del invisible, que este
permanece velado, pero vivo y presente, rodeándonos por todas partes. Así describía, ya
como adulto, ese mundo invisible:

“Hay dos mundos, «el visible y el invisible», como dice el Credo: el mundo que
vemos y el que no vemos; y el mundo que no vemos existe tan verdaderamente como
el que vemos. Existe realmente, aunque no lo vemos. Sabemos de la existencia del
mundo que vemos precisamente porque lo vemos. Sólo tenemos que alzar la vista y
mirar en torno nuestro y ahí está la prueba: nuestros ojos nos lo dicen.” 36

Otro ejemplo de cómo Newman valora y también utiliza como un recurso literario la
facultad de composición es su novela, Calixta, situada en África en el siglo III, en la que

34
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. pág.40
35
NEWMAN, J.H. Apología Pro Vita Sua. Madrid, Ed. Encuentro, 1996. pág. 29
36
NEWMAN, John H. Sermones Parroquiales IV. Madrid, Ed. Encuentro, 2009. pág. 225

20
Newman retrata la vida de los primeros cristianos y sus relaciones con el mundo pagano.
En el prólogo37, se hace referencia a que Newman realizó un gran trabajo de
documentación histórica, estudió, dice V.G.R. allí, unos veinticinco libros cuyos títulos
pueden encontrarse en la traducción francesa de Durnand. Esto podría parecer un dato
anecdótico, pero no lo es; él es consciente de que para lograr en sus lectores un
asentimiento real o una imagen viva del peligro que conllevaba ser cristiano en esa época,
de los riesgos de perder la fe y también la oportunidad para dar testimonio de ella, no era
suficiente narrar esta historia de un modo “documental”. Hacía falta no sólo ambientar
sino también narrar con detalles cómo era el comercio de venta de ídolos donde trabajaba
Calixta, cómo era su casa de esclava y también cómo era el contraste con la de las
familias patricias acaudaladas; cuáles eran los ritos paganos y qué animales usaban para
el sacrificio, y cómo se posicionaban los cristianos cuando veían la idolatría reinante y ya
no querían someterse a ella. Newman narra también con lujo de detalles cuál es el dilema
interior de Calixta: entre el orgullo de su cultura griega de la cual era depositaria pero que
no satisfacía su deseo de eternidad, y esa Voz que le hablaba en su interior por el
testimonio de un cristiano que suscita en ella la expectación de Alguien que puede
satisfacer sus deseos. Quien lee esta obra no puede más que situarse en un continente que
Newman no conoció, pero del cual tenía una imagen vívida a partir de su propia lectura
de los Padres de la Iglesia, en especial de San Atanasio; ellos produjeron en él una
imagen que lo afectó profundamente y que luego pudo transmitir de un modo tan real
como si lo hiciera un testigo ocular de ese tiempo; se podría decir que, sin haber vivido
en el siglo III, tuvo un asentimiento real de ese tiempo a través de una imagen viva que él
pudo componer en su imaginación y que guardó en su corazón. Hasta aquí vimos cuál ha
sido la función de la imaginación en el ámbito profano; veamos qué dice Newman
respecto a la “imaginación” en el ámbito religioso.

1.2.c. LA IMAGINACIÓN EN EL ÁMBITO RELIGIOSO

Es evidente en la Gramática el interés pastoral de Newman; y en muchos de sus


capítulos él mismo busca aplicar estos conocimientos a las cuestiones religiosas: esto no
invalida el proceso gnoseológico que, en este caso, el creyente realiza para alcanzar su
fin. Veremos tres ejemplos que él destaca en la Gramática que nos permitirán ilustrar el

37
NEWMAN, John H. Calixta, Ed. Encuentro, Madrid, 2010, p. 11

21
modo de obrar de la imaginación: en primer lugar, en la meditación de la palabra,
costumbre muy arraigada en los evangélicos de su tiempo; en segundo lugar, en las
consideraciones que él realiza respecto al lugar de la imaginación para lograr un
asentimiento real en la predicación; y por último repararemos en cómo debería narrarse la
vida de los santos para evitar el vicio de tantas biografías que no logran conmover al
lector.

La Meditación

Recordemos que, para Newman, el asentimiento real siempre es de realidades


concretas y la Sagrada Escritura, para los hombres espirituales y devotos dice Newman
«habla de cosas, no de simples nociones»38 ¿Por qué? Porque encuentran reflejado en la
Palabra experiencias que ellos también poseen, y hallan en la pureza de estas enseñanzas
el mejor argumento de su origen divino. De aquí surge, para Newman, el valorado hábito
de meditar el sagrado Texto. Por otro lado, Newman advierte que quienes se han
acostumbrado a leer los Evangelios desde su juventud, corren el riesgo de que pierdan su
vigor y se constituyan en un libro histórico más, por lo que propone este sabio consejo:

“El fin de la meditación es convertirlos en algo real, hacer que los hechos que
refieren resalten ante nuestra mente como objetos reales, que una fe tan viva como la
imaginación que los aprehende pueda hacerlos algo propio” 39

Newman tenía una gran veneración por la Sagrada Escritura y para él era de especial
importancia que no se leyera como un libro más. De hecho, en una ocasión, un sacerdote
del oratorio le cuenta con alegría que en Londres se iba a poder utilizar como uno de los
libros de literatura en las escuelas, por su riqueza literaria, el libro del Profeta Isaías; de
ese modo la Palabra llegaría a más jóvenes. Newman objeta esta “aparente” buena noticia
diciendo que sería inconveniente que los jóvenes traten un libro de la Biblia como uno
más; esto no produciría en quienes lo analizan la “imagen” de que la Biblia fuera un libro
“sagrado”. Por eso para Newman es clave, para quien medita la Escritura, que la Palabra
le hable, que pueda a través de la facultad de composición percibir que esos hechos reales
también son reales para sus lectores contemporáneos.

La Predicación

38
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. pág.78
39
Ibid. Pág. 79

22
Es muy claro cómo Newman ha buscado intencionalmente en sus predicaciones
“despertar” a sus oyentes, transmitiendo, a través de sus palabras, imágenes vivas que
interpelan a su auditorio y que lo posicionan frente a opciones personales; lejos de todo
exhibicionismo o sobreactuación de las formas, su secreto, quizá, era la convicción de
que la plenitud del hombre estaba en Cristo y cuando alguien, a través de la predicación,
pone en contacto al hombre con Cristo y sus misterios, entonces se produce un encuentro
que genera un cambio de vida. Newman, en sus predicaciones, busca permanentemente
dar vida a los personajes, una vida que han tenido y tienen en él; porque la vida es
movimiento; y está convencido de que esa vida también genera una influencia en quienes
lo escuchan. Es una influencia donde no es “Newman predicador” el centro, sino la
Verdad que él muestra con elocuencia. Por eso, Newman era muy crítico con los
predicadores evangélicos, porque:

“La verdadera predicación del Evangelio es predicar a Cristo. Pero la moda del
momento ha sido, en cambio, predicar la conversión; intentar convertir insistiendo en
la conversión; exhortar a los hombres a realizar un cambio; decirles que estén
seguros de mirar a Cristo, en vez de mostrarles simplemente a Cristo; decirles que
tengan fe, en vez de brindarles el Objeto de la fe; llevarlos a excitar y emocionar sus
mentes, en vez de imprimir en ellas el pensamiento de Aquel que puede obrar en
ellas la salvación…Y de este modo, se insiste como fines en la fe y lo que llaman
mentalidad espiritual, obstruyendo así la visión de Cristo” 40

Newman se daba cuenta de que esas predicaciones no disponían a sus auditorios hacia
la conversión, es decir, a una transformación interior; lo que sí disponía a la conversión
era predicar a Cristo vivo y de ese modo se iba generando en el alma de los oyentes un
deseo y expectación de que los prodigios realizados por Jesús antaño puedan también
reeditarse en quienes allí estuvieran por el poder de la fe.

Un último aspecto sobre la predicación tiene que ver directamente con la importancia
que le da Newman a la imaginación. En la siguiente cita de la Gramática, él nombra
cinco veces la palabra imaginación. Nótese, una vez más, el lugar de privilegio que esta
facultad tiene en los escritos del santo.

“¿Cuál era la materia de esta predicación que fue tan efectiva?(...)Predicaban “a


Cristo”(…)Desde el principio hasta el fin la persona de Cristo es para los
cristianos…el centro y la plenitud de la dispensación(…)Por medio de sus
40
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. pág.78

23
predicadores ha impreso una imagen o idea de sí mismo en la mente de cada uno de
sus súbditos; y esta imagen, acariciada y adorada en mentes individuales, se
convierte en un principio de asociación(…)Es la imagen de aquel que satisface la
única gran necesidad de la naturaleza humana, el sanador de sus heridas, el médico
del alma, la imagen que crea la fe y luego la premia(…)Era la idea de Cristo, no una
corporación o una doctrina, lo que inspiró el celo que el historiador comprende tan
imperfectamente. Y era la idea de Cristo lo que dio vida a la promesa de aquella
eternidad que sin Él sería en cualquier alma nada más que un peso intolerable(…)La
imagen o el pensamiento de Cristo era el principio de conversión y de unión.” 41

Fijémonos la relevancia que tiene la imagen en este texto: por un lado, dice Newman,
son los predicadores los que han impreso una ´imagen en la mente de sus súbditos`, esa
imagen fue recibida y ´acariciada en mentes individuales`, esa imagen es la de Cristo, el
´sanador de sus heridas`, es también la imagen que `crea la fe y la premia´, por último,
dice que la materia de la predicación era la `imagen de Cristo que era el principio de
conversión y unión´. Vemos pues, cuál ha sido el fundamento de la predicación de
Newman y el secreto de su influencia hasta nuestros días. Dice Ian Ker, en su biografía
sobre Newman, una frase que sintetiza lo dicho sobre el lugar de la imaginación en la
predicación.

“Era esta poderosa comprensión imaginativa la que ayudó a lograr que los
sermones de Newman en St. Mary´s, el domingo a las cuatro de la tarde, se
constituyeran en la fuerza espiritual más potente del Movimiento de Oxford, además
de asegurarle un lugar preeminente entre los clásicos de espiritualidad.” 42

Vida de Santos

Por último, quisiera reflejar a través de algunos de sus escritos que encontramos en
Historical Sketches, bajo el título `St. Chrysostom´ cómo debería presentarse para
Newman la vida de los santos, qué es lo que le genera resistencia interior respecto
algunas biografías y qué lugar debería ocupar la imaginación en estas biografías para que
verdaderamente sean de provecho espiritual para sus lectores. Newman critica el modo de
escribir las vidas de los santos que solo ofrecen aspectos parciales, «los cuales no
necesariamente forman la imagen de una persona»43 Veremos primero cómo no tendrían
que ser para él;
41
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Págs. 462-465
42
KER, I. John Henry Newman, una biografía. Madrid, Ed. Palabra, 2011. pág. 118
43
NEWMAN, J.H. Historical Sketches II. London, Longmans, Green, 1906. Pág. 228.

24
“Considero de poco interés los libros que dividen los capítulos según las
virtudes: fe, esperanza, caridad y las virtudes cardinales…No manifiestan cómo es
un santo, lo trocean en lecciones espirituales” 44

Este modo de transmitir la vida de los santos no logra despertar una imagen viva de
ellos, los petrifica y los hace en muchos casos admirables, pero no imitables. Newman se
resiste al intento sistemático de muchas biografías de ocultar las debilidades de carácter o
incluso los pecados. Por eso, Newman siente gran simpatía por las vidas de san Juan
Crisóstomo o San Pablo; de un modo especial, por su aspecto humano; sus fortalezas,
pero también sus debilidades. Es consciente de que quienes petrifican la vida de los
santos lo hacen con la mejor intención de edificar a los fieles, pero él considera que
buscando un bien, no lo logran, porque no tocan la imaginación y por lo tanto no inspiran
en sus lectores el deseo imitarlos. ¿Cuáles son las vidas de santos que él admira? Lo
confiesa claramente. Él dice que: «es una delicia el leer las vidas …de los santos de los
primeros siglos, más que de ningunos otros; quizá el motivo es que sabemos mucho más
sobre ellos que sobre la mayoría de los santos posteriores»”. Él se conmueve `por lo que
leo, no por lo que deduzco de ellos´, por eso Newman busca `rastrear y estudiar lo que
es real, lo que queda escondido pero que es plenamente humano, de la vida de los santos
´

Newman quiere lograr con la vida de los santos un encuentro personal, por eso dice

“cuando un santo habla conmigo, soy consciente de la presencia de un principio


activo de pensamiento, de un carácter individual, que fluye mediante los diversos
asuntos que discute». Es justamente este encuentro con la comunicación en primera
persona de la vida del santo el que me permite pasar de una aprehensión nocional de
sus virtudes a una aprehensión real del santo o la santa mismos. Con esto, obtengo
«ese conocimiento personal de los santos que me parece tan deseable” 45.

Newman dice aquí que, si los santos no hablan con voz propia, no lograrán producir
ninguna imagen en la imaginación del lector; si aparecen en la hagiografía siempre en
tercera persona, por así decir, entonces lo que confiere unidad a sus acciones, su
autocomprensión en primera persona, se pierde, y el hagiógrafo no puede evitar darnos
una narrativa fragmentaria.

44
Ibíd. pág. 229
45
NEWMAN, J.H. Historical Sketches II. London, Longmans, Green, 1906. Pág. 110.

25
26
CAPÍTULO 2

LA CONCIENCIA

En el capítulo que él mismo denominó “La aprehensión y el asentimiento en


cuestiones religiosas”, Newman se pregunta si es posible tener un asentimiento real de
Dios o solamente debemos conformarnos con un asentimiento nocional. Cuando dice
nocional se refiere al Dios de los teístas: son aquellos que, a través de los efectos de la
creación pueden llegar o bien a un primer motor inmóvil, o a una causa ejemplar o a un
principio universal, lo que muchas veces se ha mencionado como el Dios de los filósofos.
Newman, por supuesto, consecuente con su doctrina del asentimiento nocional, valora
positivamente el alcance de la misma inteligencia para alcanzar un conocimiento nocional
de Dios, pero a su vez muestra su alcance.

“Si esto es lo que los teístas quieren decir cuando hablan de Dios, el
asentimiento que dan a esta verdad fácilmente será lo que he dado en llamar
asentimiento nocional. Es un asentimiento que proviene de actos de inferencia y de
otros ejercicios meramente intelectuales. Es un asentimiento a un largo desarrollo de
predicados mutuamente correlativos”46

Vemos una vez más cómo Newman considera insuficiente, no inútil, este tipo de
asentimiento, según lo veíamos en el capítulo precedente; para él las nociones no
movilizan la conducta, según lo recuerda en su Gramática:

“Las personas nos influencian, las voces nos hacen derretir, las miradas nos
subyugan, los hechos nos inflaman. Muchos hombres viven y mueren por un dogma,
pero nadie es el mártir de una conclusión. Una conclusión no es más que una
opinión; no es algo que es, sino algo sobre lo cual estamos ciertos…Nadie, repito,
morirá por sus propias deducciones, sino por realidades” 47.

Es por eso que Newman quiere explicar «cómo podemos obtener una imagen de
Dios y dar un asentimiento real a la proposición de que Él existe 48 ». Notemos una vez
más, cómo a través de la imagen el autor descubre el camino de pasar del asentimiento

46
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 95
47
Ibíd. Pág. 89
48
Ibíd. Pág. 98

27
nocional de los teístas a un asentimiento real de la fe. Ahora bien; ¿dónde se da para
Newman esa imagen? Y aquí comienza para él un desarrollo en profundidad sobre su
doctrina de la conciencia.

La conciencia, en primer lugar, es para él un acto mental que se puede comparar


con otros actos igualmente legítimos: la memoria, imaginación, sentido de la belleza. Los
objetos producen en nuestras mentes diversos sentimientos: unas veces dolor como por
ejemplo frente a la muerte de un familiar; otras veces arrepentimiento, frente a una
deslealtad cometida; otras, alegría, ante una ayuda prestada gratuitamente, otras
aprobación o desaprobación y por eso «los llamamos buenas o malas» 49. Estas generan
en nosotros un sentimiento de dolor o placer que es lo que «llamamos vulgarmente una
buena o mala conciencia50». ¿De dónde proviene esa buena o mala conciencia que no es
patrimonio de una persona en particular, sino de cualquier persona, es decir, universal?
¿Puede venir de mí mismo o por su misma estructura apela a un factor extrínseco que le
da vida? Y aquí Newman nos da una primera respuesta.

“El sentimiento de conciencia que es una fina sensibilidad placentera o


dolorosa…tiene un doble aspecto: es un sentido moral y un sentido del deber, es un
juicio de la razón y un dictado magisterial”51

Este sentimiento para Newman es innato y lo posee toda persona, y no requiere


una justificación sino simplemente una comprobación empírica; toda persona posee una
noción de bien y mal. Es cierto, reconoce, que muchas veces es posible que perdamos el
sentido de obligación de ciertos actos; por ejemplo, podemos desobligarnos de pagar los
impuestos o ser fiel a los compromisos matrimoniales, pero no se perderá necesariamente
la conciencia de que esos actos son una ofensa a la propia naturaleza moral e incluso va
un paso más allá. Podemos también perder el sentido de la deformidad moral de un acto,
pero, incluso en ese caso, permanece o puede permanecer el sentido de que está
prohibido. La conciencia tiene entonces una «función crítica y una función judicial» 52. En
este primer momento a Newman le importa mucho remarcar el carácter universal de la
conciencia y no tanto el contenido de la misma, por eso aclara «aunque los dictámenes
que brotan de millones de seres humanos en los cuales está presente no sean siempre
correctos no por eso queda necesariamente desvirtuada la fuerza de su testimonio y de
49
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 98
50
Ídem.
51
Ídem.
52
Ídem.

28
su sanción»53. ¿Puede estar equivocada la conciencia, según Newman en sus propias
sanciones? La respuesta es contundente, sí; pero, por ahora, a él le interesa demostrar que
hay una conciencia que sanciona y que testimonia que hay bien y que hay mal, y la
prueba de su existencia es la experiencia que todos tenemos de un sentimiento bueno o
malo.

En un segundo momento Newman se propone profundizar en la estructura de la


conciencia, quiere evitar en este momento el peligro de identificar a la conciencia con un
código ético impuesto desde afuera y que nos proporciona un código moral. Newman, por
supuesto, no niega la influencia de la cultura en la moralidad de las personas; es
consciente, como vimos en el primer capítulo, de la influencia del ambiente familiar,
escolar, universitario, profesional, religioso en las creencias que se arraigan en las
personas y que fundamentarán las convicciones personales influenciadas por ese código
moral recibido. Pero Newman quiere mostrar a la conciencia como un “admonitor
autorizado, completo en cada uno de sus actos, acerca de los detalles de nuestra
conducta tal como se nos presentan”54. Para el autor, la conciencia no es entonces una
regla de buena conducta, sino “como una sanción de la misma”. Su modo de obrar es a
través de amenazas y promesas que nos invitan constantemente o, quizá podríamos decir
de un modo más preciso, nos ordena a obrar el bien y evitar el mal. Todos y cada uno,
piensa Newman, a pesar de los errores que pudiera haber en las mentes, tienen una
consciencia que sanciona y que opera como un admonitor autorizado.

2.1. EL CARÁCTER IMPERTATIVO DE LA CONCIENCIA


Newman continúa exponiendo su doctrina sobre la conciencia haciendo una
comparación sorprendente y elocuente, a la vez que busca afirmar su carácter personal
realizando un contraste entre el sentido estético, el sentido moral y la conciencia: los dos
primeros no tienen relación con las personas, la conciencia, sí.

