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Influencia de

san juan de la cruz


en el siglo xx

soledad sonora
Oxímoron, Aliteración, Sinestesia

Lira 15 Cántico espiritual

La noche sosegada
en par de los levantes del aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena, que recrea y enamora.

Rubén darío: Sonatina


¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

-«Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-;


en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega
de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de
amor».
Antonio machado: Soledades

Fue una clara tarde, triste y soñolienta


tarde de verano. La hiedra asomaba
al muro del parque, negra y polvorienta…
La fuente sonaba.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruido abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
golpeó el silencio de la tarde muerta.
En el solitario parque, la sonora
copla borbollante del agua cantora
me guió a la fuente. La fuente vertía
sobre el blanco mármol su monotonía.
La fuente cantaba: ¿Te recuerda, hermano,
un sueño lejano mi canto presente?
Fue una tarde lenta del lento verano.
Respondí a la fuente:
No recuerdo, hermana,
mas sé que tu copla presente es lejana.
Fue esta misma tarde: mi cristal vertía
como hoy sobre el mármol su monotonía.
¿Recuerdas, hermano?… Los mirtos talares,
que ves, sombreaban los claros cantares
que escuchas. Del rubio color de la llama,
el fruto maduro pendía en la rama,
lo mismo que ahora. ¿Recuerdas, hermano?…
Fue esta misma lenta tarde de verano.
—No sé qué me dice tu copla riente
de ensueños lejanos, hermana la fuente.
Yo sé que tu claro cristal de alegría
ya supo del árbol la fruta bermeja;
yo sé que es lejana la amargura mía
que sueña en la tarde de verano vieja.
Yo sé que tus bellos espejos cantores
copiaron antiguos delirios de amores:
mas cuéntame, fuente de lengua encantada,
cuéntame mi alegre leyenda olvidada.
—Yo no sé leyendas de antigua alegría,
sino historias viejas de melancolía.
Fue una clara tarde del lento verano…
Tú venías solo con tu pena, hermano;
tus labios besaron mi linfa serena,
y en la clara tarde dijeron tu pena.
Dijeron tu pena tus labios que ardían;
la sed que ahora tienen, entonces tenían.
—Adiós para siempre la fuente sonora,
del parque dormido eterna cantora.
Adiós para siempre; tu monotonía,
fuente, es más amarga que la pena mía.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruïdo abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
sonó en el silencio de la tarde muerta.

Juan ramón Jiménez, La soledad sonora (1908)


Yo me moriré, y la noche
triste, serena y callada,
dormirá el mundo a los rayos
de su luna solitaria.

Dios deseado y deseante


La conciencia individual (deseante) Vs a la
conciencia universal (deseado) Anhelo de
transformarse en el amado

FEDERICO García lorca: Sonetos de amor


oscuro.

Tú nunca entenderás lo que te quiero


porque duermes en mí y estás dormido.
Yo te oculto llorando, perseguido
por una voz de penetrante acero.

Norma que agita igual carne y lucero


traspasa ya mi pecho dolorido
y las turbias palabras han mordido
las alas de tu espíritu severo.

Grupo de gente salta en los jardines


esperando tu cuerpo y mi agonía
en caballos de luz y verdes crines.

Pero sigue durmiendo, vida mía.


¡Oye mi sangre rota en los violines!
¡Mira que nos acechan todavía!

Tengo miedo a perder la maravilla


de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla


tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,


si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado


y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.
Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte


ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,


tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena pues de palabras mi locura


o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

Jorge guillén: Cántico

En esta obra exalta el goce de existir, la armonía del cosmos, la luminosidad, plenitud del
ser y la integración del poeta en un universo perfecto donde muchas veces se funden
amada y paisaje.

Lenguaje y poesía

San Juan simboliza que poesía lo es todo, iluminación y perfección


“La poesía puede hacer audible lo
inefable”

BLAS DE OTERO: Cántico espiritual :

Poesía del silencio, del vacío, de la oscuridad

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre


aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.
Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.

Tiendas de paz, brizados pabellones,


eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.

¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces


en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.

Yo doy todos mis versos por un hombre


en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.

