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La Reina de las

buenas acciones.
Una lección paternal.

Autor: Wilfredo Enrique Quiroz Marquina


La Reina de las buenas acciones.
Una lección paternal.

Una triste noticia

Esa mañana el viejo Rey Ratón, Rey de Animaterra se


despertó decidido a convocar a todos los Animakids de su
reino para elegir entre todos ellos al más capaz que pudiera
reemplazarlo en el cargo. Animakids, era como se les
llamaba a los animales menores de edad en este mundo
habitado sólo por animales de todo tipo y tamaño.

El Rey no había podido dormir toda la noche, pensando en


esta importante decisión que cambiaría el destino de todos
en Animaterra, incluyendo el mío, su hija, una pequeña
Ratoncita.

Mi padre, El Rey Ratón, era pequeño, pero solo en tamaño,


tenía grandes virtudes y habilidades que le habían ayudado
a ganarse el respeto de todos en Animaterra. Era el Décimo
quinto Rey que gobernaba este mundo, antes de él lo
habían precedido otros animales, Rey Puma, Rey Águila, Rey
Rinoceronte, Rey Perro, etc. Pero jamás nadie imaginó que
un ratoncito llegaría a ser Rey. Llevaba ya 120 años en el
cargo y por su muy avanzada edad, sentía que no sería
capaz de seguir gobernando como antes por mucho
tiempo.
El Rey tenía permitido por la Ley de Animaterra heredar su
corona a uno de sus descendientes sólo por una
generación, este Rey heredero sucesor, antes de terminar su
mandato debía convocar a elecciones por votación popular
para elegir a un nuevo animal como Rey.

Esto significaba que yo, la hija del Rey, Ratoncita, heredaría


la corona de mi padre. Grande fue mi sorpresa cuando me
enteré de la convocatoria adelantada para elegir al nuevo
rey. ¡Y yo, ni enterada!.

El Rey Ratón, mi padre, sabía que yo, su hija, no estaría muy


contenta con su decisión, aun así, se le escuchó muy
convencido al realizar su anuncio.

—¿A caso mi padre no me había tenido en cuenta? O ¿El


Rey Ratón, mi padre no me creía suficientemente buena
para continuar su legado? Todas esas preguntas pasaron
por mi mente en un instante.

La amenaza de los humanoides

Hace unos años Animaterra fue invadida por los


humanoides, quienes juraron regresar cuando el Rey Ratón
envejeciera y se debilitara.

Los humanoides eran unos gigantes que habían llegado de


un mundo lejano llamado Tierra para cazar a los animales
de Animaterra, les divertía matarnos, en especial matar
Animakids.
El pueblo al notar su envejecimiento había empezado a
murmurar por las calles, cuestionando si el Rey o yo su hija,
podríamos hacer frente a futuras amenazas.

Es por eso el Rey Ratón


adelantó la
convocatoria con el
objetivo de dar
tranquilidad y confianza
a su pueblo, quiso
asegurarse que el
sucesor y nuevo Rey o
Reina, tuviera la
legitima aprobación del
pueblo de Animaterra
ante esta incertidumbre;
así en el caso que, los
humanoides regresaran
a invadirlos, todos en
Animaterra apoyarían y
lucharían junto al nuevo
Rey o Reina, porque
estarían convencidos
que sería el Animakids
más idóneo elegido por
sus virtudes y habilidades, y no solo por herencia de sangre.
La convocatoria adelantada

Esa misma mañana mi padre El Rey Ratón salió por su


balcón y con un parlante de cuerno de búfalo se dirigió a su
pueblo.

—Estimado pueblo de Animaterra, he decidido adelantar la


elección del nuevo Rey, pero como aún no corresponde
realizar elección por votación, el elegido será quién logre
superar las cinco pruebas que los Sabios Hechiceros de
Animaterra han establecido como indispensables para
reinar en estos tiempos difíciles. Por eso convoco a todos
los animakids de nuestro mundo para que tengan todos
ellos la misma oportunidad de demostrar sus virtudes y
habilidades. El mejor será elegido como mi sucesor y será el
nuevo Rey de Animaterra cuando yo deje este mundo.