“De la misma manera que tenemos por naturaleza un sentido de lo bello y


hermoso tanto en la naturaleza como en el arte, aunque proverbialmente no hay dos
gustos iguales, así tenemos un sentido del deber y de la obligación, tanto si lo
asociamos todos con las mismas acciones en particular como si no. El paralelo entre
el gusto estético y la conciencia, sin embargo, acaba aquí, porque el sentido de la

53
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 98
54
Ibíd. Pág. 99

29
belleza, lo mismo que el sentido moral, no tiene una relación especial con las
personas, sino que contempla los objetos en sí mismos”. 55

Se ve claramente que Newman, a través de esta comparación, está anticipando


una respuesta a una de las patologías afectivas que afectaban la religiosidad: el
“sentimentalismo” de los evangélicos de su tiempo. Como dice Crosby en su libro sobre
el personalismo:

“Newman tiene otra razón para oponerse al sentimentalismo de los


evangélicos. No solo se enredan en una afectividad desordenada, sino que tienden a
dejar que los sentimientos religiosos que cultivan los distancien de la lucha moral
que contribuye a la verdadera santidad cristiana. En consecuencia, por ejemplo, se
apoyan en la profunda convicción de ser convertidos en vez de «ejercitarse en su
salvación» a lo largo de una vida de continua conversión. Newman dice que
dependen demasiado de la fe, o más bien del sentimiento de fe, y demasiado poco de
la obediencia.”56

Si la conciencia no difiere de nuestro sentimiento estético o moral, entonces, para


Newman, la consecuencia de este razonamiento sería caer en una fe basada sólo en el
sentimiento, en cambio, si él puede fundar la conciencia en algo más que su sentimiento,
entonces podrá luego integrar la subjetividad sin caer en el subjetivismo o relativismo que
quiere evitar. Por eso es clave para él remarcar el aspecto personal de la conciencia. Lo
dice así:

“Al contrario, la conciencia se refiere primariamente a las personas, y a las


acciones principalmente desde el punto de vista del que obra; o, mejor dicho, se
refiere únicamente al propio sujeto y a las propias acciones, mientras que de los otros
se ocupa sólo indirectamente y en cuanto dicen relación con el propio sujeto.
Además, el gusto no tiene más evidencia que a sí mismo, y no puede apelar a otra
cosa más allá de su propio sentido de lo bello o de lo feo.” 57

Y aquí Newman ofrece su intuición más profunda sobre la conciencia que «no
descansa en sí misma, sino que se extiende hacia algo que la trasciende, y puede
entrever borrosamente una sanción más alta que ella misma en sus decisiones». Y, por
primera vez, identifica a la conciencia con una voz. Esa voz jamás podría ser aplicada al
sentido de lo bello, por ejemplo, sería ridículo escuchar a alguien que nos dijera que
55
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 99
56
CROSBY, J.F. El Personalismo en Newman. (Madrid, Ed. Palabra, 2017), Pág. 77.
57
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 99

30
escuchó la voz de un paisaje bello, comprenderíamos a un poeta que nos hable de ese
modo, pero sólo a modo de poesía. En cambio, la palabra voz utilizada para describir la
conciencia, si bien claramente es una analogía porque habitualmente no escuchamos
ningún sonido audible en nuestra conciencia, sin embargo, podemos afirmar sin temor a
equivocarnos que percibimos en la conciencia una experiencia que no tiene paralelo con
ninguna otra. Y por eso Newman se “corrige” y dice “más aún, hablamos de un eco que
impera y constriñe”. La palabra eco expresa aún mejor su intuición profunda; un eco,
que, en este caso, no es el de mi propia voz sino de una Voz que viene desde fuera pero
que a la vez es mía. Esta conciencia, pues, nos lleva a reverenciar, a respetar y en especial
a temer: el sentimiento de temor es, para Newman, la característica específica de la
conciencia. Es un sentimiento contrario al estético que es siempre emocional; de hecho
nadie siente temor por no haber obrado bellamente; pero si hemos caído en cualquier tipo
de inmoralidad, emergen en nosotros todo tipos de sentimientos que son para Newman
“perturbaciones mentales”, como la angustia, vergüenza, remordimiento, temor al
futuro; o también positivos como la paz, alegría del corazón y muchas otras; unas y otras
constituyen la diferencia ente una buena conciencia y una mala conciencia.

Y ahora Newman dará un paso más, llegará a través del argumento de la


conciencia a descubrir la voz de Otro, que es una Voz personal que tiene un eco en la
nuestra. Cuanto más se sigan los mandatos de la conciencia, mejores resultados se
obtendrán en la acción, y al mismo tiempo se la escuchara con mayor claridad y en cosas
menos evidentes. Quien sigue a esta voz será cada vez más capaz de distinguir el bien del
mal hasta lograr hacerlo en las más insignificantes acciones. Al contrario, quien no haga
caso de este tribunal, quien no siga la voz de su conciencia, se verá cada vez más privado
de la guía que de ella debería recibir y será cada vez más inconsciente de aquella
excelencia que está por encima suyo.

Dejemos que Newman nos lo diga a través de su novela, Calixta, donde describe,
quizá del modo más elocuente en todas sus obras, la acción de la voz de la conciencia y
su eco en una persona. Calixta es una novela sobre la conciencia interior cuya trama no se
centra en las acciones de los personajes sino en los lentos cambios de su estado interior.
Su lúcido planteamiento del papel de la Conciencia —desarrollado años más tarde en la
Carta al Duque de Norfolk— está expresado magistralmente en esta obra como la
respuesta, arriesgada y segura, de Calixta a la voz personal de su Creador. He elegido
dos diálogos que expresan los dos rasgos que, según vimos, caracterizan a una “mala

31
conciencia” y el otro una “buena conciencia”. El primero que veremos inmediatamente
es un diálogo de Cecilio, obispo cristiano inspirado en san Cipriano, que se encuentra con
Juba, un cristiano “nominal” que fue renegando poco a poco de su fe e impregnándose de
las costumbres paganas que fueron haciendo mutar sus antiguas creencias por unas
nuevas.

“Juba: ¿Qué te trae por aquí?

Cecilio: Soy sacerdote y he venido para reclamarte a ti como miembro de mi


rebaño.

Juba le miró con fiereza y le dijo despectivamente: Te equivocas, padre; tú habla


a los tuyos, yo soy perfectamente libre.

Cecilio: Tú has sido catecúmeno; tu deber es ir adelante, no hacia atrás.

Juba: ¿Y qué sabes tú de mí? Te lo ha dicho él.

Cecilio: Lo dice tu rostro, tu aspecto, tu voz. No necesito que me lo diga nadie; te


veo ahora pero hace años que sé de ti.

Juba: ¿Y qué ves en mí?

Cecilio: Veo soberbia en forma humana pisoteando la fe y la convicción.

La expresión fue de ira y desprecio más que de risa: Lo que vosotros, esclavos,
llamáis soberbia lo llamo yo dignidad.

Cecilio: Tú crees en Dios, Creador de cielo y tierra, tan firmemente como yo,
pero te pones voluntariamente en contra de Él.

Juba, con una sonrisa: Tan libre soy yo aquí abajo como Él allá arriba.

Cecilio: Libre para hacer el mal, libre para sufrir por ello.

Juba: Llámalo mal y llámalo sufrimiento; pero yo no llamo mal lo que Él llama
mal, y si me hace sufrir es porque es el más fuerte.

El sacerdote se quedó callado. Resultaba extraño verlos tan enfrentados y al


tiempo tan desapasionados, como san Miguel y su adversario.

Cecilio: Dentro de ti hay una voz que habla mis palabras. Esa voz está de parte de
Dios y te condena.

Juba: Si Él la puso, ya me cuidaré yo de quitármela.

Cecilio: Así no sólo tendrá poder sobre ti sino también motivos para acusarte.

32
Juba: No voy a inclinarme ante nadie. Seré mi propio dueño y señor, no dependo
más que de mí, a nadie debo lealtad más que a mí mismo.

Cecilio, tras guardar silencio: Hijo, creo que hay una cuenta muy seria pendiente
entre tú y mi Dios, tu Dios. Procura arrepentirte mientras puedas.

Juba: Guárdate tus cuentas y tus cuentos para los niños y las mujeres; yo soy de
otra pasta, conmigo no podrás.”58

Vemos en este diálogo de qué modo Newman quiere destacar cómo opera la
conciencia en Juba. Cecilio apela a una voz, Juba quiere liberarse de esa voz, Cecilio le
advierte que no va a poder porque seguirá hablándole para acusarlo, a Juba no le importa
e insiste en que él quiere ser señor de sí mismo y no depender ni escuchar ninguna otra
voz que no sea la suya. Cecilio apela a su conciencia para exhortarlo a su conversión,
pues sabe que, aunque Juba quiera rechazarla, no podrá hacerlo del todo porque la
conciencia es una voz que no viene de uno mismo, y por lo tanto nunca la podremos
acallar totalmente.

En el siguiente diálogo veremos el ejemplo de Calixta, orgullosa de su formación


griega, pero a su vez insatisfecha de lo que su cultura podría ofrecerle. Ha tenido contacto
con algunos cristianos que llamaron mucho su atención, en especial con un pretendiente
suyo; que, por su estilo de vida particular y novedoso, comienza a interpelar su
conciencia, que gradual y serenamente va guiándola en su camino de conversión. Este es
un diálogo entre Polemo, un sabio griego que es traído por su hermano Aristón, para
disuadir a Calixta, encarcelada y condenada a muerte por no querer ofrecer incienso a los
dioses. Calixta todavía no se había hecho cristiana, pero no quería adorar dioses falsos,
pues su conciencia se lo reprocharía. Polemo la quiere disuadir con potentes argumentos
de que ofrezca el sacrificio a cambio de su liberación: veremos los argumentos de uno y
otro y el lugar de la conciencia en este diálogo:

“Aristón: Calixta, querida, he traído a verte al hombre más importante de Sicca.

Calixta le miró primero atenta, luego indiferente. Polemo llevaba en la mano una
rosa de Cirene con la que perfumó todo el cuarto.

Polemo:¿Qué significa quemar incienso? Nada más que lealtad al poder de Roma.
¿Tú no serás de esos griegos que sueñan con una insurrección nacional a estas

58
NEWMAN, J. H. Calixta, (Madrid, Ed. Encuentro, Madrid, 2010). Pág. 153

33
alturas? Entonces, eres leal. Tampoco voy a creer, aunque lo oiga de tus propios
labios, que te has unido a una de esas oscuras sectas fanáticas que sólo desean la
ruina de Roma. ¡Piensa lo que Roma significa!

Calixta: Señor Polemo, yo no soy cristiana; nunca he dicho que lo sea.

Aristón: ¡Esto es lo absurdo!, ¡que no es ni una cosa ni otra! No es cristiana, pero


no quiere ofrecer el sacrificio.

Calixta: Esa es mi desgracia, lo sé. Pierdo las dos cosas, lo que tengo y lo que no
tengo. Es absurdo, pero no puedo hacer nada.

Polemo ya había dicho bastante; tasaba sus palabras. Ya había sido bastante
generoso; no iba a soltar una sola palabra más.

Calixta: Polemo, ¿tú crees en un solo dios?

Polemo: Por supuesto, creo en un algo: único, eterno y autosuficiente.

Calixta: Yo siento a Dios dentro de mí, siento que estoy en Su presencia. Me dice:
«haz esto, no hagas lo otro». Tú dirás que ese dictado no es más que una ley de mi
naturaleza, como llorar o reír. Pues yo eso no lo entiendo. No; es el eco de alguien
que me habla a mí. Estoy absolutamente convencida de que en último término
procede de una persona externa a mí. Y trae consigo la prueba de su origen divino.
Mi ser va hacia ella como hacia una persona. Cuando obedezco a ese eco, a esa voz,
siento una satisfacción. Cuando no, siento dolor, amargura, pena; la misma alegría y
el mismo dolor que siento cuando agrado u ofendo a algún amigo entrañable. Ya ves,
Polemo, que creo en más que un «algo». Creo en lo que es más real que el sol, la
luna, las estrellas, la tierra con todas sus bellezas y la voz de los amigos. Tú dirás «y
¿quién es?, ¿te ha dicho algo Él acerca de Sí mismo?» Pues, ¡no!, y esa es mi
desgracia. Pero por no tener más que eso, no voy a tirar por la borda lo que tengo. Si
hay un eco, es que hay una voz, y Alguien que habla. Y a ese Alguien que habla es a
quien yo amo y reverencio.”59

Newman resume magistralmente en este último párrafo qué es la conciencia para


él, una doctrina que desarrollará veinte años más tarde en su Carta al Duque de Norkfolk.
Vemos que la conciencia es la que lleva a Calixta a una decisión heroica. Esta decisión,
sólo es posible porque hay una voz, o un eco de otra voz que la ilumina y la manda; ella
decide obedecer a ese mandato; al obedecer siente satisfacción, cuando no, siente dolor.
En ese mandato encuentra ella la Voz de Alguien distinto de ella misma, que es quien ha

59
NEWMAN, John H. Calixta, (Madrid, Ed. Encuentro, 2010). Pág. 266

34
puesto en su conciencia la impronta de su ser. Ella percibe en su conciencia un emisario
de origen divino.

Hemos visto a través de Juba y Calixta una ejemplificación de cómo opera la


conciencia en el ser humano; la mala conciencia ⸺Juba⸺, y la buena conciencia⸺
Calixta. Más allá de las opciones morales de uno y otro, lo importante para Newman es
que, en ambos casos, la conciencia “es un juicio de la razón y un dictado magisterial”
como nos lo explicaba al comienzo.

Otro aspecto que presenta Newman es el carácter indestructible de la conciencia.


Uno puede evitar aquella voz, pero no puede destruirla por la sencilla razón de que
tampoco fue creada por nosotros; es más bien una voz que nos supera, que en un aspecto
no nos pertenece; es nuestra, pero también nos trasciende: su misma existencia nos arroja
fuera de nosotros y más allá de nosotros mismos, para ir a buscarlo a Él, en lo alto y en lo
profundo; cuya voz (la voz de la conciencia) es de Él. Así como la luz del sol implica que
el sol está en los cielos, aunque no podamos verlo, como el sonido de una puerta que
resuena implica la presencia de alguien afuera en la oscuridad que pide ser admitido, así
esta palabra en nosotros no solo nos instruye hasta cierto punto, sino que necesariamente
levanta nuestras mentes a la idea de un maestro.

2.2. EL CARÁCTER PERSONAL DE LA CONCIENCIA


Habiendo concluido Newman que en la conciencia escuchamos el eco de otra voz,
que genera según los casos “responsabilidad, vergüenza, temor por transgresión de la
voz de la conciencia”60. Ello implica que hay Uno ante quien somos responsables, ante
quien nos sentimos avergonzados, cuyas exigencias tememos sobre nosotros. Y aquí, con
una comparación casera, Newman fundamenta el origen de la conciencia.

“Si al obrar mal sentimos las mismas lágrimas y nos domina el mismo dolor
desgarrador que sentimos cuando hemos dado un disgusto a nuestra madre; si al
obrar el bien nos alegramos con la misma soleada serenidad espiritual, el mismo
gozo de satisfacción y de paz que sentimos ante la alabanza de nuestro propio padre,
no podemos dudar de que tenemos dentro de nosotros la imagen de alguna persona
hacia la cual se dirigen nuestro amor y nuestra veneración, en cuya sonrisa

60
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág.101

35
encontramos nuestra felicidad, por la cual suspiramos y hacia la cual dirigimos
nuestras súplicas”61

Newman utiliza en este texto, una vez más, la palabra imagen, en este caso
referido a una persona. Esa imagen permanece en nuestra conciencia y podemos decir
que esta tiene no solo un origen en Otro sino también una intencionalidad hacia ese Otro.
Por eso, para Newman, la conciencia es un encuentro de personas. Newman estaría de
acuerdo en decir que hay una relación asimétrica entre estas personas; una divina, la otra
humana, pero esta asimetría no invalida para él la legitimidad de este encuentro; nosotros
percibimos a modo humano esta relación no solo a través de las potencias intelectivas
sino también a través de los afectos. Nadie, dice Newman de un modo gracioso, “siente
afecto por una piedra, ni se avergüenza ante un caballo o un perro”, pero sí se derrama
en nosotros o bien un gran dolor o bien una gran paz y seguridad que no pueden ser
originadas por ningún objeto sensible o terreno. Por eso, “Si la causa de estas emociones
no es de este mundo sensible, el objeto a donde se dirige su percepción debe ser
sobrenatural y divino”62. Y aquí Newman da un paso más y explica de qué modo los
fenómenos de la conciencia, como puede ser un mandato, ‘impresiona la imaginación
con la figura de un supremo gobernador o juez, santo justo, poderoso, omnisciente,
remunerador”. Es decir que, para Newman, Dios obra en la conciencia produciendo a
través de la imaginación una idea de quién es Él. Podemos decir que, como veíamos en el
capítulo anterior, gracias a la conciencia podemos tener un asentimiento real de algunos
de los atributos divinos. Y aquí la célebre frase de Newman:

“La conciencia es así el principio creativo de la religión, de la misma manera


que el sentido moral es el principio de la ética”63

Como dijimos, la conciencia puede equivocarse al juzgar que una acción mala sea
buena o viceversa; pero no se equivoca en que hay acciones malas o buenas, por eso la
conciencia es el principio y sanción esencial de la religión, en la mente. La conciencia
implica una relación entre el alma y algo exterior, y además superior a sí misma; una
relación a una excelencia que no se posee, y a un tribunal sobre el cual no tiene ningún
poder. Vemos también en Newman el carácter indestructible de la conciencia. Uno puede
evitar aquella voz, pero no puede destruirla por la sencilla razón de que tampoco fue

61
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág.101.
62
Ibíd. Pág. 102
63
Idem

36
creada por nosotros; es más bien una voz que nos supera, que en un aspecto no nos
pertenece. Es nuestra, pero también nos trasciende: su misma existencia nos arroja fuera
de nosotros y más allá de nosotros mismos, para ir a buscarlo a Él, en lo alto y en lo
profundo; cuya voz (la voz de la conciencia) es de Él.

A modo de síntesis de este capítulo hemos visto que el fenómeno de la conciencia


sería el que posibilita, si se encuentra con las buenas disposiciones del sujeto, a tener un
asentimiento real de Dios; la conciencia es el puente donde Dios produce en la creatura
una imagen viva de su presencia a través de su Voz autoritativa. Veamos una vez más
cómo lo expresa Crosby de un modo simple y sintético:

“En primer lugar, las proposiciones sobre Dios – e incluso sobre los
misterios de la fe - pueden ser asentidas de forma real basándose en el fenómeno de
la conciencia. Se podría objetar que proposiciones como "Dios existe" o "Dios es
justo" no pueden ser objeto de un asentimiento real, porque no existe una imagen o
experiencia concreta en la que estas proposiciones puedan basarse. Newman
argumentó ampliamente para demostrar que, por el contrario, sí existe tal base de
experiencia: el fenómeno de la conciencia. La voz de la conciencia tiene un carácter
tan autoritario, que implica un Gobernador Moral detrás de ella. La culpa provocada
por malas acciones o la satisfacción que sigue a un buen comportamiento son el tipo
de reacciones que sólo se experimentan hacia las personas. Los seres humanos sólo
se sienten responsables o culpables ante otra persona, no ante objetos inanimados o
estados mentales. La conciencia, por lo tanto, contiene una referencia implícita a
algún Ser vivo, personal, un Juez justo y todopoderoso.”64

En la conciencia aprehendemos a Dios no solo de modo abstracto sino


imaginativamente; y de un modo que toca nuestra afectividad y que, como veíamos en
Calixta, exige un compromiso a través de una decisión libre de aceptarlo o rechazarlo.