Gabriel celaya: Soledad cerrada :

Virgen sin ojos, luna abandonada,


témpano de desnudez a la luz de los astros ;
a la luz quieta y cortante de la muerte,
traslúcido cuerpo aterido de espanto.

En el bosque oscuro de los hombres callados


yo velo, te espero con los brazos en cruz.
Un puño se cierra con la angustia en mi pecho
y siento que vives, que esta ausencia eres tú.

La noche es un mecanismo de manos que se enlazan


o manos que se acercan y no llegan a tocarse,
de manos que crispa la luna, electrizada
por la atención obsesionante de un círculo de estatuas.

¡ Oh virgen, virgen loca, virgen ciega,


virgen de la poesía que sólo ve hacia dentro,
misterioso delirio, te siento como un ansia
de agua viva en la raíz que la música conmueve !

Mide mi amor por la desesperación de que un hombre es capaz ;


mide mi nostalgia por la lentitud de las mareas de la angustia;
mídeme como yo mido esta espera
por la exasperación de la mano que resbala sobre un cuerpo
desnudo.

Tendida entre los árboles monstruosos de la fiebre,


con relámpagos blancos, tiembla la carne muerta ;
la luna delira hundida en una estatua
con los párpados bajos cubiertos de yedra.

El cielo es un círculo de gritos detenidos


que ilumina la súbita luz del espanto ;
el cielo es el vacío de un éxtasis redondo
girando alrededor de un culminante asombro.

Me seducen, me devoran los ojos de la locura,


bellos como el peligro, como el abismo,
como el resplandor de la maldición en el rostro de un niño,
bellos como el grito sin sentido que embriaga.

Yo acecho escondido entre plantas de carne,


entre hombres dormidos, y flota en tomo a ellos
un sueño denso y bajo cargado de inminencias,
todo un bosque poblado de deseos nocturnos.

Hay una respiración opaca y caliente jadeando,


un sordo soplo de potencia contenida:
silencio de acecho, silencio expectante
en el que laten vertiginosos los peligros.
Como el jaguar que tensa la curva de su salto
oculto en la noche que fosforece como un enorme ojo atento,
así te espero, ansío, corza blanca en lo oscuro,
así te acecho, virgen, en mi noche o misterio.

Te amo, te deseo con todos mis dientes y mis uñas ;


te amo como un perro de vinagre sediento,
como el león, esa cólera seca
que, al rugir, se desgarra.

Mi espesura te oculta -¡ oh bella durmiente !-,


bella desconocida enamorada de la muerte.
Siento que respiras, siento
que una inmensa quietud me escucha en este bosque.

¡ Oh clima de las altas fiebres exuberantes !


Marasmos y delirios de las aguas estancadas.
¡ Oh el grito de la garza en el quieto sopor del mediodía !
¡ Oh el silencio de la garza
en la noche de las alas lentas sobre los cañaverales !

¡ Oh vértigos al fondo, y gritos a lo alto !


Sofocado latir, y hundirse, y levantarse,
y sentir que en mí duerme un ser desconocido,
que mi angustia es tan sólo su respirar ahogado.

¡ Libertad en el grito, puerta grande del ansia


y en el vértigo mismo de un amor que devora !
Escucha siempre viva presencia misteriosa,
eres tú quien me duele con dientes apretados.

Eres tú lo que vive con alas cuando callo,


con manos impacientes cuando sufro ;
eres tú, ser nocturno que siento
tan cerca que ya casi no sé quién soy yo mismo.

¡ Tan cerca ! Y. sin embargo, te niegas obstinado


y eres, sólo un anhelo escondido latiendo.
¡ Oh noche sofocada, noche oscura y sin viento,
que apenas si un dolor vago ilumina !
Lucidez de la luna, lucidez de locura,
dije un día viéndote desnudo,
pero ahora te llamo porque me siento fuerte
para tu amor terrible y tu luz deslumbrante.

Francisco brines: La última costa (1995)

Fue aquella tarde un tizón,


y después fue violeta
todo el aire. Blancas luces
en el cielo destellaron.
Y yo oscuro.
Larga noche.
Y al llegar la madrugada
del cuerpo nació la sombra

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