Mi propia hija se someterá a las mismas pruebas como uno


más de los Animakids. ¡Que triunfe el mejor!
El amor de un padre

Al enterarme de la convocatoria, no
estuve de acuerdo con la decisión
de mi padre, fui a buscarlo a su
habitación, toqué su puerta, pedí
permiso para entrar. El Rey me
invitó a pasar,
al verme notó
que yo estaba
confundida y
decepcionada.

—Padre,
con todo respeto quiero preguntarte
¿Por qué no puedo recibir tu reinado
como manda la Ley? ¿Acaso no crees
que tenga las virtudes y habilidades
necesarias para ser una buena Reina?
O ¿Es acaso porque soy Ratona y no Ratón?

—Mi valiente hija, es todo lo contrario a lo que piensas,


confío tanto en ti, en tus virtudes y habilidades que has
adquirido a tu corta edad, que estoy dispuesto a confiar
que saldrás vencedora en las pruebas para elegir al nuevo
Rey o Reina. Pero no lo hagas por mí, hazlo por ti, por que
sientes que puedes superar todos los obstáculos si
realmente te lo propones. Incluso un obstáculo impuesto
por tu propio padre.
Le agradecí por sus palabras, me despedí y pedí permiso
para retirarme de su habitación y dirigirme hacia los
campos de pruebas donde se esperaba la llegada de los
demás Animakids del Reino.

Cuando estaba por darme la vuelta para salir de su


habitación, me dio un fuerte abrazo y me recordó lo mucho
que me amaba.

—No sabes cuanto te amo, siempre voy a estar orgulloso


de ti. Quiero que recuerdes ahora más que nunca la lección
más importante que te he enseñado durante toda tu vida,
hija mía.

En ese momento no pude recordar cual era esa lección a la


que se refería mi padre, mi corazón estaba emocionado por
la despedida, y mi mente, debo reconocer, tenía un poco de
miedo de no poder superar todas las pruebas.

—Claro que si padre, me he preparado toda mi vida para


esto. Y lo haré.

Al salir de su habitación me quedé un poco más


reconfortada por sus palabras, aunque aún no podía
recordar cual eran esa maravillosa lección que debía saber.
¡Vaya momento para olvidarse de las cosas aprendidas!
Las pruebas

Salí del Palacio, crucé la puerta principal, cuando me dirigía


a los campos de pruebas vi por el horizonte gente
acercándose a lo lejos. Eran los Animakids que empezaban
a llegar para las pruebas: Elefantes, Gatos, Leones,
Cocodrilos, Perros, Pajaritos, Canguros, Serpientes,
Rinocerontes, Monos, Ratones, Pumas, Águilas, conejos, y
todo tipo de animales de diferente tamaño y especie.

Cuando logramos juntarnos conté al menos 24 Animakids


entre todos. Se sintió un silencio sepulcral a nuestro
alrededor, era como si todos estuviéramos esperando que
alguno de los Tres Sabios Hechiceros, La Tortuga, El Mono y
El Cóndor que habían llegado junto con los soldados dijera
algo importante. Pero nadie dijo una palabra, solo nos
quedaron mirando fijamente.

Al fin La Tortuga Hechicera Sabia, se dirigió hacia un cofre


que los soldados acababan de traer, parecía ir a buscar algo.

Cada vez todos, o al menos eso creía yo, nos poníamos más
ansiosos. La Tortuga se demoró una eternidad en llegar al
cofre. Siendo una Hechicera Sabia, podía al menos haber
usado uno de sus trucos para volar o algo por el estilo.
Cuando finalmente llegó, abrió el cofre y dejo ver cientos de
sobres, luego se dirigió a nosotros.

—Sean todos bienvenidos queridos Animakids, a cada


integrante se les entregará cinco sobres con los detalles de
las pruebas. Tendrán cuatro días para prepararse y practicar,
al quinto los volveremos a reunir para evaluarlos en cada
una de las pruebas y determinar quién las puede realizar
mejor. ¡Les deseo mucha suerte!