64
CROSBY, J.F. El Personalismo en Newman.( Madrid, Ed. Palabra, 2017)

37
CAPÍTULO 3

LA CERTEZA

3.1. LA CERTEZA ES POSIBLE

Después de haber visto en el capítulo anterior cómo la conciencia es una facultad


que conduce al hombre hacia la verdad, veremos en qué consiste ese estado de la mente
que se produce cuando ya se está en posesión de la verdad, la certeza, distinguiéndola de
otros estados de la mente.

Newman dice en su capítulo sobre la certeza que “La mayoría de los mortales
confunden lo probable, lo posible y lo cierto y aplican tales términos casi al azar a
doctrinas y afirmaciones”65. Él quiere, en este caso, distinguir bien una cosa de otra: las
nociones son proposiciones que, a pesar de ser abstractas, expresan realidades o estados
anímicos, por eso para él es importante ser precisos cuando definimos algo; oportet
distinguere. Sigue diciendo con cierta resignación que la mayoría de las personas “No
tienen una idea clara de qué es lo que saben, lo que suponen, lo que presumen, lo que
tan sólo afirman. Apenas distinguen entre la creencia, la opinión y la profesión”. A veces
dan el nombre de certeza a todo y, consiguientemente, cuando cambian de parecer, se
imaginan que han renunciado a cosas sobre las que tenían verdadera convicción. Por lo
menos los que observan hablan de esta manera sobre tales casos, y el mismo concepto de
la certeza queda así desacreditado.

Sin entrar todavía en el ámbito religioso, Newman defiende firmemente la


posibilidad de todo hombre de adquirir certeza y lo afirma diciendo con contundencia “la
certeza es un estado natural y normal de nuestra mente, y no, como a veces se nos objeta,
una de sus enfermedades o extravagancias”66, y apela en primer lugar, como en tantas
otras ocasiones, a la “voz común de la humanidad” ya que debe considerarse una facultad
natural ordinaria, aquella que todos los hombres de todos los tiempos ejercitan y “el
hecho de que en realidad esperamos es una prueba de que la esperanza como tal no es
una extravagancia”, y es por eso que “nuestra posesión de certezas es una prueba de

65
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 197
66
Ibidem. Pág. 177

38
que estar cierto no es una debilidad o un absurdo”67. Para Newman es muy importante
esta experiencia de que nosotros podemos estar ciertos de algo sin importarle en este
momento cuál es el camino para alcanzarla. Si se le concede a Newman este punto de
partida que para él es evidente, entonces se comprenderá el lugar que ocupa el sentido
ilativo en su pensamiento. En cambio, sí se niega la posibilidad de alcanzar certeza, será
el escepticismo el punto de partida que invalidará cualquier tipo de argumentación a favor
de la certeza como un estado de la mente. Newman recuerda una distinción que será
esencial para su próxima argumentación: “la certeza subjetiva es un estado de la mente:
la certeza objetiva es una cualidad de las proposiciones” 68. Esto significa que él llama
ciertas a aquellas proposiciones de las que uno mismo esta cierto; significa que podemos
decir: “esto es cierto para mí”, conscientes de que eso mismo puede no ser cierto para
otro, y que ni siquiera la certeza objetiva de una proposición tiene la potestad de
convencernos por sí misma. Por eso, para Newman, la certeza “no es una impresión que
la mente recibe pasivamente desde fuera en virtud de una obligación argumentativa”. Si
así fuera, aunque en la práctica vemos que no es así, todos deberíamos pensar de la
misma manera sobre cualquier asunto, porque la misma fuerza argumentativa de la
proposición sería para la mente una roca firme que nada ni nadie podría cambiar de lugar.
Sabemos que es muy diferente lo que sostiene Newman al respecto; nos lo dice de este
modo: “la certeza es un reconocimiento activo de que las proposiciones son verdaderas,
y cada individuo tiene el poder de ejercerlo por sí mismo siempre que lo pida la razón”. 69
Este por sí mismo manifiesta una vez más la necesidad de la experiencia personal (no
necesariamente sensorial, como hemos visto) para adquirir certeza.

3.2. CERTEZA Y RESISTENCIA

Nos adentraremos ahora en una característica que diferencia a la certeza del


prejuicio o de la mera opinión. Lo propio de la certeza es “resistir a todas las pruebas y,
si no, no es certeza”70. Para Newman, la certeza se fortalece en la adversidad, cuando,
según él, recibe sus más duros golpes. No trata aquí los asuntos religiosos; a ellos se
referirá al final de su obra. El autor considera asuntos de la vida diaria que ilustran lo que
quiere decir respecto a la certeza; recurre una vez más a un argumento ad absurdum que

67
Idem
68
Ibid. Pág. 282
69
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro. Pág. 282
70
Ibíd. Pág. 213.

39
como buen apologista le resulta siempre muy persuasivo y tan caro al temperamento
inglés:

“Supongamos que bajo una autoridad que está fuera de toda duda, nos dicen que
un hombre a quien vimos morir está ahora vivo y trabajando en sus ocupaciones
ordinarias. Supongamos que nosotros mismos realmente le vemos y conversamos
con él. ¿Qué sucederá con la certeza que teníamos de su muerte? Yo no creo que
renunciaríamos a ella. ¿Cómo podríamos renunciar si realmente le vimos morir?”71

Vemos en este ejemplo la importancia que tiene para Newman reforzar su idea de
que la certeza es como un mojón en nuestro modo de conocer; y que, sin excepción, todas
las personas por nuestra propia constitución natural tendemos hacia esa búsqueda; por eso
incluso cuando nos equivocamos en un acto de inferencia formal, como sucede en el
ejemplo anterior donde el testigo confundió un testigo con otro; incluso en ese caso los
sentidos y la razón están buscando la certeza pese a la equivocación. De hecho, pese al
error cometido con el primer testigo, rápidamente vuelve la certeza al ver la evidencia de
la prueba en el rostro del segundo testigo, sin cuestionarse la verosimilitud del juicio.

3.3. CERTEZA Y ERROR

Newman insiste en que lo que ha sido una certeza será siempre certeza. Si la
certeza en cualquier cosa es el fin de toda duda o temor acerca de la verdad de la misma,
si es una adhesión contante e incondicional a ella, llevará consigo una seguridad interna
muy fuerte, aunque sea implícita de que nunca fallará; se percibe un sentimiento de
satisfacción y de íntima congratulación, de seguridad intelectual, el cual va acompañado
de una sensación de éxito, de logro, de posesión, de finalidad con respecto a la materia en
cuestión. Y así “como la buena acción se distingue por esa paz religiosa, así la
consecución de lo que es verdad viene confirmada por esta seguridad intelectual “72 pero,
por otro lado también es consciente que “no se puede trazar una línea divisoria entre las
certezas que tienen como objeto a la verdad y las certezas sólo aparentes. No podemos
presentar un criterio definido…para discriminar un falso profeta del verdadero´ 73,
porque lo que parece ser certeza siempre corre el riesgo de que resulte un error. La
evidencia de esto se da en que no somos infalibles; si lo fuéramos, razona Newman;
¿cómo podría conciliarse que dos o cien personas tengan certezas diferentes sobre un
71
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 213.
72
Ibíd. Pág. 173
73
Ibíd. Pág. 187

40
mismo asunto? La única posibilidad es que afirmáramos que alguien tuviera una
prerrogativa especial y estuviera protegido de todo error. Vemos que esto no sucede sino
más bien lo contrario; encontramos, dice él, “hombres que cambian sus certezas, mejor
dicho, lo que ellos consideran certezas; y que tienen tanta confianza y tanta seguridad en
sus nuevas opiniones como tenían en las antiguas”; viendo que otros adoptan nuevas
formas de religión para sustituirlas por las contrarias, viendo que las personas son tan
inconsistentes y cambiantes, se pregunta “¿Cómo puede ser la misma certeza posible si la
vemos tan a menudo desplazada…tan falta de criterios que la garanticen”? 74 Y se
pregunta retóricamente si no es una extravagancia aspirar a alcanzar certeza cuando
vemos por aquí y por allá tantos ejemplos de falibilidad humana. Por lo tanto, parecería
que lo más coherente para el ser humano, de acuerdo a su débil condición, sería
contentarse “con meras posibilidades para guiarse en la vida”, de este modo se evitaría
desengañarnos al querer aspirar “ingenuamente” a una certeza impropia de nuestra
condición.

Para resolver esta cuestión Newman realiza una distinción fundamental; “la
certeza se dirige a tal o cual proposición particular; no es una facultad o un don, sino
una disposición mental en relación a un caso definido que tengo delante de mí”75. Aquí
Newman acota el alcance de la certeza a un ámbito determinado; la certeza no es una
infalibilidad en todos los asuntos; sino se refiere a este asunto en concreto, es a lo más
una “infalibilidad por una vez”. Por eso el hecho de estar cierto de una proposición hoy
no me da razón para creer que tendré un derecho a estar cierto mañana de tal otra
proposición; y viceversa; el estar equivocado hoy respecto a una convicción no invalida
que pueda estar cierto el día de mañana respecto a otra.

El autor continúa planteando una cuestión incómoda: si la certeza es una simple


relación con ciertas proposiciones concretas, ¿cómo podré estar cierto de algo si en el
pasado he creído tener certeza de algo cuando en realidad estaba cierto de un error?
Newman dice con sencillez que “no cree que sea difícil la respuesta”. Y recupera que la
certeza es un asentimiento deliberado dado explícitamente después de un raciocinio. Por
lo tanto, si mi certeza no tiene base, la falta va a estar en el raciocinio, no en mi
asentimiento. Y siempre “la ley de mi naturaleza me lleva a confirmar las conclusiones a
las que me ha llevado el raciocinio por medio de aquel asentimiento formal que he

74
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 188
75
Ibíd. Pág.189

41
llamado certeza”. Es posible entonces, aunque no habitual, dejar de tener certeza, pero no
es normal obrar contra mi naturaleza desoyendo lo que ella me hace juzgar como
verdadero. En todo caso, podemos aprender una lección de nuestros errores y por eso
nuestros raciocinios son lecciones y avisos, no para que dejemos de raciocinar, sino para
que raciocinemos con mayor precaución. Y afirma que “sería absurdo pretender hacer
pedazos toda la estructura del conocimiento humano que constituye la gloria de nuestro
entendimiento sólo porque el entendimiento no es infalible en sus conclusiones” 76. Es
importante para Newman ser más precavidos las próximas veces en la consideración de
aquellas proposiciones a las que prestamos asentimientos.
En definitiva, no podemos vivir desconfiando de nosotros mismos
permanentemente ni desconfiando por principio de nuestra capacidad de razonar
condicionados por los errores de juicios pasados, tenemos el deber de continuar en
búsqueda de la certeza confiando en la capacidad natural de nuestras potencias para
conocer la verdad. Y para animar a sus lectores, Newman ofrece un ejemplo muy
elocuente; pongamos el caso de un hombre que se encuentra ante el tribunal de justicia
frente a la persona que le ha robado. De repente le presentan al verdadero ladrón; sin
dudarlo el hombre se retracta rápidamente porque la vista del verdadero acusado no le
deja ninguna duda de que, ahora sí, este hombre es el verdadero culpable y por lo tanto el
otro, inocente, estaría dispuesto a jurar ahora por segunda vez ante Dios y la reina lo
mismo que juró minutos antes. ¿Qué enseña este ejemplo para el autor? Que “cada una
de las dos certezas descansa sobre su propia base… la certeza falsa es algo defectuoso
porque es falsa, no porque es (presuntamente) certeza” 77. Este error puede ser entonces
el defecto de un entendimiento insuficientemente formado o cauto, y cabe una
responsabilidad personal, pero cabe también para Newman la máxima ´usum non tollit
abusus´, el abuso no quita el uso. Sería fatal condenar al entendimiento a seguir su
proceso habitual de razonamiento por temor a equivocarse; en efecto, aunque quisiera, no
podría hacerlo.

3.4 EDUCACIÓN EN EL CONOCIMIENTO

Es muy interesante cómo Newman dedica parte de su capítulo sobre la certeza


para advertir que, de acuerdo a nuestro estado original de naturaleza caída, nuestra mente
ha padecido las consecuencias de ese pecado original y se encuentra ´desordenada y
76
Ibíd. Pág. 194
77
Ibíd. Pág. 195

42
salvaje´; y por esta razón es necesario formarla a través de la práctica y de la experiencia
para que pueda alcanzar su perfección propia. La incapacidad de nuestra mente de
adquirir una certeza es una ´perversión o extravagancia´ de nuestra naturaleza. Y aquí el
autor realiza una magnífica analogía diciendo que ninguno de nosotros tiramos los relojes
a la basura (no existían relojes descartables en aquella época) cuando funcionan mal y
dejan de marcar la hora correcta; quizá ese reloj sea perfecto en su mecanismo, pero
necesite ser regulado para cumplir con su fin. Pero, advierte, “el hecho de que dé las
horas fuera de tiempo es una prueba de que el reloj anda mal, no una prueba de que la
campana es inútil e incapaz de ser ajustada y regulada por las manos del relojero.”78 Y
aquí, luego de dar este ejemplo concluye esta analogía diciendo: “puede decirse también
que nuestra conciencia da las horas y que las dará fuera de tiempo si no está regulada
correctamente en el ejercicio de su propia función”. Aquí nuevamente Newman apela a
la conciencia, pero ahora asociándola a la certeza, y realiza una nueva analogía entre
conciencia y certeza que nos será de mucha utilidad:

“La conciencia es como una proclamación en voz alta de los principios


morales en los detalles de nuestra conducta, como el sentido de la certeza es el claro
testimonio de la verdad. Tanto la certeza como la conciencia tienen su lugar en la
mente normalmente constituida.”79

Y por esta razón insiste en que, del mismo modo que los seres humanos somos
incapaces de vivir sin conciencia de alguna clase, aunque quisiéramos, del mismo modo
no podemos vivir sin los mojones del pensamiento que nos proporciona la certeza, puesto
que así como las agujas de un reloj pueden señalar mal la hora, del mismo modo mi
conciencia y mi sentido de certeza pueden ir unidos a algunos actos mentales que
producen ese error, “tanto la sanción moral como la sanción intelectual son susceptibles
de sufrir ciertos desvíos a causa de inclinaciones y motivos personales”. Y concluye
Newman que ambas (sanción moral e intelectual) necesitan una disciplina para educarse,
pero aclara que del mismo modo que el hecho de que haya muchas conciencias erróneas
no invalida la autoridad de la conciencia, tampoco destruye la importancia de la certeza el
hecho de que mucha gente educada, que busca seriamente la verdad, muchas veces esté
condicionada por los prejuicios y engaños. Podemos encontrar en su Apología una
confesión de aquellos prejuicios que Newman tenía con respecto a los representantes de
Roma que impedían que él pudiera adherir más rápidamente a la Iglesia Católica.
78
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 196
79
Ídem

43
“¿Hay para nosotros, en la especulación y en la práctica, una guía más alta
que la conciencia de lo justo y de lo injusto, de la verdad y falsedad, esos
sentimientos de lo que es decoroso, coherente y noble, que nuestro Creador ha hecho
parte de nuestra naturaleza original? Por tanto, me parecía que no podía equivocarme
atacando lo que yo creía un hecho: la falta de escrúpulo, el engaño y el espíritu de
intriga de los agentes y representantes de Roma.” 80

Podemos observar en esta declaración de qué modo su conciencia le decía en


aquel momento que no era conveniente dar ese paso hacia la Iglesia Católica porque a
muchos de sus representantes él los consideraba frívolos y mundanos; éstos prejuicios,
sean verdaderos o falsos, fueron un obstáculo para su conversión contra las convicciones
intelectuales que ya iba teniendo acerca de que la Iglesia Católica era la auténtica en
consonancia con el estudio de los padres de la Iglesia. Cuando pudo tener una
comprensión mayor de qué es lo esencial y qué lo accidental dentro de la Iglesia, ya pudo
en conciencia dar un paso más.

Ahora bien, es condición indispensable para alcanzar certeza, tener pruebas


absolutas. ¿De dónde vendrán esas pruebas? ¿Operarán del mismo modo en todos? Y
Newman es contundente en la respuesta “tales pruebas no nos vendrán de la lógica
verbal”.

Newman contrasta aquí nuevamente la inferencia formal y la informal; la primera


que es propia de la lógica, la segunda propia de muchos otros saberes, en particular él se
detiene en la ciencia histórica.

Respecto a la inferencia formal, el autor pone de manifiesto que ésta apela al


intelecto y no a la afectividad o la voluntad; y es por eso que si fallamos en una
deducción sólo será porque hemos “pensando mal” es decir, porque falló el intelecto y
este error será fácilmente reparable cuando alguien nos explique en qué falló ese
razonamiento. Entiéndase esto, por ejemplo, en un problema matemático de una clase de
un colegio primario donde alguno de los alumnos hubiere resuelto mal las variables de la
ecuación; una vez resuelto el problema por cada uno, el profesor tendría la certeza de que
todos hubieren llegado al mismo resultado a través de la inferencia formal. Vemos en este
ejemplo muy simple que este tipo de inferencias responde para algún tipo de saber en
particular; el lógico-matemático; ahora bien, ¿qué sucede si se quiere utilizar este mismo

80
NEWMAN, J.H. Apología Pro Vita Sua. Madrid, Ed. Encuentro, 1996. Pág. 168

44
tipo de inferencia formal en asuntos históricos? Newman dice claramente que, en este
caso, nunca podremos llegar a través de este tipo de inferencia a la verdad; porque esta
ciencia histórica y la realidad concreta requieren de muchos otros aspectos aparte de los
deductivos que permiten encauzar la mente a la adquisición de la verdad. Si no se tienen
en cuenta en nuestros razonamientos todos estos otros aspectos, sin duda llegaremos a
conclusiones productivistas o equivocadas.

Y agudamente recuerda que incluso en la lógica verbal encontramos previamente


actos de inferencia que son las premisas con las que esta lógica constituye luego sus
pruebas. Por lo tanto, estas pruebas deben tener su origen en un acto de inferencia previo,
ya que la lógica no puede probar los primeros principios que asume. Y aquí su conclusión
más precisa:

“Todo el que raciocina tiene en sí mismo su propio centro, y no hay


expediente para lograr una medida común de todas las inteligencias que pueda
trastornar esta verdad”81

Ese propio centro es un “talle a mi medida” y no puede ser traspasado a otro, pues
corre el riesgo de transformarse en un disfraz; lo que para mí es ajustado a mi medida
para otro puede parecer grotesco o con suerte risible. Por supuesto que Newman
revaloriza en sus obras y sermones el lugar privilegiado de la influencia personal como
un modo común de persuadir las mentes a través del testimonio, pero como veremos
luego, estas son pruebas antecedentes y no necesariamente lógicas que colaboran según la
medida de cada uno a alcanzar certeza. La pregunta es “ ¿hay algún criterio de los actos
de inferencia que pueda garantizarnos que nuestra certeza ha sido prestada
correctamente en favor de la proposición que hemos inferido, si, como he dicho, no
podemos tener una garantía científica?”82

Más allá de que es fácil intuir la respuesta afirmativa a su pregunta, no lo es tanto


el modo en qué podría alcanzarse esa certeza cuando no se encuentran garantías
científicas. Como vimos, es fácil encontrar certeza en la ciencia matemática; nadie puede
dudar de que dos más dos son cuatro; la certeza que tenemos en ese caso está unida a las
pruebas directas y rígidas que nos ofrece la ciencia misma; pero no es así en otros
ámbitos del pensamiento humano. Es claro para Newman que el lenguaje de la lógica
tiene sus obvias ventajas para el aprendizaje, pero no es el único y ni siquiera el más
81
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 282
82
Idem.

45
importante para la vida. Por eso, muchos filósofos renunciaron al intento newmaniano de
alcanzar certezas no encontrando argumentos que posibiliten esta pretensión, más bien se
encontraban con prejuicios de todo tipo y eran acusados de irracionales quienes buscaban
como él justificar la certeza en pruebas que no siguieran los cánones positivistas de la
época. Este fue el desafío de Newman, que encontró en su propia experiencia, la
respuesta a esta cuestión. En su Apología confiesa:

“En 1843-4; y digo que yo creía en Dios por razones de probabilidad; y que estos
tres grados de probabilidad, distintos cada uno por su objeto, eran casi el mismo
género de probabilidad; una probabilidad acumulativa y trascendente, pero
probabilidad todavía, en cuanto que el Creador lo ha querido así: que en las
matemáticas lleguemos a la certidumbre por rígida demostración y en la
investigación religiosa por acumulación de probabilidades”83

Pascal expresaba en sus Pensamientos, esta misma idea dos siglos antes de un
modo sintético diciendo;

“El corazón tiene su orden; el entendimiento, el suyo, que es por principios y


demostraciones; el del corazón es otro. No hay manera de probar que hay que ser amado,
exponiendo por su orden las causas del amor. Esto sería ridículo” 84. Veremos ahora en
profundidad cuál es el modo que descubrió Newman a partir de su propia experiencia y
de la observación de la mente humana para fundar una gnoseología basada en la
confianza de que es posible obtener certezas y cuáles son las condiciones para que se
produzca ese estado de seguridad en la mente.

3.5. CONVERGENCIA DE PRBABILIDADES Y PROBABILIDADES


ANTECEDENTES.
NEWMAN vs. HUME

Newman continúa avanzando en el itinerario en que los hombres van llegando al


estado de certeza y quiere destacar de un modo muy especial, cómo la mente actúa para

83
NEWMAN, J.H. Apología Pro Vita Sua. Madrid, Ed. Encuentro, 1996. Pág. 204

84
PASCAL, Pensamientos, Ed. Losada, Buenos Aires, 2003. Pág. 217

46
adquirir una prueba. Esta cita, quizá un poco extensa, tiene una riqueza muy grande para
ilustrar este tema:

“La mente va de acá para allá, se despliega y avanza con una rapidez que se ha
convertido en proverbial, y una sutileza y versatilidad que desconciertan a quien la
investiga. Va de un aspecto a otro, captando cada uno de ellos por cierto indicio
o por una cierta probabilidad, valiéndose de una asociación de ideas,
recurriendo a alguna ley conocida o a una prueba; confiándose a una cierta impresión
entonces de moda, a algún instinto interior o a algún oscuro recuerdo; y, de este
modo, va haciendo progresos como un escalador en una pendiente escarpada, el cual,
con aguda mirada, mano ágil y pie firme, asciende de modo que ni él mismo sabe
cómo, más a causa de su talento personal y de la práctica, que por normas
aprendidas, sin dejar huella tras él e incapaz de enseñárselo a otro. No resulta
exagerado decir que el modo de ir paso a paso, por el que los grandes genios escalan
las montañas de la verdad, es tan inseguro y precario para los hombres en general,
como el ascenso de un hábil alpinista a lo alto de un peñasco. Es un camino que nada
más que ellos pueden seguir, y esto se justifica por el éxito logrado. Y
principalmente de este modo es como todos los hombres, con talento o sin él,
razonan por lo general; no por normas, sino por una facultad interna. Razonar,
entonces, o ejercitar la razón, es una energía interior viva y espontánea, no un arte” 85

Entendemos por probabilidades antecedentes todo aquello previo con lo que nos
acercamos a los indicios, los prejuicios en el buen sentido de la palabra: nuestras
actitudes intelectuales, los criterios con los que juzgamos la realidad, nuestros
conocimientos, experiencias previas, valores, sentimientos, estados de ánimo y no con
menor importancia nuestras esperanzas. Todas estas realidades subjetivas de nuestra
interioridad dan carácter de suficientes y otorgan el vigor del que carecen los indicios en
sí mismos, siendo tan naturales a nosotros, así como son naturales en nosotros los actos
de fe. Por ejemplo, supongamos dice Newman que escuchamos que en un país lejano ha
habido un terremoto. Se presenta ante nosotros un primer indicio: la noticia de que hubo
un terremoto. No sabemos a ciencia cierta y con pruebas sólidas que tal cosa ha ocurrido.
Seríamos incapaces de afirmar que tenemos evidencia de la verdad del hecho. Pero el
sentido ilativo toma en gran consideración tal indicio. Supongamos que esta llega a
nosotros acompañada de las siguientes probabilidades antecedentes: en primer lugar, la

85
NEWMAN, J.H. “La fe y la razón: quince sermones predicados ante la universidad de Oxford (1826-
1843), Madrid, Ediciones Encuentro, 1993. Pág 238-239.

47
persona que nos dio la noticia nos inspira confianza; en segundo lugar, otras veces nos ha
comunicado noticias semejantes y han resultado ser ciertas; en tercer lugar, nos parece
razonable el que sucedan tales fenómenos naturales. Ante este ejemplo es fácil ver cómo
un indicio que resulta insuficiente a la razón, que busca evidencias, resulta suficiente a la
fe que se acerca a él no sin una fuerte carga subjetiva. Los indicios de prueba, que son
externos a nosotros mismos, como es el caso del indicio de terremoto, son tan necesarios
que, si no existieran, tampoco existiría la fe.

Vayamos a otro ejemplo más personal que propone Newman: la muerte. Por un
lado, en nuestro interior tenemos la certeza de que moriremos tarde o temprano; pero
¿cuál es la evidencia concreta por la cual me entrego a esta certeza? Y en el hipotético
caso de que tuviera que exponer esta evidencia ante un tribunal de justicia ¿cómo la
defendería? Y se contesta que es obvio que no puedo dar una demostración sobre un
suceso futuro, si no es por medio de una revelación divina. Entonces “¿qué defensa
lógica puedo presentar en esta obstinada persuasión que no puedo echar de mi, aunque
lo intente?”86. Es claro para él cómo la misma naturaleza de las cosas nos fuerza a
recurrir a argumentos a priori, o sea a argumentos con probabilidad antecedente, la cual
no es por sí misma una prueba lógica. Siguiendo con este ejemplo, las personas afirman
que hay una ley de la muerte; pero para Newman, siguiendo su lógica argumentativa, esto
es un error porque “¿Qué es una ley, fuera de la generalización de un hecho? ¿Qué
poder tiene el pasado sobre el futuro? ¿Qué poder tiene lo que acaece sobre los demás
sobre lo que acaece en mí?”87. Y concluye su razonamiento interpelando; “Lo que
llamamos la ley de la muerte, ¿es algo más que la probabilidad de sucumbir ante la
enfermedad?”. Newman les está diciendo a quienes se jactan de que el conocimiento
lógico-formal es el único, que, por ejemplo, en estos casos acerca de la previsión de mi
propia muerte, la única evidencia lógica es una gran probabilidad pero que no puede
llegar a ser una certeza lógica, porque no puede abarcar todos los casos particulares. En el
fondo la prueba más fuerte que tenemos acerca de nuestra muerte es una reductio ad
absurdum. ¿Alguien ha vivido en otros tiempos más de doscientos años? ¿Alguien no ha
sufrido la corrupción en épocas pretéritas? En definitiva, mi creencia sobrepasa la prueba,
lo que la lógica no puede hacer, mi sentido común me dice con certeza precisa, absoluta,
que un día moriré. Son pruebas a priori o antecedentes que fundan mis certezas.

86
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 247
87
Ídem

48
Newman en su Gramática le dedica un lugar importante a refutar a David Hume,
filósofo, contemporáneo suyo. En su obra Investigación sobre el conocimiento humano88,
que ha tenido una enorme influencia en su tiempo, escrita con un estilo muy similar al de
la Gramática, de un modo fenomenológico, intenta descubrir cuáles son las premisas en
las cuales se base el conocimiento humano. En su obra Hume al contrario de Newman
afirma una y otra vez la existencia de “leyes de la naturaleza”. Estas leyes están fundadas
para él en la constatación empírica que tenemos de hechos que se repiten una y otra vez,
como por ejemplo, la muerte; Hume hablaría que existe una ley de la muerte porque es
evidente que todos los hombres morimos y esta afirmación prevalece contra cualquier
otra que pudiera afirmar lo contrario.

Dando un paso más, en la sección décima de su obra, Hume argumenta contra la


posibilidad de milagros en el cristianismo y judaísmo diciendo que ´puesto que sólo la
experiencia da autoridad al testimonio humano, y esta misma experiencia es al que nos
da seguridad acerca de las leyes de la naturaleza´ se sigue que ´cuando dos géneros de
experiencia son contrarios entre sí, una de ellas anula a la otra con toda su fuerza´´89.
Consiguientemente puesto que no tenemos experiencia de la violación de las leyes de la
naturaleza y tenemos mucha experiencia de la violación de la verdad, ´podemos
establecer como principio que no hay testimonio humano que pueda tener fuerza
suficiente para probar un milagro y hacer de él un fundamento adecuado de un sistema
religioso´

Newman considera incorrecto e injustificado el argumento de Hume: acepta la


proposición general, pero rechaza la aplicación. Concede que es por supuesto ´en
abstracto´ es más probable que los hombres mientan antes que el orden de la naturaleza
sea quebrantado, pero expresa luego la inconsistencia de la aplicación de tal argumento a
través de una pregunta retórica;

“¿Qué tiene que ver este razonamiento abstracto con una cuestión que se refiere a
hechos concretos? Para llegar a los hechos en cualquier materia hemos de evitar
las generalizaciones, y hemos de tomar las cosas como son, con todas sus
circunstancias.90

88
Hume D. “Ensayo sobre el conocimiento humano”, Ed. Alianza, Madrid, 1988.
89
Op. Cit. Pág. 137
90
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 253

49
Newman acepta que a priori ´los actos de un hombre no son tan dignos de crédito
como el orden de la naturaleza´ ya que ´los falsos milagros son más numerosos que los
verdaderos´ pero luego objeta que la cuestión de los milagros no se refiere ´a los
milagros en general´ sino al caso concreto, a saber, si los milagros concretos que se
atribuyen a Pedro, Santiago o Juan tienen más probabilidades de haber sido verdaderos
que no haberlo sido; en este caso el planteo que Hume debería hacerse, según el cardenal,
es cuestionarse cómo pudieron aceptarse esos hechos que se decían milagrosos por una
muchedumbre en contra de sus propios intereses o también, cómo se entiende la huella
tan grande que ha dejado en el mundo más que ningún otro suceso los hechos milagrosos,
o también Hume debería reparar en que las consecuencias de los milagros han servido
para levantar a la naturaleza humana a un alto nivel moral que de otra manera hubiera
sido imposible alcanzar. Newman quiere hacer ver que todas estas consideraciones y
muchas otras son parte de un largo y complejo argumento que ´sólo hasta cierto límite
puede reducirse a proposiciones´91. Este es el error de Hume que intenta ´plantear una
antítesis brillante que produzca un gran efecto sobre el papel´. Se trata más bien de
considerar la ´acción viva del entendimiento sobre un problema real y llamar en su
ayuda a todas las facultades y todos nuestros recursos´. De ese modo, y únicamente de
ese modo podremos elegir y aceptar a través las proposiciones que se nos presenta a
nuestra razón.

Respecto al tema de los milagros, sin dudas, para Newman, es más coherente para
nuestra razón considerar que han existido, aunque en nuestra vida concreta quizá en
ninguna oportunidad hayamos tenido alguna experiencia de que alguna mal llamada “ley
de la naturaleza” queda suspendida o de que un muerto resucite o que un cuerpo levite.
Más allá de nuestra experiencia que no es infalible podemos en un caso particular como
por ejemplo los milagros narrados en las Sagradas Escrituras, llegar a una conclusión
personal, basado en nuestras propias consideraciones antecedentes que es más “lógico”
afirmar que han existido que negarlos porque no hayamos tenido experiencia de los
mismos.

Ahora bien, los indicios son objetivos y por tanto no dependen del sujeto, son
exteriores a él, por ejemplo, veo con mis propios ojos que un paralítico comienza a
caminar. Pero las probabilidades antecedentes pertenecen a la interioridad del sujeto, por
lo que ante un mismo indicio dos personas pueden obrar distintamente. Una puede asentir
91
Ibidem. Pág. 254

50
a lo que tal indicio sugiere como probable y otra no podrá ir más allá de la probabilidad.
En el mismo ejemplo, una persona, según sus probabilidades antecedentes, corroborará
que este hecho fue auténticamente un milagro; y otra, un escéptico, encontrará
argumentos “válidos” para justificar que este acontecimiento no fue milagroso. Veremos
en el siguiente capítulo cómo operan los indicios externos en la subjetividad a través del
sentido ilativo.

51
CAPÍTULO 4

El SENTIDO ILATIVO

La doctrina del sentido ilativo es, quizá, el corazón de la Gramática. Como en un


rompecabezas Newman logra unir aquello que estaba disperso en los anteriores capítulos:
veremos de qué modo en el sentido ilativo convergen diversas doctrinas. El autor
explicita, a través de varios ejemplos, el modo adecuado en que funciona la mente; aquí
contrasta y también contrapone los diversos modos de entender la razón. Dejemos que
Newman vaya a su modo descubriéndonos qué es y cómo obra este “buen sentido” que es
el sentido ilativo en cada persona. Dice:

“Un pensamiento siempre es un pensamiento, pero varía según el tema, pero


no hay manera de examinar en ´última instancia para distinguir entre la verdad y el
error´, además del sentido ilativo. La mente va más allá que el lenguaje,
contemplando los primeros principios sin palabras o algún proceso de análisis, con el
sentido ilativo determinado al inicio, el medio y el final de cualquier investigación” 92

Vemos de qué modo Newman otorga a este sentido una función de discernimiento
entre la verdad el error; más adelante el autor amplía esta definición diciendo que el
sentido ilativo es ´el juicio único y definitivo sobre la validez de una inferencia en cosas
concretas”. Veamos en detalle y con ejemplos cómo obra esta facultad mental a la que el
autor concede máxima importancia.

4.1. ES UN JUICIO PERSONAL: ÚNICO Y DEFINITIVO

Dice Juicio único y definitivo: el argumento que el autor quiere remarcar es el


hecho evidente de que existe un mundo fuera de nosotros que se nos presenta con su
propia autoridad y que no podemos negar; “Tal como soy, esto es todo lo que soy. Este es
mi punto de vista esencial, y he de presuponerlo” 93, por eso es único. Para él no sería
consecuente con el modo general de proceder de nuestra naturaleza, partir, por ejemplo,
de la duda cartesiana, simplemente porque “para probar la autoridad y el valor de mis
funciones, me basta con poder decir que es connatural”94. Que algo sea connatural

92
Citado por IAN KER, John Henry Newman, una biografía. Madrid, Ed. Palabra, 2011. Pág. 652
93
Ibíd. Pág. 284
94
Ídem.

52
significa que no es necesario un acto de inferencia complejo, es decir una “segunda
vuelta” sobre mi conocimiento intuitivo; es suficiente el testimonio de mis facultades
sensibles e intelectuales para probar que yo existo y que existe un mundo distinto de mí:
la inferencia compleja podrá tener, por supuesto, su oportunidad para reflexionar sobre
los datos recibidos; para utilizarlos como premisas de una argumentación racional o para
fundar alguna teoría, pero esas premisas partirán siempre de un encuentro directo y
mediado entre mis facultades y la realidad. Por otro lado, esto mismo que sucede con el
mundo circundante también sucede en mi subjetividad; yo existo con mi constitución
mental determinada, “o soy lo que soy o no soy nada.95 Sigue diciendo que “mis ideas son
siempre presuposiciones y me muevo en un círculo cerrado”. ¿Qué significan estas
afirmaciones tan fuertes de Newman? La respuesta, una vez más, nos la ofrece con
sencillez: significa que solamente se puede probar algo que presuponemos. Siempre las
pruebas tienen como supuesto una proposición; como veíamos respecto al asentimiento
nocional y real, éste último se apoyaba en el primero y viceversa; así, si quiero “probar”,
por ejemplo, la existencia de Dios, parto de la presuposición de que Él existe y que de
algún modo puedo probar su existencia; después se verá si se alcanza el objetivo o no y
cómo se hace. Pero lo importante para Newman es notar que toda prueba parte de una
presuposición y ésta siempre es subjetiva, es decir, personal. Por eso para él “la primera
lección que podemos aprender es la resignación de las leyes de mi naturaleza sean las
que sean”. Vemos aquí que Newman utiliza intencionalmente la palabra leyes, ya no
referidas a las leyes del Universo, sino referidas a uno mismo. Para él tanto las leyes de la
lógica como las leyes de mi naturaleza tienen su propia validez; en el caso de estas
últimas, tienen sus propios códigos que cada uno puede ir descifrando y que son siempre
intransferibles. Es muy importante poder descubrir cuáles son esas propias leyes que
configuran mi identidad. Newman advierte al respecto:

“Mi mayor desobediencia es la de impacientarme por lo que soy y


entregarme a una aspiración ambiciosa por lo que no puedo ser, acariciar la
desconfianza acerca de mis propias facultades y querer cambiar leyes que son
idénticas a mí mismo”96

La ambición consistiría en querer sobrepasar mi propio límite que se encuentra


enmarcado en mis propias leyes dadas por Dios de modo personal y que tienen por
95
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 284.
96
Ídem.

53
objetivo que cada uno pueda descubrir cuáles son aquellas leyes que configuran la propia
identidad. Ahora bien, para Newman, esta identidad es dinámica; a diferencia de los
animales no racionales que “son perfectos en aquella excelencia que les pertenece desde
el primero momento de la existencia” 97, el hombre comienza sin ningún capital y es su
objetivo ir adquiriendo ese capital a través del desarrollo de aquellas facultades que les
son propias. Y, de este modo, el hombre va avanzando poco a poco a través de lo que
Newman llamó “ley de progreso”. Este progreso no es para él algo mecánico, sino que
requiere nuestra cooperación y esfuerzo; sólo de este modo el hombre puede completar su
naturaleza “inicial y rudimentaria, y desarrollar su propia perfección” 98. Es de notar que
cuando Newman habla de naturaleza no utiliza este término del mismo modo que se
utiliza en la escolástica, donde la naturaleza se identifica con la esencia, y en este sentido
es inmutable; Newman, simplemente utiliza este término de un modo diferente, para él la
naturaleza puede completarse: ‘Se nos ha dado el don de ser los creadores de nuestra
propia autonomía y de hacernos realmente a nosotros mismos´. Dirá luego que tenemos
la obligación de cumplir todo lo que va implicado en esta ley.

Y continúa:

“Esta ley del progreso se cumple por medio de la adquisición de


conocimiento, para lo cual la inferencia y el asentimiento son los instrumentos
inmediatos. Así pues, si el perfeccionamiento de nuestra naturaleza, tanto en lo que
toca a cada uno de nosotros en particular como en lo que toca la familia humana, es
para cada uno según sus fuerzas un deber sagrado, se sigue que este deber está
íntimamente ligado con el uso apropiado de estos dos instrumentos principales que
nos permiten desempeñarlo”99

Como vemos, para el autor es a través de la inferencia y el asentimiento que se da


el perfeccionamiento de nuestra naturaleza. La inferencia es siempre más o menos oscura
mientras que el asentimiento es siempre claro y definido; es por eso que no tiene sentido
inventar una ciencia perfecta del raciocinio que me fuerza a obtener certezas en cosas
concretas; lo único que podemos hacer es más bien confesar que “no hay una prueba
suprema de la verdad fuera del testimonio de la verdad que nos da nuestra mente”. En
esta instancia de su argumentación podría parecer que Newman diera lugar a una postura
relativista donde la regla de la verdad sería uno mismo; él una y otra vez en la Gramática
97
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 285
98
Ídem
99
Ibíd. Pág. 286

54
dice “la verdad es siempre la misma, los raciocinios que nos llevan a la verdad y la
certeza son múltiples y diversos, y cambian según sea la persona que investiga” 100.
Aquello que Newman quiere defender en contra la Escuela evidencialista101 es el modo
en que el hombre puede alcanzar la verdad. Para estos últimos el único modo es a través
de la argumentación de la lógica formal; para Newman no es suficiente; él encuentra,
como vimos, un modo nuevo, personal, a través de pruebas indirectas y antecedentes que
están inscritas en nuestra naturaleza y que son los instrumentos para adquirir certezas. Por
eso el progreso del hombre es “un crecimiento vivo, no un mecanismo; y sus
instrumentos son actos mentales, no fórmulas lógicas ni invenciones lingüísticas” 102. El
hombre es un microcosmos donde residen pensamientos propios a la propia naturaleza
que hay que observar:

Vimos cómo ese ´juicio único y definitivo´ tiene un carácter personalísimo y por
lo tanto es subjetivo; ahora, es esencial para Newman determinar qué es lo que constituye
una prueba. Se da cuenta que es una tarea compleja hallar una respuesta; ¿cuál es la
razón? Como la certeza es un estado de la mente, esta tiene que discernir cuáles son las
probabilidades antecedentes y las razones que bastan para constituir una prueba; la llave
la encontramos en el sentido ilativo que es “el poder de juzgar acerca de la verdad y del
error en materias concretas”.