Cada sobre tenía en el exterior el nombre de la prueba que


debíamos superar. 1. Saltar, 2. cantar, 3. trepar, 4. cazar, se
encontraban sin sellar y pudimos sacar el contenido para
ver los detalles. El sobre número cinco era algo diferente, no
tenía el nombre de la prueba, más bien llevaba escrito una
advertencia “Abrir solo si has superado las cuatro primeras
pruebas” “Si lo abres antes de tiempo serás eliminado
automáticamente”.

El entrenamiento

Después que los sabios y los soldados se retiraron, ningún


Animakids quiso perder ni un minuto para empezar a
entrenar y prepararse para las pruebas. Cada uno tomó
caminos diferentes al entrar al bosque.

Unos cuantos decidieron dirigirse a las montañas para


entrenar más arduamente, algunos eligieron entrenar cerca
al lago para tener como refrescarse si se cansaban, otros se
pusieron a marchar hacia la playa donde sabían que
encontrarían peces para cazar, etc. Al llegar a sus lugares
empezaron a concentrarse en sus entrenamientos.

Yo elegí la zona más alta del bosque, y empecé por


treparme a los árboles. Siempre me gustaron las alturas.
Talvez sea porque sé que las ratoncitas somo chiquitas.
Mientras trepaba otros árboles cada vez más altos, recordé
se me vino a la mente la voz de mi padre diciéndome.

—Recuerda las tres cosas que siempre te he enseñado.

Una idea se me vino a la mente acerca de la bendita lección,


casi la tenía en la punta de la lengua, pero estaba tan
concentrada enunciarla que me distraje por un segundo y
por poco resbalo de una de las ramas de un gran árbol. Con
las justas pude agarrarme de uno de los delgados tallos que
poco faltaba para que se quebrara. Estoy segura que si
hubiera pesado un gramo más no habría soportado mi
peso.

Cuando logré recuperar el equilibrio en lo alto del árbol, se


asentó en una de las ramas del árbol un pajarraco herido y
sangrando. Se le notaba muy asustado.

—Ratoncita, Ratoncita, necesito de tu ayuda. Unos


Humanoides se acercan al Reino y no he encontrado a
nadie más para avisarle. Quiero que vengas conmigo, si no
lo detenemos, matará a todos los Animakids, empezando
por los que están participando en las pruebas.

Los demás Animakids que estaban entrenando en


diferentes lugares, recibieron también la visita de esta
extraña ave. Lo inexplicable era que el pequeño pajarraco
era el mismo, de alguna manera estaba al mismo tiempo en
todos esos lugares pidiendo la misma ayuda a cada uno de
los participantes.
La decisión

Todos los Animakids dieron al pequeño pajarraco una


respuesta similar. —“Oye pajarraco ve a buscar a alguien
más que te ayude, estoy entrenando duro para ser el
próximo Rey de Animaterra”. “Además, si ese Humanoide
mata a los demás participantes habrán menos Animakids
con quienes competir, a mi jamás podrán alcanzarme esos
lentos gigantes”

Todos se negaron a ayudar al pajarraco, yo también pensé


hacer lo mismo. Sabía que si lo ayudaba iba a perder
tiempo valioso de mi entrenamiento. Además, le había
prometido a mi padre que lograría pasar todas las pruebas.
Pero algo en mí me decía que mi propio padre el Rey, jamás
se negará a ayudar a alguien y más aún si es para salvar la
vida de muchos más Animakids de su reino. Finalmente
decidí ayudarlo.

—Pajarraco, llévame al lugar donde viste a los Humanoides


acercarse al Reino.

El pajarraco se me acercó, y a pesar de sus heridas se inclinó


para que me subiera en su lomo. Salimos volando del
bosque camino al encuentro de esta amenaza.
El plan

Llegamos a una colina y muy lentamente nos acercamos a


la parte más alta. Desde allí pudimos ver al enorme
Humanoide acercarse lentamente hacia el bosque donde
estaban los Animakids.

—No puede ser posible, ¿pajarraco se te ocurre alguna idea


para detener al Humanoide?

—Ninguna ratoncita, volar a pedir ayuda fue lo único que se


me ocurrió.

—Ya sé que vamos a hacer.

En ese momento le dije al pajarraco el plan que se me había


ocurrido y debíamos organizarnos.