“Se ha demostrado que la certeza es un ´reconocimiento activo de unas


proposiciones como verdaderas´ como resultado de una comprobación. Y él único y
último juicio respecto a la validez de una inferencia en un asunto concreto está
ligado al personal uso de la facultad racional; a su perfección o virtud le he llamado
sentido ilativo. Utilizo la palabra “sentido” como lo usamos al decir «buen
sentido»”. 103

Newman ofrece numerosos ejemplos de cómo el sentido ilativo opera de un modo


único y muy diverso sobre un mismo asunto en distintas personas; observemos algunos
ejemplos muy elocuentes y de especie muy disímil que ayudarán a ilustrar la doctrina del

100
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 290
101
Nota: (Evidential School). Para esta escuela era esencial que el creyente debía convencerse de la verdad
del cristianismo mediante un cuidadoso examen de las pruebas o garantías (Evidences). Dice uno de sus
autores. Es cosa cierta y manifiesta que la única fe que Dios puede valorar positivamente es una
convicción sincera fundamentada en un examen diligente e imparcial del conjunto de pruebas. Prólogo
Aureli Boix del libro John H. Newman “La Fe y la Razón”, pag.29 (Madrid, Ed. Encuentro, 2010)

102
Ibíd. Pág. 286
103
Ibid. Pág. 282

55
sentido ilativo: el primero que veremos es sobre el ´estado que se hallaba Roma en los
tiempos prehistóricos104´, en particular el estado de Grecia antes de las Olimpíadas y de
Roma antes de la guerra de Pirro. Por un lado, es muy importante que un investigador
tenga en cuenta el punto de partida desde donde se aborda esta cuestión y cuáles son los
principios que guiarán la discusión, qué argumentos son pertinentes y cuáles no. Se
pregunta Newman: ¿se ha de comenzar rechazando absolutamente todo lo que se había
escrito hasta ese momento? ¿o se lo considerará de un modo alegórico? Respecto al
género, ¿cuáles son los criterios de la verdad o del error? ¿qué es probable?, ¿qué es
sospechoso?, ¿qué distingue la realidad de la ficción? Luego, indica el autor, habrá que
tomar una decisión acerca de si es posible sacar conclusión alguna sobre este asunto. Por
último, Newman muestra cómo ´Niehuhr, Clinton, George Lewis, Grote y Mure´, todo
ellos historiadores de gran prestigio de aquella época, difieren tanto sobre un mismo
asunto. La respuesta parece obvia:

“Simplemente porque esta apreciación es la suya propia, puesto que proviene de su


propio juicio; y este juicio proviene de presuposiciones propias, explícitas o
implícitas; y estas presuposiciones nacen espontáneamente del estado mental que es
propio de cada uno de ellos, y todos estos procesos de raciocinio menudo están
controlados y dirigidos por un instrumento intelectual que es demasiado sutil y
espiritual par que pueda ser científico”105

Una vez más Newman apela a la subjetividad para dar responder la cuestión
acerca del estado de certezas sobre un mismo asunto en personas diferentes; de hecho
Niebuhr, afirma que se puede seguir la historia de la constitución romana hasta el
comienzo de la República tan detalladamente como queramos y aún más perfectamente
que muchos períodos de la edad media; ahora bien, George Lewis lo refuta diciendo que
Niebuhr se ´ha permitido proponer muchas hipótesis nuevas y conjeturas, pero que si no
puede apoyarlas no son dignas de crédito´ 106, otros dicen que ´no creer es nuestro primer
requisito fundamental cuando hemos de tratar con materiales de valores diferentes´ y por
eso no hay una sola conclusión de la obra de Niebuhr que no haya sido impugnada por un
autor posterior. Niebuhr se defiende y dice que ´es verdad que la guerra de Troya
pertenece al mundo de la fábula, pero es innegable que tiene algún fundamento histórico
´, pero respecto a esta afirmación Grote contraargumenta: ´si se nos pregunta sobre si la

104
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Cfr. P.295-298
105
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 297
106
Idem.

56
guerra de Troya no es una leyenda basada en un fundamento de verdad, nuestra
respuesta ha de ser la posibilidad de que sea así no puede negarse, pero que la realidad
de que sea así tampoco puede afirmarse´. Por otro lado, Clinton ha asentado la regla de
que ´podemos aceptar como personajes reales todos aquellos de quienes no tenemos
razón alguna para rechazarlos. La presunción está en favor de la primitiva tradición
mientras no se presente un argumento capaz de derribarla´. De este modo es
reivindicada la postura de Niebuhr; pero frente a esto Grote y Lewis se defienden y dicen
que ´la evidencia histórica se funda sobre el testimonio de testigos dignos de crédito´,
pero a su vez Mure es menos severo y afirma que ´allí donde no se pueda afirmar que
haya una prueba histórica, el balance de la probabilidad histórica ha de reducirse casi a
una indulgencia razonable para con el peso de la convicción nacional. Pero ´indulgencia
razonable´ es un término que repugna al temperamento judicial de George Lewis, ya que
el término indulgencia razonable es ambiguo.

A Newman no le interesa aquí contraponer a estos hombres que él considera muy


inteligentes, simplemente quiere hacer notar cuál es la causa por la cual difieren. Si cada
uno de estos autores tomaran los hechos en sí mismos, estos no llegarían a ninguna
conclusión. La razón por la cual llegan a varias conclusiones y al mismo tiempo se
explica su contradicción es esta ´inteligencia implícita´ que trata Grote, ´la noción vaga
de lo razonable tanto de un lado como de otro´. Las conclusiones son diferentes según
sea el autor de las mismas, concluye Newman, ´porque cada autor escribe desde su
punto de vista y según sus propios principios, y éstos no tienen una medida común´. Por
lo tanto, concluyen estos autores que los resultados de la investigación especulativa en
materias históricas ´sólo raras veces pueden llegar a algo más que una razonable
presunción acerca de la realidad de los sucesos de que se trata´. Y por eso no puede
esperarse de los entendimientos de los diversos investigadores que haya el mismo grado
de unidad que encontramos en la evidencia documental. Todo esto genera para estos
historiadores un doloroso sentimiento de desconfianza cuando se lee la ´expresión de la
misma convicción absoluta con la que se presentan dos conclusiones opuestas´. Es decir
que se constata que hay una gran diversidad de opiniones entre los mejores críticos que
quizá nunca se resuelva. ¿Cuál es la razón? Cada uno tiene su sentido crítico, sus
raciocinios antecedentes, y por lo tanto su propia convicción absoluta. En última
instancia cada opinión depende de múltiples elementos que están ligados a la constitución
mental de cada uno, por eso dice Crosby en su libro:

57
“Precisamente porque mi sentido ilativo no puede obligar al sentido ilativo de otro y
no puede producir unanimidad entre todos los que ejercitan su sentido ilativo en una
cuestión”107

Vemos entonces que lo que el sentido ilativo puede hacer en mí, no puede hacerlo
en otros, pues las razones antecedentes, los primeros principios, los prejuicios, difieren en
cada persona de acuerdo a su propia constitución natural.

4.2. ES UN JUICIO POR CONNATURALIDAD

Luego de plantear todavía más situaciones análogas a la anterior respecto a


diversos puntos de vista sobre un mismo hecho, Newman concluye:

“En los extractos que preceden se puede ver como una controversia cómo
esta se desarrolla a partir de posiciones iniciales y con ayudas accesorias que no
están formalmente probadas, sino que más o menos se presuponen. Este proceso de
presuposiciones consiste en la acción del sentido ilativo aplicado a los elementos
primarios del pensar que son connaturales a cada uno de los que disputan.” 108

Vemos, pues, que Newman introduce aquí un concepto que ayuda a comprender
los ejemplos anteriores: la connaturalidad como un tipo de conocimiento, que es propio
de cada persona donde ejerce su acción el sentido ilativo. Esta es la razón por la cual en
diversos asuntos puede haber distintas posturas. El conocimiento por connaturalidad hace
referencia a ciertas disposiciones afectivas que hacen a la persona inclinarse hacia una
posición u otra; el sentido ilativo tiene en cuenta esto y permite a cada persona defender o
rechazar ciertas proposiciones de acuerdo a presuposiciones.

Estas contradicciones, insiste Newman, por las cuales muchas personas disienten
en cuestiones religiosas, morales, históricas y de otras materias, no prueban que no haya
verdad objetiva, sino simplemente nos sugieren que en nuestras diferencias existe “algo
mucho más profundo que los accidentes de las circunstancias externas y que necesitamos
de la intervención de un poder mayor que toda humana argumentación para hacer que
nuestras creencias sean verdaderas y coincidan entre sí”109. Aquí, el autor está
anticipando la necesidad de una intervención divina para que muchas personas, de

107
CROSBY, J.F. El Personalismo en Newman.(Madrid, Ed. Palabra, 2017). Pág 100.
108
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 302
109
Ibíd. Pág. 304

58
diverso modo y con principios diferentes, puedan a través de su sentido ilativo alcanzar la
certeza en materia religiosa.

4.3. ES UN JUICIO POR PRESUPOSICIÓN

Otro aspecto propio del sentido ilativo, es la ´presuposición de primeros


principios en el decurso de un raciocinio y la exclusión de proposiciones de todo género
´. Este aspecto es clave para Newman, pues no hay modo de progresar en el conocimiento
si no es a través de presuposiciones; es claro que nuestro sentido ilativo, de acuerdo a
nuestros primeros principios, tiene un “poder de veto” de muchas proposiciones que se le
presentan como absurdas. Si no se rechazaran estas teorías extravagantes no podríamos
avanzar en el conocimiento de la verdad y de la adquisición de una certeza, porque
quedaríamos varados en la consideración de toda proposición; el sentido ilativo tiene
pues como una misión esencial rechazar aquello que se opone a sus primeros principios
que guían su raciocinio. Newman aquí es consciente de que hay autores que rechazan esta
posición pues para ellos, dice ´el derecho a presuponer algo ha sido puesto en duda´.
Creemos que aquí está contestando a Descartes y otros filósofos afines que “han
asentado como proposición general que en filosofía no tenemos derecho alguno a
presuponer proposición alguna y que deberíamos comenzar con una duda universal” 110.
Este pensamiento es contradictorio pues a su vez parte de una presuposición. Y sigue
diciendo que “la misma duda implica un determinado hábito mental”. Esto significa que
quien duda tiene sus propios principios y doctrinas que hacen que esta persona dude, y en
este sentido su sentido ilativo opera sobre estas disposiciones morales connaturales a esta
persona.

Por lo tanto, Newman concluye diciendo que si se presentara la alternativa él


“preferiría mantener que hemos de comenzar creyendo todo lo que se nos ofrece para ser
aceptado, más que decir que tenemos el deber de dudar de todo”. Y este es para él, el
verdadero camino de la sabiduría. Vemos aquí de qué modo el autor apela al sentido
común para argumentar respecto a uno de los tipos de conocimiento que tienen los
humanos, que es el conocimiento que se da a través de la confianza en otra persona: es
una constatación empírica; casi todos los conocimientos que tenemos se dan, por lo

110
Ibíd. Pág. 306

59
menos en una primera instancia, de ese modo; nadie cree que nuestra madre es nuestra
madre por demostración, sino simplemente porque así nos lo han transmitido. Podríamos
en caso de una duda excepcional realizar una prueba de ADN para constatar esta
intuición primera que habitualmente no yerra; pero sería la excepción a la regla. No se
duda de que Inglaterra es una isla ubicada en el norte del hemisferio y nadie ha pedido
que se demuestre este dato transmitido por los padres y maestros, no fue necesario
demostrar este dato a través de un mapa o un GPS. Seguramente más adelante en una
clase de geografía se obtendrá un explicitación de ese dato ya recibido para agregar
algunas características nuevas como, por ejemplo, saber cuáles son los países limítrofes;
por eso lo más razonable es creer que lo que nos dicen es verdad, en vez de desconfiar de
todo como premisa fundamental.

Ahora bien, Newman se plantea un tema controvertido: ¿el sentido ilativo puede
equivocarse? Veamos un ejemplo que él mismo ofrece para luego dar una respuesta.
Aborda con valentía un tema que seguramente le habrá traído fuertes cuestionamientos
posteriores de muchos clérigos protestantes:

“Hay otro conflicto de primeros principios, en este caso entre los cristianos,
el cual ha ocupado un lugar importante en nuestra historia doméstica durante los
últimos treinta o cuarenta años: me refiero a la controversia acerca de la regla de la
fe”111

El autor elige este tema porque es aquí donde de un modo especial los
protestantes poseen casi en su totalidad presuposiciones fuertes que son connaturales a su
modo de pensar; ellos, cuando discuten con un católico sobre cualquier asunto, la primera
pregunta que le hacen a modo de interpelación es ¿dónde está esto en la Escritura?
Habitualmente el católico le responde que no es necesario que esté en la Escritura algo
para que sea considerado verdadero; pero dirá Newman ´nada podrá convencer al
protestante de que esta contestación no es una evasión y un triunfo propio´. Sin
embargo, razona el autor, no es evidente ni mucho menos que la verdad tenga que
encontrarse en cierto número de libros, por sagrados que sean, que fueron escritos a lo
largo de varios siglos por autores diversos. Ya como católico Newman recordaba que
antes él mismo sostenía esta misma postura que ahora considera equivocada y reflexiona
acerca del sentido ilativo, ¿se equivocó antes? Y dice:

111
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 308

60
“La mente humana está hecha para la verdad y así la certeza incluye la idea
de indefectibilidad: el fracaso de la certeza es excepcional. Pero el hecho es que no
hay prueba verdadera para distinguir una certeza verdadera de una falsa. A diferencia
de la infalibilidad, la certeza no es un don o una facultad, sino una disposición de la
mente relativa a un caso particular. En consecuencia, uno puede estar seguro, pero
no de manera infalible, de la infalibilidad de la Iglesia. Si la certeza es infundada,
entonces es el razonamiento previo, y no el asentimiento actual, lo que está mal,
puesto que el haber negado el asentimiento ante una conclusión sería actuar contra la
propia naturaleza. El intelecto no es infalible, pero es capaz de tener certezas. Las
certezas falsas están mal, no porque sean certezas, sino porque son falsas.
En otras palabras, consideraba yo entonces que la presuposición era un acto
del sentido ilativo; ahora añadiría que el sentido ilativo obraba sobre elementos de
juicio erróneos.”112

Esta conclusión es muy importante y será desarrollada con mayor extensión en el


capítulo conclusivo, pero consideramos importante anticiparlo: el sentido ilativo no se
equivoca cuando juzga, por más que la presuposición pueda ser errónea como explica
Newman respecto a la consideración que tenían los protestantes de la regla de fe.

4.4. ES UN JUICIO POR DISCRIMINACIÓN

Un último aspecto que desarrollaremos respecto al sentido ilativo tiene que ver
con las razones antecedentes, estas tienen que ver con nuestro carácter personal que
incluyen nuestras disposiciones previas. Newman afirma que ´los raciocinios
antecedentes si son negativos, son seguros´, ¿qué quiere decir con esto? Significa que una
de las funciones más sutiles que tiene el sentido ilativo es la de realizar impugnaciones
constantemente; es muy difícil percibir esta acción constante en nosotros, pero quizá un
ejemplo que él mismo ofrece ilustre lo que venimos diciendo: nadie podrá negar en
Alejandro Magno su heroísmo y audacia y seguramente si alguien, por algún motivo,
afirmase que Alejandro obró como un cobarde, sin lugar a dudas su conocida valentía
impugnaría otra opinión contraria. Del mismo modo, dice, autores de gran prestigio y
carácter puro han sufrido “impugnaciones muy fáciles de hacer, pero muy difíciles de
probar”, (quizá lo que Newman piensa es que han recibido calumnias, no solo
impugnaciones); en estos casos las ´personas justas y sensatas´ desprecian estas
112
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 309

61
impugnaciones en favor del damnificado. El sentido ilativo es el que hace capaz de aunar
los resultados de argumentos contradictorios y heterogéneos a través de la acción fina y
sutil, como hemos visto en estos ejemplos.

62
CAPÍTULO 5
EL ASENTIMIENTO EN CUESTIONES RELIGIOSAS

En este último capítulo abordaremos el tema central de la Gramática: la


posibilidad de la certeza en cuestiones religiosas y, en particular, si es posible tener
certezas de que la Iglesia Católica es la verdadera. El tema planteado es, sin dudas, un
tema controvertido, tanto en la época en que el autor escribe, como en nuestro tiempo;
podría parecer que no es un tema para abordar en una obra filosófica, pero Newman lo
aborda con gran convencimiento de que es posible responder a esta cuestión desde una
perspectiva gnoseológica fundamentada, como veremos, a partir de las probabilidades
antecedentes y convergentes. Newman dedica esta última parte de su obra a demostrar, a
su modo, cuál es el camino que él considera adecuado para afirmar que sí es posible el
asentimiento en cuestiones de fe.

En el siglo XIX estaban de moda en el ámbito católico los manuales apologéticos


que intentaban, a través de “pruebas racionales sobre la existencia de Dios”, convencer a
los incrédulos y transformarlos en creyentes. Newman es muy crítico de estos tipos de
manuales, pues considera que son reductivos y no tienen en cuenta el modo personal que
tienen los ser humanos de pensar y, además, excluyen las disposiciones morales
necesarias para realizar el acto de fe. Al respecto dice:

“En realidad, de todo el conjunto de cristianos, ¿cuántas personas suponemos que,


durante un siglo, han llegado a la fe, o se han mantenido en ella, ante todo por la
percepción íntima y viva de la fuerza de las que se denominan técnicamente
“garantías o pruebas racionales” y ¿Por qué son tan pocos?” 113

Nos imaginamos que a muchos de sus colegas clérigos no les debe haber agradado
mucho leer estas palabras interpeladoras; su intención no era ofender a nadie sino hacer
una simple constatación: los argumentos de las pruebas racionales tan comunes en los
manuales de la época, no convencen ni acercan a la fe a nadie. Reconoce que pueden ser
útiles para los ya católicos, pues otorgan seguridad a sus convicciones, por eso dice “para
ellos son útiles estas garantías racionales ya que reciben bombardeos de todos lados que
los confunden”; por eso aquello que es válido para el creyente, no se aplica al incrédulo;

113
NEWMAN, J.H. Sermones Universitarios . Excesos de la razón. (Madrid, Ed. Encuentro, 1993) Pág. 117

63
porque aquello mismo que gracias a sus disposiciones personales ha sido de utilidad para
una persona, no lo es para otras con un diferente talante moral.

Newman asume que las pruebas que ofrece la religión son débiles y no
concluyentes en sí mismas, como sí lo son las pruebas de la lógica formal. Es consciente
de que quien recibe los argumentos qué él ofrece, podrá encontrar siempre otros
contraargumentos nuevos. En esto coincide una vez más con Pascal que sostenía:

“Admito que uno de estos cristianos que creen sin pruebas quizá no sepa convencer a
un infiel, que puede decir lo mismo. Pero los que conocen las pruebas de la religión
demostrarán sin dificultad que este fiel está verdaderamente inspirado por Dios,
aunque no pueda probarlo”. 114

No le interesa polemizar con estas personas sino con quienes se encuentran


expectantes respecto a la posibilidad de conocer la Verdad. Por eso él dice que en lo que
se refiere a la investigación religiosa “cada uno de nosotros puede hablar únicamente
por sí mismo, y tiene derecho a hablar sólo a lo que se refiere a sí”115, y a cada uno le
bastan sus propias experiencias, pero no puede pretender hablar por los demás, ni
tampoco asentar leyes generales y dice “sólo puede aportar sus propias experiencias al
conjunto de hechos psicológicos”. Pero también estas propias experiencias, según
Newman, dan seguridad para poder testimoniarlas a otros, porque aquello que fue
convincente para él es probable que también pueda serlo para otro según su propia
constitución mental; incluso dice el autor que esta certeza se fortalecerá también al
ponerse en contacto o choque, con muchos otros puntos de vista que parecieran estar en
mutua oposición entre sí. Aclarado esto, Newman dice “lo que le toca a él es hablar por
sí”.

Por eso, para Newman, el modo de abordar la cuestión de la posibilidad de certeza


en cuestiones religiosas corresponde con su propia visión del funcionamiento de la mente
humana. A partir de allí nos explica cómo debería ser una nueva apologética, de acuerdo
a su cosmovisión.

” …Yo sólo afirmaría que tal prueba no tiene por qué ser objeto de análisis o asumir
una forma metódica, no ser completa o simétrica, en la mente creyente, y que la
probabilidad es su vida. Me limito a decir que es la probabilidad antecedente la que

114
Pascal, Pensamientos, Buenos Aires, Ed. Losada, 2003. Pág. 46
115
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 312

64
da sentido a los argumentos a partir de hechos, que generalmente se denominan
garantías o pruebas de la revelación. La mera probabilidad antecedente no demuestra
nada, pero los hechos escuetos no convencen a nadie, la probabilidad es al hecho lo
que el alma al cuerpo; las simples presuposiciones puede que no tengan ninguna
fuerza, pero los hechos en bruto carecen de vida. Pruebas mutiladas y defectuosas
bastan para persuadir al corazón despierto; en cambio, los signos demostrativos más
perfectos, si están muertos, no pueden crear sino una fe muerta.” 116

Vemos en este texto que su modo de justificar la certeza religiosa es a partir de las
probabilidades antecedentes, es decir, a partir de argumentos a priori, que por suma de
indicios van produciendo poco a poco una certeza que los ´hechos en bruto´ no pueden
hacer si no van acompañados de un ´corazón despierto´.

Desarrollaremos en este capítulo las dos probabilidades antecedentes que


Newman considera que fundamentan el acto de fe, en particular, la religión natural y la
religión revelada.

5.1. LA RELIGIÓN NATURAL: REVELACIÓN SIN CREDENCIALES

Newman recuerda aquí una doctrina que había sido tenido muy presente en los
primeros siglos pero que había sido olvidada por sus contemporáneos: la relación entre
naturaleza y gracia. El autor afirma de un modo contundente,

“El cristianismo es simplemente una adición a lo natural. No lo sustituye ni


lo contradice, sino que lo reconoce y depende de ello, y esto necesariamente porque,
¿cómo podría probar sus pretensiones si no es apelando a lo que el hombre ya
posee?”117

Notemos que el autor, siguiendo la tradición patrística, enfatiza que lo


sobrenatural no es supresión ni disminución de lo natural; que encontramos dos tipos de
revelaciones; una, como hemos visto es la que él la llama, sin credenciales, que es la
natural; la otra es la ´revelatio revelata´. La primera es la que acontece en los países
paganos, en los cuales “se derraman y penetran porciones de la verdad revelada, sin que
sus habitantes sepan el origen de estas verdades”118. Vemos claramente aquí una

116
NEWMAN, J.H. Sermones Universitarios; X, Razonabilidad débil de la fe. (Madrid, Ed. Encuentro, 2010)
y pág. 251
117
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 315.
118
Ibíd. Pág. 314

65
similitud con el pensamiento de San Justino acerca de las semina verbi que luego fue
asumida por los padres capadocios y, posteriormente, en el Concilio Vaticano II.

“Porque cuanto de bueno dijeron y hallaron jamás filósofos y legisladores,


fue por ellos elaborado, según la parte de Verbo [Λόγου] que les cupo, por la
investigación e intuición; mas como no conocieron al Verbo entero, que es Cristo, se
contradijeron también con frecuencia unos a otros.[...]Porque a Sócrates nadie le
creyó hasta dar su vida por esta doctrina; más a Cristo, que en parte fue conocido por
Sócrates — pues Él era y es el Verbo que está en todo, y Él fue quien por los
profetas predijo lo por venir y quien, hecho de nuestra naturaleza, por sí mismo nos
enseñó estas cosas —; a Cristo, decimos, no sólo le han creído filósofos y hombres
cultos, sino también artesanos y gentes absolutamente ignorantes, que han sabido
despreciar la opinión, el miedo y la muerte. Porque Él es la virtud del Padre inefable
y no vaso de humana razón”119

Podemos decir entonces que la estrategia elegida por Dios para revelarse es
asumiendo todo lo natural; quitarle lo natural sería para Newman como quitarle al
hombre el suelo debajo de los pies, porque si negásemos la naturaleza humana, jamás
podríamos llegar al conocimiento de lo verdadero, a la certeza, pues se estaría negando la
autoridad del mismo sistema de pensamiento y método de donde se arraigan las pruebas
para creer.

“Porque para la mente ya familiarizada con las verdades de la religión natural, el


simple hecho de la existencia actual del cristianismo ya proporciona inmediatamente
bastantes garantías; El hecho del cristianismo, considerado en unión con los
principios que enseña, las personas que lo siguen y los efectos que produce, tienen
en su rostro los signos de la disposición divina, exactamente de la misma manera que
el mundo visible nos testifica su propio origen divino.”120

Veremos ahora los modos a través de los cuales Dios se revela naturalmente, según
el cardenal.

119
JUSTINO, Apología II, 10, 2-8, según el texto para la versión española de las obras de Justino: D.RUIZ
BUENO, Padres apostólicos y apologistas griegos (s.II), BAC, Madrid, 2002.
120
NEWMAN, J.H. Sermones Universitarios; IV, Excesos de la razón. (Madrid, Ed. Encuentro, 2010). Pág.
117

66
5.1.LA RELIGIÓN NATURAL

Newman se pregunta en este capítulo final cuáles son los modos que tiene la
naturaleza para comunicarse con los hombres y ofrecerle un conocimiento de Dios. Para
él son tres: nuestra propia mente, la voz de la humanidad y el desarrollo del mundo, “la
información que recibimos de estos tres medios nos enseña la existencia y los atributos
de Dios”121

Le importa remarcar cuál es el modo común en que la conciencia prepara el


camino al modo de una probabilidad antecedente para la adquisición de una certeza en la
mente. Lo hace de un modo similar al método fenomenológico de Husserl 122: Newman ha
estudiado detalladamente las religiones paganas y sus comportamientos comunes: le
importa, pues, en este momento, no tanto el comportamiento de esta religión en
particular, sino lo que hay en común en todas las religiones, le interesa el “hecho
religioso”; es decir, aquello que permite afirmar que el ser humano es religioso por
naturaleza. Por eso ante sus posibles críticos, anticipa una respuesta:

“Tal vez se me dirá que habiendo sido educado en cristianismo no


hago más que juzgar por los principios de éste, pero no es así. Porque, en
primer lugar, he sacador mi idea de lo que debe ser la revelación en gran parte
de las diversas religiones de la tierra; y por lo que a la ética se refiere, las
ideas a las que he llegado se derivan no sólo del Evangelio, sino que
provienen de los moralistas paganos anteriores a éste, a los cuales los Padres
de la Iglesia y los escritores eclesiásticos han imitado o sancionado”123

Vemos entonces que Newman realiza una inferencia formal a través de su


riguroso estudio acerca de diferentes religiones localizadas en países y continentes
disímiles. Este estudio genera en él una certeza acerca de que Dios se ha revelado de un
modo particular desde la creación del mundo. Esta revelación, para él, jamás se ha
detenido completamente; incluso en los momentos de mayor decadencia moral de la
humanidad, su mano jamás se ha retirado.

121
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 316.
122
E. Husserl, fundador de la escuela fenomenológica que por el análisis de los fenómenos observables da
una explicación del ser y de la consciencia.
123
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 348.

67
5.1.a Nuestra propia mente-La Conciencia

La propia mente, para Newman es de los tres, el modo privilegiado en que la


naturaleza habla a todos los hombres, pasados, presentes y futuros. Este modo de hablar
es a través de la conciencia, que es “nuestro gran maestro íntimo de religión”124. Ahora
trata a la conciencia estrictamente asociada al ámbito religioso. Dice él que:

“La conciencia es un guía personal y si hago uso de ella es porque debo


usarme a mí mismo. No puedo pensar con otra mente que no sea la mía, como no
puedo respirar con otros pulmones que no sean los míos. La conciencia está más
próxima a mí que cualquier otro medio de conocimiento” 125

Es decir, la conciencia tiene carácter universal y es patrimonio de cada persona


por el sólo hecho de ser persona: no hay, para Newman, un conocimiento más íntimo que
aquel que nos proporciona nuestra conciencia y por eso puede ser usada por personas de
toda clase; humildes, ricos, jóvenes, viejos, de tal modo que para ninguno de ellos se hace
necesario apelar al cultivo de raciocinios, es un conocimiento primario y no subordinado
a otros.

Por supuesto que el Cardenal tiene claro que esa “Voz” va adquiriendo un timbre
muy especial en la era cristiana pero como no hubo ninguna época en que Dios se haya
dejado de revelar; de ese modo muchos paganos han podido captar el lenguaje divino a
través de su conciencia expresada luego en una conducta moral: ¿cómo podría entenderse
que Sócrates, también llamado, el mártir pagano o mártir de la verdad, haya entregado su
vida antes que renunciar a sus convicciones? ¿No es acaso este acto de valentía socrática
una prueba elocuente de la existencia de una voz que guía las acciones? Cuando Sócrates
en su alocución final, al ser juzgado injustamente, manteniendo la serenidad de su espíritu
dice;

“Quisiera mostrarles de qué modo interpreto lo que me ha sucedido


ahora. Me ha sucedido, señores jueces – pues a ustedes los puedo llamar
jueces de verdad-, algo maravilloso. Se trata de aquella profecía demoníaca
habitual en mí, que en tiempos pasados con frecuencia se me y se oponía en
asuntos completamente sin importancia cuando estaba a punto de hacer algo
no correcto. Pues bien, ahora me han sucedido cosas que ustedes mismos ven,
124
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 316.
125
Ídem.

68
y que cualquiera podría juzgar y considerar que es el peor de los males. Pero
he aquí que ni cuando salí de casa a la mañana temprano, ni cuando concurrí
aquí ante el tribunal, ni en ningún momento en que estaba a punto de decir
algo en la argumentación, se me ha opuesto el signo de dios. Y sin embargo,
en moedio de otros discursos, me ha impedido hablar. Ahora, en cambio,
frente a este asunto, en nada se me ha opuesto, ni al obrar ni al hablar”126.

Sócrates, se siente animado por la voz de ese demonio familiar o demiurgo que
podemos llamar sin temor “conciencia”, esa voz no le reprocha nada como sí lo había
hecho en otras oportunidades. No le hace tampoco alguna advertencia particular como sí
lo hizo en el pasado. Sócrates llega al momento de cúlmine de su vida con serenidad de
espíritu habiendo sido confirmado su buen obrar por la voz de su conciencia. La muerte
ya no fue para él, el peor de los males sino un bien para su alma.

Newman da un paso más en relación a lo que la conciencia nos enseña respecto a


Dios:

“La conciencia proporciona a nuestra mente una imagen real de Dios como
medio para nuestra adoración; nos da la regla de lo que está bien y de lo que
no lo está, como una regla que proviene de Él, como un código de deberes
morales”127

Es muy interesante percibir ahora como Newman dice algo que antes no había
explicitado: la conciencia proporciona a nuestra mente una imagen real de Dios.
Recordemos que en el capítulo que desarrollamos acerca de la conciencia en ningún
momento el autor hacía referencia a una imagen; ahora sí, es un modo de ir anticipando
lo que enunciará posteriormente; esa imagen se identificará en la conciencia con una
persona viva. Por ahora sólo lo expone y del mismo modo que él lo hace, trataremos de
respetar su orden de exposición en este capítulo conclusivo.

La conciencia, que es uno de los canales que proporciona la naturaleza para


conocer a Dios, es sugestiva, nos dice muchas cosas ´acerca del Maestro a quien vemos
por medio de ella´, e insinúa mucho acerca de ese Maestro, pero una vez más insiste en
que la característica fundamental que revela la conciencia en todas las personas acerca de
Dios, es presentar a Dios como Juez, este es ´el atributo especial bajo el cual la
126
Platón, Apología de Sócrates, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1973, pág, 175-176
127
Ibíd. Pág.317

69
conciencia nos presenta a Dios y al cual subordina todos los demás atributos es el de su
justicia retributiva´. Continuando con su fenomenología a partir de su estudio de las
religiones, Newman constata que el modo con que la naturaleza, a través de la conciencia,
nos habla de Dios, es como alguien que está airado contra nosotros y nos amenaza con
sus males y frente a quien nos posicionamos como culpables merecedores de algún
castigo. Y por eso el sentimiento más arraigado en la conciencia de las personas sea el de
cargar un peso grande y un espíritu religioso entristecido en contraposición con la alegría
que conlleva en los afectos, la belleza del universo.

5.1.b. La voz de la humanidad


Sigue diciendo Newman que:

“Casi no hace falta insistir en que dondequiera que la religión existe en una
forma popular, casi invariablemente muestra en lo exterior sus peores colores. De
una manera o de otra, se funda en un sentido del pecado, y sin ese sentimiento vivo
casi no tendría preceptos ni observancia algunas.” 128

Quizá llame la atención este análisis de Newman, aparentemente negativo,


respecto a la imagen implacable de Dios. Es una idea que él ya había desarrollado en sus
sermones universitarios, en particular en el célebre sermón intitulado por él mismo La
religión natural, camino hacia la revelada129. Por el contrario, esta constatación que él
realiza es un preludio de aquello que la religión revelada viene a completar en la religión
natural, pues, como dijimos, ésta no viene a quitar sino a agregar; por eso, para él es
muy importante mostrar los contrastes entre una y otra.

Respecto a la religión natural, menciona:

“Si proseguimos nuestras investigaciones a través de los escritores griegos y


romanos acerca de las naciones bárbaras que ellos conocieron, desde la India a Gran
Bretaña, hallaremos las mismas ideas y prácticas de expiación semejantes” 130.

Para Newman, la reparación o expiación es el sentimiento propio de cómo la


conciencia opera en la religión natural en todas las religiones de todos los tiempos y es

128
Ibid. Pág.318
129
NEWMAN, J.H. Sermones Universitarios, II (Madrid, Ed. Encuentro, 2010). Pág. 69
130
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 319.

70
por eso que los ritos de purificación o deprecación son los propios de esas culturas que
buscan a través de estas manifestaciones aplacar la ira divina y, a modo de síntesis de lo
dicho respecto a la conciencia y la religión natural, dice:

“Si la conciencia nos enseña alguna verdad, una de ellas será la siguiente, a saber,
que somos personalmente responsables de lo que hacemos, que no podemos
deshacernos de esta responsabilidad por medio alguno, que la negligencia de nuestro
deber implica un castigo”131

5.1.c. El desarrollo del mundo

La tercera fuente natural a través de la cual Dios se revela es el ´sistema del


universo y su desarrollo´. Percibimos en el mundo un orden establecido, y nuestro
sentido común puede intuir detrás de ese orden la mente del Arquitecto. Este Creador,
dice Newman “ha de hablar necesariamente de su voluntad en sus líneas generales y en
sus fines principales”132. Encontramos aquí un paralelo con la demostración de Santo
133
Tomás de Aquino de la existencia de Dios a través de las cinco vías ,en particular, la
cuarta en la que él intenta llegar a través de la causa eficiente al creador. Este esfuerzo
que tanto el Aquinate como Newman hacen de acceder a Dios a través de las creaturas,
una teodicea, es para ambos muy importante, pues si bien ambos tienen muy en claro que
la revelación “natural” es insuficiente, por otro lado, saben que esta revelación prepara y
dispone a la revelación revelata.

131
Ibid. Pág.320
132
Ibid. Pág.321
133
Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I, cuestión 2, artículo 3;
“Respondo: La existencia de Dios puede ser probada de cinco maneras distintas. (...)
La cuarta se deduce de la jerarquía de valores que encontramos en las cosas. Pues nos
encontramos que la bondad, la veracidad, la nobleza y otros valores se dan en las cosas. En unas más y
en otras menos. Pero este más y este menos se dice de las cosas en cuanto que se aproximan más o
menos a lo máximo. Así, caliente se dice de aquello que se aproxima más al máximo calor. Hay algo,
por tanto, que es muy veraz, muy bueno, muy noble; y, en consecuencia, es el máximo ser; pues las
cosas que son sumamente verdaderas, son seres máximos, como se dice en II Metaphys. Como quiera
que en cualquier género, lo máximo se convierte en causa de lo que pertenece a tal género -así el
fuego, que es el máximo calor, es causa de todos los calores, como se explica en el mismo libro-, del
mismo modo hay algo que en todos los seres es causa de su existir, de su bondad, de cualquier otra
perfección. Le llamamos Dios.”

71
También San Agustín confiesa que en su libro que en su época precristiana Platón
fue de gran ayuda para ascender de lo visible a lo invisible, de lo corpóreo a lo
incorpóreo. Lo decía del siguiente modo;

“Los libros platónicos que leí me advirtieron que debía buscar la verdad incorpórea y
llegué a sentir que en realidad perfecciones invisibles se hacen visibles a la
inteligencia por la consideración de las creaturas” 134.

Newman por un lado tiene una valoración positiva de la teodicea, al igual que
Santo Tomás y San Agustín, pero también es muy consciente de la insuficiencia de la
misma; la llama “oscura” y se lamenta de que se manifieste de un modo tan pálido, de
modo tal que no pueda convencer a través de sus señales a la mayoría de sus habitantes;
observemos lo que dice:

“¿Por qué se puede, sin caer en el absurdo, negar su voluntad, sus atributos, su
existencia? ¿Por qué no pasea con cada uno de nosotros como se dice paseaba con
los hombres de los primeros tiempos? Por el contrario, Él es de manera especial un
Dios escondido.”135

Este Dios escondido sólo nos permite con grandes esfuerzos entrever de un modo
superficial aspectos fragmentarios de Él. Esta presencia difusa de Él en la creación obliga
a Newman a realizar un planteo valiente e interpelador; lo presenta como un dilema: o no
hay un Creador, o si lo hay, se ha despreocupado de sus creaturas. En este último caso se
pregunta: “¿serán las oscuras sombras de su presencia en los negocios de los hombres
una imaginación nuestra, o será que nos esconde Él su rostro porque nosotros lo hemos
deshonrado de un modo especial?”136

La respuesta la encuentra una vez más en el fiel informador, la conciencia, que es


quien proporciona la respuesta a estas preguntas contradictorias. Lo hace, dice Newman,
declarando internamente que:

“…sin lugar a duda Dios existe, me declara también con la misma seguridad
que yo vivo lejos de Él, que su mano no es demasiado corta, sino que sus faltas os
separaron de Dios. De este modo ´resuelve la conciencia el misterio del mundo.” 137

134
AGUSTÍN, Confesiones, Ed. Claretiana, 2004. Libro VII, Capítulo XX. Pág. 201
135
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 322
136
Ídem
137
Idem

72
Por último, respecto a la religión natural, Newman termina reconociendo un
aspecto no tan severo que aligera el peso de la conciencia. El autor hace hincapié en lo
que llama las bendiciones reales, esto es, la capacidad que tenemos de gozar de los frutos
de la tierra, el afecto de una familia, el trato social; todo esto recuerda que no estamos
totalmente abandonados por Aquel a quien todavía no se puede conocer. En ningún
momento de la historia Dios ha dejado de revelarse, ha guardado silencio en gran parte
del tiempo y en el momento oportuno decidió revelarse en persona, como veremos a
continuación.