—Pajarraco, escucha atentamente. Yo treparé esos grandes


árboles para cortar muchas ramas que caerán justo al lado
de ese pantano que está bajo la colina. Tu colocarás todas
las ramas de modo que el pantano quede cubierto. Después
bajaré al pantano cubierto, y me posaré en ese largo tronco
que está allí justo en forma de palanca, lo cubriremos
también de ramas, desde allí cantaré una canción para que
el Humanoide piense que estoy jugando sola en el bosque
y lograémos atraerlo. Cuando el Humanoide venga
corriendo pisará el tronco palanca oculto, su fuerte pisada
en el otro extremo del tronco hará que yo dé un gran salto
que espero me traiga justo aquí en la colina, donde estamos
y si en caso voy muy alto o muy bajo, te pido que por favor
me alcances y me salves.
El plan salió justo como lo planeamos. Bueno, casi todo. El
Humanoide quedó atrapado en el pantano, pero justo antes
de resbalar y hundirse, logró atrapar al Pajarraco que estaba
cerca esperando ayudarme en mi salto.

—O no, amigo Pajarraco, te han atrapado. Ahora voy por ti.

El Humanoide tenía más de la mitad de cuerpo atrapado en


el pantano, del pecho hacia arriba y uno solo de sus brazos
aún quedaban fuera. Cuando estaba a punto de comerse al
Pajarraco, llegué a su encuentro y salté hacia él para
lanzarle mi espada en su garganta. Al hacer contacto con mi
espada, el Humanoide desapareció, al igual que el pantano.
Solo se encontraba mi amigo el Pajarraco, quien por cierto
ya no estaba sangrando y sus heridas habían desaparecido.

Quedé sorprendida y confundida por lo que estaba viendo.


Me acerqué al Pajarraco y de pronto se empezó a convertir
en un Condor. Y debajo de las ramas sale un Mono.

—No puede ser posible, son los Hechiceros Sabios.

Eran los dos Hechiceros Sabios Condor y el Mono que nos


recibieron junto a la Hechicera Sabia Tortuga.
La nueva Reyna

—Ratoncita, has demostrado fortaleza, valentía, pero sobre


todo bondad. Todo esto fue una ilusión creada por nuestra
magia. Queríamos comprobar entre todos los participantes
de las pruebas, cumplía con las 05 pruebas.

—¿De verdad cumplí con las cinco pruebas? Pero ni siquiera


he podido entrenarme bien. Y por ahora solo conozco
cuatro de las pruebas, el sobre de la quinta prueba no se
puede abrir hasta el final de completar las primeras.

—Créenos Ratoncita, tu ya has cumplido las cuatro primeras


pruebas, acabas de demostrarlo. Saltaste más alto que
cualquiera desde ese tronco, cantaste tan ingeniosamente
que lograrías atraer a un gigante, trepas audazmente
arboles enormes, y demostraste que estarías dispuesta a
cazar hasta a un Humanoide cazador de Animakids para
proteger a los tuyos. Así que, tú eres nuestra elegida. Serás
la nueva Reina de Animaterra.

—Disculpen Hechiceros Sabios. ¿Y la quinta prueba aún no


la he superado? ¿De qué se trata?

—Ábre tu misma el quinto sobre y descúbrelo.

Abrí el sobre y en su interior había una hoja verde que decía


“Ayudar al Pajarraco”.

En ese momento recordé claramente la lección de mi padre.


— “La fortaleza y valentía siempre deben estar acompañada
de la bondad”.
Me sentí un poco apenada por que recién en este momento
al fin recordé la gran lección que mi padre me inculcó
durante toda mi vida.

Pero recordé otra de las grandes lecciones de mi padre, me


reconfortó y me hizo sentirme orgullosa de mí misma.

—“Las mejores lecciones no se demuestran con las palabras


sino con las acciones”.

Con mucho cariño para mi querida sobrina Jana Castro


Quiroz de quién estoy muy orgulloso por su inteligencia,
carisma y habilidades obtenida y otras por desarrollar.

De tu tío que te aprecia mucho Wilfredo Quiroz


Marquina

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