5.2. LA RELIGIÓN REVELADA: REVELACIÓN CON


CREDENCIALES

Encontramos además de la religión natural, una ´revelatio revalata´, esto es, un


mensaje concreto de Dios al hombre, que se nos presenta por medio de sus instrumentos
elegidos y que tenemos que recibir como tal. Es lo que comúnmente la teología clásica ha
entendido por “revelación”.

Es de capital importancia para Newman remarcar que el origen divino de la


revelación es la garantía para que el sujeto obtenga certeza; si es verdad que Dios se
revela y lo propio de Dios es su perfección, que ´no puede engañarse ni puede
engañarnos´, se sigue entonces que es razonable poder obtener una certeza porque
confiamos en el testimonio del Testigo que dice la verdad.

Newman llega finalmente al aspecto que tiene máximo interés para él y, en


particular, para la Gramática, a saber: ´pasar a probar la verdad del cristianismo´138.
Muchos años antes había descripto en el Ensayo sobre el Desarrollo de la Doctrina
Cristiana donde presenta al cristianismo como una religión con credenciales; lo decía del
siguiente modo;

“El cristianismo, a diferencia de otras revelaciones de la voluntad de Dios, excepto de la


judía, de la cual es continuación, es una religión objetiva, o una revelación con
credenciales. Digo, que es natural verla completamente como tal, y no es en parte sui
generis y en parte como las demás. Consideremos que tal como comienza, continúa,
admitiendo que ciertos de sus desarrollos amplios son verdaderos, deben estar acreditados
como tales”139
138
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 322
139
NEWMAN, J.H. Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana, Ed. Biblioteca Oecumenica
Salmanticensis, Salamanca, 1997, Pág. 106

73
El Cardenal llama al judeo-cristianismo una religión objetiva. La diferencia respecto a
otras que no han tenido ni tendrán por su verdad intrínseca que se ha desarrollado
“exitosamente” a lo largo del tiempo. Él es consciente de que estas pruebas que expondrá
no serán convincentes para muchos y es por eso que su interés no es convencer a los
“ateos” a través de sus argumentos. Él ofrece su propio testimonio en la materia que se
trata, pero aclara que no lo haría ´si lo que siento no correspondiera con lo que sienten
centenares de otras personas, como creo que corresponde´140. Él sabe que cada persona
posee sus experiencias mentales primarias, que se presentan espontáneamente y que el
sentido ilativo opera en cada persona de un modo diferente. Y por esta razón no pretende
demostrar una u otra religión; pero por otro lado afirma que no es imposible la
demostración. Y aquí su conclusión lógica:

“Ciertamente la verdad como tal descansa sobre fundamentos que son


intrínsecamente, objetivamente y en abstracto capaces de demostración; pero de esto
no se sigue que los argumentos que se pueden dar en su favor sean incontestables o
irresistibles.”141

La revelación, para Newman, puede demostrarse, como acabamos de ver, porque


posee fundamentos inteligibles, pero su demostración nunca podrá ser incontestable o
irresistible. Por eso dirá que “existe una gran distancia entre lo que la revelación es en
sí misma y lo que es para cada uno de nosotros”.

Si se acepta el mensaje, él único modo de prueba del cristianismo será para


Newman un método informal del mismo modo que uno informalmente “prueba con
certeza que he nacido en este mundo y que moriré para salir de él”142. Este método
informal no significa superficial o irreal, todo lo contrario; es un método que apela a la
subjetividad de cada uno, a su propia conciencia y al sentido ilativo que es el que va
uniendo en cada uno aquellas probabilidades antecedentes que van produciendo ese
estado de certeza. Por eso él puede decir en su Apología respecto a su conversión al
catolicismo:

“Por lo que a mí respecta, no había sido la lógica lo que me había


conducido; por la misma razón que no puede decirse que la columna de mercurio del
barómetro cambia el tiempo. Es el hombre concreto el que razona; pasados unos

140
Idem.
141
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 332.
142
Idem.

74
cuantos años, yo encuentro mi pensamiento en un nuevo sitio. ¿Por qué? Porque lo
que se mueve es el hombre entero; la lógica del papel no es más que el registro del
movimiento. Toda la lógica del mundo no me hubiera hecho moverme más aprisa
hacia Roma de lo que lo hice”143

Aquello que movió a Newman a Roma fueron pruebas informales, con esto
queremos decir, personales, sin un orden lógico-formal, pero sí con una lógica personal
que cada uno puede ir descubriendo a través de su sentido ilativo, que es quien va
conectando todos aquellos hechos que van produciendo en la conciencia una certeza. El
método que Newman ha experimentado en su vida y a la vez propone es el de
acumulación de diversas probabilidades.

“Estoy hablando históricamente de lo que yo sostenía en 1843-4, en cuanto


que el Creador lo ha querido así: que en las matemáticas lleguemos a la certidumbre
por rígida demostración y en la investigación religiosa por acumulación de
probabilidades. Y puesto que Él lo ha querido así, debemos obrar así. Él coopera con
nuestra acción, y, por tanto, nos capacita para hacer lo que quiere que hagamos, y
nos concede, si cooperamos con Él, una certidumbre que sobrepuja a la fuerza lógica
de nuestras conclusiones”144

En este gráfico esperamos ilustrar fidedignamente el método que utiliza el autor,


pero lo aplicaremos a su propia vida.

143
NEWMAN, J.H. Apología Pro Vita Sua. Madrid, Ed. Encuentro, 1996. Pág. 181
144
Ibidem. Pág. 203

75
Duda respecto al origen
“politizado” de la Iglesia anglicana

Encuentro “fortuito” con un


Lectura Padres
sacerdote católico en un viaje
de la Iglesia

Coherencia respecto al
principio dogmático N Prestigio de la orden jesuítica
entre la Iglesia
Primitiva y la Iglesia
SENTIDO ILATIVO
Romana
Atracción por los
Ritos litúrgicos Atracción por la
Influencia personal
“romanos” disciplina del Celibato
de John Kebble
presente en catolicismo
(prestigioso clérigo
y casi ausente en
anglicano “católico”)
anglicanismo

CONCIENCIA
CERTEZA

Cada una de las flechas que convergen en la N. de Newman, indican una


probabilidad, o prueba informal o argumento a priori. El sentido ilativo tiene la misión de
unir cada una de ellas, y producir en la conciencia, según Newman, una certeza. Pero
todas estas probabilidades acumuladas son las que pueden llegar a constituir una prueba
válida, suficiente para tener certeza; no se produce habitualmente por una sola, ni se
produce por una cantidad fija de probabilidades; lo importante para él, es remarcar que
Dios obra en la mente humana a través de un modo humano, esto es, adecuado a nuestra
propia personalidad; de nuestra parte se espera una disposición moral expresada en la
palabra cooperación. De este modo es posible alcanzar certeza.

Volvamos al ejemplo que hemos visto en el capítulo referido a la conciencia


donde nos detuvimos en el proceso de conversión de Calixta y cómo su conciencia la fue
guiando hacia la verdad; veamos en este cuadro cuáles fueron para ella las convergencias
de probabilidades que fueron produciendo en ella el estado firme de certeza que le
permitió convertirse al cristianismo y, ulteriormente, morir por su nueva fe, que era tan
grande que le permitió la oblación de su vida antes que renegar de ella. En este caso

76
veremos de un modo sintético cómo el sentido ilativo de Calixta opera según sus propios
principios y probabilidades antecedentes de un modo muy diferente a las de Newman.

En el cuadro precedente observamos que el sentido ilativo de Calixta se adapta a


su cultura griega y su propio talante moral de un modo muy distinto al de Newman y a la
vez muy personal. Notamos claramente la acción del sentido ilativo aplicado a los
elementos primarios del pensar que son connaturales a cada uno de los que disputan. 145
Por eso las probabilidades antecedentes difieren enormemente de acuerdo a cada persona,
lo que para Newman fue relevante, no lo fue para Calixta; cada uno de ellos tenían sus
modos primarios de pensar connaturales, a través de los cuales interviene Dios generando
una certeza en la conciencia. Es muy luminoso lo que dice Ian Ker al respecto;

“La conciencia es la que ´otorga a la mente una imagen real de Dios´, una
imagen que no es de ninguna manera sensorial, pero que es vívida y experimentada.
Toda la teoría del asentimiento real requiere de conceptos nocionales producidos tan
vivamente que se conviertan en hechos de la imaginación, esto es, en imágenes,
según la terminología de Newman.”146

145
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 302.
146
KER, I. John Henry Newman, una biografía. Madrid, Ed. Palabra, 2011. Pág. 648

77
Esa conciencia, ya no es solamente una noción, es una imagen real de Dios, no es
sensorial, pero es viva y lleva al compromiso de vida.

Hemos visto en ambos cuadros de qué modo las convergencias y acumulación de


todas y cada una de estas probabilidades fueron produciendo tanto en Newman cuanto en
Calixta, progresivamente la certeza de estar en el camino verdadero.

Newman da un paso más respecto a la revelatio revelata. Él afirma que si


aceptamos esta revelación debemos aceptar todo lo que esta conlleva, y no es lícito, dice
Newman “escoger libremente entre sus contenidos según nuestro juicio, sino que si
queremos recibirlo hemos de recibirlo todo, tal cual como lo encontramos” 147. Y, del
mismo modo que la naturaleza tiene sobre nosotros una pretensión intrínseca de ser
obedecida y usada, aquello que está sobre la naturaleza, es decir lo sobrenatural, “debe ir
también acompañado de credenciales válidas de su derecho a exigir nuestra sumisión”.
Dirá más tarde en la Carta al duque de Norkfolk;

“La Conciencia no es una especie de egoísmo previsor ni un deseo de ser


coherente con uno mismo; es un Mensajero de Dios, que tanto en la naturaleza como en
la Gracia nos habla desde detrás de un velo y nos enseña y rige mediante sus
representantes. La conciencia es el más genuino Vicario de Cristo, un profeta en sus
mensajes, con autoridad perentoria como la de un Rey, un Sumo Sacerdotes en sus
bendiciones y anatemas148”. Para Newman la Conciencia tiene fuerza de ley, por la
autoridad de quien procede.

Newman es consciente de que la afirmación precedente puede ser tomada


risueñamente por los filósofos del momento porque ´en los últimos tiempos ha habido
una campaña, casi diría conspiración contra los derechos de la conciencia tal como los
he descrito´149 Pero para el Cardenal, esa imagen real de Dios representa la Imagen de
Cristo y esta certeza intelectual fue la que lo inspiró a escribir esta obra. Veremos en el
capítulo conclusivo cuáles son los argumentos que Newman ofrece a favor de su
postulado.

Si la conciencia es el Vicario de Cristo, su profeta, por lo tanto, dice Newman,


respecto a la revelación no cabe permanecer indiferente; se puede rechazar este mensaje o

147
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 315
148
NEWMAN, Carta al Duque de Norfolk, Ed. Rialp, Madrid, 2004. Pág. 74
149
Idem

78
se puede aceptar. Hay para él disposiciones morales que hacen posible que esa Verdad en
sí, sea verdad para mí, y por eso, razona, la luz no puede ser vista por un ciego.

5.2.a. Las disposiciones morales

La acción de Dios requiere de parte del sujeto su cooperación; Newman lo dice


una y otra vez en la Gramática y en particular en sus Sermones parroquiales. De parte
del sujeto exige estar despierto para descubrir la convergencia de probabilidades que
ayudan a poseer un corazón creyente. Él sostiene que la persona que tiene predisposición
a creer, incluso aquella que puede caer en un exceso, como es el caso de los
supersticiosos, tiene ventajas respecto a aquellos a quienes el “espíritu del mundo” les ha
150
vencido. Encontramos en su memorable sermón llamado Disposiciones para la fe, un
anticipo de aquello que luego desarrolló en su Gramática.

En este sermón Newman, una vez más, trata el tema de la conciencia como una Voz
autoritativa que “eleva nuestro espíritu a la idea de un Maestro”, pero en este caso dice
que se lamenta de que muchos “a pesar de todo lo que esta Voz hace por ellos, no es
suficiente, como sienten aguda y tristemente”. ¿Qué es aquello que conspira contra esa
Voz que exige obediencia?; el cardenal responde muy claramente: “es una mezcla de
pasión, el orgullo, el amor propio, o la propia voluntad”, estas son algunos de los
obstáculos que impiden tanto el acto de fe cuanto el alcance de una certeza en materia
religiosa. En este sermón, también, explicita dos disposiciones o condiciones que él
considera necesarias para la certeza de fe. La primera consiste en creer en Dios como
nuestro Maestro, Gobernador y Juez; esto se realiza de un modo particular a través de la
voz de la conciencia. La segunda “es el deseo serio de que Él se revele a Sí mismo, y
la espera impaciente de la posibilidad de que lo haga.”

La imagen del hombre bien dispuesto para recibir la fe es para Newman aquella del
hombre religioso; que es aquel estado de espíritu despierto. Por otro lado, se encuentra
el estado de espíritu de la multitud, que poco o nada les importa la religión, que
desobedecen sus conciencias, que piensan lo menos que pueden en sus dictámenes, que
se librarían de ella si pudieran. Por eso para el autor ser sencillo para creer es ni más ni
menos que haber estado dispuesto a informarse, y ser duro para creer no es más que
haberse rehusado y no querer investigar. Y concluye de un modo contundente:
NEWMAN, J.H. Sermons preached on various occasions, traducción Fernando María Cavaller, sermon
150

V, consultado 10 de junio de 2020, http://www.amigosdenewman.com.ar/

79
“Aquellos cuya fe Él alabó no tuvieron una evidencia más fuerte que los que condenó
por su incredulidad, pero usaron sus ojos, su razón, sus mentes”. Vemos que la
evidencia ha sido la misma para las dos personas, pero las disposiciones fueron muy
diferentes entre uno y otro.

Reparemos en este elocuente ejemplo que nos ofrece Newman. Nos pide que
imaginemos a un hombre de cada uno de los talantes que acabamos de ver, a saber:
sencillos y duros. Supongamos que a ambos les llega la noticia de que se ha recibido un
mensaje desde el mundo invisible. ¿Cómo actuaría cada uno?, se pregunta. Es simple:
para aquél que ha estado vigilando, esperando, o al menos anhelando semejante
misericordia, su realización será maravillosa, le afectará profundamente, le conmoverá,
tanto que, teniendo sólo el mensaje para examinar, que es la respuesta a sus necesidades,
estará fuertemente movido a creerlo, si puede, en base a muy poca evidencia, o ninguna.
En todo caso, “emprenderá la búsqueda de su evidencia, y hará lo mejor que pueda para
averiguar todo, más o menos”. Por otro lado, el hombre que no tiene las disposiciones
religiosas, “simplemente no hará nada en absoluto. No tiene interés en la noticia y no
querrá esforzarse en investigar”. Y continúa diciendo crudamente que esta persona se
sentará en su casa, y ni siquiera se le ocurrirá que debe levantarse y buscar. Estará tan
poco conmovido como si hubiese escuchado que un gran hombre ha surgido en las
antípodas o que hubo una revolución en Japón. Esta es la diferencia crítica entre los dos
hombres descriptos. Uno es activo y el otro pasivo, concluye Newman.

5.2.b. Cristo, complemento y fin de la religión natural

En la última parte de la Gramática, Newman se dedica a explicitar de un modo


apasionante y lleno de imágenes cuáles son las “razones” por las que él considera que el
cristianismo produjo tantas conversiones en el paganismo, ¿cómo fue posible que un
imperio se haya vuelto cristiano? No hay razones meramente humanas. Su conclusión es
que el cristianismo ofrece a los hombres aquello que la humanidad estaba esperando; es
decir, en el momento oportuno el cristianismo no vino a suprimir, sino a agregar y
completar aquello que faltaba en la religión natural; como hemos visto en el caso de
Calixta. Cristo es la Imagen Viva que toda persona espera y anhela, es el eco de la Voz
que resuena en nuestra conciencia. Él sabe que no puede demostrar científicamente esta
certeza a la que llegó, pero está seguro de que esta es la verdad y apoya esta certeza en la
historia de la Iglesia, que es para él una de las probabilidades antecedentes que

80
comprueban la verdad del cristianismo. Entre los muchos argumentos que ofrece sobre el
cristianismo como plenitud de la verdad, he elegido dos que creo expresan de un modo
muy elocuente el pensamiento del cardenal. El primer ejemplo se refiere al contraste
entre una figura histórica excepcional como Alejandro Magno y Cristo. Al primero
solamente hoy lo conocemos por los libros de textos de historia, pero respecto a Cristo,
dice:

“Ha poseído el mundo y mantiene su posesión. Los altos y los bajos, los ricos y los
pobres le reconocen. Millones de almas conversan con Él, se arriesgan por sus
palabras y están al acecho de su presencia. Ciertamente murió y desapareció, pero
continúa viviendo, viviendo entre los vivos, pensamiento enérgico de sucesivas
generaciones y terrible principio motor de mil sucesos grandiosos. ¿Quién es Éste,
sino el mismo Creador, dueño de todas sus propias obras y hacia el cual se dirigen
instintivamente nuestros ojos y nuestros corazones, por ser Él nuestro Padre y
nuestro Dios?”151

El rasgo que Newman destaca de Jesús es que continúa viviendo, dirá después, en
la imaginación y con asentimiento real en el corazón de millones de creyentes, en
quienes la historia y su propia experiencia han demostrado que el corazón encuentra
reposo.

El segundo argumento que él encuentra inexplicable desde una lógica humana,


pero convincente a partir del testimonio de la historia y de muchas causas convergentes,
se refiere a la influencia que en poco tiempo adquirió el cristianismo sin tener una
estructura que lo apoye. Él se admira del impacto producido en los primeros tres siglos en
un contexto adverso y frente a una cultura politeísta. Su asombro es grande:

¿Cómo sin la intervención de Dios, hubiera podido una idea nueva, en todas
partes la misma, entrar enseguida en millones de hombres, mujeres y niños de todas
las clases sociales, especialmente las más pobres, y tener poder para arrancarlos de
sus debilidades y de sus pecados, y esforzarlos contra los tormentos más crueles, y
durar en su vigor y en su influencia confortante por siete u ocho generaciones hasta
que fundó una organización externa, rompió la obstinación del gobierno más fuerte y
más prudente que el mundo ha visto, y se abrió camino desde las primeras cuevas de
las catacumbas hasta la plenitud del poder imperial? 152

151
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 397.
152
Ibíd. Pág. 377.

81
El cristianismo que se funda en la influencia de Cristo vivo ha podido romper la
obstinación del gobierno más fuerte del mundo. Sólo es posible, si en la conciencia de
muchas personas, influenciados por la gracia divina, la imagen de Cristo ha impactado
personalmente a muchos, ha producido un asentimiento real de su presencia que, como
veíamos al comienzo de este trabajo, produce un cambio en la conducta. En el momento
oportuno Cristo vino a completar aquello que los profetas anunciaron y que la humanidad
expectante deseaba. Respecto a las profecías que anuncian la venida del Salvador, Blas
Pascal, encontraba en ellas una “prueba” antecedente de gran calibre, la más convincente,
pero no era la única ni tampoco la consideraba irrefutable para los no creyentes. Lo decía
así;

“Los que vemos que son cristianos sin el conocimiento de las profecías y de las
pruebas no por eso dejan de juzgarlas igual de bien que los que tienen este
conocimiento. Las juzgan por el corazón como los otros las juzgan por el
entendimiento”.153

Del mismo modo que Pascal Newman sostiene que en el tiempo oportuno
convergieron muchas causas que todas ellas, acumuladas, produjeron en muchos una
certeza duradera que persistió hasta el final y se fortaleció a través de las adversidades, en
particular la persecución y posterior muerte de muchos. Finalmente dice Newman en el
anteúltimo párrafo de su Gramática:

“Aquí terminan mis ejemplos, sacados de entre los muchos argumentos que podrían
aducirse en favor del cristianismo. Me he detenido en ellos para mostrar cómo
aplicaría yo los principios de este ensayo para probar el origen sobrenatural del
mismo. El cristianismo se dirige, tanto por lo que toca a sus pruebas como a su
contenido, a espíritus que se hallan en la condición normal de la naturaleza humana,
o sea, que creen en un Dios y en un juicio futuro. Se dirige a tales espíritus a través
del entendimiento y a través de la imaginación, y crea una certeza de su verdad por
medio de argumentos que son demasiado variados para que puedan enumerarse,
demasiado profundos y personales para que puedan expresarse con palabras,
demasiado poderosos y convergentes para que puedan refutarse” 154

El párrafo precedente es una síntesis perfecta de la motivación y el método de esta


obra que intentamos exponer; él ha buscado un método para probar el cristianismo; un

153
Blas Pascal; Pensamientos, Ed. Losada, Buenos Aires, 2003. Pág. 46
154
NEWMAN, J.H. Gramática del Asentimiento. Madrid, Ed. Encuentro, 2010. Pág. 397

82
método, que, como hemos visto, se basa en pruebas informales, variadas y personales;
por eso pueden no aceptarse, pero no pueden refutarse, pues la experiencia personal es
única e intransferible.

Esta certeza acerca de la revelación de Dios como complemento y no supresión de


la religión natural tiene para Newman repercusión particular en el campo educativo: en él
convivía la certeza de que la auténtica plenitud del hombre en Cristo, encontraría una
base firme en una educación “liberal” que integraba el estudio de los autores clásicos,
precristianos. ¿Cuál es el fin de este tipo de educación?; nos lo dirá con toda simpleza y
claridad ´El conocimiento puede ser su propio fin. Es tal la constitución del
entendimiento humano que cualquier clase de conocimiento, si es realmente tal,
constituye su propia recompensa155´

Newman veía en los “clásicos” una sabiduría que predispone al hombre hacia el
acto de fe y por eso debían ser enseñados tanto en escuelas públicas como confesionales;
de un modo particular él mismo recibió una influencia grande de Cicerón, de quien alaba
su estilo vívido, pues habla de las cosas con un realismo que no deja indiferente a nadie y
también de Aristóteles que expresa la cumbre del pensamiento. Dirá de él;

“Mientras el mundo sea mundo perdurará la doctrina de Aristóteles… puesto que él


es el oráculo de la naturaleza y de la verdad. Mientras haya hombres, no podremos
evitar, en gran parte, el ser aristotélicos, pues el gran maestro no hace sino analizar
las ideas, sentimientos, opiniones y pensamientos del género humano. Él nos ha
dicho el significado de nuestras propias palabras e ideas mucho antes de que
hayamos nacido. En muchos aspectos el pensar correctamente es pensar como
Aristóteles, y nosotros somos sus discípulos, queramos o no; aunque no le hayamos
conocido”156

Vemos en este elogio que hace de Aristóteles su convicción de que se puede


pensar bien o pensar mal y que se encuentran ciertos autores con una inteligencia
privilegiada que ayudan a las futuras generaciones a pensar bien; en este sentido pensar
bien es ´pensar como Aristóteles.

En su libro sobre el Cardenal, Morales Marín nos dice;

155
NEWMAN, J.H. Naturaleza y fin de la Educación Universitaria, Ed. EPESA, 1946, Pág. 166

156
Idem.

83
“Newman propone la idea de una educación liberal en el sentido oxoniense del
término, es decir, una educación centrada en la ciencia por sí misma, pero libre del
indiferentismo gracias a su conexión con la teología”. 157

Vemos pues, la valoración positiva de la religión natural en campo educativo;


más tarde, al ser nombrado primer rector de la universidad católica de Irlanda en otro de
sus célebres Discursos acerca de la Naturaleza y fin de la Educación universitaria 158
sostendría por una lado la autonomía entre las ciencias y la Teología; pero por otro lado
la necesidad de un mutuo intercambio entre una y otra; postulando que en cualquier
universidad, confesional o no confesional; debería enseñarse la verdad religiosa porque:

“En una palabra, la verdad religiosa no es tan sólo una parte, sino condición precisa del
conocimiento general. Suprimirla simplemente no me parece el modo más claro para
159
desenmarañar la trama de la educación universitaria”

Para Newman, renunciar a enseñar una Teodicea en las escuelas o universidades


conlleva repercusiones graves en las mentes de las personas; pues ignorar en la enseñanza
un hecho primordial como es la existencia de un Dios Creador es ofender a la misma
inteligencia humana que se encuentra orientada a la Verdad; por otra parte, renunciar a
una enseñanza que integre lo mejor de la humanidad que tiene su máxima expresión para
el Cardenal en la cultura greco – latina sería para él, un gran error. Observemos lo que
nos dice en ese extraordinario pasaje;

“La literatura popular, las bibliotecas llenas de libros sobre las más diversas materias, las
conferencias científicas, los muses, las colecciones zoológicas, los edificios y jardines
agradables a la vista, y que sirven de reposo a nuestros sentimientos; los objetos externos,
de cualquier clase que sean, que tienen por misión apartar nuestras mentes y elevarlas en
una contemplación liberal; estos son los medios humanos, sabiamente sugeridos y
administrados, que tienen por misión principal defendernos contra los asaltos del mal
moral y librar de enemigos no sólo al alma individual, sino a la sociedad en general” 160

Newman integra admirablemente lo más noble del hombre; es consciente que lo


´natural´ no alcanza para alcanzar la plenitud del hombre pero también es consciente que
una educación liberal, clásica predispone mejor al hombre hacia lo sobrenantural.

157
MORALES MARÍN, J. Newman (1801-1890), Ed. Rialp, Madrid, 1990, Pág. 214
158
NEWMAN, J.H. Naturaleza y fin de la Educación Universitaria, Ed. EPESA, 1946
159
Idem. Pág. 125
160
Idem. Pág 271

84
5.2.c. Newman en primera persona

No podemos obviar, en particular en este último capítulo, el itinerario religioso


que ha recorrido el santo cardenal a lo largo de su vida. Recordemos que la Gramática es
una obra de algún modo autobiográfica, pues intenta hacer una gnoseología fundada en su
propia experiencia, sabiendo que muchos de los procesos mentales y certezas que él
posee puedan servir de inspiración para otros. Es de nuestro interés poder constatar cómo
todas las nociones consideradas en los capítulos precedentes pueden comprobarse en la
experiencia de Newman.

Hemos visto de qué modo las convergencias acumuladas de todas y cada una de
estas probabilidades fueron produciendo tanto en Newman como en Calixta,
progresivamente, la certeza de estar en el camino verdadero. En su novela autobiográfica,
Perder y Ganar, Newman, representado por el personaje de Charles, poco antes de su
paso definitivo hacia la Iglesia católica, tiene un diálogo “casual” con un sacerdote
católico en un tren londinense. Advirtamos en este diálogo la tensión existente entre la
evidencia de la revelación que él ya tenía y la disposición moral exigida para arriesgarse a
dar el paso definitivo a la Iglesia católica:

“Sacerdote: Pues hay que aceptarlo. Existen evidencias suficientes para una
convicción moral de que la Iglesia Católica o Romana, y no otra, es la voz de Dios.
Charles: O sea que, antes de convertirse, uno puede tener una convicción real,
expectante, presente de esa verdad, ¿no?
Sacerdote: No lo sé. Pero al menos sí puede tener…certeza. Me explico: una
convicción, y sólo una, firme, sin otra convicción que la contradiga o levante dudas
razonables; una convicción que se le presenta a uno cuando piensa o está a solas, y
que le da como fogonazos cuando está con otros, metido en el barullo; una
convicción que le dice “La Iglesia Católica Romana es la única voz de Dios, el único
camino de salvación”.
Batiéndose el corazón cada vez más fuerte, Charles: O sea, esa persona no tendría
que esperar a ver más claro.
-Es que no verá más claro. Antes de convertirse, no puede ver más claro. La luz
es como la recompensa de los que, por un acto de la voluntad, por el dictado de la
prudencia y de la razón, abrazan la verdad en ese punto en que la naturaleza se
encoge como un cobarde, no llega. Hay que aventurarse. Antes de la conversión, la
fe es una aventura; después es un don. Se acerca uno a la Iglesia por el camino de la
razón, pero para entrar dentro hay que seguir la luz del Espíritu.
-Pero hay gente honrada y con formación que puede no encontrar del todo
convincentes las evidencias en favor de la Iglesia de Roma y abandonar la búsqueda
con la excusa de que hay tantas pruebas a favor como en contra, ¿no le parece?

85
Sacerdote- Bueno, eso no les pasa sólo a unos cuantos. En realidad, es el caso
lastimoso de todos los ingleses…”161

En este breve diálogo hay varios aspectos interesantes; por un lado, Newman,
luego de muchos años de oración y estudio, llega a una certeza moral en su conciencia de
que la Iglesia Católica (Romana) era la verdadera; hubo muchas causas convergentes que
ayudaron a obtener este estado de seguridad de su mente. Por otro lado, si bien él ya
había obtenido esta certeza moral, su buena conciencia le sigue exigiendo dar un paso
más, hay una Voz que reclama un paso de confianza, hay una luz suficiente para dar este
paso sin tener seguridad de lo que vendrá; él sabe que hay una recompensa prometida,
pero condicionada a una disposición moral, en este caso, aventurarse, arriesgar: esta
invitación viene del Espíritu, pero su respuesta exige un paso humano, personal. Newman
tiene muy claro como veíamos en el primer capítulo respecto a las creencias; que es muy
fácil que la conciencia se vaya debilitando frente a los embates del “mundo” expresado
de un modo particular en las influencias contrarias a los principios que se profesan. Por
otro lado él sabe que el único modo de ser siempre fiel a la conciencia es conquistar la
fidelidad en el día a día; ¿Hubiera podido Newman dar pasos tan grandes hacia la verdad
sin antes haber dado pequeños pasos? La respuesta la ofrece él mismo, cuando todavía se
encontraba en estado de perplejidad respecto al paso definitivo a la Iglesia Católica. En
ese contexto escribía un poema que tituló “La columna de nube”

Guíame, luz bondadosa,


Las tinieblas me rodean,
Guíame hacia delante.

La noche es densa,
Me encuentro lejos del hogar,
Guíame hacia delante.

Protégeme al caminar.
No te pido ver claro el futuro,
Sólo un paso, aquí y ahora.162
Sólo un paso, hoy y ahora; esa es la disposición principal que encuentra Newman
para poder o bien alcanzar la verdad o bien permanecer en ella.

Una vez que Newman da ese paso, nunca más tuvo dudas; esta certeza
permaneció siempre, incluso se fortaleció frente a las dificultades; pues la duda se opone

161
John H.Newman, Perder y Ganar, Ed. Encuentro, Madrid, 1994. Pág. 327
162
Trevor, Meriol; John Henry Newman, Crónica de un amor a la verdad; Ed. Sígueme; Salamanca, 2010;
pág. 64

86
a la certeza como la falsedad a la verdad; no pueden convivir juntas ya que “la certeza
incluye la idea de indefectibilidad: el fracaso de la certeza es excepcional”. El santo
encontró en la Iglesia católica su nuevo hogar, pero en ese hogar no siempre convivieron
habitantes amables; muchos desconfiaron de él, otros pusieron en duda sus motivaciones
para convertirse al catolicismo, incluso su propio obispo mantuvo una fría distancia
respecto de él. Todo esto no fue un obstáculo, al contrario, fue una ocasión para que su
certeza se fortaleciera más de acuerdo a las motivaciones profundas que lo llevaron a dar
este paso.

Newman, como católico, tuvo un asentimiento real de que el camino que él había
transitado era el correcto, y por eso, con prudencia, iba invitando a otros a realizar su
propio itinerario espiritual en busca de esa certeza que él ya había obtenido.

Él dirá en su Apología:

“El Creador lo ha querido así: que en las matemáticas lleguemos a la


certidumbre por rígida demostración y en la investigación religiosa por acumulación
de probabilidades. Y puesto que Él lo ha querido así, debemos obrar así. Él coopera
con nuestra acción, y, por tanto, nos capacita para hacer lo que quiere que hagamos,
y nos concede, si cooperamos con Él, una certidumbre que sobrepuja a la fuerza
lógica de nuestras conclusiones. Así vine a ver claramente, y con gran satisfacción al
verlo, que mi inclinación a la Iglesia de Roma procedía, no de razones secundarias o
aisladas.”163

Newman se alegra de la certidumbre que alcanzó y reconoce con sencillez que él


fue un buen cooperador de Dios en esa tarea; la certeza obtenida es muy diferente a una
certeza propia de las demostraciones rígidas de las matemáticas, es una certeza
existencial que orientó su búsqueda, y, una vez obtenida, la custodió hasta el final.

163
NEWMAN, J.H. Apología Pro Vita Sua. Madrid, Ed. Encuentro, 1996. Pág. 244

87
CONCLUSIÓN

Habiendo terminado el desarrollo de este trabajo, será bueno que enunciemos


sintéticamente las principales conclusiones a las que se ha arribado, aunque por supuesto
nos quedarán varias otras en el camino. Aprovechamos para presentarlas en un nuevo
orden, distinto al que se siguió en el cuerpo de la tesis.

Afirmamos que es posible adquirir certeza en materia religiosa y que esta certeza
está fundada en una verdad que no cambia. Hemos visto cómo esa verdad se va
manifestando gradualmente a la humanidad; lo ha hecho en primer lugar por medio de la
religión natural que expresa la orientación religiosa de la humanidad; hemos visto
también que la verdad se manifiesta a través de la conciencia que en un comienzo ofrece
un carácter meramente judicial pero que va adquiriendo luego de la revelación cristiana
un carácter personal y por ultimo sostuvimos que a través de la religión revelada Dios
ofrece al hombre la plenitud de esa verdad que encontraba fragmentada.

Hemos visto el lugar privilegiado que ocupa la conciencia en su carácter


judicativo y personal. Además, hemos considerado al sentido ilativo como aquel juicio
único y definitivo sobre la validez de una inferencia en cosas concretas. Quisimos, por
último, en los ejemplos de Calixta y el mismo Cardenal Newman integrar todas las
nociones desarrolladas en cada capítulo del trabajo.

Hemos afirmado que en definitiva es posible para el ser humano adquirir certeza
en materia religiosa a través de causas antecedentes y convergentes que el sentido ilativo
une para producir ese estado de seguridad propia del creyente.

Claro que nos quedan numerosos temas pendientes, También se abren


perspectivas que corresponden a otras disciplinas distintas de la filosofía, como la
psicología y la teología. Mencionamos solamente algunas cuestiones que han ido
surgiendo y no se han profundizado en este trabajo:

- El lugar del catolicismo como plenitud de la verdad; esfuerzo realizado Newman


al concluir su Gramática; ofreciendo “pruebas” históricas y también personales
que lo inclinan afirmar con certeza que la Iglesia Católica es la auténtica.
- La importancia de la “influencia personal” en la trasmisión de la verdad.

88
- La importancia que tiene el “asentimiento nocional” en toda la obra de Newman
como aquel que custodia y preserva a través de “formulas” lo que “asentimos
realmente”.
- El valor de la “experiencia” para adquirir un asentimiento cada vez más real de
las cosas y acontecimientos.
- El lugar que también ocupan las disposiciones morales para llegar a la
adquisición de la certeza y cuáles son aquellas que Newman otorga mayor
relevancia.
- Las diferencias y similitudes entre una apologética integral que propone
Newman y una apologética formal.
- Los excesos de la razón y los excesos de la fe (superstición).

Para concluir; este trabajo intentó ser un humilde aporte para el lector común para
que pueda confiar en que Dios, que se ha revelado de muchos modos desde su creación,
en los últimos tiempos, lo ha hecho de un modo pleno en Cristo, y que nuestra razón es
capaza de descubrir argumentos convincentes que permitan estar ciertos de que la
Verdad es posible encontrarla y una vez encontrada no es necesario buscar más; es el
tiempo de inclinarse ante ella y testimoniarla como hizo Newman y lo reflejó en su
célebre poema:

Guíame, luz amable,


las tinieblas me rodean,
guíame hacia delante.

 La noche es densa,


me encuentro lejos del hogar,
guíame hacia delante.

 Protégeme al caminar.
No te pido ver claro el futuro,
sólo un paso, aquí y ahora.164

164
Ibidem. Pág. 84

89
BIBLIOGRAFÍA

Fuentes:
- Apología Pro Vita Sua, Ediciones Encuentro, Madrid, 1996
- Calixta, Ediciones Encuentro, Madrid, 2010
- Carta al Duque de Norfolk, Ed. Rialp, Madrid, 2004
- Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana , Ed. Biblioteca Oecumenica
Salmanticensis, Salamanca, 1997
- Gramática del Asentimiento, Ediciones Encuentro, Madrid, 2010
- Historical Sketches II, Ed. Longmans, London, 1906
- La Fe y la razón, sermones universitarios, Ediciones Encuentro, Madrid, 1993
- Naturaleza y fin de la Educación Universitaria, Ed. EPESA, 1946
- Sermones Parroquiales IV, Ediciones Encuentro, Madrid, 2009
- Perder y Ganar, Ediciones Encuentro, Madrid, 1994

Obras secundarias:
- AGUSTÍN DE HIPONA, Confesiones, Ed. Claretiana, Buenos Aires, 2004
- Obras de San Agustín, XIX: Enarraciones sobre los salmos (1°), BAC,
Madrid, 1964
- BOIX AURELI, Traducción y comentario crítico de los Sermones Universitarios,
Ed. Encuentro, Madrid, 1993
- CAVALLER, F.M., Los Principios del Cristianismo, una Teología Fundamental
según Newman, Ed. Ágape, Buenos Aires, 2018
- CROSBY, J.F., El Personalismo en Newman, Ed. Palabra, Madrid, 2017
- HUME, DAVID, Investigación sobre el conocimiento humano, ED. Alianza, Madrid,
1988
- JUSTINO, Apología II, Padres apostólicos y apologistas griegos, BAC. Madrid,
2002
- KER, I. , John H. Newman, una biografía, Ed. Palabra, Madrid, 1998
- MORALES MARÍN, J. Newman (1801-1890), Ed. Rialp, Madrid, 1990
- TOMÁS DE AQUINO, Suma de Teología, BAC, Madrid, 1997
- PLATÓN, Apología de Sócrates, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1973

90
- TREVOR, Meriol; John Henry Newman, Crónica de un amor a la verdad; Ed.
Sígueme; Salamanca, 2010

Artículos de revistas:
- LABORDE, LUCAS, Estudios para la nueva evangelización “Does newman’s
grammar of assent undermine truth”, Edición interna SSJ.
- Artículos varios en Newmaniana, (1990-2017), Amigos de Newman en Argentina

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